Aunque con matices, publicamos este resumen que publica Dosmanzanas con respecto a las recientes elecciones francesas, sin dejar de mirar el peligro que supone el paso a la segunda vuelta de la homófoba, antieuropea y xenófoba Marine Le Pen, realmente un peligro mayor que el de Fillon:
Ya se ha celebrado la primera vuelta de las elecciones francesas. No faltarán estos días análisis sobre el resultado (un verdadero terremoto político) pero como página LGTB que somos no podemos sino destacar la que, desde este punto de vista, es sin duda una excelente noticia: la derrota del candidato conservador François Fillon, que hace solo unos meses parecía destinado a convertirse en el próximo presidente de la República francesa. Fillon, uno de los políticos más abiertamente hostiles a los derechos LGTB, ha quedado fuera de la segunda vuelta.
Los dos candidatos más votados en la primera vuelta de las elecciones francesas han sido Emmanuel Macron (candidato de En Marche !, una formación política construida en realidad en torno a su persona) y Marine Le Pen (Frente Nacional). Inmediatamente por detrás han quedado François Fillon (Los Republicanos) y Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa). En quinto lugar, ya muy alejado, se sitúa el candidato del Partido Socialista francés, Benoît Hamon. Pasan a la segunda vuelta, por tanto, Macron y Le Pen. Un centrista surgido de las filas socialistas (partido en el que militó y con el que llegó a ser ministro de Economía entre 2014 y 2016) y la representante de la extrema derecha, a la que todos situaban como candidata segura desde al menos 2014, cuando su partido consiguió la victoria en las elecciones europeas.
No era este, sin embargo, el caso de Macron. Hasta hace pocos meses, todos los analistas daban como cierto que el candidato a disputar la segunda vuelta con Le Pen (y que según las encuestas conseguiría la presidencia) sería el que presentasen Los Republicanos (la antigua UMP, el principal partido de la derecha francesa). De ahí que toda la tensión política se centrase en las elecciones primarias de ese partido. Desde dosmanzanas prestamos gran atención a aquellas primarias, en las que se impuso Fillon, un candidato abiertamente homófobo. Mucho han cambiado las cosas desde entonces.
Fillon, el candidato preferido de los homófobos
Ya tras la primera vuelta de las primarias de Los Republicanos, el pasado noviembre, alertábamos del peligro de Fillon. En aquellas elecciones quedaba fuera el expresidente Nicolas Sarkozy, que solo pudo conseguir la tercera posición pese a que parecía destinado a ser él quien se enfrentase al que todos consideraban favorito semanas antes, el moderado Alain Juppé. Juppé quedó segundo y la victoria ya en la primera vuelta fue para Fillon, cuya candidatura había crecido como la espuma en pocas semanas, arrastrado en buena parte por el empuje del sector más ultraconservador de la derecha francesa, representado por Sens commun, un movimiento político nacido al calor de las movilizaciones contra la aprobación del matrimonio igualitario.
Fillon, un católico conservador y profundamente anti-LGTB pasaba a ser el gran favorito. A diferencia de Sarkozy (y por supuesto de Juppé), Fillon no dudó en seguir presentándose durante su campaña como un ferviente opositor al matrimonio igualitario. Una actitud que le viene de lejos: ya en 1982 se opuso a igualar la edad de consentimiento para mantener relaciones homosexuales a la de las relaciones heterosexuales, mientras que en 1999 se opuso al PACS (Pacte Civile de Solidarité, la limitada ley de parejas que antecedió al matrimonio igualitario). Fillon, que de hecho se ha mostrado orgulloso de “seguir diciendo lo mismo, a diferencia de otros” prometía incluso “reescribir” la ley de matrimonio igualitario para modificar los aspectos relativos a la homoparentalidad. En concreto, su propuesta era eliminar la posibilidad de adopción plena por parejas del mismo sexo (mantendría solo la “adopción simple”, una fórmula de acogida de niños que seguirían manteniendo los vínculos de parentalidad con sus padres biológicos). Así lo volvió a recalcar, de hecho, en un debate televisado con Juppé, al que acabó finalmente imponiéndose.
Otras propuestas que el entorno de Fillon barajaba era legislar para hacer aún más explicita la ya vigente prohibición del acceso a las técnicas de reproducción asistida a las parejas del mismo sexo y a las mujeres sin pareja masculina, así como impedir el registro de hijos nacidos por gestación subrogada en países extranjeros (aunque en este caso la modificación legal chocaría con la jurisprudencia europea: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado ya dos veces a Francia por esa razón).
Y en estas llegó Macron
Sin embargo, cuando todo parecía abocado a un enfrentamiento entre una candidatura de extrema derecha y otra de derecha extrema, comenzó a adquirir pujanza la candidatura de Emmanuel Macron, antiguo militante socialista y ministro de Economía entre 2014 y 2016, que encabeza En Marche !, un movimiento político centrista construido en torno a su persona. Hasta el punto de que desde la derecha se desencadenó contra él una campaña de indisimulados tintes homófobos: un diputado de Los Republicanos le acusó de estar apoyado “por el lobby gay” y Macron vio de hecho como revivían viejos rumores sobre su posible homosexualidad. Rumores que ya en noviembre había desmentido, asegurando que “nunca había llevado una doble vida” (Macron está casado desde 2007 con Brigitte Trogneux). Tras reaparecer el rumor, Macron se mostraba aún más explícito y se permitía ironizar sobre su hipotética relación con Mathieu Gallet, el actual director general de Radio France.
Emmanuel Macron, decíamos entonces, era, de los candidatos que contaban con posibilidades reales de llegar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales (por aquel entonces el izquierdista Mélenchon estaba muy por atrás en las encuestas) el menos hostil a los derechos LGTB. Partidario del matrimonio igualitario y de la adopción homoparental, Macron defiende también que se permita el acceso a las parejas de mujeres y a las mujeres solteras a las técnicas de reproducción asistida, una vieja promesa socialista que el primer ministro Manuel Valls bloqueó.
Eso no significa que sea un tema del que haya hecho bandera o con el que parezca familiarizado. Buen ejemplo de ello fue su intentona de congraciarse con los opositores al matrimonio igualitario, al declarar que “uno de los errores” del quinquenio de Hollande había sido humillarles. Unas declaraciones que fueron recibidas con gran enfado por el colectivo LGTB francés y que muestran que, si bien Macron no es abiertamente hostil a sus reivindicaciones, tampoco parece muy dispuesto a dar la batalla por ellas.
Le Pen, sin sorpresas
Por lo que se refiere a Marine Le Pen, lo cierto es que siempre ha adoptado un perfil bajo por lo que a su oposición a los derechos LGTB se refiere. Ello no quiere decir que su partido no mantenga el ideario homófobo que corresponde a la extrema derecha, y de hecho entre los compromisos de Le Pen está el de derogar el matrimonio igualitario, si bien lo expresa de forma muy alambicada.
En lugar de hablar abiertamente de la derogación del matrimonio igualitario, en su programa Le Pen propone “crear una unión civil (PACS mejorado) que reemplazará las disposiciones de la ley Taubira, sin efectos retroactivos”. Es decir, Le Pen es partidaria de regresar a la situación previa a la apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo en 2013. La medida regresiva no afectaría a los enlaces que hubieran tenido lugar durante el periodo de vigencia de la ley de matrimonio igualitario, lo que ya de por sí supone una importante dificultad jurídica. A cambio propone una versión “mejorada” del Pacto Civil de Solidaridad, una ley limitada de parejas con derechos inferiores a los de las casadas que existe desde 1999. Para que pudiera poner en práctica este retroceso, eso sí, Le Pen necesitaría reunir también una mayoría parlamentaria a su favor en las elecciones legislativas de junio.
Quizá entre las razones del “perfil bajo” de Le Pen (una mujer que no se caracteriza precisamente por su continencia) se encuentra el hecho de que, según algunas encuestas, no son pocos los homosexuales que parecen dispuestos a votarla por su discurso islamófobo. Y decimos “los homosexuales” de forma consciente, porque esta tendencia ha sido detectada sobre todo entre varones gais, no tanto entre mujeres lesbianas.
Las elecciones francesas, un terremoto político
Hasta aquí nuestra primera aproximación a un resultado electoral que dará mucho que hablar en próximos días. Motivos no faltan: el hundimiento del bipartidismo tradicional (por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial habrá unas elecciones presidenciales en las que no estarán al menos o los viejos gaullistas o los socialistas), y muy especialmente del Partido Socialista; el inesperado surgimiento de un importante espacio electoral a la izquierda de los socialistas (no faltarán los paralelismos con España)… Habrá que ver, no obstante, que sucede el próximo 7 de mayo, cuando se celebre la segunda vuelta de las presidenciales: si finalmente Macron se impone a Le Pen, y con qué margen. Y las que cobran también un gran interés son las elecciones legislativas del próximo mes de junio, en las que el escenario de repente aparece muy abierto.
En cualquier caso, nosotros esta noche ya nos felicitamos por el mal resultado de Fillon.
Fuente Dosmanzanas
General, Homofobia/ Transfobia.
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