Del blog de Xabier Pikaza:
Dom 14, tiempo ordinario, ciclo A. El evangelio de hoy ofrece la clave del mensaje cristiano, entendido como “revelación”, es decir, es decir como apertura y despliegue de una experiencia más alta del sentido y tarea de la vida.
a. Quien proclama el texto es Jesús Resucitado, portador de esa Revelación, aquel que puede hablar en nombre de Dios, hombre cercano, nueva humanidad, en gesto de amistad y gracia.
b. Frente a Jesús se elevan los “sabios y entendidos”, que calculan y organizan la vida siguiendo unas normas de prudencia económica, social y religiosa…
Éstos son los sabios del mundo: los representantes del FMI, del BMC, los políticos… Es evidente que no resolverán el problema de la vida.
Éstos son los sabios de la Iglesia, el G8/9, los cardenales…, la comisión del Banco Vaticano (de la que ayer hable). Es evidente que tampoco ellos arreglarán nada, a no ser que aprender a ver las cosas y a vivirlas de un modo distinto, como los pequeños y los niños de los que habla el evangelio, desde abajo, en un nivel más alto.
c. En contra de los sabios se elevan aquí, desde Jesús, los “pequeños” (nepioi), que son los sencillos, los pobres y oprimidos, los niños… aquellos que son capaces de comprender que es posible otro mundo, otra vida, otra familia, otra humanidad… Estos son los que “saben” de verdad, los que obtienen un conocimiento más alto de la vida, a través de Jesús.
d. Este pasaje proclama la gran “inversión” del evangelio, es decir, la revelación del conocimiento supremo que se expresa en el amor mutuo, en la ternura, en la acogida… Así viene a expresarse la verdad del corazón, que es la verdad de la vida, que Dios ofrece a todos, de un modo especial a los pequeños y a los pobres.
e. Ésta es una verdad “cristológica”: Está fundada en la experiencia de Jesús, que ha dialogado con Dios, como un Hijo con su Padre, y que por tanto puede responderle, y revelar su misterio de vida. Ésta es una verdad “social”, abierta a todos los que quieran dialogar con Jesús y aprender su camino.
f. Ésta es una verdad radicalmente revolucionaria… En ella se expresa la condena de un mundo guiado por comités de sabios militares y sociales, económicos y políticos… que van dirigiendo a la ruina la vida de los hombres. Frente a ellos descubrimos aquí que otro mundo es posible, otra vida.
Aquí se plantea y propone la gran revelación/revolución de la vida, desde abajo, desde los pequeños y pobres, en la línea de Jesús. Éste es el más alto manifiesto cristiano de los evangelios sinópticos. Bienaventurados quienes lo asuman y cumplan.
Texto litúrgico:
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
a. Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
b. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
c. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera (Mateo 11,25-30)
Un texto clave
El texto (que pertenece a la tradición del Q: cf. Lc 10, 21-22) se sitúa entre el rechazo de las ciudades galileas, que optan por seguir la ley tradicional (Mt 11, 20-24) y la acusación de los fariseos, que pretenden matar a Jesús porque no guarda el sábado (cf. 12, 1-14; especialmente 12, 7). Puede interpretarse como centro de Mt (y en algún sentido de todo el NT) y ofrece, de algún modo, su revelación cristológica suprema: aquí culmina lo anterior; desde aquí debe entenderse lo que sigue (especialmente Mt 28, 16-20).
Quien habla en el texto es el Cristo pascual, que se revela como fuente de sabiduría, Hijo de Dios y Salvador ante sus fieles. Quizá puede recoger la palabra de un profeta cristiano, que habla en nombre de Jesús resucitado, revelando su más hondo secreto, en una línea que será desarrollada por el evangelio de Juan. Lo dividimos en tres partes:
a. Revelación del Padre (11, 25-26)
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo:
a. Yo te confieso, Padre, Señor de cielo y tierra,
b. pues has ocultado esto a sabios y entendidos,
b’. y lo has revelado á los pequeños.
a’. Sí, Padre, pues que esta ha sido tu voluntad.
Frente a los sabios y entendidos, representados por los orgullosos galileos de de 11, 20-24 (b), se sitúan ahora los “pequeños” (nêpiois,oij), que han acogido la palabra de Jesús (b’). La revelación salvadora de la voluntad del Padre (su apocalipsis) se vincula a la acogida y confesión de Jesús; por eso, él da gracias al Padre, en gesto de admiración religiosa (a y a’).
Nos hallamos ante un verdadero misterio: la manifestación de Dios rompe la dinámica religiosa de sabiduría y grandeza que se encarna en las ciudades galileas, presumiblemente orgullosas por su conocimiento de las Escrituras, que están siendo explicadas por los “maestros” fariseos que empiezan a misionar en la zona, oponiéndose a los discípulos de Jesús (entre el 40 y 70 d. C.). Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo A, Dios, Evangelio, Jesús, Llamadas, Pequeños, Tiempo Ordinario
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