- Francisco en Irak.
Hace unos días Francisco “visitaba” Irak, país de 41 millones de habitantes, con un 95 % de la población musulmana (aproximadamente 60 % sunies y 40 % chiítas). Los cristianos pudieran llegar a un 5%. En 2003 había en Irak millón y medio de cristianos, en el 2013, el número de cristianos descendió a 450.000. Hoy en día parece que apenas llegan a 250.000 cristianos y todo ello debido a la persecución que sufren los cristianos principalmente por el Estado islámico. El exilio de cristianos es constante. Por ejemplo:
En la actualidad, miles de cristianos católicos iraquíes viven en Alemania. La Comunidad Católica Caldea en Múnich, está formada por alrededor de 20.000 cristianos caldeos viviendo en Alemania, según aseguró a Deutsche Welle.
Irak es la antigua Mesopotamia, con los ríos Tigris y Éufrates, lugar en el que la Biblia y la mitología sitúan el “paraíso terrenal.
No sé si Adán y Eva fueron expulsados del paraíso terrenal, pero quienes están siendo “expulsados” hoy son los cristianos.
En un clima tenso, difícil, Francisco ha visitado a esta minoría cristiana (no se da un baño de masas). Francisco acude a consolar, a ayudar a esta iglesia cristiana de varios ritos: caldeo, siro-ortodoxa, armenio, asirio).
Francisco predica con el ejemplo. Hay que vivir abiertos y salir a las periferias.
Los viajes del papa Francisco, en sus ocho años de pontificado, se han diferenciado de los de sus antecesores porque no han tenido como destino los grandes centros católicos del mundo -Europa, Sudamérica y regiones de África-, sino que ha viajado allí donde los cristianos son minoría: Tailandia, Emiratos Árabes Unidos, Japón, Corea del Sur.
El tono abierto y dialogante de Francisco ha tenido dos momentos culminantes:
- El histórico encuentro de Francisco con el ayatolá, Al Sistani, en la ciudad de Nayaf. Al Sistani es el principal líder religioso chiíta.
Quiera Dios que este encuentro entre ambos ayude a mejorar las relaciones no solamente entre el Vaticano y el islam (sería una cuestión política), sino entre los cristianos y el islam.
- La visita del papa a Ur de Caldea, donde la tradición dice que nació Abraham, padre las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo.
Además, admitiendo de buen grado la teoría del evolucionismo: venimos de especies inferiores (Darwin), y permaneciendo, también de buen grado, en la mitología y los símbolos bíblicos, puesto que, en esa tierra de Mesopotamia (hoy Irak), la Biblia ubica ahí el paraíso terrenal, Francisco visitó la tierra en la que nació la humanidad, Adán y Eva.
Francisco se acercó a las fuentes de la tradición. Tradición, traditio, no significa fanatismo, mantener a capa y espada costumbres, ritos, formas que, tal vez ya no sirven, sino que tradición significa acoger lo que se nos entrega.
Abraham es nuestro padre en la fe, se fio de Dios. Abraham fue quien “descubrió” que el sentido de la vida y la salvación radica en confiar, en fiarse en la vida de Dios.
Es bueno vivir de lo que hemos recibido, de lo que se nos ha entregado.
Como hijos de la Ilustración seguimos pensando y viviendo que la solución a la vida la tenemos en el próximo ordenador, en llegar a Marte. Lo pasado, la traditio ya no “nos sirve para nada”. Lo viejo es “malo”, lo mismo da que sea un odenador, que un móvil o una persona.
René Latourelle (1918-2017), uno de los teólogos más notables de la época conciliar (Vaticano II), escribía:
Nuestros contemporáneos están instalados en las ramas de un árbol que no tiene raíces. La historia comienza con ellos. Hay que oír las declaraciones de determinados magos del mundo político y religioso. Cada uno se parece a un polluelo que acaba de romper el cascarón y que, totalmente desnudo y sin pelos todavía, exclama: ¡Aquí estoy yo! ¡comienza el mundo! La imagen ni siquiera resulta caricaturesca. Lo repetimos: un presente que no tiene pasado carece de futuro.
La historia de la humanidad es la de una tradición, de una transmisión de patrimonio, con momentos de discontinuidad, cierto, pero nunca de ruptura total. El hombre del rechazo devastador y del reino del yo siente la tradición como un obstáculo al proceso de emancipación total de su libertad. Desafía a toda autoridad, niega toda paternidad, olvidando que el rechazo de toda tradición le hace retroceder, porque significa la abolición de todo el patrimonio adquirido…
LATOURELLE, R. Una llamada a la esperanza, Salamanca, Ed Sígueme, 1997, 47.
Francisco en Ur de Caldea volvió a las raíces de nuestra fe, de nuestra cultura, de nuestra traditio.
- nicodemo
El evangelio de hoy nos ofrece el encuentro entre Jesús y Nicodemo.
Nicodemo es un intelectual, un jefe dentro de la secta farisea.
Nicodemo es un hombre honrado: se enfrentará al sanedrín cuando van a arrestar a Jesús ya que la ley “obliga a escuchar primero al acusado antes de condenarle, (Jn 7,32.45-52). Fue igualmente valiente al ir con José de Arimatea a dejar piadosamente ungido con un bálsamo de mirra y áloe el cadáver de Jesús (Jn 19,30).
Y es un hombre que accede a Jesús de noche y la noche en San Juan significa una actitud espiritual, la esfera de las tinieblas y de la mentira, que no admiten o se oponen a Jesús. (Cuando Judas sale del cenáculo, era de noche, Jn 13,30). Los hombres amaron más las tinieblas que la luz, (Jn 3,19).
Acercarnos a Jesús es acercarnos a la luz. Y acercarnos a Jesús es acercarnos al amor de Dios, al Dios de amor, porque tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo al mundo para que tengamos vida. Dios es amor, 1Jn 4,9)
Dios ama a la humanidad y su designio es que toda la humanidad se salve y llegue al conocimiento de la verdad (1Tim 2,4).
Hemos vivido momentos eclesiásticos duros, todavía en algunas diócesis estamos en una teología, moral, etc. violenta, fanática.
Como Nicodemo, acudamos en nuestras noches a Jesús: luz y amor. Y demos gracias a Dios porque el papa Francisco trata de reformar la Iglesia y la misericordia de Dios se hace más presente. Esperemos que llegue algún día también a nuestra iglesia local).
Cuando Dios habla, ama. Y el amor de Dios es liberador.
Cuando nos pese la vida, cuando lo eclesiástico diocesano se torna castigo, descalificación y sufrimiento, volvamos al Dios de Jesús que nos ama.
No le tengamos miedo a Dios. Dios es “buena gente” y nos ama.
- Mirarán al que transpasaron
El Hijo del hombre tiene que ser elevado. Es el momento culminante de nuestra salvación.
Dios le manda a Abraham que eleve su mirada y mire las estrellas del cielo: son expresión de la creación y bondad de Dios. San Juan nos recuerda: mirarán al que transpasaron, (Jn 19,13).
Cuando miramos a JesuCristo crucificado, nos infunde una profunda paz y serenidad, es la redención, estamos salvados. No nos hace falta más, basta con mirar al que crucificaron, sus heridas nos han curado, (1Ped 2,24).
Biblia, Espiritualidad
4º Domingo de Cuaresma, Amor, Ciclo B, Cuaresma, Dios, Evangelio, Jesús, Mundo
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