La vida no es un negocio: “No traten de vendernos ‘lobos por corderos’”
ECLESALIA, 10/02/16.- Lo siento pero ¡NO! La vida no es un negocio. Por eso, me parece indigno que una entidad bancaria que pretende presentar a la sociedad su nuevo plan estratégico de negocio “basado en la sencillez y la transparencia” lo haga a través de una premisa mercantilista, que tergiversa la realidad y las relaciones humanas.
Detrás de su eslogan: “En la vida ya pagas demasiadas comisiones” trata de vendernos su negocio que te va a librar de esas “pequeñas comisiones que pagas en el día a día a toda la gente que te rodea” como son –según sugiere la entidad- “Olvidar su aniversario; No visitarla en un mes; Viajó a la final del mundial; Le cubrió una semana de vacaciones; Le rayó el coche; Se perdió la función de colegio…”
Pero ¿qué tienen que ver todas esas situaciones interpersonales con las comisiones bancarias (= cantidades que las entidades de crédito le cobran a usted en compensación por sus servicios)? ¿Qué valores está transmitiéndonos? ¿Acaso plantea mirar la vida como un negocio dónde todo tiene un precio? ¿Enarbola como criterios que rijan nuestro día a día la lucha de poder, el sálvese quien pueda o tantos otros intereses egoístas…? ¿Promueve mirar a nuestros semejantes como simples competidores desde una perspectiva materialista, como ya planteó Hobbes con su célebre “El hombre es un lobo para el hombre“?
Si es así… ¡no cuenten conmigo! pues yo sigo creyendo en las personas y su dignidad irremplazable; en el amor que se hace entrega, en el perdón que no lleva cuentas del mal, en la capacidad de aprender de los errores, en la solidaridad, en la empatía, en la honradez, en la verdad, en la gratuidad…
No, no pretendo que los bancos sean entidades caritativas, porque esa no es su finalidad (aunque no estaría de más que en ellos hubiera una inflación de humanidad). Más bien, me gustaría que en su gestión diaria y publicidad no traten de vendernos “lobos por corderos” y sean más honestos, pues otro planteamiento es posible.
En definitiva, no me resisto a alzar la voz respecto a esta manipulación descarada de las relaciones personales y sociales. Ojalá, seamos capaces de contemplar dónde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí. Hay muchas cosas en nuestra vida cotidiana que sacan a la luz esas distorsiones de la realidad y ponen –consciente o inconscientemente- sobre la mesa, esos factores profundos que hay detrás. Es tarea de todos que asumamos con responsabilidad y compromiso la construcción de un futuro mejor y éste empieza por leer la realidad a través de una mirada más crítica, para identificar lo que de verdad es sencillez y transparencia
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