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J. L. Sicre, Evangelio de Marcos, libro de Navidad para el 2021

Jueves, 24 de diciembre de 2020
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131904313_1736438553199996_2534370612287287678_nDel blog de Xabier Pikaza:

José Luis Sicre, uno de los pocos clásicos vivos del estudio de la Biblia en lengua castellana, ha publicado una guía de lectura y comentario del Evangelio de Marcos, para el próximo 2021.

Marcos no incluye un relato de Navidad, pero ofrece el punto de partida y la clave de comprensión no sólo del nacimiento, sino de la vida y presencia de Jesús a lo largo de los siglos. Este libro de Sicre, maestro de exegetas y guía de estudiosos de la Biblia, será para muchos el mejor testimonio de la Navidad a lo largo del 2021.

Gracias, José Luis, por acudir nuevamente a la cita de los que queremos recorrer, como tú y contigo,  el camino de la Biblia y de la vida de la Iglesia, desde esta Navidad 2020. Felicidades a Verbo Divino  por publicar esta obra.

Sicre, José Luis (1940- ).

               Exegeta y teólogo, de la Compañía de Jesús. Nació en Cádiz, estudió en el Instituto Bíblico de Roma y ha enseñado en la Facultad de Teología de Granada, de San Miguel de Buenos Aires y en el Instituto Bíblico de Roma. Ha colaborado con L. Alonso Schökel en la elaboración de un comentario básico a los Profetas I-II (Madrid 1980); cf. también sus grandes comentarios a Job (con L. Alonso, Madrid 1983) y  Josué(Estella 2002).

Se ha especializado en el estudio de la tradición profética y mesiánica de Israel, ofreciendo una aportación muy significativa en la visión de Dios y la riqueza-pobreza en la Biblia, y en el mensaje de transformación personal, social y religiosa  de los profetas, como muestran: Los dioses olvidados (Madrid 1979); Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas… (Madrid 1985).

Ha ofrecido también una visión de  la historia y contenido de la Biblia:  Introducción al Antiguo Testamento (Estella 2011);  Las tradiciones del Pentateuco en la época del exilio (Estella 1999); De David a Moisés (Estella 1995).

   Su obra más significativa en perspectiva de narración didáctica es  quizáEl Cuadrante, que consta de cuatro volúmenes: (I. La búsqueda. II. La apuesta. III. El encuentro. IV. Memoria de Andrónico. Parte novelada del El Cuadrante (Estella 1999/2000). En ella, de la mano de Andrónico, personaje de ficción, Sicre va ofreciendo un panorama certero y hermoso de la historia de las comunidades en donde se mantuvo la tradición de la historia de Jesús y de donde surgieron los sinópticos.

    Publicó hace un año el Comentario y guía del evangelio de Mateo (Estella 2019), como introducción a las lecturas del año litúrgico (ciclo A).  Fielmente, publica ahora, con mano de maestro, la introducción y comentario a las lecturas del ciclo B, para el año 2021.

La obra

     Quien quiera conocer el índice del libro, con la introducción donde presenta sus  temas principales puede acudir a la extensa y valiosa presentación editorial del libro, que culmina con una bibliografía básica, de la que recojo únicamente su referencia a los Comentarios científicos: Además del clásico de J. Gnilka, El evangelio según san Marcos l (2 vols.; Salamanca: Sígueme, 1986-1987), tenemos tres grandes comentarios:

  1. Marcus, El evangelio según Marcos (2 vols.; Salamanca: Sígueme, 2011);
  2. Mateos y F. Camacho, El evangelio de Marcos. Análisis lingüístico y comentario exegético (3 vols.; Córdoba-Barcelona: El Almendro-Herder, 1993-2016);
  3. Pikaza, X., El evangelio de Marcos. La Introducción al evangelio de Marcos, 37 Buena Noticia de Jesús (Estella: Verbo Divino, 2012).

Véanse también:

  1. Carrillo Alday, S., El evangelio según san Marcos (Estella: Verbo Divino, 2008);
  2. Castro Sánchez, S., El sorprendente Jesús de Marcos (Madrid: UP Comillas, 2005);
  3. Navarro, Marcos (Estella: Verbo Divino, 2006).

El momento de Marcos

Marcos supo trazar en su evangelio la biografía pascual de Jesús Nazareno, el Crucificado (16, 6), y lo hizo de un modo tan intenso que su obra fue y sigue  siendo clave todavía para entender el cristianismo.

Cuando parecía que la división de visiones del Cristo y de prácticas sociales de las comunidades podía conducir al  surgimiento de iglesias totalmente distintas, cuando la caída de Jerusalén, destino y meta del proyecto de Jesús, parecía implicar el derrumbamiento de todo el cristianismo, Marcos supo volver a la raíz y elevarse de nivel, situando en el centro de todos los posibles cristianismos la figura (biografía) humana de Jesús, reinterpretada desde una perspectiva de pascua, pues, a su juicio, en la recta comprensión de la vida y muerte de Cristo se encuentra la respuesta a todos los problemas de la vida humana (y en especial de la Iglesia). En esa línea, el evangelio de Marcos podría titularse: “Para renacer en  Cristo: Muerte y vida del resucitado como Navidad mesiánica”.

 No les faltaba entonces (hacia el año 70) ni nos falta hoy (2020/2021)  a los cristianos  buena reflexión de fondo. Pablo había trazado ya en sus cartas la novedad del evangelio; Pedro y Santiago, hermano del Señor, habían desplegado también sus visiones del Cristo (aunque no las escribieron o no conservemos sus escritos). Hubo otros grandes pensadores como Apolo (cf. Hech 18, 24; 1 Cor 3, 4-6). Había buenas teologías. Pero Marcos fue el primero que, asumiendo y recreando tradiciones anteriores, trazó (narró) la historia pascual de Jesús, al que presentó como centro del cristianismo, cuando todo parecía derrumbarse, tras el 70 d.C., cuando muchos suponían que no había solución (cayó Jerusalén, su templo; no había venido Jesús como esperaban los cristianos primeros).

Pues bien, en ese momento, Marcos pensó que la respuesta era contar la historia “real” (esto es, pascual) de Jesús, el mesías galileo a quien habían matado en Jerusalén, según ley, porque anunciaba y preparaba la llegada del Reino de Dios. Esa historia suponía una vuelta atrás, pues en vez de mirar al futuro y mostrar lo que había de venir, Marcos insistió en la vida de aquel que había muerto, centrando así en Jesús (profeta campesino de Galilea) la verdad del evangelio y trazando desde Galilea (no de Jerusalén) un camino apasionante de vida y esperanza. La historia que Marcos contó de esa manera fue y sigue siendo un prodigio literario, teológico y humano: Es el relato (narración fundante) del “fracaso mesiánico” (esto es, salvador) de Jesús Nazareno, que anunció la llegada del Reino de Dios en Galilea y que fue asesinado en Jerusalén, para  volver a extender su mensaje desde Galilea, como Cristo y Señor resucitado, Hijo de Dios, a través de sus seguidores.

Jesús no fue Cristo por haber “levantado en armas” al pueblo de Jerusalén, y haber vencido en la guerra final, sino por haber muerto, por fidelidad al mensaje de Dios, siendo asesinado precisamente en Jerusalén. Pues bien, mirados desde esa perspectiva, los terribles acontecimientos del 70 d.C. podían y debían entenderse como elementos de una historia salvadora, y así, en la línea de los viejos profetas de Israel (como Jeremías), Marcos pudo afirmar que la misma ruina del templo de Jerusalén formaba parte de la historia de salvación, querida por Dios, que los seguidores del Cristo retomaban desde Galilea.

 Marcos no es una “historia de puros hechos” (una crónica) de Jesús, sino un evangelio, es decir, una biografía mesiánica y eclesial, filtrada e interpretada (actualizada) a lo largo de cuarenta años de vida eclesial, en una línea paralela a la de Pablo, reflejando así las carestías y las aportaciones de los grupos cristianos en los años decisivos del surgimiento y consolidación de las comunidades, desde la muerte de Jesús (30 d.C.) hasta los años 70 en que Marcos escribe su libro.

Ciertamente, Marcos quiso escribir sobre Jesús, pero no sobre el puro Jesús del pasado (en la línea de aquello que Pablo llama el Cristo de la carne: 2 Cor 5, 16), sino sobre Jesús el Cristo (Jesucristo, Hijo de Dios; Mc 1, 1), cuya memoria se ha conservado e interpretado en las comunidades, a pesar de que parecieran más urgentes otros temas (la muerte/resurrección de Jesús y su venida final). De esa forma, desarrollando rasgos y momentos que quedaban velados en  Pablo (que se centra en el Hijo de Dios, que el Cristo resucitado), Marcos ha querido recuperar (sin duda, desde la fe pascual), las obras y el destino del Jesús-Mesías, Hijo de Dios, que no ha sido ni es héroe mítico, ni figura angélica, ni “hipóstasis” de Dios, pero tampoco un mesías davídico fracasado (como parece suponer Rom 1, 34), sino un profeta mesiánico, mensajero del Reino de Dios, que murió crucificado precisamente por aquello que hacía y decía. Por eso es importante la historia humana (mesiánica) de Jesús resucitado.

Esa historia humana de Jesús, que en un sentido (a juicio de Pablo) ha sido un pretendiente mesiánico crucificado, viene a mostrarse para Marcos, en un nivel más alto, como presencia y revelación salvadora del mismo Hijo de Dios. Marcos vuelve así a Jesús como personaje histórico, recogiendo en su evangelio algunos rasgos esenciales de su biografía, situándonos de nuevo (y para siempre) ante la Navidad pascual de Jesús.

 Algunos datos básicos de esa vida de Jesús (que era judío, que murió crucificado por Poncio Pilato, que sus discípulos afirmaron que había resucitado…) los conocemos en parte por otras fuentes cristianas (especialmente por Pablo, de quien hemos hablado) y no cristianas (como Flavio Josefo). Pero ha sido Marcos quien los ha recogido y reinterpretado desde su misma experiencia eclesial, con los ojos de la fe, que le permiten descubrir y presentar a Jesús como revelación definitiva de Dios. En una línea, podemos afirmar que Jesús ha sido un mesías “fracasado” de Israel (como decía Pablo, persiguiendo a los cristianos de Damasco); pero, en otra línea, en perspectiva de fe, descubrimos con Marcos que ese mismo Jesús, crucificado y maldito (cf. Gal 3, 10.13), ha sido en su historia y sigue siendo, por la pascua, el salvador de Dios para Israel y para todas las naciones.

Marcos ha escrito, según eso, la historia mesiánica (pascual) de Jesús, de manera que nos sitúa ante su verdadero nacimiento en la vida de los hombres, en la Iglesia.Esto es lo que J. L. Sicre ha querido poner de relieve esta guía de lectura y comentario litúrgico del evangelio para el año 2021. Marcos escribe, pues, desde la fe (desde eso que se suele llamar el Cristo de la fe), pero lo hace de un modo histórico, recuperando, organizando y reformulando en su perspectiva creyente los datos más significativos de la vida  y mensaje de Jesús. Escribe desde la fe, pero de un modo históricamente fiable (pues la misma fe se lo exige), ofreciendo así, con sus “seguidores sinópticos” (Mateo y Lucas, y en otro nivel  con Juan Evangelista) una biografía “verdadera” de Jesús.

Escribe desde la fe, pero no puede “inventar” porque son muchos los que todavía, en su tiempo, en torno al año 70, pueden recordar de un modo directo o indirecto la línea básica de la historia de Jesús, que sucedió cuarenta años atrás (sobre todo, si pensamos que él escribió su evangelio en una zona no muy lejana de Galilea, como puede ser Damasco). Eso significa que Marcos podía (y debía) perfilar e interpretar los datos de la vida de Jesús, pero no inventarlos, pues en su comunidad existía ya una “figura” de Jesús, bastante bien perfilada.

En ese sentido, podemos afirmar que (como hace J. L. Sicre a lo largo de este comentario) que Marcos nos ha ofrecido a un Jesús recordado y actualizado. (a) Es un Jesús recordado, no sólo en las narraciones o relatos que se contaban entre los cristianos, sino también, y de un modo especial, en la liturgia y en la predicación, en la oración y en la forma de vida de las comunidades cristianas. (b)Es, al mismo tiempo, un Jesús actualizado y reinterpretado por el mismo Marcos, en la línea de lo que hemos puesto de relieve en el apartado anterior, al hablar de Pablo. (c) Es, finalmente, un Jesús que nosotros, cristianos del siglo XXI, en momento de gran crisis personal y social, en medio de las diversas pandemias que nos azotan, podemos y debemos recrear, con la ayuda de J L. Sicre.

 

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Comienzo de la actividad de Jesús. Domingo tercero Tiempo Ordinario. Ciclo A.

Domingo, 26 de enero de 2014
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Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En los dos domingos anteriores estuvimos junto al río Jordán, para recordar el bautismo de Jesús y el testimonio que ofreció de él Juan Bautista. La liturgia da ahora un salto notable. Omite las tentaciones de Jesús (que se leerán el primer domingo de Cuaresma) y nos sitúa en un momento posterior, cuando Herodes, molesto por la predicación de Juan, decide meterlo en la cárcel. Lo que ocurre luego lo cuenta el evangelio de Mateo del modo siguiente (Mt 4,12-23). Este pasaje podemos dividirlo en tres partes.

 

1. LA ACTIVIDAD INICIAL DE JESÚS
            Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» 
            Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
            ‒ Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.
           
            Quien se sienta desconcertado por la presentación inicial de Jesús, poniéndose en la fila de los pecadores para bautizarse, tiene motivos para desconcertarse todavía más al leer los comienzos de su actividad. Dicho en palabras muy rápidas, lo primero que hace es huir; lo segundo, actuar en la región más olvidada; lo tercero, repetir al pie de la letra la predicación de Juan Bautista. Pero todo esto encierra un misterio que Mt nos ayuda a desentrañar. Una vez más, para comprender este pasaje conviene compararlo con el de Marcos, que presenta los hechos del siguiente modo.
            «Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia».
            La breve noticia de Marcos contiene tres datos: 1) momento en que comienza a actuar Jesús; 2) lugar de su actividad (Galilea); 3) contenido de su predicación. Mt modifica el primero y el tercero y amplía el segundo.

 

            Momento de actividad

 

           Es una pena que los evangelistas sean tan sobrios, porque el primer dato resulta más profundo de lo que parece a primera vista. Jesús no empieza a actuar hasta que encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan.
           
Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase a Jesús igual que nos habla a nosotros, a través de los acontecimientos. Y el gran acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.
          
  Pero hay una diferencia muy sutil entre Mc y Mt. Según Mc, en cuanto encarcelan a Juan comienza Jesús a predicar. Según Mt, lo primero que hace Jesús es retirarse a Nazaret. Desde un punto de vista histórico y psicológico parece una interpretación más adecuada, que abre paso también a una visión más humana de Jesús, como si se tomase un tiempo de reflexión y decisión.

 

            Lugar de actividad

 

            Mc decía simplemente que «Jesús se fue a Galilea». La elección del lugar de actividad es sorprendente, más aún que en el caso de Juan Bautista. Juan no predica su mensaje de penitencia en Jerusalén, pero el lugar donde actúa está lleno de reminiscencias simbólicas. El desierto es el lugar donde se espera la manifestación de Dios. Jesús se retira a una región que carece de importancia dentro de la historia judía, incluso conocida con el despreciativo nombre de “Galilea de los paganos”.
           
Desde un punto de vista histórico, la elección de Galilea por parte de Jesús tiene sus ventajas y sus riesgos. Ventajas: moverse en una región conocida, y la posibilidad de escapar fácilmente hacia el norte en caso de persecución. Riesgo: proclamar su mensaje en la zona más politizada de Palestina, en un ambiente bastante revolucionario, que se presta a graves conflictos.
           
Dentro de Galilea, escoge Cafarnaúm, ciudad de pescadores, campesinos y comerciantes, lugar de paso, que le permite el contacto con gran variedad de gente y un fácil acceso a los pueblecitos cercanos.
          
  Sin embargo, Mt ve las cosas de forma distinta que el historiador moderno. La elección de Galilea le recuerda una profecía de Isaías, en la que se habla de las terribles desgracias sufridas por esa región durante la invasión asiria del siglo VIII a.C. y se le anuncia la salvación para el futuro.
         
   Para Mateo, lo esencial es que Jesús no va a dirigirse a la gente importante, a los que pueden cambiar el mundo, sino a “los que habitan en tinieblas”, “los que habitaban en tierra y sombra de muerte”. La gente más despreciada y olvidada (campesinos y pescadores) será el primer auditorio de Jesús. Para ellos se convierte en una “gran luz”.

 

            El mensaje inicial

 

   Mc dice: «Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia». La fuerza recae en la inminencia del reinado de Dios, con lo que supone de buena noticia que exige el arrepentimiento. Estas palabras podían provocar la impresión ‒y de hecho la crearon‒ de que el fin del mundo era inminente. Las primeras comunidades cristianas vivieron casi con angustia esta sensación.
         
   Mt, que escribe hacia los años 70/80, quiere evitar este equívoco y, al mismo tiempo, subrayar la idea del arrepentimiento. Para ello, las dos afirmaciones de Mc las resume en una sola: «arrepentíos, que el reinado de Dios está cerca“. Al suprimir las palabras “se ha cumplido el plazo”, evita la impresión de que el fin del mundo es inminente.
          
  Por otra parte, aunque este resumen del mensaje coincide por completo con el de Juan Bautista (3,2), no debemos interpretarlo como falta de originalidad por parte de Jesús, sino como un acuerdo básico con la predicación de Juan. Ambos coinciden en lo esencial y esto debe provocar en el lector del evangelio el interés por el tema. De hecho, Mt esta insinuando aquí lo que será el contenido primario del mensaje de Jesús: en qué consiste el Reino de Dios y cómo se puede formar parte de él.

 

2. LOS PRIMEROS DISCÍPULOS
            Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
            ‒ Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.
            Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
            Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
            La segunda escena es capital para comprender a Jesús. Desde el primer momento busca unos discípulos que le acompañen y ayuden en su tarea. No es el predicador solitario, ni el individualista que piensa poder hacerlo todo por sí solo.
           
En este contexto encaja el llamamiento de los cuatro primeros discípulos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Mateo, siguiendo a Marcos, presenta los hechos de la forma más normal del mundo. «Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos…» Esto provoca extrañeza en el lector. ¿Es posible que cuatro muchachos sigan a Jesús sin conocerlo? Quien ha leído el evangelio de Juan sabe que Jesús los conoció cuando el bautismo.
           
Pero estos detalles psicológicos e históricos no les interesan a Mt y Mc, que prefieren presentar de forma radical el seguimiento de Jesús. El relato de Mt es casi idéntico al de Mc. Sólo hay una diferencia de detalle, que puede parecer mínima, pero que considero significativa. Mc dice que Santiago y Juan, al ser llamados por Jesús, «dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él». Mt suprime la mención de los jornaleros, con lo cual la escena resulta más dura para el padre y los hijos. Resuena aquí el tema del seguimiento de Jesús, que será esencial en el evangelio.

 

3. RESUMEN
            Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
            Esta frase tan breve puede pasar desapercibida. Pero supone un complemento esencial a lo dicho en el punto 1. Allí, la actividad de Jesús se centra en la enseñanza. Aquí, la enseñanza va acompañada de la acción: recorre, enseña, proclama, cura.
Curar enfermedades y dolencias ocupa gran parte del tiempo de Jesús. Hace dos domingos, Pedro resumía todo con las palabras: «pasó haciendo el bien».
Pero hay en este resumen algo que generalmente no valoramos: Recorría toda Galilea. Supone esfuerzo, sacrificio, pasar de 38º en el lago a pueblecillos nevados en invierno. Por eso añado un complemento sobre esta región tan importante en la vida de Jesús.

 

COMPLEMENTO: GALILEA

 

           «Quedaba comprendida entre el Jordán, el Líbano, la llanura fenicia, el monte Carmelo y la llanura de Yezrael. Sus dimensiones eran 70 km de largo por 40 de ancho. Según Josefo estaba dividida en dos regiones, la Alta y la Baja, delimitadas geográficamente por el valle que corre hacia Tolemaida (Acco). La Alta Galilea se sitúa entre los 600 y los 1200 m con el Jermak como altura máxima. En cambio, la Baja Galilea está entre los 300 y los 600 m: el monte más alto, el Tabor, tiene 588 m.

 

En la Baja Galilea comienza Jesús su actividad y en ella reside la mayor parte del tiempo. No debemos imaginarla como una zona pobre y marginada. La antigua alusión que encontramos en el libro de Isaías (“Galilea de los paganos”) ha jugado una mala pasada a muchos lectores del evangelio. Es cierto que en el Antiguo Testamento Galilea cuenta muy poco. Pero en tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma Flavio Josefo en el libro tercero de la Guerra judía (BJ III, 41-43).

 

Wilkinson admite para Séforis una población de 50.000 habitantes; Josefo indica 40.000 para Tariquea y Jotapata; y para Jaffa, el “pueblo” más grande de Galilea, muy cercano a Nazaret, 17.130 personas. Según Wilkinson, ya que Josefo habla de 204 pueblos, admitiendo un promedio de 500 habitantes, tendríamos unos 365.000 para toda Galilea.

 

Más importante que el número es la población en sí misma. Galilea, tras numerosas vicisitudes, en tiempo de Jesús se ha estabilizado como región judía. Sólo en Séforis y Tiberíades abunda el elemento pagano. Sin embargo, los judíos del sur no sentían gran estima de los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).»

 

Tomo estos párrafos de José Luis Sicre, El cuadrante. Parte IILa apuesta, Editorial Verbo Divino, Estella 1997, p. 45-46. Todo el capítulo 2 de esa obra lo dedico a “La tierra que conoció Jesús” (págs. 29-52).

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