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La “vergogna” de la frontera con África

Martes, 9 de febrero de 2016
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salto-migratorio-Europa_EDIIMA20140405_0086_14De su blog Teología sin Fronteras:

Cuando el papa Francisco visitó la isla de Lampedusa, donde se concentraban miles de refugiados, que venían huyendo de las hambrunas, de la violencia y la muerte, que tanto sufrimiento vienen causando, no sólo en los países del Magreb, sino en gran parte de África, el papa gritó: ¡Che vergogna!”, “¡Qué vergüenza!.

Los motivos de esta vergüenza vienen de lejos. Europa ha sido demasiado cruel con África. Lo he recordado más de una vez. Ya en 1454, el papa Nicolás V le concedió al rey de Portugal el “derecho de invadir, conquistar y someter a perpetua esclavitud a las gentes que habitan en África” (Bula “Romanus Pontifex”, n. 5. Bull. Rom. V, 113). Esta decisión fue renovada por León X (1516) y Pablo III (1534). Así quedó “justificado” el colonialismo de Europa sobre África durante siglos. A partir de Carlos V, los flamencos de su corte recibían toda clase de títulos y, entre ellos, las licencias para conducir esclavos negros a las colonias americanas. Hoy resulta imposible calcular las “piezas de indias” (así se les llamaba), que eran embarcados en Luanda y, los que sobrevivían a la travesía del Atlántico eran vendidos sobre todo en el mercado de Cartagena de Indias. Los negros morían pronto y sólo en casos excepcionales soportaban siete años continuos de trabajo. Este fue el gran negocio de holandeses, belgas, ingleses, portugueses, etc durante los siglos del 17 al 19.

En el s. 20, el negocio de minerales, maderas, piedras preciosas… ha sido incalculable, entre otras razones porque, en gran medida, se ha hecho de forma clandestina. En todo caso, el famoso coltán, el oro, plata, cobre, zinc, galio, germanio, cerio, lantano, estaño, niquel, diamante, cobalto, uranio, magneso, tunsteno… han enriquecido con millones y millones de ganancias a los comerciantes de medio mundo, especialmente de Europa. Insisto en el negocio del coltán, que hace posible el peso liviano de nuestros teléfonos móviles. El coltán se extrae, en cantidad y calidad, en Ruanda y en el noreste del Congo.

Así, Europa ha disfrutado de África cuanto le ha interesado. Y además es un continente que los europeos hemos utilizado como “patio de recreo”, para cazerías, turismo, aventuras, etc. Y ahora, cuando los africanos, a causa de la violencia que han tenido que soportar, se mueren de hambre o se matan entre ellos, en guerras para las que Europa les vende los armamentos que necesitan para terminar de destrozarse del todo. Y estando así las cosas, cuando algunos quieren venirse a Europa, les ponemos vallas de seis metros, con concertinas en las que queden lisiados. Por no hablar de los que mueren en el Mediterráneo.

Ayer se ha publicado, en Religión Digital, la noticia de la expulsión del jesuita Esteban Velázquez que, en Nador, se dedicaba a ayudar a los africanos que quieren pasar a Europa, buscando trabajo, dignidad y paz. No entro aquí a analizar este caso concreto. Me limito a decir que Esteban Velázquez es un hombre honrado, coherente y honesto de forma ejemplar. Las críticas e insultos, que Esteban recibe de algunos, retratan a quienes maltratan a un hombre que ha tomado en serio su propia humanidad, la nuestra y, sobre todo, la de quienes se ven peor tratados por la vida.

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“Vivir”, por Miguel Núñez Ballesteros

Sábado, 11 de julio de 2015
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vivirLeído en la página web de Redes Cristianas

Los veo durmiendo en las aceras cuando voy al trabajo, cerca de la estación de autobuses, en los portales, en las entradas de los aparcamientos. Toda su propiedad en un carrito de la compra atado con cuerdas, un bulto bajo la manta, zapatos vacíos a la altura de los pies y un perro vigilante que levanta la cabeza a mi paso. Me pregunto quiénes son, de dónde han venido, qué vivieron antes.

En casa cenamos frente al televisor. Los niños siempre buscan programas para reír, pero yo les impongo las noticias. Solo media hora para saber qué ocurre. Callamos cuando aparecen saliendo del mar muertos de frío y de cansancio, los vivos. Los muertos quedaron atrás arrastrados por las aguas. Solo unos números sin nombres, un porcentaje en la estadística. Veo sus rostros mientras se dejan conducir a tierra,  algunos sonríen a la cámara, intentan formar el signo de la victoria con los dedos y yo trato de retener los nombres: Trípoli, Catania, King Jacob, Lampedusa. Nadie habla en casa.

vivir2Montaje sobre fotografía de Massimo Sestini

La noticia pasa pronto, vienen otras que nos hacen sentir aliviados: una discusión parlamentaria, un desfalco, unos goles de Messi. Mi mujer va a la cocina. Los niños cambian de canal en cuanto me despisto. Por la ventana del lavadero, entre edificios, se puede ver un trozo de mar, un mar de noche. Ella mira hacia allí. Quizás también se pregunte: ¿quiénes son? ¿de dónde han venido? ¿qué vivieron antes? y es difícil no pensar que hemos tenido suerte. Como nosotros, ellos también buscan su oportunidad para vivir. Jóvenes y mayores, hijos, padres, esposas, amigos, abuelos,… Vivir, solo eso.

Miguel Núñez ballesteros
Punto y seguido

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‘#StopNaufragios’: que el Mediterráneo no siga siendo un inmenso cementerio humano

Martes, 23 de junio de 2015
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stopnau_560x280Nueva campaña de la ONG salesiana Jóvenes y Desarrollo

Reclama una mayor cooperación en los países de los que provienen las pateras

El capital humano de un continente no puede desaparecer ahogado entre las aguas del Mediterráneo mientras Europa mira hacia otro lado

(Jóvenes y Desarrollo).- Las constantes noticias del naufragio de míseras embarcaciones atestadas de inmigrantes que intentan en vano llegar a Europa en busca de un futuro mejor no pueden por menos que sobrecogernos.

Las terribles imágenes de personas hacinadas, como si de animales se tratara, en barcos carentes de condiciones de seguridad y realizando largas y penosas travesías, cuya suerte ni ellos mismos pueden predecir, están removiendo la conciencia de no pocos. Están aún vivas en nuestra memoria las 950 personas del último naufragio, cerca de Lampedusa, en el que sólo 28 de ellas salvaron su vida. Durante el año 2014, según datos del ACNUR, los ahogados sobrepasaronn la cifra de 3.500 y sólo en 2015 la cifra supera ya las 1.500 personas.

Jóvenes y Desarrollo quiere denunciar la inhumanidad de este tipo de viajes en condiciones de altísimo riesgo así como poner el foco en la cooperación y en la educación en los países del Sur como única vía para poder erradicar en el medio y largo plazo las condiciones de vida de pobreza extrema que empujan a miles de personas a jugarse la vida en el mar.

La Fundación Jóvenes y Desarrollo, ONGD salesiana dedicada a la educación y formación profesional de niños, niñas y jóvenes en riesgo de exclusión en los países del Sur, ha lanzado la campaña #StopNaufragios con el fin de concienciar y comprometer a la sociedad en la tareas del Desarrollo humano y sostenible.

Para lograrlo, los salesianos de Don Bosco, socio local de Jóvenes y Desarrollo, cuentan con centros de acogida, escuelas de enseñanza primaria y formación profesional en los países de donde provienen las pateras: Nigeria, Costa de Marfil, Camerún, Guinea Conakry, Congo, Senegal, Mali, Togo, Ghana, Níger, Burkina Faso, Gambia, Sierra Leona…

Han apostado por la educación como la principal herramienta para el desarrollo, porque, como señala el lema de Jóvenes y Desarrollo, “educar hoy es ayudar para siempre”. Y están para quedarse, pase lo que pase, como el caso del Ébola en Sierra Leona, siempre al lado de la población más vulnerable y desprotegida.

De forma más concreta, Jóvenes y Desarrollo centrará los esfuerzos en un proyecto de capacitación profesional y concienciación de los jóvenes más desfavorecidos de Etiopía, sensibilizando sobre la realidad de estos viajes in extremis y proporcionándoles una alternativa de futuro a través de la educación.

El capital humano de un continente no puede desaparecer ahogado entre las aguas del Mediterráneo mientras Europa mira hacia otro lado. La cooperación al desarrollo es fundamental. Con esta convicción, Jóvenes y Desarrollo pide a la ciudadanía que se una a esta causa para tratar de frenar esta sangría de vidas humanas y ha puesto a disposición un número de cuenta para aquellos que deseen contribuir con esta causa.

Paremos esta vergüenza que nos degrada como seres humanos. Devolvámosles la dignidad que como personas merecen. Apostemos por el desarrollo humano y sostenible.

Puedes colaborar con la Campaña #StopNaufragios haciendo tu donativo en la cuenta:

ES13 0075 0001 8006 0077 8030

Fuente Religión Digital

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“No queremos ni podemos acostumbrarnos a estos hechos”: La indiferencia es una doble injusticia…

Lunes, 20 de abril de 2015
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Una nueva tragedia en este Mediterráneo que, en vez de ser espacio de comunicación y encuentro, se está convirtiendo en tumba para los deheredados de la tierra… Toda la información necesaria está en los medios de comunicación generalistas. Cáritas Española hizo público un comunicado lamentando la muerte de 400 personas, en aguas del Mediterráneo, que buscaban llegar a Europa para mejorar sus condiciones de vida. La organización católica afirma que “no queremos ni podemos acostumbrarnos a estos hechos” y asegura que “estas 400 muertes (las 700 de ayer…) podrían haberse evitado“. Hacemos nuestra la nota de Cáritas española ante la desaparición de 400 inmigrantes en las costas italianas hace solo unos días y que vale exactamente hoy ante los casi 700 desaparecidos… Europa… ¿dónde queda tu historia de acogida? ¿Dónde la trilogía “Libertad, Igualdad, Fraternidad”?

Cáritas Española, ante la trágica muerte de 400 personas en aguas del Mediterráneo, en su huida hacia Europa, quiere expresar una vez más, con renovada rotundidad, que no queremos ni podemos acostumbrarnos a estos hechos.

No aceptamos que estos dramáticos sucesos sean meras noticias que dan paso a las siguientes. Ni que se limiten a la publicación recurrente de imágenes anónimas, de cifras o de datos. Cada una de estas 400 personas ahogadas –entre las que hay menores de edad, muchos de los cuales viajaban solos– tenían nombre, familia. Eran dueños de su propia historia y de sus sueños. Eran seres humanos como nosotros, únicos e irrepetibles. Como creyentes, no podemos olvidar que eran hermanos y hermanas nuestras.

Ninguno de los fallecidos había tomado libremente la decisión de embarcar hacia Europa. Por su procedencia, sabemos que la mayoría huían de la guerra, de las matanzas, de la sinrazón de los conflictos que difunden a diario, casi como una macabra salmodia, los medios de comunicación.

No por repetidas, pierden valor ante esta tragedia la exhortación del Papa Francisco con ocasión de la tragedia de Lampedusa: “Que a nadie le falte el socorro necesario. Una vez más, sin embargo, debemos afirmar de manera rotunda que estas 400 muertes podrían haberse evitado. Todos sabemos, y los responsables de la Unión Europea también, que los dispositivos de búsqueda y rescate establecidos, además de insuficientes, son la consecuencia de reajustes presupuestario. ¿Quién tendrá la valentía de evaluar esta decisión? ¿Cuál está siendo el precio?

Al tiempo que invitamos a toda la comunidad eclesial y sociedad en general a unirse en oración por tantas vidas perdidas, expresamos nuestro dolor, nuestra solidaridad y condolencia a sus familias. Y hacemos una llamada a mantener viva la sensibilidad, a no dejar de padecer-con todos esos hombres, mujeres y niños que asumen riesgos porque quieren simplemente vivir con dignidad y en libertad.

Si hay algo verdaderamente ajeno al Evangelio es la “cultura del descarte” que impregna hoy nuestra sociedad. Estas 400 personas muertas en el mar no eran descartables, sino seres humanos imprescindibles para construir la sociedad justa y fraterna en la que creemos.

Descansen en paz.

El Papa ante la tragedia del Mediterráneo: “Buscaban la felicidad”

Son hombres y mujeres como nosotros, hermanos que buscan una vida mejor”

Pide a “la comunidad internacional actúe con decisión, para evitar que semejantes tragedias se repitan”

Palabras tras la bendición en la Plaza de San Pedro tras el Regina Coeli:

“Llegan en estas horas noticias relativas a una nueva tragedia en las aguas del Mediterráneo. Un barco, cargado de emigrantes, se hundió la pasada noche…con cientos de víctimas”

“Expreso mi más sentido dolor ante tal tragedia y aseguro para los desaparecidos y sus familias mi recuerdo y mi oración”

“Dirijo un llamamiento para que la comunidad internacional actúe con decisión y prontitud, para evitar que semejantes tragedias se repitan”

“Son hombres y mujeres como nosotros, hermanos que buscan una vida mejor, hambrientos, perseguidos, heridos, explotados, víctimas de guerras…buscan una vida mejor”

“Buscaban la felicidad”

“Os invito a rezar en silencio primero y, después, todos juntos, por estos hermanos y hermanas”

Saluda a ls peregrinos de Brasil, Berlín, Munich, Colonia y Sant Feliu de Llobregat, asi como a los polacos, a la Acción Católica, a los fieles de Milán y Bérgamos, a los jóvenes de Turín…

“Hoy comienza en Turín la solemne ostensión de la Sábana Santa…Tamibén yo iré…Que nos ayude a encontrar el rostro misericordioso de Dios en los hermanos más sufrientes”

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“¡Acordaos!”, por Gema Juan OCD

Sábado, 22 de noviembre de 2014
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14977673146_5dd50a7a1e_mDe su blog Juntos Andemos:

Hace mucho tiempo… en octubre de 2013, apareció en los medios una noticia desgarradora. Ya entonces, figuraba como una más, junto a las habituales noticias, destinada a diluirse rápidamente en la catarata informativa que cada periódico contiene.

Ochenta y siete inmigrantes de Níger habían muerto de sed en el desierto. Intentando salir hacia una vida mejor, buscando un agua que no iban a encontrar. Familias enteras, mujeres y niños en su mayor parte, cayeron, muertos de sed, en mitad del Sáhara.

El dolorismo no suele traer nada positivo ni productivo. Ese sentimiento, a lo más, calma la conciencia, como si realmente uno se hubiera ocupado del problema. Sin embargo, el recuerdo comprometido sí puede generar algo bueno.

Cuando Teresa de Jesús decía a sus hermanas: «Acordaos», estaba activando algo mucho más fuerte que ese dolorismo, porque ella pedía que el recuerdo fuera acompañado de la vida.

No se lo decía solo a sus hermanas, aunque su condición de mujer y monja, en el momento que le tocó vivir, no le permitía excederse de sus tareas femeninas, asignadas de antemano —y ella ya lo hacía escribiendo y fundando. Sin embargo, se le escapan, en más de una ocasión, cosas como esta: «En lo que escribiré… parece desatino pensar que puede hacer al caso a otras personas». Es decir, estaba pensando que, realmente, podía llegar a otras personas.

Recientemente, J.L. Iriberri ha publicado, en Cristianismo y justicia, un cuaderno que dice lo mismo que Teresa: «Acordaos». Y está anclado en lo que de verdad genera futuro para todos: la solidaridad y la esperanza.

El cuaderno Diez barcas varadas en la playa. Diez relatos sobre la migración africana subsahariana, contiene diez narraciones estremecedoras, que no están cerradas todavía pero que terminan, de momento, mejor que el dramático episodio del desierto.

El distintivo de esos relatos es la esperanza. Hablan de unas vidas forjadas en el dolor pero, por encima de él, en la lucha y la confianza. Por ello, pulsan las conciencias y piden respeto y compromiso. Son un aguijón benéfico, sacuden las esperanzas edulcoradas. Recuerdan –dice el autor– que hay otra oportunidad para buscar la paz y vivir juntos de una manera más justa y, también, para lograr una «Declaración de Derechos de los Migrantes» para todo ser humano.

En esas vidas contadas –y en tantas desconocidas–, muchas mujeres relatan casamientos forzados o vejatorios —«sujetas a un hombre, que muchas veces les acaba la vida», decía Teresa, con preocupación. Puede sorprender que ellas repitan experiencia pero, mentalidades aparte, muchas veces hay un motivo poderoso: estar con un hombre es indispensable para sobrevivir. Este matiz debería dar pistas para repensar la situación de tantas mujeres.

Teresa había escrito: «Acordaos qué de pobres enfermos habrá que no tengan a quién se quejar; pues pobres y regaladas, no lleva camino. Acordaos también de muchas casadas. Yo sé que las hay y personas de suerte, que con graves males, por no dar enfado a sus maridos, no se osan quejar, y con graves trabajos».

Pide tener presentes a quienes sufren. Su dolor y su soledad, el desamparo que padecen. Se conmueve con quienes pasan «mucha malaventura y sin descansar con nadie». Pero, para ella, sentir es comprometer la vida.

Decía: «Pobres y regaladas, no lleva camino». Quería decir que el recuerdo auténtico implica la vida, transforma el modo de pasar por el mundo y el uso que se hace de las cosas. Esta memoria afecta directamente al modo de vivir y de portarse con los demás. Por eso –dirá– hay que mirar cómo se anda, para no aferrarse solo al interés propio, a «rentas o dineros», y lo mismo «en casa, en vestidos, en palabras… en el pensamiento», para pasar por la vida sin acumular, como Jesús.

Recordar conlleva simplificar la vida, elegir decrecer en lo posible, abrirse a ser cuestionado por la esperanza y las carencias de otros seres humanos. Y comprender el agradecimiento que debe impregnar todo, cuando se vive de este «lado». Del lado en el que –por duras crisis que existan–, no hay vallas imposibles de saltar ni desiertos que tragan la vida ni barcazas sobrecargadas, en busca de un futuro no solo más digno sino, sencillamente, posible.

Recordar supone, también, hacerse preguntas habitualmente, para no dar por sentado todo lo que se tiene. Preguntas como la que se hacía J.L. Iriberri, mientras trabajaba en Casablanca: «Muchas veces durante los últimos tres años he pensado en mis manos blancas, y me he preguntado por qué Dios me dio la oportunidad de ser un hombre blanco nacido en Europa».

No es una pregunta retórica, es una actitud comprometida que lleva a hacerse cargo de los demás. Como Teresa, cuando decía: «¡Estáis libres de grandes trabajos del mundo, sabed sufrir un poquito por amor de Dios sin que lo sepan todos!». Es darse cuenta del lugar que se ocupa en el mundo y ser consecuente, «acordarse» de la vida y las esperanzas de los menos favorecidos, con «deseo de remediarlos», de acompañarles y permanecer junto a ellos.

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“Fui extranjero y me acogísteis”, por José María Castillo

Domingo, 13 de julio de 2014
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2Leído en su blog Teología sin Censura:

En el relato del juicio final, tal como lo presenta el evangelio de Mateo y sea cual sea el género literario que el primero de los evangelios utiliza en el mencionado relato, una cosa queda patente: quienes no acogen a los extranjeros no pueden tener, ni mantener, buena relación con Dios: “Apartáos de mí, malditos…. porque fui extranjero y no me acogisteis (Mt 25, 41-45).

Confieso que hoy no he podido quitarme de la cabeza estas palabras de Jesús. Porque pesan también sobre mi conciencia. ¿Y por qué hoy precisamente? Sencillamente porque esta mañana (9. VII. 14) he sabido que España gasta 32 veces más en controlar sus fronteras que en ayudar a los inmigrantes que llegan a nuestro país. Son datos de Amnistía Internacional. Según esta fuente de información, entre 2007 y 2013, la Unión Europea asignó 4.000 millones de euros a los Estados miembros para asilo, integración, retorno de ciudadanos y control de fronteras. Pues bien, se sabe que la mitad de ese dinero (1.820 millones) se dedicó a equipamiento, tecnología y fortalecimiento del control de fronteras. Mientras que extrañamente sólo el 17 % de la cantidad que destinó la UE al problema de los inmigrantes (700 millones de euros) se destinó a los servicios de acogida, asilo e integración de refugiados. Y este desequilibrio, en la utilización del dinero para extranjeros, donde más se desquició fue en España, que está en la cola de los países de la UE con la escandalosa distancia de 32 veces más para repeler a los inmigrantes que para acogerlos.

El papa Francisco dijo en Lampedusa que esta actitud de Europa hacia los desesperados, que vienen a Europa huyendo del hambre y de la muerte, es “una vergüenza”. Como es una vergüenza también lo que viene haciendo Estados Unidos a lo largo de su frontera con Mexico. Por supuesto, yo sé muy bien que los gobernantes de los países ricos no pueden abrir tranquilamente sus fronteras para que en ellos entre y salga todo el que quiera y según sus conveniencias. Sin duda eso sería un desastre mayor. Pero ¿no es mayor desastre que las fronteras se les pongan a las personas (pobres), mientras que para los ricos y, sobre todo, para los capitales haya libertad para circular por el mundo entero? ¿Y seguimos callados ante esta “vergogna”?

Todos somos responsables – cada cual que vea en qué medida – de esta atrocidad.
Pero es evidente que quienes tienen la responsabilidad directa de la gestión del dinero público tienen también márgenes de libertad para dedicar ese dinero a una finalidad humanitaria o a su contraria. Y está visto que en España, ahora mismo, se carga la mano más para defender el dinero de los ricos que para liberar de sus desgracias a los pobres. Por eso, al recordar el texto del evangelio, que he puesto como título en este artículo, no sólo me pregunto por mi responsabilidad en este asunto tan fuerte.

Además de eso, me pregunto también: ¿España sigue siendo cristiana? Ser cristiano no se reduce a bautizarse, ir a misa, casarse por la Iglesia y, según piensan muchos, defender que el Estado mantenga los Acuerdos con la Santa Sede. Antes que todo eso, lo determinante para ser cristianos (y católicos) está en si cumplimos o somos indiferentes a lo que hizo y dijo Jesús. En esto está el nudo del asunto. Lo demás es secundario.

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