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María… pequeña María…

Miércoles, 8 de diciembre de 2021
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El 8 de diciembre de 1854, Pío IX definió este dogma con las siguientes palabras: «Para honor de la santa e indivisa Trinidad…, declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles». Antes, la Orden Franciscana, en su Capítulo celebrado en Toledo el año 1645, «escogió a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en cuanto la confesamos y celebramos inmune de la culpa original en su misma Concepción, como Patrona singular de toda la Orden de los Frailes Menores». Y aquello no fue una novedad rara en la historia de la familia franciscana, que desde sus primeros tiempos se distinguió como defensora acérrima de este privilegio sin par de María. El beato Juan Duns Escoto fue su adalid, y la campaña por él iniciada la prosiguió la Orden, sin desmayos, a lo largo de los siglos. Así celebramos hoy el “gran momento de la historia cuando cielos y tierra, la creación entera enmudeció esperando escuchar el «FIAT» de nuestra Señora”

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MADRE DEL MUNDO NUEVO

Estamos otra vez en el Principio.
Dios quiere hablar y el aire se acrisola.
Como un niño, en la sangre, nace el mundo;
y del caos emerge la Esperanza, con sus flores salvadas de la muerte.
(Este ramo de olivo que crece en tus pisadas, paloma de Sus Ojos,
tendrá toda la Tierra penitente para echar las raíces…).

Aún no mugía el mar, ni tendía sus lonas el cielo por los montes,
y tú jugabas ya -la consentida- en la plaza infinita de Sus Manos:
primera siempre al mimo de Su Gozo…
Si estamos otra vez en el Principio, tendrás que amanecer: el Mundo Nuevo
necesita la puerta de tu seno para llegar incólume,
(Belén se apuesta siempre detrás de tus espaldas).

Mientras los hombres buscan sus tesoros piratas -¡los bajeles perdidos de sus rutas sin norte!-,
un día, inesperado, tú surges de las simas del Paranagua, viva,
como un tesoro tierno a la memoria,
antigua de ternura y de favores, coronada de espuma de sorpresas,
con el Niño en los brazos, ofrecido…
La Tierra está en mantillas, dormida en tu regazo.

La Europa verdadera, como un cruzado loco que vuelve escarmentado
de tantas aventuras,
espera tu venida junto a Chartres y en la umbría sagrada de Einsiedeln.
Los almendros latinos aún tienen primavera para acoger tus plantas.
Todavía hay pastores y un buey manso en la cumbre.
¡Todo el cuerpo de Europa se ha hecho gruta, en la herida,
para enmascarar la luz de tu presencia!

América sacude sus pañales, con un grito rebelde, contra el mar transitado,
pero en su boca niña balbucea, cantando, tu nombre, Guadalupe,
y late la manigua como un puerto que siente tu llegada:
-¡Vendrá Santa María, libre de carabelas!
Como una diosa estéril y fecunda, empapada en la lluvia de la Espera,
como una cruz cansada de martirio,
Asia cruje, sangrando por sus lotos…
¡Pero el bambú ya ensaya cañas de profecía detrás de las Comunas;
la Luna sabia sigue tus pies para calzarte,
y en la liturgia hindú llama a tu Hijo el arpa de Tagore y de los parias!

Mientras llegan los sueños en cayuco inestable,
y acosada por todos los pájaros secretos que hierven en la selva con la noche,
Africa arrulla, alborotadamente, sus veinte cunas nuevas.
Se quiebran sus tambores en parches de alegría
y las lanzas preguntan por la aurora:
¡porque el mar no termina en la mirada!
Y danzan sus miningas, con las anillas rotas,
enarbolando el sol entre las risas,
¡porque hay una Mujer sobre las chozas, detrás de las estrellas,
con el sol en los hombros, como un clote!
Con los sueños que llegan en cayuco inestable, arriba el Evangelio mecido por tus manos;
llegan tus manos fieles, con la Paz en la proa.

Neófitas de sal y de promesas, las Islas balbucientes acuden al marfil de tu garganta,
con un abrazo tenso de siglos de impaciencia, seguras del Encuentro.

¡Todos los meridianos se enhebran en la rosa de tu Nombre…!

Estamos otra vez en el Principio
y nace el mundo, nuevo, del seno de tu Gracia,
hermosamente grande y sin fronteras.
¡Que callen los profetas fatídicos! Cabemos
todos juntos, hermanos, en la mesa que el Padre ha abastecido.
¡Que calle todo miedo, para siempre!

Los átomos dispersos se engarzarán, sumisos, en tu manto;
y el cielo, descubierto en mil caminos,
se hará pista a tus viajes de ¡da y vuelta -de Dios hasta los hombres-,
¡nostalgia nuestra, Asunta!

…Dios llega al aeropuerto de la Historia;
a tiempo en todo Tiempo, el heredado pulso de tu sangre.

Los sellos del Concilio acuñan tu figura sobre la piel lavada de la Iglesia,
y llega una corona de voces alejadas, en pleamar dichosa,
al pie de tu Misterio…

Estamos otra vez en el Principio y ha empezado tu era:
¡por derecho de Madre tú patentas la luz amanecida!

*

Pedro Casaldáliga
“Llena de dios, y tan nuestra”. Antología mariana

***

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La aurora es un momento fabuloso: el que precede inmediatamente al salir el sol. Antes sólo eran tentativas. Un leve palidecer el cielo por oriente, apenas visible en la noche. Sigue un clarear creciente, lentamente al comienzo, luego más rápidamente, siempre más rápidamente. Finalmente un instante en el que el surgir de la luz es tan victorioso y ardiente, el esplendor tan cegador a los ojos habituados a la noche, que nos podríamos creer ante el mismo sol: apenas un instante después, como una llamarada, su luz arde en el hilo del horizonte. Y finalmente el sol. Hasta ese momento, nos podíamos haber engañado, pues ya se transparentaba en lo que sólo era la aurora. Lo mismo la Inmaculada concepción. Primero, a lo largo de los siglos precedentes, se trataba del alba de Cristo, de los comienzos de su pureza y santidad, ya maravillosos considerando que se realizaban en la naturaleza humana, pero aún oscuros respecto a El. María es el culmen de la aurora, el surgir del día. Pero su luz ilumina a todos. La Inmaculada concepción distingue a María de los demás humanos sólo para unirla más a Cristo, que pertenece a todos (…).

Tras el decreto que estableció la venida de Cristo, se da esta larga preparación que ya la realiza inicialmente y que llena toda la historia antigua de la humanidad. Ahora bien, toda esta preparación lleva a María, porque ella (…) es portadora de Cristo. La preparación es inmensa: es la única obra de Dios mismo en este mundo; se compromete con todo su amor: haciendo confluir, en virtud de su gracia, todo lo que en nuestros esfuerzos humanos hay de verdaderamente bueno: se plasma una naturaleza humana que será la suya.

Llega un día en que todo está preparado. En la Virgen todo se reúne para pasar de ella al Hijo (…). María es la figura absoluta y total, y lo es para siempre, porque, siendo Madre de Dios, es la que une el Hombre-Dios con la humanidad.

*

É. Mersch,
La théologie du Corps mystique,
I
, Tournai 1944, 219-221.

***

La misión maternal de María hacia los hombres no oscurece ni disminuye de ninguna manera la única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia.

Porque todo el influjo salvífico de la bienaventurada Virgen en favor de los hombres nace del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de la misma saca toda su virtud; y lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo.

La bienaventurada Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la divina providencia,  fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor y, de forma singular, la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor.

Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación y lo mantuvo sin vacilación al pie de la cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación.

Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la bienaventurada Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de abogada, auxiliadora, socorro, mediadora.

La Iglesia no duda en atribuir a María ese oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador .

*

Del Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 60-62.

***.

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8.12. Inmaculada. Catolicismo popular, una religión mariana

Miércoles, 8 de diciembre de 2021
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7AF4411F-EE81-43C5-ACBB-7DA13689E824 Del Blog de Xavier Pikaza:

Desde los primeros siglos, la devoción a María, madre de Jesús, ha sido un elemento importante del cristianismo y resulta difícil separar lo que proviene en ella de la revelación bíblica y de la cultura popular del entorno (semita, griego, oriental y occidental). Es también difícil separar lo que es propio del Magisterio y lo que surgido por la creatividad del pueblo, lo que es liturgia oficial y lo que son devociones particulares, pues se ha dado y se sigue dando un feed-back (una constante ida y vuelta) entre los diversos planos, entre lo que pudiéramos llamar más ortodoxo y lo que linda con expresiones y prácticas devocionales que algunos podrían tachar de heterodoxas.  

  Éste es un tema extenso y resulta imposible condensarlo y valorarlo en unas páginas. Aquí me limito a recoger de un modo casi telegráfico diez puntos más significativos, partiendo de la Biblia, mostrando los rasgos básicos del catolicismo (y de un cristianismo “ortodoxo”) como religión mariana. El texto completo de esta síntesis popular mariana (que desemboca en la Inmaculada) acaba de ser publicado en la revista Reseña Bíblica

1.Mujer y madre, “vientre” divino

En contra de lo algunos han pensado, bien entendidos, los “datos” marianos del Nuevo Testamento son muchos e importante importantes, empezando por Pablo (“nacido de mujer”: Gal 4, 4), siguiendo por Marcos (María vinculada a los parientes de Jesús), Mateo (concibe por el Espíritu de Dios, mujer con niño), Lucas (dialoga con Dios, Madre del Señor, Magníficat), evangelio de Juan (Madre en la bodas de la nueva humanidad, recibida por la Iglesia del Discípulo Amado), para culminar en los símbolos de la mujer Apocalipsis, que la Iglesia posterior entenderá en forma mariana).

             Hace cien años, los grandes estudiosos de la Biblia analizaron con gran detalle las tradiciones de fondo de la concepción virginal de María (tema que entonces de juzgaba clave), sin llegar a conclusiones claras. Quizá se debe a que plantearon las cosas desde una visión sesgada del helenismo y cristianismo, sin fijarse en algunos textos centrales de la Biblia (Sal 139, 13-18; Job 10,9-10 y 2 Mac 7, 22), en los que Dios aparece como vientre de mujer en el que va surgiendo, plasmándose cada ser humano.

Estos pasajes implican ciertos conocimientos anatómicos, pero ofrecen, sobre todo, una profunda confesión de fe, conforme a la cual Dios mismo conoce y guía el surgimiento y despliegue de cada ser humano en el vientre de la madre, como si él mismo fuera ese “vientre”, como si el surgimiento de un nuevo ser humano expresión y consecuencia (presencia y cuidado) de su conocimiento. A diferencia de los animales, que no saben (no conocen), los hombres brotan de conocimiento de Dios y así, por eso, pueden conocerle y responderle.

Así como Dios ha suscitado en el principio a la Sabiduría (cf. Prov 8, 23) así crea y suscita a cada ser humano, capaz de escuchar su palabra y responder. Desde ese fondo se entiende la concepción y gestación virginal de Jesús en el “vientre” de María, que no se interpreta ya de un modo puramente biológico sino “personal” como espacio privilegiado de presencia de Dios.

2.Virgen y madre carnal, contra la gnosis

Una tradición posterior de la Iglesia ha vivido de tal forma ocupado en precisar el carácter milagrosamente “espiritual” de María (sin semen masculino) que ha podido olvidar el carácter radicalmente “carnal” (personal) de la concepción y nacimiento de Jesús, tal como ha puesto de relieve la devoción popular, en contra de una “gnosis” elitista (que aparece ya en Evangelio Tomás  101) que tendía a distinguir “dos madres” de Jesús:  la madre carnal (María) que le ha engendrado en un mundo de pecado; la madre verdadera (Espíritu de Dios) le ha dado Vida verdadera.

            La tradición sinóptica (Lc 1; Mt 1) vinculaba ambos planos. EvTom 105 los contrapone, devaluando la carne, es decir, la vida de María, diciendo: “Quien conozca a su padre y a su madre, será llamado hijo de prostituta”. Conocer significa valorar y vincularse con. En cuanto madre en este mundo, María habría sido simplemente pecadora. Ciertamente, algunos “padres” de la Iglesia (Ignacio de Antioquía, Justino, Ireneo…) criticaron esa “gnosis”, pero la respuesta principal ha sido la del pueblo cristiano, que se ha sentido identificado con María, madre “carnal” (total) de Jesús.

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Lo que de Dios hay en María y en cada uno de nosotros es inmaculado.

Miércoles, 8 de diciembre de 2021
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Inmaculada de Isabel Guerra

INMACULADA  (C)

Lc 1,26-38

Estamos celebrando una fiesta entrañable, como todas las de María. Es una fiesta a la que podemos sacar mucho más jugo hoy que en ningún momento anterior de la historia. Si no existiera, tendríamos que inventarla. Vamos a intentar profundizar en su significado. El que me siga, intentando comprender, podrá descubrir una increíble riqueza de contenido. Os recuerdo que no escribo para que penséis como yo sino para que os atreváis a pensar.

Una aclaración imprescindible es que, ser fiel a los dogmas no es repetirlos como papagayos sin enterarnos del contenido teológico, que siempre está más allá de las palabras. En el caso que nos ocupa, hay que tener en cuenta que, aunque solo ha pasado siglo y medio de la proclamación del dogma, la manera de entender a Dios, al hombre y el pecado (sobre todo el original) ha cambiado drásticamente. Esta distinta perspectiva permite que el sentido teológico del dogma se profundice y se enriquezca.

Hoy sabemos que la grandeza del ser humano consiste en manifestar a Dios, no en su poder o en su grandeza, sino en su capacidad de darse a los demás. María es grande por su sencillez, porque acepta ser nada, separada de Dios. María no es una extraterrestre, sino una persona humana exactamente igual que cada uno de nosotros. Lo único extraordi­nario fue su fidelidad y disponibilidad, su capacidad de entrega. Toda la grandeza de María esta encerrada en una sola palabra: “FIAT”. María no puso ningún obstáculo a que lo divino que había en ella se desplegara totalmente; por eso, llegó a la plenitud de lo humano.

¿Cómo fue posible que María alcanzara esa plenitud? Para mí, está aquí el verdadero sentido del dogma. Dentro de cada uno de nosotros, constituyendo el núcleo de nuestro ser, existe una realidad trascendente que no puede ser contaminada. Lo divino que hay en nosotros, permanecerá siempre puro y limpio. María desplegó esta parte de su ser hasta empapar todo lo que ella era, alma y cuerpo, si queremos hablar así. Lo que celebramos es su plenitud, no un privilegio que consistiría en quitarle una mancha antes de tenerla.

Dios no actúa a la manera de las causas segundas. Dios es siempre causa primera. Dios no puede hacer o deshacer, poner o quitar, restar o sumar. Dios es acto puro. Actúa siempre, pero desde cada ser, no desde fuera de él. Dios es la causa de que todo ser, mi propio ser, sea lo que es en su esencia. Dios no puede tener privilegios con nadie. Pablo nos acaba de decir que nos ha predestinado a todos a ser santos e inmaculados ante Él por el amor. (la Vulgata traduce amomous, por “immaculati”) ¿Hay que romperse la cabeza para traducirlo por “inmaculados”? ¡Cuánto nos cuesta aceptar la evidencia!

No caigamos en la trampa de pensar que la elección de Dios es como la nuestra. Nosotros somos limitados y la elección lleva consigo siempre una exclusión. Dios no funciona así. Dios puede elegir a uno sin excluir a nadie, es decir puede elegir a todos con la misma intensidad. Si no entendemos esto, devaluamos a Dios y la fiesta perderá su verdadero sentido, que consiste en descubrir en nosotros lo que hemos descubierto en María. Lo que tiene de original María lo puso ella, no Dios. Lo que celebramos es su respuesta a Dios.

Si consideramos a María como una privilegiada, podemos decir: si yo hubiera tenido los mismos privilegios, hubiera sido igual que ella; y nos quedamos tan anchos. No, tú tienes todo lo que ella tuvo, porque Dios se te ha dado totalmente como a ella. Si no has llegado a lo que ella llegó, es por tu culpa. En todo caso, sigue siendo tu meta.

En el fondo, esta fiesta nos hace descubrir en María lo que hemos descubierto en Jesús, la absoluta presencia de Dios en un ser humano. El único título que Jesús se dio a sí mismo fue “Hijo de hombre”, es decir modelo de hombre, hombre acabado. Claro que, cuando decimos que Jesús es el “Hombre” queremos decir “ser humano”, es decir varón y mujer. Pues bien, María es la “Hija de mujer”, es decir la mujer acabada.

Lo que de verdad celebramos en esta fiesta es la posibilidad de descubrir en todo ser humano lo divino. Tú, hombre o mujer, descubrirás que eres inmaculado si eres capaz de ir más allá de toda la escoria que envuelve tu verdadero ser. Ese caparazón que confundimos con nuestro ser es el “ego”. Jesús lo dejó muy claro, no solo cuando nos habla del tesoro escondido, de la perla preciosa, sino cuando nos descubre el valor interior de una prostituta.

En María, como en Jesús, podemos descubrir que Dios es encarnación. Ya algunos santos dijeron hace mucho tiempo que en María se había dado una “casi encarnación”. Yo me atrevo a quitar el “casi”. Es muy fácil de comprender. En Dios, el obrar y el ser son lo mismo, pertenecen ambos a su esencia. Dios, todo lo que hace, lo es. Si en Jesús descubrimos que Dios se encarnó, podemos decir que Dios es encarnación. Si en la figura de Jesús, esto se nos escapa, en María lo podemos descubrir con total transparencia.

El núcleo íntimo de María es inmaculado, incontaminado, porque es lo que de Dios hay en ella. Es el don de sí mismo que Dios hace a todos. Lo que debemos admirar en María es el haber vivido esa realidad y haber transparentado lo divino a través de todos los poros de su ser humano. María deja pasar la luz que hay en su interior sin disminuirla ni tamizarla. De esta manera, María nos ayuda a descubrir el auténtico Jesús: Dios en el hombre.

Que nadie saque conclusiones apresuradas. No estamos hablando de una auto-salvación. Dios es el que salva al 100 por 100 y además salva siempre. Sin esa salvación, que se manifestó en Jesús, no tendríamos nada que hacer. Pero si Él salva siempre y a todos, que uno la alcance y que otro no alcance esa salvación, no depende de Dios, sino de cada uno, porque mi salvación depende también al 100 por 100 de mí mismo.

En esta fiesta que estamos celebrando queda meridianamente claro el principio de que Dios no reacciona a las acciones de la criatura, sino que Él es el primero en actuar, y siempre por pura gracia y sin que lo merezcamos. María está llena de gracia desde el principio de su existencia, como todos los seres. Es curioso que el evangelio dice “llena de gracia” y el dogma diga: “preservada de pecado”. Podemos descubrir ahí el maniqueísmo que, desde S. Agustín, enseña la oreja por todas partes en nuestro cristianismo.

Imagina tu “yo”, tu individualidad, como una cáscara, como un caparazón cerrado. Siempre has creído que no eras más que eso. Incluso la religión ha insistido en que eras algo vacío y lo has aceptado. Intenta romper ese cascarón y deslízate dentro de él… No has salido de ti, si no que has entrado hasta tu verdadero ser. Es el tesoro escondido. Es la perla preciosa. Es Dios en ti. Es la parte de ti, aún no manchada, que ni tú mismo puedes deteriorar. Ahí, eres inmaculado, eres inmaculada. Todo lo que no es esa realidad, son capisayos, son adornos o suciedad que impiden descubrir lo que cubren.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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“8 de Diciembre: Agraciadas concepciones, benditos nacimientos”, por Juan Masiá sj

Miércoles, 8 de diciembre de 2021
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ppvirgenmaria-726630De su blog Vivir y pensar en la Frontera:

Diciembre 8: Virginidad simbólica y materno-paternidad agraciada

Ave María, plena de gracia. Agraciada al ser concebida por Ana y Joaquín con la gracia del Espíritu Santo. Agraciada al concebir con José a Jesús por cooperación con el Espíritu Santo. Agraciada al dar a luz a Jesús y a sus hermanos y hermanas.

Ave, María y José, agraciados y bendecidos, junto con todas las madres y padres que reciben como un don del Espíritu los hijos que procrean y, al engendrarlos , consuman la virginidad simbólica que se realiza en la maternidad y paternidad.
Porque no es incompatible la unión de los progenitores con la acción del Espíritu: la criatura nace por la unión de sus progenitores y por gracia del Espíritu Santo.

El Espíritu entró en Ana por la puerta de la vida a través de Joaquín. El Espíritu entró en María por la puerta de la vida a través de José. María salió del seno de Ana por la puerta de la vida, empujada y atraída por el Espíritu. Jesús salió del seno de María por la puerta de la vida, empujado y atraído por el Espíritu. Sin comadrona a mano, José ayudaría en el parto.

Hoy es la fiesta de la gracia original. Pero María llena de gracias no es una excepción. Toda criatura nace en gracia original. Las metáforas del bautismo como borrador de manchas originales y la metáfora de la inmaculada como preservada de manchas originales provienen de una confusión y malentendido sobre el pseudo-símbolo del pecado original.

El mal llamado pecado original no es originario ni mancha antes de nacer. Su nombre exacto es el pecado del mundo. La criatura, que nace sin ninguna mancha, sale a la luz en un mundo en el que está ya extendida una red de pecado. Como quien entra en una sala de fumadores y se contamina con el humo. No es apropiado comparar el bautismo con una lavadora; más pertinente sería la comparación con la vacuna.

En todo caso, dejando aparte malentendidos sobre culpas originales y concepciones manchadas, en vez de hablar de la Inmaculada como excepción, deberíamos celebrar a María, como el símbolo de la gracia original y purísima gratuidad de la criatura creada para ser creadora.

María recuerda a todo padre y madre que su unión esponsal y el nacimiento de su prole son obra de la pareja por gracia de Espíritu Santo. Agraciada al ser concebida, agraciada al unirse a José, agraciada al concebir a Jesús. Bendita y agraciada “la que escuchó, la que creyó y la que concibió” : estos son los tres sentidos profundos de la virginidad como acogida simbólica de la gratuidad del amor.

Ojalá en nuestras catequesis podamos hablar a los adultos como a niños y a los niños como a adultos sobre el sentido profundo de la virginidad simbólica es perfectamente compatible con la procreación biológica o la pluralidad de formas de adopción y de unión de vida y amor en las diversas orientaciones de la sexualidad.

(Para ver más: El Que Vive. Relecturas de Evangelio, caps 7 y 8: Sueños de alumbramiento virginal, Sueños de virginidad procreadora,ed. Desclée Dd Brouwer, Bilbao, 2017).

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Para Dios nada hay imposible.

Miércoles, 8 de diciembre de 2021
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anunciacion_ustungLc 1, 26-38

El relato de la Anunciación es un texto ante el que podemos sentirnos tanto un poco incomodos/as ante los elementos sobrenaturales que parecen describirse en la historia como tentados/as a sublimar la actitud obediente de María ante el milagro que acaece en ella. Ambas percepciones impiden, sin embargo, entender del todo el horizonte de fe y esperanza con que Lucas lo propone en su evangelio.

El relato se inscribe dentro de un género literario (anunciación) muy conocido en la antigüedad con el que se quiere dar a conocer el nacimiento y misión de una figura relevante y el lugar que en esos hechos tiene la divinidad. Con él, el evangelista sitúa, en paralelo con la historia de Juan el bautista, el cumplimiento de la promesa mesiánica en Jesús y a la vez recrea el comienzo de su biografía.

Esta centralidad de Jesús en el relato no hace, sin embargo, a la figura de María un personaje secundario. Las palabras que le dirige el mensajero divino al inicio del encuentro no son meros piropos, sino que expresa mucho más. Ella es agraciada, regalada por la elección divina con la misión que se le va a anunciar y ante la que se le asegura de ante mano la presencia de Dios junto a ella.

El desconcierto de María no nace por la visita sorpresiva de un enviado divino, sino que lo que le turba es el hecho de que Dios pueda querer contar con ella para algo especial. Al escuchar al ángel se siente desafiada, situada ante algo desconocido y que le asusta. El mensajero divino a continuación, y antes de explicarle el motivo de su visita, le conforta diciendo: “No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor”. Las palabras del ángel tienen fuertes resonancias veterotestamentarias y aparecen en contextos de misión y vocación. Ella, es así incluida en la larga lista de figuras que en momentos significativos de la historia de Israel, Dios convoca para ser mediadores de su acción salvadora.

María escucha, como un día escuchó Sara la promesa de su maternidad (Gn 18, 10). Una maternidad cargada de incertidumbre, pero ante la que María responde con profunda confianza porque comprende, como también lo hizo la matriarca que nada hay imposible para Dios (Lc, 1, 37; Gn 18,14). La promesa y la misión se convierten en la vida de la joven Nazarena en un camino de fidelidad en el que, a pesar de las dificultades, se sentirá acompañada y sostenida como lo sintió Israel tantas veces a lo largo de su historia: ¡Sed fuertes y valientes, no temáis, no os acobardéis ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te abandonará”. (Dt 31, 6). En palabras de Lucas: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1, 35)

María, de este modo, se hace agente activo del amor gratuito de Dios y engendra en su seno la palabra salvadora: Jesús. Acompañará su crecimiento, aceptará sus decisiones y acogerá su destino, Su maternidad, no será una misión fácil. Estará cargada de silencios y ausencias, pero también de risas y cantos. Ella es así testigo de que nada es imposible para Dios, no solo en su vida, sino en la de cada ser humano.

Carme Soto Varela

Fuente Fe Adulta

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Nuestra Señora del Pilar, Patrona de Aragón y Zaragoza

Martes, 12 de octubre de 2021
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136f9095482933f8074b8befdc0fed89El origen de la devoción a la Virgen del Pilar se remonta al siglo I. Cuenta le leyenda que, desde Jerusalén, donde aún vivía la Virgen María, vino a España para confortar al apóstol Santiago el Mayor en las tareas de evangelización. La tradición afirma que lo visitó milagrosamente a las orillas del río Ebro, donde Santiago estaba reunido con los primeros hispanos convertidos al cristianismo.

Como recuerdo de aquel acontecimiento se levantó más tarde en aquel lugar una capillita en honor de Nuestra Señora, venerando su imagen en un pilar. Documentos monacales del siglo IX dan testimonio del templo dedicado en la ciudad de Zaragoza a María siempre Virgen.

La advocación de nuestra Señora del Pilar ha sido objeto de un especial culto por parte de los españoles. En pocos templos de los pueblos de España falta la imagen de la Virgen del Pilar.

Su basílica, a las orillas del Ebro a su paso por Zaragoza, es un lugar privilegiado de oración, donde sopla con fuerza el Espíritu.

Esta devoción a la Virgen del Pilar fue llevada también en las carabelas de Colón hasta los pueblos hermanos de América. Desde el año 1908, en el interior de la gran basílica que hoy existe en Zaragoza, junto al altar de la Virgen hacen guardia de honor a nuestra Señora las banderas de los países hispanoamericanos.

El papa Inocencio XIII, en 1723, concedió oficio litúrgico propio de la Virgen del Pilar para el día 12 de octubre.

***

LECTIO

Primera lectura:

Primer libro de las Crónicas 15,3-4.15-16; 16,1-2

David reunió en Jerusalén a todo Israel para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.

Los levitas transportaron el arca apoyando las barras sobre sus hombros, como lo había prescrito Moisés, por orden del Señor.

David ordenó a los jefes de los levitas que dispusieran a sus hermanos los cantores con todos los instrumentos musicales de acompañamiento, arpas, cítaras y címbalos, e hicieron resonar bellas melodías en señal de regocijo.

Metieron el arca de Dios y la colocaron en medio de la tienda que David había levantado para ella. Ofrecieron luego al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación.

Cuando David terminó de ofrecer los holocaustos y los sacrificios de reconciliación, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Estos versículos de los capítulo 15 y 16 del libro de las Crónicas, que presenta la liturgia en la fiesta de la Virgen del Pilar, hacen referencia a la gran fiesta que celebró David el día que trasladó el arca de Dios desde Baalá a Jerusalén. Dice el texto del libro de Samuel que en esa fiesta «David danzaba ante el Señor frenéticamente… entre gritos de júbilo y al son de trompetas» (2 Sm 6,14-15). Jerusalén se convierte, por la presencia del arca, en ciudad santa, ciudad bendecida por Dios. En aquella fiesta, David convocó a todo Israel: era una fiesta nacional de bombo y platillo.

En las letanías de nuestra Señora invocamos a María como Arca de la Nueva Alianza y Templo del Espíritu Santo. Aquel regocijo de David con todo su pueblo, las ofrendas y oraciones que hicieron y la bendición que recibieron eran imágenes de esta fiesta en la que el arca de la Nueva Alianza vino de Jerusalén a Zaragoza para bendecir a los nuevos cristianos y para asentar su trono en el gran templo de nuestros corazones.

***

Segunda lectura:

Hechos de los apóstoles 1,12-14

Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, lo que se permitía andar en sábado.

Y así que entraron, subieron a la estancia de arriba, donde se alojaban habitualmente. Eran Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Zelota y Judas el de Santiago.

Todos ellos hacían constantemente oración en común con las mujeres, con María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

 Después de la ascensión de Jesús a los cielos, el libro de los Hechos de los apóstoles se centra en la constitución de la comunidad cristiana. Los que le habían seguido por el camino son convocados por el Espíritu para seguir con la misión de Jesús. En el grupo de los que acompañaban a Jesús en su vida pública estaban María, su madre, y otras mujeres. El evangelio de Lucas, en el capítulo 8, dice que junto con los Doce le seguían María Magdalena, Juana, Susana y otras muchas.  En estos versículos que leemos en la fiesta de la Virgen del Pilar, se resalta la presencia de María en esta primera comunidad pospascual. Ella, los apóstoles y algunas mujeres perseveraban en la oración común.

Esta oración entre hombres y mujeres da un tono peculiar a la primera comunidad cristiana, muy distinto a lo que se hacía en la sinagoga judía. Jesús había roto la separación, y la primera comunidad sigue acorde con el estilo de Jesús. Podemos pensar en la importancia de María en la formación de esa primera comunidad de Jerusalén y trasladar, sin esfuerzo, esa misma importancia en el apoyo a Santiago en la formación de la primera comunidad de España.

*

Evangelio:

Lucas 11,27-28

Mientras decía esto, una mujer de entre la gente gritó:

– «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron».

Pero él le dijo:

«Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica».

Arrebatada por la emoción del momento, una mujer del pueblo, corazón en mano, alaba a Jesús y le dice cuan orgullosa tenía que estar su madre por haberlo llevado en su seno. Las palabras de la mujer son un cumplimiento de la profecía sobre María de Lc 1,28: «Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones».

Pero Jesús, humilde y sencillo como su madre, traslada la atención de él mismo y de su madre a una insistencia más central: realmente, es más dichoso el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica. La grandeza personal de María está en haber escuchado a Dios y haber dado un «sí» incondicional.

María escuchó y puso en práctica la Palabra de Dios al responder en la anunciación: «He aquí la esclava del Señor». Es una actitud humilde, valiente, libre y auténtica.

María, que meditó en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, hace pensar en aquellos que «escuchan la Palabra con un corazón noble y generoso» (Lc 8,15).

*

MEDITATIO

Del libro del Eclesiástico 24,3-15:

Yo salí de la boca del altísimo y cubrí la tierra como una niebla. Habité en las alturas, y mi trono fue columna de nube. Sola recorrí el círculo celeste, y por las profundidades del abismo me paseé. En las olas del mar, en toda la tierra, en todo el pueblo y nación yo imperé. En todos ellos busqué el reposo, y en qué territorio instalarme. Entonces me ordenó el creador de todas las cosas, mi hacedor fijó el lugar de mi habitación, y me dijo: «Pon tu tienda en Jacob, y en Israel ten tu heredad».

Desde el principio y antes de los siglos me creó, y existiré eternamente. En su santa tienda, en su presencia, ejercí el ministerio, y así en Sión me instalé. En la ciudad amada establecí mi residencia, y en Jerusalén tuve la sede de mi imperio. En el pueblo glorioso eché raíces, en la porción del Señor, en su heredad. Crecí como el cedro en el Líbano, como el ciprés en las montañas del Hermón. Crecí como palmera en Engadí, cual brote de rosa en Jericó; como magnífico olivo en la llanura, crecí como el plátano. Como el cinamomo y el espliego he dado mi aroma, como mirra escogida exhalé mi perfume; como gálbano, ónix y estacte, y como perfume de incienso en el tabernáculo. Yo extendí como terebinto mis ramas, y mis ramas están llenas de gracia y de majestad. Como vid eché hermosos sarmientos, y mis flores dan frutos de gloria y de riqueza. Venid a mí los que me deseáis, y saciaos de mis frutos.

*

ORATIO

Virgen santa del Pilar:

Desde este lugar sagrado

alienta a los mensajeros del Evangelio,

conforta a sus familiares

y acompaña maternalmente

nuestro camino hacia el Padre,

con Cristo, en el Espíritu Santo. Amén.

(Oración de Juan Pablo II ante el altar de la Virgen del Pilar en Zaragoza.)

 

*

CONTEMPLATIO

La piedad de la Iglesia a la santísima Virgen María es un elemento intrínseco del culto cristiano. La veneración que la Iglesia ha dado a la Madre del Señor en todo tiempo y lugar -desde el saludo y la bendición de Isabel hasta las expresiones de alabanza y súplica en nuestro tiempo- constituye un sólido testimonio de que la lex orandi de la Iglesia es una invitación a reavivar en las conciencias su lex credendi. Y viceversa: la fe viva de la Iglesia requiere que por todas partes florezca lozana su oración fervorosa a la Madre de Cristo. Culto a la Virgen de raíces profundas en la palabra revelada y de sólidos fundamentos dogmáticos.

La misión maternal de la Virgen empuja al pueblo de Dios a dirigirse con filial confianza a aquella que está siempre dispuesta a acogerlo con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora; por eso el pueblo de Dios la invoca como consoladora de los afligidos, salud de los enfermos, refugio de los pecadores, para obtener consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora en el pecado; porque ella, la libre de todo pecado, conduce a sus hijos a esto: a vencer con enérgica determinación el pecado. Y -hay que afirmarlo nuevamente- dicha liberación del pecado es la condición necesaria para toda renovación de las costumbres cristianas.

La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar «los ojos a María, la cual brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad de los elegidos». Virtudes sólidas, evangélicas: la fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios (cf. Lc 1,26-38; 1,45; 11,27-28; Jn 2,5); la obediencia generosa (cf. Lc 1,38); la humildad sencilla (cf. Lc 1,48); la caridad solícita (cf. Lc 1,39-56); la sabiduría reflexiva (cf. Lc 1,29.34; 2,19.33.51); la piedad hacia Dios, pronta al cumplimiento de los deberes religiosos (cf. Lc 2,21.22-40.41), agradecida por los bienes recibidos (Lc 1,46-49); la fortaleza en el destierro (cf. Mt 2,13-23), en el dolor (cf. Lc 2,34-35.49; Jn 19,25); la pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor (cf. Lc 1,48; 2,24); el vigilante cuidado hacia el Hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz (cf. Lc 2,1-7; Jn 19,25-27); la delicadeza provisoria (cf. Jn 2,1-11); la pureza virginal (cf. Mt 1,18-25; Lc 1,26-38); el fuerte y casto amor esponsal.

De estas virtudes de la Madre se adornarán los hijos que con tenaz propósito contemplan sus ejemplos para reproducirlos en la propia vida. Y tal progreso en la virtud aparecerá como consecuencia y fruto maduro de aquella fuerza pastoral que brota del culto tributado a la Virgen.

La piedad hacia la Madre del Señor se convierte para el fiel en ocasión de crecimiento en la gracia divina: finalidad última de toda acción pastoral. Porque es imposible honrar a la «llena de gracia» (Le 1,28) sin honrar en sí mismo el estado de gracia, es decir, la amistad con Dios, la comunión en Él, la inhabitación del Espíritu. Esta gracia divina alcanza a todo el hombre y lo hace conforme a la imagen del Hijo (cf. Rom 2,29; Col 1,18).

La Iglesia católica, basándose en su experiencia secular, reconoce en la devoción a la Virgen una poderosa ayuda para el hombre hacia la conquista de su plenitud. (De la exhortación del papa Pablo VI Marialis cultus.)

*

ACTIO

Reunirme hoy en oración con otros, como María con otras mujeres y los apóstoles, y pedir al Espíritu Santo fortaleza para los evangelizadores que están en tierra de misión.

*

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El milagro de Calanda

Como en otros santuarios marianos, los fieles han recibido en el de nuestra Señora del Pilar favores extraordinarios que han atribuido a su intercesión ante la omnipotencia divina. Desde el siglo XIII se habla en los documentos que conserva su archivo de «los mytos et innumerabiles miraglos que Nuestro Seynor Jesucristo feitos a et cada día facer non cesa en los ovientes devoción en la gloriosa et bienaventurada Virgen María suya Santa María del Pilar».

Un manuscrito del siglo XV recogió algunos de ellos. Y en 1680 el canónigo Félix de Amada dio a la imprenta una colección de milagros obrados por intercesión de la Virgen del Pilar. Entre ellos, es universalmente conocido el llamado milagro de Calando, por su evidente superación de las fuerzas de la naturaleza y por su innegable verdad histórica. Tuvo lugar entre las diez y las once de la noche del jueves 29 de marzo de 1640, en la villa aragonesa de Calanda y en la persona del ¡oven de 23 años Miguel Juan Pellicer, al cual, debido a un accidente, hubo que amputársele la pierna derecha en octubre de 1637 en el hospital de Gracia, de Zaragoza, por el cirujano Juan Estanca, siendo enterrada por el practicante Juan Lorenzo García.

Tras su convalecencia, durante dos años, fue mendigo en la puerta del templo de nuestra Señora del Pilar, de la que era muy devoto desde su niñez, por existir una ermita de esta advocación en Calando, y a la que se había encomendado antes y después de su operación, confesando y comulgando en su santuario.

Vuelto a la casa de sus padres en Calanda a primeros de marzo de 1640, el citado día 29 de ese mes, habiéndose acostado en la misma habitación de sus padres, por haber un soldado alojado en su casa, lo encontraron éstos dormido media hora más tarde con dos piernas, notándosele en la restituida las mismas señales de un grano y unas cicatrices que tenía la amputada.

A instancias del Ayuntamiento de Zaragoza, adonde acudió Miguel Juan tras su curación a dar gracias a la Virgen del Pilar, se incoó en el Arzobispado un proceso el 5 de junio de 1640, pronunciando sentencia afirmativa de calificación milagrosa el arzobispo Pedro Apaolaza, asesorado por nueve teólogos y canonistas, el 27 de abril de 1641. Se conserva íntegro el texto de este proceso con las declaraciones de los 25 testigos.

El milagro se divulgó rápidamente por todas partes. El mismo papa Urbano VIII fue informado personalmente por el jesuíta aragonés F. Franco en 1642. Entre los milagros, que por definición son todos excepciones de la naturaleza, el de Calanda es a su vez excepcional; por eso las relaciones coetáneas lo calificaron de «milagro inaudito en todos los tiempos». (Por Tomás Domingo Pérez, en el Libro de la Virgen, C.B.C.)

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Con María junto a la Cruz

Miércoles, 15 de septiembre de 2021
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En el día que los católicos celebran a nuestra Señora de los Dolores, recordamos a tantos hermanos y hermanas que están sufriendo…

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La devoción a la Virgen de los Dolores se remonta a los primeros años del segundo milenio, como desarrollo de la «compasión» con María iuxta crucem Jesu. Esta devoción fue formulada litúrgicamente en tierras germanas, concretamente en Colonia, el año 1423. Sixto IV insertó en el misal romano la memoria de Nuestra Señora de la Piedad. La atención hacia María «dolorosa»se fue desarrollando gradualmente en la forma de los Siete Dolores, representados en las siete espadas que traspasan el corazón de la madre de Cristo. La extensión a la Iglesia latina en 1727 fue favorecida por los Siervos de María, que la celebraban desde 1668. La colocación en el 15 de septiembre se remonta a Pío X (1903-1914). En el calendario litúrgico de 1969 se la denomina memoria de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores.

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La meditación sobre los siete dolores de la bienaventurada Virgen podrá expresarse fácilmente en términos actuales, en cuanto los comparemos con los múltiples sufrimientos por los que está marcada la vida hoy…

Principalmente en virtud de nuestra identidad cristiana, aceptaremos ser nosotros mismos una existencia atravesada por la espada del dolor. Siguiendo a Jesús, tomaremos cada día nuestra cruz (Le 9,23; cf. Mc 8,34; Mt 16,24). Sensibles al drama de innumerables personas y grupos obligados a emigrar desde países pobres nada naciones más ricas, en busca de pan o de libertad, pondremos a salvo la vida de todo tipo de persecución y ofreceremos nuestra contribución activa a la acogida de los emigrantes […].

En presencia de cuantos, en medio de la incertidumbre del vivir, añoran el rostro del Señor o se encuentran angustiados por haberlo perdido, nuestras comunidades han de ser lugares que apoyen su trabajosa búsqueda. Han de convertirse en santuarios de consuelo para tantos padres y madres que, desolados, lloran la pérdida física o moral de sus hijos. Como copartícipes de un mismo itinerario de fe, acompañaremos a nuestros hermanos y hermanas por la vía de su calvario: con gestos de delicadeza, como Verónica, o llevando su peso, como el Cirineo.

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H. M. Moons,
Con María junto a la cruz,
Roma 1992, 19ss.

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(Asunción 4). Se venden cuerpos y almas (Ap 17-18): Historia de la Prostituta

Sábado, 21 de agosto de 2021
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1c9887_27205babiloniaDel blog de Xabier Pikaza:

Caerá la gran Ciudad

He presentado en tres “postales” la Revelación de la Mujer (Asunción de María). En oposición a ella, el Apocalipsis  expone la “historia” (apogeo y destrucción) de la Prostituta o Anti-Mujer. 

Bestias y prostituta (triángulo satánico) son revelación de Satán: Dos bestias (una militar otra ideológica) y la Prostituta, ciudad del comercio mundial.

Apogeo de la Prostituta, diosa-mujer de la mentira y la muerte, ciudad donde todo se compra/vende, Hasta cuerpos y almas humana.

Destrucción de la Prostituta: Es poderosa pero pronto pronto quemada y comida por sus mismos poderes sometidos. Esa destrucción  constituye una de las revelaciones más hondas y terribles de la historia.

Expongo estos motivos siguiendo un comentario del Apocalipsis, buscando las claves de la Antropología Bíblica. Estos días (14-17.08.2021), con la “caída” sorprendente y esperada (¡aunque algunos servicios de inteligencia parecían ignorarla!) de Kabul he vuelto a meditar en estos temas.  Buen día a todos los lectores y amigos del blog.  

TRIÁNGULO SATÁNICO. LOS TRES PODERES: BESTIA MILITAR, BESTIA IDEOLÓGICA Y MEGA-CIUDAD PROSTITUTA

220px-B_Escorial_108vPoder primero: Imperio militar, la Bestia del mar (Ap 13, 1-10). Encarna la perversión de los poderes político-militares que reciben su fuerza del Dragón, para combatir contra “el resto de la estirpe de la mujer”, es decir, contra los seguidores de Jesús (contra todos los pobres del mundo). Hasta ahora, ningún profeta había presentado con esta radicalidad el mal concreto. El Apocalipsis lo hacer: ese primer poder es el Imperio Militar de Roma

Diversos textos hablaban de potencias sacrales destructoras (cf. Dan 2 y 7; 1 Henoc, 2 Baruc y 4 Esdras). Pues bien, el Apocalipsis ha visto y descrito a la Gran Bestia, identificándola con el imperio de Roma, aunque el tema podrá aplicarse a los restantes imperios perversos de la tierra.

Segundo poder, la Bestia de la tierra, la ideología dominadora (13, 11-18). Este poder es la perversión profético-religiosa, encarnada en los sacerdotes y/o filósofos al servicio de la Primera Bestia, funcionarios de su violencia social e ideológica (religiosa). Ap 6, 15 citaba a reyes, nobles, comandantes militares, ricos y poderosos de la tierra. Todos aparecen ahora condensados en esta figura mentirosa al servicio de la violencia del sistema. La Primera Bestia era el Poder militar del imperio. Pues bien, al servicio de ese poder ha surgido esta Segunda, que es la religión y/o conocimiento pervertidos[1].

Tercer poder: Megápolis del comercio: La ciudad perversa, prostituta económica (Ap 17). La “amada” de las bestias es la Ciudad del Imperio,¡, emporio central de todas las riquezas, mercado donde se compra y vende todo. Ella aparece así como expresión definitiva y cumplimiento del sistema de poder total que el Dragón intenta elevar sobre la tierra, la racionalidad político‒económica encarnada en la ciudad del Roma.

            Esta  Mujer‒Ciudad Prostituta puede defenderse, diciendo que ella representa el orden social y garantiza la riqueza y comercio, la relación y unidad entre los pueblos. Muchos filósofos y sabios del imperio la llamaban Diosa y la veneraban, quemando en su honor el buen incienso.  A pesar de ello, el Apocalipsis la ha condenado, presentándola como aliada de las Bestias, encarnación socio‒económica del Dragón sobre la tierra. Es muy posible que este pasaje de condena sea exagerado en sus matices, pero su juicio profético resulta brecogedor y certero: el profeta ha visto y destacado algo que normalmente no vemos, el riesgo de un sistema que se diviniza a sí mismo sobre bases de imposición y engaño (bestias), encarnándose en un orden político que expulsa y niega a los disidentes y contrarios, condenando a muerte a los pobres, y actuando de esa forma como prostituta

MEGÁPOLIS SATÁNICA. EL APOGEO DE LA PROSTITUTA

imagesEl Apocalipsis presenta a la mujer‒prostituta como Diosa, montada en caballo imperial, dominando sobre las naciones, como poder económico universal que oprime a todos los hombres. Desde este fondo podemos evocar la figura de Roma, la Megápolis mundial, vienen a expresarse y se condensan los poderes de las Bestias y los del Dragón originario (cf. Ap 13-16), como dice el profeta del Apocalipsis[2]:

Se me acercó entonces uno de los siete ángeles… y me habló diciendo:

Ven. Te mostraré el juicio de la Prostituta grande, sentada sobre aguas caudalosas, con la que se prostituyeron los reyes de la tierra y se emborracharon los habitantes de la tierra con el vino de su prostitución.Me llevó en espíritu a un desierto y vi una Mujer sentada sobre una Bestia color escarlata, llena de nombres blasfemos, que tenía siete cabezas y diez cuernos.

La Mujer iba vestida de púrpura y escarlata, y estaba adornada de oro, piedras preciosas y perlas. En su mano tenía una copa de oro llena de abominaciones y de la impureza de su prostitución. Escrito en su frente tenía un nombre: ¡Misterio! Babilonia, la grande, la Madre de los prostitutos y de todos los abominables de la tierra.Y vi a la Mujer emborrachándose con la sangre de los santos y la sangre de los mártires de Jesús (Ap 17, 1-6)

Apogeo. Revelación de la anti-diosa

       La maldad de las Bestias(Ap 13) desemboca y se condensa Roma Prostituta Comercial , que recibe de ellas su poder y quiere presentarse como Diosa (un tipo de esposa/prostituta del Dragón), siendo en realidad la madre de los prostitutos de la tierra, es decir, de todos los que, en un sentido u otro, se venden por influjo social o dinero (desde los grandes comerciantes a los que viven en su plano del engaño y la mentira)[3].

Ciertamente, en sí misma esta figura no es varón ni mujer. Pero, significativamente, desde una antigua tradición israelita, el texto la presenta de manera femenina, como ciudad infiel o anti-esposa (con lo que eso supone de posible devaluación de la mujer). Culminando la maldad de las Bestias simbólicamente masculinas (aunque en griego sean neutras: ta theria), se eleva esta Ciudad representada como Mujer prostituida, al servicio del dinero:
  1. Es la Prostituta Imperial (Pornê: Ap 17, 1-2), que los lectores identifican con la Ciudad imperial, que ha convertido todo lo que existe en objeto de un mercado donde nada vale en sí, sino para el negocio: eso es ella. Es el Poder que se ha vuelto prostitución o, a la inversa, la prostitución hecha poder: así recibe el dinero que le ofrecen las Bestias y de esa forma domina a los Reyes de los pueblos, poniéndolos a su servicio; así emborracha a los habitantes del mundo, haciéndoles beber su vino de olvido y muerte (cf. Ap 17, 2).
  2. Es Reina sentada (=entronizada) sobre la Bestia escarlata (17, 3). Al principio del texto la vimos sentada sobre las Aguas caudalosas del mar satánico (17, 1; cf. Ap 13, 1), que son los pueblos, naciones y lenguas: la totalidad de poderes del mundo en los que se asienta y domina la Mujer. Pues bien, aquí se añade, en otra perspectiva, que ella ha subido y cabalga sobre el trono de la Bestia de violencia militar de Ap 13, 1-10: no tiene su sede junto a (en el) Trono de Dios, como el Hijo vencedor (12, 5), sino en la Bestia. Sobre sus lomos cabalga, sobre su poder de destrucción se sienta. Bestia y Mujer se vinculan de esa forma, pero no en abrazo matrimonial gozoso y gratuito, de enriquecimiento personal, sino en contrato de manipulación: la Bestia utiliza a la Mujer-Ciudad, para conquistar de esa manera el mundo, con apariencia de cultura y orden; la Mujer cabalga sobre la Bestia, vendiendo su amor como Prostituta, para engañar a los pueblos de la tierra.
  3. Es Diosa falsa (Ap 17, 4). El lector podía esperar el triunfo de Roma como un despliegue de jinetes victoriosos o como expresión de una Diosa de justicia que extiende un orden de paz sobre la tierra (cf. Ap 6, 1-6). Pues bien, el Apocalipsis responde que la Diosa Roma es una simple y perversa Prostituta, que se vende al poder del dinero y cabalga sobre lomos de la Bestia. Está vestida de honor sacerdotal, como Reina y Señora del mundo, de púrpura y escarlata, con oro y pedrería, sentada en seña de honor (Ap 18, 7.16), como si pudiera conceder sus favores a todos los habitantes de la tierra. Pero ella sólo busca placer y riqueza: con todos se vende, a todos utiliza, para elevarse a sí misma. Por eso puede alzarse mucho, pero es simple apariencia destructora, diosa falsa: expresión de maldad, pecado que se encarna en unas instituciones de opresión, en la Ciudad del mundo Ha logrado su poder engañando y matando a los demás. No es diosa, como quieren sus devotos, ni autoridad neutral, sino poder de muerte: ha creado una religión imperial al servicio de sí misma, matando a los pobres[4].
  4. Es Babilonia, Madre de los prostitutos y abominables de la tierra (Ap 17, 5). Babilonia la Grande, la Ciudad y Torre que quiso elevar su poder sobre los cielos, sufriendo así el gran rechazo de Dios (cf. Gen 11, 1-9); es la capital del imperio que en otro tiempo destruyó a Jerusalén y cautivó a sus hijos, los judíos (el 587 a. de C.). Evidentemente, esa Ciudad es ahora Roma, que quiere elevarse como Diosa y Madre, siendo simplemente prostituta. Se le puede llamar madre, pero no como dadora de vida, sino todo lo contrario, como signo y principio de muerte, al servicio del Dragón: así concede su semilla a todos los “prostitutos y abominables” de la tierra, es decir, a los que se imponen por la fuerza a los demás y les engañan.
  5. Es la asesina. Toda la gloria y el poder de Roma culminan en el asesinato… El poder militar, la falsa sabiduría profética, la religión, el dinero… Todo está al servicio de la muerte. Por eso, el texto dice que ella se ha embriagado con la sangre de los santos: está loca y borracha: vive de matar, bebe la vida de los fieles. Ella representan el riesgo definitivo de la humanidad: es el Sistema político‒ideológico que se diviniza a sí mismo de manera destructora, en clave económica, de comercio de muerte. Entendida así, ella puede identificarse con Mamón, el anti‒Dios (cf. Mt 6, 24). Es la humanidad que niega a Dios, negándose a sí misma, para terminar convirtiéndose en muerte.

Esta mujer‒prostituta aparece como la forma suprema de opresión del mundo: no es una simple ciudad, un orden político objetivo y neutral, que regula para bien de todos el aspecto más externo de la vida y deja que cada uno ejerza luego su religión particular, sino que es la economía imperial como Sistema de vida absoluto, sociedad destructora de lo humano, que se opone a la experiencia de Jesús, de tal manera que en ella se expresa y culmina el pecado de homicidio y engaño del Dragón antiguo (cf. 12, 4.9, en relación con 18, 24). Leer más…

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(15.8.21) Asunción 3: Entre Ascensión y Descensión: Mujer oprimida, fugitiva, perseguida

Martes, 17 de agosto de 2021
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Jacopo-Palma-Assumption-of-the-VirginDel blog de Xabier Pikaza:

Subió a los cielos, bajó al infierno de la historia

Una cosa es la Ascensión (ascenso activo de Jesús resucitado al cielo) y otra la Asunción (ascenso receptivo de la mujer-madre, asumida, transformada por Dios, en su gloria celeste). Pero, en la práctica, muchos cristianos, incluso los más entendidos, solemos confundir las dos imágenes, de manera que la Asunción de María se interpreta y representa igual que la Ascensión de Cristo.

En este contexto opera, además, otro supuesto: El ascenso (Ascensión) se vincula de un modo radical con un descenso (Descensión), de forma que igual que hablamos de un descenso de Cristo al infierno originario (credo romano) tenemos que hablar de un descenso de la mujer-madre a los infiernos de la historia. En ese sentido, esta fiesta de la “Ascensión”  de María  se encuentra vinculada con la historia de su Descensión y Sufrimiento histórico, que el Apocalipsis presenta como un proceso de condena, persecución y fuga.

Este motivo, que Lc 2, 54-55 ha presentado en forma de los Dolores de María (una espada atravesará tu alma), ha sido desarrollado extensamente por Ap 12-13, en un retablo impresionante de grandes sufrimientos históricos de las mujeres, expresados en forma de simbología apocalíptica. Por eso, esta fiesta de la Asunción/Ascensión de María puede y debe entenderse, al mismo tiempo, como memoria del Descenso/Descensión de la mujer oprimida, fugitiva, perseguida.

Introducción

La Ascensión (Anábasis) de Jesús está vinculada a su Descensión o Katábasis al infierno de la destrucción humana , como ha puesto de relieve la tradición del Credo romano relacionando y casi identificando la Descensión (descendit ad ínferis, descendió a los infiernos) con la Ascensión (ascendit in caelum). Bajando el extremo del infierno y liberando a sus cautivos Jesús asciende al cielo.

2 De un modo semejante la Asunción/Ascensión de María resulta inseparable de su “descenso” a la tierra como mujer perseguida, amenazada, oprimida, tal como ha sido narrada en el Apocalipsis. La tradición católica posterior se ha centrado casi sólo en una ascensión gloriosa final, en contra del símbolo del Apocalipsis donde la mujer que sube (es subida, ascendida, al cielo aparece, al mismo tiempo como mujer oprimida, perseguida, fugitiva…

    Actualmente, año 2021, la fiesta de la Asunción/Ascensión de María nos parece a veces algo artificial, un happy end que oculta todo tipo de persecuciones contra la mujer… Por eso es bueno refrescar la memoria y leer el duro texto de  Ap 12, 10ss, que he dividido en tres partes, que iluminan mejor la trama de conjunto del Apocalipsis y el sentido de la Mujer  oprimida fugitiva, perseguida.

Este motivo ha sido veladamente asumido por el Vaticano II: “Pues, asunta a los cielos, (María) no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna… Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora… (Lumen Gentium 72).

       En esa línea podemos recordar varias fiestas de la Descensión o Descenso salvador de la Madre de Jesús. Unas son más honorífico-simbólicas, como la Fiesta de la Descensión de la Virgen a Toledo, el siglo VII d. C. para premiar la piedad del obispo Ildefonso, imponiéndole una casulla de gloria que se venera en aquella iglesia (Descensión de Toledo).

Más significativa en nuestro contexto (en la línea del Apocalipsis es la Descensión de la Virgen de la Merced-Misericordia en Barcelona, 2 de agosto del año 1202, para visitar y liberar a los cautivos, apareciendo también ella como cautiva y oprimida ante los ojos de Pedro Nolasco y los primeros mercedarios.

MUJER OPRIMIDA (AP 12, 6-12).

            Ella ha dado a luz al Hijo triunfador, que debe regir sobre los pueblos, y parece que con eso deberían acabarse sus problemas; pero Dios rapta a ese Hijo, sentándole sobre su Trono (Ascensión: 12, 5), mientras ella parece quedar abandonada, perseguida por el Dragón, sin nadie que la defienda sobre el mundo. ¿Qué hará? (12, 5). El texto responde misteriosamente, diciendo que huye del Dragón (en una nueva versión del Éxodo del pueblo israelita), mientras que, a su vez, el Dragón es expulsado del Cielo, de manera que la lucha entre ambos (Mujer y Dragón) se traslada así a la tierra:

Y la Mujer huyó al desierto, al lugar preparado por Dios, para que allí la alimenten durante 1260 días, que son el tiempo de perversión de la historia (Ap 12, 6). Este es el principio de su metamorfosis o, mejor dicho, de su historia salvadora. La Mujer era Madre celeste en dolores de parto; pero, realizada su tarea, habiendo dado a luz, tiene que escapar al desierto del mundo, convirtiéndose en mujer terrestre oprimida.

            Esta mujer oprimida toma los rasgos de  Israel que camina por el desierto, durante los años de peregrinación y prueba, buscando la tierra prometida, alimentada por el Maná de Dios. Ella es también signo de la Iglesia Perseguida… Finalmente, ella es signo de todas las mujeres oprimidas a lo largo de la historia.

            Los 1260 días de esa persecución/peregrinación, que aparecen luego como “un tiempo, dos tiempos y medio tiempo”, evocan la historia de la  Iglesia (humanidad, mujer)  perseguida en el mismo contexto de desierto, en la línea de la gran persecución del tiempo final, evocada por 1‒2 Macabeos y por Dan 10, 13.21; 12, 1 (cf. Ap 12, 14).

            De esa forma, la Mujer-Celeste del mito se vuelve Mujer-Madre histórica (fugitiva), como el pueblo de Israel en el desierto, como los judíos perseguidos por los gentiles en tiempo de los macabeos, como los cristianos en el tiempo del Apocalipsis. El Hijo vencedor de la mujer está sentado en el Trono de Dios, como Rey coronado, mientras ella (su madre) se refugia huyendo en el mundo y así recorre los pasos del antiguo Israel (primer desierto del Éxodo), los pasos de los judíos perseguidos en tiempo de los macabeos, el destino de todas las mujeres perseguida. Con ella y en ella se encuentran perseguidos sus “restantes hijos”, que son por tanto hermanos de Jesús, creyentes de la iglesia (cf. Ap 12, 17)[1].

La lucha celeste anterior (Mujer perseguida por Dragón) se traslada a la tierra, donde ella aparece como signo de todos los que sufren persecución y vencen (han vencido) al Dragón por la Sangre del Cordero y por el testimonio de su fe cristiana[2]. En ese contexto, la última estrofa del himno (12, 10-12) evoca el dolor de la tierra y el mar (que son escenarios de la gran lucha de la historia), porque el Dragón, expulsado del cielo y vencido, responde “con gran ira, pues le queda poco tiempo” (Ap 12, 12).

            Antes, sobre el cielo, vinculado al poder de Dios (como representante de Dios, como el Satán del libro de Job), el Dragón no tenía prisa pues se mantenía en un eterno retorno de nacimiento y muerte, aguardando que la Madre diera a luz para devorar el fruto de su vientre (cf. Ap 12, 1-4). Ahora, expulsado del cielo y fracasado (pues no ha podido devorar al Hijo de la mujer), ese mismo Dragón lucha furioso en la tierra en contra de los creyentes (la Mujer perseguida y sus hijos), porque el tiempo se ha acortado, es breve y pasajero.

            Este es el momento del thymos o furia de Satán, Dragón airado (=ôrgisthê), que lucha ya en el mundo contra la Mujer pues, no pudiendo devorar al Hijo mesiánico (ya resucitado) quiere destruir “al resto de su esperma”, es decir, a los hijos de la Mujer, esto es, a los hombres y mujeres fieles (Ap 12, 17). Éste es el tiempo de la historia final en que la Madre fugitiva y perseguida se desvela como signo de fidelidad y promesa de amor definitivo (cf. Ap 21-22) para los creyentes.

              De la furia del Dragón engañado y derribado de su altura, tiene que escapar esta mujer hasta el desierto, viniendo a refugiarse de esa forma fuera del sistema de poder del mundo. Toda la historia y trama posterior del Apocalipsis se funda sobre esta experiencia de “éxodo” o exilio de la Mujer, Madre celeste y mesiánica, que comparte el exilio (persecución) de los hombres fieles sobre el mundo[3].

MUJER PERSEGUIDA, PERO NO ABANDONADA (12, 13-17). SE LE DIERON ALAS DE ÁGUILA

La Mujer del texto anterior (Ap 12, 6) aparece ahora como oprimida y perseguida en el mundo por el Dragón, es decir, por los poderes de violencia de los “violadores” de la historia. Esta es la mujer oprimida, refugiada en el desierto de la prueba, aunque el mismo Dios la sostiene y alimenta Así lo muestra el texto. Tras el canto cristiano de Ap 12, 10-12, el Apocalipsis retoma la narración profética de 12, 7-9, contando, en palabras de intenso simbolismo, la lucha del Dragón contra la mujer en tres momentos principales:

Persecución y huida al desierto (12, 13-14). Este pasaje retoma el motivo de 12, 6: el Dragón es rápido y corre persiguiendo a la Mujer; pero Dios viene en ayuda de la perseguida y le da “las dos alas del águila grande”, que son muy veloces, para que pueda volar y refugiarse en un lugar inasequible del desierto, donde recibe el alimento necesario en el tiempo de la prueba. Esta Mujer del Águila, vinculada en oriente al sol alado, recibe la ayuda del Dios de los cielos y así puede volar y alejarse de la furia del Dragón y sus subordinados. Leer más…

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Asunción (II), vestida de Sol (Ap 12), Virgen de Guadalupe (México)

Lunes, 16 de agosto de 2021
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800px-1531_Nuestra_Señora_de_Guadalupe_anagoriaNuestra Señora de Guadalupe,

Del blog de Xabier Pikaza:

“Y apareció una señal grande en el cielo: Una Mujer, revestida del sol, con la luna bajos sus pies”

Presenté ayer las cuatro mujeres del Apocalipsis, insistiendo en su importancia para situar la Asunción, con la simbología femenina  del cristianismo, vinculando Ap 12 con la Asunción y Guadalupe

Ap 12, 1-6  (y el Apocalipsis en conjunto) expone el drama escatológico, representado en la Mujer-Madre celeste y en su lucha contra el Dragón que intenta devorar a su Hijo, sus hijos, que son la Humanidad entera. Esa Mujer Celeste  padece en el mundo, perseguida  por el Dragón y amenazada por la Prostituta Sangrienta, pero al final vence y se revela como Novia del Cordero, celebrando las Fiestas de la Humanidad reconciliada (Ap 21-22). Así comienza el drama:

“Y apareció una señal grande en el cielo: Una Mujer, revestida del sol, con la luna bajos sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas; y estaba encinta y gritaba en dolores de parto, torturada por dar a luz.

Y apareció otra señal en el cielo y era esta: un Dragón rojo, grande, con siete cabezas y diez cuernos y sobre sus cabezas siete diademas;y su cola arrastró un tercio de los astros del cielo y los arrojó sobre la tierra.

Y el Dragón se colocó delante de la Mujer que debía dar a luz, a fin de devorar al a su Hijo (tekton) cuando lo alumbrara. Pero ella dio a luz un Hijo (huion) Varón, que debe pastorear a todos los pueblos con vara de hierro. Y su Hijo fue raptado hacia Dios y hacia su Trono y la Mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, y allí la alimentan mil doscientos sesenta días” (Ap 12, 1-6)[1].[2].

El drama aquí anunciado  se despliega a lo largo del Apocalipsis, como seguiré indicando… En ese contexto se sitúa y desde ese fondo se entiende la “mariofanía” más significativa  de la iglesia católica en los tiempos modernos: La “Revelación” de la Virgen de Guadalupe (México), el año 1531.

La “conquista” española había sido traumática;la gran cultura náhuatl del altiplano estaba desapareciendo, por derrota militar, pandemia sanitaria, sometimiento político y cansancio vital.  Pero, de un modo sorprendente, a partir del 1531, muchos “indígenas” empezaron a  revivir, “pactando” cultural y religiosamente con los “invasores” cristianos, re-descubriendo en  la Virgen-Madre de Ap 12, 1-6a su antigua Diosa-Madre, Tonancin, reina de los cielos.

Éste es el “milagro” del renacimiento americano, que se entiende desde Ap 12 y la religión pre-cristiana de México, que era muy valiosa en sí misma y que muchos hispanos e indígenas tomaron como Antiguo Testamento de Cristo, con el título, por otra parte muy significativo, deVirgen de Guadalupe (Extremadura, España).

Introducción:

  • En el lugar donde se hallaba el Sol-Guerrero amenazado de muerte vino a colocarse el Señor Jesús que muere  en verdad  por los hombres, sin más necesidad de sangre y sacrificios humano.
  • – En el hueco de la antigua Tonancin, Señora de la dualidad, Diosa del cielo, vestida de sol, con manto de estrella de la noche  y la luna bajo sus pies, pudo situarse ya María, con el título antiguo y nuevo de Virgen de Guadalupe.

 Esta Virgen-Madre, que vincula en una misma fe a cristianos españoles e indígenas “convertidos”, contiene muchos  rasgos y motivos nuevos,  vinculados al anuncio del evangelio y a la experiencia religiosa de los náhuatl, de manera que en un sentido puede hablarse de una ruptura  traumática en relación con la experiencia religioso anterior de los  aztecas.

Pero en otro plano es claro que los  españoles  ofrecieron a los indígenas  también antes oprimidos del altiplano la posibilidad de recuperar elementos de sus raíces culturales: el Señor Jesús, muerto por ellos, como auténtico Sol que ya no exige sacrificios humanos, les permite reconciliarse con la Madre Tonancin, que los aztecas habían reprimido bajo  su imperio militar violento.

RECUERDO ACADÉMICO. UNA TESIS DOCTORAL PENDIENTE

El año 1994 vino a inscribir, escribir y defender su tesis doctoral el Lcdo. P. Ch, que era por entonces profesor de Biblia en un importante teologado americano (omito su nombre por respeto a su tarea de formador y dirigente de Iglesia).

P. Ch. era ya un pensador y profesor experto, y tenía el trabajo doctoral bien avanzado, por lo que pudimos ajustar pronto el tema y articular su desarrollo. Se titularía El Apocalipsis y la Virgen de Guadalupe y constaría de tres partes:

  1. La Mujer-Madre vestida de Sol (Ap 12). Partíamos del supuesto de que en el fondo de la Virgen de Guadalupe estaba la figura de la Mujer del Apocalipsis, con su trasfondo universal (pagano), su novedad israelita (bíblica) y su desarrollo posterior cristiano, tal como aparece en la mariología hispana (europea) de la Edad Media, representada de un modo especial por la Virgen Madre de Guadalupe (Extremadura), negra de color y vinculada a la victoria cristiana (hispana) contra los enemigos diabólicos, representados por los enemigos de los cristianos españoles.
  2. La Mujer-Diosa Tonancin, figura principal de la religión y cultura náhuatl, en parte oprimida y relegada por el Dios-Sol azteca. Nos daba la impresión de que la eclosión del culto de la Virgen de Guadalupe representaba, desde el año 1531, el triunfo del sustrato materno de la Tonancin/Diosa Madre no sólo sobre el sol guerrero azteca, sino sobre un tipo de religión conquistadora hispana. Se podría hablar, incluso, con cierto humor, de una “revancha” de la Diosa, tendiendo un puente entre el símbolo de Ap 12 y la religión mexicana originaria.
  3. Posible aplicación a la cultura, religión y vida cristiana de México, a finales del siglo XX, dentro de una perspectiva de diálogo cultural y religiosa…

Pero la tesis así concebida no pudo realizarse, por la envergadura y repercusiones eclesiales del tema y, sobre todo, por exigencias laborales de P. Ch. a quien estaban encargado importantes funciones no sólo en México, sino en la iglesia universal. Él decidió escoger otro tema bíblico-religioso más sencillo y, de acuerdo conmigo, cambió de director (le recomendé al Prof. J. Martín Velasco), y a los pocos meses defendió con gran éxito su nueva tesis en la Univ. Pontificia de Salamanca, siendo yo su censor (a finales del año 1996 o principios del 1997, tendría que mirar los archivos).

Virgen de Guadalupe, recreación “mexicana” de la Mujer de Ap 12

     La tesis guadalupana de P. Ch. sigue siendo una tarea “pendiente”. No sé si, tras sus trabajos pastorales, él podría hoy culminarla. Yo conservo en alguna carpeta semi-perdida mucha documentación sobre tema: Bibliografía, comentarios del “relato” de Gudalupe, interpretaciones religioso-culturales de diverso tipo. En este contexto sólo puede recordar telegráficamente cuatro motivos:

  1. La Virgen de Guadalupe mexicana, tal como está representada por su imagen y su culto, recoge e interpreta sólo un motivo del Ap 12 (y del conjunto del Apocalipsis). Es Madre-Sagrada, vestida de sol, con luna bajo los pies, con manto de estrellas… Pero le falta la lucha contra el Dragón, su etapa de persecución y la Bodas finales de Ap 21-22.
  2. En vez de luchar o defenderse del Dragón, la Virgen de Guadalupe está en pie sobre el Ángel bueno, que representa la victoria de Dios contra el mal. Este ángel de la base de la imagen, que sostiene triunfante a la Virgen del Sol, luna y estrellas,  con el Hijo Divino en sus entrañas, es el signo del triunfo de la mujer-madre (Madre de Jesús, Madre Tonancin) sobre todos los enemigos. Así aparece ella a solas, como signo cósmico y humano (femenino) de Dios. Lleva a Cristo en su entraña de mujer encinta; pero Cristo no se ve, la imagen es sólo de ella.
  3. Este Madre-Virgen de Guadalupe aparece de manera estática y total y representa no sólo el “paganismo” sagrado de la Gran Madre, sino la mujer celeste de la apocalíptica judía y, sobre todo, la Madre Cristiana de Jesús… Es una de las imágenes más importantes no sólo del catolicismo moderno, sino del conjunto de la cristiandad y de la cultura universal. Es una Virgen-Madre ecuménica, con rasgos paganos, judíos, cristianos, mexicanos, una Virgen-Madre del pasado, del presente y del futuro.
  4. Su historia no ha sido todavía plenamente escrita ni entendida. Así lo pude sentir una tarde en Nazaret, ante la imagen de Guadalupe de la Basílica superior, discutiendo acaloradamente con un judío mexicano que, creyéndose muy universal y culto, se dedicaba a criticar de forma enfermiza el signo “pagano, antijudío, antifemenino, antimoderno” de Guadalupe. Cuando terminamos la discusión, y el anti-guadalupano se fue, se me acercó otro judío, también de lengua hispana, para darme gracias por mi interpretación ecuménica de María de Nazaret, Madre de Ap 12, Tonancin de Gudalupe: “Si no aprendemos a dialogar, me dijo, destruiremos, la herencia judía, la aportación cristiana y la cultura universal representada por esta mujer”.
  5. No puedo desarrollar aquí el programa primitivo de la tesis de P. Ch., por falta de tiempo y de conocimiento, pero puedo y quiero situar la imagen y culto de la Virgen de Guadalupe en el contexto del Ap 12, dentro del capítulo fascinante de las metamorfosis de la mujer (mujeres) del conjunto del libro final de la Biblia. Éste es un tema que, a mi juicio, no ha sido desarrollado de manera suficiente todavía, por prevención de algunos (como el judío-mexicano ya citado), por desarrollo insuficiente de la historia, teología, culto y pastoral de fondo de la Iglesia católica de México… y por falta de recreación valiente de los símbolos cristianos. Y con esto vengo ya directamente al texto de Ap 12.

Mujer y Dragón en el cielo (Ap 12, 1-4).

Conforme a muchos mitos teogónico-cosmogónicos, al principio hay una Mujer, primer signo celeste y positivo de Dios (misterio de la vida), madre fecunda que lleva en su entraña al Hijo salvador.También el Dragón está al principio, pero no es poder activo sino re-activo, no es principio engendrador (no da de sí) sino destructor (devora lo engendrado); no quiere ni puede comer a la Mujer, pues si lo hiciera todo habría terminado: la tiniebla habría aniquilado a la luz y el Dragón quedaría para siempre en solitario, encerrado en su dinámica de muerte sin fin.

El Dragón aparece tras la mujer y de alguna forma deriva de ella: Su esencia es reactiva, como realidad envidiosa, que vive de y para matar al Hijo de la Mujer, por eso vigila y amenaza (“cuida” de algún modo) a la mujer para aprovecharse de su fruto. Mujer y Dragón parecen oponerse eternamente (una engendra, otro devora) y su oposición es la esencia de una historia en la que todo pasa (está pasando) sin que nada cambie, como indican las religiones cósmicas o de la naturaleza.

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Festividad de La Asunción

Domingo, 15 de agosto de 2021
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ASUNCION

Plenitud de agosto,
vuelo de Asunción.
Bodega con mosto
de tu Corazón.

Rutas de Araguaia,
con mi pueblo en cruz.
Mi «seca» y tu playa:
la Paz de Jesús.

Lograda María,
llegada Asunción,
que reclama y guía
nuestra romería
de Liberación.

*

Pedro Casaldáliga

***

No cabe duda de que la Virgen María está en el cielo. Cómo ocurrió no lo sabemos. Y, ya que el Espíritu Santo no nos ha dicho nada acerca de esto, no lo podemos hacer artículo de fe… Es suficiente saber que ella vive en Cristo.”

*

Martín Lutero,
1483-1546

***

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***

María de todos nuestros deseos
y de todas nuestras esperanzas …

Te saludo María,
madre de todos nuestros deseos de ser felices.
Eres la tierra que dice sí a la vida.
Eres la humanidad que consiente en Dios.
Eres la fruta de las promesas del pasado
y el futuro de nuestro presente.
Eres la fe que acoge lo imprevisible,
eres la fe que acoge lo invisible

Te saludo María,
madre de todas nuestras búsquedas
de este Dios imprevisto.
Del Templo donde lo pierdes,
al Calvario donde es colgado
su camino te parece una locura.
Eres cada uno de nosotros que busca a Jesús,
sin comprender bien su vida y sus palabras.
Eres la madre de las oscuridades de la fe,
tú quien observas todos los acontecimientos en tu corazón,
profundizas y meditas todos nuestros ” ¿por qué? ”
Y quien confía en el futuro de Dios, tu Señor.

Te saludo María,
madre de todos nuestros sufrimientos.
Eres la mujer de pie
al pie del hombre crucificado,
eres la madre de todos los que lloran
la inocencia masacrada y el preso torturado.

Te saludo María,
madre de Jesús y del discípulo que creyó.
Eres la madre de los Hombres y de la Iglesia,
estás en la encrucijada de la historia de la salvación
que Dios inventa desde Abraham y Moisés.

Te saludo María,
madre de todos nuestros pentecostés.
Eres, con los apóstoles,
la Iglesia que ruega y acoge los dones del Espíritu Santo.

Te saludo María,
madre de todas nuestras esperanzas.
Eres la estrella radiante de pueblo en marcha hacia Dios.
Eres el anuncio de la humanidad transfigurada,
eres el éxito de la creación
que Dios hizo para su eternidad.

*

Michel Hubaut
Oración extraída de « Cristo nuestra felicidad, aprender a orar con san Francisco de Asís y Santa Clara de Asís», Éditions Fayard, 1986

*

2-1

***

María, en su canto de alabanza, no engrandeció a Dios sólo de una manera abstracta por haber «levantado a los humildes» y haber «llenado de bienes a los hambrientos», sino que lo hizo indudablemente también porque conocía esta bajeza ante Dios mejor que cualquier otra criatura: Dios, el poderoso, en efecto, «ha mirado la humildad de su sierva», y por esa mirada proyectada sobre ella, no por su ensalzamiento, ella se alegra por «la grandeza del Señor». Si bien María era materialmente pobre, no se alegra por los dones materiales que le fueron concedidos […], sino por el don inaudito de una maternidad mesiánica, que no era tanto un don hecho a ella personalmente como un acto de misericordia hacia su «siervo Israel», que ha obtenido la «semilla de Abrahán»por la que había suspirado tanto tiempo. En su opción en favor de los pobres, María es perfectamente ella misma, no se ha alienado en absoluto en «otra María».

Sabe que ha llegado a ser Madre de una manera única e incomparable por pura gracia, y Madre no sólo de su único Hijo, sino, en él, de todos aquellos que mediante él y en él se han convertido en hijos e hijas de Dios en la Iglesia. (Y cuando aquí hablamos de Iglesia, sus confines permanecen indefinidos, porque la gracia de la redención de Cristo ha llegado, en efecto, a todos los hombres que nacieron antes que él y después de él.) «La mediación de María está ligada, efectivamente, a su maternidad, posee un carácter específicamente materno»(Redemptoris Mater 38) y, por eso, ella es el centro de la «comunión de los santos», «está como envuelta por toda la realidad de la comunión de los santos» (Redemptoris Mater 41), de esa capacidad de ser-para-los-otros en el Reino de Dios como coronamiento sobrenatural de la estupenda posibilidad ya en el plano natural, o sea, de la capacidad de poderse apoyar y ayudar recíprocamente.

*

H. U. von Balthasar, «Comentario a la encíclica “Redemptoris Mater”», en H. U. von Balthasar – J. Ratzinger, María. El sí de Dios al hombreo. Introducción y comentario a la encíclica«Redemptoris Mater», Brescia 31988, pp. 56ss, passim)

***

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Domingo 15 de Agosto de 2021. La Asunción

Domingo, 15 de agosto de 2021
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SSCC DelegacioPlata7

1ª LECTURA

Apocalipsis 11,19a;12,1.3-6a.10ab

Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de la alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios. Se oyó una gran voz en el cielo:

“Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.

Salmo responsorial: 44

De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina,

enjoyada con oro de Ofir. R.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna;

prendado está el rey de tu belleza:

póstrate ante él, que él es tu Señor. R.

Las traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real. R.

2ª LECTURA

1Corintios 15,20-27a

Primero Cristo como primicia; después todos los que son de Cristo

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

EVANGELIO

Lucas 1,39-56

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”

María dijo:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.”

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy (15 de Agosto de 1977)

***

SU CUMPLEAÑOS

… todo este gesto tan amable de su presencia y sobre todo de su oración, por este servidor de ustedes, a quien abruma este cariño del pueblo y por el cual estoy dispuesto a seguir dando los años que el Señor me conceda. Y considero como un bello regalo de cumpleaños, que la Iglesia misma se hace, este nuevo diácono que vamos a ordenar.

LA ASUNCIÓN DE MARIA

Y en el ambiente del misterio que celebramos hoy, cómo recobra encanto toda esa fiesta de la Arquidiócesis en su Catedral. La asunción en cuerpo y alma de la Virgen al cielo no es una opinión piadosa. Es un dogma de fe, el dogma diríamos, de moda, el más reciente. Fue al clausurar el año de 1950 aquel gran Año Santo, que llevaba a Roma muchedumbres y que recibía aquel gran Pontífice que fue Pío XII. Durante esos años, se hizo una consulta muy interesante a todos los obispos del Mundo: ¿Cómo estaba en el pueblo la creencia de esta verdad, de que María ha sido llevada en cuerpo y alma al cielo? Al mismo tiempo que recogía la tradición de la liturgia, de la teología, y todo lo profundo que la Iglesia tiene en sus estudios, pudo tener la seguridad, el 1º de noviembre de aquél Año Santo, de proclamar como dogma de fe, y que por tanto es obligatorio creerlo todos los católicos, que María, después de terminar su curso mortal en la tierra, fue asunta, como recogida por Dios, en cuerpo y alma. Podemos decir, hermanos, porque una verdad que corresponde a los orígenes de nuestro cristianismo, a los orígenes del mismo Cristo, apenas en nuestro tiempo se proclama dogma de fe, no es que el Papa Pío XII inventó que María ha sido llevada en cuerpo y alma, como si hubiera inventado esa verdad hoy en 1950. Los dogmas no los hace el Papa. El Papa lo que hace es poner el sello de su autoridad, de su magisterio, para darle seguridad al pueblo de que esa verdad está contenida en la divina revelación. Y lo creemos no sólo porque lo dice el Santo Padre, sino sobre todo porque lo ha dicho Dios y lo ha revelado en la Sagrada Biblia y en la tradición viviente de la Iglesia. Leer más…

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“Rasgos de María”: La Asunción de la Virgen María (B)

Domingo, 15 de agosto de 2021
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Dorothy Webster Hawksley, (1884-1970) Visitación de María a su prima IsabelMi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.

La visita de María a Isabel permite al evangelista Lucas poner en contacto al Bautista y a Jesús, antes incluso de haber nacido. La escena está cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay varones. Zacarías ha quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos mujeres ocupan toda la escena.

María, que ha llegado aprisa desde Nazaret, se convierte en la figura central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos más genuinos que muchos otros que le han sido añadidos a lo largo de los siglos a partir de advocaciones y títulos alejados de los evangelios.

María, «la madre de mi Señor»

Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es antes que nada la Madre de nuestro Señor. De ahí arranca toda su grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. «Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».

María, la creyente

Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.

María, la evangelizadora

María ofrece a todos la salvación de Dios, que ha acogido en su propio Hijo. Esa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María evangeliza no solo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.

María, portadora de alegría

El saludo de María comunica la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios: «Alégrate… el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa.

José Antonio Pagola

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Domingo 15 de Agosto. Asunción de la Virgen María: “El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes”

Domingo, 15 de agosto de 2021
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corazonmariaDe Koinonia:

Apocalipsis 11,19a;12,1.3-6a.10ab: Una mujer vestida del sol, la luna por pedestalSe abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario.
Salmo responsorial: 44. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
1Corintios 15,20-27a: Primero Cristo como primicia; después todos los que son de Cristo.
Lucas 1,39-56: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes.

La primera lectura nos enseña a mostrar las señales con que Dios invita a la esperanza. Aparece la lucha a muerte del dragón contra la mujer y su descendencia (Cristo y los cristianos). La aparición del arca de la alianza de Dios (cf. Nm 10,33-36); 1Sam 4,6-7) señala el hoy de la presencia de Dios en medio de los seres humanos, ya derrotados el pecado y el mal (21,3). Las dos señales que aparecen en el cielo, la mujer y el dragón, deben ser interpretadas por la asamblea litúrgica en el espacio-tiempo. La mujer es el pueblo de Dios; es más, representa la asamblea del pueblo de Dios reunida ya, ahora y aquí, en la Eucaristía dominical. El dragón es el mal, que actúa insertándose en la historia humana, y sobre todo desde los centros de poder (las siete cabezas con siete diademas), para intentar destruir la unidad y la comunión de la asamblea dominical (arroja a la tierra parte de las estrellas). El poder de este mundo se opone al alumbramiento de la mujer (se opone a Cristo) y quiere destruir su fruto (los cristianos). El Cristo elevado y sentado en el Trono de Dios señala la derrota de Satanás. La Iglesia en el desierto, huye del mal y es sostenida por Dios, como Jesús. La glorificación de Cristo, una vez para siempre, es la garantía que nunca jamás nada impedirá que El sea dado a luz por la asamblea eucarística dominical en el hoy, en el espacio-tiempo, hasta su venida en la plenitud de la gloria. María asunta es figura de la Iglesia, tanto la celestial como la que camina dando a luz a Cristo para el ser humano de hoy, y prefigura la victoria final de toda la Iglesia con Cristo, por él y en él.

La segunda lectura nos presenta la afirmación central sobre la resurrección de Cristo y de los muertos: Cristo no es un cadáver que revive, sino que es le Resucitado (el vencedor de la muerte) que causa la resurrección de los muertos. Cristo ha derrotado la muerte (la vencedora de la vida) en su propio terreno, la ha destituido (le ha arrebatado todo su poder sobre la vida), a fin de liberar a todos los que estaban bajo su poder. Cristo resucitado garantiza la resurrección de todos los muertos. Conviene notar el paralelismo alternado: por un ser humano, la muerte; por otro ser humano, la resurrección de los muertos; en Adán, todos murieron; en Cristo, todos vivirán. En definitiva, Pablo afirma que el don de la vida se da en la resurrección de Cristo. María, al frente de los que son de Cristo (15,23), goza de la vida de la gloria del Reino y ya celebra la destitución del único y último enemigo: la muerte.

La escena evangélica de hoy se centra en el encuentro de las dos madres y de sus respectivos niños, en la continuidad del designio de Dios (AT y NT), une teológicamente los relatos paralelos de la infancia de Juan (el último profeta del AT) y de Jesús. Y es el Espíritu quien marca esta continuidad. Toda la escena rebosa de teología, y para que no se pierda ni un ápice, Lucas la concluye con el mutis de María (1,56). En este encuentro, Lucas pone en boca de María este himno judeocristiano (1,47-55), que se inspira en el cántico de Ana (1Sam 2,1-10) y en toda la tradición bíblica (sobre todo de los salmos). Himno que expresa la fe y la esperanza de los pobres y humildes del pueblo de Dios. Son los «hijos de Sión», «los pobres del Señor», quienes, en María y con ella, alaban a Dios por las grandes obras que ha hecho en ellos/en ella (1,46-49), por lo que hace en su favor (1,50-53) y, finalmente, por su amor misericordioso a favor de Israel, en conexión con las promesas realizadas y selladas con la bendición de Abraham y a su descendencia (1,54-55). María es también hija de Abraham. Así, en María, en este encuentro entre el AT y el NT, se une la espera con la realización y, al mismo tiempo, se manifiesta la predilección histórica del Señor de Abraham y de María por los pobres de todos los tiempos.

Hoy celebramos la «asunción gloriosa» de María. No se trata de ninguna elevación vertical, de ninguna traslación física, de ningún viaje sideral. No fue ascensión real, física, la «ascensión» de Jesús; mucho menos será asunción física la asunción de María. Esa «asunción gloriosa» es una manera de hablar, que quiere decir algo, algo importante, pero no precisamente un traslado físico, un sentido literal inmediato de las palabras. Podemos –y deberíamos– ser creyentes de hoy, maduros, conscientes del valor simbólico y metafórico de muchas de las expresiones clásicas de nuestra fe. Valor «simbólico», «metafórico», no significa, en absoluto, falta de valor, carencia de sentido, ausencia de contenido. Muy al contrario. Significa que la verdad expresada es una verdad profunda, no susceptible de ser expresada con palabras fáciles, descriptivas, meramente referenciales de lo físico o material.

Nuestra fe expresa que en María Dios ha dignificado a todos los seres humanos, en especial a las mujeres, convirtiéndolos en plenos participantes de su obra salvífica. El ser humano había echado a perder los planes de Dios con opresiones, violencias y desigualdades. Dios, en Jesús, llama el mundo al nuevo orden, donde todos los seres humanos son igualmente dignos y de este modo se inaugura una nueva era de plenitud.

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En torno a la Asunción (I): Las cuatro mujeres del Apocalipsis

Domingo, 15 de agosto de 2021
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CE53A7BC-0DBB-4F20-962B-224605189ACBDel blog de Xabier Pikaza:

Un interesante trabajo que iremos publicando en los próximos días…

“El próximo domingo (Hoy, 15.8) celebramos la fiesta de la Asunción de María, Madre de Jesús. En años anteriores he ofrecido en este blog algunas reflexiones generales sobre el tema. Este año he querido situar su figura en el contexto de las mujeres del Apocalipsis, un tema fascinante de simbología, teología y espiritualidad cristiana”

“En ese contexto quiero ofrecer una comentario de la Mujer celeste, vestida de sol, que aparece en Ap 12, 1-6. Ella ha sido fuente de inspiración no sólo para la simbología de la Asunción, sino para el despliegue y desarrollo de algunas advocaciones marianas (como la Virgen de Guadalupe de México). Así lo haré a lo largo de seis días, presentando esa figura de la Mujer Celeste en el contexto general de las mujeres del Apocalipsis

“Éste es un trabajo exegético y teológico algo largo, pero es importante  para situar no sólo la figura y culto de María, Madre de Jesús, sino para conocer la función de la mujer en el despliegue de la Biblia y en el pensamiento de la Iglesia. La  Mujer‒Madre celeste quedó integrada simbólicamente en la divinidad, al lado de Dios Padre, completando así un tipo de arquetipo divino y su manifestación en la historia humana[1]”

“Esta madre celeste y terrestre, vencedora, vencida y luego  elevada nuevamente a la “divinidad”  forma parte de la  transmutación de lo femenino en la historia de occidente”. Por un lado, es una mujer, por otro lados son tres (o cuatro) mujeres que han marcado y siguen marcando el imaginario femenino de la apocalíptica judía y cristiana del I d.C., tal como culmina en el Apocalipsis de Juan, en su lucha contra los poderes satánicos de muerte que amenazan con destruir la historia humana

| X Pikaza


Esquema general

Mi trabajo sobre la mujer (mujeres) del Apocalipsis consta de seis partes, que iré presentando en los seis días que siguen.

1 Tres o cuatro mujeres

Metamorfosis. Cuatro mujeres
Una misma mujer: Madre, perseguida, novia
2. Primera mujer. Madre cósmica y Dragón (Ap 12, 1-5

Introducción. Mujer y Dragón en el cielo (Ap 12, 1-4
Comienzo del drama. Dio a luz un Hijo Varón… (Ap 12, 5)
3. Segunda mujer. La compañera de las bestias (Ap 12, 6-13, 18)

Mujer fugitiva. Dragón expulsado del cielo (Ap 12, 6-12).
Mujer perseguida (12, 13-17).Se le dieron alas de águila
Mujer amenazada. El Dragón y las Bestias (12, 18-13, 18)
4.Tercera mujer. Prostituta universal, economía perversa (Ap 17-18)

Jezabel. “Prostituta” discutida de Tiatira
Desarrollo temático. La prostituta Roma (Ap 17, 1-6)
Culminación. Asesinato y robo (Ap 18, 1-19,8)
Conclusión. Asesina asesinada, muerte de la Prostituta
5.Cuarta mujer. Ciudad-novia, bodas del Cordero (Ap 21-22)

Arquetipo femenino de Dios. La novia del Cordero
Un tema abierto. El arquetipo bíblico de Dios y la mujer del Apocalipsis
6-Conclusión hermenéutica. Mito, apocalíptica e identidad antropológica

Comienzo. Mujer celeste, tiempo originario
Desarrollo. Madre Israel, Antiguo Testamento
Experiencia cristiana. El mito se hace historia
INTRODUCCIÓN. LAS CUATRO MUJERES DEL APOCALIPSIS

En un comentario del Apocalipsis he desarrollado algunos rasgos (símbolos) de la Mujer (cuatro mujeres) del libro, partiendo de Ap 12, 1‒6. En ese fondo se ha vuelto necesario un nuevo estudio simbólico y literario, histórico y social de esos motivos, partiendo de una visión dramática de conjunto que destaque la vinculación (diferencia y unidad) de las escenas y figuras del Apocalipsis, en una línea simbólica y existencial, abierta a la esperanza de futuro de la Biblia en su conjunto[2].

En esa línea, podemos afirmar que Ap 12, 1‒6 constituye el centro dramático del libro del Apocalipsis (y en algún sentido la culminación de toda la Biblia), de manera que sus temas y figuras (Mujer, Dragón, Hijo) sólo pueden entenderse desde el conjunto del texto que desemboca en el descenso y bodas de la Novia y el Cordero (Ap 21-22). Por eso quiero elaborar una exégesis simbólica y social del texto, desde una perspectiva de identidad cristiana, teniendo en cuenta el conjunto de la Biblia cristiana, que culmina de algún modo en esta escena. Este arquetipo de la Mujer, que es al mismo tiempo Gran Madre, Iglesia o comunidad perseguida y Novia del Cordero constituye uno de los centros simbólicos de la Biblia[3].

METAMORFOSIS. TRES O CUATRO MUJERES

Ap 12, 1‒6 nos sitúa en el punto de partida de una historia dramática que es, al mismo tiempo, la historia de Dios (humanidad) y la de cada uno de los hombres, en los que se individualiza y encarna su figura, en línea universal, judía y cristiana[4]. En esa línea, reinterpretando lo anterior, he querido situar a la Mujer en el contexto de la historia social (comunicativa) de la humanidad.

No es una mujer-‒ya‒fijada, sino una mujer-haciéndose (in fieri), en un proceso dramático, definido por el nacimiento pascual de Jesús (Ap 12) y por su victoria final como Hijo Cordero (Ap 19-20), conforme a los cuatro momentos ya indicados, que ahora retomo en línea más dramática:

Madre celeste, conflicto social primigenio (Ap 12, 1-5). La Madre es el punto de partida de la historia. Humanamente hablando no podemos avanzar (más allá sólo queda Dios, el gran silencio bíblico). Ella es la generación originaria, fuerza engendradora de vida, cielo original en forma de mujer, paraíso del principio del que provenimos. Este aspecto materno de la vida (amenazado por el Dragón) sigue definiendo la vida de los hombres. Para que exista humanidad tiene que haber unaMadre primera.

Pero la Madre no está sola: a su lado, como fuerza que parece posterior (no se dice de donde proviene, lo mismo que en Gen 3), pero que es determinante, se eleva el Dragón o Serpiente. Este conflicto de Madre‒Engendradora y Dragón‒Homicida no es sólo un mito cosmogónico o existencial, sino que retoma el recuerdo genético de la lucha primigenia, siempre repetida que define el sentido de la humanidad. Muchos han pensado que el principio de todo ha sido y sigue siendo la guerra (Heráclito), es decir, la envidia mimética, la lucha sin fin de los contrarios.

Pues bien, en contra de los análisis posteriores de Hegel y Marx, de Freud o de R. Girard, nuestro pasaje sabe que la “madre” de todas la guerras no fue un conflicto de “conciencias” masculinas (Hegel), ni una oposición entre clases sociales por dinero (Marx), ni un tipo de “edipo” o guerra de los hijos contra el padre (Freud), ni la rebelión mimética de uno en contra del modelo de vida que señalan y, al mismo tiempo les impiden gozar sus “modelos” (o antecesores). Ap 12, 1‒6 sabe y dice que la primera de todas las guerras de los hombre es la guerra en contra de la “madre”, eso es en contra de aquel/aquella que les ha dado la vida. Antes de todas las reflexiones, importantes pero derivadas de Hegel‒Marz y de Freud‒Girard, en un contexto bíblico, Ap 12, 1‒6 ha sabido describir el primero de todos los conflictos de la historia, como oposición entre la mujer‒madre (don de la vida) y demonio‒dragón, que vive devorando (matando) vida ajena. Ésta es como he dicho “la madre de todas las guerras”[5].

Madre en la tierra, mujer perseguida (Ap 12, 6-18). La figura anterior (Madre celeste) era un símbolo o proyección social del origen y riego de la vida: releyendo la meta-relato bíblica del origen de la humanidad (Gen 2-3), el autor del Apocalipsis había destacado el signo primigenio de la Madre que da a luz sobre los cielos. Pues bien, pasando ya al plano de la humanidad concreta, él la presenta en la historia, como mujerfugitiva y perseguida, en el espacio y tiempo de conflictividad del mundo. Ha dado a luz al Hijo vencedor y continúa oponiendo al Dragón, que la persigue; por eso debe escaparse y vivir en el desierto, como saben las tradiciones del Éxodo judío, reinterpretadas por nuestro pasaje (cf. Ap 12, 6).

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Asunción y pandemia.

Domingo, 15 de agosto de 2021
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30C1785A-D005-4032-A2FB-FB61499B57D0Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Misa vespertina de la vigilia

Para que una verdad sea proclamada dogma por la Iglesia católica es preciso que tenga un fundamento bíblico. En el caso de la Asunción de la Virgen es casi misión imposible, porque ningún texto del Nuevo Testamento cuenta su muerte ni su asunción. Sin embargo, con buena voluntad se encuentra un mensaje muy actual en las lecturas, especialmente en esta época de pandemia. Me limito a las de la misa de la vigilia, que me resultan más sugerentes.

El premio merecido de María (Lucas 11,27-28)

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo:

– «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él repuso:

– «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

El dicho popular: «Bendita sea la madre que te parió» tiene en el ambiente de Jesús una formulación más completa: «Bendito sea el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron». Nuestro dicho se limita al momento del parto; el que le dirige a Jesús una mujer desconocida tiene en cuenta los meses de gestación y los años de crianza. Es todo el cuerpo de la madre, vientre y pechos, lo que recibe la bendición.

Y esta es la relación con la fiesta: el cuerpo y alma de María, tan estrechamente unidos a Jesús, debían ser glorificados, igual que él. Si echamos la vista atrás, la vida de María no fue un camino de rosas. El anciano Simeón le anunció que una espada le traspasaría el alma. Y el primero en clavársela fue su propio hijo, que a los doce años se quedó en Jerusalén sin decirles nada. «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?». «Porque tengo que estar en las cosas de mi Padre». Y eso supondrá para María un sufrimiento continuo desde que comienza la actividad pública de Jesús. Oír que a su hijo lo acusaban de endemoniado, de comilón y borracho, de amigo de ladrones y prostitutas, de blasfemo… para terminar muriendo de la manera más infame. El cuerpo y el alma de María merecían una compensación. Esa glorificación es lo que celebramos hoy.

El premio inmerecido de todos nosotros (1 Corintios 15,54-57)

El destino de María es válido para todos nosotros, aunque por motivos muy distintos. Pablo alude al primer pecado: la ley de no comer del árbol de la vida provocó el pecado y, como consecuencia, la muerte. Pero de todo ello nos ha liberado Jesucristo, y la última palabra no la tiene la muerte sino la inmortalidad.

Hermanos:

Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?». El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!

En esta larga etapa de pandemia, donde la muerte se ha hecho tan cercana y tantos cuerpos han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de la enfermedad, la fiesta de la asunción nos anima y consuela sabiendo que «esto corruptible se revestirá de incorrupción, y esto mortal de inmoralidad».

Un complemento poético (1 Crónicas 15,3-4.15-16; 16,1-2)

La misa de una solemnidad debe tener tres lecturas, la primera del Antiguo Testamento. Recordando que en las letanías se invoca a María como Arca de la alianza (Foederis arca), se pensó que el texto más adecuado para esta fiesta era el que describe la entrada del arca de la alianza en Jerusalén (el templo todavía no estaba construido). De la misma forma solemne y alegre entraría María en el cielo.

 En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas. Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor. David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos. Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

José Luis Sicre

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Solemnidad de la Asunción de María. 15 de Agosto de 2021

Domingo, 15 de agosto de 2021
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En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”

(Lc 1, 39-56)

El evangelio de la solemnidad de la Asunción de María nos coloca en una de las escenas más alegres y llenas de color de todo el Evangelio.

El encuentro de estas dos mujeres, que están gestando en sus entrañas las más grandes promesas de Dios para la humanidad, es un canto eterno de esperanza.

Todo es tan incipiente y oculto que es difícil creer en ello, pero el encuentro de las dos experiencias deja fuera de juego a las dudas.

Isabel escucha la voz de María y la vida salta dentro de ella. Más tarde el Evangelio acabará con otro saludo, con otra voz la de Jesús que también hará saltar la vida en el corazón de María Magdalena. Podemos decir que la historia de Jesús empieza y termina (comenzando) con un salto. Primero saltó Juan, más tarde saltó María Magdalena. Son saltos de alegría y de vida porque es eso lo que nos regala Dios por medio de Jesús.

Y María aceptó ser cómplice de Dios en toda esta aventura. Dijo hágase e hizo de su vida un continuo espacio para los planes de Dios. Se atrevió con lo inesperado e incluso con lo imposible. Se puso en camino y se hizo abrazo con Isabel. Ellas dos no enseñan a ser abrazo, prolongación del abrazo que es Dios Trinidad. En ese encuentro estrecho somos la más bella imagen de nuestro Creador.

Oremos

Trinidad Santa, Abrazo Tierno, que seamos portadoras y transmisoras de abrazos, que llevemos la sorpresa de tu mensaje que hace saltar de alegría y transforma la soledad en compañía. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La Virgen María, “Nuestra Señora de las Ecologías”

Domingo, 15 de agosto de 2021
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la-virgen-de-la-ecologia_560x280Nuestro país se viste de advocaciones marianas relacionadas con el medio ambiente

Montaña, Paloma, del Arroyo, Guadalupe, Montserrat, Manzano, Castañar, Encina, Nieves…

(Antonio Aradillas).- En su expresión ecológica tan sublime, como espectacular y religiosa, la Santísima Virgen María, con sus advocaciones piadosas, se hace popularmente presente sobre todo en el calendario festivo propio del verano.

De ahí nuestras prisas en destacar tal realidad y reconocimiento, con lo que poder contribuir de alguna manera a la conservación del planeta “mundo” , en cuya destrucción egoísta se da la triste y estadística impresión de estar tantos empeñados, hasta impiadosa y sacrílegamente.

Desde el pináculo de cualquier calendario mariano festivo, me asomo aquí y ahora, con el deseo de adscribirnos de alguna manera a ritos, ceremonias, tradiciones y comportamientos del pueblo- pueblo, en la relación establecida religiosamente con la Divinidad, por la mediación de la Virgen, en el rosario de sus advocaciones “naturales”, tanto o más teológicas que las misteriosamente “sobrenaturales” , antes y después de dejar constancia brillante de que son tantos, tan bellos y tan reparadores los nombres y los sobrenombres, que no todos pueden caber en el resplandeciente listado de sus letanías.

El Camino -Nuestra Señora del Camino- lo inicia en las tozudas y empobrecidas tierras turolenses de una de sus comarcas -quince son los pueblos que componen su Cofradía-, patroneados por la Santísima Virgen de la Langosta“, con inexcusables referencias no a los crustáceos marinos tan preciados en la gastronomía, sino “a los insectos salteadores que se alimentan de vegetales y se multiplican con tal rapidez, que forman plagas con efectos devastadores para la agricultura”, con flagrante ruina de quienes pueblan y viven de sus tierras. Gracias a la protección de la Virgen, y a la fe de sus gentes, estas pudieron pervivir y superar dificultades tan graves, en unos tiempos o edades en las que el campo y sus cosechas solo estaban en manos de Dios y no en las de la química.

Madrid, capital de las Españas, lo es también de advocaciones marianas tan representativas ecológicamente como la Almudena, Atocha –“atochar”– y Paloma. Los accidentes geográficos relacionados con el terreno en los que “aparecieron” sus imágenes, le confieren en multitud de versiones nombres tan sagrados como el Mar, Collado. Montaña, Navahonda, Prado, Monte, Castellar, Castillo, Valle, Sierra, Dehesa, Cabeza, Finisterre. Muela o Cerro, Peñalosa, Piélago, Puerto, Fuente -en singular o en plural-, Fuensanta, Fuencisla, Aguasantas, Fuensalida, del Río, del Arroyo, Guadalupe, Covadonga, Monserrat….Árboles y frutos les salen al paso a los peregrinos por los caminos y santuarios ecológicos marianos, que demandan protección y ayuda a favor de la salvación del mundo, con denominaciones tales como Guía, Manzano, Castañar, del Castaño, Encina, Olmos, de la Oliva, Peral, Navalazarza, de las Flores, Rosario, Poveda, Paular, Alameda, Espinar, del Espino, Huertas y Huerto, Madroño…

La Estrella es referencia de seguridad, de Esperanza y de Luz. Las Nieves lo son de pureza y blanco -Blanca-, aún en pleno verano. Con sobrenombres de aves y pájaros  las advocaciones de la Virgen tachonan los cielos, y multitud de pueblos, regiones y Comunidades Autónomas, con mención reiterada, verbenera y popular, para la Paloma Palomares, el Águila y la Divina Pastora.

Por su abundancia y matices en sus nombres oficiales o populares, es de difícil catalogación exacta, entre otras, la Candelaria, Begoña, Aránzazu, del Refugio, Aurora, del Pazo, Altamira, Sonsoles, Los Llanos, Trabajo, Destierro, de la Leche, del Buen Parto, del Santo Celo, Azucena, Alarilla, Butarque, –“lugar de légamos”-, Chavela -“lugar de robles”-, Buena Vista, Somosierra ,-“la Sierra por antonomasia”-, el Rocío.. Piedra Escrita,- o del Enigma-, Roncesvalles, del Yugo, del Puy, Riánsares, Piedras Albas, Fuentes Claras…

No hay una necesidad que atender por esos mundos de Dios, y más si estos son hispanos y además, rurales, en cuya presurosa atención no se haga presente la Virgen en cualquiera de sus piadosas y exactas advocaciones, con ritos, preces, letanías, sermones, procesiones, cánticos e himnos, peregrinaciones, y hasta dulces o platos típicos en el listado de su rica y variada gastronomía, por supuesto, que todos ellos, con nombres muy santos, y algunos, aún indulgenciado, previas las gestiones canónicas de sus cofrades. En esta tarea intervienen con idéntica piedad, las advocaciones, cuyas identidades hayan respondido, y respondan, a las lenguas llamadas vernáculas, sin exclusión de las de procedencia latina, griega, celta, ibérica o pre-ibérica, sin faltar a la cita las provenientes de “allende los mares”, y más cuando patrióticamente se alardea de que “en cuyos dominios jamás se ponía el sol…

Es posible “que no sea oro todo cuanto reluce” . Pero hay mucho oro en todo, reluzca o no reluzca. La devoción popular tiene nombres y atributos de Virgen. Si la ecología, y parte de lo que todavía queda de “mundo” -limpio y reluciente- al mundo, se cuidara, por creyentes y no tanto, es de confiar en la efectividad de la protección de la Virgen, una de cuyas advocaciones más socorridas es precisamente la de la Esperanza.

Todo el mundo es templo de Dios y santuario de la Virgen. También lo es de cuantas personas lo habitan y viven, aunque posiblemente, y con más activas responsabilidades, de quienes dicen profesar la fe cristiana como acto de adoración a Dios, mediante el servicio a los más necesitados.

En unos tiempos de tantas y tan graves profanaciones del mundo universo, Nuestra Señora de las Ecologías – ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con el medio ambiente-, ¡rogad por nosotros¡“, es -será- oración, y programa de vida, prevalentes. Y es que “el hombre no es ya simplemente un servidor de los dioses, sino un ser que piensa”, gracias sean dadas a Dios, AMÉN,

Fuente Religión Digital

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María pudo identificarse totalmente con Dios porque lo divino estaba en ella desde el principio.

Domingo, 15 de agosto de 2021
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3750880Lc 1, 39-56

No debemos caer en el error de considerar a María como una entidad paralela a Dios sino como un escalón que nos facilita el acceso a Él. El cacao mental que tenemos sobre María se debe a que no hemos sido capaces de distinguir en ella dos aspectos: uno la figura histórica, la mujer que vivió en un lugar y tiempo determinado y que fue la madre de Jesús; otro la figura simbólica que hemos ido creando a través de los siglos, siguiendo los mitos ancestrales de la Diosa Madre y la Madre Virgen. Las dos figuras han sido y siguen siendo muy importantes para nosotros, pero no debemos confundirlas.

De María real, con garantías de historici­dad, no podemos decir casi nada. Los mismos evangelios son extremadamente parcos en hablar de ella. Una vez más debemos recordar que para aquella sociedad la mujer no contaba. Podemos estar completamente seguros de que Jesús tuvo una madre y además, de ella dependió totalmente su educación durante los doce primeros años de su vida. El padre en aquel tiempo se desentendía totalmente de los niños. Solo a los 12 ó 13 años, los tomaban por su cuenta para enseñarles a ser hombres, hasta entonces se consideraban un estorbo.

De lo que el subconsciente colectivo ha proyectado sobre María, podíamos estar hablando semanas. Solemos caer en la trampa de equiparar mito con mentira. Los mitos son maneras de expresar verdades a las que no podemos llegar por vía racional. Suelen ser intuiciones que están más allá de la lógica y son percibidas desde lo hondo del ser. Los mitos han sido utilizados en todos los tiempos, y son formas muy valiosas de aproximarse a las realidades más misteriosas y profundas que afectan a los seres humanos. Mientras existan realidades que no podemos comprender, existirán los mitos.

En una sociedad machista, en la que Dios es signo de poder y autoridad, el subconsciente ha encontrado la manera de hablar de lo femenino de Dios a través de una figura humana, María. No se puede prescindir de la imagen de lo femenino si queremos llegar a los entresijos de la divini­dad. Hay aspectos de Dios que, solo a través de las categorías femeninas, podemos expresar. Claro que llamar a Dios Padre o Madre son solo metáforas para poder expresarnos. Usando solo una de las dos, la idea de Dios queda falsificada porque podemos quedar atrapados en una de las categorías masculinas o femeninas.

El hecho de que la Asunción sea una de las fiestas más populares de nuestra religión es muy significativo, pero no garantiza que se haya entendido correctamente el mensaje. Todo lo que se refiere a María tiene que ser tamizado por un poco de sentido común que ha faltado a la hora de colocarle toda clase de capisayos que la desfiguran hasta incapacitarla para ser auténtica expresión de lo divino. La mitología sobre María puede ser muy positiva, siempre que no se distorsione su figura, alejándola tanto de la realidad que la convierte en una figura inservible para un acercamiento a la divinidad.

La Asunción de María fue durante muchos años una verdad de fe aceptada por el pueblo sencillo. Solo a mediados del siglo pasado se proclamó como dogma de fe. Es curioso que, como todos los dogmas, se defina en momentos de dificultad para la Iglesia, con el ánimo de apuntalar sus privilegios que la sociedad le estaba arrebatando.

Hay que tener en cuenta que una cosa es la verdad que se quiere definir y otra la formulación en que se mete esa verdad. Ni Jesús ni María ni ninguno de los que vivieron en su tiempo, hubiera entendido nada de esa definición dogmática. Sencillamente porque está hecha desde una filosofía completamente ajena a su manera de pensar.

La fiesta de la Asunción de María nos brinda la ocasión de profundizar en el misterio de toda vida humana. A todos nos preocupa cuál será la meta de nuestra existencia. Se trata de la aplicación a María de toda una filosofía de la vida, que puede llevarnos mucho más allá de consideraciones piadosas.

Allí donde encontramos multiplicidad, falsedad, maldad, debemos profundizar hasta descubrir en lo hondo de todo ser, la unidad, la verdad y la bondad. Toda apariencia debe ser superada para encontrarnos con la auténtica realidad. Esa REALIDAD está en el origen de todo y está escondida en todo. En el momento que desaparezcan las apariencias, se manifestará toda realidad como una, verdadera y buena. Es decir que la meta de todo ser se identificará con el origen de toda realidad.

La creación entera está en un proceso de evolución, pero aquella realidad hacia la que tiende es la realidad que le ha dado origen. Ninguna evolución sería posible si esa meta no estuviera ya en la realidad que va a evolucionar. Ex nihilo nihil fit, (de la nada, nada puede surgir) dice la filosofía. Si como principio de todo lo que existe ponemos a Dios, resultaría que la meta de toda evolución sería también el mismo Dios.

Lo que queremos expresar en esta fiesta, es precisamente esto. No podemos entender literalmente el dogma. Pensar que un ser físico, María, que se encuentra en un lugar, la tierra, es trasladado localmente también en el cuerpo, a otro lugar, el cielo, no tiene ni pies ni cabeza. Hace unos años se le ocurrió decir al Papa Juan Pablo II que el cielo no era un lugar, sino un estado. Pero me temo que la inmensa mayoría de los cristianos no ha aceptado la explicación, aunque nunca la doctrina oficial había dicho otra cosa.

El dogma es un intento de proponer que la salvación de María fue absoluta y total. Esa plenitud consiste en una identificación con Dios. Como en el caso de la ascensión, se trata de un cambio de estado. María ha terminado el ciclo de su vida terrena y ha llegado a su plenitud. Pero no a base de añadidos externos sino por un proceso interno de identificación con Dios. En esa identificación con Dios no cabe más. Ha llegado al límite de las posibilidades. Esa meta es la misma para todos. “Cielos” significa lo divino.

Cuando nos dicen que fue un privilegio, porque los demás serán llevados al cielo pero después del juicio final, ¿de qué están hablando? Para los que han abandonado esta vida, no hay tiempo. Todos los que han muerto están en la eternidad, que no es tiempo acumulado, sino un instante. Concebir el más allá como continuación del más acá nos ha metido en un callejón sin salida; y muchos se encuentran muy a gusto en él.

Cuando hablamos de Jesús y de María, debemos hacer una distinción. Por ser seres humanos históricos y reales, sí podemos hablar de ellos con propiedad desde la perspectiva terrena. Pero cuando tratamos de expresar lo divino que hay en ellos, nos encontramos con el mismo problema de Dios. No podemos hablar de esa conexión con lo divino si no es por medio de metáforas y signos.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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María, parábola de Dios.

Domingo, 15 de agosto de 2021
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magnificat-wLc 1, 39-56

«Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso».

La buena Noticia es que en Jesús hemos visto que Dios es mucho mejor de lo que nadie había sido capaz de imaginar, y por eso “Abbá” es el corazón de esa buena Noticia. A Abbá le conocemos en Jesús, el hombre tan lleno de su espíritu que se le transparentaba, o dicho en lenguaje coloquial, el hijo que “había salido” a su Padre.

Pero poco les duró a los cristianos la alegría de este feliz hallazgo, pues desde época muy temprana, la teología erudita se encargó de dar un cambiazo nefasto sustituyendo a Abbá por el Dios Todopoderoso que juzga nuestros pecados. Tampoco Jesús salió bien parado de este envite, pues se convirtió en el Señor (el amo) que volverá para separar las ovejas de las cabras y enviar a las cabras al castigo eterno.

¡Había muerto la buena noticia!

Pero cuando en lo más recóndito de su ser, allá donde no llega la conciencia, los fieles  cristianos se sintieron desamparados y a expensas de un juez que iba a determinar su destino, se apresuraron a buscar una buena abogada; y no puede haber mejor abogada, mejor intercesora, que una madre, porque su amor es incondicional y no lleva cuentas del mal… Por supuesto, la mejor madre que podían encontrar era María, la madre de Jesús, así que la revistieron de los atributos más destacados de Dios-Abbá y recuperaron lo que les habían arrebatado.

La devoción a María se convirtió así en la más entrañable, y a sus devotos todo les parecía poco para adornar a la que se había convertido en su mejor garantía ante la fría justicia de Dios. Era nuestra madre amantísima, el refugio de los pecadores, el auxilio de los cristianos, la consoladora de los afligidos… Por supuesto, la madre del cielo no podía estar sometida al pecado, y nació el dogma de su Concepción Inmaculada. Tampoco podían sus restos corromperse bajo tierra como los de cualquier mortal, y eso dio lugar al dogma de su Asunción en cuerpo y alma a los cielos…

Y desde nuestra mentalidad ilustrada y pedante, todo esto nos resulta gazmoño y pueril; pensamos que ninguna persona culta del siglo XXI puede creer en estas simplezas que lo único que revelan es la inmadurez de la fe de nuestros abuelos… Pero en el fondo es una historia preciosa que muestra que el Espíritu sopla dónde y cuándo se le necesita, y muestra también que se encuentra mucho más a gusto entre la gente sencilla que entre los sabios y entendidos.

Ruiz de Galarreta llamaba a María “Parábola de Dios”, y añadía: «No hay palabras ni sentimientos capaces de agradecer suficientemente a María la salvación de todo lo que más caracteriza a la religión de Jesús, a la buena Noticia: sentirse querido, saber que alguien siempre te comprende, te perdona y te acoge, alguien a quien no temer, alguien que no lleva cuentas de mal… Eso, que debería haber sido Dios-Abbá, fue para los cristianos la madre de Jesús».

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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