Dom 3. Ciclo b. El evangelio del día lo he visto varias veces en este blog:
Habla de Jesús que llama a sus 4 primeros: Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, para la tarea de su Reino (Mc 1, 14-20).
Hoy quiero fijarme en la primera lectura, tomada del libro de Jonás, a quien Dios llamó para predicar en Níniva, ciudad que era entonces y es hoy (con sus ruinas, al lado de Mosul, ver mapa) el centro del Estado de ISIS, uno de los lugares más difíciles y problemáticos del mundo.
Nínive era entonces la capital del imperio de Asiria, quizá el primero de todos los “estados mundiales”, que quiso conquistar el orbe a sangre y fuego, para entregarlo en manos de un Dios de venganza y violencia, que se impuso desde el desierto de Oriente hasta el mar Mediterráneo, dominando sobre israelitas y judíos, hacia el año 700 a.C. Contra Nínive dirigieron Isaías y otros profetas muy duras palabras de crítica y de sátira mordaz.
Las ruinas de Nínive se siguen alzando misteriosas, amenazantes y sagradas, muy cerca de Mosul, la capital de Isis, de donde están llegando las noticias más impactantes y duras de nuestro duro tiempo: Se queman iglesias, se crucifica a cristianos, se lanza al vacío a los homosexuales.
En otro tiempo, Dios mandó hasta Nínive a su profeta Jonás, como sigue contando de forma emocionada una de las más bellas historias de la Biblia.
El Dios de Cristianos y Musulmanes (y judíos) debería enviar hoy alguien a Nínive/Mosul, para anunciar el castigo de sus nuevos asesinos, con un resquicio abierto a la esperanza (y con una llamada de conversión, no sólo para Nínive/Mosul, sino para los buenos de Jerusalén y de las nuevas tierras de occidente, en la línea del mismo Jonás, que debió convertirse primero, en el vientre de la “ballena”).
En otro tiempo, Jonás fue a Nínive/Mosul, y logró la “conversión” no sólo de Nínive/Isis, pues él debió convertirse primero (como hoy, debemos convertirnos primero nosotros, antes de predicar a ISIS. ¿Podremos hacerlo, nosotros y los de ISIS, como sugiere este libro de JONÁS?
Quien quiera hacer hoy (esta semana) una “obra buena” busque en su Biblia, lea y aplique para nuestro tiempo el libro de Jonás, es pequeño, puede leerse en poco más de media hora. Quien tenga menos tiempo, puede leer mi comentario. No hago aplicaciones, que las haga el lector.
Nínive era entonces un lugar difícil. También es hoy difícil Nínive/Mosul. ¿Cómo ir, qué hacer allí? Estas son las preguntas que plantea el texto de hoy:
— ¿Cómo pueden prepararse los profetas para ir hasta allí, como Jonás, a cuerpo, superando el miedo, sin escaparse a las minas de Tarsis, la tierra del oro y la plata?
— Y nosotros ¿quiénes somos para criticar a Nínive/Isis, si no cambiamos como Jonás? ¿Somos falsos Jonás, llamados a la conversión, o somos ninivitas de Isis o de sus aliados?
— ¿Tendrán que convertirse ellos primero o también nosotros, quién empieza? ¿No nos queda más remedio que las bombas, de un lado o del otro?
Imágenes:
1. Mosul, en la vieja tierra de Nínive
2-3. Isis, matando lanzando homosexuales al vacío, matando cristianos
4.Mapa con las tierras irredentas de ISIS
1. Dios clemente y misericordioso: Nínive y Jonás (Jonás 3-4).
Jonás fue un resucitado, como aquellos de que habló Ezequiel . Quiso escapar a Tarsis, extremo legendario de la tierra, en A-Andalus, como ahora dicen muchos; pero en el mismo camino de evasión le alcanzó Dios con su voz y con su mano le introdujo en las entrañas del gran pez haciéndole pasar por la experiencia de la muerte (Jon 2-3).
Era un fugitivo resucitado. Dios quiso enviarle a la ciudad del crimen, a Nínive la inmensa, para anunciar allí en final de su paciencia (¡diles que su maldad ha llegado hasta mí! 1,2). Pero se negó,, tomando el barco en dirección de huida, hasta caer sepultado en un vientre de ballena, convertido en pura angustia. Pero Dios le ha liberó y así, como testigo de piedad suprema, expresión de un poder hecho perdón llegó hasta Nínive.
Son Jonás todos aquellos que, arrancados de la angustia, en experiencia liberada (perdonados) han de llevar mensaje de gracia a los demás. Por eso, contar la trama de Jonás significa contar su propia historia. Nínive es el mundo inmenso que nunca acabaremos de explorar, ciudad de duros contrastes, de admirable grandeza y de violencia que lleva hacia la muerte. Solemos pensar que Dios odia a la ciudad, por eso hemos querido escapar de ella; también nosotros la odiamos y deseamos a veces su muerte. Pero vengamos al profeta:
De nuevo vino la palabra de Yahvé sobre Jonás: -Levántate y vete a Nínive, la gran capital, y pregona allí el pregón que te diré. Se levantó Jonás y fue a Ninive, como le había mandado Yahvé. Ninive era una ciudad enorme (=¡de Dios!);hacían falta tres días para atravesarla.
Y comenzó Jonás a entrar en la ciudad y caminó durante un día pregonando: ¡Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada! Los ninivitas creyeron en Dios, pregonaron un ayuno y se vistieron de saco desde los grandes a los pequeños. Llegó la noticia al Rey de Nínive y se levantó de su trono, se quitó su manto y se vistió de saco y se sentó en tierra; y mandó proclamar a Nínive, de parte del rey y sus nobles:
-Que humanos animales, vacas y ovejas no prueben bocado, no pasten ni beban; que vistan de saco humanos y animales, que invoquen a Dios con toda fuerza; y que se convierta cada uno de su mala vida y de las injusticias que haya cometido. ¡Quizá Dios se convierta y arrepienta, y se vuelva de su ira, de manera que no perezcamos!
Y vió Dios sus obras y cómo se convertían de sus malas obras (= caminos) y se arrepintió de la catástrofe con que les había amenazado y no la ejecutó. Y Jonás sintió un disgusto enorme y estaba irritado. Y oró a Yahvé diciendo: ¡Ay Yahvé! ¿acaso no era eso lo que yo me dije cuando estaba en mi tierra? Por eso me adelanté a huir a Tarsis, porque yo sé que tú eres: Dios misericordioso y compasivo, lento a la ira y rico en clemencia y que te arrepientes del mal (de las amenazas). Por eso, Yahvé, quítame la vida: que más vale morir que vivir.
Introducción (3,1-4).
Como resucitado de Dios (=perdonado) viene Jonás a la ciudad perversa, metrópoli de toda la injusticia y la violencia, para proclamar allí el juicio divino. Nínive (cf Gen 11,1-9 y otros textos de la Biblia) es el signo de la maldad y la opresión suprema. Allí debe acudir el profeta revivido y pregonar su profecia: ¡vuestra maldad ha llegado hasta mí! (1,2). El Dios que oyó el lamento de los hebreos oprimidos (Ex 2,23-24;3,7) rechaza la maldad de los opresores: Jonás debe avisarles del peligro en que moran.
Pero Jonás no queda en el aviso. Reinterpreta la advertencia de Dios y la convierte en amenaza: ¡dentro de cuarenta días Nínive será arrasada! Este desfase entre encargo de Dios (1,2) y pregón de Jonás (3,4) determinará el sentido de la historia. Jonás no es profeta transparente: no deja que su vida se convierta en signo de la acción de Dios sino que actúa por su cuenta y convierte su antigua cobardía (huida) en gran resentimiento: quiere que Nínive sea destruida. Odia a la ciudad: odia a este mundo y quiere que en el fondo (y en la forma) se consume la ira de Dios sobre la tierra.
Reacción de Nínive (3,5-9).
Jonás pregona destrucción, pero Nínive conoce mejor a Dios y entiende su palabra como amenaza compasiva: anuncia Dios la ruina precisamente para que puedan descubrir su riesgo y evitarlo (convertirse). La conversión de Nínive se cuenta en forma simbólica, folclórica: los mismos animales dejan de comer y visten de sayal (saco). Es como si de pronto una ciudad y cultura centrada en el lujo (vestidos) y la satisfación (comida) invirtiera su conducta, en gesto de pobreza solidaria.
Es significativo el pregón. Conforme al mito usual, el Rey de Nínive podía interpretarse como un antidios: era el poder hecho opresión, la bestia que más tarde ha visto Dan 7. Pues bien, aquí la bestia cambia y reconoce la misericordia suma: ¡quizá Dios se convierta! (3,9). No vence al rey otro poder del mundo: no le humillan ni doblegan las armas de la tierra. ¡Le transforma la misericordia del Dios que se arrepiente (niham) y perdona.
– Jonás ha proyectado sobre la ciudad su cobardía airada, quizá resentida: quiere que Dios la destruya, muriendo si hace falta con ella. Le falta corazón para amar, para dejarse amar y colaborar con la misericordia de Dios.
– El rey pagano que podía parecer un antidios se ha vuelto más lúcido y humilde que el profeta, descubriendo algo que ignoran los israelitas: la fuerza creadora y universal de la misericordia de Dios, precisamente en medio de la crisis.
Respuesta de Dios (3,10) y solución de la crisis para la ciudad.
El mensaje de ruina de Jonás podía haber llevado al paroxismo universal: ¡quedan cuarenta días!, un tiempo breve en el que todos deben aprovecharse, multiplicando sus deseos, empeñados en saciar todas sus hambres. Es la solución que a veces triunfa dentro de la historia: ¡quedan pocos días! ¡comamos y bebamos! Pues bien, en contra de eso, pueblo y rey invierten el proceso de la destrucción e inician sobre el mundo un gesto de vida “arrepentida”, liberada de violencia.
Dios responde arrepintiéndose (vayynnahem) y perdonando según la previsión del rey. Es claro que, dentro del contexto del relato, ese arrepentimiento parece exclusivo de Dios: cambia de actitud, no descarga la fuerza de su ira. Pero, miradas las cosas en otra perspectiva, el perdón nace también de la propia conversión/cambio del pueblo. Lo que antes era cueva de ladrones, ciudad que se destruye a sí misma, se convierte en campo de fraternidad en el que existe futuro para todos, incluidos animales.
Por eso, conversión de la ciudad y perdón de Dios se unen. Posibilidad fundante de perdón, eso es Dios para Nínive. En el mismo lugar y momento en que culmina el pecado (injusticia que produce muerte) viene a revelarse un nuevo principio de vida. Dios no sanciona lo que existe: no acepta la volencia, no defiende al rey en su injusticia ni a Nínive en su fuerte carrera de opresiones, pero les permite cambiar y les perdona. Conversión recreadora: ese es el nombre que Dios viene a recibir en esta escena.
c) Conclusión y aplicación teológica
El relato de Jonás se encuentra dirigido al pueblo del profeta: a los judíos que no aciertan a entender su puesto ni a cumplir su tarea dentro de la historia. Mil veces resonaron los oráculos de ruina contra las naciones, como puede verse en Isaías, Jeremías, Amós… Daba la impresión de que Dios debería haber ya destruido a los pueblos opresores y malvados. ¿Por qué no lo hace? ¿Por qué siguen en vida los imperios? Por misericordia de Dios y arrepentimiento de los pueblos. Leer más…
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