‘Novias’ de curas denuncian que también ellas se sienten abusadas
El otro escándalo sexual en la Iglesia: los curas que no reconocen sus obligaciones parentales (¿Hablamos de los novios…?
El ‘Washington Post’ indaga en el drama de las mujeres obligadas a esconder sus relaciones con curas y criar a sus hijos sin ningún apoyo de la Iglesia
Las cifras son llamativas: hay estudios que apuntan a que solo el 40% de los presbíteros practica el celibato, y que puede haber más de 60.000 niños de curas en todo el mundo
Gracias sobre todo a la valentía de las víctimas, por fin se ha empezado a hablar en condiciones de los abusos sexuales de menores en la Iglesia. Pero ahora la jerarquía tiene una conversación pendiente con otro grupo de personas vulnerables que también ha sufrido la violencia sexual, emocional y espiritual de los curas: las mujeres adultas que han tenido hijos con sacerdotes sin que estos han reconocido sus responsabilidades ni hacia ellas ni hacia sus vástagos.
“Aquella situación era definitivamente abusiva, sin ninguna duda“, ha contado al Washington Post Pam Bond, de 63 años, quien dio a luz en 1986 al hijo de un cura franciscano al que había acudido para apoyo y para intentar rescatar a su matrimonio. “Yo asumo la responsabilidad para mis propios errores“, reconoce Bond, quien actualmente reside en la ciudad de San Luis y admite que “yo debería haber sido lo suficientemente fuerte como para no ponerme en aquella situación”. Bond, sin embargo, considera ahora que la relación de cinco años que mantuvo con el cura no fue consensual debido al diferencial de poder entre ellos.
¿Solo el 40% de los curas practica el celibato?
Como Bond hay en los Estados Unidos y en el todo el mundo miles de mujeres adultas que se hallan en la misma situación de haber vivido una relación sexual fallida y abusiva con un hombre consagrado, si bien es cierto que es difícil determinar exactamente cuántas son. En 1990 Richard Sipe, pionero en materia de la pederastia en la Iglesia, estimó que solo el 40% de los sacerdotes practica el celibato en un momento determinado. Vincent Doyle, irlandés e hijo de cura que lleva la web ‘Coping Internacional‘ para otra gente en su misma situación, afirma que alrededor de 65.000 personas en todo el mundo consultan su página.
Sean cuántas sean, lo importante es que estas mujeres que se sienten usadas por curas estén empezando a levantar la voz. Sobre todo porque, aunque la misma transparencia y rendición de cuentas que se están implementando en casos de abusos a menores están empezando a hacerse sentir también en casos de potenciales abusos a mujeres vulnerables- aún hay curas que intentan mantener sus “novias” y sus hijos en secreto.
Hijo de un cura: “Yo era un cáncer que había que tratar”
Theresa Engelhardt, de 62 años, denuncia que ha estado inmersa en una batalla de tres décadas con la diócesis de Allentown, Pensilvania, y ahora con el Vaticano para que la Iglesia laicice al cura con el que tiene un hijo pero que se niega a asumir la plenitud de sus responsabilidades parentales. Engelhardt lamenta que el sacerdote, quien ha dejado el ministerio público y ahora está casado con otra mujer, le presionara para que abortara y cuando se negó a interrumpir el embarazo, no quería ni ver a su hijo.
“Una de las grandes cosas que he tenido que trabajar en mi tratamiento es mi razonamiento que si yo no hubiera nacido, mi madre no hubiera entrado en esa batalla con la Iglesia y mi padre hubiera podido seguir como cura”, cuenta el hijo de Engelhardt, John Dreisbach, quien a sus 28 años ha sufrido toda una vida de depresiones.
Crecer con un cura como padre que no le quería reconocer -por no decir en la sombra de una Iglesia que no obligó al sacerdote a hacer lo correcto- “me hizo sentir… que no le importo para nada” a la Iglesia, lamenta John. “Yo era un cáncer que había que tratar”.
Una fina línea roja
¿Hay entonces alguna situación en la que sí estaría moralmente bien que un cura se enamorara de un adulto? Cait Finnegan Grenier, defensora durante muchos años de las mujeres que mantienen relaciones con sacerdotes, piensa que sí, y que todo depende de cómo empieza la relación. Un enamoramiento que comienza en una situación marcada por un diferencial de poder -como una relación pastoral- sería explotador, mientras que una relación nacida de la amistad no lo sería, considera Finnegan, mujer de un cura, ahora fallecido, que buscó y recibió la reducción al estado laical al darse cuenta los dos que estaban enamorados.
Es una línea muy fina que John Dreisbach piensa que la Iglesia puede hacer más para definir o incluso borrar, si decidiera aceptar que los curas tengan hijos. “Ya se les llama ‘padre'”, recuerda de los curas. “No les cuesta mucho añadir uno más a la grey”.
Fuente Religión Digital
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