Vic, 3 de junio de 1987: primera petición de matrimonio entre dos hombres ante un Registro Civil en España
Este sábado, 3 de junio de 2017, se han cumplido treinta años desde que Josep Teixidor, más conocido como “Richard” y Jesús Lozano presentasen ante el Registro Civil de Vic (Barcelona) su solicitud para contraer matrimonio. Era el año 1987. Su solicitud fue rechazada, pero Josep y Jesús abrieron el camino que llevaría, en 2005, a la aprobación del matrimonio igualitario en España.
“La petición formal de matrimonio (…) entró en el despacho de la juez titular de Instrucción de Vic, Julia Novellas, con todos los requisitos legales necesarios. La juez reconoce que le causó extrañeza la solicitud, pero la firmeza y la convicción que mostraron los peticionarios (…) hicieron que lo tomara en serio”, contaba el diario El País en un artículo publicado días más tarde. Richard y Jesús tenían por aquel entonces 39 y 19 años. El primero, abiertamente gay, regentaba un bar en Taradell, cerca de Vic. Jesús, bisexual, era cocinero y estaba pendiente de hacer el servicio militar, aunque pese a su edad era ya padre de una niña. Eran pareja desde pocos meses antes y querían hacer lo que otras tantas parejas en su situación: contraer matrimonio.
La petición se chocó de bruces con la realidad jurídica del momento. Ningún país del mundo había legislado todavía el matrimonio igualitario. Holanda, el primero, no lo hizo hasta 2001. Es más: faltaban todavía dos años para que Dinamarca aprobase, en junio de 1989, la primera ley de uniones entre parejas del mismo sexo. Pero a Josep y Jesús no les importó. Como cuenta con detalle Jordi de Planell en Nació Digital, la pareja tomó la decisión después de discutirlo con el periodista Albert Om, un habitual del bar de Richard. “Un día nos explicó que había un vacío legal y que, si lo intentábamos, quizás conseguiríamos casarnos”, explica Richard treinta años después. A través de Om la pareja contactó con el abogado Ferran Font, que los asesoró. Finalmente lo hicieron. Según explica Richard a Nació Digital, aún recuerda la cara de sorpresa del funcionario que los atendió: “El pobre chico no daba crédito”. Albert Om publicó la noticia en El 9 Nou, una publicación local, y a partir de ahí la noticia trascendió a nivel nacional. Richard y Jesús recibieron el apoyo inmediato del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) y de la noche a la mañana se convirtieron en un símbolo de la lucha en favor de los derechos LGTB en una época en la que la visibilidad era considerablemente menor a la de hoy en día.
Como era previsible, la solicitud de matrimonio fue rechazada: primero por un juez de Solsona, luego en la Audiencia de Barcelona. El primero de los rechazos dio lugar a la que por entonces fue la mayor manifestación en favor de los derechos LGTB de la historia de España fuera de una gran ciudad (el 3 de octubre de 1987, en la Plaza Mayor de Vic, donde se concentraron cerca de 4.000 personas). La lucha se trasladó luego a Madrid, pero se vio interrumpida en 1992. Jesús fue víctima de la drogadicción y aquello acabó con su relación de pareja, y como consecuencia con la batalla legal. Pero su valentía hizo removerse conciencias, tanto dentro del movimiento LGTB (parte del cual rechazaba la idea de pedir el acceso igualitario al matrimonio, una institución que consideraba caduca) como fuera del mismo. La idea de que dos personas del mismo sexo pudieran casarse comenzó a ocupar tribunas de opinión en los medios. A raíz del caso, Magda Oranich y Jordi Petit firmaban, en octubre de 1987, un artículo en El País titulado “La cuestión del matrimonio civiI entre ‘gays’ [aún entrecomillado en el original]“. La primera frase del artículo era la siguiente: “El matrimonio entre gays o lesbianas no ha sido reconocido todavía en ningún lugar del mundo, pero tiene defensores”. Parece mentira que solo hayan pasado 30 años…
En el camino quedó Jesús Lozano, que falleció en 2012. Richard sigue hoy muy vivo. Pero sus nombres son ya historia del activismo, un activismo que a base de valentía y visibilidad ha conseguido importantes avances que a nosotros nos toca consolidar.
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