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Curación de la mujer ciega.

Martes, 21 de marzo de 2023
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conferencia-general-10(Juan 9,1-17)

La ciega, que no conoce la luz, es figura de las que nunca han podido saber lo que puede y debe saber la mujer. Se le ha sometido a una ignorancia muy estudiada para tenerla controlada. Esta mujer representa a las que desde siempre se han visto sometidas a la opresión, que nunca han siquiera vislumbrado lo que significa ser mujer en su sentido pleno, ni, por tanto, lo han deseado. Los culpables de su ceguera son los y las que apoyan el sistema, tantas veces respaldado por las religiones.

Cuando salí a la calle para protestar, una vez más, por los Derechos de la Mujer, algo por dentro se me movió: ¡Construye algo! Protesta creando algo nuevo, algo que empiece en tus entrañas conectando con las entrañas de miles de mujeres que, como tú, buscan vivir desde otro paradigma.

Esta es la dinámica de las raíces de los grandes árboles que se entrelazan en su interior, en lo hondo de la tierra, posibilitando así la fortaleza del bosque, su crecimiento y desarrollo, su belleza y elegancia: las arboledas. El árbol es nombre masculino, cuando se junta y crea un espacio maravilloso se llama arboleda porque es un sitio poblado de árboles.

Y sigo en la calle, retirándome un poco de la multitud que sigue gritando por los Derechos de la Mujer; necesito sentir, percibir, qué me está pasando en mi adentro, que me da esta sensación interior que clama, en mis entrañas, ser acogida y abrazada.

Y, en el camino, me encuentro con alguien que me dice: “¿quieres ver cómo?” y, ante mi cara de sorpresa, le veo que escupe en el suelo y con su saliva hace un poco de barro que me unta en los ojos con ternura y firmeza.

Yo, estoy estupefacta. Al principio siento algo de rechazo: saliva, barro… ¿qué está pasando? ¿Por qué se me acerca tanto? ¿Por qué me toca? ¿Quién es?

Al Maestro le preguntaron quien había pecado, ella o sus padres, para ella cargar con esa maldición en forma de ceguera, según ellos, fruto del pecado de ser mujer.

Jesús es radical: ni ella, ni sus padres, y en esa noche, escupe en tierra y haciendo barro con su saliva se lo unta en los ojos a la mujer y después le manda lavarse. Ella fue, se lavó y volvió con vista. (Jn9, 7)

La mujer ciega es figura de las que nunca han podido saber lo que puede y debe Ser la mujer. La decisión de obtener la vista quedará en sus manos: ir o no a lavarse. Ir o no al desierto a liberarse de los hábitos adquiridos en la opresión del Egipto institucional. Ir al desierto a sanarse, a liberarse, a desaprender y aprender-ver de nuevo. En el desierto hay otras mujeres que ya empiezan a ver.

El barro alude a la creación de la persona humana. En tiempos de Jesús se pensaba que la saliva transmitía la propia energía vital. Jesús crea la mujer nueva compuesta de barro-carne y de saliva-Espíritu de Jesús; le untó su barro en los ojos poniéndole ante los ojos su propia humanidad, la de la mujer acabada, proyecto divino realizado.

Cuando le unta el barro en los ojos la está Ungiendo como hija de Dios por el Espíritu, su saliva mezclada con la humanidad de la mujer.

Y como Jesús,  ella necesita ir un tiempo largo al desierto y recuperar su dignidad, su espacio, su creatividad, su fecundidad.

En el desierto nos encontramos con las recién sanadas de la ceguera y con las que llevan tiempo trabajando en proyectos creativos de espacios y arboledas nuevas, donde quepa la creatividad de todas, cada una con sus talentos naturales y con las capacidades adquiridas.

Y diseñamos un mundo y una comunidad cristiana nuevas. En este proyecto no hay escala jerárquica, ni propiedades…no tenemos más que nuestros cuerpos maravillosos, dadores de vida y creatividad, tenemos nuestras múltiples mentes brillantes, silenciadas a lo largo de los siglos porque dejaban en evidencia la opacidad de tantos otros que querían el poder de Babel.

Nosotras estamos ahí, en el descampado, al lado de ríos y mares, liderando la marcha y la danza con los criterios del nazareno crucificado porque molestaba a los encumbrados en Babel.

Y en esos desiertos ponemos tiendas de Acogida y de Refugio, que van siendo nuestras iglesias domésticas donde resguardarnos y sanarnos.

Y tímidamente van apareciendo muchas ciegas que, poco a poco, a fuerza de tierra y saliva aceptada, van “viendo” quienes son, descubren su herencia y su estirpe, levantan la cabeza y la sonrisa y la risa se convierte en danza.

Muchas danzamos en el desierto, rezamos en la orilla del mar, celebramos en las arboledas, nos visitamos y cuidamos nuestras dolencias. Y es una pasada lo que está naciendo.

Esta es nuestra propuesta y protesta. No más ceguera en el cerebro y en las comunidades. Es hora de estar con madre tierra y con nuestras hermanas en la Tienda Roja de la Vida, dando vida y esperanza, diseñando arboledas y liturgias y rituales con el Nazareno y como él, adorando al Abba en espíritu (saliva) y en verdad (nuestra tierra).

Que seamos muy felices las mujeres que dejamos atrás la ceguera.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Fuente espiritualidadcym@gmail.com

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“La cuerpa, les cuerpes, el cuerpo”, por Abigail Maritxu.

Jueves, 16 de marzo de 2023
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84832B05-BBB1-4341-A48E-0E3C957154FFDel blog Tras las huellas de Sophia: 

“Nacemos como respuesta, morimos como pregunta” escribe Edmond Jàbes

06.03.2023 | Abigail Maritxu

First-wave African-American feminist Sojourner Truth’s famous question, “Ain’t I a Woman?,” should serve as a powerful reminder that fighting for representation within the term “woman” has been as much a part of the feminist tradition as has asserting the value of womanhood and fighting for social equality between women and men. “Woman” typically has been mobilized in ways that advance the specific class, racial, national, religious, and ideological agendas of some feminists at the expense of other women; the fight over transgender inclusion within feminism is not significantly different, in many respects, from other fights involving working-class women, women of color, lesbian women, disabled women, women who produce or consume pornography, and women who practice consensual sadomasochism.

Susan Stryker

“(De)Subjugated Knowledges, An Introduction to Transgender Studies” [1]

“Nacemos como respuesta, morimos como pregunta” escribe Edmond Jàbes, el poeta del desierto y lo cierto es que nosotres somos varios cuerpos: el que pensamos que tenemos, el que tenemos y el que ven l@s otr@s. Entonces, siento envidia de las caimanas. Si antes de nacer pudiéramos escoger nuestro cuerpo, me hubiera gustado nacer caimana. Ágiles en el agua, rápidas en tierra, gran sentido del humor, dieta omnívora  y muy pacientes. Pero no se pudo. Tampoco pedí este cuerpo y aquí ese problema menudo en el que siempre nos quejamos de nuestro cuerpo. Yo no me quejo, solamente que en el cuarto de entregas de cuerpos y compatibilidades de alma, a mí me mandaron con tres etiquetas: cuerpo de niño, alma vieja y un espíritu muy femenino. ¿Qué quiero decir? Nací bajo circunstancias muy difíciles, yo no estaba planeada pero cuando fue inevitable, mi padre anheló tener una segunda hija y la tuvo con cuerpo de niño.

Nací y la epidemia de influenza devastó la ciudad de Oaxaca, murieron muchísimos bebés de extracción humilde porque no había medicinas y yo estuve encerrad@ en un hospital por un año y medio, después de lo cual me desahuciaron. Gulp. Mi naná se opuso a la muerte, se encerró conmigo en la cocina tres días y salí adelante, es decir, nos fuimos de Oaxaca a Mexicali, de una ciudad caliente a una ardiente, alguien huía. La naná se casó en los Estados Unidos. De pronto, “regresamos” a la Ciudad de México. Al fin un poco de normalidad y una televisión Philco blanco y negros de bulbos pero para tres niñ@s sin ninguna otra cosa que hacer, la televisión era un nuevo mundo. Me enfermé de todo lo que se tiene que enfermar un niñ@, excepto poliomielitis y cáncer en los huesos. Mi exitosa carrera deportiva se fue a la basura cuando me pusieron lentes por una miopía severa. Demonios, tenía 8 años, no era justo. Mis papás usaban lentes, mis herman@s mayores no. Mala lotería. Me quedaban pocas salidas: las chicas, el juego y mi verdadera vida.

A los 14 años, empezó la adolescencia más severa, dolores infernales de cabeza, cada vez que había luna llena. Alguien bromeó que a lo mejor era hombre – lobo, aullaba pero de migrañas, mal humor y sentirme mal con todo mi cuerpo. Hasta la fecha, temo cuando llega la luna llena, repto por las paredes, mi cabeza estalla, lloro y la peor parte, me quitaron uno de mis medicamentos naturales: el café exprés. Sufro, tal vez suba la voz, sudo como loc@, me da el bochorno y la ropa me aprisiona porque estoy hinchad@. Demonios. 48 años después sufro con dignidad la luna llena… en esa misma época, descubrí que era una mujer. Tenía el pelo hasta la cadera, mis herman@s y yo nos vestíamos igual: camisetas dye yourself, collares, pulseras, lentes estilo John Lennon, pantalones acampanados ajustados de mezclilla. ¿Quién es la chica, quién el chico? No había manera de distinguirnos. El ambiente en casa en 1971 es demasiado liberal, me fui a tomar clases de danza contemporánea, la maestra me dio instrucciones de llegar con mi payasito (mi leotardo) y mis mallas negras. Llegué con las prendas y al ir bailando, mi cuerpo era mío, era una chica bailando entre chicas.

Mi primer tutú se tradujo en mi primer orgasmo femenino. No hubo erección ni ese olor horrendo de lo que expiden los hombres, no, tenía mojadas las piernas desde el perineo hasta las nalgas y estaba feliz e incómoda por estar empapada. Luego, vendrían días monstruosos. Sentimientos de confusión, abuso sexual del adolescente masculino que mi cuerpo indicaba y aplausos para la bailarina que se esforzaba en clase y la misma persona ejercía esas actividades. Siempre me he preguntado, que hubiera pasado si le hubiera dicho a mi madre soltera que su hijo menor era / es una mujer. Hice teatro, danza, quise averiguar si era homosexual y tuve un novio brillantísimo y muy tímido pero solamente nos besábamos y nunca llegamos a más. Lo mataron junto con unas monjas católicas en la guerra civil de El Salvador. La presión social me obligó a ser alguien en la vida, estudiar una carrera, casarme, anhelar tener hijos (yo quería ser la mamá) y punto. Primer divorcio. Dos años de alcohol, sexo promiscuo y drogas. Bajé de 90 a 56 kilos, comía una vez al día porque no tenía empleo y cuando me empecé a vestir de mujer  a escondidas, me sentí en paz, mi alma, mi cuerpo, mi espíritu por fin se empataban en una sola caimana pero era fugaz y tenía que socializar como hombre para poder comer…

¿Qué cuerpo me imagino que soy? ¿Qué cuerpo real tengo? Mi tumblr refleja un diamante y una mujer esquizofrénica con personalidades múltiples: soy Big Mama Thornton, Madame Emma Bovary, Josephine Baker, Susan Sontag, Anna Wintour, Madame Chaosofia. Tengo 63 años, cuatro meses meses y 24 días con el cuerpo de Carlos pero soy una mujer trans de 62 años, 10 meses y 2 días, peso 64 kilos, mido 1.65 mts, un corazón que creció, tres operaciones inguinales, una retina derecha desprendida y reunida a pedazos en una red, dos ojos operados de cataratas, cambié de talla 40 de hombre a 28 de mujer en los pantalones y tallas S – M dependiendo de la hechura de la ropa, perdí las nalgas divinas que tenía y la talla de mi bra pasó de un 36B qué era decente a un magro 34A y los tacones del siete, siete y medio pasé a un seis – seis y medio, lo cual me permite comprar zapatos donde quiera. ¿Me gusta mi cuerpo? Mucho. Si mi cuerpo lo tolerase, me quitaría la extensión vegijal y los testículos que me estorban. Sería la única cirugía que le haría a mi cuerpo. Me casé dos veces más, viví con cinco mujeres distintas más y  una de ellas, me ponía su ropa para calmar mi angustia. Todo me quedaba, asumo que lo sabía porque preparaba su / la ropa para que me la pusiera, lo mismo que los zapatos…

Un día ya no pude más, se lo dije a mi hermana, a mi compañera y a la directora de la escuela, las tres me mostraron su cariño, su apoyo y entonces, pude ser yo, aquella adolescente que bailaba y era feliz y nací un 24 de agosto y en casi tres años he hecho lo que no hice en 45 años, ser ágil en el agua, rápida en tierra, tener gran sentido del humor, disfrutar una dieta omnívora limitada, ser muy paciente y sabia

***

[1]  La famosa pregunta de Sojourner Truth, feminista afroamericana de primera ola, “¿No soy una mujer?”, debería servir como un poderoso recordatorio de que luchar por la representación dentro del término “mujer” ha sido una parte tan importante de la tradición feminista como lo ha sido reafirmar el valor de la feminidad y luchar por la igualdad social entre mujeres y hombres. La “mujer” generalmente se ha movilizado de maneras que promueven las agendas específicas de clase, raciales, nacionales, religiosas e ideológicas de algunas feministas a expensas de otras mujeres; La lucha por la inclusión transgénero dentro del feminismo no es significativamente diferente, en muchos aspectos, de otras luchas que involucran a mujeres de clase trabajadora, mujeres de color, mujeres lesbianas, mujeres discapacitadas, mujeres que producen o consumen pornografía y mujeres que practican el sadomasoquismo consensuado.

Susana Stryker

“Saberes (des)subyugados, una introducción a los estudios transgénero”

 

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Jill Biden honró a una mujer trans en el Día Internacional de la Mujer y los conservadores están absolutamente furiosos

Martes, 14 de marzo de 2023
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Jill-Biden-awards-trangender.jpg.optimalEl reconocimiento de Alba Rueda por su trabajo para mejorar la vida de los argentinos LGBTQ+ provocó la indignación de los conservadores.

Los políticos y expertos de derecha han acusado a la primera dama Jill Biden de “menospreciar a las mujeres” después de que le entregó a una mujer trans el International Women of Courage Award-Premio Internacional de Mujeres Valientes.

Alba Rueda fue reconocida por su trabajo para mejorar la vida de las personas LGBTQ+ en Argentina. También es la primera política abiertamente trans del país en ocupar un alto cargo en el gobierno.

Los premios rinden homenaje a las mujeres de todo el mundo que “están trabajando para construir un futuro mejor para todos”, según el Departamento de Estado. Rueda fue una de varias mujeres nombradas en los premios.

Entre enero de 2020 y mayo de 2022, Rueda se desempeñó como subsecretaria de políticas de diversidad en el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad de Argentina.

La Primera Dama entregó los premios durante una ceremonia en la Casa Blanca el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo).

Presentada al escenario como una mujer que fue “expulsada de las aulas” y a la que se le negaron trabajos simplemente por ser transgénero, la historia de Rueda es un relato inspirador de alguien que supera la adversidad y ayuda a una comunidad que le importa.

Biden, la esposa del presidente demócrata, Joe Biden, y doctora en educación, acudió a Twitter para destacar a las 11 mujeres que han realizado un trabajo extraordinario para mejorar diversas libertades en todo el mundo.

“En el Día Internacional de la Mujer, celebramos a un grupo de mujeres increíbles y valientes y su extraordinario trabajo en pos de la justicia, la libertad y la paz”, dijo.

Los conservadores, sin embargo, creen que Jill Biden otorgando un premio a Rueda menosprecia a las mujeres, llegando incluso a calificar la medida de “vergonzosa”, en un vil chorro de críticas anti-trans en línea.

En una serie de golpes, incluido el error de género de Rueda, los republicanos intervinieron rápidamente para declarar que la medida era antimujer.

Sarah Huckabee Sanders, la gobernadora republicana de Arkansas, un estado que ha presentado los proyectos de ley de baño anti-trans más extremos de EE. UU., dijo que los demócratas no podían decirle a la gente qué es una mujer después de que la política trans recibió su premio. Justo esta semana, Sanders, el exsecretario de prensa de Donald Trump, también promulgó un proyecto de ley que redujo las protecciones contra el trabajo infantil.

Mientras tanto, Jennifer Barreto-Leyva, miembro editorial de la Asamblea Nacional Hispana Republicana y presentadora de podcasts, calificó el premio de Rueda como “vergonzoso e inaceptable“.

Otra presentadora de programas, Dana Loesch, ex vocera del grupo de derechos de armas, la Asociación Nacional del Rifle, y ex editora de Breitbart News, de extrema derecha, intervino al decir: “Qué bueno de FLOTUS [Primera Dama de los Estados Unidos] alentar disminución de la mujer en el Día Internacional de la Mujer. Borrar mujeres es abusivo”.

Rueda estuvo entre los ganadores del premio de Afganistán, República Centroafricana, Costa Rica, Etiopía, Jordania, Kazajstán, Malasia, Mongolia, Polonia y Ucrania.

Fuente Pink News

General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , , , , , , , , ,

María José Arana, rscj: “Tenemos que avivar las fuerzas espirituales que nos lanzan hacia la recuperación de las dos alas de la Humanidad”

Jueves, 9 de marzo de 2023
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146ACC88-292E-4A9B-BA96-7A488422F074“Para Santo Tomás, la mujer está en estado de sumisión por naturaleza, es decir, ES inferior”

“Ha llegado la hora de plantearnos esta armonización entre “lo femenino” y “lo masculino”, presentes en todo hombre y en toda mujer”, sostiene la teóloga María José Arana en ‘Rescatar lo femenino para re-animar el mundo’

“No se trata de absolutizar ‘lo femenino’ como antes se hizo con ‘lo masculino’, no, sino de armonizar ambas polaridades”

“Creo que la mayoría –evidentemente no todos- los varones de Iglesia lo tienen más difícil por las estructuras eclesiales tan patriarcales de las que participan”

“Existe un sufrimiento soterrado causado por una fuerte crisis de la masculinidad, de la que, en general, hay muy poca conciencia, y el esfuerzo de búsqueda de nuevos modelos masculinos es todavía muy minoritario y silencioso”

“Ha llegado la hora de plantearnos esta armonización entre “lo femenino” y “lo masculino”, presentes en todo hombre y en toda mujer“. Ésta es la tesis central, que plantea María José Arana, en su libro ‘Rescatar lo femenino para re-animar el mundo’  (Desclée). Eso sí, sin revanchas y sin “absolutizar ‘lo femenino’ como antes se hizo con ‘lo masculino’”. Un proceso que, según la autora, es imparable y viene empujado por las nuevas generaciones de mujeres jóvenes e, incluso, por algunos varones, que sienten que el modelo de la masculinidad está en crisis. Aunque “el esfuerzo de búsqueda de nuevos modelos masculinos es todavía muy minoritario y silencioso”.

Este despertar a la armonización hombre-mujer lo tienen más difícil los varones de la Iglesia “por las estructuras tan patriarcales de las que participan”. Y, porque están educados e impregnados de las teorías de Santo Tomás de Aquino, para quien “la mujer está en estado de sumisión por naturaleza, es decir, ES inferior”.

Un libro significativo desde el título: ‘Rescatar lo femenino paral re-animar el mundo’

Sí, no cabe duda de que percibimos un gran desequilibrio en cuanto a valores y actitudes en el mundo actual, que tienen que ver más con “lo femenino” muy especialmente en ellos. Willigis Jäger, un varón, lo expresa certeramente: “Tenemos que volver a activar las fuerzas femeninas (…). Sólo surgirán si despertamos en nosotras/os las fuerzas originarias del cuidar, sanar, observar, sentir… despertar la intuición, compasión, dedicación, entrega, amor…” Este libro es una respuesta a este clamor y una propuesta, porque ha llegado la hora de plantearnos esta armonización entre “lo femenino” y “lo masculino”, presentes en todo hombre y en toda mujer.

Pretendemos también exponer algo de los que supone “lo masculino” y “lo femenino” en la Humanidad y en la vida, sus desajustes. Plantearnos sus necesidades e implicaciones en un cambio que la misma humanidad precisa en su tarea evolutiva.

Es una tarea ardua, ya iniciada desde los movimientos feministas –por nuestras antepasadas-. Pero no cabe duda de que hemos llegado a un punto crucial de la humanidad y precisamos un cambio. Las mujeres se anticiparon, y llevamos dos siglos integrando la energía y polaridad masculina; llega el momento en el que ellos, los varones, deberán implicarse más en la de la energía “femenina”, y esto es muy urgente. Es verdad que algunos han comenzado, pero son muy minoritarios. No se trata de absolutizar ‘lo femenino’ como antes se hizo con ‘lo masculino’, no, sino de armonizar ambas polaridades, por lo tanto, es verdad que: “hoy más que nunca, la causa de la mujer es la causa de TODA la humanidad” (B. Boutros Ghali).

Así pues, tenemos que avivar en nosotras y nosotros las fuerzas espirituales que nos lanzan hacia la recuperación de las dos alas de la Humanidad.

Le dedicas tu libro “a la nueva generación que llega”. ¿Después de tantos años en la lucha feminista, notas que hay relevo en la sociedad e, incluso, en la Iglesia?

Aquí la dedicatoria es muy importante porque expresa nuestro sentido de historia. A través de mis sobrinas nietas, saludamos a toda la generación que llega invitándola a unirse, de alguna forma, a nuestra tarea que ya la comenzaron nuestras antepasadas, una tarea que exige nuestra responsabilidad de cara a empujar y construir juntas el futuro que nos llama. Es muy importante esta conciencia comunitaria y solidaria para construir juntas. Recogemos el pasado para mejorar y transmitirlo al futuro. Lo hacemos en cadena solidaria.

Pienso que en esta tarea sí habrá relevo. Es un momento en el que crece la conciencia y esta necesidad, una necesidad que siempre la hubo, pero, poco a poco esta necesidad se ha hecho más consciente; es verdad que más en la sociedad civil que en la Iglesia, pero también en la Iglesia ha crecido, aunque no todo lo que debería. Y la verdad, en el terreno eclesial hay mucha incoherencia que no ayuda nada. Pero la visión y la sensibilidad cristiana tiene muchísimo que aportar en esto. La Teología feminista, poco a poco, crece.

Porque el reto que plantea este libro es que, para responder verdaderamente a integrar las dos energías, sin duda, y especialmente en los varones, necesitamos una nueva conciencia en ellos y ellas, para poder realizar una tarea conjunta. Creo que la mayoría –evidentemente no todos- los varones de Iglesia lo tienen más difícil por las estructuras eclesiales tan patriarcales de las que participan.

Por todo ello he querido adentrarme en la indudable crisis de masculinidad que existe y de ahí, la necesidad de afrontar el cometido de equilibrar y mejorar estas energías. Además, necesitamos una honda clarificación en todas estas cuestiones, hoy más que nunca.

Hablas en tu obra de tres crisis (ecológica, de la masculinidad y de la espiritualidad). ¿Están imbricadas? ¿Hay alguna prioritaria o más urgente que las otras?

Hablo de las tres crisis que en este momento me parecen muy urgentes de afrontarlas. Tienen mucho en común, como se evidencia en el libro, y sus relaciones son muy hondas, a veces nada perceptibles a primera vista, pero ahí están. Hay que profundizar. Y, reclaman un equilibrio y un desarrollo conjunto.

Afrontamos la crisis ecológica por necesidad, por la urgencia que nos está empujando a encararla por el cambio climático que es ya más que amenaza, etc…, pero también por la profunda relación –muchas veces desconocida- entre el maltrato a la Tierra y la opresión a las mujeres. Las raíces simbólicas que encuentra el ecofemenismo para explicarlo son fundamentales. El varón ha sido identificado con la Cultura, las mujeres con la Tierra, Cultura que oprime a la Tierra, la subyuga y hace de ella su esclava. René Descartes dirá: “Convertíos como en dueños y poseedores de la naturaleza”. O dicho de otra forma no menos brutal: “Subyugar a la naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atadla a nuestro servicio y hacedla esclava nuestra” (Francis Bacon).  Podríamos seguir con estos argumentos. Solamente queremos poner en alerta y recordar que, hombres y mujeres, somos cultura y somos naturaleza, de igual manera, sin dualismos opresivos y sembradores de desigualdades.

Existe un sufrimiento soterrado causado por una fuerte crisis de la masculinidad, de la que, en general, hay muy poca conciencia, y el esfuerzo de búsqueda de nuevos modelos masculinos es todavía muy minoritario y silencioso. Nos preocupan cuestiones relativas al ánimus y al ánima, el “trabajo” en ellas, y la profundización en todo ello es fundamental. Vemos la importancia y la influencia que tienen los movimientos de mujeres. Las mujeres se adelantaron, pero hay varones que comienzan a sentirse incómodos en los modelos de virilidad heredados… Porque como nos avisa Aaron Kipnis: “algo está moviendo los corazones de los hombres” … Sí, porque “debemos rechazar la masculinidad tradicional” (Cooper Thompson), y por lo tanto urge la búsqueda de nuevas masculinidades. El camino para lograrlo implica examinar la ‘esencialidad masculina’. Todo ello en este momento es muy urgente para que podamos realizar esa armonía y mutua colaboración entre lo masculino y lo femenino, condición previa y sine qua non. Estos puntos creo que son los más ‘novedosos’ del libro.

Leonardo Boff resume bien lo que queremos decir: “las muchas crisis son expresión de una única crisis, la espiritual” Si, la crisis de la espiritualidad toca al ser entero; algunos hablan de una ‘enfermedad’ de la humanidad que hemos de reconocer y “cuyos síntomas son evidentes en todas las partes del mundo desde hace tiempo” (Benedicto XVI). Dedicamos cuatro capítulos para observar causas y efectos de esta crisis, así como también acogemos la necesidad de recobrar el alma y “lo nuevo” que está naciendo… Se está gestando otra civilización de forma oculta y silenciosa.

No cabe duda que la aportación de la experiencia espiritual de las mujeres en la historia es ingente. La recorremos desde las mujeres de los Evangelios hasta  nuestros días, la espiritualidad de hoy y la teología feminista. He ido recogiéndola como una larga historia de amor en la experiencia de ellas y engarzándola con algo muy minoritario, pero muy importante: la pequeña historia sobre la imagen de la maternidad de Dios, expresada desde el Padre, el Hijo y el Espíritu, según épocas y autoras. Lo hacemos a través de textos místicos, otros de la vida espiritual más íntima de las mujeres, de la liturgia, e incluso con una pequeña y preciosa iconografía. Destacamos la imagen de Dios, Padre y Madre que acogemos con toda reverencia y amor…

Así pues, estas tres crisis son como una ‘atalaya’ especial, tanto para detectar las necesidades del mundo actual como para vislumbrar caminos de sanación.

Cuentas que para Santo Tomás el “estado de sumisión” (por el que la mujer no puede ser sacerdote) es por naturaleza? Teóricamente la jerarquía ya no piensa así. ¿Y en la práctica?

Si, y esto lo explico también en el libro. Santo Tomás basándose en la filosofía aristotélica que define a la mujer como un ser inferior, ‘deficiente’, ‘incompleto’, ‘el más imbécil de todos los seres’, nos habla del consecuente ‘estado de sumisión’ o ‘estado de sujeción’ al que debe estar sometida. De esa grave debilidad y limitación, Graciano, Santo Tomás y los demás pensadores dedujeron ‘la naturaleza inferior de las mujeres’. Este estado las sitúa en la inferioridad, ellos por encima de ellas, el menor al “servicio del mayor”. Para comprender mejor el alcance de este estado, diremos como ejemplo, que para Santo Tomás de Aquino esta es la razón más poderosa por la que las mujeres no pueden ser sacerdotes; por la misma razón tampoco podría serlo el esclavo que también está en dependencia. Sin embargo, si el esclavo fuera ordenado, la ordenación sería ilícita, pero válida. Sin embargo, en el caso de ser ordenada una mujer sería ilícita e inválida porque la mujer está en estado de sumisión por naturaleza, es decir, ES inferior, en cambio el esclavo no lo está por naturaleza. Es decir, por naturaleza la mujer es un ser sometido y por lo tanto “no puede significar una dignidad tan eminente” del sacerdocio.

Como bien dices, teóricamente la Iglesia no piensa así, pero prácticamente la jerarquía lo continúa afirmando con sus leyes respecto al sacerdocio de las mujeres. Pablo VI lo dice veladamente cuando afirma que las mujeres no pueden tener ni siquiera vocación sacerdotal, porque dice “tal atracción, por muy noble y comprensible que sea no constituye todavía una auténtica vocación” y esto porque la Iglesia no puede “autentificarla”. También afirma que las mujeres no pueden ser sacerdotes, pero pueden ser víctimas, lo cual es terrible.

Hoy continuamos con la misma práctica por más que se intente revestirla de palabras “consoladoras” … La alta jerarquía así lo plantea, aunque, gracias a Dios no todos los varones piensen lo mismo, ni el Evangelio, por más vueltas que lo den, tampoco lo justifique.

Entre los rostros de mujeres que citas, me llama la atención la reina Margarita de Navarra y las beguinas

Margarita de Navarra como otras mujeres, especialmente en Francia, Italia… también hay alguna en España, son mujeres laicas, de alta alcurnia, con mucha formación e ideas avanzadas para su época respecto a la mujer que se reunían en ‘cenáculos’ a menudo sólo de mujeres, aunque también los había de ambos sexos. Tocaban temas de interés, cuestiones religiosas, debatían argumentos sobre la sociedad, las mujeres, el matrimonio etc… Margarita de Navarra, hija de Catalina de Médicis, escribió el Heptamerón como réplica al Decamerón de Boccacio y otras obras. Hubo muchas más, pero la mayoría han caído en el olvido.

Difícil hablar de las Beguinas en tan poquísimo espacio. En la Edad Media había mujeres semirreligiosas en casi toda Europa. Tenían nombres distintos que respondían también a realidades algo diferentes según los lugares. En Países Bajos y centro Europa se llamaban beguinas. Solían provenir de clases altas, por lo tanto, eran mujeres con formación. No tenían regla fija, tenían votos privados etc… y era muy importante la forma de vida en beguinatos: casitas individuales alrededor de una Iglesia común y con algunos –pocos- actos comunes. Su vida estaba inspirada en el Evangelio, en el seguimiento de Jesús, en las obras de misericordia, etc… Eran muy consecuentes. Tenían una profunda espiritualidad. Algunas eran guías espirituales, otras escribían; la mayoría atendían a los niños, ancianos, parroquias etc… Vivían su vocación con espíritu apostólico. Unían en su vida la espiritualidad de Marta y María del Evangelio. Fueron las “madres de las lenguas vernáculas” porque fueron las primeras que así escribieron. También hay místicas importantes e influyeron en los grandes místicos renanos medievales y no al revés. En fin, merecerían una extensión que ahora no podemos otorgarles. Vale la pena estudiarlas. Como ellas, ¡hay tantas olvidadas!… ¡Tenemos obligación de recuperarlas!

No voy a alargarme más. Los temas tocados en el libro van por estas líneas y en esta ocasión, no he tocado directamente la cuestión de la mujer en la Iglesia; en el próximo libro, si, y está totalmente dedicado a ello.

Fuente Religión Digital

Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Católica ,

Contra el machismo, por la igualdad

Miércoles, 8 de marzo de 2023
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Del blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:

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Felices quienes descubren en su más íntima intimidad el animus y el anima, lo femenino y lo masculino que les habita desde siempre.

Felices quienes van definiendo a lo largo de su existencia, las líneas maestras de su ser persona, superando las presiones e imposiciones de lo que sea normativo en la sociedad.

Felices quienes no se sienten superiores a los demás por haber nacido varón.

Felices quienes se comprometen y trabajan por la liberación de todo lo que oprime a las mujeres, en cualquier parte del mundo.

Felices quienes se identifican y trabajan con un feminismo abierto e inclusivo, para dar a luz una sociedad diferente, un nuevo mundo, más humano, más divino.

Felices quienes nombran a Dios como Padre y/o Madre, como Ternura, como Sabiduría, como el Útero asombroso del que procede toda vida…

Felices quienes defienden a la mujer, soportando todas las críticas, en medio de una sociedad machista y androcéntrica.

Felices quienes se unen a todas las mujeres de la historia, a todos sus dolores, sus luchas y esperanzas, porque alcanzarán su más plena humanidad, porque se parecerán a Jesús, al mismo Padre y Madre Dios, a la Ruah, su Espíritu de audacia y de amor.

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

“Preparándonos para la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, también en la Iglesia”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 8 de marzo de 2023
Comentarios desactivados en “Preparándonos para la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, también en la Iglesia”, por Consuelo Vélez

Preparandonos-Dia-Internacional-Mujer-Iglesia_2537756242_16436162_660x371De su blog Fe y Vida:

“Dentro de la Iglesia, también se han de revisar los estereotipos femeninos y transformarlos”

“Los muchos feminicidios que siguen ocurriendo, muestran que en el imaginario patriarcal, la mujer es propiedad del varón y si no cumple con sus expectativas, él puede agredirla hasta matarla”

“La conmemoración del Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo, no ha de pasarse de largo o banalizarse convirtiéndola en un día comercial en el que se tienen detalles con las mujeres”

“El esfuerzo de Francisco todavía es demasiado pequeño para desmontar la mentalidad patriarcal de clérigos y laicado que siguen entendiendo la iglesia como una pirámide, donde el clero manda y el pueblo obedece”

Muchas mujeres creen que por el hecho de tener oportunidades laborales o de que en la cotidianidad se vea a tantas mujeres actuando a nivel social en múltiples esferas y logrando tantas realizaciones personales y sociales, ya no hay discriminación hacia ellas. Pero eso no es así. Los muchos feminicidios que siguen ocurriendo, muestran que en el imaginario patriarcal, la mujer es propiedad del varón y si no cumple con sus expectativas, él puede agredirla hasta matarla. En Colombia se registraron más de 600 feminicidios el año pasado y en lo que va corrido de este año, ya van diez.

La violencia contra la mujer no se ejerce solo en los feminicidios. Hay demasiadas violencias en múltiples esferas. Todavía se oye decir que se prefiere un varón para muchas profesiones o se pone en tela de juicio lo que provenga del género femenino. Esto no significa que todo lo que las mujeres realizan esté bien. Habrá que descalificar a esta o aquella -con razones justificadas, por supuesto- pero no a todas las mujeres, como si fueran un grupo homogéneo, con las mismas cualidades -en la que se destaca el rol materno, servicial, cuidador- y con los mismos defectos -que se asocian, muchas veces, a querer salir del rol que la sociedad patriarcal les asignó- cuestionando cualquier intento de ser reconocidas en su igual dignidad con los varones y, por tanto, con los mismos derechos.

Por eso la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo, no ha de pasarse de largo o banalizarse convirtiéndola en un día comercial en el que se tienen detalles con las mujeres. Ese día recuerda las largas y difíciles luchas que a lo largo de la historia se han dado para conseguir el reconocimiento de la dignidad de las mujeres, con los derechos que conlleva y, mientras esto no sea realidad en todas las circunstancias y en todos los lugares, es necesario seguir trabajando por ello.

A nivel social los movimientos feministas siguen defendiendo los derechos de las mujeres. Pero la pregunta que podemos hacernos es, si a nivel eclesial, hay una consonancia con esas luchas o, si por el contrario, la iglesia se desentiende de esa realidad e incluso la retrasa. Cada vez es más evidente que la práctica de Jesús en su tiempo, fue la inclusión de las mujeres en su círculo de discípulos y defendió su dignidad en múltiples ocasiones. Las mujeres que acompañaron a Jesús durante su vida pública (L 8, 1-3), entre las que se destaca María Magdalena, muestran que Jesús incluyó en su grupo a las mujeres y, ellas, dejando sus roles asignados por la sociedad, lo siguieron a la par con los discípulos.

Fue tal su protagonismo que, Jesús después de resucitado, se aparece a una mujer, María Magdalena, y le confía el anuncio de esa Buena Noticia (Jn 20, 11-18). Además, varios son los relatos de curación donde las mujeres dialogan con Jesús -cosa inaudita en la sociedad judía de ese tiempo-, entre ellos la mujer cananea que prácticamente “le exige” a Jesús que cure a su hija, aunque ella no sea judía (Mt 15, 21-28). La exégesis bíblica actual no tiene duda de la comunidad de varones y mujeres que surgió en torno a Jesús y la igualdad de roles y servicios que desempeñaron.

Sin embargo, la iglesia se acomodó a la sociedad patriarcal e introdujo dentro de ella, las mismas limitaciones que dicha sociedad establece para la mujer. Por eso, dentro de la Iglesia, también se han de revisar los estereotipos femeninos y transformarlos. No está bien que no se denuncie desde los altares, toda la violencia contra las mujeres. La justicia de género hay que impulsarla desde los púlpitos, no por moda o acomodo a la sociedad, sino porque es una de las buenas noticias del reino anunciado por Jesús. Pero también en los altares no debería haber ninguna discriminación contra las mujeres. Un ejemplo que sigue mostrando que no se acepta por igual la presencia de la mujer, es la actitud frente a las ministras de la comunión.

Los fieles que se acercan a recibir la comunión con ellas, son muy pocos; mientras que las filas de los presbíteros son interminables. Y no debería extrañarnos que cada vez más los altares, los púlpitos, las clases de teología, las homilías, las administraciones parroquiales y muchos otros ministerios, fueran ocupados por mujeres y su palabra y acción tuviera el mismo valor que la de los ministros ordenados. Aunque la mayoría de fieles que asisten a la liturgia y que realizan las pastorales parroquiales son mujeres, no son la mayoría de los que deciden, ni son reconocidas como tales en el servicio eclesial.

Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha sido consciente de la necesidad de que las mujeres ocupen puestos de decisión en la Iglesia. Ha intentado hacer algunos cambios, nombrando a mujeres en la curia vaticana, en lugares que antes solo eran ocupados por clérigos. Pero su esfuerzo todavía es demasiado pequeño para desmontar la mentalidad patriarcal de clérigos y laicado que siguen entendiendo la iglesia como una pirámide, donde el clero manda y el pueblo obedece. La iglesia ha de ser “Pueblo de Dios”, donde todos han de ser corresponsables de su devenir y, ninguno, por cuestión de género, debe ser excluido o no reconocido en su protagonismo eclesial.

Por todo esto, la conmemoración del Día internacional de la mujer ha de permear también la vida eclesial y llevarnos a una revisión del lugar que ocupan las mujeres en la Iglesia; de los discursos y prácticas que de allí surgen con respecto a las mujeres y; sobre todo, del testimonio que la Iglesia da de que en la comunidad eclesial las mujeres ocupan un lugar igual con los varones y no existe ninguna discriminación en razón de su sexo. Esta es una difícil tarea por todos los cambios que habría que dar para hacerlo realidad, pero las transformaciones han comenzado y no podemos detenernos hasta conseguirlo.

(Foto tomada de: https://www.ippdh.mercosur.int/8-de-marzo-dia-internacional-de-la-mujer-avanzar-en-el-camino-de-la-igualdad-y-el-fin-de-la-discriminacion-por-motivos-de-genero/)

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Iglesia por un Trabajo decente denuncia la creciente precariedad laboral en España, que tiene rostro de mujer

Miércoles, 8 de marzo de 2023
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Iglesia-Trabajo-Decente-Internacional-Mujer_2538356144_16438321_660x371Manifiesto por el 8-M.

Igualdad y Dignidad – La precariedad laboral se escribe en femenino

Se sigue denunciando la desigualdad salarial que mantiene a las mujeres en situación de inferioridad y desde ITD se exige que se corrijan las desigualdades existentes tanto a nivel salarial como de las situaciones que las originan

Se sigue denunciando la desigualdad salarial que mantiene a las mujeres en situación de inferioridad y desde ITD se exige que se corrijan las desigualdades existentes tanto a nivel salarial como de las situaciones que las originan

Con el lema Igualdad y Dignidad – La precariedad laboral se escribe en femenino”, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente pide políticas de empleo activas y pasivas vinculadas a la educación para el empleo y dirigidas a reforzar las probabilidades de que las jóvenes encuentren un empleo.

La ratificación del Convenio y posterior aprobación del Real Decreto-ley 16/2022 que da lugar a modificaciones de distintas normativas relacionadas con el trabajo del hogar, ha supuesto un avance en el reconocimiento de derechos, sobre todo en la histórica reivindicación del acceso a la protección frente al desempleo. Pero se han quedado fuera otras reivindicaciones que habrían supuesto una verdadera equiparación de derechos laborales y de seguridad social, fundamentalmente todo lo relativo a las condiciones particulares que conlleva el trabajo de interna.

 En su manifiesto, Igualdad y Dignidad – La precariedad laboral se escribe en femenino” hecho público con motivo del Día Internacional de la Mujer, la Iniciativa Iglesia por un Trabajo Decente (ITD) reivindica un cambio en la organización de la sociedad donde el centro sea la persona y pueda tener acceso a un trabajo decente que suponga que mujeres y hombres trabajemos en igualdad, dignidad, libertad y seguridad.

Por ello, se sigue denunciando la desigualdad salarial que mantiene a las mujeres en situación de inferioridad y desde ITD se exige que se corrijan las desigualdades existentes tanto a nivel salarial como de las situaciones que las originan.

Frente a la situación de los jóvenes, ITD “encuentra una especial dificultad de acceso al mercado laboral de mujeres jóvenes”. Por ello, “pedimos políticas de empleo activas y pasivas vinculadas a la educación para el empleo y dirigidas a reforzar las probabilidades de que las jóvenes encuentren un empleo”.

En este sentido, la iniciativa urge a que el trabajo que las mujeres realice sea socialmente reconocido y goce de las condiciones laborales de un trabajo decente.

Ante todo esto, tenemos que situarnos en otra lógica, hemos de afrontar la realidad del mundo obrero y del trabajo desde la fraternidad, de la dignidad de la persona y el bien común. Situarnos en la lógica de la defensa de la dignidad del trabajo y de un trabajo con condiciones dignas y saludables para las personas que lo realizan.”

Siguiendo el lema “Igualdad y Dignidad – La precariedad laboral se escribe en femenino”, ITD se une al constante llamamiento del papa Francisco para poner fin a las desigualdades de las mujeres en el mercado laboral, como la menor consideración de los riesgos laborales en los trabajos altamente feminizados y que traen problemas de salud, y acabar con la brecha salarial, un “escándalo que los cristianos deben rechazar firmemente”, junto con las consecuencias que todo ello acarrea anima a ., pide la iniciativa en su manifiesto.

La iniciativa Iglesia por el trabajo Decente (ITD) comenzó su andadura en 2014 y está formado por organizaciones de inspiración católica y congregaciones religiosas, entre las que se encuentran Cáritas, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, la Juventud Estudiante Católica (JEC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Su objetivo es sensibilizar, visibilizar y denunciar una cuestión esencial para la vida de millones de personas: el trabajo humano y reivindicar el trabajo decente «hacia el interior de estas organizaciones, hacia la Iglesia en general y hacia la sociedad».

DATOS SOBRE LA MUJER TRABAJADORA EN ESPAÑA

* La brecha salarial de género es de 4.721 euros año. La mujer cobra un 20,9% menos que los hombres.

* Las ocupaciones que cuentan con mayor salario medio están masculinizadas, mientras que las ocupaciones con salarios bajos están feminizadas.

* Del total de personas desempleadas 3.024.000, más de la mitad son mujeres, 1.623.000

* La tasa de empleo de las mujeres disminuye a medida que tienen descendencia

* El 75% de la población asalariada en España a jornada parcial son mujeres.

* Hay 1.488.550 mujeres que ya no buscan empleo, para encargarse de las labores de cuidado

* En 2022, el 53% de los accidentes de trabajo in itinere los han sufrido mujeres

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Fuentes: Ministerio de Trabajo y Economía Social. EPA. CCOO. www.noticiasobreras.es

1 Encuesta Anual de Estructura Salarial, publicada por el INE el pasado mes de junio
2 Cambios sociales y empleo de la juventud en España: una mirada hacia el futuro. Estudio realizado por el INJUVE 2023
3 Lema de La Revuelta de mujeres en la Iglesia.

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‘Caminamos juntas por la igualdad y la dignidad en la Iglesia’: la Revuelta de Mujeres en la Iglesia se concentra ante la Almudena

Sábado, 4 de marzo de 2023
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30013319-c1d9-0dbe-b786-759bca3fd07bEl 5 de marzo, a las 12 horas, acto simbólico y participativo 

La Revuelta de Mujeres en la Iglesia quiere recuperar una Iglesia donde las mujeres sean reconocidas como sujetos de pleno derecho, con voz y voto y valoradas por su talento

Las mismas reivindicaciones de los diferentes movimientos de mujeres de iglesias de Europa y del mundo como María 2.0, el Movimiento Internacional Voices of Faith o Tras las Huellas de Sofía, que hartas, claman “¡Basta ya!”

Esta convocatoria de actos públicos reivindicativos de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia-Alcem la Veu se llevará a cabo en otras 17 ciudades más del Estado: Barcelona, Bilbao, Burgos, Ciutadella, Córdoba, Granada, Huelva, Las Palmas, Logroño, Oviedo, Santander, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Vigo, Vitoria-Gasteiz y Zaragoza

5M: Caminamos juntas por la igualdad y la dignidad de Pepa Moleón en Alandar

El próximo domingo 5 de marzo a las 12:00 h, la Revuelta de Mujeres en la Iglesia de Madrid, bajo el lema ‘Caminamos juntas por la igualdad y la dignidad en la Iglesia’, se concentrará una vez más frente a la Catedral de la Almudena para seguir reivindicando estos derechos que la jerarquía niega a las mujeres católicas en el ya avanzado siglo XXI.

Las reivindicaciones, denuncias y logros conseguidos este año por la Revuelta de Mujeres en la Iglesia se presentarán en un acto simbólico y participativo acompañado de gestos, música y sonido, en el que denunciarán los abusos de poder, sexuales y de conciencia cometidos en la Iglesia, darán a conocer los talleres de teología feminista que imparten, presentarán la propuesta de buenas prácticas dirigida a las comunidades eclesiales, y expondrán las exigencias, preocupaciones, sueños y esperanzas recogidas en el Sínodo de Mujeres de todo el mundo.

El acto concluirá con la lectura del manifiesto que recoge sus reivindicaciones por la igualdad y la dignidad y las denuncias contra la discriminación de las mujeres en la Iglesia y sus múltiples formas de injusticia e invisibilidad. Manifestarán también, su implicación y trabajo para conseguir que la Iglesia recupere la circularidad, reconozca la teología feminista, la diversidad de familias, identidades y orientaciones sexuales y renuncie al sistema económico neoliberal que favorece la feminización de la pobreza y la explotación laboral y sexual de las mujeres.

La Revuelta de Mujeres en la Iglesia quiere recuperar una Iglesia donde las mujeres sean reconocidas como sujetos de pleno derecho, con voz y voto y valoradas por su talento. Las mismas reivindicaciones de los diferentes movimientos de mujeres de iglesias de Europa y del mundo como María 2.0, el Movimiento Internacional Voices of Faith o Tras las Huellas de Sofía, que hartas, claman “¡Basta ya!”.

La Revuelta de Mujeres en la Iglesia – Alcem la Veu dan un paso más y se manifiestan para que la Iglesia vuelva a ser una Iglesia de iguales y ¡hasta que la igualdad sea costumbre!

Esta convocatoria de actos públicos reivindicativos de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia-Alcem la Veu se llevará a cabo en otras 17 ciudades más del Estado: Barcelona, Bilbao, Burgos, Ciutadella, Córdoba, Granada, Huelva, Las Palmas, Logroño, Oviedo, Santander, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Vigo, Vitoria-Gasteiz y Zaragoza.

Fuente Religión Digital

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¿Se puede ser mujer después de la Teoría Queer?

Sábado, 18 de febrero de 2023
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3EDE9C35-67D5-48EC-9E43-457FD04A5591Del blog Tras las huellas de Sophia:

En esa palabra encuentro posibilidad y resistencia

| Mónica Treviño Álvarez

Niña, me nombraron al nacer. Aquella “a” marcó gran parte de mis posibilidades. Me condujo al rosa, a las muñecas y a las tareas de cuidado. Me alejó del azul, los videojuegos, los deportes y las luchitas.

Fui educada en el mundo para ellas mientras veía como mi hermano era educado en el mundo de ellos. Me descubrí niña desde las violencias y muchas imposibilidades. La primera vez que entendí de violencia no llegaba a los diez años, cuando aquel profesor de canto abusó sexualmente de mí. Niña, la que es leída como cuerpo de consumo.

Niña, aquella valiente que busca la sanación del abuso*

Fui creciendo y los mandatos siguieron llegando. Depílate el bigote, las piernas y los brazos; que en tu cuerpo sólo haya pelo en la cabeza y en las cejas. No hables, ni digas groserías. Imita a la “Virgen María” evita ser María de Magdala. Enamórate de un hombre, jamás de una mujer. Chava, la que es leída como cuerpo de consumo. Chava, la que debe ser sumisa.

Morra, la que busca descubrirse. La que desea besar a otra mujer.

Devine mujer soñadora y valiente. Aquella que fantaseaba con el sacerdocio. Quien se enfrentó a instituciones machistas y homofóbicas en las que se le negó la posibilidad de dedicar su vida a la Divinidad; la que no puede acceder al sacerdocio por una institución que teme a los cuerpos con vulvas.

Mujer, la que genera espacios de autogestión cuando le dicen un “no“.                                                        Mujer, aquella sagrada hija de la Diosa.                                                                                              Mujer sacerdotisa que opta por espiritualidades callejeras.

Mujer migranta de la fe.

Después de la Teoría Queer me apropio del derecho de seguirme nombrarme mujer, pues en esa palabra encuentro posibilidad y resistencia. Opto por reivindicar la feminidad, pues vivirme en falda, con maquillaje y de rosa no es pecado, ¡es resistencia! ¡Si! Resistencia pues el mundo nos ha enseñado a entender que ser ella es lo peor, algo para llorar. Renuncio a creer que vivirse en rosa es inferior.

Soy mujer, pues en el metro me siguen tocando los pechos y las pompas. El transporte público sigue siendo sinónimo de ver a hombres masturbarse mientras me miran. Ir a Zona Rosa y besarte significa provocar una erección en ellos. Mujer, pues mi cuerpo sigue enfrentándose a violencias por el simple hecho de serlo. Mujer, porque sigo teniendo miedo de subirme sola a un Didi y acabar siendo asesinada y tirada en un río.

Mujer porque el levantarse diario con mi corporalidad es un acto de valentía. Mujer porque me encanta serlo, porque cuando me hablan de “a” me sacan una sonrisa. Y ser feliz es el mejor acto de resistencia en un sistema que hace lo imposible por vernos llorar.  Soy mujer porque me da la gana serlo. Soy mujer y desde esta categoría opto por resistir. Mujer que reconoce que la resistencia es múltiple, fluida y con cientos de posibilidades de nombrarse: no binarie, trans, género fluido.

Soy mujer y me vivo desde la tonalidad rosa rebeldía.

* Todas las letras en negrita fueron enviadas en color “rosa

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Javier Elzo: “Sueño con una papisa negra, casada con un blanco o un asiático, con tres críos correteando por los pasillos vaticanos”

Viernes, 3 de febrero de 2023
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55D41FDC-443B-4170-8E5D-B2B12F0A9E61La relación de la moral católica con el sexo y la sexualidad, sencillamente, es insostenible

“No vale hablar de participación de los laicos en la Iglesia cuando, como la mujer por ser mujer, no tiene capacidad de decisión”

“Durante mucho tiempo, la Iglesia ha desarrollado una concepción del poder masculino y clerical: debemos salir de esta trampa heredada del pasado”

“El proceso sinodal actualmente iniciado por el Papa Francisco a escala mundial debería permitir regenerar la vida de la Iglesia”

“Se impone, urgentemente, una seria y profunda renovación ministerial. Empezando por las dos más simples y sencillas: que las mujeres puedan acceder al sacerdocio, sacerdocio que no debe limitarse a las personas célibes”

En una entrevista al cotidiano “Le Monde” del pasado 7 de enero se pregunta Andrea Riccardi, uno de los principales fundadores de la comunidad de laicos católicos Sant´Egidio, “si estamos al fin de la Iglesia (católica) o ante el comienzo de una nueva manera de vivir el cristianismo”. Responde que la Iglesia y los católicos necesitan superar algunos déficits y actualizar el catolicismo al mundo global de nuestros días. Como ya lo han hecho el neo evangelismo y el neo pentecostalismo, pero sin caer en sus grandes déficits: una religión basada en la emoción y en el dinero.

Hace un año publicó un gran libro “La Iglesia arde: La crisis del cristianismo hoy: entre la agonía y el resurgimiento” (Arpa 2022) del que me serví y cité en varios de mis recientes trabajos. Utilizando como símil el incendio de Notre Dame de Paris se preguntaba, como lo hace en formulación similar en el señalado artículo de “Le Monde”, sobre el futuro de la Iglesia.

2E0534C4-4CA4-407E-8764-344F86EA561BHe de confesar que las preguntas de Riccardi son las que yo me formulo en las primeras líneas que llevo redactadas en vistas a un posible nuevo libro mío que no sé si lograré terminar. Como decía Cicerón en su estudio sobre la vejez, el cuerpo envejece antes que la mente, antes que el espíritu. O San Pablo, creo, que “el espíritu está presto, pero la carne es débil”

La Iglesia católica, pues de ella hablamos, tiene varios problemas que superar, pero, también, varias cosas buenas que ofrecer a la sociedad actual.

Entre los problemas a superar, señalo los siguientes: la situación de la mujer, como tal mujer, dentro la iglesia católica, donde tiene vetada la ordenación sacerdotal, y episcopal, a diferencia de otras iglesias cristianas. No puedo, ni quiero, olvidar mis experiencias en la catedral anglicana de St. Paul en Londres, o en la luterana del Recuerdo en Berlín, con sendas eucaristías dominicales presididas por una mujer, pastora de su Iglesia. Sueño con una papisa negra, casada con un blanco o un asiático, con tres críos correteando por los pasillos vaticanos.

El papel del laicado debe ser revisado. No vale hablar de participación de los laicos en la Iglesia cuando, como la mujer por ser mujer, no tiene capacidad de decisión, reservada, en su ámbito respectivo, a los “sagrados pastores”. Pero solamente se es responsable de lo que se ha decidido.

La escasez de vocaciones religiosas, en Europa occidental, es un indicador claro y evidente de que su función, su misión no es valorada por los católicos. Cabría pensar que su celibato es la causa mayor de tal situación, aunque hay estudios (yo mismo dirigí dos en mi etapa laboral) que nos muestran que, sin olvidar la realidad del celibato, sitúan en primer lugar de la escasez de vocaciones (insisto que en Europa Occidental), en su irrelevancia social, también entre los católicos, y en el hecho de que “hacerse cura” supone, de entrada, una opción para toda la vida. Como el matrimonio católico.

La relación de la moral católica con el sexo y la sexualidad, sencillamente, es insostenible. Recuerdo de mis años de estudiante en Lovaina, cómo el viejo profesor Janssens, nos dijo el primer día de clase que la moral sexual era una moral histórica, que se adaptaba a los tiempos. Sostener, con el gran papa que fue Pablo VI, que todo acto sexual debe estar abierto a la procreación o, al menos no cerrarlo, olvida algo fundamental, y es que el acto sexual tiene una componente de placer, que la Iglesia no solamente no ha sabido valorar, sino que lo ha visto con prevención, por decirlo muy suavemente.

En fin, la institución eclesial sigue siendo piramidal y masculina. Recuerdo vivamente que así la definíamos en Lovaina al final de los años 60 y comienzo de los setenta, nuestros profesores a la cabeza. Pues ahí seguimos, empantanados. Además, ha sido una iglesia donde privilegiamos la acción cultual a la cultural y social.

Durante mucho tiempo, la Iglesia ha desarrollado una concepción del poder masculino y clerical: debemos salir de esta trampa heredada del pasado. Hoy, los sacerdotes son poderosos – en la jerarquía de la Iglesia – y a menudo impotentes ante su comunidad. Envejecen y se sienten cada vez más marginados por la historia.

Debemos evolucionar hacia una nueva comunidad compartida de responsabilidades, en la que el sacerdote tenga su lugar tanto como los laicos, mujeres y hombres. El proceso sinodal actualmente iniciado por el Papa Francisco a escala mundial debería permitir regenerar la vida de la Iglesia en este sentido.

7757441A-FE59-4D4C-BCCA-08A477FAD450Pero la primera reforma que hay que hacer, apunta Riccardi, es la de la visión que tenemos de nuestra propia comunidad: debemos deshacernos de nuestro sentimiento de decadencia. Los cristianos no son solo un grupo de mujeres y hombres que van a orar en la iglesia. Son personas que aportan una forma diferente de vivir y de concebir la sociedad, por ejemplo, poniendo en el centro a los pobres. Ahora necesitamos buscar y encontrar un “imaginario alternativo. La Iglesia siempre ha sido un laboratorio de nuevas visiones y nuevas imaginaciones. Todavía puede serlo en nuestros días.

Vivimos hoy una inmensa pluralidad de experiencias. Para mi sorpresa, lo comprobé cuando redacté un texto tras la salida de Munilla de la diócesis de San Sebastián, en las respuestas que me dieron clérigos, religiosos y laicos de ambos sexos, al referirme a la vitalidad de no pocos grupos, en torno a las parroquias. Es también lo que apunta Riccardi, refiriéndose a la iglesia universal. Añade que él constata que la Iglesia católica aporta un equilibrio precioso entre la proximidad -cada parroquia es diferente, innovadora a su manera- y la universalidad -con una visión global, una tradición compartida, una continuidad a lo largo de la historia.

Yo creo que la actual penuria de sacerdotes obliga a dirigir en gran medida su labor pastoral a cubrir el mayor número de eucaristías durante los fines de semana. Lo que, además de extenuante, impide, si se es realista, a considerar cada parroquia como el centro de la vida religiosa. Se impone, urgentemente, una seria y profunda renovación ministerial. Empezando por las dos más simples y sencillas: que las mujeres puedan acceder al sacerdocio, sacerdocio que no debe limitarse a las personas célibes. Empezando en Europa Occidental, el continente donde más fácilmente se aceptarían estos dos cambios en el ministerio sacerdotal. Ya lo han hecho nuestros hermanos protestantes y no se ha hundido el cristianismo en sus tierras.

Sostengo también en este orden de cosas, desde hace más de dos décadas, que la ordenación sacerdotal y episcopal debiera ser temporal, aun con posibilidades de prolongación en el tiempo, mediante fórmulas que hay que estudiar, en un debate en el seno de la iglesia católica. Empezando por reintegrar en la vida pastoral a los sacerdotes, devenidos laicos, mientras mantengan, como lo es en muchos casos, su vocación sacerdotal. La situación actual, la veo como un desperdicio pastoral.

Andrea Riccardi insiste en el papel de la Iglesia en la búsqueda de la paz siendo esta unas notas centrales de la Comunidad de Sant’Egidio, que ha intervenido en muchos lugares del mundo ayudando a la resolución de conflictos. Lo que exige fomentar y ejercer la fraternidad universal, uno de los tesoros de religión cristiana. Es preciso reconocer cómo, a lo largo de la historia, las iglesias cristianas han transitado de las guerras de religión, felizmente superadas, aún con mucha sangre hermana derramada, a la búsqueda de la paz en la fraternidad y en la justicia.

Los abusos a menores conforman una lacra muy dura para la Iglesia católica. Me he ocupado estos últimos años de este lacerante tema, en artículos, conferencias y con un capítulo en un libro editado en EE.UU. Este un tema al que tendremos que hacer frente los próximos años, si no décadas. Aquí diré que podemos decir con seguridad científica, de entrada, dos cosas: la proporción de sacerdotes abusadores de menores podemos cifrarla entorno a un 3% de sacerdotes (son más, del orden del 4% o 5%, si nos referimos al personal que trabaja en la Iglesia, curas incluidos). También podemos afirmar que la mayoría de los abusos sexuales tuvieron lugar el siglo pasado. En este punto sugiero la hipótesis (que no tesis) del arraigo y justificación de la pederastia en ciertos ámbitos intelectuales de Europa occidental y EE.UU. Y como telón de fondo, el miedo a la mujer en una sociedad de hombres, como es el caso de la Iglesia católica en sus órganos de decisión.

No quiero no mentar el tema de la pobreza en la doctrina (y también en la práctica en núcleos de cristianos católicos). El papa Francisco insiste mucho en este punto. Ya lo hacía de arzobispo en Buenos Aires, asiduo en la “villas” de los descartados, por usar su lenguaje. Estaba trabajando este tema que abandoné cuando se hizo público la cuestión de los abusos en el clero, concretamente en Pensilvania. Confieso cierta incomodidad al abordar la riqueza en la Iglesia. De entrada, porque me cuestiona personalmente. He llegado a decir públicamente en alguna conferencia que me considero un burgués que pretende ser católico. Mi sueldo, y ahora mi pensión de jubilación, es la de un profesor catedrático de sociología. No me sobra el dinero, pero tampoco me ha faltado nunca. Según el Informe Foessa de 2022, con datos de 2021, el umbral de pobreza en el hogar era de 20.024 € anuales, lo que daba un riesgo de pobreza para el 21,7 % de la población española mayor de 18 años.

Yo he vivido con arreglo a mi sueldo, y he vivido bien. Claro que mi nivel de ingresos y los de mi hogar son bastante superiores a los del umbral de pobreza de Foessa. Pero, dicho todo esto, me cuesta aceptar que un cristiano deba ser necesariamente una persona pobre, a tenor de los criterios económicos de Foessa. Otra cosa es que todos debamos hacer lo necesario para ayudar a los más necesitados. Aunque afirmaciones como “la Iglesia debe ser pobre y para los pobres” me chirrían. Tanto que, hoy, lo dejo aquí. Exige profundización.

El 28 de enero de 2022 publiqué en Religión digital, un texto que titulé, “Retos o desafíos del catolicismo en la era secular y post-secular”. Subrayé estos aspectos que recogí de mis lecturas de Hans Joas, a los que volveré:

Superar una hegemonía intelectual de valores y de hipótesis cognitivas que hace cada vez más incomprensible el “ethos del amor”

La necesidad de superar una imagen de los humanos que critica, discute o rechaza la especificidad de la personalidad propia del ser humano. 

Superar una comprensión cada vez más individualista de la espiritualidad. 

Debatir y superar la pérdida de la idea de trascendencia en la cosmovisión dominante en la era secular, porque, sin esta idea, es imposible comprender el Hijo de Dios como mediador entre la inmanencia y la trascendencia

En fin, el futuro de la Iglesia católica y el de la fe cristiana, yo no lo veo tan negativo, tan negro, como a menudo se dice. Será una fe con dudas, pues solamente los fundamentalistas, religiosos, políticos o de lo que sea, tienen miedo a la duda, o la desprecian. Una iglesia de mujeres y hombres normales, con nuestras virtudes y defectos. No una iglesia de héroes ni de perfectos. Prefiero la tibieza del último de la clase a la soberbia del primero.

A la interrogante de qué puede hacer la fe por ti, prefiero la que se pregunta qué puedo hacer yo por ese que está necesitado, ahí, a tu lado, pues como dice San Juan, no digas que amas a Dios a quien no ves, – a Dios nadie ha visto, nunca jamás- si no amas a quien ves. “Deus caritas es”, que nos recordaba el papa Benedicto. ¿Qué más necesitamos saber?

Fuente Religión Digital

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“En la Iglesia tiene más fuerza y es más determinante el machismo que el Evangelio”, por José María Castillo.

Viernes, 20 de enero de 2023
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De su blog Teología sin censura:

“Esta mentalidad machista esté privando de sus derechos a millones de fieles cristianos”

“Sabemos de sobra que “la ley del más débil” no se ha impuesto en nuestro mundo. Sabemos, por tanto, que, en la sociedad moderna y posmoderna, no se ha impuesto la igualdad”

Las Religiones – entre ellas, la cristiana – han sido (y siguen siendo) responsables de las mil desigualdades que siguen causando tanto y tan enorme sufrimiento”

“Pasan los años y los siglos, al tiempo que la Iglesia sigue firme en su decisión de mantener la desigualdad de las mujeres respecto a los hombres”

Como es bien sabido, la “diferencia” no es lo mismo que la “desigualdad”. La diferencia es un “hecho”. La igualdad es un “derecho” (cf. Luigi Ferrajoli, Derechos y garantías, Madrid, Trotta, 2001, pg. 77-80). Por esto, si es que de verdad queremos que, en este mundo, se imponga la mayor igualdad posible, para alcanzar semejante ideal, no hay más camino – ni más remedio – que fomentar y potenciar “la ley del más débil”, que se hace realidad en los “derechos fundamentales”, proclamados en la Declaración de derechos de 1789 (L. Ferrajoli, o. c., pg. 76-78).

Por supuesto, sabemos de sobra que “la ley del más débil” no se ha impuesto en nuestro mundo. Sabemos, por tanto, que, en la sociedad moderna y posmoderna, no se ha impuesto la igualdad. Las desigualdades son asombrosas y crueles. Y los responsables somos los que no hemos tomado en serio ni hemos luchado, de corazón y de veras, por hacer realidad los derechos de los más débiles.

En estas condiciones y sin miedo a exagerar, se puede afirmar que las Religiones – entre ellas, la cristiana – han sido (y siguen siendo) responsables de las mil desigualdades que siguen causando tanto y tan enorme sufrimiento. No es posible – ni pretendo – describir y analizar las muchas desigualdades que la Iglesia mantiene y justifica. Desigualdades en la sociedad. Y desigualdades en la misma Iglesia. Con el agravante de los incontables silencios de la Iglesia ante las leyes de los más fuertes, en política, en economía, en Derecho, en tantas y tantas cosas, que serían muy distintas si los obispos (y el clero en general) levantaran su voz, como la levantan cuando se sienten amenazados en los intereses y libertades que favorecen o amenazan a la Iglesia y lo que importa de verdad al mundo clerical.

Esto supuesto, se comprende perfectamente cómo y por qué pasan los años y los siglos, al tiempo que la Iglesia sigue firme en su decisión de mantener la desigualdad de las mujeres respecto a los hombres. Una decisión intocable, que se mantiene al precio de miles y miles de parroquias que no pueden celebrar la eucaristía, ni atender a los fieles que necesitan un consejo, una ayuda y, sobre todo, no tienen quien les explique el Evangelio y les aporte luz en sus problemas de conciencia.

El Concilio Vaticano II, en su constitución sobre la Iglesia (LG, nº 37), dijo que “los fieles cristianos tienen derecho de recibir con abundancia … los auxilios de la palabra de Dios y de los sacramentos…”. Pero está visto que, para una notable mayoría de obispos, teólogos y gobernantes de la Iglesia, es más importante tener a las mujeres marginadas, que cumplir con los derechos que tienen los fieles cristianos.

Además, esto se hace a sabiendas de que, como consta en los Evangelios, el colectivo humano, con el que Jesús no tuvo el más mínimo roce o problema, fue precisamente el de las mujeres. Jesús las defendió siempre, aunque no siempre eran mujeres ejemplares. En su misión de anuncio del Evangelio, le acompañaron, no sólo “los Doce”, sino además “muchas mujeres”, no todas ellas precisamente ejemplares (Lc 8, 1-3). Es más, sabemos que, según los Evangelios de Marcos (10, 1-12) y Mateo (19, 1-12), Jesús antepuso el derecho de la mujer a lo establecido en favor del hombre, según se indica en Deut. 24, 1 (cf. Joel Marcus, (El Evangelio según Marcos, pg. 809; Cf. Ulrich Luz, El Evangelio según Mateo, vol. III, pg. 140-142).

Sin duda alguna, una notable mayoría de hombres del clero no están dispuestos a admitir la igualdad de derechos de las mujeres con los derechos del hombre. Aunque esto no se pueda demostrar con el Evangelio en la mano. Y – lo que es más grave – por más que esta mentalidad machista esté privando de sus derechos a millones de fieles cristianos. Incluso en detrimento grave de la misma Iglesia, que se está quedando si clero y con un futuro cada día más preocupante.

Sin duda alguna, en la Iglesia tiene más fuerza y es más determinante el machismo que el Evangelio. ¿Qué futuro nos espera a quienes seguimos queriendo lo mejor para la Iglesia y para la sociedad?

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , ,

La Biblia y el test de Bechtel

Jueves, 12 de enero de 2023
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mujeres biblicas_Mujeres Biblia hebrea-portada.inddLeído en su blog:

 14.12.2022

Este test es una medida de la representación de mujeres en libros o películas para lo que utiliza tres baremos. El primero es que las féminas tengan nombre propio, el segundo que se hablen entre sí y el tercero es que la conversación no trate de varones.

            Aunque la Biblia no deja de ser palabra de Dios, aunque no aparezcan mujeres, este análisis nos permite ver el interés que pone Dios en todos los portadores de su imagen. ¿Qué valor tienen las mujeres en el mundo y que dice la Biblia a este respecto? El autor de los análisis que ofrezco se llama John Dyer

            En la Biblia aparecen 3070 personas de las que 202 son mujeres. No es una mala proporción si la comparamos con el Corán donde sólo se habla de María o con el Bhagavad Gita que no refleja ninguna

            Si descendemos a las perícopas nos encontramos con 261 escenas en las que las mujeres hablan, en 147 son dos o más mujeres y en 18 hablan entre ellas mientras que en 9 casos no aluden a varones. El Génesis comienza con una advertencia “tanto el hombre con la mujer son imágenes de Dios”, Eva habla con la serpiente y con Dios mientras que con Adán su conversación se desarrolla en plan de igualdad. En otro texto del Génesis barruntamos que hubo una conversación entre Sara y Agar que no se transcribe pero que tuvo que ser desagradable para la esclava. Tampoco cumple el test la conversación entre la hija del faraón y la hermana de Moisés porque desconocemos su nombre. A medida que continuamos con la Biblia nos encontramos con pocos pasajes que cumplan con el test ya que pocas mujeres hablan entre ellas

            En el libro de los Jueces capítulos 4 y 5 se habla de dos mujeres, Débora y Jael, que no se encuentran jamás. Son personas importantes en la historia de Israel como líderes, negociadoras, profetisas y asesinas sin piedad para salvar a los suyos

            El relato más sorprendente y maravilloso de conversación femenina, que cumple con el test, lo encontramos en Ruth y Naomi que hablan de sus vidas, de sus relaciones mutuas y de su trabajo Rut 2,2 “Ruth respondió donde tú vayas yo iré, donde habites yo habitaré , tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi dios, donde mueras y seas enterrada yo seré enterrada“. Aunque no pasa el test, hay otro pasaje en 2 Re 22 donde el rey Josías, cuando encuentra el libro de la ley, pide a los sacerdotes más ilustres de su reino que consulten con la profetisa Hulda. Es la primera vez que vemos la palabra de Dios reconocida como canónica por la voz de una mujer

            Hay otros textos que pasan el test como el diálogo de Isabel y María a propósito de sus embarazos Lc 1, 41-45. Unos versículos más adelante aparecen Simeón y Ana que es la primera en expresar la importancia teológica del niño. Esta escena pasa parcialmente el test porque una mujer, con nombre propio, habla a muchas personas en las que posiblemente se encuentran otras mujeres

            Tras la muerte de Jesús, María Magdalena, María, la madre de Santiago y Salomé discuten la forma de acceder a la tumba y se preguntan ¿Quién nos deslizará la piedra que cierra la tumba? Mc 16,2-3. En el libro de los Hechos se habla del avance de la Iglesia pero no se menciona a mujeres dialogando entre sí aunque muchas aparecen con roles importantes. Hay un pasaje que merece la atención y es la primera carta de Pablo a Timoteo v.15 “pero ella (Eva) será salvada por la maternidad (de María)”. El autor emplea esta traducción porque ofrece uno de los resúmenes más fundamentales, bellos y concisos de la historia bíblica en los que nos ofrece el modo con el que Dios ha salvado a la humanidad. En esta escena final aparecen dos mujeres, que no son apreciadas por lo que dicen sino por lo que son, hijas de Dios y un día, como ellas, todos seremos salvados por Dios hijo, que fue hecho hombre mediante una mujer.

(imagen del libro de Ianire Ángulo Ordorika Las mujeres en la Biblia hebrea.  Ediciones Paulinas )

Biblia, Espiritualidad ,

“Un nuevo año para trabajar por nuestros sueños sociales“, por Consuelo Vélez

Miércoles, 11 de enero de 2023
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1E27F4D3-9C45-4DDD-BBDC-7DC6CC86D842De su blog Fe y Vida:

  Consuelo Vélez

Comenzar un año da la sensación de poder estrenar realidades nuevas, no porque cambien mágicamente las circunstancias, pero sí porque el calendario nos ayuda a tener la experiencia de que algo termina y algo comienza. ¿Qué deseamos que termine? ¿Qué soñamos que comience? A nivel personal cada uno tendrá muchos sueños. Pero a nivel social también podemos compartir muchos otros.

Ojalá termine la injusticia social de nuestro mundo donde la pobreza se agudiza y las condiciones de infrahumanidad se están volviendo normales. Esto no es querido por Dios. La buena noticia del reino anunciado por Jesús supone la transformación de estas situaciones: “Que los ciegos vean, se liberen los oprimidos, se proclame el año de gracia del Señor” (Lc 4, 18-19). Pero esto no se puede hacer realidad sin el compromiso de todos buscando estructuras sociopolíticas que lo hagan realidad. En Colombia estamos estrenando un gobierno que tiene esta intencionalidad de justicia. No es fácil concretarla y mucho menos cambiar una manera de funcionar muy injusta que ha sido la ejercida en toda nuestra historia. Pero sí podemos apoyar todo aquello que favorece a los más pobres, defenderlo y exigirlo. La transformación de la injusticia no se logrará mágicamente ni porque recemos mucho por ello. Será posible si vivimos una ciudadanía activa, capaz de discernir lo que signifique justicia social, apoyándolo decididamente.

Ojalá termine la irresponsabilidad ecológica. Hemos vivido en los últimos tiempos una inclemencia del tiempo muy grande. O lluvias copiosas o calores inaguantables. Y todo se debe al calentamiento global. No somos las grandes potencias que pueden tomar decisiones para impedir que continue el deterioro ambiental, pero si podemos convertirnos en líderes ambientales que, desde nuestras prácticas cotidianas, actuemos de otro modo, y con nuestro testimonio convoquemos a más personas a comprometerse con el cuidado de la creación. En este aspecto el papa Francisco ha hecho un aporte fundamental con la Encíclica Laudato si (2015) donde propone la ecología integral en estos términos: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y, simultáneamente, para cuidar la naturaleza” (n. 139).

Ojalá terminen los conflictos y las guerras en todas las partes del mundo. La propuesta de “Paz total” del actual gobierno es un horizonte muy propicio para conseguir esta realidad. Lamentablemente más de uno se opone a esta propuesta porque se espera vencer al enemigo por la fuerza y hacerle pagar “con creces” por todos sus delitos. Es normal que se tengan estas expectativas, pero más humano y más cristiano es entender que a los enemigos no se les “vence” sino que se les “convence”. Es decir, solo el diálogo puede lograr la superación de todos los conflictos. En esto también el papa Francisco en su Encíclica Fratelli tutti (2020) nos señala el camino que se espera de la vida cristiana: La paz social es trabajosa, artesanal. Sería más fácil contener las libertades y las diferencias con un poco de astucia y de recursos. Pero esa paz sería superficial y frágil, no el fruto de una cultura del encuentro que la sostenga. Integrar a los diferentes es mucho más difícil y lento, aunque es la garantía de una paz real y sólida. Esto no se consigue agrupando sólo a los puros, porque aún las personas que pueden ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse. Tampoco consiste en una paz que surge acallando las reivindicaciones sociales o evitando que hagan lío, ya que no es un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. Lo que vale es generar procesos de encuentro, procesos que construyan un pueblo que sabe recoger las diferencias. ¡Armemos a nuestros hijos con las armas del diálogo! ¡Enseñémosle la buena batalla del encuentro!” (n. 217).

Ojalá terminen todas las violencias contra las mujeres. Hay violencias físicas, psicológicas, sexuales, simbólicas. Se dan en todos los ámbitos, en los espacios públicos y privados; en la sociedad y en las iglesias. Pero va creciendo la conciencia feminista y cada vez se hace más clara la reivindicación de todos sus derechos porque el respeto a la dignidad de las mujeres es una exigencia ética y cristiana. La praxis de Jesús muestra con creces su manera de ver a las mujeres al convertirlas en sus interlocutoras. Por ejemplo, la mujer sirofenicia dialoga con Jesús sobre el dar las migajas a los perritos, contrarrestando así la postura de Jesús de solo atender a las ovejas perdidas de Israel y consigue cambiarle su visión (Mc 7, 24-30) y después de su resurrección a la primera que se le aparece y le confía el llevar el anuncio al resto de los discípulos es a María Magdalena. Lamentablemente no se ha valorado suficientemente ese protagonismo femenino y por el contrario se le infravaloró, identificando a María Magdalena con la pecadora arrepentida, presentándola como prostituta perdonada por Jesús. Hoy en día esa confusión se ha aclarado, reconociendo en María Magdalena una mujer enferma, curada por Jesús, pero en ningún caso prostituta y, como ya dijimos, depositaria, en primer lugar, de la misión confiada por Jesús a sus discípulos (Jn 20, 11-18).

Ojalá la iglesia clerical y piramidal se vuelva cosa del pasado y vivamos una iglesia sinodal donde laicado y clero participen de manera conjunta y, especialmente, la voz del laicado sea escuchada, valorada y respetada. El Espíritu Santo reside en todos los miembros del Pueblo de Dios y si no se acoge su voz en el laicado la iglesia no puede ser conducida por el Espíritu. Es muy importante que se vaya plasmando esta reforma eclesial porque hemos tomado más conciencia de la urgencia de la misma. Las palabras del papa Francisco al inicio de su pontificado “quiero una iglesia pobre y para los pobres” (Evangelii Gaudium. 2013, n. 198) marca el camino de la reforma y del camino sinodal que estamos procurando.

Podríamos seguir enumerando realidades que quisiéramos que terminen y los deseos que tenemos de un mundo más justo y en paz. Pero lo importante es que cada persona haga su propia lista y comience el año con el compromiso de trabajar por hacerla realidad. El Señor está de nuestra parte y nos llena de bendiciones para vivir a plenitud este nuevo año que gratuitamente nos ha dado.

Espiritualidad , , , , , , , , , ,

“El ‘no’ del Papa Francisco al sacerdocio de las mujeres: ¿’residuos’ del patriarcado?”, por Leonardo Boff

Miércoles, 11 de enero de 2023
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mujeres-sacerdotes“Ellas nunca traicionaron a Jesús (…), ellas velaban al pie de la cruz”

“Hemos apoyado casi todo lo que el Papa Francisco ha escrito y enseñado. Pero en este punto me permito alejarme críticamente pues este es también el oficio de la teología razonada”

“Las funciones de María y de Pedro son de naturaleza totalmente distinta. Pedro no es el padre de Jesús, mientras que María es  verdaderamente su madre biológica. Solamente alguien todavía rehén del patriarcalismo secular, puede colocarlos al mismo nivel”

“Hay sólidas  razones para sustentar la conveniencia y hasta la necesidad de que las mujeres que quieran accedan al ministerio sacerdotal”

“No lo hacen con un espíritu de ruptura con la institución, sino con un sentido de servicio a toda la comunidad, siempre en comunión teológica con toda la Iglesia. La comunidad, según el Concilio Vaticano II, tiene derecho a recibir la Sagrada Eucaristía que se le niega por el simple hecho de no haber un sacerdote ordenado y célibe”

“Lógicamente, el sacerdocio femenino no puede ser una reproducción del sacerdocio masculino. Sería una aberración si así fuera. Debe ser un sacerdocio singular, según el modo de ser de la mujer, con todo lo que denota su feminidad a nivel ontológico, psicológico, sociológico y biológico”

Últimamente el Papa Francisco ha sorprendido a los teólogos con una entrevista dada a la revista jesuita América del 22 de noviembre, diciendo un “no” al sacerdocio de las mujeres. Utilizó una argumentación inusitada, tomada de un teólogo exjesuita Hans Urs von Balthazar, muy erudito, pero inmerso en una relación singular con una médica y mística suiza, Adrienne von Speyer. El Papa toma de él una distinción que le ha permitido negar el sacerdocio a la mujer: el principio-mariano y el principio-petrino. Curiosa e inusitada esta distinción del Papa Francisco.  María sería la esposa de la Iglesia, mientras que Pedro es su guía.

Observemos que definir a María como esposa de la Iglesia es una metáfora y no una definición real como es afirmar “la Iglesia es la comunidad de los fieles”. ¿Será correcta y justa esta distinción  metafórica rara en la tradición, retomada por un teólogo erudito, pero considerado como  extravagante?*

Vale la pena subrayar la lógica siguiente: sin el Espíritu Santo no habría María. Sin María no habría Jesús. Sin Jesús no habría Pedro, hecho el principal de los Apóstoles. Sin Pedro no habría sucesores, llamados Papas.

 Hemos apoyado casi todo lo que el Papa Francisco ha escrito y enseñado. Pero en este punto me permito alejarme críticamente pues este es también el oficio de la teología razonada. Me siento apoyado en la argumentación de los mejores teólogos de la actualidad, solamente para citar al mayor de ellos, mi antiguo profesor en Múnich, Karl Ranher (+1980). La opinión de esos teólogos es prácticamente unánime en que no hay ningún impedimento doctrinal al acceso de las mujeres al sacerdocio, como lo  han hecho otras iglesias cristianas no católicas. Solamente una visión masculinista de la fe cristiana y cierta interpretación  de los evangelios, contaminada por la visión patriarcal, sostienen  el “no”.

La argumentación a favor del sacerdocio para las mujeres es abundantísima y minuciosa, tema  que presenté en mi libro Eclesiogénesis de 1982/2021.

En ciertos puntos, la argumentación papal no evita cierta contradicción, como por ejemplo: María puede engendrar a Jesús, su hijo, pero no puede representarlo en la comunidad. Eso suena hasta ofensivo para la grandeza de María, portadora permanente del Espíritu. Pedro que llegó a negar a Jesús y a quien este llegó a llamarlo “satanás” por no admitir que  padeciese y muriese, puede representar a Jesús. Aquí hay una innegable desproporción, culturalmente explicable.

¿Quién tiene mayor excelencia? Lógicamente es María, sobre la cual vino el Espíritu Santo y estableció su morada permanente en ella (“episkiásei soi”:Lc 1,35) hasta el punto de elevarla a la altura de lo Divino. Solamente  de alguien elevado a la altura de lo Divino (María) es válido afirmar: “el Santo engendrado (por ti) será llamado Hijo de Dios”.

Las funciones de María y de Pedro son de naturaleza totalmente distinta. Pedro no es el padre de Jesús, mientras que María es  verdaderamente su madre biológica. Solamente alguien todavía rehén del patriarcalismo secular, puede colocarlos al mismo nivel. No sin razón, la mujer nunca hasta hoy ha tenido su ciudadanía eclesial reconocida. El evangelio se encarnó en la cultura de la época que entendía a la mujer como un “mas”, es decir,  “un ser humano todavía deficiente en camino de su humanidad”. No dice otra cosa Santo Tomás de Aquino (¿repetido después por Freud?) y, en el fondo, es lo que pasa  por la mente de las más altas autoridades eclesiásticas, cardenales y papas. Las mujeres son menos, por el hecho de ser mujeres, aunque mujeres y hombres son igualmente imagen y semejanza  de Dios (Gn 1,28). Y aún más: la mayoría de la Iglesia son mujeres, y además las hermanas y madres de todos los demás hombres. Por lo tanto, tienen  una preeminencia innegable.

El único que escapó de esta visión reduccionista fue el Papa Benedicto XVI al decir en una entrevista de radio en 2005: “Creo que las mismas mujeres con su impulso y su fuerza, su superioridad y con su potencial espiritual sabrán crear su espacio. Nosotros debemos procurar ponernos a la escucha de Dios,  para no ser nosotros quienes se lo impidamos (Benedicto XVI,5,VIII,2006)”.

Hay sólidas  razones para sustentar la conveniencia y hasta la necesidad de que las mujeres que quieran accedan al ministerio sacerdotal. Una eminente teóloga y feminista holandesa, A. van Eyde, dice: “La misma Iglesia quedaría herida en su cuerpo  orgánico si no diese lugar a la mujer dentro de sus instituciones eclesiales” (Die Frau im Kirchenamt, 1967, p. 360).

La Iglesia jerárquica no puede, dado el avance de la conciencia acerca de la igualdad de los géneros, transformarse en un reducto de conservadurismo y de machismo

La Iglesia jerárquica no puede, dado el avance de la conciencia acerca de la igualdad de los géneros, transformarse en un reducto de conservadurismo y de machismo. Hay aquí una concepción estéril y enquistada en el pasado de la positividad de la  fe. Esta no es un recipiente de aguas muertas, sino una fuente de aguas vivas, capaz de vivificar  nuevas iniciativas en razón del cambio de las mentalidades y de los tiempos. Ellas, en su fina sensibilidad, captan el sentido claro de los signos de los tiempos y lo expresan con un lenguaje más adecuado a nuestros días. Veamos los argumentos principales.

En primer lugar, fue una mujer la que dio testimonio del hecho mayor del cristianismo, la resurrección de Jesús, María Magdalena, llamada por eso  “apóstola de los apóstoles”.  Sin el evento de la resurrección no habría Iglesia.

Eran ellas las que seguían a Jesús y le garantizaban la estructura material para su misión.

Ellas nunca traicionaron a Jesús, mientras que el principal de ellos, Pedro, lo traicionó con ocasión de la pasión. Después de su crucifixión, entristecidos, los apóstoles  lo abandonaron y se fueron a sus casas, mientras ellas velaban al pie de la cruz, acompañando su agonía.

Ellas nunca traicionaron a Jesús, mientras que el principal de ellos, Pedro, lo traicionó con ocasión de la pasión. Después de su crucifixión, entristecidos, los apóstoles  lo abandonaron y se fueron a sus casas, mientras ellas velaban al pie de la cruz, acompañando su agonía

Ellas fueron las que, dos días después de ser sepultado, cuidaron de concluir el ritual sagrado de la unción del cuerpo con aceites sagrados.

Por lo tanto, ellas merecerían y merecen una centralidad inigualable en la comunidad cristiana. Y hasta hoy, el patriarcalismo cultural internalizado en la mente de los que tienen la dirección de la Iglesia, pero también en el mundo, las mantienen subalternas. En la Amazonia profunda y en otros lugares distantes, son ellas quienes llevan la fe, hacen todo lo que un cura hace, sin poder celebrar sin embargo la eucaristía, por no ser mujeres ordenadas en el sacramento del Orden.

Sin embargo, hay mujeres, líderes comunitarias, conscientes de la madurez de su fe, que asumen la totalidad de los sacramentos. No celebran la misa (que es un concepto litúrgico y canónico), sino la Cena del Señor tal como está descrita en la Epístola de San Pablo a los Corintios. No lo hacen con un espíritu de ruptura con la institución, sino con un sentido de servicio a toda la comunidad, siempre en comunión teológica con toda la Iglesia. La comunidad, según el Concilio Vaticano II, tiene derecho a recibir la Sagrada Eucaristía que se le niega por el simple hecho de no haber un sacerdote ordenado y célibe.

Teológicamente es importante subrayar lo que en la práctica se olvida totalmente, que sólo hay un sacerdocio en la Iglesia, el de Cristo. Los que vienen bajo el nombre de “sacerdote” son sólo figuraciones y representantes del único sacerdocio de Cristo; es Él quien bautiza, es Cristo quien consagra, es Él quien confirma. El sacerdote actúa sólo “in persona Christi”en el lugar de Cristo”. Es decir, hace visible lo invisible.

Su función no puede reducirse, como sostiene la argumentación oficial, al poder de consagrar, (algo que sólo ha predominado desde el segundo milenio), expresión del poder del clero que se ha apoderado de todas estas funciones. Tal concentración de poder sagrado ha constituido el clericalismo tantas veces criticado duramente por el Papa Francisco.  Sin embargo, en el caso del acceso de las mujeres al sacerdocio   también él ha caído en un cierto clericalismo, o mejor dicho, se ha visto obligado a mantener la praxis tradicional para no crear un verdadero cisma en la Iglesia por parte de los grupos apegados a la tradición y, sobre todo, a los privilegios agregados al clericalismo.

Tal concentración de poder sagrado ha constituido el clericalismo tantas veces criticado duramente por el Papa Francisco.  Sin embargo, en el caso del acceso de las mujeres al sacerdocio   también él ha caído en un cierto clericalismo, o mejor dicho, se ha visto obligado a mantener la praxis tradicional para no crear un verdadero cisma en la Iglesia por parte de los grupos apegados a la tradición y, sobre todo, a los privilegios agregados al clericalismo

La función del sacerdote ministerial no es acumular todos los servicios, sino coordinarlos para que todos sirvan a la comunidad. Como preside la comunidad, preside también la Eucaristía. Pero si la comunidad, sin culpa, se ve privada de ella, puede organizar por sí misma la celebración de la Cena del Señor. Todos estos servicios (que San Pablo llama “carismas” y que son muchos) pueden muy bien ser ejercidos por mujeres, como se demuestra en las Iglesias no católico-romanas y en las comunidades eclesiales de base.

De ahí que sea comprensible que las mujeres, conscientes de su madurez en la fe, en ausencia de un ministro ordenado, asuman ellas mismas tal ministerio, haciéndolo con su estilo particular de mujeres. No tienen que pedir permiso a la autoridad eclesiástica, porque ésta canónicamente dirá “no”. Pero lo hacen en perfecta comunión teológica con la totalidad de la Iglesia. Y por eso es plausible, justo y teológicamente fundado que presidan la Cena del Señor.

Lógicamente, el sacerdocio femenino no puede ser una reproducción del sacerdocio masculino. Sería una aberración si así fuera. Debe ser un sacerdocio singular, según el modo de ser de la mujer, con todo lo que denota su feminidad a nivel ontológico, psicológico, sociológico y biológico. No será una sustituta del sacerdote,  sino una verdadera representante sacramental del Cristo invisible que se hace visible a través de ellas.

Sería natural y lógico que el Papa reconociera oficialmente lo que ellas ya hacen en la práctica y así la Iglesia sería verdaderamente de hermanos y hermanas, sin exclusiones ni jerarquizaciones ontológicas injustificadas.

Sin temor a equivocarnos podemos decir: esta división entre ordenados y no ordenados (laicos y sacerdotes) no se encuentra en la tradición del Jesús histórico, que quería una comunidad de iguales y todo poder como mero servicio a la comunidad y no como promotor de privilegios, títulos y ventajas sociales e incluso económicas.

Esta división entre ordenados y no ordenados (laicos y sacerdotes) no se encuentra en la tradición del Jesús histórico, que quería una comunidad de iguales y todo poder como mero servicio a la comunidad y no como promotor de privilegios, títulos y ventajas sociales e incluso económicas

Tiempos vendrán en que la Iglesia católica romana acompasará su paso con el movimiento feminista mundial y con el propio mundo, rumbo a una integración del “animus” y del “anima”(de lo masculino y de lo femenino) para el enriquecimiento de lo humano y de la propia comunidad cristiana. Los tiempos están ya maduros para este salto cualitativo. Solo falta el valor de dar  este paso necesario e inevitable.

———

*Hans Urs von Balthazar en el tiempo en que yo estaba sometido a “silencio obsequioso” públicamente en Roma,  me denunció como alguien que negaba la divinidad de Cristo, cosa que jamás hice. Un teólogo- periodista le respondió en la primera página de un periódico de Roma con estas palabras: ”Cobarde, acusas calumniosamente a alguien que no puede defenderse por estar sometido a silencio obsequioso”. Su obra principal es La gloria del Señor (en siete volúmenes sobre la fe como estética y contemplación). Fue nombrado cardenal por el Papa Juan Pablo II, pero murió antes de recibir el nombramiento, cuando se dirigía a Roma. 

Leonardo Boff, ha escrito Eclesiogénesis: la Iglesia que nace del pueblo por el Espíritu de Dios, Vozes 1984/2021.

Traducción de María José Gavito Milano

 

Fuente Religión Digital

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Leandro Sequeiros: 25 de noviembre: Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Viernes, 25 de noviembre de 2022
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Los orígenes de esta conmemoración se remontan a los años 80, en América latina, cuando militantes y activistas en favor del derecho de las mujeres honraban la memoria de las hermanas Mirabal.

Símbolo de la resistencia feminista popular, las hermanas Mirabal —Minerva, María Teresa y Patria—, conocidas como las Mariposas, forman un movimiento de oposición directa contra la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana.

El 25 de noviembre de 1960, las hermanas son asesinadas. El clamor popular aviva el movimiento contra Trujillo, derrocando la dictadura en un año. El 25 de noviembre se recuerdan sus brutales asesinatos, para concienciar sobre la necesidad de poner fin a la violencia contra las mujeres.

El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con la finalidad de visibilizar la violencia contra las mujeres y niñas a nivel mundial.

En el año 2000, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la resolución 54/134, designando el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer e invitando a gobiernos, organizaciones internacionales y a ONG a coordinar actividades todos los años sobre esta fecha que eleven la conciencia pública en cuanto a esta cuestión.

Se pretende fomentar la ejecución de políticas por parte de las naciones del mundo para la erradicación de la violencia de género, así como brindar apoyo y generar conciencia sobre la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

El origen de este Día Internacional

En el año 2000 la Asamblea General de la ONU designó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, invitando a gobiernos, organizaciones internacionales y ONG’s a involucrarse y coordinar acciones que eleven la conciencia pública para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres.

Como principal antecedente de esta efeméride, desde 1981 militantes y activistas en favor del derecho de la mujer observaban el 25 de noviembre como día de protesta y conmemoración contra la violencia de género.

La fecha de este Día Internacional de la Violencia contra la Mujer fue elegida para honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas en 1960, por orden del dictador dominicano Rafael Trujillo.

Formas de violencia contra las mujeres

Formas de violencia contra las mujeres La violencia contra las mujeres y niñas se manifiesta de forma física, sexual y psicológica, e incluye los siguientes supuestos:

· Violencia por parte de un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, feminicidio).

· Violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético).

· Trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual).

· Mutilación genital femenina (practicada en ciertas comunidades y culturas, asociada con creencias religiosas).

· Matrimonio infantil (niñas obligadas a contraer matrimonio en contra de su voluntad).

La población femenina es altamente vulnerable de sufrir violencia de género, especialmente las niñas y las mujeres de la tercera edad, mujeres pertenecientes a la comunidad LGBT (lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex), las migrantes y refugiadas, las pertenecientes a pueblos indígenas o minorías étnicas, mujeres y niñas con VIH-Sida, discapacitadas y aquellas que habitan en países con crisis humanitarias.

Día Naranja contra la violencia hacia las mujeres

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Cartel “Pinta el mundo de naranja”: #EscúchameTambién

En el año 2009 ONU Mujeres lanzó la campaña “Di NO. ÚNETE”, designando el 25 de cada mes como Día Naranja. Con esta iniciativa se pretendió movilizar a la sociedad civil y a los gobiernos, para que juntos ampliaran el impacto de la campaña.

Se animó a los participantes a que llevaran puesta una prenda de vestir de color naranja para mostrar solidaridad con la campaña, ya que este color simboliza un futuro mejor y un mundo libre de violencia contra mujeres y niñas.

Campaña 2021 ÚNETE: “Pinta el mundo de naranja: pon fin a la violencia contra las mujeres hoy”

Anualmente se selecciona un lema para conmemorar este Día Internacional. Paralelamente, la Organización de las Naciones Unidas conmemora los 16 días de activismo contra la violencia de género, desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre.

El lema de la campaña para el año 2021 fue ÚNETE: “Pinta el mundo de naranja: pon fin a la violencia contra las mujeres hoy”.

Con ello se hará énfasis en la prevención ante las cifras alarmantes sobre la violencia de género: una de cada tres mujeres ha sido víctima de abuso en su vida. Se ha demostrado que en situaciones de crisis humanitarias, catástrofes climáticas, pandemias y conflictos estas cifras se incrementan.

Es de vital importancia poner fin a estas situaciones de violencia, mediante la adopción de enfoques integrales e inclusivos que aborden las causas que lo generan, empoderando a las mujeres y las niñas.

Se requiere brindar servicios esenciales a las víctimas por violencia de género en los sectores policial, judicial, sanitario y social, así como aportar el financiamiento necesario para la agenda de los derechos de las mujeres.

Campaña 2020: la “pandemia” en la sombra

Las estadísticas indican que una de cada tres mujeres sufre violencia sexual o física, en su mayoría, por parte de su pareja, aunado a la dificultad que afrontan estas mujeres al permanecer confinadas en casa con sus agresores.

Está claro que el confinamiento decretado por las autoridades sanitarias con motivo de la pandemia de COVID-19 ha intensificado la violencia en el hogar, de forma tal que paralelamente al coronavirus, se ha desarrollado otra pandemia a la sombra, y es la de la violencia hacia las niñas y las mujeres.

Asimismo, los servicios esenciales de casas de acogida, refugios y líneas de atención y de ayuda se han visto sobrepasados por las circunstancias. Por ello se requiere el esfuerzo y la responsabilidad por parte de todos, para terminar con este flagelo social.

Tema 2019: Pinta el mundo de naranja, escúchame

El tema de la campaña para el año 2019 fue “Pinta el mundo de naranja: #EscúchameTambién”. La fecha marcó el lanzamiento de los 16 días de activismo, que concluyeron el 10 de diciembre 2019, coincidiendo con la observación del Día de los Derechos Humanos.

Se celebraron multitud de eventos alrededor de esta campaña, entre los cuales se tiñeron de naranja los edificios y monumentos más emblemáticos alrededor del mundo, para recordar la necesidad de crear un futuro sin violencia de género.

La campaña se identificó en redes sociales con las etiquetas #DíaNaranja, #OrangeTheWorld y #EscúchameTambién.

La Iniciativa Spotlight

La Iniciativa Spotlight es una campaña conjunta de la Unión Europea y las Naciones Unidas, orientada a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas.

El nombre de la campaña proviene de la palabra inglesa “foco”. Precisamente se trata de dar luz a los actos de violencia contra la mujer, que en la mayoría de los casos se producen en la oscuridad porque se niegan y se ocultan, debido a la vergüenza y estigmatización de las víctimas.

El primer paso para terminar con todas las formas de violencia contra las mujeres es sacarla a la luz, convertirla en el centro de atención para tomar conciencia y eliminarla.

La campaña también pone de relieve la importancia de invertir de manera específica en las mujeres y las niñas, condición indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible de acuerdo con la Agenda 2030.

Puedes sumarte a esta iniciativa transformadora, participando en el debate en las redes sociales con la etiqueta #SpotlightFinDeLaViolencia.

Filmografía sobre el tema

A continuación, mostramos una selección de documentales y películas emotivas que nos invita a reflexionar sobre este tema tan sensible, como lo es la violencia contra niñas y mujeres:

· Las Elegidas (México. Director: David Pablos. Año 2015): un hombre obliga a su hijo a seducir chicas jóvenes para prostituirlas, formando parte del negocio de tráfico de mujeres de su familia.

· Los Hombres que no Amaban a las Mujeres (Suecia. Director: Niels Arden Oplev. Año 2009): un industrial millonario contrata a un periodista para que averigüe la desaparición de su sobrina hace 40 años. Descubre hechos de violencia y vejaciones aterradores.

· No estás sola Sara (España. Director: Carlos Sedes. Año 2009): una joven estudiante de periodismo guapa e inteligente conoce a un chico educado, tímido y lleno de encanto. Hasta que un día él le prohíbe usar minifalda, siendo el punto de partida de una pesadilla violenta.

· La Teta Asustada (Perú. Directora: Claudia Llosa. Año 2009): una joven vive asustada debido a los sucesos ocurridos sobre mujeres violadas y maltratadas, durante la guerra del terrorismo en Perú. Reflejo de la violencia machista institucional muy común en los territorios en guerra.

· La Verdad de Soraya M. (EEUU. Director: Cyrus Nowrasteh. Año 2008): una joven oriunda de un pueblo iraní es acusada falsamente de adulterio por su marido mujeriego. De acuerdo al Código Penal de ese país, ha sido sentenciada injustamente con la lapidación pública hasta la muerte. Basado en una historia real.

· Cicatrices (México. Director: Francisco del Toro. Año 2005): un matrimonio que vive en la Ciudad de México con su hijo ha atravesado por difíciles situaciones, como la monotonía, el desamor y la violencia intrafamiliar deberá afrontar una dura separación.

· Agua (España. Directora: Deepa Mehta. Año 2005): en la India colonial del año 1938 una niña de 8 años fue obligada a casarse con un moribundo. Al enviudar ingresó a un ashram para viudas, donde deberá pasar el resto de su vida para consagrar a su esposo fallecido.

· Tierra Fría (EEUU. Directora: Niki Caro. Año 2005): una madre soltera regresa a su pueblo natal, buscando trabajo en las minas para poder sobrevivir. Sufrirá toda clase de abusos y humillaciones por parte de sus compañeros, por el simple hecho de ser mujer.

· Te Doy Mis Ojos (España. Director: Iciar Bollain. Año 2003): una mujer casada desde hace 9 años huye de su casa con su hijo, debido a que su marido es violento y la maltrata.

· Nunca Más (EEUU. Director: Michael Apted. Año 2002): una camarera se casa con un contratista adinerado, conformando la perfecta familia. Luego del nacimiento de su hija ella descubre que su esposo le ha sido infiel, tornándose violento. Deberá huir con su hija para salvar su vida.

· Madame Brouette (Senegal. Director: Moussa Sène Absa. Año 2003): la muerte de un hombre ocasionado por su esposa afectó a la comunidad de Senegal. Ella era la verdadera víctima de un hombre violento y abusivo.

· Solo Mía (España. Director: Javier Balaguer. Año 2001): el amor a primera vista unió a una feliz pareja. Luego de haber tenido a su primer hijo vino el primer reproche, el primer grito y la primera bofetada. Una relación que se tornó sumamente violenta y brutal.

· Durmiendo con el Enemigo (EEUU. Director: Joseph Ruben. Año 1991): un joven matrimonio parecía la pareja perfecta. Luego de cuatro años de casados el marido resultó ser una persona violenta, obsesiva y brutal. Ella huyó para salvar su vida, simulando su muerte.

¿Qué puedes hacer ante la violencia de género?

Puede ser alguien muy cercano a ti. Si sospechas que alguien puede estar en peligro, asegúrate, pregúntale si está afrontando alguna dificultad con alguna persona de su entorno que involucre actos de violencia.

Infórmate sobre la violencia de género, conoce los servicios de ayuda más cercanos.

Si sospechas que la vida de alguna niña, mujer o la de sus hijos corre peligro, contacta a la policía o a las autoridades competentes. Tú puedes hacer la diferencia. 7

Informe de 2022 sobre la igualdad de género

La Comisión Europea también publica hoy la edición de 2022 del informe anual de la Comisión Europea sobre la igualdad de género en la UE. En 2021 se registraron importantes avances desde el punto de vista legislativo, en particular con las propuestas relativas a la transparencia retributiva y los salarios mínimos adecuados en la UE. Además, la nueva Ley de Servicios Digitales contribuirá a la protección de los usuarios en línea. En diciembre de 2021, la Comisión también propuso incluir la incitación al odio y los delitos motivados por el odio en la lista de delitos de la UE.

Comparte información útil e interesante en las redes sociales acerca del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con los hashtags

#DíaInternacionalDeLaEliminaciónDeLaViolenciaContraLaMujer #NiUnaMasNiUnaMenos

Leandro Sequeiros

Fuente Fe Adulta

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“Teresa de Jesús: mujer libre e iluminada”, por Pedro Miguel Lamet

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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1C710CFE-ACB1-4240-9F93-249EDD8D1F11Leído en su blog:

¿Qué puede fascinar de Teresa a un joven de hoy?

“ ¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!, que (los hombres) muchos años las confiesan, y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido”.

Lleva adelante su propio camino. Es cierto que se ayuda de confesores, sobre todo de los más ilustrados, dominicos y jesuitas, pero cambia con libertad y frecuencia, según lo necesita. Y no tiene miedo de plasmar sus experiencias en sus escritos, entre sospechas inquisitoriales de iluminismo.

En un momento como el actual de avidez de contemplación, aunque sea en calderilla, con la práctica del yoga, el zen y el mindfulness, ahondar en su autobiografía o en Las Moradas es apuntar al silencio interior, donde el ser humano puede intuir la unidad del todo y el último sentido de la vida.

Me preguntan en El Cultural qué puede fascinar de Teresa de Jesús a un joven de hoy desde la perspectiva de la fe. En las escasas líneas que me conceden, diré en primer lugar que “la mujer”. En una época de marginación absoluta de las féminas, Teresa, enorme lectora y mejor autora, funda las descalzas, se enfrenta a los calzados, se cartea con Felipe II, sortea a la Inquisición y escribe con valentía que las mujeres tienen más fe que los hombres hasta afirmar: ”¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!, que muchos años las confiesan, y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido”.

Si Hernando de Talavera le escribe a Isabel la Católica que “comúnmente las mujeres están y fueron hechas para estar encerradas e ocupadas en su casa, y los varones para andar en procurar las cosas de fuera”, la andariega atraviesa España fundando en una carreta. Cuando escribí mi novela biográfica sobre san Juan de la Cruz, me sorprendió cómo éste estuvo siempre a sus órdenes, como toda la rama masculina del Carmelo.

No menos sorprendente es su libertad en lo espiritual. Lleva adelante su propio camino. Es cierto que se ayuda de confesores, sobre todo de los más ilustrados, dominicos y jesuitas, pero cambia con libertad y frecuencia, según lo necesita. Y no tiene miedo de plasmar sus experiencias en sus escritos, entre sospechas inquisitoriales de iluminismo.

Pero sobre todo fascina la doctora de la Iglesia (se retrasó esta proclamación hasta Pablo VI porque se pensaba que obstat sexus) como mística. En un momento como el actual de avidez de contemplación, aunque sea en calderilla, con la práctica del yoga, el zen y el mindfulness, ahondar en su autobiografía o en Las Moradas es apuntar al silencio interior, donde el ser humano puede intuir la unidad del todo y el último sentido de la vida. ”Acá no hay nada de esto, ni se ve oscuridad, sino que se representa una por una noticia del alma más clara que el sol”. Todo con los pies el suelo, sentido común y una encantadora “humildad, que es la verdad”.

 

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“Santa Teresa: mujer, andariega, inquieta, doctora de la Iglesia…”, por Consuelo Vélez

Sábado, 15 de octubre de 2022
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santa-teresa-avilaDe su blog Fe y Vida:

Cada 15 de octubre se recuerda en la Iglesia a Santa Teresa de Jesús (1515-1582), monja carmelita, reformadora de su orden, fundadora de 16 conventos, escritora, mística, maestra de oración. En 1970, Pablo VI, la reconoce como la primera mujer, Doctora de la Iglesia. Es muy importante este título porque solo se ha otorgado a 4 mujeres (Santa Catalina de Siena, Santa Teresita del Niño Jesús e Hildegarda de Bingen, frente a más de 30 varones) pero, sobre todo, porque esa proclamación supone reconocer que puede ser maestra de fe para todo el Pueblo de Dios.

Santa Teresa de Jesús supo enseñar sobre la vida de oración con la bella imagen de “Las moradas o Castillo Interior” y también con el huerto regado por el agua de cuatro maneras distintas -que ella reconoce como los cuatro grados de oración-. En los dos casos, la oración no supone un rezo convencional de repetir palabras, sin saber lo que se dice, o de pedir favores convirtiendo a Dios en un dispensador de milagros, sino en un diálogo “con quien sabemos nos ama”, más aún, con el mismo Jesús, tan humano, como el Jesús de la historia, con el que ella puede conversar y experimentar que “Solo Dios Basta”.

Pero esa doctrina sencilla sobre la oración como diálogo, como encuentro, como conocimiento personal, como donación mutua, algunos pretenden identificarla con prácticas de meditación más al estilo oriental -válidas para quien encuentre en ello dominio de sí y vaciamiento de toda distracción- pero que no tienen que ver con la enseñanza de Teresa. Los cuatro grados de oración no son una escala ascendente que la persona puede alcanzar por medio de prácticas de respiración u otro tipo de ascesis corporal, tampoco las moradas son una línea recta de habitaciones a la que se va subiendo paso a paso. En los dos casos, Teresa avisa que todo es gracia divina y la persona no deja de experimentar su humanidad con las faltas de amor que vive -y esa es la humildad que brota del conocimiento propio que da la oración- y tampoco puede, por sus propios méritos, alcanzar la gracia de regar el jardín sin el más mínimo esfuerzo de su parte, porque el encuentro con Dios es pura gracia, puro don, puro regalo.

Para Teresa la oración no se queda en el acto mismo de orar sino en los frutos que produce en la persona: “la oración no es tanto pensar mucho, sino amar mucho”, de ahí que decía a las religiosas que, aquello que más las llevara a amar, eso es lo que debían hacer. Otra manera de explicarlo era decir que “Dios estaba entre los pucheros”. Es decir, la oración no es solamente el momento explícito en que la persona se dispone a orar, sino que toda la vida ha de ser oración, incluidas las cosas más pequeñas, más básicas, más cotidianas.

Asombra también de Teresa que en tiempos en que el acceso a la Biblia era prácticamente imposible y menos por parte de las mujeres, ella aprovecha los libros de espiritualidad que podía leer para tener contacto con los pasajes de los evangelios que allí encontraba. Ella, sin tener demasiada formación, es capaz de ir a las fuentes de la revelación y nutrirse de ellas. Claro que, ante la dificultad de acercarse mucho más al texto sagrado, también entiende que el mismo Jesús con el que conversa en la oración, es la Palabra Viva a la que puede tener acceso. Y, efectivamente, el cristocentrismo de su experiencia de fe la lleva a decir que Teresa es de Jesús y Jesús de Teresa”, usando sus propias palabras en lugar de las de Pablo en la carta a los Gálatas: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (2, 20).

Finalmente, Teresa muestra que el feminismo no es cosa de algunas mujeres desadaptadas -como algunos lo catalogan en el presente-, sino que es un movimiento que, sin haber tenido ese nombre en épocas anteriores, si denuncia la discriminación que han sufrido las mujeres y la forma como se les niegan sus derechos. Santa Teresa así lo expresaba quejándose ante Jesús del clero de su tiempo: “Confío yo, Señor mío, en estas siervas tuyas que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentarte (…). Pues tu no eres, Creador mío, desagradecido para que yo piense que les darás menos de lo que te piden, sino mucho más, porque no aborreciste a las mujeres cuando andabas por el mundo, antes las favoreciste siempre con piedad y hallaste en ellas tanto amor y más fe que en los hombres (…) ¿No basta Señor, que nos tiene el mundo acorraladas (…) que no hagamos cosa que valga nada por ti en público, ni osemos hablar de algunas verdades que lloramos en secreto, para que no vayas a oír petición tan justa? No lo creo yo, Señor, de tu bondad y justicia, que eres justo juez y no como los jueces del mundo, que como hijos de Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa (…) porque veo los tiempos de manera, que no hay razón para desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”. Teresa vive en el contexto donde las cosas de mujeres no se valoran y se desechan, pero ella no puede imaginar, de ninguna manera que Dios se porte igual que los jueces de este mundo, a los que con una fina ironía describe como “hijos de Adán y, en fin, todos varones”. Este párrafo fue borrado del manuscrito original y descubierto hace relativamente poco, porque en su época la censura no podía permitir una acusación tan directa, como hoy tampoco se acepta fácilmente prefiriendo desacreditar cualquier voz que se levanta denunciando este mundo patriarcal en el que todavía vivimos.

Celebrar a Santa Teresa no es solo recordar su memoria sino recibir su legado y llevarlo a la práctica. Efectivamente, en estos tiempos recios, como los que ella vivió, sigue siendo urgente que las mujeres de fe trabajemos por la igualdad fundamental de mujeres y varones en la sociedad y en la iglesia y por vivir una espiritualidad transformadora, por fidelidad al reino de Dios anunciado por Jesús, donde la oración sea fuente de vida y compromiso y, en ningún momento, alienante y desentendida del mundo que vivimos.

(Foto tomada: https://alfayomega.es/la-santa-andariega-que-fascino-al-papa-caminante/)

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David E. DeCosse: “La enseñanza de la Iglesia sobre la dignidad de la mujer me hizo cambiar de opinión sobre la penalización del aborto”.

Sábado, 3 de septiembre de 2022
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876D3606-2A35-43A1-8DB9-B7A931477A29Las posiciones sobre la prohibición o legalización del aborto se polarizan hasta el extremo. Pero desde la universidad Santa Clara de California, en la revista National Catholic Reporter, un veterano profesor de teología moral expresa su testimonio sobre cómo la reflexión de una conocida monja española le hizo discernir mejor los valores en juego y cambiar de postura. AD.

Era un argumento hermético que decía así: El aborto es una violación de la ley moral universal, sin excepciones, contra la eliminación directa de la vida inocente. Esta ley moral debe reflejarse en la medida de lo posible en la ley civil. Cualquier invocación del derecho a violar dicha ley moral y civil es absurda. El caso contra el aborto legal es definitivo para el significado de la fe católica.

Siguiendo esta lógica, en 1980 y 1984 voté a Ronald Reagan para presidente principalmente por su capacidad de nombrar jueces para el Tribunal Supremo de Estados Unidos que anularan el caso Roe contra Wade, la decisión de 1973 que estableció el derecho constitucional a elegir un aborto.

Cuarenta años después ya no pienso así. Cuando la decisión del caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization que eliminaba el derecho a elegir un aborto fue anunciada el 24 de junio la leí y me encontré más de acuerdo con el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, que dijo “Tanto la opinión del Tribunal como el disenso muestran una implacable ausencia de dudas sobre la cuestión legal que no puedo compartir”.

Sin duda, los asuntos del corazón han influido en el cambio de mi forma de pensar: un matrimonio fracasado; escuchar largamente complejas historias de sexo y sufrimiento; semanas pasadas en el Catholic Worker de Los Ángeles trabajando con las vulnerabilidades imprevistas de los residentes de Skid Row. Estas experiencias movieron mi corazón desde las cómodas expectativas de mi educación suburbana hacia un mundo crudo incapaz de ocultar sus dramas de gracia y pecado. El cambio en mi forma de pensar sobre la ley y el aborto surgió de esas experiencias.

Un cambio superó a todos los demás: la inclusión de todas las implicaciones de la dignidad de la mujer en mis reflexiones morales al respecto. Nunca he dudado del derecho a la vida del feto. Pero dos implicaciones de la dignidad de la mujer han sido especialmente formativas a la hora de ampliar mi comprensión del abanico de valores que están en juego en cuestiones de derecho y aborto: la plena capacidad moral de la mujer y su derecho a la integridad corporal.

La agencia moral de las mujeres embarazadas

En su encíclica de 1995 Evangelium vitae el Papa Juan Pablo II dijo que nadie puede apelar a la autoridad de la conciencia para justificar el aborto, ya que nunca está permitido violar la ley moral universal y sin excepciones contra la eliminación directa de la vida inocente. Esa forma de plantear las cosas reflejaba perfectamente mi pensamiento a principios de los años ochenta. Pero empecé a encontrar el argumento incompleto e incluso involuntariamente ofuscado: Podía ver el papel del feto, pero ¿cuál era el papel de la mujer embarazada en el argumento?

O bien las mujeres parecían estar totalmente ausentes de tales argumentos, que se centraban en cambio por completo en el derecho a la vida del feto, o bien se consideraba a las mujeres como individuos presentes pero irreflexivos, cuyos cuerpos eran escenarios de lucha legal por parte de otras personas, o bien se consideraba a las mujeres embarazadas correctamente como objetos de compasión, pero no se las veía como agentes morales plenos capaces de decidir por sí mismos sobre un asunto tan íntimo.

Una declaración concisa y contundente de la Hna. Teresa Forcades, benedictina catalana, me convenció de lo incompleto de tales opiniones. En 2009, Forcades habló en una entrevista televisiva a favor del “derecho a decidir” de la madre en materia de derecho civil y aborto. En respuesta, el Vaticano exigió su afirmación pública de la doctrina moral de la Iglesia. A su vez, Forcades emitió una declaración pública en la que argumentaba que la cuestión de la ley y el aborto debía considerarse propiamente en el pensamiento católico como un choque de absolutos: el absoluto del derecho a la vida y el absoluto del derecho a la autodeterminación ante Dios de cualquier mujer embarazada.

“La autodeterminación”, argumentó, es un “derecho fundamental que protege la dignidad humana y prohíbe absolutamente y bajo cualquier circunstancia que una persona sea utilizada como un objeto… el derecho a la autodeterminación es el derecho a la vida espiritual”. Pero también argumentó: “Nadie, ni el Estado ni la Iglesia ni la madre, tiene derecho a violar el derecho a la vida del feto”.

El argumento de Forcades tiene el mérito de nombrar en términos católicos la dificultad real a la que nos enfrentamos con la ley y el aborto. No es el conflicto que imaginé hace 40 años entre los que dicen la verdad y los relativistas amantes de la libertad. Se trata más bien de un conflicto de bienes absolutos. Ver las cosas bajo esta luz ayuda a poner de manifiesto el derecho de la mujer a ejercer su agencia moral -o, en la terminología de Forcades, su autodeterminación-, especialmente cuando se enfrenta a un embarazo difícil. Hace cuarenta años, la ley moral en estas cuestiones me parecía universal y sin excepciones. Reflexionando ahora sobre la dignidad de la mujer embarazada manifestada en su agencia moral, creo que debe haber excepciones.

El derecho a la integridad corporal

Pocos eslóganes encendieron más mis energías provida del pasado que “mi cuerpo, mi elección”. En el eslogan leí la historia relativista de nuestro tiempo, que en nombre de una realidad material como el cuerpo, todo vale. También me sentí unida a la Iglesia católica de Estados Unidos al pensar que nuestra batalla sobre el aborto era precisamente con el absolutismo proabortista que el eslogan representaba.

Pero con el tiempo empecé a pensar de forma diferente sobre el eslogan. En primer lugar, se hizo evidente que la mayoría de las personas que estaban a favor del aborto no eran los absolutistas con eslogan de mis pasadas fantasías sobre la guerra cultural. Y, en segundo lugar, empecé a reflexionar sobre la importancia permanente del cuerpo en el pensamiento moral católico y, por tanto, a considerar si, incluso en aras del derecho a la vida, es una injusticia utilizar la fuerza coercitiva de la ley para obligar a las mujeres embarazadas a utilizar su cuerpo de una forma prescrita por otros.

Recientemente, la teóloga Kathleen Bonnette, en un artículo publicado en America, pedía que el pensamiento católico sobre la ley y el aborto prestara más atención al derecho a la integridad corporal de las mujeres embarazadas. Basándose en los escritos del Papa Juan XXIII, explicaba que el derecho significa “el reconocimiento de que nuestros cuerpos son propios, que importan, y que tenemos derecho a determinar qué o quién tiene acceso a ellos”.

Al igual que la afirmación de Forcades sobre el derecho a la autodeterminación, el perspicaz argumento de Bonnette sobre el derecho a la integridad corporal nombra un hecho moral que con demasiada frecuencia se omite en las consideraciones católicas sobre el aborto. Su argumento también invita a centrarse en las numerosas formas en que la integridad del cuerpo de las mujeres se ve amenazada por las agresiones sexuales y las violaciones, por el propio embarazo y, especialmente, por los embarazos que ponen en peligro la vida, y por la escandalosa y a menudo racializada falta de atención médica para las embarazadas y las puérperas pobres.

Mi absolutismo católico de los años 80 pretendía que la ley civil restringiera al máximo el aborto porque sólo importaba el derecho a la vida del feto. Pero eso es demasiado simple: Afirma sólo una injusticia en juego en estos asuntos. Sería mejor, dice Bonnette, reconocer también una dolorosa e inevitable paradoja: que por su naturaleza coercitiva las leyes que pretenden restringir la injusticia del aborto pueden también violar la integridad corporal de las mujeres. Bonnette afirma que el derecho civil puede seguir restringiendo el aborto. Pero también insiste en que, por respeto a la integridad corporal de la mujer, la Iglesia debería recurrir más a los métodos de persuasión. Bonnette tiene razón. El enfoque católico del aborto se ha basado demasiado en la ley.

En los años ochenta, mi caso católico contra el aborto era hermético. Lo único que faltaba eran las mujeres embarazadas implicadas en el asunto.

Por David E. DeCosse, director de ética religiosa y católica en el Centro Markkula de Ética Aplicada de la Universidad de Santa Clara

[Traducción española publicada con permiso de NCR Publishing Company www.NCROnline.org]

Fuente Fe Adulta

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María Magdalena: pionera de la igualdad.

Jueves, 1 de septiembre de 2022
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41B6A585-F775-4646-B032-C47BCF42AEC6Del blog de Juan José Tamayo:

“Tenemos una tarea urgente: despatriarcalizar a Dios, a Jesús de Nazaret y a las organizaciones cristianas”

Durante las últimas décadas se está produciendo un fuerte movimiento de recuperación de la figura de María Magdalena por parte de especialistas de la biblia cristiana, que leen los textos en perspectiva de género, de historiadores e historiadoras

Fue precisamente esa corriente que pretendía emanciparse del dominio patriarcal la que posibilitó el nacimiento del movimiento de Jesús como discipulado igualitario de hombres y mujeres, en el que estas ocuparon un lugar central y no puramente periférico

Las mujeres que siguen a Jesús suelen ser citadas en los evangelios en referencia a un varón; María Magdalena, no: una prueba más de su independencia de toda estructura patriarcal

Ella cumplió las tres condiciones para ser admitida en el grupo apostólico: haber seguido a Jesús desde Galilea, haber visto a Jesús resucitado y haber sido enviada por él a anunciar la resurrección

El reconocimiento de María Magdalena como primera testigo del Resucitado explica su protagonismo en el cristianismo primitivo, al mismo nivel que Pedro, e incluso mayor en algunas iglesias

María Magdalena nos convoca el 22 de julio, día de su fiesta, a un gran encuentro contra las brechas de la desigualdad cada vez mayores entre el Norte Global y el Sur Global y los dualismos excluyentes, por la sororidad-fraternidad eco-humana y la  ciudada-nía y cuidada-nía entre los seres humanos y la naturaleza con capacidad para superar las discriminaciones e injusticias de género y de todo tipo que destruyen  el tejido eco-social. Con motivo de tan importante efeméride voy a hacer una reflexión sobre la figura de María Magdalena, la otra Magdalena desconocida, olvidada, maltratada, a quien defino como “pionera de la igualdad (no clónica)”.

Durante las últimas décadas se está produciendo un fuerte movimiento de recuperación de la figura de María Magdalena por parte de especialistas de la biblia cristiana, que leen los textos en perspectiva de género, de historiadores e historiadoras, que llevan a cabo una reconstrucción antipatriarcal de los primeros siglos del cristianismo, y de la teología feminista, que hace unalúcida y certera hermenéutica de la sospecha de los textos patriarcales. Papel fundamental han desempeñado en esta recuperación los evangelios de carácter gnóstico, entre los que cabe citar el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Felipe, el Evangelio de María y Pistis Sophia.

El movimiento igualitario de Jesús de Nazaret

Las actuales investigaciones sociológicas, de historia social, antropología cultural y hermenéutica feminista sobre los orígenes del cristianismo sitúan el grupo de seguidores y seguidoras de Jesús en el horizonte de los movimientos de renovación del judaísmo del siglo I, junto con los esenios, terapeutas, penitenciales y otros. Lo ubican asimismo dentro de los movimientos que lucharon contra la explotación patriarcal en las distintas culturas: griega, romana, asiática y judía. En la historia de Israel/Palestina hubo intensas luchas protagonizadas por mujeres que ocuparon un lugar político y cultural muy importante.

Las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas que se reunían para comidas comunes, eventos de oración y encuentros de reflexión religiosa con el sueño de la liberación de las mujeres en Israel/Palestina. Fue precisamente esa corriente que pretendía emanciparse del dominio patriarcal la que posibilitó el nacimiento del movimiento de Jesús como discipulado igualitario de hombres y mujeres, en el que estas ocuparon un lugar central y no puramente periférico. La presencia y el protagonismo de las mujeres en dicho movimiento, reconoce la teóloga Elisabeth Schüssler Fiorenza, fue de la mayor importancia para la praxis de la solidaridad desde abajo. Su actividad fue determinante para que el movimiento de Jesús continuara después de la ejecución del fundador y se extendiera fuera del entorno judío.

Las diferentes tradiciones evangélicas coinciden en señalar que estas mujeres fueron protagonistas en momentos fundamentales del movimiento puesto en marcha por Jesús de Nazaret: al comienzo en Galilea, en su seguimiento como itinerantes, junto a la cruz en el Gólgota y en la resurrección como primeras testigos. La mayoría de las veces se citan tres nombres de mujeres dentro de un grupo femenino numeroso (Lucas 8,2-3, por ejemplo, cita a María Magdalena, Juana y Susana). Es la misma tendencia seguida en el caso de los varones (Pedro, Santiago y Juan). Con ello se pretende mostrar el lugar destacado que unas y otros ocupan en la comunidad.

La mujer que aparece casi siempre citada en primer lugar en el grupo de las amigas y discípulas de Jesús es María Magdalena, que toma el nombre de su lugar de origen, Magdala, pequeña ciudad pesquera de la costa oriental del lago de Galilea, entre Cafarnaún y Tiberíades. Ella es discípula de primera hora, pertenece al grupo más cercano a Jesús, ocupa un lugar preeminente en él, hace el mismo camino que el Maestro hasta Jerusalén, comparte su proyecto de liberación y su destino. Las mujeres que siguen a Jesús suelen ser citadas en los evangelios en referencia a un varón; María Magdalena, no: una prueba más de su independencia de toda estructura patriarcal.

La fidelidad o infidelidad a una causa y a una persona se demuestran “cuando vienen mal dadas”, en la hora de la persecución y del sufrimiento. Cuando Jesús es condenado a muerte, los discípulos varones huyen por temor a ser identificados como miembros de su movimiento y correr la misma suerte que él. Solo las mujeres que le habían seguido desde Galilea le acompañan en el camino hacia el Gólgota y están a su lado en la cruz. Dentro del grupo de mujeres, como acabo de indicar, los evangelios citan a María Magdalena en primer lugar. Ella funge como discípula fiel no de un Mesías triunfante, sino de un crucificado por subvertir tanto el orden establecido religioso como el político de carácter imperial y patriarcal.

Testigo de la resurrección

Los distintos relatos evangélicos coinciden en presentar a las mujeres como testigos de la resurrección y a María Magdalena como la primera entre ellas. Es precisamente ella quien comunica la noticia a los discípulos, quienes reaccionan con incredulidad. Ella cumplió las tres condiciones para ser admitida en el grupo apostólico: haber seguido a Jesús desde Galilea, haber visto a Jesús resucitado y haber sido enviada por él a anunciar la resurrección. El reconocimiento de María Magdalena como primera testigo del Resucitado explica su protagonismo en el cristianismo primitivo, al mismo nivel que Pedro, e incluso mayor en algunas iglesias.

Sin embargo, en las cartas paulinas y otros escritos dela Biblia cristiana, el testimonio de las mujeres ya no aparece, y María Magdalena es sustituida por Pedro. Ello se debe a que la Iglesia estaba empezando a someterse al dominio masculino, que muy pronto comenzó a suprimir el importante lugar ocupado por las mujeres en el movimiento de Jesús.

El silenciamiento, por parte de Pablo y de otras tradiciones de la Biblia cristiana, de la aparición de Jesús a María Magdalena y a otras mujeres llevó derechamente a la exclusión de estas de los ámbitos de responsabilidad comunitaria. Pero, a pesar de ese silenciamiento, las mujeres constituyen la referencia indispensable de la transmisión del mensaje evangélico; más aún, son el eslabón esencial para el nacimiento de la comunidad cristiana. Sin el testimonio de las mujeres, hoy quizá no habría Iglesia cristiana.

Interlocutora preferente de Jesús

En los diálogos de revelación de los Evangelios de tendencia gnóstica, María Magdalena aparece como interlocutora preferente de Cristo resucitado y hermana de Jesús, discípula predilecta y compañera del Salvador.

Esa posición privilegiada provoca celos en algunos apóstoles, especialmente en Pedro, quien, según el apócrifo Pisis Sophia, reacciona en estos términos:Maestro, no podemos soportar a María Magdalena porque nos quita todas las ocasiones de hablar; en todo momento está preguntando y no nos deja intervenir”.

Apóstola de apóstoles es el título que da a María Magdalena Hipólito de Roma, quien no considera a las mujeres mentirosas, sino portadoras de la verdad, y las llama apóstolas de Cristo. En la misma línea se expresa Jerónimo, quien reconoce a María Magdalena el privilegio de haber visto a Cristo resucitado “incluso antes que los apóstoles”.

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La opción de Jesús ante el amor de Magdalena

Sin embargo, con el proceso de patriarcalización, clerizalización y jerarquización del cristianismo, María de Magdala fue relegada al olvido; más aún, es representada como la penitente y la sirvienta de Jesús en agradecimiento por haber expulsado de ella los malos espíritus. Mejor suerte tuvo María de Nazaret, madre de Jesús, que fue declarada Madre de Dios, elevada a los altares y tratada casi con honores divinos.

Veinte siglos después, se vuelve a hacer justicia a María Magdalena. Lo que hace falta es vencer las resistencias del pensamiento androcéntrico y de la organización patriarcal de la mayoría de las iglesias cristianas, y recuperar en la práctica la tradición del movimiento de Jesús como discipulado de iguales en el seguimiento de Jesús y el proseguimiento de su causa de liberación de todas las esclavitudes.

El movimiento feminista ha reconocido a María Magdalena como “pionera de la igualdad”. Es hora ya de que las iglesias cristianas hagan el mismo reconocimiento en su seno y devuelvan a las mujeres el protagonismo que tuvieron en el movimiento de Jesús y en el cristianismo primitivo y que deben recuperar hoy.

La patriarcalización de Dios y de Jesús se traduce en organizaciones cristianas jerárquico-patriarcales, que, en un círculo vicioso, legitiman, apoyan y refuerzan el patriarcado político, familiar, moral, educativo, etc. Patriarcado religioso y patriarcado político ejercen una doble legitimación

Despatriarcalizar a Dios y a Jesús de Nazaret

Afirma la prestigiosa intelectual feminista Mary Daly (1928-2010) en su libro emblemático Más allá de Dios Padre. Hacia una filosofía de la liberación de la mujer (1973): “Si Dios es varón, el varón es Dios”. En la misma dirección apunta Kate Millet, referente del feminismo radical, en su obra pionera Política sexual (1970): El patriarcado tiene a Dios de su lado”. Hoy se sigue presentando a Dios como varón, que solo se deje presentar por varones y convierte a estos en “masculinidades sagradas”, en contra del relato de la creación del Génesis que habla del hombre y de la mujer creados a imagen de Dios. Se continúa patriarcalizando a Jesús de Nazaret, convirtiendo un hecho biológico en principio teológico que excluye a las mujeres de toda representación jesuánica. La patriarcalización de Dios y de Jesús se traduce en organizaciones cristianas jerárquico-patriarcales, que, en un círculo vicioso, legitiman, apoyan y refuerzan el patriarcado político, familiar, moral, educativo, etc. Patriarcado religioso y patriarcado político ejercen una doble legitimación.

Tenemos una tarea urgente: despatriarcalizar a Dios, a Jesús de Nazaret y a las organizaciones cristianas. Es condición necesaria para recuperar el cristianismo igualitario de María Magdalena y re-crear comunidades cristianas libres de discriminaciones de género, religión, cultura, identidad sexual, clase social, etc. Dicha tarea hay que llevarla a cabo en sintonía y colaboración con los movimientos feministas, que deben apoyar la causa de la igualdad y la justicia en las iglesias y las religiones, al tiempo que las comunidades cristianas y religiosas igualitarias deben hacer causa común con los movimientos de emancipación de las mujeres.

Deconstruir las masculinidades hegemónicas y sagradas

Ah, y sin olvidar que dicha causa requiere luchar contra las masculinidades hegemónicas en la sociedad y contra las masculinidades sagrada en las religiones, lo que exige la implicación de los varones feministas en la deconstrucción de las masculinidades tóxicas, que predominan en las mentes y las prácticas de los varones y dominan todas las esferas de la vida pública, y la construcción de nuevos modelos de masculinidad: masculinidades otras, alternativas, que eliminen, y no reproduzcan, los roles aprendidos desde la infancia en torno a lo femenino y lo masculino.

Fuente Religión Digital

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La última que cierre la puerta

Miércoles, 17 de agosto de 2022
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Madrid

ECLESALIA, 04/07/22.- Cuando viajo, visito familia o amigos y coincide que es domingo me gusta ir a misa a la iglesia del pueblo, a la parroquia más cercana de donde esté alojada.

El domingo del Corpus asistí a la Eucaristía de las diez de la mañana en un pueblo de Toledo. Había bastante gente para la hora que era, al menos eso me pareció. Fue una misa sencilla. La de doce sería la solemne junto a la procesión por el pueblo.

Estaba sentada cerca de la puerta de entrada y como llegué con tiempo pude ver el goteo de personas entrando a la iglesia. No fui contando como para una estadística pero, una vez más, me di cuenta de lo que ya sabemos.

Salió el sacerdote hacia el altar y unos acordes de guitarra acompañaron a una suave voz femenina entonando el canto de entrada.

Otra mujer se levantó dirigiéndose al ambón proclamó la primera lectura: “En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo…” (Gn 14, 18-20).

Antes de que ésta volviera a su sitio, otra mujer caminaba ya por el pasillo central para poner voz a las palabras de Pablo: “Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido…” (1Co 11, 23-26).

Tras la homilía, otras dos mujeres se acercaron a coger dos cestas de mimbre para hacer la colecta.

Llegado el momento de la Comunión la mujer con la guitarra y voz suave entonó una bella oración:

“Dime cómo ser Pan,
cómo ser alimento
que sacia por dentro,
que trae la Paz”.

Viendo la fila de personas que se formó para ir a comulgar, sin poder evitarlo, me puse a contar: mujer, mujer, mujer, hombre, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, hombre, mujer, hombre, mujer, mujer, mujer, hombre, mujer, mujer, mujer, hombre, mujer… detuve mi mente. La fila avanzaba pero para qué seguir.

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Un triste pensamiento me abordó: “La última que cierre la puerta”. Me levante e incluyéndome en la fila me acerqué a comulgar.

Las mujeres en la Iglesia limpian, barren, ponen las flores, preparan cálices, albas, estolas; ponen voz a Melquisedec, a Pablo, al Génesis, al Apocalipsis… pero no a Jesús en los cuatro evangelios que nos dejaron escritos.

No, no será una mujer la que cierre la puerta porque las mujeres en la Iglesia no cierran puertas, pero sí quieren abrir las que están cerradas para ellas.

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Espiritualidad, Iglesia Católica ,

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