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“Alégrate”. 4 Domingo de Adviento – B (Lucas 1,26-38)

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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12251El relato de la anunciación a María es una invitación a despertar en nosotros algunas actitudes básicas que hemos de cuidar para vivir nuestra fe de manera gozosa y confiada. Basta que recorramos el mensaje que se pone en boca del ángel.

«Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios, y lo primero que hemos de escuchar también nosotros. «Alégrate»: esa es la primera palabra de Dios a toda criatura. En estos tiempos, que a nosotros nos parecen de incertidumbre y oscuridad, llenos de problemas y dificultades, lo primero que se nos pide es no perder la alegría. Sin alegría, la vida se hace más difícil y dura.

«El Señor está contigo». La alegría a que se nos invita no es un optimismo forzado ni un autoengaño fácil. Es la alegría interior que nace en quien se enfrenta a la vida con la convicción de que no está solo. Una alegría que nace de la fe. Dios nos acompaña, nos defiende y busca siempre nuestro bien. Podemos quejarnos de muchas cosas, pero nunca podremos decir que estamos solos, pues no es verdad. Dentro de cada uno, en lo más hondo de nuestro ser, está Dios, nuestro Salvador.

«No tema. Son muchos los miedos que pueden despertarse en nosotros. Miedo al futuro, a la enfermedad, a la muerte. Nos da miedo sufrir, sentirnos solos, no ser amados. Podemos sentir miedo a nuestras contradicciones e incoherencias. El miedo es malo, hace daño. El miedo ahoga la vida, paraliza las fuerzas, nos impide caminar. Lo que necesitamos es confianza, seguridad y luz.

«Has hallado gracia ante Dios». No solo María, también nosotros hemos de escuchar estas palabras, pues todos vivimos y morimos sostenidos por la gracia y el amor de Dios. La vida sigue ahí, con sus dificultades y preocupaciones. La fe en Dios no es una receta para resolver los problemas diarios. Pero todo es diferente cuando vivimos buscando en Dios luz y fuerza para enfrentarnos a ellos.

En estos tiempos no siempre fáciles, ¿no necesitamos despertar en nosotros la confianza en Dios y la alegría de sabernos acogidos por él? ¿Por qué no nos liberamos un poco de miedos y angustias enfrentándonos a la vida desde la fe en un Dios cercano?

José Antonio Pagola

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“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. Domingo 24 de diciembre de 2023. Domingo 4º de Adviento.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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04advientoB4cerezoLeído en Koinonia:

2Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor.
Salmo responsorial: 88: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Romanos 16,25-27: El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado.
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.

En los versículos que hemos leído del largísimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.

La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, en él cual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para de todos los hombres.

En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.

El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.

Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret. Leer más…

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Abiertos a las sorprendentes encarnaciones de Dios

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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IMG_1990La publicación de hoy es del colaborador de Bondings 2.0, M. Hakes (ellos).

Las lecturas litúrgicas de hoy para el cuarto domingo de Adviento se pueden encontrar aquí.

Este domingo, nuestro camino de Adviento alcanza su culminación justo al borde de la gozosa celebración de la Navidad. El Adviento, una temporada de anticipación, preparación y espera esperanzada, y la Navidad, una celebración de la Encarnación, cuando Dios asume plenamente nuestra humanidad en el Niño Jesús, ambos parecen tiempos apropiadamente extraños.

El poder transformador del amor, encarnado en la Encarnación, es un faro que nos guía hacia una comprensión de la fe más inclusiva y compasiva. Como escribió sabiamente Santa Catalina de Siena: “Sé quien Dios quiso que fueras y prenderás fuego al mundo”. La alegría de la Navidad no es simplemente una festividad sentimental sino una afirmación radical del amor ilimitado de Dios por todos. También revela el trabajo que debemos hacer para lograr este reino de Dios, paciencia y perseverancia.

Nosotros, los católicos queer y nuestros compañeros, hemos trabajado incansablemente por una Iglesia que realmente dé la bienvenida y abrace a las personas LGBTQ+: una Iglesia firmemente arraigada en el encargo de Jesús de compartir la luz y el amor del Evangelio con todas las personas, especialmente aquellas que están marginadas. En medio de nuestra anticipación, preparación y espera esperanzada, hemos visto un progreso (a menudo lento) hacia una Iglesia que se asemeja más al llamado radical de Cristo al amor y la inclusión.

La segunda lectura litúrgica de hoy de la carta de San Pablo a los Romanos es una doxología final que alaba la sabiduría de Dios y la revelación del misterio escondido durante siglos pero ahora manifestado a través de Jesucristo. Este misterio, que abarca la salvación para todas las naciones, es fuente de alegría y esperanza y este misterio de salvación continúa desarrollándose. Cada tiempo de Adviento reaviva nuestra conciencia de la obra continua de Dios en nuestras vidas y en el mundo. El gozo expresado en la doxología de Pablo se vuelve nuestro, al reconocer que el plan de Dios para la salvación no está limitado por el tiempo, el espacio o la comprensión humana, sino que es una invitación universal extendida a todos.

Qué momento tan profundo de alegría navideña temprana fue leer la noticia de que el Papa Francisco abrió la Iglesia para bendecir a las parejas queer. Esta decisión parece un cambio radical cuando hace sólo dos años la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe proclamó: Dios “no puede bendecir el pecado”. En verdad, nuestro llamado liberador a la inclusión queer encuentra su expresión consumada en la alegría radiante de la Navidad. En las palabras del salmo de este domingo: “Por siempre cantaré la bondad del Señor”.

En el relato evangélico de hoy de la Anunciación, escuchamos el fiat de María, su “sí” a lo que el ángel Gabriel acaba de proclamar. El consentimiento de María ejemplifica la esencia misma del Adviento: anticipando la Encarnación, el Verbo hecho carne, el momento en que el soplo vital de Dios entró en un tabernáculo de carne, sangre y hueso. A través de este acto de inmenso amor, cuando Jesús toma nuestro manto de humanidad, somos sanados, renacidos como Hijos de la Luz.

La apertura de María al plan de Dios y su profunda confianza y entrega nos sirven de modelo mientras continuamos esforzándonos por una Iglesia construida sobre el amor, que acoja a todos. El fiat de María nos desafía a examinar la profundidad de nuestra propia confianza en la providencia de Dios, especialmente cuando nos enfrentamos a lo inesperado y lo desconocido. Como lo revelan constantemente las Escrituras, los planes de Dios a menudo se desarrollan de maneras que quizás no comprendamos de inmediato, o dicho de otra manera, “Dios escribe derecho con líneas torcidas”, palabras que a menudo se atribuyen a Santa Teresa de Ávila.

El Cuarto Domingo de Adviento nos llama al umbral de la Navidad (este año un poco más literalmente), invitándonos a reflexionar sobre los temas entrelazados de la esperanza, la confianza y el cumplimiento de las promesas de Dios. Al encender la cuarta vela de Adviento, llevemos a nuestra vida diaria la anticipación cultivada durante esta temporada. Que nosotros, como María, estemos abiertos a las sorprendentes encarnaciones de Dios. Que nosotros, como David, reconozcamos que los planes de Dios superan los nuestros. Y que nosotros, con Pablo, ofrezcamos nuestra propia doxología, regocijándonos en el misterio del amor redentor de Cristo que trasciende todas las barreras.

A medida que nuestro viaje de Adviento llega a su fin, que nuestros corazones hagan eco de las palabras del salmista: “Florecerá en su tiempo la justicia, y la plenitud de la paz para siempre” (Salmo 72:7).

– M. Hakes, New Ways Ministry , 24 de diciembre de 2023

Fuente New Ways Ministry

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Tres mensajeros, tres promesas y un misterio. Domingo 4º de Adviento. Ciclo B

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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fray-angelico-la-anunciacion-museo-nacional-del-pradoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

A las puertas de la Navidad, en las tres lecturas de este domingo podemos ver a tres mensajeros con tres promesas distintas y un misterio de fondo.

Primer mensajero (Natán) y primera promesa (a David)

(2 Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16)

            Al final de numerosas aventuras, David se ha convertido en rey del Norte y del Sur, de Israel y Judá. Ha conquistado una ciudad, Jebús (Jerusalén) que le servirá de capital. Se ha construido un palacio. Y ahí es donde comienzan los problemas. Mientras se aloja cómodamente en sus salas, le avergüenza ver que el arca de Dios, símbolo de la presencia del Señor, está al aire libre, protegida por una simple tienda de campaña. Decide entonces construirle una casa, un templo. El profeta Natán está de acuerdo. Dios, no. Será Él quien le construya a David una casa, una dinastía. A su heredero lo tratará como un padre a su hijo. «Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre».

            En esta antigua promesa se basa la esperanza mesiánica. Vendrán crisis políticas, morirán reyes judíos asesinados, terminará desapareciendo la monarquía cuando los babilonios deporten a los últimos reyes. Pero algunos grupos siempre mantendrán la certeza de que Dios no ha abandonado a David y le suscitará un descendiente, concebido con rasgos cada vez más grandiosos.

Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:

̶  Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda.

Natán dijo al rey:

̶  Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo.

Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:

̶  Ve y habla a mi siervo David: «Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía? Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa. En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre.

Segundo mensajero (Gabriel) y segunda promesa (a Israel) (Lucas 1,26-38)

El anuncio de Gabriel a María es como un cuadro que solo comprendemos bien cuando lo comparamos con otro situado a su izquierda: el anuncio de Gabriel a Zacarías. Contemplando las diferencias captamos mejor su mensaje.

1) El anuncio a Zacarías tiene lugar en el espacio sagrado del templo, el de María, en un pueblecillo desconocido de Galilea, de doscientos habitantes.

2) Gabriel se aparece a un anciano venerable, casado con una mujer muy piadosa, los dos israelitas modélicos; luego Dios lo envía a una pareja joven, todavía sin casar, de los que no se menciona ninguna virtud.

3) En el primer caso, el protagonista es un varón (Zacarías); en el segundo, una muchacha (María).

4) A Zacarías se le aparece provocándole un miedo sagrado; a María la saluda con palabras tan elogiosas que se siente turbada y sorprendida.

5) En ambos casos se anuncia el nacimiento de un niño, pero con enormes diferencias entre ellos: Juan será un profeta, al estilo de Elías, y su misión consistirá en preparar al pueblo; Jesús será un rey que gobernará en la Casa de David eternamente. A menudo se pasa por alto el fuerte contenido político de las palabras relativas a Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Si tenemos en cuenta que «Hijo del Altísimo» no significa «Segunda persona de la Santísima Trinidad», sino que es un título del rey de Israel, las palabras de Gabriel repiten insistentemente la idea de la realeza de Jesús. Pero su reino no es universal, se limita a «la casa de Jacob».

6) En ambos casos, el nacimiento parece imposible: Zacarías e Isabel son ancianos; María no ha tenido relaciones con José. [La traducción habitual: “no conozco varón” se presta a malentendido, ya que María conoce a José, es su novio; lo que quiere decir es «no he tenido relaciones sexuales con ningún hombre».]

7) Ante esa dificultad, Zacarías pide una garantía de que eso pueda ocurrir [algo que solo se percibe claramente en el texto griego: kata. ti, gnw,somai tou/toÈ]; María se limita a formular una pregunta: «¿Cómo puedo quedarme embarazada si no he tenido relaciones con un hombre?» [pw/j e;stai tou/to( evpei. a;ndra ouv ginw,skwÈ].

8) En consecuencia, mientras Zacarías queda mudo hasta el día del nacimiento de Juan, María es la que pronuncia la última palabra: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Esta frase sintetiza la actitud de María en toda su vida y, al mismo tiempo, la presenta al cristiano como modelo de disponibilidad absoluta.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

̶  Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

̶  No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

̶  ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

El ángel le contestó:

̶  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

̶  He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y el ángel se retiró.

Tercer mensajero (Pablo) y tercera promesa (al mundo entero) (Rom 16,25-27)

            Pablo no ha visitado todavía Roma cuando escribe su carta a los romanos. Pero tiene una larga experiencia de apostolado y de reflexión. Sobre todo, ha tenido una experiencia fundamental en el momento de su vocación: el Mesías Jesús no ha sido destinado por Dios solo al pueblo de Israel, sino a todas las naciones.

Hermanos:
Al que puede consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe; a Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El misterio

Desde David hasta Pablo se recorre un largo camino y la perspectiva se abre de modo asombroso: lo que comenzó siendo la promesa a un rey, más tarde a un pueblo, termina siendo la promesa al mundo entero. Como dice la segunda lectura, esta es «la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos».

Tres reacciones a tres mensajeros

            ¿Cómo reaccionan los interesados antes los mensajes que reciben?

            La respuesta de David no la recoge la lectura, pero es una extensa oración dealabanza y acción de gracias por la promesa que Dios le hace (2 Samuel 7,18-29).

           María reacciona con aceptación y fe. No imagina los momentos tan duros que tendrá que aceptar por causa de Jesús («una espada te atravesará el alma») ni la cantidad de fe que necesitaría cuando vea a su hijo criticado y condenado por terrorista y blasfemo.

         La reacción de Pablo, la que desea inculcar a sus lectores romanos, es cantar la sabiduría y la gloria de Dios a través de Jesucristo.

 

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24 Diciembre. Cuarto Domingo de Adviento, ciclo B.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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“-No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”.

(Lc 1, 26-38)

Ahora que la Navidad ya se asoma la liturgia nos regala este texto de la anunciación. Nos colocamos en la intimidad de uno de los momentos más importantes de la vida de María, y también más decisivo.

María, una mujer joven de Nazaret, escucha la voz de Dios en su vida y recibe una misión: ser la Madre de Jesús. Es el encuentro de dos libertades. La libertad de Dios que quiere depender, que elige necesitar de su criatura. Y la libertad de María que se abre a la promesa de Dios sin seguridades.

La escena es bonita, la hemos visto representada de mucha maneras. Hay muchos cuadros, esculturas, películas y representaciones sencillas que recrean aquel idílico momento en el que, digámoslo, todo parece fácil.

El ángel le dice: “concebirás a y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. Suena sencillo, parece que ya está todo pensado y solucionado. Pero cuando María se queda sola, cuando el ángel la deja, empiezan a emerger las dificultades. Un embarazo fuera de la vida de pareja todavía hoy es un problema, pero en el caso de María podía suponer la pena de muerte.

La misión de María fue difícil y arriesgada, llena de libertad y de compromiso. No fue una vida apacible y despreocupada, no hizo lo que quería sino que tuvo que salir al paso de lo que iba llegando.

Ahora que vamos a comenzar el Tiempo de Navidad podemos contemplar la valentía y la fortaleza de María, la mujer valiente de Nazaret.

Oración

Gracias, Trinidad Santa, por regalarnos a María como Madre y como compañera de camino

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La encarnación de Dios es la clave.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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annunciation-mary-bible-video-1398414-galleryLc 1,26-38

DOMINGO 4º DE ADVIENTO (B)

Lc 1,26-38

Los textos que vamos a leer estos días están tomados de los “evangelios de la infancia”. Debemos tomar conciencia del sentido no histórico de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo.

El decir “mítico” no quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerado los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital.

Todo esto lo ha descubierto la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje que habían entendido literalmente.

En las lecturas de hoy destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella. La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios, es Él quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su voluntad con sacrificios y oraciones.

Lo que Lucas nos propone es la teología de la encarnación entendida desde el AT. Todas las palabras del relato hacen referencia a situaciones bíblicas. El evangelista acaba de narrar la concepción de Juan, que tiene como modelo la de Isaac. Para la concepción de Jesús, Lucas toma como modelo la creación de Adán. Como Adán, Jesús nace de Dios sin intermediarios; y como él va a ser el comienzo de una nueva humanidad. No es uno más de los grandes personajes de la historia de Israel. Esta es la clave de todo el relato.

Ángel=mensajero, no tiene, en el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de la oficialidad.

La escena se desarrolla en una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no ligada a la institución, sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes elogios, de los de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo humilde, sin relieve social alguno, pero fiel.

Alégrate, agraciada, el Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sión, canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista, porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia” se inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino de afirmar que le ha caído en gracia a Dios.

Al contrario que en Mateo, José, descendiente de David, no tiene papel alguno en el plan de salvación anunciado en Lucas; María misma impondrá el nombre a Jesús (Salvado). No será hijo de David, sino del Altísimo. Ser Hijo, para un judío, no significa generación biológica, sino heredar la manera de ser del padre, y tener por modelo al Padre. No será David ni cualquier otro ser humano, el modelo para Jesús, sino Dios. Jesús no puede tener padre humano, porque en ese caso tendría la obligación de obedecerle e imitarle.

El Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo son lo mismo. Cubrir con su sombra hace referencia a la gloria de Dios que en el Génesis se representaba por una nube. Santo=Consagrado, Hijo de Dios, son designaciones mesiánicas. Consagrado hace referencia a una misión. El rey ungido era hijo de Dios. El Espíritu actúa sobre el ser de Jesús, dándole calidad divina. “De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu”, dice Juan. No es la carne de Jesús la que procede del Espíritu, sino su verdadero ser. Claro que Jesús fue ‘engendrado’ por obra del Espíritu, pero de un modo más profundo de lo que pensamos.

Aquí esta la esclava del Señor. Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien, que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado, Dios no tiene momentos.

Cambia el concepto de Dios para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio de la manera de concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al Júpiter tonante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos, pero estará también contra nosotros si fallamos.

Dios se hace presente en la sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente a Dios. Al contrario, en cualquier acontecimiento, por sencillo que sea, podemos descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Los budistas repiten: “Si te encuentras al Buda, mátalo”. Todo dios que percibimos viniendo de fuera es un ídolo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Hacia Belén va… Caminos hacia Jesús.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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IMG_1925Una silla de ruedas, en la que va montada una abuela con un letrero que dice “hacia Belén…” y esta silla de ruedas la empuja una boliviana. Simplemente se trata de trasladar los tiempos y las personas.

La abuela quiere ver al niño Jesús, a María y a José. Y como el camino se hace largo y pesado ha buscado una silla de ruedas. Pero con riesgo de camino, de piedras, de baches, y valladares… se ha apuntado también el marido de la boliviana.

El trayecto se hace largo y se encuentran con dos personas a pie. Es raro el encontrar personas andando. Llevan una alforja, un hatillo de ropa al hombro. Quizás le sirva alguna pieza al Niño.

# Cruza un coche a toda velocidad, pero tiene una avería y tiene que parar; llaman por móvil a un mecánico. Pensaban llegar pronto a Belén, pero necesitan primero arreglar la pieza estropeada.

# Es raro, pero camina un agricultor con su azada al hombro. Y un saco de semillas. Quiere sembrar y camina hacia Belén, porque le han dicho que es tierra de pan.

#Dos personas están paradas al borde del camino quejándose de la sequía tremenda. No hay agua para regar. Van buscando agua y esperan que en alguna cueva de aquellos territorios encuentren un chorrito que sacie su sed.

No lo sabían, pero la abuela va marcando la dirección. Y todos los caminantes se encuentran y dialogan con ella. Les preguntan qué es Belén y qué hay allí. Les cuenta que ha nacido Jesús. Todos se dirigen hacia esa cueva.

Unas personas van en grupo, con ropa pobre… Hablan otro idioma. Vienen de Ucrania y van dando vueltas al mundo. Ya no pueden más. Sueñan con una cueva en la que poder descansar.

Se oyen golpes muy fuertes, disparos, cohetes de guerra… Otros van hacia unos terrenos muy peligrosos. Están en Judea. ¿Llegarán sanos a la Paz?

De todo el mundo caminamos hacia Belén. Hacia la Paz, hacia Jesús que ha nacido. Él trae el gran Mensaje, la Salvación. Por eso merece la pena pasar las dificultades del camino. Encontraremos a Jesús.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo. Hoy.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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annonciationDOMINGO 4º ADVIENTO (B)

Lc 1,26-38

El anuncio de las promesas culmina con la anunciación del ángel. Éste, como un evangelizador o un profeta, trae la buena noticia de que la expectativa del pueblo no quedará decepcionada.

El pueblo, las mujeres y hombres sencillos, anónimos, los pobres, los descartados… continúan esperando un Mesías. También hoy. La Iglesia nos muestra la fuerza real del mesianismo. Jesús viene a salvar no sólo las almas sino los cuerpos, no sólo las personas sino las estructuras; sobre todo, porque los dones/carismas que nos ofrece son los que la sociedad y el mundo actual necesitan: la libertad de todas las esclavitudes que parten del pecado, la justicia y la paz. El Salvador “viene” para que el pueblo tome conciencia de que él mismo puede librarse de las cadenas de los poderosos, de las guerras fratricidas, de las desigualdades… y convertir la tierra y la humanidad en la casa donde todos gocen de la fraternidad/sororidad y de la abundancia de bienes.

Lo importante es descubrir y confiar en la fuerza que Dios nos da para afrontar el camino. El Salvador del pueblo es un Mesías terreno porque está ungido del Espíritu de Dios que está en el origen de todo lo creado, y quiere que el ser humano sea unidad de espíritu y materia.

Dios es absolutamente libre en la elección de aquellas personas o comunidades que Él destina para ejercer una misión salvadora. No hay privilegios históricos de ninguna clase. La economía de la salvación no está sujeta a ninguna ley humana.

Como cada día, como cada año, cuando el corazón de la persona se encuentra libre, desapegado de riquezas materiales o espirituales, de dependencias que nos hemos creado nosotros/as mismos/as… se acerca el tiempo del verdadero alumbramiento. María representa ese estado de apertura a lo Divino, recibe la visita del ángel en lo más profundo de su ser, en su interior. Es el ámbito de lo sagrado que irrumpe en la contemplación. Una comprensión lúcida, íntima, que no proviene de la memoria ni de la razón. También para ti. También para nosotros, hoy.

– El ángel, entrando a su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres”.

Cuántas veces hemos imaginado esta escena como un hecho ocurrido en el pasado, ajeno a nuestra realidad actual, en un marco casi irreal, con ángel incluido, voz celestial… pero que no sentimos como propio. Y, sin embargo, es lo que acontece en nuestro interior lo que constituye nuestra verdadera historia, lo que da un significado real a nuestra vida. Los acontecimientos que nos narran los evangelios son el relato de un suceso interior por el que cada persona ha de pasar necesariamente en su camino de salvación. Es encarnación íntima, personal, vivida. En ese sentido, es continuación de aquella experimentada por María.

– Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

– No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

La persona que experimenta esa presencia que en un momento dado, pone patas arriba su misma vida, queda turbada, sobrecogida… y, quizá, tras un período de quietud, de silencio, se da cuenta o descubre algo que no había percibido antes. Eso sobrecoge, ciertamente. Cuando se desvela lo que estaba oculto y comprendes la verdad que se te muestra, aunque sea difícil de descifrar o interpretar, las referencias cambian.

– María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

– El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra… Ahí tienes a tu parienta Isabel que ha concebido un hijo, la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

– María contestó: Hágase en mí según tu palabra.

¿Cómo será eso en este mundo desgarrado de dolor, sufrimiento y opresión? ¿Cómo afrontar el egoísmo, el rencor, propio y ajeno, que generan maldad, ruptura, desencuentro o muerte? ¿Damos cabida al Espíritu, hoy, entre nosotros, en medio de las prisas, el ruido, el consumismo, las luces engañosas…? ¿Cómo aunar embarazo-encarnación y vaciamiento, fertilidad y esterilidad, amanecer y anochecer… todo ello percibido en el hondón de cada persona?

Sin embargo, lo paradójico se va abriendo camino: un largo proceso personal, también comunitario como hermanos y hermanas de un mismo Abbá, donde los “yoes” no tengan el protagonismo que oculten o anestesien la Presencia de lo Divino en mí, en nosotros. No se puede detener el flujo sanguíneo de la nueva vida que se está gestando en cada persona. Es el “hágase”, “que me suceda según dices”. Eso creemos. Lo estamos realizando a pesar de nuestras limitaciones, de nuestras resistencias, de nuestros errores, de nuestras desesperanzas… basta estar vigilantes, atentos/as a no dejar entrar “lo falso”, lo que no nutre el alma y nos enreda en nuestro ego; basta la humilde apertura a la nueva criatura que me habita en mi seno virginal. Todo lleva el sello divino aun en las situaciones más desconcertantes, más dramáticas. Saber confiar en momentos de debilidad, de vacío, porque Él/Ella nos hace fuertes y no nos suelta de su mano.

Fertilidad y esterilidad se abrazan, reciben y dan luz, se quedan “unos meses” en la casa común hasta que el nuevo alumbramiento sea llegado. Es entonces, cuando salta el gozo y la explosión de alegría del alma enamorada que ha recibido la Gracia, manifestado de forma bellísima en el Magníficat de María: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador…” ¿Recuerdas la historia de amor que el Buen Dios tejió contigo desde el principio, todos estos años?

La promesa sigue cumpliéndose en mí, en nosotros/as. Hoy. Como cada día, sea 24 de diciembre o 17 de junio… en la tierra que habitamos, en el presente que  con-vivimos, en el futuro que construimos… ¡Feliz nacimiento!

¡Shalom!

Mª Luisa Paret

Fuente Fe Adulta

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“No temas”.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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IMG_1879Domingo IV de Adviento

24 diciembre 2023

Lc 1, 26-38

En un mundo en el que parece que las amenazas se multiplican y el miedo se propaga y amplifica, es bueno volver al silencio de la mente para escuchar en nuestro interior la voz que dice: “No temas”.

En otro tiempo, las personas pensaban que esa voz provenía de un dios separado que, como buen “padre”, cuidaba de nosotros e iba dirigiendo la barca de nuestra existencia. Era una forma de expresarlo. Sin embargo, el cambio cultural y, en particular, la revolución cognitiva que caracteriza a nuestro tiempo, va haciendo caer aquellas imágenes, potentes en otro tiempo, pero disonantes en el nuestro.

La voz que nos invita a no tener miedo -a confiar- no viene de ningún dios ni se dirige a alguna persona «elegida». Es una voz que nos habita y que se halla disponible para nosotros en todo momento. Solo precisamos estar atentos a ella, acallando el ruido mental y permaneciendo en silencio.

No tienes que creer nada, puedes experimentarlo por ti mismo. Si en este mismo momento, tu mente entra en silencio, ¿queda algún miedo? Claro que existen amenazas objetivas de las que necesitamos protegernos. Y el miedo es una alarma valiosa que nos avisa y previene. Pero no estoy hablando de esas amenazas objetivas ni de esos miedos saludables. Me refiero al miedo enfermizo que nos hace vivir asustados y temerosos. Este miedo es creado por la mente, se alimenta a sí mismo y construye escenarios fantasmagóricos que nos terminamos creyendo y que envenenan toda nuestra existencia y nuestras relaciones.

Frente a este tipo de miedos, nuestro maestro o maestra interior nos sigue repitiendo: “No temas”. No temas, porque lo que realmente eres se halla siempre a salvo.


Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Textos evangélicos a leer con delicadeza y elegancia espiritual.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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anunciacion_ustungDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Nota previa.

   El relato de la Anunciación que acabamos de escuchar es bueno acogerlo desde la fe como un texto poético bien lleno de contenido cristiano.

      Esta narración conviene escucharla con delicadeza y elegancia espiritual.

02.- v 26. Al sexto mes.

        Parece que no se trata -todavía- de la gestación de Jesús, pues lo que hemos escuchado ha sido el anuncio del ángel a María de su maternidad.

        Dios crea al hombre el día sexto. Dios entra en la historia humana en el día sexto.

           Podríamos pensar que la evolución del cosmos toma conciencia (inteligencia) con la creación del ser humano.

          Ahora, en la Encarnación de Jesús, el tiempo llega a su plenitud. Con la Encarnación de Jesús llega la plenitud de los tiempos, de la historia, (S Pablo).

El ángel Gabriel

      Ángel significa en griego: noticia / anuncio.

      Gabriel significa: fuerza de Dios.

      María – e Isabel – tienen noticia de la grandeza y potencia de Dios que entra en la historia.

      Bueno será que caigamos en cuenta de que también hoy Dios entra en nuestra historia, en nuestra vida. También hoy tenemos noticias de Dios, rumores de ángeles…

En Galilea – en Nazaret.

     Dios no entra en la historia humana en la grandeza de Jerusalén, del templo, ni en Judea, la religión más religiosa. Dios se acerca al ser humano en la comarca más pagana y gentil: Galilea: Galilea de los gentiles, que dice S Mateo (Mt 4,15).

     Y entra en la historia en un pueblo “de mala muerte”: Nazaret. ¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1,46).

       Y entra en la historia a través de una humilde chica.

        La misericordia de Dios se hace presente en la debilidad, en los pequeños.

        También hoy Dios se hace presente en los niños hambrientos, en los bombardeados en Gaza, en Ucrania…

03.- v 27. Una joven Virgen

        La virginidad de María significa sobre todo que quien va a nacer es puro don: es gracia de Diosllena eres de gracia.

        El ser humano es poca cosa, más bien vacío; por otra parte las capacidades humanas no pueden abarcar a Dios.

        La Virginidad de María significa renunciar a la acción humana, a las mediaciones para dejar que Dios haga.

        No lo que haga el ser humano, sino su vacío es la única posibilidad de acoger a Dios.

        Solamente el vacío y la “nada” humana pueden concebir y acoger al que es.

        El escultor Oteiza decía de los vacíos de sus piedras en las esculturas de los apóstoles de Aránzazu que esos vacíos solamente los puede llenar Dios.

        Los vacíos humanos solamente los puede llenar Dios.

        La virginidad de María se realiza en el acontecimiento de la fe. María acepta a Dios en su vida. María acoge y concibe en su vida al inconcebible.

        La fe rompe los límites de toda incapacidad humana y se hace capaz de Dios.

        ¿Acojo a Dios en mis vacíos, en mi vida?

04.- 
v 28. Alégrate, el Señor está contigo.

        Porque el ser humano no puede conocer o llegar a Dios, Dios decide ser hombre y compartir el destino de la humanidad

             El Señor está con María, con la humanidad.

            El lejano se hace presente y cercano en Jesús. El eterno se hace tiempo. El Altísimo se abaja. El inmenso se hace pequeño, niño.

05.- v 31. Concebirás

        Concebirás a Aquel que no podía ser pensado, ni visto. Concebirás en tu vida a Dios.

        Esta es la gracia concedida por Dios a la virginidad de María: concebir lo inconcebible.

       ¿Hacemos presente a Dios en nuestras vidas, en “nuestro vacío” y en el medio en que nos toca vivir?

06. – ¿Cómo será esto, pues no conozco a varón?

       Si María conociera a varón, el que naciese no sería hijo de Dios.

      Los hijos son expresión de los padres. En este sentido Jesús no es expresión de José, de la religión judía, de la ley. Jesús es expresión de Dios.

       La Palabra (de Dios) se hizo carne, (Jn 1).

       ¿No sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre? (Jn 5,17).

        También nosotros somos hijos de Dios. ¿Vivo conforme a los criterios, a la Palabra de JesuCristo?

07.- El Espíritu vendrá sobre Ti.

        Dios obra lo imposible comunicándole su aliento vital, su Espíritu.

  • Es el Espíritu que aleteaba en el caos original de la creación.
  • Dios comunica su aliento vital -su espíritu- al barro humano, a Adán,
  • (Gn 2,7).
  • Es el espíritu que estaba en el Sinaí para comunicar la Palabra (decálogo).
  • Es el Espíritu que está sobre los profetas.
  • El espíritu que presidió la vida de Jesús: El espíritu está sobre mí

     El Espíritu de Dios comunica vida: Señor y dador de vida… Vivir conforme al espíritu de Jesús confiere vida

08.- Anunciación en nuestro mundo.

        La Palabra, la luz  y la vida que se anuncian en el Evangelio de hoy, no fueron acogidas; vino a los suyos, pero no la recibieron.

        Tampoco hoy parecen estar presentes ni en nosotros mismos, ni en las metas de nuestra cultura y sociedad, ni en los criterios y medios que empleamos.

La razón, la Palabra, el sentido – sensatez  (el Logos), la vida no están ni en la guerra, ni en el poder, ni en la corrupción, ni en la economía, ni en el superlujo…

        El Espíritu que presida la tierra y la humanidad habrá de ser otro para que brote la vida. El mismo Espíritu que descendió sobre María, habrá de cubrir la faz de la tierra para que brote la vida.

Que se haga también nosotros la voluntad del Señor.

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“Acoger a jesús con gozo”. 4 Domingo de Adviento – B (Lucas 1,26-38)

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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12251El evangelista Lucas temía que sus lectores leyeran su escrito de cualquier manera. Lo que les quería anunciar no era una noticia más, como tantas otras que corrían por el imperio. Debían preparar su corazón: despertar la alegría, desterrar miedos y creer que Dios está cerca, dispuesto a transformar nuestra vida.

Con un arte difícil de igualar recreó una escena evocando el mensaje que María escuchó en lo íntimo de su corazón para acoger el nacimiento de su Hijo Jesús. Todos podemos unirnos a ella para acoger al Salvador. ¿Cómo prepararnos para recibir con gozo a Dios encarnado en la humanidad entrañable de Jesús?

«Alégrate». Es la primera palabra que escucha el que se prepara para vivir una experiencia buena. Hoy no sabemos esperar. Somos como niños impacientes, que lo quieren todo enseguida. No sabemos estar atentos para conocer nuestros deseos más profundos. Sencillamente se nos ha olvidado esperar a Dios, y ya no sabemos cómo encontrar la alegría.

Nos estamos perdiendo lo mejor de la vida. Nos contentamos con la satisfacción, el placer y la diversión que nos proporciona el bienestar. Sabemos que es un error, pero no nos atrevemos a creer que Dios, acogido con fe sencilla, nos puede descubrir nuevos caminos hacia la alegría.

«No tengas miedo». La alegría es imposible cuando vivimos llenos de miedos, que nos amenazan desde dentro y desde fuera. ¿Cómo pensar, sentir y actuar de manera positiva y esperanzada? ¿Cómo olvidar nuestra impotencia y cobardía para enfrentarnos al mal?

Se nos ha olvidado que cuidar nuestra vida interior es más importante que todo lo que nos viene desde fuera. Si vivimos vacíos por dentro, somos vulnerables a todo. Se va diluyendo nuestra confianza en Dios y no sabemos cómo defendernos de lo que nos hace daño.

«El Señor está contigo». Dios es una fuerza creadora que es buena y nos quiere bien. No vivimos solos, perdidos en el cosmos. La humanidad no está abandonada. ¿De dónde sacar verdadera esperanza si no es del Misterio último de la vida? Todo cambia cuando el ser humano se siente acompañado por Dios.

José Antonio Pagola

 

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“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. Domingo 20 de diciembre de 2020. Domingo 4º de Adviento.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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04advientoB4cerezoLeído en Koinonia:

2Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor.
Salmo responsorial: 88: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Romanos 16,25-27: El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado.
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.

En los versículos que hemos leído del largísimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.

La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, en él cual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para de todos los hombres.

En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.

El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.

Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret. Leer más…

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Dom 4º Adviento. La puerta de la Navidad, María (Lc 1, 26-38)

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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DDE95D42-F1BA-4396-867C-A6339EB8E70BDel blog de Xabier Pikaza:

Presenté ayer el “portal” del Nacimiento, con tres motivos de fondo: Historia, Confesión de fe, apertura simbólica (o “mítica” en sentido profundo ). En ese  portal, la puerta es María, a la que llamamos con la tradición “ianua christi” o puerta del mesías (en la letanía lauretana se le llamara “ianua coeli”, es decir, puerta del cielo.

Lógicamente, el evangelio de este domingo, puerta de la Navidad, es la anunciación de María (= encarnación de Cristo) que comentaré  basándome  en dos trabajos anteriores, sobre la historia de Jesús y sobre los temas centrales de la Biblia.  Exposición actualizada del tema, en línea de compromiso creyentes, en Radio Galilea, Córdoba, Argentina.

17.12.2020

Lc 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”

El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.” María contestó: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” Y la dejó el ángel[1].

(Imagen 1: Puerta de la Majestad, colegiata de Toro. Imagen 2: Puerta del Perdón, catedral de Ciudad Rodrigo. María es en ambas la Ianua Christi, puerta de la Navidad)

Encarnación del Hijo de Dios

La escena se encuentra estructurada a partir de la triple palabra del ángel a María.

  1. a) Hay un momento de presentación: «salve, oh agraciada, el Señor está contigo» (1,28). El saludo transmite un amor muy especial y es comprensible que María, la doncella, se turbe al meditarlo (1,29)
  2. b) Hay una primera explicitación: «no temas, María, porque has hallado gracia ante Dios; he aquí que concebirás…» (1,30-33). El saludo anterior se convierte así en encargo: es revelación de una tarea que María debe realizar.
  3. c) Hay una segunda explicitación.María ha interrogado (Lc 1,34) y el ángel le responde de nuevo diciendo: «el Espíritu santo vendrá sobre ti…» (1,35). La presencia de Dios y su gracia en María se expresan definitivamente por medio del Espíritu.

En la armonía progresiva de esa triple palabra se va descubriendo el sentido de la presencia de Dios en María. Se trata de una misma presencia que viene a mostrarse en dos efectos complementarios. a) Enriquece a María, convirtiéndola en agraciada de Dios. b) Actúa a través de ella, para el surgimiento de su Hijo. La plenificación personal de María y su colaboración como madre al nacimiento de Jesús forman como dos caras de una misma donación y entrega de su vida.

 Con habilidad especial, en la línea del AT, Lucas ha tejido la escena de tal forma que las tres intervenciones del ángel vienen a encontrarse separadas por dos interrupciones o preguntas de María, que sirven para realzar los motivos, resaltando su sentido más profundo.
  1. Ante el primer saludo (1,28), María responde con su turbación interna. No le turba la teofanía en sí; ella parece estar acostumbrada a Dios. Le inquieta la palabra que Dios le ha dirigido: presiente que en el fondo de ella hay un misterio y por eso, ante la novedad de la revelación, se turba, de tal forma que su misma turbación le sirve de pregunta.
  2. La primera aclaración del ángel suscita una pregunta nueva de María, que ahora interroga expresamente: «¿cómo será esto, pues no conozco varón?» (1,34). Tampoco esta pregunta debe interpretarse en sentido historicista. Ella se formula para explicitar la búsqueda de María y, sobre todo, para situar mejor el tema, permitiendo una respuesta del ángel que aclare el sentido de la intervención de Dios. 3

Dios se ha revelado y María le responde preguntando. Entre los dos se ha establecido un diálogo tejido de respeto y de con-fianza. Dios no se le impone, le razona. María no vacila en preguntar, presenta su camino. Sólo así, en un clima de entrega mutua puede afirmarse que la escena ha culminado: Dios ofrece su Espíritu (Lc 1,35); María le responde ofreciéndole su vida (Lc 1,38).

De esta forma, ella participa personalmente en el misterio del surgimiento mesiánico. No es un medio que se emplea y después se deja fuera. Al contrario: sólo en la medida en que ella es im-portante (como espacio de presencia de Dios y transparencia de su Espíritu; cf. 1,28.35) puede colaborar con Dios, siendo mediadora personal de su encarnación sobre la tierra.

El enriquecimiento personal de María como “agraciada de Dios” resulta inseparable de su transformación dinámica, es decir, de su actuación comomadre del Mesías. Sólo una vez que eso está claro se pueden formular dos temas de carácter más teológico: ¿cómo actúa Dios? ¿cómo se presenta en nuestra escena?

De Dios se habla en un lenguaje personal: Dios es quien llama, pregunta, responde. Su palabra se explicita por medio del «ángel del Señor» (cf. Lc 1,11), que recibe nombre propio y se llama Gabriel, fuerza de Dios (1,19.26), o simplemente «el ángel» (1,18.30. 35.38).

Resulta evidente que ese ángel, visto en el trasfondo del AT, es el mismo Dios: es un modo de hablar de su presencia personal y dialogante en relación con María. Pues bien, al lado de ése, hay un lenguaje dinámico en que Dios viene a expresarse y actuar por medio del Espíritu (Lc 1,35). Del sentido de ese Espíritu hablaremos todavía. Volvamos a las personas que mantienen el diálogo.

Por un lado está María. Ella comienza en actitud pasiva, escucha, se ad-mira, pregunta; pero su misma pasividad viene a convertirse en muy activa. Ella es quien pronuncia la palabra decisiva, el «hágase» que pone en marcha la actuación de Dios y su presencia salvadora sobre el mundo.

A través del ángel, que es señal de la palabra del Altísimo, María ha dialogado con Dios de cara a cara, de libertad a libertad, de reverencia a reverencia. Ha dialogado y respondido: «hágase» (1,38). De esa manera deja libre el camino de Dios que actúa por su Espíritu. Esto significa que el diálogo se vuelve triangular. En los extremos se hallan Dios y María: el centro, como campo de unidad y encuentro, es el mismo Espíritu divino.

Diálogo significa cruzamiento, encuentro de «logos» (palabras): se unen así el Logos de Dios y el logos de María, la “palabra de Dios” y la palabra de una mujer. Dios mismo pronuncia su Palabra en el Espíritu. María, por su parte, le responde, pronunciando esa palabra de Dios como palabra humana y así nace Jesucristo. Esto nos permite precisar de nuevo los aspectos del misterio.

Dios aparece como dueño de la eternidad, origen y sentido de todo lo que existe; pues bien, Dios ha expresado su Palabra eterna, hablando con María, en el Espíritu.

Maria representa el camino israelita, mejor dicho, el camino de los hombres: por vez primera, en el transcurso de la historia, ellos pueden hablar con Dios de igual a igual; por eso, en su palabra humana (fiat) viene a pronunciarse humanamente, esto es, se encarna, la Palabra eterna de Dios Padre.

El Espíritu aparece ahora como el gran misterio del encuentro: es, por un lado, Espíritu de Dios, es el espacio de su amor en el que viene a pronunciarse su Palabra; pero, al mismo tiempo, es desde ahora Espíritu de María, es la intimidad y hondura de su vida abierta hacia el misterio de Dios, engendrando sobre el mundo al Hijo Jesucristo.

De este modo, la vida y persona de María, sin formar parte de la eternidad de Dios, se ha convertido en condición necesaria de su manifestación en el camino de la historia. Ella pertenece al surgimiento humano del Hijo Jesucristo. Una vez más podemos formular el tema.

Para ser Padre dentro de la historia Dios mismo necesita de María: sólo si ella consiente y colabora, Dios engendra sobre el mundo a su Hijo Jesucristo.

Para ser lazo de unión entre Dios y los hombres, el Espíritu santo necesita de María: sólo a través de ella puede explicitarse sobre el mundo, haciendo así posible el nacimiento de Jesús, el hombre que mantiene relación filial perfecta con Dios Padre. Por medio de Jesús el resto de los hombres pueden vincularse plenamente al misterio del Espíritu. Leer más…

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Tres mensajeros, tres promesas y un misterio. Domingo 4º de Adviento. Ciclo B

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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fra-angelico-the-annunciationDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Primer mensajero (Natán) y primera promesa (a David)

               Al final de numerosas aventuras, David se ha convertido en rey del Norte y del Sur, de Israel y Judá. Ha conquistado una ciudad, Jebús (Jerusalén) que le servirá de capital. Se ha construido un palacio. Y ahí es donde comienzan los problemas. Mientras se aloja cómodamente en sus salas, le avergüenza ver que el arca de Dios, símbolo de la presencia del Señor, está al aire libre, protegida por una simple tienda de campaña. Decide entonces construirle una casa, un templo. El profeta Natán está de acuerdo. Dios, no. Será Él quien le construya a David una casa, una dinastía. A su heredero lo tratará como un padre a su hijo. «Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre».

            En esta antigua promesa se basa la esperanza mesiánica. Vendrán crisis políticas, morirán reyes judíos asesinados, terminará desapareciendo la monarquía cuando los babilonios deporten a los últimos reyes. Pero algunos grupos siempre mantendrán la certeza de que Dios no ha abandonado a David y le suscitará un descendiente, concebido con rasgos cada vez más grandiosos.

Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5. 8b-12. 14a.16

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:

̶  Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.

Natán respondió al rey:

̶  Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

̶  Ve y dile a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”

Segundo mensajero (Gabriel) y segunda promesa (a Israel)

El anuncio de Gabriel a María es como un cuadro que solo comprendemos bien cuando lo comparamos con otro situado a su izquierda: el anuncio de Gabriel a Zacarías. Entonces, contemplando las diferencias, captamos mejor su mensaje.

[El cuadro de la anunciación a María, tan distinto del de Fray Angelico, es de Henry Ossawa Tanner, 1898.]

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1) El anuncio a Zacarías tiene lugar en el espacio sagrado del templo, el de María, en un pueblecillo desconocido de Galilea, de doscientos habitantes.

2) Gabriel se aparece a un anciano venerable, casado con una mujer muy piadosa, los dos israelitas modélicos; luego Dios lo envía a una pareja joven, todavía sin casar, de los que no se menciona ninguna virtud.

3) En el primer caso, el protagonista es un varón (Zacarías); en el segundo, una muchacha (María).

4) A Zacarías se le aparece provocándole un miedo sagrado; a María la saluda con palabras tan elogiosas que se siente turbada y sorprendida.

5) En ambos casos se anuncia el nacimiento de un niño, pero con enormes diferencias entre ellos: Juan será un profeta, al estilo de Elías, y su misión consistirá en preparar al pueblo; Jesús será un rey que gobernará en la Casa de David eternamente. A menudo se pasa por alto el fuerte contenido político de las palabras relativas a Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Si tenemos en cuenta que «Hijo del Altísimo» no significa «Segunda persona de la Santísima Trinidad», sino que es un título del rey de Israel, las palabras de Gabriel repiten insistentemente la idea de la realeza de Jesús. Pero su reino no es universal, se limita a «la casa de Jacob».

6) En ambos casos, el nacimiento parece imposible: Zacarías e Isabel son ancianos; María no ha tenido relaciones con José. [La traducción habitual: “no conozco varón” se presta a malentendido, ya que María conoce a José, es su novio; lo que quiere decir es «no he tenido relaciones sexuales con ningún hombre».]

7) Ante esa dificultad, Zacarías pide una garantía de que eso pueda ocurrir [algo que solo se percibe claramente en el texto griego: kata. ti, gnw,somai tou/toÈ]; María se limita a formular una pregunta: «¿Cómo puedo quedarme embarazada si no he tenido relaciones con un hombre?» [pw/j e;stai tou/to( evpei. a;ndra ouv ginw,skwÈ].

8) En consecuencia, mientras Zacarías queda mudo hasta el día del nacimiento de Juan, María es la que pronuncia la última palabra: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Esta frase sintetiza la actitud de María en toda su vida y, al mismo tiempo, la presenta al cristiano como modelo de disponibilidad absoluta.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

̶  Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

̶  No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

̶  ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?

El ángel le contestó:

̶  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

̶  Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y la dejó el ángel.

Tercer mensajero (Pablo) y tercera promesa (al mundo entero)

                Pablo no ha visitado todavía Roma cuando escribe su carta a los romanos. Pero tiene una larga experiencia de apostolado y de reflexión. Sobre todo, ha tenido una experiencia fundamental en el momento de su vocación: el Mesías Jesús no ha sido destinado por Dios solo al pueblo de Israel, sino a todas las naciones.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16,25-27

Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El misterio

Desde David hasta Pablo se recorre un largo camino y la perspectiva se abre de modo asombroso: lo que comenzó siendo la promesa a un rey, más tarde a un pueblo, termina siendo la promesa al mundo entero. Como dice la segunda lectura, esta es «la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos».

Tres reacciones a tres mensajeros

                ¿Cómo reaccionan los interesados antes los mensajes que reciben?

                La respuesta de David no la recoge la lectura, pero es una extensa oración de alabanza y acción de gracias por la promesa que Dios le hace (2 Samuel 7,18-29).

                María reacciona con aceptación y fe. No imagina los momentos tan duros que tendrá que aceptar por causa de Jesús (“una espada te atravesará el alma”) ni la cantidad de fe que necesitaría cuando vea a su hijo criticado y condenado por terrorista y blasfemo.

                La reacción de Pablo, la que desea inculcar a sus lectores romanos, es cantar la sabiduría y la gloria de Dios a través de Jesucristo.

Tres reacciones muy adecuadas para vivir estos días previos a la Navidad.

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20 Diciembre. Cuarto Domingo de Adviento, ciclo B.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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“-No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”.

(Lc 1, 26-38)

Ahora que la Navidad ya se asoma la liturgia nos regala este texto de la anunciación. Nos colocamos en la intimidad de uno de los momentos más importantes de la vida de María, y también más decisivo.

María, una mujer joven de Nazaret, escucha la voz de Dios en su vida y recibe una misión: ser la Madre de Jesús. Es el encuentro de dos libertades. La libertad de Dios que quiere depender, que elige necesitar de su criatura. Y la libertad de María que se abre a la promesa de Dios sin seguridades.

La escena es bonita, la hemos visto representada de mucha maneras. Hay muchos cuadros, esculturas, películas y representaciones sencillas que recrean aquel idílico momento en el que, digámoslo, todo parece fácil.

El ángel le dice: “concebirás a y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. Suena sencillo, parece que ya está todo pensado y solucionado. Pero cuando María se queda sola, cuando el ángel la deja, empiezan a emerger las dificultades. Un embarazo fuera de la vida de pareja todavía hoy es un problema, pero en el caso de María podía suponer la pena de muerte.

La misión de María fue difícil y arriesgada, llena de libertad y de compromiso. No fue una vida apacible y despreocupada, no hizo lo que quería sino que tuvo que salir al paso de lo que iba llegando.

Ahora que vamos a comenzar el Tiempo de Navidad podemos contemplar la valentía y la fortaleza de María, la mujer valiente de Nazaret.

Oración

Gracias, Trinidad Santa, por regalarnos a María como Madre y como compañera de camino

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La encarnación de Dios es la clave.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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annunciation-mary-bible-video-1398414-galleryLc 1, 26-38

Los textos que vamos a leer estos días están tomados del “evangelio de la infancia”. Debemos tomar conciencia del sentido “no histórico” de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo.

El decir “mítico” no quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerado los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital.

Todo esto lo ha descubierto la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje.

En las lecturas de hoy destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella. La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios, es Él quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su voluntad con sacrificios y oraciones.

Lo que Lucas nos propone es la teología de la encarnación entendida desde el AT. Todas las palabras del relato hacen referencia a situaciones bíblicas. El evangelista acaba de narrar la concepción de Juan que tiene como modelo la de Isaac. Para la concepción de Jesús, Lucas toma como modelo la creación de Adán. Como Adán, Jesús nace de Dios sin intermediarios; y como él, va a ser el comienzo de una nueva humanidad. No es uno más de los grandes personajes de la historia de Israel. Esta es la clave de todo el relato.

Ángel=mensajero no tiene, en el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de la oficialidad.

La escena se desarrolla en una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no ligada a la institución sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes elogios, de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo humilde, sin relieve social alguno, pero fiel.

Alégrate, agraciada, el Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sión, canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista, porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia”, se inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino de afirmar que le ha caído en gracia a Dios.

Al contrario que en Mateo, José, descendiente de David, no tiene papel alguno en el plan de salvación anunciado en Lucas; María misma impondrá el nombre a Jesús (Salvado). No será hijo de David, sino del Altísimo. Ser Hijo, para un judío, no significa generación biológica, sino heredar la manera de ser del padre, y tener por modelo al Padre. No será David ni cualquier otro ser humano, el modelo para Jesús, sino Dios. Jesús no puede tener padre humano, porque en ese caso tendría la obligación de obedecerle e imitarle.

El Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo son lo mismo. Cubrir con su sombra hace referencia a la gloria de Dios, que en el Génesis se representaba por una nube que cubría el campamento. Santo=Consagrado, Hijo de Dios, son designaciones mesiánicas. Consagrado hace referencia siempre a una misión. El rey ungido era, desde ese instante, hijo de Dios. El Espíritu no actúa sobre el cuerpo, sino sobre el ser de Jesús, dándole calidad divina. “De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu”, dice Juan. No es la carne de Jesús la que procede del Espíritu, sino su verdadero ser. Claro que Jesús fue ‘engendrado’ por obra del Espíritu, pero de un modo más profundo de lo que pensamos.

Aquí esta la esclava del Señor. Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto, por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado; Dios no tiene momentos.

Cambia el concepto de Dios para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio en la manera de concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al Júpiter tonante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos, pero estará también contra nosotros si fallamos.

Dios se hace presente en la sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente a Dios. Al contrario en cualquier acontecimiento por sencillo que sea, podemos descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Los budistas repiten: “Si te encuentras al Buda, mátalo”. Todo dios que percibimos viniendo de fuera es un ídolo.

Meditación

La disponibilidad de María es la clave del mensaje.
Dejar hacer a Dios es descubrir lo que está haciendo.
Él lo está haciendo todo en cada instante.
Descubrir esta presencia activa
es la esencia de toda vida espiritual auténtica.
No tienes que hacer nada ni conseguir nada.
En ti está ya la plenitud que quieres alcanzar.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El don de la maternidad.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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1_madre“Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia” Jn 10, 10.

20 de diciembre, domingo IV de Adviento

Lc 1, 39-45

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre

El don de la maternidad no tiene sexo y es consustancial a todas las criaturas en todo espacio y tiempo.

Cuando Dios se encarna ser humano -y se ha encarnado siempre en todos los seres-, la encarnación es alma que lo anima todo. Es, como dice Arregi: “la dinamys que late en la realidad. Es la presencia operativa, creadora, transformadora, que habita todo cuanto es, desde las partículas hasta las galaxias”.

Jesús lo remarcó en Jn 10, 10: ”Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia”. Para compartir gozo y alegría, como compartieron María e Isabel, embarazadas ambas. Dar a luz es dar luz; es inspirar e iluminar: “La religiones mueren cuando fallan sus luces”, escribió el gran teólogo alemán W. Pannenberg (1928-2014).

Uno de los grandes poetas sufíes de la tradición mística musulmana, Rûmî (1207-1273), escribió con enorme hondura mística y apertura ecuménica esta frase:

Nuestro país debe ser la tierra de oportunidad ilimitada para todos. “Nuestro cuerpo es semejante a María: cada uno tiene un Jesús en su interior, pero éste no puede nacer hasta que los dolores de parto no se manifiesten en nosotros”.

Célibe o casado, embarazada o virgen, todos han concebido en un “hágase en mí” gozoso. Un “fiat” que es un peregrinar al templo de nuestro propio ser, a nuestro centro. Y es una invitación a salir luego de nuestro vientre personal, a implicarse en los problemas de los otros y ayudarles a que también ellos puedan acudir cuanto antes al paritorio.

Toda maternidad es don y donación. No se puede engendrar sin parir luego. La Naturaleza, al menos, lo consideraría una traición. Es como impedir que la vida personal siga cumpliendo su mandato espiritual. La decisión de tener un hijo, decía Elizabet Stone, nadadora paralímpica, es trascendental. Se trata de decidir que tu corazón caminará siempre fuera de tu cuerpo”.

El hijo al que canta Gabriela Mistral en su Canción de madre, le reclama ese derecho:

“Los  ojitos que me diste / me los tengo de gastar / en seguirte por los valles / por el cielo y por el mar…”

Únicamente de este modo podremos cambiar el mundo y hacerlo más habitable. En la película Los mejores años de nuestra vida (Usa 1946), decía el director, señor Milton al Consejo de Administración: “Nuestro país debe ser la tierra de oportunidad ilimitada para todos”. ¿Lo decía pensando en la maternidad donante y generosa de la Madre Tierra? 

Y para cambiarnos a nosotros, el doctor japonés Hiromi Shinya, ha descubierto unas enzimas-madre multifuncionales que permiten al organismo corporal autocurarse. En su reciente obra La enzima prodigiosa expone la revolucionaria forma en que nuestra Madre Cuerpo Humano nos ayuda a mantenernos fisiológicamente también sanos.

LA MADREPERLA

Concebiste en tu seno nacarado
las doce puertas que eran doce perlas
según San Juan en el Apocalipsis. 

Y el Evangelio de Jesús compara
el Reino de los Cielos
a un mercader que busca perlas finas. 

Al descubrir una de gran valor
va, vende cuanto tiene y la compra.
¡Es un sueño de amor el que tuviste! 

Yo deseo también ser concebido
en tu iriscente seno nacarado,
y llegar a ser perla de tus sueños.

(NATURALIA.
El Sueño de las Criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Llamados/as a vivir a la sombra del espíritu.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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annonciationLc 1, 26-38

Como otras muchas veces nos encontramos hoy con un texto evangélico muy conocido, un texto que hemos oído explicar muchas veces referido exclusivamente a María. Es verdad, el texto nos habla de  esta mujer, toda de Dios que bajo la acción del Espíritu Santo consiente, da su SI incondicional al Creador y, así, por su medio, el hijo de Dios se hace hombre, persona humana como nosotros. Esta reflexión nos ha ayudado, sin duda, a conocer y admirar a María. A considerarla realmente la madre de Jesús por obra del Espíritu Santo.

Pero este evangelio, no habla solo de María. No está escrito solo para que la conozcamos, o conozcamos su historia. Estamos ante una catequesis que busca ayudarnos a crecer en la fe. La palabra catequesis significa “resonar, hacer eco”, es decir, una catequesis es la resonancia de una palabra ya dicha. En este caso la resonancia de la Palabra de Dios en nosotros.

Por eso, ante este evangelio, hoy, en este final del adviento de 2020, en las circunstancias que estamos viviendo es bueno que nos preguntemos:

¿Qué resuena en mí al escuchar esta Palabra de Dios? ¿Qué eco queda en mi corazón de lo escuchado en profundidad?

También podemos preguntarnos, ¿qué nos quiere decir Lucas en este texto? ¿Cuál era el mensaje o el propósito de escribir este texto, esta catequesis, que forma parte de los que llamamos evangelios de la infancia de Jesús y que solo él nos narra?

En primer lugar, desvelar o explicar de algún modo los orígenes de Jesús. Este Jesús que ha vivido entre nosotros, al que hemos visto morir a manos de los romanos y del que tenemos la “experiencia” de que está vivo y camina a nuestro lado, aunque de otra forma, ¿Quién es realmente? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su origen? Y Lucas contesta inequívocamente: viene de Dios, es obra de su Espíritu; pero a la vez su gestación y nacimiento se realizan a través de una mujer, como el de cada uno de vosotros.

Por eso Jesús es hijo de Dios e hijo de María, una mujer sencilla del pueblo, totalmente disponible ante Dios. María, la esposa de José, por quien Jesús entra a formar parte del pueblo judío, en la tribu de David, y de la humanidad entera (Lc. 3, 23)

Pero también hay un segundo objetivo. Si, como dice Dolores Aleixandre, de todo texto evangélico puedo decir: “esta historia es mi historia”, ¿qué dice de mí y que me dice a mí este evangelio? Si miramos en profundidad dejando un poquito de lado lo que tantas veces hemos oído, podemos descubrir que este texto habla de nosotros. Nos dice a qué estamos llamados todos los seguidores y seguidoras de Jesús, nos habla de nuestra común vocación, poniéndonos como referente a María.

Como a ella, también a cada uno de nosotros nos llega la palabra de Dios, que “entrando donde estamos” allí, en nuestra vida habitual, en nuestras familias y tareas… irrumpe con un saludo que nos paraliza y nos choca. No entraba en nuestros planes, posiblemente. Y como ella nos preguntamos, ¿Qué saludo es este? ¿De qué nos hablas, Señor? Nuestra vida, como la de ella, ya está organizada y planificada aunque ahora el COVID lo líe todo… Ya somos cristianos, medianamente buenos, vamos a misa, rezamos, ayudamos a los pobres… ¿Qué quieres de nosotros ahora?

Nuestra vida, como la de María, está llamada a ser lugar de encuentro con Dios. ¿Nos permite nuestra forma de vivir “enterarnos” de la presencia de Dios, allí donde estamos?

También nosotros nos llenamos de temor, nos da  miedo… Porque intuimos que la llamada de Dios, todas sus llamadas, nos sacan de lo habitual, de lo de todos, de lo que pensábamos… pero con infinito amor y comprensión, en vez de regañar nuestra falta de fe (motivos tendría) nos dice: NO TENGAS MIEDO. No temas María, no temas José, no temas Carmen, Antonio…  “Has encontrado gracias ante mí” Te miro con amor, te he elegido… para que tu vida sea fecunda, y sea una vida que viene de Dios, para que hagas presente a mi hijo en la tierra.

Y nos toca contestar. Arriesgar desde la fe, dejar que sea la fuerza del Espíritu la que nos cubra con su sombra y que lo que nazca de nosotros sea “hijo de Dios, vida de Dios” o… callarnos, o decir que no, o darnos la vuelta y seguir con lo de siempre, con los  cumplimientos que controlamos y nos hacen sentirnos seguros. Quizá hasta justificándonos, “Yo no conozco varón, yo no tengo fuerza, yo no…”

Ojalá que poco a poco, como María, cada uno de nosotros y nosotras, como todas las personas “llamadas” de la Biblia, vayamos descubriendo que el protagonismo y la fuerza vienen de Dios, de su Espíritu, que “nos cubrirá con su sombra”, expresión repetida en el AT tiene un sentido muy profundo. Desde esta experiencia también descubriremos que la inmensidad de la encomienda no es proporcional a nuestras posibilidades de personas creyentes pero débiles. Y entonces, lúcida y confiadamente, respondamos SI a este deseo, voluntad, sueño de Dios. “Si tú lo vas a hacer, por mí no hay problema”. En luz y en oscuridad… pero en confianza y cariño.

En la medida en la que experimentemos que el Espíritu nos habita y nos cubre con su sombra, tomaremos conciencia, con más fuerza, de la necesidad de hacer un mundo más al estilo de Dios, de reconstruir esta sociedad desde otras claves: trabajando para que haya vacuna para todos los pueblos y todas las personas, tejiendo nuevas redes de solidaridad y fraternidad, relativizando estructuras eclesiales, etc.

En definitiva, la experiencia de que Dios le “anuncia” no solo es de María, nos anuncia a cada uno y cada una de nosotras que hemos encontrado gracia ante Él, que gratuitamente nos quiere y quiere hacerse presente, nacer en el mundo por medio nuestro…

Ojalá, aun en medio de pequeños o grandes temores, encontremos la confianza y el amor suficiente, aunque sea para balbucir tan solo: Si, hágase en mí…  El resto es cosa del Espíritu.

Mª Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

Fuente Fe Adulta

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Unas actitudes permanentes

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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DFC9BF8C-7237-48A0-956E-F3FADEF06935Domingo IV de Adviento

20 diciembre 2020

Lc 1, 26-38

El relato de la anunciación –como todos los relativos a la infancia de Jesús– presenta un marcado carácter simbólico-teológico. Más que una crónica de lo sucedido, parece ser una construcción del evangelista con la que, a través de imágenes míticas, busca transmitir el contenido nuclear de la fe de aquellas primeras comunidades en Jesús como “Hijo de Dios”.

 Posteriormente, la piedad popular y el arte cristiano harían de esta “escena”, entendida a la letra, un icono del cristianismo y de la devoción a María.

 En cualquier caso, transcendiendo la literalidad del relato, emergen en él unas actitudes luminosas que, coloreando toda la escena, le otorgan una verdad profunda y una actualidad permanente.

  Todo el texto es una invitación a la alegría, a la confianza(“no temas”), al reconocimiento de la “presencia divina”en todo y a la rendición, como actitud sabia ante la vida.

 Tal invitación se apoya en la certeza de que, en lo profundo, todo está bien. Todo se halla transido de la “presencia divina”, es decir, del Fondo último de lo real, como fuente de gozo y de confianza. Tanto los miedos como la tristeza aparecen cuando nos reducimos al impermanente mundo de las formas. Sin embargo, cuando somos capaces de ver más allá, cuando entramos en conexión vivencial con lo profundo, encontramos un océano de quietud y de alegría.

 Ante esa comprensión, la actitud adecuada solo puede ser una: la aceptación profunda que se plasma en rendición: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

 La rendición no es justificación de lo que ocurre, ni aprobación de lo que sucede, ni claudicación ciega ni resignación fatalista… Es la actitud sabia que consiste en alinearse con la vida y que, por ello, permite que la vida se exprese en libertad. Resulta significativo el hecho de que la acción adecuada, constructiva y eficaz no nace del “no” a lo que es –de una resistencia que se apoya en una consciencia de separatividad–, sino de la aceptación profunda.

  La “esclava del Señor” –quien se rinde a la vida– no es una persona pusilánime, indolente o fatalmente resignada. Porque la aceptación –cuando es tal– va siempre acompañada de un dinamismo interno que se traduce en acción adecuada y eficaz.

  Una persona teísta cristiana, el jesuita José María Rubio, expresaba esa actitud con estas palabras: El secreto de la sabiduría consiste en “hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Y otra persona, atea y crítica con la religión, el filósofo Friedrich Nietzsche lo hacía de este modo: “Quiero ser, un día, alguien que solo dice sí”. Uno y otro, más allá de las referencias mentales de cada cual, estaban diciendo lo mismo.

¿Qué hay en mí de alegría, confianza, presencia divina y rendición a la vida?


Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Humanamente hablando el nacimiento de Juan Bta y Jesús eran imposibles.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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fray-angelico-la-anunciacion-museo-nacional-del-pradoDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. Dos personas y dos universos: Juan Bautista y Jesús: la realidad y la historia son de salvación

Humanamente hablando el nacimiento de Juan Bautista y de Jesús son prácticamente imposibles: por ancianidad (Zacarías e Isabel) y porque no se dan las condiciones humanas para ello (José y María).

         Para Dios no hay nada imposible.

         Los niños que están llegando, Juan Bautista y Jesús, configuran y determinan total y felizmente la vida de Zacarías, Isabel, José y María. (También los hijos que nacen determinan la vida de sus padres y de sus familias).

La vida es siempre esperanza. Aunque no lo parezca y aunque siempre estemos peor que nunca, las cosas pueden cambiar, la vida puede nacer y renacer siempre.

         ¡Cuántas cosas hay imposibles en la vida!

         Que uno cambie, que llegue la paz, que cese la pandemia, que termine el paro y el hambre, que renazca la esperanza y la vida son un auténtico milagro, humanamente “casi” imposible. Las cosas de Dios, -y las cosas de Dios son las que nos hacen bien a los hombres-, no acontecen en los cálculos humanos. Si por nosotros fuese no habría nacido ni Juan Bautista, ni Jesús, ni el perdón, ni la caridad, ni el cielo, etc. Para Dios no hay nada imposible.

O2.   El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra.

         (Breves apuntes)

  • o Es difícil conocer cómo Dios pueda entrar en nuestra historia, cómo pueda hablarnos. No es sencillo. El evangelio de Juan dice escuetamente que la Palabra, lo que Dios nos quería decir, se hizo carne (Sarx: debilidad) (Jn 1,14). Mateo y Lucas narran los relatos de la infancia de Jesús: Belén, los pastores, los Magos, la huida a Egipto, etc.
  • o Pero de alguna forma hay que decir lo que es indecible. ¿Cómo Dios nos habla, convive con nosotros?
  • o Los hijos son expresión de los padres. En diversos aspectos, los hijos son, más o menos, un reflejo de los padres: en lo físico, en los psíquico, modos de ser, adn, etc.

En este sentido, Jesús no es expresión de José, sino del Padre. Esto lo dice el mismo Jesús cuando, discutiendo con los doctores de la ley en el templo, les dice a José y María: ¿No sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre? (Lc 2,49).

Jesús no es expresión de José, sino de Dios Padre. Jesús no va a seguir las tradiciones religiosas, las leyes, el modo judío (José), sino que la vida de Jesús es una referencia continua al Padre, a Dios Padre.

Por eso los Evangelios (Lucas) dice que Jesús nace por la fuerza del Espíritu, del Altísimo. El Espíritu de Dios es quien continuamente impulsa a Jesús durante toda su vida y acciones.

  1. Apertura al misterio.

         Nosotros estamos troquelados por el pensamiento científico, y pensamos que lo que no es ciencia, no es verdad o no existe o es un “cuento chino”.

         Pero para “comprender” la mayor parte de las cuestiones humanas y de las cuestiones religiosas: en nuestro caso: cristianas, hemos de abrirnos al misterio: ¿cómo nació Jesús? ¿Qué significan o cómo fueron gran parte de los milagros de Jesús, la resurrección de Lázaro o de la hija de Jairo? ¿Qué o cómo fue la resurrección de Jesús etc…

         O en otro orden de cosas, pero que son las mismas: ¿Cómo demostrar que la vida tiene sentido? ¿Cómo será nuestra resurrección? ¿Cómo vivir en paz, en libertad, etc.?

         Todo eso escapa a la ciencia. Recurrir a la biología, a la medicina para explicar estas cosas es tarea inútil.

         Todo ese mundo más allá de nuestra historia y de la ciencia lo intuimos en una apertura al misterio.

         Decía K. Rahner (1904-1984) una afirmación que se ha hecho muy popular: El cristiano del siglo XXI será místico o no ser.

         María, José. Jesús se “entienden” desde la mística, no desde la biología, ni desde la ciencia, aunque las ciencias: la historia, la arqueología, las lenguas sirven de mucho a la hora de acercarnos al Jesús de la historia, a una comprensión del NT, de los evangelios, etc.

María acepta la misión que Dios le confía: hágase en mí según tu palabra. Será la madre del hijo de Dios.

         La desconocida muchacha de Nazaret, que “nadie conocía” (Orígenes), será “proclamada por todas las generaciones”, (Lc 1,48).

         La mujer, que, según la tradición judía, no podía osar acercarse al santuario, “contendrá” al Dios que el santuario pretendía guardar-encerrar en sus muros.

         La mujer, que ni tan siquiera podía tocar la Biblia, acogerá dentro de sí la Palabra hecha carne.

         La mujer, que no podía dirigirse al sacerdote y mucho menos tocarlo, será la madre del “Santo de los santos”.

  1. No temas, alégrate llena de gracia.

         En el texto evangélico de hoy se da como una “escalada” gozosa:

         María recibe una noticia (ángel) de Dios, una noticia llena de felicidad (alégrate), una alegría que despeja miedos y angustia: María se turbó, perono temas. En ti está Jesús (Dios salva). El espíritu de Dios te protege, nos protege.

Que el Espíritu del Señor venga también sobre nosotros.

 

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