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“Entre el cielo y la tierra”, por Maria Sucarrat

Sábado, 8 de junio de 2024
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Nacido en el seno de una familia aristocrática, cuando eligió el camino de la fe pronto conoció la realidad de los desposeídos y vio una afinidad del cristianismo con el peronismo. Fue de los primeros curas villeros e integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Su opción por los pobres y sus ideas a favor de la revolución le valieron la vida, que perdió a manos de un sicario de la Triple A, hace ya cincuenta años.

Carlos Sergio Francisco Mugica Echagüe nació tercero. Por parto natural, el 7 de octubre de 1930. Nació después de Carmen y de Bubby y antes de Alejandro, Teresa, Miguel y Marta. Fue criado entre niñeras, mucamas y cocineras. Entre fútbol, oraciones y colegios públicos. Todos los domingos, Adolfo y Carmen llevaban a sus siete hijos a misa. Alternaban entre la Parroquia del Santísimo Sacramento y la del Socorro. Comenzó la escuela secundaria en el Nacional de Buenos Aires, siempre con malas notas. Una suspensión hizo que sus padres lo cambiaran al ILSE. Decidió ser abogado, pero quiso sacarse una duda que le carcomía el alma: ¿y si había nacido para jugador de fútbol? Se probó en All Boys y quedó seleccionado por su juego, pero cuando los entrenadores vieron su documento, le dijeron que no daba para inferiores. La despedida del fútbol lo llevó directo a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires mientras seguía con sus actividades religiosas.

La primera vez que pensó en ser sacerdote fue a la salida del confesionario. “Creo que la felicidad depende de cosas más profundas que una chica, Fangio campeón mundial, o la copa de Racing”, le había dicho el cura que lo confesó. Un año más tarde, se subió a un barco y viajó a Europa para recibir la bendición del papa Pío XII. En Roma tomó la decisión.

Yo a Carlitos lo conocí en la parroquia. Él tenía 12 años y era aspirante a la Acción Católica. Yo tenía 18, y ya era subdelegado. Unos meses después entré al seminario y por varios años dejamos de vernos”, dijo el padre Alberto Carbone, fallecido en noviembre de 2022.

Por la edad con la que ingresó al Seminario de Villa Devoto se ganó el apodo de “el Viudo”. En su clase convivía con adolescentes que acababan de terminar el primario. Allí no solamente encontró tiempo para la oración, sino que empezó a disfrutar de otra de sus pasiones: el cine.

Durante la década de 1950, la Iglesia mostraba al mundo sus primeros cambios, que culminarían con el Concilio Vaticano II. Perón escribía Conducción política mientras Mugica rezaba para ganarse el cielo y sus compañeros de otros años devoraban los textos de Charles de Foucauld y de René Voillaume que habían conseguido por izquierda. Todos los días eran más o menos iguales hasta que el cura José María Iriarte invitó a Carlos a hacer tareas sociales en los conventillos de la calle Catamarca, cercanos a la parroquia Santa Rosa de Lima. Ese fue su primer contacto con los pobres. El definitivo iba a ocurrir un tiempo después, cuando se sintió interpelado por una frase escrita en tiza en la pared de un conventillo, por esas mismas manos pobres tras el golpe que derrocó al peronismo en 1955: “Sin Perón no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos”.

LA LIBRETITA NEGRA

La libretita negra de Mugica está hoy en el archivo de la Universidad Católica de Córdoba. El jesuita José María “Pichi” Meisegeierse ocupó de guardar cada cosita de Carlos que pasó por sus manos. Cuadernos, papeles anotados, el pañuelo, las cintas de las coronas enviadas al sepelio, la libretita de tapas negras que siempre llevaba el cura en el bolsillo del pantalón.

Mugica escribía en la libreta casi todos sus pensamientos. Sus deseos y objetivos. Aquellos libros que debía leer, Psicología de la mujer, de Leibl, las películas que debía mirar. Allí dejó testimonio también del uso del cilicio, “durante la cuaresma, una hora por día”. También del ayuno y de la meditación.

Y escribía ejercicios: “Lunes 30 de junio. Nombro con letras las acciones para, al final del día, hacer el examen de conciencia. Oración es ‘o’. Estudio es ‘e’. Meditación, ‘m’. Conversación política ‘cp’. Humildad en conversación ‘h’, comida ‘c’ y diario ‘d’”. El 1 de agosto se autocalificó “Bien” en “o”, “e”, “c” y “d”. En “m” se puso regular. “Domingo en casa. Discusión con Teresa, me calenté un cachito. Me distraje pensando en el cine. Luché.”

“La primera función de Carlos como sacerdote fue la de secretario del cardenal Caggiano. Pero logró despegarse y fue a acompañar a monseñor Iriarte a Reconquista. Ese viaje hizo que fuera fuerte después en la villa”, recordó Carbone.

De la iglesia de Caggiano lo mandaron a la Escuela Paulina von Mallinckrodt, un liceo a orillas de la Villa 31. Fue entonces que pisó por primera vez la villa. La capilla Nuestra Señora del Puerto, en el Barrio YPF. Allí conoció a Lucía Cullen, quien se convirtió en su mejor y más querida amiga. En 1959, fue nombrado asesor de la Juventud Universitaria Católica en las facultades de Medicina y Ciencias Económicas de la UBA. Los sábados, en Alsina 830, se juntaban a hablar de política. Los domingos, junto a otros curas encargados de otras facultades, celebraban la “misa universitaria”. Mientras varios de los curas elegían vivir en la villa y se ganaban la vida con oficios, Carlos fue nombrado profesor de Teología en la Universidad del Salvador.

EL DESCENSO

El 11 de octubre de 1962 se inauguró el Concilio Vaticano II, que despertó un clima de expectativa. “La Iglesia no quiere condenar a nadie, prefiere usar la compasión y la misericordia, desea abrirse al mundo moderno… Quiero que entre aire, aunque algunos se resfríen”, dijo el papa Juan XXIII en la apertura.

Muchos sacerdotes se encontraban para hablar de la reforma de la Iglesia. Pero los movimientos socialistas, que ponían los ojos en los pobres, fueron permeando en las discusiones. “En ese momento, se comenzó a aplicar lo que podríamos llamar la teología de las realidades terrenas, una visión europea”, contó Carbone. “El proceso de los curitas de la villa es interesante. De una visión europea y teológica se pasó a una visión latinoamericana de la Iglesia. ¿Qué quiere decir eso? Que de los libros se pasó a las personas y a los hechos. Al hacerse sacerdotes de las villas, entraron en contacto con algo que era nuevo en la vida de muchísimos de ellos. Una visión distinta. Se aprende, se escucha. Los padrecitos se fueron a sus villas y disimularon su existencia, nadie sabía que eran sacerdotes. Pero la gente empezó a verlos en las capillas y a darse cuenta de quiénes eran. Y entraron en una relación que fue aleccionadora porque los curas empezaron a darse cuenta de lo que es el sentir popular. Ese sentir popular, en su gran mayoría, era peronista. Entró en el conocimiento de los padrecitos una profundización de la Biblia y al mismo tiempo una profundización de la realidad nacional. Comenzaron a vivir lo que se llamaría el sentir popular. Si tuviera que ponerle un título le diría ‘situación de descenso’, como descendió Jesús y se mezcló con los seres humanos, en especial con la gente necesitada, carenciada, o sea, aquellas que necesitan auxilio. Todo eso movió a Carlitos a profundizar su realidad en las villas. El conocimiento de los pobres hizo que se transformara en un referente interesante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo cuyo objetivo central es ser sacerdote de los pueblos y de los pueblos pobres.”

El 7 de julio de 1963, en la elección de Arturo Illia, Mugica tuvo su primera expresión política frente a los fieles de la Iglesia del Socorro. Con el peronismo prohibido y Juan Perón exiliado, dijo: “Hoy es un día triste para el país; una parte importante del pueblo argentino ha sido marginado de los comicios y será dirigido por un hombre a quien solo votó el 18 por ciento de los electores”. Con Perón proscripto, los militantes de la resistencia peronista se convierten en los primeros acompañantes en sus recorridos por la Villa 31, en la que había dos capillas, ambas construidas con las manos y el esfuerzo de los trabajadores. Mugica se asentó en Cristo Obrero, ubicada en el Barrio Comunicaciones, y terminó de construirla con dinero que le pidió a su hermano Alejandro.

UN VIAJERO

En 1966, con un grupo de quince estudiantes secundarios de la Acción Misionera Argentina y de la Juventud Estudiantil Católica, Mugica partió al Chaco santafesino. Allí conoció a Fernando Abal Medina, Gustavo Ramus, Mario Firmenich, Graciela Daleo y Roberto Perdía, mayor que ellos, ya abogado. Allí supieron otra realidad, la de dolor y la injusticia que vivían cotidianamente los trabajadores rurales. Allí se enteraron de la muerte del sacerdote colombiano Camilo Torres y entre todos forjaron la premisa “Hacer algo, pero ya”. Ese año conoció a Hélder Câmara y meses después se acercó al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, una corriente que comenzó luego del Concilio Vaticano II.

A fines de 1967, ya con el dictador Juan Carlos Onganía en la presidencia tras derrocar a Illia hacía más de un año, Mugica viajó a Bolivia con la intención, sin éxito, de reclamar los restos de Ernesto “Che” Guevara. De allí se trasladó a Escocia para ver jugar a Racing contra el Celtic en el Hampden Park, y desde allí partió a París, desde donde firmó el Manifiesto de los 18 Obispos para el Tercer Mundo. Un sobre de papel madera que le llegó a su pensión en París enviado por John William Cooke le reveló una sorpresa. Días después, con pasaporte falso y vía Praga, Mugica se embarcaba hacia Cuba en un avión militar soviético para conocer “el único territorio libre de toda América”. De vuelta en Francia, recibió una invitación para visitar a Perón en Puerta de Hierro, donde cumplía su exilio. Manejó 1.300 kilómetros y lo logró. En París lo esperaba el Mayo francés mientras que, en Buenos Aires, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, conformado por casi mil curas, lanzaba su primera acción: “Carta a los obispos de Medellín”. Mugica volvió a la Argentina en octubre. Para entonces en La Caña, a 120 kilómetros de Taco Ralo, la policía había detenido a trece personas a las que los diarios calificaban de guerrilleros. El grupo se
denominada Comando Montonero 17 de Octubre, de las Fuerzas Armadas Peronistas.

VELOCIDAD

En 1970 a Mugica no le alcanzaban las horas del día. Era capellán de la parroquia San Francisco Solano, celebraba misa en la Santa Elena, daba clases en la Universidad del Salvador y en el Instituto de Cultura Religiosa Superior, a lo que sumaba una fuerte presencia en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. El cardenal Juan Carlos Aramburu había autorizado la creación del Plan Pastoral de Villas de Emergencia y nombrado un equipo sacerdotal y otro obrero. Nueve curas buscaron un empleo. Mugica decidió no hacerlo. La consigna “Transformemos las villas en barrios obreros” comenzó a sonar fuerte.

El clima se iba poniendo espeso. Montoneros, conformado por antiguos integrantes de la JEC, irrumpía en la escena política: mediante un comunicado se adjudicaba el secuestro y la ejecución de Pedro Eugenio Aramburu. Onganía implantaba la pena de muerte para actos terroristas y secuestro de personas. Mugica se agarraba la cabeza. En julio de 1970, la Secretaría de Informaciones del Estado, que dependía directamente de Presidencia de la Nación, emitió un informe titulado “Factor religioso (Tercer Mundo) en la Argentina”. Un trabajo mecanografiado encabezado con la frase “Estrictamente confidencial”. Allí se daba cuenta de los movimientos cotidianos de cada uno de los religiosos integrantes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus estaban muertos, abatidos por la policía el 7 de septiembre de 1970, “sindicados como partícipes del secuestro y asesinato del general Aramburu”. Mugica realizó el oficio fúnebre de aquellos dos jóvenes que había conocido en el Nacional de Buenos Aires. El padre Carlos, que estaba siendo amenazado, recibió una bomba en el hall del edificio en el que vivía, en la calle Gelly y Obes 2230. Sus amigos y su familia le rogaron que se fuera del país. No accedió. En el IV Encuentro, el Movimiento de Sacerdotes se fracturó entre peronistas declarados y marxistas. La dinámica política de aquellos meses tomaba cada vez un vértigo mayor. Durante 1971 comenzó a escribir columnas en el novedoso diario La Opinión, dirigido por Jacobo Timerman. Al año siguiente, Mugica y su compañero del MSTM Jorge Vernazza integraron la comitiva de 153 personas que acompañó el vuelo 3584 de Alitalia, que en la mañana del 17 de noviembre trajo a Perón de regreso al país, luego de más de 17 años de exilio. El 6 de diciembre de 1972, Mugica fue uno de los encargados de organizar la visita de medio centenar de sacerdotes tercermundistas a la casa de Gaspar Campos, en Vicente López, donde el expresidente, junto a su tercera esposa, Isabel Martínez, y su secretario, el esotérico José López Rega, residiría tras su retorno a la Argentina.

ADIÓS Y LAS ARMAS

IMG_5076Con Perón de regreso, Mugica entendió que ya no era tiempo de resistencia armada, que el objetivo del “Luche y vuelve” se había alcanzado. Para 1973, su impronta personal y su participación en los medios lo habían convertido en una celebridad pública. Fue tentado a presentarse como candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires por la Tendencia Peronista. Se lo ofreció Perón. Lo rechazó. Pero aceptó sumarse como asesor ad honorem en el Ministerio de Bienestar Social que, tras el triunfo presidencial de Héctor Cámpora, había quedado en manos de López Rega. Duró pocos meses en el cargo. Las diferencias con el ministro eran insalvables. Mugica quería que la construcción de las villas en barrios obreros estuviese a cargo de la propia organización de los vecinos, de cooperativas creadas por los villeros. López Rega, que fuese realizado por empresas privadas. La relación ya estaba minada. El 28 de agosto, Carlos renunció al Ministerio. Quisieron ensuciarlo con una insustancial denuncia de gastos indebidos en su paso ministerial que se cayó de inmediato. Lo que sí continuaron fueron las amenazas a su domicilio. Una y otra vez. En distintos horarios. Para entonces, Mugica se había distanciado de las organizaciones armadas, de los jóvenes a los que había asesorado espiritualmente, a quienes convocó a “dejar las armas para empuñar el arado”. Con quienes además se enojó públicamente tras el asesinato del líder de la CGT José Ignacio Rucci, el 25 de septiembre de ese año, lo que representó un golpe casi terminal contra Juan Perón, que un par de días antes acababa de ser electo por tercera vez presidente de los argentinos. Mugica se alejó de la Tendencia y comenzó a referenciase en el grupo Lealtad, con el que marchó el 1o de mayo de 1974 en que el General fue enfrentado por Montoneros desde la Plaza de Mayo con cantos contra Isabel y “los gorilas” que había en el Gobierno nacional. Perón los calificó de “imberbes inútiles” y las organizaciones de la Tendencia abandonaron la Plaza.

Tan solo diez más tarde, el lluvioso sábado 11 de mayo, Mugica ofició misa en la iglesia San Francisco Solano del barrio porteño de Villa Luro. Ya había anochecido cuando su amigo Ricardo Capelli lo aguardaba ansioso a la salida de la parroquia junto a María del Carmen Artero de Jurkiewicz porque los esperaban en la 31 a comer un asado; el Drácula, un vecino del barrio, cumplía años.

Carlos se había demorado unos minutos adentro hablando con la gente. Cuando lo vio salir, Capelli avanzó hacia su auto. Un grito de Mugica lo detuvo: “La puta que te parió, hijo de puta”. Lo que siguió fueron detonaciones de una metralla que fusiló al padre Carlos a poca distancia. Cinco disparos. Capelli fue herido por otra descarga desde otro ángulo. Cuatro disparos. Fue como un latigazo seco que lo volteó y al caer vio cómo su amigo cura deslizaba su cuerpo malherido contra la pared.

El expolicía Edwin Duncan Farquharson, alias “el Inglés”, de la Unidad Especial del Ministerio de Bienestar Social, apoyó el operativo en la puerta de la iglesia sobre la calle Zelada. El subfusil Ingram MAC-10 que se descargó sobre Mugica lo empuñó Rodolfo Eduardo Almirón Sena, el esbirro y custodio de López Rega. Un arma similar también disparó Juan Ramón Morales, de la misma banda criminal, que semanas más tarde, el 31 de julio, con el asesinato del abogado Rodolfo Ortega Peña, se conocería públicamente como Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A.

El sacerdote y Capelli fueron trasladados en el Citroën 2 CV de un vecino de la parroquia hasta el hospital Salaberry, en Mataderos.

Poco antes de las 22, las radios daban la noticia: el cura de los pobres, Carlos Mugica, estaba muerto. Lo habían asesinado.

Fuente Caras y Caretas

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Caminando con Carlos Mugica rumbo a sus 50 (1974 – 2024)

Jueves, 11 de mayo de 2023
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Del blog de Eduardo de la Serna Un oído en el Evangelio y otro en el Pueblo:

Rumbo a los 50 años del martirio de Carlos Mugica

 

Asesinado por la extrema derecha por su compromiso con los pobres (11 de mayo de 1974)

Reflexión sobre el cura y la política. La búsqueda dela felicidad del pueblo.

En el año introductorio del seminario, el régimen era algo estricto, quizás algo monacal. Después de la oración de la noche todo se apagaba hasta la mañana siguiente. Salíamos después del desayuno del domingo para volver, ese mismo día, para la oración final. La cuestión es que ese 12 de mayo, era 1974, un compañero me despierta diciendo: “¡mataron a Mugica!” ¡Un mazazo! Para peor, en la misa, antes del desayuno, el cura encargado soltó que “¡el que siembra vientos, recoge tempestades!” ¡Otro más! No hacía mucho había hablado con Carlos por teléfono; me interesaba escuchar su palabra, totalmente distinta a lo que nos decía la oficialidad, sobre la relación del cura y la política. Quedamos que un domingo lo vería en el Instituto de Cultura Religiosa Superior, donde celebraba misa vespertina, para charlar y de ahí volver al Seminario. ¡Nunca pude concretarlo!

Estuve toda esa tarde en San Francisco Solano (recuerdo que se cantó decenas de veces el Salmo: “yo pongo mi esperanza en ti, Señor, ¡y confío en tu palabra!”). Estuve mucho tiempo en la vereda de la Parroquia en triste silencio. Desconcertado. Dolorido. Luego tuve que volver al Seminario previo paso por la casa de mis padres. Al cuerpo de Carlos lo llevaron de allí a la villa 31, donde yo lo había conocido y algo colaboraba, para seguir el velatorio y finalmente, llevarlo de allí al Cementerio. Pero, aunque los seminaristas sí pudieron participar, a los del pre-seminario no nos autorizaron a ir. ¡Nuevo mazazo!

Hoy Carlos tendría 92 años (nació el 7 de octubre de 1930). Siempre he creído que decir, o insinuar “hoy Carlos diría / pensaría / estaría” es mera ficción. Todos tenemos en nuestra vida frenos, retrocesos, saltos, cambios, aceleraciones… nadie sigue un movimiento lineal en una misma dirección; lo que sí es razonable es mirar, escuchar, leer a Carlos ayer y luego mirar nuestro hoy y dejarnos iluminar por aquello.

La charla mía pendiente con él era, precisamente, sobre el cura y la política. Nos era presentada como un mundo de dos horizontes casi opuestos; lo “sacerdotal” era lo sacro, lo vertical, lo celestial, mientras la política era horizontal, era algo in-mundo. Por supuesto que, como persona de su tiempo, Carlos no conocería ni habría leído mucho de lo que hoy dicen los estudiosos de la Biblia, de la teología, de las ciencias sociales sobre ese tema, y para ver el hoy no podríamos ignorarlo… Por ejemplo, en su artículo “el sacerdote y la política” dice que

el sacerdote que siempre tiene el deber de anunciar a los hombres que sólo en Cristo está la liberación total del hombre, que culmina en su divinización, no puede eludir la dimensión política de su misión ya que el Reino de Dios, comienza aquí abajo.

Y esa es la única vez que aparece la categoría “reino” en todo el artículo. En su artículo “Jesús y la política”, el término “reino” se encuentra bastantes veces más (relee un libro clásico de Oscar Cullmann, “Jesús y los revolucionarios de su tiempo”) pero prácticamente en todas las ocasiones el reino se trata de algo “escatológico”, que vendrá en un futuro. La única excepción se encuentra en el párrafo final:

Este trabajo de Cullmann es un aporte importante para la reflexión de los cristianos, que hoy, tal vez con más seriedad que nunca, asumen el compromiso político y la lucha revolucionaria porque comprende que el Reino de Dios comienza ya en este mundo.

En “el rol del sacerdote” sólo se encuentra dos veces el término, pero en el sentido de “reino de los cielos” en sendas citas del Evangelio de Mateo (7,21; 13,44). Con esto señalo que Carlos, aunque no temía embarrarse en el terreno de la política, no teologizaba esa actitud con la, hoy indispensable, categoría Reino porque no era, todavía, un tema central en la teología (el libro clásico “Reino y Reinado de Dios”, de Rudolf Schnackenburg, de 1959, recién fue traducido al castellano [y en una traducción no demasiado buena] en 1965; y las consecuencias históricas del tema fueron comenzadas a extraer de un modo más tardío, especialmente por la Teología de la Liberación que Carlos conoce sólo en sus inicios de modo incipiente). Además, parece conveniente distinguir la cuestión social de la cuestión política. Teniendo un ministerio pastoral en la villa de Retiro, lo social no podía menos que interpelarlo, pero lo político, hasta 1972 era un tema obturado por la Dictadura. En realidad, lo político Carlos lo fue “mamando” desde su contacto amoroso con los pobres, y eso – en aquel tiempo – tenía un nombre: Juan Domingo Perón; decir “el pueblo es peronista” resultaba algo que difícilmente podía ser rebatido. Pero una actitud de “meterse en política” no tenía posibilidad alguna, ni concreción antes de la convocatoria a elecciones en 1972, para marzo de 1973. Fue precisamente en 1972 que Perón regresa por primera vez a la Argentina, y que en el grupo que acompaña este viaje están Carlos y su gran amigo Jorge Vernazza. Todo indica que dos cosas confluyeron en este proceso de conversión de Mugica al peronismo (luego de su visceral anti peronismo que celebró “el júbilo orgiástico de la oligarquía” cuando es derrocado en septiembre de 1955). En primer lugar, el amor del pueblo por el peronismo, la convicción de que “los días más felices” habían ocurrido en su gobierno, pero también, la convicción de que el peronismo era y sería el que mejor haría por los pobres de la patria. No se hablaba, entonces, de “opción preferencial por los pobres”, pero de eso se trataba.

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Hoy, pensar en la invasión mediática de la “anti-política” me recuerda, precisamente, el esquema “mundo – in-mundo” que vivíamos entonces en el Seminario. Una suerte de fundamentalismo espiritualista que en nada se asemeja al Evangelio. La primera vez que escuché hablar de la cercanía del martirio contemporáneo, precisamente, la leí cuando Carlos comentaba las espantosas torturas del gobierno “stronista” de Paraguay al cura Monzón (“el rol del sacerdote”). Allí se vislumbraba que la militancia social, cuando entra en el terreno político, provoca una grieta propia del reino de Dios. La misma que provocó en vida la persona de Carlos, por cierto (porque “en muerte” quedaba bien reconocerlo, y – por supuesto – buscar despegar de su asesinato a los “amigos”). Se suele decir que el cura al entrar en política opta por “un partido” (= una parte) cuando debe ser cura “de todos”, olvidando que la garantía de la “universalidad” del ser cura viene dada por su ubicarse entre, por, con y para los pobres (sólo desde los pobres se garantiza la universalidad). Y, sería, además, ingenuo desconocer que los pobres lo son por “causa”, y los “causantes” eligen no quedar “de este lado de la grieta”, como el rico, que prefirió salir del camino de Jesús cuando le dijo que “comparta sus bienes con los pobres”. Son los que voluntariamente eligen no quedar del lado de los pobres, debemos reconocerlo. En lenguaje de ayer, “el anti-pueblo”. Hoy, pensar en el testimonio del martirio, y en este caso especialmente el de Carlos, y buscar militantemente lo que creemos firmemente que es lo que mejor beneficia a los pobres parece que debería ser una escucha de su memoria, un reconocerlo como “lugar teológico” y dejarnos enseñar. Claro que muchos no lo terminarán de entender… como no entendieron a Carlos ayer, aunque lo saluden muerto. Por ser, precisamente “lugar teológico” es que Carlos sigue hablando, sigue vivo… sigue molestando. ¡Hasta la victoria! ¡Siempre!

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El médico nazi que contrató Juan Domingo Perón para “curar” homosexuales

Sábado, 4 de diciembre de 2021
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imagesCon la caída del nazismo emigraron a la Argentina los jerarcas científicos de Hitler. Un asesor del exPresidente reveló el tema de los empresarios germanos que llegaron al país.

Por Jorge D. Boimvaser

Una entrevista al historiador del nazismo en la Argentina Carlos De Napoli revela que Juan Domingo Perón contrató al médico nazi danés Karl Peter Vaernet en el Ministerio de Salud con una función específica: “curar” a gays y lesbianas de su “enfermedad” específica.

Sí, para Perón la homosexualidad era una enfermedad y por eso ordenó al Ministerio de Salud contratar y poner todos los medios necesarios al endocrinólogo de Hitler para tratar a los “sexualmente diferentes”.

Vaernet ya había desarrollado en Alemania e intentó hacerlo en la Argentina un tratamiento consistente en introducir en el paciente un llamado “dosificador metálico de hormonas (inventado y patentado por el mismo Vaernet) que segregaba testosteronas y otras hormonas que supuestamente curaban la “enfermedad”.

La entrevista publicada en La Voz y la Opinión dice textualmente así, preguntado De Napoli por el hallazgo inédito de este material, responde:

“Yo no lo descubrí. El mérito corresponde a Peter Tatchell, un gay británico que con una ONG luchó por reivindicar los derechos de los homosexuales. Sólo armé una corta biografía con acento en su estadía en la Argentina donde murió en 1965. Se encuentra enterrado en el Cementerio Británico. En Dinamarca llaman a Vernet “el Méngüele” dinamarqués. Título muy logrado ya que de casi ningún médico nazi hay tanta documentación como sobre las experiencias con homosexuales que realizaba en los campos de concentración Buchenwald, El SS Vaernet, amigo personal del criminal Heinrich Himmler, tenía en el barrio capitalino de Palermo, sobre la calle Uriarte, una clínica dedicada a la “curación de homosexuales” y a su especialidad como endocrinólogo, edificio aún existente. Trató a muchos personajes de nuestra llamada “alta sociedad” cuyos padres no admitían las inclinaciones sexuales de sus hijos. Existen al respecto dos testimonios contundentes de un hombre y una mujer, pero hacia fines de la década del 50 la válvula había caído en desuso. Por uno de los testigos sé que aplicaban un medicamento llamado entonces Geriax, de Laboratorios Otto, junto a un cóctel variado de otras hormonas, que dependía del paciente según fuera gay o lesbiana”.

Hasta aquí el impresionante testimonio de lo que Juan Domingo Perón consideraba una enfermedad que debía curarse como es la homosexualidad.

Si se conservan aún los registros históricos del Ministerio de Salud, debiera figurar la contratación del médico nazi ordenada por Perón, pues en aquella época todo nuevo empleo e inversiones en la administración pública debían llevar el nombre de quien recomendaba el contrato. Y la clínica que Karl Peter Vaernet montó en la calle Uriarte más el personal que ahí trabajaba y la tecnología que debió implementarse para solventar el dosificador metálico de hormonas no fue poco dinero como para pasar desapercibido. Toda esa inversión fue ordenada directamente por Juan Domingo Perón.

Es increíble cómo pasan los años y siguen surgiendo en la Argentina –y en el mundo entero, nuevas evidencias y revelaciones sobre el increíble raid criminal que desarrolló Hitler y los científicos que contrató para su finalidad de “la raza superior”.

No debe asombrarnos que los proyectos que alguna vez desarrolló el nazismo hayan sido seguidos de una u otra forma en varios lugares del mundo.

Werner von Braum fue adoptado por Norteamérica para seguir desarrollando en ese país los viajes a las estrellas que alguna vez soñó Hitler y que después hizo posible la agencia aeroespacial NASA..

Nuevos documentales realizados por la señal del History Channel dan cuenta incluso del trabajo secreto en que se halló abocado la Alemania nazi para la construcción de tecnología similar a lo que hoy se denominan UFOS o platos voladores.

Y un tema sobre el que daremos cuenta pronto es el de la búsqueda en la Patagonia de un tesoro valuado en dos mil millones de dólares que aún no fue localizado. Se trata de la llamada Cámara de Ámbar, un tesoro que los nazis saquearon durante su invasión a la URSS y la llevaron a la Cancillería en Berlín, refugio de Hitler.

Aunque la leyenda dice que esa monumental obra fue destruida durante los bombardeos que culminaron con la caída del nazismo, nunca se hallaron restos del tesoro bajo los escombros, y se supone que Hitler los hizo retirar y llevarlos a otro sitio. Las búsquedas hasta ahora resultaron infructuosas. Fue la habitación del zar de Rusia, y para trasladarla se precisaban decenas de contenedores, algo que no puede pasar desapercibido en ningún lugar del Planeta. La Patagonia post segunda guerra mundial era un territorio que los nazis conocían muy bien, igual que la soledad y el aislamiento de amplias zonas marítimas, lugar donde cualquier mudanza compleja hubiera pasado desapercibida.

Por hoy nos quedamos con esta sorprendente historia del médico nazi que contrató Perón para el tratamiento de la homosexualidad.

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La CGT, El mayor sindicato argentino pide formalmente la beatificación de Eva Perón

Miércoles, 6 de noviembre de 2019
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la-cgt-pide-la-beaticacion___CEo0AouVt_720x0__3Ya en mayo, publicábamos un artículo que eplicaba el por qué el Vaticano no puede declarar santa a Evita. Ahora, la CGT pide su canonización de forma oficial… ¿Por qué no la dejan en paz ya sin llegar a estos despropósitos?

La solicitud formal se realizó al arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires, Mario Poli

En 2019 se cumplen cien años del nacimiento de Evita, símbolo de la clase popular e impulsora de la consecución del voto femenino en Argentina

La Confederación General del Trabajo (CGT), la mayor agrupación sindical argentina, formalizó ante la Iglesia católica el pedido de beatificación de Eva Perón, histórica ex primera dama del país durante la primera etapa presidencial de Juan Domingo Perón (1946-1955) hasta su muerte a los 33 años.

Según confirmaron a Efe fuentes sindicales este jueves, la solicitud formal se realizó al arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires, Mario Poli, quien ostenta el cargo que ocupaba Jorge Bergoglio antes de convertirse en el papa Francisco.

En 2019 se han cumplido cien años del nacimiento de ‘Evita’ Perón, uno de los personajes históricos más influyentes del país por ser un símbolo de la clase popular e impulsora de la consecución del voto femenino en Argentina.

Solicitamos que nuestra Iglesia acompañe el sentir popular y la coloque en los altares oficiales para felicidad de nuestros fieles y santos”, expresó la central sindical en un documento firmado, entre otros, por el secretario general de la CGT, Héctor Daer.

Juan Domingo Perón y Eva fueron los líderes fundacionales en los años cuarenta del peronismo, movimiento político todavía muy presente en la Argentina actual y que volverá al Gobierno del país a partir del 10 de diciembre de la mano de Alberto Fernández.

“El renacimiento de la Argentina está cifrado en la recuperación de las fuentes espirituales de la nacionalidad. Y circunstancias nos vuelven a dar esa oportunidad. El pontificado de Francisco puede alumbrar un camino, si estamos dispuestos a andar las huellas que dejaron nuestros mejores hombres y mujeres”, manifestaron en el comunicado.

En mayo de este año ya realizaron un pedido al papa Francisco para que iniciase el proceso de beatificación de Evita, a la que ya consideran “santa del pueblo”.

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Eva Perón falleció a los 33 años por un cáncer de útero y desde la CGT señalaron que “el enorme desgaste que sufrió su salud con motivo de su entrega por los necesitados fue martiriológico, porque sabiendo ella los riesgos que corría su salud y su vida, se ofrendó por sus humildes.

En la organización obrera consideraron que ahora, a cien años de su nacimiento, es cuando “su figura y obra han alcanzado el justo valor trascendente que poseen” para el pueblo argentino y “para todos los pueblos del mundo con sed de justicia”.

Fuente Religión Digital

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