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“El desarrollo humano integral es el paso para cada uno y para  todos  de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas”

Sábado, 16 de marzo de 2024
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IMG_3399De su blog La Iglesia se hace diálogo:

El Evangelio en una sociedad laica y en la ambigüedad del mundo (VII)

“Nos estamos ahogando en la fría lógica del mercado y en un progreso técnico éticamente des-finalizado”

“Como sino de nuestro tiempo, cada vez se levanta con más fuerza el justo clamor de lo empobrecidos o excluidos en distintos ámbitos. Sin decirlo expresamente piden  un desarrollo humano integral”

“Esa lógica se concreta en la práctica con nueva jerarquía de valores. En el área de las posesiones el valor es compartir”

 VII. Cómo crecer en sociedad

“El principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales, es y debe ser la persona humana, la cual por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. Recuerden todos los ciudadanos el deber y el derecho que tienen de contribuir por sí mismos al progreso de su propia comunidad” (Vaticano II

1.  Progreso sin ética humanitaria

Nuestro deslumbrante progreso técnico que avanza según el principio: hagamos todo lo que podemos. Inventamos el armamento nuclear y ahora todos nos vemos amenazados. Dominamos el espacio abriendo rutas a otros planetas, pero sigue y aumenta la pobreza escandalosa en nuestra tierra. Sin duda la inteligencia artificial es invención significativa en el progreso de la humanidad, y las empresas procurarán ponerse al día en la lógica del mercado. Pero ¿qué metemos en las máquinas y con qué intenciones? ¿Nos hacernos cargo de los resultados?

Nos estamos ahogando en la fría lógica del mercado y en un progreso técnico éticamente des-finalizado. En el mundo que cada vez más es como una aldea en que todos estamos esa lógica mercantil, esa lógica está sembrando rivalidad, inequidad, violencia y escandalosa pobreza. Este progreso sin ética va contra el humanismo de la humanidad

  2. Urge un desarrollo humano integral

IMG_3401  Las personas no se resignan a su aplastamiento; una y otra vez se levantan de sus propias cenizas para defender su dignidad. No aceptan  un crecimiento inhumano que las impide ser ellas mismas, y  tratan de buscar salidas.

Como sino de nuestro tiempo, cada vez se levanta con más fuerza el justo clamor de lo empobrecidos o excluidos en distintos ámbitos. Sin decirlo expresamente piden  un desarrollo humano integral.

Un desarrollo de toda la persona y de todas las personas. Hay en la persona una dimensión trascendente que le saca de su propia tierra para ir hacia los demás reconociendo su dignidad y derechos fundamentales. Si no desarrolla esa dimensión no has desarrollo integral de la persona. Si desarrolla esa dimensión solidaria, el  crecimiento de su persona en humanidad se prueba en el crecimiento de la otras personas.

El desarrollo humano integral es el paso para cada uno y para  todos  de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas.  Paso de las carencias vitales  que sufren muchos y de las carencias éticas de las que están mutilados otros por el egoísmo. A condiciones más humanas para que los excluidos puedan vivir con dignidad y los potentados se libere de su fiebre posesiva. Un paso de la deshumanización al verdadero humanismo.

3. Lógica de la compasión y de la gratuidad.

IMG_3402Es el remedio para sanar los estragos que está generando la fría lógica del mercado. Sin duda el mercado en un medio muy eficaz para el funcionamiento eficaz de la economía. Pero para que ese funcionamiento no degenere y se vuelva contra el desarrollo integral del ser humano, en las relaciones tiene que entrar también la lógica de a compasión y de la gratuidad.

Esa lógica se concreta en la práctica con nueva jerarquía de valores. En el área de las posesiones el valor es compartir. En el área de las relaciones personales, la persona es valiosa por sí misma, por dignidad. El ejercicio del poder debe ser mediación del amor. Y a la hora de vivir en sociedad, el valor es ser solidarios n vistas al bien común.

La compasión inspira la opción eficaz en favor de los pobres. Según los padres de la Iglesia, “Si alguno tiene bienes de este mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo es posible que resida en él el amor de Dios? No es parte de tus bienes —así dice San Ambrosio— lo que tú das al pobre; lo que le das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú te lo apropias”.

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“Ya no vale una moral impuesta desde arriba y prioritariamente preceptiva; un problema para sociedades como la española, tradicionalmente católicas”, por Jesús Espeja.

Jueves, 7 de marzo de 2024
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IMG_3053De su blog La Iglesia se hace diálogo:

El Evangelio en una sociedad laica y en la ambigüedad del mundo (V)

“Hombres y mujeres desean actuar según el dictamen de su conciencia, sin coacciones o imposiciones de fuera, incluida la normativa religiosa”

“Ya no vale una moral impuesta desde arriba y prioritariamente preceptiva. Un problema para sociedades como la española, tradicionalmente católicas, donde por mucho tiempo ha funcionado una moral religiosa prioritariamente preceptiva”

“Se ha insistido en los cumplimiento de lo mandado, en los méritos, en la ascesis. Con el peligro de olvidar que todo eso sin la gracia o experiencia de Dios como amor, queda en el aire”

“La crisis que hoy estamos viendo en la Iglesia no es porque falten normas; hay de sobra. La crisis es de fe. Urge dar prioridad a esta experiencia cuando la moral bastante generalizada es prioritariamente preceptiva, mientras hoy las personas quieren ser ellas mismas y rechazan imposiciones desde arriba o desde fuera”

01.- Ser uno mismo: la tarea moral

IMG_3057“En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente” (Vaticano II)

En el proceso de la modernidad las personas y las sociedades reclaman libertad y autonomía. Hombres y mujeres desean actuar según el dictamen de su conciencia, sin coacciones o imposiciones de fuera, incluida la normativa religiosa.

 Ya no vale una moral impuesta desde arriba y prioritariamente preceptiva. Un problema para sociedades como la española, tradicionalmente católicas, donde por mucho tiempo ha funcionado una moral religiosa prioritariamente preceptiva: las personas se consideran buenas aceptando y poniendo en práctica sin más  lo prescrito en unos mandamientos.

En el Vaticano II la Iglesia declaró que los seres humanos hemos sido puestos en manos de nuestra propia decisión. La persona humana “participa la luz de la inteligencia divina; en lo más profundo de su conciencia descubre una ley escrita por Dios en su corazón en cuya obediencia consiste la dignidad humana; esta dignidad requiere que la persona actúe según su conciencia y libre elección”.

Lógicamente los conciliares vieron la necesidad de cambio en la orientación y práctica de la moral prioritariamente preceptiva. Pero no elaboraron un documento, aunque dejaron unas valiosas pinceladas “Póngase cuidado especial en perfeccionar la teología moral, cuya exposición científica, más nutrida de la doctrina de la Sagrada Escritura, explique la grandeza de la vocación de los fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto para la vida del mundo en la caridad”.

02.- Una moral secular

IMG_3058El ser humano puede y debe ajustar su comportamiento en la situación concreta pues no funciona solo por instinto como los animales. Y puede hacerlo porque tiene su propia conciencia y ha sido puesto en manos de su propia decisión.

Luego cabe una moral o ética desde la conciencia de las personas y de los consensos comunitarios. Un ejemplo puede ser la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948 que no acude a Dios ni a la religión.

Es significativo que esta Declaración salió como reacción para evitar en el futuro enfrentamientos tan inhumanos como los sufridos en la segunda guerra mundial. Parece que punto de partida para una ética secular es la compasión indignada viendo el deterioro de lo humano. Sin esta compasión. las religiosas  no pueden ser bendecidas.

  3.- Moral religiosa

Es la moral consiguiente a la visión y práctica de las religiones que suponen la existencia de una divinidad.

IMG_3056Los seres humanos llevamos dentro un deseo de infinitud; el mayor bien logrado todavía es pequeño.  Así brota de modo espontáneo el sentimiento de religación a una realidad última de la que dependemos y a la que debemos honrar. Consiguientemente la moral en las religiones será una forma de vivir tratando de responder a lo exigido por la divinidad en que se cree. 

Moral de miedo. Si la divinidad es todopoderosa y celosa de su honor, nosotros tenemos que vivir como siervos siempre con miedo a ofenderla.

Moral de resignación. Se piensa que Dios es dueño absoluto del mundo. Todo sucede porque está programado y dirigido por su voluntad. Luego la conducta moral es resignarnos y aceptar sin más lo que sucede.  .

Moral de sacrificios para aplacar a la divinidad ofendida en su honor por los pecados de la humanidad. El pecado se ve como desobediencia y rebeldía contra Dios; hay que reparar el honor ofendido con sacrificios expiatorios.

Moral impositiva que sofoca la libertad. La divinidad en el esquema religioso común dicta mandamientos, impone leyes y preceptos, impide lo que nos gusta. La verdadera conducta moral es la obediencia y la sumisión.

Moral de cumplimientos religiosos. Se piensa que   divinidad está en el cielo; un mundo alejado y separado de nuestro mundo. Por eso la conducta moral buena se concreta  ritos, y oraciones que nos conectan con la divinidad aposentada en su trono cielo.Moral estoica: obsesión de justificarse por las obras. Llevamos dentro el deseo de hacernos valer solo por nuestros méritos, y así tratamos de satisfacer el deseo con obras que llamen la atención y nos hagan ante las demás personas respetables. Y esa misma estrategia empleamos mirando a la divinidad.

Son algunos ejemplos de moral religiosa, no infrecuentes en la conducta de muchos cristianos. Una moral que nos hace esclavos de la divinidad y de la religión.

4.- Moral cristiana

IMG_3055Su punto de partida es la fe o experiencia de Dios que se está dando como amor. A esa experiencia gratuita llamamos gracia que nos hace gratos agradecidos y agradables. Gratos porque estamos brotando de ese amor gratuito. Agradecidos a esa Presencia de amor que se está dando en nuestra intimidad. Y agradables porque nos inspira mirar con amor a los demás también agraciados por esa Presencia.

Camina en mi Presencia.  Fue la vocación de Abrahán, prototipo del creyente en la historia bíblica y anuncio de  Jesucristo, primogénito de los creyentes. La experiencia fontal de Jesucristo fue sentirse amado, y estar continuamente brotando de ese amor gratuito.

La presencia de ser gratuitamente amados que llamamos gracia, inspira y principio de la moral cristiana. No somos amados por nuestros méritos  ni solo cuando somos buenos; también cuando somos incoherentes y pecadores.

Caminar en la presencia de ese amor que nos constituye y nos inspira   salir de la propia tierra, es el nuevo nacimiento del Espíritu Santo que se manifiesta en la fe “que obra por el amor”.

La gracia perfecciona la naturaleza. En Jesucristo la presencia de la divinidad no fue algo pegado a la humanidad, sino la entraña y la fuerza para  la perfección de la misma. De modo análogo esa presencia de la divinidad como amor en nosotros que llamamos gracia, no anula ni aminora sino que significa nuevo impuso y crecimiento de nuestra condición humana.

Llevamos dentro la semilla de la divinidad. Hay en la intimidad de los humanos “un exceso”, “un deseo natural” nunca satisfecho. Es como la “huella” de Dios impresa en nuestro corazón. Nosotros amamos, porque nos precede la comunicación gratuita de Dios: no le buscaríamos si antes no le hubiéramos encontrado. Desde su experiencia mística, lo dice San Juan de la Cruz: “Que estando la voluntad,de divinidad tocada, no puede quedar pagada sino con divinidad”.

Prioridad de la conciencia. Se trata de una palabra o dictamen que la persona no se da a sí misma y desde su intimidad espontáneamente habla: “haz esto, evita aquello”.  Los cristianos creemos que la conciencia es el sagrario donde la persona humana se encuentra a solas con Dios, y en la obediencia a esa voz consiste su dignidad.

Con esa visión, la libertad religiosa es un derecho de toda persona que nunca debe actuar en contra de su conciencia.

IMG_3054Moral prioritariamente mística.   Jesús de Nazaret no fue un ácrata un asceta. Como piadoso judío vivió el significado profundo de la Alianza de la Ley Dios que gratuitamente se está dando. Para vivir y practicar esa experiencia tenían sentido las leyes y preceptos. Pero, sin esa experiencia, fácilmente caemos en la idolatría de las leyes y observancias que prostituyen la conducta moral. Jesús denunció esa deformación habiendo curaciones, cosa que estaba prohibido por el descanso sabático, para dar a entenderé que el cumplimiento  de la  ley sin compasión y gratuidad ante la vida y dignidad de las personas. En otra ocasión dejo claro que hace crecer a la personas sale de dentro de ellas mismas, de su buen corazón.

En la teoría y en la práctica se ha generalizado entre los mismo cristianos una moral prioritariamente preceptiva. Se ha insistido en los cumplimiento de lo mandado, en los méritos, en la ascesis. Con el peligro de olvidar que todo eso sin la gracia o experiencia de Dios como amor, queda en el aire.

Las normas y preceptos son necesarios porque  la fe cristiana, si bien solo termina en Dios revelado en Jesucristo, en su modo de realización es eclesial, se practica en sociedad donde son imprescindibles normas y cumplimientos. Pero alma de la comunidad cristiana es  la fe o experiencia del encuentro con Dos revelado en Jesucristo.

La crisis que hoy estamos viendo en la Iglesia no es porque falten normas; hay de sobra. La crisis es de fe. Urge dar prioridad a esta experiencia cuando la moral bastante generalizada es prioritariamente preceptiva, mientras hoy las personas quieren ser ellas mismas y rechazan imposiciones desde arriba o desde fuera. Un signo para recuperar la moral de la gracia.

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‘De los Ríos. La construcción del Estado laico’: Una mirada profunda al derecho constitucional, al derecho eclesiástico, a las ciencias políticas y a la teología

Sábado, 21 de octubre de 2023
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IMG_0917D.Fernando de los Ríos en un Mitin en Granada (1933). Archivo fotográfico de la Fundación Fernando de los Ríos.

Presentación en la Embajada de España ante la Santa Sede del libro de Carlos García de Andoin

El pasado jueves 5 de octubre, con el foco informativo puesto en el Sínodo de la Sinodalidad, pasó desapercibido en Roma un significativo acto, la presentación en la Embajada de España ante la Santa Sede del libro de Carlos García de Andoin, Fernando de los Ríos. La construcción del Estado laico’

Con la Embajadora Isabel Celáa como anfitriona del acto y el salón lleno tomaron la palabra el cardenal de Barcelona Juan José Omella, el profesor de La Sapienza, Stefano Cecanti, y el autor del libro, Carlos García de Andoin

La Embajadora resaltó el perfil político de Fernando de los Ríos y de la idoneidad del lugar para presentar un libro que trataba sobre las relaciones entre el Estado y la Iglesia. Destacó  la cercanía y amistad del ministro con el escritor y dramaturgo Federico García Lorca.

“Este político socialista republicano, atribuye a la religión su propia orientación política”

14.10.2023

El pasado jueves 5 de octubre, con el foco informativo puesto en el Sínodo de la Sinodalidad, pasó desapercibido en Roma un significativo acto, la presentación en la Embajada de España ante la Santa Sede del libro de Carlos García de Andoin, ‘Fernando de los Ríos. La construcción del Estado laico’.

Con la Embajadora Isabel Celáa como anfitriona del acto y el salón lleno tomaron la palabra el cardenal de Barcelona Juan José Omella, el profesor de La Sapienza, Stefano Cecanti, y el autor del libro, Carlos García de Andoin.

La Embajadora resaltó el perfil político de Fernando de los Ríos, su procedencia de la Institución Libre de Enseñanza y la importante obra educadora llevada a cabo por la Segunda República. La idoneidad del lugar para presentar un libro que trataba sobre las relaciones entre el Estado y la Iglesia. Por último, también destacó la cercanía y amistad del ministro con el escritor y dramaturgo Federico García Lorca, alumno suyo a quien siempre protegió y apoyó. Ensalzando el valor de la obra que se presentaba, dio la palabra a los intervinientes en la mesa.

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De izda a dcha:La embajadora Isabel Celáa, el cardenal arzobispo de Barcelona y Presidente de la CEE, Juan José Omella, el autor Carlos García de Andoin y el profesor de la Universidad de La Sapienza Stefano Cecanti

Tomó la palabra el cardenal Juan José Omella, quien destacó el perfil religioso de Fernando de los Ríos.

De los Ríos, cristiano erasmista, por el cardenal Omella.

Su autodenominación comocristiano erasmista. Parece ser una anécdota socorrida, que, De los Ríos, tras la guerra civil, al rellenar el formulario ante las autoridades de inmigración, al preguntársele por su religión, se identifica como “cristiano erasmista”. Pero parece más que un sucedido. Muchos amigos le identifican públicamente así (Prieto, García Lorca, Jiménez de Asúa…) y él mismo escribe y reflexiona sobre el erasmismo en España. Parece ser expresión de su admiración hacia un movimiento seguidor de Erasmo y de su cristianismo evangélico, culto, ético y espiritual.

De izda a decha: Stefano Cecanti, Isabel Celáa, Juan José Omella y Carlos García de Andoin.

La importancia de lo que llama la “emoción religiosa”. Refleja lo que para él es principalmente la religión, una visión antiintelectual y antidogmática. En el libro se cita un artículo de la Semana Santa de 1917, “En torno a la emoción religiosa” donde escribe que, para él, “el acto religioso nace en la máxima intimidad y recato; con él vienen a la vida las emociones que fecundizan los más hondos deseos del ideal” (1997c: 19). Es una visión que une experiencia religiosa y moral: “la sed de lo infinito es una llama que va quemando todo cuanto halla en el interior tocado de mancilla y se quema, además, a sí misma; antes de hacerlo influye en la vida, exaltando el amor a la virtud, a la perfección concreta” (1997c: 20). Va a mencionar expresamente la oración con bellas palabras en las que resuena la religiosidad popular andaluza: “la oración es el momento lírico supremo, por esto es lo individual por excelencia y el plano en que vive la emoción religiosa. La oración es el vehículo verbal de nuestra sed de lo absoluto, la saeta construida por la razón para calmar las solicitaciones angustiosas del sentimiento; la oración es antidogmática precisamente por ser lírica” (1997c: 20).

IMG_0916Fernando de los Ríos con su hija Laura, que casaría con Francisco García Lorca, hermano de Federico.

Me ha llamado la atención también la influencia de su educación religiosa familiar. Su madre, Doña Fernanda Urruti, que rezaba a diario el Kempis, llevaba a sus hijos con un “sentido de cristianismo primitivo” a visitar y ayudar a las familias pobres de Ronda. Así lo expresa el propio De los Ríos: “desde niño nos enseñó a mis hermanos y a mí que teníamos que ocuparnos de la vida de la familia de unos cuantos pobres; y me recuerdo a mí mismo visitando la casa de esos pobres, preguntándoles por sus necesidades y yendo a mi casa muchas veces compungido y dolorido y sin poder contener los sollozos por la miseria que había visto, y a la que yo procuraba poner remedio mediante la dadivosa actitud de mi madre” (1997d: 222-223). El libro recoge que cuando en 1980 traen los restos de De los Ríos de Nueva York, donde sufrió el exilio, al cementerio civil de Madrid, su hija Laura se refirió al “fondo profundamente religioso” de su padre y a la influencia en él de su madre “esencia de cristiana vieja”.

Asimismo, la centralidad que da a la educación cristiana de su hija. Escribiendo en 1926 una carta desde Nueva York a su mujer Gloria, le dice “Di a mi hija de mi alma que no deje de escribirme […] que no olvide mis ruegos, que cultive su corazón y su alma religiosa meditando el Evangelio, que lea el Padre Nuestro y el sermón de la montaña y haga todas las noches su examen de conciencia; que piense en Dios como el ser perfecto a quien debemos imitar embelleciendo moralmente todos los días nuestra propia vida y llevando el bien a cuantos podamos”.

“Este político socialista republicano, atribuye a la religión su propia orientación política”

No puedo dejar de anotar el papel que este político socialista republicano, atribuye a la religión su propia orientación política. Dice que el contacto con la miseria por solidaridad con familias jornaleras pobres en la Ronda de abajo “me ha hecho tanto bien en la vida –perdóneseme esta pública confesión por vez primera- que creo que ha sido lo que determinó incluso mi posición socialista una vez que llegué a la edad adulta” (De los Ríos, 1997d: 223).

IMG_0925Fernando de los Ríos, Pablo Iglesias (fundador del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión General de Trabajadores) y Julián Besteiro, en Celorio, Asturias (1921)

El cardenal Omella se detuvo en la relación que mantuvieron De los Ríos y el cardenal de Tarragona, Vidal i Barraquer, en aras a un acuerdo de conciliación entre el Gobierno repubñicano y la Iglesia que finalmente fracasó con el articulado de la Constitución, de carácter eliminatorio para con la Iglesia.

Finalmente recordó que la Constitución de 1978 había conseguido llegar a los acuerdos que no fueron posibles en la II República, principalmente en materia de educación y de financiación.

Fernando de los Ríos: un vencedor póstumo, por el profesor Ceccanti

En este volumen tan extenso, el politólogo y teólogo vasco Carlos García de Andoin describe esencialmente al humanista y socialista reformista Fernando de los Ríos (1879-1949) como precursor del equilibrio entre libertad religiosa y laicidad que se ha logrado con la Constitución de 1978, superando el confesionalismo tradicional que había tenido su última expresión en el franquismo pero también la postura unilateral de separación hostil de la Constitución de la Segunda República de 1931, respecto a la que luego había sucumbido.

De los Ríos se unió al PSOE en 1919 y, por tanto, estuvo involucrado en las difíciles consecuencias políticas de la Revolución Rusa con respecto a las orientaciones de los Partidos Socialistas, atrapado entre el llamado al nuevo movimiento comunista y los impulsos maximalistas y reformistas. Contribuyó a evitar que la mayoría se deslizara hacia posiciones comunistas, también gracias a un revelador encuentro directo con Lenin, quien devaluó radicalmente el valor de la libertad en su presencia, “Libertad, ¿para qué?” (pág. 50 del volumen que retoma la historia autobiográfica y que deja claro hasta qué punto los bolcheviques deseaban ab initio el resultado autocrático). Ya fue elegido diputado en 1920 y 1923, y luego nuevamente en 1931. Fue uno de los líderes socialistas que, coherentemente con su propio reformismo, en un partido muy dividido (ver pág. 55), lucharon exitosamente a favor de una colaboración gubernamental con los republicanos contra el aislamiento identitario, llegando a ser ministro de Justicia en el gobierno provisional de Alcalà Zamora y luego nuevamente en el posterior gobierno de Azaña, antes de pasar a Instrucción pública en 1932.

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El punto clave de su acción política, que describe el volumen, es su papel como Ministro en la elaboración de los artículos sobre laicidad y libertad religiosa de la Constitución de 1931. De los Ríos, quien personalmente tenía una actitud compleja de laicismo, por así decirlo, religioso , separado de la Iglesia católica, pero con un cristianismo con rasgos modernistas, fascinado sobre todo por las minorías religiosas (se define como “cristiano erasmista“) y, por un lado, muy firme en la libertad de culto y en la separación entre Estado y religiones, a favor del concepto de “Estado aconfesional“, que rompía decisivamente con el pasado, pero al mismo tiempo era partidario de una forma de reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia católica, también en nombre de la necesidad de que la nueva República “incorpore a los católicos ante el riesgo de explosión” de aquella experiencia democrática, como señala en la introducción el constitucionalista y político Gustavo Suárez Pertierra (p. 29).

La tesis de De Andoin, resumida en el Prólogo, es la que ve a De los Ríos como un precursor de la combinación laicismo-libertad (y por tanto cooperación) que se estableció en la Constitución de 1978 frente a la de libertad-coacción (y por tanto hostilidad). que se afirmó a pesar de sí mismo en 1931 (p. 30) y que no fue la menor causa del fracaso de la República (p. 58). Leer más…

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La ‘laica’ Francia pierde la fe: por primera vez, hay más ateos que creyentes

Viernes, 1 de octubre de 2021
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Notre-Damen_2310978959_15296433_660x371El 51% de los encuestados responde ‘No’ a la pregunta ‘¿Cree usted en Dios?’

En 1947 apenas un tercio (el 34%) de la población afirmaba no creer en ningún dios, una cantidad que ascendió al 44% en 2011. Ahora, por primera vez, y por poco, supera el 50%

La situación es similar en toda la ‘vieja’ Europa, como señaló recientemente el último informe del CIS

La encuesta llevada a cabo por la empresa Ifop a un panel de 1028 franceses, muestra cómo por primera vez desde que se realizan encuestas sobre el pensamiento religioso en el país, una mayoría se declara atea. Con una invariable progresión- Así, en 1947 apenas un tercio (el 34%) de la población afirmaba no creer en ningún dios, una cantidad que ascendió al 44% en 2011. Ahora, por primera vez, y por poco, supera el 50%.

Los responsables del estudio destacan esta tendencia, que no se ha visto afectada por la pandemia, ni por el incendio de Notre-Dame.

Como sucede en España (en realidad, en casi toda Europa), los más creyentes son los mayores de 65 años, aunque a diferencia de nuestro país -donde seis de cada diez jóvenes se declaran ateos o agnósticos-, la segunda horquilla de creyentes oscila entre los 18 y 34 años.

Otro aspecto destacado, y preocupante, es que cada vez se habla menos de religión en el circulo familiar. Y ya no hay diferencia entre religiones ‘buenas‘ y ‘malas’: el 54% de los encuestados piensan que todas están al mismo nivel.

Fuente Religión Digital

Budismo, Cristianismo (Iglesias), Hinduísmo, Islam, Judaísmo , , , , , ,

Juan José Tamayo: “España: ¿Adiós a la cristiandad?”

Sábado, 29 de agosto de 2020
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tiempos-cristiandad-volveran_2022707787_12121600_660x371“43 años después, la Iglesia no ha encontrado todavía su verdadera ubicación en la democracia”

“Una muestra de colaboración y apoyo sincero de la jerarquía católica a la laicidad del Estado y de sus instituciones, como demandan organizaciones cristianas de base y colectivos de teólogas y teólogos españoles, sería que fuera ella quien tomara la iniciativa en la renuncia a los privilegios”

“Entonces sí podríamos decir que la reforma de Francisco ha pasado los Pirineos. Mientras tanto, tengo dudas razonables de que así sea. Espero y deseo pasar de la duda a la confirmación del cambio de actitud de la jerarquía católica, que vaya de la defensa de sus propios intereses al servicio del bien común”

En julio de 1980 se aprobó la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (LOLR), que hoy resulta a todas luces anacrónica en una sociedad secularizada, con una amplio pluriverso de religiones y espiritualidades y en un clima generalizado y creciente de increencia en sus diferentes manifestaciones: ateísmo, agnosticismo e indiferencia religiosa.

En enero de 1979 se habían firmado los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede –Concordato encubierto-, que mantenían buena parte de los privilegios educativos, económicos, fiscales, culturales, sociales e incluso militares concedidos a la Iglesia católica en el Concordato franquista y nacionalcatólico de 1953, sin contrapartida alguna de la Iglesia católica. En realidad eran una actualización del Concordato nacional-católico. No pocos juristas consideraron dichos acuerdos preconstitucionales e incluso anticonstitucionales.

Contradicciones de La Constitución española en materia religiosa

Cuatro décadas después, la religión, y más concretamente la Iglesia católica, no ha encontrado su lugar en la sociedad española, ni su encaje en la estructura del Estado. La razón de tal situación hay que buscarla, en mi opinión, en el propio texto constitucional, que incurre en una crasa contradicción en el mismo artículo, el 16. Por una parte, reconoce el derecho a la libertad religiosa a nivel individual y comunitario y la no confesionalidad del Estado: “ninguna confesión tendrá carácter estatal”. Por otra, no respeta los principios de laicidad, neutralidad del Estado y de igualdad de todas las religiones ante la ley al colocar a la Iglesia católica en una situación de precedencia: “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones religiosas”.

Lucha por la hegemonía

Desde el comienzo de la Transición viene salvándose una lucha por la hegemonía en la esfera pública entre el poder político, que con frecuencia ha dado muestras de debilidad y sumisión ante la jerarquía católica, y esta, que ha aprovechado la debilidad de los sucesivos gobiernos de la democracia –fueran de izquierda, de derechas o de centro- para obtener más privilegios sin contrapartida alguna y una relevancia política que no le corresponde en un Estado democrático. Más aún, se ha querido erigir en cuarto poder, y en algunos casos lo ha ejercido de hecho, e incluso en el primer poder, sobre todo en los terrenos moral, legislativo y judicial. En cierto sentidos e puede decir que durante los 43 años de democracia los Gobiernos han sido rehenes de la Iglesia católica y han aceptado esa situación sin resistencia alguna.

El último ejemplo de la pugna por la hegemonía en el espacio público por parte de la jerarquía católica fue el de los dos funerales por las víctimas de la covid-19. El Gobierno español anunció la celebración de un funeral de Estado y le puso fecha. La Conferencia Episcopal Española, conocedora de dicha iniciativa, se adelantó a la fecha propuesta por el gobierno y celebró un funeral católico en la Catedral de la Almudena por todas las víctimas, que contó con la oposición expresa de algunos familiares, que pidieron expresamente no ser incluidos en el mismo y el desacuerdo de algunos colectivos dentro de la propia Iglesia católica, que vieron en el acto un desafío el Gobierno.

Los obispos quisieron convertir el acto religioso en funeral de Estado con la  invitación al Rey, Felipe VI, que asistió en calidad de Jefe del Estado, y al Gobierno español, que estuvo representado por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo.  Así fue entendido por los sectores conservadores y por una parte de la oposición política, y esa fue la imagen que quedó en el imaginario social. La lucha católica por la hegemonía y la confesionalización del dolor en una situación dramática como la que estamos viviendo no puede ser el camino para apoyar a las víctimas y consolar a sus familiares.

La lucha católica por la hegemonía y la confesionalización del dolor en una situación dramática como la que estamos viviendo no puede ser el camino para apoyar a las víctimas y consolar a sus familiares

La respuesta está en el acompañamiento personal y comunitario en el dolor, la compasión con las personas que sufren, la puesta en marcha de proyectos de solidaridad con quienes están soportando de manera más acusada las consecuencias de la covid-19 para ayudarles a salir de la situación de precariedad en la que los ha puesto la pandemia, así como la puesta a disposición de las personas enfermas y sus familiares de todos los recursos institucionales y personales sanitarios, sociales y religiosos de la Iglesia católica.

Restos de Cristiandad y cambios hacia un Estado laico

Cuarenta años después de la LOLR es hora de decir adiós definitivamente a la Cristiandad, de la que todavía quedan importantes restos en la práctica política y religiosa, y reubicar la religión en el espacio público, que creo no ha encontrado todavía su verdadera ubicación en la democracia cuarenta y tres años después de iniciada la transición política. Ello implica:

– reformar los artículos 16.3 y 27.3 de la Constitución, que mantienen una confesionalidad católica encubierta del Estado;

– derogar los Acuerdos con la Santa Sede, contrarios a la laicidad, a la igualdad de las religiones ante la ley y a la neutralidad del Estado en materia religiosa;

– derogar la LOLR, elaborar una ley de Libertad de Conciencia y un Estatuto de Laicidad en el ámbito nacional, autonómico y municipal para evitar la confusión de planos de lo religioso y lo político;

– devolver sin dilación los bienes inmatriculados por la jerarquía católica y ponerlos al servicio de la ciudadanía (por ejemplo, la Mezquita de Córdoba, Patrimonio Cultural de la Humanidad, del que se ha apropiado y se beneficia beneficiado el obispados con pingües ingresos);

– eliminar la enseñanza de la religión confesional en la escuela e introducir la enseñanza de la historia de las religiones;

– la renuncia de la Iglesia católica a las distintas formas de financiación estatal, por ejemplo, a la asignación tributaria, a las exenciones fiscales, etc.

Renuncia evangélica de la jerarquía católica a sus privilegios

Una muestra de colaboración y apoyo sincero de la jerarquía católica a la laicidad del Estado y de sus instituciones, como demandan organizaciones cristianas de base y colectivos de teólogas y teólogos españoles, sería que fuera ella quien tomara la iniciativa en la renuncia a los privilegios de los que viene gozando desde tiempos inmemoriales y no empeñarse en seguir defendiéndolos con uñas y dientes como si fueran derechos, con una argumentación jurídica falaz, que carece de base bíblica, de fundamento teológico y de justificación política en una sociedad secularizada y un Estado democrático.

Sería, además, un ejemplo de coherencia evangélica, amén de una prueba incontestable del necesario giro que debe dar la Conferencia Episcopal Española bajo la nueva presidencia del cardenal Omella, que se presenta como seguidor del Papa Francisco y debe demostrarlo con el apoyo al Estado laico, que es el espacio jurídico, político y cívico en el que cabemos todas y todos y no admite discriminación religiosa alguna. Entonces sí podríamos decir que la reforma de Francisco ha pasado los Pirineos. Mientras tanto, tengo dudas razonables de que así sea. Espero y deseo pasar de la duda a la confirmación del cambio de actitud de la jerarquía católica, que vaya de la defensa de sus propios intereses al servicio del bien común.

Pasos positivos hacia el Estado laico y dudas sobre la voluntad política del PSOE

Dos pasos importantes del Gobierno de coalición PSOE-PODEMOS en la buena dirección de la laicidad del Estado han sido la promesa de los ministros y ministras en la toma de posesión de sus cargos sin la presencia de la Biblia y el Crucifijo, y la celebración laica del Funeral de Estado en recuerdo de las víctimas de la covid-19. Ambos actos rompen con cuarenta años de confesionalización católica de dos momentos importantes de la vida política española.

En esa dirección parecen ir las entrevistas que está manteniendo la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, con los dirigentes –en su mayoría, varones, lo que demuestra el carácter patriarcal de las religiones- de las diferentes organizaciones religiosas: Iglesia Católica, Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, Federación de Comunidades Judías de España, Comisión Islámica de España, Unión Budista de España-Federación de Entidades Budistas de España, Testigos de Jehová, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Iglesias Ortodoxas de España, etc. Espero que no se tuerzan y desemboquen en un trato igualitario a todas las confesiones religiosas.

Aunque también tengo mis dudas sobre la voluntad política del PSOE en torno a la laicidad del Estado, ya que son muchos los años que vienen prometiéndola y, tras casi un cuarto de siglo gobernando, los avances han sido exiguos y los privilegios hacia la Iglesia católica siguen casi intactos, e incluso en materia económica considerablemente mejorados. Esperemos que esta vez las promesas se cumplan.

Dimensión crítico-pública de las religiones al servicio de las víctimas

¿Apostar por la laicidad del Estado y de sus instituciones significa recluir a las religiones en los lugares de culto y en la esfera privada? En absoluto. Las religiones tienen una dimensión crítico-pública irrenunciable que deben ejercer, pero no reclamando privilegios y prebendas, ni al servicio del poder, ni como cogobernantes y colegisladoras, sinoal servicio de las víctimas, es decir, de las personas, sectores y colectivosmás vulnerables de la sociedad.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Hermano Islam (Trotta, Madrid, 2020, 2ª ed.).

*Este artículo es un desarrollo más amplio y argumentado del publicado en el diario EL PAÍS el 21 de agosto de 2020 bajo el título Adiós a la Cristiandad.

Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , , , , ,

Jesús Espeja: “En una sociedad laica la verdad sobre Dios se mide más desde los derechos del hombre que desde la autoridad religiosa”

Martes, 25 de febrero de 2020
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Laicite“En una sociedad laica y postcristiana como la española para hablar de Dios como fundamento y afirmación de lo humano parece que hay sendas cerradas. Descartemos una presencia oficial y pública de la religión para que todos acepten al Dios que esa religión les imponga”

“Hablar de Dios como amor encarnado. Dios es amor no en abstracto sino presente activo en el corazón y en la conducta histórica de los seres humanos”

“También guardo silencio ante muchos que se dicen no creyentes en Dios, pero tienen fe en el ser humano, y hacen lo posible por defender su dignidad”

“La ideología con que está funcionando el neoliberalismo económico es diabólica”

¿Hablar de Dios en una sociedad laica?

1. Una sociedad laica

 Por laicidad – de “laos”,pueblo- entendemos aquí la doctrina y puesta en práctica de la misma que defiende la autonomía de las personas y de la sociedad- por tanto también del Estado u organización de la misma-respecto a cualquier imposición foránea, de la religión o de otras instancias. Tiene que ver mucho con la democracia : régimen en que las personas y la sociedad humana logran su mayoría de edad haciéndose sujeto de sus propias decisiones.

Por tanto a la laicidad se oponen igualmente, por distinto extremo, el confesionalismo del Estado y el laicismo. El confesionalismo del Estado que incluye también al Gobierno es la imposición oficial de una religión para todos como por ejemplo ocurría en el nacinalcatlicismo dentro de la sociedad española. Por el otro extremo el laicismo sería la imposición del ateísmo oficialmente para todos los ciudadanos, en todas las instituciones estatales incluido el Gobierno.

Los dos extremos se oponen a la libertad religiosa : el derecho que toda persona tiene practicar un religión, varias o ninguna. El Gobierno tiene obligación de salvaguardar ese derecho dentro del bien común; de ahí su carácter aconfesional. Se comprende que una sociedad laica debe ser plural pues cada ciudadano tiene sus puntos de vista, su comprensión de la existencia y su forma de organizarla.

2. ¿Hablar de Dios en situación de indiferencia masiva?

De Dios hablan las religiones. Y en una sociedad laica la presencia pública de la religión no debe ser de poder o consorcio con el poder, sino testimonial y en defensa siempre la dignidad humana.

Pero la sociedad laica, como hoy se va configurando la española, está integrada por ciudadanos con distinta posición respecto a Dios. Hay fervientes cristianos que viven su fe como experiencia de Dios revelado en Jesucristo, y hay otros que funcionan con imágenes de la divinidad fabricadas por ellos; aferrados a esas imágenes, no es infrecuente un fundamentalismo cerrado a la tolerancia y al diálogo con los diferentes. En el s. XIX los llamados “filósofos de la sospecha -.Feuerbach, Nietzsche,Marx y Freud- proclamaron la muerte de Dios como consecuencia de su humanismo; no podían aceptar una divinidad contraria o rival del ser humano. Así lo sugería Feuerbach, de algún modo inspirador de estos filósofos : “quien no sabe decir de mi sino que soy ateo, no sabe nada de mí…; yo niego a Dios; esto quiere decir en mi caso: yo niego la negación del hombre”. La muere de Dios formulada por Nietzsche tuvo su eco en ambientes universitarios del siglo pasado. En 1971 una Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes reconoció: “el mundo moderno ya está aquí, dentro de casa”.

Pero en los últimos años los postmodernos vienen a decir que Dios no hace falta para nada. En 1796, el científico Pierre-Simon Laplace publicó ‘Exposición del sistema del mundo’. Refiriéndose a esa obra, Napoleón comentó “Me cuentan que ha escrito usted este gran libro sobre el sistema del universo sin haber mencionado ni una sola vez a su Creador”, y Laplace contestó: “Señor, nunca he necesitado esa hipótesis”. Esa respuesta que tiene su significado en la investigación científica, se ha plasmado en una indiferencia religiosa masiva : Dios es un tema carente de interés, irrelevante; no es ni problema; una especie de “increencia por apatía”. No importa la cuestión de Dios porque tampoco importa la condición del ser humano. Una cultura líquida mantiene a la mayoría en esa “ceguera blanca” y superficial que tan bien describió hace unos años el portugués nobel José Saramago en su “Ensayo sobre la ceguera”: como si estuviéramos sumergidos en un mar de leche, la ceguera blanca impide a las personas, sin daño físico en sus ojos, ver la realidad que tienen delante.

Si el tema Dios carece de interés y de significado para tantos sumergidos en esa ceguera blanca que se manifiesta en la indiferencia religiosa ¿merece la pena seguir hablando de Dios? ¿no será mejor guardar silencio? . Parece comentable este silencio pues el misterio que llamamos Dios nos desborda; “si lo comprendes, ya no es Dios”, decía San Agustín. Pero este mismo santo escribió:”Dios mío, aunque bien poco dice de ti en realidad quien de ti habla ¡ay de aquellos que callan de ti, porque teniendo el don de la palabra se han vuelto mudos!”.

En 1956 el filósofo judío Martín Buber escribió un breve y substancioso libro titulado “Eclipse de Dios”. Mira el panorama :“¿Dios? Sí, dije, esta palabra es, de entre todas las palabras humanas, la que soporta la carga más pesada. Ninguna de ellas ha sido tan manoseada ni tan quebrantada…; las distintas generaciones humanas han depositado sobre ella todo el peso de sus vidas angustiadas, hasta aplastarla contra el suelo; allí está, llena de polvo y cargada con todo ese peso”¿Por qué no dejar que esa palabra muera en el olvido? Y el pensador Buber responde: “Es cierto que los hombres dibujan caricaturas y debajo escriben la palabra ´Dios´.

Por eso debemos estimar a los que no la admiten porque se rebelan contra la injusticia y el abuso que tan de buen grado se justifican con la palabra `Dios`. Pero “las diferentes generaciones humanas han destrozado esta palabra con sus divisiones religiosas; por ella han matado y han muerto; en ella están todas y cada una de las huellas de sus dedos ¿Dónde podría encontrar yo una palabra mejor para describir lo más alto?” Por eso “no podemos abandonar esa palabra…; no podemos limpiarla, no es posible lograrlo del todo; pero levantarla del suelo tan profanada y rota como está, y entronizarla después de una hora de gran aflicción, esto sí podemos hacerlo”. Frente a la indiferencia del postmoderno que considera el tema Dios como pasado de moda, tanto el ateísmo clásico que combatió a Dios para defender al ser humano como la fe cristiana que celebra la encarnación o presencia de Dios en lo humano, ven la necesidad de hablar hoy de Dios.

3. De qué Dios hablar

La cuestión primera hoy no es la existencia de Dios, sino el contenido que damos a esa palabra. Ahí se juegan también la verdad y el sentido del ser humano. En 1972 salió en español el libro de H. Zahrnt, “ A vueltas con Dios” donde ya se ve la actualidad del tema en el campo de la reflexión teológica.

En algún tiempo me tocó exponer como profesor de filosofía las cinco vías que siguiendo al filósofo Aristóteles, Tomás de Aquino desarrolló magistralmente. Aunque a veces se han interpretado estas vías como argumentos apodícticos, en realidad solo apuntan a lo que necesitan los seres humanos; el mismo Santo Tomas dice que a “Dios le conocemos com a un desconocido”. En el s. XVIII Manuel Kant, referencia más significativa de la Ilustración, dejó claro que a la existencia de Dios no se llega por la razón, pero al mismo tiempo admitió que también la razón pura o teórica tien sus límites, y la razón práctica postula esa existencia; “tuve que suspender el saber para dejar espacio a la fe” .

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En el siglo XIX los llamados “filósofos de la sospecha” afirmaron que Dios era una proyección del ser humano, una creación de su anhelo. Es indudable que en todo conocimiento humano hay una proyección del propio anhelo; pensemos por ejemplo en el conocimiento de la persona amada. También es verdad que nada existe porque yo lo desee. Pero ¿por qué de antemano negar que exista algo deseado? ¿Por qué no debe existir y ha de ser pura ilusión una realidad misteriosa llamada Dios que se experimenta, venera y adora desde hace miles de años en sinagogas, templos, mezquitas y pagodas? .Hace tiempo leí con gusto el libro de Manfred Lütz, “Dios. Una breve historia del Eterno”; deja claro que en la historia del pensamiento muchos han negado que Dios exista, pero ninguno ha demostrado la verdad de su tesis.

La cuestión primera hoy no es si existe o no existe Dios, sino de qué divinidad estamos hablando Porque ¿de dónde se saca que Dios representa un perjuicio para la humanización del ser humano?. ¿Qué fundamento hay para concluir que la fe en Dios es incompatible con la libertad, igualdad y fraternidad que proclama la Ilustración europea?.

Dos fenómenos ya son indicativos

En mi conversación con intelectuales agnósticos españoles y sobre todo colaborando con destacados pensadores cubanos ateos, he visto que niegan a Dios porque están en contra de la religión institucionalizada, en contra de la Iglesia percibida como opuesta a todo progreso científico y a la democracia política; en consorcio con el poder, con un espiritualidad evasiva de los problemas sociales, como factor narcotizante de los pobres, y justificando la posición privilegiada e injusta de los grupos dominantes. Identifican a Dios con lo que han percibido en un práctica religiosa que puede girar en torno a un ídolo, un falso absoluto.

Por otro lado estamos constatando el descalabro en funcionamiento de la sociedad laica. Está procediendo como si Dios no existiera; lo cual es positivo pues la divinidad no es tapagujeros y los seres humanos debemos asumir nuestra responsabilidad en el desarrollo de este mundo. Pero la legítima autonomía sin referencia del Creador, está generando un individualismo feroz y una ideología imperialista entre los pueblos que cada día sufren más la injusticia y la escandalosa pobreza. Parece que se hace triste realidad lo que a madiados del siglo pasado diagnosticaba H. de Lubac: “No es verdad que el hombre, aunque parezca decirlo algunas veces, no pueda organizar la tierra sin Dios; lo cierto es que, sin Dios, no puede , en fin de cuentas, más que organizarla contra el hombre”¿No estaremos también aquí cayendo en la idolatría?

Dios es amor.

Demos por supuesto que a Dios nadie le ha visto. Por tanto lo que digamos de él es siempre deficiente. Dejemos a Dios ser Dios y matemos nuestros dioses como sugiere el título de un libro de José Mª Mardones, un profeta de nuestro tiempo. Tres referencias desmontan falsas imágenes de la divinidad fabricadas por las mentes calenturientas de los mismos cristianos.

Jesús de Nazaret, a quien los cristianos confesamos Enviado, Palabra, Hijo, Presencia de Dios en condición humana, es condenado por blasfemo. Hay una visión de Dios según la cual Jesús es condenado como blasfemo, y hay otra visión de Dios que está dentro del Crucificado perdonando a los verdugos ¿Con cuál de los dos nos quedamos?

El Vaticano II sigue rechazando el ateísmo. Pero en vez de argüir directamente contra los ateos, se vuelve hacia los creyentes cristianos e interpela: “El ateísmo, considerado en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual, en la génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión”.

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“Es la hora de la laicidad “, por Joxe Arregi

Sábado, 22 de febrero de 2020
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          O la hora del Espíritu, pneuma en griego, ruah en hebreo, spiritus en latín. Es neutro en griego, masculino en latín, femenina en hebreo, pues transciende, acoge y bendice todas las identidades de género. Significa aire, soplo, viento. Es aliento vital profundo. Brisa suave en el sofoco, viento recio en la apatía.

            “El viento sopla donde quiere”, dijo el profeta Jesús de Nazaret lleno de Espíritu, aunque poco importaría que, como es probable, no lo hubiera dicho él en persona, sino que otro lo haya puesto en sus labios. Nadie es la fuente primera ni el dueño exclusivo de la palabra. “Oyes su rumor –añade Jesús o quien fuere–, pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va”. Viene de todo y de siempre, nos lleva adonde no sabemos.

            Así es el Espíritu –la mayúscula le conviene–, que vibra en la entraña de lo infinitamente grande y de lo infinitamente pequeño, en esta Tierra nuestra y en el universo sin medida. El Espíritu sopla donde quiere, que es como decir en todo, pues lo ama y anima todo. Es el alma de cuanto vive y respira. Es la esperanza invencible, la aspiración irresistible de todos los seres, sin excepción. Es la energía que toma forma en la materia y la hace matriz inagotable de nuevas formas sin fin, desde el fotón invisible hasta la galaxia EGS8pt, cuyo nombre queda fuera de nuestros catálogos y cuya luz, emitida hace 13.200 millones de años, a 300.000 km. por segundo, llega ahora a nuestros telescopios. Y sigue.

              Espíritu es, así lo siento y pienso, el nombre por excelencia de Dios, el más allá y el más acá de todo, que ninguna inteligencia puede comprender, que no es un ser ni el conjunto de todos ellos, que todos los seres celebran con un himno de silencio, y por el/lo/la que el deseo universal suspira. “Ven, Espíritu”: es el clamor, el gemido, la oración universal. Mejor tal vez: es el Espíritu quien clama, gime y ora desde el fondo de cuanto es, hasta la liberación universal. El universo es oración.

            Que me perdone el lector, la lectora, el haberme desviado tanto, aparentemente, del título de estas líneas: “La hora de laicidad”. En realidad, la reivindicación de la laicidad se funda en la confesión del Espíritu, y la confesión del Espíritu me lleva a la reclamación de la laicidad. Y a eso iba.

           El Espíritu es anterior a toda religión, y seguirá soplando, animando la vida o infundiendo espiritualidad, después de que todas las religiones, formaciones culturales recientes –apenas 5000 años las más antiguas, apenas un soplo–, con sus creencias y doctrinas, ritos y normas, jerarquías e instituciones pertenecientes a una cosmovisión que ya no es la nuestra, hayan perecido. Eran formas pasajeras. Nacerán otras formas igualmente pasajeras, que deberán desaparecer para que el Espíritu siga alentando.

          El Espíritu es, pues, laico. No es confesional, no está ligado a ninguna forma religiosa, y menos a ningún privilegio de alguna institución religiosa. El Espíritu reclama a las religiones que abandonen sus pretensiones de verdad y de bien. No hay más verdad ni más bondad dentro que fuera de las religiones, como demuestran de sobra el pasado y el presente. No hay más bienaventuranzas de Jesús dentro que fuera de las iglesias cristianas. Él mismo lo dijo.

             Me dirijo en particular a los obispos católicos del Estado español, tan aferrados aún a status, prejuicios y poderes del pasado como, por ejemplo, a sus cuantiosas exenciones fiscales. A propósito: me parece bien que queden exentos de impuestos los templos y lugares de servicio público en uso, pero solo eso, nada más que eso, de ningún modo, por ejemplo, los palacios episcopales y las casas y garajes curales, y que se aplique a la Iglesia católica la misma ley que se aplica a las otras iglesias y religiones, la misma que rige para las ONGs, sindicatos y partidos políticos. ¿O es que conocen los obispos algún político o sindicalista o miembro de alguna ONG que no pague el IBI por el domicilio particular y su garaje? Sería un delito. Tan aferrados también a la suculenta casilla de la Declaración de la Renta, por la que la Iglesia católica se queda todavía con el 0,7 del impuesto que pagan religiosamente todos los ciudadanos que no dispongan lo contrario. Tan aferrados a sus vergonzosas inmatriculaciones de bienes que fueron y han de seguir siendo de todos. Y a su insistente exigencia de que se imparta la asignatura de la religión católica en el sistema público de la Enseñanza, y la impartan profesores nombrados por los obispos y sean pagados, eso sí, con fondos públicos, con el dinero de todos. Y por si fuera poco, ahora, de la mano de la derecha más extrema, defienden el veto parental para impedir que los hijos asistan a charlas de educación sexual o de respeto a los LGTBIQ en la escuela de todos. ¡Qué bochorno para los que aún nos sentimos y vamos a la iglesia!

               Es la hora de la laicidad. Dejad al Espíritu que sople, para que podamos respirar.

Espiritualidad

Los tres principales credos defienden un modelo de laicidad positiva que reconozca la contribución de la religión a la sociedad

Sábado, 23 de febrero de 2019
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signos-religiososForo de Encuentros Interdisciplinares en la Fundación Pablo VI

Sistach, Querub y Tatary constatan que “la libertad religiosa es la fuente de todos los derechos”

(Fundación Pablo VI).- “Derechos Humanos y Libertad Religiosa” ha sido el tema del último Foro de Encuentros Interdisciplinares celebrado este miércoles en la Fundación Pablo VI.

El lugar que ocupa el derecho a la libertad religiosa dentro de los derechos fundamentales, la defensa que de éstas deben hacer los Estados y el lugar que ocupan en un Estado laico han sido los temas que se han abordado en un encuentro en el que participado representantes de las 3 principales religiones en nuestro país: Isaac Querub, Presidente de la Federación de Comunidades Judías en España; Riay Tatary Presidente de la Unión de Comunidades Islámicas; y el Cardenal Lluis Martínez Sistach, Arzobispo emérito de Barcelona y Académico de Honor de la Real Academia Europea de Doctores.

“La dimensión religiosa está en la base antropológica del ser humano”, ha comenzado el Cardenal Sistach, y la base espiritual del ser humano ha sido decisiva en la construcción de la sociedad y del progreso. No hay duda sobre la contribución de las religiones al bien social, pero existen los prejuicios, ha continuado Isaac Querub. “Hoy en día todo se pone en tela de juicio, pero los que se oponen a la religión hacen más ruido que aquellos que vivimos tranquilamente la espiritualidad”. Para el representante de la Comisión Islámica en España, Riay Tatary, “la libertad religiosa es la fuente de todos los derechos” y gracias a la globalización se está favoreciendo cada vez más el conocimiento mutuo entre las religiones.

Laicidad positiva, no laicismo

¿Dónde están los problemas, entonces? En la praxis, asegura el Cardenal Sistach, en las trabas para no poder ejercer la fe libremente. Y ¿quién obra de este modo? “Las tiranías” que sustituyen las religiones por otra cosa. Esto no quiere decir que el Estado tenga que ser confesional, al contrario. El modelo que recoge la Constitución “de laicidad positiva y abierta en cooperación con otras confesiones” es el modelo actual que garantiza el derecho a la libertad religiosa. “A medida que la religión se concibe de manera positiva por su contribución a la sociedad, los Estados no son más laicistas sino laicos: la reconocen, la promueven y la tutelan”. Lo anterior a la Constitución de 1978, ha confesado el purpurado catalán, pasa factura y “hoy la estamos pasando todavía un poco. La Iglesia lo que pide es libertad y una “relación de igualdad con el resto de las confesiones”.

En esta línea, ¿está la Iglesia Católica en posición de privilegio con respecto al resto de las religiones con los acuerdos Iglesia-Estado?, ha preguntado el moderador del Foro, Raúl Cancio. El Cardenal Sistach considera que no, en la misma línea que Isaac Querub, el representante de la comunidad judía en España. Nosotros “no tenemos un problema de que la religión católica sea mayoritaria” porque históricamente lo ha sido en España. En la misma línea, Tatary cree que la aconfesionalidad del Estado ha permitido la igualdad.

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Necesidad de diálogo

Sin embargo, ha señalado el representante de la comunidad judía en España, “hay aún mucho por andar para que en todas partes se pueda ejercer libremente la religión”. Porque han existido y siguen existiendo extremismos en todas las religiones. Una de las tareas fundamentales para evitar esto es el diálogo. “Los musulmanes han convivido siempre con otras religiones y esa convivencia no se ha interrumpido nunca”, manifiesta Riay Tatary. Pero igual es necesario trabajar más en el diálogo y la convivencia. En este sentido, el Presidente de la Comisión Islámica defiende la necesidad de que se imparta “la enseñanza religiosa islámica en las escuelas para evitar que los jóvenes caigan en fundamentalismos“.

En el Foro ha estado presente también la Directora General de Relaciones con las Confesiones, Ana Gallego, para quien “la libertad religiosa no se proclama desde la religión, sino desde el Estado. La labor del Estado es crear las condiciones para que todas las religiones se puedan desarrollar con la máxima igualdad posible”. También han participado de forma especial representantes de Ayuda a la Iglesia Necesitada, Caritas, Manos Unidas, Justicia y Paz y el Foro Abraham, asociación fundada para promover el diálogo entre los diferentes credos.

El papel de la mujer

La última cuestión que se ha abordado en el Foro ha sido el papel que ocupa la mujer en las diferentes religiones. Los representantes de las 3 confesiones han abogado por la promoción de una cultura en la que se valore y se fomente la igualdad real. Una igualdad que cada vez se da más en “las generaciones nacidas en España”, afirma el representante de la comunidad musulmana, Riay Tatary. Por su parte, el Cardenal Sistach ha defendido la importante labor que tiene la mujer en la Iglesia y ha concluido con esta pregunta. “Si mandaran las mujeres en los Estados, ¿habría tantas guerras?“.

Fuente Religión Digital

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“¿Un cristiano laico? “, por Gonzalo Haya

Miércoles, 17 de octubre de 2018
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hora15bNuestra cultura occidental está abandonando la religión. Su progresiva conciencia de autonomía -personal y social- rechaza cualquier imposición externa. Se habla de una era posreligiosa o laica.

El laicismo surgió como una rebelión contra una cultura religiosa cristiana, que imponía unas leyes y unas creencias bajo la autoridad de un ser trascendente. Posteriormente se ha superado esa postura inicial de rechazo, y se va afianzando una actitud que organiza la vida social sin tener en cuenta las creencias o normas religiosas; “como si Dios no existiese” según la tan repetida expresión de Bomhöffer. Esta tendencia se conoce como laicidad.

Los cristianos sentimos como algo esencial la inculturación  -la encarnación- en la sociedad en que vivimos.

¿Puede un cristiano adoptar la laicidad?

El cristiano puede compartir con la laicidad el rechazo de creencias y normas impuestas desde el exterior, porque la trascendencia de Dios incluye su inmanencia en la persona y en todo el universo: “más íntimo que mi propia intimidad”. Y las creencias y normas que le propone su religión no han sido dictadas desde fuera, ni en hebreo ni en latín, sino percibidas en la experiencia espiritual de Hammurabi, Moisés, o Jesús, y que él mismo puede experimentar en su conciencia.

Podría objetarse que la religión supone el reconocimiento de Dios, que sería un reconocimiento ajeno a la laicidad. Sin embargo la laicidad no niega a Dios, prescidende de él en su organización social.

Yo me atrevo a decir que la laicidad incluye de alguna manera a Dios. La naturaleza humana tiene una dimensión espiritual -que se expresa mejor en símbolos y en poesía que en conceptos-; y reconoce elementos trascendentes -más importantes que sus propios intereses- como el amor, la justicia, la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos. Estos son otros tantos nombres que tratan de darnos una idea de esa Realidad última -que algunos llamamos Dios- y que, en este estadio de nuestra evolución, nos resulta un misterio que no sabemos explicar (como el 80 % de la materia).

¿Añade algo el cristianismo a la cultura laica?

Por ejemplo: la gratuidad total, el jornalero de última hora que cobra igual que el que trabajó toda la jornada, el amor a los enemigos… Es verdad que estas actitudes resultan difíciles de aceptar incluso para “la buena gente” –y para muchos cristianos- pero pertenecen también a la más pura esencia del amor humano.

Esto se pone de manifiesto en innumerables actos, que solemos llamar “ejemplares” o “heroicos”, realizados tanto por personas religiosas o laicas: el inmigrante que se lanza a las vías del metro para salvar a un niño, el enfermero o el bombero que arriesgan su vida, los miles de donantes de órganos, la madre de familia numerosa que acoge a los huérfanos de una vecina tan pobre como ella.

La parábola del buen samaritano no es ejemplar porque la dijera Jesús; Jesús es ejemplar porque expuso esa parábola, que resuena en todo corazón humano.

El Reino de Dios no es una religión, ni judía ni cristiana; es una plenitud de amor fraterno, y Jesús lo reconoció en samaritanos, publicanos, cananeos, y en el centurión de un ejército invasor, tanto o más que en judíos o en sus mismos discípulos.

La línea entre lo laico y lo sagrado se nos hace más permeable; pueden beneficiarse mutuamente. Tanto lo sagrado como lo laico (las impurezas que decían los fariseos) no vienen de fuera, nacen del corazón (de la conciencia) (Mc 7,14-16). ¿Qué diferencia hay entre la conciencia de una  ONG y la de una Comunidad Cristiana de Base, entre Greenpeace y la Comunidad de san Egidio? “Al atardecer de la vida nos examinarán del amor” (San Juan de la Cruz).

Conclusiones

La era “posreligiosa” está extendiéndose sólo en Occidente, y podría ser una etapa de reacción contra un exceso religioso, pero actualmente es una situación real. Creo que puede evolucionar porque tendemos a expresar y compartir nuestra espiritualidad en ritos y normas sociales; y en esto sería el inicio de otra religión. Las Iglesias cristianas deben preocuparse más de mantener la amplitud humana del evangelio que de “esas tradiciones vuestras” (Mt 15,3), que lo han ido encerrando en límites culturales.

Un cristiano puede adoptar sinceramente una cultura laica; puede vivir esta situación como exigencia propia o como adaptación a la cultura de su entorno. Bonhöffer lo expresa claramente: No podemos ser honestos sin reconocer que es necesario que vivamos en este mundo etsi Deus non daretur (como si Dios no existiese)”, “Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios”.

Gonzalo Haya

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad ,

Nostalgias católicas actuales.

Martes, 3 de julio de 2018
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el-sindrome-de-las-iglesias-vacias_560x280(Gregorio Delgado del Río).- Desde hace siglos -otra cosa es que algunos no han querido enterarse-, era un hecho constatado la manifiesta decadencia y retroceso progresivo del papel que desempeñaban de hecho los sistemas religiosos, las Iglesias oficiales y, en definitiva, la religión.

Las diferentes Iglesias y tendencias cristianas que tan intensamente habían intervenido en la visión occidental de la identidad humana y de su función en el mundo, fueron, de modo gradual, “perdiendo el control sobre la sensibilidad y la existencia cotidiana” (Steiner). En el fondo, “el núcleo religioso del individuo y la comunidad degeneró en convención social (…). Para la gran mayoría de hombres y mujeres pensantes -incluso allí donde la asistencia a la Iglesia continuaba-, las fuentes vitales de la teología, de una convicción doctrinal sistemática y transcendental, se habían agotado” (Ibidem).

Al menos esto era así en una visión generalizada de la sociedad occidental. En esa dirección, marcharon durante mucho tiempo las preocupaciones e inquietudes humanas. Con diferente intensidad -es cierto- en lugares distintos, pero indudable. Se produciría una gran vacío como consecuencia de la erosión de la teología, que pretendió sustituirse con nuevas energías y visiones de la realidad.

En ese marco general de cierta descomposición de la doctrina cristiana, surgió lo inevitable: la reforma luterana. El Primado romano no supo aceptar la verdad de muchos de los certeros ataques de que fue objeto y reaccionó con una enemistad (anatema excluyente) sin parangón. Toda la Iglesia entró en shock ultradefensivo y estéril. Se consolidó la división religiosa. Se bloqueó todo intento de reforma sensata y se inutilizó para una presencia efectiva en el mundo moderno y, por tanto, en los grandes cambios y transformaciones, que iban a producirse hasta nuestros días.

Es más, también se ha de reconocer que el intento de llenar el vacío existente mediante nuevas energías sustitutorias (‘mitologías‘) fracasó igualmente y no han sido otra cosa que ilusiones. Así lo ha interpretado Steiner: “La promesa marxista ha fracasado cruelmente. El programa de liberación freudiana se ha cumplido sólo muy parcialmente. El pronóstico de Lévi-Strauss es de irónico castigo”. Tales mitologías religiosas se han mostrado y llegado a nosotros -utilizando el veredicto de Steiner para el marxismo- como “una de esas grandes iglesias vacías”. Sin embargo, el problema de fondo subsistió: el hambre de lo absoluto del ser humano.

recuerdos-de-juan-xxiiiHubo, sin embargo, una muy limitada oportunidad con Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Pero, se malogró. Siguieron muy activas ciertas fuerzas internas, empeñadas en neutralizar sus efectos reformadores (airear las estancias) a fin de ‘relativizar’ y ‘aguar’ el impulso conciliar. A fuer de objetivo, he de reconocer que tuvieron pleno éxito. La política restauracionista de los últimos papas legó al Cardenal bonaerense una Iglesia muy gravemente enferma. Precisamente, en base a este diagnóstico, se explica el encargo que se le hizo: aplicarle una ‘terapia causal’, como había recetado Hans Küng. Esto es, ir a las verdaderas causas de la enfermedad, combatir los procesos patógenos y, en caso necesario, extirpar ciertos abscesos. Había que cambiar el rumbo. No se podía seguir en la misma dinámica.

Diagnosis de ciertos rumbos

Ahora bien, no conviene engañarse. La realidad es muy tozuda. Ciertas cosas ya no volverán. La descristianización de la sociedad es realidad palpable en todo Occidente. Las Iglesias están vacías. Los católicos no rigen su vida temporal de acuerdo con su fe y apenas están presentes en las decisiones sociales y políticas.

Tal descristianización también se aprecia en otros países en la medida en que acceden a un cierto desarrollo económico. Estamos ya en un contexto post secular en el que prima el pluralismo en todos los ámbitos y una civilizada laicidad. No hay que darle vueltas ni hacerse la ilusión de ‘volver atrás’. Los tiempos pasados que tanto añoran algunos no volverán. Tales “nostalgias” son, como ha subrayado el cardenal Angelo Scola, meros “sueños abstractos”.

¡Sabía reflexión! Ya no tienen sentido muchos anhelos y aspiraciones de tantos fundamentalismos e integrismos. Son pasado. ¿Por qué no se acepta esta realidad con todas las consecuencias que conlleva?

Tampoco la Iglesia, en mi opinión, podrá imponer a la sociedad su visión sobre el hombre, el mundo y las relaciones humanas. En todo caso, no en el modo en que parece percibirse cuando uno escucha voces y propuestas de cierta Jerarquía y/o de creadores de opinión pública, supuestamente en sintonía con Francisco. El estado actual democrático y de derecho -no se debe de olvidar- es muy plural y, por tanto, es laico. En esta línea, se puede aspirar (difícil empeño) a concertar con el poder político una cierta recomposición y redimensión de las actuales relaciones mutuas. Esto es, se puede buscar el activar (dentro del marco legal) un mayor compromiso político del católico, una efectiva cooperación en orden a proponer (oferta) junto con otras fuerzas concurrentes ideas y acciones concretas al servicio de la dignidad del hombre, Pero -no nos equivoquemos- el Estado no es teocrático: no se rige por el Evangelio. Con el noble afán de influir en la sociedad del momento, tan descristianizada, se corre el riesgo de hacerlo -en nombre de Francisco- en los mismos términos que ciertos integrismos.

homosexuales-en-la-iglesiaEn la vigente situación de postsecularismo, en efecto, me parece que la respuesta de la Iglesia (al anhelo de absoluto del hombre) debería orientarse prioritariamente a “dar testimonio” del mensaje cristiano (Cardenal Scola)., esto es, a sembrar. Francisco ha insistido proféticamente en ello desde el primer momento de su pontificado. El Cardenal Tobin lo ha expresado de modo inequívoco: “El reto más grande al que la Iglesia se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida”. También en la misma dirección se puede aludir al reciente libro (Sólo el Evangelio es revolucionario) del Cardenal Maradiaga y a las reflexiones (RD) de José Antonio Pagola: su tarea es sembrar, no cosechar o “Tarde o temprano, los cristianos sentiremos la necesidad de volver a lo esencial. Descubriremos que solo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días”.

Entiendo que abrazar este último rumbo (el del testimonio) es complicado. Obliga a mucho en el modo de vivir la vida. Es más fácil decir a los demás (sermonear) qué han de hacer o qué se ha de reformar. Se suelta y punto. Lo difícil es cambiar la vida personal (conversión) en coherencia con la fe que decimos profesar. Esta es la verdadera reforma pendiente.

Sólo cuando los cristianos seamos capaces de volver a lo esencial (testimonio de vida), seremos creíbles y fiables (respetados) en el mundo. A partir de aquí, gozaremos de autoridad para concurrir en la sociedad con nuestra visión del hombre, del mundo y de las relaciones humanas en todos sus ámbitos. Eso sí, siempre en forma de propuesta y oferta.

Fuente Religión Digital

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“Pentecostés laico”, por José María García Mauriño.

Viernes, 8 de junio de 2018
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poblacion-mucha-gente-caminando-715x401El Espíritu de todo ser humano, de todo hombre y mujer, es patrimonio de toda la humanidad. No pertenece en exclusiva a ninguna religión, a ninguna ideología. Es la fuerza de su dignidad, la energía de los Derechos humanos que anida en el interior de cada persona. Hemos de invocar su presencia humanizadora al mundo entero tan necesitado de humanización.

En este mundo no hay paz. Los hombres y mujeres se matan de manera ciega y cruel. No sabemos resolver nuestros conflictos sin acudir a la fuerza destructora de las armas. Nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo ensangrentado por las guerras. Que este espíritu, esta fuerza del ser humano, despierte en nosotros el respeto a toda persona. Debemos hacernos constructores de paz. No nos abandonemos al poder del mal.

Muchos de nosotros y nosotras vivimos esclavos del dinero. Atrapados por un sistema que nos impide caminar juntos hacia un mundo más humano. Los poderosos son cada vez más ricos, los débiles cada vez más pobres. Este espíritu humano liberará en nosotros la fuerza para trabajar por un mundo menos injusto, más solidario. Ojalá nos hagamos más responsables y solidarios. No caigamos en manos de nuestro egoísmo.

La humanidad está rota y fragmentada. Una minoría de hombres y mujeres disfrutamos de un bienestar que nos está deshumanizando cada vez más. Una mayoría inmensa muere de hambre, miseria y desnutrición. Entre nosotros crece la desigualdad y la exclusión social. La fuerza del espíritu humano despertará en nosotros la compasión que lucha por la justicia. Nos enseñará a defender siempre a los últimos. No nos dejará vivir con un corazón enfermo.

Muchos viven sin conocer el amor, el hogar o la amistad. Otros caminan perdidos y sin esperanza. No conocen una vida digna, sólo la incertidumbre, el miedo o la depresión. Esperamos que el espíritu humano reavive en nosotros la atención a los que viven sufriendo. Que nos enseñe a estar más cerca de quienes están más solos. Que nos cure de la indiferencia.

Muchos entre nosotros y nosotras no conocen el amor ni la misericordia. Se alejan de la humanidad porque tienen miedo. Nuestros jóvenes ya no saben hablar otro lenguaje. Los valores éticos se van borrando de las conciencias. Queremos despertar en todos y todas,  la fe y la confianza en la humanidad.

La mayoría de nosotros, hombres y mujeres del mundo no sabemos cuidar de la vida. No acertamos a progresar sin destruir, no sabemos crecer sin acaparar. Estamos haciendo de este mundo un lugar cada vez más inseguro y peligroso. En muchos va creciendo el miedo y se va apagando la esperanza. No sabemos hacia dónde nos dirigimos. Esperamos que este espíritu humano nos haga caminar hacia una vida más sana, más justa y solidaria.

José María García Mauriño

Madrid 16 de Mayo de 2018

Fuente Fe Adulta

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El Presidente de la Cámara de Diputados de Chile no quiere que la ley de identidad de género se vote durante la visita del Papa

Martes, 9 de enero de 2018
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 fidel2“El 16 de enero no es feriado en Valparaíso”, replicó el Movilh además de acusar hipocresía  porque “quien pone en una situación incómoda a la Iglesia es Fidel Espinoza (PS) cuando anuncia por diversos medios que quiere entregarle al Papa un reclamo de los laicos de Osorno”.

Con indignación reaccionó el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) a la postura del presidente de la Cámara de Diputados, Fidel Espinoza (PS), quien se mostró en desacuerdo con que la Sala vote el próximo 16 de enero la Ley de Identidad de Género por la visita del Papa.

“No me voy a prestar como presidente para poner un tema en la polémica con la visita del Papa. Yo soy una persona que respeta mucho la visita del Papa. Tengo también cosas plantearle al Papa como lo que estamos viviendo en Osorno con el Obispo Barros. Asumí el compromiso de entregarle un documento de protesta con los laicos de Osorno y por tanto yo no me voy a prestar para generar polémica con un tema que es de alta sensibilidad para la Iglesia”, dijo Espinoza a Radio Biobío.

El presidente del Movilh, Ramón Gómez, replicó que “la única persona que está armando una polémica es Espinoza. Es él quien ha vinculado la visita del Papa con la votación de la Ley de Identidad de Género, de la mano del diputado José Antonio Kast. Nadie más ha visto problemas al respecto”.

El dirigente añadió que “aquí hay una hipocresía tremenda de parte de Espinoza. Dice que no quiere armar polémicas con el Papa, al mismo tiempo que anuncia que en su calidad de presidente de la Cámara pretende entregarle un documento de protesta de los laicos de Osorno. La inconsistencia del diputado es evidente. Si hay algo que complica al Papa es lo que ocurre en Osorno. Eso es lo polémico, no la Ley de Identidad de Género”

Gómez puntualizó que “vivimos en un Estado laico y Espinoza debe ser el primero en respetarlo. Más aún, el 16 de enero no es feriado en Valparaíso, y lo que debe hacer Espinoza es trabajar”.

Fuente MOVILH

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Jesús, profeta laico

Jueves, 26 de octubre de 2017
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jesus-de-nazaretTomás Maza Ruiz
Madrid.

ECLESALIA, 16/10/17.- Jesús fue un laico, no dependió de la jerarquía religiosa de su pueblo, sino que tuvo serias discrepancias con ella. Era, como nosotros, una persona sin ningún tipo de poder religioso dentro de las instituciones religiosas judías.

Pero Jesús era creyente, era un ferviente creyente, que vivía intensamente la unión con su Padre Dios. Y que también vivía intensamente el amor hacia sus hermanos los hombres.

Jesús debió meditar profundamente sobre estos dos grandes amores: Dios y los hombres. Desde su infancia su espíritu fue creciendo en amor, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Fue educado en la fe religiosa judía y en las tradiciones del pueblo de Israel, pero se dio cuenta de que esa fe y esas tradiciones no eran suficientes para luchar contra el sufrimiento humano, y que incluso la religión ritualizada y jerarquizada era una de las cargas más pesadas que tenía que soportar el pueblo.

Cuando Jesús alcanzó su madurez humana y espiritual se dio cuenta de que la religión, tal como estaba estructurada, no era un camino para la “salvación“, es decir para la realización plena del ser humano, para su felicidad, y soñó con un mundo nuevo, con el Reinado de Dios. En este mundo ya no tendría la religión ritualizada la exclusiva para llegar a Dios, sino que, al contrario, era un obstáculo para cumplir su voluntad, porque la voluntad de Dios es que el hombre viva y sea feliz. Jesús descubrió que el camino para llegar a Dios consistía en el amor a los hermanos, especialmente los más pobres y los excluidos por los poderes de este mundo, sean políticos, económicos o religiosos.

Jesús no fundó una nueva religión. Su mensaje no es un mensaje religioso, sino ético, de amor. Jesús no instituyó una nueva jerarquía eclesial: sacerdotes, obispos, sumos sacerdotes. Todo ello fue una construcción humana copiada de la religión judía y de las religiones paganas del mundo antiguo. Si Jesús hubiera nacido en otra religión su mensaje habría sido esencialmente el mismo, puesto que no afectaba a creencias, ritos o dogmas sino al comportamiento de justicia y amor hacia los más pobres y marginados, que es común a cualquier ser humano sensible y de buena voluntad.

El ejemplo máximo de comportamiento “cristiano” en el Evangelio es atribuido por Jesús a un ”hereje”, un samaritano, que es el único que auxilia al herido tendido a la orilla del camino. Esto nos puede enseñar que lo que nos convierte en seguidores de Jesús no son los ritos, ni los dogmas, ni la obediencia a la “jerarquía”, sino el amor y la justicia hacia los pobres, marginados y víctimas de las injusticias de los poderosos. Y que son seguidores de Jesús los que obran así aunque sea de otra religión o incluso cuando no profesan ninguna.

Tres textos de los evangelios que resaltan la laicidad: Mateo 25, El Juicio de las Naciones, Mateo 5, Las Bienaventuranzas y Mateo 19, El joven rico.

La Iglesia oficial no se puede identificar con el Reino de Dios. Tampoco podría identificarse con este reino una Iglesia que siguiera las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. Esta sería sacramento del Reino, parábola del Reino, porque el Reino está siempre en construcción, es un camino, no una llegada. El Reino de Dios es justicia, paz y amor y conseguirlo es un camino sin fin

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“El aprendizaje democrático de las religiones”, por José Ignacio Calleja

Lunes, 16 de octubre de 2017
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20131031_011553_1103lipcolCada vez que un atentado yihadista golpea a la vieja Europa, las religiones vuelven a estar en la picota, suscitándose un debate interminable. En absoluto creo que la solución es fácil, pero hay conceptos que, una vez asimilados, ayudan mucho a aclarar la diferencia entre lo legítimo en libertad para cada uno y lo abusivo en particularismos de grupo.

Está de más decir que en el terrorismo yihadista la religión juega un papel subordinado a una estrategia de lucha por el poder político y económico, en el inmenso mundo árabe y musulmán y en el mundo capitalista en cuanto tal. El cruce de intereses geoestratégicos y económicos en la zona es proverbial; las guerras de Afganistán, Irak, Siria, Yemen y, a su modo, Libia y Egipto lo ponen bien a las claras.

Por eso digo que el reclamo sobre la religión, y el muy complejo Islam en particular, juega un papel tan destacado en el imaginario popular como subordinado en la realidad. A mi juicio –y creo mucho en el condicionamiento de las creencias e ideales sobre las reacciones humanas–, la religión desempeña en este caso un papel instrumentalizado por factores materiales mucho más determinantes.

Dicho esto, vuelvo a la vieja y benéfica idea de que hay conceptos éticos y políticos que ayudan a encarar con garantía el lugar de las religiones en las culturas particulares y, a la vez, globalizadas. Tales son los de secularización del mundo y laicidad de la política. Son de origen occidental, es cierto, pero equivocarlos con un nuevo modo de colonialismo de la cultura grecolatina sobre todas las demás, y en particular, sobre la musulmana, es un inmenso error.

Cualquier sistema de creencias religiosas y cualquier cosmovisión no religiosa tienen que confrontarse con esta doble idea. La secularización reconoce que el mundo en todas sus expresiones es mayor de edad y goza de autonomía propia. La ciencia, la política, las artes y la ética, participan de esa mayoría de edad y tienen autonomía. No están sometidas a la tutela de autoridades ajenas que les dictan desde fuera lo que es verdad, lo que es bello, lo que es justo y bueno. No hay religiones que se encarguen por revelación divina de conocer para el mundo de los creyentes o no creyentes, de manera universal, todo eso que llamamos verdad, bondad y belleza. Nadie puede reclamar que –en su cultura–, una religión o una nación definen para todos lo que hemos de saber, lo que hemos de creer, lo que hemos de valorar. El mundo es mayor de edad y autónomo, y lo es a la medida de los humanos. No somos dioses.

Una autonomía que no es absoluta, sino relativa, pero relativa a la dignidad humana que entre todos vamos desvelando en su significado, y así la vamos haciendo ley común. Es el marco de los derechos humanos, cuya interpretación es discutida en no pocos casos, pero de esa discusión sólo se sale por la argumentación filosófica, experiencial y religiosa, por la democracia y, a veces, la objeción de conciencia. Evidentemente, una religión puede pedir de los suyos esta o aquella exigencia más precisa sobre el pensar, el votar o el obrar moral, pero eso, para los suyos, por causa de su fe. A los demás, se lo propone. Alguna vez, la contradicción reclamará la objeción de conciencia, pero nunca el terror y la violencia para imponer el bien según una concepción religiosa o nacional. Ni en la propia cultura ni en la ajena, la religión puede ignorar este proceder. Y si desde dentro de ella, esta idea es inaceptable, el problema es de la religión no de la cultura democrática. (Ahora no hablo de los lastres de ésta).

Y lo mismo viene avalado por el otro gran concepto ético en política, la laicidad. La laicidad de la política como condición formal del procedimiento democrático. Por esta condición, el Estado no tiene una religión propia, ni una cosmovisión no religiosa y alternativa a las religiones. No, el Estado tiene una ley común que se atiene a los derechos humanos y que respeta el libre juego de las concepciones culturales de sus ciudadanos, ¡religiosas o no!, exigiendo de todas argumentos, tolerancia y cumplimiento de la ley democrática.

No hace falta que las religiones o las cosmovisiones no religiosas se escondan, para evitar el conflicto. No sería justo con la libertad. Lo que se requiere es gente –religiosa o no, cristiana o musulmana, agnóstica o atea–, que respeta al mundo en su autonomía o mayoría de edad, ¡el mundo de los iguales en derechos y deberes!, convive y debate en el campo de juego de las leyes comunes, y, si es preciso oponerse al fondo moral de alguna de ellas, lo hace en cauces democráticos y con razones éticas que los demás pueden entender.

No se trata, en suma, de arrinconar las religiones en la conciencia de las personas, o en el pueblo de origen de los refugiados y migrantes, sino de reconocer lo dicho: vienes a un mundo donde la religión es particular y, su traducción a la vida pública, un derecho democrático ejercido en igualdad a los demás ciudadanos; y traducido de un modo que respete la mayoría de edad del mundo, la laicidad del Estado y los derechos humanos fundamentales de todos (y todas). La religión, la nación, la cultura propia y cualquier concepción del mundo, ¡ajena o del lugar!, no conservan derechos que puedan quebrar este doble principió que he querido presentar. Con esto, la religión, cualquier religión y concepción de la vida, está pertrechada para caminar en el laos, el pueblo de los iguales en derechos y deberes, y evitar toda tentación de terror y violencia.

José Ignacio Calleja

Fuente El Correo, vía Fe Adulta

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El Gobierno de España vuelve a abrir la puerta a la reforma de la Ley de Libertad Religiosa

Sábado, 16 de septiembre de 2017
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funeral-catolico-por-las-victimas-del-17a(Jesús Bastante/Agencias).- El Gobierno está dispuesto a trabajar sobre “cualquier reforma” de la Ley de Libertad Religiosa, vigente en España desde 1980. En su respuesta a una pregunta de Unidos Podemos en el Senado, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, calificó la norma de “modelo” para muchos países de Europa y Latinoamérica.

En el trasfondo del debate, la necesidad de acabar con la “confesionalidad encubierta” del Estado, tal y como han denunciado en infinidad de ocasiones parlamentarios de todos signo. Sin embargo, dicha reforma, que en varias ocasiones estuvo a punto de consensuarse, sigue encerrada en un cajón. Y es que el fenómeno religioso en España continúa siendo centro de conflicto.

Funerales de Estado, presencia de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o corporaciones municipales en procesiones, condecoraciones a Vírgenes o patronos… son algunos de los temas a tratar, aunque el fondo de la cuestión estaría en la progresiva laicización del Estado, y en la igualdad de trato entre la confesión principal (la católica) y las minoritarias.

Así, Catalá resaltó que “cualquier reforma que ustedes consideren que es necesario llevar a cabo en nuestra Ley de Libertad Religiosa, que insisto es modelo para muchos países de nuestro entorno, nosotros estaremos encantados de trabajarla siempre desde esos principios: el articulo 16.3 y 9.2 de la Constitución, y del desarrollo de una Ley que ha dado un extraordinario aval a la puesta en marcha de una realidad sociológica de enorme riqueza cultural y religiosa en España como es la que tenemos en este momento”.

Catalá respondía de este modo al senador de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea Joan Comorera, quien preguntó si el Gobierno garantiza adecuadamente la aconfesionalidad del Estado prevista en el artículo 16.3 de la Constitución, que establece que ninguna confesión tendrá carácter estatal.

El parlamentario morado ha denunciado casos como el hecho de que en la sede central del Ministerio de Defensa la bandera ondeara a media asta durante la Semana Santa, o que se haya condecorado a una cofradía “que poco aporta a la seguridad del Estado”.

Del mismo modo Comorera ha indicado que el presidente del Gobierno y varios de los ministros juraron el cargo “ante un crucifijo”, o que “en las prisiones también priman las religiones” cuando a la sociedad civil y a las ONG se les están “cerrando las puertas”. “Es llamativo que el número de programas religiosos sea mucho más elevado que el resto de programas”, apuntó.

El senador de Unidos Podemos, además, considera que los funerales de Estado “católicos” son otra de las “asignaturas pendientes”. En su opinión, estos hechos “ponen en entre dicho la aconfesionalidad del Estado”, que “a muchos les retrotrae a la etapa franquista”.

Por su parte, el ministro de Justicia considera que el Gobierno garantiza “adecuada y plenamente” la aconfesionalidad del Estado prevista en la Constitución, y ha señalado que, desde la llegada de la democracia, España ha ratificado “todos los convenios internacionales” que garantizan el derecho fundamental de conciencia, pensamiento y religión.

En este sentido, Catalá ha defendido que “nada” dice el ordenamiento jurídico respecto a qué elementos religiosos deben estar presentes en la toma de posesión de un alto cargo. “Es la decisión individual de la persona la que hace que pueda haber un crucifijo o no”, ha explicado, para agregar que se está ejerciendo el derecho de libertad religiosa. De esta forma, el ministro ha apuntado que prohibirlo sería violentando la neutralidad. “Hay que respetar la opción individual y personal de cada ciudadano”, ha enfatizado.

Además, ha puesto de relieve que otras confesiones religiosas han firmado acuerdos y convenios con el Estado y se benefician “por tanto de algún tipo de reconocimiento”. También ha destacado que existe una Comisión asesora de libertad religiosa que permite un “sincero” diálogo interconfesional que sirve para mantener la estabilidad y resolver controversias.

En concreto, Catalá se ha referido al caso de las cofradías y ha dicho que tienen una “labor social, de beneficencia y de atención a los más necesitados” por lo que, desde su punto de vista, merecen el reconocimiento público.

Del mismo modo, el ministro señaló que la libertad religiosa está “íntimamente” relacionada con los principios de la aconfesionalidad del Estado y ha asegurado que “ninguna confesión tiene carácter Estatal”, y que la aconfesionalidad está garantizada “al máximo nivel” por el ordenamiento jurídico.

No obstante, el ministro ha defendido que el hecho religioso está presente en la sociedad española.Hay un porcentaje muy alto de ciudadanos que sí quieren ese sentimiento y es una obligación, un mandato a los poderes públicos crear y desarrollar políticas que permitan reconocer esas creencias y esos sentimientos en un contexto de aconfesionalidad, por su puesto”, ha zanjado.

Finalmente, Rafael Catalá ha abogado por “mejorar en la medida de lo posible” el marco jurídico, seguir trabajando con todas las confesiones religiosas y “hacer efectivo el respeto a la libertad religiosa que la Constitución consagra“.

Fuente Religión Digital

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¿Religión o Laicidad?

Lunes, 4 de septiembre de 2017
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laiciDesde hace tiempo vengo conversando con mi amigo García Mauriño sobre religión y laicidad, y reconozco que ha ido convenciéndome de que Jesús era un laico (en sentido restringido de no clérigo) con un proyecto laico de Reino de Dios (laico en sentido amplio de fraternidad compartida independiente de si se profesa o no una religión).

¿Laicidad para todos?

Muchos lectores de Atrio -y en general la cultura europea- venimos de una hipertrofia oprimente de la religión, y el péndulo tiende hacia el otro extremo, hacia la laicidad que recela de cualquier mención de algo trascendente (o incluso hacia un laicismo combatiente). Algunos dicen que la cultura occidental está adoptando un paradigma posreligioso. Creo que esta hipertrofia religiosa ocurría en tiempos de Jesús y fue determinante en su proyecto de Reino de Dios.

Hablo de Jesús porque para muchos de nosotros es el referente principal, aunque somos conscientes de que, como todo ser humano, actuó en los límites de su cultura. Su sensibilidad mística pudo intuir, como otros místicos anteriores y posteriores, lo más profundo del ser humano, aunque al expresarlo y concretarlo tuvo que hacerlo con los conceptos y prácticas conocidas por su pueblo. Un dato, quizás determinante, es que, según muchos exégetas, se equivocó al esperar la implantación del reino de Dios en su misma generación.

¿Cuál fue su actitud ante la religión? Jesús impulsó un movimiento pero no fundó una religión; ni practicó totalmente ni rechazó la suya, pero mantuvo y profundizó su espiritualidad. La experiencia fundamental de Jesús fue sentir a Dios como Padre, la difundió entre sus discípulos pero no se la impuso a quienes acudían a él.

Respetó la religiosidad del archisinagogo Jairo, y valoró la generosidad de la viuda que entregaba su último centavo para el servicio del fastuoso Templo. En cuanto a la religión de los pueblos vecinos, no rechazó -ni pretendió cambiar- la religión de la mujer cananea que aceptaba las migajas del Dios judío, ni la del endemoniado geraseno, ni la del centurión romano, que vigilaba al pueblo invadido.

¿Cuál fue su actitud ante la religión? Veremos que a los mismos discípulos no les quedó muy claro.

Galilea versus Jerusalén

El evangelio de Marcos termina con la consigna de volver a Galilea (Mc 16,7), donde los discípulos encontrarían a Jesús resucitado. El evangelio de Lucas, que conoce y sigue bastante de cerca el texto de Marcos, termina con la consigna contraria, permanecer en Jerusalén donde recibirían la promesa del Padre (Lc 24,49; Hechos 1,4.8).

Y no se trata de mera localización geográfica; se trata de la ruptura o de la conexión con la religión judía. Como ya he comentado en alguna ocasión, Marcos se muestra radical con la religión y con el Templo interpretando la maldición de la higuera como rechazo del Templo (Mc 11,12-21). Lucas, en cambio, se muestra frecuentemente conciliador, separa y suaviza la maldición de la higuera (Lc 13,6-9), y escenifica el concilio de Jerusalén (Hechos 15,1-35) para conciliar a Pablo con Pedro y Santiago.

Creo que estas dos posiciones de ruptura o conciliación son constantes en las decisiones sociales. En España tenemos el ejemplo actual de Pablo Iglesias y de Íñigo Errejón, de Pedro Sánchez y Susana Díaz. Los historiadores y los sociólogos nos dirán qué ha ocurrido en tantas situaciones semejantes; por mi parte creo que la decisión mejor dependerá de la situación concreta, de las condiciones objetivas de la sociedad, y del talante de los líderes que la gobiernan.

Conclusiones (por ahora)

Suele citarse el “como si Dios no existiera” de Bonhöffer como la mejor síntesis de la actitud cristiana en nuestro mundo occidental. Creo que la frase completa es más compleja, pero define mejor la actitud cristiana: “ante Dios y con Dios, vivir como si Dios no existiera”.

No es necesario mencionar la palabra Dios, u otras semejantes, para tener en cuenta lo que nuestra cultura conoce como Dios. Son muchos los que encuentran lo trascendente en su compasión, en su solidaridad, en su conciencia ética, en la belleza, en la armonía…  Creo que esto le bastaba a Jesús.

Sea o no necesario expresar esa percepción de trascendencia en términos religiosos, parece que en general los pueblos tienden a socializar sus sentimientos y creencias mediante explicaciones, normas comunes, y protocolos festivos (doctrinas, preceptos, ritos); es decir, en una especie de religiones laicas (bodas, entierros, y hasta bautizos laicos). Incluso los heterodoxos o los disconconformes formamos este tipo de grupos. Algunos han visto el capitalismo como la “religión del dios dinero” que tiene su “templo” en los Bancos, sus “principios económicos” y sus liturgias comerciales en navidad o en los días del padre o de la madre.

Los conceptos de Dios, espiritualidad, religión, ideología, laicidad… son muy ambiguos, porque son conceptos abstractos, generalizaciones de experiencias que han ido cristalizando -pero también evolucionando- durante siglos, que no responden bien a las experiencias actuales, y menos aún a las experiencias personales.

La religión no es necesaria para lo que llamamos “salvarse” o “plenitud humana”, pero tampoco son necesarios el arte o la música, y sin embargo todos los pueblos los crean porque necesitan expresar sus sentimientos.

La decisión última sobre religión o laicidad está en la conciencia individual, que es el punto de encuentro personal de Dios con el ser humano. La conciencia asegura una base de espiritualidad, porque nos viene de fábrica. Potenciarla, con o sin religión, es osa nuestra.

Para los pueblos o comunidades, propondría una espiritualidad más o menos socializada, o una religiosidad flexible, más o menos acentuada según las necesidades de cada pueblo o comunidad. De los evangelios no se deduce que Jesús rechazara toda religión; rechazó las “tradiciones” oprimentes (Mc 7,13; Hechos 6,14; 21,21) con las que las Jerarquías la amurallaron, pretendiendo defenderla, o defenderse.

Se considere laico o religioso, yo trato de interpretar mi conciencia a la luz de los ejemplos que, a través de las Iglesias, nos han llegado de Jesús.

Gonzalo Haya

Fuente www.atrio.org 13.08.17

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La conciencia, templo laico de Dios.

Miércoles, 2 de agosto de 2017
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nvvqqu1cPara aclararnos: entiendo aquí la conciencia como la facultad que percibe los valores éticos. En cuanto al término “laico”, adquiere diversos significados según el contexto en el que se utiliza. En la religión cristiana, “laico” suele contraponerse a “clérigo”, y designa a la generalidad de los creyentes que no han sido consagrados para un ministerio o significado especial en la Iglesia. En un ámbito social más amplio, “laico” se contrapone a “religioso”, y designa a las personas que no profesan una religión, especialmente la cristiana, que se caracterizan por mantener unas creencias, preceptos y ritos, administrados por una organización jerárquica. En este sentido social más amplio uso aquí el término “laico”.

Si utilizo el término laico como no creyente, parece incongruente hablar de Dios y de su templo. Sin embargo, frecuentemente, la realidad no es lo que parece. El concepto “Dios” tiene tantos significados como personas que lo nombran; y los conceptos de “creyente” y de “religión” también resultan bastante ambiguos, sobre todo en una época de cambios culturales tan radicales como los que estamos viviendo; pero “con estos bueyes tenemos que arar”.

Entiendo a Dios como un ser personal (capaz de conocer y amar, ¡no va a ser menos que nosotros!), pero no como un ser individual (separable y separado de los demás seres). Un ser inmanente en el mundo y en nosotros, pero que nos trasciende. Un ser que es el fundamento de nuestro existir, el fundamento del Universo, el fundamento de los valores, del amor, de la justicia, de la belleza. En este sentido, Dios es fundamento de la existencia de creyentes y de laicos, fundamento de la experiencia ética (sea de los creyentes o de los laicos) sobre la dignidad humana o la justicia social.

Entonces ¿en qué se diferencian los creyentes de los laicos? En concreto, las personas nos diferenciamos por nuestro comportamiento y en esto, hablando en general, no creo que en nuestra vida social podamos distinguir entre un creyente y un laico. Hay creyentes con buen y con mal comportamiento, y hay no creyentes con buen y con mal comportamiento. Aquello de que se reconocía a los cristianos por “cómo se amaban” es un ideal más que una realidad. En colectivos muy amplios se cumple la campana de Gauss, en la que los extremos son reducidos y la mayoría se agolpa en los valores medios. La diferencia entre creyentes (en general) y no creyentes (en general) está en las explicaciones que damos sobre nuestros actos y sobre el fundamento de nuestros actos.

Una anécdota de Juan XXIII ilustra muy expresivamente esta idea. Cuando era nuncio en París tenía gran amistad con un ministro que se profesaba ateo. Un día le dijo el ministro que quizás esa amistad podía desprestigiar al nuncio. ¿Por qué?, le respondió, si solamente discrepamos en las ideas.

Quizás ahora se entienda mejor por qué creo -evidentemente en lenguaje simbólico- que la conciencia es el templo laico de Dios. Para un creyente, el templo es el lugar privilegiado del encuentro con Dios. Aunque no pensaba así el diácono Esteban, primer mártir cristiano por decir que “el Altísimo no habita en edificios construidos por manos de hombres…” (Hechos 7,48). Ni el Jesús que le dijo a la samaritana “Créeme, mujer: Se acerca la hora en que no daréis culto al Padre ni en este monte ni en Jerusalén… los que dan culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y de verdad” (Juan 4,20-24). Ni el Jesús de Marcos, que maldijo el templo en el símbolo de la higuera (Marcos 11,11-21). Pero ese ya es otro tema. Para un laico, no creyente, la conciencia es el lugar privilegiado en que experimenta un imperativo ético trascendente (mejor, una tendencia ética trascendente).

Comencé diciendo que la conciencia es el templo laico de Dios. Me corrijo. La conciencia es el verdadero templo de Dios, tanto para los creyentes como para los laicos.

Gonzalo Haya

Fuente Fe Adulta

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No privarles de la Santa Misa.

Sábado, 1 de abril de 2017
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misa-tveAunque a mí personalmente me pongan de los nervios algunas homilías que se retransmiten, les recordaría a estos señores que antes de la misa, y en la misma cadena, se emiten los programas de distintas confesiones: Judía, Islámica y Protestante… Por cierto, en la laica y plural (quizá precisamente por eso) Francia, se hace exactamente lo mismo… pero para eso, quizá tengan que madrugar un poco y abrir la mente. Por eso, les puede ayudar este artículo…

He vuelto al templo, en realidad lo he hecho a menudo a lo largo de los últimos años. Voy de acompañante, primero de un padre, ahora de una madre en edad de agradecer filial compañía. Acompaño pero también canto a pleno pulmón, me arrodillo, doy la mano en señal de paz y me arranco sin dudar a comulgar cuando suena aquello de “Tú has venido a la orilla…” Lo paso peor con una “señal de la cruz que nos libra de nuestros enemigos…” y cuyos gestos lamentablemente ya he olvidado.

También he orado, con no menos fe, en los templos budistas, hinduistas, en sinagogas, en mezquitas…, sobre todo en templos universales de los diferentes continentes. En los templos de unos y otros países viví similar devoción, en todos observé gentes rendidas al mismo Dios “que los hombres distintos llamamos con distintos nombres, pero que es el Uno, el Único y el Mismo…” (Lanza de Vasto) De vuelta a mi ciudad natal, he visto a tantas personas de edad y buena voluntad remontar con sus bastones las escaleras de la parroquia del barrio, que me he visto inundado de un hondo y reconvertido aprecio por su íntima esfera religiosa. Deseo en este sentido expresar mi disenso ante la solicitud de “Podemos” de retirar la misa de la programación de TVE.

Sí, es cierto, el Estado y sus medios de comunicación han de hacer gala de aconfesionalidad, pero ello no contradice el hecho de mantener una escasa hora semanal de misa, mientras otros credos tengan asegurada su ventana a los televidentes, como ahora es el caso. En este sentido también esperamos que el ente público no tarde en abrirse a otras tradiciones espirituales que aún no tienen cabida en la parrilla.

Es preciso respetar la laicidad en la educación, en el ejército, en los actos oficiales… El Estado ha de mantenerse neutro ante una creciente pluralidad confesional, pero el Estado ha de servir también a los ciudadanos a través de sus medios de comunicación. La cesión en la tele pública de espacios a los diferentes credos en razón de su arraigo es un servicio nada desdeñable. Por lo demás, si la misa retransmitida reconforta a muchas personas de edad, ¿por qué precipitar su apagón? Tantos programas deberían desaparecer de la programación antes que ese oficio religioso. Sobran primero las series en las que se dispara y sangra,  las tertulias en las que se falta y ofende, las corridas en las que se tortura y mata gratuitamente

Ha de prevalecer una cierta amabilidad intergeneracional. Hemos de honrar a nuestros mayores, hemos de preservar sus referentes culturales y espirituales aunque no coincidan plenamente con los nuestros. Hemos de ser considerados con lo que tiene importancia y relieve para las generaciones que nos precedieron. Barrer la misa es olvidarnos en alguna medida de ellas. Hemos de unir a los pueblos, a las clases, a las razas y tradiciones…, pero hemos de empezar más cerca y tratar de enlazar también a las generaciones.

Por más que puedan aburrir sus fórmulas repetidas hasta la saciedad, por más que nos sorprenda que la mujer no ocupe aún su debido lugar en la presidencia del altar…, la misa es momento sagrado. En realidad todo lo que adquiere vital importancia para el otro es algo sagrado. Somos privilegiados, pues participamos de un mundo rico y diverso en el que se reúnen muy diferentes momentos y territorios sagrados. La consigna de manual de la emergente formación política puede ser poco considerada con el universo vital de quienes nos dieron vida. La necesidad  de superar los antagonismos civiles, nos invita también a ser respetuosos con los mayores y su misa de las once ya en vivo, ya a través de la pantalla.

Nadie nos obliga a sentarnos el domingo por la mañana al televisor, pero pienso en nuestros ancianos, muchos de ellos enfermos o impedidos, que en ese programa encontrarán consuelo y confort del alma. Nunca arrasar, nunca llevarse lo que es significativo para un importante colectivo, más al contrario intentar hacer nuestro algo de su universo. Para muchos de nuestros padres un domingo sin misa no es un verdadero domingo. Honrar a nuestros mayores no significa que tengamos que arreglarnos corriendo y salir al toque de sus campanas, que debamos arrodillarnos ante sus mismos iconos, que debamos necesariamente  oír el sermón de sus sacerdotes…, pero sí intentar facilitar la expresión de su fe, su legado, sus tradiciones.

Ninguna generación que nos precede ha debido de hacer  tamaño  esfuerzo para adecuarse a los nuevos tiempos como la de nuestros progenitores. Privarles de sus imprescindibles referentes, de sus anclajes, es un flaco reconocimiento a ellos y a cuanto nos dieron. No hay nada más revolucionario que el sincero agradecimiento y en ello debiera también reparar la formación morada.

Koldo Aldai

Fuente Fe Adulta

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Francisco: “Un Estado debe ser laico. Los estados confesionales terminan mal”

Domingo, 22 de mayo de 2016
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laiLa pregunta que se nos ocurre es ¿Va a disolver el Vaticano? porque para estados confesionales…

El Sumo Pontífice aboga por una “sana laicidad” que respete la libertad religiosa y la objeción de conciencia

Bergoglio denuncia “un sistema económico mundial que ha caído en la idolatría del dinero”

(J. Bastante).- Para bien o para mal, el Papa Francisco nunca deja de sorprender. Justo después de haber solicitado, durante su discurso a los obispos italianos, que abandonen las propiedades materiales no dedicadas al culto, una entrevista con el diario francés La Croix arremete contra la confesionalidad del Estado y reclama una sana laicidad” acompañada de “una sólida ley que garantice la libertad religiosa”.

Un Estado debe ser laico. Los estados confesionales terminan mal. Esto va contra la Historia, subrayó el Papa al diario católico francés. Preguntado por el modelo francés, Bergoglio apuntó que “cada uno debe tener la libertad de expresar su propia fe, y si una mujer musulmana quiere llevar el velo, debe poder llevarlo. De la misma manera que si un católico quiere ponerse una cruz”.

Para el Papa, las personas deben ser libres de profesar su fe en el corazón de sus propias culturas y no en los márgenes. Pese a todo, Francisco matiza y dirige una “modesta crítica” a Francia, a la que acusa de “exagerar con el laicismo“, lo que “lleva a considerar las religiones como subculturas en lugar de culturas a título pleno y con sus derechos. Temo que este enfoque, un comprensible patrimonio de la Ilustración, sigue existiendo. Francia necesita dar un paso hacia adelante sobre este tema para aceptar el hecho de que la apertura a la trascendencia es un derecho para todos“.

En la entrevista, el Papa defiende la autonomía de los estados para establecer las leyes que considere oportunas, pero también la libertad de los creyentes de hacer objeción de conciencia. “El Parlamento es el que debe discutir, argumentar, explicar, dar razones. Es así como crece una sociedad. Sin embargo, una vez que la ley ha sido aprobada, el Estado también debe respetar las conciencias. El derecho a la objeción de conciencia debe ser reconocido dentro de la estructura jurídica, porque es un derecho humano. También para un funcionario público, que es una persona humana”.

Francisco también fue interrogado por el drama de los refugiados en Europa. Para Francisco, “la pregunta de fondo es por qué hay tantos migrantes ahora”. La respuesta arremete contra el consumismo radical de Occidente: “Los problemas iniciales son las guerras en el Medio Oriente y en África, y el subdesarrollo del continente africano, que provoca el hambre. Si hay guerras es porque hay fabricantes de armas. Si existe todo este desempleo, no es por falta de inversiones capaces de llevar el trabajo que África tanto necesita”.

“Más en general -insistió Francisco- esto plantea el problema de un sistema económico mundial que ha caído en la idolatría del dinero. Más del 80 por ciento de las riquezas de la humanidad está en manos del 16 por ciento de la población. Un mercado completamente libre no funciona. Los mercados en sí son un bien, pero exigen una parte tercera o un estado que los monitoree y equilibre. En otras palabras, lo que sirve es una economía social de mercado”.

“Volviendo a los migrantes -continuó el Pontífice- la peor forma de acogida es la guetización. Al contrario, es necesario integrarlos. En Bruselas, los terroristas eran belgas, hijos de inmigrantes, pero que crecieron en un gueto. En Londres, el nuevo alcalde (Sadiq Khan, hijo de musulmanes paquistaníes, ndr.) prestó juramento en una catedral y seguramente se reunirá con la reina. Esto demuestra la necesidad de que Europa vuelva a descubrir su capacidad de integrar”

“Frente al terrorismo islámico, será mejor interrogarnos sobre la manera en la que un modelo demasiado occidental de democracia ha sido exportado a países como Iraq, en donde existía un gobierno fuerte anteriormente. O bien en Libia, en donde existía una estructura tribal. No podemos seguir adelante sin tomar en consideración estas culturas. Como dijo un libio recientemente: ‘Estábamos acostumbrados a tener un Gadafi, ahora tenemos cincuenta’. La coexistencia entre cristianos y musulmanes todavía es posible. Yo provengo de un país en el que cohabitaban bien”, concluye el Papa.

Fuente religión Digital

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“Laicidad del Estado, laicidad del Evangelio”, por José Mª Castillo

Domingo, 22 de mayo de 2016
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la-laicidadLeído en su blog Teología sin Censura:

Las recientes declaraciones, que el papa Francisco ha hecho al diario francés La Croix, han dado pie a un nuevo motivo de sorpresa (y en no pocos casos, de escándalo) para muchos católicos, chapados a la antigua, que dan la impresión de estar todavía anclados en el “Antiguo Régimen”. No en el de Franco, sino en el de los monarcas absolutos, previos a la Ilustración. Y algunos hasta tienen el atrevimiento de acusar al papa Francisco de ignorante en temas de historia.

A quienes se rasgan las vestiduras por lo que ha dicho el papa en su entrevista a La Croix, les vendría bien recordar que no es lo mismo “laicidad” que “laicismo”. El “laicismo” consiste en independizarse “de toda influencia eclesiástica o religiosa”. Lo que, en la práctica, equivale a rechazar a Dios y cuanto se refiere a Dios, la Iglesia, la religión, etc. La “laicidad” no es negación o rechazo, sino independencia de la religión o de lo religioso. Un Estado laico no persigue ni margina el hecho religioso. Simplemente lo respeta. Y permite que los ciudadanos vivan y expresen en público sus creencias, con tal que las distintas confesiones respeten las normas de convivencia que emanan de la Constitución del Estado.

Pues bien, hecha esta aclaración semántica, es importante aclarar dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, no es lo mismo hablar de la “religión” que hablar de “Dios”. La religión es el medio o camino para relacionarse con Dios. De forma que la religión es el “medio”, Dios es el “término”. Teniendo en cuenta que el medio, la religión, es siempre un hecho humano, un fenómeno cultural, una realidad histórica y de este mundo. Mientras que Dios es el Trascendente. Que no es, ni puede ser, inmanente, cultural, histórico o mundano. Es verdad que los seres humanos, ya que no podemos ver a Dios, ni tenemos acceso directo a él, nos “lo representamos”, en cada momento histórico, en cada pueblo yen cada cultura, según los valores o criterios determinantes de esa cultura. Es más, se sabe con seguridad que “Dios es un producto tardío en la historia de la religión” (G. Van der Leeuw, E. B. Taylor, Walter Burkert…), que, durante muchos miles de años, no pasó de ser un fenómeno consistente en una notable variedad de rituales, relacionados con la caza, el ciclo vital y la muerte (Ina Wunn, con abundante bibliografía).

Y en segundo lugar, antes que de la “laicidad del Estado”, tenemos que hablar de la “laicidad del Evangelio”. ¿Por qué? Porque, en realidad, la vida pública de Jesús fue una serie ininterrumpida de continuos conflictos con los sacerdotes, con los doctores de la Ley, con los observantes fariseos, con el templo, con las observancias, normas y rituales religiosos, de forma que todo terminó en el enfrentamiento supremo y decisivo, que llevó a Jesús al tribunal religioso, a la condena a muerte y a la ejecución violenta en la cruz. Lo que nos lleva inevitablemente a la pregunta inquietante y peligrosa: ¿el Evangelio es un libro de religión o es la historia de un conflicto mortal con la religión de los rituales, del templo y de los sacerdotes? La respuesta más razonable a esta pregunta es decir que el Evangelio, antes que un “libro de religión”, es un “proyecto de vida”. Un proyecto centrado en la honradez, la honestidad, la bondad y la misericordia sin limitación alguna.

Por esto se puede afirmar que Jesús sacó la religión del templo. Y la puso en la vida, en la existencia humana, en la tarea incansable por humanizar este mundo, esta vida, la relación de cada cual con los demás. Para así contagiar felicidad, progreso, bienestar, igualdad y dignidad para todos. Si Dios y la religión no nos sirven para ser y comportarnos lo mejor posible unos con otros, sea cual sea la cultura y las tradiciones en las que cada cual ha nacido y se ha educado, entonces ¿para qué nos sirve Dios y de qué nos sirve la religión? Es evidente que este proyecto se hace realidad más y mejor en una sociedad laica y en un Estado no confesional, que en una sociedad y un Estado que, desde una determinada confesión religiosa, actúa como un “sistema excluyente!, que inevitablemente divide, separa y confronta a la gente, constituyéndose en un factor de fanatismo y de violencia.

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