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La Plataforma #NadieSinIdentidad ‘decepcionada e indignada’ con el Colegio de Psicólogos de Madrid

Martes, 22 de septiembre de 2015
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TransexualidadNota de Prensa:

El pasado día 14 de septiembre, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, publicó un comunicado sobre transexualidad del que nos hicimos eco y que pretendía demostrar un avance en los posicionamientos oficiales al respecto y lo habría sido hace unos años que no existían leyes como la de Malta, la de Andalucía o la de Extremadura.

Tras una lectura atenta, la plataforma #NadieSiniIdentidad, que agrupa a los colectivos de personas transexuales y familias, se sienten decepcionados: ‘No podemos sino compartir nuestra decepción e indignación. Los colectivos formados por personas transexuales y por familias que conviven diariamente y representan a niñas, niños y adolescentes transexuales, vemos en este comunicado como los profesionales de la psicología se vuelven a quedar cortos en tiempo y forma, no recogiendo ni las peticiones del colectivo ni equiparando realmente los derechos de las personas trans, emitiendo un comunicado con demasiados restos de patologización y falta de rigor ético’.

Es pura cosmética decir que dejamos de considerar la transexualidad una patología, para a continuación decir que se trata de una incongruencia con el sexo biológico. Se sigue hablando de la transexualidad como si de un error se tratase, dando por “bueno, apropiado y normal” una única interrelación entre genitalidad e identidad, sólo porque hay una mayoría estadística de personas que la cumplen. Se convierte lo “habitual” en lo “normal” y de ahí en la “norma a cumplir”. El sexo biológico es el que cada uno tiene, sencillamente porque no hay seres humanos biónicos. Por lo tanto, la única incongruencia existente es con el sexo que se asigna al nacer (hecho que no tiene nada que ver con la propia persona transexual sino con el sistema elegido para sexar).

Utilizar términos altamente patologizantes como Disforia de género en sustitución a transexualidad, vinculándolo a la infancia y adolescencia trans y, además, a sufrimiento y malestar, siendo en la realidad, tanto la propia disforia como cualquier sufrimiento, fruto de las presiones externas y de la falta de información adecuada, tanto a las personas transexuales como a las familias y a los propios niños y niñas, contribuye a la ignorancia y la continuidad del estigma y la discriminación.

Las personas son dueñas de sus propias vidas y por lo tanto se debe respetar la Ley de autonomía del paciente, el derecho a ser informadas y a decidir libremente sobre cualquier tratamiento, intervención o itinerario médico-quirúrgico que les afecte sin ningún tipo de injerencia externa y eliminando la obligatoriedad de valoración psicológica alguna. El Comunicado alude al derecho a la identidad de género como un derecho humano, pero pronto se olvidan sus autores de ello, volviendo al discurso paternalista de siempre, al condicionar los tratamientos a la previa evaluación psicológica. En efecto, el derecho a la identidad de género es un derecho fundamental, manifestación del derecho a la dignidad de las personas y del derecho al libre desarrollo de la personalidad, y como tal sólo se verificará si se basa en el sexo sentido como propio, conforme al principio de libre autodeterminación. Por ello mismo, los tratamientos a que deseen someterse las personas transexuales, únicamente deben estar condicionados al consentimiento informado emitido por el usuario o sus representantes, en las mismas condiciones que el resto de los usuarios del sistema sanitario. Lo contrario es seguir estigmatizando a este colectivo de personas, desconfiando de ellas y discriminándolas, por el sólo hecho de que el sexo que se les asignó al nacer no corresponde con su identidad sexual, optando además por seguir segregándolas en “unidades multidisciplinares”.

Para que las personas transexuales sean atendidas por un profesional con formación en la materia no es preciso que existan esas unidades, ni es algo que deba estar reservado a unos pocos como pretenden quienes las componen actualmente, ya que los tratamientos coinciden con los de usuarios cisexuales (aquella persona cuya sexación neonatal coincide con el sexo sentido) del sistema de salud. Las y los profesionales sanitarios que atienden y acompañan a las personas transexuales no requieren de conocimientos específicos más allá de los incluidos en sus propias disciplinas, es decir, un médico endocrinólogo debe conocer los tratamientos con hormonas y sus efectos al igual que un psicólogo debe poder acompañar cualquier situación de stress producida por el tránsito o la presión (buylling, acoso) del mismo modo que acompañaría una situación similar en una persona cisexual. Por lo tanto, pretender justificar la existencia de las unidades como únicas capacitadas para acompañar los tránsitos sociales de las personas transexuales es tratar de dirigir el pensamiento colectivo hacia modelos psicosociosanitarios que no se corresponden con el sentir de las propias personas transexuales, de sus familias y es contrario a sus derechos.

Como en anteriores publicaciones de este tipo, una vez más, se hace referencia a los datos de persistencia en la edad adulta -de dudosa objetividad científica- como medida encubierta de control para el acceso a tratamientos hormonales en las personas menores de edad, justificando así la obligatoriedad de pasar por valoración psicológica, promoviendo de este modo una discriminación clara con respecto al resto de niñas y niños que tienen la opción de desarrollarse libremente en atención a su propia identidad sin necesidad de examen psicológico alguno. “No hace tanto tiempo, que se justificaba la intervención en las personas del colectivo LGB con los mismos argumentos, aunque parece que parte de este colectivo tiene una memoria frágil y ahora aplaude lo que en ningún caso consentirían para ellas y ellos”.

Siendo conscientes de que la salud de cualquier persona no solo consiste en la ausencia de enfermedad sino que incluye el bien estar físico, psíquico y social, consideramos que la medicina, la psicología y cualquier otro tipo de disciplina socio-sanitaria debe enfocarse en colaborar, proteger y acompañar, desde el respeto absoluto, dejando a un lado prejuicios, dilemas morales, políticos, culturales o de cualquier otra índole.

La historia reciente nos demuestra como el colectivo de personas transexuales han sido sometidas al maltrato físico y psíquico por aquellos que se autodenominan expertos, no vamos a permitir que prevalezca la vanidad de algunos profesionales al interés del colectivo. La obtención de atención sanitaria debe ajustarse a las necesidades de los usuarios, en vez de a las estructuras laborales de los profesionales’, concluye el escrito.

Este documento está firmado por la Plataforma estatal Por los Derechos Trans #NadieSinIdentidad que agrupa a El Hombre Transexual, Comunidad de Madrid, AET- Transexualía , Comunidad de Madrid, Generem, Comunidad de Catalunya, ATC (Asociación de Transexuales de Catalunya-Libertad, Comunidad de Catalunya, Visión Trans, Comunidad de Aragón, Aperttura, Comunidad de Canarias, Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera, Comunidad Andaluza, EmpoderaT, Comunidad de Murcia, Asociación de Familias de Menores Transexuales (Chrysallis),

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Indignación en la comunidad transexual por un artículo publicado en El País que mantiene el enfoque patologizador

Martes, 12 de mayo de 2015
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noticias_file_foto_1001176_1431159766Indignación en la comunidad transexual por un artículo publicado este viernes (7 de mayo) en el diario El País. La plataforma #NadieSinIdentidad, formada por colectivos trans de toda España, ha mostrado su malestar por el texto de opinión sobre transexualidad infantil redactado por el doctor Luís Montero Ezpondaburu, médico forense y miembro del Grupo de Trabajo de Disforia de Género en Menores que integra a profesionales de UTIG. Un artículo que incide de nuevo en el enfoque patologizador de la transexualidad, que contiene afirmaciones tales como que “solo el 15-20% niños/niñas con disforia persistirán en la edad adulta” –al margen del consenso científico- y que reclama una centralización normativa sobre cómo proceder con los menores transexuales de carácter restrictivo, que poco tiene que ver con lo que las familias piden o con lo que otros especialistas recomiendan. El artículo ha merecido duras críticas por parte de la Plataforma por los Derechos Trans, que agrupa a diversas organizaciones españolas de personas transexuales, y demuestra hasta qué punto existe todavía una fuerte disociación entre la realidad de las personas trans y algunos profesionales de la sanidad, anclados a un paradigma que no hace sino generar sufrimiento innecesario a los menores transexuales y a sus familias.

La plataforma ha remitido un comunicado en el que explican su disconformidad con este artículo. “Queremos hacer pública nuestra repulsa e indignación por sentirnos aludidos de forma discriminatoria y entender que las afirmaciones que se vierten en el articulo atentan contra los derechos de las personas trans y son contrarias a las leyes aprobadas recientemente en nuestro país, Andalucía, Extremadura, así como a la Resolución del Consejo de Europa de 22 de abril de 2015”, señalan.

A continuación se transcribe la respuesta íntegra que desde #NadieSinIdentidad da al médico.

“Señor Montero, cuando usted se refiere a las personas transexuales como personas con disforia de género lo hace única y exclusivamente desde una perspectiva médica, limitando el universo de estas personas a esta única visión. Por encima de la medicina están los Derechos Humanos y la propia voz de las personas transexuales. Disforia de género y transexualidad no son sinónimos, puesto que no todas las personas transexuales tienen disforia de género ni quien la tiene, la tiene en el mismo grado. Referirse así a las personas transexuales induce a error y no deja de ser una categorización desafortunada y estigmatizante que fundamenta la vulneración de los Derechos Humanos de las personas transexuales. En este sentido la Resolución del Consejo de Europa del pasado 22 de abril, en su punto 3, considera una violación de los Derechos Fundamentales, entre otros, el diagnóstico de la transexualidad como enfermedad mental. Al hilo de todo esto, el Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Thomas Hammarberg, el verano del 2011 solicitó a la OMS la despatologización de la transexualidad, declarando que la “disforia de género” (como se denomina erróneamente a la transexualidad en ciertos manuales de medicina) debe dejar de considerarse como enfermedad mental en los países del Consejo de Europa y los organismos internacionales de salud. Añade que “mantener este término -que designa a las personas que viven un desacuerdo entre su sexo biológico y su sexo psicológico- en la categoría de trastorno mental, estigmatiza a las personas transexuales y restringe su libertad a la hora de escoger un eventual tratamiento hormonal”. El término “Disforia de género”, por más que se utilice, no deja de ser un término desafortunado en castellano, y que induce a error. Peor aún es el término “Trastorno de identidad de género” que, por fortuna, ya se ha desterrado en las últimas publicaciones que tratan sobre la transexualidad.

Si la homosexualidad fue desclasificada como enfermedad mental y no necesita de acompañamiento psicológico obligatorio, ¿por qué si la transexualidad ha dejado de ser una patología según la APA y la OMS, usted Sr. Montero afirma en su artículo que “las personas que sufren esa disconformidad (refiriéndose a la transexualidad) con su sexo anatómico precisan de acompañamiento psicológico (…)”?.

Sr. Montero, a lo largo de su artículo usted mantiene la necesidad de las UTIG como referente para la atención médica de las personas transexuales. Los tratamientos recibidos por las personas transexuales no son distintos a los que son prescritos al resto de usuarios y usuarias del Sistema público de Salud de nuestro país. Segregar a las personas transexuales en UTIGs es estigmatizarlas. La Resolución del Consejo de Europa del pasado 22 de abril, en lo que concierne a los tratamientos de reasignación y cuidados de la salud la Asamblea llama a los Estados miembros a: “Modificar las clasificaciones de patologías utilizadas a nivel nacional y proponer la modificación de las clasificaciones internacionales con el fin de garantizar que las personas transexuales, incluidos las menores, no sean considerados como enfermos mentales, al mismo tiempo asegurando el acceso a los tratamientos médicos sin estigmatización”

Sr. Montero, lo que usted expresa en su artículo que no es otra cosa que un modelo de atención obsoleto, discriminatorio y patologizante, y que confronta con la nueva realidad social, con la mayor visibilidad de los/as menores trans, el cambio legislativo que han supuesto las Leyes Trans de Andalucía y Extremadura, que abogan por la libre autodeterminación del género como hiciera la ley argentina de 2012, y con la citada Resolución del Consejo de Europa del mes pasado. Esas disposiciones cuenta con gran apoyo social (las leyes autonómicas fueron aprobadas por unaimidad), y con gran consenso de profesionales de la medicina, psicología, antropología, trabajo social, pedagogía etc.; profesionales que usted desautoriza en su artículo otorgándose la potestad y autoridad en la materia de forma única e incluso usurpando la tutela legal de los padres y las madres de los menores trans. Algo tendrán que decir las propias personas transexuales a través de sus organizaciones, las cuales usted desacredita en su artículo. Y no es que lo digamos nosotros, sino que la propia Resolución del Consejo de Europa expresa la necesidad de consultar explícitamente a las personas transexuales y sus organizaciones e implicarlas en la elaboración y puesta en marcha de políticas y disposiciones jurídicas que les conciernen.

Es momento ya de dar un salto cualitativo que nos acerque a la igualdad de trato en todos los ámbitos y esto se concreta en ser atendido de forma normalizada como el resto de la ciudadanía y sin el prejuicio y el paternalismo que usted propone bajo la fórmula segregatoria que han supuesto las UTGs, insistiendo de forma antagónica en el descarte de patologías mentales. Usted fomenta la implantación y proliferación de “nuevas UTGs” que quieren tutelar a las personas transexuales y no acompañar, que quieren apartar su libre autodeterminación y marcar la pauta en el desarrollo de nuestras vidas. Es necesario la creación de una Ley estatal, pero no su Ley sino la nuestra.

Por otro lado, Sr. Montero, en su artículo vemos cómo una vez más se repite aquello de que “Solo el 15-20% niños/niñas con disforia persistirán en la edad adulta. Siempre que lo escuchamos o leemos, preguntamos que de dónde sacan esa estadística, porque entre los colectivos trans no consta que eso sea así. En este colectivo, por más que preguntamos por la existencia de tales remisiones, no encontramos dicho porcentaje. A pesar de ello, esa estadística se repite y repite hasta mil veces, con la intención de que se convierta en la “verdad”, parece que siguiendo la máxima de Joseph Goebbels. Existen rendiciones: personas transexuales que ante el temor a lo que conlleva todavía esa condición, en especial en la adolescencia, tiran la toalla y optan por vivir una vida que no es la que querrían, simulando una identidad sexual que no es la sentida como propia. Pero ni de lejos existe ese porcentaje de remisiones.

La evidencia está en las propias unidades de corte patologista. En el reciente estudio de la Dra. Delamarre-Van De Waal (2014), se concluye que “A día de hoy, no tenemos ningún caso de arrepentimiento en nuestro grupo de pacientes jóvenes”. De manera similar, en el trabajo publicado por el equipo del Hospital Universitario Ramón y Cajal, se afirma que “Respecto a la persistencia del diagnóstico, a pesar de que se ha publicado datos cuantitativos de otros autores resultan contradictorios (…). Nuestros datos hasta la fecha objetivan un número elevado de casos de menores vistos en edades tempranas, en los que se confirma y se mantiene su diagnóstico de disforia de género, después de la mayoría de edad”. También el Hospital Clinic de Barcelona en 2013, en su publicación al respecto, se dice “es preciso realizar nuevos estudios con criterios diagnósticos muy definidos para analizar la gran discrepancia entre estudios.”

Por tanto, la propia clase médica reconoce que las estadísticas no son fiables, y además es importante subrayar que en los casos en lo que no se mantiene el “diagnóstico” no se trata de que algunos menores “diagnosticados” como personas transexuales hayan dejado de serlo con el paso de los años (la condición de persona transexual se tiene desde que se nace hasta que la persona fallece), sino que ha existido un “diagnóstico” erróneo, resultando paradójico que hasta los “errores de diagnóstico” del sistema sanitario se vuelvan en contra de los menores transexuales, tratando de extender la errónea creencia de que lo más probable es que haya remisiones, por lo que mejor no hacerles caso… La conclusión debería ser que esto no hace sino confirmar que nadie, nada más que cada persona, en la única que puede saber cuál es su identidad sexual: el principio de autoderminación de género”.

Desde la Plataforma de los Derechos Trans #NadieSinIdentidad, hacemos un llamamiento a Instituciones, Partidos Políticos, Organizaciones Sociales y Entidades LGTBI, para que se posicionen públicamente al lado de las personas transexuales y no junto a los profesionales de la medicina que contribuyen a la segregación, patologización y estigmatización de las personas transexuales. Los derechos de las personas transexuales también son derechos humanos”.

La plataforma que firma esta respuesta está integrada por colectivos trans de Madrid, Aragon, Catalunya, Canarias y la Asociación Estatal de Madres y Padres de menores Trans “Chrysallis”.

Excelente tratamiento del tema en El Intermedio

Mucho mejor sabor de boca que el artículo mencionado nos dejó el programa de La Sexta El Intermedio de este lunes 11 de mayo, que dedicó buena parte de su contenido a la realidad de los menores transexuales con entrevistas a dos familias, la de Eli, una niña transexual de 11 años, y la de Elise, una adolescente de 14 años que acaba de comenzar su tratamiento con bloqueadores hormonales (sufragado por la propia familia, dado que la Unidad de Género de la Comunidad de Madrid hasta el momento se ha resistido a suministrar este tipo de tratamientos).

Elise, por cierto, sorprende por la madurez con la que a sus 14 años cuenta su historia y el trato que recibió por parte de la Unidad de Género  madrileña, donde una socióloga llegó a espetarle que si se arrepentía lo único que le quedaba era “tirarse por un puente”. También fue entrevistado (ya en directo, en el estudio) Leo Mulió, un joven transexual de 22 años que acaba de ver reconocida legalmente su identidad masculina.

En este enlace puedes ver el programa en su integridad (el reportaje sobre los menores transexuales comienza en el minuto 12:30).

Fuente Ragap y Dosmanzanas

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