Un juez de Chile ignora las agresiones homófobas del pastor Javier Soto y se niega incluso a escuchar la versión del MOVILH
“Aberrante” resolución la que ha emitido el juez chileno Ponciado Salles, (en la fotografía) en relación a la causa abierta contra el homófobo pastor evangélico Javier Soto. Así ha calificado el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual de Chile (MOVILH) el auto del magistrado Selles, mediante el que sobreseé la querella presentada por esta destacada organización LGTB. El fanático evangélico, como recogió dosmanzanas el pasado mes de diciembre, increpó en el Congreso de Chile a los diputados que votaron a favor de las uniones civiles abiertas a parejas del mismo sexo. Y por si no fueran expresiones suficientes de odio LGTBfóbico, participó en una agresión física contra el dirigente de MOVILH Rolando Jiménez y otros activistas. El juez Salles, sorprendentemente, ha considerado que el pastor respeta la diversidad sexual, negándole la palabra al MOVILH, así como la presentación de pruebas y testigos.
Tremenda miopía la del magistrado del Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, Ponciado Salles, que no ha sido capaz de ver homofobia en los deleznables actos del pastor radical Javier Soto. El juez se ha limitado a escuchar la tergiversada versión del pastor Soto para sobreseer la querella criminal que presentó el MOVILH contra él, por las agresiones motivadas por el odio homófobo de la que fueron víctimas diversos activistas LGTB. En una audiencia de apenas 15 minutos, Salles adoptó esta cuestionable determinación, sin permitir que el abogado del MOVILH, Jaime Silva, le mostrara los videos en los que Soto insulta y agrede al dirigente Rolando Jiménez (además de acusarlo de pedófilo y de pervertir a menores de edad). El letrado del MOVILH entiende que “es claro que este juez venía predeterminado, tomó la decisión de manera previa a escucharnos, lo que atenta contra el debido proceso”. Debido a esta consideración, el letrado anuncia que la entidad LGTB recurrirá ante la Corte de Apelaciones.
El activista del MOVILH Rolando Jiménez ha explicado cómo “aquí todo el país ha visto como este sujeto me ha agredido y acosado durante meses, además de perseguirme en la vía pública cada vez que me ve, a lo que suman acusaciones gravísima y golpes”. Jiménez denuncia que “para Salles, en cambio Soto jamás me ha acosado e injuriado”, razón por la que califica el auto del magistrado como una “resolución indignante y demostrativa del desprestigio del poder Judicial en Chile”. Son muchas las muestras de los execrables actos de hostigamiento por parte del pastor extremista hacia activistas como Rolando Jiménez.
Tal y como el MOVILH le ha explicado a dosmanzanas, Soto ha llegado a perseguir al activista Jiménez en eventos públicos y hasta en la sede de la organización. “Lo ha esperado por horas en las afueras de La Moneda y del Congreso Nacional para hostigarlo y literalmente cercarlo junto a otras personas en la vía pública a objeto de impedir su libre tránsito”. Además, le ha espetado “las ofensas homofóbicas más violentas que se le conocen, llegando a comparar a Jiménez con el mismo diablo y con Hitler”. Incluso llegó a afirmar que el accidente cerebrovascular que afectó al dirigente gay en diciembre pasado era “un hecho justo y obra de Dios”. A la par, Soto ha usado a niños de menos de 10 años en videos en los que se ataca a Jiménez por el libro Nicolás tiene dos papás.
Una de las situaciones más graves, según recuerdan desde el MOVILH, ocurrió durante la audiencia de preparación de juicio oral, pues en ese momento Soto asistió acompañado de unas 100 personas, entre ellas madres con niños en brazos, que se abalanzaron contra Jiménez y otros activistas, insultándolos, lanzándoles agua y escupitajos, además de pellizcarlos, golpearlos en brazos y piernas y romper sus pertenencias.
Un pastor que avergüenza a las propias iglesias evangélicas
Como publicaba dosmanzanas en diciembre, el pastor Soto fue invitado al Congreso de Chile por el diputado de la Democracia Cristiana Jorge Sabag, con el que mantuvo un encuentro en la cafetería del edificio, aunque luego Soto desapareció de su vista y se personó a iniciativa propia en la sala donde se reunía la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. Allí increpó a gritos a los diputados que habían votado a favor del proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja (por 11 votos a 1), que calificó de “perversión e inmundicia”, encarándose con ellos y siendo finalmente desalojado por guardias de seguridad. Incluso el diputado Cristián Monckeberg, actual presidente de Renovación Nacional (uno de los partidos de la oposición conservadora) ayudó a expulsarlo de la sala.
“Los evangélicos pedimos respeto para todas las personas, al margen de su condición y pensamiento. Rechazamos de la forma más categórica la discriminación, el acoso y fanatismo religioso inspirado en la intolerancia. En este sentido, creemos importante que la sociedad en su conjunto se proteja de estos brotes de incitación al odio”. Así se expresaba la Mesa Ampliada de Iglesias Evangélicas en boca de su presidente, el obispo Emiliano Soto, tras lo sucedido en el Parlamento de Chile.
LGTBfobia continuada, desde la más absoluta impunidad
Desgraciadamente, el nombre de este pastor no nos resulta ajeno, en relación a toda clase de manifestaciones de odio motivado por la diversidad sexual y la identidad de género. En abril del año pasado, Soto atribuyó dos de las más recientes tragedias que han asolado Chile (el terremoto que afectó a su zona norte y el incendio de Valparaíso) a la “ira de Dios” por el hecho de que Chile estudiara la aprobación de leyes de reconocimiento de las parejas del mismo sexo. Ya antes de eso se había plantado ante el Palacio de la Moneda con un altavoz anunciado “miles de muertos en la quinta región del país” si el Congreso de Chile aprobaba el reconocimiento de las parejas del mismo sexo. Este verano, sin ir más lejos, volvía a protagonizar una asquerosa escena en la que el pastor profería improperios homófobos contra el dirigente Rolando Jiménez y otros activistas, mientras pisoteaba una bandera arcoíris:
Cualquier ciudadano puede comprobar el fanático proceder de Javier Soto a través de los vídeos y las informaciones recogidas en los medios de comunicación. Por lo tanto, no se puede ignorar la gravedad de las mismas o que estas están motivadas por el odio LGTBfóbico. Preguntémonos si la resolución del magistrado hubiera sido la misma ante una hipotética grabación en la que un activista pisoteara un ‘libro sagrado’, vociferando toda clase de insultos y agresiones verbales. “Agotaremos todas las diligencias necesarias para un juicio justo. Lo de hoy es de una vergüenza tan grotesca, como violenta”, concluyen desde el MOVILH. Dosmanzanas expresa su solidaridad con los activistas chilenos y desea que se haga verdadera justicia contra este sujeto indeseable.
Fuente Dosmanzanas
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