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25 De Junio. Domingo XII del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Domingo, 25 de junio de 2023
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No tengáis miedo a las gentes, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.”

(Mt 10, 26-33)

En este pequeño fragmento del evangelio de Mateo Jesús nos repite hasta en tres ocasiones “no tengáis miedo.” Y he oído decir que la biblia repite esa misma invitación 365 veces. Podríamos decir que la Palabra de Dios tiene una invitación a la confianza para cada día del año.

Dios, que nos conoce muy bien, sabe que el miedo es nuestro peor enemigo. El miedo nos deshumaniza. Nos lleva a cometer las peores traiciones.

Y si el miedo se une al poder el resultado son los grandes tiramos de la historia. También los pequeños. El miedo a perder el poder nos hace ver en las demás personas enemigos a los que hay que eliminar.

Jesús sabe que el miedo, aunque es una reacción humana ante el peligro, puede ser dañino, por eso nos repite: “no temáis.”

Es decir, nos invita a la confianza que también es una realidad humana y que además humaniza.

Pero, ¿cómo vamos a confiar en una época en la que nos inyectan miedo a diario? ¿Es posible confiar en una sociedad dónde la corrupción campa a sus anchas? ¿Cómo vamos a confiar cuando nos han enseñado desde pequeños a no fiarnos de nadie?

A simple vista parece que la confianza no tiene cabida. Pero en definitiva solo cuando la realidad es ambigua y hay riesgo de perder y ser traicionada es cuando puede ejercerse la confianza.

Porque la confianza es un acto de libertad que asume riesgos en busca de una realidad alternativa.

La espiral del miedo solo puede destruirse con confianza, de la misma manera que solo el amor nos salva del odio y la venganza.

Oración

¡Llámanos a la confianza! Tú que nos conoces, Tú que sabes que solo la confianza puede cambiar nuestras relaciones humanas.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

 

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Nadie puede deteriorar tu verdadero ser.

Domingo, 25 de junio de 2023
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paureDOMINGO 12 (A)

Mt 10,26-33

El “no tengáis miedo”, que hoy hemos escuchado una y otra vez en el evangelio, está encuadrado en el contexto de la misión. Jesús acaba de decir a sus seguidores que les perseguirán, les encarcelarán, incluso los matarán. Sin embargo, está claro que la advertencia podemos aplicarla a todas las situaciones de miedo paralizante que podemos encontrar en la vida. No solo porque Jesús dice lo mismo en otros contextos, sino porque así lo insinúan todas las actitudes vitales a las que se tuvo que enfrentar.

Hay un miedo instintivo que es producto de la evolución. Éste es imprescindible para mantener la vida biológica de cualquier ser vivo. Es un logro de la evolución y por lo tanto bueno. Su objeto es defender la vida biológica; ya sea huyendo, sea liberando energía para enfrentarse a la amenaza. Este miedo es natural y sería inútil luchar contra él. Pero el hombre puede ser presa de un miedo aprendido racionalmente, que le impide desplegar sus posibilidades de verdadera humanidad. Éste es el que nos traiciona y nos lleva a desatinos constantes porque nos paraliza y atenaza. Este miedo artificial en lugar de defender, aniquila. Este miedo es contrario a la fe-confianza.

¿Por qué tenemos miedo? Anhelamos lo que no podemos conseguir y surge en nosotros el miedo de no alcanzarlo. No estamos seguros de poder conservar lo que tenemos y surge el temor de perderlo. El miedo racional es la consecuencia de nuestros apegos. Creemos ser lo que no somos y quedamos enganchados a ese falso “yo”. No hemos descubierto lo que realmente somos y por eso nos apegamos a una quimera. Jesús dijo: “La verdad os hará libres”. Los miedos, que no son fruto del instinto, son causados por la ignorancia. Si conociéramos nuestro verdadero ser, no habría lugar para esos miedos.

Si Jesús nos invita a no tener miedo, no es porque nos prometa un camino de rosas. No se trata de confiar en que no me pasará nada desagradable, o que, si algo malo sucede, alguien me sacará las castañas del fuego. Se trata de una seguridad que permanece intacta en medio de las dificultades y limitaciones, sabiendo que los contratiempos no pueden anular lo que de verdad somos. Dios no es la garantía de que todo va a ir bien, sino la seguridad de que Él estará ahí en todo caso. Cuando exigimos a Dios que me libere de mis limitaciones, estoy demostrando que no me gusta lo que Dios hizo.

La confianza no surge de un voluntarismo a toda prueba, sino de un conocimiento cabal de lo que Dios es en nosotros. Aceptar nuestras limitaciones y descubrir nuestra verdadera riqueza es el único camino para llegar a la total confianza. La confianza es la primera consecuencia de salir de uno mismo y descubrir que mi fundamento no está en mí. El hecho de que mi ser no dependa de mí, no es una pérdida, sino una ganancia, porque depende de lo que es mucho más seguro que yo mismo. Mi pasado es Dios, mi futuro es el mismo Dios; mi presente es Dios y no tengo nada que temer.

Hablar de la confianza en Dios, nos obliga a salir de las falsas imágenes de Dios. Confiar en Dios es confiar en nuestro propio ser, en la vida, en lo que somos de verdad. No se trata de confiar en un Ser que está fuera de nosotros y que puede darnos, desde fuera, aquello que nosotros anhelamos. Se trata de descubrir que Dios es el fundamento de mi propio ser y que puedo estar tan seguro de mí mismo como Dios está seguro de sí. Por grande que sea el motivo para temer, siempre será mayor el motivo para confiar. Confiar en Dios no es esperar su intervención desde fuera para que rectifique la creación. Confiar es descubrir que la creación es como tiene que ser y lo que falla es mi percepción.

El miedo es utilizado por todo aquel que pretende someter a otro. No solo es explotado por empresas que se dedican a vendernos toda clase de seguros, si no también por las religiones, que explotan a sus seguidores ofreciéndoles seguridades absolutas, después de haberles infundido un miedo irracional. Creo que todas las religiones han intentado manipular la divinidad para ponerla al servicio de intereses egoístas. El miedo es el instrumento más eficaz para dominar a los demás. Todas las autoridades, civiles y religiosas, lo han utilizado siempre para conseguir el sometimiento de sus súbditos.

En nuestra religión, el miedo ha tenido y sigue teniendo una influencia nefasta. La misma jerarquía ha caído en la trampa de potenciar ese miedo. La causa de que los dirigentes no se atrevan a actualizar doctrinas, ritos y normas morales, es el miedo a perder el control absoluto. La institución se ha dedicado a vender, muy baratas por cierto, seguridades externas de todo tipo, y ahora su misma existencia depende de los que sus adeptos sigan confiando en esas seguridades engañosas que les han vendido. Han atribuido a Dios la misma estrategia que utilizamos los hombres para domesticar a los animales: zanahoria o azúcar y si no funciona, palo, fuego eterno.

Las religiones siguen necesitando un Dios que sea todopoderoso, y que ese poder omnímodo lo ponga al servicio de sus intereses. Pero Dios es nadapoderoso, porque todo su poder ya lo ha desplega­do, mejor dicho, lo está desplegando constantemente, por lo tanto, no puede en un momento determinado actuar con un poder puntual. Por eso mismo, tenemos que confiar totalmente en él, porque nada puede cambiar de su amor y compromiso con los hombres. La causa de Dios es la causa del hombre. No nos engañemos; ponerse de parte de Jesús es ponerse de parte del hombre. Dios no está desde fuera manejando a capricho su creación. Está implicado en ella inextricablemente. Su voluntad es inmutable. No es algo añadido a la creación, sino la misma creación.

Si de verdad me creo que, vistas desde Dios, las criaturas no se distinguen del creador, entonces surgirá en mí un sentimiento de total seguridad, de total confianza en mí, en lo que soy y en lo que yo significo para Dios. Y descubriré lo que Dios significa para mí. Esta experiencia no tiene nada que ver con lo que yo individualmente sea. La confianza no es un regalo para los buenos, sino una necesidad de los que no lo somos. Cuando confiamos porque nos creemos buenos, entramos en una dinámica peligrosísima, porque no confiamos en Dios, sino en nosotros mismos y en nuestras obras. Jesús nos invita a no tener miedo de nada ni de nadie. Ni de las cosas, ni de Dios, ni siquiera de ti mismo. El miedo a no ser suficientemente bueno es la tortura de los más religiosos.

Todos los miedos se resumen en el miedo a la muerte. Si fuésemos capaces de perder el miedo a morir, seríamos capaces de vivir en plenitud. Todo lo que tememos perder con la muerte es lo que teníamos que aprender a abandonar durante la vida. La muerte solo nos arrebata lo que hay en nosotros de contingente, de individual, de terreno, de caduco, de egoísmo. Temer la muerte es temer perder todo eso. Es un contrasentido intentar alcanzar la plenitud y seguir temiendo la muerte. En el evangelio está hoy muy claro. Aunque te quiten la vida, lo que te arrebatan es lo que no es esencial para ti.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Imágenes y realidades.

Domingo, 25 de junio de 2023
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«En cuanto a vosotros… no temáis»

El texto participa de una vieja mentalidad de Israel, según la cual, las calamidades de la vida son malas (y Dios se las evita a los justos), y los sucesos afortunados son buenos (y Dios se los envía como premio a su justicia). Hoy estamos muy orgullosos de haber superado esta mentalidad, pero seguimos quedándonos a mitad de camino, porque seguimos considerando “bien” lo que nos produce satisfacción o contento, y “mal”, lo que nos provoca dolor o amargura.

La interpretación del bien y del mal que se desprende el evangelio es otra distinta. En el evangelio se identifica el bien con lo que nos ayuda a caminar hacia nuestro destino, y el mal con lo que nos mueve a vivir instalados en este mundo olvidando que esta vida es provisional. Y es que todo el Evangelio está pensado desde la trascendencia; desde la premisa de que la vida va más allá de lo que se ve; de que hay más, y más importante; y que, aquello que se ve, es solamente camino y siembra… para lo que no se ve…

Y éste es un mensaje que puede hacernos reflexionar. Reflexionar para ver hasta qué punto hemos asumido los criterios del mundo y perdido el sentido de transcendencia; hasta qué punto hemos olvidado que el acierto o desacierto de nuestras acciones no pueden estar referidos sólo a esta vida, sino a la vida entera; la de antes y la de después de la muerte; o hasta qué punto desdeñamos las referencias que hace el evangelio a la vida más allá de la muerte porque nos parecen trasnochadas y fuera de lugar en nuestro tiempo.

¿Pero cuál es nuestro destino?… No lo sabemos porque no nos lo han dicho. La imagen del “más allá”, con premios maravillosos para los justos y castigos horribles para los impíos, no se desprende de los textos evangélicos y está perdiendo vigor. Pero si algo abunda en este mundo son imágenes del más allá (todas respetables y todas gratuitas) y, superada la primera, hemos tratado de llenar el vacío echando mano de otras que hunden sus raíces en metafísicas orientales o aristotélicas.

Y esto puede ser positivo si nos ayuda a caminar hacia ese destino, pero tiene un riesgo: confundir lo que es una mera “imagen” fruto de nuestra “imaginación”, con la realidad, y empeñarnos en persuadir a los demás de que nuestra versión de lo que somos y de lo que ocurre tras la muerte es la verdadera y la suya es falsa. Decía Kant que «cualquier proposición metafísica tiene las mismas probabilidades de ser cierta que su contraria», y esto es algo que es bueno no olvidar.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fe Adulta

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Exponernos a la vida.

Domingo, 25 de junio de 2023
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Mt 10, 26-33

Una y otra vez ibas por ahí intentando que entendieran, los primeros tus discípulos, que habían de ahuyentar el miedo de sus vidas. ¿Cuántas veces aparece la palabra miedo en los evangelios? Te preocupaba y te debe seguir preocupando.

Que nadie, por muy importante que parezca o mucho poder que tenga, nos inyecte el miedo en vena. Miremos de frente sin dejarnos intimidar, “porque nada hay encubierto que no llegue a descubriese, ni nada hay escondido que no llegue a saberse”. Pero hemos de tener claro a Quién escuchamos y de Quién nos fiamos.

“Lo que os digo en la oscuridad…” Esa oscuridad de la que nos hablas no es vacío denso y tenebroso de perdida de sentido, de límites comprimidos y asfixiantes. La oscuridad a la que te refieres es estancia sosegada, espacio para la escucha atenta. ¿Cómo si no vas a enviarnos a proclamar el mensaje “a la luz del día”? Y cuando el oído escuche el susurro de tu palabra, un grito será “propagado desde la azotea” sin que nadie pueda enmudecerlo.

Adviertes del peligro, “temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la ‘gehenna’, así se dice ahora, antes nos decían ‘infierno’, ese sórdido lugar de castigo eterno. Se diga como se diga, lo que está claro es que empieza aquí y ahora. Sólo hay que abrir los ojos y ver los efectos del Mal en el mundo.

¡Menos mal que seguiste hablando y seguramente con mirada compasiva y sonriente a los que te escuchaban!: “¿No se venden un par de gorriones por un céntimo?  Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados”. Nos dices que nuestro Padre está profundamente atento, pendiente de nuestra vida, con los errores, los desvíos, las incongruencias, la estupidez, los arrepentimientos, las alegrías, los abrazos, los buenos propósitos y las ilusiones.

Como broche de oro, a la tercera: “No tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones”. ¿Será por eso que nos envías a dar testimonio de Ti de forma tan seria?

Decía Sergio Delmar *, misionero del Espíritu Santo: “A lo mejor lo que realmente necesitamos en esta vida es exponernos a la vida sin miedo” (…) “que tengáis el valor, la disposición y la transparencia de espíritu para que os pongáis al sol y a la vida, sin paranoias y sin miedo”. Amén.

Mari Paz López Santos

FEADULTA, Domingo 25 junio 2023

(*) Del libro EL SONIDO DE LA LUZ, Sergio Delmar Junco, págs. 198 y 199

Fuente Fe Adulta

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Ni libres ni marionetas.

Domingo, 25 de junio de 2023
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2AE750E6-06B1-4026-AFA8-3D64B26ACBFCDomingo XII del Tiempo Ordinario

25 junio 2023

Mt 10, 26-33

Al releer las rotundas palabras de Jesús –“ni un solo [gorrión] cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre”-, me ha venido a la memoria Ramana Maharshi y sus no menos contundentes expresiones: “El hombre cree ser el que hace, pero esto es un error. Es el poder supremo el que hace todo, y el ser humano es tan solo una herramienta. Si acepta esa posición, está libre de problemas”.

Ambos sabios, desde tradiciones bien diferentes, hacen una afirmación tan contraintuitiva que despierta habitualmente resistencias e incluso rechazo: ¿Acaso no tenemos todos una percepción inmediata y autoevidente de ser libres y, aun con límites, llevar el control de nuestra existencia?

Lo que sucede es que la percepción subjetiva de algo no avala que sea real. Por eso es bueno no asumirla de manera acrítica, sino avanzar en un trabajo de indagación que nos abra a la verdad.

Tal indagación pasa por preguntarse qué es lo realmente real. Es claro que solo puede serlo aquello que permanece estable en medio de todo lo que cambia. Eso que permanece -que no muta- es el único sujeto real; todo lo demás son objetos, formas que cambian constantemente. Llamamos “objeto” a aquello que puede ser observado y “sujeto” a aquello que observa y es consciente.

Pues bien, todo lo que podemos observar en nosotros es un objeto: nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro psiquismo, nuestro yo (o persona). Por tanto, nada de eso es realmente real. Y el único sujeto es Eso que es consciente, “Eso que no tiene nombre” -como diría José Saramago- y al que, sin embargo, apuntan tantos nombres, como el de “Padre” -en el caso de Jesús- o “Poder supremo” -en palabras de Ramana-, Vida, Totalidad, Consciencia…

En el plano de las formas, funcionamos como si fuéramos libres, creyendo que todo depende de nuestras decisiones. Y así es como puede desplegarse nuestro mundo. Pero visto desde el plano profundo, todo es una representación que brota de ese Fondo -lo único realmente real-, del que depende en todo momento. Por lo que puede decirse que, hablando con rigor, no existe el libre albedrío, pero que, sin embargo, nuestra identidad profunda es libertad. O dicho de otro modo: la libertad no es una cualidad del (ilusorio) yo, sino una realidad transpersonal que es una con todo lo que es. Por ese motivo, como ha escrito con acierto José Díez Faixat, «la presunta libertad del yo individual es, paradójicamente, su esclavitud, ya que es precisamente la creencia de ser una entidad personal lo que impide reconocer al Sí mismo real, eternamente libre. Nadie que crea ser alguien puede descubrir esa libertad originaria».

La analogía del sueño resulta iluminadora. Mientras estamos dormidos, asumimos el contenido de los sueños como absolutamente reales. Sin embargo, al despertar, todo aquello se desvanece. El único sujeto realmente real es la mente de la persona que elabora todos los contenidos del sueño. Los personajes del sueño creen que hacen y llevan el control, pero todo es obra de la mente. De la misma manera, creemos ser libres, pero todo es obra del “poder supremo”. Ahora bien, esa realidad, cualquiera que sea el nombre que se le dé, no es algo separado -tal como las religiones teístas han imaginado y hablado de “Dios”-, sino que constituye el Fondo último y único de todo lo real, nosotros incluidos. Ese Fondo es nuestro fondo, como diría el Maestro Eckhart, en el siglo XIII, el Fondo que no muta y que se halla siempre a salvo. Por eso, tenía toda la razón Jesús cuando invitaba a no tener miedo y a vivir en confianza.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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No tengáis miedo. El fundamento de la religión es el miedo. El cristianismo llena la vida de paz

Domingo, 25 de junio de 2023
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claveDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

 01.- El miedo.

Cuatro veces aparece hoy en el evangelio la situación de miedo, “no tengáis miedo”. Es una llamada frecuente de Jesús: “no perdáis la calma, no temáis”…

El diccionario de la Real Academia dice que el miedo es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.

El miedo es un sentimiento negativo -¿una emoción?- ante un peligro real o supuesto, presente o futuro.

También podemos pensar que el miedo es un mecanismo de defensa, un instinto de auto-conservación por el que tendemos a auto-protegernos de la enfermedad, de una agresión, de diversos peligros…

El miedo nos puede embargar ante la decrepitud de las fuerzas, de las capacidades. Por otra parte, ¿Quién está libre de un infarto, de un ictus, de un cáncer, de un Alzheimer? Miedo finalmente de la muerte.

La angustia es una variante más difusa e inconcreta del miedo, que genera una gran ansiedad en la vida.

Cuando sentimos miedo nos replegamos, a veces buscamos salida, a veces huimos.

El miedo nos bloquea, nos deja paralizados. Nos quedamos en nuestros “cuarteles de invierno por la que pueda venir”.

Creo yo que todos hemos sentido miedo o angustia –o las dos- ante un problema, una situación, ante una enfermedad, ante la muerte.

En estas cuestiones tienen mucho que decir la psicología, tal vez la medicina, pero también –y sobre todo- tienen mucho que decir y hacer la bondad, la cercanía, la familiaridad, la empatía y la confianza.

El miedo y la angustia son problemas que encuentran un buen tratamiento en la confianza, la amistad, la fe.

02.- El miedo en el Nuevo Testamento.

    El miedo aparece con frecuencia en el NT.

  • El lago, el mar es sitio de peligro y la barca (la Iglesia naciente) atravesó como pudo diversas tormentas en las que los creyentes sintieron miedo y angustia. Pedro sintió miedo en el mar y se hundía. (Mt 14,26ss). ¿Y quién no siente miedo en las travesías de la vida?
  • Cuando la misericordia y el amor de Dios se están haciendo presentes en la Iglesia con el papa Francisco, sentimos un cierto alivio.

03.- Algunas personas e instituciones infunden miedo.

Los padres del ciego del Templo no se atrevían a hablar por miedo a los judíos del Templo (Jn 19,38). Las instituciones eclesiásticas y algunos de sus representantes con sus modos de actuar han infundido e infunden miedo y desesperanza.

Sin embargo, cuando Cristo está presente en la vida de la comunidad y de los creyentes, se hace la calma (Mt 8,26).

Jesús infunde calma y serenidad.

También hemos vivido miedos más profundos y traidores: miedos y angustias de tipo moral-religioso. ¡Cuánto daño y angustia ha infundido la culpabilidad moral que nos han transmitido!

Todavía en una parroquia cercana a nosotros en el rezo de cada misterio del rosario se pide para que el Señor nos libre “de las penas del fuego del infierno”.

El fundamento de la religión es el miedo”. La religión infunde miedo, el cristianismo llena la vida de paz.

04.- Jesús llena la vida de paz: no tengáis miedo. Vivid en paz.

    Jesús seguro que sintió miedo en su vida. Era hombre y en muchos momentos “le venían mal dadas”: de hecho lo buscaron para despeñarlo por un barranco. Jesús fue audaz y valiente, pero sSeguro que Jesús sintió miedo ante los fariseos (la ley del pueblo), ante Herodes, ante los sacerdotes del Templo (la banca), Jesús sintió miedo ante la cruz: la víspera de su muerte sudó sangre en el huerto de los Olivos y en la cruz se sintió abandonado. Muchas realidades le tuvieron que infundir miedo en su vida.

    Sin embargo, Jesús fue un hombre de calma y de paz. No perdáis la calma, confiad (Jn 14,1-12). La paz os dejo, mi paz os doy. No se turbe vuestro corazón, no tengáis miedo. (Jn 10,27). no temas, pequeño rebaño (Lc 12).

Para un creyente vivir sin miedo es confiar en Dios, vivir en la paz de Dios: descansar toda nuestra existencia en manos de Dios. Hay una expresión popular que recoge bien este sentimiento: “que sea lo que Dios quiera”.

    Una enfermedad incierta, puede ser fuente de gran preocupación y miedo. Un superior, un jefe, un político o un obispo despótico pueden hacer –hacen- daño, pero mi vida no descasa en ellos, solamente en Dios descansa mi vida  (salmo 61) y ahí encuentro la paz.

    El salmo 117 es muy enérgico a este respecto:

Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.

    Estas cosas son más para pensarlas y vivirlas en nuestro interior, que para decirlas.

    ¿No habéis sentido una gran paz en vuestro interior, en vuestra conciencia más íntima cuando ponemos en manos del Señor nuestros miedos, angustias, nuestro pecado, nuestras miserias?

Nos pase lo que nos pase que no nos pase sin el Señor.

La fortaleza del creyente es la confianza en Dios.

    El Señor nos dejó su paz, la paz os dejo, mi paz os doy. No temamos, comuniquemos paz.

No temas, pequeño rebaño. Dios Padre nos lleva al Reino

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No tengo miedo de nada… porque tengo un defensor

Domingo, 14 de mayo de 2023
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A nosotros van dirigidas estas palabras… Jesús nos envía un defensor que nos irá enseñando todo recordando lo que Él nos ha enseñado… “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama”.

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“Hay que hacer la guerra más dura, que es la guerra contra uno mismo. Hay que llegar a desarmarse.

Yo he hecho esta guerra durante muchos años. Ha sido terrible. Pero ahora estoy desarmado.

Ya no tengo miedo a nada, ya que el Amor destruye el temor.

Estoy desarmado de la voluntad de tener razón, de justificarme descalificando a los demás. No estoy en guardia, celosamente crispado sobre mis riquezas.

Acojo y comparto. No me aferro a mis ideas ni a mis proyectos.

Si me presentan otros mejores, o ni siquiera mejores sino buenos, los acepto sin pesar. He renunciado a hacer comparaciones. Lo que es bueno, verdadero, real, para mí siempre es lo mejor.

Por eso ya no tengo miedo. Cuando ya no se tiene nada, ya no se tiene temor.

Si nos desarmamos, si nos desposeemos, si nos abrimos al hombre-Dios que hace nuevas todas las cosas, nos da un tiempo nuevo en el que todo es posible.

¡Es la Paz!”

*

Atenágoras I
(1886-1972), patriarca de Constantinopla,

*

(en: OLIVIER CLÉMENT, Dialogues avec le Patriarche Athénagoras I, Éd. Fayard, Paris 1969, p.183. Traducido y ofrecido por Xavier Melloni, en Cetr.)

 

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***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.”

*

Juan 14,15-21

***

Estando en comunión con Jesús, nos encontramos bajo el influjo del Espíritu Santo y podemos ser creativos, obrar plenamente de un modo nuevo en la lucha por el Reino, la ciudad del amor. En Jesús y a través de él, podemos hacer frente a las fuerzas del mal y de la mentira inscritas en los corazones y en los grupos humanos, fuerzas que aplastan la vida, que aplastan a los débiles y a los humildes. Ya no somos nosotros quienes hablamos, sino el Espíritu Santo en nosotros.

Ya no somos nosotros los que vivimos, sino Jesús en nosotros. Jesús ha venido a hacer nuevas todas las cosas. En comunión con él en el Espíritu Santo, también nosotros podemos hacer nuevas todas las cosas y hacer cosas más grandes aún que las hechas por Jesús (Jn 14). Estando en comunión con Jesús, nuestras acciones nacen de la comunión y están orientadas hacia la comunión. También nuestras palabras están llamadas a brotar del silencio de la comunión para llegar al silencio del amor. Estamos llamados a beber en el corazón de Cristo para volvernos fuentes de vida para los otros, para dar nuestra vida a los otros.

*

Jean Vanier,
Jesús, el don del Amor,
Editorial Claret, Barcelona 1994.

*

***

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Las personas LGBT+ conocemos el impacto que tienen los discursos de odio en las vidas

Jueves, 6 de octubre de 2022
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A raíz del atentado que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, se intensificó el debate social sobre un tema que hace ya varios años nos viene preocupando a las comunidades LGBTIQ, en particular a las personas Travestis / Trans

A raíz del atentado que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en los últimos días se intensificó el debate social sobre un tema que hace ya varios años nos viene preocupando a las comunidades LGBTIQ, en particular a las personas Travestis / Trans: ¿Cómo se pueden regular/sancionar los mensajes de odio que envían los medios de comunicación a las sociedades?

Parecería que hablamos “medios de comunicación” como algo abstracto. Pero en realidad estamos frente a un entramado de estrategias políticas. Éstas controlan y redireccionan el destino de un país a través de sus votos. Además calan profundo, configurando las emociones de las personas, entre ellas la más nociva: el odio.

Frente a una crisis económica y social a nivel mundial y local, pondera el miedo, uno de los mejores amigos del odio: su razón de ser. La crisis no es solo una amenaza económica, sino existencial. Nos deja desamparadxs y muchas veces desprotegidxs, vulnerables a recibir información que nos permita encontrar culpables.

Qué vidas merecen la vida

Las comunidades Trans siempre hemos sido blanco fácil para los discursos de odio en los medios de comunicación. Desde titulares estigmatizantes, patologizantes y criminalizantes de nuestras identidades hasta mensajes muy concretos de incitación a la acción. Hemos escuchado a conductoras, políticas, decir: “que se autoperciban como quieran, pero no por eso tenemos que pagar de nuestros bolsillos sus planes sociales”; “que salgan a laburar”; “el gobierno nos quiere distraer y se ocupa de estos vagos cuando estamos en un país que se esta prendiendo fuego”; “Hay niñxs con discapacidad que no tienen para medicaciones y se atiende a estos engendros”, etc.

Cuando decimos que debemos promover a un cambio social para que sean efectivos nuestros derechos, aquí nos encontramos con uno de los mayores obstáculos. Hay una sociedad que escucha en la permeabilidad de la desesperanza y desesperación este tipo de mensajes. Y como si esto fuera poco, el odio incita a la acción, a eliminar el problema de raíz, que para muchxs se traduce en ataques Transodiantes, crímenes de odio hacia nuestras poblaciones. Pero, sobre todo con un respaldo social que en la mayoría de los casos garantiza impunidad, insensibilidad y falta de empatía por nuestras vidas.

noticias_file_foto_1025630_1444815113Cristina Fernández de Kirchner con Diana Sacayán, asesinada por odio tránsfobo..

Como dice la filósofa Judith Butler: “Solo reconocemos ciertas vidas como humanas y reales”. Por lo tanto, hay vidas que merecen ser vividas y otras no.

El dolor es mayor cuando el odio viene de movimientos o compañerxs que parecen comprender problemáticas estructurales de las violencias y cómo se canalizan en el género y las identidades de genero.

El atentado contra la vicepresidenta nos paralizó y nos duele. El atentado puede leerse como respuesta, en parte, como respuesta a miles de horas de odio en los medios. Por eso desde hace tiempo las personas LGBT+ venimos pidiendo que se denuncie y se regulen estos discursos. Porque las consecuencias son reales.

¿Podrán lxs compañerxs entender que no se trata sólo de denunciar a quien desboca el mensaje odiante sino de prevenir los efectos concretos que tienen esos mensajes sobre nuestras vidas?

Fuente Agencia Presentes

General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

No tengas miedo

Viernes, 19 de agosto de 2022
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De su blog Otro mundo es posible:

No tengas miedo…
Aunque dejaste de contemplar
el cielo constelado, las voces
y las manos que te reclamaban,
hoy las estrellas que siempre
han iluminado tu universo
te siguen acompañando,
alentando, cuidando.

No tengas miedo…
Porque las heridas irán cicatrizando,
las lágrimas limpiarán
tu rostro y tu mirada,
para que amanezca de nuevo
la sonrisa, la palabra
y el abrazo profundo
que te identifican y te requieren.

No tengas miedo…
Pues otro pecho acogerá tu anhelo
en el tiempo propicio,
para recorrer juntos la frondosa senda
de brotes fragantes
y rumorosos manantiales.
Ahora es el momento
de alzar alegre, y al fin libre, el vuelo

*

Miguel Ángel Mesa

***

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Asesinatos, virus y palizas: Así difunden los medios terror en las personas LGTBI+

Sábado, 6 de agosto de 2022
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Bajo una aparente función informativa, los medios lanzan en las coberturas que buscan disciplinar y adoctrinar las vidas LGTBIQ+.

Por Rubén Serrano

Ilustración: Sra. Milton

El asesino de Grindr, la viruela del mono, la muerte de Samuel y palizas a personas trans han llenado titulares en los últimos meses. Bajo una aparente función informativa, los medios lanzan en las coberturas de esta violencia mensajes que buscan disciplinar y adoctrinar las vidas LGTBIQ+. Desde el “tú te lo has buscado” hasta el “si no llamas la atención, nadie te pegará en la calle”, se justifica al agresor mientras que la culpa siempre recae en las víctimas.

El asesino de Grindr, la viruela del mono, agresiones a personas trans, la paliza grupal que mató a Samuel, tiroteos en bares gais y ataques nazis a espacios LGTBIQ+. Durante los últimos meses estas noticias han ocupado titulares, telediarios y tertulias. Si bien todas esas piezas exponen los hechos que están sucediendo, también nos dejan claro que, si no nos portamos bien y cruzamos ciertas líneas rojas, el castigo que recibiremos es la más cruda violencia, desde insultos hasta una agresión física, un virus o la muerte. A simple vista, estos relatos están informando sobre la violencia contra gais, lesbianas, bisexuales, trans, no binarias, intersex, queer; pero, sin embargo, estas narraciones tienen otra función: meter miedo a las personas LGTBIQ+ para disciplinarlas y aleccionarlas.

El relato del terror LGTBIQ+ circula libre y descaradamente por los medios de comunicación y en unas semanas nos han recordado cuáles son esos límites que es mejor no traspasar: follar con desconocidos, follar con quién y con cuántos/cuántas/cuántes queramos, quedar con gente por apps, acudir a ciertos espacios, okupar la calle pero sin expresarnos o mostrarnos demasiado en ella, que nuestra pluma o falta de cispassing sea evidente, nuestra ropa, hacer algo de “ruido”; en definitiva, que se note que existimos. El “no molestes o esto es lo que te pasará” persigue el claro objetivo de controlar las vidas disidentes de la norma para tenerlas vigiladas y volver a meterlas en el armario. Es decir, quitarnos las libertades que hemos ido consiguiendo en las últimas décadas.

¿Quién ejecuta el relato del terror LGTBIQ+? Principalmente radios, televisiones y prensa digital y en papel. Sin olvidar otros tres factores importantes: las redes sociales, por las que se propaga mezclado con discurso de odio (tan solo hay que darse un paseo por Twitch, YouTube y Twitter); las diferentes formas de violencia ya señaladas; y los políticos y políticas que con sus declaraciones y sus discursos niegan o ponen en cuestión los derechos de las personas disidentes de la norma afectiva, sexual, de género y de expresión.

Esta narrativa del terror siempre ha estado latente, pero ahora adquiere una mayor relevancia. Durante las últimas décadas se han alcanzado avances muy importantes y en estos momentos seguimos luchando por adquirir otros, como la ansiada ley estatal trans y LGTBI+. Ante este progreso, los movimientos reaccionarios están cuestionando consensos sociales con el fin de eliminar todos estos logros, como ya ha sucedido con la derogación del derecho al aborto en Estados Unidos (las periodistas Noelia Ramírez y Begoña Gómez Urzaiz explican cómo funciona lo que han llamado “la gran reacción en el podcast Tardeo). De este terror mediático, la ola reaccionaria es una gran beneficiaria.

Nerea Barjola, investigadora y doctora en Feminismos y Género, expuso en su libro Microfísica sexista del poder como el caso Alcàsser (el asesinato con violencia sexual de Antonia Gómez, Desireé Hernández y Míriam García en 1992) sirvió a los medios de comunicación para construir un relato de terror sexual con el que disciplinar y corregir la conducta de las mujeres a partir de entonces. Barjola sentó un precedente importante de investigación y análisis que sirve para articular el horror LGTBIQ+.

En los últimos dos meses se han producido dos casos centrados en la comunidad gay que muestran a la perfección cómo funciona esta narración del miedo: el asesino de Grindr y la viruela del mono. Para hacer el análisis y sacar las conclusiones he tenido en cuentas las noticias publicadas en diarios escritos y digitales (El Mundo, La Vanguardia, El Correo, eldiario.es, El País, La Voz de Galicia, 20 Minutos, Diario de Sevilla, ABC, RTVE.es, El Periódico, Onda Cero, Antena 3, El Salto, La Razón, Cadena Ser, CNN, El Español, Telecinco, Clarín y OK Diario), los reportajes audiovisuales en informativos (Telemadrid, 24H de RTVE y Telecinco) y las tertulias televisivas (Cuatro al Día, En Jake de la ETB, Espejo Público, La Hora de La 1, La Sexta Clave, Imagen Televisión y La Sexta Noche) tanto del día en que se dieron a conocer como de los posteriores.

El asesino de Grindr: vuestras muertes no son tan importantes

A principios de mayo los medios se llenaron de titulares que, bajo la inofensiva apariencia informativa, estaban apuntando a un grupo de población y creando en él una alarma: “El matagays de Bilbao”, “el asesino de gays”, “el perfil del presunto asesino en serie de homosexuales de Bilbao”. Primer mensaje: “Solo os matan a vosotros, los gais”. El autor de las muertes, en prisión preventiva y al que se le atribuyen cuatro crímenes y dos intentos de homicidio, quedaba con sus víctimas por una aplicación de encuentros. Las televisiones y los digitales no tardaron en mostrar y nombrar la app en cuestión, Grindr, y también otras como Wapo, dejando de ser así espacios de hombres gais y bisexuales a ser espacios públicos de todo el mundo. Segundo mensaje: “Ni en vuestros propios espacios estáis seguros”. Tercer mensaje: “Esto os pasa por follar con desconocidos a través de apps”, culpando consecuentemente a las víctimas y a los hombres gais del horror que les pueda llegar a ocurrir. El “tú te lo has buscado” de toda la vida.

https://twitter.com/jucilnacional/status/1522297029938102272?s=21&t=T6SI3aeskGiJRMIhVGkDfQ

Los medios presentaron al criminal bajo un halo de monstruosidad: era un “asesino en serie”, “sádico”, “cruel” y con una “conducta propia de animales”. Esta deshumanización transmite la idea de que este horror es algo anómalo y excepcional y que no responde a la realidad diaria que vemos en nuestra sociedad. Además, la gran mayoría de televisiones, diarios y radios remarcaron su nacionalidad de origen para dejar claro que esta violencia no forma parte de “nosotros, los españoles”. Se valieron de la xenofobia para puntualizar que este tipo de agresión viene de fuera.

El perfil que se crea del agresor es crucial para entender la importancia del cuarto mensaje que se lanza a la comunidad gay: “Los asesinatos no son homofobia”. Resulta relevante la hipocresía de los medios de comunicación a la hora de narrar esta noticia. Por un lado, enmarcan en titulares las palabras “el matagais” para conseguir la atención de la sociedad, pero, por otro lado, en sus textos y en sus tertulias hacen un enrevesado ejercicio para subrayar que detrás de estos crímenes no hay homofobia alguna. Gritan que hay un asesino de homosexuales y, a la vez, radio, teles, prensa y webs nos hacen luz de gas al intentar hacernos creer que el hecho de que todos los muertos sean hombres gais es algo secundario, menor, casual, irrelevante. Se activa por tanto el quinto mensaje: “Van a por ti, homosexual, pero tú muerte no es importante”. Es por ello que los diarios repitieron que “aún está por determinar si existe un móvil de odio hacia las personas homosexuales” e incluso los informativos llegaron a utilizar voces de autoridad como un criminólogo para anular la homofobia de los asesinatos: “Es un ladrón que quería robar dinero y que para hacerlo administraba drogas”.

La construcción de los asesinatos como algo inusual e insistir en que no son fruto de la homofobia responde a un objetivo claro: desresponsabilizar al sistema heteropatriarcal de la violencia que ejerce contra las personas LGTBIQ+. Para lavarse las manos y que nadie se percate de su responsabilidad en estos crímenes y agresiones, los medios basan su relato en el morbo, al igual que hicieron con Alcàsser. Por ello, tenemos incontables reportajes y piezas de vídeo exponiendo con todo lujo de detalles el modus operandi del asesino, e incluso entrevistando a sus amistades y familiares, pero no hay ni un artículo y ni una mención en ningún informativo sobre por qué sucede la violencia homófoba.

Viruela del mono: esto os pasa por follar

La estigmatización de la comunidad gay que hicieron los medios de comunicación con la viruela del mono fue tan descarnada y despiadada que hasta la propia ONU tuvo que intervenir para pararles los pies y recordar que la orientación sexual no es un factor que influya en la transmisión del virus. Leímos y vimos cómo se vinculaba la homosexualidad con esta infección, y, para cuando llegaron las rectificaciones, el primer mensaje ya estaba dado: “Este virus os afecta por maricones”. Hicieron lo mismo que hicieron con el VIH en los 80. Es más, La Razón se atrevió a publicar un artículo tituladoEl peligroso paralelismo entre la viruela del mono y el sida’ sin ningún tipo de ética y responsabilidad periodística.

Se señaló a los hombres homosexuales como los que causaron la transmisión del virus y, de nuevo, voces de autoridad, en este caso políticos, perpetuaron esta idea. El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, el popular Enrique Ruiz, una vez ya había sido señalada una sauna gay como un foco de infección, sentenció que “el perfil de los contagiados son todos hombres y sería preocupante que apareciese una mujer” y que en distintos países el patrón “es el mismo”. Mientras tanto, desde Vox relacionaron la viruela con homosexuales “drogados. ¿Hubiese sido el tratamiento diferente si el primer brote se hubiese dado entre personas heterosexuales?

https://twitter.com/dsegoviaatienza/status/1528994430862123010?s=21&t=4SOmGZN1QvTLUJuu7YMMBQ

Para informar sobre la viruela del mono, los medios hicieron un retrato de la cara del vicio: de forma simultánea presentaban los últimos datos mientras por la pantalla mostraban imágenes de la sauna gay clausurada, de hombres musculados bailando en bañador y de fiestas con banderas arcoíris. Se atacaron los espacios gais para lanzar un segundo mensaje subliminal, “estáis sucios”, a la vez que se fiscalizó nuestro deseo sexual para pregonar el aviso final: “La culpa es vuestra por follar cómo folláis, es un castigo por como vivís el sexo, sois unos promiscuos y viciosos”; el llamado “slut-shaming” que explicó la periodista Noemí López Trujillo en Newtral. La meta de esta estrategia es doble. Por un lado, infundir miedo a la hora de tener sexo, misma técnica disciplinaria que los medios utilizaron con el VIH y el sida, y, por otro, responsabilizar de nuevo a la víctima, en este caso, a los hombres homosexuales de un virus.

El terror marica se infundió también a través de fotografías que mostraban las pústulas y las heridas que la viruela provoca en la piel. Esta alarma de lo que te podía pasar fue magnificada con testimonios que relataban todos los síntomas sufridos. El morbo de nuevo hacia acto de presencia. Algunas de estas imágenes que mostraron los diarios eran de cuerpos de hombres y menores negros, implantando en el subconsciente la narrativa racista de que, aparte de homosexuales, esto era “algo de África”. El peligro, como en el asesino de Grindr, viene de fuera.

Palizas y ataques nazis: vamos a por vosotras

Aparte de estos dos casos, en mayor o en menor escala y dependiendo de cómo sea tratada, cada noticia relacionada con alguna agresión LGTBIfóbica emite sus mensajes cargados de terror. El asesinato grupal de Samuel Luiz a gritos de “maricón” en julio de 2021 lanzó a toda la comunidad LGTBIQ+ la idea de que “nos podría pasar a cualquiera de nosotros”, de ahí que uno de los lemas protesta más escuchados sea “Todos somos Samuel”. Está identificación y simbiosis con el joven de 24 años sirve de aviso directo: podemos acabar igual que él si el agresor o los agresores consideran que levantamos mucho la voz, que se nos ve demasiado o que les molesta nuestra existencia.

Parte de las agresiones físicas saltan a los medios gracias a las denuncias que hacen las víctimas en las redes sociales y eso produce un doble efecto: por una parte, tienen una gran utilidad para denunciar y mostrar ante el mundo la violencia pero, por otra parte, nos sirve de recordatorio de lo que nos podría suceder algún día. Lo mismo sucede con los titulares o las piezas televisivas que, pese a no mostrar el resultado de los golpes, anuncian una “brutal paliza” a dos chicas trans en Valencia, a un chico trans en Toledo, a una joven trans en Barcelona, a una mujer trans en Hospitalet o un ataque “con un ladrillo” a una pareja de lesbianas que se estaban besando en Ciudad de México.

Hay veces que estas agresiones no son contra nuestros cuerpos sino contra nuestros símbolos, como el reciente ataque a una exposición sobre el Orgullo en Valencia. Hay otras veces que esas agresiones tienen por resultado final acabar con nuestras vidas: como el tiroteo por parte de un hombre en un club gay de Oslo o el ataque que un grupo de 31 neonazis quería perpetuar en el Orgullo de una ciudad de Idaho. Una vez más se emite un mensaje claro: “Vamos a por vosotros”.

Limites traspasados

¿Qué es lo que persigue el relato mediático del terror LGTBI+? Aleccionarnos, dominarnos, corregirnos, disciplinarnos y controlar nuestros cuerpos. Si como resultado de todo este bombardeo comunicativo, alguien se plantea que es mejor no jugársela, no llamar la atención en la calle, esconder la pluma, no darse un beso en público, no ponerse ese top, no hablar en voz alta delante de determinadas personas, no pisar ciertos espacios, pensárselo dos veces antes de follar o de hacerse una cuenta en alguna red social entonces en ese preciso momento el relato mediático del terror queer habrá tenido el efecto esperado: reprimir nuestras vidas y las libertades conseguidas. El mensaje que queda en el poso de estas agresiones nos dice que no nos pasará nada si somos buenas, si estamos quietas en un rincón, si estamos asimiladas en la cisheteronorma, si pasamos desapercibidas. El terror LGTBIQ+ busca nuestro borrado.

Como siempre, y como viene siendo habitual en la historia de todas las disidencias, está en nuestras manos no dejarnos someter por estos mecanismos correctivos. Nosotros, nosotras, nosotres llevamos una mochila detrás y sabemos lo que es haber sido pisoteadas, calladas y torturadas. Nos ha costado llegar a este punto en el que cada vez nuestra existencia es más habitable y tenemos claro que no nos vamos a volver a armarizar ni a esconder. Tras el tiroteo en Oslo, los organizadores del Orgullo decidieron cancelar la marcha y todos los eventos relacionados con él. Sin embargo, vecinos y vecinas de todas las edades respondieron al miedo y a las amenazas saliendo a la calle. Tenemos más poder del que creemos. El terror y el reaccionarismo no nos van a quitar nuestras vidas.

Fuente Pikara Magazine

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Coraje

Martes, 8 de febrero de 2022
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Del blog Nova Bella:

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El coraje es tener miedo hasta de la muerte

y quedarse de pie de todas formas.

*

John Wayne

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Oración

Miércoles, 2 de febrero de 2022
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Del blog de José Arregi umbrales de luz:

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Miren odiaba visceralmente el miedo que su madre llevaba pegado al cuerpo, la tendencia a ver en cada paso huellas del mal y de la muerte, el lenguaje construido a base de cuidados y porsiacasos. Odiaba visceralmente las consecuencias de aquel miedo: el día a día plagado de prohibiciones, normas, oraciones, misas y de demás ritos opresores. Le sacaba de quicio ver a su madre sin voluntad propia ni independencia, siempre sometida a algo más grande e inconcreto.

Para escándalo de su madre, a los 15 años se plantó ante todo eso: mató a Dios, y se designó como guías la valentía, la razón y la voluntad. Desde entonces, a quien quiera escucharle le dice que la vida es única y que hay que estrujarla hasta el fin, que luego no serviremos más que para abono, que no derramen lágrimas en su entierro. Sea como fuere, Miren huye de todo lo que huele a muerte: cementerios, quietud, hospitales, ancianos… sobre todo los ancianos. Asimismo, vive aferrada a la vida: movimiento, acción, deporte, cosmética, juventud… sobre todo la juventud.

Hoy, Miren ha visto en el espejo sus ojeras hinchadas, la comisura del labio arrugada, los pechos caídos, las carnes flojas, el vientre hinchado. “No, por favor, todavía no”, ha dicho suplicante. Como si estuviera rezando.

*
(Idurre Eskisabel,
Diario BERRIA,
15-06-2014)
(Traducido del vasco)

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“Caminar sobre el agua”. 09 de agosto de 2020. 19 Tiempo ordinario (A). Mateo 14, 22-33.

Domingo, 9 de agosto de 2020
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284110_247490881939361_1333783_nSon muchos los creyentes que se sienten hoy a la intemperie, desamparados en medio de una crisis y confusión general. Los pilares en los que tradicionalmente se apoyaba su fe se han visto sacudidos violentamente desde sus raíces. La autoridad de la Iglesia, la infalibilidad del papa, el magisterio de los obispos, ya no pueden sostenerlos en sus convicciones religiosas. Un lenguaje nuevo y desconcertante ha llegado hasta sus oídos creando malestar y confusión, antes desconocidos. La «falta de acuerdo» entre los sacerdotes y hasta en los mismos obispos los ha sumido en el desconcierto.

Con mayor o menor sinceridad son bastantes los que se preguntan: ¿Qué debemos creer? ¿A quién debemos escuchar? ¿Qué dogmas hay que aceptar? ¿Qué moral hay que seguir? Y son muchos los que, al no poder responder a estas preguntas con la certeza de otros tiempos, tienen la sensación de estar «perdiendo la fe».

Sin embargo, no hemos de confundir nunca la fe con la mera afirmación teórica de unas verdades o principios. Ciertamente, la fe implica una visión de la vida y una peculiar concepción del ser humano, su tarea y su destino último. Pero ser creyente es algo más profundo y radical. Y consiste, antes que nada, en una apertura confiada a Jesucristo como sentido último de nuestra vida, criterio definitivo de nuestro amor a los hermanos y esperanza última de nuestro futuro.

Por eso se puede ser verdadero creyente y no ser capaz de formular con certeza determinados aspectos de la concepción cristiana de la vida. Y se puede también afirmar con seguridad absoluta los diversos dogmas cristianos y no vivir entregado a Dios en actitud de fe.

Mateo ha descrito la verdadera fe al presentar a Pedro, que «caminaba sobre el agua» acercándose a Jesús. Eso es creer. Caminar sobre el agua y no sobre tierra firme. Apoyar nuestra existencia en Dios y no en nuestras propias razones, argumentos y definiciones. Vivir sostenidos no por nuestra seguridad, sino por nuestra confianza en él.

José Antonio Pagola

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No tengas miedo: Amar es darlo todo y darse uno mismo.

Domingo, 21 de junio de 2020
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Ed Knippers, “El lavatorio de pies” (Cristo y sus discipulos)

Tan pronto como se olvida la  divina pobreza, tan pronto como se deja de ver en Dios el amor que se da, que no  puede sino darse, tan pronto como se deja de vivir este amor dándose, se acabó. Esta luz se desvanece, todo el dogma se convierte en una fórmula y se materializa, todos los sacramentos se transforman en rito externo, toda la jerarquía se hace una tiranía, toda la Iglesia se convierte en una pérdida de tiempo y un absurdo, toda la Biblia, un tejido de mitos.

*
Maurice Zundel

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

“No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.”

*

Mateo 10,26-33

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“La cruz de la Madre Teresa ha sido el primer signo cristiano que se ha vista en la televisión estatal, al menos desde 1967”, declaraba un refugiado albanés a su llegada a Italia en l990. La cruz de la que hablaba era aquella cruz negra que la Madre Teresa llevaba en su sarga blanca.

Si a partir de 1944 el régimen marxista había perseguida a los creyentes (católicas, ortodoxos y musulmanes), la situación empeoró en I967. Fue entonces cuando Albania se declaré oficialmente como la única nación atea de la Tierra. La religión fue atacada ferozmente. El modo como fueron tratados los católicos recordaba las persecuciones de los emperadores romanos mas crueles. En los tiempos modernos, la iglesia ha sido reducida como en los años de las catacumbas.

Un hecho sorprendente: mientras los albaneses no tenían derecho a pronunciar públicamente el nombre de Jesús, la Madre Teresa recorría el mundo con el nombre de Jesús en los labios y prodigando obras de misericordia. A un párroco que se encontraba en prisión le pidió un detenido que bautizase a su hijo, en secreto. Cuando las autoridades descubrieron esta desobediencia, el sacerdote fue condenado a muerte. Fue uno de los sesenta sacerdotes que murieron, ahorcados, fusilados o agotados por el rigor de los campos de trabajos forzados. Las persecuciones, como sabemos, se han cebado con el cristianismo. Los perseguidos son llamados “dichosos” porque defienden y enseñan la justicia.

La promesa que acompaña a esta bienaventuranza es asombrosa: nada memos que poseer el Reino de los Cielos. Señor Jesús, sabemos que para imitarte tenemos que hacer el bien a todos. Nos has dicho que sufriríamos trabajando por los otros contra la opresión, contra la degradación, contra la guerra.

Cada día encontramos la oposición, la contradicción. Ayúdanos a aceptar nuestros pequeños sufrimientos, porque conocemos su valor redentor. Transforma nuestra tristeza en gozo, mientras nos esforzamos en cumplir tu voluntad.

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E. Egan — K. Egan, Madre Teresa e le Beafifudini, Brescia 2ooo, 129-131

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“Seguir a Jesús sin miedo” 12 Tiempo ordinario – A (Mateo 10,26-33)

Domingo, 21 de junio de 2020
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claveEl recuerdo de la ejecución de Jesús estaba todavía muy reciente. Por las comunidades cristianas circulaban diversas versiones de su pasión. Todos sabían que era peligroso seguir a alguien que había terminado tan mal. Se recordaba una frase de Jesús: «El discípulo no está por encima de su maestro». Si a él le han llamado Belcebú, ¿qué no dirán de sus seguidores?

Jesús no quería que sus discípulos se hicieran falsas ilusiones. Nadie puede pretender seguirle de verdad sin compartir de alguna manera su suerte. En algún momento alguien nos rechazará, maltratará, insultará o condenará. ¿Qué hay que hacer?

La respuesta le sale a Jesús desde dentro: «No les tengáis miedo». El miedo es malo. No ha de paralizar nunca a sus discípulos. No han de callarse. No han de cesar de propagar su mensaje por ningún motivo.

Jesús les explica cómo han de situarse ante la persecución. Con él ha comenzado ya la revelación de la Buena Noticia de Dios. Deben confiar. Lo que todavía está «encubierto» y «escondido» a muchos, un día quedará patente: se conocerá el Misterio de Dios, su amor al ser humano y su proyecto de una vida más feliz para todos.

Los seguidores de Jesús están llamados a tomar parte desde ahora en ese proceso de revelación: «Lo que yo os digo de noche, decidlo en pleno día». Lo que les explica al anochecer, antes de retirarse a descansar, lo tienen que comunicar sin miedo «en pleno día». «Lo que yo os digo al oído, pregonadlo desde los tejados». Lo que les susurra al oído para que penetre bien en su corazón, lo tienen que hacer público.

Jesús insiste en que no tengan miedo. «Quien se pone de mi parte», nada ha de temer. El último juicio será para él una sorpresa gozosa. El juez será «mi Padre del cielo», el que os ama sin fin. El defensor seré yo mismo, que «me pondré de vuestra parte». ¿Quién puede infundirnos más esperanza en medio de las pruebas?

Jesús imaginaba a sus seguidores como un grupo de creyentes que saben «ponerse de su parte» sin miedo. ¿Por qué somos tan poco libres para abrir nuevos caminos más fieles a Jesús? ¿Por qué no nos atrevemos a plantear de manera sencilla, clara y concreta lo esencial del evangelio?

José Antonio Pagola

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“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo”. Domingo 21 de junio de 2020. 12º Domingo Ordinario

Domingo, 21 de junio de 2020
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35-ordinarioa12Leído en Koinonia:

Jeremías 20,10-13: Libró la vida del pobre de manos de los impíos.
Salmo responsorial: 68 Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Romanos 5,12-15: No hay proporción entre el delito y el don.
Mateo 10,26-33: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.

No hay mentira que no encuentre su verdad tarde o temprano. En julio de 2014, luego de 38 años de impunidad, en un juicio sin precedentes, fueron condenados a cadena perpetua los autores del homicidio de Mons. Enrique Angelelli, obispo mártir de La Rioja, Argentina. Días antes el prelado había confesado a sus allegados que querían alejarlo del país: “Tengo miedo… pero no se puede esconder el evangelio debajo de la cama”. Su muerte fue presentada por la prensa local como un accidente y como tal fue tratada durante mucho tiempo, incluso por sus hermanos en el episcopado. Como tantos otros testigos de Jesús, Angelelli prefirió la verdad desnuda del evangelio a la incómoda seguridad de los cobardes.

El evangelio nos ha conservado algunos dichos o refranes con los que Jesús exhortaba a la comunidad de discípulos a no dejarse intimidar por las adversidades. Los discípulos, con frecuencia, veían la amenaza evidente que representaban los grupos armados, pero eran incapaces de descubrir el peligro encubierto en muchas personas e instituciones que alienaban y sometían ideológicamente a las personas.

Las comunidades cristianas primitivas tuvieron que afrontar la misma amenaza, que provenía de los ‘actores armados’ en conflicto. De una parte, las autoridades romanas con un despliegue enorme de fuerza militar y policial. De la otra parte, los fanáticos rebeldes dispuestos a eliminar al que no estuviera de acuerdo con ellos. En medio del ‘fuego cruzado’ estaba la comunidad cristiana con una propuesta alternativa de paz y justicia que no coincidía con ninguno de los dos bandos. Para los romanos, la justicia era, en gran medida, la aplicación universal de los principios que sostenían la legislación romana. El sometimiento a las duras condiciones de la ‘paz romana’ obligaba a las poblaciones de las colonias a pagar fuertes tributos, a incorporar en la propia religión el culto a los dioses imperiales y a destinar grandes masas de la población a la esclavitud y al servicio militar obligatorio. La comunidad cristiana luchaba por lugar un espacio para su propuesta en la sociedad: ellos querían una comunidad humana en la que fuera posible la solidaridad, el respeto por el otro, la distribución equitativa de los recursos. Sin embargo, en esta lucha estaban prácticamente solos. Los grupos rebeldes que se presentaban como la gran alternativa contra el imperio estaban regidos por la lógica de la violencia incontrolable, el sometimiento de los disidentes y por la imposición de la ideología del grupo. Estos grupos fanáticos veían a los cristianos como una amenaza para la identidad del grupo, por eso, con frecuencia los convertían en blanco de persecuciones y en ‘chivo expiatorio’ sobre el cual descargar toda su frustración, prepotencia e intolerancia.

Pero, Jesús ponía en guardia a toda la comunidad contra la creencia de que la única amenaza estaba representada por las armas de metal, piedra y madera. La amenaza mas grave provenía, con frecuencia, de las ideologías que estos grupos representaban. Tanto la ideología de legitimación del imperio romano como los ideales de venganza de los fanáticos rebeldes escondían todo su veneno. Cada grupo se presentaba como un defensor de la justicia, la paz y la libertad, pero evidentemente los hechos contradecían sus grandilocuentes discursos. Cada grupo perseguía sus intereses particulares ignorando los más mínimos principios éticos. El dilema para los cristianos era el de alinearse en uno u otro bando, creyendo que así se alcanzarían los ideales de justicia, paz y libertad que Jesús de Nazaret había propuesto con su ideal del reinado de Dios.

Este mismo problema lo afronta Pablo desde el punto de vista de la justificación por la ley. Las comunidades cristianas estaban deslumbradas por la creencia de que el cumplimiento estricto de los preceptos religiosos conducía inevitablemente a la salvación del individuo. Pero, Pablo denuncia esta falsa creencia al denunciar que el mero cumplimiento de la letra de la ley no conduce a la justicia. La ejecución de los deberes del culto, como las ofrendas, los baños rituales, los sacrificios, las peregrinaciones… no garantizan una auténtica experiencia de Dios. La reunión de grandes masas en los templos o en las sinagogas no son sin más expresión de un auténtico encuentro con el hermano. Los favores intercambiados entre parientes, colegas, coterráneos o correligionarios no constituyen genuina solidaridad. Pablo denuncia precisamente la incapacidad de los mecanismos habituales de la religión para brindar a la comunidad humana una auténtica experiencia de fraternidad, esperanza y comunión.

Pablo invita a la comunidad a no dejarse engañar por las artimañas de el legalismo, el ritualismo y la religión de masas. La justicia que nos une al Dios de la vida es un don para toda la comunidad. La auténtica religión es aquella que nos conduce del hermano hacia Dios, mediante la compasión, la misericordia y la solidaridad.

El cristiano que se ha comprometido con la causa del reino puede, entonces, hacer suyas las palabras del profeta Jeremías y clamar: «a ti, Señor, he encomendado mi causa». Pero no como expresión superflua de triunfalismo religioso ni como pura exaltación individualista de los bienes recibidos, sino como expresión de la única justicia posible: la vida plena del pobre. Porque, la vida plena es manifestación patente de que la lógica de la muerte no ha prevalecido. Si el pobre vive, vive por gracia de Dios y por la opción radical de las comunidades humanas que no se dejan sumir en la lógica legalizada de la barbarie. Por eso el profeta nos invita a alabar al Señor, porque Él ha salvado la vida del pobre.

Tanto la violencia, el afán de venganza, el imperialismo como el ritualismo, el legalismo y la alienación son armas ideológicas ocultas que conducen imperceptiblemente a la pequeña comunidad hacia la muerte. Estos son los enemigos que pueden matar no solo el cuerpo, sino también el alma y llevar a la gente a las inaplacables llamas del fanatismo. Si una comunidad no va a fondo en su conocimiento de la palabra de Jesús, si no descubre los peligros ocultos al interior de ella misma, si no es radical en su opción por la vida, es muy probable que termine creyendo que la paz es la ausencia de guerra y que la justicia es un asunto individual, negando así la gracia y la justicia como bien mayor. Leer más…

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Pikaza

Domingo, 21 de junio de 2020
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Ni miedo a hablar, ni miedo a morir. Domingo 12 del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Domingo, 21 de junio de 2020
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Jesús-y-sus-discípulos-Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Domingo 12 del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Después de la fiesta del Corpus volvemos al Tiempo Ordinario y seguimos leyendo el evangelio de Mateo. Interrumpimos su lectura el 1 de marzo para dar paso al gran paréntesis de la Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Pentecostés y Trinidad. Ahora, cuando reanudamos la lectura de Mateo es como si entrásemos tarde en el cine, con la película empezada hace tiempo.

¿Qué ha ocurrido desde el Sermón del Monte, que es lo último que estábamos leyendo? Jesús ha realizado diez milagros, demostrando que su autoridad le capacita no solo a proponer una doctrina superior a la de Moisés, sino que tiene también poder sobre la enfermedad, la naturaleza y los demonios. Su actividad crece, reúne un grupo de doce discípulos y les dirige un discurso sobre la misión que deben realizar y sus consecuencias.

El discurso de misión

            El segundo de los cinco discursos de Jesús que incluye el evangelio de Mateo está dirigido a los discípulos, cuando los envía de misión. El domingo pasado (11 del Tiempo Ordinario), al coincidir con la fiesta del Corpus, no se leyó el comienzo, en el que Jesús, compadecido de la gente, elige a doce para que anuncien el Reino de Dios, curen enfermedades, y hagan todo de forma gratuita. Ninguno de ellos imagina que este mensaje o esta actividad, sin pedir nada a cambio, pueda provocarles calumnias y persecuciones. Sin embargo, repetir el mensaje de Jesús y vivir como él vivió provoca mucho malestar en ciertos ambientes. Por eso, les deja claro a los discípulos que van a ser muy perseguidos (Mt 10,16-25). Ante esto, corren dos peligros: callar, para no meterse en complicaciones; y dejarse arrastrar por el miedo a la muerte. Es el tema del evangelio de este domingo 12.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 26-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

  1. A) No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
  1. B) Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo, también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo

            Mateo ha recogido frases pronunciadas por Jesús en distintos momentos de su vida. Por eso, pueden desconcertar un poco. Por ejemplo, las palabras: “Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse”, no encajan muy bien en el contexto. Sería más claro si las suprimiésemos y dejáramos: “No tengáis miedo a los hombres. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea.” Pero el conjunto resulta claro. Podemos dividirlo en dos bloques; por motivos de claridad, los he titulado A y B.

            En el primero (A), llama la atención la triple repetición de “no tengáis miedo”. Aunque esas palabras se usan a menudo en el Antiguo Testamento, no debemos interpretarla como una fórmula hecha, de escaso valor. Los discípulos van a sentir miedo en algunos momentos. Un miedo tan terrible que los impulsará a callar, para evitar que los maten. La forma en que Jesús aborda este tema resulta de una frialdad pasmosa, usando tres argumentos muy distintos: 1) la muerte del cuerpo no tiene importancia alguna, lo importante es la muerte del alma; 2) por consiguiente, no hay que temer a los hombres, sino a Dios; 3) en realidad, a Dios no debéis temerlo porque para él contáis mucho; aunque caigáis por tierra, como los gorriones, él cuidará de vosotros.

            El segundo bloque (B) trata un tema algo distinto: el peligro no consiste ahora en callar sino en negar a Jesús, una situación que recuerda las persecuciones de los primeros cristianos. Y el argumento que se usa no es el del temor a Dios, sino tener en cuenta la reacción de Jesús: él se comportará con nosotros igual que nosotros nos comportemos con él. Si nos ponemos de su parte, él se pondrá de la nuestra; si lo negamos, él nos negará.

Resumiendo

            En el primer caso, a quien deben tener los apóstoles es a Dios, el único que puede matar el alma. En el segundo, a quien deben temer es a Jesús, que podría negarlos ante el Padre del cielo. A quienes no deben temer es a los hombres.

            Cuando se piensa en los recientes asesinatos de cristianos en Egipto, Siria y otros países, quienes vivimos en una sociedad tranquila y segura (por mucho que nos quejemos) podemos tener la impresión de que estas palabras son inhumanas, casi crueles. Sin embargo, a esos cristianos perseguidos de todos los tiempos les han infundido enorme esperanza y energía para confesar su fe. Han preferido la muerte a renegar de Jesús; han preferido ponerse de su parte, salvar el alma antes que el cuerpo.

Jeremías, apóstol y anti-apóstol

            La primera lectura sirve de paralelismo y contraste con el evangelio. El destino de Jeremías, calumniado y perseguido por sus paisanos de Anatot y por las autoridades religiosas y políticas de Jerusalén, recuerda lo que anuncia Jesús a sus discípulos. Pero hay una gran diferencia. El profeta termina pidiendo a Dios que lo vengue de sus enemigos. Jesús nunca sugiere algo parecido a sus discípulos. Al contrario, morirá perdonando a quienes lo matan.

Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13

Dijo Jeremías:

Oía el cuchicheo de la gente: “Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo.” Mis amigos acechaban mi traspié: “A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él.” Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos. porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

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21 De Junio. Domingo XII del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Domingo, 21 de junio de 2020
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No tengáis miedo a las gentes, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.”

(Mt 10, 26-33)

En este pequeño fragmento del evangelio de Mateo Jesús nos repite hasta en tres ocasiones “no tengáis miedo.” Y he oído decir que la biblia repite esa misma invitación 365 veces. Podríamos decir que la Palabra de Dios tiene una invitación a la confianza para cada día del año.

Dios, que nos conoce muy bien, sabe que el miedo es nuestro peor enemigo. El miedo nos deshumaniza. Nos lleva a cometer las peores traiciones.

Y si el miedo se une al poder el resultado son los grandes tiramos de la historia. También los pequeños. El miedo a perder el poder nos hace ver en las demás personas enemigos a los que hay que eliminar.

Jesús sabe que el miedo, aunque es una reacción humana ante el peligro, puede ser dañino, por eso nos repite: “no temáis.”

Es decir, nos invita a la confianza que también es una realidad humana y que además humaniza.

Pero, ¿cómo vamos a confiar en una época en la que nos inyectan miedo a diario? ¿Es posible confiar en una sociedad dónde la corrupción campa a sus anchas? ¿Cómo vamos a confiar cuando nos han enseñado desde pequeños a no fiarnos de nadie?

A simple vista parece que la confianza no tiene cabida. Pero en definitiva solo cuando la realidad es ambigua y hay riesgo de perder y ser traicionada es cuando puede ejercerse la confianza.

Porque la confianza es un acto de libertad que asume riesgos en busca de una realidad alternativa.

La espiral del miedo solo puede destruirse con confianza, de la misma manera que solo el amor nos salva del odio y la venganza.

Oración

¡Llámanos a la confianza! Tú que nos conoces, Tú que sabes que solo la confianza puede cambiar nuestras relaciones humanas.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El miedo a un peligro real puede salvarte la vida.

Domingo, 21 de junio de 2020
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paureMt 10,26-33

El “no tengáis miedo”, que hoy hemos escuchado una y otra vez en el evangelio, está encuadrado en el contexto de la misión. Jesús acaba de decir a sus seguidores que les perseguirán, les encarcelarán, incluso les matarán. Sin embargo, está claro que la advertencia podemos aplicarla a todas las situaciones de miedo paralizante que podemos encontrar en la vida. No solo porque Jesús dice lo mismo en otros contextos, sino porque así lo insinúan las bellísimas imágenes de los gorriones y los cabellos.

Hay un miedo instintivo que es producto de la evolución. Este es imprescindible para mantener la vida biológica de cualquier ser vivo. Es un logro de la evolución y por lo tanto bueno. Su objeto primero es defender la vida biológica; ya sea huyendo, sea liberando energía para enfrentarse a la amenaza. Este miedo es natural y sería inútil luchar contra él. Pero el hombre puede ser presa de un miedo aprendido racionalmente, que le impide desplegar sus posibilidades de verdadera humanidad. Este es el que nos traiciona y nos lleva a desatinos constantes porque nos paraliza y atenaza. Este miedo artificial en lugar de defender, aniquila. Este miedo es contrario a la fe-confianza.

¿Por qué tenemos miedo? Anhelamos lo que no podemos conseguir y surge en nosotros el miedo de no alcanzarlo. No estamos seguros de poder conservar lo que tenemos y surge el temor de perderlo. El miedo racional es la consecuencia de nuestros apegos. Creemos ser lo que no somos y quedamos enganchados a ese falso “yo”. No hemos descubierto lo que realmente somos y por eso nos apegamos a una quimera inconsistente. Jesús dijo: “La verdad os hará libres”. Los miedos, que no son fruto del instinto, son causados por la ignorancia. Si conociéramos nuestro verdadero ser, no habría lugar para esos miedos.

Si Jesús nos invita a no tener miedo, no es porque nos prometa un camino de rosas. No se trata de confiar en que no me pasará nada desagradable, o de que si algo malo sucede, alguien me sacará las castañas del fuego. Se trata de una seguridad que permanece intacta en medio de las dificultades y limitaciones, sabiendo que los contratiempos no pueden anular lo que de verdad somos. Dios no es la garantía de que todo va a ir bien, sino la seguridad de que Él estará ahí en todo caso. Cuando exigimos a Dios que me libere de mis limitaciones, estoy demostrando que no me gusta lo que hizo.

La confianza no surge de un voluntarismo a toda prueba, sino de un conocimiento cabal de lo que Dios es en nosotros. Aceptar nuestras limitaciones y descubrir nuestras verdaderas posibilidades, es el único camino para llegar a la total confianza. La confianza es la primera consecuencia de salir de uno mismo y descubrir que mi fundamento no está de mí. El hecho de que mi ser no dependa de mí, no es una pérdida, sino una ganancia, porque depende de lo que es mucho más seguro que yo mismo. Mi pasado es Dios, mi futuro es el mismo Dios; mi presente es Dios y no tengo nada que temer.

Hablar de la confianza en Dios, nos obliga a salir de las falsas imágenes de Dios. Confiar en Dios es confiar en nuestro propio ser, en la vida, en lo que somos de verdad. No se trata de confiar en un Ser que está fuera de nosotros y que puede darnos, desde fuera, aquello que nosotros anhelamos. Se trata de descubrir que Dios es el fundamento de mi propio ser y que puedo estar tan seguro de mí mismo como Dios está seguro de sí. Por grande que sea el motivo para temer, siempre será mayor el motivo para confiar. Confiar en Dios no es esperar su intervención desde fuera para que rectifique la creación. Confiar es descubrir que la creación es como tiene que ser y lo que falla es mi percepción.

El miedo es utilizado por todo aquel que pretende someter al otro. No solo es explotado por empresas que se dedican a vendernos toda clase de seguros, sino también por las religiones, que explotan a sus seguidores ofreciéndoles seguridades absolutas, después de haberles infundido un miedo irracional a lo sagrado. Creo que todas las religiones han intentado manipular la divinidad para ponerla al servicio de intereses egoístas. El miedo es el instrumento más eficaz para dominar a los demás. Todas las autoridades, civiles y religiosas, lo han utilizado siempre para conseguir el sometimiento de sus súbditos.

En nuestra religión, el miedo ha tenido y sigue teniendo una influencia nefasta. La misma jerarquía ha caído en la trampa de potenciar y apuntalar ese miedo. La causa de que los dirigentes no se atrevan a actualizar doctrinas, ritos y normas morales, es el miedo a perder el control absoluto. La institución se ha dedicado a vender, muy baratas por cierto, seguridades externas de todo tipo, y ahora su misma existencia depende de los que sus adeptos sigan confiando en esas seguridades engañosas que les han vendido. Han atribuido a Dios la misma estrategia que utilizamos los hombres para domesticar a los animales: zanahoria o azúcar y si no funciona, palo, fuego eterno.

Las religiones siguen necesitando un Dios que sea todopoderoso, y que ese poder omnímodo lo ponga al servicio de sus intereses. Pero Dios es nadapoderoso, porque todo su poder ya lo ha desplega­do, mejor dicho lo está desplegando constantemente, por lo tanto no puede en un momento determinado actuar con un poder puntual. Por eso mismo, tenemos que confiar totalmente en él, porque nada puede cambiar de su amor y compromiso con los hombres. La causa de Dios es la causa del hombre. No nos engañemos, ponerse de parte de Jesús es ponerse de parte del hombre. Dios no está desde fuera manejando a capricho su creación. Está implicado en ella inextricablemente. Su voluntad es inmutable. No es algo añadido a la creación, sino la misma creación.

Si de verdad me creo que, vistas desde Dios, las criaturas no se distinguen del creador, entonces surgirá en mí un sentimiento de total seguridad, de total confianza en mí, en lo que soy y en lo que yo significo para Dios. Lo mismo que descubriré lo que Dios significa para mí. Esta experiencia no tiene nada que ver con lo que yo individualmente sea. La confianza no es un regalo para los buenos, sino una necesidad de los que no lo somos. Cuando confiamos porque nos creemos buenos, entramos en una dinámica peligrosísima, porque no confiamos en Dios, sino en nosotros mismos y en nuestras obras. Jesús nos invita a no tener miedo de nada ni de nadie. Ni de las cosas, ni de Dios, ni siquiera de ti mismo. El miedo a no ser suficientemente bueno es la tortura de los más religiosos.

Todos los miedos se resumen en el miedo a la muerte. Si fuésemos capaces de perder el miedo a morir, seríamos capaces de vivir en plenitud. Todo lo que tememos perder con la muerte, es lo que teníamos que aprender a abandonar durante la vida. La muerte solo nos arrebata lo que hay en nosotros de contingente, de individual, de terreno, de caduco, de egoísmo. Temer la muerte es temer perder todo eso. Es un contrasentido intentar alcanzar la plenitud y seguir temiendo la muerte. En el evangelio está hoy muy claro. Aunque te quiten la vida, lo que te arrebatan es lo que no es esencial para ti.

Meditación

Si tienes miedos, no has hecho tuya la salvación que Jesús te ofrece
Si sigues temiendo a Dios,
en vez de avanzar en tu liberación,
te has metido por un callejón oscuro y sin salida.
No pienses que tienes que ser bueno para salvarte.
Tienes que sentirte ya salvado para ser bueno.

 

 Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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