La marcha del orgullo desborda Jerusalén pese a las amenazas y disturbios homófobos
Un número récord estimado en 30.000 o más personas marcharon este jueves en apoyo de la comunidad LGBTQ en el Desfile del Orgullo en Jerusalén bajo un gran despliegue policial en la conservadora Ciudad Santa
La Marcha del Orgullo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), que se espera sea la más multitudinaria en la historia de Jerusalén, arrancó hoy en un ambiente festivo pero con altercados entre un grupo de ultraderecha antigay y las fuerzas de seguridad, informó la Policía.
Ni las amenazas de los grupos nacionalistas homófobos ni una contramanifestación de los judíos ultraortodoxos amedrentaron este jueves a los 20.000 asistentes al desfile del orgullo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) que, según estimaciones de la prensa hebrea, desfilaron por el centro de Jerusalén en el acto de reivindicación más multitudinario de este colectivo que se recuerda en la conservadora Ciudad Santa.
Unos 2,500 agentes de policía uniformados y vestidos de civil fueron movilizados para asegurar el evento a través de las calles de la capital de Israel. La marcha se produce una semana después de que más de 60,000 manifestantes en Tel Aviv protestaran por la aprobación de una nueva ley de maternidad subrogada que excluye tanto a las parejas homosexuales como a los hombres solteros. Esa manifestación culminó un día de protestas en apoyo de la maternidad subrogada para los homosexuales y la comunidad LGBTQ.
La marcha, organizada por la Casa Abierta de Jerusalén para el Orgullo y la Tolerancia, se celebró bajo el lema “Patrimonio de la comunidad: Honrando a las personas mayores de la Comunidad” para “celebrar a los principales individuos y pioneros que han luchado persistentemente por la igualdad, la libertad, y los Derechos Humanos de las personas LGBTQ en Jerusalén y en todo el país”, dijo Casa Abierta de Jerusalén en un comunicado.
La Marcha comenzó con dos horas de retraso, y rodeada de un fuerte dispositivo de seguridad, en el parque de la Campana de la Libertad, donde en los primeros momentos de la concentración el grupo de ultraderecha Lehavá (llama, en hebreo) se enfrentó a la Policía y cuatro de sus miembros fueron arrestados.
El rabino jefe del rito judío askenazi en Jerusalén, Aryeh Stern, había declarado pocas horas antes a la Radio del Ejército que condenaba la violencia, pero advirtió también de que el desfile causa “más daño que beneficio”, en su opinión, “al entrar en contradicción con el espíritu de Jerusalén como ciudad santa”.
La policía concedió permiso a la organización extremista del nacionalismo judío Lehava para convocar una contramanifestación a varios centenares de metros del punto de arranque de la marcha del orgullo gay. Bajo el lema Jerusalén no es Sodoma, pretendían protestar contra la concesión del derecho de adopción a las parejas homosexuales.
La marcha discurrió por un circuito cerrado vallado y escoltada por un amplio despliegue policial. Los participantes en el desfile fueron cacheados para impedir que portaran armas. Los participantes fueron interrogados y revisados antes de que se les permitiera ingresar al desfile con un brazalete especial en puntos específicos a lo largo de la ruta de 2 kilómetros desde Parque de la Campana de la Libertad hasta el Parque de la Independencia, según contaba el director de la Casa Abierta de Jerusalén, Eran Globus. Varias carreteras principales se cerraron en Jerusalén aproximadamente dos horas antes de que comenzara la marcha.
La muerte a consecuencia de un ataque perpetrado en la marcha de 2015 de una chica de 16 años, acuchillada por un judío ultraortodoxo que causó además heridas a otras cinco personas, ha obligado a extremar en los últimos años la seguridad en la gran parada del orgullo de Jerusalén. El perturbado ultraortodoxo Yishai Shlissel acuchilló el año pasado a varios participantes, repitiendo la misma agresión por la que fue recluido. Solo unos días más tarde, recogíamos el tristísimo fallecimiento de Shira Banki, la chica de 16 años que resultó más gravemente herida (en la foto de la derecha). En su memoria se dedicó el cambio de nombre de la céntrica plaza de Zion por el de “Tolerancia”. La marcha también honró la memoria de Banki.
El alcalde de Jerusalén, el conservador Nir Barkat, tampoco asistió al desfile en esta edición del desfile, que hace la número 16 de las celebradas en la Ciudad Santa, alegando un viaje de trabajo en el inicio del fin de semana hebreo. El Ayuntamiento, no obstante, subvencionó con medio millón de shequels (unos 125.000 euros) a los organizadores del cortejo, entre los que destaca la ONG Jerusalén Casa Abierta para el Orgullo y la Tolerancia, que había convocado este año los actos del colectivo LGTB con el objetivo de reclamar el derecho de adopción.
La bandera del arcoíris se ha convertido en emblema en muchas ciudades de Israel, que aspira a convertirse en referente global para la comunidad gay. La comunidad homosexual goza en el Estado hebreo de gran libertad para expresarse en público, especialmente en la gran área metropolitana costera de Tel Aviv. Fuera de esa burbuja liberal, los miembros del movimiento LGTB sufren el acoso de la intolerancia. En 2016 se denunciaron 500 casos de ataques homófobos, según datos de la asociación Aguda.
Las parejas homosexuales israelíes tampoco pueden contraer matrimonio, a pesar de tener reconocidos derechos en la Administración, el Ejército y la Seguridad Social. Claro que en Israel tampoco está reconocido el matrimonio civil, ya que el Estado ha concedido a los rabinos el monopolio sobre las uniones conyugales entre judíos, que representan un 80% de los 8,5 millones de habitantes del país.
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Fuente Agencias/El País
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