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Quien comprende es feliz

Jueves, 15 de agosto de 2024
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IMG_6460Fiesta de la Asunción

15 agosto 2021

Lc 1, 39-56

Entendida en su literalidad, la expresión “dichosa tú, que has creído” no se sostiene, porque la dicha o la felicidad no puede apoyarse en una creencia. La creencia, en cuanto constructo mental, únicamente puede ofrecer una sensación de seguridad mientras la persona mantiene su adhesión a ella. Pero, en sí misma, carece de consistencia.

 Eso mismo ocurre cuando pensamos que la felicidad es “algo” a conseguir. La convertimos así en un objeto, sin caer en la cuenta de que todo objeto es, por definición, impermanente y, por tanto, incapaz de otorgar dicha o felicidad estable.

  La felicidad no nos viene de fuera ni nos espera en el futuro. Tampoco se halla en “algo” que deberíamos alcanzar. La felicidad es una con lo que somos, es otro nombre de nuestra identidad profunda, por lo que trasciende toda circunstancia que nos pueda ocurrir.

 Al escribir esto, me vienen a la memoria las palabras de Nisargadatta: “Compare usted la conciencia y su contenido con una nube. Usted está dentro de la nube, mientras que yo la miro. Está usted perdido en ella, casi incapaz de ver la punta de sus dedos, mientras que yo veo la nube y otras muchas nubes y también el cielo azul, el sol, la luna y las estrellas. La realidad es una para nosotros dos, pero para usted es una prisión y para mí un hogar”.

 O aquellas otras de Ramana Maharshi: “Usted es ignorante de su estado de plena felicidad”. Ya somos felicidad. El problema es que nos identificamos con lo que no somos y, en esa misma medida, nos alejamos de la felicidad y, a continuación, la objetivamos en “algo” y la proyectamos “fuera”. Pero la felicidad no es un “estado de ánimo” -que puede variar-, sino un “estado de ser”, que nace justamente de la comprensión profunda y que es capaz de abrazar todos los estados de ánimo.

 De manera inmediata, nuestra mente coloca etiquetas sobre aquello que supuestamente nos haría felices y aquello otro que supuestamente nos arrebataría la felicidad. Ante esto, la pregunta decisiva es: ¿Estamos dispuestos a incluir todo tipo de situaciones dentro de la felicidad?… ¿Estamos verdaderamente dispuestos a ser felices en cualquier situación… o queremos “salirnos con la nuestra”? Eso requiere ser honestos. Al llevar la honestidad al mundo de nuestras imágenes mentales acerca de la felicidad, nos damos cuenta de que rechazamos la felicidad constantemente. Rechazamos la felicidad cada vez que el presente no se parece a nuestra imagen feliz. ¿Cómo vamos a ser felices si renunciamos a ella constantemente? Dicho de modo más simple: el mayor obstáculo para ser felices no es otro que la imagen mental que tenemos de la felicidad.

 La felicidad -no podía ser de otro modo- nace de la comprensión experiencial de lo que somos. La ignorancia introduce en la confusión y en el sufrimiento; la comprensión ilumina y nos hace reconocernos en “casa”, sea lo que sea lo que ocurra. Sin duda, solo quien comprende es feliz. Tenía razón Sócrates al afirmar que “solo hay una virtud: la sabiduría [o comprensión]; y solo hay un único vicio: la ignorancia”.

¿Qué es, para mí, la felicidad? ¿Dónde la pongo o la busco?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El optimismo es la sacarina de la esperanza .

Jueves, 15 de agosto de 2024
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IMG_6795Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- La fiesta de la Asunción de María a los cielos.

La fiesta de la Asunción de María a los cielos es muy popular en nuestra tradición. Al menos hasta nuestros días ha estado muy dentro de la vida, de las fiestas  y de la espiritualidad de nuestros pueblos.

Siempre ha estado presente en la fe de la Iglesia que María terminó en Dios como Jesús, en lo que llamamos cielo.

Fue el papa Pío XII quien en 1950 propuso como dogma a la fe del pueblo que María fue llevada junto a Dios a los cielos. Y el papa, Pío XII,  lo dice con unas palabras limitadas como todo lenguaje humano. La Virgen fue llevada al cielo en cuerpo y alma.

Bástenos saber que María, como Jesús terminaron en Dios. El cuerpo y alma son palabras, ideas  nuestras, provenientes más bien de la filosofía griegas.

No podemos imaginar la Asunción de un modo físico. Sería algo muy extraño. Ni la Asunción de María, ni la Ascensión de Jesús son fenómenos astrofísicos que ocurrieran a modo de “cabo Cañaveral”.

María fue creyente, la primera creyente. María vivió de la fe en Jesús, en su hijo.

Es  llamativo que ni en los evangelios, ni en todo el NT haya un relato que narre una aparición de Jesús resucitado a su madre. María llegó a la fe y creyó siempre  en su hijo: en vida y después de la muerte. María fue la primera creyente.

Lo que creemos en estas afirmaciones es que María, como  Jesús, vive en Dios en lo que hemos denominado cielo.

02.- Fiesta impregnada de alegría y esperanza.

La Asunción es un acontecimiento impregnado de serenidad, alegría y esperanza. Isabel se llena de alegría ante la visita de Maria. Las dos mujeres esperan nuevas vidas en su seno.

 La fiesta de la Asunción es un canto a un futuro lleno de esperanza y de vida. Nuestro futuro es el mismo de Jesús y de María. Nuestra historia terminará bien en Dios Padre.

Nosotros viviremos junto a Dios, junto al Señor JesuCristo y a la Virgen lo que ya viven ellos.

Por eso la Asunción de María es buena noticia.

03.- Ir ascendiendo en la vida.

La fiesta de la Asunción fortalece nuestra esperanza. María es madre de nuestra esperanza.

La esperanza no es optimismo. El optimismo es un estado de ánimo porque nos va más o menos bien en la vida, la salud, el trabajo, la jubilación, le economía, etc… La esperanza “comienza” donde termina el optimismo. (El optimismo es la “sacarina” de la esperanza).

 La vida humana es un ir ascendiendo, caminando como Jesús y María hasta llegar al cielo, a la casa del Padre.

El sentido de nuestra vida, el horizonte de la existencia, nuestro futuro consiste en alimentar la esperanza

El futuro absoluto -la esperanza-  del ser humano no está ni en Madrid ni en Vitoria, ni en Roma. Esas instancias  e instituciones tienen un valor y una misión, pero no son dioses, ni tienen la última palabra para el hombre.

Desde la fe en JesuCristo yo espero -esperanza- en el Reino de JesuCristo, no en las instituciones.

Se trata de mirar al cielo. El cristiano es quien mira y espera en el cielo. El cielo es un modo simbólico de hablar y de formular nuestra esperanza. La esperanza es la que nos da coraje para seguir existiendo.

Confiamos que -como María, como Jesús, como nuestros mayores- vamos caminando y seremos llevados, “ascendidos” al cielo.

04.- La Asunción. Conclusión

La esperanza de vernos plenamente realizados, como María y como Xto causa un profundo gozo y una gran serenidad en la vida

Esto es lo que celebramos en la fiesta de la Asunción.

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Nuestro futuro está en la Asunción de nuestras vidas junto a Dios.

***

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“ Con María, verdadera hermana nuestra, caminemos hacia la eternidad”, por Consuelo Vélez

Jueves, 15 de agosto de 2024
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IMG_6458Del blog de Consuelo Vélez Fe y Vida:

A propósito de la Fiesta de la Asunción de María

Hemos comentado varias veces la fiesta de la Asunción de María -que se conmemora este mes de agosto- porque esta, como las otras festividades marianas, han convocado durante siglos al pueblo de Dios en la vivencia de su fe. María, “una de las nuestras” o “verdadera hermana nuestra” o “primera discípula”, como se le llama en reflexiones más recientes, nos enseña el seguimiento de Jesús, con actitudes que deben acompañar la vida cristiana: escucha al espíritu (la anunciación, Lc 1, 26-38), fidelidad a los valores del reino (Bodas de Caná, Jn 2, 1-12), anunciadora de las maravillas de Dios (canto del Magnificat, Lc 1, 46-49), profeta para denunciar la injusticia y anunciar los tiempos nuevos desde Dios (canto del Magnificat, Lc 1, 50-55), fiel hasta el final (María al pie de la cruz, Jn19,25), presente en el inicio de la iglesia(Pentecostés, Hc 1, 14).

No hay datos bíblicos sobre la Asunción de María, pero la celebramos porque en 1950, el Papa Pío XII proclamó este dogma, respondiendo a una creencia que el pueblo cristiano manifestaba sobre el final de la vida de María. Si ella recibió el don de ser madre del Hijo de Dios, es fácil pensar que ella recibió, también, la plenitud de la salvación. Esta fiesta responde a un dogma proclamado por la Iglesia pero que recoge lo que el pueblo cree. Por esta razón no es un invento eclesial sino una confirmación del sensus fidei (sentido de la fe del pueblo de Dios) que la institución eclesial acoge y reafirma.

De todas maneras, tanto el dogma de la Asunción como tantos otros de la fe cristiana, necesitamos explicarlos de acuerdo a las comprensiones que se han ido desarrollando, a la luz de los aportes de la exégesis y la hermenéutica bíblica y teológica, las cuales permiten “traducir” a términos actuales lo que en el pasado se expresó con el lenguaje y comprensión de esa época. En el caso del dogma de la Asunción, el énfasis no está en un hecho milagroso que la ciencia no explica, sino en una experiencia de fe sobre la persona de María que nos hace afirmar que, a ella, Dios le concedió ya, lo que todos esperamos alcanzar cuando termine nuestra vida en este mundo. En ese sentido, la celebración de esta fiesta nos anima a seguir caminando hacia la meta, a mantener el compromiso cristiano de amor, solidaridad, misericordia, justicia, paz, como María supo mantenerlo, con la confianza de que vamos haciendo posible el reino de Dios entre nosotros y, en ese sentido, vamos experimentando lo que esperamos saborear de manera plena en la eternidad.

Cabe anotar que es importante seguir recuperando una figura de María más comprometida con la vida cotidiana que una María extraordinaria, alejada de este mundo. Recientemente el Vaticano ha lanzado una alerta sobre las “supuestas” apariciones de la Virgen que se dan en muchos lugares y se ha reservado el derecho de declararlas o no como tales. Una cosa es la experiencia de fe mariana que puede vivirse de manera privilegiada en un momento de la historia y por la cual se erige un santuario mariano y otra la explotación del sentimiento religioso acudiendo a la magia, lo sobrenatural, lo extraordinario y dirigido astutamente por supuestos “videntes”. Es necesario estar muy atentos a la confirmación eclesial de cualquier evento de este tipo para no desvirtuar la fe y no ser víctimas de estafadores que también abundan y aprovechan las cuestiones religiosas para sus fines.

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Y no solo hay que ser precavidos con las apariciones marianas sino también con algunos grupos que invocando a María se han ido convirtiendo en un tipo de “secta” porque se creen los poseedores de la verdad y viven doctrinas, ritos, costumbres, tradiciones más pre-vaticanas que acordes con los desarrollos eclesiológicos actuales. Además, privilegian una imagen de María que provoca miedo, temor y que mira este mundo actual, condenándolo y fomentando el rechazo y exclusión de lo diferente, todo muy contrario a la misericordia, inclusión y acogida de los signos de los tiempos en los que el espíritu de Dios sigue hablando hoy.

En ese sentido, rezar el rosario es una devoción mariana muy rica sino se separa de Jesucristo. De ahí que se proponga la consideración de los misterios de la vida de Cristo al unísono con el rezo de las cincuenta avemarías. Lamentablemente, en esos grupos y, a veces, en algunos espacios eclesiales, se sigue fomentando una repetición de avemarías más que un momento contemplativo y de interiorización de los misterios de nuestra fe. Una revisión de esta devoción ayudaría mucho a alimentar la vida cristiana. No es María la que necesita que nosotros recemos. No es el número de avemarías lo que interesa. El rosario es un medio para ayudarnos a entrar en diálogo con Jesús, a través de María, pero el objetivo es favorecer la experiencia de oración y no la repetición inconsciente de palabras vacías.

Aprovechemos la celebración de esta festividad mariana para recrear nuestra devoción hacia ella, centrándola más en la fe en su hijo Jesús que en visiones apocalípticas del mundo o en temores que parece ella nos anuncia en supuestas apariciones, tan alejadas del reino de Dios, del evangelio, del auténtico sentir eclesial. Ella, verdadera hermana nuestra, nos acompaña en nuestro camino hacia la eternidad, invitándonos a vivir como ella vivió, siempre colaborando y haciendo posible el amor de Dios entre nosotros.

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Nuevas imágenes para la Asunción de María.

Jueves, 15 de agosto de 2024
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estos_son_mi_madre_y_hermanosLa imagen de Asunción despierta imágenes de movimiento, de atracción hacia arriba, de impulso ascensional; nuestra mirada es atraída hacia la altura y vemos a María elevada hacia ese ámbito que llamamos “cielo”donde, con palabras de Pablo, están “las cosas de arriba“, por contraposición a “las cosas de abajo” (Col 3,1). Pero además de esta imagen espacial, podemos explorar otras que nos acerquen a María:

La obra terminada

Al hablar de la Asunción nos referimos al resultado final y a la culminación del proceso vital de María. Pero la meta supone siempre un camino, el fruto ha tenido una larga maduración en el árbol, la piedra preciosa ha cristalizado lentamente durante miles de años en la hondura de la roca. Cuando se emprende una obra pública de envergadura se suele construir una maqueta que muestre el proyecto que se está construyendo y se expone en un lugar visible para que todos puedan ver cómo va a ser el final: al mirarla, contemplamos e imaginamos la obra ya terminada. La Iglesia nos pone hoy ante una “maqueta” que nos muestra el resultado final de la obra de Dios en la mujer que no opuso ninguna resistencia a su acción: “Hágase en mí…”, dijo María, la mujer de la Nueva Creación, acogiendo sobre ella la presencia del mismo Espíritu que “se cernía sobre la faz de las aguas” (Gen 1,2) en la mañana de la primera creación.

El fruto de la nueva Tierra

Cuando Moisés no sabía cómo convencer a un pueblo cansado, escéptico y desmotivado para entrar en la tierra de la promesa, envió exploradores a Canaan que volvieron cargados con gigantescos racimos de uvas dulces, frescas y apetitosas: ¡Estos son los frutos de la tierra hacia la que nos dirigimos!”, dijo Moisés al mostrárselos a los israelitas (Num 13). Algo así hace la Iglesia cuando nos presenta la Asunción de María, como si nos dijera: “Mirad las primicias de la humanidad nueva, ella es el fruto ya granado de la Tierra hacia la que nos dirigimos. Dichosos vosotros por haber recibido la buena noticia del campo donde echa sus raíces el Árbol de la Vida que produce semejante fruto, compartid con otros ese secreto a voces, ese sabor del vino que llena de alegría”. La existencia ya glorificada de María y su alegría, son los únicos instrumentos de que dispone para decirnos: “Es una tierra que mana leche y miel. Vale la pena subir a conocerla”.

La casa preparada

Me voy a prepararos lugar, decía Jesús, y cuando vaya y os prepara el lugar, vendré de nuevo a llevaros a mi casa para que donde yo esté, estéis también vosotros (Jn 14, 2-3).

María, la primera en llegar a la Casa, toma parte con su Hijo en la tarea de preparar ese lugar para que un día, donde ella esté, estemos también nosotros. Ella nos espera “a mesa puesta” en ese banquete del que le gustaba hablar a su Hijo.

La meta alcanzada

La imagen es de Pablo en su carta a los Filipenses: Hermanos, yo no lo he alcanzado aún, ni he llegado ya a ser perfecto, sino que continúo mi carrera a fin de poder alcanzar a aquel por quien yo mismo fui alcanzado, Cristo Jesús. (Fil 3,12). El evangelio nos presenta a María desde el comienzo “caminando deprisa” desde Nazaret de Galilea a la sierra de Judea para llegar a casa de su prima Isabel y en aquella primera “meta” de su carrera, recibió de labios de Isabel la primera bienaventuranza: “Dichosa tú que has creído…”. Y aquello no fue sino un anticipo de la felicitación que iba a recibir en el final definitivo de su trayectoria. Toda la vida de María consistió en dirigirse apasionadamente hacia esa meta definitiva que no podía ser otra cosa que su propio Hijo. Como cuando llega la primavera y el ánade salvaje emprende el vuelo de retorno y nada puede detener su impulso ascensional.

Dolores Aleixandre

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¡Vamos de visita!

Jueves, 15 de agosto de 2024
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48038DCD-D54B-481C-AC6E-D3457ABFF7C0Ilustración: Maximino Cerezo Barredo, cmf

Lc 1, 39-56

Cuando era pequeña y escuchaba a mi abuela o mis tías decir: “Me llevo a la niña de visita”, a mí se me ponían los pelos de punta. El plan era un soberano aburrimiento para una niña que lo que quería era estar jugando en casa, o mejor aún, en la calle, pues en la ciudad donde vivía mi abuela, los niños todavía jugaban en la calle.

La lectura de Lc 1, 39-56 me ha llevado de viaje al pasado y, lo que antes me parecía un horror, se ha transformado en un valor.

“Y un día cualquiera, un poco antes de las primeras luces del amanecer, María cierra tras sí la puerta de su pequeña casa de Nazaret e inicia apresurada el camino hacia ‘la montaña, a un pueblo de Judá’, donde vivía Isabel. No había prisa pero el impulso de su corazón movía velozmente sus pies” (1). Este relato nos muestra lo que es visitar.

Visitar implica moverse, cerca o lejos, salir, ponerse en marcha; abandonar el espacio de confort (que decimos ahora); adentrarse en la realidad del otro, la persona que me abrirá la puerta de su espacio y, posiblemente, de lo que vive.

Visitar exige irremediablemente invertir tiempo… ¿quién tiene tiempo hoy para regalarlo desinteresadamente?

Vamos a dejarnos llevar por María y vayamos con ella de visita a casa de Isabel.

“Aquellas dos mujeres preñadas, creyentes e ilusionadas (…) envueltas en el silencio de la promesa de Dios, se encuentran y en el mismo instante del abrazo, la palabra se hace presente con la intensidad de la comprensión, la alegría y la intimidad compartida” (2).

La visita empieza a dar frutos desde el primer instante si hay una buena predisposición. La actitud de quien va y quien recibe es elemento primordial.

Ellas estaban felices. Isabel gritó de júbilo y “la criatura salto de alegría en su vientre”. Y María proclamó exultante la oración de alabanza y agradecimiento al Dios de la Vida. “El Magníficat recoge la plegaría del orante que se descubre, desde la humildad, fecundado por su Señor dentro de la Historia de Salvación” (3).

María permaneció en casa de Isabel “unos tres meses y volvió a casa”. Se movió, invirtió su tiempo y podemos imaginar qué maravillosos tres meses pasaron juntas, viendo como la vida crecía dentro de ellas, cuidándose, riendo, compartiendo…

En la sociedad que vivimos, cada vez más fragmentada e individualizada, donde las relaciones se va licuando, quedando en manifestaciones muy superficiales; reducidas a un mero contacto tecnológico a través de whatsapp (el correo electrónico dicen los jóvenes que eso es ya cosa de viejos), Twiter, Instagram, etc., me pregunto si tiene un significado el hecho de visitar, más allá de un contacto comercial, de captación de clientes, o del médico cuando el paciente no se puede mover de la cama.

Después de empaparnos del evangelio de este día hay que preguntarse a qué me mueve el “movimiento” de María visitando a Isabel. Y si realmente, el hecho de visitar, tiene un significado en mi vida.

Hay gente ahí fuera esperando una visita, de persona a persona.

Hay mucha necesidad de abrazos y de afecto, que no se solucionan con emoticonos y fotos con preciosos textos de buenas intenciones en el móvil.

Hay sed de escucha, en las alegrías y en las penas; para las primeras habrá un café o una cerveza y, para las segundas, además, un hombro y un pañuelo para enjugar lágrimas.

Hay enfermos crónicos que al inicio de la enfermedad seguro que tuvieron gente que les visitó, pero cuando la postración es larga, la soledad embarga.

Hay demasiados ancianos que viven demasiado solos, que su puerta nunca se abre para recibir porque nadie se acerca a ser recibido.

Hay muchas personas que han llegado traspasando fronteras, huyendo de sus lugares de origen que necesitan ser escuchados, recibidos, alentados, etc.

Recuerdo aquí lo que nos enseñaban en la catequesis sobre las Obras de Misericordia; dos de ellas se refieren al hecho de “visitar”: visitar a los enfermos y visitar a los presos.

El estado tiene una responsabilidad ineludible en la atención a las necesidades de quienes necesitan determinados servicios que ayuden a mejorar las condiciones de vida de quienes lo necesitan, por edad, enfermedad, etc. Eso es incuestionable. También las ONG’s, fundaciones, e instituciones benéficas tienen un papel importante en dicha atención.

Pero visitar… es otra cosa. Es una labor personal, individual. Es un estar atentos a detalles de la vida cercana, del entorno. Visitar no cuenta en las estadísticas. Es una acción muy silenciosa que no requiere estructuras organizativas, ni contractuales.

María fue. Podía no haber ido. Isabel, mayor y preñada, seguramente estaba bien atendida. Pero María fue. A estar. A escuchar. A compartir.

Mari Paz López Santos

  • (2) y (3) Del libro: ¿QUÉ QUIERE DIOS QUE YO QUIERA? Magnificat siglo XXI” Mari Paz López Santos

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¡María, madre de los crucificados, de todos, de todos!

Sábado, 20 de julio de 2024
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Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:

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¡María, madre de los crucificados, de todos, de todos!

Madre,
Muéstrame el surco invisible del amor entre tus manos,
y haz que me sea visible cuando le tocaste en la cruz,
para hacerlo visible ya
entre todos mis hermanos.

Muéstrame la mirada,
de tu hijo, en tu corazón.
Y en tu corazón de madre
Hazme ver, Tu mirada en él

Y si así lo acepto y reconozco
Veré la mirada de la Madre y de Jesús, en todos los crucificados, en Todos.

Y veré mi propia mirada entre todos tus pobres,
porque me reconocí pobre entre ellos.
Y así seré yo también pobre
Y podré verte a TI

Madre
Muéstrame su rostro dolorido
en el seno de tu corazón,
para no dudar jamás
¡De mi Confianza en Él
De su Confianza en mi!

Y en tu corazón de Madre.
Dame un poco, del tuyo, si tú quieres…

Y Haz que vea tu angustiado rostro de Madre
para queriendote como eres
Te acepte como eres
Y ya me acepte como soy
Sin buscar ya otra cosa, y nada más.

María madre mía,
del pueblo, de los últimos… que hasta el último instante estuviste con tu hijo

¡Muéstrame, si así tú lo quieres!
Las plegarias que tú le hiciste,
con tu voz quebrada
Y luego…
Tu  silenciosa oración desde tu gran corazón.

Madre,
Muéstrame si tú quieres:
Los sentimientos que tuviste,

Enseñame los pensamientos, que tú le entregaste, y luego guardaste,

Para más tarde desvelarlos,
a sus discípulos, para compartirlos con tus testigos
Con los de la Madre, con los de Jesús.

Y así prepararme para ser tu testigo, Madre mía.

María, Madre Mía,

Muéstrame por un instante de mi vida,
Tu corazón
Que tú transformaste en puro amor
para aliviar por un instante su dolor con Todo, con todo tu corazón de Madre.

Con toda la energía amorosa de la Madre, como vendaval del espíritu,
Que tú llevaste al corazón de tu hijo, instantes antes de morir.

Y que él lo aceptó de sumo bien
Antes de encontrarse con la  muerte.

Y Él, con una sonrisa, se despidió de ti y luego del mundo.
Para morir sonriendo, de amor, de amor, para todos, para Todos.

Y que solo esto es posible
que solo Tú lo vieras
para la llena de gracia
Sin pecado concebida

¡Para ella todo era posible!

Con humildad te ruego
Verdadera Madre mía
que  a él le ruegues;
que mi Cruz sea por lo absoluto, por lo que merece la pena,

Que mi Cruz sea
Como la tuya;
Sencilla, Sincera, Humilde, Obediente

Sea lo que sea que me tengas preparado
te ruego en esta noche, que se haga su santa voluntad conmigo

Con la confianza de que ya me has dado lo que te he pedido
Y que con la dignidad de ser siempre hijo tuyo, Madre,

Ahora podré llevar en mi corazón, la señal de ser tu hijo
como tú quieres que la lleve, con la misma dignidad y humildad con que tú la llevaste.

Y de esta manera
Podré  empezar a entender y amar
A todos los crucificados
De este mundo
No porque yo lo quisiere
Síno, porque tú lo quieres.

No porque yo lo valiere
Síno, porque tú lo haces valer.

No porque yo quisiera amarte
Sino, porque tú me amas con los crucificados de este mundo.

María, madre;
Si tú quieres, concédeme esta gracia que te pido
para adelantarme ya
a la misericordia de tu hijo
y ser del todo misericordioso, con todos, con todos.

*

Alfonso Olaz

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

Ante la Cruz…

Viernes, 29 de marzo de 2024
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ANTE LA CRUZ

Ante la cruz me llamas
en tu agonía.
Ante la cruz me llamas.
Y he aquí que tropiezo
con las palabras.

Porque si dices ante
¿no me pides, Señor,
sino que mire
frente a frente la cruz
y que la abrace?

Si te miro, Señor,
y Tú me miras,
es un horno de amor
lo que en ti veo,
y lo que veo en mí,
Señor, no es nada,
nada, nada, Señor,
sino silencio.

Un silencio vacío:
si Tú lo llenas
se habrá hecho la luz
en las tinieblas.

Y si en la cruz te abrazo
y Tú me abrazas,
el silencio, Señor,
es más palabra.

Ante la cruz, Señor,
aquí me tienes,
ante la cruz, Señor,
pues Tú lo quieres.

II

VÍA DOLOROSA

I

PARA DECIR LO QUE PASÓ AQUEL VIERNES…

…a Jesús, en cambio, lo hizo azotar
y lo entregó para que fuese crucificado.
(Mt.27,26)

Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén y en sus afueras
no bastan las palabras.
Por eso no hay
en las avenidas del relato
-Mateo, Marcos, Juan- sino una capa
de misericordia, un leve
y condensado recuerdo a los azotes.
Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén: la sangre,
los insultos, los golpes, la corona
de espinas,
los gritos, la locura, la ira desatada
contra el más bello y puro de los hombres,
contra el más inocente…
para decir lo que pasó aquel viernes
solo valen las lágrimas.

II

SIMÓN DE CIRENE SE ENCUENTRA CON LA CRUZ

Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
(Mt. 27, 32)

Pesan los días y pesan los trabajos
y en las venas el cansancio es veneno
que apresura los pasos hacia el dulce
reposo del hogar;
los pasos hacia el dulce
abrazo del amor y del sueño.
Ni siquiera
hay espacio en el alma para el canto
de un pájaro. Tampoco para el sordo
rumor que empieza a arder
sobre el polvo en la plaza.
Viene Simón el de Cirene convertido
en pura sed, en pura
materia de fatiga.
Esa cruz
le sobreviene como un alud de asombro
y rebeldía.
Pero
entre la náusea de la sangre sabe
que siempre hay un dolor que añadir al dolor.
Entre la náusea de la sangre mira
y encuentra esa mirada como un pozo
encendido,
como un pozo
donde se funde el Galileo
con el dolor del mundo.
Apenas un instante y el abrazo
del corazón y la madera hasta la cima.
Vuelve Simón el de Cirene. Queda
una cruz en su piel.
Y una mirada.

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III

MUJER EN JERUSALÉN

Mis ojos suben por las calles de Jerusalén
bajo una lluvia de dolor,
bajo una lluvia
que va a lavar el mundo.
Mis ojos suben arrimados
a la cal de las paredes
mientras todo el fragor del sufrimiento
se hace eco en mis párpados.
Puedo sentir tu sed,
la quemazón de tus rodillas rotas
sobre los filos de la tierra.
Toma mi corazón, toma mis lágrimas,
déjalas que ellas laven tus heridas
ahora que soy
mujer en Jerusalén y que te sigo.
Mis ojos se adelantan
por los empedrados de Jerusalén
para encontrar los tuyos.
Y no hay en ellos
rebeldía.
Bajo la cruz
Tú eras una antorcha
de mansedumbre. Derramabas
una piedad universal con cada aliento.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
(Lc.23,28)

¿Y cómo no llorar, Señor?
Déjame, al menos,
si no llorar por Ti, llorar contigo.

III

GÓLGOTA

I

EL CORAZÓN DE LAS MUJERES

Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea
para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos.
(Mt 27, 55)

Estirándose sobre la distancia,
el corazón de las mujeres
se hizo cruz en el Gólgota.
¡Oh corazón de las mujeres, cruciforme,
arca lúcida,
oscura estancia del amor y permanente
arcaduz del misterio!
¡Oh corazón de las mujeres,
prodigioso arroyo fiel que mana
desde el mar de Galilea hasta el Calvario!
¡Y más allá del Calvario, hasta los límites
verticales y alzados,
hasta la orilla de la fe donde se trueca
el destino del hombre!
Mujeres, con vosotras he visto
la salvación del mundo,
su rostro ensangrentado, la medida
de sus brazos abiertos,
la extensión de su abrazo,
que acerca hasta nosotros
la dádiva incansable de sus manos
abiertas y horadadas para siempre.
Y he visto su corazón de par en par,
su corazón como una cueva dulce,
su corazón, abrigo
para toda intemperie.
He visto con vosotras
los pies del redentor, nunca cansados
de venir hacia mí, también heridos
de mí, por mí, también clavados
para la eternidad.
¡Oh pies de Cristo
impresos
sobre la arena de mi corazón!
¡Oh Cristo que atrajiste
hasta Ti el corazón de estas mujeres,
déjame ahora
latir en su latido:
contemplarte.

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II

STABAT MATER

Estaba la madre al pie
de la cruz. La madre estaba.
Enhiesta y crucificada,
color de nardo la piel.
En el pecho el hueco aquel
que vacío parecía.
No me lo cierres, María
que quiero encerrarme en él,
que quiero encerrarme y ver
todo lo que tú veías.
Sé tú mi madre, María,
como lo quería Él.

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III

CIERRA EL CIELO LOS OJOS …

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde
la tierra se cubrió de tinieblas.
(Mt. 27, 45)

Cierra el cielo los ojos:
cae
la noche a plomo sobre el mediodía
de aquel viernes de abril en el Calvario.
No puede el cielo ser tan impasible
cuando en la cruz está muriendo un hombre,
ya solo sufrimiento y sangre,
cuando muere
el amado de Dios.
¿O acaso vuelve el rostro el cielo
también
y es abandono
lo que creían sombra?
Pesa, pesa, pesa…
Pesa esta oscuridad
que hace crujir los hombros
mientras el ser se vence
inexorablemente hacia el abismo.
Esta tiniebla tiene
peso, longitud, altura,
y penetra en el alma
y duele y vela
la mirada de Dios en la distancia.
¿No hay otro modo, Señor, no hay otro modo
de morir, de vivir, que hacer a ciegas
esta larga jornada de camino?
Pues si ha de ser así, Señor, te pido
que al menos en la muerte no me falte
un bordón de plegaria: que no olvide
tu nombre dulce con el que llamarte.

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IV

EL GRITO

Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito entregó su espíritu
(Mt.27, 50)

Un grito. Luego el silencio.
Y en silencio estoy aquí
mientras resucitas Tú
y resucitan los muertos.
¡Cristo, ten piedad de mí!

Con Cristo

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

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San José, Esposo de María y Patrón de las Uniones Queer

Martes, 19 de marzo de 2024
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IMG_3652La reflexión de hoy para la Solemnidad de San José es de la colaboradora invitada Jennifer Van Boxel (ella/ella), una católica de toda la vida que ha estado activa en la lectura, los saludos, la catequesis y la ayuda a los necesitados. Divide su tiempo entre trabajar como analista de datos y trabajar como editora independiente de materiales de juegos. Le gusta escribir, observar aves y jugar juegos de mesa con su esposa Danielle.

Era abril de 2022 y estaba sentada en mi banco habitual de la iglesia, tratando de no llorar. Los rituales habituales de la misa, en los que he participado toda mi vida, se desarrollaban a mi alrededor, pero ese día estaba preocupado, por lo que sólo estaba vagamente consciente de ellos. Estaba concentrado en otros asuntos: ¿pertenecía aquí? ¿Podría quedarme aquí? A pesar de todos los himnos que dicen “todos son bienvenidos”, ¿era realmente bienvenida ahora que yo, una mujer, tenía esposa? Mi matrimonio, que parecía ser una unión heterosexual completamente típica cuando fue consagrado en una iglesia católica diez años antes, había dado un vuelco cuando mi amada se declaró ante mí como una mujer transgénero. ¿A quién podría recurrir como modelo sobre cómo proceder?

Te sorprenderá saber que el modelo que identifiqué ese día cuando lloraba en la iglesia es San José, Esposo de María. En el calendario de la iglesia, hoy es la solemnidad de este santo bajo ese título particular.

Cuando mi amado anunció la noticia, yo ya era un católico queer, pero sigiloso. Unos meses antes, le había contado a mi cónyuge que había encontrado una palabra para mi experiencia de intimidad física, algo con lo que había estado lidiando durante la década que llevábamos juntos. Esa palabra es “asexualidad“.

No vi que esta conversación saliera a la luz; Era más una cuestión de que ambos finalmente encontraran una palabra para algo que sabíamos que era parte de mí. Sin embargo, tener esa etiqueta (y junto con ella el conocimiento adquirido recientemente de que otras personas en el mundo experimentan el amor romántico sin atracción sexual) hizo que fuera mucho más fácil hablar e interactuar con mi cónyuge en esos niveles. Ver esa carga aligerada para mí, ver lo relajado y cómodo que estaba con el nuevo nivel de apertura entre nosotros ayudó a mi cónyuge a darse cuenta de lo que era posible no solo para mí, sino para ambos.

Cuando mi cónyuge me dijo que era transgénero, algunas de las cosas que más me pesaban eran el miedo por su seguridad y el miedo por el futuro de nuestra relación. Estas son cosas que San José conocía bien. Cuando Mary le contó sobre su embarazo, él no quería exponerla a los peligros de la ley, pero tampoco estaba seguro de cómo podrían estar juntos. Él ya tenía un contrato matrimonial formal con ella, y aquí estaba ella, diciéndole que las cosas no iban a ser como la sociedad esperaba que fueran. Estaba embarazada de un niño, no de él. Y si aceptamos la doctrina de la virginidad perpetua, su matrimonio iba a ser célibe.

Joseph estaba en conflicto: ¿debería hacer lo que la sociedad esperaba y terminar la relación? La oración, sin embargo, le mostró otro camino: un matrimonio amoroso que no se ajustaba a la norma. Pasé un año después de la universidad con el Cuerpo de Voluntarios Jesuitas, y una de las cosas que aprendí durante ese tiempo fue la práctica de la lectio divina, una lectura meditativa de un pasaje de las Escrituras. Ese día de abril de 2022, llegué a casa de Misa con los pensamientos de San José que había descubierto allí y recurrí a esta práctica. Las líneas de las Escrituras sobre José son pocas, pero saqué mi Biblia para pasar un rato con Mateo 1:18-24:

Ahora bien, así se produjo el nacimiento de Jesucristo.
Cuando su madre María estaba desposada con José,
pero antes de que vivieran juntos,
fue hallada encinta por obra del Espíritu Santo.
José su marido, como era un hombre justo,
pero sin querer exponerla a la vergüenza,
decidió divorciarse de ella en silencio.
Tal era su intención cuando, he aquí,
El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
“José, hijo de David,
no temas recibir en tu casa a María tu esposa.
Porque es por el Espíritu Santo
que este niño ha sido concebido en ella.
Ella dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Cuando José despertó,
Hizo como el ángel del Señor le había mandado.
y llevó a su esposa a su casa.

Me puse en la situación de José. Me pregunté qué sentía él, “un hombre justo”. ¿Sintió una sensación de pérdida? ¿O una vez que el ángel le mostró el camino a seguir, sintió alivio? Quizás él, como muchos santos elogiados por su “sacrificio” del celibato, podría haber sido felizmente asexual. Por supuesto, nunca podremos conocer los sentimientos interiores de San José, pero creo que él reconocería los puntos en común entre mi matrimonio y el suyo.

Con Fiducia Supplicans, el documento del Vaticano que permite bendiciones a parejas del mismo sexo, tan prominente en las noticias estos días, me encuentro pensando en San José nuevamente. He llegado a considerarlo como el santo patrón de las uniones “irregulares” como la mía y tantas otras que experimentan personas queer. Soy una mujer católica, casada por la iglesia, aunque mi cónyuge no es católico. Seguimos en un matrimonio feliz, uno que fue bendecido por la iglesia cuando ni ella ni nosotros sabíamos que esta relación era extraña. Nos consolamos y apoyamos unos a otros, y nutrimos a la próxima generación (nuestros hermanos y los hijos de nuestros amigos) a pesar de que nuestra combinación de sexualidad y género significa que no tendremos nada propio.

Han pasado dos años desde que mi esposa me reveló que era transgénero y poco a poco me estoy volviendo más valiente para ser abiertamente queer en mi comunidad parroquial local. Empecé a usar mi pin de arcoíris cuando soy lector o saludador, con la esperanza de sentirme menos solo en mi homosexualidad católica. Y una vez que haya llegado a conocer un poco a mis compañeros feligreses a través de ministerios compartidos, casualmente me referiré a mi cónyuge como “mi esposa” cuando hable con ellos. Hasta ahora, nadie ha respondido mal, pero si alguna vez alguien lo hace y se pregunta cómo podría permanecer en un matrimonio así y seguir siendo un “buen católico”, señalaré a San José como mi modelo.

Mi crisis de fe en 2022 no fue si debía quedarme con mi esposa, sino si podía quedarme en una institución que considera nuestra relación como “irregular”. Con la ayuda de San José, me he dado cuenta de que mi catolicismo es una parte tan intrínseca de mí como mi asexualidad. El catolicismo y la asexualidad han estado conmigo toda mi vida y necesito ambos para prosperar. Y también necesito a mi esposa.

—Jennifer Van Boxel (ella/ella), 19 de marzo de 2024

Fuente New Ways Ministry

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María, Madre de Dios, es una “profetisa queer que cambia el género”, escribe un académico católico

Martes, 27 de febrero de 2024
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IMG_3049María, la madre de Dios, es una “profetisa queer que modifica el género y que desafió las convenciones de género de su tiempo”, escribe una católica LGBTQ+ en un ensayo que examina cómo María ayudó al autor a experimentar la alegría queer.

María desempeña un papel central en la fe de muchos católicos, objeto de innumerables “Avemarías” y devociones. En un artículo de Sojourners, la académica Emma Cieslik detalla el papel de María no sólo en la propia fe de Cieslik, sino también en su identidad queer. Ella escribe que “dentro de [María] descansa el punto de apoyo de mi alegría y trauma católico queer”, y continúa: “[No] fue hasta mis 20 años que comencé a verla como una profetisa queer y de género flexible que desafiaba las convenciones de género de su tiempo”.

La relación de Cieslik con María no siempre fue tan estrecha y positiva. De hecho, después de asistir a un retiro de escuela secundaria en el que se pidió a los asistentes que hicieran una “promesa de pureza” de abstinencia sexual colocando una rosa blanca ante un ícono mariano, Cieslik dijo que se sentía separada de María:

IMG_1133Emma Cieslik

“Durante este retiro en la iglesia, me enseñaron que María era la virgen, madre y esposa heterosexual ideal; ella era la pureza sexual encarnada. María se había transformado en un símbolo de pura hiperfeminidad, lo que me hizo sentir alienado de una figura que consideraba la única representación de la divinidad femenina.

Durante los siguientes seis años, me esforcé por convertirme en la mujer que creía que era hasta que finalmente me quebré… Como resultado, volví mi atención a María. Ella todavía estaba de pie en cada rincón de cada iglesia que visitaba, pero durante años había evitado su mirada, temiendo que me juzgara por la persona en la que me había convertido, por no transformarme en una versión de ella. No fue hasta que comencé“ Queer and Catholic: A CLGS Oral History Project” en el  Center for LGBTQ & Gender Studies in Religion at the Pacific School of Religion, (Centro de Estudios de Género y LGBTQ en Religión de la Escuela de Religión del Pacífico), que aprendí sobre la importancia de María para los católicos queer.

“Ella era su madre, así como era la madre de Dios. Por quién era María, ella los amó y los aceptó tal como eran. Para muchos teólogos y laicos LGBTQ+, esta perspectiva sobre María es lo que los conecta con Ella y legitima su existencia dentro del catolicismo”

Cieslik cita a teólogos LGBTQ+ que han sugerido que la Sagrada Familia no es de hecho “una familia heterosexual prototípica”, ni María se ajusta a las expectativas sociales de género de las mujeres en ese momento. Repensar a María como persona, y también en sus relaciones con Jesús, José y otros, ayuda a que esta figura santa sea más accesible para las personas queer. Cieslik concluye apropiadamente su ensayo:

IMG_3048“’Pienso en el poderoso potencial de una María Queer que anima, empodera y anima a la comunidad queer a estar orgullosa de quiénes somos, a honrar y celebrar la belleza de las familias que creamos en medio de amenazas externas’, escribe [Rev. Ángela] Yarber. “Para Yarber, en última instancia, se trata de confiar en las interpretaciones teológicas queer y su potencial para crear una iglesia afirmativa y acogedora

Por lo tanto, María puede ser entendida como una liberadora queer, que desafía los roles sexuales y de género heteronormativos y tradicionales. La versión de Mary que me presentaron en ese retiro de secundaria nunca existió. Ella fue la creación de culturas e instituciones que intentaban defender los roles de género tradicionales, la divinidad patriarcal y la pureza sexual. Profundizar en la teología queer de la liberación me ha mostrado cómo María comparte mi impulso y voluntad por la fe cristiana.

“Cuando miro a María escondida en un rincón de cada iglesia, ya no la veo vestida de azul y blanco. En cambio, está bañada por la brillante luz del arco iris y abre los brazos para abrazarla”.

—Robert Shine (él/él), Ministerio New Ways, 13 de febrero de 2024

Fuente New Ways Ministry

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“La Señora de la Humildad”, por Ianire Angulo Ordorika.

Miércoles, 21 de febrero de 2024
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De su blog A pie de calle:

No hace mucho que escribía aquí sobre mi gusto por el románico y cuánto había disfrutado de la sobriedad de la piedra y del Cristo de los ojos abiertos en el monasterio de San Salvador de Palacios de Benaver (Burgos). Lo que parece es que éste no es el único estilo artístico que me resulta atrapante. Al menos, esa sensación tengo después de haber visitado el otro día una capilla que, aunque respeta la estructura externa de una más antigua, no tiene ni diez años de vida. Se trata de la capilla de la Inmaculada del seminario menor de la Archidiócesis de Braga. No es fácil de describir, pero, en medio de una aparente sencillez, se esconde una profundidad de sentido capaz de impresionar.

Solo para abrir el apetito y la curiosidad, os diré que la piedra que configura el altar fue, literalmente, una piedra desechada en una cantera, que hay un continuo y discreto ruido de correr del agua que recuerda al bautismo, que un panel en forma de columna remite a esa de nube que acompañaba al pueblo peregrino por el desierto y que el sagrario, como quien guarda al Vivo por excelencia y requiere respirar, no es algo cerrado del todo. Hay muchos detalles que resultan especialmente evocadores, pero me quedo con la que llaman la Señora de la Humildad. Sentada en medio de la asamblea, hay una imagen que remite a María. Ella, vestida como una de tantas mujeres del lugar, comparte espacio con cualquiera, despojándose y manteniendo en sus manos la corona con la que nos empeñamos, con buena voluntad, en coronarla, alejándola así del lugar en el que sospecho que ella estaría más cómoda.

Oler a Evangelio

No es habitual que pensemos a la Madre de Jesús desde las claves que propone esta escultura, a pesar de que se trate de una visión mucho más cercana al modo en que los evangelios nos hablan de Ella. Nos rechinan esos textos en los que el Nazareno recuerda que su verdadera familia la constituye quienes le siguen (Mc 3,31-34) y centra el motivo por el que es digna de elogio, que no es tanto el hecho de ser su madre biológica, sino su posicionarse como discípula a la escucha de Quien es la Palabra (Lc 11,27-28). Tampoco es frecuente que nos andemos quitando las “coronas” que los demás nos colocan, esas que solo nos alejan del resto y nos hacen olvidar que no somos más que nadie. Tal dificultad para estar en medio y ser, como lo fue el Señor, “uno de tantos” resulta aún más desconcertante cuando se produce en el ámbito eclesial.

La humildad, con la que se califica la estatua de la capilla de la Inmaculada, no es sino reconocer el humus, ese barro compartido por todos que constituye nuestra frágil verdad esencial. Todo aquello que confunde las diversas vocaciones o los distintos servicios y responsabilidades con “coronas”, que diluye la dignidad compartida por el bautismo, marcando diferencias inexistentes, que nos hace sentirnos con superioridad moral sobre otros, constituyéndonos jueces implacables de vidas ajenas y que nos lleva a olvidar que nuestro sitio, como el de la imagen mariana, es estar como uno más en medio de la asamblea… ni nos hace bien ni huele a Evangelio. No está mal que esta capilla esté en un seminario menor ¿verdad?

Fuente Vida Nueva

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La Inmaculada desde una mirada más actual sobre María

Sábado, 10 de febrero de 2024
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IMG_1781Un teólogo propone cambiar el nombre de ‘Inmaculada Concepción‘ porque “demoniza la sexualidad”

De su blog Fe y Vida:

“Hay que resignificar la fiesta de la Inmaculada, mostrando que el Hijo de Dios se encarnó en una mujer de carne y hueso”

“De ahí la necesidad de seguir actualizando su figura para que pueda decir algo a los tiempos actuales. Esta actualización no significa que inventemos cosas sobre ella, sino que volvamos a los datos bíblicos, reconozcamos que han sido interpretados desde una mirada patriarcal”

El próximo 8 de diciembre celebramos la fiesta de la Inmaculada concepción de María, es decir, el reconocimiento que hace la Iglesia de que María, por ser madre de Jesús, fue preservada de todo pecado desde su nacimiento hasta su muerte. No es un dogma que tenga fundamento bíblico, pero expresa una convicción de fe que el pueblo reconoce como consecuencia de la divinidad de Jesús. Este último dato es importante: los dogmas marianos son, ante todo, dogmas cristológicos.

Es decir, están vinculados a la persona de María, pero no por ella misma sino por su papel en la historia de salvación como madre de Jesús. Corremos el peligro -y así se ha vivido y se vive en algunos contextos- de pensar a María como una “semidiosa” o alguien llena de poderes para alcanzarnos favores, casi compitiendo con Jesús en su capacidad de conceder milagros. Vaticano II corrigió esas desviaciones al hablar de ella no en un documento aparte y menos proclamándola corredentora -como algunos pretendían-, sino en el documento sobre la Iglesia -Lumen Gentium-, mostrando así su papel único como madre de Jesús, pero no aparte o desligada del pueblo de Dios.

Conviene también, a propósito de esta fiesta mariana, recordar que, aunque el amor a María es una de las devociones más fuertes del pueblo cristiano, su figura y las actitudes que se le han atribuido en su vida histórica están diciendo cada vez menos a la juventud. Se puede amar a la madre de Jesús, pero no es fácil reconocer en ella un modelo de mujer que abra caminos de realización plena para ellas hoy.

De ahí la necesidad de seguir actualizando su figura para que pueda decir algo a los tiempos actuales. Esta actualización no significa que inventemos cosas sobre ella, sino que volvamos a los datos bíblicos, reconozcamos que han sido interpretados desde una mirada patriarcal -propia de la sociedad en la que se ha vivido-, haciendo que se haya puesto más atención a unos aspectos que a otros, concretamente en aquellos que la sociedad ha designado para las mujeres y que han permitido ese papel secundario y sufriente que todavía hoy tantas mujeres padecen.

IMG_1780Basta recordar el texto de la anunciación (Lc 1, 26-38). Se ha puesto más énfasis en la aceptación de María “Hágase en mí según tu palabra” que en la pregunta que ella dirige al ángel cuando le anuncia que será la madre de Jesús: “¿Cómo podrá ser esto si no conozco varón?”. Es decir, esa joven campesina, tiene palabra, la pronuncia, cuestiona, interpela, no importa que sea un enviado de Dios el que le está hablando. Una María así entendida, impulsa y respalda las preguntas que hoy las mujeres nos hacemos: ¿por qué tan relegadas de la Iglesia? ¿por qué no podemos tomar decisiones? ¿por qué no podemos ser mediación de Cristo?, entre muchas otras que actualmente se formulan.

Otros textos bíblicos van en la misma línea. El texto del Magnificat (Lc 1, 46-55) aunque se reza cada tarde en las vísperas, pareciera que no transmite la profundidad de esas palabras puestas por el evangelista en boca de María, mostrando cómo ella expresa lo que es el reinado de Dios: misericordia y transformación de las injusticias haciendo que los excluidos sean colmados de bienes.

Ese texto tiene un hondo contenido sociopolítico, pero se ha espiritualizado de tal manera que no se conecta con la realidad y menos con una María llena de compromiso transformador.  Podríamos comentar más textos bíblicos (aunque en realidad hay muy pocos textos donde aparezca María) pero sirvan estos como ejemplos de la necesidad de una lectura que no pone el énfasis en el silencio de María, en su capacidad de sufrir y de llevar todo en su corazón (Lc 2, 19) sino que reconoce su protagonismo y liderazgo.

Volviendo a la fiesta de la Inmaculada convendría resignificarla mostrando que el Hijo de Dios se encarnó en una mujer de carne y hueso y a ella, sin dejar su humanidad, se le reconoce como llena de gracia, es decir, capaz de vivir la plenitud de vida que Dios quiere para todos sus hijos e hijas. La vida cristiana es una vida que actuando según el espíritu de Jesús crece cada día a más plenitud de amor, de misericordia, de compromiso, de generosidad, de reflexión crítica, de palabra profética, de militancia, de llegar a hacer posible el reino de Dios en nuestra historia.

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Todo esto es distinto a esa visión reducida de entender la Inmaculada en un sentido de separada del mundo. Por el contrario, todos y todas estamos llamados a buscar esa plenitud de vida -llena de gracia- pero en la encarnación del aquí y el ahora, con lo que tiene de alegría y tristezas, de logros y de fracasos, de avances y retrocesos, de aciertos y equivocaciones. María fue proclamada Inmaculada por su consecuente vida de gracia para ser la madre de Jesús, pero, en ningún momento, alejada de su historicidad, de su humanidad, de su ser mujer de Nazaret, pobre, sencilla, campesina, una más entre los suyos.

María vista desde estos horizontes más encarnados en la realidad es modelo no solo para las mujeres sino también para los varones porque en el pueblo de Dios todos estamos llamados a ser bienaventurados como ella, discípulos como ella, seguidores de Jesús como ella. La dimensión femenina de la Iglesia no la encarna solo María ni las mujeres porque en todo el pueblo de Dios reside la riqueza de los diversos dones que culturalmente se han atribuido a las mujeres, pero que, en la realidad, son dones de todos los seres humanos. ¡Que María, quien vivió la plenitud de vida desde su nacimiento hasta su muerte, nos acompañe en este mismo camino de gracia y plenitud al que todos y todas somos llamados!

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Hágase en mí…

Viernes, 5 de enero de 2024
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San Bernardo de Claraval Museo de Dijon - Dijon, Francia San Bernardo de Claraval
Museo de Dijon – Dijon, Francia


            “Hágase en mí según tu palabra”. Hágase en mí por el Verbo según tu palabra. Hágase carne de mi carne según tu palabra, el Verbo que ya existía desde el principio en Dios.

            No sea una palabra proferida, porque pasa; sino concebida, para que permanezca. Revestida, pero no de aire, sino de carne. Hágase en mí tu palabra, no sólo por que pueda escucharla con los oídos, sino tocarla con mis manos, contemplarla con los ojos y llevarla a cuestas.

            No se haga en mí la palabra escrita y muda, sino encarnada y viva. No trazada con caracteres sin voz sobre pergaminos resecos, sino impresa vivamente en forma humana en mis castas entrańas; no por los rasgos de una pluma, sino por obra del Espíritu Santo.

            En múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Nos dicen las Escrituras que unos escucharon la Palabra, otros la proclamaron y otros la cumplieron, pero yo te pido que se haga en mi vientre según tu Palabra. No quiero una palabra que predique o que declame. Quiero una Palabra que se dé silenciosamente. Hágase que se encarne personalmente y descienda a mí corporalmente.

            Hágase universalmente para todo el mundo y en particular hágase para mí según tu palabra.

*

Bernardo de Claraval,
En alabanza de la Virgen Madre, 4,11.

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“Alégrate”. 4 Domingo de Adviento – B (Lucas 1,26-38)

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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12251El relato de la anunciación a María es una invitación a despertar en nosotros algunas actitudes básicas que hemos de cuidar para vivir nuestra fe de manera gozosa y confiada. Basta que recorramos el mensaje que se pone en boca del ángel.

«Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios, y lo primero que hemos de escuchar también nosotros. «Alégrate»: esa es la primera palabra de Dios a toda criatura. En estos tiempos, que a nosotros nos parecen de incertidumbre y oscuridad, llenos de problemas y dificultades, lo primero que se nos pide es no perder la alegría. Sin alegría, la vida se hace más difícil y dura.

«El Señor está contigo». La alegría a que se nos invita no es un optimismo forzado ni un autoengaño fácil. Es la alegría interior que nace en quien se enfrenta a la vida con la convicción de que no está solo. Una alegría que nace de la fe. Dios nos acompaña, nos defiende y busca siempre nuestro bien. Podemos quejarnos de muchas cosas, pero nunca podremos decir que estamos solos, pues no es verdad. Dentro de cada uno, en lo más hondo de nuestro ser, está Dios, nuestro Salvador.

«No tema. Son muchos los miedos que pueden despertarse en nosotros. Miedo al futuro, a la enfermedad, a la muerte. Nos da miedo sufrir, sentirnos solos, no ser amados. Podemos sentir miedo a nuestras contradicciones e incoherencias. El miedo es malo, hace daño. El miedo ahoga la vida, paraliza las fuerzas, nos impide caminar. Lo que necesitamos es confianza, seguridad y luz.

«Has hallado gracia ante Dios». No solo María, también nosotros hemos de escuchar estas palabras, pues todos vivimos y morimos sostenidos por la gracia y el amor de Dios. La vida sigue ahí, con sus dificultades y preocupaciones. La fe en Dios no es una receta para resolver los problemas diarios. Pero todo es diferente cuando vivimos buscando en Dios luz y fuerza para enfrentarnos a ellos.

En estos tiempos no siempre fáciles, ¿no necesitamos despertar en nosotros la confianza en Dios y la alegría de sabernos acogidos por él? ¿Por qué no nos liberamos un poco de miedos y angustias enfrentándonos a la vida desde la fe en un Dios cercano?

José Antonio Pagola

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“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. Domingo 24 de diciembre de 2023. Domingo 4º de Adviento.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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04advientoB4cerezoLeído en Koinonia:

2Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor.
Salmo responsorial: 88: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Romanos 16,25-27: El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado.
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.

En los versículos que hemos leído del largísimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.

La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, en él cual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para de todos los hombres.

En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.

El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.

Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret. Leer más…

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Abiertos a las sorprendentes encarnaciones de Dios

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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IMG_1990La publicación de hoy es del colaborador de Bondings 2.0, M. Hakes (ellos).

Las lecturas litúrgicas de hoy para el cuarto domingo de Adviento se pueden encontrar aquí.

Este domingo, nuestro camino de Adviento alcanza su culminación justo al borde de la gozosa celebración de la Navidad. El Adviento, una temporada de anticipación, preparación y espera esperanzada, y la Navidad, una celebración de la Encarnación, cuando Dios asume plenamente nuestra humanidad en el Niño Jesús, ambos parecen tiempos apropiadamente extraños.

El poder transformador del amor, encarnado en la Encarnación, es un faro que nos guía hacia una comprensión de la fe más inclusiva y compasiva. Como escribió sabiamente Santa Catalina de Siena: “Sé quien Dios quiso que fueras y prenderás fuego al mundo”. La alegría de la Navidad no es simplemente una festividad sentimental sino una afirmación radical del amor ilimitado de Dios por todos. También revela el trabajo que debemos hacer para lograr este reino de Dios, paciencia y perseverancia.

Nosotros, los católicos queer y nuestros compañeros, hemos trabajado incansablemente por una Iglesia que realmente dé la bienvenida y abrace a las personas LGBTQ+: una Iglesia firmemente arraigada en el encargo de Jesús de compartir la luz y el amor del Evangelio con todas las personas, especialmente aquellas que están marginadas. En medio de nuestra anticipación, preparación y espera esperanzada, hemos visto un progreso (a menudo lento) hacia una Iglesia que se asemeja más al llamado radical de Cristo al amor y la inclusión.

La segunda lectura litúrgica de hoy de la carta de San Pablo a los Romanos es una doxología final que alaba la sabiduría de Dios y la revelación del misterio escondido durante siglos pero ahora manifestado a través de Jesucristo. Este misterio, que abarca la salvación para todas las naciones, es fuente de alegría y esperanza y este misterio de salvación continúa desarrollándose. Cada tiempo de Adviento reaviva nuestra conciencia de la obra continua de Dios en nuestras vidas y en el mundo. El gozo expresado en la doxología de Pablo se vuelve nuestro, al reconocer que el plan de Dios para la salvación no está limitado por el tiempo, el espacio o la comprensión humana, sino que es una invitación universal extendida a todos.

Qué momento tan profundo de alegría navideña temprana fue leer la noticia de que el Papa Francisco abrió la Iglesia para bendecir a las parejas queer. Esta decisión parece un cambio radical cuando hace sólo dos años la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe proclamó: Dios “no puede bendecir el pecado”. En verdad, nuestro llamado liberador a la inclusión queer encuentra su expresión consumada en la alegría radiante de la Navidad. En las palabras del salmo de este domingo: “Por siempre cantaré la bondad del Señor”.

En el relato evangélico de hoy de la Anunciación, escuchamos el fiat de María, su “sí” a lo que el ángel Gabriel acaba de proclamar. El consentimiento de María ejemplifica la esencia misma del Adviento: anticipando la Encarnación, el Verbo hecho carne, el momento en que el soplo vital de Dios entró en un tabernáculo de carne, sangre y hueso. A través de este acto de inmenso amor, cuando Jesús toma nuestro manto de humanidad, somos sanados, renacidos como Hijos de la Luz.

La apertura de María al plan de Dios y su profunda confianza y entrega nos sirven de modelo mientras continuamos esforzándonos por una Iglesia construida sobre el amor, que acoja a todos. El fiat de María nos desafía a examinar la profundidad de nuestra propia confianza en la providencia de Dios, especialmente cuando nos enfrentamos a lo inesperado y lo desconocido. Como lo revelan constantemente las Escrituras, los planes de Dios a menudo se desarrollan de maneras que quizás no comprendamos de inmediato, o dicho de otra manera, “Dios escribe derecho con líneas torcidas”, palabras que a menudo se atribuyen a Santa Teresa de Ávila.

El Cuarto Domingo de Adviento nos llama al umbral de la Navidad (este año un poco más literalmente), invitándonos a reflexionar sobre los temas entrelazados de la esperanza, la confianza y el cumplimiento de las promesas de Dios. Al encender la cuarta vela de Adviento, llevemos a nuestra vida diaria la anticipación cultivada durante esta temporada. Que nosotros, como María, estemos abiertos a las sorprendentes encarnaciones de Dios. Que nosotros, como David, reconozcamos que los planes de Dios superan los nuestros. Y que nosotros, con Pablo, ofrezcamos nuestra propia doxología, regocijándonos en el misterio del amor redentor de Cristo que trasciende todas las barreras.

A medida que nuestro viaje de Adviento llega a su fin, que nuestros corazones hagan eco de las palabras del salmista: “Florecerá en su tiempo la justicia, y la plenitud de la paz para siempre” (Salmo 72:7).

– M. Hakes, New Ways Ministry , 24 de diciembre de 2023

Fuente New Ways Ministry

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Tres mensajeros, tres promesas y un misterio. Domingo 4º de Adviento. Ciclo B

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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fray-angelico-la-anunciacion-museo-nacional-del-pradoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

A las puertas de la Navidad, en las tres lecturas de este domingo podemos ver a tres mensajeros con tres promesas distintas y un misterio de fondo.

Primer mensajero (Natán) y primera promesa (a David)

(2 Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16)

            Al final de numerosas aventuras, David se ha convertido en rey del Norte y del Sur, de Israel y Judá. Ha conquistado una ciudad, Jebús (Jerusalén) que le servirá de capital. Se ha construido un palacio. Y ahí es donde comienzan los problemas. Mientras se aloja cómodamente en sus salas, le avergüenza ver que el arca de Dios, símbolo de la presencia del Señor, está al aire libre, protegida por una simple tienda de campaña. Decide entonces construirle una casa, un templo. El profeta Natán está de acuerdo. Dios, no. Será Él quien le construya a David una casa, una dinastía. A su heredero lo tratará como un padre a su hijo. «Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre».

            En esta antigua promesa se basa la esperanza mesiánica. Vendrán crisis políticas, morirán reyes judíos asesinados, terminará desapareciendo la monarquía cuando los babilonios deporten a los últimos reyes. Pero algunos grupos siempre mantendrán la certeza de que Dios no ha abandonado a David y le suscitará un descendiente, concebido con rasgos cada vez más grandiosos.

Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:

̶  Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda.

Natán dijo al rey:

̶  Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo.

Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:

̶  Ve y habla a mi siervo David: «Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía? Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa. En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre.

Segundo mensajero (Gabriel) y segunda promesa (a Israel) (Lucas 1,26-38)

El anuncio de Gabriel a María es como un cuadro que solo comprendemos bien cuando lo comparamos con otro situado a su izquierda: el anuncio de Gabriel a Zacarías. Contemplando las diferencias captamos mejor su mensaje.

1) El anuncio a Zacarías tiene lugar en el espacio sagrado del templo, el de María, en un pueblecillo desconocido de Galilea, de doscientos habitantes.

2) Gabriel se aparece a un anciano venerable, casado con una mujer muy piadosa, los dos israelitas modélicos; luego Dios lo envía a una pareja joven, todavía sin casar, de los que no se menciona ninguna virtud.

3) En el primer caso, el protagonista es un varón (Zacarías); en el segundo, una muchacha (María).

4) A Zacarías se le aparece provocándole un miedo sagrado; a María la saluda con palabras tan elogiosas que se siente turbada y sorprendida.

5) En ambos casos se anuncia el nacimiento de un niño, pero con enormes diferencias entre ellos: Juan será un profeta, al estilo de Elías, y su misión consistirá en preparar al pueblo; Jesús será un rey que gobernará en la Casa de David eternamente. A menudo se pasa por alto el fuerte contenido político de las palabras relativas a Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Si tenemos en cuenta que «Hijo del Altísimo» no significa «Segunda persona de la Santísima Trinidad», sino que es un título del rey de Israel, las palabras de Gabriel repiten insistentemente la idea de la realeza de Jesús. Pero su reino no es universal, se limita a «la casa de Jacob».

6) En ambos casos, el nacimiento parece imposible: Zacarías e Isabel son ancianos; María no ha tenido relaciones con José. [La traducción habitual: “no conozco varón” se presta a malentendido, ya que María conoce a José, es su novio; lo que quiere decir es «no he tenido relaciones sexuales con ningún hombre».]

7) Ante esa dificultad, Zacarías pide una garantía de que eso pueda ocurrir [algo que solo se percibe claramente en el texto griego: kata. ti, gnw,somai tou/toÈ]; María se limita a formular una pregunta: «¿Cómo puedo quedarme embarazada si no he tenido relaciones con un hombre?» [pw/j e;stai tou/to( evpei. a;ndra ouv ginw,skwÈ].

8) En consecuencia, mientras Zacarías queda mudo hasta el día del nacimiento de Juan, María es la que pronuncia la última palabra: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Esta frase sintetiza la actitud de María en toda su vida y, al mismo tiempo, la presenta al cristiano como modelo de disponibilidad absoluta.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

̶  Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

̶  No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

̶  ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

El ángel le contestó:

̶  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

̶  He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y el ángel se retiró.

Tercer mensajero (Pablo) y tercera promesa (al mundo entero) (Rom 16,25-27)

            Pablo no ha visitado todavía Roma cuando escribe su carta a los romanos. Pero tiene una larga experiencia de apostolado y de reflexión. Sobre todo, ha tenido una experiencia fundamental en el momento de su vocación: el Mesías Jesús no ha sido destinado por Dios solo al pueblo de Israel, sino a todas las naciones.

Hermanos:
Al que puede consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe; a Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El misterio

Desde David hasta Pablo se recorre un largo camino y la perspectiva se abre de modo asombroso: lo que comenzó siendo la promesa a un rey, más tarde a un pueblo, termina siendo la promesa al mundo entero. Como dice la segunda lectura, esta es «la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos».

Tres reacciones a tres mensajeros

            ¿Cómo reaccionan los interesados antes los mensajes que reciben?

            La respuesta de David no la recoge la lectura, pero es una extensa oración dealabanza y acción de gracias por la promesa que Dios le hace (2 Samuel 7,18-29).

           María reacciona con aceptación y fe. No imagina los momentos tan duros que tendrá que aceptar por causa de Jesús («una espada te atravesará el alma») ni la cantidad de fe que necesitaría cuando vea a su hijo criticado y condenado por terrorista y blasfemo.

         La reacción de Pablo, la que desea inculcar a sus lectores romanos, es cantar la sabiduría y la gloria de Dios a través de Jesucristo.

 

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24 Diciembre. Cuarto Domingo de Adviento, ciclo B.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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“-No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”.

(Lc 1, 26-38)

Ahora que la Navidad ya se asoma la liturgia nos regala este texto de la anunciación. Nos colocamos en la intimidad de uno de los momentos más importantes de la vida de María, y también más decisivo.

María, una mujer joven de Nazaret, escucha la voz de Dios en su vida y recibe una misión: ser la Madre de Jesús. Es el encuentro de dos libertades. La libertad de Dios que quiere depender, que elige necesitar de su criatura. Y la libertad de María que se abre a la promesa de Dios sin seguridades.

La escena es bonita, la hemos visto representada de mucha maneras. Hay muchos cuadros, esculturas, películas y representaciones sencillas que recrean aquel idílico momento en el que, digámoslo, todo parece fácil.

El ángel le dice: “concebirás a y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. Suena sencillo, parece que ya está todo pensado y solucionado. Pero cuando María se queda sola, cuando el ángel la deja, empiezan a emerger las dificultades. Un embarazo fuera de la vida de pareja todavía hoy es un problema, pero en el caso de María podía suponer la pena de muerte.

La misión de María fue difícil y arriesgada, llena de libertad y de compromiso. No fue una vida apacible y despreocupada, no hizo lo que quería sino que tuvo que salir al paso de lo que iba llegando.

Ahora que vamos a comenzar el Tiempo de Navidad podemos contemplar la valentía y la fortaleza de María, la mujer valiente de Nazaret.

Oración

Gracias, Trinidad Santa, por regalarnos a María como Madre y como compañera de camino

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La encarnación de Dios es la clave.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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annunciation-mary-bible-video-1398414-galleryLc 1,26-38

DOMINGO 4º DE ADVIENTO (B)

Lc 1,26-38

Los textos que vamos a leer estos días están tomados de los “evangelios de la infancia”. Debemos tomar conciencia del sentido no histórico de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo.

El decir “mítico” no quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerado los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital.

Todo esto lo ha descubierto la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje que habían entendido literalmente.

En las lecturas de hoy destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella. La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios, es Él quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su voluntad con sacrificios y oraciones.

Lo que Lucas nos propone es la teología de la encarnación entendida desde el AT. Todas las palabras del relato hacen referencia a situaciones bíblicas. El evangelista acaba de narrar la concepción de Juan, que tiene como modelo la de Isaac. Para la concepción de Jesús, Lucas toma como modelo la creación de Adán. Como Adán, Jesús nace de Dios sin intermediarios; y como él va a ser el comienzo de una nueva humanidad. No es uno más de los grandes personajes de la historia de Israel. Esta es la clave de todo el relato.

Ángel=mensajero, no tiene, en el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de la oficialidad.

La escena se desarrolla en una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no ligada a la institución, sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes elogios, de los de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo humilde, sin relieve social alguno, pero fiel.

Alégrate, agraciada, el Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sión, canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista, porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia” se inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino de afirmar que le ha caído en gracia a Dios.

Al contrario que en Mateo, José, descendiente de David, no tiene papel alguno en el plan de salvación anunciado en Lucas; María misma impondrá el nombre a Jesús (Salvado). No será hijo de David, sino del Altísimo. Ser Hijo, para un judío, no significa generación biológica, sino heredar la manera de ser del padre, y tener por modelo al Padre. No será David ni cualquier otro ser humano, el modelo para Jesús, sino Dios. Jesús no puede tener padre humano, porque en ese caso tendría la obligación de obedecerle e imitarle.

El Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo son lo mismo. Cubrir con su sombra hace referencia a la gloria de Dios que en el Génesis se representaba por una nube. Santo=Consagrado, Hijo de Dios, son designaciones mesiánicas. Consagrado hace referencia a una misión. El rey ungido era hijo de Dios. El Espíritu actúa sobre el ser de Jesús, dándole calidad divina. “De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu”, dice Juan. No es la carne de Jesús la que procede del Espíritu, sino su verdadero ser. Claro que Jesús fue ‘engendrado’ por obra del Espíritu, pero de un modo más profundo de lo que pensamos.

Aquí esta la esclava del Señor. Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien, que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado, Dios no tiene momentos.

Cambia el concepto de Dios para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio de la manera de concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al Júpiter tonante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos, pero estará también contra nosotros si fallamos.

Dios se hace presente en la sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente a Dios. Al contrario, en cualquier acontecimiento, por sencillo que sea, podemos descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Los budistas repiten: “Si te encuentras al Buda, mátalo”. Todo dios que percibimos viniendo de fuera es un ídolo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Hacia Belén va… Caminos hacia Jesús.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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IMG_1925Una silla de ruedas, en la que va montada una abuela con un letrero que dice “hacia Belén…” y esta silla de ruedas la empuja una boliviana. Simplemente se trata de trasladar los tiempos y las personas.

La abuela quiere ver al niño Jesús, a María y a José. Y como el camino se hace largo y pesado ha buscado una silla de ruedas. Pero con riesgo de camino, de piedras, de baches, y valladares… se ha apuntado también el marido de la boliviana.

El trayecto se hace largo y se encuentran con dos personas a pie. Es raro el encontrar personas andando. Llevan una alforja, un hatillo de ropa al hombro. Quizás le sirva alguna pieza al Niño.

# Cruza un coche a toda velocidad, pero tiene una avería y tiene que parar; llaman por móvil a un mecánico. Pensaban llegar pronto a Belén, pero necesitan primero arreglar la pieza estropeada.

# Es raro, pero camina un agricultor con su azada al hombro. Y un saco de semillas. Quiere sembrar y camina hacia Belén, porque le han dicho que es tierra de pan.

#Dos personas están paradas al borde del camino quejándose de la sequía tremenda. No hay agua para regar. Van buscando agua y esperan que en alguna cueva de aquellos territorios encuentren un chorrito que sacie su sed.

No lo sabían, pero la abuela va marcando la dirección. Y todos los caminantes se encuentran y dialogan con ella. Les preguntan qué es Belén y qué hay allí. Les cuenta que ha nacido Jesús. Todos se dirigen hacia esa cueva.

Unas personas van en grupo, con ropa pobre… Hablan otro idioma. Vienen de Ucrania y van dando vueltas al mundo. Ya no pueden más. Sueñan con una cueva en la que poder descansar.

Se oyen golpes muy fuertes, disparos, cohetes de guerra… Otros van hacia unos terrenos muy peligrosos. Están en Judea. ¿Llegarán sanos a la Paz?

De todo el mundo caminamos hacia Belén. Hacia la Paz, hacia Jesús que ha nacido. Él trae el gran Mensaje, la Salvación. Por eso merece la pena pasar las dificultades del camino. Encontraremos a Jesús.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo. Hoy.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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annonciationDOMINGO 4º ADVIENTO (B)

Lc 1,26-38

El anuncio de las promesas culmina con la anunciación del ángel. Éste, como un evangelizador o un profeta, trae la buena noticia de que la expectativa del pueblo no quedará decepcionada.

El pueblo, las mujeres y hombres sencillos, anónimos, los pobres, los descartados… continúan esperando un Mesías. También hoy. La Iglesia nos muestra la fuerza real del mesianismo. Jesús viene a salvar no sólo las almas sino los cuerpos, no sólo las personas sino las estructuras; sobre todo, porque los dones/carismas que nos ofrece son los que la sociedad y el mundo actual necesitan: la libertad de todas las esclavitudes que parten del pecado, la justicia y la paz. El Salvador “viene” para que el pueblo tome conciencia de que él mismo puede librarse de las cadenas de los poderosos, de las guerras fratricidas, de las desigualdades… y convertir la tierra y la humanidad en la casa donde todos gocen de la fraternidad/sororidad y de la abundancia de bienes.

Lo importante es descubrir y confiar en la fuerza que Dios nos da para afrontar el camino. El Salvador del pueblo es un Mesías terreno porque está ungido del Espíritu de Dios que está en el origen de todo lo creado, y quiere que el ser humano sea unidad de espíritu y materia.

Dios es absolutamente libre en la elección de aquellas personas o comunidades que Él destina para ejercer una misión salvadora. No hay privilegios históricos de ninguna clase. La economía de la salvación no está sujeta a ninguna ley humana.

Como cada día, como cada año, cuando el corazón de la persona se encuentra libre, desapegado de riquezas materiales o espirituales, de dependencias que nos hemos creado nosotros/as mismos/as… se acerca el tiempo del verdadero alumbramiento. María representa ese estado de apertura a lo Divino, recibe la visita del ángel en lo más profundo de su ser, en su interior. Es el ámbito de lo sagrado que irrumpe en la contemplación. Una comprensión lúcida, íntima, que no proviene de la memoria ni de la razón. También para ti. También para nosotros, hoy.

– El ángel, entrando a su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres”.

Cuántas veces hemos imaginado esta escena como un hecho ocurrido en el pasado, ajeno a nuestra realidad actual, en un marco casi irreal, con ángel incluido, voz celestial… pero que no sentimos como propio. Y, sin embargo, es lo que acontece en nuestro interior lo que constituye nuestra verdadera historia, lo que da un significado real a nuestra vida. Los acontecimientos que nos narran los evangelios son el relato de un suceso interior por el que cada persona ha de pasar necesariamente en su camino de salvación. Es encarnación íntima, personal, vivida. En ese sentido, es continuación de aquella experimentada por María.

– Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

– No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

La persona que experimenta esa presencia que en un momento dado, pone patas arriba su misma vida, queda turbada, sobrecogida… y, quizá, tras un período de quietud, de silencio, se da cuenta o descubre algo que no había percibido antes. Eso sobrecoge, ciertamente. Cuando se desvela lo que estaba oculto y comprendes la verdad que se te muestra, aunque sea difícil de descifrar o interpretar, las referencias cambian.

– María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

– El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra… Ahí tienes a tu parienta Isabel que ha concebido un hijo, la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

– María contestó: Hágase en mí según tu palabra.

¿Cómo será eso en este mundo desgarrado de dolor, sufrimiento y opresión? ¿Cómo afrontar el egoísmo, el rencor, propio y ajeno, que generan maldad, ruptura, desencuentro o muerte? ¿Damos cabida al Espíritu, hoy, entre nosotros, en medio de las prisas, el ruido, el consumismo, las luces engañosas…? ¿Cómo aunar embarazo-encarnación y vaciamiento, fertilidad y esterilidad, amanecer y anochecer… todo ello percibido en el hondón de cada persona?

Sin embargo, lo paradójico se va abriendo camino: un largo proceso personal, también comunitario como hermanos y hermanas de un mismo Abbá, donde los “yoes” no tengan el protagonismo que oculten o anestesien la Presencia de lo Divino en mí, en nosotros. No se puede detener el flujo sanguíneo de la nueva vida que se está gestando en cada persona. Es el “hágase”, “que me suceda según dices”. Eso creemos. Lo estamos realizando a pesar de nuestras limitaciones, de nuestras resistencias, de nuestros errores, de nuestras desesperanzas… basta estar vigilantes, atentos/as a no dejar entrar “lo falso”, lo que no nutre el alma y nos enreda en nuestro ego; basta la humilde apertura a la nueva criatura que me habita en mi seno virginal. Todo lleva el sello divino aun en las situaciones más desconcertantes, más dramáticas. Saber confiar en momentos de debilidad, de vacío, porque Él/Ella nos hace fuertes y no nos suelta de su mano.

Fertilidad y esterilidad se abrazan, reciben y dan luz, se quedan “unos meses” en la casa común hasta que el nuevo alumbramiento sea llegado. Es entonces, cuando salta el gozo y la explosión de alegría del alma enamorada que ha recibido la Gracia, manifestado de forma bellísima en el Magníficat de María: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador…” ¿Recuerdas la historia de amor que el Buen Dios tejió contigo desde el principio, todos estos años?

La promesa sigue cumpliéndose en mí, en nosotros/as. Hoy. Como cada día, sea 24 de diciembre o 17 de junio… en la tierra que habitamos, en el presente que  con-vivimos, en el futuro que construimos… ¡Feliz nacimiento!

¡Shalom!

Mª Luisa Paret

Fuente Fe Adulta

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