Juan Zapatero Ballesteros: Feliz 2021 en un mundo al revés.
“Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra”. (Isaías 2,4).
“Érase una vez un lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés” (José Agustín Goytisolo).
Por deseos que no quede; y, además por mi parte, los más abundantes y mejores: ¡Feliz año 2021! No hace falta ser muy avisado para darse cuenta de que, en ningún principio de año como este, nos hemos deseado tanta felicidad y con tanta fuerza. Es verdad que razones no nos faltan después de lo vivido durante prácticamente todo el año que acaba de finalizar. ¡Y lo que nos queda, a pesar de la llegada de los tan ansiados remedios farmacéuticos! Sí; porque los males “epidérmicos” tienen solución de manera rápida, una vez descubierta la “pócima milagrosa”. Pero en este caso el mal que nos acecha es de muy profundo calado. Hemos llegado tan lejos que ya no sirven ni valen los paños calientes ni los apaños.
El deseo de felicidad personal y mutua, sobre todo para las personas más allegadas, es algo que el ser humano ha tenido desde siempre, pero de manera especial cuando la situación se ha convertido en crítica o rayando con ello debido a que las cosas parece que no funcionaban ni funcionan como fuera o es de esperar. Dos ejemplos muy claros separados por veintiocho siglos en el tiempo son el profeta Isaías y el escritor José Agustín Goytisolo. ¡Qué mejor y mayor deseo que transformar armas destructoras en instrumentos capaces de producir alimentos! O, ¿se puede soñar algo más inverosímil que la maldad más cruel convertida en bondad e inocencia? ¿O la fealdad más horrenda en la hermosura más bella? ¿Y qué decir de quien habiendo hecho del atropello el objetivo de su vida decide convertirse en una persona pulcra y decente?
Como podemos ver, tanto Isaías como Goytisolo lo dejan muy claro: no valen los remiendos ni los barnices que adornan y lo dejan aparentemente muy bonito, pero que siguen procrastinando la verdadera solución del problema. Las medias tintas, según puede deducirse de sus palabras, deben ser descartadas de manera definitiva. Aunque pueda sonar duro, cabe decir que hace falta ese cambio radical y profundo que tan bien expresado y definido viene dado por las palabras “metamorfosis” y “metanoia”. “El mundo al revés” de Goytisolo y la gran utopía de Isaías “No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra” son el claro paradigma de lo que nuestro planeta y nuestra sociedad están esperando con una urgencia inaplazable.
Esperar, esperar… Claro que sí; esperar con fuerza y entusiasmo hasta pulir esta virtud de toda actitud pasiva o conformista ante los retos con los que podemos ir encontrándonos. Pues, si es verdad que la esperanza exige siempre compromiso y apuesta sin condiciones, lo es mucho más y de manera radical al comenzar un nuevo año, cuando parece que los buenos propósitos, los mejores deseos y los óptimos augurios solamente van a continuar haciendo imposible que se convierta en realidad la utopía más inverosímil. El planeta, el mundo y todas y cada una de las personas no podemos seguir esperando a que todo se vaya sucediendo a nivel de pequeños cambios; necesitamos un “mundo al revés”; de ello debemos convencernos a pie juntillas, porque en ello, valga la redundancia, nos va todo al planeta, a la sociedad y a cada uno de nosotros. Hablar, pues, de esperanza en estos momentos es hablar del pleno convencimiento por nuestra parte, desde el que únicamente será posible pensar en una transformación profunda y radical. Convencidos de mente, por supuesto; pero además y sobre todo apostando de manera decidida desde la voluntad.
Pero ¡ojo!, porque no es cuestión de salir en tromba y comenzar a dar sin más, a diestro y siniestro. Pues, si es verdad que nada de lo que nos rodea nos puede ni nos debe ser ajeno, no lo es menos el hecho de tomar conciencia de que la primera y gran proximidad comienza por cada una de nuestras propias vidas. Intentando evitar con ello “ver la paja en el ojo ajeno y no ver la biga en el propio”, llegando a convertirnos en prácticamente ciegos a nosotros o, como mínimo, distorsionando la realidad que consideramos que debe ser transformada de manera urgente. Esto nos está indicando que la radicalidad del compromiso debe comenzar por el yo, el tú y el nosotros a la hora de provocar esa transformación profunda que tan urgente nos parece y que, sin duda, debe ser realizada cuanto antes respecto a nuestro entorno. Coherencia, esa palabra vieja y bastante en desuso, sería la que mejor definiría esa actitud inaplazable por nuestra parte. No pensemos, pues, en pequeños retoques, en pequeños cambios de vida o algo por el estilo. Pienso que se hace necesario encentar un nuevo paradigma en cuanto a valores; o, a lo mejor, vivir los que en su momento tuvimos, pero que, por vete tú a saber qué intereses o caprichos, quedaron guardados entonces a buen recaudo.
¡Feliz 2021, pues, en un mundo al revés!
Juan Zapatero Ballesteros
Fuente Fe Adulta
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