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La primera película de Kenia seleccionada para el Festival de Cannes, «Rafiki», es censurada en su propio país por lesbianismo

Martes, 8 de mayo de 2018
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rafiki_2La película lésbica “Rafiki” será la primera película rodada en Kenia que se estrenará en el Festival de Cannes.

La cinta, dirigida por la directora Wanuri Kahiu, no se estrenará en su país puesto que ha sido prohibida por promover la homosexualidad.

La cineasta Wanuri Kahiu se encuentra todavía celebrando que su película, Rafiki, se haya convertido en la primera película de Kenia en ser seleccionada para el Festival de Cannes, cuando ya tiene que lamentar que se haya censurado su exhibición en su propio país por mostrar una relación lésbica.

Era el año 2007 cuando la escritoria ugandesa Monica Arac de Nyeko ganó el premio Caine a la Escritura Africana por su historia Jambula Tree, un relato en el que Kena y Ziki, dos amigas adolescentes, descubrían que estaban enamoradas la una de la otra.

Una década después Jambula Tree ha sido adaptado al cine por la directora y guionista Wanuri Kahiu en la película Rafiki (“amigo” en swahili) y la película tiene el honor de ser la primera cinta keniata que se estrenará en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes. Formar parte de la programación de un festival tan importante como ése puede ayudar a Rafiki a encontrar distribución internacional… Pero donde no podrán ver la película es en su propio país, Kenia. El organismo que se encarga de clasificar por edades las películas que se estrenan en el país, la Kenya Film Classification Board, ha decidido prohibir la película en el país. ¿El motivo? Que su temática homosexual y su “claro intento por promover el lesbianismo en Kenia, lo cual es contrario a la ley.

“Desafortunadamente, nuestra película ha sido censurada en Kenia porque trata asuntos que son incómodos para la Junta de Clasificación Cinematográfica de Kenia”, Kahiu, la directora y co-guionista de la película, se ha mostrado “increíblemente decepcionada” por la decisión de la junta que hará que la primera película del país que llega al festival de Cannes no pueda verse en su propio país. “Realmente esperaba que la clasificaran como +18. Porque creo que el público keniano es lo suficientemente maduro y perspicaz.“, explica Kahiu en una entrevista a la BBC, “Creo que prohibir la película no permitirá que el público keniano tenga una conversación sobre la película, ni siquiera permiten que la gente la vea y, como adultos, decidan lo que piensan.

rafiki-pelicula-lesbica-prohibida-kenia-696x522La directora ha asegurado en otra entrevista, esta vez en The Hollywood Reporter, que antes de emitir su decisión la junta solicitó varios cambios en la película para no prohibirla. Sorprendentemente no querían eliminar las escenas más intimistas, sino el final: “No me pidieron que cambiara ninguna escena íntima. Me pidieron que cambiara el final porque no les parecía que fuera lo suficientemente ‘arrepentido’” explica Kahiu, “Si nos hubieran pedido que redujéramos la intimidad para la clasificación, habría sido una cosa y lo habríamos hecho gustosamente. Sin embargo el cambio que pedían era que el final cambiara para ser menos esperanzador. Me negué a hacer un final triste, y me negué a que los personajes tuvieran remordimientos y no creo en representar imágenes de africanos como tristes, enfadados o desesperados. Ése no es mi estilo, y ése no es mi ethos.

Según Ezekiel Mutua, director ejecutivo de la Junta de Clasificación Cinematográfica de Kenia, se trata de un obra que muestra “prácticas homosexuales que van en contra de las leyes y la cultura del pueblo keniano (…). Consideramos que la moraleja de la historia en esta película es legitimar el lesbianismo en Kenia, contrario a la ley y las directrices de clasificación de contenido de la Junta (…). Como Junta, nos hemos mantenido firmes en este tema y defenderemos el bien más amplio de la sociedad al asegurarnos de que el contenido de la película y la transmisión no promueva ni legitime la homosexualidad en este país”.

kenya-rafikiEzékiel Mutua y Wanuri Kahiu

Una postura que se contradice no solo con el hecho de que la Junta ya aprobara el guion de la película, sino con declaraciones del propio Mutua en las que se refiere a Kahiu como un “icono”, elogiando su película por abordar un problema que la sociedad de Kenia estaba “tratando de barrer debajo de la alfombra” y animando a los cineastas keniatas a abordar este tipo de temas conflictivos. Una postura realmente insólita para una persona como Ezekiel Mutua quien cuando saltó la noticia de los leones “gais” dijo que eran animales a los que había que aislar y someter a terapia porque estaban poseídos por el demonio. Sí, dijo eso de verdad.

En Kenia ha saltado la polémica con este tema y en el hashtag #KFCBbansLesbianFilm se encuentran opiniones de muchos kenianos que están a favor de que se censure la película… pero muchos otros más que no están de acuerdo. Estén a favor o en contra hay mucha gente apuntando a la junta censora por haber conseguido lo contrario a lo que pretendían: darle publicidad a la película. Así que Mutua ha explicado en su Twitter cuál es la postura de la junta y… bueno, después de los leones poseídos sus palabras derrochan una insultante homofobia:

 

Es una falacia decir que la KFCB crea publicidad para el contenido homosexual que prohibimos. Si algunos pervertidos quieren ver el contenido ilegal no es porque lo hayamos prohibido, es porque los pervertidos y los desviados sociales tienen cierto gusto por la auto destrucción.

El año pasado, Kenia ya censuraba la emisión en televisión de Andi Mack, la serie de Disney Channel que aborda la salida del armario de un adolescente, mientras que el gobierno trataba infructuosamente el año anterior de que Google retirara de YouTube un vídeoclip de Art Attack con contenido homosexual.

“Tal vez este trabajo que está en el exilio también regrese, y podamos tener un discurso abierto sobre nuestra gente, nuestros hijos, cómo interactuamos con nuestra comunidad y cuál es nuestro rol”, declara Kahiu en un programa de televisión, expresando su esperanza de que la película pueda ser finalmente exhibida en su propio país aludiendo a lo que le sucediera a Ngugi Wa Thiong’o, el célebre autor keniata que se viera obligado a pasar más de dos décadas en el exilio antes de poder regresar a su tierra natal.

Aquí dejamos el trailer de Rafiki, en el que se puede comprobar fácilmente que cuando Wanuri Kahiu habla de mostrar otra cara de la gente africana lo dice en serio:

¿Hacia la posible despenalización de la homosexualidad?

No está de más recordar que sigue pendiente de resolución otro importante proceso, también promovido por la NGLHRC, y que busca poner fin a la criminalización de la homosexualidad en Kenia. Si la sentencia es favorable tendrá una repercusión internacional indiscutible. Del mismo modo, un fallo a favor de mantener la penalización de las relaciones homosexuales o, incluso, de endurecer la ley, constituiría un antecedente muy peligroso. Hace pocas semanas nos hacíamos eco, por cierto, de la campaña que CitizenGO, la marca internacional de HazteOír, promovía contra la posible despenalización.

Actualmente, existen varios artículos en el Código Penal de Kenia (modificado en 2003) que castigan las relaciones homosexuales (página 99 del informe “Homofobia de Estado” de ILGA 2017). El artículo 162 establece penas de 14 años de cárcel para quienes “tengan conocimiento carnal con otra persona contra el orden de la naturaleza” o “quien permita que un varón tenga conocimiento carnal con él o ella contra el orden de la naturaleza”.  El artículo 163, por su parte, castiga a “quien intente cometer alguno de los delitos establecidos en el artículo 162 comete delito grave y será penado con prisión de 7 años”.

Asimismo, el artículo 165 establece que “el varón que, en público o en privado, cometa un acto de indecencia grave con otro varón, o indujera a otro varón a cometerlo con él mismo, o intentara inducir la realización de un acto similar, incluso con terceras personas, es culpable de un delito grave y será penado con prisión de 5 años”. Según los datos del propio Gobierno de Kenia, solo entre 2010 y principios de 2014 se procesó a 595 personas por estos cargos.

Un pasado de persecución y LGTBfobia de Estado

Kenia es un país mayoritariamente cristiano (aunque con una importante minoría musulmana), en el que a las leyes vigentes y a la agresividad de las fuerzas policiales se suma una marcada homofobia social, que castiga la práctica de la homosexualidad, como hemos dicho, con penas de hasta 14 años de cárcel, en base a leyes heredadas de la época colonial británica. Precisamente a principios de 2015 informábamos de la detención de dos hombres, acusados de practicar la homosexualidad, víctimas de una operación policial más amplia, con la que se pretendería dar ejemplo tras salir a la luz unos informes que señalan un aumento del turismo homosexual en la zona costera del país.

A las leyes vigentes y a la agresividad de las fuerzas policiales se suma una marcada homofobia social. Según un estudio del Pew Global Attitudes Project de 2013, únicamente un 8% de sus 44 millones de habitantes estaría dispuesto a algún reconocimiento social de los homosexuales, y un 90% considera tal orientación sexual inaceptable. La prensa alienta esta homofobia social y en mayo de 2015 se publicaba, en la portada de un periódico keniano, un listado con el nombre y la fotografía de las que supuestamente eran las doce personas gais y lesbianas más influyentes en el país, poniendo en grave riesgo su vida.

Aun así, existe en Kenia un valeroso grupo de activistas LGTB. Entre sus miembros se encuentra por ejemplo Denis Nzioka, que en 2012 trató de presentarse a las elecciones presidenciales como candidato y así visibilizar a la población LGTB. También David Kuria Mbote se presentó entonces como senador, aunque tuvo que cancelar su campaña debido a las fuertes amenazas recibidas y la falta de fondos. Su breve campaña, sin embargo, sirvió para que por primera vez un político abiertamente gay pudiera dirigirse a sus conciudadanos. El de Kuria es, como no podía ser menos, otro de los nombres citados en la publicación.

La salida del armario del escritor keniano Binyavanga Wainaina y el que se desarrollaran sin incidentes las protestas convocadas en Nairobi el pasado 2014 contra la legislación ugandesa alentaban incluso la esperanza de una mayor apertura en Kenia para los derechos LGTB. Esperanza que vio luego truncada, como muestra la detención en julio de 2014 de sesenta personas en un club de ambiente de Nairobi. Incluso se ha presentado una iniciativa ante el Parlamento de la nación, que pretende que los actos homosexuales sean sancionados con cadena perpetua para los kenianos y lapidación para los extranjeros. El propio presidente Uhuru Kenyatta declaraba en 2015 que, si bien no permitiría “cazas de brujas” contra la población LGBT de Kenia, tampoco derogaría las leyes que castigan la homosexualidad debido a su gran aceptación social. Más recientemente, en junio de 2016, un tribunal de este país consideraba “legal” y “razonable” usar torturas anales para incriminar a sospechosos de ser gais. Veremos si finalmente lo consiguen lo hacen los tribunales.

Fuente | Gay Star News, vía EstoyBailando/Universogay/Dosmanzanas/Cristianos Gays

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Letras contra la homofobia y los prejuicios

Lunes, 1 de septiembre de 2014
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1408702785_613959_1408705513_noticia_normalLeemos en El País:

‘Los deseos afines’ está formado por 18 relatos de escritores procedentes de seis países
Da voz a gais, lesbianas, bisexuales y transexuales que sufren algún tipo de discriminación

Nigeria o Uganda aparecen como punta de lanza de una pretendida ola de homofobia en África. Aunque basta con hacer un análisis un poco más fino para darse cuenta de que los movimientos para recortar los derechos del colectivo de gais, lesbianas, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGTBI) son sólo una cortina de humo populista utilizada por gobiernos incapaces de hacer frente a determinados problemas sociales, económicos y políticos. Sin embargo, aunque sólo sea con este objetivo instrumental el hecho es que los colectivos LGTBI se ven acorralados en varios países africanos.

Es el momento, además, en el que miembros prominentes de estos colectivos dan un paso al frente y, lejos de amedrentarse, se muestran combativos a pesar del riesgo real. Su lucha, además, se centra en visibilizar y normalizar su situación. Lo hizo el keniano Binyavanga Wainaina, uno de los escritores africanos más populares en la esfera internacional, anunciando su homosexualidad con un sutil pero desgarrador “Mamá, soy gay, en forma de título de un relato autobiográfico. A partir de ahí, hemos visto exposiciones fotográficas y todo tipo de acciones artísticas que tratan de eliminar el estigma de la homosexualidad.

Una de estas acciones es Queer Africa, una antología de relatos de ficción sobre las diversas identidades sexuales editada por MaThoko’s Books, el sello de la organización sudafricana Gay and Lesbian Memory in Action (GALA). Los autores de los dieciocho relatos que componen este volumen publicado en agosto de 2013 son escritores africanos y pretenden, fundamentalmente, demostrar el amplio abanico que se abre cuando se trata de hablar de los sentimientos, las sensaciones, las vivencias y las formas de asumir la propia sexualidad, especialmente, cuando es diferente a la heterosexualidad que imponen las mayorías.

 

John Marnell, el responsable de publicaciones de GALA, señalaba durante el proceso de promoción del libro que la expresión artística en todas sus formas, pero, sobre todo, la escritura creativa, “es fundamental en estos momentos, ya que ofrece un antídoto frente a la retórica de odio, a las narrativas dominantes que refuerzan los prejuicios y la desigualdad”. Marnell hacía referencia de este modo al posicionamiento de los editores de la antología, Karen Martin y Makhosazana Xaba. Así que es indudable que tanto los impulsores como los editores de este volumen tenían una intencionalidad muy clara a la hora de lanzar su apuesta.

En la introducción de la edición original, facilitada por Marnell, Martin y Xaba eran absolutamente explícitos y mostraban su voluntad, no sólo de visibilizar realidades a menudo invisibles, sino de hacer además que el lector se sintiese por un momento en la piel de los protagonistas. “Las artes nos permiten considerar experiencias radicalmente diferentes de las nuestras que otras formas de representación no permiten (…). En el espacio imaginativo, las narrativas dominantes tienen menos influencia; y aparecen posibilidades que no hemos considerado. Nos enfrentamos a nuestros prejuicios e ideas preconcebidas. Y podemos descubrir a través de los demás cosas de nosotros mismos que no reconocemos. Es nuestra intención, con esta antología, perturbar de manera productiva, a través del arte de la literatura, los discursos dominantes actuales en lo que significa ser africano, ser queer y ser un escritor creativo africano”, escribían los editores.

Ahora, hace apenas unas semanas, Queer Africa se nos ha acercado enormemente y lo ha hecho a través de la editorial Dos Bigotes, que ha publicado su traducción al español bajo el título Los deseos afines y con el subtítulo Narraciones africanas contra la homofobia. Gonzalo Izquierdo, una de las dos mitades de la editorial explica que este título entronca con una idea que Eduardo Mendicutti plantea en el prólogo del libro, que el corazón humano “disfruta, padece, se encrespa, se calma, sueña y desea en todas partes de la misma manera”. Así es como Dos Bigotes nos acerca a una realidad que puede parecer doblemente ajena. Alberto Rodríguez, el otro responsable de la editorial, confiesa que conocer Queer Africa fue “un flexazo”. “Contenía todo lo que buscábamos como editorial y encajaba perfectamente con nuestra línea más reivindicativa, la de dar voz a autores y autoras procedentes de países o regiones donde los gais, lesbianas, bisexuales y transexuales sufren algún tipo de discriminación o persecución”, señala Rodríguez.

Los deseos afines está formado por 18 relatos de escritores procedentes de seis países que cuentan historias absolutamente diferentes. Sus protagonistas se enfrentan a situaciones completamente distintas y reaccionan de manera dispar. Desde la tórrida actividad como chapero urbano del protagonista del “Capítulo trece” que firma K. Sello Duiker, hasta la delicada historia de amistad y admiración de “El señor de la casa”, de Beatrice Lamwaka; desde el escenario de la segunda guerra de los Boers de finales del S.XIX y principios del XX en el que se enmarca “El pellizco” de Martin Hatchuel, hasta la vida de los expatriados de las organizaciones internacionales y las ONG de “Todo al descubierto” de Dólar Vasani.

Ese es uno de los valores que los responsables de Dos Bigotes atribuyen a Los deseos afines. “Es un libro muy plural, muy diverso y muy heterogéneo. Todas las historias, cada una con matices y argumentos muy diferentes entre sí, parten de una experiencia queer para ir más allá y abordar infinidad de temas y conflictos que nos parecen muy interesantes y enriquecedores“, anuncia Rodríguez. Mientras que Izquierdo advierte: “La lectura de Los deseos afines es una experiencia impredecible y llena de sorpresas, porque cada cuento logra una reacción inmediata en el lector, que puede llorar, reír, excitarse o quedarse con la boca abierta con solo pasar una página. Además, la mayoría de ellos se presta a leerlos varias veces para captar todos los detalles que encierran. Es muy complicado reunir en una antología relatos de tanta calidad como estos y que sean tan directos y conmovedores“.

1408702785_613959_1408705302_sumario_normalY conmovedores son pasajes como el de “La despedida” de Annie Holmes: “Una parte de mí quería estar allí fuera, sentada en una banqueta, riéndome con Don y su pandilla, especialmente esa noche, pero Elise desarmaba mi voluntad. Elise hacía que el aire se volviese más denso. Mis ojos sólo podían seguirla a ella. Como las limaduras de hierro a un imán, como los girasoles al sol, yo seguía a Elise”. O el que firma Wamuwi Mbao en “El baño”, cuando escribe: “No sabíamos cómo referirnos a nosotras mismas, así que te inventabas algo nuevo cada vez que nos preguntaban. Me gustaría saber qué le contabas a la gente cuando yo no estaba delante. Tenías miles de caras que nunca conoceré”. Algunos de esos pasajes dejan además unos incómodos vacíos que acercan mucho más a la empatía que a la desidia, como la confesión de la protagonista de “Lower Main” de T.O. Molefe cuando dice: “Vuelve a apartar la vista y yo aprovecho para observar cómo flexiona el cuello; sus músculos, tendones y huesos se estremecen bajo la piel. Es lo más cerca de su cuerpo que podré esta“.

Izquierdo se muestra además de acuerdo con los editores de la obra original en cuanto al papel de la cultura: “Estamos convencidos de que la literatura, y la cultura en general, cumple un papel fundamental a la hora de transformar la sociedad y subvertir ideas preconcebidas. En el caso de los escritores, su obra sirve para destapar las distintas maneras en que podemos amarnos los unos a los otros y combatir la homofobia imperante en muchos de sus países. Esto es lo que a nosotros nos gusta como editorial: que nuestros libros aporten una mirada diferente y ayuden, en la medida de lo posible, al cambio y a la evolución social. Estas historias nos descubren en primera persona las inquietudes de los autores, sus luchas y su forma de afrontar la realidad, algo que en Europa no solemos tener demasiado en cuenta y que merece la pena reivindicar”.

Los responsables de Dos Bigotes no pretenden que Los deseos afines se considere literatura social, pero recuerdan que supone un posicionamiento de unos autores en “un momento en el que es arriesgado significarse”. “El valor de estos textos es doble: su calidad literaria se apoya en el acto de valentía del autor, que utiliza las herramientas que mejor domina para recrear una historia donde tienen cabida los sentimientos de aquellos a los que las leyes, los gobiernos o las tradiciones pretende discriminar”, señalan.

En parte, la diversidad que hay detrás del espíritu del libro, se transmite en las propias narraciones como señalaba Rodríguez, pero también en las situaciones de los autores. Entre las dieciocho historias hay algunas inéditas y otras que ya forman parte de la historia de la literatura LGTBI africana. Del mismo modo, entre sus autores hay nombres consagrados como el de Monica Arac de Nyeko, ganadora del Caine Prize (el más importante galardón de la literatura africana en lengua inglesa) o menos conocidos como Wame Molofhe, hay publicaciones póstumas como la de Emil Rorke e, incluso, autores que escriben con pseudónimo por miedo a las presiones familiares y sociales como Mercy Minah.

Para terminar, una pregunta fundamental: “¿Nos puede enseñar algo Los deseos afines?”. Y los responsables de su publicación en castellano en la editorial Dos Bigotes, que no está especializada en literatura africana, ofrecen una respuesta sin matices: “Lo primero que nos puede enseñar es a vencer ciertos prejuicios o ideas preconcebidas que tenemos sobre África, un continente formado por más de medio centenar de países donde conviven mil millones de personas de etnias y culturas muy diversas. La lectura de Los deseos afines sirve, en primera instancia, para resquebrajar esa imagen uniforme que tenemos de África y para mostrarnos cómo se vive la sexualidad, el amor y el deseo más allá de las fronteras de Occidente”.

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