Del blog de Xabier Pikaza:
A diferencia de la Pascua (que sigue siendo una fiesta “interior” de los cristianos), la Navidad se ha convertido o puede convertirse fiesta universal que de un modo o de otro pueden aceptar todos los hombres y mujeres que “creen” en el misterio de la vida, entendida como don de Dios y simbolizada en una madre y un niño.
Esto sucede de un modo especial en el Islam, que acepta y desarrolla los diversos “milagros de la Navidad” (virginidad biológica de María, prodigios de Jesús niño…), pero sin reconocer aquello que para los cristianos es el único “milagro” verdadero: La encarnación de Dios.
‒ Para muchos cristianos actuales, los aspectos milagrosos del nacimiento e infancia, en sentido literal (biológico), resultan menos importantes e incluso contraproducentes: no son base de la fe, ni tienen carácter salvador, sino que sirven para confesar simbólicamente el origen divino de Jesús, de un modo que, en algún sentido, puede aplicarse a todos los creyentes (cf. Jn 1, 13), en unión a Jesús.
‒ El Islam, en cambio, acentúa los rasgos más físicos y “maravillosos” de la Navidad de Jesús: La virginidad biológica de su madre, los prodigios que acompañaron a su nacimiento (la palmera que baja, el niño recién nacido que habla etc.). De todas formas, en el fondo de esos “milagros”, el Corán ha visto la “providencia” de Dios que se revela (aunque sin encarnarse) por la concepción y parto milagroso de María.
El islam conoce a María a través de algunos apócrifos judeocristianos, que han recogido y ampliado los relatos de la infancia, especialmente los relacionados con la maternidad virginal de María. Ellos sirven al Corán para destacar el sometimiento de María como verdadera musulmana, resaltando, al mismo tiempo, la exigencia y valor de su virginidad, entendida básicamente como expresión de fidelidad a Dios, como Mujer, en paralelo a Muhammad/Mahoma, que recibe el Corán (Palabra) de Dios en forma tambien virginal.
El Corán nos sitúa ante la Navidad de los apócrifos (en la línea del Protoevangelio de Santiago, del Evangelio de la Infancia del Salvador o del Evangelio árabe de Mateo), que destacan la infancia y milagros de Jesús, partiendo de su nacimiento maravilloso… Pero deja a un lado (o rechaza) la Navidad del Nacimiento/encarnación de Dios
Así lo quiero desarrollar en esta postal. Los lectores amigos pueden quedarse en la mitad del texto. La segunda parte o excurso, tomado de un texto ya clásico, podrá servir para aquellos que quieran profundizar en el tema. Buena preparación, musulmana y cristiana, para la Navidad.
LOS MILAGROS Y EL MILAGRO DE LA NAVIDAD
He dicho que el Islam destaca el aspecto “biológico” de la virginidad materna de María, en la Navidad de Jesús, pero en ese fondo ha de situarse también la providencia especial de María, que es paralela a la de Mahoma-Muhammad. Ambos han concebido y dado a luz de un modo virginal: María a Jesús, Muhammad al Corán.
‒ Revelación de Dios por María y por Muhammad. Dios ha revelado su poder por María, haciéndola madre virginal de Jesús, que era portador de su Espíritu y de su Palabra. De esa forma, Dios ha expresado por ella su más honda potencia creadora; por eso, su sometimiento a la acción del Espíritu de Dios y el hecho de que ella será madre virginal de Jesús (por un milagro físico-biológico, sin intervención de varón) son signos fuertes de providencia divina (Corán 3, 33-37), conforme a la palabra de Dios que le dice “Te ha escogido y purificado. Te ha escogido entre todas las mujeres del universo” (Corán 3, 42). Pues bien, de un modo semejante, Dios ha escogido a Muhammad para revelar por medio de él su Corán.
‒ María y Muhammad son receptores de la Palabra de Dios. María ha sido Virgen por milagro especial de Dios, mujer que concibe sin varón… Éste es el “milagro” más importante del Islam, que apenas conoce otros milagros, ni les da importancia (a no ser el de Muhammad que recibe por “milagro” el Corán de Dios. . María ha dado a luz a Jesús, como la tierra primera engendró a Adán. Su virginidad es testimonio privilegiado de la acción de Dios que ejerce su poder sobre la historia (por medio de Gabriel, gran ángel).
‒ Dos milagros, una Navidad… Éstos son los dos “milagros” del Islam: El de María que concibe sin varón, porque recibe en su seno de mujer la “palabra” de Dios; el de Muhammad que recibe la revelación-Palabra de Dios (Corán) sin intervención de cultura humana. En esa línea, María acoge sumisa la palabra de Dios, como verdadera musulmana. De un modo semejante actuará Muhammad, recibiendo de un modo virginal el Corán a través de la revelación del Gabriel.
MARÍA Y LA NAVIDAD DE JESÚS, UN ELEMENTO IMPORTANTE DEL ISLAM
La concepción y nacimiento virginal de Jesús por medio de María son para el Islam una parte del misterio de la acción divina, y deberían haber suscitado la fe de los judíos, pero ellos no creyeron (3, 42-48; 19, 16-26). De igual manera, la revelación del Corán a Muhammad debe servir de signo para los creyentes.
‒ Jesús-niño defendió milagrosamente (hablando tras haber nacido) la virginidad de su madre, proclamando la grandeza de Dios, y actuó después como su enviado, realizando milagros y anunciando el evangelio para los judíos. Resulta significativa la importancia que el Corán ha dado al Jesús niño, a quien presenta como portador de un mensaje de Dios: conoce las cosas sin necesidad de haber aprendido, hace milagros antes de haber crecido. Así confirma el poder de Dios, que actúa por él, pidiendo sumisión a los judíos (3, 49-53; 19, 27-36).
‒ Jesús-adulto realizó milagros y fue profeta para los judíos: curó a ciegos y leprosos, resucitó muertos, ofreció pan a los hambrientos. Dios quería convertir a los judíos a través de sus milagros (cf. 5, 110-111). Pero estos se han negado, queriendo matar a Jesús. Pues bien, este Jesús rechazado es paradigma o ejemplo para Mahoma, también rechazado por los judíos de Medina. Pero hay una diferencia: Mahoma triunfó, revelando el Corán e instaurando la comunidad de sometidos; Jesús, en cambio, no pudo hacerlo, en el fondo ha fracasado.
De todas formas, ni María ni Muhammad (ni Jesús) valen por sí mismos (no son encarnación de Dios), sino que valen sólo como receptores de una Palabra de Dios, que expresa plenamente en el Corán. Al fin sólo importa Dios y su Corán. Ciertamente, Jesús ha sido un profeta y, enviado de Dios (cf. 4, 171; 19, 30), de tal manera que Muhammad ha podido presentarle como Espíritu y Palabra (Rûh y Kalima) que vienen de Dios (cf. 3, 45; 5, 171).
Jesús nace del Espíritu de Dios (es decir, de Gabriel) por medio de María (cf. 2, 87.252; 5, 110; 16, 2.102 etc.); lo mismo que el Corán ha nacido (ha sido revelado) por Gabriel, a través de Muhammad. Pero ni Jesús vale en sí mismo, ni María, ni Muhammad. Es único grande es Dios. María se ha limitado a escuchar la Palabra de Dios, obedeciendo de un modo sumiso, de forma que por sí misma nada puede.
Pero en su sentido más profundo, Jesús es sólo una función de Dios (no encarnación de Dios). Por eso, cuanto más se acentúe su grandeza (es Palabra o Espíritu divino), más desaparece su persona, más se niega su aportación humana; el único que importa es Dios, no Jesús, que es sólo un hombre en quien actúa la Palabra y Espíritu de Dios, que realiza de esa forma sus milagros. Lo mismo sucede con Muhammad, que tampoco tiene importancia por sí mismo, sino sólo como transmisor de la Palabra de Dios que es el Corán. Leer más…
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