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Donald Trump anuncia en Twitter que prohibirá a las personas trans servir en el Ejército… según algunas fuentes, para poder pagar el muro con México

Viernes, 28 de julio de 2017
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trumpCoincidiendo con EstoyBailando, queremos  mandar un afectuoso saludo a todos aquellos que apoyaron a Trump, votaron a Trump, pidieron el voto para Trump y a los que dijeron lo de que Hillary no era mucho mejor. Especialmente a los miembros de la comunidad LGTB+ como Caitlyn Jenner, Colby Keller, los del Log Cabin…

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado en Twitter que prohibirá que las personas transexuales puedan servir en el Ejército de su país. Trump revierte así las medidas antidiscriminatorias que la administración Obama anunció hace un año, y pone en peligro la carrera de todos aquellos militares trans que ya se habían atrevido a salir del armario, que se enfrentan ahora a su posible expulsión. La sorpresiva decisión de Trump supone un durísimo golpe a los derechos LGTB en Estados Unidos y avivará muy posiblemente la ola de transfobia que vive ese país.

Las personas trans constituyen el grupo más débil y vulnerable del colectivo LGTB. Cuando en diciembre de 2010 el Congreso de Estados Unidos derogó la política de “Don’t ask, don’t tell”(aunque no fue hasta septiembre de 2011 cuando la derogación entró en vigor) las personas transexuales quedaron fuera de la discusión. No fue hasta 2015 cuando el entonces secretario de Defensa anunciaba que por fin se ponía en marcha el proceso para acabar con la discriminación tránsfoba. “Tenemos soldados, marineros, aviadores y marines transexuales, verdaderos patriotas americanos, que sé que están sufriendo un gran daño debido a una política obsoleta, confusa e inconsistente, que es contraria a los valores del servicio y del mérito individual“, aseguraba entonces Ash Carter. El secretario de Defensa anunció entonces la creación de un grupo de trabajo encargado de revisar las regulaciones militares y de evaluar las implicaciones jurídicas, sanitarias y administrativas del cambio. El proceso culminó un año después. Y aunque se desconocía con exactitud a cuántas personas afectaba, algunas estimaciones situaban la cifra de personas trans que servían por entonces en el Ejército en unas 15.000, teniendo en cuenta tanto a militares en activo como reservistas.  Otros estiman que entre 2.500 y 7.000 personas transgénero sirven en las diversas ramas de las fuerzas armadas de Estados Unidos.

En junio de 2016, el entonces secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, anunció en una rueda de prensa desde el Pentágono que “con efecto inmediato” las Fuerzas Armadas quedaban abiertas a las personas trans. Después, el Gobierno del expresidente Barack Obama fijó el 1 de julio de 2017 como la fecha para empezar a reclutar a transexuales para las tropas. Pero el Pentágono anunció apenas unas horas antes, el pasado 30 de junio, un aplazamiento de seis meses, hasta el 1 de enero de 2018, del reclutamiento de transexuales para servir en las Fuerzas Armadas. Durante este periodo iban a revisarse los planes de adhesión de transexuales y el posible “impacto” en la “preparación y poder letal” de las Fuerzas Armadas, según detalló entonces el Pentágono. Ese aplazamiento no afectaba a transexuales que ya se encuentran sirviendo en las Fuerzas Armadas y cuyo futuro es incierto con la decisión anunciada por Trump, que no precisó en sus tuits cuándo y cómo se aplicará su prohibición.

A diferencia del final de “Don’t ask, don’t tell”, que precisaba un cambio legislativo, el final de la prohibición de servir en el Ejército a las personas transexuales (teóricamente una causa de exclusión “médica”) fue, por tanto, una decisión administrativa, que la administración Obama pudo tomar sin necesidad de someterla a votación por el Congreso. Por desgracia, ello supone que el ahora presidente Donald Trump tiene capacidad de revertirla. Y así parece que va a ser, según ha anunciado en una serie de tres tuits hechos públicos  anteayer:

“Tras consultar con mis generales y con expertos militares, comunico que el Gobierno de Estados Unidos no aceptará ni permitirá personas transgénero en el Ejército. Nuestros militares deben estar centrados en la decisiva y arrolladora victoria [Trump no especifica contra quién ni contra qué] y no pueden asumir la carga que suponen los tremendos costes médicos y la perturbación que la presencia de transgéneros en el Ejército supondría. Gracias”, expresaba el republicano.

La decisión, una sorpresa

La decisión de Donald Trump, acogida con estusiasmo en redes sociales por sus seguidores más acérrimos, pillaba por sorpresa a colectivos LGTB y grupos de defensa de los derechos civiles. En los últimos días, de hecho, habían trascendido los esfuerzos del vicepresidente Mike Pence (un político marcadamente anti-LGTB) por evitar que el Congreso destinara una asignación presupuestaria a los gastos sanitarios derivados del proceso de reasignación de los militares transexuales. El sentimiento más extendido era que en etsos momentos el campo de batalla era el alcance de la financiación de estos gastos (que la administración Obama se había comprometido a asumir), pero nadie imaginaba que la mera existencia de personas trans en el Ejército estaba en la cuerda floja.

Habrá que ver cómo se articula el anuncio en Twitter de Donald Trump, dado que en este momento no se conoce documento alguno implementando la prohibición. La preocupación más inmediata es el destino de todos aquellos militares que a lo largo del último año se han atrevido a salir del armario y han hecho pública su condición de personas trans, y que si el presidente cumple su palabra se exponen a ser expulsadas del Ejército.

La decisión supone además un triunfo para la ofensiva tránsfoba que en estos momentos viven los Estados Unidos, que ya conoció una primera victoria cuando Trump, a los pocos días de jurar su cargo como presidente, revocaba las directrices emitidas en 2016 por el Departamento de Educación protegiendo a los estudiantes trans y permitía de nuevo a las escuelas que reciben fondos federales prohibirles el uso de las instalaciones que corresponden a su identidad de género. Por no hablar de los éxitos que los tránsfobos están cosechando a nivel de los estados, de los que hablaremos en una próxima entrada. En definitiva, una muy mala noticia y un peor presagio.

Durante la campaña electoral de 2016, Trump presumió de ser un “amigo” de la comunidad LGBT. Y en enero pasado, apenas unos días después de llegar a la Casa Blanca, Trump prometió la continuidad de una orden ejecutiva de Obama que prohíbe a las empresas que tengan contratos con el Gobierno federal discriminar a sus empleados LGBT.

Por su parte, Caitlyn Jenner defensora de Trump  se ha mostrado sorprendida por la decisión de prohibir a las personas trans servir en el ejército norteamericano:

Y  a su vez le han contestado en  twitter recordándole, entre otras cosas: Tía cállate. Nunca prometió luchar por ellos, solo escuchaste lo que querías oir. Te engañaste tu sola... Votaste por él. Es culpa tuya… Enhorabuena. Te engañaste a ti misma… Bienvenida a tu partido, Caitlyn. Esta es tu gente. Asúmelo.

Unas horas después escribió otro tweet donde enlazaba a un texto que ha publicado en su web criticando de forma muy suave la decisión de Trump:

A lo que alguno le ha contestado: Has deshonrado al colectivo LGTB al apoyarle. Debería darte vergüenza.

Varias fuentes republicanas confirman que Trump cedió ante el chantaje de varios congresistas republicanos y decidió prohibir a las personas trans en el ejército para asegurar la ley que financiara su muro con México.

El mismo informe que Trump utiliza para justificar el alto coste médico de los tratamientos de personas trans en el ejército revela que el Pentágono gasta 10 veces más en pastillas para la disfunción eréctil.

Donald Trump ha decidido prohibir a las personas trans servir en el ejército estadounidense argumentando que el coste de los tratamientos médicos de este colectivo es demasiado alto para que lo cubra el ejército. Gracias a un artículo publicado por la web Politico, sabemos que en realidad la decisión de Trump se ha tomado para asegurarse la financiación de una de las mayores promesas electorales del presidente: construir el muro con México.

Los congresistas republicanos están preparados para presentar en el Congreso una ley con la que asegurarse la financiación del muro, ley que peligraba porque algunos republicanos más extremistas querían condicionar su voto a esta ley a que el gobierno revirtiera la decisión de Obama y se prohibieran las operaciones de reasignación de sexo financiadas por el Pentágono para las personas trans que formaran parte del ejército. Ante ese problema los líderes republicanos acudieron al presidente, que no dudó en conceder a esos congresistas lo que pedían a cambio de asegurar que su mayor promesa electoral no caía en saco roto. Como explica una fuente del partido a Politico: “Es como si alguien le hubiera pedido a la Casa Blanca que encendieran una vela y la Casa Blanca hubiera prendido fuego a toda la mesa.

Para justificar la decisión de dejar fuera de servicio a 15.000 soldados trans y decir que ninguna persona trans es apta para servir en el ejército la Casa Blanca se ha basado en un informe de la corporación Rand que dictaminó que el coste anual de los tratamientos de las personas trans rondaba los 8,4 millones de dólares. Resulta curioso que Trump justifique ese ahorro diciendo que es un coste enorme para el ejército cuando, como han demostrado desde el New York Times, esos 8,4 millones son una nimiedad (entre un 0,0004% y un 0,017%) entre los los casi cincuenta mil millones de dólares con los que se financia la salud de los militares:


Para que te hagas una idea de lo absurdo que resulta justificar la transfobia de algunos republicanos con el coste de los tratamientos médicos (que en ese gráfico de ahí arriba directamente casi ni se ve), ese mismo informe de Rand señaló que en 2014 el Pentágono se gastó diez veces más dinero en medicamentos para tratar la disfunción eréctil de los soldados: 84 millones de dólares. Sólo en Viagra, uno de los medicamentos que receta el ejército para ese problema de salud, el Pentágono invirtió 41,6 millones de dólares.

Ya sean 8 u 84, está claro que ambos costes son totalmente asumibles en un presupuesto de cincuenta mil millones más que suficiente para garantizar la salud de todos los militares. Así que, con los datos en la mano, está claro que la decisión no se ha tomado en base a un criterio económico sino a la transfobia más evidente.

Fuente | TowleroadPinkNews/ Dosmanzanas/EstoyBailando/Cáscara Amarga

General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , , , , , , , , ,

La victoria de Donald Trump, unida al control republicano del Congreso, augura años oscuros para los derechos LGTB en Estados Unidos

Jueves, 10 de noviembre de 2016
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BJC9anECA todos estos que dicen que todos los políticos son iguales y que no votan porque son superfragilisticoespialidosos y purísimos, ahora van a ver lo que es un fascista homófobo, machista y xenófobo en la Casa Blanca…

Malas noticias, sin paliativos. La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses, así como el control republicano de las dos cámaras del Congreso estadounidense, auguran años de parálisis, si no abierto retroceso, por lo que a los derechos de las minorías se refiere. La minoría LGTB no será una excepción. No tanto por la figura de Trump en sí mismo (que nunca ha mostrado un especial interés hacia este colectivo, ni siquiera a la hora de oponerse a sus derechos) como por la de la plataforma ideológica republicana bajo la que se ha presentado (la más anti-LGTB de su historia) y por sus acompañantes de viaje. Su vicepresidente, recordemos, será Mike Pence, una figura que sí destacó por su LGTBfobia durante los años que fue gobernador de Indiana. Otro punto al que habrá que estar atento es a lo que suceda con el equilibrio en el seno del Tribunal Supremo, una institución cuyos miembros, confirmados por el Senado a propuesta del presidente, lo son de forma vitalicia, y que durante estos años quizá le toque renovar a Trump en parte.

Donald Trump ha ganado de forma clara las elecciones presidenciales estadounidenses, al lograr la victoria en una serie de estados clave que se encontraban en disputa. Ello le otorga mayoría en el colegio electoral. Ha ganado en Carolina del Norte, Florida, Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin, lo que unido a los estados que ya se daban por seguros para los republicanos le da la victoria final. Hillary Clinton ha retenido los territorios más fuertemente demócratas (como los estados del noreste y de la costa oeste), además de Colorado, Illinois, Nevada, Nuevo México y Hawaii. Virginia, de donde era gobernador su candidato a vicepresidente, ha caído también del lado demócrata. En voto popular (número total de votos recibidos por cada candidato, con independencia del estado de residencia), se registra sin embargo un cuasi empate, aunque este dato aún no está cerrado. De hecho, conforme se acerca el final del escrutinio parece que Clinton obtendrá finalmente más votos que Trump.

En definitiva, un resultado que muestra una doble fractura de la sociedad estadounidense. A la ya tradicional entre estados fuertemente demócratas y estados fuertemente republicanos, se une el apoyo sin precedentes que Trump habría recibido de los votantes blancos de menor nivel educativo, incluso en caladeros considerados tradicionalmente demócratas, según indican los primeros análisis del voto (ver How the Presidential Election Took a U-Turn in 2016 en The New York Times). La movilización masiva de la clase obrera blanca a favor del republicano parece haber sido el factor fundamental a la hora de decantar el resultado. Lo que ello significará en términos de exclusión de las minorías raciales en los próximos años está por ver.

La plataforma republicana, la más anti-LGTB de la historia

partido-republicanoYa en entradas anteriores nos hemos referido al tema, pero no está de más recordar cuál es la declaración de intenciones del Partido Republicano en materia LGTB de acuerdo a la plataforma ideológica que fue aprobada este verano  en la convención republicana:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores“consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero: el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

¿Y qué han manifestado Trump y Pence?

mike-penceSiempre se puede argumentar que las plataformas aprobadas por las convenciones son una mera declaración de intenciones y no obligan necesariamente al presidente, que puede decantarse por una política pragmática (y de esto hay sobrados ejemplos en el pasado). Pero tampoco los mensajes lanzados directamente por Trump y el que será su vicepresidente son tranquilizadores. Trump, por ejemp, sugirió en campaña la posibilidad de revertir la histórica decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Más adelante, el magnate anunció que no tendría inconveniente en rubricar la FADA, arriba mencionada, en caso de prosperar, lo que habría virtualmente inútiles las regulaciones antidiscriminatorias de los estados en materia LGTB.

Pence, por su parte, anunciaba recientemente que una de las primeras medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas federales que impiden discriminar a las personas LGTB. Obama, recordemos, ha promovido dos importantes órdenes antidiscriminatorias que obligan tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial).

El único elemento que Trump ha utilizado expresamente para intentar congraciarse con el colectivo LGTB ha sido la islamofobiaComo vuestro presidente, haré todo lo que esté en mi mano para proteger a nuestros ciudadanos LGBTQ de la violencia y la opresión de una ideología extranjera llena de odio, creedme”, expresó Trump en su discurso de aceptación de la nominación republicana. Una frase que de hecho sirvió a a algunos medios de comunicación generalistas (no especialmente preocupados por el detalle cuando de la realidad LGTB se trata) para presentar a Trump como un político sensible a los derechos del colectivo. Activistas LGTB como Michelangelo Signorile alertaron entonces de lo equivocado de esta percepción. Algún tiempo más tarde, Trump propuso que a los inmigrantes que aspirasen a un permiso de residencia en Estados Unidos se les sometiese a un test ideológico que confirmase si comparten o no los valores estadounidenses. Según expresaron entonces miembros de su equipo, entre estos se incluirían los derechos de las personas homosexuales. Nada más se supo de esta propuesta.

Los partidarios LGTB de Trump

Como también hemos venido comentando en entradas anteriores, Donald Trump cuenta pese a todo con seguidores LGTB, como el multimillonario Peter Thiel y muchos de los denominados homocon, una corriente de gais conservadores que comparten el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como su principal enemigo. No es casualidad que, coincidiendo con la convención republicana tuviera lugar un evento de apoyo a su candidatura por parte de un grupo (pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales, y la activista antimusulmana Pamela Geller. La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB.

Yiannopoulos, por cierto, se ha lanzado en días recientes a una espiral de odio tránsfobo, calificando a las personas trans de “enfermas mentales”, defendiendo las leyes que les impiden usar las instalaciones que corresponden a su identidad de género, convertidas en la punta de lanza del movimiento LGTBfobo estadounidense.

Siendo justos, también hay que recordar que Log Cabin Republicans, el más importante y “serio” de los grupos LGTB afines al Partido Republicano estadounidense, anunció que no apoyaría a Donald Trump en las  presidenciales. Aunque hicieron una encendida defensa del candidato republicano, al que calificaron como “el más pro-LGTB de la historia del Partido Republicano”, aclararon que su decisión fue tomada en consideración al equipo fuertemente LGTBfobo que ha escogido para acompañarle en la carrera presidencial y las medidas que defienden.

Mike Pence, próximo vicepresidente

Pence-rf-bill-signingSin duda alguna la figura de Mike Pence, el próximo vicepresidente, destaca en este sentido. Su momento de mayor protagonismo como gobernador de Indiana vino precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB: en marzo de 2015 sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos ver foto, a la izquierda).

La norma provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazó con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó muy tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificase los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual. Una marcha atrás que dejó tocada la imagen de Pence y que seguramente fue una de las razones que le llevaron a aceptar la propuesta de Trump en lugar de optar a la reelección como gobernador.

El equilibrio del Supremo, amenazado

Otro de los puntos de interés en materia LGTB en los próximos años será lo que suceda con el equilibrio del Tribunal Supremo, cuyos miembros lo son de forma vitalicia. Por lo pronto, hay una vacante sin ocupar, tras el inesperado fallecimiento de Antonin Scalia, el que fuera uno de sus miembros más conservadores. Los republicanos, que controlan el Senado (y lo seguirán haciendo al menos durante dos años más) se ha negado por el momento a ratificar a Merrick Garland, el candidato propuesto por Barack Obama, de perfil centrista. Veremos qué sucede ahora: aunque los analistas apostaban a que la ratificación de Garland se produciría tras las elecciones, en este momento no es descartable que los republicanos prefieran que dicha vacante sea ocupada por un juez fuertemente conservador y contrario a los derechos LGTB.

No está de más recordar, en este sentido, la importancia de Tribunal Supremo como garante del orden constitucional estadounidense por encima de la acción del presidente y del Congreso. Gracias al Supremo, por ejemplo, las leyes de segregación racial quedaron invalidadas en los estados del Sur, y gracias al Supremo hay hoy matrimonio igualitario en todo el territorio de los Estados Unidos. Ese mismo tribunal deberá decidir en los próximos meses, por ejemplo, si es legal o no la discriminación de un adolescente trans al que no le permiten usar el baño de chicos en su instituto.

¿La caída de Pat McCrory, único consuelo?

Pat-McCrory-gobernador-de-Carolina-del-Norte-300x239Con esto terminamos el que es nuestro primer análisis del resultado de las elecciones en Estados Unidos en clave LGTB. Tiempo habrá de hilar más fino (este martes, por ejemplo, también se renovaban numerosas legislaturas estatales y se decidían varios gobernadores).

Sí que parece, a falta de la confirmación oficial, que el colectivo LGTB habría conseguido una victoria simbólica: la derrota del gobernador de Carolina del Norte, el republicano Pat McCrory, a manos de su rival demócrata, Roy Cooper. Pese al estrecho margen (menos de 5.000 votos) la derrota de McCory es especialmente significativa, dado que los republicanos han ganado allí con comodidad tanto las elecciones presidenciales como las elecciones a la legislatura del estado. Y es que la elección de gobernador se había convertido en una especie de “plebiscito oficioso” sobre la ley LGTBfoba aprobada en Carolina del Norte, de la que McCrory se había convertido en principal defensor. Un consuelo sin duda magro: los republicanos conservan el poder legislativo en ese estado y es difícil que acepten la derogación de la ley. Sí que puede servir, en cualquier caso, para lanzar un mensaje a otros líderes republicanos que estén pensando en embarcarse en aventuras similares.

Fuente Dosmanzanas

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Hillary Clinton trata de conquistar el voto de la comunidad LGTB en Florida

Viernes, 4 de noviembre de 2016
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MTE4MDAzNDEwMDU4NTc3NDIyQueda solo una semana para que se celebren las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y los dos principales candidatos aparecen virtualmente empatados en las encuestas, aunque con una ligera ventaja de Hillary Clinton si lo que se tiene en cuenta es el colegio electoral (en Estados Unidos, es el número de votos electorales que un candidato consigue reunir, en función de en qué estados logra la victoria, lo que determina el resultado final). Cada voto cuenta, también el LGTB. Por eso los dos principales candidatos han intentado atraerlo en los últimos días. De una manera bien distinta, que refleja hasta qué punto la cuestión interesa a uno y a otro.

La candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, promete avanzar hacia una sociedad más igualitaria en un mitin celebrado con la comunidad LGTB en Florida, un estado clave en la campaña en el que las encuestas le auguran un empate técnico contra Donald Trump.

Hillary Clinton, la candidata demócrata, dio un mitin en un local de ambiente LGTB (The Manor, en la localidad de Wilton Manors, Florida) en el que hizo un llamamiento a no dar ni un paso atrás sobre los avances que se han conseguido estos últimos años. Clinton, en este sentido, lo tenía fácil: le bastaba con enumerar las promesas que los republicanos han hecho sobre esta materia. Recordó, por ejemplo, que Donald Trump ha sugerido la posibilidad de revertir la histórica decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión.

De campaña por uno de los estados claves de cara a las elecciones presidenciales, Hillary Clinton une lazos con la comunidad latina a través de un concierto de Jennifer Lopez y Marc Anthony en Miami, en el que pedía que votaran el 8 de noviembre en las «elecciones más importantes de la historia», y con la comunidad LGTB en un mitin celebrado en Wilton Mannors, la segunda ciudad estadounidense con mayor cantidad de residentes identificados como LGBT, donde recordaba la tragedia de Pulse.

La candidata demócrata no desaprovechó tampoco el momento para recordar otra promesa republicana, quizá menos llamativa pero quizá más grave, en tanto podría ocurrir desde el minuto cero de la presidencia de Trump: la de anular las órdenes ejecutivas federales que impiden discriminar a las personas LGTB. Obama, recordemos, ha firmado dos importantes órdenes antidiscriminatorias que obligan tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial). El candidato republicano a vicepresidente, Mike Pence, era el encargado, hace pocas semanas, de anunciar en una entrevista esta medida.

Hillary Clinton, sin embargo, no se quedó solo ahí, y denunció de forma expresa que son todavía muchos los estados que siguen amparando la discriminación de las personas LGTB en materia de trabajo o vivienda. La candidata demócrata, de hecho, puso el ejemplo de Eleazar Andres, un trabajador gay que fue despedido de una de las empresas de Donald Trump tras denunciar el brutal acoso homófobo al que fue sometido por sus compañeros (hasta llegó a ser hospitalizado tras una agresión). En este sentido, la candidata demócrata prometió su apoyo activo a una legislación federal que prohíba este tipo de episodios. Algo que en cualquier caso parece difícil, incluso con Clinton en la presidencia si los republicanos retienen, como así parece que sucederá, el control de la Cámara de Representantes (que también se renueva el próximo martes, junto a un tercio del Senado).

No está de más recordar, hablando de discriminación a personas LGTB, que el propio Trump anunciaba en septiembre que no tendría inconveniente en rubricar la FADA (First Amendment Defense Act), una propuesta legislativa que los republicanos incluyen en su plataforma electoral y que en caso de prosperar prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.

En su mitin de Florida Clinton también prometió, por cierto, luchar por un mayor control sobre la posesión de armas para intentar evitar masacres como la Orlando, que hace unos meses conmocionó precisamente a la comunidad LGTB de Florida.

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Clinton contra Trump

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Hillary Clinton no duda en arremeter contra su contrincante en las elecciones presidenciales afirmando que tiene un «historial terrible» en relación con la comunidad LGTB, acusándole de pretender controlar los nombramientos de la Corte Suprema con el objetivo de terminar con el matrimonio igualitario y otras leyes contra la discriminación LGTB promulgadas por Barack Obama. Según ella, su oponente «no va a parar» hasta que imponga su visión «oscura y divisoria» de la realidad, algo con lo que están de acuerdo el Log Cabin Republicans, pero con lo que discreparían Caitlyn Jenner y Peter Thiel.
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Su propósito no es otro que el de tomar medidas en contra de la discriminación hacia las personas homosexuales, bisexuales y transexuales en «todos los aspectos», en el intento de convertir los Estados unidos en un «ejemplo» de sociedad igualitaria y que no vuelva a suceder una tragedia como la del club Pulse de Orlando, en la que perdieron la vida 49 personas de la comunidad LGTB.Trump contra ClintonSi bien Donal Trump apenas ha prestado atención a los rumores sobre la orientación sexual de su oponente, todos ellos de boca de mujeres que afirman haber sido amantes de Bill Clinton, con la connivencia de su esposa, no ha parado hasta conseguir que el FBI reabriera la investigación sobre el escándalo de los correos electrónicos y el uso de un servidor privado por parte de la ex secretaria de Estado a los que la candidata se refirió únicamente para señalar que se trata de una distracción de su contrincante.
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Según Robby Mook, jefe de campaña de Clinton, la reapertura del caso no va a suponer una derrota electoral, además que ha creado un efecto inverso al provocar una mayor movilización por parte de los voluntarios: «Tenemos más de 50.000 voluntarios, estamos viendo los números de registro de votación temprana. Y nos sentimos muy bien acerca de esta participación sin precedentes».

Mientras Trump exhibe una bandera arcoíris… sin decir palabra

Mientras tanto, los partidarios LGTB de Donald Trump conseguían el “gran logro” de que el candidato republicano exhibiera durante unos segundos una bandera arcoíris con la leyenda “LGBTs For Trump” en un mitin celebrado en Greely, Colorado. Trump entregó después la bandera a un asistente… y no dijo una sola palabra sobre los derechos LGTB.

Y es que, como ya hemos venido comentando en entradas anteriores, Donald Trump cuenta, en efecto, con seguidores LGTB, como el multimillonario Peter Thiel y muchos de los denominados homocon, una corriente de gais conservadores que comparten el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como su principal enemigo. No es casualidad que, coincidiendo con la convención republicana que encumbró a Trump, tuviera lugar un evento de apoyo a su candidatura por parte de un grupo (pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales, y la activista antimusulmana Pamela Geller. La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB, y Trump es el candidato más pro-LGTB de la historia estadounidense.

Yiannopoulos, por cierto, se ha lanzado en los últimos días a una espiral de odio tránsfobo, calificando a las personas trans de “enfermas mentales”, defendiendo las leyes que les impiden usar las instalaciones que corresponden a su identidad de género, convertidas en la punta de lanza del movimiento LGTBfobo estadounidense. Este es el tipo de personas LGTB que apoyan abiertamente a Trump…

Siendo justos, también hay que recordar que Log Cabin Republicans, el más importante y “serio” de los grupos LGTB afines al Partido Republicano estadounidense, ha anunciado que no apoyará a Donald Trump en las elecciones presidenciales. Aunque hacen una encendida defensa del candidato republicano, al que llegan a calificar como “el más pro-LGTB de la historia del Partido Republicano”, aclaran que su decisión ha sido tomada en consideración al equipo fuertemente LGTBfobo que ha escogido para acompañarle en la carrera presidencial y las medidas que defienden.

Las encuentas dan una de cal y una de arena

De los 20 millones de personas que ya han ejercido su derecho al voto por correo, 3 de ellos lo han hecho en Florida, un estado clave para el resultado final al tener un efecto «pendular» para evitar un posible empate en los resultados, dado que no es un estado en el que sus votantes mantengan una intención de voto constante ni hacia los repúblicanos ni hacia lso demócratas, además de que proporciona 29 de los 270 votos electorales necesarios para ganar.


Según la última encuesta, entre los que ya han ejercido su voto, un 36 % del total, Clinton tendría una ventaja de un 54 % frente al 37 % de Trump, una ventaja que se invierte entre los que ejercerán su derecho a voto de manera presencial, entre quienes el republicano lleva una ventaja del 51 % frente al 42 % que votarían por Hillary Clinton, según una encuesta del 30 de octubre.Otras encuestas no aciertan a ponerse de acuerdo. Mientras que Real Clear Politics registraba un empate entre Clinton y Trump el mismo 30 de octubre, siendo la candidata demócrata la que llevaba la delantera con una ventaja de sólo 1,6 puntos por encima del republicano sólo 4 días antes, el 26 de octubre; según la encuesta de NBC News, Wall Street Journal y Marist, sería Clinton la que aventaja por un punto a Trump, con un 45 % frente a un 44 %, repartiéndose el resto del porcentaje el candidato libertario, Garry Johnson, y el ecologista, Jills Stein, aunque sí se habría producido un aumento de dos puntos en la intención de voto para Trump desde que realizaran la misma encuesta a principios del mes de octubre. Claramente nada está decidido en los Estados Unidos ni para Donalt Trump ni para Hillary Clinton.

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¿Quién de ellos será el próximo presidente? La respuesta, en una semana.
Fuente Agencias/Universogay

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Los LGTB republicanos comunican que no apoyan a Donald Trump en su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos

Viernes, 28 de octubre de 2016
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log-cabin-republicans-300x300Log Cabin Republicans, el más importante grupo LGTB del Partido Republicano estadounidense, ha anunciado que no apoyará a Donald Trump en las elecciones presidenciales. Aunque hacen una encendida defensa del candidato republicano, al que llegan a calificar como “el más pro-LGTB de la historia del Partido Republicano”, aclaran que su decisión ha sido tomada en consideración al equipo fuertemente LGTBfobo que ha escogido para acompañarle en la carrera presidencial y las medidas que defienden.

Lo cierto es que los derechos LGTB no han sido un tema especialmente recurrente en los debates de la campaña presidencial. Pero sí fue un asunto destacado en la elección del candidato republicano, surgido de una convención que elaboró una plataforma ideológica, para presentar como oferta electoral, que puede considerarse la más anti-LGTB de la historia republicana.

Tanto así, que el propio presidente de Log Cabin Republicans, Gregory T. Angelo, declaró estar “terriblemente enfadado” con esa propuesta, que incluía medidas contrarias al matrimonio igualitario, los derechos de las personas transexuales y la adopción homoparental; además de impedir que se legislasen medidas antidiscriminatorias favorables al colectivo LGTB.

Pero Log Cabin Republicans ha esperado hasta el pasado día 22 para emitir un comunicado en el que declaran que no apoyarán al candidato republicano en su carrera presidencial. Curiosamente, lo hacen mientras lo califican, sin explicar el fundamento, como uno de los candidatos presidenciales de cualquier partido más favorable a los derechos LGTB, pero criticando el equipo fuertemente LGTBfobo del que se ha rodeado —comenzando quizás, con el candidato elegido para optar a la vicepresidencia, Mike Pence— y las medidas que apoyan. Este es el comunicado:

22 de octubre de 2016

“Confía, pero comprueba”.

Así lo advirtió el expresidente Ronald Reagan, que inspiró nuestra fundación en 1977, y es el entendimiento solemne de esa misma instrucción de nuestro presidente número 40 el que obliga a Log Cabin Republicans a negar nuestro apoyo al actual candidato de nuestro Partido.

El Sr. Trump es tal vez el candidato presidencial más pro-LGTB en la historia del Partido Republicano. Sus propuestas sin precedentes a la “comunidad LGBTQ”, una primicia para cualquier candidato de un partido importante en la historia de nuestra nación, son dignas de elogio, y deben servir como un aviso al Partido Republicano de que los días en que era necesario cumplir con un programa anti-LGTB son ahora cosa del pasado.

Pero Log Cabin Republicans se ha percatado desde hace tiempo de que no somos una organización monotemática, ni nuestros miembros son votantes monotemáticos. Incluso si lo fuéramos, la sola retórica respecto a los temas LGTB no equivale a doctrina. Mientras el Sr. Trump hablaba positivamente de la comunidad LGTB en los Estados Unidos, al mismo tiempo se rodeaba de asesores de alto nivel con un historial de oposición a la igualdad LGTB, y se comprometía a apoyar una legislación como la denominada First Amendment Defense Act, a la que Log Cabin Republicans se opone.

En caso de que el Sr. Trump se convirtiera en el próximo presidente de la nación, Log Cabin Republicans aprovecharía la oportunidad de trabajar con su administración para garantizar los avances en la libertad LGTB por los que hemos luchado y asegurar su continuidad.

Hasta que eso no ocurra, nuestra confianza estaría fuera de lugar.

Log Cabin Republicans continuará el resto del ciclo electoral de 2016 comprometido con la preservación y el crecimiento de las mayorías del Partido Republicano en el Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.

Esta falta de respaldo al candidato Trump contrasta con el apoyo que prestó Log Cabin Republicans a Mitt Romney en su carrera contra Barack Obama en 2012. Romney se caracterizó por un discurso marcadamente LGTBfobo, con propuestas como enmendar la Constitución para prohibir el matrimonio igualitario, y con acciones como impedir el registro de los hijos de las familias homoparentales.

Trump y Pence: una opción que se prevé nefasta para los derechos LGTB

BJC9anECAunque lo cierto es que Donald Trump partía de posiciones bastante menos LGTBfobas que las que defendía el que fue su principal contendiente en las primarias republicanas, Ted Cruz, lo cierto es que el ahora candidato no ha dudado en abrazar los postulados contrarios a los derechos LGTB para hacerse con el favor de la derecha republicana más conservadora. Un giro que se hizo evidente cuando Trump sugirió la posibilidad de revertir la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Declaraciones que causaron cierta sorpresa en el colectivo LGTB estadounidense, que consideraba que en el tema del matrimonio igualitario Trump era partidario de pasar página.

Semanas después Trump dio algunas esperanzas al activismo LGTB cuando defendió, al ser preguntado por periodistas sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte, que las personas transexuales pudiesen hacer uso de los baños que mejor se acomodasen a su identidad de género, al tiempo que se lamentó del daño económico que generan este tipo de leyes, que considera innecesarias. Eso sí, a las pocas horas Trump arrojaba un jarro de agua fría sobre esas mismas esperanzas, al asegurar primero que debían ser los estados los que decidieran sobre esta materia, para finalmente completar el giro al apoyar abiertamente la posición de los republicanos de Carolina del Norte y de su gobernador, Pat McCrory, firme defensor de la ley discriminatoria.

De la misma forma, Trump no ha tenido problema ninguno en asumir la plataforma ideológica que los republicanos aprobarob en la convención de Cleveland, considerada la más abiertamente LGTBfoba de la historia. Los puntos incluidos en la plataforma son, a este respecto:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores“consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero: el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

La elección de Pence confirmó el giro conservador 

Pero sin duda el gesto que de una forma más tajante dejó claro el giro conservador de Trump en materia LGTB fue la elección como candidato a vicepresidente de Mike Pence, gobernador de Indiana, un político cercano a la derecha religiosa que en las primarias republicanas apoyó sin fisuras a Ted Cruz. Opuesto al aborto, a la investigación con células madre, negacionista del cambio climático y cercano al creacionismo, en el año 2000, durante su campaña para ser elegido congresista, llegó a proponer que se utilizasen fondos destinados a ayudar a personas con VIH para sufragar a organizaciones que promovieran las “terapias reparadoras” entre aquellos que quisiesen modificar su orientación sexual.

No es de extrañar, pues, que su momento de mayor protagonismo como gobernador viniese precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB. En marzo de 2015, Mike Pence sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (también bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos.

La norma, sin embargo, provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazaba con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificara los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual.

“No” a las órdenes contra la discriminación

Pence era el encargado, hace pocos días, de anunciar en una entrevista que una de las medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas que impiden discriminar a las personas LGTB, al considerar que suponen una intromisión en la libertad de los estados. Obama, recordemos, ha firmado dos importantes órdenes e  tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial).

El propio Trump, de hecho, acababa con cualquier esperanza de una presidencia “neutra” en materia LGTB al anunciar en septiembre que no tendría inconveniente en rubricar la FADA, y legalizar de esta forma la discriminación contra las personas LGTB en base a argumentos religiosos, si finalmente resultase aprobada por un Congreso de mayoría republicana.

Fuente Dosmanzanas

 

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El Partido Republicano de Texas se posiciona a favor de las peligrosas “terapias reparadoras”

Miércoles, 11 de junio de 2014
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gay_nogayLa federación republicana en el estado norteamericano de Texas ha celebrado su convención bienal, en la que ha aprobado su nueva plataforma política para las próximas convocatorias electorales. Entre sus propuestas, llama particularmente la atención el apoyo a las probadamente peligrosas “terapias” para “curar” la homosexualidad.

Según el texto aprobado, los republicanos texanos “reconocen la legitimidad y eficacia del counseling, que ofrece terapia reparadora y tratamiento para los pacientes que buscan curación e integridad de su estilo de vida homosexual. Ninguna ley ni decreto podrá limitar o restringir el acceso a este tipo de terapia”. El programa se votó en bloque, por lo que la medida fue aprobada sin discusión por parte de los delegados participantes en la convención. Solo el grupo LGTB Log Cabin Republicans intentó tímidamente oponerse a la iniciativa, aunque finalmente desistieron por miedo a que sus esfuerzos fueran contraproducentes y se adoptaran nuevas resoluciones homófobas.

La iniciativa parte del Eagle Forum, una organización de la órbita del Tea Party cuya portavoz Cathie Adams ha defendido su idea haciendo hincapié en el carácter voluntario de las “terapias”. “No creo que los homosexuales nazcan homosexuales”, opina Adams, para quien, a diferencia de lo que pasa con “el color de la piel o el lugar de nacimiento”, los “estilos de vida” se pueden “elegir”. La líder del Eagle Forum asegura haber conocido a un hombre gay que se habría vuelto heterosexual con estos dañinos “tratamientos”.

A pesar de ser comprobadamente ineficaces y perjudiciales, Adams se refirió a estas “terapias” como una “cuestión de libertad” y criticó que California y Nueva Jersey las hayan “ilegalizado completamente”. Lo cierto es que los mencionados estados solo han prohibido su aplicación en menores de edad. La ley californiana fue recurrida ante la justicia federal, que la declaró plenamente constitucional el año pasado.

En contra del criterio médico

Como hemos insistido en ocasiones anteriores en que nos hemos referido a este tema, no se trata solo de que la homosexualidad dejara hace años de ser considerada un trastorno por las sociedades médicas y por la OMS. Lo que es especialmente preocupante es que este tipo de intervenciones pueden ser tremendamente peligrosas, como ya han advertido organizaciones como la Asociación Americana de Psicología (APA), la Asociación Médica Británica o las más importantes organizaciones de psicoterapeutas del Reino Unido.

La APA, tras una completa revisión de la evidencia disponible, concluyó por ejemplo que no es posible sostener que un paciente puede cambiar su orientación sexual a través de terapia, mientras que los daños potenciales de tales intervenciones pueden ser graves, incluyendo depresión y tendencias suicidas. Sobre la problemática que suponen las personas homosexuales que movidas por su fe religiosa acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, la APA recomendaba ser honestos con ellos sobre la eficacia de tales prácticas. El objetivo en estos casos debe ser favorecer la aceptación de la propia realidad sin imposiciones.

En definitiva, la aplicación o recomendación de este tipo de prácticas van en contra del conocimiento médico actual y de la lex artis que obliga a todo profesional sanitario. Hay países en los que incluso estas prácticas están castigadas por los organismos reguladores (en el caso de Brasil, por ejemplo, las prohíbe el Consejo Federal de Psicología, pese a que diputados evangélicos han intentado, por el momento sin éxito, acabar con dicha prohibición).

Fuente Dosmanzanas

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