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“Santa Teresa de Jesús: inquieta, andariega, desobediente y mucho más…” , por Consuelo Vélez

Miércoles, 27 de octubre de 2021
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TERESA LA GRANDE BDe su blog Fe y Vida:

Pero lo que más me encanta de Teresa es lo que un nuncio del Papa, afirmó de ella: “…fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino y Prelados: enseñando como maestra, contra lo que San Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen”

Personas como Teresa son las que necesitamos en este tiempo en que el Papa Francisco ha convocado al sínodo sobre sinodalidad: un tiempo para escucharnos, encontrarnos y discernir sobre los desafíos que vivimos

El 15 de octubre se celebra la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Su vida y su obra mantienen actualidad porque ella fue una mujer que supo vivir en “su tiempo” y “adelantada a este”. Vivió en su tiempo y afrontó las circunstancias que su momento le deparaban, con naturalidad, confianza, intrepidez. Pero también vivió adelantada a su tiempo porque rompió moldes y estereotipos de su época, ganándose así enemigos y contradictores. Muchas cosas podríamos decir de ella para mostrar la actualidad de su legado. Recordemos algunas para celebrarla en su fiesta.

Fue una mujer a la que le importaba lo que pasaba y sentía la necesidad de implicarse en ello para dar alguna respuesta. Así lo expresa: “Está ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que, por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia”. O, como también lo expresó: “Veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”. Por supuesto esta expresión refleja la comprensión sobre las mujeres de aquella época -y de aún hoy en ciertos sectores-. Pero para ella, aquellas que tildan de “débiles”, en realidad tienen “ánimos virtuosos y fuertes”.

 Su mayor legado fue la experiencia de oración que supo vivir y enseñar, especialmente, a sus monjas. En tiempos donde no estaba permitida la oración mental para las mujeres, ella no duda en instar a sus hermanas que emprendan el camino de oración y que ante las críticas que puedan recibir de parte de los clérigos por tener la osadía de seguir ese camino, no les hagan caso porque, según ella, esas críticas –“son opiniones del vulgo”-; y también les recomienda que cuando les digan que dejen la oración, apelen a la regla que “manda a orar sin cesar”.

Dos cosas son centrales para ella en la oración: (1) la importancia del amor y (2) la humanidad de Cristo. Lo primero es muy significativo porque no es la oración por la oración, no la propone como una técnica, un ascetismo -como a veces se enseña hoy- porque lo que interesa es el amor: “no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os despertare a amar, eso haced”. Lo segundo es definitivo: la humanidad de Cristo es el medio para la más subida contemplación, aunque sus contemporáneos lo negaban: “Y veo yo claro (…) para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita (…) He visto claro que por esta puerta hemos de entrar (…) Así que vuestra merced, señor (el P. García de Toledo) no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de la contemplación, por aquí va seguro (…) y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y lo vemos con flaquezas y trabajos y es compañía”. Busca orientaciones sobre su propio proceso de oración, pero lo hace con personas “letradas” –porque sabe lo fácil que es caer en cualquier tipo de explicaciones falsas- pero, al mismo tiempo, para ella la oración es fuente de sabiduría porque la verdad de Dios se nos entrega en la oración, en el trato amistoso con Él”. Por eso puede contradecir a quienes le dicen que no tiene razón.

Algo sorprendente son las fundaciones que hace. No hay dificultad humana que se lo impida porque su confianza es absoluta en Dios y sabe que, si ella pone todo de su parte, Dios no dejará la obra inconclusa. Sabemos que no solo funda conventos de mujeres sino también de varones. Y parece que no le tema a nada. Es capaz de enfrentarlo todo y no cesa de buscar soluciones a las dificultades que se le presentan. Actúa con astucia para conseguir lo que persigue y sabe ocultar sus intenciones para no ser reprobada por los superiores hasta que se realiza la obra: “Y así me determiné de hablar al gobernador, y me fui a una iglesia que está junto con su casa y le envié a suplicar que tuviese por bien de hablarme. Había ya más de dos meses que se andaba en procurarlo y cada día era peor. Como me vi con él, le dije que era recia cosa que hubiese mujeres que querían vivir en tanto rigor y perfección y encerramiento, y que los que no pasaban nada de esto, sino que se estaban en regalos, quisiesen estorbar obras de tanto servicio de nuestro Señor. Estas y otras hartas cosas le dije con una determinación grande que me daba el Señor; de manera le movió el corazón, que antes de que me quitase de con él, me dio la licencia.”

Gracias a sus escritos podemos hoy seguir profundizando en su legado. Una y otra vez se estudian, se meditan, se oran, se reflexionan sus obras y siempre se saca mucho provecho de ellas. En sus escritos también muestra su osadía y su estar adelantada a su tiempo. Más de una obra fue cuestionada y retirada, pero la fuerza de su experiencia permitió que se recuperaran y podamos seguir aprendiendo hoy de su inmensa hondura espiritual.

Pero lo que más me encanta de Teresa es lo que un nuncio del Papa, afirmó de ella: “…fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino y Prelados: enseñando como maestra, contra lo que San Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen. Precisamente esas palabras muestran todo lo que ella fue en su tiempo, saliéndose de los moldes establecidos porque en realidad amaba a la Iglesia y no se resignaba a que en ella no se viviera la radicalidad del evangelio.

Personas como Teresa son las que necesitamos en este tiempo en que el Papa Francisco ha convocado al sínodo sobre sinodalidad: un tiempo para escucharnos, encontrarnos y discernir sobre los desafíos que vivimos. Pero esto solo dará buen fruto si en estos diálogos afrontamos lo que en verdad va mal en la iglesia y con la creatividad y audacia evangélica proponemos nuevos caminos que rompan moldes y se arriesguen a estrenar horizontes distintos e inéditos.

(Foto tomada de: http://recursoscarmisar.blogspot.com/2009/10/triduo-santa-teresa-de-jesus.html)

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“Dos mujeres de octubre”, por Juan Zapatero.

Martes, 26 de octubre de 2021
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D8053EC7-6823-4780-8D33-117ADE95E27DDos Teresas, la una con diminutivo, Teresita, la otra con el nombre tal y como suena, Teresa, ocupan, en el santoral de la Iglesia, el inicio y el medio del mes de octubre. La primera es Teresa de Lisieux (Francia), por el lugar donde falleció el 1897; su festividad se celebra el 1 de octubre y es conocida con el nombre completo de Teresita del Niño Jesús. La segunda es Teresa de Ávila, por el lugar donde nació el 1515; su festividad tiene lugar el 15 del mismo mes y su nombre completo es Teresa de Jesús; nombre este que se aplicaba ella misma y que pudo considerar ratificado en su interior, según cuentan, por la supuesta respuesta que recibió de un niño con quien se topó, mientras bajaba las escaleras del convento de la Encarnación “¿Cómo te llamas, niño hermoso?”, le preguntó esta. A lo cual Él contestó “Y tú, ¿cómo te llamas?”. “Yo soy Teresa de Jesús”, dijo ella. A lo cual Él respondió “Pues yo soy Jesús de Teresa”.

Si nos retrotraemos al momento de su muerte, tres siglos y un poco más les separan a ambas. Dos vidas diferentes en muchos aspectos; en la duración concretamente: 67 años en el caso de Teresa frente a los 24 de Teresita; pero, además, y, sobre todo, en la forma de vida que ambas llevaron: andariega y fundadora, en el caso de Teresa de Ávila; recluida en el monasterio y dada de manera exclusiva a la mística y la oración, en el caso de Teresita de Lisieux. Vidas en absoluto contrapuestas, más bien idénticas, pues para ambas el amor era el único motivo y la única razón de todo su ser y su quehacer. “Solo el amor es el que da valor a todas las cosas”, solía decir Santa Teresa de Jesús. “Comprendí que, sin amor, todas obras son nada, aún las más brillantes” repetía con insistencia Santa Teresita del Niño Jesús.

El gran dilema de la mayoría de las religiones, yo diría que siempre de manera implícita, es la apuesta por “creer” frente a “confiar”; conceptos aparentemente iguales, pero que, en la práctica, marcan actitudes profundas, más que diferencias, frente a la vida de las personas que se dicen creyentes. Es verdad que, en el caso de algunas, se trataría más bien de sectas o de grupos sectarios, incluso dentro de las propias religiones, las creencias es su objetivo último; entendido el concepto creencia como el cúmulo de verdades, afirmaciones, dogmas, etc., que conformarían el contenido de fe de dichas religiones o grupos. No debemos olvidar, por otro lado, que las afirmaciones éticas o los consejos morales hacia el buen comportamiento ya son válidos por sí mismos; pero lo son aún más cuando unas y otros llegan acompañados por el testimonio de quien lo afirma o aconseja, quizás por aquello de que “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”; o porque son afirmaciones o consejos referidos de alguien que se implicó por ellas y ellos hasta las últimas consecuencias. El caso del Evangelio y la apuesta de Jesús por poner en práctica todo lo que decía y enseñaba es, sin ningún género de dudas, el más claro y evidente, al menos para quienes se consideran o nos consideramos seguidores suyos, más que creyentes en Él. Pero no es este un peligro reciente o de tiempos no demasiado pretéritos; ya en los primeros momentos de la Iglesia apostólica, el peligro de quedarse en la fe (creencia) fue tal que el propio apóstol Santiago se vio obligado a decir que la “la fe sin obras es una fe muerta” (Sant. 2,17). Debe ser, quizá, por aquello de que los dogmas comprometen muy poco o nada, frente a la exigencia profunda y constante de quien apuesta y confía en la persona que dijo y se implicó hasta el final con aquello que dijo.

Teresa y Teresita vivieron momentos en que la fe y sus verdades ocupaban o debían ocupar el centro de la vida de toda persona cristiana. Teresa experimentó, por su parte, algunas de las incomprensiones, advertencias y vicisitudes por parte de los tribunales de la “Santa” Inquisición, aunque en menor medida que su confesor y director espiritual, Juan de la Cruz; pero no por ello menos dolorosas interiormente. La razón no fue otra que poner la experiencia personal del amor de Dios por delante de cualquier otra verdad, por muy sagrada que dicha verdad fuera tenida; y es que no corrían buenos tiempos para la mística que conllevaba el peligro de desplazar al dogma y las “santas verdades”. No era lícito que una “mujer” se atribuyera la experiencia de un Dios próximo y cercano que por entonces quedaba reservada de manera exclusiva a quienes ostentaban el cargo de custodiar, y a buen recaudo, las verdades sagradas del compendio de la fe: varones todos ellos.

Los tiempos que le tocaron vivir a Teresita no fueron tan convulsos como los de Teresa; entre otras cosas, porque la virulencia doctrinal y dogmática de la Reforma y la Contrarreforma había amainado o, para ser más exactos, se había hecho menos visible; aunque, no por ello, menos dolorosa. Teresita pasó una gran parte de su corta vida, excepto los años de infancia y adolescencia, recluida en la clausura del Carmelo. El poco “aire” que llegaba de fuera a las monjas no era precisamente de libertad y de presencia de un Dios próximo y cercano. Pocos años antes de nacer ella, 1864, el Papa Pío IX había publicado el Syllabus, donde se exponían todos los errores de la sociedad moderna que la Iglesia condenaba. Otra vez el dogma y la verdad de la Iglesia, por boca del Papa, se imponían por encima de cualquier otra manera de vivir la experiencia de Dios y de la fe. Bien es verdad que Teresita no recibió ninguna advertencia del exterior, como sí que fue el caso de Teresa, pues su vida pasó desapercibida sobre todo para los de “fuera”; sin embargo, sí que fue reprendida en diversas ocasiones por sus superioras; a pesar de lo cual, ello no le impidió vivir siempre abandonada al buen Dios por el que se sentía locamente amada.

Dos mujeres, Teresa y Teresita, de un Dios próximo y lleno de vida frente a “verdades” de fe que muchas veces alejan y solo ofrecen indiferencia.

Juan Zapatero Ballesteros

Fuente Fe Adulta

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“Lilith, Clara Campoamor y Pedro Guerra”, por Juan José Tamayo

Miércoles, 6 de octubre de 2021
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156689-clara-campoamorClara Campoamor

El pasado 1 de octubre se conmemoraba el 90 aniversario del reconocimiento del voto a las mujeres en España  

 Durante mis largos años de estudios de Filosofía, Teología y Sagrada Escritura nunca oí hablar de Lilith. Mi descubrimiento fue muy tardío. La ignorancia sobre este personaje de la mitología hebrea -antes, babilónica- es casi enciclopédica

Quien sí conocía, y muy bien, el mito de Lilith era Clara Campoamor (Madrid, 1888-Suiza, 1972). Lo citó en su memorable discurso del 1 de septiembre de 1931 en el Congreso de los Diputados, en defensa del voto de las mujeres

“Esta historia de la guerra de los dos sexos es tan vieja como el mundo. La vieja leyenda hebraica del Talmud nos dice que no fue Eva la primera mujer de Adán, sino Lilith, que se resistió a acatar la voluntad exclusiva del varón y prefirió volver a la nada. Entonces, en la esplendidez del paraíso, surgió Eva, astuta y dócil para sumisión de la carne y del espíritu”

“El 1 de octubre de 1931 se aprobaba en la Constitución de la República el artículo 36 que reconocía a las mujeres el derecho al voto con 161 votos a favor y 121 en contra. Era la primera vez que en la historia de España se lograba tamaña conquista”

Lilith, desde mi interpretación feminista, ella es hoy uno de los símbolos más luminosos de la lucha contra el patriarcado. Quebranta lo establecido y niega el orden social de las cosas

En 2003, poco más de setenta años después del discurso de Clara Campoamor, y quizá inspirándose en él, el cantautor canario Pedro Guerra dedicó una canción a Lilith en su disco “Hijas de Eva” en la que le reconocía como la primera mujer que se negó a someterse al varón, a dejarse gobernar por él, y se decidió a volar

Durante mis largos años de estudios de Filosofía, Teología y Sagrada Escritura nunca oí hablar de Lilith. Mi descubrimiento fue muy tardío. La ignorancia sobre este personaje de la mitología hebrea -antes, babilónica- es casi enciclopédica.

Cuando explicaba la asignatura de “Las mujeres en el judaísmo en un curso de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid -lo hice durante diez años con una numerosa asistencia, mayoritariamente de alumnas-, acostumbraba a preguntar el primer día de clase: “¿Quién fue la primera mujer de Adán?”. La respuesta era casi unánime: “Eva”. Pero siempre había una alumna que disentía y respondía: “Lilith”. Ella llevaba razón en contra de la mayoría, influida sin duda por la imagen de Eva como la primera mujer de Adán, muy presente en el imaginario social.

Quien sí conocía, y muy bien, el mito de Lilith era Clara Campoamor (Madrid, 1888-Suiza, 1972), abogada y política madrileña y una de las tres diputadas de las Cortes Constituyentes de la II República Española, quien lo citó en su memorable discurso del 1 de septiembre de 1931 en el Congreso de los Diputados, en defensa del voto de las mujeres.

En aquel discurso calificó de acto de profunda piedad y de profunda ternura “estatuir el divorcio en España, porque no hay matrimonios deliciosos, y es insensato querer condenar a la indisolubilidad del vínculo cuando no haya manera de que se soporten dos en la vida, arrastrando uno de los cónyuges, o tal vez los dos, el peso de esa cadena, a la manera que arrastraban antiguamente los presidiarios aquellas bolas de hierro que marcaban la perpetuidad de su pena”.

Había diputados que se oponían al divorcio alegando que supondría un ataque a las ideas y los sentimientos religiosos. Su respuesta no pudo ser más respetuosa, al tiempo que más coherente. Les reconoció de buen grado el derecho a que la sociedad respete sus creencias y a proteger el sacramento del matrimonio, pero les dijo que a lo que no tienen derecho es a imponer a todos su criterio y su voluntad.

lilithLilith

A su vez, a los diputados que se oponían al divorcio apelando a razones de fe cristiana es recordó que, en vez de cumplir la doctrina de Cristo, lo que hicieron fue “un pacto con el trono, y los pactos del altar con el trono…se han hecho siempre en beneficio del trono y con desdoro del altar”, y que la bandera de las causas humanitarias, “no de caridad”, que ellos no recogieron, es la que se quiere llevar al proyecto de Constitución. Les echó en cara que incumplieron su mandato de conciencia, se alistaran con los poderosos y sirvieran al trono. Y les dirigió esta pregunta: “¿cómo podéis quejaros ahora de que nosotros recojamos esa bandera olvidada y caída y tratemos de levantarla para instaurar de una vez…lo que es deber de ternura hacia los hermanos de todos los órdenes y en todas las esferas”.

Es en este momento del discurso en el que se refiere a Lilith como prueba de lo vieja que es “la lucha de los sexos” y la presenta como paradigma de mujer que se niega a acatar la voluntad del varón. En dicho mito descansa una parte fundamental de la argumentación de Clara Campoamor en favor del divorcio. Este es su razonamiento:

“Solo voy a haceros un pequeño recuerdo. Esta historia de la guerra de los dos sexos es tan vieja como el mundo. La vieja leyenda hebraica del Talmud nos dice que no fue Eva la primera mujer de Adán, sino Lilith, que se resistió a acatar la voluntad exclusiva del varón y prefirió volver a la nada, a los alvéolos de la tierra; y entonces, en la esplendidez del paraíso, surgió Eva, astuta y dócil para sumisión de la carne y del espíritu.  De las diecisiete Constituciones dadas después de la guerra, solo tres niegan o aplazan el voto de la mujer. Los hombres de esos países han reconocido que Adán no ganó nada con ligarse, en vez de a la mujer independiente, de voluntad propia y de espíritu amplio, a la Eva claudicante y sumisa  (cf. Isaías Lafuente, La mujer olvidada. Clara Campoamor y su lucha por el voto femenino, Temas de Hoy, 2011).

El 1 de octubre de 1931 se aprobaba en la Constitución de la República el artículo 36 que reconocía a las mujeres el derecho al voto con 161 votos a favor y 121 en contra. Era la primera vez que en la historia de España se lograba tamaña conquista: “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales con forme determinen las leyes”.

Volviendo a Lilith, desde mi interpretación feminista, ella es hoy uno de los símbolos más luminosos de la lucha contra el patriarcado. Es una mujer insubordinada y rebelde. Osa afirmar su propia identidad, cuestiona el rol dominante del varón y reclama paridad con él. Abandona a su compañero desobedeciendo a Dios, que le manda someterse a él. Se atreve a invocar el nombre de Dios, algo que estaba prohibido en el judaísmo, porque invocar su nombre era conocer su esencia y se consideraba un acto de soberbia.

526px-Virginia_Woolf_1927Virginia Woolf

Quebranta lo establecido y niega el orden social de las cosas. Aparece como mujer peligrosa por insumisa, en oposición a la mujer buena y sumisa asociada con la maternidad (Eva) y con la pureza (María). Abre la puerta a la transgresión e instiga el deseo prohibido. Es apátrida, extraña, autoexiliada. Creo que le es aplicable lo que dice Virginia Woolf de sí misma: “En mi condición de mujer, no tengo patria. Como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo entero”.

A esta afirmación la teóloga feminista Jane Schaberg añade: “Como mujer, no tengo religión. No soy judía o cristiana o musulmana o pagana. Como mujer soy judía y cristiana, musulmana y pagana”. Igualmente puede aplicarse a Lilith la descripción que hace Virgnia Woolf de su amiga Ethel Smyth, compositora inglesa y dirigente del movimiento sufragista: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.

En 2003, poco más de setenta años después del discurso de Clara Campoamor, y quizá inspirándose en él, el cantautor canario Pedro Guerra dedicó una canción a Lilith en su disco “Hijas de Eva”, en la que le reconocía como la primera mujer que se negó a someterse al varón, a dejarse gobernar por él, y se decidió a volar.

“¿Quién fue la primera mujer
la que se hartó de vivir para Adán
y se marchó del Eden?

¿Quién fue la mujer que pasó
del paraíso del bien y del mal
y sin pensarlo se fue?

Ni heroina, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

¿Quién fue la mujer que también
surgió del polvo y la arcilla y no fue
hueso del hueso de Adán?

¿Quién fue la mujer que creció
en la subversión y no quiso entender
el se*o sin libertad?

Ni heroína, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

Lilith fue la primera mujer,
Lilith fue la primera mujer,
la primera mujer.

¿Quién fue la mujer que cansada
de vivir infeliz y atrapada
se decide a volar?

¿Quién fue la primera mujer
que independiente en su forma de ser
no se dejó gobernar?

Ni heroina, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

Lilith fue la primera mujer,
Lilith fue la primera mujer,
la primera mujer”.

Ahora se entenderá el porqué del título de este artículo en efemérides tan significativa.

Juan José Tamayo es teólogo feminista de la liberación y autor de ‘Religión, género y violencia’ (Dykinson, 21019, 2ª ed.)

Fuente Religión Digital

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Celebrar el mes de la Biblia reconociendo el papel de las mujeres en su traducción y divulgación

Lunes, 20 de septiembre de 2021
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1428E913-E599-4765-8796-2DA86C0BF6B4San Jerónimo con Santa Paula y Santa Eustoquia | Francisco de Zurbarán. Wikimedia Commons

Del blog de Consuelo Vélez Fe y Vida:

“Hacer de la Biblia el alimento sólido de nuestra espiritualidad”

“Más preocupante todavía es que la Biblia no llega a formar parte de la espiritualidad cristiana católica, como una medicación imprescindible y un texto que el pueblo de Dios reconozca como fuente de vida, o de ‘alimento dulce'”

“Falta más formación bíblica para todo el pueblo de Dios, incluidos los presbíteros que en sus homilías a veces se percibe que le hacen decir al texto lo que no dice o que los usan como ‘excusa’ para pasar a otro tema -casi siempre del ámbito moral”

“Cuando Jerónimo perdió buena parte de su visión, fueron estas mujeres las que le ayudaron en su tarea, con lo cual no sería de extrañar que algunos de los escritos de Jerónimo sean de autoría de estas mujeres”

Consuelo Vélez

Septiembre se conoce como el mes de la Biblia. En el ámbito católico, por la figura de Jerónimo que murió el 30 de septiembre y fue quien tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. Esa traducción se conoce como la “Vulgata”, habiendo sido este el texto bíblico oficial de la Iglesia católica hasta 1979. En el ámbito protestante, de habla hispana, se recuerda la aparición impresa que hizo Casiodoro de Reina en 1569, conocida como la Biblia del Oso, porque en la tapa aparecía un oso comiendo miel desde un panal. Esta versión fue revisada posteriormente por Cipriano de Valera, dando origen a la famosa versión Reina Valera, que ha sido la Biblia más usada por los evangélicos de lengua castellana.

Más allá de que la Biblia se celebre este mes, siempre es importante recordar que la Sagrada Escritura nos transmite la revelación divina, no a modo de una doctrina fija y literal, sino como bien lo explica la Constitución Dogmática Dei Verbum, mediante los géneros literarios y las condiciones particulares de los escritores sagrados, es decir, siendo ellos verdaderos autores, utilizando sus propios recursos, eso sí, contando con la inspiración divina que nos permite reconocer dichos escritos como Palabra de Dios.

El número 12 de la Dei Verbum se refiere a la necesidad de investigar qué quisieron expresar los autores sagrados y para esto es imprescindible conocer bien los géneros literarios y el contexto desde el que escribieron, para interpretar los textos en consonancia con el sentido general de toda la Sagrada Escritura de manera que se pueda entender lo que Dios nos sigue diciendo hoy a través de su palabra. Es muy importante tomarse en serio esta responsabilidad para no hacerle decir al texto bíblico lo que no dice y menos para justificar nuestras posturas, trayendo un texto bíblico como ‘prueba’ de lo que decimos, cuando muchas veces el texto significa todo lo contrario.

Tomarnos en serio esta responsabilidad todavía resulta difícil. Aunque Vaticano II afirmó que “la Sagrada Escritura debe ser el alma de la Teología (Decreto Optatam Totius, 16), en muchas de las publicaciones teológicas que abordan distintos temas, no es tan frecuente encontrar el aporte desde la Sagrada Escritura a dicho tema. Por supuesto, la mayoría de los artículos, tratando la temática desde la perspectiva sistemática, hacen referencia de alguna manera a la Sagrada Escritura, pero esto no es lo mismo que indagar con la profundidad suficiente y los métodos exegéticos adecuados, la temática que se va a presentar. Algunas veces he recomendado a los organizadores de las obras colectivas que pidan a más biblistas esa colaboración, pero no veo que sea algo que se incorpore suficientemente.

Pero más preocupante todavía es que la Biblia no llega a formar parte de la espiritualidad cristiana católica, como una medicación imprescindible y un texto que el pueblo de Dios reconozca como fuente de vida, o de “alimento dulce” -haciendo referencia al oso comiendo miel de la Biblia protestante-, como podría ser. Falta más formación bíblica para todo el pueblo de Dios, incluidos los presbíteros que en sus homilías a veces se percibe que le hacen decir al texto lo que no dice o que los usan como ‘excusa’ para pasar a otro tema -casi siempre del ámbito moral– en lo que los predicadores gastan mucho tiempo exhortando a los fieles para que no caigan en esos pecados de los que la Biblia generalmente no habla.

El papa Francisco en la Exhortación Evangelii Gaudium (n. 146-147) insiste en que la homilía debe “prestar toda la atención al texto bíblico, que debe ser el fundamento de la predicación (…) Quiero insistir en algo que parece evidente pero que no siempre es tenido en cuenta: el texto bíblico que estudiamos tiene dos mil o tres mil años, su lenguaje es muy distinto al que utilizamos ahora (…) Si el predicador no realiza este esfuerzo, es posible que su predicación tampoco tenga unidad ni orden: su discurso será sólo una suma de diversas ideas desarticuladas que no terminarán de movilizar a los demás”.

Finalmente, conviene recordar el papel de las mujeres en el trabajo de traducción de la Sagrada Escritura. Según testimonios escritos de San Jerónimo, fue un grupo de mujeres -Paula, Eustoquia, Blesila, Fabiola y, especialmente Marcela, entre otras, las que no solo lo sostuvieron económicamente para realizar su trabajo, sino que fueron las que, con su insistencia, interés y dedicación al estudio del texto bíblico, le ayudaron a mantener la constancia en su trabajo y llegar a los logros que la historia le reconoce.

El mismo Jerónimo agradece la insistencia de estas mujeres y dice que muchos le critican por enseñarle a las mujeres -a las que se les considera el sexo débil- y no a los varones, pero él mismo cuenta, que los varones no le preguntaban nada y en cambioellas estaban ahí, haciéndole preguntas con gran rigor intelectual y pertinencia sobre los temas bíblicos. Más aún, alaba la inteligencia de estas mujeres y la rapidez con que alguna de ellas aprendió el hebreo -ya sabían griego y latín-, reconociendo que había aprendido mucho más rápido que él y con mucha más fluidez y excelente pronunciación.

En una de sus cartas llama a Marcela “supervisora de sus trabajos, es decir, ella no solo controlaba el rigor intelectual de Jerónimo sino también organizaba su trabajo. Fue tanta la ayuda que ellas le prestaron que muchas de sus obras las dedica a estas mujeres. Pero aún más. Cuando Jerónimo perdió buena parte de su visión, fueron estas mujeres las que le ayudaron en su tarea, con lo cual no sería de extrañar que algunos de los escritos de Jerónimo sean de autoría de estas mujeres o por lo menos le hayan dado muchos de los insumos que luego este redacta en sus obras. Ellas también se encargaron de la edición y divulgación de sus escritos, a pesar de las resistencias que encontraron en los inicios.

En definitiva, celebrar la Sagrada Escritura es comprometernos con el estudio serio sobre ella y el propósito de hacerla alimento sólido de nuestra espiritualidad pero también -para actuar en justicia-, reconocer el papel de las mujeres en tantas realidades en las que han sido protagonistas y se les ha invisibilizado y, en este caso, si se honra la memoria de San Jerónimo, con más razón deberíamos honrar la memoria de estas mujeres, sin las cuales no hubiera sido posible dicha traducción que fue tan importante para la Iglesia católica durante tanto tiempo.

(Imagen tomada de: https://www.mujeresenlahistoria.com/2017/03/la-primera-monja-santa-paula-de-roma.html)

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Neoliberalismo y patriarcado: Del intercambio de mujeres a la mercantilización de sus cuerpos

Jueves, 9 de septiembre de 2021
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ana-de-miguel-635x480Segunda jornada del 40 congreso de Teología de la Juan XXIII

En palabras de Michael J. Sandel, habríamos pasado de una “economía de mercado” a una “sociedad de mercado”. El cuerpo de las mujeres no ha quedado al margen de esta lógica de intercambio monetario

Negociar su “capital erótico” se entiende como una forma de comportamiento que empodera a las mujeres

El dinero se ha ido convirtiendo en un fin que todo lo justifica. Eso sí, bajo el mantra del consentimiento. En este sentido, la ideología neoliberal está encontrando un valioso aliado en la ideología patriarcal propia de las sociedades formalmente igualitarias

La mercantilización de los cuidados nos sitúa ante unos problemas irresolubles mientras no se avance a un cambio de la organización social patriarcal y la construcción de la masculinidad

Sexo y mercado están deviniendo más compañeros que nunca. Y por el camino se convierten en el modelo para legitimar cualquier uso del cuerpo si hay dinero por el medio

En las últimas décadas se ha producido un avance significativo de los valores neoliberales, inscritos en la lógica del mercado, de tal manera que casi todo se convierte en mercancía, objeto o servicio susceptible de compra y venta. El mundo toma la apariencia de un gran centro comercial en que se ofrece la satisfacción de los deseos a través del consumo. En palabras de Michael J. Sandel, habríamos pasado de una “economía de mercado” a una “sociedad de mercado”. El cuerpo de las mujeres no ha quedado al margen de esta lógica de intercambio monetario. Bajo la justificación de la nueva libertad de la que ahora disfrutan las mujeres y la lógica contractual del consentimiento, hay una extensa bibliografía y un “estado de opinión” que entiende la libertad de las mujeres como una libertad extensible a vivir de negociar con sus cuerpos.

Negociar su “capital erótico” se entiende como una forma de comportamiento que empodera a las mujeres. Mujeres que vienen a convertirse en una suerte de emprendedoras o empresarias autónomas de un producto que es su cuerpo. Sin embargo, en los últimos años, también están apareciendo cada vez más voces críticas con este invasivo mercantilismo, muy especialmente desde un feminismo humanista y socialista, con una aspiración a un dialogo intercultural y universalista. La intervención mantiene una serie de interrogantes críticos a este respecto y plantea la hipótesis de que la mercantilización del cuerpo de las mujeres, tan legitimada a lo largo de la historia, refuerza los valores del neoliberalismo económico más radical.

La libertad de las mujeres… para venderse

El neoliberalismo mantiene que todo se puede comprar y vender, nada tiene por qué quedar fuera del mercado y la ley de la oferta y la demanda. ¿Por qué habría de hacerlo si hay dinero por el medio? En palabras del filósofo Michael J. Sandel hemos pasado de economías de mercado a sociedades de mercado. El dinero se ha ido convirtiendo en un fin que todo lo justifica. Eso sí, bajo el mantra del consentimiento. En este sentido, la ideología neoliberal está encontrando un valioso aliado en la ideología patriarcal propia de las sociedades formalmente igualitarias y basadas en el consentimiento y el mito de la “libre elección”. Las mujeres ya no actúan determinadas por la naturaleza o las leyes, ahora la sociedad les encamina a que elijan “libremente” lo de siempre. Los post feminismos, bajo un nuevo ropaje aparentemente transgresor y posmoderno, invitan a las mujeres a utilizar sus cuerpos en el mercado, a vivir de ellos, como si esto fuera algo nuevo y moderno, un producto refinado de la nueva libertad de la que, al fin, disfrutan las mujeres.

La sociedad globalizada del siglo XXI trae una buena nueva a las mujeres. Ahora que ya sois libres, ya podéis de forma libre y voluntaria vender, alquilar, permutar vuestros cuerpos o trozos de vuestros cuerpos en el mercado. Que también es libre. A lo largo de todo el planeta encontramos sociedades que limitan severamente la libertad de las mujeres en muchos aspectos salvo uno: casi todos apoyan la libertad de las mujeres para venderse, “si ellas quieren”.

Frente a la creencia post moderna de que las mujeres pueden venderse y mercadear con su “capital erótico” como si de una novedad antropológica se tratara, en este texto vamos a desarrollar la idea de que esto no es más que una nueva versión de la firme creencia patriarcal de que las mujeres forman parte de “los bienes” intercambiables de una sociedad, las mujeres son “objetos”; divinos o muy apreciados, pero objetos. Un ejemplo: no es fácil llevar la cuenta de la ingente cantidad de intelectuales y artistas consagrados que son descritos de la siguiente manera: fulanito, genio singular, se declara amante de “la ópera, los facsímiles del bajo medievo en la baja Sajonia y de las mujeres”. No es sólo Julio Iglesias con “me gustan las mujeres, me gusta el vino”, similares declaraciones están en la boca de un abanico de señores que va de premios nobel a poetas malditos: a todos les gustan “las mujeres” y otros bienes culturales.

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Las mujeres, desde que hay memoria escrita, han sido conceptualizadas como cuerpos sin mucha cabeza, a veces ni eso, como trozos de cuerpos. Cuerpos al servicio del placer sexual de los varones, cuerpos al servicio de la reproducción de algunos varones en particular y de la especie en general. Cuerpos valorados como objetos transaccionales de los pactos entre varones. Unas veces definidas como “el bien más preciado”, otras no. Cuando hay demasiadas pierden el valor de cambio, sobran, se convierten en esa rémora que hoy como ayer ha propiciado el infanticidio o feticidio femenino.

Con esta introducción al tema queremos señalar que la mayoría de nuestras afirmaciones sobre la sociedad no se pueden aplicar de manera similar a hombres y mujeres. Y no porque pensemos que hombres y mujeres tenemos “naturalezas distintas y complementarias” sino por todo lo contrario. Porque pensamos firmemente que mujeres y hombres comparten una misma condición humana es por lo que hay que tener presente que la sociedad nunca ha actuado y pensado como si así fuera. Si no lo tenemos presente lo más probable es que caigamos en el llamado “androcentrismo” es decir, en el solapamiento de los varones con el “ser humano neutral”. Y que creyendo que analizamos la condición humana estemos, en realidad, hablando de la varonil parte de ésta. El androcentrismo es un grave obstáculo para el conocimiento. Tiene la consecuencia de que nuestra realidad quede sesgada y pierda objetividad (Amorós, 1985 y Valcárcel, 1991, 2019).

Partimos entonces de la perspectiva feminista. Y no tanto para explicar que las mujeres han sido mercantilizadas de forma específica, que venimos de una historia de opresión y que aún queda mucho por hacer en temas de igualdad, sino, sobre todo, para explicar que el androcentrismo deforma nuestro conocimiento y nuestra visión de la realidad. De lo que es y lo que ha sido el ser humano y la historia y el presente de la comunidad humana.

En esta cofnerencia vamos a trazar un esquema de los temas en que la mercantilización del ser humano tiene connotaciones muy distintas si hablamos de hombres o mujeres. Es decir, hombres y mujeres han compartido formas de esclavitud y compraventa varias. Pero las mujeres siempre han disfrutado de formas específicas de mercantilización. Las mujeres como objetos transaccionales de los pactos entre varones. Y más de las que antes de pensar en ello se puede pensar. Esto ha sido así en las más diversas culturas: no parece que haya habido mucho choque de civilizaciones a la hora de permutar, intercambiar, raptar, comprar, alquilar o vender mujeres. Hoy, siglo veintiuno, sus cuerpos se ofertan también en mercados al alza como el de la prostitución y los vientres de alquiler.

En este capítulo no vamos a tratar un tema generalmente asociado a la perspectiva de género como es el de la mercantilización de los cuidados. Es un tema muy relacionado pero que desborda los límites de nuestro planteamiento. Aunque el mercado de los cuidados está muy feminizado -y esto es causa y consecuencia del punto muerto en que se halla la revolución que ha supuesto la incorporación de las mujeres al espacio público y que no ha sido seguida por la incorporación masiva de los hombres a los cuidados- las tareas que realizan las cuidadoras pueden o podrían ser realizadas por los hombres. No hay nada que impida que un hombre cuide a otros pero si muchas razones impiden que los hombres sean las putas de otros hombres.

Es cierto que la mercantilización de los cuidados nos sitúa ante unos problemas irresolubles mientras no se avance a un cambio de la organización social patriarcal y la construcción de la masculinidad. Como mantienen diversas autoras, o se coloca en el centro de la vida pública el tema de la vulnerabilidad del ser humano y los cuidados y se desplaza la preminencia del mercado como solucionador “justo” y “universal” o seguiremos alimentando un mundo tan irracional como injusto y depredador (Gálvez, Nuño, Orozco). Sin embargo, la mercantilización actual de los cuidados no se puede identificar exactamente con la mercantilización de los cuerpos. Es distinto que se venda la capacidad para cuidar a que se venda el uso del propio cuerpo, el acceso a sus agujeros, sus partes, el control de sus procesos internos. Porque es esta última situación no vale igual el cuerpo de una mujer que el de un hombre. Tal y como sucede en los mercados de la prostitución y los vientres de alquiler.

El intercambio de mujeres como origen de la civilización, ni más ni menos

Las mujeres, de una u otra forma, siempre han sido intercambiadas o mercantilizadas de forma general, junto con los hombres de su clase y etnia y siempre también de una forma específica. Este sentido específico reside, en parte, en su condición de “objetos transaccionales” objetos de intercambio entre los pactos entre varones. En este apartado veremos que incluso se ha considerado el intercambio de mujeres como la puerta a la civilización.

La teoría de Lévi- Strauss acerca de los orígenes de las civilizaciones o el paso de la naturaleza a la sociedad es un magnífico ejemplo de ello. Para este influyente antropólogo el intercambio de mujeres entre distintas poblaciones supone el principio de las reglas sociales que rigen la exogamia y el parentesco y que pone fin al natural derecho sexual de los padres sobre las hijas. El tabú del incesto es crucial en este paso a la cultura porque impone una restricción a cambio de crear una situación más ventajosa: la posibilidad de que todos los hombres puedan acceder a todas las demás mujeres. Las mujeres constituyen un valor esencial para el grupo. De ahí que sea éste el que determine que la relación matrimonial sea un asunto social y no individual. La prohibición del incesto inicia la organización social de las relaciones sexuales, pero su regulación final dependerá del grupo y la cultura.

Los sistemas de parentesco cumplen la función de regular el intercambio de mujeres y mantener la continuidad del grupo. El intercambio de mujeres entre grupos familiares se puede realizar de distintas formas. Puede ser una reciprocidad inmediata; dos hombres intercambian sus hermanas y sus hijos varones vuelven a hacer lo mismo. Puede ser una reciprocidad diferida o aplazada y en este caso un hombre casa a su hermana con otro a cambio recibir una de las hijas de ese matrimonio para casar a su hijo.

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“Memoria histórica de las mujeres, las grandes olvidadas de la Iglesia”, por Juan José Tamayo

Miércoles, 25 de agosto de 2021
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Revuelta-mujeres-Iglesia_2319678023_15371191_660x371 “María Magdalena: apóstola de los apóstoles y una de las pioneras en la lucha por la libertad y la liberación de las mujeres”

Con las religiones –o mejor, sus jerarquías- las que imponen a las mujeres una moral de esclavas y subalternas, resumida en estos siete verbos: obedecer, someterse, aguantar, soportar, sacrificarse por, cuidar de, perdonar

A dicha moral el feminismo opone como alternativa una ética sustentada en los verbos: resistir, rebelarse, negarse a, empoderarse, ser autónoma, compartir los cuidados, exigir perdón, arrepentimiento, propósito de la enmienda, reparación y no repetición

El sexismo es inherente al patriarcado que recurre sistemáticamente a la violencia contra las mujeres y los sectores más vulnerables de la sociedad, niños y niñas, en todas sus modalidades desde su silenciamiento e invisibilidad hasta los feminicidios, que se cuentan por millones a lo largo de la historia

En la fiesta de María Magdalena, apóstola de los apóstoles y una de las pioneras en la lucha por la libertad y la liberación de las mujeres, quiero hacer memoria de nuestras antepasadas, las grandes olvidadas de la historia. Y lo hago empezando por una crítica de la razón moderna e  ilustrada que afirmó la universalidad de los derechos humanos y de la razón y, en un acto de incoherencia, se los negó a las mujeres, víctimas de una racionalidad selectiva de carácter patriarcal. Un ejemplo, entre muchos, de dicha incoherencia lo encontramos en Kant quien se olvida de su consigna de pensador ilustrado “atrévete a pensar” cuando afirma con total contundencia que “una mujer letrada […] tendrá además que tener barba”, es decir, tendría que ser hombre.

Con la historia en la mano, hemos de reconocer que entre las víctimas de las masacres humanas, las más numerosas, agredidas y olvidadas, las que han sufrido todo tipo de discriminaciones y la negación de su dignidad, de sus derechos y de su libertad, aquellas a las que se les ha negado hacer sus proyectos autónomos de vida, a quienes se les han destruido sus esperanzas, a quienes se les ha prohibido hasta soñar, han sido y siguen siendo las mujeres.

Ellas son las principales víctimas del sexismo en alianza múltiple y complicidad permanente con el capitalismo en sus diferentes modalidades -hoy  el neoliberalismo-, el etnocentrismo, el clasismo, el colonialismo, el imperialismo, la depredación de la naturaleza, el racismo patriarcal, los fundamentalismos de todo tipo, las religiones, etc.

Son las religiones –o mejor, sus jerarquías- las que imponen a las mujeres una moral de esclavas y subalternas, resumida en estos siete verbos: obedecer, someterse, aguantar, soportar, sacrificarse por, cuidar de, perdonar. A dicha moral el feminismo opone como alternativa una ética sustentada en los verbos: resistir, rebelarse, negarse a, empoderarse, ser autónoma, compartir los cuidados, exigir perdón, arrepentimiento, propósito de la enmienda, reparación y no repetición.

El cambio en la moral religiosa patriarcal para con las mujeres exige previamente una teoría crítico-feminista de las religiones, de su organización, de su doctrinas androcéntricas, de sus deidades masculinas y de las masculinidades sagradas que legitiman los comportamientos de los varones, por muy inmorales que sean, basándose en la masculinidad divina, sobre todo en las religiones monoteístas.

El sexismo es inherente al patriarcado que recurre sistemáticamente a la violencia contra las mujeres y los sectores más vulnerables de la sociedad, niños y niñas, en todas sus modalidades desde su silenciamiento e invisibilidad hasta los feminicidios, que se cuentan por millones a lo largo de la historia.

Es con las mujeres con quienes más deuda tiene la humanidad, la tenemos los hombres, instalados en lo privilegios de la masculinidad hegemónica, a los que tenemos que renunciar si queremos que sea sincera y creíble nuestra incorporación a la lucha feminista. Es a las mujeres a quienes hemos de recordar nosotras de manera especial el día de María Magdalena, que el símbolo ha toma do como uno de sus símbolos de liberación. Y utilizo el femenino intencionadamente porque nosotros somos ellas,su causa es la nuestra.

Es de ellas de quienes tenemos que hacer genealogía, memoria subversiva, recordar sus sufrimientos y sus luchas en defensa de la vida, de la libertad y de la naturaleza. Es a ellas a quienes hay que reconocer sus creaciones culturales, sociales, la mayoría de las veces minusvaloradas, olvidadas o negadas. Gracias a ellas también la historia ha avanzado por el camino de la liberación y de la emancipación.

Sin embargo, el patriarcado les ha negado el protagonismo en esos avances y se los ha atribuido de manera exclusiva e injustamente a los varones, y de entre ellos a los reyes, príncipes, papas, emperadores, faraoones, aristócratas, plutócratas, etc. despreciando las actividades de las mujeres, sobre todo las que ejercen en la vida cotidiana, y negando trascendencia a lo doméstico, que es el espacio donde han sido recluidas.

Solo uniéndonos a las luchas feministas para rehabilitar la dignidad negada de las mujeres se podrá construir una cultura de paz y una justicia de género

Solo uniéndonos a las luchas feministas para rehabilitar la dignidad negada de las mujeres se podrá construir una cultura de paz y una justicia de género. De lo contrario, la cultura de paz se convertirá en violenta barbarie  y la justicia de género no pasará de ser un slogan vacío de contenido que se tornará injusticia patriarcal y mantendrá a las mujeres en una situación de discriminación.

Se está produciendo un cambio de paradigma, que ya resulta imparable. Hasta ahora para las mujeres todos eran deberes y obligaciones. Ahora es el tiempo de sus derechos: a la queja, a la protesta, a la insumisión, al disenso, a la autonomía, a la libertad, a los derechos sexuales y reproductivos. Hasta ahora los únicos pactos eran los que sellaban los varones, para aferrarse al poder y repartírselo patriarcalmente, excluyendo a las mujeres de ellos.

Un ejemplo es el “Contrato social” de Jean-Jacques Rousseau, que solo reconoce derechos políticos a los varones y los niega a las mujeres. El pacto social no tenía vigencia en el hogar, donde la mujer debía estar sometida al marido. Léase para comprobarlo el capítulo V del libro de Rousseau Emilio o de la educación (Alianza Editorial, Madrid, 2011, segunda reimpresión, pp. 563 y ss), cuya protagonista es Sofía, la compañera de Emilio, que en las relaciones morales debe ser pasiva y débil y cuya función es “agradar al hombre”:

“En la unión de los sexos, cada uno concurre de igual forma al objetivo común, pero no de igual manera. De esa diversidad nace la primera diferencia asignable entre las relaciones morales de uno y otro. Uno debe ser activo y fuerte, el otro pasivo y débil; es totalmente necesario que uno pueda y quiera, basta que el otro resista poco.  Establecido este principio, de él se sigue que la mujer está hecha para especialmente para agradar al hombre. Si el hombre debe agradarle a su vez, es una necesidad menos directa, su mérito está en su potencia, agrada por el mero hecho de der fuerte. Convengo en que no es esta la ley del amor, pero es la de la naturaleza, anterior al amor mismo” (p. 565).

 Está comenzando el tiempo de los pactos entre mujeres, inclusivos de todas las personas y colectivos vulnerables. Hasta ahora, los cuerpos de las mujeres estaban colonizados, eran propiedad de los esposos, de los confesores, de los padres espirituales, de los asesores matrimoniales, y objeto de abusos sexuales. Ahora las mujeres reclaman y ejercen el derecho sobre su propio cuerpo. Hasta ahora lo que imperaba como ideal en las relaciones humanas era la fraternidad (de “frater”, hermano). A partir de ahora,  las relaciones entre los seres humanos han de regirse por la fraternidad-sororidad (de “soror”, hermana).

Un antecedente de dicho cambio de paradigma lo tenemos en el proto-feminismo de pensadores como el padre Benito Feijoo o el filósofo francés Poulain de Barre con su afirmación “la mente no tiene sexo”. Se encuentra también en la primera ola del feminismo político representado por Olympia de Gouges que, como contrapunto a la androcéntrica Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de la Revolución Francesa, escribió la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791), en la que afirmaba que “si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna”. Olympia no logró subir a la Tribuna, pero sí subió al cadalso donde fue guillotinada. Representante de la primera ola del feminismo filosófico es Mary Wollstonecraft con Vindicación de los derechos de la mujer (1982), donde afirma: “no quiero que la mujer domine sobre el hombre, sino que sea dueña de sí misma”.  Es este el lema del feminismo.

Fuente Religión Digital

 

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Carta abierta a María Magdalena: “La historia patriarcal de nuestro cristianismo tiene una profunda deuda contigo”

Lunes, 23 de agosto de 2021
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Jesus abrazo mujerDel blog de Emma  Martínez Ocaña Poner letra a mi canto:

Se te convirtió en la “pecadora”, “la adúltera”, la “llorona arrepentida”

“Tú sigues siendo un referente para quienes, también como tú, formamos parte del movimiento de Jesús y reclamamos que éste vuelva a ser una comunidad de iguales”

“Primero se intentó silenciar tu protagonismo en la vida de Jesús y en el de la primera comunidad; después se quiso robarte el título de la primero testigo de la Resurrección, para atribuírselo a Pedro, tal como hizo el evangelio de Lucas (24,34) y Pablo que ni siquiera te nombra entre los testigos de la Resurrección (1Cor 15,5-8)”

“Las mujeres cristianas te vamos reconociendo como nuestra patrona, la inspiradora y sostenedora de nuestras luchas, la que mantienes la antorcha de la verdad del sueño de Jesús: hacer de la sociedad una comunidad de iguales y para ello había que empezar haciéndolo posible, en un pequeño grupo, para que fuese creíble”

Querida María Magdalena: ¡qué alegría poder celebrar una año más tu fiesta en un momento de fuerte despertar en el mundo entero del movimiento de mujeres en la sociedad y en las Iglesias reclamando igualdad y derechos!

Tú sigues siendo un referente para quienes, también como tú, formamos parte del movimiento de Jesús y reclamamos que éste vuelva a ser una comunidad de iguales. También nos alegramos de que gracias a tantas teólogas y biblistas feministas podamos hoy reconocer tu verdadera identidad y qué pena de tanta documentación y tradiciones perdidas que nos podrían haber aportar más luz sobre tu persona y tu papel central en la vida de Jesús y en la primera comunidad!

 La historia patriarcal de nuestro cristianismo tiene una profunda deuda contigo. Las autoridades religiosas y teológicas deberían pedirte perdón públicamente por la injusticia que han cometido con tu persona.

Primero se intentó silenciar tu protagonismo en la vida de Jesús y en el de la primera comunidad; después se quiso robarte el título de la primero testigo de la Resurrección, para atribuírselo a Pedro, tal como hizo el evangelio de Lucas (24,34) y Pablo que ni siquiera te nombra entre los testigos de la Resurrección (1Cor 15,5-8).

 Una opción ideológica y política que sirvió para reclamar el derecho exclusivo de los varones para gobernar y obtener las “ordenes sagradas” y sostener así el patriarcado socialmente dominante, aunque eso fuese traicionar la opción de Jesús de una comunidad de iguales.

Sólo las tradiciones marginales como la de los gnósticos y maniqueos te otorgaron la importancia que te habías merecido y te escogieron como representante de sus doctrinas.

Con la exclusión del Canon de todos los Evangelios que no fueron reconocidos por la Iglesia oficial y la quema de los “escritos herejes” de los maniqueos y gnósticos se intentó liquidar tu figura y tu protagonismo.

Como dice la doctora Susan Haskins: “Con la desaparición de estos escritos ‘heréticos’, María Magdalena, heroína de los gnósticos, discípula principal, ‘compañera del Salvador’,’esposa’, ‘consorte’ y ‘pareja’ suyas, se desvaneció a su vez para resurgir brevemente entre los ortodoxos como testigo de la Resurrección y ‘apóstol de los apóstoles’, si bien sobre todo, y de mayor importancia para la historia del cristianismo y las mujeres, como una ramera arrepentida” [1].

Porque es verdad que para completar y justificar el robo de tu autoridad, como era imposible borrar tu presencia de los cuatro Evangelios, se te convirtió en la “pecadora”, “la adúltera”, la “llorona arrepentida” (aún se conserva el dicho de “llorar como una Magdalena”); la representante del “pecado de la carne” paradójicamente ¡tan femenino! Que paradoja ¿verdad? Y todo eso ¿cómo no? se ratifica con la autoridad Papal.

El papa Gregorio Magno (540-604) zanjó la discusión sobre tu identidad y proclama que “María Magdalena, Maria de Betania y la “pecadora” de Lucas, eran la misma persona”.

Pero felizmente el reconocimiento de tu misión como la Apóstol de los Apóstoles está recogido no solo en los textos analizados sino que se difundió en grabados de los siglos XI y XII, así como en las vidrieras del XIII de las catedrales de Chartres, Auxerre y Semur in Burgundy.

Pero hoy de nuevo las investigaciones feministas, y la de tantas teólogas y teólogos buscadores de la verdad, han vuelto a recuperar el esplendor de tu imagen. Pero aún están muy poco vulgarizadas sus conclusiones, aún eres una desconocida entre la mayoría de las personas de nuestra comunidad cristiana.

Aún hoy muchas te siguen identificando con la mujer “que amó mucho” así te nombró Jesús pero para el gran público sigue siendo la “adultera”(Lc 7,36-50). A Eva la pecadora del Antiguo testamento ya le salió una sustituta en el Nuevo, así quedó marcada nuestra condición femenina: nosotras somos las “tentadoras” (cuando el tentador reconocido por Jesús fue Pedro) y las “pecadoras”.

Las mujeres cristianas te vamos reconociendo como nuestra patrona, la inspiradora y sostenedora de nuestras luchas, la que mantienes la antorcha de la verdad del sueño de Jesús: hacer de la sociedad una comunidad de iguales y para ello había que empezar haciéndolo posible, en un pequeño grupo, para que fuese creíble.

Ayúdanos para ser de verdad seguidoras de Jesús, para gritar con nuestra vida que merece la pena seguir proclamando y haciendo verdad la Buena Noticia que nos encomendó. Ayúdanos también para que no nos falten las fuerzas, ni el humor, pues necesitamos una buena dosis de amor con humor para seguir ese camino que tú y otras muchas mujeres de tu tiempo y de todos los tiempos nos abrieron. Tú sabes de dificultades, rechazos, calumnias y menosprecios.

En ti nos inspiramos, te reconocemos como nuestra patrona, compañera de camino, alentadora de nuestra vocación apostólica, te celebramos con gozo y con coraje. Gracias por ti. Te escribo en nombre de las muchas discípulas de Jesús que queremos seguir haciendo posible y creíble una comunidad donde no haya ninguna discriminación por ninguna razón (sexo, raza, clase, orientación y/o identidad sexual).

Me despido por hoy, yo una de las muchas discípulas en camino. 

[1] S. Haskins, María Magdalena. Mito y metáfora. Herder, Barcelona 1996. Para conocer las tradiciones sobre María Magdalena recomiendo también: C. Bernabé, María Magdalena. Tradiciones en el cristianismo primitivo, Verbo Divino, Estella 1994. Ambas obras con abundante bibliografía.

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Gabriel Mª Otalora: La institución actual deforma el Mensaje.

Sábado, 8 de mayo de 2021
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A photo taken on February 10, 2021 at the headquarters of the International Union Superiors General (UISG) in Rome shows French Catholic religious sister and member of the Congregation of Xavieres, Nathalie Becquart, posing within a meeting with the media. - Becquart was appointed on February 6, 2021 by Pope Francis undersecretary of the Synod of Bishops, making her the first woman to have the right to vote in the Catholic Synod of Bishops. (Photo by Alberto PIZZOLI / AFP) Nathalie Becquart (Photo by Alberto PIZZOLI / AFP)[/caption]

De su blog Punto de Encuentro:

“La historia ha hecho que la responsabilidad en la Iglesia se asocie durante siglos a la ordenación, reservada a los hombres. En la Iglesia clerical que heredamos, las mujeres se sienten a menudo olvidadas porque no son escuchadas ni tenidas realmente en cuenta por muchos clérigos. Esto debe cambiar”.

Es lo que dice Nathalie Becquart, nombrada recientemente por Francisco primera mujer con derecho a voto en el Sínodo de los obispos. Este es el órgano decisorio creado para ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia, y el lugar donde se tiene que debatir, antes o después, el modelo de poder o autoridad de la Iglesia, hoy absolutista y jerárquico, necesitado de un despliegue de autoridad con urgencia que recuerde a su Maestro. Jesús renunció expresamente al uso del poder y  la coacción en favor de una autoridad que le hacía plenamente creíble por su absoluta coherencia entre sus palabras y hechos.

 Pues bien, Nathalie Becquart se ha estrenado en el cargo recordando que el clericalismo reinante y la situación irrelevante de la mujer en la Iglesia deben cambiar.

Lo que quisiera destacar con estas declaraciones hechas desde este importante nombramiento femenino, es el problema que nos lastra en nuestra vivencia cristiana. Me refiero al peso enorme que ha tomado la institución eclesial que recuerda demasiado a las conductas de poder de aquella iglesia en la que se crió Jesús haciendo de la tilde de la ley una norma cuasi divina. Adoctrinamiento, normativismo, falta de praxis compasiva, hipocresía, cobardía revestida de prudencia…

La jerarquía católica, en buena parte, ha concedido una importancia desmedida a la sexualidad, demonizándola y dejando a un lado aspectos de mucha mayor relevancia evangélica como son el amor al prójimo, la justicia social, la misericordia, la generosidad… reduciendo aspectos como el sexo a la mera reproducción, como un mal necesario y amenazado siempre por la culpa en lugar de vivirlo como algo maravilloso creado por Dios al servicio del amor conyugal, de la comunidad de vida en el amor mutuo del que se deriva la procreación. Y en medio de todo ello, el consecuente desvalor de la mujer como un estigma de pecado, durante siglos.

Por otra parte, la falta de amor, de verdadera compasión, y la obediencia incuestionable a la norma por la norma nos convierte en seres alienados, duros, cuya moral se fundamenta en el cumplimiento formal y no en el prójimo.

El Papa no para de enfocar nuestra praxis de fe hacia el mensaje central del Evangelio mientras demasiados curiales, obispos y parte del laicado se dedican a frenar todo lo que implique desmontar las mismas actitudes que llevaron a Jesús al Calvario.  Enhorabuena, Nathalie Becquart, aun sabiendo que faltan muchas mujeres en los órganos de decisión de la Iglesia si queremos ser luz del mundo y una institución creíble. La Iglesia alemana ha entendido que su alarmante pérdida de relevancia social conlleva la crisis de evangelización de la Buena Noticia; ha sabido ponerse en camino con actitud cercana a la que tuvieron las primeras comunidades cristianas. Y ahí aparece el cardenal alemán Gerhard L. Müller, amenazante desde un poder ajeno a cualquier autoridad de un verdadero pastor de la Iglesia Pueblo de Dios.

En el fondo, dentro de la institución eclesial laten con fuerza las tres tentaciones básicas que acechan a todo ser humano: poder, dinero y vanagloria, a pesar del ejemplo del Papa y de sus verdaderos seguidore

Si alguna persona entiende dura esta reflexión, que relea la actitud de Jesús con los que pervertían el Mensaje en nombre de Dios; que lea a los profetas, a las críticas del mismo Jesús y también a los Padres de la Iglesia o las homilías de San Antonio de Padua. Verá que me he quedado corto. No confundamos prudencia con cobardía cuando el mayor escándalo viene de dentro sin autocrítica alguna. Falta humildad  y oración a la escucha, y de ahí viene todo lo demás.

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‘PARA VIVIR ASÍ’ en Arantzazu”, por José Arregi

Jueves, 29 de abril de 2021
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1-SAranzazu55De su blog Umbrales de luz:

No sé si puede haber un edificio más apropiado que la basílica de Arantzazu para ofrecer y disfrutar el concierto ‘Horrela Bizitzeko” (Para vivir así). Pero hacía falta valor para organizarlo allí, pues hay cosas que aún resultan demasiado duras a los oídos de la Iglesia en general. Hacía falta valor, y los frailes de Arantzazu lo han tenido, para abrir de par en par las puertas de Txillida a la obra del compositor beasaindarra Asier LI, bajo la tutela de los valientes catorce apóstoles de Oteiza. Felicito a los franciscanos de Arantzazu.

El proyecto musical “Horrela Bizitzeko” es una meditación poética musicalizada en seis partes sobre el ser humano herido, con letra y música compuestas por Asier LI, de asombrosa hondura y creatividad. Narración doliente de los desgarros de las relaciones humanas, cantada a capella por voces tersas y melodiosas. Armoniosa recitación disarmónica, donde la declamación pausada se vuelve delicada melodía, y el canto, rítmica declamación. Grito y ruego, protesta sonora y palabra de amor silenciosa. Todo suena duro y tierno, firme y sereno, doloroso y apacible a la vez.

La parte IV fue ofrecida y grabada el 13 de marzo en la basílica de Arantzazu, espacio tan cálido y amplio, tan íntimo y abierto a la vez. El sol de la tarde bajaba ya hacia Andarto y, a través del ventanal delantero invisible y de las vidrieras laterales, expandía una suave luz dorada y azulada que descendía por el ábside, por las paredes de piedra, por la bóveda y los coros de madera, abrazando las sombras que subían, mitigando asperezas, aliviando desgarros y dolencias. Estábamos los dos, estábamos todos, impresionados y emocionados, unidos con todo por los cinco sentidos, ojos y oídos abiertos. Bienestar.

¿Y qué hay en ello que pudiera resultar transgresor y duro de escuchar para la institución eclesial y muchos miembros de la Iglesia? Te lo diré, aunque te pueda resultar incomprensible: en sus relatos, reflexiones y poemas, el autor aborda dolores e impotencias, desgarros y heridas debidas a la condición de mujer, a la orientación sexual y a la identidad de género, y lo hace con gran determinación y fuerza, pero con admirable finura, sin provocación ni polémica alguna, sin levantar el dedo condenatorio para señalar a nadie, más que a la situación como tal. Y recoge aportaciones de Hildegarda de Bingen, monja benedictina del siglo XII, filósofa, científica, médica, escritora, compositora y mística, de Simone de Beauvoir, Marta Nussbaum, Wittgenstein, Jung…, universos distintos en uno. Pero siguen siendo temas tabú para muchos, demasiados.

apostoluak011Piedad de Jorge Oteiza

¿Tan difícil es vivir?, se pregunta Asier Li. Que lo digan las mujeres violadas, maltratadas, compradas y vendidas, sobrecargadas de trabajo y descargadas de salario, subordinadas y marginadas en tantas instituciones y religiones –de modo notable en la Iglesia católica–. Que lo digan lesbianas y gais obligados a vivir su amor como enfermedad y culpa, o bien a negarlo y ocultarlo. Que lo digan quienes se sienten mujeres en cuerpo de hombre u hombres en cuerpo de mujer, quienes tienen su identidad desgarrada entre aquello que se sienten y aquello que les quieren hacerse sentir, a quienes se les supone un ser errado… Que lo digan las personas a las que se les ha inducido ver su cuerpo como impuro y sucio, hasta sentir asco y vergüenza de sí mismas. Son seres agredidos, desgarrados. Y la Iglesia tiene mucho que ver en tales agresiones y desgarros. Hace solo unos días, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano ha publicado un documento, con la aprobación explícita del papa, en el que se enseña clara y duramente que no es lícito bendecir las uniones y relaciones de personas homosexuales. Es terrible. Y aún más terrible la razón que aduce: “Dios no puede bendecir el pecado”. Así que el amor de gais y lesbianas que aman plenamente de acuerdo a su ser es maldecido, declara Roma. ¡Qué difícil es vivir así! Somos nosotros quienes lo hacemos más difícil, quienes herimos la vida.

Mientras los doce miembros del Grupo Vocal KEA, con su voz vibrante y desnuda, con enorme fuerza y dulzura recitaban cantando en la basílica de Arantzazu, como si fueran misterios dolorosos del rosario, los desgarros de los seres humanos errantes que somos, se me figuraba que el eco del grito de María en pie sobre el cuerpo muerto de su hijo en lo más alto del frontispicio de la entrada llenaba la basílica entera, y que la diminuta imagen de María del imponente ábside también se unía, desde el corazón del universo, al canto de KEA y que, con su tierna sonrisa tan suya y permanente, iluminaba todas las sombras, ungía de bálsamo todas los desgarros. Y se me figuraba igualmente que, en el silencioso valle de Iturrigorri, sombrío y luminoso, donde Itziar y yo paseamos antes de asistir al concierto de la basílica –¡Iturrigorri!, donde hace 57 años, siendo yo seminarista niño de Arantzazu (¡cuántos mundos han pasado desde entonces, dentro y fuera, en el mismo mundo!), dos veces por semana la vida se nos convertía en juego y sueño–, se me figuraba, digo, que también allí la melodía del hayedo y el relato del arroyo, bailando entre piedras, formaban parte del mismo concierto, y difundían la misma buena noticia: todo es Uno, todos los seres somos Uno, formamos parte los unos de los otros, nuestra salud y salvación está en el Todo, y la felicidad está en la bondad.

¿Qué hay más grande que el universo o el multiverso ilimitado? ¿Qué hay más pequeño y más frágil que el ser humano, con todas sus creencias y supersticiones, con sus normas y prohibiciones supuestamente divinas? ¿Qué hay más infractor y desgarrador que el doloroso grito que las entrañas maternas desgarradas de María, suspendida entre el cielo y la tierra en el frontispicio desnudo de Arantzazu, con el cuerpo desangrado de su hijo crucificado a sus pies, lanza hacia el Infinito contra todos los poderes asesinos? ¿Qué hay más dulce que la tierna sonrisa que se dibuja en los labios de la imagencita del ábside brotando del corazón del Infinito? Lo uno lleva consigo lo otro, en la esperanza de que todos seamos Uno, en camino hacia la comunión, la bondad, la paz universal.

Arantzazu, “lugar de espinos” y flores, eres testigo de la esperanza de “vivir así”. Sigue, Arantzazu, aun en tu fragilidad, abriendo puertas a la sociedad y a la cultura actual, a todos los peregrinos, caminantes y errantes. Liberando la luz de la sombra. Bendiciendo toda forma de amor, más allá de prejuicios hirientes, de prohibiciones y de límites asfixiantes. Portando agua siempre nueva, como la fuente y el arroyo de Iturrigorri. Renovando, actualizando creencias y lenguajes de antaño. Siendo lugar de respiro, más allá de todos los credos. Reescribiendo el poema de Arantzazu de la mano del pueblo.

Aizarna, 20 de marzo de 2021

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† Uta Ranke-Heinemann (1927-2021). Teóloga, con R. Bultmann y H. Schlier

Lunes, 29 de marzo de 2021
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Del blog de Xabier Pikaza:

Uta Ranke-Heinemann,primera profesora de Teología en una Universidad de la Iglesia Católica. Había nacido en Essen (Alemania), donde acaba de morir el pasado 25 de este mes de marzo.

(La nota de la foto del periódico alemán que anuncia su muerte dice: Papas y papisas deberían alternarse. A los 2000 años en que el Papado ha estado en manos de varones deberían seguir otros 2000 en que los papas fueran papisas).

9F755BB3-EE49-4FE3-B84C-025214C7538AUta era hija de Gustav Heinemann, de una familia alemana muy significativa, dirigente de la Iglesia luterana, y  presidente de Alemania Occidental (1969 a 1974).

Su madre Hilda  pidió a Rudolf Bultmann(del que había sido alumna) que acogiera por un tipo a su hija Uta, en los últimos años de la guerra  (1939-1945) pues ellos (los Heinemann) habían perdido casa y bienes en un bombardeo y no podían ofrecer seguridad a su hija adolescente.

 R. Bultmann (el teólogo más famoso de Alemania en aquel tiempo) y su esposa acogieron a Uta como hija,y ella aprendió la mas radical teología protestantes, para así vivir con hondura personal (existencial y social) el evangelio. Pocos teólogos cristianos han tenido la fortuna de estudiar y asumir vivir como la hondura personal liberadora de la Palabra de Dios, desde la raíz del cristianismo.

   Acabado la guerra, Uta estudió teología protestante en Bonn, Oxford y Montpellier, y fue alumna preferida de Heinrich Schlier (otro inmenso teólogo, amigo de Bultmann, que se convirtió por entonces al catolicismo, queriendo unir así la libertad existencial y la tradición más amplia de la Iglesia).

4579B4C1-FB2D-4E4F-8A13-8281BC0BEB43Quizá por influjo de H. Schlier (quien dirigió de hecho mi tesis doctoral sobre Bultmann) y buscando una Iglesia que fuera más consecuente (a su juicio) con el primer cristianismo, Uta se “convirtió” al catolicismo, y fue, incluso, por un tiempo, compañera de Joseph Ratzinger.

Se doctoró en teología, siendo la primera mujer que regentó una Cátedra de Nuevo Testamento e Historia de la Iglesia Antigua en una Universidad Alemana (en Essen). Pero el año 1987 fue privada de la cátedra, dentro de la Facultad de Teología Católica, por cuestionar la virginidad “biológica” de María, la madre de Jesús.

No dejó por eso la Iglesia Católica, sino que ha seguido siendo hasta el fin cristiana y católica,”bultmanniana” mujer de Iglesia,   muy influyente en la iglesia alemana por su opción a favor del pacifismo y de la libertad integral en la Iglesia.

C71A5B8B-92DD-4851-BC25-48B38163B836Sus obras (Eunucos por el Reino y No y amén. Invitación a la duda) han influido mucho en la visión cristiana de la mujer y de la relación con la modernidad.

En toda su obra, Uta puso de relieve el espíritu más “católico” (en el sentido de Universal) de Bultmann, con su forma de entender la secularización, la desmitologización y la apertura a un tipo de modernidad existencial.

Pude estudiar su obra cuando preparaba mi tesis sobre Bultmann, publicada de nuevo, como ensayo teológico en Ediciones Clíe.

Descanse en paz, Uta.

cf. .https://es.wikipedia.org/…/Eunucos_por_el_reino_de_los…

 

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Consejos para la mujer fuerte

Lunes, 8 de marzo de 2021
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Celebremos este 8 de Marzo con un poema de una mujer fuerte… Del Blog de Gioconda Belli:

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Consejos para la mujer fuerte

Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.

Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.

No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.

Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente.

Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodealo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas.

Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.

Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.

Haz de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbados
y el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuidate
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras.

*

Gioconda Belli

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“Mujeres Convocadas”, por Cristina Inogés Sanz

Lunes, 8 de marzo de 2021
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mujeres-1080x627Con frecuencia se nos olvida que unas de las acepciones de la palabra Iglesia es “convocar”. Reconozco que me gusta mucho ver, percibir, sentir a la Iglesia convocándonos.

Somos mujeres convocadas a la misión evangelizadora de la Iglesia desde el mismo momento de la resurrección de Jesús, y aún antes: “Ve a mis hermanos y diles (Jn 20,17)le dijo a una mujer, María Magdalena. Desde ese momento nuestro horizonte tiene una meta, pero los caminosvocacionales hasta alcanzarla son de lo más variado.

Estamos a las puertas de una fecha, el famoso 8M, cuya celebración siempre levanta suspicacias. Este año va a estar marcado por la Covid-19 y eso se notará en la forma, pero el fondo de las reivindicaciones se mantiene. Con unas se puede estar más de acuerdo que con otras, sin embargo, creo que las formas de hacerlo sí marcan diferencias. Es verdad que todavía queda mucho camino por recorrer para que la igualdad sea un hecho evidente y, nadie puede negar que hay muchas diferencias entre países donde las más notables se dan entre el norte y del sur.

Como mujeres convocadas parte de nuestra responsabilidad es propiciar en la Iglesia, unos cambios que sirvan de modelo a una sociedad cada vez más crispada por este tema y por otros. Esto será complicado si nuestras formas, en muchos casos medievales, pretenden convivir con palabras y modelos del siglo XXI. Vendría a ser algo así comoproponer sumar naranjas y peras y dar el resultado en “unidades de fruta”. Sí, tal vez podría pasar con muchas explicaciones, pero no sería muy convincente porque el problema no estaría bien enunciado.

A nosotras nos toca enseñar a toda la Iglesia que, precisamente en este momento, todos tenemos que ser muy generosos y, desde la opción vocacional que cada uno haya elegido, desde donde cada uno se sienta convocado, aporte por pura convicción y conversión personal para hacer realidad la Iglesia sinodal que nunca debimos perder de vista, y que quedó olvidada hace ya muchos, muchos siglos.

Estamos llamadas -convocadas- a hacer visible ese cambio con nuestra actitud propositiva, desarrollando la corresponsabilidad eclesial que tan hondamente sentimos y vivimos, convencidas de estar viviendo un momento histórico y vital para la propia Iglesia, y donde va a ser esencial pasar del “yo” al “nosotros” y en ese “nosotros” tenemos que caber todos, no por ley, sino por la certeza de sabernos Iglesia, comunidad que refleja la manera de ser de Dios. Las mujeres, la historia lo demuestra, hemos tenido audacia, creatividad, flexibilidad, y corresponsabilidad para llevar a buen término aquello a lo que nos llamaba Dios. Ahora estamos convocadas a hacer visible la riqueza de la diversidad de la que está compuesta la Iglesia.

Cada una lo hará desde donde su vocación la haya llevado y con la comunión, la bella y frágil comunión, como gran tesoro a conservar y trasmitir. Lo que no nos puede hacer olvidar, porque no son realidades incompatibles, que sin la igualdad nada se puede construir. Nuestra igualdad nos viene dada en el bautismo. En caso de duda, unos y otras, deberíamos convocarnos en torno a esa fuente común donde el Espíritu se derrama a borbotones y nunca mejor dicho.

Puede ser que, al encontrarnos todos reunidos en torno a la fuente bautismal, descubramos que el sonido de nuestras voces no resulta abrumador, sino sorprendentemente armónico bajo la batuta del Espíritu que coordina nuestras intervenciones.

Mujeres convocadas y en Camino Sinodal, invitando, escuchando, ofreciendo y proponiendo. Me gusta la forma que se va dibujando. Ahora, entre todos, a hacerla realidad.

Cristina Inogés Sanz

Fuente: Publicado en la Revista Ecclesia, nº 4066

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“Complicidad”, por Dolores Aleixandre.

Lunes, 8 de marzo de 2021
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magdalena-jesus-640x480Jesús miraba de frente a las mujeres, escuchaba, dialogaba, no rehuía su contacto, ni sus perfumes ni su afecto.

No hay mejor palabra para expresar lo que seguramente sintieron las mujeres que escucharon hablar a Jesús. Debió asombrarles que, cuando hablaba de Dios, incorporaba a su lenguaje las pequeñas cosas de la vida cotidiana que ellas conocían tan bien: la levadura que hundían en la masa para hacerla fermentar; el manto que se rompía si echaban un remiendo de tela nueva; el candil que encendían al atardecer para alumbrar la casa; el agua que iban a buscar cada día a la fuente; la sal con la que condimentaban las comidas; el arcón en el que guardaban cosas nuevas y viejas; el aceite de sus alcuzas, el barrer cuidadoso que les permitía encontrar una moneda perdida. Se sentían incluidas al escuchar nombrar cosas que les ocurrían a ellas cada día: una boda, una enfermedad, niños que jugaban en la plaza, un hijo que se iba de casa, una semilla de mostaza plantada en el huerto, una recién parida con su hijo en brazos. Aquellas realidades dejaban de ser irrelevantes y se convertían en la escala que Jacob había visto en sueños y por ellas bajaban y subían los mensajes de Dios; eran la arcilla de la que aquel Maestro se servía para modelar sus palabras, la zarza ardiente en la que Dios se revelaba.

Muchas se abrieron a aquella inaudita novedad y sintieron caer las cargas que pesaban sobre sus hombros. Alguien hablaba del reino de Dios como de un espacio sin dominación, anulaba las pretensiones de superioridad masculina, no se interesaba por cuestiones de sexo o de pureza, actuaba con asombrosa libertad, se relacionaba con las mujeres a través de sus cinco sentidos: miraba de frente, escuchaba, dialogaba, no rehuía su contacto, ni sus perfumes ni su afecto.

“¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!”, exclamó entusiasmada una de ellas. “Dichosos más bien quienes escuchan la Palabra de Dios y la guardan”, respondió él (Lc 11,27). Era una bienaventuranza que anunciaba un mundo de iguales y abría ante ellas las puertas del discipulado.

El 8 de Marzo es una buena fecha para recordarlo.

Fuente 21 RS Marzo 2021

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Jesús Espeja: “Dos patologías en la Iglesia: Clericalismo y patriarcalismo”

Jueves, 25 de febrero de 2021
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1537973088495-1-1140x500De su blog La Iglesia se hace diálogo:

“En la Biblia escrita por hombres y en una cultura patriarcal, la mujer aparece como inferior y debe estar sometida sumisamente al hombre”

“Magisterio y teología con frecuencia vienen recomendando a las mujeres que estén sujetas a su esposo, y han dado pie a un machismo cada vez más intolerable que aún hoy sufren muchas mujeres en matrimonios cristianos”

“La minusvaloración de la mujer en la Iglesia es innegable dado que no tiene acceso ninguno a las instancias de poder hoy en manos de los ministerios ordenados que sólo pueden ejercer los varones”

“En el clericalismo se excluye a los laicos que son la mayoría de los bautizados, y en el patriarcalismo se excluye a las mujeres que son la mayoría de los creyentes”

El papa Francisco habló recientemente sobre la posibilidad de que las mujeres sean lectoras, acólitas o diaconisas. Respetando las decisiones de las autoridades eclesiásticas en el hoy de la Iglesia, es manifiesta la discriminación de la mujer no solo en la sociedad sino también dentro de la organización y funcionamiento eclesiales.

En la Biblia escrita por hombres y en una cultura patriarcal, la mujer aparece como inferior y debe estar sometida sumisamente al hombre; salió de las costilla del varón, es la culpable de la caída y todavía en tiempo de Jesús, el varón podía despedir a su esposa, mientras ella no tenía derecho a pedir el divorcio. Esa mentalidad prevalece a lo largo de la historia bíblica, si bien otro documento sobre los orígenes dice que Dios creó al ser humano “hombre y mujer” a imagen suya. Una mentalidad que tiene también su apoyo en la filosofía de Aristóteles: “la mujer es un varón mutilado”, “un error de la naturaleza”.

Esta visión discriminatoria de la mujer ha entrado en el discurso y organización de la Iglesia. Jesucristo se pudo a lado de los excluidos-niños, pobres, mujeres abandonadas; fiel a esa conducta, la primera comunidad cristiana confiesa que, entre los cristianos ya no hay discriminación “hombre ni mujer”, pues todos los bautizados tienen la misma dignidad. Pero ya san Pablo, formado en la cultura del pueblo judío, recomienda: “que los hijos obedezcan a sus padres, los esclavos a los amos, y las mujeres a sus maridos; y que las mujeres se callen”. Magisterio y teología con frecuencia vienen recomendando a las mujeres que estén sujetas a su esposo, y han dado pie a un machismo cada vez más intolerable que aún hoy sufren muchas mujeres en matrimonios cristianos.

La minusvaloración de la mujer en la Iglesia es innegable dado que no tiene acceso ninguno a las instancias de poder hoy en manos de los ministerios ordenados que sólo pueden ejercer los varones. Minusvaloración más escandalosa cuando en la sociedad civil se declara la igualdad de derechos fundamentales para el hombre y para la mujer, y algunas de ellas ocupan puestos de relevancia y de poder en organismos nacionales e internacionales.

La Iglesia está en camino y ansía todavía llegar a ser lo que no es. A la hora de responder a esa vocación sufre hoy dos patologías: el clericalismo y el patriarcalismo. El clericalismo entendido como reducción de la Iglesia al clero ha sido y es lamentable patología denunciada claramente por el papa Francisco. El patriarcalismo, por no decir machismo, es otra nefasta patología de la comunidad cristiana.

En el clericalismo se excluye a los laicos que son la mayoría de los bautizados, y en el patriarcalismo se excluye a las mujeres que son la mayoría de los creyentes. En la Iglesia como pueblo de Dios, todos los bautizados tienen la misma dignidad y los mismos derechos, aunque haya distintas funciones. Nadie es más que nadie. Cuando alguno cree que solo él tiene hilo directo con el Espíritu se equivoca, porque todos recibimos el Espíritu que a todos nos hace hermanos.

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Hombre y mujer lo creó…

Sábado, 13 de febrero de 2021
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Del blog Pays de Zabulon:

@ketaandunicorns-600x744

He aquí una natividad singular, que, probablemente, sorprenderá a algunas personas.

Pero después de todo … dado que Dios nos hizo hombre y mujer … este secuestro de la obra de Domenico Beccafuni no debería sorprendernos.

Esto no quiere decir que un hombre varón sea una mujer, un individuo femenino.

Tampoco se trata de decir, de manera irreverente, que María era un varón;

Pero Dios hizo al hombre, macho y hembra.

A partir de ahí, todo lo que se dice sobre el hombre – se entiende, la humanidad – debería aplicarse tanto al individuo masculino como al femenino.

Esto ya debería dejar claro de una vez por todas que no hay superioridad de un género sobre otro. El individuo femenino es igual a la combinación. Ciertamente no hemos pensado lo suficiente sobre este enorme avance del Libro del Génesis en un mundo donde la naturaleza animal no siempre aboga en esta dirección.

Pero aún más, sugiere que todos los valores sexuales: amor, amistad, paternidad, igualdad, justicia, promesa de vida … no tienen nada que ver con nuestro ser de género sino con nuestro propio ser. Esto abre enormemente el campo de posibilidades.

Fuente de la foto: cuenta de Instagram de  KETA & UNICORNS

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La mujer en la Iglesia, acólita y lectora. ¿Paso adelante o decepción?

Martes, 26 de enero de 2021
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mujeres-sacerdotes1Juan Cejudo,
miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares,
Cádiz.

ECLESALIA, 18/01/21.- Recientemente el papa Francisco ha publicado en su carta apostólica “Spiritus Domini” del 11/01/2021 un decreto por el que las mujeres ya pueden acceder a los ministerios del acolitado y del lectorado. Es algo que ya se venía haciendo desde hace muchos años en muchísimas partes del mundo. Las mujeres leen la palabra de Dios y ayudan como acólitas en las ceremonias religiosas, incluidas las eucaristías. Ninguna sorpresa. Ninguna novedad, salvo que ahora ya pueden ser reconocidas de manera oficial por este decreto del Papa.

Pero ésto sólo no es lo que desde hace muchos años se viene demandando desde muchos sectores eclesiales, como ha quedado reflejado en el pasado Sínodo de la Amazonía, que también solicitó el diaconado permanente para las mujeres. Igualmente el Sínodo de la Iglesia alemana, que empezó hace poco más de un año, plantea un cambio importante del papel de la mujer en la Iglesia, igual que demanda que el celibato sea opcional y otros.

El mismo papa Francisco ya creó en 2016 una Comisión de Estudio sobre el diaconado de las mujeres que no cuajó. Pero, al terminar el Sínodo de la Amazonia, en 2020, creó una nueva comisión para el estudio del diaconado femenino. Veremos a qué conclusiones se llega.

Aún así, no dejan de ser éstos, tímidos intentos por parte de la estructura eclesial para querer llegar a lo que ya hace muchos años se ha llegado en la sociedad civil: a la plena igualdad entre el hombre y la mujer.

La mujer en la Iglesia -así lo pensamos muchos- debe tener los mismos derechos que los hombres. Jesús no hizo diferencia entre hombres y mujeres. María Magdalena era una de sus más fieles seguidoras. La que está junto con su madre y otras mujeres y Juan, al pie de la cruz cuando está agonizando. La primera que va al sepulcro y comprueba que ha resucitado, Las mujeres están muy presentes en la vida de Jesús. En las primeras comunidades cristianas hay diaconisas, hay presbíteras y epíscopas…

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¿Por qué no hoy? Por eso esta medida de Francisco para mí es insuficiente y decepcionante . Comprendo que sectores moderados de la Iglesia hayan visto esta novedad como un gran paso hacia adelante, por lo que supone de dar respaldo oficial a lo que ya desde hace muchos años se viene haciendo en las iglesias, pero para mí es una decepción porque se queda muy corto.

Así supongo lo habrá valorado ese colectivo de 300 presbíteras católicas de todo el mundo, que aún no son reconocidas por las instancias oficiales, como muy bien ha declarado la presbítera española Christina Moreira que dice: “Oráculo del Señor: las hijas del Rey del universo no quieren soportar más el oprobio de ser tratadas como indigentes a quienes tirar algunas migajas para tenerlas contentas. […] No voy a aceptar ministerios tapaagujeros y apaga incendios, para que el clero se pueda dedicar con más holgura a perennizar el sistema clerical”. Sus declaraciones se pueden leer íntegras aquí.

Somos muchos los que desde hace muchos años venimos reclamando cambios en la Iglesia más profundos, en muchas áreas, que ayuden a salir de este desfase y esclerosis en que se encuentra, entre ellos la opcionalidad del celibato y la igualdad de responsabilidades entre mujeres y hombres en la Iglesia, a todos los niveles.

Me llama la atención que en la modificación del canon 230.1 del Código de Derecho Canónico que ha realizado el papa Francisco, no se dice abiertamente que los ministerios de lector y acólito pueden desempeñarlo ahora hombres y mujeres, sino que de modo muy ambigüo, con la palabra “laico”, se supone que incluye a hombres y mujeres. Es como si hubiere temor a decir expresamente que también las mujeres pueden desempeñarlos. Al mismo tiempo se deja claro que estos ministerios no conllevan remuneración económica alguna. Ésta es la redacción: “Los laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia”.

Es verdad que el mismo Francisco al explicar esta modificación sí deja claro que estos ministerios se pueden dispensar a todos los fieles idóneos sean de sexo masculino o femenino: “estos ministerios laicos, al estar basados en el sacramento del Bautismo, pueden ser confiados a todos los fieles idóneos, sean de sexo masculino o femenino, según lo que ya está previsto implícitamente en el canon 230 § 2”.

En definitiva, unos muy tímidos avances que, aunque valoro de modo positivo, con la esperanza de que pronto se puedan ir ampliando, pienso que no satisfacen para nada a sectores muy amplios de la base eclesial que desde hace muchos años pide se termine de una vez la discriminación en la Iglesia entre mujeres y hombres para caminar hacia la plena igualdad.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Magda Bennásar: De gestaciones.

Viernes, 11 de diciembre de 2020
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bebe-sombreroLenguaje típicamente femenino, resulta incluso extraño en contextos litúrgicos.

De eso se trata, de visibilizar, dar nombre y con ello dar vida a tanta riqueza y sentido dejado en tinieblas, en la mentira, por intereses y mezquindades.

El icono de Adviento, por excelencia, es el de una mujer gestante. La vida que está latiendo en ella es metáfora para que comprendamos y tomemos consciencia de que en esa gestación estamos todos y todo.

Se nos invita a entrar en ese silencio habitado, para experimentar, al unísono, el latido de lo divino en nosotros, dentro de nosotros.

Conectar, atender, escuchar ese silencio es un regalo que tendríamos que hacernos las personas que cuidamos la espiritualidad, para no detener la gestación de la vida en todo.

¿Por qué tenemos emergencia climática? Es evidente, que al no aprender a escuchar la vida en todo, hemos “utilizado” y así abusado, violado la vida en el planeta y en las personas.

La espiritualidad se confundió con devociones… craso error de religiones que finalmente empiezan a reaccionar.

Detendrá el aborto de la vida en el universo quien la deje gestar en sí misma. La vida de Dios y la del universo y la nuestra es la misma vida, la Vida.

Son días sagrados, de andar de puntillas, para que el ruido de nuestros egos no impida que oigamos el latido real de todo, en todo, y en todos.

Sin Adviento no hay Navidad. Sin gestación no hay nacimiento. Sin espiritualidad seria no hay vida.

Proponemos desde nuestro blog una cadena de silencio consciente, por la mañana y por la tarde/noche, sabiendo que esta consciencia nos conecta al universo que no sólo desde el “kairos” o tiempo de Dios se está gestando, también hoy sabemos que desde el “kronos” o tiempo real podemos cambiar el rumbo de la vida.

Os invitamos, a sentirnos y respetarnos y respetar a todo desde el silencio que marcan los amaneceres y anocheceres, y que la liturgia ha marcado como tiempos en que todo se detiene para orar, para entrar en silencio en el misterio de la gestación de la vida.

La vida gestante escucha el latido del corazón que le da vida. ¿Y nosotros?

Aprendamos del proceso de gestación como si de una liturgia se tratara.

¡Feliz Adviento!

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Fuente Fe Adulta

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En María descubrimos la Perla.

Martes, 8 de diciembre de 2020
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3750880Lc 1,26-38

Comprendo muy bien lo difícil que es superar prejuicios que durante siglos han moldeado nuestra religiosidad. Me anima a intentarlo el recordar que desde pequeño he visto en el escudo de nuestra orden una sola palabra: veritas. No es que los dominicos nos sintamos en posesión de la verdad, pero nos han enseñado a tenerla como el horizonte hacia el que tiene que caminar el ser humano para poder ser libre, como nos dice el mismo evangelio. La única manera de acercarnos a la verdad es superando los errores.

Toda fiesta de María es siempre un motivo de alegría, incluso de euforia diría yo. Ésta de la Inmaculada es para mí la más hermosa y la más profunda. Pero el motivo de esa alegría está más allá de la figura histórica o mítica de María. Si descubrimos en cada uno de nosotros lo que estamos celebrando en María, nos daremos cuenta de la verdadera proyección de esta fiesta. Merece la pena que hagamos un esfuerzo por superar todos los prejuicios que arrastramos durante siglos.

De la historia real de María no sabemos nada. Los evangelios apenas dicen nada. De una cosa estamos seguros: Jesús tuvo que tener una madre. Lo más grande que podemos decir de esa madre es que fue una mujer absolutamente normal. En esa normalidad debemos descubrir la grandeza de su figura. Si fundamentamos su grandeza en los abalorios y capisayos que le hemos añadido durante siglos, estamos minimizando su verdadero ser y dando a entender que, en sí, no es suficientemente importante.

En el mismo título de la fiesta (inmaculada), enseña la oreja el maniqueísmo que, desde S. Agustín, ha infectado los más recónditos entresijos de nuestro cristianismo. Fijaos bien en lo que sigue. En el evangelio de Lc, el ángel llama a María “kejaritomene” = gratia plena = llena de gracia. Pues bien, los cristianos hemos terminado hablando de la “sin pecado”. Ejemplo de cómo la ideología de turno puede tergiversar el evangelio.

Es maniqueísmo el dar por supuesto que lo normal para todo ser humano es un estado de pecado y que para ser un verdadero ser humano, alguien tiene que liberarnos de esa lacra. Es insostenible el mantener hoy que todo ser humano nace deshumanizado. Ridiculizamos la idea de Dios cuando aceptamos que el mal está en el inicio de toda andadura humana. Dios es el fundamento de todo ser, también de todo ser humano. La plenitud nunca puede consistir en quitar algo, aunque se trate de un pecado. La plenitud está en el origen de todo ser, no se debe al esfuerzo personal a través de una vida.

Pablo nos dice: “Él nos eligió, en la persona de Cristo para que fuésemos santos e inmaculados ante él por el amor”. Esta sería la traducción exacta y no ‘irreprochables’, como dicen la mayoría de las traducciones. La Vulgata dice: “inmaculati”. Nada parecido se dice de María en todo el NT y sin embargo la llamamos Inmaculada. ¿Por qué nos da pánico reconocer nuestro verdadero ser? Sería la clave para una interpretación actualizada de la fiesta. No debemos conformarnos con mirar a María para quedarnos extasiados ante tanta belleza. Si hemos descubierto en ella toda esa sublime belleza, es porque hemos podido imaginarla gracias a la revelación de lo que Dios es en nosotros.

Lo que decimos de María, debemos descubrirlo en cada uno de nosotros. Es ridículo seguir discutiendo si fue concebida sin pecado desde el primer instante o fue pura e inmaculada un instante después. Lo que debe importarnos es que en María y en todo ser humano, hay un núcleo intocable que nadie ni nada puede manchar. Lo que hay de divino en nosotros será siempre inmaculado. Tomar conciencia de esta realidad sería el comienzo de una nueva manera de entendernos a nosotros mismos y de entender a los demás. Podemos decir que María es inmaculada porque vivió esa realidad de Dios en ella.

Dios no puede hacer excepciones ni puede tener privilegios con nadie. María no es una excepción, sino la norma. En María descubrimos la verdadera vocación de todo ser humano. Ser como María no es la meta del hombre, sino que partimos de la misma realidad de la que ella partió. Lo que estamos celebrando en esta fiesta de María nos indica el punto de partida de nuestra trayectoria, aunque también el punto de llegada.

Sobre la figura de María hemos montado durante casi dos mil años un tinglado tal, que no sé cuanto tiempo necesitaremos para volver a la sencillez y pureza originales. María no necesita ni adornos ni capisayos. Es grande en su simplicidad, no porque la hayan adornado. Ni Dios ni los hombres tienen nada que añadir a lo que María era desde el principio. Basta mirar a su verdadero ser para descubrir lo que hay de Dios en ella, eso que siempre será limpísimo, purísimo, inmaculado. Si lo hemos descubierto en ella, será más fácil tomar conciencia de que también está en cada uno de nosotros.

Me habéis oído muchas veces decir que Dios no puede darnos nada, porque ya nos lo ha dado todo. Todo lo que tenemos de Dios, lo tenemos desde siempre. Nuestra plenitud en Dios es de nacimiento, es nuestra denominación de origen, no una elaboración añadida a través de nuestra existencia. Lo que hay en nosotros de divino no es consecuencia de un esfuerzo personal, sino la causa de todo lo que puedo llegar a ser. Aquí está la buena noticia que quiso trasmitirnos Jesús, tan desconcertante que seguimos sin creerla.

Si en Jesús hemos descubierto lo divino, ¿qué necesidad tenemos de María? Aquí está una de las claves de la fiesta. Hay una enorme diferencia entre la manera de llegar a descubrir en Jesús la presencia de lo divino y la manera de encontrar en María esa misma presencia. Nos hacemos una imagen de Dios partiendo de los conceptos que manejamos los humanos. Esos conceptos son muy limitados y al aplicarlos a lo trascendente se quedan siempre cortos. El concepto de Dios al que llegamos a través de Jesús nos lleva a una idea exclusivamente masculina de Dios. Ese Dios masculino queda privado de toda la riqueza conceptual que puede encerrarse en una idea femenina de Dios.

Ésta es la aportación genial que ha hecho el pueblo creyente atribuyendo, a la figura de María, todo lo que la teología oficial le impedía aplicar directamente a Dios. En María se puede desplegar lo femenino de Dios que es tan importante o más que lo masculino. Todo el machismo que destila nuestra religión quedaría superado si nos atreviésemos a pensar un Dios absolutamente femenino. Hay en lo femenino riquísimos contenidos que pueden ayudarnos a tomar conciencia de lo que es Dios como madre para cada uno de nosotros.

Tuvieron que pasar varios siglos para que los cristianos empezasen a interesarse por la figura de María. Esto no invalida todo lo que se ha dicho sobre María, pero nos obliga a darle una valoración muy distinta. No podemos seguir interpretando como hechos históricos lo que son solo símbolos femeninos. No, María fue una mujer normal que llevó una vida normal. Nadie se fijó en ella. Cumplió siempre con sus obligaciones de madre y esposa. Eso que a nosotros nos parece una ordinariez, es lo más grande y digno de imitar.

Meditación

Mira a María como si fuera un espejo,
que te está recordando lo que eres.
Si esa visión te asusta,
es que no has descubierto tu interior.
Eres la perla y tienes que tallarte.
Pero tienes un modelo en quién fijarte.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Manos Unidas denuncia que es intolerable que el 30 por ciento de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo a ser agredidas

Miércoles, 25 de noviembre de 2020
Comentarios desactivados en Manos Unidas denuncia que es intolerable que el 30 por ciento de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo a ser agredidas

36519044-25E2-4E1F-9D2A-8052EBA72BD625 noviembre: Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

En 2013, la Organización Mundial de la Salud definió la violencia contra las mujeres como «un problema de salud global de proporciones epidémicas».

Manos Unidas reitera su compromiso constante para terminar con una lacra que causa un enorme dolor y sufrimiento a las mujeres que la padecen.

En Sierra Leona, las mujeres y niñas se enfrentan no solo a la violencia física sino a la violencia doméstica y a las privaciones económicas; una violencia que se ampara en la cultura del silencio.

En 2019, la ONG aprobó 69 proyectos por importe de 3.776.385,00 €, destinados a promover, específicamente, los derechos y oportunidades de más de 170.000 mujeres

En 2020, las consecuencias de la pandemia del coronavirus, y las medidas de confinamiento y reclusión adoptadas por los diferentes gobiernos para hacer frente a la expansión del virus, han incrementado sustancialmente los episodios de violencia contra las mujeres en todo el mundo.

Pero esta situación no es algo nuevo, sino un comportamiento arraigado en todas las sociedades, que afecta a una de cada tres mujeres en el mundo, hasta el punto de que, en 2013, la Organización Mundial de la Salud, definió la violencia contra las mujeres como «un problema de salud global de proporciones epidémicas».

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que se celebra el próximo 25 de noviembre, Manos Unidas reitera su compromiso constante para terminar con una lacra que causa un enorme dolor y sufrimiento a las mujeres que la padecen. «La sociedad no puede mostrarse indiferente ante el maltrato y la violencia. No podemos tolerar que el 30 % de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo a ser agredidas, a denunciar o a las reacciones en su entorno cercano tras las agresiones… Y todo ello ante la apatía de una gran parte de las sociedades», asegura Ricardo Loy, Secretario General de Manos Unidas y miembro del comité de género de la organización.

«La sociedad no puede mostrarse indiferente ante el maltrato y la violencia. No podemos tolerar que el 30 % de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo a ser agredidas, a denunciar o a las reacciones en su entorno cercano tras las agresiones… Y todo ello ante la apatía de una gran parte de las sociedades»

Si bien la violencia contra la mujer es algo extendido a nivel global, en algunos de los países en los que trabaja Manos Unidas los índices de violencia son mucho más elevados. Esto se debe, fundamentalmente, a la prevalencia de costumbres ancestrales, mantenidas y aceptadas por sociedades eminentemente patriarcales, en las que mujeres y niñas están minusvaloradas frente a los hombres. «Solo atendiendo a las diferentes experiencias de violencia contra la mujer que nuestros socios locales nos transmiten, podemos imaginar el infinito dolor que, seguro, se está produciendo en estos momentos en todo el mundo por esa causa», lamenta Loy.

La violencia contra las mujeres y las niñas presenta numerosas caras que van más allá de la mera violencia física. Esto, según el Secretario General de la Organización, lleva a Manos Unidas a trabajar desde diferentes campos y enfoques, compartiendo recursos y experiencias que aporten soluciones para combatir estos comportamientos que padecen las mujeres y las niñas en su entorno familiar y en sus comunidades.

«Con nuestro trabajo de formación y de sensibilización intentamos poner freno a actitudes que violentan y degradan a las mujeres, como la trata de personas para su explotación laboral o sexual o la utilización de las mujeres y niñas como arma de guerra. La educación, en el trabajo de sensibilización que llevamos a cabo, tiene como objetivo, asimismo, el hacer frente a esas costumbres religiosas o culturales que las violentan físicamente o las invisibilizan y excluyen», explica el Secretario General de Manos Unidas.

Sierra leona: combatir el silencio cómplice

En Sierra Leona, durante los años de guerra civil, que terminó formalmente en 2002, era común que las mujeres fueran utilizadas como arma de guerra y entregadas a los rebeldes como esclavas sexuales. Quizá este sea uno de los motivos por el que muchos hombres adultos siguen manteniendo este comportamiento casi veinte años después. «La violación es algo que en Sierra Leona se usa tan comúnmente contra las mujeres y las niñas, que en 2018 pasado el presidente del Gobierno tuvo que declarar la violencia sexual como una emergencia nacional. Además, creó una unidad de la policía para combatir las violaciones, sobre todo las cometidas contra menores», asegura el padre Peter Konteh, director de Cáritas Freetown, socio local de Manos Unidas en el país.

Según el religioso, en Sierra Leona, las mujeres y niñas se enfrentan no solo a la violencia física –las palizas a las esposas son algo generalizado–, sino a la violencia doméstica y a las privaciones económicas; una violencia que se ampara en la cultura del silencio, fuertemente arraigada. «Ahora, con las intervenciones que hemos llevado a cabo con apoyo de Manos Unidas, hemos conseguido dar un vuelco a esa cultura del silencio que impedía a las víctimas hablar, sobre todo cuando se trataba de violaciones, y hemos logrado situar estos temas en la mesa de discusión.  Ahora, las mujeres, las niñas y las familias están dispuestas a hablar sobre el abuso y los perpetradores están siendo llevados ante la justicia», explica Konteh.

En numerosas ocasiones, las víctimas de violación no denuncian porque desconocen cuáles son las vías para hacerlo y carecen de recursos para costearse un abogado, el transporte a los tribunales o, incluso, la manutención durante el tiempo que dure el juicio. Este tipo de acompañamiento es, según el padre Konteh, fundamental. «Con el proyecto, además, brindamos a las supervivientes apoyo para la comida y el transporte y damos seguimiento a los casos en el tribunal para ver cómo van los procedimientos y brindar apoyo psicosocial a las víctimas».

La sensibilización en las escuelas y en las comunidades es fundamental para hacer frente a esta lacra que condiciona la vida de las niñas y las adolescentes. Para ello, los 400 alumnos y profesores de las 40 escuelas en las que se está desarrollando el proyecto están recibiendo formación acerca de la prevención de los casos de violencia de género, matrimonios precoces, embarazos adolescentes y acceso a la justicia, y serán los encargados de ejercer como «embajadores» entre sus compañeros para sensibilizar y seguir los casos que puedan presentarse. Además, participarán en programas de radio y televisión.

Para el director de Cáritas Freetown, «el mayor éxito del proyecto es haber creado conciencia sobre el asunto y comprobar el impacto de nuestros programas en las comunidades. Un gran logro es saber que, con esto, se están enviando señales a los “aspirantes a perpetradores”, protegiendo así a las mujeres y niñas de nuevos abusos».

Aunque el enfoque de género es un eje transversal en todas la intervenciones y proyectos que lleva a cabo la organización, en el año 2019, la ONG de la Iglesia católica aprobó 69 proyectos, por importe de 3.776.385,00 €, destinados a promover, específicamente, los derechos y oportunidades de más de 170.000 mujeres.

Fuente Religión Digital

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La iglesia, diez mujeres. Un sacerdocio de luz en la noche (Mt 25, 1-13)

Miércoles, 11 de noviembre de 2020
Comentarios desactivados en La iglesia, diez mujeres. Un sacerdocio de luz en la noche (Mt 25, 1-13)

mujeres-768x383Del blog de Xabier Pikaza.

Con ocasión del evangelio del 8.11.20, publiqué un trabajo de tipo bíblico-teológico titulado. Las diez “vírgenes”: Parábola de amor y de aceite en la noche (Mt 25, 1-13). Retomo lo allí dicho, en la línea de mi Comentario de Mateo, para exponer en ese fondo el sentido y tarea de la Iglesia, representada de un modo ministerial y espiritual por las diez “mujeres” de la parábola.

Este pasaje (Mt 25, 1-13) ha sido bastante manipulado al servicio de una visión, patriarcal de una Iglesia que, como decía el Cardenal Congar en su Diario (quizá con algo de exageración), sólo ha leído la Biblia al servicio de su estructura de poder

Con la institución del “año de la Biblia” (2020), el Papa Francisco ha querido cambiar esa actitud (Congar decía “obsesión”), a fin de que de la teología y la vida de la iglesia pueda volver al principio de la Biblia. En esa línea ofrezco una lectura básica de Mt 25, 1—13, mostrando que toda la iglesia (varones y mujeres) aparece simbolizada en la experiencia y autoridad de los/as diez “vírgenes” de esta parábola

09.11.2020

MT 25, 1-13. UNA INTERPRETACIÓN ABIERTA…  No digo feminista, pues el texto no es feminista ni machista, sino simplemente católico, es decir, “universal” Algo he pensado y escrito sobre el tema, sobre todo en mi  Comentario de Mateo, y así lo indicare de un modo telegráfico en los puntos que siguen:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.”

  1. Mt 25, 1-13, una parábola de Mateo. No la proclamó Jesús, pero recoge elementos importantes de su proyecto y mensaje. No trata sólo de una “vírgenes mujeres” (no varones), sino de todos los cristianos (varones y mujeres), como vírgenes (parthenoi), esto es, hombres y mujeres abiertos a la palabra, partiendo de María, la Madre de Jesús, desde una perspectiva radicalmente humana, en la que están incluidos todos los cristianos (cf. Mt 1, 18-25 y 2, 1-23. En esa línea, culminando el camino de María, estos/estas 10 vírgenes (parthenoi) de Mt 25, 1-13 son “toda la iglesia” (varones y mujeres) en clave de responsabilidad y amor, simbolizada por el aceite y la luz.
  2. Un tipo de iglesia posterior ha interpretado esta parábola en clave de “género”, desde una perspectiva que puede ser helenista y romana, pero q no es bíblica. Según ella, los/las 10 vírgenes serían solo mujeres, “amantes” de un Cristo varón…, y sometidas después (a lo largo de la historia de la iglesia, hasta el siglo XX) a un tipo de “jeráarquía” de varones (representantes de Jesús) a quienes ellas deben someterse. En la Iglesia habría, según eso, dos tipos de personas: varones-jerarcas (representantes de Cristo) y mujeres-vírgenes, bajo el cuidado de la jerarquía masculina, con obligación de sometimiento y clausura, en contra del evangelio. En este contexto, quiero decir que la interpretación práctica de esta parábola ha sido y sigue siendo, en gran parte, una desviación grave del evangelio la Iglesia según san Mateo.
  3. En contra de esa división, estas 10 vírgenes de Mt 25, 1-13, son toda la iglesia de Jesús…, varones y mujeres, sin diferencia esencial por su “sexo”. Todos los cristianos aparecen de esa forma bajo el signo de “mujeres que aman” y esperan al Cristo-Señor, que no es novio-masculino de mujeres, sino Nymphios Mesiánico, amor divino de hombres y mujeres, amigas-os/esposas-os/hermanas-os del Dios amor, representado en Cristo. Ciertamente, estos/as diez vírgenes tienen un “toque femenino”; ellos son la humanidad amante que está al fondo del Shema israelita (Dt 7,4-6), donde se pide amor y fidelidad por igual a varones y mujeres. Su virginidad no se entiende en forma ascético/sexual, sino en gesto de apertura y madurez de amor, en línea de evangelio.
  4. Todo intento de interpretar a estos 10 vírgenes como mujeres bajo la dirección y guía de un Cristo varón, y no como personas va en contra del evangelio de Mateo, que no cita la palabra clave de Gal 3, 28, pero que la supone: Ya no hay varón y mujer, pues todos sois uno en Cristo. Interpretar este pasaje de los/las diez vírgenes iría en contra sin incluir a los varones (de quienes se supondría que no están llamados al aceite y luz del amor de Cristo…) va totalmente en contra del evangelio “católico” de Jesús. Varones y mujeres están llamados por igual a la espera y amor del Cristo-amor” (Cristo esposo/esposa). Estos diez “vírgenes” son simbólicamente toda la iglesia.
  5. Todos los cristianos, varones y mujeres, han de ser vírgenes, como María, en la línea de Is 7, no en sentido sexual de género, sino en gesto y camino fundante de apertura al amor de Dios y a su revelación, como la Madre de Jesús y como las mujeres de la pasión y resurrección de Jesús (Mt 27-28). A diferencia de lo que se dice en Mc 16, 1-8, estas mujeres de Mt 28, 1-20 no sólo han recibido el mensaje del ángel de la pascua, sino que han acogido y visto al mismo Jesús, proclamando su mensaje en el principio de la iglesia (siendo creadora de la iglesia, pero no sólo para ellas, como mujeres, sino para todos los varones y mujeres, como “parthenoi” representantes de toda la Iglesia en Mt 25, 1-13).
  6. De un modo consecuente, en el conjunto del evangelio de Mateo (tanto en el Sermón de la Montaña, Mt 5-7, como en los discursos eclesiales de Mt 18 y M 23) no hay diferencia ente varones y mujeres… No hay una ética de mujeres y otra de varones (como en el tratado Nashim, mujeres, de la Misná), ni jerarquía de varones y otra de mujeres… Todo intento de entender a los/las parthenoi de Mt 25, 1-13 como mujeres sólo para un tipo de intimidad en amor, dejando el resto de tareas oficiales de la iglesia en manos de varones para la jerarquía resulta imposible y absurdo en el evangelio de Mateo. No hay hombres/jerarcas de iglesia sin amor de bodas, ni mujeres/vírgenes sin autoridad evangélico. Todo lo que dice el evangelio lo dice para todos/todas.
  7. Estos/estas 10 vírgenes son por tanto toda la iglesia (varones y mujeres), y sus signos de aceite y luz, que no son una señal exclusiva de intimidad de novia, sino el signo y tarea más honda de la identidad cristiana (entendida desde el ritual judío de la luz del templo…). Ciertamente, hay un “aceite individual” de buenas obras y luz individual, pero en la línea del culto judío, aceite y luz son el culto más hondo de la comunidad, representada por la Menorah, que es la gran lámpara de Dios, la de los siete brazos… Cada uno de esos diez varones/mujeres son expresión de la comunidad entera, del gran culto del templo, centrado en la Monorah, del culto de vida de la iglesia cristiana. Estos/estas son los “celebrantes” de la nueva alianza, en la línea de la carta a los Hebreos. Todo intento posterior de reservar la “animación” del culto cristianos a los varones va en contra de una lectura integral de Mt 25, 31-46.
  8. Estos/estas vírgenes son (representan) la jerarquía fundante de la Iglesia… que no es institución de poder sagrado sobre otro, sino autoridad personal expresada en el aceite/luz que alumbra mientras unos y otros (unas y otras) seguimos esperando la culminación de amor de Dios en el Cristo/Esposo (amor, amigo) de todos. En ese sentido, esta parábola no trata de lo que pasará al final, cuando venga el Cristo/Esposo definitivo, sino lo que esta pasando ahora, en una noche que parece larga o vacía, pero que está llena de la luz de esperanza de amor de varones y mujeres…
  9. No olvidemos ésta es una parábola, una palabra para sentir, pensar, comprometerse…Una palabra que queda abierta y que ha de ser interpretada en la vida de la iglesia. Pues bien, una jerarquía eclesial de varones ha interpretado mal esta parábola; y por eso ella tiene que volver al evangelio (como quiere el Papa Francisco)  No se trata de que esta tarde (mejor que mañana) Francisco diga: La mujeres pueden ser “sacerdotes”, igual que los varones, fifty/fifty, a 50%, aunque eso no estaría mal. Se trata, más bien, de recrear desde el fondo lo que quiere esta parábola, que trata del “sacerdocio de la vida/amor” (aceite, luz…); se trata de aplicarlo de una forma personal y social, al conjunto de la Iglesia Se trata de empezar a leer la Biblia desde su origen… Evidentemente, iniciado este camino, la iglesia tendrá que abandonar con vergüenza y gozo su machismo impenitentes, para instituir con Mt 25, 1-13 el ministerio y tareas de aceite y luz, de amor de Cristo, abierto a todos, varones y mujeres, en forma personal y comunitaria.
  10. No pido nada… sólo empezar… Volver a la Biblia bien leída y recreada, como quiere el Papa Francisco, aunque pienso que él (y el Varicano en su conjunto) no está preparado para dar el paso necesario de evangelio. Francisco ha marcado el camino, pero no sé si se atreverá a seguirlo. Ha dicho “volvamos a la Biblia”, pero quizá no se ha dado cuenta de lo que eso significa. Por eso, tenemos que empezar por lo más simple, leer la Biblia, no hacernos los vagos… Leerla de verdad, y encontraremos textos luminosos como éste de los/las diez vírgenes que son a iglesia entera, como signo y camino de amor. Leer la Biblia y empezar a dar con ella unos pasos sencillos pero intensos, abierto, misioneros, de evangelio. Una vez que empecemos en serio todo seguirá como por sí mismo, pero ésta es una siembra de evangelio. Pero, vuelvo a decir: No olvidemos que es una parábola… y que el 50% de vírgenes necias y el 50% de prudentes es simbólico… Esa parábola está abierta. Ella nos dice hay un camino distinto, abierto a todos los hombres y mujeres… Por eso termina diciendo “velad”, velad y poneos en verdad en marcha en el gran camino de la noche de la espera de Jesús.

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