Sudáfrica: condenado a 30 años de prisión por la “violación correctiva” y el asesinato de una joven lesbiana
Terrible hecho con tintes surrealistas el ocurrido en Sudáfrica, país acostumbrado a vivir diferentes escenas homófobas. Un hombre ha sido condenado a 30 años de cárcel tras confirmar que asesinó a una lesbiana y más tarde “violó” su cadáver con una escobilla de baño. El asesino conocía a la víctima y a su familia, e incluso asistió a una misa por su muerte antes de ser arrestado. El sabía que era lesbiana, y al parecer hizo todo esto como una labor de “violación correctiva”, un acto que busca curar la homosexualidad mediante la violación. Algo espantoso y que se hace con cierta frecuencia en el país africano.
Lekgoa Lesley Motleleng (fotografía derecha), ha sido condenado a 30 años de prisión por el brutal asesinato y violación de la joven lesbiana Duduzile Zozo (fotografía izquierda), ocurrido en Ekurhuleni, cerca de Johannesburgo, a finales de junio de 2013. Se trataba, desgraciadamente, de un nuevo caso de “violación correctiva”, término con el que se conoce a la brutal práctica, extendida en Sudáfrica, de violar a mujeres abiertamente lesbianas para así darles “una lección”, y que en muchas ocasiones desemboca en un asesinato.
Duduzile Zozo, de 26 años de edad, fue salvajemente violada y asesinada en junio de 2013. Fue encontrada medio desnuda cerca de su domicilio, con una escobilla de baño introducida en su vagina. La madre de la joven, Thuziwe Zozo, aseguraba que su hija era apreciada por la comunidad y nunca había tenido problemas, y mostraba su convencimiento de que había sido atacada debido a su sexualidad.
El asesinato produjo una gran conmoción social, con repetidas llamadas al gobierno para que tomase medidas contra la plaga de “violaciones correctivas” que sufrían las mujeres abiertamente lesbianas en Sudáfrica. La activista Thulisle Msiza declaraba en aquellos momentos: “parece que las lesbianas no podemos ir a ninguna parte. No podemos ser nosotras mismas. Hemos de escondernos, o de lo contrario somos asesinadas. Hemos de permanecer entre paredes. Como animales enjaulados (…) Es como vivir de nuevo en la era del apartheid”.
La investigación policial condujo hasta un joven de 22 años, Lekgoa Lesley Motleleng, vecino de Duduzile Zozo, que tuvo incluso la sangre fría de acudir a la vigilia previa a su entierro antes de ser identificado como su asesino. Según esa investigación, la violación y asesinato se produjo después de que la joven rechazara las proposiciones de Lekgoa Lesley Motleleng.
Según informa la organización de mujeres lesbianas sudafricanas Forum for the Empowerment of Women (FEW), la condena ha sido fruto de un acuerdo con la fiscalía alcanzado el pasado mes de octubre. Siphokazi Nombande, miembro de FEW declaraba que “no me siento totalmente satisfecha con la condena. Merecía la cadena perpetua. Mató a una mujer inocente que sabía que era lesbiana”.
El juez del caso, Tshifiwa Maumela dijo que esperaba que se deteniesen este tipo de actos “correctivos” y que dejasen al colectivo LGBT vivir su vida libremente y disfrutar de los mismo derechos consagrados en la Constitución de Sudáfrica. Un estudio reciente llevado a cabo en Sudáfrica muestra que una de cada 3 lesbianas en Sudáfrica es obligada a tener sexo para que se “curen”. Nombande, sin embargo, sí se mostraba satisfecha con la actitud del juez, que condenó expresamente las “violaciones correctivas”. En palabras del magistrado, las personas LGTB solo quieren que “las dejen en paz” y “nadie tiene derecho a corregir a nadie”. Según Nombande, no es frecuente que un juez reconozca el sesgo homófobo en este tipo de juicios. “En la mayoría de los casos a los que hemos asistido”, afirma Nombande, “es raro que el juez mencione el hecho de que la persona ha muerto porque el atacante estaba tratando de ‘corregirla’. Al menos en esta ocasión se ha comprendido que no se trataba de un caso más de violación o asesinato, sino que había un elemento de odio”.
La brutal práctica de las “violaciones correctivas”
Desgraciadamente, el de Duduzile Zozo era el enésimo caso de una mujer salvajemente atacada por su homosexualidad en Sudáfrica, donde la vida de una mujer lesbiana de raza negra tiene escaso valor. Estas mujeres son víctimas de “violaciones correctivas” que con frecuencia llegan al asesinato, con el objetivo de “curarlas” de su homosexualidad y, en último término, “castigarlas”.
En dosmanzanas hemos recogido algunos de esos nombres. En agosto de este año fue descubierto el cuerpo sin vida de Gift Makau, a quien habían violado, estrangulado e introducido una manguera en la boca. Otros casos han sido los de Patricia Mashigo, de 36 años, apedreada hasta la muerte en abril de 2013; Sihle Skotshi, una jovencísima jugadora de fútbol, asesinada por un grupo de salvajes en noviembre de 2012; una adolescente de solo 13 años violada en mayo de 2011; Noxolo Nogwaza, activista brutalmente violada y asesinada en abril de 2011, o la futbolista Eudy Simelane, también violada y asesinada en el año 2009.
Casos que no son más que la punta del iceberg: se calcula que solo en Ciudad del Cabo se producirían cada semana hasta diez violaciones de este tipo. Y al menos se habrían producido una treintena de asesinatos en los últimos 15 años, según la periodista sudafricana Janet Smith.
No fue hasta mayo de 2011 que el Gobierno de Sudáfrica decidía crear una comisión para perseguir los crímenes de odio de raíz homófoba, después de que le llegara una petición firmada por 170.000 personas en la que se pedía al Gobierno que tomara cartas en el asunto (una iniciativa promovida por activistas lesbianas locales). Una comisión que sin embargo no parece haber conseguido gran cosa, y cuya pasividad fue denunciada en 2013 por los activistas. Ello ocurre, no lo olvidemos, en el país de África con un mayor nivel de protección jurídica de las personas LGTB -gracias a su avanzada legislación en derechos civiles tras el final del apartheid– y en el que en mayo de este año conocíamos la noticia del nombramiento de la primera ministra abiertamente lesbiana en la historia del continente.
Fuente Ragap y Dosmanzanas
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