La selección mundial de futbolistas profesionales gays jugará su primer partido en un año
Marcus Urban, el impulsor, habla de la situación de este sorprendente proyecto
No solamente avanza sus planes sobre la selección mundial de futbolistas profesionales gays, sino también sobre toda su lucha como profesional homosexual en el deporte. “Desde niño tuve muchos conflictos internos, porque la homosexualidad nunca fue un tema social en la RDA. No conocía a otros homosexuales o lesbianas, y lo peor era pensar que estaba enfermo o que algo andaba mal conmigo. Nadie me ayudó. Me encontraba completamente solo. En esa etapa, lo único que hacía era sobrevivir. Elegí ser futbolista porque el deporte me dio mucha autoestima, pero al mismo tiempo me conflictuaba tener que esconderme”, asegura.
Al principio, yo no quería aceptar la realidad. Sin embargo, necesitaba y quería conocer mi identidad, descubrir qué era esa cosa que me torturaba, lo que me enfurecía. Durante mucho tiempo tuve que ocultarme, doblarme ante la sociedad, agacharme. Mientras trataba de descubrirme, mi yo verdadero no existía, se diluyó en el intento de querer pasar por hétero. Vivía en calidad de autómata, respondiendo únicamente a las órdenes, tratando de agradar a la gente. Cuando llegué a los 20 años, me sentía agotado. Tuve claro que algo debía cambiar. Por eso salí del futbol. En aquellos años, ese mundo no me permitía gozar de una vida auténtica. Así acabó mi sueño mayor. Cuando lo hice oficial, enseguida caí en un hoyo, en una depresión muy profunda. Fueron años de soportar una presión terrible, torturado mentalmente y con toda la fuerza del mobbing sobre mí. Era asqueroso tener que escuchar que me gritaran ‘puto’ en la calle y encarar enfrentamientos a cada rato. Me preguntaba por qué no se me permitía ejercer mi sexualidad. No me arrepiento de haber salido del armario. Ningún título de campeón del mundo me habría proporcionado la tranquilidad interior con la que ahora vivo”, continúa.
Su lucha le ha llevado a relacionarse con situaciones del colectivo en muchos ámbitos: “Conozco a policías homosexuales, pilotos homosexuales, oficiales de la Fuerza Aérea, capitanes de marina que no se atreven a declararse abiertamente homosexuales. En algún momento de su vida podrán hacerlo, si lo desean. El caso de la Iglesia, es otro cuento. La homosexualidad en ese medio es una cuestión bastante difícil, y muy especial en lo que a mí respecta, porque personas de muy altas posiciones en el Vaticano hicieron contacto conmigo. En Roma, alguien me confesó que ahí dentro hay muchas parejas y que la homosexualidad no genera mayor conflicto: se trata de una situación conocida y aceptada, imposible de sacar a la luz, por obvias razones”.
Fuente Ociogay
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