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¿Nos animamos a ponernos en camino?

Domingo, 15 de agosto de 2021
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2D162234-A166-4839-80E0-7920D20956B7Lc 1, 39-56

Celebrar hoy a María que es llevada al encuentro definitivo con Dios nos compromete a vivir, como ella, esos otros encuentros transformadores en los que compartimos y cantamos la vida que Dios nos regala.

Este domingo celebramos la fiesta de la Asunción de María. Lo normal es que acudan a nuestra mente las muchas imágenes que hemos visto de María, mirando a lo alto, con las manos juntas, rodeada de ángeles, sobre nubes que indican cómo es elevada al cielo. Es realmente una fiesta que nos habla del triunfo y la santidad de María, pero que apenas nos dice nada, si nos quedamos en las imágenes, porque nuestra propia experiencia tiene poco que ver con ellas.

Pero, como tantas veces, el evangelio de hoy nos saca de estas imágenes que nosotros mismos nos hacemos y nos presenta a María con los pies en la tierra. Viviendo salidas y encuentros que sí pueden parecerse a los nuestros. Vamos a intentar acoger toda la riqueza de este texto, precioso y claro, ayudándonos de dos imágenes que nos presenta:

1. El encuentro de dos mujeres embarazadas

Según Lucas, María acaba de recibir la noticia de que ha sido elegida para ser madre del Mesías, del Hijo de Dios, y lo que hace es “ponerse en camino” y añade el texto “con prontitud”, aunque también puede traducirse con diligencia, con empeño, con cuidado… Como una decisión que brota de su nueva condición de madre, de sentir que en sus entrañas crece la nueva vida que viene de Dios.

Dios ha salido a su encuentro y ella va al encuentro de Isabel, una mujer también embarazada. Dos embarazos que se nos invita a contemplar a la luz de la fe, porque se realizan en circunstancias que humanamente son imposibles. En el caso de María porque “no conoce varón” y en de Isabel porque es anciana, “ha concebido en la vejez”. Y es que la vida que nace de Dios, nos dice el evangelio, rompe todas las normas, supera nuestros cálculos, nos sorprende irrumpiendo con fuerza allí donde nosotros no vemos posibilidades.

Esta experiencia de que para Dios “nada hay imposible”, de que Él sale al encuentro y hace surgir vida en dos mujeres sencillas, como entre tantos pobres y humildes, es una experiencia de las primeras comunidades cristianas, pobres, pequeñas y perseguidas. ¿No puede ser hoy la nuestra? ¿No se sienten nuestras comunidades a veces como Isabel, demasiado mayores y cansadas para algo nuevo, o demasiado solas y llenas de dificultades para ello?

Dos mujeres embarazadas, que se encuentran, ¿de qué hablan? Sin duda de sus hijos, de su alegría, del futuro… En este caso nos dice el evangelio que la alegría es desbordante y contagiosa, tan honda que “el niño salta de gozo en sus entrañas” y se llena del Espíritu de Dios. Y desde este Espíritu hablan de un futuro que las transciende, que no es solo el futuro de sus hijos, es el futuro de todo el pueblo, de toda la humanidad.

La hondura de gozo y de fe hace que este encuentro adquiera otra dimensión, del encuentro de dos mujeres pasa a ser el encuentro definitivo y permanente de Dios y nuestro mundo, su mundo.

2. Una mujer que se pone a cantar a Dios y al mundo nuevo que Él hace posible

Esta es la segunda imagen, María consciente de lo que está viviendo prorrumpe en un cantico que expresa una de las imágenes de Dios más rotundas y esperanzadoras del Nuevo Testamento.

Es importante considerar cómo Lucas pone en boca de María este canto que conocemos como el Magníficat. No vamos a entrar en su origen, ni a tratar de desentrañar las imágenes del AT que evoca… Vamos a dejar que nos toque el corazón desde su sencillez y frescura, a la vez que desde su hondura y tremendas afirmaciones.

María expresa su conciencia maravillada de la acción de Dios en ella, más allá de su pequeña realidad o precisamente por ella. Descubre que Dios es grande porque actúa en su sierva pobre y sin méritos. Y afirma con contundencia que es a ella, humilde mujer nazarena, a quien todas las generaciones llamarán bienaventurada. No solo a su hijo ni a su Dios.

Y esta experiencia de que Dios hace maravillas en ella, es la razón por la que afirma que Dios es misericordioso y que esta misericordia realizada en ella, se extiende, de generación en generación, sobre los que le temen, sobre los que le toman en serio, sobre los que creen en él y le aman.

Su experiencia personal, es la que le hace descubrir cómo actúa Dios en el mundo y como está dispuesto a hacer nuevo nuestro futuro, con acciones desestabilizadoras a favor de los pequeños, de los necesitados:

“Dispersa a los soberbios de corazón, derriba a los poderosos y ensalza a los humildes. Llena de bienes a los hambrientos y despide vacios a los ricos”

Esta es la promesa de Dios para con su pueblo, la promesa que hace cantar de gozo a María. Esta es la promesa que Dios nos hace hoy a nosotros, que hace a nuestra Iglesia y a nuestro mudo.

Aclamar y celebrar hoy a María que es llevada al encuentro definitivo con Dios nos compromete a vivir, como ella, esos otros encuentros transformadores en los que compartamos y cantemos la vida que Dios, por su misericordia, derrama en nosotros, en nuestra pobre realidad. ¿Nos animamos a ponernos en camino?

¡Feliz domingo! ¡Feliz día de la Asunción de María!

Mª Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

Fuente Fe Adulta

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Nuevas imágenes para la Asunción de María.

Domingo, 15 de agosto de 2021
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estos_son_mi_madre_y_hermanosLa imagen de Asunción despierta imágenes de movimiento, de atracción hacia arriba, de impulso ascensional; nuestra mirada es atraída hacia la altura y vemos a María elevada hacia ese ámbito que llamamos “cielo” donde, con palabras de Pablo, están “las cosas de arriba“, por contraposición a “las cosas de abajo” (Col 3,1). Pero además de esta imagen espacial, podemos explorar otras que nos acerquen a María:

La obra terminada

Al hablar de la Asunción nos referimos al resultado final y a la culminación del proceso vital de María. Pero la meta supone siempre un camino, el fruto ha tenido una larga maduración en el árbol, la piedra preciosa ha cristalizado lentamente durante miles de años en la hondura de la roca. Cuando se emprende una obra pública de envergadura se suele construir una maqueta que muestre el proyecto que se está construyendo y se expone en un lugar visible para que todos puedan ver cómo va a ser el final: al mirarla, contemplamos e imaginamos la obra ya terminada. La Iglesia nos pone hoy ante una “maqueta” que nos muestra el resultado final de la obra de Dios en la mujer que no opuso ninguna resistencia a su acción: “Hágase en mí…”, dijo María, la mujer de la Nueva Creación, acogiendo sobre ella la presencia del mismo Espíritu que “se cernía sobre la faz de las aguas” (Gen 1,2) en la mañana de la primera creación.

El fruto de la nueva Tierra

Cuando Moisés no sabía cómo convencer a un pueblo cansado, escéptico y desmotivado para entrar en la tierra de la promesa, envió exploradores a Canaan que volvieron cargados con gigantescos racimos de uvas dulces, frescas y apetitosas: ¡Estos son los frutos de la tierra hacia la que nos dirigimos!”, dijo Moisés al mostrárselos a los israelitas (Num 13). Algo así hace la Iglesia cuando nos presenta la Asunción de María, como si nos dijera: “Mirad las primicias de la humanidad nueva, ella es el fruto ya granado de la Tierra hacia la que nos dirigimos. Dichosos vosotros por haber recibido la buena noticia del campo donde echa sus raíces el Árbol de la Vida que produce semejante fruto, compartid con otros ese secreto a voces, ese sabor del vino que llena de alegría”. La existencia ya glorificada de María y su alegría, son los únicos instrumentos de que dispone para decirnos: “Es una tierra que mana leche y miel. Vale la pena subir a conocerla”.

La casa preparada

Me voy a prepararos lugar, decía Jesús, y cuando vaya y os prepara el lugar, vendré de nuevo a llevaros a mi casa para que donde yo esté, estéis también vosotros (Jn 14, 2-3).

María, la primera en llegar a la Casa, toma parte con su Hijo en la tarea de preparar ese lugar para que un día, donde ella esté, estemos también nosotros. Ella nos espera “a mesa puesta” en ese banquete del que le gustaba hablar a su Hijo.

La meta alcanzada

La imagen es de Pablo en su carta a los Filipenses: Hermanos, yo no lo he alcanzado aún, ni he llegado ya a ser perfecto, sino que continúo mi carrera a fin de poder alcanzar a aquel por quien yo mismo fui alcanzado, Cristo Jesús. (Fil 3,12). El evangelio nos presenta a María desde el comienzo “caminando deprisa” desde Nazaret de Galilea a la sierra de Judea para llegar a casa de su prima Isabel y en aquella primera “meta” de su carrera, recibió de labios de Isabel la primera bienaventuranza: “Dichosa tú que has creído…”. Y aquello no fue sino un anticipo de la felicitación que iba a recibir en el final definitivo de su trayectoria. Toda la vida de María consistió en dirigirse apasionadamente hacia esa meta definitiva que no podía ser otra cosa que su propio Hijo. Como cuando llega la primavera y el ánade salvaje emprende el vuelo de retorno y nada puede detener su impulso ascensional.

Dolores Aleixandre

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Quien comprende es feliz

Domingo, 15 de agosto de 2021
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2A8ED1C6-34B3-48EC-9575-ED8BF22B8FC9Fiesta de la Asunción

15 agosto 2021

Lc 1, 39-56

Entendida en su literalidad, la expresión “dichosa tú, que has creído” no se sostiene, porque la dicha o la felicidad no puede apoyarse en una creencia. La creencia, en cuanto constructo mental, únicamente puede ofrecer una sensación de seguridad mientras la persona mantiene su adhesión a ella. Pero, en sí misma, carece de consistencia.

 Eso mismo ocurre cuando pensamos que la felicidad es “algo” a conseguir. La convertimos así en un objeto, sin caer en la cuenta de que todo objeto es, por definición, impermanente y, por tanto, incapaz de otorgar dicha o felicidad estable.

  La felicidad no nos viene de fuera ni nos espera en el futuro. Tampoco se halla en “algo” que deberíamos alcanzar. La felicidad es una con lo que somos, es otro nombre de nuestra identidad profunda, por lo que trasciende toda circunstancia que nos pueda ocurrir.

 Al escribir esto, me vienen a la memoria las palabras de Nisargadatta: “Compare usted la conciencia y su contenido con una nube. Usted está dentro de la nube, mientras que yo la miro. Está usted perdido en ella, casi incapaz de ver la punta de sus dedos, mientras que yo veo la nube y otras muchas nubes y también el cielo azul, el sol, la luna y las estrellas. La realidad es una para nosotros dos, pero para usted es una prisión y para mí un hogar”.

 O aquellas otras de Ramana Maharshi: “Usted es ignorante de su estado de plena felicidad”. Ya somos felicidad. El problema es que nos identificamos con lo que no somos y, en esa misma medida, nos alejamos de la felicidad y, a continuación, la objetivamos en “algo” y la proyectamos “fuera”. Pero la felicidad no es un “estado de ánimo” -que puede variar-, sino un “estado de ser”, que nace justamente de la comprensión profunda y que es capaz de abrazar todos los estados de ánimo.

 De manera inmediata, nuestra mente coloca etiquetas sobre aquello que supuestamente nos haría felices y aquello otro que supuestamente nos arrebataría la felicidad. Ante esto, la pregunta decisiva es: ¿Estamos dispuestos a incluir todo tipo de situaciones dentro de la felicidad?… ¿Estamos verdaderamente dispuestos a ser felices en cualquier situación… o queremos “salirnos con la nuestra”? Eso requiere ser honestos. Al llevar la honestidad al mundo de nuestras imágenes mentales acerca de la felicidad, nos damos cuenta de que rechazamos la felicidad constantemente. Rechazamos la felicidad cada vez que el presente no se parece a nuestra imagen feliz. ¿Cómo vamos a ser felices si renunciamos a ella constantemente? Dicho de modo más simple: el mayor obstáculo para ser felices no es otro que la imagen mental que tenemos de la felicidad.

 La felicidad -no podía ser de otro modo- nace de la comprensión experiencial de lo que somos. La ignorancia introduce en la confusión y en el sufrimiento; la comprensión ilumina y nos hace reconocernos en “casa”, sea lo que sea lo que ocurra. Sin duda, solo quien comprende es feliz. Tenía razón Sócrates al afirmar que “solo hay una virtud: la sabiduría [o comprensión]; y solo hay un único vicio: la ignorancia”.

¿Qué es, para mí, la felicidad? ¿Dónde la pongo o la busco?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El ser humano no es una sinfonía incompleta: La Asunción es también nuestro final.

Domingo, 15 de agosto de 2021
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im22090asuncion-maria-02jpgDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. La fiesta de la Asunción.

  En el Nuevo Testamento no hay testimonios de la Asunción de la Virgen María a los cielos. Pero la tradición de la veneración a la Virgen proviene desde el comienzo de la Iglesia.

      El Concilio de Éfeso (año 431) ya dijo que María era theo-tokos (theos: Dios – tokos: parto): madre de Dios (la que ha dado a luz a Dios).

    Las primeras referencias histórico-litúrgicas de la fiesta de la Asunción datan del siglo VI.

      Sin embargo la definición del dogma de la Asunción es reciente. Fue el papa Pío XII, quien el 1 de noviembre de 1950, propuso a la fe de la Iglesia que María, la madre del Señor fue llevada a los cielos en cuerpo y alma.

     ¡Cómo no vamos a creer que María terminó con y como su Hijo, Jesús, en la casa del Padre, en el cielo!

    La definición dogmática de Pío XII está construida desde una filosofía griega: cuerpo y alma, los cielos, etc… filosofía de la que podemos prescindir: cuerpo, alma, los cielos, etc. Es más que suficiente y esperanzador pensar y creer que María terminó en Dios, eso es lo decisivo.

  1. UNA FIESTA LLENA de VIDA y alegría

     El relato evangélico de hoy está lleno de vida y vitalidad:

     Dos mujeres que están creando vida, de qué van a hablar si no es de la misma vida, llenas de alegría, esperanza y, seguramente, algo de preocupación. El relato de hoy es un canto a la vida y por eso está lleno de alegría, de esperanza.

  • El encuentro de dos familias, dos mujeres que están gestando dos nuevas vidas: María e Isabel, Jesús y Juan.
  • Bendita entre las mujeres
  • La criatura salta de alegría en el seno materno de Isabel
  • María canta a Dios: Proclama mi alma
  • Se alegra mi espíritu en Dios.
  • Le felicitarán todas las generaciones.

     Sabemos que la vida tiene dificultades, pero la existencia humana es encuentro, es crear vida, es bendición, es alegría, es felicitarse por las pequeñas -y las grandes- cosas que acontecen en la historia y en nuestras vidas.

  1. María: madre y mujer creyente.

     A veces se ha presentado a María como una mujer-madre que ya se lo sabía todo: su hijo, Jesús, era el hijo de Dios, y por lo tanto todo estaba claro y resuelto.

    Pero las cosas no fueron así. María, lo mismo que José, no entendían las actitudes de Jesús, su modo de vida, su comportamiento ante los fariseos, ante el Templo y los sacerdotes.

    Jesús “aprendió” de María, su madre. Como toda madre, transmitió a su hijo la cultura, la ley judía, el amor a la Palabra, los salmos, las costumbres, las fiestas, etc. Pero Jesús se distanció mucho del pensamiento y de la tradición del Antiguo Testamento. Incluso la familia de Jesús pensaba que estaba loco: Sus parientes fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: Está fuera de sí, estaba loco. (Mc 3,21).

     Por eso, no les fue fácil ni a María ni a José comprender la forma de comportarse Jesús frente a la ley, en el Templo. Menos podían entender la gente con la que Jesús trataba y los discípulos que le seguían: publicanos, pecadores, prostitutas, zelotas, etc.

    ¿Cómo les sentaría a María y a José aquello que Jesús les contesta tras su “desmarque” en el Templo de Jerusalén: ¿No sabíais que he de ocuparme de las cosas de mi Padre?

     De ahí que María hubo de creer -fe- en su propio hijo. María llegó a la fe en que su hijo Jesús era expresión, palabra de Dios. María comprendió y vio en Jesús a Cristo.

     De ahí que pudiéramos decir que María es la primera creyente. María se fio de Dios. María es madre de Jesús, pero sobre todo es creyente en Jesu-Cristo.

04   La fiesta de la Asunción es canto de esperanza a la vida.

     Dios no nace, no llega a nosotros como un extraterrestre en una nave espacial. Dios vino a nosotros -y viene- como venimos todos. Por medio de personas embarazadas de vida que, como Isabel o María, traen vida a la humanidad, dan luz a la vida, aportan esperanza desde su estado de buena esperanza.

     María e Isabel se visitaron en ese estado por una parte de dificultad y, por otra, de buena y gran esperanza.

    ¿Y si nosotros visitáramos con esperanza a nuestros hermanos en situaciones de dificultad?

     El nivel de esperanza de nuestra civilización está bajo mínimos. La fiesta de la Asunción es una palabra que sostiene la esperanza de los sencillos, apoyando la causa de los pobres, dando sentido al clamor de los hambrientos, estando siempre al lado de quienes nos necesitan, dando vida a quienes se encuentran abatidos por el pesimismo de quien no tiene fe y no ve más allá de los límites de este pequeño mundo que es nuestra historia.

     Pensando en voz alta: nuestra civilización ha sustituido la esperanza por el progreso. Confiamos en el progreso pero no tenemos esperanza. Sin embargo el progreso no termina de dar razón de nuestras vidas. El progreso es lo que es y da de sí lo que da de sí. Pero no se puede decir que porque un caníbal utilice microondas, plato, cuchillo, tenedor y servilleta haya progresado mucho la humanidad.

     El futuro absoluto está en Dios, y si no, no hay un futuro dotado de sentido.

    La existencia dotada de esperanza absoluta vive no fácil, pero sí serenamente las cuestiones de la vida: la libertad, la culpa, la gratuidad, la familia, el pueblo, el futuro.

  1. La Asunción: no somos una sinfonía incompleta.

     La Virgen María, Jesús completaron su existencia en Dios. Algo de eso es lo que significan las fiestas de la Ascensión (Jesús) y la Asunción (María). Habremos de acallar nuestra curiosidad de cómo sea ese final, el cielo. Podemos tener dificultades sobre el cómo será, dónde, cuándo, etc., pero mantengamos firme la esperanza de que “será”. Confiemos en que será. Será en Dios.

     No somos una sinfonía incompleta. Nuestro final es el mismo de Jesús y de María: el cielo. También para nosotros se abrió en el cielo la casa de Dios. (Apocalipsis).

 

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María…

Sábado, 12 de junio de 2021
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En la narración evangélica relativa a María hemos de señalar una circunstancia muy importante: ella fue, a buen seguro, iluminada interiormente por un carisma de luz extraordinario, como su inocencia y su misión debían asegurarle; en el evangelio se manifiesta la limpidez cognoscitiva y la intuición profética de las cosas divinas que inundaban su privilegiada alma. Y, sin embargo, la Señora tuvo fe, la cual supone no la evidencia directa del conocimiento, sino la aceptación de la verdad a causa de la palabra reveladora de Dios. «También la Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe», dice el Concilio (LG 58). Es el evangelio el que indica su meritorio camino, que nosotros recordaremos y celebraremos con el único elogio de Isabel, elogio estupendo y revelador de la psicología y de la virtud de María: «¡Dichosa tú, que has creído!» (Lc 1,45).

Y podremos encontrar la confirmación de esta virtud fundamental de la Señora en todas las páginas del evangelio donde aparece lo que ella era, lo que dijo, lo que hizo, de suerte que nos sintamos obligados a sentarnos en la escuela de su ejemplo y a encontrar en las actitudes que definen la incomparable figura de María ante el misterio de Cristo, que en ella se realiza, las formas típicas para los espíritus que quieren ser religiosos según el plan divino de nuestra salvación; son formas de escucha, de exploración, de aceptación, de sacrificio; y, a continuación, también de meditación, de espera y de interrogación, de posesión interior, de seguridad calma y soberana en el juicio y en la acción, y, por último, de plenitud de oración y de comunión, propias, ciertamente, de aquella alma única llena de gracia y envuelta por el Espíritu Santo, pero formas también de re, y por eso próximas a nosotros, no sólo admirables por nosotros, sino imitables.

*

Pablo VI,
Audiencia general del 10 de mayo de 1967,

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La Virgen sube al cielo en vaqueros: así es el provocador retablo en una iglesia románica alemana

Sábado, 12 de junio de 2021
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El altar ha sido diseñado por Thomas Jessen, e inaugurado en Pentecostés

“El arte, al menos el mío, no quiere provocar. Ofrece una imagen auténtica, una persona auténtica, una escena auténtica. Simplemente está ahí y todo el mundo puede posicionarse en relación a él y decir sí o no, o esta es María y esto es un retablo”, explica el autor

El párroco, encantado con la imagen: “A pesar de todas las grandes cosas que creemos y confesamos acerca de María en nuestra fe, esto no se puede negar, ella también era una mujer como cualquier otra. Una mujer del pueblo”

La Virgen María, en vaqueros y con jersey de cuello alto. Santo Tomás, con el torso desnudo, a su lado. Al fondo, santa Verónica, también con jeans, esculpe el pañuelo en el que quedó impregnado el resto de Jesús. No es una ‘performance‘, sino un altar real, que se encuentra en la iglesia de Sant-Clemens, en la localidad alemana de Drolshagen.

El retablo, diseñado por el artista contemporáneo Thomas Jessen, muestra a la Virgen subida a una escalera, entregándole a Tomás un cinturón, como prueba de su ascensión a los cielos, sobre un fondo rojo. El diseño es absolutamente rompedor, y más aún teniendo en cuenta que se trata de un templo románico.

El pastor Markus Leber encargó el trabajo a Jessen y este ha sido el resultado. El párroco está encantado con la imagen.  “El arte, al menos el mío, no quiere provocar. Ofrece una imagen auténtica, una persona auténtica, una escena auténtica. Simplemente está ahí y todo el mundo puede posicionarse en relación a él y decir sí o no, o esta es María y esto es un retablo”, explica el autor.

Por su parte, el clérigo incide en que “a pesar de todas las grandes cosas que creemos y confesamos acerca de María en nuestra fe, esto no se puede negar, ella también era una mujer como cualquier otra. Una mujer del pueblo”El arte eclesiástico siempre se ha atrevido a hacer algo nuevo: “Tenemos que seguir intentando volver a hablar el viejo mensaje”, dijo Leber.

Fuente Religión Digital

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Juan Zapatero: Con flores a porfía.

Martes, 18 de mayo de 2021
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corazonmaria“Con flores a porfía, con flores a María”. Era el canto que, llegado el mes de mayo, resonaba cada tarde, siempre al finalizar la jornada laboral, y de qué manera, en las iglesias de todas ciudades y pueblos y, cómo no, en las capillas de todos los seminarios, noviciados, centros de formación religiosa y conventos en general. Era un mes muy especial, vaya, era el mes dedicado por excelencia a cantar las alabanzas a la Virgen, figura clave en la vida cristiana en general, pero de manera muy especial en la de los futuros sacerdotes, religiosos y religiosas. Era el mes en que los campos rebosaban de vida y de belleza de manera exuberante, con sus flores por doquier y rosas, muchas rosas que adornaban todos los parques y jardines; unas rosas algunas que parecían hechas de terciopelo. Vaya, un mes en el que cantar a María resultaba fácil, muy fácil y tremendamente gratificante a nivel interior.

No se puede poner en duda el enorme entusiasmo con que en aquellos momentos se cantaba a María, porque, no en vano, como rezaba la letra del canto “madre nuestra es”.

Qué lástima que toda aquella fuerza, aquella “porfía” a ver quién cantaba más y con más vehemencia, etc., no dio como resultado un descubrimiento de María como la mujer a quien imitar como modelo de persona, de ciudadana, de madre y, sobre todo, de modelo de “confianza” en el proyecto de Jesús: “Haced lo que Él os diga”; a “Jesús por María”.

Posiblemente era debido, entre otras cosas, a que el sentimiento jugaba un papel excesivo. Y no es que el sentimiento sea malo; tampoco, por supuesto, cuando lo referimos a la religión y a la vivencia de la fe o a la expresión de lo espiritual. Sí que puede convertirse en un obstáculo para conseguir los mejores propósitos, cuando dicho sentimiento deja de ser un medio o un instrumento para quedar convertido en un fin en sí mismo: el sentimentalismo. Había demasiada sublimación en aquellos cantos; había que buscar algo, o alguien para ser más exactos, que justificara tanta afectividad reprimida o, por lo menos, mal enfocada y peor proyectada. Y qué mejor que la figura de aquella muchacha de Nazaret, en plena efervescencia de la vida, que se ofrece para ser la madre de Dios “sin conocer varón” y, por tanto, consiguiendo que su virginidad quedase “intacta”.

Era, sin embargo, una muchacha demasiado parecida a la mayoría de las que aparecen pintadas en cuadros y óleos de los mejores pintores de siempre; a las que abundan en museos, iglesias y lugares de culto. Y muy poco, en cambio, a las chicas y jóvenes mujeres que la vida nos acostumbra a mostrar por las calles de nuestros pueblos y ciudades. Y, si se me permite, nada en absoluto a esas otras jóvenes y mujeres explotadas, abusadas, violadas, maltratadas, asesinadas y un suma y sigue de ignominias a cuál más grande y peor. Era la chica ideal, “purísima doncella”, joven y guapa, tierna, que justificaba con creces todas las renuncias y más respecto no solo al goce y disfrute legítimo del sexo como parte integrante de la persona, vivido y compartido con amor; sino incluso a la relación sexual como condición necesaria en todos los seres pertenecientes a la especie animal para engendrar una nueva creatura.

Creo que lo que se ponía en juego muchas veces era una especie de urgencia y de necesidad de destacar por encima de todo la virginidad física, aunque la “virginidad de corazón” brillase por su ausencia. O, a lo mejor, se pretendía potenciar las dos, ¿por qué no?, pero con la intención de salvaguardar la primera por encima de todo. Una virginidad física, por otro lado, que apareciera como tal a la vista de todos, aunque a nivel privado pudiera estar mancillada por haberla transgredido en algún momento o estar transgrediéndola de manera habitual; eso sí, siempre de manera oculta. Era esa virginidad que concedía una especie de “estatus” superior socialmente; más aún en un país como el nuestro, en el que, por entonces, el catolicismo, y la Iglesia en concreto, gozaba de privilegios suculentos y de reconocimientos excelsos.

Qué oportunidad perdida para haber descubierto a María como verdadero modelo de fe, no precisamente como cúmulo de verdades, sino como actitud confiada en un proyecto capaz de llenar de sentido la vida “Dichosa tú, que has creído”. Como modelo de absoluta confianza en Jesús, respecto al que no tuvo el más mínimo reparo en cuanto al momento de avanzar su manifestación mesiánica. “Haced lo que Él os diga”.

Para haber descubierto, también, el valor del servicio humilde, decidido y generoso como actitud obligada y necesaria de la fe. “María se encaminó con presura hacia la montaña a visitar a su prima Isabel que estaba embarazada”.

Una María creyente en todo momento, confiada y servicial desde la actitud de mujer del pueblo; no desde una actitud de “virgen”, que más bien ha sido sinónimo durante siglos, para la mayoría de las personas cristianas, de mujer “selecta y apartada”, a quien venerar sobre todo y pedirla también intercesión para “poder sobrellevar” la vida en este “valle de lágrimas”.

Con flores a porfía, con flores a María, pues, además de madre, es, sin ningún tipo de dudas, para quienes intentamos vivir el proyecto de su hijo, nuestro mejor modelo de fe y de confianza, desde su manera de vivir como mujer, como ciudadana, como creyente.

Juan Zapatero Ballesteros

Fuente Fe Adulta

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Ante la Cruz…

Viernes, 2 de abril de 2021
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ANTE LA CRUZ

Ante la cruz me llamas
en tu agonía.
Ante la cruz me llamas.
Y he aquí que tropiezo
con las palabras.

Porque si dices ante
¿no me pides, Señor,
sino que mire
frente a frente la cruz
y que la abrace?

Si te miro, Señor,
y Tú me miras,
es un horno de amor
lo que en ti veo,
y lo que veo en mí,
Señor, no es nada,
nada, nada, Señor,
sino silencio.

Un silencio vacío:
si Tú lo llenas
se habrá hecho la luz
en las tinieblas.

Y si en la cruz te abrazo
y Tú me abrazas,
el silencio, Señor,
es más palabra.

Ante la cruz, Señor,
aquí me tienes,
ante la cruz, Señor,
pues Tú lo quieres.

II

VÍA DOLOROSA

I

PARA DECIR LO QUE PASÓ AQUEL VIERNES…

…a Jesús, en cambio, lo hizo azotar
y lo entregó para que fuese crucificado.
(Mt.27,26)

Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén y en sus afueras
no bastan las palabras.
Por eso no hay
en las avenidas del relato
-Mateo, Marcos, Juan- sino una capa
de misericordia, un leve
y condensado recuerdo a los azotes.
Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén: la sangre,
los insultos, los golpes, la corona
de espinas,
los gritos, la locura, la ira desatada
contra el más bello y puro de los hombres,
contra el más inocente…
para decir lo que pasó aquel viernes
solo valen las lágrimas.

II

SIMÓN DE CIRENE SE ENCUENTRA CON LA CRUZ

Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
(Mt. 27, 32)

Pesan los días y pesan los trabajos
y en las venas el cansancio es veneno
que apresura los pasos hacia el dulce
reposo del hogar;
los pasos hacia el dulce
abrazo del amor y del sueño.
Ni siquiera
hay espacio en el alma para el canto
de un pájaro. Tampoco para el sordo
rumor que empieza a arder
sobre el polvo en la plaza.
Viene Simón el de Cirene convertido
en pura sed, en pura
materia de fatiga.
Esa cruz
le sobreviene como un alud de asombro
y rebeldía.
Pero
entre la náusea de la sangre sabe
que siempre hay un dolor que añadir al dolor.
Entre la náusea de la sangre mira
y encuentra esa mirada como un pozo
encendido,
como un pozo
donde se funde el Galileo
con el dolor del mundo.
Apenas un instante y el abrazo
del corazón y la madera hasta la cima.
Vuelve Simón el de Cirene. Queda
una cruz en su piel.
Y una mirada.

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III

MUJER EN JERUSALÉN

Lo seguía muchísima gente, especialmente
mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
(Lc. 23, 27)

Mis ojos suben por las calles de Jerusalén
bajo una lluvia de dolor,
bajo una lluvia
que va a lavar el mundo.
Mis ojos suben arrimados
a la cal de las paredes
mientras todo el fragor del sufrimiento
se hace eco en mis párpados.
Puedo sentir tu sed,
la quemazón de tus rodillas rotas
sobre los filos de la tierra.
Toma mi corazón, toma mis lágrimas,
déjalas que ellas laven tus heridas
ahora que soy
mujer en Jerusalén y que te sigo.
Mis ojos se adelantan
por los empedrados de Jerusalén
para encontrar los tuyos.
Y no hay en ellos
rebeldía.
Bajo la cruz
Tú eras una antorcha
de mansedumbre. Derramabas
una piedad universal con cada aliento.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
(Lc.23,28)

¿Y cómo no llorar, Señor?
Déjame, al menos,
si no llorar por Ti, llorar contigo.

III

GÓLGOTA

I

EL CORAZÓN DE LAS MUJERES

Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea
para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos.
(Mt 27, 55)

Estirándose sobre la distancia,
el corazón de las mujeres
se hizo cruz en el Gólgota.
¡Oh corazón de las mujeres, cruciforme,
arca lúcida,
oscura estancia del amor y permanente
arcaduz del misterio!
¡Oh corazón de las mujeres,
prodigioso arroyo fiel que mana
desde el mar de Galilea hasta el Calvario!
¡Y más allá del Calvario, hasta los límites
verticales y alzados,
hasta la orilla de la fe donde se trueca
el destino del hombre!
Mujeres, con vosotras he visto
la salvación del mundo,
su rostro ensangrentado, la medida
de sus brazos abiertos,
la extensión de su abrazo,
que acerca hasta nosotros
la dádiva incansable de sus manos
abiertas y horadadas para siempre.
Y he visto su corazón de par en par,
su corazón como una cueva dulce,
su corazón, abrigo
para toda intemperie.
He visto con vosotras
los pies del redentor, nunca cansados
de venir hacia mí, también heridos
de mí, por mí, también clavados
para la eternidad.
¡Oh pies de Cristo
impresos
sobre la arena de mi corazón!
¡Oh Cristo que atrajiste
hasta Ti el corazón de estas mujeres,
déjame ahora
latir en su latido:
contemplarte.

2007-04-06T11_29_59-07_00

II

STABAT MATER

Estaba la madre al pie
de la cruz. La madre estaba.
Enhiesta y crucificada,
color de nardo la piel.
En el pecho el hueco aquel
que vacío parecía.
No me lo cierres, María
que quiero encerrarme en él,
que quiero encerrarme y ver
todo lo que tú veías.
Sé tú mi madre, María,
como lo quería Él.

theotherchristandresserrano

III

CIERRA EL CIELO LOS OJOS …

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde
la tierra se cubrió de tinieblas.
(Mt. 27, 45)

Cierra el cielo los ojos:
cae
la noche a plomo sobre el mediodía
de aquel viernes de abril en el Calvario.
No puede el cielo ser tan impasible
cuando en la cruz está muriendo un hombre,
ya solo sufrimiento y sangre,
cuando muere
el amado de Dios.
¿O acaso vuelve el rostro el cielo
también
y es abandono
lo que creían sombra?
Pesa, pesa, pesa…
Pesa esta oscuridad
que hace crujir los hombros
mientras el ser se vence
inexorablemente hacia el abismo.
Esta tiniebla tiene
peso, longitud, altura,
y penetra en el alma
y duele y vela
la mirada de Dios en la distancia.
¿No hay otro modo, Señor, no hay otro modo
de morir, de vivir, que hacer a ciegas
esta larga jornada de camino?
Pues si ha de ser así, Señor, te pido
que al menos en la muerte no me falte
un bordón de plegaria: que no olvide
tu nombre dulce con el que llamarte.

IV

EL GRITO

Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito entregó su espíritu
(Mt.27, 50)

Un grito. Luego el silencio.
Y en silencio estoy aquí
mientras resucitas Tú
y resucitan los muertos.
¡Cristo, ten piedad de mí!

Con Cristo

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

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Magnificat

Sábado, 20 de febrero de 2021
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El Magníficat se nos presenta como modelo de oración por sus contenidos y sus aspectos formales: es un cántico de acción de gracias y de alabanza; es memoria de las maravillas llevadas a cabo por Dios; expresión de concreción y de arraigo en la hora presente; mirada proyectada hacia el futuro. Es ejemplo de cómo, al dirigirnos a Dios, debemos conjugar el sentido de la trascendencia absoluta de Dios (él es el Señor, el Omnipotente, el Santo) con el de su sorprendente proximidad (dirige la mirada a los humildes, extiende su misericordia a los que le temen, se acuerda de sus promesas).

En el Magníficat, aquel a quien los teólogos llaman el «Totalmente Otro» se manifiesta muy próximo al hombre: el Dios inaccesible de la zarza ardiente se ha convertido ya en el Enmanuel, en el Dios-con-nosotros, en el seno de la virgen de Nazaret.

*

Capítulo general de los hermanos Siervos de María,
Siervos del Magníficat: el cántico de la Virgen a la vida consagrada,
Publicaciones Claretianas,
Madrid 1997.

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***

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Ni la Virgen ni Dios “inmatricularon” una casa en Belén

Viernes, 8 de enero de 2021
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ABF59562-0716-4FAD-8B9A-25FD7C5AF34EDel blog de Xabier Pikaza:

La Iglesia puede tener casas… pero sólo para “venderlas” y dar el dinero a los “pobres”

 Ahora, en cambio, en Navidad 2020, un tipo de iglesia de España y del mundo sigue inmatriculando bienes, entre ellos muchas casas, desde la Grande de Vaticano hasta otras más pequeñas.
 
El tema de fondo es complejo, y no se resuelve con ensoñaciones generales, pero exige una respuesta radical de la Iglesia de Jesús, si quiere ser coherente con el mensaje y vida de su Cristo
 
La Iglesia puede tener casas… pero sólo para “venderlas” y dar el dinero a los “pobres”, esto es, para que sean expresión de vida compartida (Mc 10). La Iglesia puede “negociar”  iglesias, casas (escuelas, universidades u hospitales… etc.), pero sólo al servicio de los pobres (Mt 25), para recibir y ofrecer espacio de vida a  exiliados, descartados…, de manera que su capital no sea para sí, sino los otros,para todos
 
En ese sentido,la Iglesia no puede matricular nada como propiedad particular (ni la Catedral de X, ni siquiera el Vaticano), pues toda propiedad cristiana es común. En esa línea, sus bienes (¡sin excepción alguna!) sólo pueden ser suyos en la medida en que ella hace que sean de todos, de forma que los da y reparte, invirtiendo el camino de inmatriculaciones y capitalizaciones que parecen estar buscando algunos.

Planteamiento inicial

          En este contexto, sabiendo que Jesús nació sin casa en Belén, quiero reflexionar sobre el tema en un plano de fondo  “cristiano” (no en línea jurídica o político…). Empiezo por el caso de las inmatriculaciones (tal como se da en España). Muchos dicen que la forma en que la Iglesia inmatricula sus pretendidos bienes no es clara, que no se sabe bien los que ella tiene, que tiene ni cómo los ha inmatriculado. Así podemos empezar reflexionando:

(a) No es que la iglesia sea muy “rica”, Ricos son los estados, las multinacionales, el gran Capital… Pero mientras ella no sea totalmente desprendida y clara en este campo  de las casas y el dinero, empezando por la cabeza (¡el mayor problema actual del Vaticano es su capital!), no podrá decir que es fiel al evangelio… ni podrá acoger  a Jesús cuando viene como vino en Belén.

(b) En un contexto de inmatriculaciones como el nuestro, la iniciativa debía partir de la Iglesia, que tendría que presentar mañana mismo, un lunes, claramente sus razones y papeles,  esté o no jurídicamente obligada, mostrando con toda claridad que todos los bienes que ella “administra” no son “suyos”,  sino de todos, mostrando con plena transparencia, que ella así lo hace, poniendo su “capital “espiritual” (que el Cristo de Dios), y también histórico, cultural, artístico, asistencial, afectivo etc. al servicio de aquellos que los necesitan.

(c) Pero el tema de la Iglesia no es inmatricular, sino  poner todas las posesiones y bienes de la Iglesia al servicio del bien común, y en especial de los oprimidos y/o excluidos,  incluso en contra (por encima) de algunas leyes (conforme a la palabra de Jesús: No podéis servir a Dios y a la Mamona.

      En sí misma, como Jesús, la iglesia en sí (no para alguna de sus obras) no necesita inmatriculaciones, pero si las tiene ha hacerlas para servicio de aquellos que, como Jesús, no tenían espacio en la “posada legal de Belén”. ¿Para qué necesita la iglesia 2020, en España y en el mundo, inmatricular a su nombre (teóricamente en el nombre de Jesús) unos bienes?

  1. Muchos piensan que la iglesia inmatricula bienes para ser rica…, para tener poder. Pues bien, para responder a su verdad más honda, la Iglesia tiene que invertir ese proceso de enriquecimiento egoísta haciendo que todos sus bienes muebles e inmuebles estén limpiamente al servicio de todos, en especial de los más pobres,  es decir, que sean de verdad de los más pobres, no en un tipo de retórica piadosista (no piadosa).
  2. ¿Puede la iglesia inmatricular para sí unos bienes, al modo en que lo hacen las empresas capitalistas, en un mundo donde miles de instituciones de poder, desde estados a corporaciones, quieren “inmatricularlo” todo, incluso el agua, como “bien” de mercado dominado por algunos?  ¿Puede sumarse la iglesia a la carrera de un capitalismo que en el fondo (e incluso en la forma) va en contra del evangelio.
  3.  La Iglesia no puede inmatricular nada para sí (como iglesia “particuar”), sino sólo para “Jesús y su gente”, es decir, para todos, y en especial para aquellos que no tienen casa, ni bienes propios, por encima naciones y estados, de multinacionales y leyes de propiedad particular…  Es absolutamente necesario (por evangelio)  que todos los bienes de la iglesia (inmatriculados o no) sean para servicio de todos, no para lucro particular, sino para comunicación gratuita entre todos y para todos.
  4. Quiero una iglesia a contra-corriente. En ese sentido “la inmatriculación eclesial” no puede ser un “acto de apropiación particular”, sino más bien de “desapropiación”. Ella puede y deber tener un capital, pero sólo un capital-servicio, un capital de “bienes verdes”,  que ella “administra” (¡no posee!) para bien de todos, siempre que la sociedad civil (el Estado) se lo permita, para servicio de los más pobres.
  5. La “administración de esos bienes inmatriculados por la Iglesia”… constituye la prueba de fe del cristianismo (o, mejor dicho, el “dogma” fundante de la iglesia). Sólo en la medida en que no capitalice para sí (no tenga nada frente a otros) la Iglesia se podrá llamar cristiano.  En ese sentido, quiero que la iglesia “tenga mucho”, pero nada para para ella, ni para enriquecimiento de su gente (su staff), sino para iniciar y recorrer un camino de total gratuidad.

Desarrollo teórico. Tres principios

                La iglesia no es una corporación económico-social (o doctrinal), sino espacio de  comunicación y gratuidad al servicio de los más pobres, para que todas las “casas de Belén, es decir, del mundo” sean posadas de acogida para los pobres y excluidos de la sociedad.   Éste es el dogma cristiano, que los hombres y mujeres puedan darse unos a otros y acogerse, escucharse y dialogar, en donación gratuita, en esperanza de vida: eso es religión para los cristianos. En esa línea, la verdad cristiana es la comunicación creyente, la estructura de comunicación y acogida de la iglesia cobra un valor teológico especial, queda integrada en la dogmática.

  1. La fe en Dios  según Jesús se identifica con el despliegue de la comunión personal gratuita, una sociedad de renacidos, donde nada “capitaliza” para uno mismo, de un modo egoísta, sino para los demás. Ese proyecto comunicativo de Jesús ha sido combatido por los poderes del sistema que le han condenado. Pero invirtiendo esa condena, Dios le resucita, haciéndole en medio de la historia humana garantía y camino de comunicación gratuita de la vida.
  2. El Dios que nació en Belén si casa (sin propiedad particular), quiere que todos los hombres compartan lo que tienen, que nadie se encuentre sin casa, porque solo se tiene de verdad aquello que se regala a los otros… En esa línea “inmatricular” algo en nombre de Jesús significa “des-matricularlo”, ponerlo por principio al servicio de todos. En esa línea, la iglesia o comunidad de “amigos de Jesús” tiene que presentarse como como la comunidad de aquellos que, creyendo en la Palabra de Jesús resucitado, la celebran con su vida y la comparten… En esa línea, los bienes de la comunidad de Jesús (edificios, locales, servicios…) no son para ella, para su staff, sino para todos los hombres.  Jesús dijo al “joven rico”: Inmatricula todo lo que quieras, para con la condición de que lo pongas inmediatamente al nombre y servicio de todos.
  3. La iglesia no puede inmatricular bienes para su staff o personal administrativo. Los ministros de la iglesia han de ser mujeres y hombres al servicio de la comunicación, hombres y mujeres cuyo bien supremo es compartir. Su “grandeza” no está en tener, sino en dar. Por eso, los ministerios cristianos son mediaciones comunicativas: no expresan el poder de un Dios rico en sí (principio superior y separado, que se goza imponiendo su dictado), sino del Dios de Jesús, que nace en Belén, entre pobres, para pobres.

La Iglesia de Jesús como anti-sistema

               No tiene intereses económicos, ni finalidades comerciales o administrativas, pues solamente busca la vida y comunión de los humanos: pretende que las cosas se resuelvan, pues en su nivel no hay cosas para resolver, sino que los creyentes dialoguen y vivan. Por eso decimos que es autogestionaria.

El sistema, en cuanto institución económico-administrativo, no deja lugar para ese tipo de gestiones: no le importa el diálogo personal, sino que las cosas funcionen y los problemas se revuelven con eficacia, en un todo donde los diversos elementos están conectados. Por el contrario, cada comunidad eclesial puede y debe ser autogestionaria, a nivel de fe y comunicación humana, pues no busca el funcionamiento legal, sino que los creyentes puedan dialogar en Cristo, acojan  y expandan la fe, celebren el amor mutuo y esperen en amor la vida eterna.

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Bendiciones.

Viernes, 1 de enero de 2021
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Jesús-y-María-ft-imgEn la Biblia, “bendecir” se emplea en dos sentidos: en primer lugar, Dios bendice al ser humano dándole la vida, la fecundidad, el éxito. Después, a su vez, éste bendice a Dios por la gracia de sus dones, le da las gracias. La palabra «bendecir» procede del verbo latino bene-dicere, «decir bien».

En la primera lectura de hoy esa bendición es todavía más explícita:

Dios nos aconseja que pidamos no sólo la bendición sino también su  protección

Nada es más propio de un padre y de una madre que el proteger. Ellos, no sólo comunican la vida sino que acompañan la vida del retoño en todo momento: cuidándolo, aconsejándole, enseñándole…sobre todo con el ejemplo de sus propias vidas.

En algunos países de Latinoamérica todavía se guarda una bonita costumbre de “pedir la bendición” a uno de los progenitores, antes de salir de casa y al irse a dormir… “Padre, madre, bendición”-dicen-y se colocan a sus pies, agachan la cabeza y esperan esa  oración con la mano extendida sobre su cabeza, que es un gesto de la bendición misma de Dios.

¿Pedimos entonces una protección para que nada malo nos ocurra? ¿Y qué pasa cuando están ocurriendo tantas cosas malas como la pandemia, los desastres naturales, las guerras con todas sus consecuencias?

La imagen de un Dios “intervencionista” que todo lo ve, que todo lo juzga y a quien debemos implorar todavía está presente en algunos ambientes y si nos descuidamos nos atrapa a nosotrxs también. Dios no nos envía calamidades para que cambiemos de actitud; nosotrxs nos buscamos nuestra propia ruina cuando pisoteamos a los demás pensando sólo en nuestro propio bienestar.

El problema de entender la bendición de Dios como el éxito, la abundancia, el progreso es que quien no participa de estos bienes puede ser considerado como objeto de maldición; esa imagen que nos presentaron en el catecismo de un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos.

Nuestras decisiones, nuestras opciones y también nuestras omisiones van decidiendo el curso de la historia. En este momento tan coyuntural tenemos más información de la que necesitamos para cambiar nuestros estilos de vida para proteger la vida en la Tierra y así cambiar la suerte de los más débiles y desprotegidos.

La bendición, el bien-decir de Dios es creador y protector. Su bien-decir sobre nosotrxs, sobre toda la creación, nos va convirtiendo en criaturas a su imagen y semejanza, pero sólo si nosotrxs lo queremos.

Por eso, en un día como hoy, al comienzo de un nuevo año que quisiéramos que fuera diferente al año pasado, podemos tomar algunas decisiones que nos harán cambiar la perspectiva de los acontecimientos que vayan sucediendo. Por ejemplo: puedo decidir pensar más lo que voy a decir y cómo lo voy a decir para no descalificar al otrx, escuchar más para entender su punto de vista, ben-decir con mi palabra, mis actitudes, mi compromiso; intentar construir más que destruir.

Hoy, primer día del año celebramos esa vida que se nos regala y de una manera especial a María, como madre que no solo gesta y da a luz a Cristo sino que bendice y es bendecida por Dios.

Ella, a través de lo que vive y observa va creciendo en conciencia de su papel en la historia, de la manera de actuar de Dios en su vida: “bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”…, y lo hace “conservando y meditando todas estas cosas en su corazón”. En unas pocas palabras Lucas nos describe la actitud de quien está atenta a los acontecimientos, los escucha, los rumia y actúa en consecuencia.

Una invitación a “ponderar”, a saborear para alcanzar la verdadera sabiduría que no viene de los grandes conocimientos sino de la experiencia de nutrir el misterio en nuestro interior.

Se irá revelando nuestro auténtico yo y más que luchar contra nuestro “ego”, éste irá desapareciendo para dar paso al hijx de Dios que somos.

El fruto será la paz.

Una paz que  no es sólo ausencia de conflictos interpersonales, familiares, entre países. Tampoco una paz ñoña, una sensación placentera de bienestar. SHALOM, es un deseo mucho más profundo: “que seas una persona completa, acabada” y que eso lo podamos extender a todas las áreas de nuestra vida.

Lo mismo que deseo para mí te lo deseo a ti, y me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para que lo logremos.

Ese el verdadero “rostro” de Dios. Ojalá lo veamos.

Carmen Notario, SFCC

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“Llena eres de gracia”, por Carlos Osma

Viernes, 1 de enero de 2021
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woman-356141_1280De su blog Homoprotestantes:

Cuando el ángel se le apareció a María para decirle que tendría un hijo, primero la saludó con la palabra “salve” o “Dios te guarde”, bueno en realidad Lucas utiliza la palabra χαῖρε, que parece ser era un saludo bastante habitual en la época en la que se escribió el evangelio. Fue después cuando añadió lo de “llena eres de gracia”, una expresión que al leerla me ha parecido tan protestante que me he preguntado si el ángel Gabriel no era amigo íntimo de Lutero.

Tendría que haber ido al griego para saber cuál es la palabra exacta que utiliza el evangelista, pero en vez de hacer eso, he cometido el error de ir a Google para intentar entender que significa lo de “llena eres de gracia”. Y en la primera entrada he encontrado la siguiente explicación: “al tener el privilegio de nacer inmune al pecado, la plenitud de gracia verifica la parte positiva de esa admirable limpieza original del alma de María”. ¡Qué maravillosa la María de esta interpretación! Pero qué poco practica para el resto de Marías que vivimos hoy en el mundo y no hemos sido bendecidas con su limpieza original. Sobre todo para las bolleras, maricas o trans, que en los entornos donde esta interpretación es mayoritaria, hemos tenido más bien la mala fortuna de ser unas desviadas alejadas de la gracia innata de María.

Pero bueno, en vez de tirar la toalla y cerrar mi Biblia, he decidido seguir leyendo el relato para ver que puede aportar esta María llena de gracia a pecadoras como nosotras, y me he topado con que, al escuchar lo que el ángel le decía, se “turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta”. O como lo dirían algunas de mis alumnas adolescentes que tienen aproximadamente la misma edad que ella en el relato: “se quedó rayada con lo que le había dicho”. A María le asustó escuchar que era llena de gracia, que había sido favorecida por dios. Y es importante este matiz, porque creo que esa gracia de la que nos habla el relato, no pertenece a ninguna María, sino que tiene su único origen en dios. Además no hace perfecta a nadie, sino que nos muestra el amor de dios por todas las Marías, aquellas que no poseemos ninguna limpieza original. Ese es uno de los elementos más relevantes que encuentro en el texto, que en palabras de Pablo se expresaría de la siguiente forma: lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”. [1] Por eso la vil María del evangelio de Lucas, sobre la que dios puso su gracia, tiene algo que decirnos a quienes no llegamos a los estándares religiosos, sociales o familiares que se nos imponen.

La gracia que recibió María fue una gracia cara, no como las gracias baratas y sensibleras que regalan muchos iluminados, porque la gracia divina no le ha salido gratis a nadie que se deja invadir por ella. “Has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús” [2]. Si aceptaba la gracia, se haría evidente, no habría forma de esconderla ante los demás. Y esa gracia no la situaría encima de ningún altar, sino en un lugar marginal que no solo ponía en peligro su matrimonio, sino su propia vida. Y he dicho conscientemente “si la aceptaba” porque aunque el texto parece dar por hecho que aquello ocurriría, María podía decir sí o no, podía escoger llevar adelante el embarazo o rechazarlo. El dios de Lucas no escogió una vasija, sino una mujer, y le reconoció el derecho a decir sí o no. Y siempre funciona así cuando hablamos de la gracia de dios, de la gracia cara de dios, que podemos aceptarla o rechazarla libremente. Hay personas, instituciones y legislaciones que coartan el derecho de las mujeres sobre su cuerpo, su ministerio, su responsabilidad… pero el dios de María lo respetó. De la misma forma, también creo que dios respeta el derecho de las personas LGTBIQ a mostrar, o a no mostrar, la identidad con la que dios nos ha dado su gracia. De decir sí o no a trabajar para que el reino de dios se haga presente en nuestras vidas, visibilizando la riqueza de la diversidad con la que nos ha bendecido, aunque eso nos sitúe en los márgenes de nuestras familias, iglesias o amistades. Cuando no hay decisión, cuando no hay libertad de elección, no hay presencia de Dios, sino dogma e imposición, porque “Dios respeta absolutamente la libertad del hombre. Él la crea, y no para petrificarla o violarla. Por eso Dios no grita ni se impone nunca”. [3]

María aceptó, le dijo que sí a dios, “hágase conmigo conforme a tu palabra”. Estos días recordamos y celebramos lo que la valentía de María ha supuesto para la vida de cristianas y cristianos de todos los tiempos: la irrupción de la salvación, la llegada de la vida de dios para todos los seres humanos. Sabemos también por el evangelista, que esa salvación no fue como ella esperaba, que pareció fracasar en más de una ocasión, pero la gracia de dios no se alejó nunca más de ella. A veces confundimos la gracia con la alienación, con la dependencia ciega respecto a un dogma o una institución, y muchas machorras, mariconas y travelos cristianas creemos que hemos perdido la gracia porque hemos sido expulsadas de nuestras comunidades. Pero lo que hemos perdido ha sido solo la gracia barata, la gracia cara de la que nos habla Lucas tiene que ver con asumir el riesgo que supone poder respirar, gritar, vivir, tal y como Dios nos ha pensado y amado. Y es un riesgo que, aunque no lo percibamos, no tiene solo que ver con nuestra vida, ya que en cada una de nuestras acciones por vivir de verdad, ayudamos a que muchas otras personas se atrevan también a hacerlo. En cada pluma gay que dejamos caer al movernos, la salvación de dios se hace presente para quienes están a nuestro alrededor.

Dietrich Bonhoeffer escribió que “la gracia barata es la negación de la palabra viva de Dios, es la negación de la encarnación del Verbo de Dios” [4], y me permito añadir yo a esto: la negación de la encarnación por medio de una mujer que libremente aceptó la gracia cara de dios. Porque María representa otra gracia, una que no puede ser entregada a los perros, una que va indisolublemente unida al seguimiento, a la valentía, aunque quede a la intemperie de las teologías de la gracia barata. Y las personas LGTBIQ estos días de Navidad somos interpeladas por esta María, y por la gracia que recibió. Y debemos responder como ella, sí o no a la vida que dios pone dentro de nosotros, si o no a la gracia cara. Porque “la gracia cara es la encarnación de Dios”. [5]

 Carlos Osma

 Notas:

[1] 1 Cor 1,28.

[2] Lc 1,30-31.

[3] Paul Lebeau, Etty Hillesum. Un itinerario espiritual. Ámsterdam 1941- Auschwitz 1943, Santander: Sal Terrae 2000, 113.

[4] Dietrich Bonhoeffer, El precio de la gracia, Salamanca: Ediciones Sígueme 1995, 15.

[5] Ibid.17.

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Consulta dónde encontrar “Solo un Jesús marica puede salvarnos”  

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En el pórtico de la Navidad: Historia, símbolo de fe, mito

Miércoles, 23 de diciembre de 2020
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Navidad1Del blog de Xabier Pikaza:

Al principio, los cristianos (Pablo, Marcos…) no se ocuparon del nacimiento de Jesús, pues pensaron que sólo importaba su vida y especialmente su muerte… Pero después (a partir de los año 70), empezando por el evangelio de Mateo y siguiendo por los de Lucas y Juan, ellos descubrieron que la vida de Jesús como “encarnación” de Dios era inseparable de su origen. Ellos supieron así que no hay cristianismo sin Pascua, pero tampoco sin Navidad.

Pero la Navidad del Hijo de Dios,  y en especial la función de su madre,  ha sido discutida, de tal forma que los cristianos han venido a dividirse por su forma de entender la Navidad, no sólo en tiempo antiguo (entre los grupos enfrentados en el concilio de Éfeso, 381), sino en la actualidad,de forma que algunos han llegado a decir que todo lo referente a María (excepto su nombre y que era Madre de Jesús) no es más que puro mito.

(Belén del Vaticano 2020. ¿Nacerá un Jesús marciano, venido de o dirigido hacia otros planetas o estrellas? Jesús se encuentra todavía envuelto en rojo).

 En el principio, Historia de María 

Fue una mujer galilea: mediterránea y judía de comienzos de nuestra era. Todo lo que ha vivido y sentido ha de entenderse en ese fondo. Quizá debemos añadir que ella ha expresado los rasgos primordiales de lo humano, en clave de mujer. Sólo de esa forma puede iluminar y motivar nuestra existencia.

Esposa de José y madre de Jesús, un pretendiente mesiánico judío. Sus relaciones con José forman parte de una historia humana y religiosa que se adentra en el misterio de toda vida y relación profunda entre dos seres humanos.  Parece que estaba viuda cuando Jesús inició su vida pública. De manera sorprendente, Mc 6, 3 llama a Jesús el hijo de María.

Mantuvo relaciones complejas con Jesús y parece que al principio no aceptó su mensaje y camino mesiánico, como supone Mc 3, 31-35 y 6, 1-6 y el conjunto del evangelio de Juan. Pero Hch 1, 12-14 Testamento añade que ella se integró en la iglesia o comunidad de los discípulos de su hijo, entre los que jugó un papel significativo , viniendo a convertirse en figura simbólica o paradigmática de la fe, sea en sentido crítico (no pudo imponer sus derechos sobre Jesús: cf Mc 3, 31-35) sea en sentido ejemplar y edificante, de tal forma Lc 1-2 y en algún sentido Jn 19, 25-27 la presentan como modelo de cristiana.

Ha sido “creída” dentro de la iglesia. Por razones que algunos suponen evidentes y otros deben precisar y justificar, ella vino a convertirse pronto en lugar de referencia o modelo para la comunidad cristiana, como testifica en perspectivas diferentes el conjunto del NT.

Navidad abierta,Historia de Jesús 

1.  Nació, en torno al 6 a.C. probablemente en Nazaret de Galilea, aunque los evangelios hablen de Belén de Judá, para entroncarle  con el Rey David… al menos de un modo simbólico.  Fue un hombre significativo, que planteóproblemas y abrió caminos de importancia en la sociedad de su entorno judío y romano, aunque (¡por eso!) las autoridades oficiales no le aceptaron y el gobernados romano le condenó a morir en una cruz (hacia el año 30 d.C.).

2.Se conoce bastante bien su vida, aunque sigue habiendo en ella huecos fascinantes (¿por qué hizo lo que hacía, por qué se dejó matar?), de manera que algunos han dicho que no pudo existir, que fue sólo un mito condensado como historia: Un faraón judaizado, un héroe griego incardinado en Galilea, la avatara palestina de un Dios hindú…. Pero tras veinte siglos su vida real resulta sorprendente y sigue dando mucho que pensar y que vivir

3. Los que primero escribieron su vida exaltaron mucho su figura sagrada, olvidando casi su base humana, como hizo San Pablo (que escribió sobre Jesús a los veinte años de su muerte), que casi sólo se ocupó de la muerte de Jesús y de su resurrección entendida en línea de misterio. Por el contrario los que vinieron después, es decir, los cuatro evangelistas tuvieron que esforzarse por recuperar su historia humana para que no se perdiera, pues pensaron que sólo siendo un hombre podía ser modelo y «salvador» para los que creían en él.

4. Los historiadores judíos y romanos del siglo I d. C. apenas le citaron, pensando que no merecía la pena recordarle, porque su figura les parecía margina… o peligrosa Pero Flavio Josefo estuvo más atento y en su libro sobre las Antigüedades Judía (Ant)  le presentó como taumaturgo, y profeta escatológico…  Algunos historiadores greco-romanos del siglo II (Tácito, Suetonio o Plinio el Joven) le recuerdan como un revoltoso, ajusticiado por la autoridad romana, pero su figura les sigue pareciendo carente de importancia.

4. Los discípulos de Jesús crearon «iglesias», o grupos de «creyentes mesiánicos», apoyándose para ello en la certeza de que él estaba vivo (=había resucitado), impulsándoles a recrear su misión, no sólo en Israel, sino entre todos los pueblos. Ciertamente, se puede discutir la «realidad» y/o sentido de esa resurrección, pero es indudable que los primeros cristianos creyeron en ella y así continuaron y recrearon la obra de Jesús (entre el 30 y 60 d.C.) y fueron uniéndose hasta crear entre el 100 y 120 d.C. la Gran Iglesia (la comunidad unitaria de los creyentes de Jesús).

La celebración de la Navidad forma parte de las interpretaciones de la vida de Jesús

Al principio, los cristianos (Pablo, Marcos…) no se ocuparon del nacimiento de Jesús, pues pensaron que sólo importaba su vida y especialmente su muerte… Pero después (a partir de los año 70), empezando por el evangelio de Mateo y siguiendo por los de Lucas y Juan, ellos descubrieron que la vida de Jesús como “encarnación” de Dios era inseparable de su nacimiento. Ellos supieron así que no hay Jesús “cristiano” sin cruz, pero tampoco sin nacimiento.

Esa interpretación creyente  del  nacimiento de Jesús, y en especial de su madre, María,, ha sido discutida, de tal forma que los cristianos han venido a dividirse y distinguirse por su forma de entender el símbolo mariano de la Navidad, no sólo en tiempo antiguo (entre los grupos enfrentados en el concilio de Éfeso, 381), sino en la actualidad,de forma que algunos han llegado a decir que todo lo referente a María (excepto su nombre y que era Madre de Jesús) no es más que puro mito.

Finalmente, esa interpretación (símbolo creyente) se sitúa en un campo que puede y debe compararse con los “mitos” de nacimiento de diversas religiones y culturas. Por eso, la historia y símbolo de la Navidad (aunque sin verdadera Encarnación) puede celebrarse y se celebra fuera del cristianismo.

María entre la confesión de fe  y el mito.

– Muchos creyenteshan recreado simbólicamente la figura de María, descubriendo y/o expresando en ella elementos  fuertes de la confesión cristiana.  Los evangelios  (Mt, Lc y Jn)  no elaboran su recuerdo para saciar una curiosidad, sino para expresar mejor el origen y la novedad de Cristo, de forma que ellos presentan casi a María como un catalizador simbólico del mesianismo  de su hijo.

– Pero la figura de María se sitúa también desde tiempo  antiguo (desde el Nuevo Testamento, cf. Ap 12) en el principio de un camino de apertura tendencial al mito. Llamo mito a un  símbolo de tipo intemporal que se desliga de la historia y expresa en forma imaginaria aquello que parece haber sido y será siempre, el eterno y divino retorno de las cosas. l mito unifica lo divino con lo humano en un tipo de simbiosis suprahistórica, al proyectar hacia lo eterno (lo divino) los elementos fundamentales de la vida histórica: el nacer y el morir, lo masculino y femenino, la guerra y la concordia etc.

– En ese fondo María podría convertirse al fin en diosa y la Navidad en una expresión de la unidad originaria de lo divino y lo humano. De manera muy normal, al situarla en el lugar donde el hombre y Dios se unen, la mariología coloca a la madre de Jesús, al menos de manera tendencial, en una línea abierta al mito; ella termina asumiendo (sin negar la historia) temas que el mito había desarrollado en plano transhistórico al hablar de la madre divina o la mujer sagrada[2].

 Mariología y teología de la Navidad

– La mariología cristiana constituye el descubrimiento y cultivo creyente (consecuente) de la hondura simbólica de la historia de María… y de la “revelación natal” de Dios en Jesús.  Por medio de María (no de un modo excluyente, sino inclusivo: María como verdadero Israel, María con José, en un contexto de familia ampliada) Dios se hace carne de un modo “natal”, siendo concebido, naciendo y viviendo como un ser humano concreto, llamado Jesús.

– Al situar a María cerca del espacio donde se reciben o/y elaboran mitos religiosos casi universales (hierogamia, madre divina, feminidad sagrada…), la mariología asume como propia la tarea crítica de superar (negar y recuperar en forma nueva) lo que esos mitos han descubierto o inventado. Quizá podamos decir que la mariología es una disciplina abierta por esencia al diálogo cultural interreligioso con sus valores (nos sitúa en el lugar donde el ser humano ha buscado, sufrido y soñado con más intensidad) y sus riesgos (el evangelio de la historia de Jesús y de la iglesia puede diluirse con María y por María en los pretendidos valores eternos de los dioses y diosas del entorno mediterráneo y del oriente antiguo).

TRASFONDO MÍTICO DE LOS RELATOS DE LA NAVIDAD

   Estudié extensamente el tema en un libro titulado Los Orígenes de Jesús  donde podrán verse datos, tendencias e interpretaciones.  Aquí me limito a recoger algunos datos de U. Luz, Evangelio de Mateo, Sígueme, Salamanca  2010.  Dejo para mañana la interpretación cristiana de Lc 1, 26-38 (evangelio del dom.  4º de Adviento). Prescindo de las notas e interpretaciones eruditas. Quien quiera fijarlas  deberá acudir al libro de U. Luz. Aquí recojo sólo el esquema básico de su planteamiento:

Moisés . Jos, Ant. 2; PsFilón; Tg Ex; ExR; Mekh Ex

  1. Sueño del faraón (Tg Ex 1, 15); sueño de Amrán (Jos); profecía de Miriam (=Apocalipsis).
  2.  Interpretación por letrados (Jos), magos  (Tg Ex), por astrólogos (ExR 1, 22)
  3. Sobresalto del faraón. Reacción: matanza de niños
  4. Salvación: sueño de Amrán; ocultamiento de la cesta en el río. Hija del Faraón
  5. Sacrificio supletorio: matanza de niños.

Abrahán.  Bill. I, 77s

  1. Visión de la estrella.
  2. Interpretación por sabios y astrólogos.
  3. Angustia de Nimrod.
  4. Reacción: Nimrod quiere matar al hijo de Teraj.
  5. Salvación: ocultación de Abrahán.
  6. Sacrificio supletorio: matanza de muchos niños.

Rómulo/Remo  Livio 1, 3-6

  1. Rea embarazada de Marte; sueño de Rea.
  2. Exterminio de los descendientes de Numitor: los niños en el Tíber.
  3. Salvación por la loba.

Augusto (Suetonio, Aug. 94, 3; Dión C., 45, 1ss.

  1. Sueño de la madre y del padre (Dión C.); relámpago (Suet.), sueño de Atia (¿nacimiento virginal?).
  2. El Astrólogo Nigidio Fígulo interpreta.
  3. Sobresalto del Senado.
  4. Reacción: decreto del Senado: no educar a ningún niño (Suetonio).
  5. Salvación: se anula la decisión anterior.

Gilgamés

  1. El. Var. Hist., 12, 21.
  2. (¿Nacimiento virginal?).
  3. Los caldeos advierten del riesgo a Sokharos.
  4. Reacción: el niño es arrojado por la torre.
  5. Salvación por medio del Águila. Un campesino educa a Gilgamés.

Sargón 1 Pritchard, The Ancient Near East, London 1958, 85ss.

  1. Reacción: lo arrojan en un cesta al Éufrates.
  2. Salvación a través del Akki, creador del agua.

Ciro. Herodoto I, 107-122; Justino, Epítome,1, 4; Binder*, 17-28.

  1. Sueño de Mandane, sueño de Astiages.
  2. Interpretación de los magos.
  3. Astiages horrorizado.
  4. Reacción. Astiages quiere matar al niño.
  5. Salvación: desobediencia y salvación a través de unos pastores (ofrenda).
  6. Ofenda sustitutoria, de un niño muerto.

Frêdun, Sha-Name (Fridausi), 5, 6; Binder *, 176-179.

  1. Sueño de Sohak, rey de los dragones.
  2. Interpretación de los magos.
  3. Impotencia de Sohak.
  4. Reacción: persecución de Frêdun.
  5. Salvación por medio de los pastores y de la vaca Birmaje.

Krishna

  1. Harivansa (Mahabarata), 56-59; BaghavataPurana, 10, 3; Binder*, 207s.
  2. Kansa es advertida por Narada.
  3. Inquietud.
  4. Reacción: asesinato de todos los descendientes de Devagnis.
  5. Salvación: trueque de niños; desaparecen las insignias divinas de Krishna.
  6. Ofrenda sustitutoria: muerte de los niños falsos.

Otros paralelismos lejanos:

  1. Perseo (Binder*, 132s; Saintyves*, 239).
  2. Heracles (R.v. Ranke-Graves, Griechische Mythologie II, Reinbek 1960, 81-90).
  3. Apolo (Ranke-Graves I, Reinbeck 1960, 46ss).
  4. Neleo/Peleo (Saintyves*, 236s; Binder*, 148s).
  5. Agatocles (Diodoro de Sicilia 19, 2, 2-7).
  6. Dionisos (Schwarzenau*, 81-100).
  7. Hija de Dorketo (Saintyves*, 236).
  8. Leyenda árabe de Nimrod (Binder*, 260s).
  9. Seth-Horus (Plutarco, Isis y Osiris, 13).
  10. Ardaschir (Binder*, 184-189).
  11. Schapur (Binder*, 189-191).
  12. Ormuzd (Binder*, 191-193).
  13.  Gen Gis Kan (Saintyves*, 242).
  14. Leyenda de Buda (Saintyves*, 256; Schwarzenau*, 42-50).
  15. Candrahâsa (Binder*, 199-201).
  16. Elakamara Yataka (Binder*, 203s).
  17. Trakhan de Gilgit (Binder*, 211-213).
  18. Vanaraja (Binder*, 211-213).

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Madre del Mundo Nuevo

Martes, 8 de diciembre de 2020
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El 8 de diciembre de 1854, Pío IX definió este dogma con las siguientes palabras: «Para honor de la santa e indivisa Trinidad…, declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles». Antes, la Orden Franciscana, en su Capítulo celebrado en Toledo el año 1645, «escogió a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en cuanto la confesamos y celebramos inmune de la culpa original en su misma Concepción, como Patrona singular de toda la Orden de los Frailes Menores». Y aquello no fue una novedad rara en la historia de la familia franciscana, que desde sus primeros tiempos se distinguió como defensora acérrima de este privilegio sin par de María. El beato Juan Duns Escoto fue su adalid, y la campaña por él iniciada la prosiguió la Orden, sin desmayos, a lo largo de los siglos. Así celebramos hoy el “gran momento de la historia cuando cielos y tierra, la creación entera enmudeció esperando escuchar el «FIAT» de nuestra Señora”

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MADRE DEL MUNDO NUEVO

Estamos otra vez en el Principio.
Dios quiere hablar y el aire se acrisola.
Como un niño, en la sangre, nace el mundo;
y del caos emerge la Esperanza, con sus flores salvadas de la muerte.
(Este ramo de olivo que crece en tus pisadas, paloma de Sus Ojos,
tendrá toda la Tierra penitente para echar las raíces…).

Aún no mugía el mar, ni tendía sus lonas el cielo por los montes,
y tú jugabas ya -la consentida- en la plaza infinita de Sus Manos:
primera siempre al mimo de Su Gozo…
Si estamos otra vez en el Principio, tendrás que amanecer: el Mundo Nuevo
necesita la puerta de tu seno para llegar incólume,
(Belén se apuesta siempre detrás de tus espaldas).

Mientras los hombres buscan sus tesoros piratas -¡los bajeles perdidos de sus rutas sin norte!-,
un día, inesperado, tú surges de las simas del Paranagua, viva,
como un tesoro tierno a la memoria,
antigua de ternura y de favores, coronada de espuma de sorpresas,
con el Niño en los brazos, ofrecido…
La Tierra está en mantillas, dormida en tu regazo.

La Europa verdadera, como un cruzado loco que vuelve escarmentado
de tantas aventuras,
espera tu venida junto a Chartres y en la umbría sagrada de Einsiedeln.
Los almendros latinos aún tienen primavera para acoger tus plantas.
Todavía hay pastores y un buey manso en la cumbre.
¡Todo el cuerpo de Europa se ha hecho gruta, en la herida,
para enmascarar la luz de tu presencia!

América sacude sus pañales, con un grito rebelde, contra el mar transitado,
pero en su boca niña balbucea, cantando, tu nombre, Guadalupe,
y late la manigua como un puerto que siente tu llegada:
-¡Vendrá Santa María, libre de carabelas!
Como una diosa estéril y fecunda, empapada en la lluvia de la Espera,
como una cruz cansada de martirio,
Asia cruje, sangrando por sus lotos…
¡Pero el bambú ya ensaya cañas de profecía detrás de las Comunas;
la Luna sabia sigue tus pies para calzarte,
y en la liturgia hindú llama a tu Hijo el arpa de Tagore y de los parias!

Mientras llegan los sueños en cayuco inestable,
y acosada por todos los pájaros secretos que hierven en la selva con la noche,
Africa arrulla, alborotadamente, sus veinte cunas nuevas.
Se quiebran sus tambores en parches de alegría
y las lanzas preguntan por la aurora:
¡porque el mar no termina en la mirada!
Y danzan sus miningas, con las anillas rotas,
enarbolando el sol entre las risas,
¡porque hay una Mujer sobre las chozas, detrás de las estrellas,
con el sol en los hombros, como un clote!
Con los sueños que llegan en cayuco inestable, arriba el Evangelio mecido por tus manos;
llegan tus manos fieles, con la Paz en la proa.

Neófitas de sal y de promesas, las Islas balbucientes acuden al marfil de tu garganta,
con un abrazo tenso de siglos de impaciencia, seguras del Encuentro.

¡Todos los meridianos se enhebran en la rosa de tu Nombre…!

Estamos otra vez en el Principio
y nace el mundo, nuevo, del seno de tu Gracia,
hermosamente grande y sin fronteras.
¡Que callen los profetas fatídicos! Cabemos
todos juntos, hermanos, en la mesa que el Padre ha abastecido.
¡Que calle todo miedo, para siempre!

Los átomos dispersos se engarzarán, sumisos, en tu manto;
y el cielo, descubierto en mil caminos,
se hará pista a tus viajes de ¡da y vuelta -de Dios hasta los hombres-,
¡nostalgia nuestra, Asunta!

…Dios llega al aeropuerto de la Historia;
a tiempo en todo Tiempo, el heredado pulso de tu sangre.

Los sellos del Concilio acuñan tu figura sobre la piel lavada de la Iglesia,
y llega una corona de voces alejadas, en pleamar dichosa,
al pie de tu Misterio…

Estamos otra vez en el Principio y ha empezado tu era:
¡por derecho de Madre tú patentas la luz amanecida!

*

Pedro Casaldáliga
“Llena de dios, y tan nuestra”.
Antología mariana

***

pieta-kim-ki-duk

Pieta,
de Kim Ki-duk.

La aurora es un momento fabuloso: el que precede inmediatamente al salir el sol. Antes sólo eran tentativas. Un leve palidecer el cielo por oriente, apenas visible en la noche. Sigue un clarear creciente, lentamente al comienzo, luego más rápidamente, siempre más rápidamente. Finalmente un instante en el que el surgir de la luz es tan victorioso y ardiente, el esplendor tan cegador a los ojos habituados a la noche, que nos podríamos creer ante el mismo sol: apenas un instante después, como una llamarada, su luz arde en el hilo del horizonte. Y finalmente el sol. Hasta ese momento, nos podíamos haber engañado, pues ya se transparentaba en lo que sólo era la aurora. Lo mismo la Inmaculada concepción. Primero, a lo largo de los siglos precedentes, se trataba del alba de Cristo, de los comienzos de su pureza y santidad, ya maravillosos considerando que se realizaban en la naturaleza humana, pero aún oscuros respecto a El. María es el culmen de la aurora, el surgir del día. Pero su luz ilumina a todos. La Inmaculada concepción distingue a María de los demás humanos sólo para unirla más a Cristo, que pertenece a todos (…).

Tras el decreto que estableció la venida de Cristo, se da esta larga preparación que ya la realiza inicialmente y que llena toda la historia antigua de la humanidad. Ahora bien, toda esta preparación lleva a María, porque ella (…) es portadora de Cristo. La preparación es inmensa: es la única obra de Dios mismo en este mundo; se compromete con todo su amor: haciendo confluir, en virtud de su gracia, todo lo que en nuestros esfuerzos humanos hay de verdaderamente bueno: se plasma una naturaleza humana que será la suya.

Llega un día en que todo está preparado. En la Virgen todo se reúne para pasar de ella al Hijo (…). María es la figura absoluta y total, y lo es para siempre, porque, siendo Madre de Dios, es la que une el Hombre-Dios con la humanidad.

*

É. Mersch,
La théologie du Corps mystique,
I
, Tournai 1944, 219-221.

***

La misión maternal de María hacia los hombres no oscurece ni disminuye de ninguna manera la única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia.

Porque todo el influjo salvífico de la bienaventurada Virgen en favor de los hombres nace del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de la misma saca toda su virtud; y lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo.

La bienaventurada Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la divina providencia,  fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor y, de forma singular, la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor.

Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación y lo mantuvo sin vacilación al pie de la cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación.

Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la bienaventurada Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de abogada, auxiliadora, socorro, mediadora.

La Iglesia no duda en atribuir a María ese oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador .

*

Del Concilio Vaticano II,
Lumen gentium, 60-62.

***.

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En María descubrimos la Perla.

Martes, 8 de diciembre de 2020
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3750880Lc 1,26-38

Comprendo muy bien lo difícil que es superar prejuicios que durante siglos han moldeado nuestra religiosidad. Me anima a intentarlo el recordar que desde pequeño he visto en el escudo de nuestra orden una sola palabra: veritas. No es que los dominicos nos sintamos en posesión de la verdad, pero nos han enseñado a tenerla como el horizonte hacia el que tiene que caminar el ser humano para poder ser libre, como nos dice el mismo evangelio. La única manera de acercarnos a la verdad es superando los errores.

Toda fiesta de María es siempre un motivo de alegría, incluso de euforia diría yo. Ésta de la Inmaculada es para mí la más hermosa y la más profunda. Pero el motivo de esa alegría está más allá de la figura histórica o mítica de María. Si descubrimos en cada uno de nosotros lo que estamos celebrando en María, nos daremos cuenta de la verdadera proyección de esta fiesta. Merece la pena que hagamos un esfuerzo por superar todos los prejuicios que arrastramos durante siglos.

De la historia real de María no sabemos nada. Los evangelios apenas dicen nada. De una cosa estamos seguros: Jesús tuvo que tener una madre. Lo más grande que podemos decir de esa madre es que fue una mujer absolutamente normal. En esa normalidad debemos descubrir la grandeza de su figura. Si fundamentamos su grandeza en los abalorios y capisayos que le hemos añadido durante siglos, estamos minimizando su verdadero ser y dando a entender que, en sí, no es suficientemente importante.

En el mismo título de la fiesta (inmaculada), enseña la oreja el maniqueísmo que, desde S. Agustín, ha infectado los más recónditos entresijos de nuestro cristianismo. Fijaos bien en lo que sigue. En el evangelio de Lc, el ángel llama a María “kejaritomene” = gratia plena = llena de gracia. Pues bien, los cristianos hemos terminado hablando de la “sin pecado”. Ejemplo de cómo la ideología de turno puede tergiversar el evangelio.

Es maniqueísmo el dar por supuesto que lo normal para todo ser humano es un estado de pecado y que para ser un verdadero ser humano, alguien tiene que liberarnos de esa lacra. Es insostenible el mantener hoy que todo ser humano nace deshumanizado. Ridiculizamos la idea de Dios cuando aceptamos que el mal está en el inicio de toda andadura humana. Dios es el fundamento de todo ser, también de todo ser humano. La plenitud nunca puede consistir en quitar algo, aunque se trate de un pecado. La plenitud está en el origen de todo ser, no se debe al esfuerzo personal a través de una vida.

Pablo nos dice: “Él nos eligió, en la persona de Cristo para que fuésemos santos e inmaculados ante él por el amor”. Esta sería la traducción exacta y no ‘irreprochables’, como dicen la mayoría de las traducciones. La Vulgata dice: “inmaculati”. Nada parecido se dice de María en todo el NT y sin embargo la llamamos Inmaculada. ¿Por qué nos da pánico reconocer nuestro verdadero ser? Sería la clave para una interpretación actualizada de la fiesta. No debemos conformarnos con mirar a María para quedarnos extasiados ante tanta belleza. Si hemos descubierto en ella toda esa sublime belleza, es porque hemos podido imaginarla gracias a la revelación de lo que Dios es en nosotros.

Lo que decimos de María, debemos descubrirlo en cada uno de nosotros. Es ridículo seguir discutiendo si fue concebida sin pecado desde el primer instante o fue pura e inmaculada un instante después. Lo que debe importarnos es que en María y en todo ser humano, hay un núcleo intocable que nadie ni nada puede manchar. Lo que hay de divino en nosotros será siempre inmaculado. Tomar conciencia de esta realidad sería el comienzo de una nueva manera de entendernos a nosotros mismos y de entender a los demás. Podemos decir que María es inmaculada porque vivió esa realidad de Dios en ella.

Dios no puede hacer excepciones ni puede tener privilegios con nadie. María no es una excepción, sino la norma. En María descubrimos la verdadera vocación de todo ser humano. Ser como María no es la meta del hombre, sino que partimos de la misma realidad de la que ella partió. Lo que estamos celebrando en esta fiesta de María nos indica el punto de partida de nuestra trayectoria, aunque también el punto de llegada.

Sobre la figura de María hemos montado durante casi dos mil años un tinglado tal, que no sé cuanto tiempo necesitaremos para volver a la sencillez y pureza originales. María no necesita ni adornos ni capisayos. Es grande en su simplicidad, no porque la hayan adornado. Ni Dios ni los hombres tienen nada que añadir a lo que María era desde el principio. Basta mirar a su verdadero ser para descubrir lo que hay de Dios en ella, eso que siempre será limpísimo, purísimo, inmaculado. Si lo hemos descubierto en ella, será más fácil tomar conciencia de que también está en cada uno de nosotros.

Me habéis oído muchas veces decir que Dios no puede darnos nada, porque ya nos lo ha dado todo. Todo lo que tenemos de Dios, lo tenemos desde siempre. Nuestra plenitud en Dios es de nacimiento, es nuestra denominación de origen, no una elaboración añadida a través de nuestra existencia. Lo que hay en nosotros de divino no es consecuencia de un esfuerzo personal, sino la causa de todo lo que puedo llegar a ser. Aquí está la buena noticia que quiso trasmitirnos Jesús, tan desconcertante que seguimos sin creerla.

Si en Jesús hemos descubierto lo divino, ¿qué necesidad tenemos de María? Aquí está una de las claves de la fiesta. Hay una enorme diferencia entre la manera de llegar a descubrir en Jesús la presencia de lo divino y la manera de encontrar en María esa misma presencia. Nos hacemos una imagen de Dios partiendo de los conceptos que manejamos los humanos. Esos conceptos son muy limitados y al aplicarlos a lo trascendente se quedan siempre cortos. El concepto de Dios al que llegamos a través de Jesús nos lleva a una idea exclusivamente masculina de Dios. Ese Dios masculino queda privado de toda la riqueza conceptual que puede encerrarse en una idea femenina de Dios.

Ésta es la aportación genial que ha hecho el pueblo creyente atribuyendo, a la figura de María, todo lo que la teología oficial le impedía aplicar directamente a Dios. En María se puede desplegar lo femenino de Dios que es tan importante o más que lo masculino. Todo el machismo que destila nuestra religión quedaría superado si nos atreviésemos a pensar un Dios absolutamente femenino. Hay en lo femenino riquísimos contenidos que pueden ayudarnos a tomar conciencia de lo que es Dios como madre para cada uno de nosotros.

Tuvieron que pasar varios siglos para que los cristianos empezasen a interesarse por la figura de María. Esto no invalida todo lo que se ha dicho sobre María, pero nos obliga a darle una valoración muy distinta. No podemos seguir interpretando como hechos históricos lo que son solo símbolos femeninos. No, María fue una mujer normal que llevó una vida normal. Nadie se fijó en ella. Cumplió siempre con sus obligaciones de madre y esposa. Eso que a nosotros nos parece una ordinariez, es lo más grande y digno de imitar.

Meditación

Mira a María como si fuera un espejo,
que te está recordando lo que eres.
Si esa visión te asusta,
es que no has descubierto tu interior.
Eres la perla y tienes que tallarte.
Pero tienes un modelo en quién fijarte.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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María, la gran figura del adviento

Martes, 8 de diciembre de 2020
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isabel1_zps741982fbCarmen Herrero Martínez, Fraternidad Monástica de Jerusalén,
Estrasburgo (Francia).

ECLESALIA, 27/11/20.- Adviento, tiempo de espera y esperanza, porque en el seno de María crece el germen de una vida nueva. El Hijo de Dios se encarna en su seno y toma nuestra propia humanidad. “Dios se hace hombre para que el hombre se convierta en Dios” (San Irineo).

María vivió el Adviento más profundo y real: en espera esperanzada de una madre encinta que aguardacon júbilo el momento del parto, el momento de dar a luz al esperado de los pueblos, al anunciado por los profetas, al Emmanuel, a Dios hecho hombre.He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo que se llamará Emmanuel” (Isaías 7,14).

En María culmina la espera de Israel porque en ella se encarna el anunciado de parte de Dios por los profetas. María abrió su corazón y sus entrañas a la acción del Espíritu Santo. María fue la llena de gracia. “El Señor está contigo”, le dirá el ángel Gabriel (Lc 1,28). Dios está en ella y con ella. María, siendo una criatura, está ungida, tan unida a su Creador que es una misma cosa con él. Antes que Pablo pudo exclamar: “No soy yo es Cristo quien vive en mí”(Gal 2,20). Cristo vive en María y María vive sumergida en Dios. Si los místicos hablan del matrimonio espiritual, la primera creatura en vivirlo en su plenitud fue María. María es la mística por excelencia, el arquetipo de la vida contemplativa. Ella no solamente fue madre de Jesús en la carne, sino que es la esposa amada del Verbo.

María nos enseña a vivir el Adviento desde la sencillez, el asombro y la gratitud. Desde el silencio y la adoraciónal niño que lleva en su seno. Aquel que viene, que ya está a la puerta y llama, queriendo nacer en tu corazón y en el corazón de la humanidad. San Agustín afirma: “María concibió a Dios en su corazón antes que en su cuerpo”.

María acoge con todo su ser la Palabra hecha carne. Su propia sangre fue la sangre de Cristo. Por las venas de Cristo corre la sangre de María; Jesús se encarna, por obra del Espíritu Santo, en el seno de una doncella virgen. María hizo posible la primera Navidad. María, la joven mamá, fue la primera en acoger el llanto del recién nacido, junto con su esposo José, la primera en sentir el latido de su tierno corazón y de estrecharlo en su regazo maternal con entrañas de madre y virgen.

Años después, María será quien también acoja el último suspiro de su Hijo muriendo en una cruz como un malhechor. Ella estará al pie de la cruz con la misma fe, firmeza, fortaleza y amor que cuando el ángel Gabriel le anunció: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Y he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David” (Lc 1,30-32). Ante la evidencia de la muerte de su hijo, ¿cómo seguir creyendo en las promesas del ángel? ¡Profunda fe la de María!

La cruz se presentaba como el final de toda esperanza, pero María ve en ella el árbol de la vida. El cumplimiento del plan salvífico de parte de Dios. En la cruz es donde realmente este niño nacido en Belén, llamado Emmanuel, se manifiesta como el Mesías y el Salvador. En la bajeza de un malhechor, Jesús manifiesta su poder salvífico para toda la humanidad.

María nos enseña el camino para que Jesús nazca en nuestro propio interior: fe incondicional en las promesas de Dios, confianza, entrega y fidelidad al plan de Dios. Pues, Dios para cada uno de sus hijos tiene un plan, un proyecto. María nos enseña a hacer la voluntad del Padre y a ser fieles al plan de Dios. “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Esta podía ser una oración de Adviento. Una oración repetida continuamente para que se encarne en nuestro corazón y anide en él.

Vivir el Adviento a la luz de María conlleva ser personas generosas, interiorizadas, silenciosas y orantes, dándose del todo al TODO, para que él pueda encarnarse en nuestro interior y vivir en su intimidad, en comunión con nuestros hermanos y hermanas en humanidad; para que seamos hombres y mujeres de paz y concordia. Si así vivimos el Adviento, la Navidad será una realidad en nuestro corazón, en las familias y en nuestra sociedad.

En Navidad nace el Emmanuel, el Dios-con-nosotros: un niño, pobre, pequeño y necesitado de cuidados, como todo niño. Numerosos son los hombres y mujeres con los que nos encontramos diariamente, necesitados de pan y de hogar, de cariño y amistad, viviendo sintecho ni esperanza, para quienes el Adviento no tiene ningún sentido,ni tampocola Navidad.Y en este Adviento 2020, todavía esta realidad se hace más cruda, más real y generalizada, a causa de esta pandemia que a todos nos tiene tan afectados, tocados de una u otra manera. El mundo está en llanto, sufriendo dolores como de parto, dirá san Pablo; desesperanzado, con gran dificultad para seguir esperando en la promesa. Y, sin embargo, Dios sigue visitando a la humanidad, a cada persona, en esta tragedia personal y colectiva, pues el Adviento es una realidad mucho más fuerte que el Covid-19.Este virus un día será vencido y podremos volver a celebrar el Adviento y la Navidad con gozo y júbilo. ¡Abrámonos a la esperanza! Tal vez en adelanteseamos más conscientes de lo que significa el Adviento y la Navidad y, desde un corazón purificado,acogeremos la VIDA, a Cristo entre nosotros.

Los cristianos estamos llamados a ser hombres y mujeres de fe y confianza que transmiten al mundo el júbilo del nacimiento de Jesús, el Mesías, el Salvador. Porque solamente él puede erradicar tantas y tantas carencias, injusticias y necesidades como hay en el mundo. Él puede curarnos de esta pandemia y consolarnos de tanto y tanto llanto y sufrimiento que muchas otras pandemias nos causan. Ante la realidad concreta de la sociedaden la que vivimoshemos de sembrarsemillas de solidaridad, esperanzay amor para que la Navidad sea una realidad en todos los corazones, pese a que este año,externamente, sea diferente.

Y con María digamos a Dios: nuestra humanidad “no tiene vino”, es decir, “no tiene esperanza”,“no tiene alegría”. Dios encarnado, sé tú mismo nuestra esperanza y nuestro gozo, acógenos en tu regazo y arrópanos con la ternura de tu amor compasivo.Ya ejemplo de María y con su ayuda sepamos acoger a tantos hermanos nuestros, necesitados de los cuidados de un niño, y arroparlos con nuestra comprensión y amor fraterno.

Que María, la llena de gracia, la elegida del Padre para que se cumpla la promesa, la encarnación del Verbo, nos ayude a vivir el Adviento con los ojos y el corazón puestos en AQUEL que llega y nos trae la salud, paz, la justicia y la unidad entre todas las razas y naciones. Nuestra Señora del Adviento, ruega por tus hijos e hijas,que caminan en este valle de lágrimas, con la esperanza de celebrar con gozo la Navidad.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Nuestra Señora del Pilar, Patrona de Aragón y Zaragoza

Lunes, 12 de octubre de 2020
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136f9095482933f8074b8befdc0fed89El origen de la devoción a la Virgen del Pilar se remonta al siglo I. Cuenta le leyenda que, desde Jerusalén, donde aún vivía la Virgen María, vino a España para confortar al apóstol Santiago el Mayor en las tareas de evangelización. La tradición afirma que lo visitó milagrosamente a las orillas del río Ebro, donde Santiago estaba reunido con los primeros hispanos convertidos al cristianismo.

Como recuerdo de aquel acontecimiento se levantó más tarde en aquel lugar una capillita en honor de Nuestra Señora, venerando su imagen en un pilar. Documentos monacales del siglo IX dan testimonio del templo dedicado en la ciudad de Zaragoza a María siempre Virgen.

La advocación de nuestra Señora del Pilar ha sido objeto de un especial culto por parte de los españoles. En pocos templos de los pueblos de España falta la imagen de la Virgen del Pilar.

Su basílica, a las orillas del Ebro a su paso por Zaragoza, es un lugar privilegiado de oración, donde sopla con fuerza el Espíritu.

Esta devoción a la Virgen del Pilar fue llevada también en las carabelas de Colón hasta los pueblos hermanos de América. Desde el año 1908, en el interior de la gran basílica que hoy existe en Zaragoza, junto al altar de la Virgen hacen guardia de honor a nuestra Señora las banderas de los países hispanoamericanos.

El papa Inocencio XIII, en 1723, concedió oficio litúrgico propio de la Virgen del Pilar para el día 12 de octubre.

***

LECTIO

Primera lectura:

Primer libro de las Crónicas 15,3-4.15-16; 16,1-2

David reunió en Jerusalén a todo Israel para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.

Los levitas transportaron el arca apoyando las barras sobre sus hombros, como lo había prescrito Moisés, por orden del Señor.

David ordenó a los jefes de los levitas que dispusieran a sus hermanos los cantores con todos los instrumentos musicales de acompañamiento, arpas, cítaras y címbalos, e hicieron resonar bellas melodías en señal de regocijo.

Metieron el arca de Dios y la colocaron en medio de la tienda que David había levantado para ella. Ofrecieron luego al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación.

Cuando David terminó de ofrecer los holocaustos y los sacrificios de reconciliación, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Estos versículos de los capítulo 15 y 16 del libro de las Crónicas, que presenta la liturgia en la fiesta de la Virgen del Pilar, hacen referencia a la gran fiesta que celebró David el día que trasladó el arca de Dios desde Baalá a Jerusalén. Dice el texto del libro de Samuel que en esa fiesta «David danzaba ante el Señor frenéticamente… entre gritos de júbilo y al son de trompetas» (2 Sm 6,14-15). Jerusalén se convierte, por la presencia del arca, en ciudad santa, ciudad bendecida por Dios. En aquella fiesta, David convocó a todo Israel: era una fiesta nacional de bombo y platillo.

En las letanías de nuestra Señora invocamos a María como Arca de la Nueva Alianza y Templo del Espíritu Santo. Aquel regocijo de David con todo su pueblo, las ofrendas y oraciones que hicieron y la bendición que recibieron eran imágenes de esta fiesta en la que el arca de la Nueva Alianza vino de Jerusalén a Zaragoza para bendecir a los nuevos cristianos y para asentar su trono en el gran templo de nuestros corazones.

***

Segunda lectura:

Hechos de los apóstoles 1,12-14

Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, lo que se permitía andar en sábado.

Y así que entraron, subieron a la estancia de arriba, donde se alojaban habitualmente. Eran Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Zelota y Judas el de Santiago.

Todos ellos hacían constantemente oración en común con las mujeres, con María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

 Después de la ascensión de Jesús a los cielos, el libro de los Hechos de los apóstoles se centra en la constitución de la comunidad cristiana. Los que le habían seguido por el camino son convocados por el Espíritu para seguir con la misión de Jesús. En el grupo de los que acompañaban a Jesús en su vida pública estaban María, su madre, y otras mujeres. El evangelio de Lucas, en el capítulo 8, dice que junto con los Doce le seguían María Magdalena, Juana, Susana y otras muchas.  En estos versículos que leemos en la fiesta de la Virgen del Pilar, se resalta la presencia de María en esta primera comunidad pospascual. Ella, los apóstoles y algunas mujeres perseveraban en la oración común.

Esta oración entre hombres y mujeres da un tono peculiar a la primera comunidad cristiana, muy distinto a lo que se hacía en la sinagoga judía. Jesús había roto la separación, y la primera comunidad sigue acorde con el estilo de Jesús. Podemos pensar en la importancia de María en la formación de esa primera comunidad de Jerusalén y trasladar, sin esfuerzo, esa misma importancia en el apoyo a Santiago en la formación de la primera comunidad de España.

*

Evangelio:

Lucas 11,27-28

Mientras decía esto, una mujer de entre la gente gritó:

– «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron».

Pero él le dijo:

«Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica».

Arrebatada por la emoción del momento, una mujer del pueblo, corazón en mano, alaba a Jesús y le dice cuan orgullosa tenía que estar su madre por haberlo llevado en su seno. Las palabras de la mujer son un cumplimiento de la profecía sobre María de Lc 1,28: «Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones».

Pero Jesús, humilde y sencillo como su madre, traslada la atención de él mismo y de su madre a una insistencia más central: realmente, es más dichoso el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica. La grandeza personal de María está en haber escuchado a Dios y haber dado un «sí» incondicional.

María escuchó y puso en práctica la Palabra de Dios al responder en la anunciación: «He aquí la esclava del Señor». Es una actitud humilde, valiente, libre y auténtica.

María, que meditó en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, hace pensar en aquellos que «escuchan la Palabra con un corazón noble y generoso» (Lc 8,15).

*

MEDITATIO

Del libro del Eclesiástico 24,3-15:

Yo salí de la boca del altísimo y cubrí la tierra como una niebla. Habité en las alturas, y mi trono fue columna de nube. Sola recorrí el círculo celeste, y por las profundidades del abismo me paseé. En las olas del mar, en toda la tierra, en todo el pueblo y nación yo imperé. En todos ellos busqué el reposo, y en qué territorio instalarme. Entonces me ordenó el creador de todas las cosas, mi hacedor fijó el lugar de mi habitación, y me dijo: «Pon tu tienda en Jacob, y en Israel ten tu heredad».

Desde el principio y antes de los siglos me creó, y existiré eternamente. En su santa tienda, en su presencia, ejercí el ministerio, y así en Sión me instalé. En la ciudad amada establecí mi residencia, y en Jerusalén tuve la sede de mi imperio. En el pueblo glorioso eché raíces, en la porción del Señor, en su heredad. Crecí como el cedro en el Líbano, como el ciprés en las montañas del Hermón. Crecí como palmera en Engadí, cual brote de rosa en Jericó; como magnífico olivo en la llanura, crecí como el plátano. Como el cinamomo y el espliego he dado mi aroma, como mirra escogida exhalé mi perfume; como gálbano, ónix y estacte, y como perfume de incienso en el tabernáculo. Yo extendí como terebinto mis ramas, y mis ramas están llenas de gracia y de majestad. Como vid eché hermosos sarmientos, y mis flores dan frutos de gloria y de riqueza. Venid a mí los que me deseáis, y saciaos de mis frutos.

*

ORATIO

Virgen santa del Pilar:

Desde este lugar sagrado

alienta a los mensajeros del Evangelio,

conforta a sus familiares

y acompaña maternalmente

nuestro camino hacia el Padre,

con Cristo, en el Espíritu Santo. Amén.

(Oración de Juan Pablo II ante el altar de la Virgen del Pilar en Zaragoza.)

 

*

CONTEMPLATIO

La piedad de la Iglesia a la santísima Virgen María es un elemento intrínseco del culto cristiano. La veneración que la Iglesia ha dado a la Madre del Señor en todo tiempo y lugar -desde el saludo y la bendición de Isabel hasta las expresiones de alabanza y súplica en nuestro tiempo- constituye un sólido testimonio de que la lex orandi de la Iglesia es una invitación a reavivar en las conciencias su lex credendi. Y viceversa: la fe viva de la Iglesia requiere que por todas partes florezca lozana su oración fervorosa a la Madre de Cristo. Culto a la Virgen de raíces profundas en la palabra revelada y de sólidos fundamentos dogmáticos.

La misión maternal de la Virgen empuja al pueblo de Dios a dirigirse con filial confianza a aquella que está siempre dispuesta a acogerlo con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora; por eso el pueblo de Dios la invoca como consoladora de los afligidos, salud de los enfermos, refugio de los pecadores, para obtener consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora en el pecado; porque ella, la libre de todo pecado, conduce a sus hijos a esto: a vencer con enérgica determinación el pecado. Y -hay que afirmarlo nuevamente- dicha liberación del pecado es la condición necesaria para toda renovación de las costumbres cristianas.

La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar «los ojos a María, la cual brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad de los elegidos». Virtudes sólidas, evangélicas: la fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios (cf. Lc 1,26-38; 1,45; 11,27-28; Jn 2,5); la obediencia generosa (cf. Lc 1,38); la humildad sencilla (cf. Lc 1,48); la caridad solícita (cf. Lc 1,39-56); la sabiduría reflexiva (cf. Lc 1,29.34; 2,19.33.51); la piedad hacia Dios, pronta al cumplimiento de los deberes religiosos (cf. Lc 2,21.22-40.41), agradecida por los bienes recibidos (Lc 1,46-49); la fortaleza en el destierro (cf. Mt 2,13-23), en el dolor (cf. Lc 2,34-35.49; Jn 19,25); la pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor (cf. Lc 1,48; 2,24); el vigilante cuidado hacia el Hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz (cf. Lc 2,1-7; Jn 19,25-27); la delicadeza provisoria (cf. Jn 2,1-11); la pureza virginal (cf. Mt 1,18-25; Lc 1,26-38); el fuerte y casto amor esponsal.

De estas virtudes de la Madre se adornarán los hijos que con tenaz propósito contemplan sus ejemplos para reproducirlos en la propia vida. Y tal progreso en la virtud aparecerá como consecuencia y fruto maduro de aquella fuerza pastoral que brota del culto tributado a la Virgen.

La piedad hacia la Madre del Señor se convierte para el fiel en ocasión de crecimiento en la gracia divina: finalidad última de toda acción pastoral. Porque es imposible honrar a la «llena de gracia» (Le 1,28) sin honrar en sí mismo el estado de gracia, es decir, la amistad con Dios, la comunión en Él, la inhabitación del Espíritu. Esta gracia divina alcanza a todo el hombre y lo hace conforme a la imagen del Hijo (cf. Rom 2,29; Col 1,18).

La Iglesia católica, basándose en su experiencia secular, reconoce en la devoción a la Virgen una poderosa ayuda para el hombre hacia la conquista de su plenitud. (De la exhortación del papa Pablo VI Marialis cultus.)

*

ACTIO

Reunirme hoy en oración con otros, como María con otras mujeres y los apóstoles, y pedir al Espíritu Santo fortaleza para los evangelizadores que están en tierra de misión.

*

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El milagro de Calanda

Como en otros santuarios marianos, los fieles han recibido en el de nuestra Señora del Pilar favores extraordinarios que han atribuido a su intercesión ante la omnipotencia divina. Desde el siglo XIII se habla en los documentos que conserva su archivo de «los mytos et innumerabiles miraglos que Nuestro Seynor Jesucristo feitos a et cada día facer non cesa en los ovientes devoción en la gloriosa et bienaventurada Virgen María suya Santa María del Pilar».

Un manuscrito del siglo XV recogió algunos de ellos. Y en 1680 el canónigo Félix de Amada dio a la imprenta una colección de milagros obrados por intercesión de la Virgen del Pilar. Entre ellos, es universalmente conocido el llamado milagro de Calando, por su evidente superación de las fuerzas de la naturaleza y por su innegable verdad histórica. Tuvo lugar entre las diez y las once de la noche del jueves 29 de marzo de 1640, en la villa aragonesa de Calanda y en la persona del ¡oven de 23 años Miguel Juan Pellicer, al cual, debido a un accidente, hubo que amputársele la pierna derecha en octubre de 1637 en el hospital de Gracia, de Zaragoza, por el cirujano Juan Estanca, siendo enterrada por el practicante Juan Lorenzo García.

Tras su convalecencia, durante dos años, fue mendigo en la puerta del templo de nuestra Señora del Pilar, de la que era muy devoto desde su niñez, por existir una ermita de esta advocación en Calando, y a la que se había encomendado antes y después de su operación, confesando y comulgando en su santuario.

Vuelto a la casa de sus padres en Calanda a primeros de marzo de 1640, el citado día 29 de ese mes, habiéndose acostado en la misma habitación de sus padres, por haber un soldado alojado en su casa, lo encontraron éstos dormido media hora más tarde con dos piernas, notándosele en la restituida las mismas señales de un grano y unas cicatrices que tenía la amputada.

A instancias del Ayuntamiento de Zaragoza, adonde acudió Miguel Juan tras su curación a dar gracias a la Virgen del Pilar, se incoó en el Arzobispado un proceso el 5 de junio de 1640, pronunciando sentencia afirmativa de calificación milagrosa el arzobispo Pedro Apaolaza, asesorado por nueve teólogos y canonistas, el 27 de abril de 1641. Se conserva íntegro el texto de este proceso con las declaraciones de los 25 testigos.

El milagro se divulgó rápidamente por todas partes. El mismo papa Urbano VIII fue informado personalmente por el jesuíta aragonés F. Franco en 1642. Entre los milagros, que por definición son todos excepciones de la naturaleza, el de Calanda es a su vez excepcional; por eso las relaciones coetáneas lo calificaron de «milagro inaudito en todos los tiempos». (Por Tomás Domingo Pérez, en el Libro de la Virgen, C.B.C.)

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Virgen de la Merced, redentora de Cautivos: Derriba a los poderosos, eleva a los oprimidos

Viernes, 25 de septiembre de 2020
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vicentelopezvirgendelamerced01Del blog de xabier Pikaza:

En clave de mujer. Los oprimidos, pobres y cautivos del canto de María

Ayer he definido a la madre de Jesús como Gebira, representante del rey, conforme a la historia del AT. Hoy, día de la Merced, retomo ese motivo desde el canto de liberación de las mujeres fuertes de la Biblia, Myriam (Ex 15), Débora (Jc 5) y Ana (1 Sam 2), que nos introducen con María en el Nuevo Testamento.

Según Lc 1-2, ella es la Gebira, y así proclama el mensaje y proyecto de de su hijo, la inversión (revolución) radical del evangelio (derriba de su trono a los poderosos, enaltece a los oprimidos), en contra del programa sacro/nacional de su “pariente” varón, el sacerdote Zacarías.

Éste es un tema que la exégesis en general no ha destacado, ni la iglesia ha puesto de relieve, quizá por un miedo y espiritualismo poco evangélico, pero es esencial para la Iglesia, como han proclamado mercedarios y mercedarias, a cuya fiesta, que es la mía, quiero unirme con estas reflexiones.

Benedictus y Magníficat.

Son los grandes himnos del evangelio de la infancia de Lc 1-2. (a) El Benedictus es la voz de un sacerdote de Jerusalén, con una ideología más sacral y nacional, centrada en la victoria y libertad del pueblo elegido. (b) El Magníficat es vozde una mujer que mesiánica, que pertenece al grupo de los pobres, con su esperanza y compromiso de una transformación universal, anticipándose a Jesús y ofreciéndole su compromiso de madre y mujer liberadora desde la tradición de Israel.

  imagesEl texto original del Benedictus (Lc 1, 68-69. 71-75)   ofrece la visión privilegiada de una comunidad judeocristiana, vinculada al triunfo mesiánico‒patriarcal del pueblo judío y al culto del templo, en una perspectiva dominante de varones, donde el mundo se divide en amigos (israelitas) y gentes que os/nos odian (enemigos). En este contexto, más que la liberación de pobres y excluidos, importa la salvación del pueblo santo:

‒ Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo (tô laô autou), suscitándonos una fuerza (= cuerno) de salvación, en la casa de David, su siervo; es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian.

‒ Ha realizado la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham; para concedernos que libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos en santidad y en justicia, en su presencia todos nuestros días (Lc 1,68-69.71 y Lc 1, 72-75)[1].

   Así interpreta la salvación en clave nacional, de Israel, laos santo, al que Dios quiere liberar de los enemigos (ekhthrôn: 1, 71.73) y de las manos de aquellos que nos odian (misountôn hêmas: 1, 71), a diferencia del Magníficat que habla de la liberación de los pobres como tales.

Esa visión  resulta lógica en boca de un sacerdote patriarca que ha oficiado en el templo de los levitas, poderosos sacerdotes, que entienden el nacimiento del Mesías desde la perspectiva de los elegidos del pueblo santo (que debían liberarse ante todo de sus enemigos nacionales, entendidos como aquellos que les/nos odian)[2].

59bb613b30259      En esa línea, vinculado Lc 1,32-33 con Lc 1, 68-69.71-75, podemos afirmar que en la primera comunidad judeo‒cristiana había algunos que entendieron a Jesús en términos cercanos a un tipo de celotismo militar, en la línea de Pinjás (cf. Num 25)…

(Las imágenes están tomadas de las pinturas de la Virgen de la Merced que Helios Gómez, militante/gitano andaluz, de Triana/Sevilla, amigo de los pobres, condenado por “anarquista” (en la línea de los sicarios de los que seguiré hablando) y devoto de María, pintó en una celda de la Cárcel Modelo.

Por la dureza de aquella cárcel murió Helios. Pero, enfermo como estaba, por amor de B. Lahoz, mercedario ejemplar. que le regaló una estampa de la Virgen  (pintada por Vicente López, 1772-1852,  Museo de Valencia, arriba ), pintó  una celda/capilla de la Virgen de la Merced, su madre, hermana y amiga, encarcelada como él en la Modelo de Barcelona. Iré poniendo imágenes de esa Celda/Capilla de la Virgen de la Merced, cautiva entre los los cautivos de la terrible Cárcel Modelo de Barcelona.

Estuve y ofrecí una semblanza de Helias en un Congreso que unos amigos organizaron hace algunos años en Barcelona. Busque quien quiera la referencia en Helios Gómez y Pikaza. Cf. RD 30.08.2008, https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Helios-Virgen-Anarquista-Presos-Carcel_7_921577847.html

Magníficat, canto universal.

             A diferencia de Zacaría, María ha destacado la elevación de los oprimidos y el enriquecimiento de los pobres (anawim) que, mirados en sí mismos, carecen de fronteras religiosas y o nacionales; ella, la mujer oprimida (por mujer y por pobre, como seguirá diciendo el Magníficat) eleva su canto al servicio de la liberación de todos los hambrientos y oprimidos del mundo.

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  María pasa así del nacionalismo de David (defendido por Zacarías, en el Benedictus) al universalismo de Abraham. Ella no busca una pequeña conversión-salvación nacional de Israel, sino la transformación de la humanidad como tal, superando la oposición de poderosos y oprimidos, ricos y pobres (varones y mujeres, en una línea marcada por la tradición paulina en Gal 3, 28).

  Por eso, ella no puede vincularse a los nacionalistas celotas (como sería Zacarías), insistiendo en la sacralidad de templo y pueblo en cuanto tal (separado de otros pueblos, con un triunfo militar del “cuerno” de David, que “libera” Jerusalén de las manos de los enemigos); ella quiere abrir (compartir) un camino de inversión, revolución y transformación de la humanidad en su conjunto, desde los oprimidos y los pobres.[3].

En ese sentido, ella se sitúa más cerca de los sicarios que de los celotas nobles y nacionalistas (como Zacarías). Su movimiento, de origen proletario o campesino, puede presentarse como una religión laical, centrada en la experiencia del señorío absoluto de Dios y de su libertad, en una línea inspirada por Abraham.

Ciertamente, en los momentos más sangrientos de la rebelión y la guerra contra Roma, muchos sicarios mostraron un aire de dura intransigencia, como portadores de la violencia de los pobres que estalla al fin contra los ricos. Pero en el fondo ellos querían ser representantes de un igualitarismo pacífico de todos los desposeídos, destruyendo los archivos oficiales con los documentos de propiedad de los ricos y, quemando los palacios de los sumos sacerdotes y los nobles herodianos, enriquecidos a costa del pueblo, a fin de que todos pudieran ser hermanos [4].

En esa línea, la parte más antigua del himno de Zacarías sacerdote puede entenderse como expresión de un celotismo sacral,nacionalista y jerárquico, partidario del “cuerno de David”, es decir, de un triunfo político‒religioso de Israel. En contra de eso, María se encuentra espiritualmente más cerca de un tipo de revolución sicaria (pero  no militar), en línea de “salvación” de los pobres, no de triunfo armado de la nación judía.

Ella no era defensora de la guerra militar contra Roma, sino partidaria y portadora de un ideal pacífico (femenino) de revolución universal, igualitaria, partiendo de los hambrientos y oprimidos, un  ideal más fuerte que todas las guerras.  Por eso cuando un tipo de piedad social ha secuestrado la figura de María para anestesiar a los pobres y servir a los ricos está traicionando al evangelio. Leer más…

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Con María junto a la Cruz

Martes, 15 de septiembre de 2020
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En el día que los católicos celebran a nuestra Sra de los Dolores, recordamos a tantos hermanos y hermanas que están sufriendo…

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La devoción a la Virgen de los Dolores se remonta a los primeros años del segundo milenio, como desarrollo de la «compasión» con María iuxta crucem Jesu. Esta devoción fue formulada litúrgicamente en tierras germanas, concretamente en Colonia, el año 1423. Sixto IV insertó en el misal romano la memoria de Nuestra Señora de la Piedad. La atención hacia María «dolorosa» se fue desarrollando gradualmente en la forma de los Siete Dolores, representados en las siete espadas que traspasan el corazón de la madre de Cristo. La extensión a la Iglesia latina en 1727 fue favorecida por los Siervos de María, que la celebraban desde 1668. La colocación en el 15 de septiembre se remonta a Pío X (1903-1914). En el calendario litúrgico de 1969 se la denomina memoria de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores.

***

La meditación sobre los siete dolores de la bienaventurada Virgen podrá expresarse fácilmente en términos actuales, en cuanto los comparemos con los múltiples sufrimientos por los que está marcada la vida hoy…

Principalmente en virtud de nuestra identidad cristiana, aceptaremos ser nosotros mismos una existencia atravesada por la espada del dolor. Siguiendo a Jesús, tomaremos cada día nuestra cruz (Le 9,23; cf. Mc 8,34; Mt 16,24). Sensibles al drama de innumerables personas y grupos obligados a emigrar desde países pobres nada naciones más ricas, en busca de pan o de libertad, pondremos a salvo la vida de todo tipo de persecución y ofreceremos nuestra contribución activa a la acogida de los emigrantes […].

En presencia de cuantos, en medio de la incertidumbre del vivir, añoran el rostro del Señor o se encuentran angustiados por haberlo perdido, nuestras comunidades han de ser lugares que apoyen su trabajosa búsqueda. Han de convertirse en santuarios de consuelo para tantos padres y madres que, desolados, lloran la pérdida física o moral de sus hijos. Como copartícipes de un mismo itinerario de fe, acompañaremos a nuestros hermanos y hermanas por la vía de su calvario: con gestos de delicadeza, como Verónica, o llevando su peso, como el Cirineo.

*

H. M. Moons,
Con María junto a la cruz,
Roma 1992, 19ss.

***

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Festividad de La Asunción

Sábado, 15 de agosto de 2020
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ASUNCION

Plenitud de agosto,
vuelo de Asunción.
Bodega con mosto
de tu Corazón.

Rutas de Araguaia,
con mi pueblo en cruz.
Mi «seca» y tu playa:
la Paz de Jesús.

Lograda María,
llegada Asunción,
que reclama y guía
nuestra romería
de Liberación.

*

Pedro Casaldáliga

***

No cabe duda de que la Virgen María está en el cielo. Cómo ocurrió no lo sabemos. Y, ya que el Espíritu Santo no nos ha dicho nada acerca de esto, no lo podemos hacer artículo de fe… Es suficiente saber que ella vive en Cristo.”

*

Martín Lutero,
1483-1546

***

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***

María de todos nuestros deseos
y de todas nuestras esperanzas …

Te saludo María,
madre de todos nuestros deseos de ser felices.
Eres la tierra que dice sí a la vida.
Eres la humanidad que consiente en Dios.
Eres la fruta de las promesas del pasado
y el futuro de nuestro presente.
Eres la fe que acoge lo imprevisible,
eres la fe que acoge lo invisible

Te saludo María,
madre de todas nuestras búsquedas
de este Dios imprevisto.
Del Templo donde lo pierdes,
al Calvario donde es colgado
su camino te parece una locura.
Eres cada uno de nosotros que busca a Jesús,
sin comprender bien su vida y sus palabras.
Eres la madre de las oscuridades de la fe,
tú quien observas todos los acontecimientos en tu corazón,
profundizas y meditas todos nuestros ” ¿por qué? ”
Y quien confía en el futuro de Dios, tu Señor.

Te saludo María,
madre de todos nuestros sufrimientos.
Eres la mujer de pie
al pie del hombre crucificado,
eres la madre de todos los que lloran
la inocencia masacrada y el preso torturado.

Te saludo María,
madre de Jesús y del discípulo que creyó.
Eres la madre de los Hombres y de la Iglesia,
estás en la encrucijada de la historia de la salvación
que Dios inventa desde Abraham y Moisés.

Te saludo María,
madre de todos nuestros pentecostés.
Eres, con los apóstoles,
la Iglesia que ruega y acoge los dones del Espíritu Santo.

Te saludo María,
madre de todas nuestras esperanzas.
Eres la estrella radiante de pueblo en marcha hacia Dios.
Eres el anuncio de la humanidad transfigurada,
eres el éxito de la creación
que Dios hizo para su eternidad.

*

Michel Hubaut
Oración extraída de « Cristo nuestra felicidad, aprender a orar con san Francisco de Asís y Santa Clara de Asís», Éditions Fayard, 1986

*

2-1

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María, en su canto de alabanza, no engrandeció a Dios sólo de una manera abstracta por haber «levantado a los humildes» y haber «llenado de bienes a los hambrientos», sino que lo hizo indudablemente también porque conocía esta bajeza ante Dios mejor que cualquier otra criatura: Dios, el poderoso, en efecto, «ha mirado la humildad de su sierva», y por esa mirada proyectada sobre ella, no por su ensalzamiento, ella se alegra por «la grandeza del Señor». Si bien María era materialmente pobre, no se alegra por los dones materiales que le fueron concedidos […], sino por el don inaudito de una maternidad mesiánica, que no era tanto un don hecho a ella personalmente como un acto de misericordia hacia su «siervo Israel», que ha obtenido la «semilla de Abrahán»por la que había suspirado tanto tiempo. En su opción en favor de los pobres, María es perfectamente ella misma, no se ha alienado en absoluto en «otra María».

Sabe que ha llegado a ser Madre de una manera única e incomparable por pura gracia, y Madre no sólo de su único Hijo, sino, en él, de todos aquellos que mediante él y en él se han convertido en hijos e hijas de Dios en la Iglesia. (Y cuando aquí hablamos de Iglesia, sus confines permanecen indefinidos, porque la gracia de la redención de Cristo ha llegado, en efecto, a todos los hombres que nacieron antes que él y después de él.) «La mediación de María está ligada, efectivamente, a su maternidad, posee un carácter específicamente materno»(Redemptoris Mater 38) y, por eso, ella es el centro de la «comunión de los santos», «está como envuelta por toda la realidad de la comunión de los santos» (Redemptoris Mater 41), de esa capacidad de ser-para-los-otros en el Reino de Dios como coronamiento sobrenatural de la estupenda posibilidad ya en el plano natural, o sea, de la capacidad de poderse apoyar y ayudar recíprocamente.

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H. U. von Balthasar, «Comentario a la encíclica “Redemptoris Mater”», en H. U. von Balthasar – J. Ratzinger, María. El sí de Dios al hombreo. Introducción y comentario a la encíclica«Redemptoris Mater», Brescia 31988, pp. 56ss, passim)

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