“Santos accidentales. Encontrando a Dios en las personas equivocadas”, de la pastora luterana Nadia Bolz-Weber
Alfonso Pérez Ranchal: “La sinceridad hiriente de este libro me ha sacudido“
“Para tanto «santo» y «justo» que asiste a este tipo de iglesias este libro no es recomendable. Seguramente quedarán escandalizados”
“Los ortodoxos, los de buenas maneras y los bien hablados, le haya dicho de todo a Nadia Bolz-Weber, desde hija de Satanás hasta mandarla por toda la eternidad a que sufra en el infierno”
“Habla de su vida, de sus traumas desde la niñez y de cómo la Iglesia supuso para ella todavía más dolor y hundimiento”
“Es alguien a la que le persigue la depresión hasta tal punto que la llamó «Frances», y que tiene problemas de ira y adicción al alcohol”
| Alfonso Pérez Ranchal
De todas formas, ha sido mi experiencia que lo que nos hace los santos de Dios no es nuestra capacidad para ser santos, sino la capacidad de Dios para trabajar a través de los pecadores. El título «santo» siempre se confiere, nunca se gana. Nadia Bolz-Weber
Nadia Bolz-Weber es una controvertida pastora luterana que no pasaría un examen de ortodoxia, ni de buenas maneras y muchos menos de bien hablada. Ello ha hecho que los ortodoxos, los de buenas maneras y los bien hablados, le hayan dicho de todo, desde hija de Satanás hasta mandarla por toda la eternidad a que sufra en el infierno. Sin embargo, ha sido en otros lugares en donde este libro se ha hecho sentir. El mismo fue bestseller del New York Times. Esto nos indica que la espiritualidad en muchas personas está muy viva, lo que ocurre es que en no pocas ocasiones se encuentra en donde uno no esperaría… como el subtítulo de este volumen nos indica.
Debo reconocer que este libro me ha sacudido. Lo más importante no es lo que cuenta, que también, sino su sinceridad hiriente… hiriente porque en ocasiones te ves reflejado. ¿Significa esto que estoy de acuerdo con todo lo que dice y cómo lo dice? No. Menos mal.
Han existido, y existen, tantos excesos por la parte más conservadora del cristianismo que es un auténtico milagro que alguien como Nadia, que se crio en una familia fundamentalista, pueda volver a la fe. Una fe que se basa en la Gracia. Nadia es una pecadora, ella lo sabe, no hace falta que nadie se lo diga, no pretende esconder nada. Pero esto también significa que sabe lo que es la gracia, no hace falta que nadie le hable de ella, la ha encontrado en el rostro de Jesús. Es esto precisamente lo que cautiva de este libro. En realidad no hay grandes argumentos, no podemos encontrar algo así como un tema que se va desarrollando a través de los capítulos. Sin embargo, te hace pensar y mucho ante alguien que no esconde su fallos, sus errores, este es el «gran argumento» que, además, posiblemente no sea intencional.
Lo que vendría a continuación en una reseña «como Dios manda» sería una breve presentación del contenido del libro, apuntar lo esencial de cada capítulo para que el lector se haga una idea general, pero en un libro como el presente no hace falta. Se trata de experiencias, de sus experiencias y de cómo encontró a Dios en las personas equivocadas. Por ello, podría destacar las páginas 51 y 52 y las que van desde la 78 a la 80 en donde habla de su vida, de sus traumas desde la niñez y de cómo la Iglesia supuso para ella todavía más dolor y hundimiento. También podría apuntar la historia de Jim el homosexual que se relata a partir de la página 68, o de cuando habla de las treinta y tantas personas que componían al principio su iglesia, la mayoría con estrés postraumático por los excesos vividos, como ella misma, en iglesias fundamentalistas, cerradas y legalistas. Para conocer más historias deberás comprar el libro.
Esta luterana es alguien que lucha a diario con su adicción al alcohol, y aunque sabe cómo mantenerla a raya también conoce que no puede bajar la guardia. Es alguien a la que le persigue la depresión hasta tal punto que la llamó «Frances», y que tiene problemas de ira. Esto contrasta con el mundo religioso en el cual nació y que al presente no ha cambiado en casi nada. Personas de buenas maneras, que rara vez alzan la voz (salvo en las redes sociales), aseadas, con apariencia de piedad y defensoras de la «sana doctrina». Es por ello que para tanto «santo» y «justo» que asiste a este tipo de iglesias este libro no es recomendable. Seguramente quedarán escandalizados. Esta malhablada ministra les chocará, al igual que algunos de sus comentarios sobre determinados temas. Sin embargo, creo que ha experimentado mucho mejor la gracia, el amor de Dios, que todos los anteriores juntos. Solo alguien que ha caído muy bajo conoce el poder sanador y restaurador de Dios en la persona de Jesús, esa es Nadia.
¿La desligitima todo lo hasta aquí dicho para ser ministra del evangelio? En absoluto, todo lo contrario. En realidad, solo alguien así puede llegar a personas que han pasado por lo mismo, sentir lo que ellas sienten y desde ahí ayudarlas. Por eso a su iglesia iban tantos pecadores y tan pocos justos.
A medida que ella se va exponiendo coloca al lector en una posición muy incómoda. No somos tan limpios y puros como nos pensamos. Es posible que tengamos secretos que jamás diremos a nadie, apariencias que guardar, por ello, al desnudar su interior en realidad se trata de un acto de tremenda valentía. Evidencia que además posee una conciencia fina y sensible.
Nadia Bolz-Weber nos presenta su día a día como pastora luterana, pero también y a la par como una mujer corriente con sus luchas, sus dudas y sus certezas. No busca la absolución, sabe que ya la tiene, Dios se la ha regalado, pero lo que sí hace es que el lector sea una especie de confesor, nos hace partícipes de los baches de su alma.
También muestra que la realidad es a veces muy compleja. En ocasiones, defendemos una postura hasta que nos toca a nosotros pasar por esa misma circunstancia. Entonces, tenemos dos opciones: o reconocer nuestro error, o comenzar a dar excusas, acudir a las disculpas propias y a mirar para otro lado.
Concluyendo, el título Santos accidentales. Encontrando a Dios en las personas equivocadas se convierte en un llamado a dirigir la vista precisamente en esta dirección para comprobar cómo es allí, y en ellas, en donde Dios manifiesta su amor y compasión de forma escandalosa. No me extraña que a Jesús lo llamaran amigo de pecadores. Lee este libro y ten siempre un ejemplar de más preparado para regalar a cualquier vida rota que se te cruce en tu camino. Existe crueldad tanto dentro como fuera de las iglesias, pero hay alguien que jamás se escandalizará de ti ni te tratará con desprecio. Es alguien que también sufrió desprecio e ignominia, venía de Nazaret, y sí, de Nazaret puede salir algo bueno, de hecho, muy bueno.
Fuente Religión Digital
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