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“Interioridad y mindfulness”, por Natalia Tirador y Marta Digón

Miércoles, 26 de septiembre de 2018
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meditacion-mindfulnessLa Interioridad, una propuesta más allá del Mindfulness

La búsqueda de la trascendencia es connatural al ser humano; no se conoce época histórica en el que este anhelo profundo no haya acontecido. Durante siglos este anhelo ha tenido lugar en el marco de las religiones, donde se ofrecían los mapas para vehicular este acceso.

Hoy vivimos en un momento de cambio de paradigma en la vivencia espiritual, o por lo menos muchos de nosotros lo sentimos así. Esto quiere decir que vivimos, más allá de las religiones, una posibilidad de acceso a las profundidades de nuestro ser, un marco que nos ha dejado de contener, el lenguaje religioso ya no nos expresa, la experiencia de vida interior ha desbordado el continente, y el contenido ha encontrado otras vías de acceso para entrar en nuestro interior. Es como si los zapatos de hace un tiempo, que nos servían para caminar en su momento, nos aprietan y necesitamos cambiar de calzado, aunque el recorrido sea el mismo. Las categorías religiosas de antaño ya no nos expresan, están obsoletas, y  necesitamos otras vías para acceder a nuestro interior.

El mindfulness, como vía de acceso, posibilita este adentramiento desde el vivir con una actitud de atención plena y consciente en cada instante del día. Con la atención plena sacralizamos la vida ordinaria. En otro tiempo habría que retirarse del mundo para acceder a lo sagrado; en la dualidad el mundo estaba lleno de ruido y repleto de mensajes morales para llegar a un perfeccionamiento. Ahora entendemos que es todo uno, y que lo sagrado es la vida misma, que todo está contenido por lo que es, y que nada puede quedar fuera. No hay que salir al exterior de nosotros mismos para encontrar aquello que ya tenemos dentro. Este matiz sutil conduce a una praxis radicalmente diferente, nuestra vida entera pasa a ser toda ella sagrada, la presencia activada con la atención consciente del devenir de cada instante, nos conduce a ese espacio de paz que llamamos conciencia, o la vida  que nos vive, que sería la misma única cosa.

La física cuántica, como otra vía de acceso, nos dice que creamos la realidad con la observación y la atención consciente nos permite acceder a ese instante con todo nuestro ser, y entonces el instante se transforma en plenitud.

Al vivir en una realidad fractal sabemos que la parte contiene el todo, y entonces entendemos que en la minúscula porción del instante se juega la totalidad de nuestra existencia; cada instante empieza y acaba en una realidad única; ya no hay que esperar en consecuencia, al futuro para realizarse. Todo acontece en lo que ya está aconteciendo de manera perfecta en la totalidad de nuestra presencia activada.

El mindfulness nos invita al cuidado de cada minúscula porción: estoy donde estoy en el instante mismo que está ocurriendo, y lo manifiesto en la manera de comer, andar, acariciar, escuchar, lavarme, mirar y amar…

Pero el mindfulness no es un atender por atender, no se trata de estar atento porque estamos distraídos y tampoco recurrimos a ello para estar más relajados o ser más eficientes. Se trata de acceder a ese espacio diáfano, abierto, inmenso, innombrable, inabarcable que nos vive y nos contiene a todos, que es el Amor.

Con la atención constante observamos aquellos obstáculos, apegos, heridas…, que tiene el psicocuerpo y que a menudo interfieren en la expresión de ese amor. La observación y autoindagación sutil de lo que nos acontece por dentro, nos permiten explorar e investigar constantemente qué es eso de ser humanos, que no sabemos…. Es ir respondiendo a la pregunta: ¿quién soy yo? En esta autoindagación no se trata de realizar ningún tipo de análisis; al contrario, es ir desprendiéndose de capas e identidades que hemos ido creando y que ocultan nuestra esencia amorosa.

La observación es transformadora en sí misma, no hay que hacer nada con lo observado, ni terapeutizarlo, ni trabajarlo, ni rechazarlo, ni juzgarlo, ni compararlo, ni psicologizarlo…. Es más bien un “no hacer”, solo observar, porque la alquimia se produce en otro plano, y ese otro plano es transpersonal, transracional, transmental….

La verdadera transformación la opera la conciencia, la vida que nos vive. Ella sabe qué ir haciendo en nosotros para que vayamos siendo; solo nos tenemos que dejar. Es en esa rendición activa donde se produce todo lo que necesitamos para ser. Se da de forma natural, porque en realidad no hay separación alguna, podemos pelearnos constantemente con lo que es, o sencillamente fluir con lo que ya está siendo.

La rendición no es un acto cobarde –al contrario, es el paso consciente más valiente que podemos dar- y tampoco es resignación o pereza. Es sencillamente quitarse de en medio para que surja la sabiduría que posee todo ser humano en lo más hondo de sí mismo; es dejar que la vida campee a sus anchas, sin interferencias, cada vez más  ella en nosotros, para que al final no quede nada de nosotros, y quede solo ella siendo, que es nuestro verdadero ser.

El oleaje de la vida, si no ponemos atención en ello, nos puede llevar a lugares revueltos y a veces indeseados. Contemplar ese oleaje puede ser un ejercicio de mindfulness, de observación consciente y de profunda transformación para nuestro ego. Pero si queremos ir al fondo del mar, hemos de cambiar de nivel, y ese está más allá… Ese lugar es la interioridad y carece de ego, es lo que llamamos la Conciencia. Y en ese lugar reposa el Ser.

Natalia Tirador (Ixileku) y Marta Digón (Camí Endins) Camiendins

Fuente Boletín Semanal de Enrique Martínez Lozano

Espiritualidad ,

“Espiritualidad y cambio social”, por Enrique Martínez Lozano.

Viernes, 9 de marzo de 2018
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fotophapson9Chan Phap Son, nombre espiritual de Michael Schwammberger, fue durante 15 años monje en Plum Village -Francia-, la sede y comunidad del Maestro zen Thich Nhat Hanh. Ahora se dedica a enseñar libremente en Inglaterra y España.

¿Qué es el mindfulness? ¿En qué nos beneficia el estar presentes? ¿Cómo podemos mejorar nuestra vida y el mundo?

¿Qué es el mindfulness y qué nos puede aportar a los ciudadanos con vidas ocupadas?

Mindfulness es la cualidad de estar presente, de ser más conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor. Con mindfulness tenemos unas referencias mucho más positivas. Al ser más consciente de mí mismo esa conciencia me ayuda a esclarecerme, a tener claridad de mi experiencia, a saber dónde tengo que poner energía y saber cómo responder a los retos.

¿Es más fácil practicar el mindfulness en un monasterio que en el día a día trabajando?

Para entender la función de mindfulness es bueno hacer un curso o equivalente, así sabremos lo que es exactamente. Una vez tenemos esa experiencia ya podemos aplicarla a la vida cotidiana. La finalidad del monasterio es apoyar primero la “estructura mindfulness”, para poder después introducirla en vida cotidiana.

Con “la que está cayendo”, ¿el mundo necesita más mindfulness o más revolución activa?

La imagen que me viene a la cabeza es de Gandhi. Sin su componente espiritual difícilmente hubiera podido emprender cambios con la repercusión y profundidad que tuvo. No hay que divorciar el aspecto espiritual del revolucionario. La cuestión es qué clase de revolución queremos. No es necesariamente suficiente ser consciente de una injusticia. Tenemos que tener una perspectiva mucho más amplia en la que se basa nuestra acción.

La plena conciencia nos ayuda a saber cómo está todo esto conectado. Nos ayuda a saber que hay una injusticia pero que está conectada a una estructura mucho más amplia. Esa es la finalidad de la plena conciencia: quizá hay una injusticia particular, pero la causa de esa injusticia es mucho más amplia. Todo llega al mismo sitio. Mindfulness no es lineal, no es “voy a hacer una acción para cambiar algo”, sino que se identifican todas las causas. El aspecto espiritual es importante que esté vivo cuando hablamos de una revolución, de una acción social más expresiva, porque es el contexto general el que quieres arreglar, no una cosa particular.

Para que nos entendamos, propongo este ejemplo: las acciones de Greenpeace ayudaron años atrás a concienciar sobre los problemas de los vertidos en el mar del norte, y eso es muy importante. Pero todavía más importante es saber por qué consumimos tanto.

¿Cómo sería la sociedad si casi todos practicásemos esta conciencia plena?

No sería perfecta, pero habría más condiciones para crear armonía. Para mejorar lo que se puede mejorar, para nuestro crecimiento personal a un nivel más profundo. Ese conocimiento ya nos hace sentir mucho más felices. A veces la infelicidad viene porque no sabemos quiénes somos. Nos dejamos llevar por estructuras mentales superficiales, como la rabia.

¿Desde qué edad podemos inculcar esto a nuestros hijos?

Cualquier edad. Pero no se trata de inculcar, es más bien una cualidad que incluye amor, paciencia, benevolencia, compasión, cualidades que automáticamente podemos sentir. Cualquier niño puede sentirse conectado con esas cualidades. No son un adoctrinamiento, son estar en contacto con cualidades que nutren nuestro espíritu.

¿Es optimista Thich Nhat Hanh sobre el futuro? Porque en sus últimas declaraciones augura una extinción.

Un buen maestro siempre nos va a decir cuáles son los problemas que tenemos que afrontar, va a definir la situación de peligro. Él siente que si no cambiamos pronto, el futuro no es predecible, y como lo siente lo tiene que decir. No para causar pánico, sino para que podamos asumir responsabilidades. Para que no dejemos que la situación empeore y nos veamos forzados a actuar.

Thay dice que lo peor es la desesperanza. Hay una frase que me gusta mucho de Martin Luther, y que viene a decir: “Aunque yo supiese que el mundo se acaba mañana, aun así, hoy plantaría un árbol”. Si emprendo una acción positiva, va a tener una resonancia. Si tengo en mí cualidades de “no miedo”, hay una resonancia que va a ayudar a no crear pánico, miedo, etc. Debemos cultivar cualidades de “no miedo” para no caer en la depresión.

¿Cuáles serían tus 10 consejos para mejorar nuestras vidas?

– Parar y descansar más. Necesitamos saber parar para saber cómo actuar desde un sitio de mayor claridad y amor. Parar y descansar son cruciales.

– Debemos simplificar nuestras vidas. Llenarlas tanto crea un vacío interior en el que sentimos el impulso de querer llenar; cuanto más lo intentamos llenar (este vacío) más vacíos nos sentiremos. La simplicidad nos ayuda a reconocer lo que ya está presente en nuestras vidas… y siempre ha estado presente, simplemente no lo vemos.

– Nutrir nuestras mentes de cosas positivas.

– Evitar consumir cosas negativas: ideas, alimentos, conversaciones, ambientes, etc. No es cuestión de evitar, es cuestión de usar nuestra inteligencia para saber lo que nos hace bien y lo que no nos ayuda.

– Practicar la generosidad. Esto ayuda a los demás y nos ayuda a estar en contacto con los demás.

– Pasar más tiempo con personas sanas y que nos hacen sentir bien tanto intelectual como emocionalmente e incluso espiritualmente.

– Practicar una disciplina mental: yoga, meditación, etc.

– Cuidar nuestra nutrición.

– Contribuir a una concienciación social positiva. No nos quedemos en casa, salgamos a expresar nuestros sentimientos. No dejemos que sean los políticos, economistas, etc., los únicos que dicten qué clase de sociedad queremos.

– No destruir, minimizar todo acto que cause daño, que cause destrucción.

Enrique Martínez Lozano

Entrevista a Michael Schwammberger.

Fuente Fe Adulta

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