Del blog de Xabier Pikaza:
Dom 5, ciclo A. Mt 5, 13-16. Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo… Así dijo Jesús a sus discípulos, a modo de afirmación (¡vosotros sois sois!) y de propuesta (¡habéis de ser!). Estas palabras son una promesa de gozo y responsabilidad, pero pueden convertirse en fuente de condena, si no las acogemos y cumplimos.
No se trata de decir que lo somos, sino de serlo. No se trata de imponer a los demás esta pretensión: ¡Nosotros somos la luz…! (como si fuéramos mejores que los otros), sino de ofrecer humildemente un resquicio de luz, como luciérnagas en noche tenebrosa (¡epertargi!), como un poco de sal en la sosa “comida” del mundo.
A veces hemos hecho todo lo contrario: Hemos querido imponer nuestra oscuridad como si fuera luz, apagando luces ajenas… Hemos arrojado sobre otros nuestras sales muertas… Por eso sigo diciendo: No se trata de apagar, sino de alumbrar; no se trata de amargar, sino de saborear y dar gusto. Y esto de un modo sencillo, como si fuera natural, gratuitamente, sin cobrar, sin exigir, sin pasar por encima de nadie.
Vosotros sois la luz, vosotros sois la sal… Ésta es una palabra que Jesús dirige a todos (a vosotros), a los cristianos individuales y a la Iglesia como grupo, para que seamos como la sal que mantiene la vida de la tierra y ofrece su sazón a los alimentos, como la luz que abre espacios de claridad y de sentido.
Ésta ha podido ser una palabra altisonante, como si pudiéramos ir por la calle diciendo “somos mejores que vosotros, tenemos gente más buena, dogmas más altos, iglesias más grandes, más bellas ceremonias, poderes religiosos, más santos….
Pero ésta puede y ha de ser una palabra consoladora… si empezamos a ser de un modo muy sencillo una presencia de luz, una sal para el mundo, nosotros, no unasestructuras exteriores…; nosotros mismos, hablando con nuestra vida, no con sermones hechos, con mentiras repetidas… Nosotros mismos, desnudos y transparentes, desde la luz y la sal del evangelio…, reflejando su gracia, repartiendo su sal.
‒ Ser como la sal… La tierra corre el riesgo de podrirse, porque no tiene sal o porque la tiene mala y excesiva (el Mar Muerto). La sal no vale para sí, sino para conservar y sazonar, para diluirse en el proceso de la vida de la tierra… No sois sal para vosotros, para un grupo pequeño, sino sal para la tierra entera.
‒ Ser luz… Tampoco la luz vale en sí, sino para alumbrar a otros… El peligro de cierta iglesia ha sido petrificar la luz o, mejor dicho, confundiendo su oscuridad con luz, y queriendo imponerla sobre los demás…
Y con esto dejo las consideraciones generales y paso al argumento del evangelio de este domingo, sorprendente y consolador, cercano y exigente. Buen domingo a todos
(tema de mi Diccionario de la Biblia).
Un tema de Mateo
Estos símbolos de la luz y de la sal habían sido utilizados por Marcos (cf. Mc 9, 50; 4, 21), y reutilizados por Lucas por separado, en su contexto antiguo (14, 34-35 y 11, 33). Pero sólo Mateo los ha vinculado y unificado desde la perspectiva de las bienaventuranzas, que habían aparecido como programa mesiánico/sapiencial abierto a todos los hombres y mujeres (Mt 5, 1-12)en tercera persona).
Antes de precisar la aplicación de la nueva “ley” de Jesús vienen estas palabras sobre la experiencia clave de la comunidad, entendida desde la tradición del judaísmo; ellas expresan ahora la identidad más honda de la Iglesia (¡vosotros sois!), en una línea que puede compararse a la de la semilla y la levadura de Mt 13, 31-33:
5 13 Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se desala ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada, sino para ser arrojada afuera y pisoteada por los hombres.14 Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada sobre un monte. 15 Ni encienden una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa. 16 Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielo.
La sal es un signo ambivalente, es desolación y desierto (como en el Mar de la Sal, Mar Muerto, a poca distancia de Jerusalén), y de condimento alimenticio y componente de los sacrificios (cf. Lev 2, 13). Un texto enigmático de Marcos afirma que «todo será salado en (con) fuego. Buena es la sal. Pero si la sal se desala, ¿con que la sazonareis?» (Mc 9,50). Esta imagen ofrece una interpretación de conjunto de la realidad, partiendo del riesgo de condena que Jesús ha vinculado al rechazo (escándalo) de los pobres.
En ese contexto se sitúa la frase enigmática “todo se salará con fuego” Mc 9, 49), que debió ser comprensible para la comunidad de Marcos, pero que ha planteado pronto dificultades (cf. ComMc 9, 50). Pues bien, en contra de eso Mateo introduce el tema de la sal en un contexto de proclamación mesiánica, presentando a los creyentes (¡vosotros!) como sal de la tierra y luz del cosmos:
‒ Sal de la tierra (to halas tês gês: 5, 13). Esta palabra denota una fuerte autoconciencia de misión de la Iglesia, un compromiso de salvar la tierra, como buena sal, que da sabor y conserva los alimentos. Los cristianos son portadores de un sabor y salvación que han de ofrecer a los demás, no al servicio de sí mismos, pues la sal no vale en sí, sino en cuanto se disuelve y sazona (conserva) los alimentos. Una sal que se desale (5,13: que se vuelve loca, môranthê) se hace inútil. De esta forma dirige Mateo una advertencia a los cristianos, para que no pierdan su fuerza y sean signo de sentido (conservación) para la tierra entera.
‒ Luz del cosmos (to phôs tou kosmou). Mateo ha desarrollado más esta comparación, que proviene de Marcos (ComMc 4, 21; cf. Lc 8, 16), donde tenía una introducción sorprendente (¡no viene la luz…!) y Jn 8, 12 la desarrollará de una forma cristológica (¡yo soy la luz del mundo!), pero Mateo la convierte en una parábola eclesial, en segunda persona: ¡Vosotros sois la luz! La luz es quizá el más poderosos de los símbolos del cosmos, y así aparece en la Biblia como principio de la creación (cf. Gen 1, 2-5. 14-18). Leer más…
Biblia, Espiritualidad
5º Domingo del Tiempo Ordinario, Dios, Evangelio, Jesús, Luz del mundo, Tiempo Ordinario
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