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Las “cláusulas de moralidad” podrían volver a Hollywood, y sería fatal para el colectivo LGTB+

Miércoles, 21 de febrero de 2018
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rock-hudson-1-435Rock Hudson y su “verdadero amor” Lee Garlington

Interesante artículo:

Ante las polémicas que no cesan de surgir en torno al movimiento #MeToo, algunos estudios de Hollywood se plantean volver a incluir en los contratos de las estrellas las anticuadas “cláusulas de moralidad”.

Durante la época dorada de Hollywood muchos actores y actrices LGTB+ se vieron obligados a firmar esas cláusulas que les prohibían actuar de forma “inmoral” y, por lo tanto, ocultaron su sexualidad hasta el punto de casarse para aparentar. 

En 1921 el actor de cine mudo Roscoe “Fatty” Arbuckle fue acusado de violar y asesinar a una chica joven en una habitación de hotel (*). El caso de Arbuckle saltó a los libros de historia como el primer gran escándalo de Hollywood (Arbuckle era toda una estrella) sino que dio pie a que los estudios de cine introdujeran en sus contratos las “cláusulas de moralidad“.

Una cláusula de moralidad obligaba a los actores y a las actrices a, básicamente, mantener su imagen dentro de lo que en aquel momento se consideraba moral. Las cláusulas de moralidad dejaron de utilizarse de forma generalizada hace bastantes años (aunque hoy en día siguen vigentes de forma menos explícita), pero a raíz de la campaña #MeToo y en vista de la velocidad (y constancia) con la que nuevas acusaciones de abusos sexuales surgen en la industria, algunos estudios se están planteando volver a implementarlas. Uno de esos estudios es Fox, que quiere modificar sus contratos para que si el artista comete actos que resulten en publicidad o notoriedad negativa, o si exponen su imagen -y la del estudio- al descontento del público, a un escándalo o al ridículo generalizado; puedan ser despedidos sin tener que pagarle un duro.

Esas cláusulas, por ejemplo, le habrían ahorrado a Netflix unos 40 millones de dólares tras despedir a Kevin Spacey de House of Cards y a Danny Masterson de The Ranch, ambos actores acusados de abusos sexuales y violación. Los productores de All The Money In The World, la película de Ridley Scott en la que Spacey fue sustituido a última hora por Christopher Plummer, se habrían ahorrado 10 millones de dólares.

 El problema es que las cláusulas de moralidad acaban dejando al artista a merced del público y la moralidad de éste. Si por cualquier motivo un actor o actriz deja de ser el ojito derecho de las masas por un error, un malentendido o por llevar un estilo de vida que la gente no aprueba, podría perder su trabajo. Si crees que hoy en día no pasaría eso, pregúntale a Janet Jackson. Y sí, he dicho “estilo de vida”, porque aunque la homosexualidad no es un estilo de vida aún hay un gran sector del público (americano e internacional) que la entienden así; lo que pone en riesgo las carreras de actrices y actores LGTB+.

Lillian Faderman y Stuart Timmons explicaban en su libro “Gay L.A.: A History of Sexual Outlaws, Power Politics, and Lipstick Lesbians” cómo los estudios utilizaban las cláusulas de moralidad de forma casi dictatorial para mantener a raya a sus talentos: “Aunque las cláusulas de moralidad fueron introducidas como respuesta a los errores de los heterosexuales, los homosexuales tenían muchas razones para temerlas. Una vez el cine se convirtió en un negocio salvajemente lucrativo, los jefes de los estudios, que tenían mucho que perder económicamente si la vida personal de una estrella ‘ofendía o enfadaba a los fans’, se volvieron absolutamente dictatoriales sobre la imagen pública de sus estrellas, tanto dentro como fuera de la pantalla.” Según el libro, los jefes de los estudios entendían que a cambio de sus lucrativos contratos las estrellas estaban obligadas a comportarse de forma “moral”, lo que implicaba que los actores gais y las actrices lesbianas eran obligados a convencer al público de que eran heterosexuales, llegando al extremo de inventarse historias para la prensa o casarse solo por las apariencias; como hizo Rock Hudson.

En su biografía “Unbereable Lightness“, Portia De Rossi explicó cómo a finales de los años 90, mientras aparecía en Ally McBeal, se le ofreció un contrato para ser imagen de L’Oréal. El contrato incluía una cláusula de moralidad que la obligaba a devolver todo lo ganado en caso de que la violara. Aunque, como explicaba De Rossi, no se mencionaba explícitamente la homosexualidad sabía que sería una de las cosas por las que podían despedirla: “El texto del contrato era vago, y no tenía claro qué constituiría una brecha del contrato y cómo se definía la ‘moralidad’. Todo el tema me ponía enferma.

Más recientemente Luke Evans explicó cómo su equipo de publicistas intentó, a mediados de los 2000, venderle a la prensa como un hombre heterosexual que mantenía una relación duradera con una mujer; y Ezra Miller contó que varias personas muy influyentes de Hollywood le dijeron que había cometido un tremendo error al salir del armario.

Las “cláusulas de moralidad” no ayudarán a detener la epidemia de abusos sexuales en Hollywood, ni frenarán la LGTBfobia, ni ayudarán a equiparar el papel de la mujer en la industria. No están ahí para proteger a nadie más que a los productores y los estudios, que podrán despedir a sus actores o actrices sin tener que pagarles un duro. No es sorprendente que una industria como Hollywood prefiera cubrirse las espaldas legal y económicamente en lugar de tomar las medidas necesarias para crear un ambiente laboral en el que todo el mundo sea tratado con respeto, independientemente de su sexo, su identidad de género o su orientación sexual.

Con los avances sociales que el colectivo LGTB+ ha conseguido en los últimos años (y se ha conseguido luchando, no nos han regalado nada) muchas estrellas LGTB+ del cine y la televisión no muestran problema alguno a la hora de vivir su vida de forma abierta. No podríamos volver a meter en el armario a Neil Patrick Harris o a Zachary Quinto ni podríamos olvidarnos de que Laverne Cox es una mujer trans. Pero por cada estrella visible hay unas cuantas que son obligadas a esconderse y este tipo de cláusulas podría hundir su vida personal y sus carreras de forma dramática.

Al fin y al cabo el gran problema en Hollywood (y en el mundo) es el machismo, y a algunos les resulta más fácil meter los escándalos machistas debajo de la alfombra (sin importar la dignidad de quién se llevan por delante) que asegurarse de que no ocurran en un primer lugar. Solo una industria en la que impera el machismo es capaz de plantear como solución a ese machismo una solución que invisibiliza, estigmatiza y discrimina a un colectivo minoritario.

Fuente | Advocate, vía EstoyBailando

(*) Tras el juicio, “Fatty” fue absuelto por 10 votos a favor y dos en contra. Como no era un veredicto unánime se decidió hacer un segundo juicio. En esta ocasión Arbuckle no dio testimonio y el jurado lo condenó por homicidio no premeditado por 10 votos contra y dos. Hubo un tercer juicio, en marzo de 1922. Arbuckle volvió a dar su testimonio y fue absuelto definitivamente. (Fuente Clarín)

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Ellen Page acusa a Brett Ratner de acoso homofóbico durante el rodaje de «X-Men: la decisión final»

Lunes, 13 de noviembre de 2017
Comentarios desactivados en Ellen Page acusa a Brett Ratner de acoso homofóbico durante el rodaje de «X-Men: la decisión final»

ellen-page-630x433Ellen Page acusa de acoso homofóbico al cineasta Brett Ratner durante el rodaje de «X-men: la decisión final», al hacer un comentario en público sobre su supuesta homosexualidad cuando todavía no había salido del armario, animando a cualquiera que haya sido víctima de algún tipo de abuso o agresión a que de un paso adelante para desenmascarar a los poderosos que actúan habitualemtne de esa manera.

Un par de años antes de rodar Juno (Jason Reitman, 2007, EE.UU.), por la que conseguiría una nominación al Oscar, Ellen Page interpretaba Kitty Pryde AKA Shadowcat en X-men: la decisión final (X-Men: the last stand, 2006, Reino Unido, Canadá & EE.UU.), en la que estaba siendo dirigida por Brett Ratner, actualmente investigado por las autoridades tras ser denunciado de acoso sexual por Olivia Munn y otras cinco actrices. En aquel entonces Page tenía 18 años de edad y no sólo no había salido del armario, sino que ni siquiera había tomado conciencia de su orientación sexual, de ahí que tache de acosador y homofóbico a Ratner por un comentario que le hizo delante de sus compañeros de rodaje.

«Deberías follartela para que se dé cuenta de que es gay», es lo que Page asegura que Ratner le dice a una mujer que se encontraba junto a ella en el set de rodaje de la que era la segunda secuela cinematográfica de los X-men. En aquel momento ella tiene 18 años y aunque ya es consciente que es lesbiana, todavía no sabe cómo manejar su orientación sexual, de ahí que asegure que se sintiera «violada cuando sucedió esto. Bajé la mirada hacia mis pies, no dije una palabra y vi que nadie más lo hacía. Este hombre, que me había contratado para la película, comenzó nuestros meses de rodaje con este horrible y desafiante alegato. Me sacó del armario sin pensar mi bienestar, un acto que todos reconocemos como homofóbico. Posteriormente le vería decir cosas degradantes a las mujeres durante el rodaje. Recuerdo una mujer caminando por el monitor mientras hacía un comentario sobre su culo».

El colmo para Page llega cuando los productores de la película le llaman la atención por haber rechazado ponerse una camiseta en la que se leía «Equipo Ratner», contestándole «no estoy en tu equipo» al propio Ratner. «Los productores de la película vinieron a mi caravana para decirme que ‘no podía hablarle así’. Me estaban reprendiendo, sin embargo, no lo castigaban ni lo despedían por el comportamiento abiertamente homofóbico y abusivo que todos presenciamos», declara la actriz que en aquellos momentos todavía no era conocida y no tenía ni las herramientas ni la capacidad para manejar una situación de este tipo.

A través de Twitter, Anna Paquin afirma que estaba presente cuando Rattner hizo aquel comentario, mostrando su apoyo a Page, quien ha aprovechado para aludir a los escándalos de acoso y violación de Harvey Weinstein y Kevin Spacey. «Este es un esperado ajuste de cuentas. Debe serlo. Es triste que tengan que imponerse ‘códigos de conducta’ para asegurar que tenemos el respeto y los derechos fundamentales. Sabemos que el status quo perpetúa la injusticia, victimizando este comportamiento para protegerse y perpetuarse a sí mismos. No permitas que este comportamiento se normalice. No compares errores con actos criminales por sus grados de severidad. No seas insensible a las voces de las víctimas que dan un paso adelante. No dejes de exigir nuestros derechos civiles. Agradezco a cualquiera y cada uno de los que hablen contra el abuso y el trauma que hayan sufrido. Estás rompiendo el silencio. Eres la revolución», concluye en la extensa declaración que ha publicado en su página de Facebook este viernes, 10 de noviembre.

Ellen Page saldría del armario como lesbiana en 2014, un año después de que Brett Ratner fuera premiado como aliado del colectivo LGBT por GLAAD.

Fuente Universogay

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Tras años de desafiante resistencia, Kevin Spacey sale del armario justo tras ser acusado por el actor Anthony Rapp de acosarlo cuando era adolescente

Jueves, 2 de noviembre de 2017
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kevin-spacey-anthony-rapp-getty_1509338324254_11508550_ver1-0El terremoto provocado por el caso Harvey Weinstein no remite. La salida a la luz de numerosas acusaciones de acoso sexual hacia el afamado y hasta hace pocas semanas influyente productor de cine está provocando una auténtica catarsis, y muchas personas que han sido objeto de acoso en sus lugares de trabajo se sienten de repente empoderadas para poner fin a años de silencio y denunciar los abusos sufridos. Hablamos fundamentalmente de mujeres acosadas por hombres, pero también de hombres víctimas de acoso por otros hombres. Es el caso del actor Anthony Rapp, abiertamente gay, que ha denunciado haber sido acosado nada más y nada menos que por Kevin Spacey. La reacción de este ha sido la de admitir implícitamente los hechos y, tras años de ocultamiento, hacer pública su condición de homosexual. 

En una entrevista con BuzzFeed hecha pública hace pocas horas, Anthony Rapp ha desvelado que en 1986, cuando tenía 14 años, Kevin Spacey (que entonces contaba con 26 años y era un actor teatral poco conocido) lo invitó a una fiesta a su apartamento. Ambos habían coincidido en una obra de Broadway (Rapp es actor desde los nueve años), por lo que el adolescente acudió con normalidad (“era una época diferente. Ibas a trabajar solo, te movías solo por el metro, ibas al teatro solo”, explica). El resto de los asistentes eran adultos, por lo que Rapp, aburrido, acabó en un dormitorio viendo televisión. Pasada ya la medianoche, se dio cuenta de que el resto de los invitados se habían marchado ya, así que decidió marcharse él también. En ese momento Kevin Spacey, con signos de embriaguez, se interpuso en la puerta, lo agarró y lo condujo a la cama. Allí, según recuerda Rapp, se tumbó sobre él y lo mantuvo sujeto durante un rato. “Estaba intentando seducirme. No sé si entonces lo verbalizaría así, pero intentaba enrollarse conmigo sexualmente”, explica.

Anthony Rapp, que se quedó “congelado”, según sus propias palabras, pudo zafarse de Spacey y encerrarse en el baño. Allí se recompuso, salió y se dirigio directamente a la puerta del apartamento. Spacey le siguió, preguntándole si de verdad quería marcharse. “Sí, buenas noches”, le contestó, y se marchó sin que Spacey se lo impidiese.

Durante los días siguientes, Anthony Rapp se planteó hablar con Spacey sobre lo sucedido, pero no lo llegó a hacer. Tampoco quiso revelarlo a su madre, al pensar que ello le hubiese llevado a iniciar una conversación con ella sobre su propia orientación sexual, algo para lo que aún no se sentía preparado. Los años pasaron, la fama de Spacey creció exponencialmente y Rapp, aunque consultó con un abogado (según el cual no existía “caso legal”), decidió finalmente mantener en secreto lo sucedido. Hasta estos días, cuando lo sucedido con Harvey Weinstein ha removido conciencias. “No se trata solo de contar lo que me pasó, sino de tratar de arrojar luz sobre décadas de un comportamiento que se ha permitido porque muchas personas, incluido yo mismo, hemos callado”, explica, con la esperanza de que testimonios como el suyo ayuden a cambiar las cosas.

La respuesta de Kevin Spacey no se ha hecho esperar: casi inmediatamente, el famoso actor publicaba en Twitter un breve comunicado en el que pese a asegurar que no recuerda lo sucedido admite implícitamente que lo que cuenta Rapp es verdad (escudándose, eso sí, en que estaba “borracho”). Spacey pide disculpas y aprovecha además para salir públicamente del armario como gay:

“Siento un gran respeto y admiración por Anthony Rapp como actor. Me siento más que horrorizado al escuchar su historia. Honestamente, no recuerdo el encuentro. Deben haber pasado más de 30 años. Pero si me comporté como él describe, le pido mis más sinceras disculpas por lo que fue un comportamiento absolutamente inapropiado mientras estaba borracho, le pido disculpas por los sentimientos que describe y con los que ha tenido que cargar todos estos años”, asegura.

“Esta historia me ha dado el valor para afrontar otros aspectos de mi vida. Sé que circulan historias sobre mí, muchas de ellas alimentadas por el hecho de haber sido tan celoso de mi privacidad. Como las personas más cercanas a mí saben, a lo largo de mi vida he tenido relaciones tanto con hombres como con mujeres. He amado y he tenido relaciones románticas con hombres, y a partir de este momento elijo vivir como un hombre gay. Quiero enfrentarme a esto de forma honesta y abierta, y ello empieza por examinar mi propio comportamiento”, añade.

Spacey llegó a acusar de “acoso” a los que especulaban sobre su homosexualidad

Corría el año 2010 cuando Kevin Spacey llegó a comparar el interés por su entonces supuesta orientación homosexual con el acoso que en muchos casos llegan a sufrir los adolescentes LGTB. Fue en una entrevista para Daily Beast y en respuesta a las preguntas del escritor y periodista abiertamente gay Kevin Sessums. “Nosotros los gais siempre hemos estado orgullosos de considerarle miembro de nuestra tribu, pero usted no no ha correspondido. ¿Por qué?”, le preguntó. “Mire, puedo haber vivido en Inglaterra los últimos años, pero todavía soy un ciudadano americano, y no he renunciado a mi derecho a la privacidad”, le cortó en seco Spacey.

Al objetarle Sessums que los heterosexuales no consideran su orientación una cuestión privada, Spacey respondió: “creo que hemos visto a adolescentes gais suicidarse, porque el acoso es angustioso. Creo que la gente joven, si creen estar confusos, lo que necesitan saber es que hay personas con las que pueden hablar, que hay lugares a los que dirigirse y no sentirse solos. Pero siento que ellos tienen tanto derecho como yo a no ser acosados. Y no entiendo porque la gente dice ‘es terrible lo que le pasa a este joven cuya vida está siendo expuesta’ y luego se da la vuelta y señala a otra persona”. “La gente tiene diferentes razones para vivir sus vidas como las viven, no puedes poner las razones de todo el mundo en el mismo cesto. Hay una línea que yo ne he cruzado y que nunca cruzaré”, añadía.

Sessums le respondió que no creía que preguntar por la orientación sexual fuese equiparable al bullying homofóbico. “Usted es un hombre adulto acomplejado, no un adolescente temeroso”, le espetó, para acto seguido preguntarle si estaría dispuesto a pareticipar en una campaña contra el acoso homofóbico como “It Gets Better“Por supuesto que lo haría. Pero ¿por qué en este país los chicos piensan que está bien acosar y burlarse de alguien? Le diré por qué, porque es lo que ven en los medios todo el tiempo”, justifica. “Si dejamos de usar la sexualidad como arma contra las personas, quizá todo el mundo acabe por perder el interés por ello”, respondió.

¿Salida del armario sincera o miserable cortina de humo?

En condiciones normales, hubiéramos saludado la salida del armario de Kevin Spacey como una valiosa muestra de visibilidad por parte del que sin duda es un gran actor. Sin embargo, su historial de negación explícita, incluso desafiante, y el hecho de que haga pública su condición tras ser acusado de acoso sexual por parte de un menor nos hace preguntarnos si en realidad no nos encontramos ante una “ingeniosa” solución para arrojar balones fuera, cuando no de una miserable cortina de humo. En este sentido no podemos sentirnos cómodos con la noticia.

Lo que sí tenemos claro es quién es en este caso la verdadera víctima: Anthony Rapp, que siendo adolescente tuvo que sufrir una situación tan desgarradora y que, él sí, cuenta desde el primer momento con todas nuestra simpatías.

Fuente Dosmanzanas

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