“Cuatro libros transformadores”, por Gabriel María Otalora.
De su blog Punto de Encuentro:
| Gabriel Mª Otalora
A los lectores nos gusta compartir lecturas: hablar de ellas, transmitir de igual manera que nos gustaría que otras personas nos recomendaran sus libros. No me refiero aquí a la crítica literaria, necesaria tantas veces, sino a la experiencia interior que el autor o autora de un libro comunica. O mejor dicho, lo que uno filtra de lo que está leyendo y cree que puede servir a otras personas, al menos lo esencial de dicha vivencia tan intelectual como espiritual.
Dicho lo anterior, voy a recomendar cuatro libros que son para mí un verdadero kit de campaña con el que adentrarse con amor en la vida cotidiana. Son una bocanada de aire fresco, tanto por separado como entrelazados, por su capacidad de rumiar con éxito sus relecturas. Un accidente casero me ha permitido más tiempo para ahondar de nuevo en tres de ellos, y descubrir este libro que paso a comentaren primer lugar:
¡Oh noche que guiaste!, subtitulado De la inhospitalidad al encuentro (Sal Terrae), y escrito por Carlos María Antunes. Es un libro breve que no parece a primera vista que atesora tanta sabiduría. Su reflexión gira en torno a la fortaleza que supone reconocer la vulnerabilidad. Un libro luminoso y lleno de esperanza, accesible y que además permite convertir su reflexiones en oración. Para descubrir el tesoro que llevamos dentro: “A través de nuestras ruinas Él nos enseñará la dimensión del corazón de Dios. Es a través de la herida por donde entra la luz”.
Compasión (Sígueme), de Katerina Lachmanova. Es un librito cuyo título lo dice todo. En capítulos breves y sencillos, que no simples, la autora nos introduce en el corazón de esta actitud esencial humana y cristina por su profundo sentido teológico, pegado al Evangelio. La compasión como el lenguaje de la fraternidad. Este libro es una excelente ayuda para abrir nuestro corazón a la necesidad del otro. Lo he regalado en varias ocasiones con resultados reconfortantes.
El aliento del alma. Reflexiones sobre la oración, de Joan Chittister (Sal Terrrae). Libro también breve cuyas reflexiones se han convertido en lectura de cabecera. Cuando la autora afirma que la oración es co-creadora, toca un punto muy sensible de nuestra fe. De hecho, esta afirmación se complementa con otra reflexión suya, que vale su peso en oro: cuando nuestra oración no es respondida, solo sabemos con seguridad una cosa: que el desafío que la vida nos plantea ahora consiste en vivirla de manera diferente. Y será mediante la oración cómo descubriremos la manera de hacerlo.
Muéstrame tu rostro. Hacia la intimidad con Dios, de Ignacio Larrañaga (San Pablo).Con más de 22 ediciones, estamos ante un libro consolador. La aceptación -que no resignación- nos lleva del abandono de la fe a la paz; la fortaleza ante el silencio, la esperanza contra toda esperanza, vivir según la figura de Jesús, bendecir siempre… Estamos ante un tratado de superación sustentado en actitudes y conductas de amor que llevan aparejadas algunos ejercicios para preparar nuestro interior de la mejor manera. Un clásico que no defraudará para ser leído como un manual de navegación interior
Vulnerabilidad sanadora, compasión, oración, aceptación desde la fe. Casi nada. Quiero finalizar con un breve poema de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, recogido en el libro de Antunes:
Las personas más bellas
Con las que me he encontrado
Son aquellas que han conocido
La derrota, el sufrimiento, la pérdida
Y han encontrado la forma de salir
De sus abismos. Estas personas
Tienen un aprecio, una sensibilidad
Y una comprensión de la vida
Que las llenan de compasión, de humildad
Y de una profunda inquietud amorosa.
Las personas bellas no surgen de la nada.
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