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Hans Küng, 91 años en camino: “Libertad conquistada”

Jueves, 28 de marzo de 2019
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HansKung01El teólogo suizo y sus relaciones con Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco

“La etapa del cardenal Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la fe fue una de las de mayor rigidez doctrinal y moral, de más dura persecución a las teólogas y los teólogos del Concilio Vaticano II, de la teología de la liberación, de la teología feminista, de la teología del pluralismo religiosos y de la teología moral”

No quiero dejar pasar el 91 cumpleaños de mi maestro, amigo y colega Hans Küng sin expresarle mi felicitación y mi reconocimiento por la “libertad conquistada” durante su larga y fecunda existencia. Y lo hago ofreciendo algunas imágenes de su vida que reflejan su coherencia, honestidad e integridad. Hans Küng tenía 34 años cuando fue nombrado por Juan XXIII perito del Concilio Vaticano II, junto con otros prestigiosos teólogos como Karl Rahner, Yves M. Congar, Bernhard Häring, Henri de Lubac, Gérald Philips, Joseph Ratzinger, etc.

Todo cambió diecisiete años después con el Papa Juan Pablo II, quien le retiró la licencia eclesiástica para enseñar por haber cuestionado la infalibilidad papal. Lo cuenta el propio Küng refiriéndose abiertamente a la Inquisición:

“En 1979 años experimenté personalmente la Inquisición bajo otro papa. La Iglesia me retiró el permiso para la enseñanza, pero aun así mantuve mi cátedra y mi Instituto (que quedó segregado de la Facultad Católica)”

(La iglesia católica, Mondadori, Barcelona, 2002, 14). El teólogo suizo considera dicha condena “jurídicamente impugnable, teológicamente infundada y políticamente contraproducente”.

Sin embargo, la condena no consiguió destruir su reputación ni dentro de la Iglesia católica entre el pueblo creyente y los colegas teólogos y teólogas, ni en el mundo intelectual del pensamiento crítico, y menos aún en el diálogo ecuménico entre las iglesias cristianas, donde el reconocimiento teológico de Küng era muy elevado. Sucedió todo lo contrario: la condena contribuyó a abrir el debate sobre la infalibilidad, generó una corriente cálida de sintonía expresada a través de numerosas declaraciones de solidaridad con el teólogo sancionado y de denuncia de los comportamientos inquisitoriales del Vaticano.

Lo que la condena evidenciaba no era otra cosa que el retroceso producido en el Vaticano del pontificado de Juan XXIII al de Juan Pablo II en apenas tres lustros, que pasaba del anatema al diálogo, de la reforma a la restauración, de la evolución a la involución, del respeto al pluralismo teológico a la uniformidad, del cristianismo a la cristiandad, de la libertad de investigación y expresión a la represión, del pensamiento crítico al pensamiento cautivo, del lenguaje simbólico al lenguaje dogmático.

Con todo, Küng no identifica el sistema romano con la Iglesia católica, sino que establece una clara y lúcida distinción entre ambos: “A pesar de mis experiencias sobre cuán flexible puede resultar el sistema romano, la Iglesia católica, esa hermandad de creyentes, ha seguido siendo mi hogar espiritual hasta el presente” (La Iglesia católica, p. 13).

Francisco llama a Hans Küng “Querido Hermano”

La relación del Vaticano con Hans Küng cambió en 2016. El teólogo suizo publicó UnLlamamiento al papa Francisco en varios diarios de diferentes países pidiéndole que abriera un debate “imparcial y libre de prejuicios” sobre el dogma de la infalibilidad, en la consideración de que “sin una re-visión constructiva del dogma de la infalibilidad apenas sería posible una verdadera renovación [de la Iglesia católica]” (El País, 9 de marzo de 2016). Unos días después Francisco le respondió. El clima eclesial había sufrido una importante mutación: se dejaba atrás el lenguaje del anatema y se volvía a transitar por la senda del diálogo, que nunca debiera haberse interrumpido.

La carta estaba firmada por el propio Papa, que se dirigía a Küng en cursiva y en alemán con un “lieber Mitbruder” (“querido Hermano”). En ella demostraba haber leído atentamente su Llamamiento y valoraba positivamente las reflexiones que le habían llevado a la publicación del quinto volumen de sus obras completas, precisamente el dedicado a la infalibilidad.

Agradecimiento a Ratzinger y sinceros deseos de felicidad

En el prólogo a su libro La Iglesia Küng expresa un agradecimiento cordial a Joseph Ratzinger por la valiosa ayuda prestada siendo colegas en la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga. Con el paso de los años, la colaboración se tornó distanciamiento, sobre todo a partir del momento en que Ratzinger accedió al episcopado, se convirtió en hombre de confianza de Juan Pablo II y asumió la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Hubo un fugaz intento de acercamiento entre ambos por iniciativa de Hans Küng. Fue en Castelgandolfo durante el verano de 2005 siendo ya Papa Jospeh Ratzinger, que le recibió a petición del teólogo suizo. Pero todo quedó en un encuentro puntual sin continuidad. En su ejercicio del ministerio papal Ratzinger fue escorándose hacia posiciones integristas que Küng y los teólogos fieles al concilio Vaticano II no podíamos compartir.

La etapa del cardenal Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la fe fue una de las de mayor rigidez doctrinal y moral, de más dura persecución a las teólogas y los teólogos del Concilio Vaticano II, de la teología de la liberación, de la teología feminista, de la teología del pluralismo religiosos y de la teología moral.

En la última de las lecciones dictadas en el semestre de invierno de 1995-1996 en la Universidad de Tubinga cuenta Hans Küng que un colega católico le preguntó, tras las primeras clases, si no hubiera podido hacer mucho bien también dentro del sistema romano, escribiendo, por así decir, una teología primero para el Papa y desde ahí también para la Iglesia y el mundo. Es una pregunta que también él se planteó, si bien afirma que no creció como antagonista del sistema romano. Tras más de medio siglo de itinerario teológico creativo e innovador, su respuesta fue la siguiente:

“No podía ir por otro camino, no sólo en honor a la libertad, que siempre tuve en gran aprecio, sino en honor a la verdad, que para mí está por encima incluso de la libertad. Si hubiera seguido ese otro camino, así lo veo ahora y así lo vi entonces, hubiera vendido mi alma por el poder de la Iglesia. Quisiera en este momento confiar (y lo digo sin el menor asomo de ironía) en que mi compañero en edad y en gran parte del camino, Joseph Ratzinger, que escogió otro camino y que también será nombrado profesor emérito este año, al mirar hacia atrás y a pesar de lo sufrido, esté tan contento y feliz como yo”.

¡Qué elegancia! ¿Podrá decir lo mismo Ratzinger, hoy Papa emérito?

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones. Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es: De la Iglesia colonial al cristianismo liberador en América Latina (Tirant, València, 2019)

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El Papa Francisco levanta la suspensión canónica sobre Ernesto Cardenal

Martes, 19 de febrero de 2019
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Ernesto-Cardenal-300x326Una noticia que me alegra porque, personalmente siempre he apoyado a Ernesto, el gran poeta, escultor y místico, contemplativo y revolucionario,  a quien conocí en su casa de Nicaragua tras visitar Solentiname, cuna de la Misa Campesina Nicaragüense, de la pintura primitivista y del que conservo una escultura que preside un lugar central en nuestra casa…

Hace casi dos años escribía en esta página que una de mis más felices experiencias fue poder orar en la iglesia de Nuestra Señora de Solentiname, en el lago Nicaragua/Cocibolca donde se cantó por primera vez esta misa, respirar el aire del archipiélago, hablar con Ernesto Cardenal… y ver cómo un colibrí aleteaba… Gracias Ernesto por la poesía que tanto me ha acompañado y por tu testimonio cristiano, místico y revolucionario

El Vaticano confirma la reintegración del padre Ernesto Cardenal al ministerio sacerdotal

El sacerdote y poeta nicaragüense habría sido notificado por el nuncio

La Santa Sede absuelve de “todas las censuras canónicas” al poeta trapense, fundador de Solentiname.

Roma valora que el sacerdote siguiera viviendo en pobreza y castida a pesar del castigo impuesto por Juan Pablo 

(Israel González Espinoza, corresponsal de RD en Centroamérica).- El Vaticano, por medio de su representante en Managua Waldemar Stanislaw Sommertag, ha confirmado este lunes 18 de febrero el levantamiento de todas las sanciones eclesiásticas que impuso en 1984 el papa Juan Pablo II contra el poeta y sacerdote trapense Ernesto Cardenal, ex ministro de cultura de la Nicaragua revolucionaria (1979-1988),  quién desde el día 4 de febrero convalece internado en un centro hospitalario capitalino.

Según el reporte periodístico del rotativo español El País, el nuncio apostólico en Managua Waldemar Stanislaw Sommertag habría notificado el pasado 14 de febrero a Cardenal sobre el levantamiento de la pena canónica que pesaba desde hace más de tres décadas contra el autor de Cántico Cósmico y Oración por Marilyn Monroe debido a su participación en el primer gabinete del gobierno de la revolución sandinista.

Según una carta sellada de la Nunciatura Apostólica en Managua, el Papa Francisco concedió con benevolencia la absolución (levantamiento) de todas las censuras eclesiásticas que el Vaticano le impuso a Ernesto Cardenal desde 1984, asegurando que fue el autor de ‘Cántico Cósmico’, quién solicitó la readmisión al pleno ejercicio del ministerio sacerdotal.

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“El padre Cardenal ha estado 35 años bajo suspensión del ejercicio del ministerio por su militancia política. El religioso aceptó la pena canónica que le fue impuesta y se ha atenido siempre a ella sin llevar a cabo ninguna actividad pastoral. Además, había abandonado desde hace muchos años todo compromiso político”, puntualiza la carta de la Nunciatura, que está firmada por el Nuncio Sommertag.

Siendo un duro crítico de los papados conservadores de Karol Wojtyla (Juan Pablo II, 1978-2005) y Joseph Ratzinger (Benedicto XVI, 2005-1013); Cardenal continuó cumpliendo con la vida de celibato sacerdotal y pobreza aunque no podía administrar eclesiásticamente los sacramentos debido a la suspensión a divinis.

El periodista Pablo Ordaz, quién escribe el despacho periodístico, asegura que él fue el encargado de transmitir una carta de Ernesto Cardenal para el Papa Francisco. La misiva fue entregada a bordo del avión papal cuando el Pontífice acudía a un viaje pastoral a México.

Ordaz entregó al Papa, junto con la carta, un libro de poesía de Cardenal que incluía una entrevista dónde el poeta de barba blanca y boina negra emitía comentarios elogiosos hacia el Pontífice. “Me siento identificado con este nuevo Papa. Es mejor de cómo podríamos haberlo soñado”.

Así mismo, Ordaz manifiesta que el día 2 de febrero, el nuncio visitó en su casa de Managua al poeta Cardenal. En esa reunión, conversaron media hora y al término de la misma -según la narración-, hizo que su asistente, la poetisa Luz Marina Acosta, redactara una carta de agradecimiento al Papa Francisco.

Sin embargo, la salud de Cardenal desmejoró desde el pasado 4 de febrero, tras ser ingresado en un hospital capitalino por problemas de insuficiencia renal. Ahí, internado, lo visitó el pasado jueves el obispo auxiliar de Managua Silvio José Báez, quién arrodillado le pidió una bendición al anciano poeta.

Según fuentes eclesiásticas, a Báez el entorno cercano al poeta le notificó que el Papa le habría levantado la suspensión canónica y por ello, en un signo de rehabilitación, se hincó para pedirle al poeta su bendición como sacerdote a lo cual el convaleciente autor de Hora 0 -según el obispo-, “accedió gustoso”.

“Fue emocionante arrodillarme ante Ernesto Cardenal, recién rehabilitado al ministerio sacerdotal, para que me diera su bendición. Lo hizo gozoso. (…) Sus ojos se enrojecieron con alguna lágrima. Recé por él y le encomendé que le hablara al Señor para que nos auxiliara en los momentos difíciles que vivimos. Fue todo tan hermoso”, dijo Monseñor Báez, en declaraciones exclusivas concedidas por él para Religión Digital tras salir de su encuentro con el padre Cardenal.

Agradecimiento de Cardenal al Nuncio y al Papa

Según el portal de noticias Vatican News del Vaticano, el nuncio Sommertag visitó el pasado 2 de febrero al poeta Ernesto Cardenal en su casa de habitación, dónde sostuvieron una conversación que se cataloga de “profundo, abierto y amigable”, donde nació la idea de la reintegración del bardo al pleno ejercicio del ministerio sacerdotal.

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Lo que va entre dos fotos

La versión de Vatican News contradice a la información dada ayer por el diario español El País, donde se asegura que fue por medio del periodista de este rotativo, Pablo Ordaz, que se le hizo llegar una carta de Ernesto Cardenal al Papa Francisco, para que  le fuera levantada la suspensión ‘a divinis’.

“Este domingo el nuncio Apostólico visitó de nuevo al sacerdote trapense, en donde le comunicó la suspensión canónica de parte del Santo Padre, para su plena reintegración. Seguidamente, a las nueve de la mañana, el nuncio presidió en el hospital la Santa Misa de gracia con el padre Cardenal. El sacerdote expresó su profunda gratitud al Santo Padre y al Nuncio”, señala el portal de noticias de la Santa Sede.

Del mismo modo, el portal noticioso destaca el encuentro que sostuvo el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez con el padre Cardenal -quién desde el 4 de febrero convalece en un hospital privado por problemas de insuficiencia renal-, destacando el gesto que tuvo el jerarca católico de pedir la bendición al poeta.

Sus ojos se enrojecieron con alguna lágrima. Recé por él y le encomendé que le hablara al Señor para que nos auxiliara en los momentos difíciles que vivimos. Fue todo tan hermoso”, dijo monseñor Báez, en unas declaraciones exclusivas concedidas a Religión Digital y reproducidas por el portal Vatican News.

Perseguido político del régimen orteguista

Ernesto Cardenal (Granada, 1925) ha sido un fuerte crítico del segundo mandato de Daniel Ortega, electo en 2007 y en el poder desde entonces en Nicaragua, dónde acompañado de su mujer Rosario Murillo; han corrompido al partido sandinista y han llevado al país por el despeñadero de la dictadura tras las protestas anti-gubernamentales iniciadas en abril de 2018, que fueron aplastadas con represión por los aparatos de seguridad del Estado.

Las críticas de Cardenal contra el autoritarismo gubernamental le han valido más de una persecución desde el ámbito judicial. En febrero de 2017, mientras el país vivía una plena embullición cultural por la celebración del Festival Internacional de Poesía de Granada, el régimen resucitó un caso judicial dónde debería pagar unos 800 mil dólares debidos a “daños y perjuicios” a una propiedad en el archipiélago de Solentiname. La demandante había sido viceministra de Turismo al inicio del gobierno de Ortega en 2008.

“Me alegra que el mundo entero se esté enterando de que soy un perseguido político en Nicaragua. Perseguido por el Gobierno de Daniel Ortega y su mujer [Rosario Murillo], que son dueños de todo el país, hasta de la justicia, de la policía, y del Ejército. No te puedo decir más, porque esta es una dictadura”, dijo enfáticamente Cardenal desde Granada, rodeado de varios poetas que lo acuerparon en aquella ocasión.

Fuente Religión Digital

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“Siete requisitos ineludibles para cumplir la penitencia por los abusos del clero”, por José Manuel Vidal.

Miércoles, 22 de agosto de 2018
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 el-cardenal-jozef-tomko-pone-cenizas-en-la-frente-del-papa-francisco-en-la-basilica-de-santa-sabina-en-roma-ap-1Detenido un cura en Málaga por un caso de pornografía infantil

Antonio Aradillas: “La Iglesia está hoy mal de verdad”

¿Por qué salen ahora todas estas cosas?

El Papa ha mostrado su “compunción” y su “decisión de luchar con valentía” contra la cultura de abusos y encubrimientos en la Iglesia estadounidense. Los obispos de aquel país han pedido al Vaticano que realice una visitación apostólica para reparar la confianza de los fieles, “dañada por estos pecados y fracasos pasados”. Y ahora, Francisco podría satisfacer estas dos necesidades enviando a EEUU al arzobispo de Malta, monseñor Charles Scicluna, el investigador del pontífice cuyo informe en sus recientes visitas a Chile, país también azotado por escándalos de abusos entre el clero provocó un tsunami que acabó con la renuncia de todos los obispos chilenos.

Cada vez más obispos, sacerdotes y fieles están advirtiendo al Papa de que, en cuanto a los abusos, “no basta con pedir perdón”, como el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, expresó en su homilía de este pasado domingo. Ahora, con la petición de los obispos de EEUU de que les mande a Scicluna, Francisco tiene la posibilidad de mostrar que va en serio.

Resarcir a las víctimas económicamente, aunque la Iglesia tenga que vender el Vaticano

Expulsar a los obispos encubridores y que no cumplieron su función ‘in vigilando’

¿Por qué el Papa Wojtyla nunca condenó a un depredador sexual como Marcial Maciel, condenado en 2006 pero cuyas denuncias habían llegado a Roma desde 1948?

(José Manuel Vidal).- Examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Son los cinco requisitos para una buena confesión. El Papa Francisco acaba de entonar un solemne y público ‘mea culpa’ por los clérigos abusadores y los obispos encubridores de la plaga de la pederastia. Pero las peticiones de perdón, aunque sean sentidas y obligadas, como en este caso, no son suficientes. Hay que pasar a los hechos. Hay que cumplir la penitencia.

Eso significa, a mi juicio y en primer lugar, acercarse de verdad a las víctimas. Para escucharlas, acogerlas y, sobre todo, resarcirlas de su dolor y de sus heridas. Con protección real y ayuda psicológica, evidentemente pagada por la institución. Y con todo tipo de ayudas que necesiten, especialmente las materiales. Que a esas vidas destruidas no les falte lo necesario para vivir y puedan salir adelante lo más dignamente posible. Y si eso significa que la institución tiene que arruinarse, que se arruine. Y si tiene que vender palacios, iglesias y hasta el propio Vaticano, que lo haga. Vale más la vida de un inocente que todas las riquezas eclesiásticas acumuladas durante tantos siglos.

La segunda medida tendría que ser la expulsión ipso facto de todos los obispos encubridores. Porque muchos de ellos ordenaron a esos abusadores y otros los encubrieron y no ejercieron uno de sus papeles primordiales: el de ‘inspector’. A la calle, por no ejercer su responsabilidad in vigilando, muchos o casi todos. Porque el ‘cáncer’ del encubrimiento era sistémico. La punta del iceberg ha aflorado en Estados Unidos, Chile, Irlanda…pero en las iglesias de todos los demás países del mundo se funcionaba de la misma manera.

El abuso era considerado un ‘pecadillo’, al cura se le cambiaba de parroquia o, en última instancia, se le mandaba a misiones y se le pedía que se arrepintiese y se confesase, para seguir pecando. Y nunca o casi nunca se consideraba el abuso un delito y, por lo tanto, no se remitía a los abusadores a la justicia civil. La situación ideal para los depredadores sexuales, que, revestidos del poder sagrado (la máxima expresión del poder), tenían acceso ilimitado a niños, niñas, mujeres y hombres (según sus apetencias) y, además, sabían que estaban protegidos por la ‘omertá’ eclesial.

macielsinteirJuan Pablo II y Marcial Maciel

No en vano el cardenal Castrillón, alto curial de la época de Juan Pablo II recientemente fallecido, decía que el obispo no podía denunciar a sus curas abusadores, porque es un padre para sus sacerdotes y un padre no denuncia a sus hijos, aunque sepa que son criminales.

Por eso, en tercer lugar, el Vaticano tendría que pedir perdón y revisar las responsabilidades de altos cargos curiales en la dinámica sistémica del encubrimiento. ¿Qué sabía Juan Pablo II de todo esto? ¿Su secretario personal, monseñor Dziwisz, y su Secretario de Estado, cardenal Sodano, le hacían llegar los casos de abusos que, ya entonces, proliferaban en la institución? ¿Por qué el Papa Wojtyla nunca condenó a un depredador sexual como Marcial Maciel y, al contrario, lo bendijo y lo presentó como modelo para la juventud? Depurar responsabilidades en una Curia que rigió los destinos de la Iglesia con mano de hierro hasta la llegada de Francisco al solio pontificio.

Es urgente, en cuarto lugar y como dice el propio Francisco, conseguir una “transformación eclesial y social” respecto a este tema. La eclesial, que es la que le corresponde a la institución, pasa por acabar, de una vez por todas, con el clericalismo, la otra gran plaga del catolicismo, que alimenta la dinámica del abuso sexual, de poder y de conciencia. Cristo no quiso una Iglesia clerical, pero es el tipo de Iglesia que se impuso y que sigue vigente. ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo será real y efectiva la corresponsabilidad de lo laicos?

En quinto lugar y como consecuencia de una Iglesia laical y ‘pueblo de Dios’, habría que revisar todo el andamiaje de la doctrina moral, especialmente de la moral sexual. Reivindicar una sexualidad normalizada y bien entendida es una de las asignaturas pendientes de la institución. Hay que reconocer la importancia de la sexualidad en la vida de las personas y no reprimirla en sus propios cuadros: monjas y curas que, para ser castos, tienen que reprimir sus instintos y poner puertas al mar de la libido. Casi siempre sin éxito alguno y con derivas pecaminosas y delictivas.

clericalismoDe ahí que, en sexto lugar y mientras no se cambia el modelo clerical, la Iglesia debería instaurar, desde ya mismo, el celibato opcional para sus sacerdotes. El carisma del voto de castidad, para los religiosos. El carisma celibatario no puede imponerse para acceder al sacerdocio. El apóstol Pedro estaba casado y el celibato obligatorio es una ley eclesiástica que, así como se impuso, puede derogarse. Y ya tarda.

Y, por último, entre las medidas urgentes a tomar, ocupa un lugar primordial la inmediata equiparación de la mujer al hombre en la Iglesia. A todos los niveles. Incluso y como es lógico, en el acceso al altar y al sacerdocio. Si el laico es un ciudadano de segunda en la Iglesia, la mujer no llega a ciudadana de tercera.

Sólo así, con estos siete requisitos (y quizás alguno más) se pueden cumplir, a mi juicio, las cinco condiciones de una buena confesión, especialmente la última: cumplir realmente la penitencia del tsunami de los abusos sexuales, de poder y de conciencia.

Fuente Religión Digital

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La Iglesia celebra al mártir Santiago Gapp, al que la Gestapo localizó en Valencia

Sábado, 18 de agosto de 2018
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gappPor si le cabía alguna duda al prior de la Abadía del Valle de los Caídos de  que hay que sacar a Franco, quien permitió atrocidades como esta con su connivencia con el Nazismo…

Fue contundente en su crítica al racismo de Hitler

Tras ser torturado y encarcelado, murió decapitado en Berlín en 1943

(AVAN).- La Iglesia celebró el pasado lunes, la festividad litúrgica del beato Santiago Gapp, sacerdote austriaco de la Compañía de María, que fue decapitado en Berlín en 1943, hace ahora 75 años, tras ser localizado por la Gestapo en Valencia, a donde había huido perseguido por el régimen nazi.

Gapp fue localizado por la policía secreta nazi en 1942 en Valencia, cuando llevaba un año dando clases de latín y alemán en el Colegio de El Pilar, acogido por la comunidad religiosa del centro docente valenciano, de su misma congregación, según señala su biografía Santiago Gapp, pasión por la verdad frente al nazismo, escrita por el sacerdote marianista José María Salaverri, fallecido el pasado mes de febrero.

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Fue entonces cuando dos colaboradores de la Gestapo llegaron a Valencia y se ganaron durante meses la confianza de Gapp, haciéndose pasar por judíos también perseguidos, hasta convencerle mediante engaños para viajar a San Sebastián a recibir a unos supuestos familiares. Así, el 9 de noviembre de 1942 cuando paseaban con el religioso por la costa guipuzcoana entraron en Hendaya, entonces en la Francia ocupada por el régimen nazi, y fue de inmediato arrestado. Tras ser torturado y encarcelado, murió decapitado en Berlín en 1943. El papa San Juan Pablo II lo beatificó en 1996.

Los religiosos marianistas celebraron el pasado lunes misas en su honor en sus comunidades, entre ellas en el colegio del Pilar, de Valencia, donde a todos los alumnos de Bachillerato es presentado “tanto en clases de Historia como en ejercicios espirituales, como modelo de fe”, según han indicado fuentes de la comunidad del colegio del Pilar.

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Modelo de fe

Jakob Gapp (o Santiago Gapp) nació en Wattens (Austria) en 1897 y, tras combatir en la Primera Guerra Mundial en el ejército austríaco, ingresó en la Compañía de María y fue ordenado sacerdote.

Huyó de su país perseguido por la Gestapo en 1939 “por sus contundentes críticas contra el racismo de Hitler, que plasmaba en sus homilías”, según su biografía, y tras pasar por Burdeos llegó a Valencia en 1941.

El caso de Gapp “impresionó al propio Heinrich Himmler, máximo responsable de la Gestapo, que aseguró que ´con un millón de Jakobs Gapp, pero de nuestra ideología, dominaríamos el mundo`”.

En una carta escrita a sus familiares desde la prisión berlinesa de Plötzensee, horas antes de su ejecución, Gapp les decía sus últimas palabras: “me han condenado a muerte el 2 de Julio, fiesta del Sagrado Corazón. Hoy será ejecutada la sentencia. A las 7 de la tarde, iré a casa de mi querido Salvador, a quien siempre amé fervientemente. ¡No os aflijáis por mí! Soy totalmente feliz. Naturalmente he tenido que pasar muchas horas penosas, pero he podido prepararme muy bien a la muerte. Tened ánimo, y soportadlo todo por amor a Dios, para que nos podamos volver a encontrar en el cielo”.

Sus reliquias son veneradas hoy en Innsbruck (Austria)

Fuente Religión Digital

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El Papa elimina la pena de muerte del Catecismo de la Iglesia Católica

Viernes, 3 de agosto de 2018
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sin-pena_560x280Cambia el punto 2267: “Atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”

La Iglesia católica “se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”

Una noticia que nos emociona por su importancia. Gracias, Francisco, por dar este paso, pero da unos más y elimina los artículos condenatorios de la Homosexualidad y, ya de paso, estaría mejor que el estado vaticano se adhiera a la Declaración de los derechos Humanos…

(Jesús Bastante).- “La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”. Con estas palabras, el Papa Francisco da un paso de gigante, modificando el artículo 2267 del Catecismo para eliminar cualquier vestigio de aprobación a la pena de muerte.

En una carta, enviada a los obispos de todo el mundo por el prefecto de Doctrina de la Fe, Luis Ladaria, Francisco subraya que “si de hecho la situación política y social del pasado hacía de la pena de la muerte un instrumento aceptable para la tutela del bien común, hoy es cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera luego de haber cometido crimines muy graves”.

La misiva repasa cómo los anteriores pontífices ya fueron dando pasos en esta línea, y constata que independientemente de las modalidades de ejecución, «implica un trato cruel, inhumano y degradante». Debe también ser rechazada «en razón de la defectiva selectividad del sistema penal y frente a la posibilidad del error judicial»”.

“La nueva formulación del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica quiere ser un impulso para un compromiso firme, incluso a través de un diálogo respetuoso con las autoridades políticas, para que se favorezca una mentalidad que reconozca la dignidad de cada vida humana y se creen las condiciones que permitan eliminar hoy la institución jurídica de la pena de muerte ahí donde todavía está en vigor”, concluye la carta de Ladaria a los obispos.

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ANTES Y DESPUÉS

En la nueva redacción se admite cómo “durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”.

Algo que ahora cambia, esperamos que para siempre, pues “la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves, ni la posibilidad “de redimirse definitivamente”.

Con anterioridad, el Catecismo, en su punto 2267, subrayaba lo siguiente:

La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas.

Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana.

Hoy, en efecto, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aquél que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo «suceden muy […] rara vez […], si es que ya en realidad se dan algunos» (EV 56)

Ahora, ese mismo punto, dice:

2267. Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común.

Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente.

Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona»1, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo.
__________________________
1 FRANCISCO, Discurso del Santo Padre Francisco con motivo del XXV Aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica, 11 de octubre de 2017: L’Osservatore Romano, 13 de octubre de 2017, 5.

Ésta es la carta de Doctrina de la Fe a los obispos de todo el mundo:

1. El Santo Padre Francisco, en el Discurso con ocasión del vigésimo quinto aniversario de la publicación de la Constitución Apostólica Fidei depositum, con la cual Juan Pablo II promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, pidió que fuera reformulada la enseñanza sobre la pena de muerte, para recoger mejor el desarrollo de la doctrina que este punto ha tenido en los últimos tiempos. [1] Este desarrollo descansa principalmente en la conciencia cada vez más clara en la Iglesia del respeto que se debe a toda vida humana. En esta línea, Juan Pablo II afirmó: «Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante».[2]

2. En este sentido, debe comprenderse la actitud hacia la pena de muerte que se ha afirmado cada vez más en la enseñanza de los pastores y en la sensibilidad del pueblo de Dios. En efecto, si de hecho la situación política y social del pasado hacía de la pena de la muerte un instrumento aceptable para la tutela del bien común, hoy es cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera luego de haber cometido crimines muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, han dado lugar a una nueva conciencia que reconoce la inadmisibilidad de la pena de muerte y por lo tanto pide su abolición.

3. En este desarrollo, es de gran importancia la enseñanza de la Carta Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II. El Santo Padre enumeraba entre los signos de esperanza de una nueva civilización de la vida «la aversión cada vez más difundida en la opinión pública a la pena de muerte, incluso como instrumento de “legítima defensa” social, al considerar las posibilidades con las que cuenta una sociedad moderna para reprimir eficazmente el crimen de modo que, neutralizando a quien lo ha cometido, no se le prive definitivamente de la posibilidad de redimirse». [3] La enseñanza de Evangelium vitae fue recogida más tarde en la editio typica del Catecismo de la Iglesia Católica. En este, la pena de muerte no se presenta como una pena proporcional a la gravedad del delito, sino que se justifica solo si fuera «el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas», aunque si de hecho «los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos» (n. 2267).

4. Juan Pablo II también intervino en otras ocasiones contra la pena de muerte, apelando tanto al respeto de la dignidad de la persona como a los medios que la sociedad actual posee para defenderse del criminal. Así, en el Mensaje navideño de 1998, auguraba «en el mundo el consenso sobre medidas urgentes y adecuadas… para desterrar la pena de muerte».[4] Un mes después, en los Estados Unidos, repitió: «Un signo de esperanza es el reconocimiento cada vez mayor de que nunca hay que negar la dignidad de la vida humana, ni siquiera a alguien que haya hecho un gran mal. La sociedad moderna posee los medios para protegerse, sin negar definitivamente a los criminales la posibilidad de enmendarse. Renuevo el llamamiento que hice recientemente, en Navidad, para que se decida abolir la pena de muerte, que es cruel e innecesaria». [5]

5. El impulso de comprometerse con la abolición de la pena de muerte continuó con los sucesivos Pontífices. Benedicto XVI llamaba «la atención de los responsables de la sociedad sobre la necesidad de hacer todo lo posible para llegar a la eliminación de la pena capital». [6] Y luego auguraba a un grupo de fieles que «sus deliberaciones puedan alentar iniciativas políticas y legislativas, promovidas en un número cada vez mayor de países, para eliminar la pena de muerte y continuar los progresos sustanciales realizados para adecuar el derecho penal tanto a las necesidades de la dignidad humana de los prisioneros como al mantenimiento efectivo del orden público». [7]

6. En esta misma perspectiva, el Papa Francisco reiteró que «hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado».[8] La pena de muerte, independientemente de las modalidades de ejecución, «implica un trato cruel, inhumano y degradante».[9] Debe también ser rechazada «en razón de la defectiva selectividad del sistema penal y frente a la posibilidad del error judicial». [10] Es en este sentido en el que el Papa Francisco ha pedido una revisión de la formulación del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte, de modo que se afirme que «por muy grave que haya sido el crimen, la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona».[11]

7. La nueva redacción del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado por el Papa Francisco, se sitúa en continuidad con el Magisterio precedente, llevando adelante un desarrollo coherente de la doctrina católica. [12] El nuevo texto, siguiendo los pasos de la enseñanza de Juan Pablo II en Evangelium vitae, afirma que la supresión de la vida de un criminal como castigo por un delito es inadmisible porque atenta contra la dignidad de la persona, dignidad que no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. A esta conclusión se llega también teniendo en cuenta la nueva comprensión de las sanciones penales aplicadas por el Estado moderno, que deben estar orientadas ante todo a la rehabilitación y la reinserción social del criminal. Finalmente, dado que la sociedad actual tiene sistemas de detención más eficaces, la pena de muerte es innecesaria para la protección de la vida de personas inocentes. Ciertamente, queda en pie el deber de la autoridad pública de defender la vida de los ciudadanos, como ha sido siempre enseñado por el Magisterio y como lo confirma el Catecismo de la Iglesia Católica en los números 2265 y 2266.

8. Todo esto muestra que la nueva formulación del n. 2267 del Catecismo expresa un auténtico desarrollo de la doctrina que no está en contradicción con las enseñanzas anteriores del Magisterio. De hecho, estos pueden ser explicados a la luz de la responsabilidad primaria de la autoridad pública de tutelar el bien común, en un contexto social en el cual las sanciones penales se entendían de manera diferente y acontecían en un ambiente en el cual era más difícil garantizar que el criminal no pudiera reiterar su crimen.

9. En la nueva redacción se agrega que la conciencia de la inadmisibilidad de la pena de muerte ha crecido «a la luz del Evangelio». [13] El Evangelio, en efecto, ayuda a comprender mejor el orden de la Creación que el Hijo de Dios ha asumido, purificado y llevado a plenitud. Nos invita también a la misericordia y a la paciencia del Señor que da tiempo a todos para convertirse.

10. La nueva formulación del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica quiere ser un impulso para un compromiso firme, incluso a través de un diálogo respetuoso con las autoridades políticas, para que se favorezca una mentalidad que reconozca la dignidad de cada vida humana y se creen las condiciones que permitan eliminar hoy la institución jurídica de la pena de muerte ahí donde todavía está en vigor.

El Sumo Pontífice Francisco, en la audiencia concedida al infrascrito Secretario el 28 de junio de 2018, ha aprobado la presente Carta, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 13 de junio de 2018, y ha ordenado su publicación.

Dado en Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 1º de agosto de 2018, Memoria de San Alfonso María de Ligorio.

Luis F. Card. Ladaria, S.I.

Prefecto

X Giacomo Morandi

Arzobispo titular de Cerveteri

Secretario

____________________________

[1] Cf. Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco con motivo del XXV Aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica (11 de octubre de 2017): L’Osservatore Romano (13 de octubre de 2017), 4.

[2] Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae (25 de marzo de 1995), n. 9: AAS 87 (1995), 411.

[3] Ibíd., n. 27: AAS 87 (1995), 432.

[4] Juan Pablo II, Mensaje Urbi et Orbi de Navidad (25 de diciembre de 1998), n. 5: Insegnamenti XXI, 2 (1998), 1348.

[5] Id., Homilía en el Trans World Dome de St. Louis (27 de enero de 1999): Insegnamenti XXII, 1 (1999), 269; cf. Homilía durante la Misa en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad de México (23 de enero de 1999): «Renuevo el llamamiento que hice recientemente, en Navidad, para que se decida abolir la pena de muerte, que es cruel e innecesaria»: Insegnamenti XXII, 1 (1990), 123.

[6] Benedicto XVI, Exhort. Ap. postsinodal Africae munus (19 de noviembre de 2011), n. 83: AAS 104 (2012), 276.

[7] Id., Audiencia general (30 de noviembre de 2011): Insegnamenti VII, 2 (2011), 813.

[8] Francisco, Carta al Presidente de la Comisión internacional contra la pena di muerte (20 de marzo de 2015): L’Osservatore Romano (20-21 de marzo de 2015), 7.

[9] Ibíd.

[10] Ibíd.

[11] Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco con motivo del XXV Aniversario dela Catecismo de la Iglesia Católica (11 de octubre de 2017): L’Osservatore Romano (13 de octubre 2017), 5.

[12] Cf. Vincenzo di Lérins, Commonitorium, cap. 23: PL 50, 667-669. En referencia a la pena de muerte, tratando acerca de las especificaciones de los preceptos del decálogo, la Pontificia Comisión Bíblica ha hablado de “afinamiento” de las posiciones morales de la Iglesia: «Con el curso de la historia y el desarrollo de la civilización, la Iglesia ha afinado también las propias posiciones morales con respecto a la pena de muerte y a la guerra en nombre de un culto a la vida humana que ella alimenta sin cesar meditando la Escritura y que toma siempre más color de un absoluto. Lo que está debajo de estas posiciones aparentemente radicales es siempre la misma noción antropológica de base: la dignidad fundamental del hombre creado a imagen de Dios» (Biblia y moral. Raíces bíblicas del comportamiento cristiano, 2008, n. 98).

[13] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, n. 4.

Fuente Religión Digital

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90 años de Gustavo Gutiérrez y 50 de la Teología de la Liberación (y IV)

Lunes, 2 de julio de 2018
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gustavoDesde que monseñor Cabrejos le defendió (2015) hasta el presente

“El pretendido e inexistente ‘tufo marxista’ fue el pretexto para descalificar toda una nueva forma de entender la Iglesia”

(Saturnino Rodríguez).- 2016 (junio) El teólogo peruano G. Gutierrez recibió el Premio “Peace and Freedom” “Pacen in Terris” en Davemport, Estados Unidos (junio 2006), otorgado anualmente desde su creación por la diócesis en 1964 en conmemoración de la encíclica papal “Pacem in Terris” del Papa Juan XXIII en 1963. Seis de los ganadores del premio también fueron galardonados con el premio Nobel de la Paz: Martin Luther King, Jr., la Madre Teresa de Calcuta, el Arzobispo Desmond Tutu, Mairead Corrigan-Maguire, Adolfo Pérez Esquivel y Lech Wałęsa.

G.Gutiérrez en la Asamblea general del CELAM

2016 El sacerdote dominico y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez tuvo a su cargo la conferencia central de la reciente reunión anual de los Secretarios Generales de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, Celebrada en la sede central del CELAM en Bogotá, para revitalizar los lazos de comunión y colegialidad con y entre las conferencias episcopales de cada país. Recalcando el que tema central de la TdL recordaba que “pobreza “no es imitar la vida del pobre; no se trata de imitar al que es considerado como insignificante, sino serlo”. En ese sentido, subrayó, la reforma de la iglesia impulsada por el Papa Francisco, significa que “al centro (de todas las estructuras, ser y quehacer de la Iglesia) esté Cristo”. La pobreza “no es imitar la vida del pobre; no se trata de imitar al que es considerado como insignificante, sino serlo. Ya casi finalizando diría: “Yo no creo en la teología de la liberación, yo creo en Jesucristo. La teología no es el fin, es el medio”.

Centenario de la Pontificia Universidad Católica de Perú

2017 (24 mar.) La Pontificia Universidad Católica del Perú que conmemoraba el centenario de su fundación y la apertura del año académico 2017 invitó al padre Gustavo Gutiérrez a compartir la mesa de honor con el presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski; el rector de la PUCP, Dr. Marcial Rubio Correa; la vicerrectora de Investigación, Dra. Pepi Patrón; el vicerrector académico, Dr. Efraín Gonzales de Olarte; el vicerrector administrativo, Dr. Carlos Fosca y el Gran Canciller cardenal Giuseppe Versaldi, nombrado por Papa Francisco Prefecto de la Congreg. para la Educación Católica. En la lección inaugural del curso el padre G.Gutierrez dijo: “Queremos que se convierta en una ‘universidad en salida’ (como dice el Papa), que sepa adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos” …“Una universidad en salida es la que va hacia el otro, y en primer lugar a los excluidos”.

Nuevos gestos del papa Francisco

2018 (19 abril). Nuevo gesto del papa Francisco cuando al terminar la misa en Santa Marta recibió al teólogo jesuita español José María Castillocatedrático en la Universidad de Granada que había sido amonestado e incluso prohibido uno de sus libros con intento, al final no realizado, de retirarle de la cátedra y enviarlo a otra ciudad. El Papa le dijo “Leo con mucho gusto sus libros, que le hacen mucho bien a la gente”. Le acompañaba el director de “Religión digital” José Manual Vidal a quien le animó a “seguir apostando por la renovación de una Iglesia en salida”. Religión digital lanzó la campaña internacional de apoyo al papa Francisco cuando fue criticado por cuatro cardenales a quienes apoyaban sectores de eclesiásticos conservadores radicales.

El papa Francisco viaja a Perú. Nuevo encuentro con G. Gutiérrez

2018 (18 a 21 enero). El último día de la visita del papa Francisco a Perú tuvo un encuentro con el P. Gustavo Gutiérrez que fue invitado junto a personalidades y miembros de movimientos apostólicos a la Nunciatura Apostólica a primeras horas de la mañana. En este breve encuentro el Papa le recordó la última vez que estuvieron juntos en Santa Marta en Roma (13 sept 2013) y la concelebración del Papa Francisco con el cardenal Müller y él aprovechando la presentación del libro “Iglesia pobre y para los Pobres” y también su presencia en la Asamblea Internacional de Cáritas por esos días.

2018 (18-21 enero). Aquel encuentro de G.Gutierrez con el papa Francisco en la residencia Sta. Marta del Vaticano el 13 sept 2013) y este del 21 de enero de 2018de la Nunciatura de Lima en el viaje del Papa a Perú tenían en común la expresión del caminar eclesial desde el Concilio Vaticano II y la II Conferencia Episcopal de Medellín en busca de regresar a lo más genuino del mensaje evangélico. Por ello no está de más que recordemos de la mano de Miguel Cabrejos Vidarte arzobispo franciscano de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal de Perú desde 2006 a 2011 y reelegido en 2018 cómo fue la salida de la tensión vivida por el teólogo peruano G. Gutierrez con las advertencias de Roma entre 1984 y 1986 en que se publicaban Las dos “Instrucciones” de la Congreg. Doctrina de la Fe que presidía el entonces cardenal Ratzinger en el pontificado de san Juan Pablo II).

El arzobispo Miguel Cabrejos Presidente de la Conferencia Episcopal de Perú aclara la tensión Vaticano-Gutiérrez años 1984-86

2015 (19 sept) Son de esta fecha los recuerdos y aclaraciones a las que contestaba monseñor Miguel Cabrejos Vidarte en una entrevista del diario peruano “La República” que calificaba el encuentro entre el papa Francisco y el padre Gutiérrez como una muestra de la coincidencia que existe en el mensaje de ambos, en su preocupación por la gente más humilde y necesitada. Monseñor Cabrejos señaló que en el 2006 quedó zanjada cualquier duda que pudo tener la jerarquía eclesiástica con respecto al pensamiento de la TdL. Refirió que ése año, el secretario de entonces de la Congregación para la Doctrina de la Fe, obispo Angelo Amato (hoy cardenal desde el 2010), le envió una carta señalando que mediante el artículo “Koinonía Eclesial ” el padre Gutiérrez aclaró “los puntos problemáticos en algunas de sus obras” y pidió que fuese ampliamente difundido. Leer más…

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90 años de Gustavo Gutiérrez y 50 de la Teología de la Liberación (III)

Lunes, 25 de junio de 2018
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gustavoDesde el enfrentamiento con Cipriani a la beatificación de Romero

“Sus posiciones nunca fueron censuradas por la Santa Sede, aunque se le ha pedido modificaciones”

(Saturnino Rodríguez).- 1990 (septiembre) – En el seno de la Conferencia Episcopal peruana, tras una división de opiniones, se hizo pública, finalmente, una declaración que no contenía una condena explícita de G.Gutiérrez ni de la “Teología de la Liberación”.

El entonces Arzobispado de Lima cardenal Juan Landázuri Riketts a la cabeza hizo público “quitando hierro” a la situación publicaba un comunicado en el que decía que G.Gutiérrez se había adherido al magisterio de la Iglesia católica y anunciaba la edición “revisada y corregida” de ‘Teología de la Liberación’ afirmando que los futuros escritos de Gutiérrez serían remitidos al Arzobispado antes de su publicación.

El cardenal Landazuri fue uno de los destacados intervinientes en el Concilio Vaticano II, participante en las cuatro sesiones y en las cuatro Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano desempeñando un importante papel especialmente en la segunda, la de Medellín, siendo uno de los tres Copresidentes.

Máxima distinción Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú)

1992. G.Gutierrez se había convertido en una figura pública defensora de los Derechos Humanos Incluso en los peores momentos de autoritarismo, terrorismo y graves crisis políticas del Perú. Los valiosos aportes a la humanidad de este “apóstol de la paz y la justicia” le valieron ser distinguido por su “alma mater”, la Universidad Nacional de Perú San Marcos (UNMSM), con el título de doctor Honoris Causa, el máximo galardón académico que confiere la” Universidad Decana de América” a ilustres personajes del país y del mundo.

En ese solemne acto reunidos en la antigua “Casona” del Parque Universitario, el profesor universitario, escritor y poeta peruano Jose Washington Delgado, en el discurso de orden expresó que la obra del padre Gustavo Gutiérrez está en la misma línea de los escritores y poetas peruanos César Vallejo y José María Arguedas.

La Universidad Nacional Mayor San Marcos de Perú (UNMSM) fue fundada en 1548 en los claustros del convento del Rosario de la orden de Santo Domingo -actual Basílica y Convento de Santo Domingo- con decreto del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, adquiriendo en 1571 el grado de “Pontificia” otorgado por el papa Pío V.

De 2001 a 2015 recibió el doctorado “honoris causa” en las siguientes Universidades: la de Buenos Aires, Argentina 2001, la Univ. de Yale. EEUU en 2009, la Univ. Católica de Córdoba, Argentina 2013 y la Univ Marcelino Champagnat, de Lima en 2015. La Orden de Predicadores (dominicos) le nombró Maestro en Sagrada Teología el año 2009. Es profesor honorario de cinco universidades peruanas, además de profesor invitado en varias Universidades y actualmente profesor principal en la Universidad de Notre Dame (EEUU) y en la Universidad Católica de Lima.

2001-El propio teólogo limeño comentaría que la complicidad entre una forma de hacer teología, vivir la espiritualidad y compartir preocupaciones pastorales explicaba su vocación que encontraba una simpatía e identificación singular en la admirable figura del dominico español Bartolomé de Las Casas, defensor de los derechos de los indios en el proceso de la evangelización del “Nuevo Mundo” en el siglo XVI. Y así en julio del año 2001 se traslada Gustavo Gutierrez a Lyon parar ingresar como novicio en la Orden de los Dominicos en el convento de Saint Nom de Jesus en el barrio Part Dieu de Lyon. Ya antes el Superior General de la Orden Timmoty Radcliffe le había ofrecido ingresar en la orden asegurándole libertad en su trabajo intelectual. En 2010 (junio) El padre G.Gutiérrez recibió el título de Maestro en Sacra Teología en la Orden de Predicadores OP (Dominicos) a la que pertenece desde el 2001.

En el año 2002 es nombrado miembro de la American Academy of Arts and Sciencies fundada el año 1780 en Massachusetts, (EEUU). El 30 de julio de 2008 Gustavo Gutiérrez recibe la Medalla Congreso Perú la más alta condecoración. En el 2009 recibe el doctorado honoris causa de Universidad de Yale (EEUU) por su trabajo social en los barrios de Lima y su estudio avanzado de la medicina y la teología.

En 2003, Gustavo Gutierrez junto el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, recibió en España el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Conjuntamente el Jurado justificaballa: “Por su coincidente preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje” añadiendo que . el jurado considera que Gustavo Gutiérrez y Ryszard Kapuściński son dos modelos éticos y admirables de tolerancia y de profundidad humanística”.

El periódico perruano La Republica (edic Lima 2003)en su edición de Lima en 2003 finalizaba un perfil de Gustavo Gutiérrez cuando se otorgó el Premio Príncipe de Asturias diciendo: “Este padre no será profeta en su tierra, pero sí en la Tierra. Ha publicado varios libros, dicta cátedras en diversas universidades del mundo y cada vez que recibe títulos internacionales recuerda que siguen existiendo pobres y que debe seguir viviendo”.

2004 – Gustavo Gutiérrez con el entonces obispo alemán de Ratisbona Gerard L. Müller – que desde 1988 viajaba anualmente a Perú y era amigo y alumno de Gustavo Gutérrez y que posteriormente sería prefecto de la Congreg Doctrina de la Fé y cardenal – presentaban ese año en Augsburgo, Alemania el libro del que son coautores “An der Seite der Armen: Theologie der Befreiung” (Augsburg, Edit.Sankt-Ulrich-Verlag. 2004), que traducido después con el título “Del lado de los pobres, teología de la liberación” sería presentado en Roma en 2017 por la Librería Editrice Vaticana siendo ya Müller cardenal prefecto de la Doctrina de la Fe que facilitaría el encuentro del teólogo peruano con el papa Francisco, tema al que volveremos al llegar al año 2013 en su momento y razón por la que nos entretenemos ahora en más detalles.

El propio Müller años más tarde (10 sept 2012) ya nombrado por Benedicto XVI prefecto de la Congr. Doctrina de la Fe relataba en una entrevista para “Amerindia” su encuentro con Perú, su interés por la TdL y su amistad con G.Gutierrez del que fue alumno en algunos seminarios: “La teología de la liberación está para mí unida al rostro de Gustavo Gutiérrez. En el año 1988 participé junto con otros teólogos de Alemania y Austria y por invitación del actual director de “Misereor”, José Sayer, en un curso con esta temática, que tuvo lugar en el ya entonces famoso Instituto Bartolomé de las Casas 8 fundado por GG). En aquel momento yo llevaba ya dos años enseñando Dogmática en la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich”. En aquel seminario lo primero que nos enseñó Gustavo fue a comprender que aquí se trata de teología y no de política”.”La teología de Gustavo Gutierrez es ortodoxa porque es ortopráctica”. Y recordaba los tres acertados pasos de la TdL “Ver, Juzgar y Actuar”.

2008 (28 novie) El periódico peruano “La República” informaba de la concesión al obispo Müller de la distinción de doctor honoris causa de la Pontifi. Univ. Católica de Perú reconociendo “ser un gran amigo del Perú y haber realizado varias veces su trabajo pastoral y académico con comunidades en Lima, Callao y Cusco, de allí que podamos afirmar que el diálogo fraterno entre Müller y la Iglesia peruana es añejo, permanente y fecundo. Luego Müller formuló su valoración de la teología latinoamericana. Su reflexión -recogida posteriormente en un libro publicado por la PUCP que se tituló Mi experiencia con la Teología de la liberación y explora los vínculos entre su concepción de la teología y el legado intelectual y espiritual de los escritos de Bartolomé de las Casas y Gustavo Gutiérrez en torno al sufrimiento del inocente y la construcción de una sociedad en la cual se viva con intensidad la caridad y la justicia.

En el mismo acto Müller hacía una valoración muy positiva de la TdL al recordar también que Gutiérrez insistía en la dimensión rigurosamente espiritual de la TdL en tanto que constituye “un programa práctico y teórico que pretende comprender el mundo, la historia y la sociedad y transformarlos a la luz de la propia revelación sobrenatural de Dios como salvador y liberador del hombre”.

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“Los miedos de la Iglesia”, por José Arregi

Lunes, 7 de mayo de 2018
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40605431345_7694456216_oLeído en su blog:

Tendría que venir Jesús el viviente resucitado, figura de todos los vivientes que resucitan sin cesar, y volver a decirnos aquello que tan insistentemente repite en los evangelios: ¡No tengáis miedo! No temáis por lo que podáis comer o beber o vestir. Ni a los que os puedan matar. Mirad a los pájaros del cielo y a los lirios del campo. No busquéis en la tumba, no os aferréis al pasado, no temáis el futuro. Id a Galilea, a la vida cotidiana, a sembrar, a crear, a vivir. Sed libres del ego y de todas las doctrinas”.

El miedo es un mecanismo biológico fundamental de defensa de la vida. Está presente en el cerebro reptil que aún llevamos los humanos en la base de los otros dos cerebros: el mamífero y el humano. El miedo nos alerta de los muchos peligros que amenazan la vida. Sin el miedo, seríamos ciegos e imprudentes, incluso crueles. Sin el miedo, habríamos muerto hace mucho tiempo, aunque la muerte a su vez es transformación y tampoco sin ella puede sobrevivir la vida. Si queremos vivir y que la Vida perdure en todas sus formas, es, pues, necesario aprender a morir. Sí, pero también es necesario aprender a temer. Como aquel muchacho del cuento de los Hermanos Grimm que no conocía el miedo y salió al mundo para experimentarlo.

Aprender a temer significa entre otras cosas liberarnos del miedo, máxime de aquellos miedos, las fobias, que amenazan más que preservan la vida. Los estragos del miedo en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestro mundo, son terribles. El miedo explica casi todos los desastres: complejos y angustias, celos y envidias, codicia, corrupción y mentira, el terrorismo y el antiterrorismo, y la guerra más terrorista y asesina de todas que es la economía de la especulación y el mercado.

También las Iglesias cristianas, la Iglesia católica en particular, se muestran presas del miedo. Así fue durante siglos desde muy pronto, desde que la Iglesia se hizo poderosa, aliada con unos poderes y enfrentada a otros. A la llegada del mundo moderno con la razón y la ciencia, la reivindicación de la libertad y de la liberación de todos los oprimidos, su miedo se volvió pánico. Mientras más temía más se atrincheraba, y mientras más se atrincheraba más débil se volvía.

En eso llegó Juan XXIII y dijo: Abramos las ventanas. Que sople el Espíritu. Que callen los profetas de calamidades. Es hora de usar la medicina de la misericordia y no de la severidad”. Fue una bocanada de aire fresco.

Una bocanada breve y pasajera, pues muy pronto se volvieron a cerrar las ventanas y se frustraron los sueños del Vaticano II (1962-1965). Pablo VI (1963-1978) fue un hombre de grandes horizontes, pero lleno de miedos, tanto durante como después del Concilio. Y luego vino Juan Pablo II, el papa polaco dispuesto a reponer las cosas en su sitio. “No tengáis miedo” fueron sus primeras palabras desde la ventana del Vaticano en la plaza de San Pedro, y esa fue la consigna más repetida de su pontificado. Sin embargo, a lo largo de sus 27 años de mandato, en su severidad y contundencia se traslucía miedo. Sus muchas condenas revelaban mucho miedo.

Hoy todavía prevalecen los miedos: el miedo al cambio, el miedo a renunciar a la posesión de la verdad y al control de la moral, el miedo a la duda, el miedo a la herejía (siendo así que la herejía más peligrosa es el miedo), el miedo a perder el poder e incluso los dineros, el miedo a la laicidad, el miedo a la diversidad, el miedo al pluralismo tachado de relativismo, el miedo a la libertad, el miedo tan masculino a la mujer, el miedo a la perspectiva de género, el miedo a la homosexualidad y a toda identidad y orientación sexual que no sea la consagrada por la convención en nombre de la religión, el miedo al ser humano en su devenir tan abierto, el miedo al Espíritu libre, el miedo a lo nuevo, el miedo a la muerte, en una palabra, el miedo a la vida.

¿Podrá el papa Francisco abrir un nuevo tiempo a la Iglesia, si no afronta todos esos miedos con mayor decisión, si no promueve reformas mucho más radicales en el Derecho Canónico, en el modelo clerical y patriarcal de Iglesia, en tantas doctrinas teológicas incomprensibles para los hombres y mujeres de hoy?

La Iglesia se encuentra tal vez en la mayor encrucijada de su historia bimilenaria: o se libera de sus miedos o perecerá en ellos.

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“La rehabilitación de Teilhard de Chardin”, por José Mª Castillo

Sábado, 23 de diciembre de 2017
Comentarios desactivados en “La rehabilitación de Teilhard de Chardin”, por José Mª Castillo

el-papa-francisco-y-pierre-teilhard-de-chardin_560x280El Papa Francisco y Pierre Teilhard de Chardin

De su blog Teología sin Censura:

“Si lo han castigado, algo habrá hecho”

“Con Pío XII y Juan Pablo II, hemos sido muchos los teólogos a los que se nos ha desautorizado”

En las últimas semanas, se viene destacando, en la prensa y en las redes, el proyecto de rehabilitar, desde el punto de vista de su ortodoxia doctrinal, las valiosas enseñanzas que nos dejó la enorme, original y excelente producción intelectual del jesuita Pierre Teilhard de Chardin. Sin duda alguna, uno de los más brillantes intelectuales católicos de la primera mitad del siglo pasado. Y uno de los testigos más audaces de la fe cristiana de los últimos tiempos.

No pretendo yo aquí hacer el elogio de quien ha sido tantas veces elogiado por escritores más competentes que yo, tanto en el ámbito de la ciencia, como en cuanto se refiere a la teología y a la espiritualidad. Sólo quiero insistir en un tema, que me parece capital. Y en el que nunca insistiremos lo suficiente y lo debido.

Durante buena parte del siglo pasado y comienzos del actual, especialmente en los pontificados de Pío XII y de Juan Pablo II, hemos sido muchos los teólogos a los que se nos ha desautorizado, se nos ha retirado la “venia docendi”, en no pocos casos sin el juicio legal correspondiente e incluso (hablo desde mi propia experiencia) sin saber por qué se nos castigaba públicamente. Se nos comunicaba oralmente la prohibición, sin posibilidad de defenderse, puesto que ni sabíamos por qué se nos castigaba.

En el caso de Teilhard, como en otros casos, se sumaba una circunstancia agravante; el sujeto castigado “teológicamente” era, además, expulsado de su casa y de su patria. Teilhard fue extraditado de Francia y se vio obligado a emigrar a Estados Unidos. Murió en Nueva York el 10 de abril de 1954.

Son duras, muy duras, estas situaciones. Porque incluso cuando puedes demostrar que no has defendido ninguna herejía o doctrina contraía a fa de la Iglesia, el hecho de haber sido castigado por la autoridad religiosa oficial, lleva consigo inevitablemente que, en el resto de tus días, tienes que cargar con el “san Benito” de tanta gente que se dice o sospecha: “si lo han castigado, algo habrá hecho”. Y ese “algo habrá hecho”, nadie te lo quita de encima.

A no ser que se produzca una rehabilitación que venga de las más altas instancias de la Iglesia. Lo que hizo, por ejemplo, Juan Pablo II con Galileo. Pero, ¿de qué le ha lucido a Galileo después de varios siglos? Si, dentro de cuatro siglos, un buen Papa rehabilita a Teilhard, ¿de qué le va servir a este sabio eminente que un clérigo del más alto nivel salga diciendo que es verdad lo ya sabrán de memoria hasta los chiquillos de la escuela?

Y ya sabemos lo que pasa: cuando se llega tarde, se pierde el tren. Y no es que se llegue con retraso de cuatro minutos, sino de cuatro siglos. Mucho me temo que, con tanto retraso, no vayamos a ninguna parte.

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La Teología de la Liberación.

Martes, 24 de octubre de 2017
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00 jesus_choco_cerezoPerspectivas futuro – La Iglesia ante la Teología de la Liberación. Con algunos casos excepcionales y pasados los años es más fácil de entender las “advertencias vaticanas” a algunos teólogos de la liberación, como es el caso de Juan Pablo II cuando en 1979 declaró que “una concepción de Cristo como político, revolucionario, como el subversivo de Nazaret no corresponde a la catequesis de la Iglesia”.

Se entiende también la del entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, que llamó al orden a algunos teólogos, a quienes reprochó que aprobaran la “lucha de clases y la violencia revolucionaria”, concepciones que hoy han desaparecido tras el final de la “Guerra fría” y la caída del comunismo. El papa Francisco, defensor de una Iglesia de los pobres -clave de la TdL- siempre ha sido crítico con la tendencia revolucionaria o violenta por las mismas razones pero no con la más normal.

Esa nota fundamental en la TdL relacionando cristianismo y compromiso con los más pobres no es nuevo porque ha sido fundamental para la historia y la difusión del cristianismo en todos los tiempos. Apoyada en unas ocasiones y criticada en otras, la TdL se ha dedicado a difundir este mensaje evangélico tanto en países más desarrollados como aquellos menos favorecidos afirmando “la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral”. Aspira a convertir en “praxis” la “palabra de Dios” encarnada en la realidad que es Jesucristo en los Evangelios. El iniciador de la TdL, Gustavo Gutiérrez, ha vuelto a repetir recientemente “La pobreza es el punto de partida de la teología de la liberación“.

Algunos sectores de la iglesia católica han mantenido una postura reticente frente a la TdL y en alguna ocasión hasta beligerante. Juan Pablo II, encargó al entonces prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe cardenal Ratzinger (que después sería el papa Benedicto XVI) la redacción y publicación de dos documentos: Libertatis nuntius y Libertatis conscientia en los que avisaba del “peligro de un uso de elementos de tipo no compatibles con el Evangelio” pero posteriormente el propio Juan Pablo II se dirigía en una carta al episcopado brasileño (9 abril 1986) señalando que “la teología de la liberación es, no sólo oportuna, sino útil y necesaria”.

Un futuro esperanzador para la TdL

Los teólogos observados ayer con recelo reconocen hoy el resurgimiento de la TdL -que en realidad nunca desapareció- en buen parte gracias a la pastoral y magisterio el papa Francisco. Por eso, los propios teólogos han llegado a decir: “Todo ha cambiado con Francisco” (Jon Sobrino); “El mayor milagro es la aparición del papa Francisco, que está haciendo una revolución en el Vaticano” (Ernesto Cardenal); Leonardo Boff saludaba su llegada con la esperanza de que inaugure “una dinastía de papas del Tercer Mundo”… “una presencia fuerte y profética de la Iglesia latinoamericana en toda la Iglesia”.

Hoy, la postura oficial ante la TdL no es sólo tolerante sino favorecedora como lo demuestran bastantes obispos como es el caso de Rubén Salazar (1942) cardenal-arzobispo de Bogotá, Primado de Colombia y presidente del CELAM que también fue Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, decía recientemente: “Las intuiciones fundamentales de la TdL están apareciendo de nuevo como verdaderas y válidas”. El nuevo superior general de los jesuitas, padre Arturo Sosa Abascal (1948) venezolano, decía recientemente en un viaje a Perú: “Se etiquetó la Teología de la Liberación cuando la verdad fue una bocanada de aire fresco para la Iglesia. Es una manera de hacer teología desde la experiencia de fe compartida con la gente”.

La actitud frente a la teología de la liberación parece haber cambiado notablemente a partir del pontificado del papa Francisco en 2013, quien ha mostrado un fuerte influjo en su pensamiento de la TdL en su vertiente de la teología del pueblo, como lo han hecho notar sus iniciadores: el jesuita Juan Carlos Scannone y Carlos María Galli. Una señal de este cambio de postura del Vaticano ante la TdL fue la reedición en 2014, del libro “Iglesia pobre y para los pobres” del cardenal Müller y G. Gutiérrez conjuntamente, con prólogo del papa Francisco, presentado en un auditorio del Vaticano.

Harvey Cox estadounidense ministro de la Iglesia Bautista es uno de los teólogos más renombrados cuyos libros en los años junto a otros católicos coincidían en muchos presupuestos de la naciente TdL. Es clásico su libro “La ciudad secular. Secularización y Urbanización en Perspectiva Teológica”(1965). En uno de los recientes encuentros de Tdl al que asistió decía: “El único futuro de la teología es la teología del futuro”… Y refiriéndose a G. Gutierrez: “creo que “a teología del futuro deberá ser necesariamente una lectura crítica de la praxis histórica”; o con su clásica definición de la TdL: “la teología es reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la Palabra”. Si la teología no tiene que ver con la vida de los hombres y mujeres, si no les ayuda a una lectura liberadora/salvífica/ iluminadora de la vida de cada día, sobre todo a los más pobres, es una teología inútil, un puro “flactus vocis”. Famoso también en 1985 su libro “Religión en la ciudad secular“.

10 – Antecedentes de la TdL (años 1950) –

Una Iglesia en renovación

Al comienzo de esta presentación en el capítulo titulado “Génesis” adelantábamos dos hechos que fueron los antecedentes más inmediatos que influirían en la TdL : el Concilio Vaticano II y su concreción para América Latina que fue la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano inaugurado por el papa Pablo VI en Medellín (Colombia) en el primer viaje de un Papa al continente americano y los Movimientos seglares en torno al Concilio. Pero hay otros hechos y figuras que pueden considerarse como antecedentes, comenzando por algunos muy remotos y distantes en el tiempo. Dos pioneros como Gustavo Gutierrez y Enrique Dusell encuentran en los primeros momentos de la evangelización en el s.XV importantes “elementos fundantes de la TdL”.

Los primeros evangelizadores

Retrotrayéndonos a ese siglo XV y situados en el contexto de la evangelización en el continente americano hay que destacar a dos religiosos: Antonio de Montesinos (1475-1549) y Bartolomé de las Casas (1474-1566) ambos dominicos españoles o a los jesuitas también españoles misioneros en Cartagena de Indias como san Pedro Claver (1580-1654) y Alonso de Sandoval (1576-1652) o los dos primeros obispos de Popayán Juan del Valle (1548-1653) y su sucesor Agustín de la Coruña (1508-1589) ambos defensores decididos de los indios y marginados.

A ellos podríamos añadir otros misioneros que lograron convencer a los monarcas de que debía de tratarse a los indígenas como personas e incluso que cambiaran las leyes de los países colonizadores. Diríamos que era la tónica general de los misioneros y evangelizadores: Vasco de Quiroga, obispo (14670-1565) Toribio de Benavente o “Motolinia” franciscano (1482-1569), Francisco de Vitoria dominico catedrático Salamanca (1480), José Acosta (1540) jesuita.
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Cardenal Re: “Pablo VI tenía guardadas en un cajón dos cartas de renuncia”

Domingo, 27 de agosto de 2017
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pppabloviMontini “estaba preocupado por una posible discapacidad futura”

Ambas escritas a mano. Una, con la renuncia; otra, dirigida a la Secretaría de Estado 

(Jesús Bastante).- ¿Quiso renunciar Pablo VI al Pontificado? La tesis no es antigua, pues ya la planteó, en su día, el fallecido Joaquín Navarro Valls e, incluso, siendo cardenal, Joseph Ratzinger. Sin embargo, hasta la fecha existía un testimonio directo de esta posibilidad. Ahora, el cardenal Re asegura que el Papa Montini “tenía guardadas en un cajón dos cartas de renuncia”.

“Me las enseñó Juan Pablo II”, asegura el purpurado en una entrevista con Bergamonews, en la que resalta que la primera misiva contenía “la renuncia en sí”; mientras que la otra estaba dirigida a la Secretaría de Estado, solicitándole que los cardenales aceptasen su renuncia. Y es que, hasta la reforma del Código de Derecho Canónico de 1983, un Pontífice no podía renunciar sin la aceptación del Colegio Cardenalicio, según el Código vigente de 1917.

Al parecer, tanto Pablo VI como Juan Pablo II (quien reformó la normativa canónica para apuntalar la libertad del Pontífice para renunciar) llegaron a plantearse la renuncia, pero el único en llevarla a cabo fue Benedicto XVI, el 11 de febrero de 2013, una fecha para la historia de la Iglesia. Pío XI también habló en alguna ocasión de esta posibilidad, al igual que Pío XII, aunque sólo en el caso de que hubiera sido hecho preso por los nazis.

“Había dos cartas escritas a mano, no recuerdo exactamente la fecha, pero no era la última etapa de la vida de Montini”, recuerda el cardenal Re, quien sostiene que Montini estaba preocupado por una posible discapacidad futura, un serio impedimento que no le permitiera seguir adelante con su ministerio, que era lo que debía prevalecer”. Finalmente, no utilizó ninguna de esas dos cartas.

Fuente Religión Digital

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“La decisión más importante”. 30 de julio de 2017. 17 tiempo ordinario (A). Mateo 13, 44-52.

Domingo, 30 de julio de 2017
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40. A 17El evangelio recoge dos breves parábolas de Jesús con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y los dos reaccionan del mismo modo: venden con alegría y decisión lo que tienen, y se hacen con el tesoro o la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren el reino de Dios.

Al parecer, Jesús teme que la gente le siga por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese proyecto apasionante del Padre, que consiste en conducir a la humanidad hacia un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándolo así hacia su salvación definitiva en Dios.

¿Qué podemos decir hoy después de veinte siglos de cristianismo? ¿Por qué tantos cristianos buenos viven encerrados en su práctica religiosa con la sensación de no haber descubierto en ella ningún “tesoro”? ¿Dónde está la raíz última de esa falta de entusiasmo y alegría en no pocos ámbitos de nuestra Iglesia, incapaz de atraer hacia el núcleo del Evangelio a tantos hombres y mujeres que se van alejando de ella, sin renunciar por eso a Dios ni a Jesús?

Después del Concilio, Pablo VI hizo esta afirmación rotunda: ”Solo el reino de Dios es absoluto. Todo lo demás es relativo”. Años más tarde, Juan Pablo II lo reafirmó diciendo: “La Iglesia no es ella su propio fin, pues está orientada al reino de Dios del cual es germen, signo e instrumento”. El Papa Francisco nos viene repitiendo: “El proyecto de Jesús es instaurar el reino de Dios”.

Si ésta es la fe de la Iglesia, ¿por qué hay cristianos que ni siquiera han oído hablar de ese proyecto que Jesús llamaba “reino de Dios”? ¿Por qué no saben que la pasión que animó toda la vida de Jesús, la razón de ser y el objetivo de toda su actuación, fue anunciar y promover ese proyecto humanizador del Padre: buscar el reino de Dios y su justicia?

La Iglesia no puede renovarse desde su raíz si no descubre el “tesoro” del reino de Dios. No es lo mismo llamar a los cristianos a colaborar con Dios en su gran proyecto de hacer un mundo más humano, que vivir distraídos en prácticas y costumbres que nos hacen olvidar el verdadero núcleo del Evangelio.

El Papa Francisco nos está diciendo que “el reino de Dios nos reclama”. Este grito nos llega desde el corazón mismo del Evangelio. Lo hemos de escuchar. Seguramente, la decisión más importante que hemos de tomar hoy en la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas es la de recuperar el proyecto del reino de Dios con alegría y entusiasmo.

José Antonio Pagola

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Del desencanto al entusiasmo. Domingo 3º de Pascua. Ciclo A.

Domingo, 30 de abril de 2017
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20._jesus_appears_at_emmaus-lowresDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

26 de abril de 2014

La víspera de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, volviendo al Instituto Bíblico, encuentro a un compañero jesuita acompañado de un visitante que ha venido a la ceremonia. Me lo presenta, me pregunta qué enseño y le respondo: Antiguo Testamento. «¿No estamos ya en el Nuevo? Para qué sirve el Antiguo?» «Sin el Antiguo no se puede entender el Nuevo», le contesté. El evangelista Lucas, en su relato sobre la aparición a los dos discípulos que van camino de Emaús, parece darme la razón.

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

― ¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

― ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?

Él les preguntó:

― ¿Qué?

Ellos le contestaron:

― Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo:

― ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

― Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:

― ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

― Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Hay que olvidar lo que sabemos

Para comprender el relato de los discípulos de Emaús hay que olvidar todo lo leído en los días pasados, desde la Vigilia del Sábado Santo, a propósito de las apariciones de Jesús. Porque Lucas ofrece una versión peculiar de los acontecimientos. Al final de su evangelio cuenta sólo tres apariciones:

1) A todas las mujeres, no a dos ni tres, se aparecen dos ángeles cuando van al sepulcro a ungir el cuerpo de Jesús.

2) A dos discípulos que marchan a Emaús se les aparece Jesús, pero con tal aspecto que no pueden reconocerlo, y desaparece cuando van a comer.

3) A todos los discípulos, no sólo a los Once, se aparece Jesús en carne y hueso y come ante ellos pan y pescado.

Dos cosas llaman la atención comparadas con los otros evangelios: 1) las apariciones son para todas y para todos, no para un grupo selecto de mujeres ni para sólo los once. 2) La progresión creciente: ángeles – Jesús irreconocible – Jesús en carne y hueso.

Jesús, Moisés, los profetas y los salmos

Hay un detalle común a los tres relatos de Lucas: las catequesis. Los ángeles hablan a las mujeres, Jesús habla a los de Emaús, y más tarde a todos los demás. En los tres casos el argumento es el mismo: el Mesías tenía que padecer y morir para entrar en su gloria. El mensaje más escandaloso y difícil de aceptar requiere que se trate con insistencia. Pero, ¿cómo se demuestra que el Mesías tenía que padecer y morir? Los ángeles aducen que Jesús ya lo había anunciado. Jesús, a los de Emaús, se basa en lo dicho por Moisés y los profetas. Y el mismo Jesús, a todos los discípulos, les abre la mente para comprender lo que de él han dicho Moisés, los profetas y los salmos. La palabra de Jesús y todo el Antiguo Testamento quedan al servicio del gran mensaje de la muerte y resurrección.

La trampa política que tiende Lucas

Para comprender a los discípulos de Emaús hay que recordar el comienzo del evangelio de Lucas, donde distintos personajes formulan las más grandes esperanzas políticas y sociales depositadas en la persona de Jesús. Comienza Gabriel, que repite cinco veces a María que su hijo será rey de Israel. Sigue la misma María, alabando a Dios porque ha depuesto del trono a los poderosos y ensalzado a los humildes, porque a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Los ángeles vuelven a hablar a los pastores del nacimiento del Mesías. Zacarías, el padre de Juan Bautista, también alaba a Dios porque ha suscitado en la casa de David un personaje que librará al pueblo de Israel de la opresión de los enemigos. Finalmente, Ana, la beata revolucionaria de ochenta y cuatro años, habla del niño Jesús a todos los que esperan la liberación de Jerusalén. Parece como si Lucas alentase este tipo de esperanza político-social-económica.

Del desencanto al entusiasmo

El tema lo recoge en el capítulo final de su evangelio, encarnándolo en los dos de Emaús, que también esperaban que Jesús fuera el libertador de Israel. No son galileos, no forman parte del grupo inicial, pero han alentado las mismas ilusiones que ellos con respecto a Jesús. Están convencidos de que el poder de sus obras y de su palabra va a ponerlos al servicio de la gran causa religiosa y política: la liberación de Israel. Sin embargo, lo único que consiguió fue su propia condena a muerte. Ahora sólo quedan unas mujeres lunáticas y un grupo se seguidores indecisos y miedosos, que ni siquiera se atreven a salir a la calle o volver a Galilea. A ellos no los domina la indecisión ni el miedo, sino el desencanto. Cortan su relación con los discípulos, se van de Jerusalén.

En este momento tan inadecuado es cuando les sale al encuentro Jesús y les tiene una catequesis que los transforma por completo. Lo curioso es que Jesús no se les revela como el resucitado, ni les dirige palabras de consuelo. Se limita a darles una clase de exégesis, a recorrer la Ley y los Profetas, espigando, explicando y comentando los textos adecuados. Pero no es una clase aburrida. Más tarde comentarán que, al escucharlo, les ardía el corazón.

El misterioso encuentro termina con un misterio más. Un gesto tan habitual como partir el pan les abre los ojos para reconocer a Jesús. Y en ese mismo momento desaparece. Pero su corazón y su vida han cambiado.

Los relatos de apariciones, tanto en Lucas como en los otros evangelios, pretenden confirmar en la fe de la resurrección de Jesús. Los argumentos que se usan son muy distintos. Lo típico de este relato es que a la certeza se llega por los dos elementos que terminarán siendo esenciales en las reuniones litúrgicas: la palabra y la eucaristía.

Del entusiasmo al aburrimiento

Por desgracia, la inmensa mayoría de los católicos ha decidido escapar a Emaús y casi ninguno ha vuelto. «La misa no me dice nada». Es el argumento que utilizan muchos, jóvenes y no tan jóvenes, para justificar su ausencia de la celebración eucarística. «De las lecturas no me entero, la homilía es un rollo, y no puedo comulgar porque no me he confesado». En gran parte, quien piensa y dice esto, lleva razón. Y es una pena. Porque lo que podríamos calificar de primera misa, con su dos partes principales (lectura de la palabra y comunión) fue una experiencia que entusiasmó y reavivó la fe de sus dos únicos participantes: los discípulos de Emaús. Pero hay una grande diferencia: a ellos se les apareció Jesús. La palabra y el rito, sin el contacto personal con el Señor, nunca servirán para suscitar el entusiasmo y hacer que arda el corazón.

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Vivir lo que vivió Jesús es la pascua.

Domingo, 30 de abril de 2017
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emmausLc 24, 13-35

Por tercer domingo consecutivo se nos propone un relato enmarcado en el “primer día de la semana”. Estos dos discípulos pasan, de creer en un Jesús profeta pero condenado a una muerte destructora, a descubrirlo vivo y dándoles Vida. De la desesperanza, pasan a vivir la presencia de Jesús. Se alejaban de Jerusalén tristes y decepcionados; vuelven a toda prisa, contentos e ilusionados. El pesimismo les hace abandonar el grupo, el optimismo les obliga a volver para contar la gran noticia.

El relato de los discípulos de Emaús, es un prodigio de teología narrativa. En ella podemos descubrir el verdadero sentido de los relatos de apariciones. El objetivo de todos ellos es llevarnos a participar de la experiencia pascual que los primeros cristianos tuvieron. En ningún caso intentan dar noticias de acontecimientos históricos. Los dos discípulos de Emaús no son personas concretas, sino personajes. No quiere informarnos de lo que pasó una vez, sino de lo que está pasando cada día, a los seguidores de Jesús.

Es Jesús quien toma la iniciativa, como siempre. Los dos discípulos se alejaban de Jerusalén. Solo querían apartar de su cabeza aquella pesadilla. Pero a pesar del desengaño sufrido por su muerte y muy a pesar suyo, van hablando de Jesús. Lo primero que hace Jesús es invitarles a desahogarse, les pide que manifiesten toda la amargura que acumulaban. La utopía que les había arrastrado a seguirlo, había dado paso a la más absoluta desesperanza. Pero su corazón todavía estaba con él, a pesar de su muerte.

En este sutil matiz, podemos descubrir una pista para explicar lo que sucedió a los primeros seguidores de Jesús. La muerte les destrozó, y pensaron que todo había terminado; pero a nivel subconsciente, permaneció un rescoldo que terminó siendo más fuerte que las evidencias tangibles. En el relato de la conversión de Pablo, podemos descubrir algo parecido. Perseguía con ahínco a los cristianos, pero sin darse cuenta, estaba subyugado por la figura de Jesús y en un momento determinado, cayó del burro.

La manera de reconocerlo (después de haber caminado y discutido durante tres kms.) y la instantánea desaparición, nos indican claramente que la presencia de Jesús, después de su muerte, no es la de una persona normal. Algo ha cambiado tan profundamente, que los sentidos ya no sirven para reconocer a Jesús. Estos detalles nos vacunan contra la manera física de interpretar los relatos que nos hablan de Jesús después de su muerte.

Nosotros esperábamos… Esperaban que se cumplieran sus expectativas. No podían sospechar que aquello que esperaban, se había cumplido. Fijaros bien, como refleja esa frase nuestra propia decepción. Esperamos que la Iglesia… Esperamos que el Obispo… esperamos que el concilio… Esperamos que el Papa… Esperamos lo que nadie puede darnos y surge la desilusión. Lo que Dios puede darnos ya lo tenemos. El desengaño es fruto de una falsa esperanza. Por no esperar lo que Jesús da, la desilusión está asegurada.

No es Jesús el que cambia para que le reconozcan, son los ojos de los discípulos los que se abren y se capacitan para reconocerle. No se trata de ver algo nuevo, sino de ver con ojos nuevos lo que tenían delante. No es la realidad la que debe cambiar para que nosotros la aceptemos. Somos nosotros los que tenemos que descubrir la realidad de Jesús Vivo, que tenemos delante de los ojos, pero que no vemos. Hay momentos y lugares donde se hace presente Jesús de manara especial, si de verdad sabemos mirar.

1) En el camino de la vida. Después de su muerte, Jesús va siempre con nosotros en nuestro caminar. Pero el episodio nos advierte que es posible caminar junto a él y no reconocerlo. Habrá que estar mucho más atento si, de verdad, queremos entrar en contacto con él. Es una crítica a nuestra religiosidad demasiado apoyada en lo externo. A Jesús ya no lo vamos a encontrar en el templo ni en los rezos sino en la vida real, en el contacto con los demás. Si no lo encontramos ahí, cualquier otra presencia será engañosa.

La concepción dualista que tenemos del mundo y de Dios nos impide descubrirle. Con la idea de un Dios creador que se queda fuera del mundo, no hay manera de verle en la realidad material. Pero Dios no es lo contrario del mundo, ni el Espíritu es lo contrario de la materia. La realidad es una y única, pero en la misma realidad podemos distinguir dos aspectos. Desde el deísmo que considera a Dios como un ser separado y paralelo de los otros seres, será imposible descubrir en las criaturas la presencia de la divinidad.

2) En la Escritura. Si queremos encontrarnos con el Jesús que da Vida, tenemos en las Escrituras un eficaz instrumento. Pero el mensaje de la Escritura no está en la letra sino en la vivencia espiritual que hizo posible el relato. La letra, los conceptos no son más que el soporte, en el que se ha querido expresar la experiencia de Dios. Dios habla únicamente desde el interior de cada persona, porque el único Dios que existe, es el que fundamenta cada ser. Dios solo habla desde lo hondo del ser. Esa experiencia, expresada, es palabra humana, pero volverá a ser palabra de Dios si nos lleva a la vivencia.

3) Al partir el pan: No se trata de una eucaristía, sino de una manera muy personal de partir y repartir el pan. Referencia a tantas comidas en común, a la multiplicación de los panes, etc. Sin duda el gesto narrado hace también referencia a la eucaristía. Cuando se escribió este relato ya había una larga tradición de su celebración. Los cristianos tenían ya ese sacramento como el rito fundamental de la fe. Al ver los signos, se les abren los ojos y le reconocen. Fijaos, un gesto es más eficaz que toda una perorata sobre la Escritura.

4) En la comunidad reunida. Cristo resucitado solo se hace presente en la experiencia de cada uno. Al compartir con los demás esa experiencia, él se hace presente en la comunidad. La comunidad (aunque sea de dos) es imprescindible para provocar la vivencia. La experiencia de uno compartida, empuja al otro en la misma dirección. El ser humano solo desarrolla sus posibilidades de ser, en la relación con los demás. Jesús hizo presente a Dios amando, es decir, dándose a los demás. Esto es imposible si el ser humano se encuentra aislado y sin contacto alguno con el otro.

El mayor obstáculo para encontrar a Cristo hoy, es creer que ya lo tenemos. Los discípulos creían haber conocido a Jesús cuando vivieron con él; pero aquel Jesús que creían ver, no era el auténtico. Solo cuando el falso Jesús desaparece, se ven obligados a buscar al verdadero. A nosotros nos pasa lo mismo. Conocemos a Jesús desde la primera comunión, por eso no necesitamos buscarle. El verdadero Jesús es nuestro compañero de viaje, aunque es muy difícil reconocerlo en todo aquel que se cruza en nuestro camino.

Meditación

Caminó con ellos, discutió con ellos, pero no lo conocieron.
Ni teologías ni exégesis racionales te llevarán al verdadero Jesús.
El único camino para encontrarlo es el que conduce al “corazón”.
Tenemos que abrir los ojos, pero no los del cuerpo.

Si los ojos de nuestro corazón están bien abiertos,
lo descubriremos presente en todos y en todo.
A Dios no podemos encontrarlo en un lugar.
En cualquier lugar, en cualquier momento lo puedes encontrar.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La gracia (o no) de ser mujer

Domingo, 26 de marzo de 2017
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“‘Ordinatio sacerdotalis’, una puerta mal cerrada”

“El machismo tiene carta de ciudadanía en determinados sectores de la Iglesia” 

(Manuel Regal).- Hace pocos días Christina Moreira hizo pública a través de los medios de comunicación su condición de mujer ordenada como cura y de su práctica pastoral como tal en la comunidad “Home Novo” de A Coruña.

La primera mujer gallega, la primera también española que da este paso, dentro de las 240 existentes en todo el mundo, entre las que se encuentra una docena de mujeres obispas, eso sí, sin ninguna estructura de poder. Lo hacía siendo conocedora de que con todo eso ella y la comunidad que la acompaña rompían con las normas eclesiásticas vigentes, pero desde el convencimiento de que respondía así a una vocación personal muy discernida, asentada en la condición de igualdad que hombre y mujer tienen por naturaleza como miembros de la familia cristiana a través del bautismo.

Ya hemos transmitido en estas mismas páginas nuestro opinión sobre la cuestión de la ordenación de las mujeres como cuidadoras de la comunidad. Cuando después del Vaticano II el Papa Paulo VI hubo de dar respuesta a la demanda eclesial de un debate sobre la cuestión, solicitó el parecer al respecto de un equipo de expertos en temas bíblicos; estos manifestaron unánimemente que desde un punto de vista exegético no había ningún impedimento para que las mujeres pudiesen ser ordenadas como cuidadoras de la comunidad.

Aún así, por indicación de este Papa, la Comisión para la Doctrina de la Fe, presidida por el cardenal Seper, en el año 1976, publicó la declaración Inter insigniores, en la que se cerraba esta posibilidad echando mano básicamente de dos argumentos: Cristo, designando a los Doce apóstoles creó el servicio sacerdotal sólo para hombres, y la actuación sacramental in persona Christi demanda que sea hombre quien lo pueda representar.

Pensamos, con muchísimas personas creyentes, con muchísimos teólogos también, que esos dos argumentos son muy discutibles; el primero, porque no existe la seguridad de que la designación de los Doce hubiese tenido para Jesús el alcance de crear un cuerpo sacerdotal tal como después fue apareciendo en la Iglesia; y el segundo, por lo mismo y además porque condicionar con el sexo la capacidad representativa de Cristo, hoy parece simplemente aberrante. Quién mejor representará a Cristo será la persona, hombre o mujer, que más viva en la actitud de servir hasta el extremo de dar la vida.

Pero esos fueron también los argumentos de los que echó mano el Papa Juan Pablo II para cerrar el debate en su breve carta Ordinatio sacerdotalis del año 1994. Y así no tiene reparos en afirmar en ella que es “una disposición que hay que atribuir a la sabiduría del Señor del Universo”(n. 3). Permítaseme la vulgaridad, pero es mucho decir de Dios poder afirmar tal cosa por muy Papa que uno sea, máximo cuando no existen evidencias que lo justifiquen y las consecuencias son tan graves para todo el conjunto eclesial y para la mujeres en concreto, en un momento histórico en el que el feminismo se presenta como un signo de los tiempos que demanda escucha fiel, discernimiento atento y prácticas cuidadosamente maduradas.

Sin dudar para nada de sus rectísimas intenciones, a muchísimas personas de la Iglesia esa declaración nos ha llegado como una manera de esquivar el debate de un tema ciertamente espinoso, pasándole al mismísimo Dios la patata caliente.

El arzobispado de Santiago, en su declaración esquemática y aséptica, no hace sino emplear estas mismas argumentaciones para declarar ilícita e inválida la ordenación como cura de Christina Moreira y, por lo tanto, también los sacramentos que ella y su comunidad realizan y viven.

Pero así están las cosas. El deseo del Papa Juan Pablo II de que el asunto quedase definitivamente cerrado no se ha cumplido, porque la sociedad está ahí apretando y porque una parte muy considerable de la Iglesia seguimos pensando que esa fue una puerta mal cerrada.

Corremos el riesgo de convertirnos en una institución anacrónica, quizás ya lo estamos siendo en buena medida, y no precisamente por apegarnos en cuerpo y alma al estilo de vida de Jesús, lo cual merecería la pena el aislamiento, sino por vincularnos artificialmente a unos modelos eclesiales que podrían cambiar precisamente buscando ser más fieles al espíritu de Cristo.

Algo que una vecina nuestra, mujer de aldea, sin conocimientos teológicos, pero con fina sensibilidad cristiana, resolvía a su manera con esta argumentación simple en un momento en que en pequeño grupo se hablaba de estas cosas: “A mí me da igual que el médico sea hombre o mujer, que el profesor de nuestros hijos sea hombre o mujer, que el veterinario sea hombre o mujer; yo lo que quiero es que sea buena persona y que cumpla bien su oficio”. Lo más sencillo es casi siempre lo más verdadero.

La respuesta en los medios digitales ante la actuación de Christina Moreira demuestra hasta qué punto la desconsideración hacia la mujer, el machismo, tiene carta de ciudadanía en determinados sectores de la Iglesia, como la tiene también por desgracia en la sociedad de la que formamos parte.

Suponemos que Christina Moreira hace pública su condición y práctica de cura porque lo ve como algo normal, porque entiende que puede ser un signo profético en bien de la Iglesia y de las mujeres, porque piensa que puede ayudar a que el debate se mantenga vivo a pesar de todo. Suponemos que estará dispuesta a poner las espaldas bajo los golpes que le van a caer encima, como le caen a quien a tales cosas se arriesga. Deseamos que pueda vivir todo esto sin afán ninguno de méritos y prestigios cristianamente anacrónicos. De nuestra parte reciba respeto, cierta admiración y agradecimiento y oración: que los golpes no la hundan, que los aplausos no la confundan. Y Dios dirá.

mujeres-sacerdotes

Fuente Religión Digital

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Se cumplen treinta años del documento que de una forma más negativa ha marcado la discriminación de las personas LGTB en la Iglesia católica

Martes, 8 de noviembre de 2016
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beso-gay-vaticanoUn despropósito que Francisco no ha eliminado aún…

Se acaban de cumplir treinta años de la “Carta a los obispos sobre la atención pastoral a las personas homosexuales”, sin duda el documento más importante emitido en materia expresamente LGTB por la Iglesia católica. Un texto que frenó en seco numerosas iniciativas entonces en marcha y que aún hoy parecen audaces. Hacemos memoria de esta carta, de sus circunstancias y su repercusión.

El 31 de octubre de 1986 el Vaticano publicaba la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales. Juan Pablo II era papa, y Joseph Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Un documento que es conocido también como Homosexualitatis problema, sus dos primeras palabras en latín. En Estados Unidos algunos la llamaron también “la Carta de Halloween”, por la fecha en que fue publicada.

El documento pretendía salir al paso del debate en torno a la integración de gais y lesbianas en la Iglesia católica suscitado por la mínima apertura que había significado un documento anterior, la Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, de 1975, bajo el pontificado de Pablo VI. Un texto que había reconocido por primera vez que la inclinación homosexual en sí misma no era pecado. Esta mínima concesión fue suficiente para que en ciertos lugares se iniciara un acercamiento a la comunidad LGTB (al principio centrada casi exclusivamente en gais y lesbianas), lo que causó inquietud en el Vaticano y motivó la publicación de este segundo documento.

Como era de esperar, la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales supuso un cerrojazo a todas las esperanzas de cambio. Pero no solo eso: en ese documento se incluyeron además observaciones sobre las motivaciones de los activistas LGTB católicos y seculares notablemente duras, se marcó con el sello de la desconfianza el apoyo a leyes antidiscriminatorias y se hicieron unas anotaciones “sociológicas” que motivaron que incluso algunos miembros de la jerarquía se vieran posteriormente obligados a relativizarlas en su valor. Fue un cierre de filas doctrinal y una negativa a todo diálogo. En cualquier caso, aunque sea para mal, la Carta sigue siendo el documento doctrinal más importante sobre homosexualidad, y sus consecuencias siguen sintiéndose hoy. Por ello, merece la pena recordarla en algunas de sus tesis, así como el contexto en que se produjo.

El trasfondo: una década de debates e iniciativas audaces (1975-1985)

juan-pablo-ii-y-ratzinger2Entre los últimos años 70 y primeros 80 se habían adelantado propuestas teóricas e iniciativas muy interesantes sobre la inclusión de gais y lesbianas en la iglesia católica, sobre todo en los Estados Unidos. Desde el punto de vista teórico, destacan especialmente dos textos: el libro La sexualidad humana, de la Asociación Católica de América, y La iglesia ante la homosexualidad, del entonces jesuita padre John J. McNeill (a quien en su momento dedicamos un obituario en esta página). En ambos casos se defendía la posibilidad de relaciones físicas homosexuales moralmente buenas desde un punto de vista cristiano.

En cuanto a las iniciativas, algunas resultarían innovadoras y atrevidas incluso hoy (1). En 1981, la archidiócesis de Baltimore estableció uno de los primeros ministerios diocesanos para gais y lesbianas católicos. En 1983, la archidiócesis de San Francisco emitió el primer plan global de pastoral para personas homosexuales. También en 1983, la Conferencia Católica del Estado de Washington, formada por los obispos de tres diócesis del estado, publicó un documento titulado El prejuicio contra los homosexuales y el ministerio de la Iglesia, donde se llegaba a decir que la enseñanza sobre la homosexualidad requería “repensarse y desarrollarse”, y se urgía a la Iglesia a llevar a cabo una “investigación teológica sostenida respecto de su propia tradición teológica sobre la homosexualidad, de la cual nada es enseñanza infalible”. Por último, en 1985, los encargados del acercamiento pastoral a gais y lesbianas de la archidiócesis de Baltimore publicaron Homosexualidad: una perspectiva católica positiva. Aunque no cuestionaba el magisterio oficial, su enfoque positivo despertó recelos en algunos sectores de la iglesia.

Por otra parte, las asociaciones LGTB cristianas proliferaban, en Estados Unidos y fuera. Dignity era la organización más veterana, pero también estaba la Conferencia de Católicas Lesbianas. Había organizaciones dedicadas a religiosos y sacerdotes LGTB, como Communications Ministry, Christian Community Association, Rest, Renewal o Re-Creation. Por último otras organizaciones se dedicaban a la comunicación entre la comunidad LGTB y la iglesia, como New Ways Ministry (aún existente), SIGMA (Sisters in Gay Ministry Associated) y la Consultation on Homosexuality, Social Justice and Roman Catholic Theology.

Condena de toda relación sexual y descalificación de cualquier cambio doctrinal

imagen-9106720-2-pngTodas estas iniciativas preocuparon sin duda al Vaticano, que quiso emitir un comunicado a los obispos para “aclarar” en qué podía consistir y en qué no la pastoral con homosexuales. El resultado fue la Carta que comentamos. En primer lugar, prohibía toda pastoral que implicara aprobación de las relaciones homosexuales. Con ser esto ya un freno a las iniciativas que se estaban dando, la Carta fue más lejos, realizando afirmaciones recibidas por muchos como hirientes.

En primer lugar, estaba la calificación de la misma orientación sexual. Aunque mantenía que en sí misma la homosexualidad no era pecado, sí que le otorgaba un valor negativo en sí mismo:

En la discusión que siguió a la publicación de la Declaración [acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, de 1975], se propusieron unas interpretaciones excesivamente benévolas de la condición homosexual misma, hasta el punto que alguno se atrevió incluso a definirla indiferente o, sin más, buena. Es necesario precisar, por el contrario, que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada”.

Por ello, la atención pastoral debía realizarse “para que no lleguen a creer que la realización concreta de tal tendencia en las relaciones homosexuales es una opción moralmente aceptable”.

Pero el texto iba aún más allá, haciendo una serie de observaciones sobre los colectivos LGTB y sobre los activistas católicos a favor de las personas LGTB en la iglesia que muchos recibieron como hirientes. Así, las personas que trabajaban para un cambio en la iglesia eran descritas con tonos exclusivamente negativos:

Dentro de la Iglesia se ha formado también una tendencia, constituida por grupos de presión con diversos nombres y diversa amplitud, que intenta acreditarse como representante de todas las personas homosexuales que son católicas. Pero el hecho es que sus seguidores, generalmente, son personas que, o ignoran la enseñanza de la Iglesia, o buscan subvertirla de alguna manera”.

Por ello, el que estuvieran bajo el paraguas de la institución significaba: “mantener bajo el amparo del catolicismo a personas homosexuales que no tienen intención alguna de abandonar su comportamiento homosexual”. Igualmente, la Carta identificaba toda protesta con una “táctica”:

Una de las tácticas utilizadas es la de afirmar, en tono de protesta, que cualquier crítica, o reserva en relación con las personas homosexuales, con su actividad y con su estilo de vida, constituye simplemente una forma de injusta discriminación”.

Contra el apoyo a políticas antidiscriminatorias y referencias muy cuestionables al sida y la violencia homófoba

No era lo único, Sin embargo. También se rechazaba que se buscara apoyo en los católicos a leyes antidiscriminatorias a favor de las personas LGTB, en asuntos laborales o para el alquiler de casas (recuérdese la urgencia de estos temas en los peores años de la la crisis del sida). En este sentido, la Carta consideraba que cuando se buscaba el apoyo a estas leyes, en realidad se estaba buscando la aceptación de la conducta homosexual:

En algunas naciones se realiza, por consiguiente, un verdadero y propio tentativo de manipular a la Iglesia conquistando el apoyo de sus pastores, frecuentemente de buena fe, en el esfuerzo de cambiar las normas de la legislación civil. El fin de tal acción consiste en conformar esta legislación con la concepción propia de estos grupos de presión, para quienes la homosexualidad es, si no totalmente buena, al menos una realidad perfectamente inocua”.

Más aún, para apoyar este rechazo a apoyar leyes discriminatorias porque significaba apoyar la homosexualidad, la Carta realizó una de sus afirmaciones peor recibidas. En ella, se insinuaba la relación entre homosexualidad y sida, con un texto que roza la culpabilización de los activistas LGTB por la difusión de la enfermedad:

Aunque la práctica de la homosexualidad amenace seriamente la vida y el bienestar de un gran número de personas, los partidarios de esta tendencia no desisten de sus acciones y se niegan a tomar en consideración las proporciones del riesgo allí implicado”.

La Carta contenía otro pasaje muy discutible sobre la violencia contra las personas LGTB, que por un lado rechazaba:

“Es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen (…) La dignidad propia de toda persona siempre debe ser respetada en las palabras, en las acciones y en las legislaciones”.

Para a continuación decir lo siguiente:

Sin embargo, la justa reacción a las injusticias cometidas contra las personas homosexuales de ningún modo puede llevar a la afirmación de que la condición homosexual no sea desordenada. Cuando tal afirmación es acogida y, por consiguiente, la actividad homosexual es aceptada como buena, o también cuando se introduce una legislación civil para proteger un comportamiento al cual ninguno puede reivindicar derecho alguno, ni la Iglesia, ni la sociedad en su conjunto deberían luego sorprenderse si también ganan terreno otras opiniones y prácticas torcidas y si aumentan los comportamientos irracionales y violentos”.

Se entiende fácilmente que esta declaración causara estupor muchos activistas LGTB, personas de la sociedad civil y hasta no pocos católicos, incluidos clérigos. No en vano, el que entonces era arzobispo de San Francisco, John R. Quinn, en su comentario a la Carta, se vio en la necesidad de exhortar a distinguir entre sus afirmaciones “doctrinales” y sus “observaciones sociológicas”.

Un documento que ha marcado las tres décadas posteriores

Homofobia religiosaA pesar de estar dirigida en principio a los obispos, la Carta causó un fuerte impacto entre los católicos, al menos de Norteamérica y Europa occidental. En primer lugar, fue un golpe muy duro para los activistas LGTB católicos y sus aliados, acusados genéricamente de tener intereses espurios. Lo fue también para quienes manejaban una visión más abierta de la Iglesia católica, al ver cómo se cerraban filas en todos los aspectos doctrinales (el texto debe enmarcarse en un contexto de reafirmación de la doctrina en moral sexual y personal en todos los niveles: anticoncepción, técnicas de reproducción asistida, etc.). En un nivel más práctico, supuso que las asociaciones LGTB católicas que no aceptaron la doctrina que marcaba fueron expulsadas en casi todas las diócesis de los espacios propiedad de la Iglesia.

Es cierto que este cerrojazo no supuso el final del activismo LGTB católico y cristiano. En medio de muchas dificultades, agravadas por la crisis del sida (recuérdese que la Carta fue publicada en octubre de 1986), Dignity y otros colectivos mantuvieron su actividad. En este contexto, merece la pena recordar que la Carta permitió que el movimiento LGTB católico recuperara para el activismo a John J. McNeill, quien decidió romper su silencio impuesto para protestar contra este documento.

Igualmente, otros grupos fueron surgiendo en Estados Unidos y otros países. El movimiento LGTB católico y “revisionista” siguió vivo a pesar de la Carta. En un primer momento logró el mérito nada desdeñable de sobrevivir. Posteriormente ganó en peso y organización. Y lo ha hecho hasta el punto de que 30 años después, cuando parece haber signos de un mínimo deshielo, algunos en la Iglesia católica vuelven a pensar que va siendo hora de darles espacio.

El hecho de que la Carta siga en vigor como doctrina oficial de la iglesia (conviene recordarlo) impide todo optimismo fácil. Pero también es cierto que tres décadas de vigencia no han logrado acallar esas voces a favor de las personas LGTB, que tan duros calificativos recibieron entonces.

—————–

(1) Las informaciones sobre el contexto previo, así como las declaraciones del arzobispo de San Francisco, están tomadas de un libro de Jeaninne Gramick y Pat Furey, The Vatican and Homosexuality. Reactions to the Letter to the Bishops of the Catholic Church on the Pastoral Care of Homosexual Persons, Nueva York, Crossroad, 1988.

Fuente Dosmanzanas

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Ministerio femenino

Domingo, 23 de octubre de 2016
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mujeres-sacerdotes1Las mujeres, no solo las feministas, se preguntan por qué en la Iglesia católica las mujeres no forman parte de la jerarquía (diaconado, presbiterado, episcopado), cuando en la Iglesia Luterana y en la Iglesia Anglicana hay pastoras ordenadas y obispas.

El argumento que se suele dar en contra del ministerio femenino es que Jesús eligió 12 apóstoles varones. En este sentido tanto Pablo VI como Juan Pablo II cerraron la puerta al ministerio femenino en la Iglesia católica.

Pero estas decisiones papales no son infalibles y los argumentos que aducen son más sociológicos y anatómicos que teológicos. El patriarcalismo dominante en Israel impedía que Jesús hubiera nombrado a mujeres entre los 12 apóstoles que representaban a las 12 tribus de Israel. Por otra parte Jesús no quiso establecer una nueva sociedad religiosa sino inspirar un camino evangélico que con el tiempo se tenía que estructurar a la luz del Espíritu. Además, Jesús, en contra de la costumbre de su tiempo, habla con mujeres, las sana y perdona y las admite en su grupo de discípulos. Jesús resucitado se aparece a las mujeres antes que a los apóstoles y María Magdalena es considerada la apóstol de los apóstoles. En Pentecostés el Espíritu desciende sobre hombres y mujeres.

En las comunidades fundadas por Pablo aparecen mujeres en cargos importantes de gobierno: Febe, Junia, Prisca, María, Trifena, Trifonia, Pérside, etc. Teológicamente hablando tanto el varón como la mujer son imagen de Dios.

Lo que sucedió es que las estructuras patriarcales greco-romanas, los prejuicios acerca de  la inferioridad de las mujeres, el ansia de poder patriarcal… excluyeron a las mujeres de los ministerios. Las razones de tal exclusión son sociológicas, no teológicas y nacen de una lectura literalista y fundamentalista de la Escritura y del ansia de poder.

El 12 de mayo último, en una reunión del Papa Francisco con la Unión  de Superioras Generales, una de ellas preguntó qué impide que la Iglesia ordene diaconisas como sucedió en la Iglesia primitiva, puesto que las mujeres trabajan en la Iglesia, enseñan, acompañan a enfermos y pobres, presiden la liturgia en ausencia del sacerdote… El Papa ante este cuestionamiento ha nombrado una comisión de expertos y expertas para estudiar el diaconado femenino y su presencia en la Iglesia primitiva.

Se abre pues una puerta al ministerio femenino, una puerta que hasta ahora parecía definitivamente cerrada. Confiamos que esta apertura pueda conducir a los demás ministerios femeninos en la Iglesia. Esto nos daría una imagen de Iglesia jerárquica menos hierática y poderosa, más humana y tierna, más alegre y sencilla, más cercana al pueblo y a los pobres.

Víctor Codina

Cristanisme i Justicia

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Teresa de Calcuta, condecoraciones frente a persecuciones”, por Juan José Tamayo

Domingo, 2 de octubre de 2016
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teresa_de_calcuta_2A lo largo de su dilatada vida, la madre Teresa de Calcuta ha sido objeto -o mejor, sujeto- de las más altas condecoraciones que un ser humano puede recibir de parte de los poderosos de este mundo. Los dirigentes políticos de las más diferentes ideologías la han agasajado con todo tipo de gestos de acogida. Los Estados y los Gobiernos han brindado apoyo a sus iniciativas. Los poderes económicos han prestado ayuda a sus obras sociales. Las autoridades de la Iglesia católica han bendecido su actividad caritativa poniéndola como ejemplo de amor no conflictivo a Cristo, a la Iglesia y a los pobres. Hasta los dictadores la han honrado con su amistad, y ella ha respondido con su reconocimiento y respeto hacia ellos. Su sintonía con el papa Juan-Pablo II y la de éste con la madre Teresa de Calcuta han sido totales y sin fisuras. Los pobres y olvidados de la tierra la veneran y recuerdan porque ella ha sido de las pocas personas que se ha acordado de ellos y ha aliviado sus sufrimientos. En sus funerales se le han rendido honores de jefe de Estado.

Los poderosos la admiran y agasajan, la quieren con locura y le conceden el título de bienhechora de la humanidad. Ninguno de ellos se ha atrevido a criticarla, como tampoco la madre Teresa ha osado dirigirse a los jefes del mundo críticamente. La sintonía es tan fuerte que mucha gente ve en tal actitud una extraña complicidad.

Estamos, ciertamente, ante una mujer admirable, ante una cristiana ejemplar que, a su paso por la historia, ha dejado una huella imborrable. Pero la ejemplaridad cristiana de la madre Teresa no es única. Hay también católicos contemporáneos suyos que han hecho una opción incondicional por los pobres y marginados, y se han jugado la vida luchando por su liberación. He aquí algunos nombres: Helder Cámara, monseñor Romero, I. Ellacuría y compañeros mártires, P. Casaldáliga, S. Ruiz, L. Boff, E. Cardenal, etc.

Y, sin embargo, ninguno de ellos ha recibido condecoraciones de los poderosos de este mundo. Todo lo contrario: han sido acusados de subversivos, revolucionarios e instigadores de la violencia popular. Las autoridades católicas han mostrado todo tipo de sospechas sobre ellos, los han acusado de heterodoxos e insumisos, los han amonestado, sancionado e incluso excluido de la comunidad eclesial. ¿Quién no recuerda el dedo acusador de Juan-Pablo II, durante su viaje a Nicaragua, contra un humilde Ernesto Cardenal postrado de hinojos ante el papa? Los han convertido en presa fácil de los poderes militares y de los escuadrones de la muerte, que han asesinado a cristianos inconformistas como monseñor Romero y Ellacuría.

Las preguntas se agolpan y brotan espontáneamente ¿Por qué una monja tan humilde y abnegada, tan entregada a los pobres, ha concitado el reconocimiento unánime de los poderosos hacia su persona y sus obras de caridad, mientras que los citados profetas coetáneos y correligionarios suyos se han visto sometidos a condenas y asesinatos por parte de los poderes políticos, militares y paramilitares, y a persecución y control por parte de las autoridades católicas?

¿No será porque la madre Teresa se dedicó a los pobres, pero no denunció a los causantes de la pobreza? ¿No será porque los premios recibidos impedían criticar a sus “concesionarios”? ¿No será porque se limitó a hacer simples revoques de fachada en la derruida casa de los pobres, pero dejó intactas sus maderas carcomidas y no se ocupó de la infraestuctura -económica- endeble en que se sustentaba la casa? ¿No será porque, lejos de incordiar a los poderosos, les hizo el trabajo sucio de limpiar las heces que el capitalismo salvaje arroja a los arrabales de tantas Calcutas como hay en el mundo? ¿No será porque prefirió el asistencialismo a la transformación de las estructuras? ¿No será, en fin, porque el Jesús al que entregó su vida Teresa de Calcuta era el Cristo paciente y sacrificial que aceptó sumisamente la voluntad de Dios y se sometió fatalistamente a la muerte sin abrir la boca, en vez de el Jesús de Nazaret subversivo que optó por los pobres, denunció a los poderosos como causantes de la pobreza y, por eso, lo mataron?

Jesús dijo, señalando con el dedo acusador a los poderosos y dictadores de su tiempo: “Sabéis que los que son tenidos como jefes de la naciones, las gobiernan como señores absolutos y los grandes los oprimen con su poder” (Marcos 10, 42). ¿Cómo pueden agasajar tanto a la madre Teresa los poderosos de este mundo cuando “los que gobiernan como señores absolutos y los grandes que oprimen con su poder” ejecutaron a Jesús?

Juan José Tamayo

Redacción de RR.CC

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Asís, oración y ecumenismo…

Lunes, 26 de septiembre de 2016
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Francisco, Bartolomé y 400 líderes religiosos participan en el 30 aniversario de las jornadas de Asís

“Sed de paz, religiones y culturas en diálogo“, lema de la iniciativa interreligiosa

Los días 18 – 20 de septiembre, Asís se convirtió de nuevo, 30 años después, en lugar de oración ecuménico que ojalá sirviera para derribar los muros de intolerancia y división entre religiones…

Esta iniciativa interreligiosa, iniciada por Juan pablo II, llevaba el título “Sed de paz. Religiones y culturas al diálogo  y  se celebró del 18 al 20 de septiembre y en ella se contó con la participación de 400 líderes religiosos de varias confesiones…

Por su importancia, publicamos el llamamiento-manifiesto que surgió de estas jornadas deseando sea un acicate de Paz y de Unidad:

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  LLAMAMIENTO

Hombres y mujeres de distintas religiones hemos venido, como peregrinos, a la ciudad de san Francisco. En 1986, hace 30 años, e invitados por el Papa Juan Pablo II, Representantes religiosos de todo el mundo se reunieron aquí —por primera vez de una manera tan solemne y tan numerosos—, para afirmar el vínculo indisoluble entre el gran bien de la paz y una actitud auténticamente religiosa. Aquel evento histórico dio lugar a un largo peregrinaje que, pasando por muchas ciudades del mundo, ha involucrado a muchos creyentes en el diálogo y en la oración por la paz; ha unido sin confundir, dando vida a sólidas amistades interreligiosas y contribuyendo a la solución de no pocos conflictos. Este es el espíritu que nos anima: realizar el encuentro a través del diálogo, oponerse a cualquier forma de violencia y de abuso de la religión para justificar la guerra y el terrorismo. Y aun así, en estos años trascurridos, hay muchos pueblos que han sido gravemente heridos por la guerra. No siempre se ha comprendido que la guerra empeora el mundo, dejando una herencia de dolor y de odio. Con la guerra, todos pierden, incluso los vencedores.

Hemos dirigido nuestra oración a Dios, para que conceda la paz al mundo. Reconocemos la necesidad de orar constantemente por la paz, porque la oración protege el mundo y lo ilumina. La paz es el nombre de Dios. Quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no sigue el camino de Dios: la guerra en nombre de la religión es una guerra contra la religión misma. Con total convicción, reafirmamos por tanto que la violencia y el terrorismo se oponen al verdadero espíritu religioso.

Hemos querido escuchar la voz de los pobres, de los niños, de las jóvenes generaciones, de las mujeres y de muchos hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra; con ellos, decimos con fuerza: No a la guerra. Que no quede sin respuesta el grito de dolor de tantos inocentes. Imploramos a los Responsables de las naciones para que se acabe con los motivos que inducen a la guerra: el ansia de poder y de dinero, la codicia de quienes comercian con las armas, los intereses partidistas, las venganzas por el pasado. Que crezca el compromiso concreto para remover las causas que subyacen en los conflictos: las situaciones de pobreza, injusticia y desigualdad, la explotación y el desprecio de la vida humana.

Que se abra en definitiva una nueva época, en la que el mundo globalizado llegue a ser una familia de pueblos. Que se actúe con responsabilidad para construir una paz verdadera, que se preocupe de las necesidades auténticas de las personas y los pueblos, que impida los conflictos con la colaboración, que venza los odios y supere las barreras con el encuentro y el diálogo. Nada se pierde, si se practica eficazmente el diálogo. Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz; desde Asís, con la ayuda de Dios, renovamos con convicción nuestro compromiso de serlo, junto a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

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Fuente Agencias/Vaticano/ Comunidad de San Egidio

 

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Familiares de personas LGTBI polacas piden al Papa que ayude a luchar contra la homofobia

Martes, 2 de agosto de 2016
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LGBTcristianoAprovechando la primera visita del papa Francisco a Cracovia por la celebración de las Jornadas Mundiales de la Juventud, familiares de homosexuales polacos han publicado una carta abierta en la que solicitan al Sumo Pontífice que les ayude a combatir la homofobia.

Aprovechando la primera visita del Sumo Pontífice a un país tan fuertemente católico como Polonia, las familias de 16 jóvenes homosexuales polacos han implorado a Papa Francisco que les ayude a combatir la «generalizada» homofobia de su país, en base a una reciente serie de «ataques a las oficinas de organizaciones que trabajan con homosexuales, quemando símbolos LGTB y golpeando a los no heterosexuales (…). En lugar de compasión por las familias, la sociedad está envuelta una ola de homofobia», declara el grupo en una carta abierta que ha sido publicada en diferentes medios de comunicación polacos, en donde exponen que «sólo la voz de Su Santidad puede prevenir futuras tragedias».

Las familias han querido aprovechas la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, que atrae a cientos de miles de jóvenes fieles de todo el mundo a Polonia, para hacer este llamamiento público contra la homofobia porque, tal y como sostienen, «sobre una base diaria, nuestros hijos se enfrentan a ataques de odio, agresiones verbales e incluso violencia física, solamente porque fueron creados de esa manera por Dios». El miedo a posible represalias por este comunicado ha llevado a las familias a no firmar el comunicado con sus verdaderos nombres. «¿Por qué no hay sacerdotes recordando a la gente en sus sermones que las personas LGTB también son hijas de Dios y que sólo Dios puede juzgarlas? Jesús mismo nunca dijo nada sobre el amor entre personas del mismo sexo», dice la carta.

Grupos de gays y transexuales cristianos también han establecido un «refugio LGTB peregrino» durante las Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, pero, tal y como reconoce el activista Misza Czerniak, «no estamos todavía en el punto de la historia en el que la Iglesia Católica en Polonia estaría lista» para reconocer oficialmente los derechos de la comunidad LGTB. Lo que sí reconoce es que el Papa «ha cambiado el tono y el vocabulario que se utiliza cuando se habla de las personas LGTB en la iglesia, y estamos extremadamente agradecidos por eso. Y lo que es una gran señal de esperanza para nosotros es que la Iglesia polaca está gradualmente aprendiendo de él».

El papa Juan Pablo II inicia las Jornadas Mundiales de la Juventud en Roma, en 1986. En el año 2011 se celebran en Madrid, en el que fuera el último gran encuentro internacional de este tipo presidido por Benedicto XVI, antes de su renuncia en 2013. Ese mismo año es el Papa Francisco quien preside este evento en Río de Janeiro, siendo las Jornadas de Cracovia, que terminaban ayer, 31 de julio, después de cinco días de celebración, su segunda Jornadas Mundiales de la Juventud, no teniendo palabras de consuelo para los padres y madres, hermanos y hermanas de los polacos homosexuales que sufren y padecen la homofobia de otros católicos.

Fuente Universogay

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , ,

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