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Mario y José María: “¿Acaso no somos todos hijos del mismo Dios?”

Martes, 21 de enero de 2025
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Mario-Calvo-Maria-Lopez-Villa_2743835607_17512429_660x371Mario Calvo y José María López Villa

La pareja al que el cura de Basardilla negó la comunión da su testimonio

“Durante años hemos participado activamente en esta parroquia, hemos compartido nuestra fe, nuestras manos y nuestro tiempo para construir comunidad. Sin embargo, hoy sentimos que esa comunidad nos da la espalda”

“No se nos condena por ser homosexuales, sino por tener la valentía de compartir nuestras vidas, nuestro hogar, en un acto de amor sincero”

Tras una semana pensando y hablando con personas que han sufrido lo mismo (Rubén, gracias por tu apoyo y dar voz a lo que nos ha ocurrido), nos decidimos a escribir y mostrar el señalamiento que se nos hace a mí marido Jml Villa una mí por formar una familia y vivir nuestro amor como nos han enseñado nuestros padres y abuelos.

A la comunidad y responsables de la Iglesia de Basardilla:

Escribimos estas palabras con el corazón en la mano, llenos de tristeza, pero también con la esperanza de que sean escuchadas. Durante años hemos participado activamente en esta parroquia, hemos compartido nuestra fe, nuestras manos y nuestro tiempo para construir comunidad. Sin embargo, hoy sentimos que esa comunidad nos da la espalda.

Se nos ha prohibido comulgar y celebrar la Palabra, no por nuestra fe ni por nuestras acciones, sino por vivir con la persona que amamos. No se nos condena por ser homosexuales, sino por tener la valentía de compartir nuestras vidas, nuestro hogar, en un acto de amor sincero. Nos han advertido que nuestra situación es “irregular” y que debemos buscar una solución. Pero, ¿cómo podemos solucionar algo que no es un problema, sino una expresión del amor que Dios ha puesto en nuestros corazones?

Lo más doloroso es que ahora, quienes antes eran nuestra familia en la fe, nos señalan. Se nos marca como diferentes, como si amar de esta manera nos apartara de Dios. Incluso se ha hablado con nuestras familias, asegurándoles que ellos no tienen un problema, sino que el problema somos nosotros. Pero, ¿qué problema puede tener una persona que ama, que cuida a sus hijos, que sigue los mandamientos de Jesús, que vive con la conciencia tranquila de estar haciendo el bien?

¿Acaso no somos todos hijos del mismo Dios? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI un vecino pueda denunciar a otro por amar? ¿Dónde queda el mandamiento que nos llama a amar al prójimo como a nosotros mismos? El Jesús en el que creemos no es un Jesús que condena ni que excluye. Es un Jesús que abre los brazos, que come con los marginados, que rompe las barreras de su tiempo para enseñarnos que el amor está por encima de cualquier norma

Tomado de Segovia Audaz

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soy-homosexual-tengo-hijos-soy-catolico1Del Blog de Oswaldo Gallo Cor ad cor:

La crisis mediática de la diócesis de Segovia no se resolverá con más comunicados, ni con el cambio de obispo ni de párroco

Sobre la comunión eucarística para parejas homosexuales

“La crisis se resolverá el día en que la Iglesia quiera reconocer que tiene un problema muy serio con su comprensión de la moral sexual”

“Prohibir el acceso a la comunión sacramental a una pareja heterosexual u homosexual sin vínculo canónico es un tipo de segregación que clama al cielo: la eucaristía es el espacio incluyente por antonomasia”

Pensar que la doctrina de la Iglesia es inmutable como si de un monolito se tratara es negar la acción constante que el Espíritu Santo ejerce sobre ella

“Latente, discreta, a veces ahogada en sollozos, la gracia divina nos impele a hacer de la Iglesia signo de la acogida incondicional del Padre a todas sus creaturas, porque Él así las hizo y ha visto que todo cuando hizo es bueno!”

Hace tiempo escribí en este mismo espacio que quienes somos homosexuales y estamos casados vivimos una suerte de apartheid sacramental: oficialmente no podemos acercarnos a la confesión ni, por ende, a la eucaristía; mucho menos al orden sagrado o al matrimonio canónico. Tal grado de exclusión no tiene parangón. Se nos orilla a acudir a misas donde haya comunidades que no se escandalicen de ver a dos hombres tomados de la mano orando el Padrenuestro o dándose un beso en el momento de la paz, como haría cualquier pareja heterosexual ante la sana indiferencia de la comunidad.

La crisis mediática de la diócesis de Segovia no se resolverá con más comunicados, ni con el cambio de obispo ni de párroco; se resolverá el día en que la Iglesia quiera reconocer que tiene un problema muy serio con su comprensión de la moral sexual. A lo largo de los siglos ha tenido un juicio errado de temas como la democracia, la esclavitud, la dignidad de las mujeres, la pena de muerte o la naturaleza de la comunidad judía. Y si algo nos ha enseñado la historia de la Iglesia es que siempre que ha reconocido sus pecados, los frutos del Espíritu han sido generosos, porque “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”, afirma san Pablo.

Comunion_2743535644_17510294_660x371Prohibir el acceso a la comunión sacramental a una pareja heterosexual u homosexual sin vínculo canónico es un tipo de segregación que clama al cielo: la eucaristía es el espacio incluyente por antonomasia. Es el lugar donde la comunidad de creyentes rinde culto al Amor que se entrega día con día por la redención de la creación toda. Que este Amor se manifiesta en el compromiso de vida de dos personas adultas y responsables es algo que muchos curas pueden atestiguar: casos de parejas en una segunda unión, o de personas homosexuales que encontraron en su unión un espacio donde lo sagrado se vive no como parte de una herencia cultural sino como un encuentro cotidiano con el Dios vivo.

Pensar que la doctrina de la Iglesia es inmutable como si de un monolito se tratara es negar la acción constante que el Espíritu Santo ejerce sobre ella. El Concilio Vaticano II hizo una afirmación muy elocuente en este sentido, al afirmar que la Tradición “progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo, puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales” (Dei Verbum 8).

Apelar a la Escritura y la Tradición para juzgar las relaciones homosexuales como inmorales es un razonamiento muy reduccionista de la fe católica, puesto que la Tradición no se reduce a lo que ha sido afirmado, sino que implica lo que continúa sucediendo en la historia, con sus luces y sombras, con el avance del conocimiento y de la reflexión filosófica, con los testimonios de la comunidad marcada con el óleo de la salvación, comunidad que incluye, desde luego, a quienes somos creyentes y homosexuales. La acción cotidiana del Espíritu Santo “conduce a la Iglesia a la verdad total” (Lumen gentium, 4). Y mientras eso sucede, las personas LGBT+ enfrentamos una verdadera batalla contra el maligno, al que sólo puede desarmarse con la ayuda de la gracia. Nos resistimos a acostumbrarnos a la mirada displicente en misa, al cotilleo adusto en las casas parroquiales, a la exclusión sacramental. Latente, discreta, a veces ahogada en sollozos, la gracia divina nos impele a hacer de la Iglesia signo de la acogida incondicional del Padre a todas sus creaturas, porque Él así las hizo y ha visto que todo cuando hizo es bueno.

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“¿A cuántas parejas heterosexuales que conviven extramatrimonialmente le ha negado la comunión?”, por Agustina Espinal

“No debe tocar a la persona malherida porque quedaría impuro. Usted, como él, ha hecho lo correcto, código en mano”

“Me pregunto a cuántos feligreses más se les ha negado la comunión en su diócesis. ¿A algún universitario que ha desfasado de fiesta? ¿Quizá alguien que ha confesado haberse masturbado? ¿Al empresario que, tras un eficiente trabajo de ingeniería fiscal, se ha ahorrado una pasta y ha rematado marcando la X en la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta?”

Estimado señor obispo de Segovia:

A raíz de conocer el suceso que lo ha puesto en los titulares, quiero decirle que usted ha hecho lo correcto. Recordemos que el sacerdote de la historia del buen samaritano pasa de largo porque es lo que dice la ley. No debe tocar a la persona malherida porque quedaría impuro. Usted, como él, ha hecho lo correcto, código en mano.

Vayamos a la última cena. Jesús partió, bendijo y repartió el pan a los discípulos… menos a Judas, que ya lo había traicionado, y a Pedro, que sabía que lo iba a negar en un arrebato de cobardía. Es eso lo que dice su Biblia, digo yo. Debe de ser que tenemos Biblias distintas porque en la mía dice que Jesús reparte el pan a todas las personas que participan de esa última cena. Comparte el pan incluso con Pedro, ¡tan pecador como símbolo de la comunión eclesial!

En su Biblia también debe de decir que un día los discípulos tenían hambre y le preguntaron a Jesús qué hacer. Jesús, como buen conocedor de la Ley, les dijo: pues toca aguantar porque es sábado y está prohibido salir a buscarse el pan. En la mía dice que los discípulos se pusieron a arrancar espigas con la autorización de Jesús.

Me pregunto a cuántos feligreses más se les ha negado la comunión en su diócesis. ¿A algún universitario que ha desfasado de fiesta? ¿Quizá alguien que ha confesado haberse masturbado? ¿Al empresario que, tras un eficiente trabajo de ingeniería fiscal, se ha ahorrado una pasta y ha rematado marcando la X en la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta? ¿Alguien de quien han sabido que maltrata a sus familiares o amistades? ¿A cuántas parejas heterosexuales que conviven extramatrimonialmente?  Dígame, siento curiosidad por saber a quién más se le ha aplicado la ley de ese código penal. Perdón, canónico.

Sienta paz, usted ha hecho lo correcto, señor obispo. Solo una cosa más, ¿quién cree usted que obró bien en la historia del buen samaritano? Que yo sepa, usted y el cura implicado en esta historia, son sacerdotes cristianos, no judíos. Supongo que también sabrá que ese concepto de ser difícilmente merecedor de recibir la comunión viene especialmente de la influencia de ideas medievales extracristianas. Y que yo sepa, usted y su colega tampoco son sacerdotes conversos provenientes de un arcaico culto magicorreligioso germánico.

Parafraseándole a usted mismo, le insto a que se retracte de su afirmación pública en defensa del sacerdote segoviano sin el conocimiento preciso de la Sagrada Escritura y con motivaciones ideológicas que van en contra del mensaje del Evangelio sobre este particular.

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Fuente Religión Digital

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , ,

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