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Luke Evans revela el “horrible” acoso infantil que enfrentó como testigo de Jehová gay

Martes, 12 de noviembre de 2024
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IMG_8413En sus próximas memorias, el actor dice que “fue intimidado por ser gay antes de que siquiera entendiera lo que significaba”.

Por John Russell sábado 2 de noviembre de 2024

En sus próximas memorias, nuestro actor Luke Evans describe haber sido intimidado por ser gay incluso antes de comprender su propia sexualidad.

Lo que más dolió fue que me rechazaran”, dijo el actor galés en una entrevista reciente a The Guardian. “Alguien que no quiere sentarse a mi lado en clase. A la hora del recreo, no tener a nadie con quien pasar el rato o estar seguro entre una multitud o una pandilla. No tenía a nadie”.

Es terrible que un niño tenga que pensar: ¿qué me pasa?” Dijo Evans. “Me sentía sucio, como si tuviera una enfermedad. Tuve que seguir analizando qué era lo que los hacía hacer esto en mí: ¿era mi voz? ¿Era porque era un poco afeminado?

El medio británico también publicó recientemente un extracto de las memorias de Evans, Boy From the Valleys: My Unexpected Journey (Niño de los valles: mi viaje inesperado) que se publicará el 7 de noviembre en el Reino Unido y se espera que llegue a los EE. UU. en febrero. En él, el hobbit Star escribe sobre su crianza en una amorosa pero devota familia de testigos de Jehová y los mensajes anti-LGBTQ+ que absorbió cuando era niño. Recuerda un libro ilustrado para niños que representa la historia bíblica de Sodoma y Gomorra.

“Poco a poco me di cuenta de que esas pobres personas de mi libro ilustrado estaban sufriendo una muerte horrible simplemente porque eran homosexuales”, escribe. “Dios claramente consideró que eso era razón suficiente para quemarlos vivos. Y si eras un niño que tal vez comenzaba a darse cuenta de que eras diferente a los demás niños… Bueno, esa imagen fue más que suficiente para que te callaras”.

Evans escribe que su primer indicio de que podría ser gay se produjo a los ocho años, cuando su clase tenía un atractivo maestra suplente. “Era guapo y vestía elegantemente; A todas las chicas les gustaba y todos los chicos querían ser él”, escribe Evans. “Recuerdo mirarlo fijamente, con los músculos que se le marcaban bajo su camisa, y pensar: ¡guau! Incluso entonces, sabía que lo estaba mirando de una manera diferente a los demás chicos”.

También escribe sobre el acoso que sufrió tanto por su religión como por ser percibido como gay, y el conflicto que le inspiró desde muy joven. “El peor apodo fue ‘Jovey Bender’, porque combinaba dos aspectos de mi identidad que nunca podrían conciliarse”, explica Evans en el extracto. “No era posible ser un ‘Jovey’ y un ‘Bender’ porque ser gay estaba estrictamente prohibido por la religión. Y así comenzó un atormentado tira y afloja en mi cabeza que se prolongaría durante todos mis años en la escuela”.

Muchas personas LGBTQ+ pueden identificarse con Evans cuando escribe que “odiaba la escuela” debido al acoso. “Los niños pueden ser terriblemente intolerantes; Pequeños bastardos malvados algunos de ellos. Cualquier cosa ligeramente diferente entre ti y te conviertes en un objetivo… y yo era diferente en casi todos los sentidos posibles. Es muy doloroso”, escribe sobre el rechazo de sus compañeros cuando era estudiante, “y se queda contigo”.

También toca una nota muy familiar cuando escribe que cree que su madre habría intervenido si hubiera sabido del acoso, pero la vergüenza le hizo guardar silencio. “No podía decírselo a mis padres porque estaba demasiado avergonzado de los apodos que me llamaban”, dice.

Pero escribe que llegó a comprender que “no era yo el problema, eran los acosadores. Durante mi infancia, cada vez que sucedían cosas malas, me rondaba por la cabeza un estribillo: esto es sólo temporal”, recuerda. “Incluso a una edad temprana tenía una visión clara. Una vez que terminaron las clases, supe que mi vida comenzaría”.

 

Fuente LGBTQNation

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Las “cláusulas de moralidad” podrían volver a Hollywood, y sería fatal para el colectivo LGTB+

Miércoles, 21 de febrero de 2018
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rock-hudson-1-435Rock Hudson y su “verdadero amor” Lee Garlington

Interesante artículo:

Ante las polémicas que no cesan de surgir en torno al movimiento #MeToo, algunos estudios de Hollywood se plantean volver a incluir en los contratos de las estrellas las anticuadas “cláusulas de moralidad”.

Durante la época dorada de Hollywood muchos actores y actrices LGTB+ se vieron obligados a firmar esas cláusulas que les prohibían actuar de forma “inmoral” y, por lo tanto, ocultaron su sexualidad hasta el punto de casarse para aparentar. 

En 1921 el actor de cine mudo Roscoe “Fatty” Arbuckle fue acusado de violar y asesinar a una chica joven en una habitación de hotel (*). El caso de Arbuckle saltó a los libros de historia como el primer gran escándalo de Hollywood (Arbuckle era toda una estrella) sino que dio pie a que los estudios de cine introdujeran en sus contratos las “cláusulas de moralidad“.

Una cláusula de moralidad obligaba a los actores y a las actrices a, básicamente, mantener su imagen dentro de lo que en aquel momento se consideraba moral. Las cláusulas de moralidad dejaron de utilizarse de forma generalizada hace bastantes años (aunque hoy en día siguen vigentes de forma menos explícita), pero a raíz de la campaña #MeToo y en vista de la velocidad (y constancia) con la que nuevas acusaciones de abusos sexuales surgen en la industria, algunos estudios se están planteando volver a implementarlas. Uno de esos estudios es Fox, que quiere modificar sus contratos para que si el artista comete actos que resulten en publicidad o notoriedad negativa, o si exponen su imagen -y la del estudio- al descontento del público, a un escándalo o al ridículo generalizado; puedan ser despedidos sin tener que pagarle un duro.

Esas cláusulas, por ejemplo, le habrían ahorrado a Netflix unos 40 millones de dólares tras despedir a Kevin Spacey de House of Cards y a Danny Masterson de The Ranch, ambos actores acusados de abusos sexuales y violación. Los productores de All The Money In The World, la película de Ridley Scott en la que Spacey fue sustituido a última hora por Christopher Plummer, se habrían ahorrado 10 millones de dólares.

 El problema es que las cláusulas de moralidad acaban dejando al artista a merced del público y la moralidad de éste. Si por cualquier motivo un actor o actriz deja de ser el ojito derecho de las masas por un error, un malentendido o por llevar un estilo de vida que la gente no aprueba, podría perder su trabajo. Si crees que hoy en día no pasaría eso, pregúntale a Janet Jackson. Y sí, he dicho “estilo de vida”, porque aunque la homosexualidad no es un estilo de vida aún hay un gran sector del público (americano e internacional) que la entienden así; lo que pone en riesgo las carreras de actrices y actores LGTB+.

Lillian Faderman y Stuart Timmons explicaban en su libro “Gay L.A.: A History of Sexual Outlaws, Power Politics, and Lipstick Lesbians” cómo los estudios utilizaban las cláusulas de moralidad de forma casi dictatorial para mantener a raya a sus talentos: “Aunque las cláusulas de moralidad fueron introducidas como respuesta a los errores de los heterosexuales, los homosexuales tenían muchas razones para temerlas. Una vez el cine se convirtió en un negocio salvajemente lucrativo, los jefes de los estudios, que tenían mucho que perder económicamente si la vida personal de una estrella ‘ofendía o enfadaba a los fans’, se volvieron absolutamente dictatoriales sobre la imagen pública de sus estrellas, tanto dentro como fuera de la pantalla.” Según el libro, los jefes de los estudios entendían que a cambio de sus lucrativos contratos las estrellas estaban obligadas a comportarse de forma “moral”, lo que implicaba que los actores gais y las actrices lesbianas eran obligados a convencer al público de que eran heterosexuales, llegando al extremo de inventarse historias para la prensa o casarse solo por las apariencias; como hizo Rock Hudson.

En su biografía “Unbereable Lightness“, Portia De Rossi explicó cómo a finales de los años 90, mientras aparecía en Ally McBeal, se le ofreció un contrato para ser imagen de L’Oréal. El contrato incluía una cláusula de moralidad que la obligaba a devolver todo lo ganado en caso de que la violara. Aunque, como explicaba De Rossi, no se mencionaba explícitamente la homosexualidad sabía que sería una de las cosas por las que podían despedirla: “El texto del contrato era vago, y no tenía claro qué constituiría una brecha del contrato y cómo se definía la ‘moralidad’. Todo el tema me ponía enferma.

Más recientemente Luke Evans explicó cómo su equipo de publicistas intentó, a mediados de los 2000, venderle a la prensa como un hombre heterosexual que mantenía una relación duradera con una mujer; y Ezra Miller contó que varias personas muy influyentes de Hollywood le dijeron que había cometido un tremendo error al salir del armario.

Las “cláusulas de moralidad” no ayudarán a detener la epidemia de abusos sexuales en Hollywood, ni frenarán la LGTBfobia, ni ayudarán a equiparar el papel de la mujer en la industria. No están ahí para proteger a nadie más que a los productores y los estudios, que podrán despedir a sus actores o actrices sin tener que pagarles un duro. No es sorprendente que una industria como Hollywood prefiera cubrirse las espaldas legal y económicamente en lugar de tomar las medidas necesarias para crear un ambiente laboral en el que todo el mundo sea tratado con respeto, independientemente de su sexo, su identidad de género o su orientación sexual.

Con los avances sociales que el colectivo LGTB+ ha conseguido en los últimos años (y se ha conseguido luchando, no nos han regalado nada) muchas estrellas LGTB+ del cine y la televisión no muestran problema alguno a la hora de vivir su vida de forma abierta. No podríamos volver a meter en el armario a Neil Patrick Harris o a Zachary Quinto ni podríamos olvidarnos de que Laverne Cox es una mujer trans. Pero por cada estrella visible hay unas cuantas que son obligadas a esconderse y este tipo de cláusulas podría hundir su vida personal y sus carreras de forma dramática.

Al fin y al cabo el gran problema en Hollywood (y en el mundo) es el machismo, y a algunos les resulta más fácil meter los escándalos machistas debajo de la alfombra (sin importar la dignidad de quién se llevan por delante) que asegurarse de que no ocurran en un primer lugar. Solo una industria en la que impera el machismo es capaz de plantear como solución a ese machismo una solución que invisibiliza, estigmatiza y discrimina a un colectivo minoritario.

Fuente | Advocate, vía EstoyBailando

(*) Tras el juicio, “Fatty” fue absuelto por 10 votos a favor y dos en contra. Como no era un veredicto unánime se decidió hacer un segundo juicio. En esta ocasión Arbuckle no dio testimonio y el jurado lo condenó por homicidio no premeditado por 10 votos contra y dos. Hubo un tercer juicio, en marzo de 1922. Arbuckle volvió a dar su testimonio y fue absuelto definitivamente. (Fuente Clarín)

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Singapur y Malasia también contra “La Bella y La Bestia” y Disney no la estrenará en Malasia porque le obligan a censurar la parte gay

Viernes, 17 de marzo de 2017
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1338_la-bella-y-la-bestia_620x350Mientras el clero de la iglesia católica de Singapur critica la nueva versión de “La Bella y la Bestia”, Malasia advierte que no estrenará la película de Bill Condon si no se suprime una secuencia. La polémica con La Bella y la Bestia se extiende a Singapur y Malasia, después de la cancelación de un cine de Alabama porque ese tipo de escenas no era apta para los niños, la campaña de un evangelista de Carolina del Norte para que los cristianos no vayan a ver una película de fantasía y la clasificación para mayores de 16 años en Rusia ante las declaraciones sobre la inclusión de un personaje homosexual en la nueva versión de la película de animación homónima de 1991 porque la considera como “propaganda homosexual“.

“Aplazada hasta nueva orden”, rezan ahora los carteles que anunciaban el estreno el próximo viernes, 17 de marzo, en los cines de Kuala Lumpur después de que Abdul Halim Abdul Hamif, presidente del Consejo de Censura de Malasia, haya declarado que sólo se autorizará la proyección de la película dirigida por Bill Condon en su país “con una censura menor”, aunque quedaría igualmente declarada para mayores de 13 años de edad debido a algunas otras secuencias que consideran inapropiadas.

La secuencia objeto de cirugía en concreto sería ese “momento gay” del que Bill Condon habría hablado, en primera instancia para resaltar el que sería el primer momento abiertamente homosexual en una película de The Disney Company, para recular después del revuelo creado para decir que se trataba, simplemente, de un momento que lo único que hace es sugerir la confusión del personaje de LeFou, interpretado por Josh Gad, quien hablaba de un momento “sutil, pero increíblemente eficaz”. LeFou, el incansable amigo de Gaston, se ha posicionado como un personaje ambiguo, tirando a gay. Al final de la película, acaba bailando con un hombre. Los censores de Malasia no han pasado por alto la escena y han decidido cortarla.

Así que Disney ha tomado una decisión radical después de enterarse de que en Malasia los censores habían retrasado el estreno (previsto para el pasado miércoles) para llevar a cabo una “revisión interna” que consistía, básicamente, en cortar esa escena del metraje final: han cancelado el estreno en el país y han prohibido a los cines proyectar la película.

Según explica el jefe de los censores del país, Abdul Halim, habían aprobado la película sin problema pero “hay un pequeño corte correspondiente a un momento gay. Es una escena muy corta, pero es inapropiada porque habrá muchos niños viendo la película.” Cosa que desde Disney desaprueban totalmente y un representante de la compañía ha dicho a Bloomberg que la película o se estrena tal cual o no se estrena: “La película no se ha cortado ni se cortará para su estreno en Malasia.

bishop-rennis-ponniahY en Singapur… “Aconsejamos encarecidamente a los padres que hablen con sus hijos sobre esta nueva versión de La bella y la bestia”, declara Rennis Ponniah, obispo anglicano y presidente del Consejo Nacional de las Iglesias de Singapur, país en donde los miembros del clero cristiano están también revolucionados por la película, quienes han criticado a la compañía estadounidense de haberse desviado de los “valores sanos y dominantes”.

Lo que más me llama la atención de toda esta polémica es que cause más revuelo un personaje de ficción que la homosexualidad real de uno de sus protagonistas. Y es Luke Evans, en el papel de Gaston, ha sido siempre bastante transparente con su homosexualidad.

Mientras tanto, The Walt Disney Company ha continuado con la promoción de la película protagonizada por Emma Watson, Dan Stevens y Luke Evans, publicado en sus diferentes canales de YouTube las canciones que se escuchan en su banda sonora, tanto en su versión original en inglés, como en su doblaje español. Se espera que en el primer fin de semana la película recaude 120 millones millones sólo en Estados Unidos y Canadá.

LGTBfobia de estado en Malasia

En Malasia la homosexualidad está perseguida y se castiga con penas de hasta 20 años de cárcel (especialmente las relaciones entre hombres gais). De hecho, allá por 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

Malasia es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes.

Venimos dando cuenta de la LGTBfobia social y política imperante en este pequeño estado peninsular de Asia. Algunos ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales, la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual o la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. También en 2012, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. Con anterioridad, concretamente en noviembre de 2008, informábamos sobre un edicto de las autoridades musulmanas contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como hombres”.

Y en cuando al cine… Según la censura malasia si en una película aparece un personaje homosexual, ese personaje ha de morir o arrepentirse volviéndose heterosexual al final de la historia.

Fuente PinkNews, vía Universogay/EstoyBailando/Dosmanzanas/Cristianos Gays

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