Dom. 12.2.17 No matar, no adulterar, no jurar (mentir)
6. dom. Tiempo ordinario, ciclo A. Mateo 5,17-37. Las tres primeras antítesis del Sermón de la Montaña nos sitúan ante las raíces la vida humana:
‒ Los hombres han tendido desde antiguo a matar, matar y mentir (jurar mintiendo), para así oprimir a los otros y defenderse a sí mismos.
‒ Pero la cultura humana (la vida) sólo puede mantenerse superando el homicidio, el adulterio y la mentira (un juicio mentiroso).
De esos tres principios tratan antítesis de Jesús; no hablan de un Dios separado de la vida, sino de una vida que se mantiene y extienden en respeto radical ante todo ser humano (no matar), en la fidelidad personal (no adulterar, superar el incesto) y en cultivo de la verdad, entendida como transparencia persona y fiabilidad (no jurar mintiendo).
De esos tres principios (que él llamaba thanatos, eros y principio de realidad) hablaba S. Freud hace un siglo, en un plano psicológico. En un plano más alto habló de ellos Jesús, formulando las bases supremas de la cultura humana y de la vida, como dice este evangelio.
Quizá no se han dicho nunca palabras más hondas, gratificantes y exigentes. Normalmente sentimos miedo ante lo que ellas implican, y por eso seguimos recurriendo a juramentos “sagrados”, a formas “legales” de violencia, a diversos tipos de adulterio.
Ante esas palabras del evangelio de este domingo no hay más respuesta primera que el silencio, la admiración y, si es posible, la acogida más cordial, para cumplirlas.
Sólo tras ese silencio me atrevo a comentarlas (tomando algunas ideas de mi Comentario de Mateo, Verbo Divino, Estella 2017) y de mi Diccionario de la Biblia. Prescindo de todas las notas eruditas, no me ocupo del “libelo de divorcio” (incluido en el tema del divorcio, pues he tratado en otras ocasiones). Simplemente evoco estos tres motivos centrales de la vida humana, según el evangelio:
‒ No matar (es decir, ser fieles a la vida de los demás)
‒ No adulterar (es decir cultivar la fidelidad en el amor personal)
‒ No jurar (no apelas a Dios para sancionar una palabra, ser fieles en la verdad).
Así las comentaré, una tras otra. Buen domingo a todos.
1. No matar… no airarse contra el hermano (5, 21-26)
La primera antítesis trata, lógicamente, del impulso de muerte. La estructura del texto es clara, aunque compleja. Hay una afirmación básica (5, 21-22a), propia de Mateo, y tres ampliaciones o concreciones. La primera (el que llame a su hermano imbécil…: 5, 22b) es propia de Mateo. La segunda (5, 23-24) es también propia de Mateo, y nos sitúa en un contexto donde todavía se aceptaba el culto del templo de Jerusalén, pero ha sido matizada con una tradición que aparece en Mc 11, 24 (prioridad del perdón mutuo sobre el templo). La tercera (5, 25-26) ha sido elaborada por Mateo a partir del Q (cf. Lc 57-59).
Mt 5 21 Habéis oído que se ha dicho a los antiguos: “No matarás; el que mate será reo de juicio22. Pero yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo de juicio”. Pues el que llame a su hermano imbécil, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame renegado/invertido, será reo de la gehena de fuego.
‒ 23 Pues si llevas tu ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; y entonces, volviendo, presenta tu ofrenda. 25 Intenta reconciliarte con tu adversario pronto, mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26 Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último cuadrante.
Jesús pasa por alto los mandamientos de tipo más religioso (no tendrás otros dioses frente a mí, no te harás ídolos…), propios de Israel, para insistir en los de tipo ético, que tienen un carácter universal, de forma que pueden aplicarse a todos los seres humanos, conforme a la segunda “tabla” del Decálogo (cf. Ex 20, 1-11; Dt 5, 7-15). Lógicamente comienza con el homicidio, que es el pecado que aparece con más fuerza a lo largo de la Biblia, desde la muerte de Abel (Gen 4) hasta la de Jesús, asesinado por las autoridades legales de su tiempo. Desde el trasfondo de la Biblia, el hombre aparece como un ser que puede matar a otros seres humanos, de manera que la primera la “ley” se establece para impedirlo (Gen 9, 6; Ex 30, 13; Dt 5, 17).
Jesús retoma una larga tradición bíblica centrada en el “no matarás”, que aparece ya en la legislación noáquica (de Noé), tras el diluvio, como ley universal, para todos los pueblos: «El que derrame sangre de hombre, su sangre será derramada por hombre; porque a imagen de Dios él hizo al hombre» (Gen 9, 4) Pues bien, Mt 5, 17-26 profundiza en el homicidio, pero no en un plano de ley, promulgando con más fuerza el talión (cf. Mt 5, 28-32), sino situando el tema en un plano anterior, que es el de la ira, que está en la raíz del homicidio, insistiendo en el riesgo de enojarse en contra su hermano (5,22/), retomando así el motivo de fondo del pecado de ira de Caín contra Abel (Gen 4, 4-16).
De manera sorprendente, Mateo nos sitúa ante el principio de la violencia homicida, que es la “ira”, la raíz mala del pecado, de la que se ocupan los apocalípticos (4 Esdras, 2 Baruc) y Pablo. La solución no es matar al homicida, sino superar la ira, esto es, el rechazo del prójimo.
Ésta es la visión que Pablo ha formulado en claves más teológicas (paso de la ira de Dios al perdón del pecador: Rom 1-3) y Mateo más sociales. Ésta ha sido la experiencia clave de los primeros cristianos, que han ido descubriendo con Jesús que ellos pueden superar la ira (la violencia homicida interior), para convertir la vida en encuentro personal con el hermano. Éste es el tema que irán desarrollando, desde diversas perspectivas, las antítesis siguientes, especialmente las dos últimos: superar el talión, amar al enemigo. Estos son los elementos básicos de esta primero antítesis:
‒ Principio: no airarse contra el hermano. Un proyecto de fraternidad (5, 22 a). El tema fundante es la superación de la ira, el movimiento interior de enojo contra el hermano. Por eso, el punto de partida ha de ser la limpieza interna, la transformación del corazón (lo que Dios quería de Caín en Gen 4): Que no se deje dominar por la “mordedura” de la rabia interna. Jesús condena expresamente la ira contra el hermano (tw/| avdelfw/|, 5, 22), que, en un primer momento, es el compañero de comunidad o iglesia (el co-judío o co-cristiano). Pues bien, desde la perspectiva de Gen 4, con Abel y Caín como símbolo de la humanidad y desde Mt 25, 31-46 hermano es cualquier hombre o mujer que está a tu lado, en especial el pobre. Leer más…
Comentarios recientes