Encuentro
Del blog Nova Bella:
Lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda.
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José Saramago
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Del blog Nova Bella:
Lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda.
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José Saramago
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El sentimiento clave en la visión de Saramago es el rechazo ético del sufrimiento.
ADVERTENCIA
Algunos pasajes de “El Evangelio según Jesucristo”, de José Saramago, pueden herir nuestra sensibilidad cristiana.
Sin embargo la visión de un autor no creyente acerca de Jesús de Nazaret puede ayudarnos a los cristianos adultos a depurar nuestra fe de los excesos pedagógicos o teológicos de la cultura judeocristiana.
La costumbre de la fe, quizás su rutina, nos hace olvidar el vértigo del misterio. Y una fe sin vértigo es una fe que no se asoma a la profundidad del misterio. Y sin misterio no hay trascendencia, ni fe. Sin misterio se cae en una idolatría.
Por eso es necesario que alguien, sin la rutina de nuestra fe, sienta el vértigo del misterio y cuestione la tranquilidad de nuestra fe.
¿Por qué “según Jesucristo”?
Lo de evangelio se entiende, porque pretende narrar la vida de Jesús. También porque quiere ser una buena nueva de solidaridad. Pero ¿por qué lo denomina “según Jesucristo”? Las alteraciones de los datos biográficos y la actitud radicalmente distinta atribuida a Jesús, indican que se trata de un evangelio según Saramago.
Creo que Saramago admira a Jesús, pero rechaza la religión oprimente que ha fraguado en torno a él. Por eso quiere rescatarle interpretando la visión que tendría Jesucristo sobre su propia vida; es decir, cómo hubiera querido Jesucristo que se escribiera su evangelio.
Naturalmente sigue siendo una interpretación según los ideales de Saramago, y por tanto sigue siendo un evangelio “según Saramago”. Pero el título de “El Evangelio según Saramago” perdería fuerza literaria y, sobre todo, desvirtuaría la intención del autor de representar los sentimientos de Jesús de Nazaret.
LA CLAVE DEL EVANGELIO “SEGÚN SARAMAGO”
El sentimiento clave en la visión de Saramago, según mi interpretación, es el rechazo ético del sufrimiento. Este es su punto de partida y su valor supremo.
La concepción de “este evangelio” es ética y emocional, y se expresa no como una doctrina conceptual sino como un relato literario.
Su desarrollo conserva los hechos principales narrados por los evangelios canónicos, pero alterando profundamente tanto los hechos como su sentido original, y añadiendo nuevas escenas a conveniencia.
El narrador se presenta distante por los siglos transcurridos; adopta un talante humanista, profundamente preocupado con el sufrimiento humano, que considera agravado por la religión judeocristiana, y fabula esta crónica con una indulgente ironía.
El estilo es siempre digno y respetuoso, generalmente de gran belleza, lleno de alusiones bíblicas o rabínicas. Las situaciones eróticas que introduce están tratadas con expresiones del Cantar de los Cantares.
El relato escenifica las relaciones entre Dios, el Diablo, y Jesús, proyectadas sobre el problema del sufrimiento.
Veamos cada uno de estos aspectos, no para discutir una teoría que él no expone formalmente –y que puesta en boca de sus personajes puede no comprometerle del todo– sino para conocer su preocupación fundamental, que interroga nuestras cómodas explicaciones. No interesa aquí saber en qué se haya equivocado Saramago, sino interrogarnos en qué nos hemos equivocado nosotros para que nos haya interpretado así.
RECHAZO ÉTICO DEL SUFRIMIENTO
Creo que la raíz de la que brota todo este relato es el rechazo ético al sufrimiento; sobre todo la indignación ante el sufrimiento innecesariamente añadido.
El hilo conductor de la primera parte de la obra se basa en los remordimientos de san José, y de Jesús, por no haber impedido la matanza de los niños inocentes de Belén.
En la segunda parte, el autor renuncia a la soltura de su estilo narrativo para dejar constancia, en doce recargadas páginas, de los sufrimientos que habrían de sobrevenir por el martirio de los seguidores de Jesús –presentados por orden alfabético– por las penitencias de los ascetas, por las guerras religiosas, y por la Inquisición.
Ni la matanza de los inocentes ni el sufrimiento de los mártires son culpa de Jesús, pero se produjeron por su causa. Ahora bien, Saramago quiere justificarlo interpretando que se rebeló contra un destino que habría de causar tanto sufrimiento.
Según Saramago, Jesús no quiso morir como Hijo de Dios, porque eso justificaría el martirio y las penitencias de los que habrían de seguirle. Quiso morir simplemente como rey de los judíos, sin comprometer a los siglos venideros.
El final de este peculiar evangelio deja ver claramente cómo Saramago suplanta a su héroe agonizante en la cruz y corrige sus últimas palabras:
“Hombres, perdonadle, porque él (Dios) no sabe lo que hizo”.
El rechazo del sufrimiento induce a Saramago a renegar de Dios, porque la tradición judeocristiana lo ha asociado al dolor y la sangre.
“Y el padecimiento de esta pobre mujer (María) es igual al de todas las otras mujeres, como ha sido determinado por el Señor Dios cuando Eva erró por desobediencia: Aumentaré los sufrimientos de tu gravidez, tus hijos nacerán entre dolores, y hoy, pasados ya tantos siglos, con tanto dolor acumulado, Dios aún no está satisfecho y mantiene la agonía”
EL DIOS DEL EVANGELIO “SEGÚN SARAMAGO”
Creo que aquí se encuentra el problema conceptual de este evangelio.
El sentimiento ético de rechazo del sufrimiento se rebela ante un Dios que permite el mal, e incluso se satisface con el sufrimiento de los pecadores y de los inocentes. Ese es el Dios que Saramago ha visto en la religión judeocristiana.
Los sacrificios ofrecidos en el Templo de Jerusalén hacen exclamar al cronista
“Dentro, aquello es un degolladero, un macelo, una carnicería…. un alma cualquiera, que ni santa tendría que ser, simplemente de las vulgares, tendrá dificultad para entender que Dios se sienta feliz en esta carnicería, siendo, como dicen que es, padre común de los hombres y de las bestias”.
No ya un alma sencilla, sino el mismo diablo, en otro contexto exclama:
“Es necesario ser Dios para que le guste tanto la sangre”
Pero no son solamente los sacrificios de la Antigua Ley los que escandalizan al cronista. La religión sigue exaltando el sufrimiento: “El alma, para salvarse, necesita el sacrificio del cuerpo”.
Una vieja esclava le dice a Jesús:
“Oigo decir que todo cuanto ocurre en el mundo, incluso el sufrimiento y la muerte, sólo puede suceder porque Dios antes lo quiso“.
La conclusión, que el cronista atribuye a Jesús, afecta no ya al sufrimiento sino a la misma dignidad humana:
“Apenas había oído las palabras de Zelomi porque el pensamiento, como una súbita hendidura, se abrió hacia la ofuscadora evidencia de que el hombre es un simple juguete en manos de Dios, eternamente sujeto a hacer sólo lo que a Dios plazca, tanto cuando cree obedecerle en todo, como cuando en todo supone contrariarlo”.
Esta idea se repite obsesivamente. Los hombres son solamente “míseros esclavos de la voluntad absoluta de Dios”, “la humanidad fue puesta para adorar y sacrificar”.
De aquí que la voluntad de Dios resulte absoluta e incluso caprichosa.
“Todo cuanto la ley de Dios quiera es obligatorio, las excepciones también”. “Lo que mi voluntad quiere, se hace obligatorio en el mismo instante”. “Dios no perdona los pecados que manda cometer”.
Como veremos más adelante, esta voluntad es ambiciosa, y no le importa planificar la muerte de su Hijo para aumentar sus dominios sobre la tierra.
Las cosas que escapan a esa voluntad férrea suceden porque Dios estaba un poco distraído, o porque se lo impide el pacto con otros dioses, o porque no puede suprimir al diablo.
Esto nos lleva al problema conceptual de Dios, aunque a Saramago lo que le preocupa no son los problemas conceptuales sino la voluntad absoluta que permite e impone el sufrimiento.
“La sonrisa de Pastor (el diablo) se extinguió, la boca se contrajo en una mueca amarga. Sí, si existe Dios tendrá que ser un único Señor, pero mejor sería que fuesen dos, así habría un dios para el lobo y otro para la oveja, uno para el que muere y otro para el que mata… No sé cómo puede Dios vivir”.
Ya que no pueden existir dos dioses, toda la culpa del sufrimiento recae sobre el dios único. Sin embargo, como para Saramago no está nada claro el tema de Dios, apunta la posibilidad de que cada religión tenga sus dioses, y que exista un pacto entre ellos de no invadir los dominios terrestres de los otros.
Cuando Dios está desvelando el futuro de sufrimientos que sobrevendrán a los seguidores de Jesús, y especialmente las guerras con los seguidores de un nuevo dios (las Cruzadas), el diablo allí presente, interroga:
“Quién va a crear al dios enemigo. Jesús no sabía responder, Dios, si callado estaba, callado quedó, pero de la niebla bajó una voz que dijo. Tal vez este Dios y el que ha de venir no sean más que heterónimos. ¿De quién, de qué? preguntó curiosa otra voz. De Pessoa, fue lo que se oyó, pero también podría haber sido, De la Persona. Jesús, Dios y el Diablo hicieron como quien no ha oído, pero luego se miraron asustados, el miedo común es así, une fácilmente las diferencias” (mantenemos la puntuación y la grafía del texto).
Este pasaje me sugiere que tal vez Saramago sienta la necesidad de un cierto orden, y busca alguien superior a ese dualismo o multiplicidad de dioses. En tal caso, el verdadero Dios sería esa voz que permanece en el misterio; los otros, incluido el dios judeocristiano, serían dioses de segundo orden o, en nuestro lenguaje, ídolos creados, a nuestra imagen y semejanza, por nuestras explicaciones.
Esta idea de un Dios superior parece coincidir con algunas alusiones al destino. “El destino, que en todo es más sabio…” hace que la sepultura de José sea la que ha cavado Jesús, y que los hermanos de Jesús le encuentren a orillas del lago. Pero la acción decisiva del destino es la que lleva a Jesús a buscar ayuda en casa de una prostituta, María Magdalena. A partir de ese encuentro con el amor humano, cesan las pesadillas de sus sueños y se inicia el camino de su rebeldía frente a Dios.
EL DIABLO, SEGÚN SARAMAGO
El diablo está tan presente como Dios durante toda la vida de Jesús.
En el día de la concepción de Jesús aparece el diablo disfrazado de mendigo, y derrama en la escudilla que le ofrece María una tierra que produce mágicos destellos.
José lo ve junto a María durante un trecho en el camino a Belén. Ofrece, junto a otros pastores, sus presentes al Niño recién nacido. Reprocha a María el egoísmo y la cobardía al no evitar la matanza de los inocentes, y aparece a lo lejos cuando María le hace a Jesús esta confidencia.
Cuando Jesús abandona Nazaret, el mendigo vuelve para recoger la planta que había nacido de la tierra mágica. Ofrece trabajo a Jesús como pastor de su rebaño, y le impulsa hacia una vida libre y natural. Está presente en los dos encuentros de Jesús con Dios.
El ideario del diablo sería propio de un humanista, y en este ideal coincide con los comentarios que el cronista disemina en todo el relato. El diablo ama la vida y abomina del sufrimiento. Desde luego considera que no es culpable de las matanzas de religión:
“Todo el cuerpo es igual de digno” “Me he limitado a tomar como mío todo aquello que Dios no quiso, la carne con sus alegrías y sus tristezas… pero no es verdad que el miedo sea mi arma, no recuerdo haber sido yo quien inventó el pecado y su castigo y el miedo que en ellos siempre hay”.
Cuando Jesús, en el primer encuentro con Dios, cede y le sacrifica la oveja, el diablo le dice
“No has aprendido nada, vete… y quizás quisiese decir que no aprendió a defender la vida”.
Saramago acepta que el diablo es un ángel que fue castigado porque quiso ser como Dios. Sin embargo aventura que “quizás sea un ángel servidor de otro dios que vive en otro mundo, y “existe porque así lo exige el orden del mundo”. Constituye como el contrapunto de Dios.
En el segundo encuentro con Dios, en el lago, aparece también el diablo. Jesús ve que tienen intereses comunes, que si Dios prolonga su poder sobre los hombres también los prolongará el diablo, porque sus límites son comunes. Al final Jesús trata de rebelarse contra los dos
“Os llevaré hasta la orilla para que todos puedan, al fin, ver a Dios y al diablo en sus figuras propias, y que vean lo bien que se entienden y lo parecidos que son”.
Pero el diablo “tiene corazón” y al oír el anuncio de tanto sufrimiento y tanta muerte renuncia a su parte y propone a Dios que le perdone y le reciba en el último rincón de su cielo. Dios no le perdona “porque este Bien que yo soy no existiría sin ese Mal que tú eres”.
La figura del diablo, que se hace llamar Pastor, se asemeja al dios Pan, protector de los rebaños y de la naturaleza, no en su aspecto de sátiro, sino más parecido al Gran Pan del neoplatonismo.
JESÚS DE NAZARETH
Aunque nace como los demás niños, Dios había mezclado su simiente con la de José por lo que le reconoce como su hijo. Algunos pasajes inducen la sospecha de que el diablo puede haber tenido alguna influencia:
“Ser anunciado por ángel del cielo o ángel del infierno, las diferencias no son sólo de forma, son de esencia, sustancia y contenido”. “Es verdad que en estos asuntos (de paternidad), en general, no es prudente mostrar seguridades y menos una seguridad absoluta, pero yo la tengo, de algo me sirve ser Dios”.
Seguiremos las principales etapas de la evolución de Jesús desde que deja Nazaret: inicia su trabajo con el rebaño de Pastor (el diablo), tiene su primer encuentro con Dios en el desierto, vive con María Magdalena, y busca el segundo encuentro con Dios en el lago.
El primer encuentro con Dios se produce en el desierto.
Jesús va a buscar la oveja perdida, descalzo y desnudo “como Adán”. Cuando la encuentra se le aparece el Señor “como una columna de humo girando lentamente sobre sí misma”. Dios le promete “tendrás el poder y la gloria” pero todavía no le especifica ni cómo ni cuándo; a cambio le exige el sacrificio de esa oveja a pesar de que Jesús se resiste: “sacrifícala o no habrá alianza”, “y no olvides que a partir de hoy me perteneces por la sangre”.
El diablo, al ver que Jesús ha sacrificado la oveja, se lo reprocha “tú por ambición la mataste” y lo rechaza “no has aprendido nada, vete”.
Su amor con la Magdalena, su madurez humana, le prepara para rebelarse contra las exigencias de Dios en el segundo encuentro. Es el destino el que le conduce hasta la Magdalena.
“Quiso el destino que, al atravesar la ciudad de Magdala… También quiso el destino que el peligroso accidente ocurriera… casi enfrente de la puerta de una casa…”. “Ahora, María de Magdala le enseñaba…” la vida, el cuerpo, el amor. “Lo que me enseñas no es prisión, es libertad”. “Ahora me parece que he vuelto a nacer aquí en Magdala”. “Se encontraban protegidos y libres entre estas cuatro paredes, entre las cuales pudieron, por unos días, tallar un mundo a la simple imagen y semejanza de hombre y mujer, más a la de ella que a la de él, digámoslo de paso…”.
El segundo encuentro con Dios se produce en el lago durante 40 días.
“Ya no es un muchacho asustado, es un hombre” y quiere saber cuál es la parte del contrato que él tiene que cumplir. Su papel será de mártir para fundar una iglesia sobre la sangre del hijo de Dios. De este modo Dios extenderá sus dominios, más allá del pequeño pueblo judío, hasta los confines del mundo. Por ello obtendrá el poder y la gloria después de su muerte, en el cielo, junto a Dios.
Jesús Trató de romper el contrato y “se sintió vivo y alegre, con un vigor fuera de lo común” pero no pudo porque está en manos de Dios y terminó por aceptar: “entonces no tengo salida”, “hágase en mí tu voluntad”. La sangre de la oveja sacrificada en el primer encuentro tiñe ahora el lago. Dios le descubre el río de sufrimiento a lo largo de la historia y Jesús suplica
“Padre, aparta de mi ese cáliz, El que tú lo bebas es condición de mi poder y de tu gloria, No quiero esa gloria, Pero yo quiero ese poder”.
Después de este encuentro cumple como un autómata la voluntad de Dios pero, como hemos dicho, en la cruz, trata de rebelarse muriendo no como hijo de Dios sino como rey de los judíos. Pero de nuevo fracasa su intento porque resuena por toda la tierra la voz de Dios
“Tú eres mi Hijo muy amado, en ti pongo toda mi complacencia. Entonces comprendió Jesús que vino traído al engaño, como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida fue trazada desde el principio de los principios para morir así… y clamó al cielo abierto donde Dios sonreía, Hombres, perdonadle porque él no sabe lo que hizo”.
Al morir, semiconsciente, recuerda la conversación con José, su padre,
“Ni yo puedo hacerte todas las preguntas,
ni tú puedes darme todas las respuestas”
CONCLUSIÓN
Esta obra es un alegato contra explicaciones que, en vez de combatir el sufrimiento, parecen justificarlo y alentarlo con doctrinas de expiación dolorosa y de resignación ante la voluntad de Dios.
Bajo el relato subyace un enfrentamiento conceptual entre un humanismo naturalista y una religión centrada en el sufrimiento. Dios, el Dios judeocristiano, representa esa religión y se lleva todas las iras del cronista. Jesús nace en esa religión y es rescatado primero por el diablo – el dios Pan – y luego por la Magdalena, el amor humano.
Saramago podría haber arremetido contra la religión y haber respetado la imagen que Jesús tenía del Padre. Le ha impresionado más la imagen tiránica de Dios que ha captado de la religión, y ha preferido rescatar a Jesús de esa imagen. Una idea más aproximada sobre Dios aparece en otra obra de Saramago: “Dios es el silencio del universo, y el ser humano es el grito que da sentido a ese silencio”
Saramago no ha escrito un evangelio ni una biografía. Ha imaginado su propia epopeya sobre Jesús de Nazaret.
La teología, por su parte, ha desarrollado un concepto muy antropomórfico de Dios. Ha racionalizado demasiado el misterio, ha insistido en el poder absoluto de Dios, en el pecado y en la expiación. Y esto puede chocar con un sentimiento de libertad y de rechazo del sufrimiento.
De Jesús de Nazaret tenemos una imagen clara: su vida. Ésa es también para nosotros la imagen válida de Dios. “Quien me ve a mí, está viendo al Padre” (Jn 14,9). Aferrarse dogmáticamente a otras explicaciones puede alejarnos más que acercarnos a él.
La teología es necesaria porque la inteligencia se esfuerza por comprender. Fides quaerens intellectum, (la fe que busca comprender) según san Anselmo. Pero la teología es una explicación parcial de algunos aspectos del misterio; y por ser conceptual y parcial siempre admite réplica conceptual, y más aún desde una intuición holística.
Lo malo no es que Saramago no haya comprendido a Dios; porque nadie puede comprenderlo. Lo malo es que lo haya interpretado mal. Pero lo peor es que lo haya interpretado mal por nuestra culpa.
Gonzalo Haya
Fuente Fe Adulta
“Mis encuentros con José Saramago”
“Estamos celebrando el centenario del nacimiento del escritor portugués José Saramago, ateo convencido. Efectivamente, la vida y la obra de Saramago fueron una permanente lucha titánica con-contra Dios”
“Muchas son las definiciones de Dios con las que me he topado. Pero, sin duda una de las más bellas definiciones de Dios es la de Saramago: ‘Dios es el gran silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio'”
“Siempre se declaró ateo, y desde su ateísmo fue un crítico impenitente de las religiones, de sus atropellos, de sus engaños, sobre todo de las guerras y cruzadas convocadas, legitimadas y santificadas por ellas en nombre de Dios”
“Durante los últimos cinco años de su vida tuve el privilegio de disfrutar de su amistad y compartir experiencias de fe e increencia, de solidaridad y trabajo intelectual, en total sintonía. Cabe destacar el sentido solidario de la vida que le caracterizó. Por eso me atrevo a aplicarle el nombre de ‘Buen Samaritano’, parábola liberada de toda connotación religiosa”
Estamos celebrando el centenario del nacimiento del escritor portugués José Saramago, que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1998 por su capacidad para “volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”. Y lo estamos haciendo con diferentes actividades en reconocimiento a una de las figuras más señeras de la literatura del siglo XX en el horizonte ético de la liberación de los pueblos oprimidos, con los que siempre se mostró solidario y a quienes defendió de los imperialismos y supremacismos. El pasado 18 de junio celebramos otra efeméride significativa: los doce años de su fallecimiento, que dejó un gran vacío y una orfandad difícilmente superable en el mundo literario no solo hispano-portugués, sino también a nivel mundial y en terreno de la ejemplaridad moral.
El 30 de mayo pasado celebramos un “Acto literario en recuerdo del Premio Nóbel: JOSÉ SARAMAGO. ÉTICA Y LITERATURA”, organizado por la Fundación Siglo Futuro, con sede en Guadalajara, en el que intervinimos: Juan Garrido, presidente de ls Fundación Siglo Futuro, Pilar del Río, periodista, esposa del Premio Nóbel y presidenta de la Fundación José Saramago, Nativel Preciado, periodista y escritora, Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz, y yo mismo. En este este artículo voy a desarrollar algunas de las ideas que expuse en dicho evento en el que participaron 200 personas.
Durante los últimos cinco años de la vida de Saramago tuve el privilegio de disfrutar de su amistad y compartir experiencias de fe e increencia, de solidaridad y trabajo intelectual, en total sintonía. Dos fueron los momentos especiales de dicho disfrute y un tercero que no pudo celebrarse.
“Dios es el gran silencio del universo”
El primero tuvo lugar en Sevilla en enero de 2006. Caminábamos por las calles sevillanas José Saramago, su esposa la periodista y traductora de sus obras al castellano Pilar del Río, la pintora Sofía Gandarias y yo en dirección del Paraninfo de la Universidad Hispalense para participar en un Simposio sobre Diálogo de Civilizaciones y Modernidad. A las 9 de la mañana, al pasar por la plaza de la Giralda, comenzaron a repicar alocadamente las campanas de la catedral de Sevilla –antes mezquita, mandada construir por el califa almohade Abu Yacub Yusuf-.
–“Tocan las campanas porque pasa un teólogo”, dijo Saramago con su habitual sentido del humor.
-“No –le contesté en el mismo tono- repican las campanas porque un ateo está a punto de convertirse al cristianismo”.
En ese diálogo fugaz, la respuesta de Saramago no se hizo esperar:
“Eso nunca. Ateo he sido toda mi vida y lo seguiré siendo en el futuro”.
De inmediato me vino a la mente una poética definición de Dios que le recité sin vacilar:
-“Dios es el gran silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”.
-“Esa definición es mía”, reaccionó sin dilación.
-“Efectivamente, por eso la he citado –le contesté-. Y esa definición está más cerca de un místico que de un ateo”.
Mi observación le impresionó. Nadie le había dicho nunca nada parecido y le dio que pensar, sin por ello dejarse embaucar por mi ocurrencia. Efectivamente, la vida y la obra de Saramago fueron una permanente lucha titánica con-contra Dios. Como lo fuera la del Job bíblico –al que Bloch llama “el Prometeo hebreo”, quien maldice el día que nació, siente asco de su vida y osa preguntar a Dios, en tono desafiante, por qué le ataca tan violentamente, por qué le oprime de manera tan inhumana y por qué le destruye sin piedad (Job, 10). O como el patriarca Jacob, quien pasó toda una noche peleando a brazo partido con Dios y terminó con el nervio ciático herido (Génesis 32,23-33). No es el caso de Saramago, que salió indemne de las peleas con Dios y nunca se dio por vencido.
Muchas son las definiciones de Dios con las que me he topado a lo largo de mis cincuenta años dedicado a la teología, precedidos de la formación católica catequética de la escuela y la parroquia de mi pueblo. Fue allí donde aprendí la primera definición de Dios en el catecismo del padre Gaspar Astete, la repetí de carrerilla muchas veces y todavía soy capaz de hacerlo hoy:
“Dios es una cosa lo más excelente y admirable que se puede decir y pensar, infinitamente Bueno, Poderoso, Sabio, Justo, Principio y Fin de todas las cosas,[premiador de buenos y castigador de malos]”.
Durante mis estudios de teología tuve que dar cuenta de la demostración de la existencia de Dios conocida como el “argumento ontológico”, de Anselmo de Canterbury, del que Albert Camus decía con razón que no conocía a ninguna persona que hubiera dado su vida por defenderlo.
Pero sin duda una de las más bellas definiciones de Dios es la de Saramago que acabo de citar. La leí en sus Cuadernos de Lanzarote, de 1993, y la he dado a conocer doquiera he hablado del premio Nobel portugués. Lo recuerda el propio Saramago en O Caderno. Textos escritos para o blog. setembro de 2008-março de 2009 de esta guisa:
“Hace muchos años, nada menos que en 1993, escribí en los Cuadernos de Lanzarote unas palabras que hicieron las delicias de algunos teólogos de esta parte de Iberia, especialmente Juan José Tamayo que, desde entonces, generosamente me ofreció su amistad. Fueron estas: ‘Dios es el gran silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio’. Reconózcase que la idea no está mal formulada, con su quantum satis de poesía y su intención levemente provocadora bajo el sobreentendido de que los ateos son muy capaces de aventurarse por los escabrosos caminos de la teología, aunque la más elemental” (Companhia Das Letras, Sâo Paulo, 2009, p. 144).
Esta definición merecería aparecer entre las veinticuatro definiciones –con ella, veinticinco- de otros tantos sabios reunidos en un Simposio que recoge el Libro de los 24 filósofos (Siruela, Madrid, 2000), cuyo contenido fue objeto de un amplio debate entre filósofos y teólogos durante la Edad Media. Para un teólogo dogmático, definir a Dios como silencio del universo quizá sea decir poco.
Para un teólogo heterodoxo como yo, seguidor de las místicas y los místicos judíos, cristianos y musulmanes como el Pseudo-Dionisio, Rabia de Bagdad, Abraham Abufalia, Algazel, Ibn al Arabi, Rumi, Hadewich de Amberes, Margarita Porete, Hildegarda de Bingen, Maestro Eckhardt, Juliana de Norwich, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Baal Shem Tov) cristianos laicos como Dag Hammarksjlöd, indúes como Tukaram y Mohandas K. Gandhi, y la mística laica Simone Weil, es más que suficiente. Decir más sería una falta de respeto para con Dios, se crea o no en su existencia. “Si comprendes –decía Agustín de Hipona- no es Dios”.
Saramago en la presentación de Nuevo diccionario de Teología
El segundo encuentro tuvo lugar cuando le invité a presentar mi Nuevo Diccionario de Teología, publicado por la editorial Trotta a finales de 2005. Inicialmente su respuesta a mi invitación fue negativa. Yo atribuí su negativa a lo voluminoso del libro: 992 páginas a dos columnas, por tanto, cerca de dos mil páginas. Pero no, esa no fue la razón para rechazar mi invitación. El verdadero motivo era que a lo largo de tantas páginas no aparecieran las palabras “ateo” y “ateísmo”.
Efectivamente, no aparecían como entrada, pero sí al final, en la entrada TEISMO/ATEISMO. Cuando le advertí de ello, leyó con mucho interés los conceptos que más le interesaban y, por supuesto TEISMO/ATEÍSMO y aceptó participar en la presentación del libro junto con la filósofa Victoria Camps, celebrada en el Ateneo de Madrid. Hizo un elogio del Diccionario diciendo que era un libro fundamental tanto para personas ateas como para creyentes. Sus palabras confirmaron la orientación cultural y ética que quise dar a la obra desde el principio, muy alejada del carácter confesional y apologético que tienen no pocos diccionarios de teología.
Ateísmo y el “factor Dios”
Hubo un tercer encuentro programado que tristemente no pudo celebrarse por el fallecimiento de Saramago. Se trataba de un diálogo entre los dos. abierto al público en la biblioteca de su domicilio de Tías (Lanzarote) en torno a un tema que a ambos nos apasionaba “Ateísmo y el factor Dios”.
Saramago siempre se declaró ateo, y desde su ateísmo fue un crítico impenitente de las religiones, de sus atropellos, de sus engaños, sobre todo de las guerras y cruzadas convocadas, legitimadas y santificadas por ellas en nombre de Dios: “Una de ellas -afirma-, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones manda matar en nombre de Dios… Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción… han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana”. Con la historia en la mano, ¿quién va a negar tamaña verdad?
Pero la crítica de Saramago va más allá, y llega al corazón mismo de las religiones, a Dios mismo, en cuyo nombre, afirma, “se ha permitido y justificado todo, principalmente lo peor, lo más horrendo y cruel”. Y pone como ejemplo la Inquisición, a la que compara con los talibanes de hoy, califica de “organización terrorista” y acusa de interpretar perversamente sus propios textos sagrados en los que decía creer, hasta hacer un monstruoso matrimonio entre la Religión y el Estado “contra la libertad de conciencia y el derecho a decir no, el derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la palabra herejía significa”.
Esta denuncia de Dios se sitúa dentro de las más importantes e incisivas críticas de la religión, como las de Epicuro, Demócrito y Lucrecio, las de los profetas de Israel/Palestina, de Jesús de Nazaret y del cristianismo primitivo, las de los maestros de la sospecha Marx, Nietzsche y Freud, y las de ateísmo moral que niega a Dios por su responsabilidad en el sufrimiento de las víctimas.
Aun cuando Saramago pensaba que los dioses son creación de la mente humana, le preocupaban los efectos del “factor Dios” -título de uno de sus más célebres y celebrados artículos-, que está presente en la vida de los seres humanos, creyentes o no, como si fuese dueño y señor de ella, se exhibe en los billetes del dólar, ha intoxicado el pensamiento y ha abierto las puertas a las más sórdidas intolerancias.
En su novela Caín recrea la imagen violenta y sanguinaria del Dios de la Biblia judía, “uno de los libros más llenos de sangre de la literatura mundial”, al decir de Norbert Lohfink, uno de los más prestigiosos biblistas del siglo XX. Imagen que continúa en algunos textos de la Biblia cristiana, donde se presenta a Cristo como víctima propiciatoria para reconciliar a la humanidad con Dios y que vuelve a repetirse en algunos teólogos medievales que presentan a Dios como dueño de vidas y haciendas y como un señor feudal, que trata a sus adoradores como si de siervos de la gleba se tratara y exige el sacrificio de su hijo más querido, Jesucristo, para reparar la ofensa infinita que la humanidad ha cometido contra Dios.
El Dios asesino de Caín sigue presente en no pocos de los rituales bélicos de nuestro tiempo: en los atentados terroristas cometidos por falsos creyentes musulmanes que en nombre de Dios practican la guerra santa contra los infieles; en dirigentes políticos autocalificados cristianos, que apelan a Dios para justificar el derramamiento de sangre de inocentes en operaciones que llevan el nombre de Justicia Infinita o Libertad Duradera; en la política sacrificial del Estado de Israel que, creyéndose el pueblo elegido de Dios y único dueño de la tierra que califica de “prometida”, lleva a cabo operaciones de destrucción masiva de territorios, muros carcelarios y asesinatos de miles de palestinos.
Sentido solidario de Saramago
Junto a la crítica de la religión, de Dios y del “factor Dios”, cabe destacar el sentido solidario de la vida que caracterizó a Saramago. Desde la filantropía y sin apoyatura religiosa alguna, fue el defensor de las causas perdidas, algunas de las cuales se ganaron gracias a su apoyo. Cito sólo tres, de entre las más emblemáticas. Una, era la solidaridad con el pueblo palestino ante la masacre de que fue objeto entre diciembre de 2008 y enero de 2009 por parte del Ejército israelí que causó 1400 muertos, y que el Nobel portugués calificó de genocidio. La segunda, el apoyo y acompañamiento a la dirigente saharaui Aminatu Haidar durante su huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote. La tercera, haber destinado los derechos de autor de su entonces última novela a los damnificados del terremoto de Haití.
Mientras releía su novela Caín me vinieron a la memoria las palabras de Epicuro: “vana es la palabra del filósofo que no sea capaz de aliviar el sufrimiento humano”. También la afirmación del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, mártir del nazismo, que pagó con su vida su lucha contra Hitler “No estamos simplemente para vendar las heridas de las víctimas bajo las ruedas de la injusticia, estamos para trabar la rueda misma con la palanca de la justicia”.
En el caso de Saramago, sus palabras y sus textos no fueron vanos. Estuvieron cargados de solidaridad y de compromiso con las personas más vulnerables y los pueblos oprimidos, como el palestino, el saharaui y el haitiano. Por eso me atrevo a aplicarle el nombre de una parábola evangélica, quizá la más hermosa y de mayor contenido ético compasivo: el “Buen Samaritano”, liberada de toda connotación religiosa.
Esta parábola es, sin duda, una de las más severas críticas contra la religión oficial, leguleya e insensible al sufrimiento humano; una de las denuncias más radicales contra la casta sacerdotal y clerical, adicta al culto y ajena al grito de las víctimas, y uno de los más bellos cantos a la ética de la solidaridad, de la compasión, de la projimidad, de la alteridad, de la fraternidad-sororidad. Una ética laica, en fin, no mediada por motivación religiosa alguna.
El sacerdote y el clérigo, funcionarios de Dios, pasan de largo, peor aún, dan un rodeo para no auxiliar a la persona malherida. El samaritano, que estaba fuera de la religión oficial y era considerado un hereje para los judíos, aparece, a los ojos de Jesús y del propio jurista, como ejemplo a imitar por haber tenido entrañas de misericordia. Por su comportamiento humanitario, el hereje se convierte en sacramento del prójimo; por su actitud inmisericorde, el sacerdote y el levita devienen anti-sacramento de Dios: es la religión del revés o, si se prefiere, la verdadera religión, la que consiste en defender los derechos de las víctimas, caminar por la senda de la justicia y seguir la dirección de la compasión. Así entendieron la religión los profetas de Israel, los fundadores y reformadores de las religiones.
Se comparta o no la lectura de la Biblia judía que hace Saramago, creo que hay que estar de acuerdo con él en que “la historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros, ni nosotros lo entendemos a él”. ¡Excelente lección de contra-teología!
Cualquiera fuere la responsabilidad de Caín o de Dios en la muerte de Abel, queda en pie la pregunta que hoy sigue tan viva como entonces o más, y que apela a la responsabilidad de la humanidad en el actual desorden mundial, en las guerras y las hambrunas que asolan nuestro planeta: “¿Dónde está tu hermano”? (Génesis 4,9). Y la respuesta no puede ser un evasivo “No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?”, sino, siguiendo con la Biblia cristiana, la parábola evangélica del Buen Samaritano, que demuestra compasión con una persona malherida, que es religiosamente adversaria suya. ¡Excelente lección de ética solidaria!
Del blog Nova Bella:
“Somos ciegos que pueden ver,
pero que no miran”
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Personalmente apoyo a Ernesto, el gran poeta, escultor y místico, contemplativo y revolucionario, a quien conocí en su casa de Nicaragua tras visitar Solentiname, cuna de la Misa Campesina Nicaragüense, de la pintura primitivista y del que conservo una escultura que preside un lugar central en nuestra casa…
Hace casi dos años escribía en esta página que una de mis más felices experiencias fue poder orar en la iglesia de Nuestra Señora de Solentiname, en el lago Nicaragua/Cocibolca donde se cantó por primera vez esta misa, respirar el aire del archipiélago, hablar con Ernesto Cardenal… y ver cómo un colibrí aleteaba… Gracias Ernesto por la poesía que tanto me ha acompañado y por tu testimonio cristiano, místico y revolucionario
Poetas, escritores, periodistas y religiosos de todas las latitudes se unen en apoyo al sacerdote
La medida judicial agita el desarrollo del XIII Festival Internacional de Poesía de Granada (Nicaragua)
(Israel González Espinoza, corresponsal de RD en Nicaragua).- El poeta y sacerdote trapense Ernesto Cardenal denunció estar siendo víctima de una persecución política urdida por el gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo por medio del sistema de justicia nicaragüense, mientras se ha articulado un movimiento de solidaridad con el bardo que ha involucrado poetas, periodistas, intelectuales y religiosos que han exigido al régimen de Managua la suspensión del acoso gubernamental.
Éste martes, el padre Ernesto Cardenal dio las primeras declaraciones sobre la sentencia judicial que le obliga a pagar 17,2 millones de córdobas nicaragüenses (unos 750.000 euros) por supuestos daños, prejuicios, deterioro de bienes y pérdida de activos en un litigio por la propiedad de un hotel en la isla de Solentiname interpuesta por Nubia del Socorro Arcia Mayorga, viuda de Alejandro Guevara (líder formado en la comunidad que creó el sacerdote en la isla, fallecido en un accidente de tránsito en 1994) y exministra del primera administración de Ortega tras su retorno al poder tras 17 años de gobiernos de centro-derecha.
Rosario Murillo y Daniel Ortega… los “mandarines” de Nicaragua
“Me alegra que el mundo entero se esté enterando de que soy un perseguido político en Nicaragua. Perseguido por el gobierno de Daniel Ortega y su mujer, que son dueños de todo el país, hasta de la justicia, de la policía, y del Ejército. No te puedo decir más, porque esta es una dictadura”, le expresó el sacerdote -nominado en 2010 al premio Nobel de Literatura- a un periodista del portal de noticias socialdemócrata Confidencial.
Según el autor de “Hora 0” y “Oración por Marilyn Monroe y otros poemas“, le alegra que el mundo se esté dando cuenta que el gobierno de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo lo persiguen políticamente. Además, señaló a la pareja gobernante de Nicaragua de tener poderes omnímodos en todo el andamiaje del Estado nicaragüense. Enfático, el poeta y sacerdote no dudó en decir que el país ha regresado a una dictadura.
Señaló además que su única defensa es Dios y la solidaridad de las personas que lo están acompañando en éste momento. Las declaraciones del poeta y sacerdote se dieron en el marco de su participación en el XIII Festival Internacional de Poesía de Granada (FIPG-Nicaragua 2017), que este año reúne a 100 poetas de 91 países del mundo, en la considerada “capital turística de Nicaragua”.
Ernesto Cardenal recibe de manos de la Reina Sofía el premio con su nombre
La demanda contra Ernesto Cardenal ha levantado ampollas en el Festival, y varios poetas del mundo no han dudado en mostrar su enfado y sorpresa con la decisión de la justicia nicaragüense -controlada totalmente por el partido de gobierno-, de obligar al veterano sacerdote de 92 años a pagar una millonaria deuda que es vista dentro del país como una muestra de revanchismo político contra un hombre que ha dedicado su vida a trabajar por Nicaragua desde la poesía, el sacerdocio y el compromiso con la opción preferencial por los pobres.
“Ahora todo el mundo se está enterando, me alegra mucho esto, de que en Nicaragua yo soy un perseguido político. Me persigue el gobierno que tenemos, la pareja presidencial de Daniel Ortega y su mujer. Ellos son dueños de todos los poderes de Nicaragua. Tienen un poder absoluto, infinito, que no tiene límites, y ese poder está ahora contra mí. No tengo ninguna más defensa que Dios, que no me desampara… y tengo una solidaridad de muchas gentes que me está acompañando en estos momentos, pero no puedo decir más que esto, porque como es una dictadura, no puedo hablar más”, expresó Cardenal al redactor de Confidencial en la ciudad de Granada (45 kilómetros de Managua).
SOLIDARIDAD NACIONAL E INTERNACIONAL CON EL PADRE ERNESTO CARDENAL
La medida judicial contra Ernesto Cardenal no ha caído en gracia en la clase intelectual de Nicaragua, compuesta en su mayoría por artistas, poetas, escritores y periodistas que participaron activamente durante la década revolucionaria (1979-1990).
Sergio Ramírez junto a Silvio José Baez OCD
Sergio Ramírez Mercado, escritor, ex vicepresidente de Nicaragua (1985-1990) y premio Alfaguara de Novela 1998 escribió en su cuenta personal de Facebook un artículo de opinión titulado “Los jueces de Caifás”, en la que expresa que el poder le tiene “tirria a Ernesto Cardenal por ser tan grande y por hablar tan alto”.
“Cuando vengan los jueces de Caifás con sus tasadores oficiales a levantar inventario de lo que hay en esta casa (de Ernesto Cardenal) para confiscarlo todo, encontraran muy poco. Los mismos viejos muebles, sus libros en los estantes, esos sí, muchos, pero que seguramente no servirán a la voracidad de quienes quieren despojarlo por venganza. Tirria, decimos en Nicaragua. Le tienen tirria por ser tan grande y por hablar tan alto, por no callarse nunca”, señaló el escritor.
El autor de “Margarita está linda a la mar” (1998) y “¿Te dio miedo la sangre?” (1977), indicó que el único propósito de la sentencia judicial es despojar al poeta Ernesto Cardenal de lo poco que posee para dejarlo en la calle. Así mismo, invitó al sacerdote a mudarse a su casa (son vecinos en la misma colonia del centro de la capital nicaragüense) y a prepararse, porque muchos pugnarán para invitarlo a vivir con ellos.
“Al poeta más grande de Nicaragua le han notificado la sentencia condenatoria, urdida a medianoche, por medio de cédula judicial, como a alguien que no tiene domicilio conocido. El juez que lo ha condenado va a ordenar que lo saquen de esta casa para entregarla al demandante inventado por el poder que quiere humillarlo. Ninguna otra cosa puede esperarse. La pretensión es dejarlo en la calle. Eso sí, agrego, prepárese para una gran disputa, porque serán miles en Nicaragua los que querrán llevárselo a vivir con ellos también, un honor así no pasa tan fácilmente desapercibido, como no pasa desapercibida esta injusticia colosal a la que lo someten los jueces de Caifás”, finaliza el texto de Sergio Ramírez Mercado.
Ernesto Cardenal concelebrando con su hermano Fernando, jesuita
Si bien es cierto que desde la Iglesia Católica nicaragüense (a la que pertenece Cardenal en su calidad de sacerdote) no hay un pronunciamiento oficial, Monseñor Silvio José Báez Ortega, OCD. Obispo Auxiliar de Managua retuiteó en su cuenta personal oficial de Twitter @silviojbaez la publicación del escritor Sergio Ramírez Mercado “Los jueces de Caifás”.
También diferentes sacerdotes, religiosas en Nicaragua y América Latina, así como medios de comunicación como Amerindia en la Red se han hecho eco de la noticia.
Otros, como la activista feminista Sofía Montenegro y el periodista Carlos Fernando Chamorro Barrios condenaron el actuar de la justicia nicaragüense y compartieron la nota periodística de Religión Digital para hacerse eco que el “caso Cardenal” está a nivel internacional.
“Al poeta Cardenal se le absolvió en 2010 y ahora vuelve a salir un edicto absurdo. Aquí estamos todos los nicaragüenses para abrazarlo, para recibirlo en nuestras casas y defenderlo como merece”, manifestó a la agencia DPA la escritora Gioconda Belli, amiga de Cardenal, presente en el Festival de Poesía de Granada.
La poetisa mexicana Lina Zerón manifestó su desacuerdo con la medida, puesto que en su opinión Ernesto Cardenal ha contribuido al desarrollo del país centroamericano. “Es una injusticia terrible. Él ha sido fundamental para el desarrollo de Nicaragua”, dijo.
En una carta abierta, el escritor, guionista y periodista uruguayo Fernando Butazzoni calificó al presidente Ortega de “reyezuelo atrapado en su palacio, dizque casi príncipe consorte”, y expresó que bastaría una orden del mandatario para cesar el acoso contra Cardenal, exponente de la teología de la liberación.
“Hoy él es un anciano de 92 años, y es un patrimonio del idioma y de toda América latina. Tiene mucho más prestigio ahora que en 1979. A vos, Daniel, no te pasa lo mismo, aunque tenés mucho más poder y mucha más plata que en aquel entonces. Él es un cura decente, pobre y revolucionario, admirado en todo el mundo. Vos sos apenas un reyezuelo atrapado en su palacio, dizque casi un príncipe consorte. Todos sabemos que bastaría un gesto emanado de tu corte para que cesen los acosos y el encarnizamiento contra Ernesto Cardenal. Somos miles los escritores y artistas que, en todo el mundo, te exigimos desde hace años que dejes en paz al poeta. Muchos piensan que reclamártelo una vez más es un gesto inútil. En todo caso es un gesto de dignidad que bien merece el pueblo de Nicaragua. Te pido que lo consideres”, expresa Butazzoni, quien participó de la lucha revolucionaria contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle.
CAMPAÑA DE APOYO A CARDENAL DESDE ESPAÑA
Mientras tanto, la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET) desde España emitió un contundente comunicado de apoyo al poeta y sacerdote trapense, y reclama al gobierno del presidente Daniel Ortega Saavedra el retiro de la millonaria multa que la justicia del país centroamericano le ha puesto a Ernesto Cardenal, añadiendo que dicha medida “es una venganza del gobierno de Ortega”.
Así mismo, la RIET ha abierto nuevamente una campaña de apoyo internacional en favor del padre Ernesto Cardenal desde la plataforma virtual, como ya lo había hecho en 2008, durante los más álgido de la persecución del gobierno de Nicaragua contra disidentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), entre los que estaba el poeta y sacerdote; quién no ha dudado en denunciar la deriva totalitaria de administración de Daniel Ortega.
“La RIET siempre ha criticado este proceso ya que es evidente que responde a la instrumentalización judicial que se vive en Nicaragua y es una excusa para perseguir a Cardenal (no hay que olvidar que en 2005 fue declarado inocente). Así, la RIET llevó a cabo varias campañas mediáticas para dar apoyo a su presidente honorífico. En 2008 promovió ‘Escritores contra la Dictadura’ un documento que contó con el apoyo de todos los miembros de la RIET y de otras destacadas personalidades como José Saramago, Mario Benedetti, Joan Manuel Serrat, Mario Vargas Llosa, Almudena Grandes, Fernando Savater, Joaquín Sabina, etc”, señala parte del comunicado.
Según este mismo comunicado, la RIET iniciará esta semana a pedir la solidaridad mundial de sus miembros para con el padre Ernesto Cardenal, además abrirán un espacio en su plataforma web para que las personas puedan mostrar su descontento con la medida. Por último, informan que enviarán una carta de protesta a la embajada de Nicaragua en Madrid para solicitar al gobierno de Ortega el cese del acoso.
“La RIET ha decidido lanzar una nueva campaña a favor de Cardenal, y esta misma semana animará a sus miembros a que le hagan llegar su apoyo a través de la Red. Asimismo, la organización abrirá un apartado en su página web para que todo el mundo pueda expresar su rechazo a esta condena. Finalmente, la RIET enviará una carta oficial a la embajada nicaragüense en España en la que mostrará su rechazo a esta situación y solicitará al gobierno de Daniel Ortega y a la justicia nicaragüense que intervengan en este asunto, anulen la sanción económica y acaben para siempre con este proceso judicial que no sólo perjudica a Ernesto Cardenal sino también a la imagen que Nicaragua está proyectando al mundo”, finaliza el comunicado fechado el 13 de febrero del año en curso, desde la península ibérica.
Fuente Religión Digital
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