El Gobierno británico confirma la Ley Alan Turing, pero el activista George Montague no quiere el perdón
“No quiero que me perdonen”: ¿por qué se oponen algunos homosexuales británicos a la ley que los absuelve de haber cometido “delitos sexuales”?
¿Perdón o disculpa? Pese a que ya no son perseguidos legalmente, muchos homosexuales consideran que un perdón oficial aún los estigmatiza.
El Gobierno del Reino Unido anuncia oficialmente su intención de aprobar la Ley Alan Turing con la que concede el perdón a quienes fueron condenados por ser homosexuales. Pero algunos, como el activista George Montague, prefieren disculpas que llegan tarde en lugar de un perdón que se queda corto.
De manera oficial, se anunció esta semana que miles de homosexuales y bisexuales condenados por sodomía serán perdonados. En el caso de los fallecidos, será un perdón póstumo y automático. El mismo documento señala también que aquellos condenados por tener relaciones homosexuales consentidas que aún están vivos podrán ser perdonados luego de evaluar su caso.
El perdón póstumo que emitió en 2013 la reina Isabel II de Inglaterra al genio matemático y héroe de la Segunda Guerra Mundial, Alan Turing, inspiró la reciente ola de reivindicaciones legales con la comunidad gay. Muchos de ellos recibieron castigos que hoy serían impensables en ese país. El mismo Turing fue castrado químicamente en 1952 luego de ser arrestado por tener relaciones con un joven de 19 años. El matemático que había sido fundamental para descifrar los códigos de comunicación de la Alemania Nazi pocos años antes, se suicidó en 1954 con cianuro.
En respuesta a una petición de la familia del matemático Alan Turing, solicitando el perdón de más de 49.000 personas que fueron condenadas por ser homosexuales, Theresa May se había comprometido en septiembre a introducir la Ley Alan Turing. Mes y medio después, el jueves, 20 de octubre, como consecuencia de una proposición parlamentaria del diputado John Sharkey, del Partido Liberal Demócrata, el gobierno del Reino Unido confirma su intención de aprobar la Ley Alan Turing, aboliendo condenas, concediendo «el perdón póstumo» y automático a todos los fallecidos y borrando los registros criminales de quienes hagan la correspondiente petición ante el Ministerio del Interior, con el objetivo de evaluar cada caso puesto que, tal y como advierte Sam Gyimah, secretario de justicia, el perdón se concede sólo a aquellos que fueron condenados por mantener relaciones homosexuales consentidas, quienes «serían inocentes de cualquier crimen hoy en día».
Según la nueva ley, aquellos condenados por haber tenido un comportamiento sexual que ya no es considerado un delito serán perdonados y sus registros criminales borrados si hacen la solicitud ante el ministerio del interior. «Es un día trascendental para miles de familias en todo el Reino Unido que han estado haciendo campaña por este asunto durante décadas», señala Sharkey, aplaudiendo el acuerdo con el que se conseguirá aprobar una ley que para algunos, como el diputado John Nicolson, se queda corta, por lo que ha propuesto que se aplique también automáticamente a los condenados que siguen estando vivos sin la necesidad de solicitarlo expresamente. Su propuesta se debate hoy viernes, 21 de octubre, aunque el gobierno ya ha adelantado que no la apoyará al considerar el peligro de que «personas culpables de infracciones que todavía se consideran delito hoy reclamen ser exoneradas». Al igual que Nicolson, Paul Twocock, de Stonewall, considera que la medida «no llega lo suficientemente lejos», y hasta algunos condenados, como el activista George Montague, de 92 años de edad, no quieren el perdón, exigiendo en su lugar unas disculpas. Esta es la respuesta de una de las voces de la comunidad gay más reconocidas y respetadas de Reino Unido al anuncio del gobierno de que se perdonará a los homosexuales condenados por delitos sexuales ya abolidos.
«Aceptar un perdón significa aceptar que fuiste culpable (…). No soy culpable de haber estado en el momento y el lugar equivocado», señala a la BBC el activista, que fue condenado en 1974 por mantener «actos indecentes con un hombre». Padre y abuelo por imperativo social, sólo al cumplir los 59 años de edad, justo el día después de la muerte de su madre, admite públicamente su homosexualidad, para separarse de su esposa, aunque no se divorcian, y vivir con su nueva pareja, con la que se casa en 2015. Mucho antes había llegado a ser condenado en un juicio que sostiene fue irregular y no se pudo defender después de haber sido arrestado por un efusivo policía homofóbico poco después de que el propio Alan Turing fuera condenado. «No debieron perdonar a Alan Turing. ¿De qué fue culpable? Su delito fue haber nacido con la capacidad de enamorarse de otro hombre», sostiene el que se autodenomina «el gay más viejo del pueblo» quien, en lugar de perdón, pide «disculpas. Y no sólo para mi, sino para miles que ahora ya están viejos como yo».
Desde la abolición hasta el perdón
Las leyes que condenan la homosexualidad son abolidas en Gales e Inglaterra en 1967, para ser abolidas en Escocia en 1980 y en Irlanda del Norte dos años después, aunque sigue habiendo discriminación con respecto a las relaciones heterosexuales al contemplar excepciones, como una edad de consentimiento superior para las relaciones homosexuales, que se irían igualando con el paso de los años. Pero durante décadas, mientras están en vigencia, más de 65.000 homosexuales son condenados, de los que se estima que todavía viven alrededor de 15.000. El 24 de diciembre de 2013, la reina Isabel II promulga un edicto mediante el que concede a Turing el indulto a título póstumo. “Un perdón es la mejor manera de reconocer el daño que hemos causado por esas leyes homofóbicas“, opina John Sharkey, integrante de la cámara de los Lores británica y autor de la nueva norma.
Considerado como uno de los padres de la informática moderna gracias a la denominada máquina de Turing, Enigma, con la que consigue descifrar los códigos secretos de los mensajes de los nazis, contribuyendo a la precipitación del final de la Segunda Guerra Mundial, Alan Mathison Turing es arrestado y acusado de mantener relaciones sexuales con un joven de 19 años de edad en 1952. Tras declinar defenderse, se somete voluntariamente un proceso de castración química para evitar ir a la cárcel. Sólo dos años después se suicidaba con una manzana impregnada con trazas de cianuro.
El propio David Cameron, primer ministro británico en el momento del indulto, lo celebra con un tuit: «Me alegro de que Alan Turing haya recibido un indulto real. Al descifrar el código Enigma en la Segunda Guerra Mundial jugó un papel fundamental en la salvación de este país». Comienza entonces una campaña, liderada por la familia del matemático, para recoger firmas hasta elevar una petición al gobierno británico para indultar a los demás condenados por «sodomía», contando con el apoyo de figuras públicas como el astrofísico Stephen Hawking, el actor Stephen Fry, el activista Pater Tatchell, Rachel Barnes, el cómico Matthew Todd, el cineasta Morten Tyldum o el actor Benedict Cumberbatch, que interpreta a Turing en un biopic cinematográfico, The imitation game (2014, Marten Tyldum, Reino Unido & EE.UU.).
Fuente BBC/Universogay
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