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50 años de Medellín

Jueves, 1 de febrero de 2018
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medellin_560x280“Recepción del Concilio en América”

“Pablo VI trazaba tres direcciones para la Conferencia -espiritual, pastoral y social- que hoy siguen vigentes”

(Saturnino Rodríguez).- No puedo ocultar la satisfacción de preparar esta presentación sobre un acontecimiento tan importante como lo fue la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia hace ya este año 50 años-en el ya mítico año 1968, que inauguró a finales de agosto el papa Pablo VI en el primer viaje que hacía un Papa al continente Americano.

Satisfacción por haberlo vivido directamente en mis “10 años americanos” junto a otras vivencias que me marcaron y que han ha tenido y tienen gran repercusión en el porvenir de la Iglesia latinoamericana y universal y que para mí han supuesto hacer de Colombia mi “segunda patria”.

Medellín: la aplicación para América del Concilio Vaticano II

El Papa Francisco que visitó recientemente Chile y Perú ha repetido en sus intervenciones muchos de las propuestas que hizo hace ahora 50 años en el emblemático año 1968 la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia (CELAM) (26 agosto – 8 sept. 1968) como concreción del Concilio Vaticano II que tanta resonancia y repercusión han tenido en la Iglesia universal. Esta II Conferencia de Medellín fue inaugurada por Pablo VI en el histórico primer viaje de una Papa a América.

Sus Conclusiones el Papa Francisco las recalcaría como uno de los redactores principales intervinientes de la V Conferencia de Aparecida (Brasil ) y en sus intervenciones y viajes y muy recientemente en su viaje (nov 2017) a Colombia, donde se celebró aquella II Conferencia en 1968.

El CELAM prepara la celebración del 50º de Medellín

Para celebrar esos 50 años de la II Conferencia en Medellín, Colombia, el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) prepara un Congreso que se celebrará entre el 23 y el 26 de agosto de este año 2018 en el mismo lugar en donde se celebró la II Conferencia, para “conmemorar y proyectar el mensaje de Medellín como un mensaje clave de la Iglesia en el continente con diálogo en la Iglesia universal. Latinoamericana”. El Congreso impulsado por el CELAM cuenta también con el respaldo de la Confederación de Religiosos y religiosas, el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas, SECLAC y con la propia Arquidiócesis de Medellín.

Anticipándose al 50º aniversario de Medellín, en octubre del año2015 al celebrar el II Congreso Continental de Teología (Belo Horizonte, Brasil), teólogos y teólogas de diversos países latinoamericanos acordaron celebrar un Congreso académico internacional de teología con el título: “Medellín 50 años después: memoria y perspectivas de futuro” .

Y así la Red Amerindia y la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador celebrarán del 30 de agosto al 2 de septiembre de 2018 en la misma ciudad su III Congreso de Teología en torno al “patrimonio de Medellín” bajo el lema “Los clamores de los pobres y de la Tierra nos interpelan”. Los teólogos latinoamericanos buscan reafirmar la opción por los pobres y “por nuevos modelos de Iglesia más comunitaria, participativa y ‘en salida’ en la línea del papa Francisco. (El I Congreso se celebró en Sao Leopoldo (Brasil) en 2012).

El Concilio fue el antecedente inmediato de Medellín

Si el Concilio Vaticano II (1962-1965) fue una “Primavera de la Iglesia”, Medellín, que fue la “recepción del Concilio en América”, fue el jardín donde iba creciendo. A diferencia de lo sucedido en la I Conferencia del Episcopado (Río de Janeiro 1956) donde la Santa Sede la preparó y realizó en todas sus partes, la II Conferencia, en Medellín sería el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) quien definiría los temas, la mecánica de trabajo y la elección de los conferencistas con la aprobación de la Santa Sede. Los antecedentes inmediatos de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano pueden situarse hacia el otoño de 1965 cuando el Concilio Vaticano II estaba a días de clausurarse.

Fue en ese momento cuando Pablo VI reunió a los obispos de la directiva y equipos del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) que participaban en el Concilio, con motivo del décimo aniversario de la creación de dicho organismo episcopal. Pablo VI exhortó a los presentes a asumir una visión crítica frente a los problemas que agitaban a América Latina como un requerimiento indispensable para la acción pastoral de la Iglesia en esas regiones.

Sería, pues, en ese ambiente cuando el entonces presidente del CELAM, Manuel Larrain Errázuriz (obispo de Talca, Chile) comenzó a poner en marcha el proyecto que le encomendara el papa Pablo VI, de quien era amigo personal desde los años en que era el cardenal Montini. Amigo también del jesuita Alberto Hurtado a quien haría santo Benedicto XVI, amigo de los más avanzados obispos europeos desde el Concilio, de los “nobeles” Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jacques Maritain, y de Roger Schtz prior de la Comunidad de Taizé.

El obispo chileno Manuel Larraín Errázuriz era un hombre “en salida” como pide hoy para el Iglesia el papa Francisco, un pastor integrante del grupo que se denominó entonces catolicismo social que durante el Concilio Vaticano II (1962-1965) formó parte del sector más progresista. Fue uno de los cuarenta obispos firmantes del Pacto de las catacumbas de Domitila (Nov. 1965), encabezado por otra de la figuras señeras del CELAM, el arzobispo brasileño Helder Cámara -postulado cuatro veces al Premio Nobel de la Paz. Pacto por el que se comprometieron a caminar con los pobres asumiendo un estilo de vida sencillo y renunciando a todo símbolo de poder. Decía Dom Helder “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por qué son pobres, me llaman comunista”.

Tras la reunión ordinaria del CELAM en Mar de Plata (Argentina), en mayo de 1967, se pidió al Vaticano que convocara la Conferencia, sugiriendo al mismo tiempo como sede la ciudad de Medellín. En julio de 1967 se recibió la aprobación y comenzaron los preparativos. Se aprobó también el tema de la misma: La presencia de la iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Vaticano II”, tema propuesto por Pablo VI en la reunión con los obispos latinoamericanos en noviembre de 1965. Así, pues la II Conferencia del CELAM sería inaugurada por Pablo VI el 24 de agosto de 1968 y se clausuraría el 6 de septiembre del mismo año.

Las reuniones previas a la II Conferencia de Medellín

Entre las principales reuniones previas del Episcopado Latinoamericano y órganos del CELAM para preparar la II Conferencia destacaron estos Encuentros que tanto influirían en la celebración de II Conferencia de Medellín: En Baños (Ecuador) (junio 1966) sobre temas de educación, laicos y acción social. Mar de Plata (Argentina), en la X Asamblea Ordinario del CELAM sobre desarrollo e integración (octubre 1966). Buga (Colombia),(febrero 1967) en el I Encuentro Latinoamericano de Universidades Católicas, sobre la universidad católica en América Latina. Melgar (Colombia) (abril 1968 en el Encuentro Latinoam. sobre pastoral misionera. Itapoan, Salvador (Brasil), (marzo 1968) con el tema Pastoral Social de la Iglesia y Medellín (Colombia), (11 al 18 agosto 1968, sobre Catequesis.

Las 3 líneas trazadas por Pablo VI en Medellín

El 24 de agosto de 1968 el papa Pablo VI inauguraba en Bogotá la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano que se clausuraría el 6 de septiembre y cuyas sesiones de trabajo se celebrarían en el Seminario de Medellín. En su apretura oficial Pablo VI trazaba “tres direcciones” para las tareas: espiritual, pastoral y social que hoy, medio siglo después, contienen muchas preguntas que siguen vigentes y que en varios casos se retoman en la encíclica Evangelii gaudium del Papa Francisco del que se espera un importante mensaje al celebrar los 50 años y cuyo papel fue decisivo – siendo cardenal – en la V Conferencia que presidiría Benedicto XVI en Aparecida (Brasil) (13-31 mayo 2007) en la que el entonces arzobispo de Buenos Aires cardenal Bergoglio tuvo un destacado papel. Resumimos a continuación esas tres líneas que proponía Pablo VI en la inauguración

Estas eran las 3 líneas: 1- Espiritual, señalando que no debemos dedicarnos al apostolado, si no sabemos corroborarlo con el ejemplo de las virtudes cristianas y sacerdotales. 2- Pastoral ya que la Iglesia institucional aparece hoy confrontada con otra llamada carismática, como si la primera fuese la de un cristianismo ya superada, mientras la otra, sería capaz de interpretar el cristianismo para responder a los problemas urgentes y reales de nuestro tiempo. 3- Social favoreciendo todo esfuerzo honesto para promover la renovación y la elevación de los pobres partiendo de la propia sencillez de la Iglesia en sus formas que es un testimonio de fidelidad evangélica como condición, alguna vez imprescindible, para dar crédito a su propia misión.

La metodología empleada en las sesiones de Medellín

La metodología adoptada por la Conferencia de Medellín (1968) corresponde al método “ver-juzgar-actuar” que se remonta al método de “revisión de vida”, surgido en el seno de las propuestas pastorales de la Juventud Obrera Católica (JOC) de la “Acción Católica” ,organización laical de renovación en la Iglesia que fundó en 1920 el sacerdote belga Joseph Cardijn por el compromiso social de la Iglesia católica en los comienzos del siglo y fue nombrado cardenal en 1965. La JOC agrupa aun hoy a los dirigentes obreros católicos en todo el mundo.

Un obispo que presidía la Comisión de trabajo sobre los pobres de la II Conferencia de Medellín en 1968 escribía sobre la misma diciendo que uno de los temas más difíciles fue el de la violencia y la paz. Había en aquella época algunos cristianos que querían justificar la violencia, apoyando las guerrillas, con sentimiento pero sin reflexión teológica. Con mucho acierto Pablo VI habló del asunto, y fue muy claro y muy orientador en sus palabras de inauguración en Bogotá enseñando el camino pacificador que debe tener el cristiano en nuestra realidad, al trabajar por la justicia en espíritu de paz, de reconciliación, como después recogerían las Conclusiones.

Las ponencias durante la II Conferencia de Medellín servirían de guía a las 16 comisiones y subcomisiones encargadas de elaborar las aplicaciones pastorales, cuya división y títulos corresponden fundamentalmente a las Conclusiones del Documento Final. Ponencias que expusieron los siguientes obispos:

I. Los signos de los tiempos en América Latina – MARCOS MC GRATH, obispo de Santiago de Veraguas, Panamá.
II. Interpretación cristiana de los signos de los tiempos hoy en América Latina – EDUARDO F. PIRONIO, Secretario General del CELAM
III. La Iglesia en América Latina y la promoción humana – EUGENIO DE ARAÚJO SALES, Administrador Apostólico, Salvador, Brasil.
IV. La evangelización en América Latina – SAMUEL RUIZ G., obispo de San Cristóbal de las Casas, México.
V. La pastoral de masas y la pastoral de élites – LUIS EDUARDO HENRÍQUEZ, obispo auxiliar de Caracas.
VI. La unidad visible de la Iglesia y la coordinación pastoral – PABLO MUÑOZ VEGA, Arzobispo de Quito
VII. Coordinación Pastoral – LEONIDAS E. PROAÑO, Obispo de Riobamba

Los documentos conclusivos de Medellín

Las Conclusiones de Medellín fueron aprobadas por el Papa Pablo VI siendo el presidente de la CELAM Avelar Brandao Vilela y secretario general Eduardo F. Pironio. Las Conclusiones irían repartidas en 16 documentos, agrupados a su vez en tres grandes secciones:

Promoción humana 1. Justicia 2. La Paz 3. Familia y demografía 4. Educación 5. Juventud

Evangelización y crecimiento de la fe 6. Pastoral popular 7. Pastoral de élites 8. Catequesis 9. Liturgia

La Iglesia visible y sus estructuras 10. Movimientos de laicos 11. Sacerdotes 12. Religiosos 13. La formación del clero 14. La pobreza de la Iglesia 15. Pastoral de conjunto y 16. Medios de comunicación social.

Las Conclusiones de Medellín se enfocan hacia la presencia de la Iglesia para “transformar a América Latina a la luz del Concilio Vaticano II”. La solicitud pastoral recae sobre tres áreas: 1ª- La promoción del hombre y de los pueblos hacia los valores de justicia, paz, educación y familia 2ª La necesidad de evangelización y maduración de la fe a través de la catequesis y liturgia y 3ª Los problemas que giran en torno a toda la comunidad para que sea más fuerte la unidad y la acción pastoral.

Se incorpora de manera especial a los laicos en estas tareas de “promoción humana” teniendo en cuenta como “fuentes” la Biblia y el Magisterio de la Iglesia destacando las encíclicas Gaudium et spes, Populorum progressio, Pacem in terris, Gravissimum educationis, Lumen gentium, Sacrosantum concilium, entre muchas otras. Todo ello forma parte de la Doctrina Social Cristiana cuya tarea es anunciar el Evangelio y denunciar las injusticias con el método de “ver, juzgar y actuar”.

Se trató también de la que denominaron “recepción creativa”, esto es, no se limitó simplemente a ajustar la iglesia de la región a las directrices emanadas del Concilio, sino que también intentó adecuar y enriquecer la recepción desde su propia historia y contexto; a manera de ejemplo tenemos las Comunidades de Base, el planteamiento de la salvación como liberación en la historia, la sacramentalidad de la iglesia desde la pobreza, y su compromiso total con los pobres y marginados. De hecho estas opciones y otros temas como el de la dimensión política de la fe y la relación entre desarrollo y salvación serían por los que Medellín llegaría a ser reconocido y recordado en la posteridad y a partir de las cuales se cosolidaba la “teología de la liberación”.

El mensaje de Medellín sigue vivo en la Iglesia

El teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de los propulsores de las “Comunidades de Base” y la “Teología de la Liberación” escribe a los 50 años de Medellín recordando que el mérito de Medellín en el 1968 no fue el histórico sino el kerigmático, es decir lo que representa en términos históricos porque dió a luz a la Iglesia latinoamericana como tal. Sus textos constituyen la “Carta magna” de la Iglesia del Continente y el “acto de fundación” de la Iglesia de América Latina y Caribe a partir y en función de sus pueblos y de sus culturas. Leer más…

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Gustavo Gutiérrez: “El compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza”

Lunes, 20 de febrero de 2017
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scannone-1gustavoEl Boston College acoge a los dos “inspiradores teóricos” de las reformas de Bergoglio

Scannone: “Francisco quiere que los pobres sean “no sólo protagonistas, sino también artesanos y hacedores de historia”

(José M. Vidal, Boston).- Juan Carlos Scannone (Buenos Aires, 1931) y Gustavo Gutiérrez (Lima, 1928) son los dos grandes patriarcas de los más de 50 teólogos reunidos en el I Encuentro Iberoamericano, que se está celebrando en el Boston College. El primero, es el líder de la Teología del Pueblo, la que dicen que sigue el Papa Francisco. El segundo, es el reconocido ‘padre’ de la Teología de la Liberación. Los dos son los inspiradores teóricos de las reformas de Bergoglio.

Por la mañana intervino al teólogo peruano, y había expectación por escucharlo. Por su pasado y por su presente. Porque sigue teniendo ideas geniales, expuestas de una forma directa y sencilla. Y con mucho sentido del humor, que le lleva a reírse incluso de sí mismo. “Me gustaría hablar de pie, pero ya sé que no hay mucha diferencia entre que lo haga de pié o sentado”, comenzó diciendo, en alusión a su corta estatura física.

Su charla, titulada La interpretación del pobre en un mundo globalizado a los 50 años del Concilio’, comenzó abordando el tema de la pobreza, que surge en los años 60, con la irrupción del pobre en la Teología y el interés de la reflexión teológica por abordar no sólo la pobreza, sino también sus causas.

A su juicio, con Pío X y Pío XII, “los pobres tenían que ser humildes, para recibir ayuda; y los ricos, generosos, para ayudar a los pobres”. Sólo con Juan XXIII se comenzó a hablar “de las causas de la pobreza”.

Gutiérrez sentó así las bases de su pensamiento: “La pobreza nunca es buena, nunca, porque siempre es muerte temprana e injusta y “el compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza”. Porque, el “pobre es una ‘no persona’, un no considerado persona, un insignificante”. O como dice Hanna Arendt, “el pobre es aquel que no tiene derecho a tener derechos”. Por eso, la pobreza es un un “asunto teológico, que expresa la fractura de la creación”.

El proceso teológico de la Teología de la Liberación se basó, según Gutiérrez, en dos grandes temas: la salvación universal y la relación naturaleza-sobrenaturaleza. Porque, “para hacer teología hay que estar en contacto con la realidad”.

Y para explicarlo, Gutiérrez acudió a esta metáfora: “El mensaje cristiano es como carne congelada. Ahí está todo, pero no se puede comer. Hay que descongelarlo, es decir situarlo en la realidad actual”. Como el Papa, “que se sitúa a este nivel básico, en la frescura del Evangelio”.

Una teología asentada en la praxis. Y citó, para corroborarlo, a Simone Weil, “si quieres saber si una persona cree en Dios, no te fijes en lo que dice de Él, sino en lo que dice del mundo”.

Y una teología profundamente espiritual. “La espiritualidad es fundamental en el proceso teológico, porque es un estilo de vida y una manera de ser”, explicó. Por eso, la TL nunca va a morir, aunque los medios de comunicación “la mataron al año de nacer y la siguen matando a cada rato”. De ahí que, cuando a Gutiérrez le preguntan por la muerte de la TL, siempre dice: “A mí no me invitaron a su funeral y creo que tenía derecho a estar en él”.

En este proceso, fue el Vaticano II el que “abrió puertas, para seguir descongelando”, al igual que hizo la Conferencia de Medellín.

La TL lleva aparejado, según Gutiérrez, el martirio. Unas veces, físico, como el de Enrique Pereira Neto. Y otras, también físico, pero alargado en el tiempo, “haciendo la vida imposible a los teólogos de la liberación”. Por eso, “hubo mártires por Dios, por la Iglesia y por su pueblo”.

Una teología, la de la liberación, que lleva a la praxis y a plantearse, desde la realidad, “cómo decirle al pobre que Dios le ama, cuando su vida misma es la negación del amor”. Quizás, la única vía sea “ser solidarios con los pobres” y sobre todo, “ayudarles a ser sujetos de su destino”.

Por eso a Gutiérrez no le gustan los que se proclaman ‘la voz de los sin voz’, porque “nuestra meta es que los que no tienen voz la tengan. De ahí el componente de “las pastoral de la amistad” que tiene que haber en la reflexión teológica. “No hay auténtico compromiso con los pobres, si no somos sus amigos”. Y es que, como dijo en el turno de preguntas, “la teología no solo hay que estudiarla, sino y sobre todo, vivirla”.

“Una teología atravesada por la misericordia”

A continuación, intervino el economista peruano Umberto Ortiz, que demostró con datos, cifras y estadísticas que “el 29,2% de la población de Latinoamérica (175 millones) está por debajo del umbral de la pobreza, a lo que hay que sumarle los 70 millones que viven en la indigencia”.

Además, “Latinoamérica sigue siendo la región más desigual del mundo” y “los pobres son los más afectados por el cambio climático”, explicó el profesor.

La teóloga colombiana, Olga Consuelo Vélez, sacudió al auditorio con su ponencia, titulada ‘Las periferias geográficas y existenciales, desafíos para la Teología’. Tras denunciar “la persecución abierta a la teología de la liberación por algunos sectores de la institución eclesial”, reconoció que, a eso se unió, en los últimos años, “el desánimo y el cansancio de algunos teólogos y teólogas”.

Hasta que “vino un Papa del ‘fin del mundo’, cuyos gestos y palabras nos hicieron volver la mirada de nuevo hacia los pobres”, porque Francisco “coloca la opción preferencial por los pobres como categoría teológica y no meramente cultural”.

Se trata, según la teóloga de la Universidad Javeriana de Bogotá, de “desinstalarse, para salir a las periferias geográficas y existenciales”, lo cual exige una “conversión pastoral”. Y, para ello, los teólogos tienen que revisar el “‘desde dónde’ respondemos a las necesidades concretas que nos interpelan” y preguntarse: “¿Están los pobres del mundo en el centro de nuestra reflexión teológica?”

Para conseguirlo, Olga Consuelo Vélez apuesta por “una teología atravesada por la misericordia” y “una teología con sabor de actualidad”. Para concluir con esta afirmación: “Tal vez lo más importante de esta reflexión es preguntarnos si en este movimiento eclesial que estamos viviendo hoy con Francisco nos sentimos comprometidos y dispuestos a cambiar“.

En ese sentido, destacó que, por ejemplo, la teología de género es todavía un anexo en muchos centros universitarios, que siguen marcados por una cultura patriarcal y clerical”.

Por su parte, el teólogo jesuita también colombiano, Guillermo Sarasa abordó el tema de ‘Hablar de Dios en tiempos de globalización’, asegurando que la globalización ofrece oportunidades pero también riesgos, al tiempo que abogada por el anuncio explícito de Cristo en los centros universitarios católicos.

Los pobres, protagonistas y poetas

El primer ponente en intervenir por la tarde fue el jesuita Juan Carlos Scannone, uno de los ‘gurús’ de la Teología del Pueblo, que definió “como una corriente de la Teología de la Liberación”, y que centró su intervención en ‘La colaboración teológica con la pastoral del Papa Francisco’. Leer más…

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“Un nuevo clima pastoral”, por Victor Codina.

Sábado, 15 de marzo de 2014
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Francisco2_t670Publicado en Cristianismo y justicia:

Victor Codina. [Vida Pastoral] En el  conocido cuento de Hans Christian Andersen sobre El traje nuevo del rey, el rey, creyendo estar vestido con un traje maravilloso elaborado por unos grandes sastres, salió a la calle desnudo, enseñando sus vergüenzas, pero nadie se atrevía a decir nada porque temían ofender al monarca y perder sus favores; a mitad del recorrido, un niño se atrevió a alzar la voz y gritó, ante el asombro de todos: ¡el rey va desnudo!

El rey del cuento no representa a una persona sino a un sistema, sea político o  religioso. Pero hasta ahora los “niños” que decían que el rey caminaba desnudo, eran tenidos por imprudentes, utópicos e ingenuos.

Los que proclamaban que “otro mundo es posible” eran ridiculizados por los sensatos economistas y estadistas reunidos en Davos. Cuando H. Küng escribía cartas a los obispos pidiendo reformas en la Iglesia o el jesuita egipcio H. Boulad se dirigía a Benedicto XVI con varias peticiones de cambio, cuando se hablaba del peligro de que la Iglesia se convirtiese en un gueto, o se detectaba un cisma silencioso de gente que abandonaba la Iglesia… los “sensatos” creíamos que exageraban.

Y resulta que ahora Francisco, el nuevo obispo de Roma, es el que, como el “niño” del cuento, dice que el sistema económico liberal, basado en la idolatría del dinero es injusto, pues enriquece a unos pocos y convierte a una gran mayoría en masas sobrantes; que la actitud de los países ricos ante los emigrantes africanos y asiáticos, muchos de los cuales mueren en el intento de llegar a las costas europeas, es una vergüenza; que vivimos en la burbuja del consumo y con el corazón anestesiado ante el sufrimiento ajeno. Francisco condena las armas químicas y ante los niños muertos en Siria lanza una campaña de oración y ayuno para evitar una nueva guerra; en Brasil les dice a los jóvenes que hagan lío y sean revolucionarios en busca de un mundo mejor y más justo; que el problema de la Iglesia es el desempleo de los jóvenes; que las confesiones religiosas del mundo deben aunarse para resolver el problema del hambre y de la falta de educación…

Francisco se reconoce pecador y pide oraciones; recuerda que la Iglesia necesita una conversión y una continua reforma; que el ambiente cortesano es la lepra del Papado; que la curia es vaticano-céntrica y traslada su visión al mundo; que el clericalismo no es cristiano; que la Iglesia no puede ser restauracionista ni añorar el pasado; que los pastores han de oler a oveja y no convertirse en clérigos de despacho o coleccionistas de antigüedades, ni caer en el carrerismo; que los obispos no pueden estar siempre en los aeropuertos; que la confesión no puede ser una tortura sino un lugar de misericordia; que hay que evitar el centralismo y el autoritarismo en el gobierno de la Iglesia; que no hay que teorizar desde el laboratorio sino experimentar la realidad del pueblo; nos invita a no tener una visión monolítica, a respetar la diversidad, a no ser narcisistas, y a recordar que la Iglesia no es una ONG piadosa sino la casa de Dios que ha de desnudarse de todo lo mundano.

¿Quién hubiera esperado hace algún tiempo que el Papa fuese este “niño” que denuncia que el “rey” camina desnudo por la historia…?

Un Papa cristiano

El dibujante “El Roto, que publica en el diario El País de España unas viñetas humorísticas, siempre críticas y muchas veces incluso ácidas, dibujó hace poco a un personaje vestido de rojo (¿cardenal? ¿obispo? ¿monseñor?) que exclamaba indignado: “Nos ha salido un Papa cristiano. ¡Qué calamidad!”

Dejando a un lado la ironía sarcástica del humorista, es muy cierto que lo que Francisco dice y hace no es otra cosa que traducir el evangelio al mundo de hoy: estar  más preocupado del hambre del mundo que de los problemas intraeclesiales, hacer que la Iglesia sea un signo del perdón y misericordia de Dios, una Iglesia pobre y de los pobres, ser como un hospital de campaña que sana heridas; que ha de salir a la calle, ir a las fronteras existenciales aun con peligro de accidentes; que respete a los laicos y la dignidad de las mujeres; que viva en una atmósfera de diálogo con todas las confesiones religiosas sin proselitismo, buscando ante todo el bien de la humanidad; que respete la conciencia de cada persona que es la que debe optar por el bien; que no se centre obsesivamente en temas morales como el aborto, el matrimonio de los homosexuales y el divorcio, sino que anuncie la buena noticia de la salvación en Cristo; que camine con otros en medio de las diferencias, en espíritu sinodal y fraterno; que reconozca que todos somos hijos e hijas del mismo Padre y hermanos y hermanas, una Iglesia con entrañas maternales de misericordia, que refleje la ternura de Dios y cuide de la creación… que no se grite ni aclame al Papa Francisco, sino a Jesús.

Al Papa no le tiembla el pulso, ha criticado públicamente a un monseñor implicado en tráfico de divisas, ha apartado de sus cargos a un obispo que ha construido un lujoso  palacio episcopal y a un nuncio acusado de pedofilia.

Se respira un aire nuevo, oxigenante, con olor a Evangelio. Esto que sorprende positivamente a creyentes y no creyentes, comienza a suscitar recelo y miedo en algunos sectores eclesiales que se escandalizan farisaicamente de muchas acciones y palabras del Papa. Algunos le llaman despectivamente “el argentinito” y piden que “lo iluminen o lo eliminen”

Las florecillas del Papa Francisco

Lo más sorprendente es que el nuevo obispo de Roma ha causado un impacto por sus gestos y símbolos y por sus expresiones gráficas más que por largos discursos o encíclicas que muy pocos leen. Los semiólogos explican la importancia y el impacto de los símbolos para influir y cambiar la mentalidad del pueblo. Francisco ha optado por el método de Jesús que hablaba en parábolas y hacía signos del Reino: sanar enfermos, alimentar al pueblo hambriento, comer con pecadores, lavar los pies a sus discípulos…

La encíclica Lumen fidei, firmada por Francisco pero escrita mayormente por Benedicto XVI, ha tenido poca resonancia, pero en cambio el pueblo creyente y no creyente ha captado sus gestos: besar a un niño discapacitado, lavar los pies a una joven musulmana, comer en Asís con niños con síndrome de Down, lanzar al mar en Lampedusa una corona de flores amarillas y blancas en memoria de los emigrantes fallecidos, usar sus zapatos viejos de antes, no vivir en los Palacios Apostólicos, viajar por Roma en un sencillo y pequeño coche, contestar a las preguntas de un periodista no creyente, invitar a Santa Marta al rabino de Buenos Aires, regalar unos zapatitos al nieto de Cristina Fernández de Kirschner, recibir a Gustavo Gutiérrez, celebrar la eucaristía el día de San Ignacio en la Iglesia del Gesù y llevar un ramo de flores a la tumba del P. Pedro Arrupe, ex General de la Compañía de Jesús que había sido cuestionado y marginado por el Vaticano…

Las florecillas del Papa Francisco recuerdan las florecillas de San Francisco de Asís y las del Papa Juan XXIII. Se ha cambiado el clima eclesial. No sabemos si el Papa Francisco podrá llevar adelante la reforma de la curia y de la Iglesia, pero ha desbloqueado el ambiente, y el invierno eclesial parece ceder a unos sencillos y todavía tímidos brotes de primavera. ¿Volverá la primavera conciliar?

Un icono pastoral latinoamericano

Este Papa venido del Sur, de América Latina, aporta a toda la Iglesia un estilo nuevo pastoral que refleja el caminar de la Iglesia latinoamericana desde Medellín a Aparecida: la opción por los pobres, la denuncia de las estructuras injustas de pecado, el respeto a la fe y religiosidad del pueblo sencillo, la devoción mariana, la sencillez y cordialidad, el cuidado de la Madre tierra, la confianza en la misericordia de Dios que siempre está abierto al perdón.

Detrás de sus gestos y palabras está su experiencia pastoral y teológica latinoamericana, argentina, sus contactos frecuentes con las villas de miseria y los curas villeros, su sentido de pueblo, ¿el influjo de la teología de Lucio Gera y de Juan Carlos Scannone…?

El programa pastoral del Papa es Aparecida, de cuya última redacción él fue el responsable: discípulos y misioneros de Jesucristo para que el pueblo tenga vida, conversión pastoral, Iglesia en estado de misión, Iglesia casa y comunidad, opción por la formación de laicos, ver en los pobres el rostro de Jesús, pues no se puede hablar de Cristo sin hablar de los pobres… Todo lo de oler a oveja, salir a la calle, ir a las fronteras… huele a América Latina y es un mensaje para todo el mundo, pero en especial para el Continente Americano. No en vano hemos de observar ese detalle significativo de que el Papa ha regalado el documento de Aparecida a varios líderes latinoamericanos.

Desde el Sur de la Iglesia sopla el Espíritu, desde los pobres, los marginados, las mujeres, los jóvenes, los indígenas, desde “el niño” que descubre que el “rey”, sea la sociedad o la Iglesia, está desnudo…

Nos toca ahora proteger la desnudez del “rey”, cubrir sus vergüenzas, instaurar entre todos un mundo más justo y fraterno, una Iglesia más sencilla y comunitaria, más nazarena, que huela a Jesús y a Evangelio.

¡Qué maravilla, tenemos un Papa realmente cristiano!

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