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M. Villalobos, Cuerpos Abyectos (Ed. Herder): Una conversación abierta

Viernes, 18 de junio de 2021
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332462F5-3E7A-4F3A-89E6-15197D54441FDel blog de Xabier Pikaza:

Hoy, jueves, 10 de junio a las 11 am (México/Colombia) y las 18h (España), estaremos en directo en nuestro canal de Youtube junto a Manuel Villalobos Mendoza, Raúl Lugo Rodríguez y Xabier Pikaza para presentar el libro Cuerpos abyectos en el evangelio de Marcos. (https://www.youtube.com/watch?v=7Ft5jahafQk )

Hablaremos de Filosofía y Teología, de la deconstrucción de género, la performatividad, la masculinidad, la vulnerabilidad y la abyección en el evangelio de Marcos. El acto será dirigido por X. Pikaza y dialogarán en directo M. Villalobos y R. Lugo.  Habrá al final una ronda de intervenciones de los participantes.

1. El Prof. Xabier Pikaza presentará brevemente el libro, y a los dos participantes principales: Manuel Villalobos y Raul Lugo.
2. Durante algo más de media hora, M. Villalobos y R. Lugo conversarán sobre los temas de fondo del libro.
3. Se abrirá el acto a quienes quieran presentar sus observaciones y preguntas. (https://www.youtube.com/watch?v=7Ft5jahafQk )
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Participantes
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Manuel Villalobos Mendoza
 es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Pontificia de México (1993). Obtuvo la Maestría en Biblia y en Teologia en el Catholic Theological Union de Chicago (2000 y 2002) y es Doctor en Biblia por el Garrett Evangelical Theological Seminary de Chicago (Illinois 2010). En la actualidad es profesor adjunto de Nuevo Testamento en el Chicago Theological Seminary. Es miembro de las siguientes asociaciones bíblicas: Society of Biblical Literature, Catholic Biblical Association, Asociación para la Educación Teológica Hispana (AETH) y Asociación Biblica Mexicana. Ha publicado Cuerpos Abyectos en el Evangelio de Marcos (2014); When Men Were not Men (2014) y Cristianos de la Segunda Generación. Las Epístolas Pastorales desde el otro lado (2013). En su quehacer como exégeta, Manuel Villalobos Mendoza desarrolla una hermenéutica que denomina “del otro lado” y que tiene que ver con conceptos como alteridad, masculinidad, marginalidad, raza, género y orientación sexual.
Raúl H. Lugo Rodríguez, sacerdote de la Arquidiócesis de Yucatán desde 1982, es licenciado por el Pontificio Istituto Biblico de Roma. Realizó estudios en el Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén y ha sido profesor en el Seminario de Yucatán, en el Instituto Teológico Pastoral para América Latina (ITEPAL) de Bogotá y en la Universidad Pontificia de México.
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Tema principal:
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El evangelio de Marcos traspasa todos los límites en su relato de la pasión. Los personajes que presenta, incluido Jesús, tienen en común que son del otro lado: transgreden todo tipo de fronteras y causan confusión en la unidad y el orden promovidos por los judíos de la época. Marcos describe algunos personajes del relato como excluidos de la sociedad y del templo debido a su género, enfermedad o afeminamiento. La abyección es lo que distingue lo totalmente humano de lo que no lo es.

El proceso de convertirse en humano o inhumano es un mecanismo de exclusión, rígido y bien orquestado. Jesús define un nuevo orden y unas nuevas fronteras gracias a su celo por anunciar buenas noticias para todos los cuerpos abyectos.
El autor investiga en este libro sobre temas como la deconstrucción de género, la performatividad, la masculinidad, la vulnerabilidad, la abyección, la precariedad de los cuerpos, la dialéctica del poder que existe entre el acto de mirar a otro cuerpo masculino y la subversión y transgresión de fronteras, tanto reales como simbólicas. Muestra cómo todos estos elementos están presentes en el evangelio de Marcos. Su hermenéutica se apoya sustancialmente en el pensamiento de Judith Butler, especialmente en sus nociones de género, performatividad y sexo.
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Cinco razones para leer el libro: Cuerpos abyectos en el evangelio de Marcos de Manuel Villalobos:
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1. La filosofía y la religión se dan la mano: Villalobos utiliza los versos del Evangelio de Marcos para exponer nuevas ideas libres de prejuicios y dogmatismos. Para ello, intercala los versos religiosos con una visión más filosófica, incluyendo desde el pensamiento de Cicerón a teorías más modernas como Judith Butler o Julia Kristeva..

2. Reinterpretación bíblica como desafío:
Cuerpos abyectos rompe con los conceptos homofóbicos que, durante siglos, han sido sinónimo de la religión. Examina con gran detalle el texto bíblico encontrando pruebas de que Jesús, mediante sus acciones, rechaza los prejuicios, la homofobia y la masculinidad tóxica y fomenta, en cambio, una comunidad alternativa e inclusiva entre todos sus discípulos.

3. Nueva concepción de lo abyecto
. Villalobos presenta lo abyecto como todo aquello que no respeta o rompe las reglas, las fronteras, los límites o la normativa. Invita a todos los cuerpos abyectos, aquellos que son marginados, rechazados y humillados por la sociedad, y particularmente por la religión, a sentirse identificados con el cuerpo abyecto de Jesús.

4. Ver la muerte y vida de Jesús con nuevos ojos, con una mirada crítica:
Cuerpos abyectos ofrece una nueva visión de la muerte de Jesús, que le quita todo su heroísmo para darle una nueva perspectiva mucho más humana, de violencia y dolor. Jesús ya no es un ser inmortal, inalcanzable, sino que es uno más entre sus discípulos, otro cuerpo abyecto que sufre el rechazo y la humillación de una sociedad que no lo acepta.
5. Más relevante que nunca: Ahora es el momento de revisar y desaprender todo lo que se ha aceptado como válido durante siglos. Es el momento de impulsar la deconstrucción de roles de genero, el rechazo a la masculinidad toxica y a la supremacía de la hetero-normalidad. Acompaña a Villalobos en este viaje de examinar los viejos conceptos y llegar a nuevas conclusiones.
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Preguntas abiertas (Prof. X. Pikaza):
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1. La exégesis bíblica como biografía,  es decir, como testimonio personal. 
La exégesis de la biblia ha estado dominada por un tipo de “filosofía intemporal” e impersonal, como si no importara la vida, la experiencia y testimonio de los lectores. En contra de eso, R. Villalobos propone una lectura “situada” de los textos. La verdadera lectura de la Biblia son los creyentes, como personas y como iglesia.

2. Una exégesis “parcial”, es decir, “marcada” desde la perspectiva de los “cuerpos”, no de un tipo de almas separadas de los cuerpos, parcial para ser universal.
 Más que a salvar almas en el sentido posterior de la palabras, Jesús vino a “liberar” cuerpos, especialmente “cuerpo abyectos”, de mujeres dominadas, de varones enfermos (conforme a la visión dominante”. Vino ante todo para acompañar a muchos “del otro lado”, que no cabían en la ortodoxia oficial del templo. Es una exégesis parcial, y sólo así puede ser universal.
3. Una exégesis que reconstruya el texto de Marcos,  un evangelio “truncado”, escrito para personas “truncadas”, acortadas, en sentido integral (personal y social, sexual y económico…), superando la función  establecida y dominante de unos “géneros” impuestos desde la autoridad oficial del sistema.

4. Una exégesis gozosamente liberadora, al servicio de la vida, en el sentido radical del término.
  Una exégesis eclesial y social, abierto a todos los hombres y mujeres, al servicio de Dios del amor y de la vida, de la libertad y el gozo de los cuerpos, en la línea de la “resurrección de la carne.”

 

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“Llevar el agua moviendo las caderas”, por Carlos Osma

Sábado, 18 de junio de 2016
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yanis-marshall-1De su blog Homoprotestantes:

No siempre podemos vivir en una zona de confort, predicando a quienes nos aplauden digamos lo que digamos, hay veces que las circunstancias nos empujan a llevar hasta las últimas consecuencias aquello por lo que decimos luchar. Es cierto que podemos resistirnos a ese empuje, o más aún, hemos de reconocer que en más de una ocasión lo hemos hecho. Pero es que se vive tan cómodo siendo un predicador de mensajes que no hacen daño a nadie, que cuesta tirar por la borda nuestra imagen de cristianos progresistas que en el fondo sólo trabajan por mantener el status quo.

Jesús en sus últimos días de vida, se dirigió de Galilea a Jerusalén, de un lugar en el que era percibido como un soñador o un charlatán incómodo, a otro en el que su mensaje chocaba directamente con el poder religioso. Decidió jugársela conscientemente, enfrentarse a quienes de verdad estaban en contra de la justicia y del Reino. Y lo hizo entrando en el Templo, volcando las mesas de los vendedores y gritando que aquella casa de oración la habían convertido en una cueva de ladrones [1]. Una acción que a la postre le llevaría a la cruz.

Salvando todas las distancias, los cristianos lgtbi sabemos muy bien lo que significa que unos ladrones se hayan apoderado de nuestros templos, de la teología e incluso del nombre de Dios. Desde esos lugares de poder venden seguridad, consuelo y sensación de pertenencia, a cambio de dignidad, libertad o dinero. La mayoría accede al chantaje, al fin y al cabo no es a Dios a quien buscan en el templo, sino la satisfacción de su necesidad de aceptación. Y quienes se atreven a denunciar estas prácticas “sagradas”, o afirmar que la casa de Dios es para todas las naciones y no sólo para quienes están al servició del dios heterosexual que diviniza a sus adoradores, son directamente condenados a muerte. Una muerte que en nuestro contexto cristiano occidental se traduce en la negación o el vacío más absoluto. Sin embargo, quienes como Jesús están decididos a no perder su vida en manos de los usurpadores de la verdad absoluta, salen lo antes posible de sus templos buscando un lugar seguro.

Para Jesús ese lugar fue la casa de Simón el leproso en Betania, una casa de inmundicia. Sorprende que el maestro no se acercase hasta allí para curar a quien los sacerdotes habían declarado impuro, sino para sentarse a su mesa. No se comportó como quienes huyen de un apestado al que los dioses caprichosos han decidido marcar como peligroso para el resto de la comunidad. La casa de Simón el leproso, formaba parte de la comunidad alternativa de Jesús, un lugar donde se podía ver de forma incipiente la irrupción del Reino de Dios, y donde los considerados últimos eran los primeros. Y justo en aquel lugar, una mujer se atrevió a derramar un perfume sobre la cabeza de Jesús mientras el resto de invitados se indignaba porque el frasco de perfume era muy caro, y podía haberse vendido para entregar el dinero a los pobres [2]. O al menos esa fue la excusa que dieron los puritanos de la casa impura para mostrar su indignación por la libertad con la que una mujer se atrevió a expresar su amor por Jesús y anunciar su muerte.

Nuestras comunidades inclusivas son también lugares de inmundicia alejados del poder de los hombres y las mujeres de bien. Lugares a los que los justos no se acercan por miedo a ser marcados como impuros, pero donde Jesús se refugia del peligro que representan los grandes defensores de la voluntad de Dios. Jesús sólo tiene posibilidad de vivir sentándose a la mesa de los excluidos, de los defectuosos a ojos de quienes se consideran perfectos. Y allí, las últimas, anuncian la necesidad de pasar por la cruz, de crucificar nuestros mesías, para entender exactamente que significa eso del Reino. Y justo cuando ese anuncio se hace presente, en las comunidades donde se predica la inclusividad total, hay impuros que quieren seguir viviendo atados a las teologías del Templo. La libertad que ofrece ser rechazado y excluido, pone nerviosos a quienes no han podido desprenderse todavía de una mentalidad opresiva que tratan de imponer a los demás. La inclusividad es imposible cuando se tiene el alma aferrada al dios del Templo, cuando se está preocupado por el precio que tiene cada uno de nuestros comportamientos. En las nuevas comunidades inclusivas, en las casas donde los impuros se sientan con Jesús a la mesa, sobran los tenderetes donde vender frascos de perfumes para sacar algunas monedas que nos hagan parecer buenos a ojos de los demás. Desde el Templo jamás nos verán como puros, porque no lo somos. ¿Para que gastar energías en intentar satisfacerles? ¿Para qué seguir pagando el precio de parecer decentes y aceptables? En la casa de Simón el leproso, no hay personas ejemplares, sólo seres humanos que han encontrado en el mensaje de Jesús una manera liberadora para entenderse a si mismos, entender al prójimo y acercarse a Dios.

Antes de que finalmente Jesús fuese apresado, torturado y asesinado; quiso cenar con sus discípulos en Jerusalén para celebrar la Pascua. Jesús, que por seguridad seguía fuera de la ciudad, envió a dos de sus discípulos para que preparasen una cena que, a la postre, se convertiría para los cristianos en el símbolo del sacrificio de Jesús. Para que sus enviados encontrasen el lugar donde se tenía que celebrar la cena, les dijo: “Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y donde entre decid al señor de la casa: -El maestro dice:¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos? Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto. Haced allí los preparativos para nosotros [3]”. Llama la atención que la persona que llevó a los discípulos hasta el lugar donde debía celebrarse la última cena fuese un hombre que transportaba un cántaro de agua, una actividad que hacían las mujeres de aquel tiempo.

En su libro “Cuerpos abyectos [4]el teólogo Manuel Villalobos nos cuenta la historia de Nachito el Machito, un niño delicado y refinado que vivía en una tierra de “machos”. En aquel lugar las mujeres eran las encargadas de llevar el cántaro hasta la fuente para conseguir agua, y cuando por cualquier razón eran ellos quienes tenían que hacerlo, unían dos botes a un trozo de madera. Jamás con un cántaro como las mujeres. Pero Nachito el Machito descubrió que le gustaba ir hasta la fuente con el cántaro en su cabeza mientras se contoneaba “como una mujer”. Hasta que su tío se enteró, y muy ofendido por el comportamiento de Nachito, fue hasta dónde éste estaba, le golpeó y rompió su cántaro mientras le gritaba que no toleraba esas mariconerías.

La comunidad de Mateo, como el tío de Nachito, tampoco toleraba mariconerías. Quizás fue por eso que al contar la historia del envío de los discípulos de Jesús para preparar la cena de Pascua, el intermediario que les llevó hasta la casa ya no transportaba un cántaro, y además se había convertido en el dueño de la casa. Los intermediarios hasta la Cena del Señor deben parecer aceptables, nada maricones, y tienen que ejercer el rol de poseer, no de poder ser poseídos. Es verdad que la comunidad de Mateo no excluye al maricón del cántaro totalmente, el trato para poder permanecer en ella es comportarse como “un hombre”, pagar el precio de ser aceptable.

Supongo que quienes quieren ser dueños de algo, o no ser excluidos de comunidades tolerantes que dicen ser inclusivas, están dispuestos a venderse y esconder sus mariconerías. Seguro que con los beneficios obtenidos podrán después ayudar a los pobres. Pero existen comunidades inclusivas como las del evangelio de Marcos que entienden que la única manera de acercarse a la mesa del Señor junto al resto de leprosos y leprosas, es seguir a un maricón con un cántaro que se niega a ser domesticado por teologías pseudoprogresistas. ¿Para qué salimos huyendo del Templo donde querían acabar con nosotros? ¿Para formar parte de comunidades donde todas y todos somos reducidos a lo tolerable? ¿O para vivir desde la realidad de quienes somos el evangelio de la gracia? El evangelio de Marcos nos da una pista importante: no se trata de imitar a quienes cumplen roles aceptables, sino de guiar moviendo nuestras caderas, soltando todas nuestras plumas, al resto de discípulos y discípulas hasta la mesa del Señor donde sólo quienes se saben indignos e indignas pueden sentarse. No nos confundamos con mensajes más o menos progresistas que vienen desde las iglesias en las que nos “perdonan la vida” porque son “buenos cristianos”. No nos vendamos por unas monedas. Somos nosotras y nosotros, junto a otras muchas personas excluidas, quienes en este momento mostramos el camino al resto de discípulos hacia una comunidad de hermanos y hermanas donde Jesús es verdaderamente el centro.

Carlos Osma

NOTAS:
[1] Mc 11, 15-19

[2] Mc 14, 3-9

[3] Mc 14,13-15

[4] Villalobos, M. “Cuerpos Abyectos en el evangelio de Marcos”. (Ediciones el Almendro. Córdoba 2015).

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