Crece la preocupación entre activistas del colectivo LGBT en África por la influencia de Donald Trump
Activistas por los derechos del colectivo LGBT en África manifiestan su creciente preocupación por la influencia negativa de Donald Trump que podría traducirse en el retroceso de los pocos logros alcanzados en un continente mayoritariamente homofóbico.
Que defender los derechos del colectivo LGBT en África, donde muchos países tienen leyes contra la homosexualidad, puede ser muy peligroso lo sabe bien Joseph Achille Tiedjou, de 32 años de edad, quien vive en Camerún con la amenaza diaria de ser acosado, como lo fuera hace meses su colega Jules Eloundou, o arrestado con el mínimo pretexto. Si bien en la última década se sentían amparados de alguna manera por el apoyo de la Administración de Barack Obama y la solidaridad internacional, los activistas temen ahora que este escenario se revierta a la vista del retroceso favorecido por el efecto Donald Trump, así como que se traduzca en la revocación del apoyo proporcionado por los Estados Unidos para la lucha contra el VIH, el sida y otros programas que indirectamente han contribuido a la formación de grupos que defienden los derechos humanos.
«Tengo tantas preocupaciones con la nueva administración (…). Se sabía que Obama estaba muy comprometido. Hillary Clinton fue una campeona de los derechos LGBT y obtuvo muchas garantías al abordar específicamente estos problemas», declara el activista preocupado por medidas como la prohibición de que las personas transexuales formen parte del ejército estadounidense y otras medidas tomadas por su administración en lo que prevé será un progresivo retroceso de los derechos en los Estados Unidos, que podría influir en el continente africano donde ya es uno de los colectivos más vulnerables.
El gobierno de Obama llegó a hacer de los derechos del colectivo LGBT un pilar de su política interior, influyendo muy positivamente también en su mensaje al exterior, en lo que en África algunos interpretaron como un empuje de las «ideas occidentales», al crear la figura del enviado especial sobre los derechos LGBT, como también constituía posteriormente la ONU, figura que una coalición de 54 países africanos reclamaba desapareciera. El hecho de que Donald Trump haya mantenido en este puesto a Randy Berry no ha servido para tranquilizar a aquellos que viven en países donde la homosexualidad es perseguida o incluso castigada con penas de muerte, incrementándose su alarma ante el constate retroceso de los derechos de la comunidad, una agenda confirmada definitivamente el pasado viernes por el propio presidente estadounidense.
«La diferencia con la administración anterior fue que los derechos de las personas LGBT eran explícitamente parte de la política exterior. Por lo tanto, los grupos LGBT de todo el mundo podían confiar absolutamente en el apoyo moral y, de hecho, material que provenía del gobierno de los Estados Unidos, que marcaba una enorme diferencia (…). Bajo esta administración, ya no vamos a ver ese compromiso proactivo en torno a los derechos LGBT», asegura Graeme Reid, director del Programa de Derechos de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de Human Rights Watch, aludiendo al reiterado nombramiento de «funcionarios abiertamente homofóbicos» para altos cargos de su gobierno, así como la retirada de protección laboral al colectivo a nivel estatal.
La penúltima muestra de la ausencia de compromiso de la Administración Trump con la comunidad LGBT internacional se produce hace menos de dos semanas, cuando Nikki Haley vota en contra de una resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para prohibir la aplicación de la pena de muerte por el delito de homosexualidad cuando se trata de relaciones sexuales consensuadas. La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, ha pretendido salir del paso aludiendo a «preocupaciones más amplias con el enfoque de la resolución para condenar la pena de muerte en otras circunstancias», asegurando que los Estados Unidos «condena inequívocamente la aplicación de la pena de muerte por conductas como la homosexualidad».
Ser homosexual es ilegal en más de 33 países africanos, penándose incluso con pena de muerte en 4 de ellos: Sudán, Mauritania, el norte de Nigeria y el sur de Somalia, según Amnistía Internacional. La situación del colectivo es crítica en países como Kenia, en el que se consideran legales los exámenes anales; Uganda, cuyo presidente sostiene que no habría homosexuales en el continente africano si no hubiera habido colonización; o Tanzania, donde su gobierno ha llegado a impedir a las ONGs que presenten sus servicios a miembros del colectivo LGBT.
Fuente Universogay
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