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Sobre venir y llegar a ser en Adviento

Sábado, 21 de diciembre de 2024

IMG_9089Barbara Anne Kozee

La reflexión de hoy es de la colaboradora invitada Barbara Anne Kozee, candidata a doctorado en ética teológica en Boston College. Su investigación actual se centra en la confianza social y la polarización en la Iglesia y la política.

En la oración del P. Karl Rahner, “Dios que ha de venir”, el gran teólogo alemán reflexiona sobre la paradoja del Adviento de entrar en un tiempo de espera litúrgica por un Dios que, en cierto sentido, ya ha venido:

Cada año Tu Iglesia celebra el santo tiempo de Adviento, Dios mío. Cada año rezamos esas hermosas oraciones de anhelo y espera, y cantamos esas hermosas canciones de esperanza y promesa… Y, sin embargo, ¡qué oración más extraña es esta! Después de todo, Tú ya viniste y levantaste tu tienda entre nosotros. Ya has compartido nuestra vida con sus pequeñas alegrías, sus largos días de tediosa rutina, su amargo final. ¿Podríamos invitarte a algo más que esto con nuestro “Ven”? ¿Podrías acercarte a algo más cercano a nosotros que cuando te convertiste en el “Hijo del Hombre”, cuando adoptaste nuestras pequeñas costumbres ordinarias tan completamente que nos resulta casi difícil distinguirte del resto de nuestros semejantes?”

Hacia el final de esta oración, Rahner llega a una percepción espiritual sobre la venida perpetua de Dios:

Poco a poco comienza a amanecer una luz. Estoy empezando a comprender algo que sé desde hace mucho tiempo: todavía estás en el proceso de Tu venida. Tu aparición en la forma de un esclavo fue sólo el comienzo de Tu venida… En realidad no has venido—todavía estás viniendo… He aquí, vienes. Y Tu venida no es ni pasada ni futura, sino presente, que sólo tiene que alcanzar su cumplimiento. Ahora todavía es la única hora de Tu Adviento”.

IMG_9088En este Adviento, podríamos pensar que la oración de Rahner y el devenir de Cristo en Navidad resonan con la forma en que los teóricos queer han considerado que “salir del armario” es más que un único momento histórico de visibilidad, sino más bien un proceso de autodescubrimiento que dura toda la vida y que llega en pedazos. Hay una dimensión espiritual y contemplativa en esta idea de encontrarnos en nuestra rareza y “perseguir el horizonte”.

El teórico queer José Esteban Muñoz escribe:

Lo queer aún no ha llegado. Lo queer es una idealidad. Dicho de otra manera, todavía no somos queer. Puede que nunca lleguemos a tocar lo queer, pero podemos sentirlo como la cálida iluminación de un horizonte imbuido de potencialidad”.

La afirmación de Muñoz es que el tiempo queer no está muy lejos de la comprensión cristiana de la salvación. Si bien es posible que podamos experimentar cierta sensación de la presencia de Dios y de sabernos amados, siempre habrá una sensación de misterio y de todavía no en este tiempo mundano. De manera similar, como personas queer, podríamos inclinarnos hacia la idea de que nuestras identidades queer están constantemente tomando forma, e incluso encontrar alegría en el hecho de que podemos pasar toda nuestra vida buscando nuestro yo queer, ¡y nunca lograrlo por completo!

De esta manera, los procesos extraños de devenir, salir del armario o la formación de una identidad queer son parte de esta paradoja del Adviento: de la paciencia por la venida divina, que no es ni pasado ni futuro, sino presente. Cristo es nuestro ejemplo de salvador en perpetuo proceso de venida, un Advenimiento vivo más que histórico.

De alguna manera, cuanto más encontramos a Dios, más vivimos en lo queer, más encontramos el terreno profundo del misterio. El Adviento, y este tiempo de anticipación, se convierte en la cálida iluminación del alegre y extraño horizonte.

—Barbara Anne Kozee, 20 de diciembre de 2024

Fuente New Ways Ministry

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El anuncio navideño con la estrella de Bridgerton y los pronombres ellos / ellos enfurece a los fanáticos de la extrema derecha

Sábado, 30 de noviembre de 2024

_piSUvuw_400x400Es la temporada una vez más: en la que los derechistas enojados se molestan por los llamados anuncios navideños “woke”. Esta vez, la cadena minorista británica Boots está en la línea de fuego, y sus fanáticos indignados incluso están pidiendo un boicot.

La compañía de atención médica lanzó recientemente su nuevo anuncio navideño, protagonizado por la actriz negra Adjoa Andoh como la Sra. Claus, mientras se organiza para la temporada festiva.

Comienza cuando la Sra. Claus de Andoh entra a su sala de estar solo para encontrar a su esposo Santa profundamente dormido frente al fuego. Así que toma el asunto en sus propias manos y consigue que sus “elfluencers”, incluidas estrellas de las redes sociales como @soph y @snatchedbywill , la ayuden.

Es más, en un momento incluso usa (¡jadea!) los pronombres ellos/ellos para referirse a alguien, lo que, como puedes imaginar, tiene a la brigada anti-despertar completamente en armas.

El grupo de extrema derecha Britain First, que fue prohibido por Facebook en 2018, lanzó una petición pidiendo a sus fieles seguidores boicotear a Boots por el anuncio, calificándolo de “repugnante”, pero no de la manera divertida y gay. También utilizan lenguaje difamatorio para referirse a Andoh, describiéndola falsamente como una “racista antiblanca”.

Comienza: “Boots acaba de lanzar un repugnante anuncio navideño protagonizado por la notoriamente racista actriz antiblanca ‘Adjoa Andoh’ (que describió a la Familia Real Británica como ‘Terriblemente Blanca’) como ‘Señora Claus’. El anuncio también promueve los pronombres transgénero ‘Ellos/Ellos’, un concepto creado por movimientos LGBT de extrema izquierda en un intento de socavar las normas tradicionales de género, el sexo biológico y la familia cristiana tradicional. “Santa Claus es el único hombre blanco heterosexual en todo el anuncio y se lo retrata deliberadamente como un holgazán que no sirve para nada”.

Adjoa Andoh es una actriz británica increíblemente exitosa que ha actuado con la Royal Shakespeare Company, el National Theatre, el Royal Court Theatre y el Almeida Theatre, además de (por supuesto) interpretar a Lady Danbury en el exitoso drama de época de Netflix. Bridgerton.

Durante la coronación del rey Carlos, Andoh actuó como comentarista invitado de ITV y comentó que el balcón del Palacio de Buckingham parecía “terriblemente blanco” en contraste con la “rica diversidad de la Abadía”.

Ofcom recibió más de 8.000 quejas sobre los comentarios de Andoh, pero no tomó ninguna medida contra ITV.

Tras el lanzamiento del anuncio y la petición Britain First, #BoycottBoots comenzó a ser tendencia en X, sin embargo, mucha gente se burló de los “copos de nieve” de derecha por entusiasmarse con lo que muchos llamaron un “fabuloso, divertido e ingenioso y cálido” anuncio navideño.

El año pasado, un anuncio de M&S también provocó la ira entre los derechistas. El anuncio festivo utilizó el lema “ ‘Love Thismas (Not Thatmas)” y se centra en lograr el equilibrio entre hacer lo que realmente disfrutamos en Navidad y lo que nos sentimos obligados a hacer.

Sin embargo, el divertido anuncio no agradó a los racistas y homófobos, quienes criticaron al minorista como “woke” por “intentar cancelar la Navidad” y por atreverse a presentar a homosexuales y negros.

En respuesta a la reacción contra su anuncio, un portavoz de Boots dijo a MailOnline: “Reconocemos que la gente espera ver nuestro anuncio navideño cada año y tendrá sus propias opiniones sobre la dirección creativa. Nuestro último anuncio está protagonizado por Adjoa Andoh, una actriz británica increíblemente talentosa, conocida por su papel principal en el popular programa Bridgerton y muchas otras producciones exitosas. Siempre nos esforzamos por crear campañas inclusivas y recordar a los espectadores que Boots tiene un regalo para todo tipo de entusiastas de la belleza. Nos oponemos firmemente a la discriminación de cualquier tipo”.

Fuente PinkNews

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Prólogo de Timothy Radcliffe a ‘Adventus. El tesoro escondido’, de Jose Chamorro

Jueves, 14 de noviembre de 2024
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2024_72026_PORTADA_Teselas-Adventus.inddEste trabajo de Jose Chamorro, más espiritual que teológico, es una invitación a dejar que la Navidad irrumpa en nuestro interior como algo que, en la medida en que se va realizando, nos va transformando

A lo largo de estas meditaciones y artículos sobre el Adviento –porque antes de todo nacimiento nos encontramos siempre la espera– y la Navidad, el autor nos invita a la apertura necesaria para que el Misterio, que es Dios, nos sorprenda, al reconocimiento de la Vida en la vida, al reconocimiento de un sentido que nos hermana, nos acerca y nos hace reconocernos humanos

Con la intención de que estos textos se puedan hacer vida en el lector, además de introducir una pregunta que nos ayude a cuestionarnos desde dónde vivimos estos tiempos, se incluyen también propuestas iconográficas y auditivas mediante un enlace con código QR

13.10.2024 | Fr. Timothy Radcliffe, op

Mientras subía la escalera,
me encontré con un hombre que no estaba allí.
¡Hoy tampoco estaba allí!
Ojalá, ojalá se mantuviera lejos.

William Hughes Mearns (1922)

Este podría haber sido un poema sobre un fantasma, pero también evoca nuestra incomodidad con las personas que de alguna manera no están allí, incluso si están físicamente presentes. Es como si en el centro de su ser hubiera una pérdida de interioridad. Un tema importante de este libro es la necesidad de recuperar esa interioridad que a menudo falta en la sociedad contemporánea. Esto significa que a menudo nos encontramos con personas sin la sensación de haberlas encontrado realmente.

Una razón por la cual tantos de nuestros contemporáneos no sienten la presencia de Dios es porque Dios reside en el núcleo mismo de nuestra interioridad, dándonos existencia en cada momento. Pero si somos «personas que no están allí», entonces es Dios quien parece ausente, aunque seamos nosotros mismos los que lo estamos. No mucho después de mi ordenación al sacerdocio, tuve esta sensación de perder a Dios. Volví a ser consciente de la cercanía de Dios en un lugar muy sorprendente, el Jardín de Getsemaní, donde Jesús debe haber soportado la sensación de la ausencia del Padre, como lo hizo en la cruz en los evangelios de Marcos y Mateo. Al abrazar esa sensación humana de abandono, la superó, como dice san Agustín.

La sensación de ausencia de uno mismo también fue la experiencia del propio san Agustín, citado por Jose Chamorro: «Tarde te amé y no me percaté de que tú estabas dentro de mí. En los momentos de dificultad estabas a mi lado, pero yo no lo notaba. Todo me alejaba de ti, pero, aun así, tú jamás me abandonabas. Me llamaste a tu presencia y curaste la ceguera que me impedía ver».

Esta ausencia no es lo mismo que un vacío que Dios está esperando llenar. Chamorro escribe que «ese hueco es el mismo que albergamos dentro, ese lugar donde Dios puede plantar su tienda pues, en última instancia, no somos más que criaturas a las que Dios da su existencia a cada momento». Así que deberíamos apreciar los espacios vacíos en nuestras vidas, el vacío hambriento, los lugares desérticos.

El filósofo francés Blaise Pascal dijo: «Hay un hueco con forma de Dios en el corazón humano que nada más puede llenar». Cuando cobremos vida, seremos cada vez más conscientes de ese vacío en el centro de nuestro ser. La tentación es llenarlo con alcohol, comida, sexo, poder o posesiones. Pero nunca nos darán lo que queremos, que es Dios.

Cuando sintamos un vacío en nuestros corazones que anhelamos llenar, debemos apreciarlo, porque es donde Dios mora

Dios siempre hace su hogar en el vacío. Cuando los israelitas viajaron al desierto, se le ordenó a Moisés que construyera un trono para Dios. Era solo un espacio vacío entre las alas de los querubines. Era pequeño, apenas el ancho de una mano. Dios no necesita mucho espacio. Y cuando Dios se hizo carne, entró en el pequeño espacio vacío del vientre de María. Cuando ese niño creció, fue clavado en una cruz y gritó llamando a su Padre, quien parecía estar ausente. Ese fue quizás el espacio más vacío de todos. Pero el domingo de Pascua, María Magdalena, Pedro y el discípulo amado encontraron el espacio vacío del sepulcro, con dos ángeles a cada lado, el trono de Dios.

Entonces, cuando sintamos un vacío en nuestros corazones que anhelamos llenar, debemos apreciarlo, porque es donde Dios mora. Es el útero vacío en nosotros que solo Dios puede llenar. En el Éxodo, Dios dice: «Todo lo que abre el útero es mío». Esta es la «dimensión femenina que hay en todo y en todos». Si queremos ser fértiles, entonces debemos tener en el centro de nuestro ser un útero vacío, esperando la fertilidad de Dios.

Jose Chamorro cita al Maestro Eckhart, quien escribe que «lo que Dios puede hacer en el alma es engendrar a su Hijo y es necesario que esto sea así. Es propio de Dios no poder dejar de engendrarse en mí y en todos». Esta es la fuente de alegría por la cual el mundo tiene sed, que, según Teilhard de Chardin, es el signo infalible de la presencia de Dios. Es esta alegría la que irradiaba de santo Domingo y de cada predicador del Evangelio. En nuestro mundo que está cada vez más crucificado por la violencia y la desigualdad, y amenazado por la catástrofe climática, es esta alegría la que nos da esperanza.

Fr. Timothy Radcliffe, op,

en Oxford,
25 de enero de 2024

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O en tu librería habitual…

Fuente Religión Digital

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“ Navidad y futuro de la especie humana”, por José Arregi.

Sábado, 30 de diciembre de 2023
Comentarios desactivados en “ Navidad y futuro de la especie humana”, por José Arregi.

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De su blog Umbrales de Luz:

El Belén de Gaza

Isaac Munther es un pastor luterano que sirve a la comunidad cristiana de una iglesia de Belén, en Palestina.

Este año ha puesto en su iglesia un Belén hecho con escombros de casas destruidas por las bombas del ejército israelí: el niño Jesús se halla atrapado entre cascotes, como miles de niños y adultos, y José y María tratan de rescatarlo, ayudados por los pastores y los Magos.

El pastor Isaac Munther ha declarado: “Si Jesús naciera hoy, nacería entre escombros. Dios, para nosotros, está entre escombros. Dios está en los quirófanos”.

En vísperas de Navidad, el Belén de Gaza entre escombros es un grito sonoro contra todas las guerras y a favor de la paz verdadera.

Feliz Navidad.

| José Arregi

El pasado 1 de diciembre, a punto de abrirse en el calendario litúrgico cristiano el tiempo llamado Adviento (Venida) que abarca las cuatro semanas preparatorias de la Navidad, la columna semanal de Leonardo Boff se titulaba “¿Nos acercamos al fin de la especie humana?”. Reproduce, resumiéndolo, un texto publicado en el año 2020, durante la pandemia de la COVID 19.

Esa misma pregunta me brota de manera recurrente desde hace años. No me sorprende, pues, la cuestión como tal, sino el hecho de que el hermano Leonardo la haya vuelto a formular en vísperas de Navidad. No sé si lo ha hecho con intención o sin ella, pero la fiesta del nacimiento de Jesús vuelve más honda y radical, también más interpelante, la pregunta sobre el fin de la especie humana.

Miro y celebro el nacimiento de Jesús como figura de todo nacimiento, más allá del mero hecho histórico – del que sabemos tan poco, y aunque no supiéramos nada – y más allá de todos los dogmas – que en su versión tradicional carecen de sentido para una inmensa mayoría de nuestra sociedad, también para mí –. La Navidad celebra el milagro universal de la vida, tan frágil y poderosa, tan diversa en sus infinitas formas conocidas y desconocidas, la vida en permanente transformación, en eterna interrelación, la vida en este maravilloso planeta o en incontables otros planetas del universo o multiverso. La Navidad es la fiesta de la vida y de todo lo que la hace posible y la sostiene y la nutre: la tierra, el agua, el aire, la luz, la luz del sol que nace cada día y cada solsticio de invierno, la luz de las estrellas que iluminan la noche, como la estrella que alegra la noche de los pastores en las afueras de Belén, como la estrella que guía el camino de los Magos de Persia, sabios buscadores, a Belén, a dondequiera que nace la vida. La Navidad es la fiesta de la materia, matriz originaria, energía y potencialidad inagotable de vida y de conciencia en todas las formas habidas y por haber, santa materia animada, pura forma y diafanía, transparencia, del espíritu o del aliento. Todo nacimiento es epifanía de la relación universal en eterna transformación creativa, asombroso misterio. Me inclino y adoro a Jesús y a todo ser viviente, el Aliento que late en todo, lo empuja y recrea de transformación en transformación.

Si la vida es relación universal en eterna metamorfosis, ¿qué tiene de extraño que nuestra especie Sapiens, forma surgida hace 300.000 años – hace un instante –, en algún momento vaya a extinguirse como tal forma? La muerte de las formas es la condición del nacimiento de nuevas formas y de la permanencia de la vida, y todas las formas disueltas permanecen tal vez en la eterna memoria cósmica de la vida. ¿Qué hay, pues, de extraño o de inquietante en la pregunta de Leonardo Boff sobre el posible fin de nuestra especie? No somos el destino final ni el término de la evolución. No somos ninguna excepción en la historia sin fin de la vida.

La inquietud y la alarma vienen del hecho de que el fin de nuestra especie humana se deba a su conducta exterminadora. Desde el principio, el Homo Sapiens se ha comportado también como Homo Demens. El Homo Faber ha sido a la vez Homo Depredator, Exterminator de otras formas vivientes y de su propio entorno vital. El propio Leonardo Boff lo ha señalado insistentemente, inspirado especialmente en Théodore Monod (1902-2000), extraordinario naturalista, explorador, humanista, militante ecologista y pacifista, y creyente profundo. Desde el principio, el hermano ha matado al hermano, Caín a Abel. Y quien mata al otro se mata a sí mismo. La exterminación de los otros animales y especies vivientes, quiérase o no, más pronto o más tarde, se torna autoexterminadora. El asesino es suicida. Una guerra nuclear generalizada, sobre cuyo peligro tanto alertó Théodore Monod, sería su peor demostración.

Pero no creo que el fin de nuestra especie humana vaya a producirse a consecuencia de una guerra nuclear. Sería terrible – aunque no mucho más terrible que lo que vemos en Gaza, en Ucrania, en Sudán…, solo que generalizado –, pero no lo considero probable. Sí considero muy probable, como advierte Yuval Noah Harari una y otra desde hace 10 años, que nuestra especie acabe, más pronto que tarde, siendo víctima de su poder o de su impotente ambición de poder, y que llegue a ello desarrollando tecnologías (biotecnología, infotecnología, inteligencia artificial) de las que acabe perdiendo el control o de las que solo unos (los más poderosos) posean el control; tanto lo uno como lo otro llevarían a lo mismo: la posesión de tales tecnologías por parte de algunos provocaría la división de la humanidad entre una élite de humanos “mejorados” (¡!) y todos los demás reducidos a parias infrahumanos. Los unos y los otros serían encarnación del Homo Deshumanizado. ¿No está sucediendo ya ante nuestros ojos atónitos, angustiados?

¿Pero por qué esta maravillosa especie, capaz de lo más sublime, puede llegar, o está llegando, a este nivel de riesgo, a este grado de horror? No es porque hubiera nacido con ningún “pecado original” ni por “maldad natural” ni por “decisión consciente y culpable”. ¿Por qué, pues? Simplemente, porque, como todos los vivientes, nacimos inacabados, pero con una particularidad extremadamente peligrosa para sí y para la comunidad de todos los vivientes: nuestra especie nació dotada de asombrosas capacidades y a la vez incapaz de gestionarlas sabiamente, armónicamente, fraternalmente. ¿Cómo podrá seguir siendo viviente y humano?

Vuelvo los ojos a Belén, al pesebre, a la figura de la vida naciente, de la bondad viviente, de la vida buena: a Jesús, al niño Jesús en brazos de María y José. No porque fuera hijo de madre virgen, ni hijo consustancial de una divinidad suprema, ni porque sea el único icono de la humanidad. Es el icono que más me revela, y en él miro lo que, con ojos bien abiertos, podría ver en cualquier viviente recién nacido. Y creo que, si nuestra especie quiere llegar a ser Sapiens, a armonizar sus inmensas capacidades y su poder quasi-infinito, si quiere sobrevivir como viviente y humano, debe urgentemente – mirando el icono de Jesús u otros, innumerables, de ayer y de hoy – recapacitar y reaprender a vivir, debe invertir en ello su saber científico y redirigir a ello todas las instituciones políticas, educativas, sanitarias y económicas, debe asimilar profundamente eso que Jesús soñaba en brazos de José y de María, eso mismo que sueñan todos los niños y el universo entero, y lo que anunció y vivió como profeta itinerante y sanador, al precio de su vida y para eterna resurrección de su vida: que solo podemos saciarnos en la mesa común, solo podemos ser libres poniéndonos en el lugar del prójimo, solo podemos ser sabios siendo sencillos, solo podemos curarnos cuidando a todos, solo podemos ser felices siendo misericordiosos, solo podemos vivir en paz liberándonos del odio. Que solo podemos ser divinos siendo humanos.

Aizarna, 22 de diciembre de 2023
www.josearregi.com

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Navidad: Netanyahu (Herodes) y la matanza de inocentes en Gaza

Viernes, 29 de diciembre de 2023
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IMG_2082Netanyahu, como Herodes Imagen generada por IA

“Feliz Navidad a todos con mucha compasión por tantas víctimas en Gaza, con luz y discreta alegría

“En su furor vengativo, su fuerza militar, aérea, marítima y terrestre ha asesinado a miles de niños, muchos de ellos todavía yacen bajo los escombros, además de a muchos otros miles de civiles que ni siquiera pertenecen a Hamas. No podemos dejar que esta tragedia oscurezca la fiesta radiante de Navidad. Ella es demasiado preciosa para no ser recordada y celebrada”

“Dios entró en el mundo en la oscuridad de la noche, sin que nadie lo supiese. No hay pompa ni gloria, que imaginaríamos adecuadas a un niño que es Dios. Pero prefirió llegar fuera de la ciudad, entre animales”

“Es una alegría inaudita: nuestra humanidad, débil y mortal, a partir de Navidad empezó a pertenecer al mismo Dios. Por eso algo nuestro ha sido ya eternizado por el Divino Niño que nos garantiza que los Herodes de la muerte jamás triunfarán”

En estos días estamos asistiendo a la actualización del relato bíblico: un rey feroz, celoso de su poder, manda matar a todos los niños menores de un año. El Herodes de hoy tiene un nombre, Benjamín Netanyahu. En su furor vengativo, su fuerza militar, aérea, marítima y terrestre ha asesinado a miles de niños, muchos de ellos todavía yacen bajo los escombros, además de a muchos otros miles de civiles que ni siquiera pertenecen a Hamas. No podemos dejar que esta tragedia oscurezca la fiesta radiante de Navidad. Ella es demasiado preciosa para no ser recordada y celebrada.

Volvamos al relato que nos llena de encanto aún ahora, más de dos mil años después. José y María, su esposa, embarazada de nueve meses, vienen de Nazaret, en el norte de Palestina, a Belén, en el sur. Son pobres como la mayoría de los artesanos y campesinos mediterráneos. A las puertas de Belén, en estos días arrasada por las tropas de Netanyahu, María se pone de parto: se sostiene el vientre pues la larga caminada ha acelerado el proceso de gestación. Llaman a la puerta de una posada y oyen lo que los pobres de la historia oyen siempre: “no hay sitio para ustedes en la posada” (Lc 2,7).

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Navidad de paz entre Israel y palestina Agustín de la Torre

Bajan la cabeza y se alejan preocupados. ¿Cómo va a dar a luz? Descubren en las cercanías un establo de animales. Allí hay un pesebre con pajas, un buey y una mula que, extrañamente, permanecen en silencio, observando. Ella da a luz un niño, entre los animales. Hace frío. Lo envuelve en pañales y lo acuesta sobre las pajas. El crío llora alto como todos los recién nacidos.

Hay pastores que velan en la noche, vigilando el rebaño. Según los criterios de pureza legal de la época, los pastores eran considerados impuros y por eso despreciados, por estar siempre rodeados de animales, su sangre y sus excrementos. La visión idílica de los griegos y de los romanos que idealizan la figura de los pastores, tocando alegremente su flauta, era diferente. Pero son estos pobres e impuros los primeros en ver al Puer divinus, al niño divino.

De repente los envolvió una luz y escucharon desde lo Alto una voz anunciándoles: “no temáis, os anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo; acaba de nacer el Salvador; esta es la señal: encontrareis un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. Al ponerse, presurosos, en camino oyeron un cántico maravilloso, de muchas voces, que venía de lo Alto: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres amados por Dios” (Lc 2,8-18). Llegan y confirman todo lo que se les había comunicado: ahí está el niño, tiritando, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en compañía de animales.

Algún tiempo después, he aquí que vienen bajando por el camino tres sabios de Oriente. Sabían interpretar las estrellas. Llegan. Se extasían ante la misteriosidad de la situación. Identifican en el niño a aquel que iría a sanar la existencia humana herida. Se inclinan, reverentes, y dejan presentes simbólicos: oro, incienso y mirra. Con el corazón ligero y maravillados toman el camino de vuelta, evitando la ciudad de Jerusalén, pues ahí reinaba un “Netanyahu” terriblemente belicoso, dispuesto a mandar matar a quien viera al niño divino.

Lección: Dios entró en el mundo en la oscuridad de la noche, sin que nadie lo supiese. No hay pompa ni gloria, que imaginaríamos adecuadas a un niño que es Dios. Pero prefirió llegar fuera de la ciudad, entre animales. No constó en la crónica de la época, ni en Belén, ni en Jerusalén, mucho menos en Roma. Sin embargo, ahí está Aquel que el universo estaba gestando dentro de sí hacía miles de millones de años, la “luz verdadera que ilumina a cada persona que viene a este mundo” (Jn 1,10).

Debemos respetar y amar la forma como Dios quiso entrar en este mundo: anónimo como anónimas son las grandes mayorías pobres y menospreciadas de la humanidad. Quiso empezar desde abajo para no dejar fuera a nadie. La situación humillada y ofendida de ellos fue la que el propio Dios quiso hacer suya.

Pero hay también sabios y hombres estudiosos de las estrellas del universo, los cosmólogos, los astrofísicos que captan por detrás de las apariencias el misterio de todas las cosas. Ven en este niño que tirita de frio, moja los pañales, lloriquea y busca, hambriento, el pecho de su madre, el Sentido Supremo de nuestro caminar y del propio universo. Para ellos también es Navidad. Dios vino no para divinizar al ser humano, vino para humanizarse, para enseñarnos a vivir.

Es verdad lo que se dice:“Todo niño quiere ser hombre. Todo hombre quiere ser rey. Todo rey quiere ser Dios. Solo Dios quiso ser niño”.

Este es un lado, gozoso: un rayo de luz en medio de la noche oscura. Un poco de luz tiene más derecho que todas las tinieblas.

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Pero hay otro lado, sombrío y también trágico, mencionado antes. Hay un “Netanyahu” que no teme matar inocentes. José, atento, pronto se da cuenta de que quiere mandar matar al niño recién nacido. Huye a Egipto con María y el niño en brazos, que duerme, busca el pecho y vuelve a dormir.

Miles de niños han sido asesinados en tierras de la Franja de Gaza parte de Palestina, la tierra de Jesús. Entonces se oyó uno de los lamentos más conmovedores de todas las Escrituras: “En Ramá se oye una voz, gran llanto y gemidos, es Raquel que llora a sus hijos asesinados y no quiere ser consolada porque los perdió para siempre” (Mt 2,18).

Los Herodes se perpetúan en la historia, también durante cuatro años en Brasil, bajo el presidente Bolsonaro que, insensible, dejó morir 300 mil ciudadanos por negarles las vacunas salvadoras y actualmente en Palestina, bajo un cruel Primer Ministro de Israel, Netanyhau. No obstante, habrá siempre una estrella, como la de Belén, que ilumine nuestros caminos. Por más perversos que sean los Herodes, ellos no pueden impedir que el sol nazca cada mañana trayéndonos esperanza, especialmente aquel que fue llamado “El Sol de la Esperanza”.

Es una alegría inaudita: nuestra humanidad, débil y mortal, a partir de Navidad empezó a pertenecer al mismo Dios. Por eso algo nuestro ha sido ya eternizado por el Divino Niño que nos garantiza que los Herodes de la muerte jamás triunfarán.

Feliz Navidad a todos con mucha compasión por tantas víctimas en Gaza, con luz y discreta alegría.

Fuente Religión Digital

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Navidad

Martes, 26 de diciembre de 2023
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En Navidad,
buscar es mi oficio;
encontrar, tu regalo gratuito;
y compartir, el desafío abierto
que tengo todos los días
que sueño,
vivo
y gozo
las buenas nuevas
que nacen en tu regazo
y dejas en mis manos.

Y cuando no es Navidad
por el tiempo,
el clima,
los sentimientos
o los hechos…
¡lo mismo!

*

Florentino Ulibarri

***

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Navidad ¿Qué va a cambiar?

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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¡Una vez más: NAVIDAD!

¿Qué va a cambiar?

Nada, excepto tú.

Hazte luz y verás la Luz …

Todo está ahí.

No busques en otra parte el significado de este  acontecimiento-advenimiento.

La humanidad fraterna de Jesús lleva el día que tiene que levantarse en ti.

El Dios vivo vuelve a ponerse en tus manos.

Por tí, para crear con Dios y a  su imagen, un mundo de alegría, luz, belleza.

*

Maurice Zundel

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***

           El sentido de la fiesta navideña es la Palabra, de la que el himno de Juan (cf. Jn 1) dice que al principio estaba ¡unto a Dios. De esta Palabra se dice también que se hizo carne y habitó entre nosotros.

        Este es el acontecimiento que celebramos cada año en Navidad: Dios ha venido a nosotros. El nos quita la falta de sentido y las monótonas repeticiones de nuestra vida cotidiana. El mismo es el sentido que da contenido a nuestra vida.

           Estamos acostumbrados a traducir así la primera frase del evangelio de Juan: «En el principio ya existía la Palabra». Pero el término griego logos que se encuentra en nuestro texto, es mucho más amplio. Logos no connota tanto a la pura palabra sino más bien el sentido que viene expresado mediante la palabra. En logos, sentido y palabra son inseparables: el sentido, pues, que captamos en cualquier acontecimiento, supera siempre el episodio concreto que puede ser expresado solamente con palabras. Si uno dice: «Te deseo muchas felicidades» o «Feliz Navidad», no se dirige cordialmente a otro solamente en este momento, sino que con estas palabras expresa algo que trasciende el momento. Así cada sentido supera el momento y el concreto evento en que se produce el encuentro.

           Cuando en Navidad oímos decir: «Nos ha nacido un niño», pensamos en el Niño del pesebre y en todos los demás niños, si bien diferenciándolo de todos, porque él no ha nacido sólo para sus padres, sino también para todos nosotros. También así el sentido del acontecimiento supera siempre el episodio particular, a través del cual ha entrado en nuestra vida. Quien ve sólo lo que tiene ante los ojos no capta el sentido, ni el de la Navidad ni el de la vida en general. El sentido, es decir, la profundidad de la realidad que constituye su contenido. Y porque el sentido de cada acontecimiento trasciende lo que está ante los ojos, para captarlo tenemos necesidad de la palabra.

        Si ahora decimos que: «En el principio era el Sentido», queremos expresar que en el principio era lo que da contenido y significado a toda vida. Ésta es la profundidad de la realidad, de la que se habla cuando se usa la Palabra de Dios. Este sentido último, que confiere contenido y significado a cualquier otro evento, ha sido participado al mundo en el acontecimiento de Navidad.

*

W. Pannenberg,
Presencia de Dios,
Brescia 1974, 119-120).

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Natividad del Señor: Misa de medianoche

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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LECTIO

 Isaías 9,1-3.5-6

El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en tierra de sombras una luz les ha brillado.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se alegran ante ti con la alegría de la siega, como se regocijan al repartirse un botín.

Porque, como hiciste el día de Madián, has roto el yugo que pesaba sobre ellos, la vara que castigaba sus espaldas, el bastón opresor que los hería.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros descansa el poder, Y es su nombre: «Consejero prudente, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz».

Dilatará su soberanía n medio de una paz sin límites, asentará y afianzará el trono y el reino de David sobre el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El amor ardiente del Señor todopoderoso lo realizará.

*•• Todas las lecturas bíblicas de las misas de Navidad, si bien con perspectivas diversas, intentan responder a una pregunta: ¿cuál es el sentido de la Navidad? Iniciamos el recorrido desde los antiguos profetas. El oráculo de Isaías presupone una situación dramática para el país de Israel, porque el estrépito de las armas resuena por doquier. La invasión asiría (siglo VIII a.C.) comenzada en Galilea amenaza ya la misma Judea y Jerusalén, y el pueblo, bajo el terror enemigo, camina en la oscuridad y no sabe adonde dirigirse. A esta gente sin esperanza anuncia el profeta: «El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz». Luego, dirigiéndose a Dios, exclama: «Acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (v. 2).

¿Qué es lo que permite a los hombres pasar de las tinieblas a la luz, de la tristeza a la alegría? La alusión de Isaías se refiere a la huida de los Asirios, pero el profeta de Dios habla también de fuga de todo enemigo.

Anuncia la alegría por el que será: «Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz» (v. 5), el que, verdadero héroe de Israel, cumplirá todo esto. Pero ¿cómo será posible todo esto? Isaías responde: «El amor ardiente del Señor todopoderoso lo realizará» (v. 6). He aquí, pues, el sentido y el mensaje más antiguo de la Navidad: el fin del miedo, la liberación de la dominación enemiga y todo ello gracias a que: «un niño nos ha nacido» (v. 5: cf. Is 7,14; Miq 5,1- 3; 2 Sm 7,12-16), un descendiente de David que dará vida a una sociedad en la que habrá justicia, paz, alegría y que dará a todos el coraje de vivir.

 *

Tito 2,11-14

Porque se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres.

Ella nos enseña a renunciar a la vida sin religión y a los deseos del mundo, para que vivamos en el tiempo presente con moderación, justicia y religiosidad, aguardando la feliz esperanza: la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, el cual se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de que seamos su pueblo escogido, siempre deseoso de practicar el bien.

*» Pablo escribe a Tito, su discípulo convertido del paganismo y ahora obispo de Creta, explicándole el sentido de la venida de Jesús a nosotros con palabras llenas de esperanza: «Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (v. 11). La universalidad de la salvación es una dimensión esencial de la Navidad, y su verdadero mensaje es el anuncio de salvación y de vida nueva para toda la humanidad sin distinciones de razas ni colores, de clases sociales, ni de dotes intelectuales ni ninguna otra cosa. El Salvador que nos ha sido dado no es sólo un niño que ha elegido nacer en un pobre establo, entre incomodidades y queridos silencios, es sobre todo la sonrisa de Dios que se ha hecho visible, porque no ha perdido su esperanza en los hombres. Ha venido para enseñarnos el camino del bien, de la sobriedad y de la justicia, el desprecio de los atractivos malos e ilusorios del mundo, a la espera del retorno glorioso del Señor (v. 13). Libremente, dirá Pablo, «se entregó a sí mismo por nosotros» (v. 14), primero habiéndonos del Padre y llamándonos amigos, y después, al final, muriendo en la cruz por amor, nos ha liberado de toda esclavitud para reconducir al Padre, de una vez para siempre, a la humanidad reconciliada con él. Sólo la fe ayuda a descubrir el poder de Dios en la vivencia de un pobre. Desde que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, quiere ser acogido y reconocido como hombre: aquí es posible la búsqueda de Dios, porque él se ha quedado entre nosotros.

*

Lucas 2,1-14

En aquellos días apareció un decreto del emperador Augusto ordenando que se empadronasen los habitantes del imperio. Este censo fue el primero que se hizo durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria.

Todos iban a inscribirse a su ciudad. También José, por ser de la estirpe y familia de David, subió desde Galilea, desde la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.

Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche al raso velando sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Entonces les entró un gran miedo, pero el ángel les dijo:

“No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será también para todo el pueblo: Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

Y de repente se juntó al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!».

*

» Sobre el fondo de los anuncios proféticos (cf. Miq 5,1-4; 1 Sm 16,1-3), Lucas en el evangelio nos habla del nacimiento histórico de Jesús. El relato es simple, pero sugestivo, lleno de matices teológicos y construido sobre el modelo del anuncio misionero, que comprende tres momentos. Primero la narración del acontecimiento: el edicto de César Augusto en tiempos de Quirino, gobernador de Siria, y el nacimiento de Jesús en Belén, en la pobreza, en un país sometido a una potencia extranjera (w. 1-7); después el anuncio hecho por los ángeles a los pastores, primeros testigos del evento de la salvación (w. 8-14); y, por último, la acogida del anuncio, con los pastores que van a la gruta, encuentran a Jesús, y sucesivamente el relato de su experiencia a otros (w. 15-20).

El punto central del relato, sin embargo, son las palabras de los ángeles a los pastores, que consideran con respeto el sentido gozoso del acontecimiento y la fe en Jesús Salvador en la figura de un niño pobre, «envuelto en pañales, acostado en un pesebre» (v. 12). Dos motivos, pues, se iluminan uno a otro en el texto: la visible pobreza en la vivencia humana de Jesús y la gloria de Dios escondida en su presencia entre los hombres. Sólo unos cuantos pastores, representantes de gente pobre y humilde, reconocen al Mesías esperado: éste es el signo divino extraordinario del inicio de una época nueva en la historia de los hombres.

MEDITATIO

Para contemplar el misterio de Navidad necesitamos, sobre todo, simplicidad para asombrarnos ante su mensaje. Capacidad de asombro y mirada de niño son los medios necesarios para gustar el anuncio lleno de alegría de esta noche santa. Y esta alegría tiene una motivación clara: el nacimiento de un niño, Salvador universal, que trae motivos de esperanza para todos, que son paz, justicia y salvación. Y ¿qué signos cualifican a este niño? La debilidad, la pobreza, la impotencia y la humildad, cosas que el mundo ha rechazado siempre y que, por el contrario, ha hecho propias el Hijo de Dios.

Con la venida de Jesús las falsas seguridades de los hombres han zozobrado, porque Dios ha elegido no a los fuertes ni a los sabios, ni a los poderosos de este mundo, sino a los débiles, a los pequeños, a los necios, a los últimos: ha elegido «un niño acostado en un pesebre » (Le 2,7.12.16; cf. 1 Cor 1,27; Mt 11,26), pobre, marginado y desestimado. Precisamente sobre esta pobreza se despliega el esplendor del mundo del Espíritu, mientras nosotros estamos complicados en dramas de conciencia, porque nos tienta seguir principios de fuerza, de poder, de violencia. El niño de Belén nos dice que el milagro de la paz de la Navidad es posible para aquellos que acogen sus dones.

A esta luz el acontecimiento de esta noche no es sólo una fecha para conmemorar, sino evento capaz, también hoy, de contagio y de transformación. Cuatro son las noches históricas de la humanidad, según una antigua tradición rabínica: la noche de la creación (Gn 1,3), la de Abraham (Gn 15,1-6), la del Éxodo (Ex 12,1-13) y la de Belén, es decir, esta noche, que es la más importante, porque el Hijo de Dios ha traído su paz, distinta de la pax augusta, y es el fundamento de la «civilización del amor» (Pablo VI). ¿Somos capaces de vivir el misterio?

ORATIO

Te damos gracias, Señor del universo y de los hombres, porque en Jesús niño, que vino a la tierra portador de tus dones -la paz, la alegría, la justicia y la salvación-, se ha manifestado tu amor a todos. Queremos comprender, si bien con la pequeñez de nuestra mente, algo del misterio del Verbo encarnado, porque con ello se iluminará nuestro misterio humano.

Para los judíos era absurdo pensar que la Palabra definitiva de Dios apareciese en la debilidad del hombre Jesús. Para los paganos era escándalo aceptar la plena humanidad del Hijo de Dios, lugar indigno de la divinidad.

Nosotros, por el contrario, creemos que la Palabra, en un momento histórico muy preciso, «se hizo carne» en la fragilidad e impotencia como toda criatura, naciendo de una mujer, María (cf. 1 Jn 4,2-3), y creemos que en Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, reside la revelación definitiva del Padre y el anuncio de la fe que nos salva.

El hombre del tercer milenio tiene necesidad de Jesús, revelador de tu amor de Padre, para escapar de su individualismo y de su superficialidad, que lo privan de los verdaderos valores en que se puede encontrar la esperanza de vivir. Señor, el nacimiento de tu Hijo nos revela que también nosotros en Jesús hemos sido hechos hijos tuyos y te podemos conocer.

Haz que toda nuestra vida, sobre el modelo de la de Cristo, se vuelva en actitud de docilidad filial hacia ti y, para ello, en la noche de Navidad nos ponemos de rodillas, en adoración ante el rostro humano del Jesús-Niño, tu Hijo unigénito, en el que resplandece e irradia tu rostro invisible de Padre, para ver nuestro rostro divino.

CONTEMPLATIO

Pero ¿quién soy yo? ¿Podré decir algo digno de lo que se ve? Me faltan las palabras: la lengua y la boca no son capaces de describir las maravillas de esta solemnidad divina. Por eso yo con los coros angélicos grito y gritaré siempre: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!».

Dios está en la tierra; ¿quién no será celeste? Dios viene a nosotros, nacido de una Virgen; ¿quién no se hará divino hoy y anhelará la santidad de la Virgen, y no buscará con celo la sabiduría, para hacerse más cercano a Dios? Dios está envuelto en pobres pañales; ¿quién no se hará rico de la divinidad de Dios si acoge algo humilde?

Exulto como los pastores y me sobresalto escuchando estas voces divinas: ansío ir al pesebre que acoge a Dios y deseo llegar a la celestial gruta: anhelo ver el misterio manifestado en ella y allí, en presencia del Engendrado, levantar la voz cantando: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!» (Sofronio de Jerusalén, Le Omelie, Roma 1991, 55-57).

ACTIO

Repite a menudo y vive hoy la Palabra: «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

En aquella noche de Navidad una multitud del ejército celeste se apareció en Belén a los pastores, diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!»; en este mismo momento nosotros celebramos ¡untos el nacimiento de nuestro Señor y su pasión y muerte. Según el mundo, este modo de comportarse es extraño. Porque ¿quién en el mundo puede llorar y alegrarse al mismo tiempo y por el mismo motivo? En efecto, o la alegría será dominada por la aflicción, o la aflicción será aniquilada por la alegría; solamente en nuestros misterios cristianos podemos alegrarnos y llorar al mismo tiempo y por la misma razón. Pero pensad un poco en el significado de la palabra «paz». ¿No os parece extraño que los ángeles hayan anunciado la paz mientras el mundo está incesantemente azotado por la guerra o por el miedo de la guerra? ¿No os parece que las voces angélicas se hayan equivocado y que la promesa fue una desilusión y un engaño?

Reflexionad ahora sobre cómo habló de la paz nuestro Señor mismo. Dijo a sus discípulos: «Mi paz os dejo, mi paz os doy». ¿Entendía Él la paz como nosotros la entendemos: el reino de Inglaterra está en paz con sus vecinos, los barones están en paz con el rey, el jefe de familia que cuenta sus pacíficas ganancias, la casa bien limpia, su mejor vino sobre la mesa para el amigo, su mujer que canta a sus hijos? Aquellos hombres que eran sus discípulos no conocían nada de esto: ellos salieron a hacer un largo viaje, a sufrir por tierra y por mar, a encontrar la tortura, la desilusión, a sufrir la muerte con el martirio. ¿Qué cosa quería, pues, decir Él? Si queréis saberlo, recordad que dijo también: «No os la doy como la da el mundo». Así pues, Él dio la paz a sus discípulos, pero no como la da el mundo

*

T. S. Eliot,
Asesinato en la catedral,
Madrid 1996.

***

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Rondas de Navidad

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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felicitacion_2019_LR

Rondar por esos lugares poco frecuentados,
que no existen para los mercados
y están abandonados
de políticos, gobernantes y ricos.

Rondar por barrios periféricos,
parques tristes y sin alumbrado,
pabellones con nuevos esclavos
y campos de refugiados superpoblados.

Rondar por las costas del Mediterráneo
y ver pateras, cayucos y barcos a la deriva
llenos de hermanos nuestros
solo con lo puesto y el último soplo de vida…

Rondar por esos sitios olvidados
donde siguen naciendo niños
que tienen el futuro hipotecado
porque les negamos lo mínimo necesario.

Rondar por esos espacios cercanos,
con los ojos bien abiertos
y el corazón ardiendo,
para ver a los que se esconden o escondemos.

Rondar, saliendo de nosotros mismos
y de los belenes de exposición y concurso,
para encontrarnos con los sin techo
que son hermanos nuestros.

Rondar y estar despiertos,
porque Tú vienes, como vienen todos ellos,
sólo con lo puesto

 *

Fuente Fe Adulta

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

Un mensaje queer inclusivo para los cristianos LGBTQ+ esta Navidad

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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IMG_2006La Navidad puede ser una época difícil para la gente LGBTQ+, y mucho menos para los cristianos queer. El rechazo, el deadnaming y el no tener relaciones reconocidas por las comunidades familiares y eclesiales son solo algunos de los problemas que pueden enfrentar en esta época del año.

En 2021, una investigación realizada por PinkNews, como parte de nuestra campaña Todo lo que quiero para Navidad es ser yo mismo, encontró que un impactante 82 por ciento de los lectores dijeron que tenían que ocultar sus identidades LGBTQ+ durante el período navideño. Otro 10 por ciento dijo que planeaba pasar las vacaciones solo.

Este año ha sido particularmente difícil para las personas queer que mantienen la religión cerca de su corazón, principalmente debido a los intensos debates dentro de la Iglesia de Inglaterra sobre si bendecirá las relaciones entre personas del mismo sexo.

En respuesta, contactamos a la sacerdote anglicana Sarah Jones, vicaria de la iglesia parroquial de la ciudad de St John The Baptist, en Cardiff, y canóniga honoraria de la Catedral de Llandaff, para que escribiera un mensaje navideño especial queer-inclusivo para las personas LGBTQ+.

Jones fue ordenado sacerdote en 2004 y fue la primera persona en realizar la transición para luego ser recomendado por la Iglesia de Inglaterra para su capacitación para la ordenación.

“La Navidad puede ser especialmente difícil para las personas LGBTQIA+. Algunos de nosotros hemos sido rechazados por nuestras familias por nuestra sexualidad o nuestro género; otros tienen que ocultar su carácter queer, atenuarlo o dejar a sus parejas y amigos fuera del entorno familiar. Soy un miembro feliz de la comunidad LGBTQIA+. También soy un sacerdote anglicano transgénero.

“Me entristece decir que la iglesia cristiana no es conocida como un modelo de inclusión y diversidad. La gente discute si las mujeres pueden ser sacerdotes y, por supuesto, no hay garantía de una cálida bienvenida para cualquiera que no sea estrictamente heterosexual o para cualquiera que desdibuje las líneas de género.

“Conozco a muchas personas que sienten que no serían bienvenidas en la iglesia en Navidad. El mensaje navideño parece ser: ‘¡Buenas noticias para todos, pero no para usted!’

“Lamentablemente hay iglesias en las que esto es cierto. Dirían que de nada, pero todos debemos rechazar nuestro pecado. . . y la tuya es tu sexualidad o tu expresión de género. Entra y deja de ser marica.

“Sin embargo, las iglesias pueden ser más amigables con LGBTQIA+ de lo que piensas. Hay gente queer en muchas congregaciones. Hay clérigos y músicos queer.

“Si se siente excluido o se pregunta si sería bienvenido, aquí tiene algunos consejos que espero le resulten útiles.

  • Jesús amó a los marginados y enseñó que todos tienen la misma dignidad como hijos de Dios. Si una iglesia no te da la bienvenida, estás siendo rechazado por los humanos, no por Dios. Dios todavía te ama.
  • Encuentre una iglesia que le dé la bienvenida. Organizaciones como Inclusive Church  mantienen una lista en línea de iglesias acogedoras. Redes como Open Table cuentan con servicios regulares. Iglesias como St James PicadillySt John’s (donde soy vicario) son sólidamente inclusivas.OneBodyOneFaith tiene recursos y enlaces a grupos de muchas denominaciones. La Iglesia MCC Church a nivel nacional y The Gathering en Cardiff son iglesias deliberadamente LGBTQIA+.
  • La biblia es un libro extraño. Los ricos y poderosos son derribados y los abatidos son enaltecidos. Hay inconformidad de género; Débora es una mujer fuerte y la única jueza (Jueces 4,5); hay muchos eunucos (por ejemplo, Hechos 8) y mucha gente sostiene que el amor entre el rey David y Jonatán (Samuel 18-20) es mucho más que amistad. Las vidas queer están representadas en la Biblia, ¡aunque muchas personas heterosexuales no nos ven!
  • La Iglesia de Inglaterra ha acordado bendecir a las parejas del mismo sexo. La Iglesia en Gales viene haciendo esto desde hace algún tiempo. Los metodistas, la Iglesia Reformada Unida y los cuáqueros lo estaban haciendo antes que nosotros. ¡La semana pasada el Papa declaró que los sacerdotes católicos romanos podrían bendecir a las parejas del mismo sexo!

“Así que, por favor, no se sientan excluidos. De nada. Ve a donde eres querido y amado. Y si realmente quieres darte un capricho, echa un vistazo al poema de Jay Hulme ‘‘Jesus at the Gay Bar (‘Jesús en el bar gay’ )”.

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Jesús en el bar gay

Él está aquí en medio de esto.
justo en el centro de la pista de baile,
túnicas subidas hasta las rodillas
para que sea más fácil girar.

En algún momento de la tarde
un chico tocará el borde de su túnica
y suplicará ser sanado, suplicará ser
cualquier otra cosa que no sea esto;

y extenderá sus brazos,
empapados de sudor y cansados del baile.
Él tomará la cara del chico en su mano.
y dirá:

mi hermoso niño
no hay nada en este corazón tuyo
que necesite ser sanado.

*

Jay Hulme

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***

Fuente PinkNews

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“Betlemitas por el mundo”, por Dolores Aleixandre

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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belen_piel_con_pielDe su blog Un grano de mostaza: 

Cada pesebre es nuestra matriz

Por seguir en la onda de la carta de mi Arzobispo José Cobo, le doy vueltas a su frase “cada pesebre es nuestra matriz”, afirmación rotunda que suena preciosa pero que, justo por eso, corre el peligro de ir a parar disecada al repertorio de las felicitaciones navideñas.

Agarro la frase por una de sus esquinas y la sacudo para que vaya perdiendo el almidón y según se vuelve más flexible, empieza a decir cosas concretas: por ejemplo que, lo mismo que los sevillanos enseñan su Giralda y los burgaleses su catedral, los que nos apuntamos a betlemitas – gentilicio de libre adopción- ,enseñamos con orgullo nuestro pesebre con lo que eso supone de desmontaje de viejas ideas sobre lo bello, lo eficiente o lo exitoso. Y lo mismo que la ciudad de Rosario se enorgullece de haber sido matriz de Messi y los de Aracataca de García Márquez, nosotros podemos considerarnos nativos de Belén por adopción, aunque luego marquemos las diferencias: ahí están, sin ir más lejos, Isabel Ayuso y Manuela Carmena, hijas del pueblo de Madrid y cada una con su perfil.

Otra consecuencia de nuestra denominación de origen: si nos consideramos betlemitas, pasamos a ser paisanos/as de los pastores de Belén, gente fabulosa; pero también del posadero, nada es perfecto y en todas las familias hay una oveja negra.

A los betlemitas/posaderos se les reconoce en seguida por su rechazo cerril a todo lo que esté del otro lado de su puerta: “Si abro se me colarán en casa los enemigos de la indisoluble unidad de la nación, que ya están avisando desde Intereconomía de una conspiración para infiltrar en el gobierno a gente del LGTBI, a terroristas musulmanes y a climáticos insufribles, tipo la Greta esa tan rara. Eso sin contar con freírnos vivos a impuestos, destruyendo así los valores esenciales del occidente cristiano. Con otros papas vivíamos mejor, cono otros cardenales también, y no me tire de la lengua que no me quiero señalar no sea que perjudique a mi negocio”.

Del perfil pastor-de-Belén tenemos datos interesantes: que estaban vigilando de noche a la intemperie, sin conexiones ni pantallas, pero conscientes por propia experiencia de cómo crecía la desigualdad, qué poco les cundía la paga y de que, si tenían diez ovejas, tendrían que vender ocho para acceder a un techo estable, por no hablar de la inflación del precio de los piensos y del aceite de los candiles. Así que allí estaban al abrigo unos de otros, dándose calor y suelo, contándose penas y alegrías, partiendo el pan de la hospitalidad y rescatando del olvido viejas frases amenazadas: “Hacemos sitio en mi casa”, “Cuéntame de tu país…”, “¿Y si lo hacemos juntos?”, “Vente a charlar sin prisas”, “¿Qué apoyo necesitas?”. Juntos espantaban los mensajes de nuevos lobos disfrazados de ovejas: “Tú y los tuyos primero”, “Exige la calidad que mereces”, “Libertad y ganas ¿vas a conformarte con menos?”, “Tienes derecho a la felicidad”, “No pienses, siente y déjate fluir”, “Defiende la dignidad de tu gato”.

Estaban despiertos a medianoche, dando oscuro crédito a las antiguas promesas que anunciaban a un Dios ad-veniente e inesperado, un Dios capaz de deslumbrar con su luz la penumbra de lo cotidiano, de rebasar lo previsible y derretir con su presencia la corteza dura del desánimo. Un profeta nacido en Belén se había atrevido a anunciar: “Precisamente tú, pequeña Belén, vas a ser la matriz del Gran Pastor de Israel”.

– “¡Va a ser que ya está aquí, vamos!” dijeron los pastores al oír el anuncio disparatado de los ángeles. ¡Vamos!, siguen diciendo hoy los betlemitas sin papeles, especialistas en descubrir esas maravillas que la inteligencia artificial no detecta: gloria en el desamparo de una cuadra, dignidad y belleza en tantas vidas insignificantes, victoria invisible de los convencidos de que la paz es posible y que no se rinden a pesar de las derrotas.

Encontraron al Niño y “se volvieron glorificando a Dios”. Junto a ellos caminamos también hoy muchos betlemitas iluminados por la misma luz y animados por la misma energía.

Avanzamos a tientas en la noche cerrada, cuidando unos de otros, atentos sobre todo a que no se apague la candela de la Gran Alegría que llevamos encendida en nuestras manos.

Alandar, Diciembre 2023

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Debemos encontrar la salvación, no en Jesús, sino en como Jesús la encontró.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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navidad-de-cerezoNOCHEBUENA (B)

Lc 2,1-14

Cualquier clase de discurso que podemos hacer hoy se me antoja superfluo y ridículo. Nada se puede expresar con propiedad del misterio que estamos celebrando. Hoy mejor que nunca debíamos aplicar el proverbio oriental: “Si tu palabra no es mejor que el silencio, cállate”. Solo en clave de silencio seremos capaces de entender algo. Esta noche debemos intentar una meditación sosegada sobre Jesús y sobre lo que su figura supone para todos nosotros. Jesús es el modelo a seguir. Lo que tienes que descubrir y vivir no puede venir de fuera, tiene que surgir de lo hondo de ti mismo.

El evangelio que acabamos de leer nos coloca ante el misterio, pero tendrás que adentrarte tú solito en él. Es fácil que se desborden los sentimientos en este tiempo de Navidad, pero eso no basta para vivir el misterio que celebramos. Es una noche, no para el folclore sino para la meditación. Sin esta contemplación, se quedará en algo vacío, sin ningún sentido religioso. El valor de esta fiesta depende de mi actitud. Nada suplirá el itinerario que debo emprender hacia el centro de mí mismo. Solo allí se desarrolla el misterio. Solo en lo hondo de mi ser descubriré la presencia de Dios.

Recordar el nacimiento de Jesús nos puede ayudar a encontrar a Dios dentro de nosotros y en los demás. Jesús vivió y murió en un lugar y un tiempo determinado, pero no estamos celebrando un cumpleaños. Los datos históricos no tienen importancia. Jesús nació, no sabemos dónde, no sabemos cuándo, ni en qué día, ni en qué mes, ni en qué año. Todo lo que digamos de él, desde el punto de vista histórico, apunta al desconcierto. El encuentro con Jesús, que apareció en un momento de la historia, me tiene que llevar a un encuentro como el de Jesús con Dios, que no tiene historia. Dios es siempre el mismo, pero para mí será siempre diferente.

La encarnación no es un hecho puntual, sino una actitud eterna de Dios. Dios no tiene actos. Todo lo que hace, lo es. Si se encarnó, es encarnación, es Emmanuel. Si en Jesús se hizo presente a Dios, debemos buscar en nosotros lo que descubrimos en él. No se trata de recordar y celebrar lo que pasó hace dos mil años sino de descubrir que la presencia de Dios se da hoy en mí y debo descubrir y vivir conscientemente esa realidad sublime. Lo que pasó en Jesús, está pasando en cada uno de nosotros, está pasando en mí. Este es el sentido de la Navidad que debemos recuperar.

Ni María ni José ni nadie de los que estuvieron relacionados con los acontecimiento que estamos celebrando, se pudo enterar de lo que estaba pasando, porque Dios actúa siempre acomodándose a la naturaleza de cada ser. En lo externo no pudo acontecer nada que diera cuenta de la insondable realidad que estaba en juego. Seguimos sin enteramos del significado de la Navidad, porque nos limitamos a recordar acontecimientos externos y extraordinarios que nunca se dieron. Si yo quiero enterarme tendré que tomar conciencia de lo que Dios me ofrece en este instante.

Ponernos en el lugar del que escribe es la clave para poder entender lo que nos quiere trasmitir. Para Lucas, de mentalidad mítica, Dios está en el cielo. Si quiere hacerse presente, tiene que bajar. Viene a salvar a los pobres y empieza por compartir su condición. La salvación se hará desde abajo, pero para llevarla a cabo, Dios tiene que bajar. Pero solo lo encontrará el que está buscando, no los que están satisfechos, instalados cómodamente en este mundo. No lo encontrarán en el bullicio de las relaciones sociales del día, sino en el silencio de la noche y en absoluta soledad.

Los dioses necesitan intermediarios, se ponen en acción y anuncian la noticia. ¿Quién estará preparado para escucharla? Solo los pastores, la profesión más despreciada y marginada de aquella sociedad. La salvación se anuncia en primer lugar a los oprimidos, a los que menos cuentan. Los demás están descansando, dormidos, cómodos; no necesitan ninguna salvación. Este dato es decisivo porque nosotros nos encontramos entre ese grupo que para nada necesita la salvación que el ángel anunció. Instalados en el hedonismo, solo necesitamos que nos confirmen en nuestro bienestar.

El anuncio es ‘buena noticia’. Dios es siempre buena noticia. En Jesús hemos descubierto la salvación de Dios. Pero es una salvación para todos. Dios está encarnado en mí como estuvo encarnado en Jesús. “Os ha nacido un Salvador”. Hoy, la noticia sería: Dios está viniendo siempre hacia mí para darme plenitud. Los pastores salen corriendo. No será fácil encontrarlo. Alguna pista: Un niño en un pesebre desnudo y entre pajas. Él mismo es alimento. Sus padres no dicen ni palabra. ¿Qué podrían decir? Dios decide enviar su Palabra y nos envía a un niño que no sabe hablar.

En el ambiente de la celebración de la Navidad hoy, corremos el peligro de quedemos en las pajas y no descubrir el grano. La importancia del acontecimiento se la tengo que dar yo con mi actitud de escucha. Dios no tiene que venir de ninguna parte. Dios está donde nosotros le descubrimos y le hacemos presente. Dios está donde hay amor. Allí donde un ser humano es capaz de superar su egoísmo y darse al otro. Allí donde hay comprensión, perdón, tolerancia, allí está Dios. Dios no será nada si yo no lo hago presente con mi postura ante los demás, con mi entrega, con mi amor.

Todo lo que nos hace más humano debemos incorporarlo a la fiesta. La reunión con la familia, la comida, los abrazos, todo puede ayudarnos a descubrir lo que somos y a manifestarlo con alegría. La fiesta cobrará sentido para todos en el momento que sepamos aunar lo humano y lo divino de cada ser. Si sabemos ir más allá del folklore, nos podemos encontrar celebrando la única realidad que interesa. La VIDA que está en mí y espera ser desplegada. Merece la pena hacer un esfuerzo en estos días y tratar de ser hoy más humanos que ayer y menos que mañana.

Lo que tratamos de vivir estos días de Navidad lo debíamos vivir todo el año. Dios se encarna en cada uno de nosotros para llevarnos a una plenitud que nunca podríamos soñar. Nos asusta esta propuesta porque seguimos pensando en un Dios lejano y extraño que solo se relaciona con nosotros desde su trascendencia absoluta. Tenemos tan arraigada esta idea que no nos atrevemos a ver que Dios es a la vez trascendente e inmanente. No es un día para razonamientos teológicos sino para experiencia mística. Vivir lo que somos en lo más hondo de nuestro ser y manifestarlo a través de nuestras relaciones con los demás. Todo está ya hecho y todo está por hacer.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Cristianos Gays os desea una Feliz Navidad

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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“Como nos ama

hacese a nuestra medida”

Santa Teresa de Jesús

Los Administradores y Moderadores de Cristianos Gays queremos desearos a todos, todas y todes, una muy feliz Navidad, a pesar de los conflictos que asilan la tierra, especialmente la del Señor Jesús.

Deseamos que el Niño Dios se encarne no sólo en nuestros corazones, sino también en nuestras obras.

Que sepamos reconocer a este Dios que se hace carne en una madre soltera, criado por un padre que no es el suyo en lo humano. Al margen de lo establecido. Por eso felicitamos la Navidad con el Niño que nace en el hogar con dos madres. El hogar con dos padres. El hogar con una sola madre o con un solo padre. Porque hogar es donde hay amor, no un numero y tipo de personas. Y si hay amor, ahí nace Jesús.

Hoy contemplamos en el relato del Evangelio cómo la Palabra se hizo carne (Jn 1, 1-18). Nos suele resultar complicado pensar en Jesús tal y como nos lo presenta hoy Juan: preexistente, divino, revelador del Padre… Es un misterio que desborda pero que llena de gozo desmesurado. Dios se nos muestra de una forma inauditamente cercana porque el amor tiende a abajarse y a hacerse próximo. También mi amor debe tender a encarnarse en gestos hacia los demás que muestren cómo es Dios.

Gracias por los que entráis, leéis, compartís y nos regaláis vuestra amistad y oraciones.

Que el Niño Dios colme de bendiciones todos vuestros nobles deseos y esperanzas.

¡Feliz Navidad!

***

Cerremos la puerta detrás de nosotros. Escuchemos con oído atento la inefable melodía que resuena en el silencio de esta noche. El alma silenciosa y solitaria canta al Dios del corazón su canto más suave y afectuoso. Y puede confiar que él le escucha. De hecho, este canto no debe ya buscar al Dios amado más allá de las estrellas, en una luz inaccesible, donde habita y ninguno puede verle.

Como es Navidad, como la Palabra se ha hecho carne, Dios está cerca, y la dulcísima palabra, la palabra del amor, encuentra su oído y su corazón en la sala más silenciosa del corazón. Y quien se ha detenido cerca de sí, aunque es de noche, en esta paz nocturna, en las honduras del corazón de Dios, percibe la dulce palabra del amor. Es preciso estar tranquilos, no temer la noche, hay que callar. De otro modo no se escucha nada.

De hecho, la última cosa se dice solamente en el silencio de la noche, cuando, por la llegada llena de gracia de la Palabra en la noche de nuestra vida, se ha hecho Navidad, noche santa, noche de silencio.

*

Karl Rahner,
Dios se ha hecho hombre,
Brescia 31990, 72-73).

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¡Señor de la noche, Dios de luz, Visita mi establo oscuro!

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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Para decir juntos nuestra fe.

¡Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que la Navidad tenga lugar esta noche (…)

En tus tierna manos
deposito mi miedo de no ser …
Esta noche naceremos
de un mismo aliento;
Nacerás en mí
Para venir al mundo que me rodea,
Y yo naceré de ti,
Acogida como una reina
Acogido como un rey
Hasta en mis más sombríos rincones.

¡ Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que Navidad se efectue esta noche (…)
Entonces, por fin, en mi desierto
habrá sitio para los otros,
Aquellos que te nombro ahora
En un silencio
Que implora tu compasión.

*

Lytta Basset

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Nota:

Esta tarde a las 16:00, hora española, aparecerá la felicitación de Navidad y, a las 21:00h, los textos y meditaciones de la Misa de Media Noche, y a pretor de las 18:00h , otros textos más para que nos acompañen los momentos previos a la cena de Nochebuena y a lo largo de esta noche santa… Acordémonos de quienes esta noche la pasan solos o no pueden celebrarlo por multitud de razones….

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“Ayunar de imágenes, escuchar rumores”, por Dolores Aleixandre.

Sábado, 23 de diciembre de 2023
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nacimientolr_3De su blog Un grano de mostaza:

Al llegar Diciembre, reemplazando a los engendros de Halloween y en dura competición con Papá Noel,  emergen en nuestros belenes, felicitaciones o escaparates, una serie de personajes que la Navidad ha “esponsorizado” y que la costumbre y el folclore han ido encogiendo y trivializando: los pastorcillos, la mulita y el buey, Herodes en su castillo, los tres reyes magos con sus camellos y sus pajes… Para mucha gente no son ya más que pobladores de un peculiar país de liliputienses a quienes se contempla con paternal condescendencia y a quienes se soporta con la misma resignación que al colectivo Peces-en-el-río atacando de nuevo y amenazando con beberse toda la cuenca hidrográfica.

También es verdad que existen otros ámbitos en los que se intenta darles un tratamiento diferente pero a veces es peor si el “entendido” de turno, carraspeando un poco e impostando levemente la voz, trata de sacar a su auditorio de su ignorancia bíblica:  “Bien, como de todos Vds. es sabido, estamos ante narraciones de género midrásico, carentes de intencionalidad histórica…” Y da en hueso porque el auditorio no suele arder en ansias de ser ilustrado y además se enfada mucho cuando alguien pretende tocarles las cosas que  aprendieron de pequeños.

Tratando de encontrar una vía alternativa, mi propuesta es hacer un ayuno” de imágenes y releer los relatos de la infancia de Jesús en los dos primeros capítulos de Lucas, prestando atención solamente a su “banda sonora.

Empezar por escuchar los “rumores“, el murmullo de conversaciones que suscita el nacimiento de Jesús, captando la “ebullición comunicativa” que va alcanzando e implicando a todos los personajes: nace del ámbito de Dios que envía al ángel Gabriel a hablar con Zacarías en el templo mientras, fuera, la gente se hace preguntas inquietas. La conversación se reanuda entre María y el ángel, continúa después entre ella e Isabel que pronuncia su bendición “con una voz fuerte” y la escena desemboca en un himno de alabanza; cuando Zacarías recuperó el habla y se puso a bendecir al Señor, “lo sucedido se contaba por toda la serranía de Judea y cuantos lo oían pensaban en su interior ¿qué va a pasar con este niño”.  En las afueras de Belén se escuchan himnos de ángeles y los pastores que los han escuchado en silencio, toman enseguida la palabra, cuentan en Belén lo que les han dicho y se vuelven glorificando a Dios; Simeón entona otro himno, bendice a los padres del niño y Ana se pone a hablar de él a todos.

  Y en medio de este tejido sonoro de palabras humanas, se van entrecruzando la gracia y la Palabra de Dios que descienden y la bendición que asciende hacia él dándole respuesta, avanza por ondas concéntricas y contagia cada vez a más gente: a los que rodean la oración de Zacarías; a amigos y vecinos  que escuchaban y se preguntaban; a los destinatarios del anuncio de la salvación; a todos los que en Belén oyen a los pastores, a las naciones que vislumbra Simeón como últimas destinatarias de la luz que trae el niño, a “los que esperaban el rescate de Jerusalén” y son evangelizados por Ana la profetisa . Hasta los ángeles se dejan arrastrar por ese movimiento multiplicador: “se les juntó un ejército celeste cantando…”. Ver no es suficiente“, insinúa discretamente Lucas, “sólo la Palabra desvela el fondo de las cosas que, detrás de sus apariencias banales, esconden un sentido que sólo saben percibir los que estén dispuestos a escuchar.”

Un año más está ante nosotros la posibilidad de que los “rumores y murmullos” que suscita el nacimiento de Jesús  nos hagan más capaces de  “bien decir”  de Dios, de la vida y de las personas. Una vez más se deja oír  esa “banda sonora” que cuestiona, provoca, invita a desplazamientos, a cambios de lugar y de postura y convoca a búsqueda y a urgencia.

Feliz Navidad y próspero año nuevo para escucharla y bailar a su ritmo.

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“Adviento y Navidad sin ocaso”, por Felisa Elizondo

Jueves, 21 de diciembre de 2023
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vela-resized-600cuatro-velas-rojas-adviento-numeros_73661-55“Sobre el tiempo que vivimos sigue sombreando la Navidad con su regalo de una Vida”

Adviento y Navidad. Estas dos palabras resultaban inseparables para quienes vivían cristianamente las semanas finales de cada año. Pero están ahora mismo desigualmente presentes: un anuncio que inunda pantallas y escaparates habla con mucha anticipación de la Navidad en forma de “felices fiestas”. Pero nos haría bien recordar que la espera -el adviento- prepara y agranda la acogida, como la víspera anticipa algo del estallido de la fiesta

“El lenguaje de la liturgia, con palabras antiguas y símbolos eficaces, sigue insistiendo en la importancia de un tiempo de espera, de unas semanas que nos van habituando a pensar en algo impensable: el acontecimiento de un Dios que abraza nuestra carne”

Adviento y Navidad. Estas dos palabras resultaban inseparables para quienes vivían cristianamente las semanas finales de cada año. Pero están ahora mismo desigualmente presentes: un anuncio que inunda pantallas y escaparates habla con mucha anticipación de la Navidad en forma de “felices fiestas”. Pero nos haría bien recordar que la espera -el adviento– prepara y agranda la acogida, como la víspera anticipa algo del estallido de la fiesta.

Con todo, el lenguaje de la liturgia, con palabras antiguas y símbolos eficaces, sigue insistiendo en la importancia de un tiempo de espera, de unas semanas que nos van habituando a pensar en algo impensable: el acontecimiento de un Dios que abraza nuestra carne.

En defensa de este espacio que prepara el asombro de la Navidad, leo en un artículo reciente: “Adviento es el tiempo de la espera y de la esperanza. No es el tiempo del futuro, es el tiempo del presente. La humanidad tiene derecho a esperar tiempos mejores y a encontrar el sentido de su camino y de su búsqueda“. El profeta Isaías nos lo dice de manera muy hermosa: “Al final de los días… confluirán hacia Jerusalén de todos los pueblos… Dios nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas…”.

”De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas”. Y el Evangelio insiste en este tiempo: “Estad en vela porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Estad preparados”… Ahora que la humanidad siente también el frío de la insolidaridad, de la pobreza de muchos, del terrorismo cruel y fanático, de la guerra en Ucrania y en Gaza, el Adviento nos invita a creer que habrá primavera” (A. Fernández Barrajón).

Apareció la ternura y el amor de Dios en Jesús” (Tit 3,4)

Una Carta que llega desde los tiempos primeros, resume así el misterio de la Navidad: un gesto de la mayor ternura. Y la Carta a los Gálatas, el texto más cercano al nacimiento de Jesús, menciona explícitamente a su madre: “Dios envió a su propio Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley”. Dejada esta sobriedad, los evangelistas de la infancia se detienen a evocar detalles que documentan que el “Hijo del Altísimo” ha tenido una madre sencilla, como cualquiera de nosotros. Y una tradición bimilenaria ha seguido celebrando ese acontecimiento único que sombrea la historia entera, incluso el hoy olvidadizo y secularizado.

A lo largo de siglos, los cristianos, con ayuda de pormenores que datan incluso de los apócrifos, han recreado una y otra vez la escena del portal/pesebre y han compuesto incontables “villancicos. La historia de representaciones plásticas cuenta ya con un  fresco del siglo III, conservado en las catacumbas romanas de San Sebastián, donde puede advertirse incluso la estrella. Y prosigue hasta los festivales de luces que  proyectan ahora mismo imágenes del Portal en fachadas futuristas. La gruta, con María, José y el Niño en el pesebre (y con el buey y el asno “apócrifos”) ha sido mil veces dibujada o esculpida por manos de autores anónimos y geniales. Otro tanto puede pensarse de la música navideña, popular o culta.

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Algunas glosas de la Navidad

La literatura cristiana recoge testimonios de la celebración de la Navidad desde los siglos primeros. Se pueden encontrar menciones desde san Ireneo de Lyon, tanto en Occidente como en el  Oriente cristiano al que fue extendiéndose la fiesta. Del siglo V nos han llegado sermones de san León Magno, el papa que detuvo nada menos que a Atila a las puertas de Roma, con párrafos como estos: “Exultemos en el Señor, queridos hermanos, y abramos nuestro corazón a la alegría más pura, porque ha llegado el día que para nosotros significa la nueva redención, la antigua preparación, la felicidad eterna. En efecto, al cumplirse el ciclo anual, se renueva para nosotros el elevado misterio de nuestra salvación, que, prometido al principio y acordado al final de los tiempos, está destinado a durar para siempre”.

O este otro: “Hoy el autor del mundo ha nacido del seno de una virgen: aquel que había hecho todas las cosas se ha hecho hijo de una mujer que él mismo había creado. Hoy el Verbo de Dios se ha manifestado revestido de carne y, mientras que antes nunca había sido visible a ojos humanos, ahora incluso se ha hecho visiblemente palpable. Hoy los pastores han escuchado la voz de los ángeles anunciando que había nacido el Salvador en la sustancia de nuestro cuerpo y de nuestra alma” (Sermo 22, In Nativitate Domini, 2, 1; Sermo 26, In Nativitate Domini, 6, 1).

Una antología de decires sobre la Noche reclamaría decenas y decenas de páginas. Grandes nombres han glosado los pasajes bíblicos referidos al misterio de este asombroso comienzo.

La noche de Greccio

Con el pasar de los tiempos, la celebración encontró tonos y modos diversos. En una aldea perdida del Lacio y en 1223, tres años antes de su muerte, el “Poverello de Asís” (el poeta Bobin lo ha apodado con el mayor acierto “el Bajísimo”) quiso recrear al vivo lo sucedido en Belén. Llevado -dicen las fuentes- por su afán de imitar al máximo al Maestro y porque quería que todas las gentes se alegrasen con la memoria de aquella Noche.

En su relato, conocido como la primera vida del santo, Celano anota también con cuidado los motivos de aquel empeño: “La suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito, era observar en todo y siempre el santo Evangelio, y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. En asidua meditación recordaba sus palabras y con agudísima consideración repasaba sus obras. Tenía tan presente en su memoria la humildad de la Encarnación y la caridad de la Pasión, que difícilmente quería pensar en otra cosa”.

Celano y el propio san Buenaventura se refieren, cada uno con su modo de decir, a aquel “belén viviente” del siglo XIII. Así Celano, el primer biógrafo, anota: “El bienaventurado Francisco celebraba la fiesta de Navidad con mayor reverencia que cualquier otra fiesta del Señor, porque, si bien en las otras solemnidades el Señor ha obrado nuestra salvación, sin embargo, como él decía, comenzamos a ser salvos el día en que nació el Señor. Por eso quería que en ese día todo cristiano se alegrase en el Señor, y que, por amor a Aquel que se nos dio a sí mismo, todo hombre fuese alegremente dadivoso, no sólo con los hombres, sino también con los animales y las aves”.

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El Belen de Greccio según Giotto

San Francisco y el día de Navidad

Y este es su relato de lo sucedido aquella noche: “Digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria es lo que hizo tres años antes de su gloriosa muerte, cerca de Greccio, el día de la natividad de nuestro Señor Jesucristo.

Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena fama y de mejor vida, a quien el bienaventurado Francisco amaba con amor singular, pues siendo de noble familia y muy honorable, despreciaba la nobleza de la sangre y aspiraba a la nobleza del espíritu. Unos quince días antes de la navidad del Señor el bienaventurado Francisco le llamó y le dijo: ‘Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre el heno entre el buey y el asno’. En oyendo esto el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar señalado cuanto el santo le había indicado”.

De aquella noche, festejada con teas y cirios aldeanos, se pudo decir que allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora a la humildad”. El santo había cuidado de que participaran todos, los hermanos y los labriegos. Y se dice que la alegría le llevó a intentar “persuadir al emperador a que diese una ley especial para que en la Navidad del Señor los hombres proveyeran abundantemente a las aves, al buey y al asno y a los pobres”.

Este modo franciscano de celebrar el Misterio ha dejado una impronta innegable en la historia de la espiritualidad. El Giotto lo plasmó unos años más tarde en uno de sus famosos frescos.

Tras la espera, habrá Navidad

La memoria creyente sabe que cada tiempo ha aguardado y vivido su Navidad. La devotio moderna continuó extendiendo aquel modo “sensible” de celebrar los misterios de la vida del Jesús. Basta recordar cómo, con un lenguaje bien suyo, san Ignacio de Loyola propone una “contemplación del nacimiento del Salvador en el libro de los Ejercicios Espirituales: El  primer preámbulo es la historia: y será aquí, cómo desde Nazaret salieron Nuestra Señor grávida cuasi de nueve meses, como se puede meditar píamente, asentada en una asna, y Joseph y una ancilla (la ancilla no se menciona en otros casos) llevando un buey para ir a Belén, a pagar el tributo que César echó en todas aquellas tierras. El segundo preámbulo es la composición viendo el lugar; será aquí con la vista imaginativa ver el camino de Nazaret a Bethlém, considerando la longura, la anchura, y si llano o si por valles o cuestas sea el tal camino; asimismo mirando el lugar o espelunca (cueva) del nacimiento, quán grande, quán pequeño, quán baxo, quán alto, y como estaba aparejado”.

También en nuestros días, a la vez tensos, agitados y olvidadizos, esperamos que se cumpla el anuncio del Evangelio de Lucas: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que viene de lo alto para iluminar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc 1,78). Un pregón no desmentible que, en 2011 y en una homilía de la fiesta, Benedicto XVI comentaba así: “Encontramos la ternura y el amor de Dios que se inclina hasta nuestros límites, hasta nuestras debilidades, hasta nuestros pecados, y se abaja hasta nosotros. San Pablo afirma que Jesucristo «siendo de condición divina (…) se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres” (Flp 2, 6-7).

Y proseguía: “Contemplemos la cueva de Belén: Dios se abaja hasta ser recostado en un pesebre, que ya es preludio del abajamiento en la hora de su pasión. El culmen de la historia de amor entre Dios y la humanidad”. Que es como afirmar que el Amor dura, y que sobre el tiempo que vivimos sigue sombreando la Navidad con su regalo de una Vida que no tiene ocaso.

Felisa Elizondo

Fuente Religión digital

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“Todo lo que espero se llama Jesús. La navidad se llama Jesús”, por Santiago Agrelo

Miércoles, 20 de diciembre de 2023
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Experts say many factors are likely contributing to migrants' decisions to leave Central American countries. But establishing exactly why more large groups appear to be forming now is more difficult to pinpoint. “El adviento es tarea para soñadores. Sólo para soñadores”;

“Hemos de preguntarnos por nuestro mundo de esperanzas, por nuestros deseos, por los anhelos que se asoman a las palabras de nuestra oración”

“La paz de Dios se llama Jesús; la salvación que se acerca, se llama Jesús; la misericordia y la fidelidad que se encuentran, se llaman Jesús; la lluvia que el cielo nos da, se llama Jesús”

Las palabras del profeta buscan que en el corazón de quien escucha se abra camino la esperanza: “Consolad, consolad a mi pueblo… hablad al corazón de Jerusalén… Alza fuerte la voz, heraldo, álzala, no temas, di: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a la madres»”. 

Ese mensaje, matriz de una esperanza que tiene en Dios su fundamento, el profeta se lo grita a un pueblo que, agobiado por las penalidades, la había perdido, y con la esperanza había perdido también la ilusión por vivir y la fuerza para luchar.

Ese mensaje resuena hoy en nuestras asambleas eucarísticas, y lo escucha un pueblo que, si ha llegado a vivir sin esperanza, no es por penalidades sufridas, que nos hunden en un abismo de sombras, sino por necesidades cubiertas, que dan la sensación engañosa de cubrir también los anhelos de nuestro corazón.

Hemos de preguntarnos por nuestro mundo de esperanzas, por nuestros deseos, por los anhelos que se asoman a las palabras de nuestra oración.

Hoy oramos diciendo:Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Y escuchamos al salmista mientras proclama lo que dice el Señor: “Dios anuncia la paz… la salvación está ya cerca… la misericordia y la fidelidad se encuentran… el Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto”.

Eso fue lo que proclamó el salmista, y esto es lo que escuchó tu fe: La paz de Dios se llama Jesús; la salvación que se acerca, se llama Jesús; la misericordia y la fidelidad que se encuentran, se llaman Jesús; la lluvia que el cielo nos da, se llama Jesús; el fruto de nuestra tierra se llama Jesús.

Si sueño con la paz, sueño con Jesús; si busco salvación, busco a Jesús; si tengo necesidad de misericordia y fidelidad, tengo necesidad de Jesús.

Todo lo que espero se llama Jesús. La navidad se llama Jesús.

Pero en esta hora del mundo, la salvación, la misericordia y la fidelidad, la justicia y la paz, se ofrecen a un pueblo satisfecho, distraído, aburrido, que parece inmunizado para la esperanza, vacunado contra el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, un pueblo para el que Cristo Jesús representa sólo un mito desechable, un pueblo incapacitado para vivir la navidad.

Donde no hay deseo de un mundo nuevo, nada significará el nombre de Jesús.

De ahí que sólo a los soñadores, hombres y mujeres de fe despierta, se les dice: “Ponte en pie, sube a la altura, contempla el gozo que Dios te envía”. Pues sólo ellos se levantarán, resucitarán, se pondrán en camino para subir a la altura, para ir al encuentro de Cristo Jesús, y experimentar, comulgando con él, el gozo que Dios les envía: la misericordia y la salvación, la justicia y la paz que les vienen de Dios.

A los soñadores se les pide:Preparadle un camino al Señor… allanad una calzada para nuestro Dios”, de modo que también los satisfechos, los distraídos, los aburridos, puedan conocer la salvación que para todos va a nacer.

A los soñadores se les pide que trabajen para hacer imposible un futuro sin esperanza, un futuro sin Cristo Jesús, sin navidad, sin evangelio para los pobres. Ellos irán delante del Señor a prepararle el camino.

El adviento es tarea para soñadores. Sólo para soñadores.

Fuente Religión Digital

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Líder de una organización cristiana dice que los satanistas y los activistas trans están “contaminando” la Navidad

Lunes, 18 de diciembre de 2023
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El presidente de la Liga Católica anti-LGBTQ+ está furioso por un árbol de Navidad con temática LGBTQ+ en el Museo Nacional del Ferrocarril en Green Bay, Wisconsin, como parte del Festival de los Árboles del lugar.

Para el festival, 66 organizaciones patrocinaron árboles. En el sitio web de la organización, el presidente de la Liga Católica, Bill Donohue, escribió una publicación titulada “Satanistas y activistas trans profanan la Navidad”, denunciando el hecho de que sólo seis de los árboles estaban patrocinados por grupos cristianos. Criticó el llamado “árbol de Navidad trans” por incluir adornos que dicen “Be Weird” y “Drag Queen” y por tener un ángel en la cima sosteniendo una bandera del arco iris.

Donohue dijo que el árbol LGBTQ+, además de uno proporcionado por el Templo Satánico (TST) de Wisconsin, era parte de una “estafa antinavideña” y culpó a la directora ejecutiva del Museo Nacional del Ferrocarril, Jacqueline Frank.

Cuando se le preguntó por qué permitía a los satanistas, invocó el cansado estribillo de la inclusión”, escribió Donohue. “Según una fuente de noticias local de Green Bay, ella dijo que ‘no rechazaría una organización simplemente porque va en contra de ciertos valores o formas de vida, tradicionales o no’. ¿En realidad? Entonces, si el Klan quisiera ser incluido en un evento en honor al reverendo Martin Luther King, Jr., ¿Frank les daría la bienvenida?

El Templo Satánico no es un grupo de devotos adoradores de Satanás. En cambio, es un grupo de personas que se organizan como una religión y usan el humor para “destacar la hipocresía religiosa y la invasión de la libertad religiosa”.

Donohue dijo que el árbol de TST es ilegal porque implica “hostilidad a la religión”, lo que la Corte Suprema ha considerado inconstitucional.

Donohue también tergiversó la postura del Templo Satánico sobre el aborto, afirmando que “justifica el aborto en cualquier momento del embarazo y por cualquier motivo, viéndolo como una fuente de liberación”.

Ninguna organización pro-elección cree que el aborto pueda tener lugar en cualquier momento durante el embarazo. En realidad, el sitio web del templo afirma que “está tomando muchas medidas en nombre de nuestros miembros y de aquellos que comparten nuestras creencias para establecer exenciones de las leyes que no promueven la salud y la seguridad de los pacientes y violan nuestra conciencia y nuestras creencias”.

El congresista republicano de Green Bay, Mike Gallagher, también se asustó por el árbol de TST. Le dijo a Fox News: “Es imposible exagerar lo ofensivo que esto es para los cristianos” y dijo que es comparable a “ondear una bandera de Hamas dentro de una sinagoga”.

“Sólo estamos tratando de defender las tradiciones básicas… de la invasión de la ideología despierta o de la propaganda cultural ofensiva al revés”, dijo, y agregó: “Necesitamos estar atentos como padres”.

 Entre muchos otros, el museo también cuenta con un árbol de Lego, un árbol de té y un árbol de ferretería.

Fuente LGBTQNation

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Navidad: una mirada Glo-cal

Miércoles, 6 de diciembre de 2023
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IMG_1672Avánzate a Navidad, haz las compras en noviembre.

Prepárate ahora. Tienes descuentos, no esperes a Navidad.

Las torres de los cuatro evangelistas en la basílica de la Sagrada Familia están iluminadas todo el Adviento y la Navidad.

Las ciudades muy iluminadas indican que se acerca Navidad y hay que comprar para mantener el sistema de producción: Producir y consumir.

 Y para acabar de rematar:

SUCHARD: “La Navidad es celebrar la vida, juntarse con nuestros seres queridos, hacer balance del año y disfrutar de momentos mágicos. Sigamos celebrándola. Porque la vida es lo que pasa entre Navidad y Navidad.” Y entonces el dibujo de comer chocolate….

Esta es la proclama de Navidad, muy clara y patente. Y esa nivel GLOBAL en el mundo o cultura de cristiandad, que va derrocándose para emerger un nuevo paradigma tecnocrático a nivel mundial o en todas las culturas. Un paradigma científico.técnico sin conciencia o como decía François Rabelais (1494-1553, médico y humanista: Una ciencia sin conciencia es la ruina de la alma”. ¿Cómo va el mundo en la medida que una persona lo conoce?  

Y en cada ciudad, pueblo, familia y personal, que es el aspecto LOCAL, ¿cómo lo ve mi Ego desde mi metro cuadrado? Esto es una visión, bastante realista, pero siempre personal. La persona lectora tiene la palabra sobre este cuodlibeto navideño.

    Y ahora intentemos a hacer otros pasos:

Nadal quiere decir nacimiento. Nos consta el nacimiento biológico, sino no podría yo escribir ni la persona que lee hacerlo. Hay que hablar de otra Navidad u otro nacimiento o un momento fuerte o intenso, o un momento ordinario que es extraordinario interiormente. Acaba de publicarse un libro, cuyo título es La crisis de la mediana edad, del sufrimiento al sentido de James Hollis, en la editorial Sirena de los Vientos,  (2023), interesante y muy aconsejable. La crisis es perturbación, carencia de claridad, pero puede tener salida. El título nos indica que es un fenómeno natural y normal en el desarrollo del proceso emocional de un ser a quien la palabra lo constituye como humano. Y la palabra lo abre a dos aspectos de la sola y única realidad: Una para sobrevivir y la otra que contempla y completa para vivir. Nadal despierta la conciencia a un nuevo nacimiento que es sentirse en plenitud. Plenitud constatada en varias personas a lo largo de las diferentes culturas. En nuestra cultura de cristiandad se centra en Jesús de Nazaret, nacido en la tradición el 25 de diciembre del año, más o menos, 6 aec, y reemplaza el solsticio de invierno junto con los juegos romanos (panem et circem). Así y todo, se va recuperando con la sociedad de consumo y tecnocrática: comida y juegos con celebraciones.

 Sin embargo, en este S. XXI hay grupitos de personas que dan voz y sentido a este hombre libre del siglo I, que es Jesús de Nazaret. Y “navidad” es el propio conocimiento de la profundidad de todo Ser humano que es el misterio de esta gran inmensidad interior, que permite ver, vivir y tener una visión de la inmensidad de los mundos. Visión crítica concretada en una geopolítica que marca un nuevo horizonte inhumano de destrucción, un paradigmatecnocrático, porque la tecnología no es axiológica, no tiene valores, pero sí que engendra. Y, ¿en manos de quienes está? En estos momentos en la mente de algunas personas y en el mundo de inversiones financieras, que profundamente egoístas, no tienen la sensibilidad de tener en cuenta los descartados, los marginados o un 90% de la población humana fuera del sistema neoliberal. Hace falta una nueva escala de valores o axiología de compromiso, de solidaridad, de compatía, de hermandad siguiendo la conjunción científica de Darwin (1808-1882) y *Kropotkin (1842-1921): egoísmo y altruismo.

Toda la reflexión informativa o GLOBAL no tiene valor si no hay la visión LOCAL: Poner los pies al suelo. El convivir nuestro “ego”, muy informado y formado, con los otros “egos (=tú)”. La realidad partiendo de nuestra corporeidad que tiene que disfrutar de un placer gastronómico, típico de las fiestas navideñas, según las regiones: Comer bien y beber mejor, que nadie se quiera quitar el sabor del paladar. Continuando al disfrutar de las emociones y afectos familiares: Por navidad cada oveja a su corral. Ydisfrutando cómo profundizando la transformación interior en un proceso de madurez emocional integral que puede ver y vivir un NUEVO HORIZONTE ESPERANZAL que la sabiduría humana nutre o la palabra que da a conocer esta cualidad humana profunda: La paz de Navidad llena nuestros corazones.

Y deseando UNA FELIZ NAVIDAD GLO·CAL junto con el pesebre, recordando que el primero tuvo lugar en el 1223 en Greccio (Italia), o con el árbol de navidad en el 1878 colocado públicamente en Núremberg (Alemania).

Jaume PATUEL PUIG, pedapsicogogo.

(Remitido por el autor)

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“Navidad: cuando Dios mató a Dios”, por Luis Fernando González Gaviria.

Jueves, 5 de enero de 2023
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Navidad-Dios-mato_2517058284_16338991_660x371“La Navidad es don, pues a través de ella podemos de nuevo volver a repensar todo, renunciando al absolutismo teológico-dogmático que sigue prolongando en esta hora de la historia formas y esquemas anticuados”

“La opción radical de Dios ha sido todo lo humano, la Encarnación, la Kénosis. En Dios palpita la humanización del hombre que desea configurarse sin límite en esta hora de la historia”

“El Dios de los cristianos no es un sordo indiferente que escucha de vez en cuando las súplicas de sus hijos para dar alguna respuesta”

“La Encarnación es escándalo para quienes escrupulosamente desean abandonar su condición y volverse dioses, nada más anticristiano, pero al mismo tiempo es la única alternativa para volver a reconfigurar desde la experiencia de Jesús el rostro humano de Dios para todos”

Cada época trae consigo nuevos predicados, nuevas formas, nuevos paradigmas en los cuales se dice la realidad que nos acontece. Esta constante brota de la capacidad inagotable de futuro que habita en el interior del ser humano. La persona que está en el mundo tiene una fuerza que lo impulsa siempre hacia adelante, esta realidad está inscrita en su biología desde siempre. Somos esencialmente en evolución y Dios no escapa a este dinamismo.

Todavía resulta escandaloso atrevernos a mirar el pesebre. Las formas pintorescas en las que son exhibidos hoy, resultan siendo una apología al arte y no un referente de capacidad inagotable de sentido capaz de arropar al ser humano. El pesebre se volvió competencia abandonando su fuerza creadora de kénosis. En este entramado de posibilidades, una pregunta resulta más exigente para dar forma y respuesta a una deuda pendiente que los cristianos tenemos en el siglo XXI: ¿Qué decimos cuando decimos Dios? De la respuesta a la pregunta se vivirá a Dios como una opción de profundo sentido y libertad o una carga insoportable gestada en las defensas rancias y anacrónicas de los supuestos defensores de la verdad

Hemos volcado sobre Dios todo, menos la auténtica experiencia liberadora de Jesús (Cfr. Jn 10,10). Hemos puesto por encima estructuras, dogmas, poderes, interpretaciones amañadas, anacronismos obsoletos y nostálgicos, etc. Por estas y otras muchas razones, Dios resulta siendo insoportable, incomprensible, recalcitrante, todo lo antihumano. Volvimos a Dios un monstruo, producto de nuestras torpes proyecciones (Cfr. Mt 12, 1-8).

¿Será que lo que yo creo de Dios está en sintonía con la experiencia del Evangelio? ¿El Dios en quien creo es producto de mi frágil proyección o es de verdad la experiencia portadora de sentido de Jesús? ¿Lo que sabemos y hemos construido de Dios será más bien mis pretensiones egoístas y las de otros? Desde este ángulo, Freud tenía razón: “Dios no es más que una proyección infantil”. Cargamos a Dios de tantas palabras, forzamos tanto su demostración, nos atrincheramos ante el mundo creyendo que eran ellos los equivocados, que terminamos matando nosotros mismos la experiencia de lo divino en los demás.

La Navidad es don, pues a través de ella podemos de nuevo volver a repensar todo, renunciando al absolutismo teológico-dogmático que sigue prolongando en esta hora de la historia formas y esquemas anticuados. En Navidad Dios puede volver a decirse Él mismo, en sus coordenadas, en su autenticidad, en su salida inagotable de sí mismo al ser humano (Cfr. Éx 3, 7-9; Flp 2, 6-7). Navidad no es algo distinto a Dios, al Dios de Jesús que acontece desde el interior del ser humano hacia el otro, cualquier otro (Cfr. Evangelii Gaudium, #11).

El pesebre conmueve y escandaliza. El encorvamiento sobre nosotros, y desde el cual proyectamos falsamente a Dios, se cae a pedazos al ver que Él se ha humanizado hasta el extremo (Cfr. Jn 1,14). Su opción jamás ha sido la jerarquía, los títulos honoríficos, los puestos de poder, todo ello signo de una Iglesia en decadencia que sigue ahogando la experiencia de abajamiento (Cfr. Mateo 20,25). La opción radical de Dios ha sido todo lo humano, la Encarnación, la Kénosis. En Dios palpita la humanización del hombre que desea configurarse sin límite en esta hora de la historia.

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La única oportunidad que tenemos para ser verdaderamente humanos es matar a Dios, sin miedo, sin escrúpulos. Matar al Dios que nos alimentaron y en el que nos obligaron a creer. El único que puede hacer eso en nosotros es Dios mismo, más aún, ya lo hizo. La Encarnación rompe con nuestras lógicas proyectivas y nos lanza a un nuevo horizonte de humanización que nos ubica en el mundo, y desde el mundo, saber que la Encarnación nos devuelve la mirada profundamente humana, nos impulsa a ir al interior, nos llama desde lo que somos a descubrir una presencia que nos habita y trasciende (Cfr. 1 Juan 1, 1-4).

En Navidad descubrimos que el Dios de los cristianos no es una fuerza que está más allá del cosmos, en las alturas insondables del cielo donde el ser humano apenas puede dar una mirada sin más. El Dios de los cristianos no es un fugitivo que después de la creación se desentendió de su obra y mira pasivamente lo que ocurre en ella. El Dios de los cristianos no es un sordo indiferente que escucha de vez en cuando las súplicas de sus hijos para dar alguna respuesta. El Dios de los cristianos es existencia concreta, realidad dada y acontecida que hace historia en plural; es la Vida misma que corre por nuestras venas, de esta manera, “Dios se ha hecho hombre en Jesús: él se ha expresado en este hombre y en este hombre se ha ligado para siempre a la humanidad” (Anselm Grün – La fe de los cristianos, 2007).

Ante las falaces y distorsionadas comprensiones del ser humano que se dan en nuestro tiempo, el Dios de los cristianos acontece como respuesta desde las entrañas del mundo (Cfr. Juan 1, 1-18). Humanándose hasta el extremo da su respuesta, aleja de sí el fatalismo apologético que encierra en conceptos la vida y abre para nosotros el hecho vital dinámico como don en gasto. El Dios de la Navidad, que es el Abbá de Jesús, se autodona en la historia y en la realidad, escenarios estrechamente humanos y desde los cuales podemos entenderlo de manera siempre nueva.

La claridad del acontecimiento Encarnacionista permite reelaborar la imagen de Dios desde nuestro ser, nos obliga a abandonar los sueños idílicos e infantiles de ser dioses y nos permite resituarnos en la historia como lugar teológico por excelencia. Dios y el hombre se reconocen, ambos acontecen. En el don del uno para el otro quedan transformados, afectados hondamente hasta el punto que ya no serán los mismos, de esta manera, el misterio de la encarnación es central, de manera que, desde ese misterio insondable, Dios empieza a ser para nosotros diferente. Porque, en la encarnación, Dios se funde y se confunde con lo humano. Hasta el punto de que ya no es posible ni entender, ni acceder a Dios, prescindiendo de lo humano y, menos aún, entrando en conflicto con lo humano, con todo lo que es verdaderamente humano y, por tanto, con todo lo que nos hace felices a los humanos, nos realiza, nos perfecciona y nos hace gozar y disfrutar de la vida humana en toda su amplitud y hermosura (José María Castillo – La humanización de Dios, 2005).

En una realidad desencantada por todo lo humano, con ansias desenfrenadas de superar lo humano, Dios quiere ser el más humano de todos. La carne, la nuestra, la que nos cubre, es poesía exquisita de Dios para este momento histórico. El misterio que encierra la palabra Dios, usada y abusada a lo largo del tiempo, se va aclarando en la medida que seamos conscientes que Él nos habita, que está dentro. La Encarnación es escándalo para quienes escrupulosamente desean abandonar su condición y volverse dioses, nada más anticristiano, pero al mismo tiempo es la única alternativa para volver a reconfigurar desde la experiencia de Jesús el rostro humano de Dios para todos. En Navidad Dios dejó de ser lo que pensamos y proyectamos, en Navidad Dios mató a Dios y empezó a palpitar en nosotros el Misterio de su presencia para siempre.

Fuente Religión Digital

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