Siempre fui y sigo siendo una ávida lectora y admiradora de Dolores Aleixandre. De ella he aprendido que la historia bíblica es nuestra historia, que la salvación acontece hoy y que los personajes bíblicos no son seres del pasado sino que nos habitan y podemos reconocer su espíritu en hombres y mujeres cotidianos. Cuando empecé a vivir en Lavapiés un amigo cura me dijo que nuestra comunidad era muy paulina por la apuesta tan apasionada que teníamos por el diálogo intercultural y nuestra presencia en los areópagos. No me gustó mucho la verdad, porque me ha costado tiempo y muchas lecturas liberar a San Pablo de su etiqueta misógina y reencontrarme con el compañero de Febe, Junia, Priscila, Tecla, etc.
Hoy en la historia de las genealogías que sostienen mi fe, Pablo de Tarso es uno de mis referentes, quizá porque como él me caigo del caballo cada día ante la buena y descolocante noticia de la irrupción de la diversidad en mi vida. Quizás también por mi gusto por el género epistolar porque no entiendo la teología más que como una carta de amor a Dios y al pueblo, como dice Gustavo Gutiérrez [1]. Junto a Pablo, otra mujer cuyo espíritu siento que habita en muchos corazones de mi barrio, incluido el mío, es el espíritu de Dorothy Day en su apuesta por las comunidades de hospitalidad, la desobediencia civil y no violencia activa frente a la injusticia, y su convencimiento de que la revolución ha de ser permanente e implicar el cambio del corazón: cambiar de vida para cambiar la vida
Reconozco su espíritu en muchas mujeres jóvenes de mi barrio, en algunas madres solas, que como Dorothy la fidelidad a unos estilos de vida ha tenido como consecuencia la ruptura con sus parejas, o en otras mujeres que acogen en sus casas a personas refulgidas en tránsito y lo hacen organizadamente, con un fuerte espíritu comunitario y aceptando complicarse la vida con ellos y ellas. Una de estas amigas se llama Marga y está actualmente en Calais. Marchó con una brigada europea de Catolic worker, cuando se enteraron que el gobierno francés había dado orden de empezar desmantelar los campamentos de personas desplazadas. Ella se presenta como okupa y anarco-cristiana. Pero para nosotras es sobre todo una maestra en confianza y libertad en el compromiso con la hospitalidad y la justicia. Desde Calais nos escribe cada quince días a la comunidad intercultural “que nos juntamos a orar juntos en nuestra casa semanalmente. Leemos sus cartas con el mismo fervor que los Gálatas o los Corintios, leerían las de San Pablo, solo que éstas van dirigidas a los y las lavapiesienses. Con ella mascamos la vergüenza de los campamentos de inmigrantes en Calais en el corazón de una Francia donde la libertad, la igualdad, la fraternidad hace tiempo que se hicieron pedazos.
Calais, como Idomeni, como Tarajal, es otro rostro de la vergüenza de Europa. En Calais han llegado a convivir 7000 personas en condiciones de insalubridad absoluta y en acoso constante por la policía o los grupos neonazis. En el 2015 murieron 25 personas atropelladas o electrocutadas en su intento de atravesar el eurotúnel que conduce a Dover (Inglaterra). Pero cuando leemos las cartas de Marga sentimos que Calais es también el rosto de la dignidad y la resiliencia, de la complicidad contra las fronteras y que no todo está perdido, porque hay gentes que entregan cada día su corazón, unidos en un mismo latido, para cruzar las fronteras y borrarlas hasta que se eliminen de los mapas y los diccionarios. Así, junto al horror, en Calais, conviven la ternura y la humanidad derramándose a borbotones, haciendo frente y denunciando la violencia policial y xenófoba con que los campamentos son desmantelados y atacados. Pero mucho mejor que yo nos lo narra Marga, en una de sus últimas cartas:
“Ya llevo 2 semanitas trabajando en el Centro de Mujeres y Niños, que tiene una “Escuela”, en la que intentamos crear un espacio seguro para que las niños puedan jugar tranquilos, socializar, leer, ver pelis, etc y tengan una rutina, para que cuando vuelvan al cole oficial, puedan adaptarse más fácilmente a los horarios y clases. Preparamos las sesiones con todo tipo de juegos y actividades de una forma comprensible para todas, pues tenemos kurdos, afganos, etíopes, eritreos, sirios. Las voluntarias somos sobre todo de Inglaterra y Francia, aunque también hay belgas y otras nacionalidades. La diversidad ayuda a crear un ambiente de respeto entre personas de diferentes procedencias, aunque a veces el peso de los estereotipos entre pueblos trata de dividir a las mismas niños… (“Yo con este no juego, que es kurdo” y cosas así…).
Los sábados es el día de la Belleza de las mujeres y viene gente a depilar, a dar masajes. Es un día de descanso y fiesta para muchas, a las que les gusta cuidarse y arreglarse!. La gente de la escuela prepara actividades para los niños, para que las mamis puedan descansar. Muchas tienen síntomas de estrés postraumático, con insomnio, caída de cabello y en el Campo, aunque no falta comida, se vive una situación muy precaria. Además, por temor a los grupos neonazis, la mayoría no se atreve a salir del Campamento, por lo que su libertad se encuentra limitada y su sensación de seguridad está muy minada.
Hay unas niñas y niños super lindos. Había un nene afgano que hablaba 5 lenguas, de 5 años. Su familia ya pidió asilo en Francia y se fueron. Muchos niñas de 12 en adelante pasan el día yendo por agua a las fuentes y ayudando en la recogida de comida y cuidado de hermanos. Kabil es un pequeñín con el que me rio mucho. Le encanta estar limpísimo, perfecto. Cuando fuimos a la playa con Caritas Internacional, no quería pisar la arena húmeda por no mancharse los zapatos. Siempre que le veo, va como un pincel, con sus deportivas blancas y le digo: ¡pero qué limpio estás! Y se ríe. La verdad es que mantenerse limpio en este barrizal es una tarea imposible que no sé cómo lo consigue.
Un grupo muy importante en el campamento son las Ginecólogas sin fronteras. La llamamos las tres mosqueteras. La situación de las mujeres es super dura y ellas son estupendas, son muy buenas médicas y además trabajan con mucha delicadeza y quitan mucha angustia. La gente que estoy conociendo, tanto refugiadas como voluntarias o activistas son súper interesantes. Entre los desplazado hay artistas y gente con estudios universitarios, que tratan de mantener la paz en el campa, a costa de dejar un poco de lado su proyecto de asilo político, Hay una gran diversidad. Por ejemplo hay iraníes que quieren ser cristianos, pero si son musulmanes es delicada su conversión: tienen que bautizarse en secreto, porque los extremistas los presionan mucho.
En el campamento tengo dos amigos sudaneses súper majos. A nada que ven un problema aparecen como ángeles justo cuando los necesitas. Hay adolescentes que vienen solitos y están un poco mal psíquicamente. También hay un viejito afgano que está medio mal al que la gente trata con mucho cariño Tengo que investigar todas estas situaciones para ver cómo podemos lograr que no empeoren, porque el campamento no es país para nadie, pero menos, para las personitas más vulnerables, que peor lo pasan. Otra de las cosas que me ha encantado ha sido L’Arche, de Jean Vanier. Es una comunidad que trata de querer y cuidar la individualidad de cada persona, tal como es, con una mayor o menor sensibilidad, fragilidad, inteligencia o capacidad en los distintos aspectos de la vida Una mujer con diversidad intelectual lloraba diciéndome que no soportaba ver sufrir así a la gente, que le encantan los niños y no podía entender el maltrato que estaban sufriendo…
No tengo mucho tiempo para escribir, por eso escribo cuando puedo y en la lengua que puedo. Contadme vuestras batallas, noticias de España, elecciones y eso… Gracias por estar ahí. Veniros alguien más…Venga animarse que aquí hay que echar muchas manos”.
Ciertamente el espíritu de Pablo de Tarso y Dorothy Day, habita en muchas Margas que desde Lavapiés hasta Calais transita fronteras para ayudar a saltarlas.
Pepa Torres Pérez
(El Blog de Pepa Torres Pérez)
[1] GUSTAVO GUTIERREZ, La densidad del presente, Lima, Instituto Bartolomé de las Casas, 2003.
Fuente Fe Adulta
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