Estos relatos de las multiplicaciones de los panes tienen un cierto peligro. Nos puede suceder a nosotras como les sucedió a aquellas gentes que comieron hasta saciarse. ¿Qué nos puede ocurrir? Que busquemos a Dios para que nos solucione la vida.
Pero la intención de Jesús es otra. Jesús está interpelando a sus discípulos: “¿con qué compraremos panes para que coman éstos?”
Es una pregunta incómoda, hasta diría que es del todo molesta. Dan ganas de contestar como lo hizo Caín. Con otra pregunta: ¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?
Es incómoda y molesta porque quiere hacernos vivir “levantando los ojos”. Solo cuando levantamos los ojos vemos a las demás personas. Mientras llevamos la mirada baja solo nos vemos a nosotras mismas. Y si la bajamos un poquito más entonces lo que vemos es nuestro ombligo.
La contemplación asidua de nuestro ombligo nos lleva a vivir pensando exclusivamente en nosotras mismas. En “mi” felicidad, “mi” autonomía, “mi” comodidad, “mis” derechos…
Este es el motor de nuestra sociedad de consumo. La sociedad del “bien estar”. Esta sociedad necesita individuos cada vez más centrados en sus propias necesidades, cada vez más recelosos de los demás.
Nuestra vieja Europa es una antigua y virtuosa contemplativa del propio ombligo, y quienes vivimos aquí somos hijas de esta madre. Llevamos en nuestro ADN muchos genes exclusivistas. Toda una información genética que nos hace difícil vivir levantando los ojos.
A fin de cuentas eso de levantar los ojos trae consigo muchos problemas. Si levantamos los ojos vemos a quienes huyen de países en guerra, pero también vemos a quienes huyen del hambre. Al levantar los ojos vemos a un sinfín de personas utilizadas como objetos sexuales. Si vivimos con los ojos levantados vemos a los niños soldado, a los trabajadores explotados… en fin, que al levantar la mirada vemos la injusticia de nuestra propia comodidad. Y entonces se nos complica la vida.
Nos pasa como al bueno de Andrés, que ve que tiene cinco panes y dos peces, “pero ¿qué es eso para tantos?”
No tenemos, todavía, la audacia de Jesús. ¿Quién se atreve a dar las gracias y repartir lo que tiene? Nos da miedo. Miedo a hacer el ridículo y miedo a quedarnos sin lo que teníamos.
Hoy es Santa Marta. Ella también tuvo miedo a quedarse sola sirviendo. Pero el trato con Jesús convirtió su miedo en confianza. “-Sí, Señor, yo creo que tu eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir a este mundo.” (Jn 11, 27)
Oremos
Complícamos la vida, Trinidad Santa, llena nuestros ojos, nuestra mirada con los rostros de todos tus hijas e hijos. Haznos así hermanas y hermanos. Amén.
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DOMINGO 17º (B)
Jn 6,1-15
El domingo pasado nos dejaba el relato evangélico de Marcos ante la multiplicación de los panes. En su lugar, la liturgia inserta, a partir de este domingo, todo el c. 6 de Jn. Es el más largo y denso de todos los evangelios y que nos va a ocupar cinco domingos. Con diversos símbolos, nos dice quién es Jesús para nosotros, si de verdad queremos seguirlo. Partiendo de la multiplicación de los panes, elabora toda una teología del seguimiento. En el fondo, se trata de un proceso de iniciación catequética, que en la comunidad duraba varios años y que, al final, obligaba a tomar una decisión definitiva: el bautismo o abandonar.
Como siempre en Juan, todo son símbolos. El pan es el signo del alimento espiritual. El monte es el lugar donde habita la divinidad. Jesús subió al lugar que le es propio. Sentarse es el símbolo de enseñanza rabínica. “Estaba cerca la Pascua”, no es un dato cronológico, sino teológico. La gente no sube a Jerusalén, como era su obligación. Busca en Jesús la liberación, que el templo no puede darles. Proclamarle Rey es buscar seguridades. En los próximos domingos iremos viendo los demás símbolos empleados en el capítulo.
El dinero es lo que había desplazado a Dios del templo, utilizado por el sistema opresor, es el causante de la injusticia. Comprar pan, es obtener un bien necesario para la vida, a cambio de dinero, inventado para dominar. El vendedor dispone del alimento; lo cede solo bajo ciertas condiciones dictadas por él. La vida no está al alcance de todos, sino mediatizada por el poder. Jesús no acepta tal estructura, pero quiere saber si sus discípulos la aceptan. Felipe no ve solución. Doscientos denarios era el salario de un año.
El dinero sigue siendo hoy la causa de toda desigualdad. Todo tiene un precio. La gratuidad ha desaparecido de nuestra sociedad. Seguimos ante la encrucijada de compartir gratuitamente o el egoísmo feroz, pero no tomamos la decisión definitiva. No tomar el camino espiritual es dejarnos llevar por el hedonismo, la búsqueda de placer a cualquier precio y la huida de todo dolor. En el mejor de los casos, nos empeñamos en ir por dos caminos opuestos al mismo tiempo. Nuestra religión nos lleva a la esquizofrenia sistémica.
Andrés muestra una solución distinta. Habla de los panes y los peces, que descubre como algo de lo que se puede disponer. El muchacho (muchachito, doble diminutivo) representa al insignificante grupo de los discípulos. Los números simbólicos 5+2=7 indican totalidad. Todo se pone a disposición de los demás. Al ser de cebada, pone en relación este episodio con el de Eliseo. Eliseo dio de comer a cien, con veinte panes. Jesús da de comer a cinco mil con cinco. La propuesta de Andrés es la adecuada pero no hay medios suficientes.
Haced que se recuesten. Comer recostado era signo de hombres libres (las mujeres y los niños no contaban para nada). Jesús quiere que todos se sientan personas con su propia responsabilidad. No quiere servidumbres ni dependencias de ninguna clase. Aquí está ya apuntando a la falsa interpretación que van a hacer del signo. El lugar (con artículo determinado) era el modo de designar el templo. Dios no está ya en el templo sino donde está Jesús. La mucha hierba, signo de la abundancia de los tiempos mesiánicos.
Pronunció la acción de gracias (eucaristhsaV=eucaristizó). Este dato tiene mucha miga. Se trata de conectar la comida con el ámbito de lo divino (los sinópticos hablan de elevar la mirada al cielo). Se reconoce que el alimento es don de Dios a todos; nadie puede apropiárselo para después sacar provecho de su venta. Una vez liberado del acaparamiento egoísta, todos tendrán acceso a ese bien necesario. Su finalidad primera, alimentar, se eleva para convertirlo en signo de Vida. Solo en este nuevo espacio es posible el compartir.
Recoged los pedazos que hansobrado. Lo sobrado no tiene sentido de resto, desperdicio, sino de sobrante, sobreabundante. En la Didaché se llama al pan eucarístico “los trozos” (klasma). Deben recogerlos porque la comunidad tiene que continuar la obra de la entrega. Otra gran diferencia con la experiencia del Éxodo. El maná no duraba de un día para otro; lo que Jesús ofrece tiene valor permanente y hay que cuidarlo. Recordemos que en los Hch se llama a la eucaristía “la fracción del pan”. No es pan, sino pan partido.
Llenaron doce canastas. “doce” hace referencia a las doce tribus de Israel, como símbolo del pueblo que había acompañado a Moisés. Jesús es el nuevo Moisés, el profeta que tenía que venir al mundo. Se trata de un profeta como Moisés que haría los mismos prodigios que él, ahora en beneficio de sus seguidores. Solo buscan su interés y están incapacitados para reconocer la novedad de Jesús. Siguen esperando una salvación material. Más tarde se establece la distinción entre el alimento de Jesús y el maná.
Quieren hacerle rey. No han entendido nada. La multitud queda satisfecha con haber comido, no necesita ni espera nada más. La identificación con Jesús y su mensaje no les interesa. Jesús quiere liberarles, ellos prefieren seguir dependiendo de otro. Jesús les pide generosidad; ellos prefieren recibir sin comprometerse a nada. Quiere asociarlos a su obra; ellos pretenden descargar en él su responsabilidad sin compromiso alguno. La solución que Jesús propone es compartir todo con todos. La salvación no está en que alguien solucione mi problema sino en estar dispuesto a dar a los demás lo que uno tiene y lo que uno es.
Se retiró a la montaña él solo. Es importante notar la doble imagen: Jesús sube a lo más alto, lo divino, mientras los discípulos bajan a lo más bajo, el mar. Ante la total incomprensión de la gente, Jesús no tiene alternativa, se vuelve al monte (lugar de la divinidad). Completamente solo, como Moisés después que el pueblo traicionó a Dios, haciéndose un ídolo. Este paralelo con Moisés muestra la gravedad de lo sucedido. Haciendo de Jesús un Mesías poderoso, repiten la idolatría de los israelitas en el desierto. En ambos casos quieren adorar a Dios bajo la falsa imagen que ellos habían hecho de Él.
Jesús pudo escapar de la pretensión de aquella gente, pero de nosotros, no puede escapar y lo hemos proclamado rey del universo. Debemos examinar los motivos que nos mantienen unidos a Jesús. ¿Por qué somos cristianos? ¿Por qué venimos a misa? Yo os lo voy a decir: Para asegurarnos sus favores aquí abajo y, además, garantizar una eternidad dichosa en el cielo. ¡Poco han cambiado las cosas! También nosotros seguimos sin querer saber nada del servicio y la entrega a los demás. El evangelio sigue sin estrenar.
Seguimos poniendo lo espiritual al servicio de lo material. No nos interesa lo que Dios quiere sino nuestro placer. Solo nos interesa que Dios se ponga a nuestro servicio. Si todos los que nos llamamos cristianos empezáramos a compartir, como Jesús nos pide, se produciría la mayor revolución de la historia humana. Si esperamos a compartir cuando hayamos cubierto todas nuestras necesidades, nunca compartiremos nada. La técnica del capitalismo es precisamente aumentar las necesidades a medida que se van satisfaciendo.
«Dándose cuenta Jesús … huyó de nuevo al monte él solo».
Algo muy extraordinario debió ocurrir en aquella comida insólita y multitudinaria para que sea éste el único milagro que recogen los cuatro evangelios. Vemos que Juan se vale de este relato para exponer su teología del Pan de Vida, pero nosotros queremos centrarnos en otro aspecto, y es que este episodio supuso un punto de inflexión importante en la predicación de Jesús en Galilea.
Jesús y sus discípulos están agotados por el ritmo frenético que han adquirido sus vidas y deciden tomarse un día de descanso en algún lugar solitario. Pero cuando llegan a él, son recibidos por un gran gentío que ha adivinado su destino y se les ha adelantado corriendo por la costa. Jesús se conmueve y comienza a enseñarles. El tiempo vuela, y Felipe se da cuenta de que se ha hecho tarde y no han comido ni tienen nada para darles de comer. Jesús coge unos panes y unos peces, los bendice, comen todos y todavía sobra.
Tras la comida se desatan las euforias. La multitud cae en la cuenta de que Jesús (que se ocupa de ellos, sana sus males y les da de comer) es el mejor candidato para regir sus destinos… y tratan de proclamarle rey. Llama la atención que la primera medida que toma Jesús sea embarcar a sus discípulos camino de Cafarnaúm, lo que nos hace sospechar que eran ellos los que estaban a la cabeza de todo el movimiento. Hecho esto, despide a la gente y se retira solo al monte a orar.
Esta actitud insólita desconcierta a la muchedumbre y decepciona profundamente a los que le veían como el Mesías libertador de Israel: “Creíamos que era éste, pero…”. La decepción es tan seria que según nos dice Juan un poco más adelante: «A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él». Otro dato de la magnitud de la desbandada es la pregunta de Jesús a sus amigos cuando se reúne de nuevo con ellos: «¿También vosotros queréis marcharos?» …
Esta crisis (la crisis galilea), le obliga a replantear su “estrategia”, y a partir de entonces parece rehuir las multitudes y centrarse en el círculo íntimo que debe seguir su obra si él es detenido por las autoridades, encarcelado o ajusticiado por ellas.
Y no le falta razón al pensar así. Poco después, sube a Jerusalén para proclamar la buena Noticia, es prendido por los levitas, condenado por el sanedrín por blasfemo, acusado ante los romanos de sedicioso, torturado y ejecutado. Los profetas mueren lapidados, pero los sacerdotes ponen todo su empeño en que sea crucificado (como los esclavos y sediciosos) para acabar no sólo con él, sino también con su doctrina.
Pero fallan. Porque aquellos hombres y mujeres en los que Jesús había puesto sus esperanzas, alentados por el Espíritu, creen en él, abrazan su misión, continúan su obra y hoy, veinte siglos después, su legado sigue presente entre nosotros.
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí
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DOMINGO 17º T.O. (B)
“Repartió a los/as que estaban sentados/as todo lo que quisieron” (Jn 6,1-15)
En la vida hay momentos, situaciones en los que tomas conciencia de algo que está más allá de lo superficial, de lo habitual. Son espacios reveladores y también, celebrativos.
El evangelio de hoy nos recuerda la eucaristía. Cabría preguntarse si las experiencias significativas de los/as creyentes tienen cabida en el rito actual. El signo de liberación que realiza Jesús en el evangelio debería ser signo visible en cada persona y comunidad cristiana y debería rehuir, como él hizo, toda tentación de autosuficiencia, especialmente de orden político, social o religioso. Todo un aviso a navegantes.
Queremos ser pan en una Iglesia donde hombres y mujeres, en plano de igualdad, participemos en la vida y en el ejercicio de los distintos ministerios. La identidad cristiana tiene su origen en la gracia del Bautismo, que pone los cimientos de una nueva existencia. Es Dios mismo quien llama e invita a los hombres y mujeres cristianos por la fe y el bautismo, otorgándoles la Gracia de un nuevo nacimiento.
A partir de ahí, podemos avanzar y mucho, en ir descubriendo el carácter gratuito de la iniciativa de Dios, la libertad de la respuesta de todo ser humano, la vinculación definitiva del bautizado/a a Cristo y a su seguimiento. Sin miedos que paralizan y bloquean opciones liberadoras, no “marear la perdiz” en cuestiones vitales para la vida de las personas y colectivos descartados. No nos enredemos inútilmente en disquisiciones de pensamiento, de exégesis sesgadas, de controversias que al final, son las legalistas, las farisaicas, las que siguen marginando al Pueblo de Dios como lugar teológico, dinámico, en camino.
Donde hay miedo, no hay fe. La Iglesia católica que habla de Sinodalidad lo sabe muy bien, pero ¿lo practica? Jesús actúa con absoluta libertad, hace referencia a la nueva alianza basada en el amor, lo que le lleva a dar su propia vida por amor a todos, en fidelidad a su Abbá.
Leamos el evangelio de hoy con una mirada inclusiva, haciendo un ejercicio de comprensión sencillo, actual, sin tapujos.
“Se marchó a la otra parte de Galilea o de Tiberíades”. El mundo pagano. Hoy diríamos la sociedad y el mundo convulso e insolidario en el que vivimos. Ante las graves crisis sucesivas (económicas, gubernamentales, sanitarias, guerras interminables…) las naciones, las instituciones, se encierran en la política del “sálvese quien pueda” y cuanto más poder y más corrupción, mejor. Urge romper esta inercia destructiva y buscar la esencia divina sembrada en cada ser humano.
“Lo seguía mucha gente… Subió Jesús a la montaña y se sentó allí, con sus discípulos y discípulas”. El ámbito donde habita la presencia de Dios: el cuerpo, portador y templo del Espíritu-Ruah, presencia viva, diálogo íntimo de amor entre lo humano y lo divino, comunión gozosa de dos amantes.
“Jesús le pregunta a Felipe: ¿con qué compraremos panes para que coman éstos? (Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer)”. Según él, no hay solución viable para dar de comer a tanta gente. Sin embargo, Andrés da la clave de una nueva perspectiva: se comparte lo que hay, aun con dudas de si alcanzará o no para todos. Lo que hacemos en casa, en los grupos, en la vida comunitaria.
“Jesús les manda sentar”, porque todos y todas estamos sentados en el mismo suelo de la fe (no en el sofá de la indiferencia y el individualismo), y en la misma mesa (no unos en el salón y los/as más, en el sótano), donde Él se da por entero, con un amor incondicional que no sabe de distinciones de género, raza, cultura, orientación sexual, creencias, estado social… sino mentes, manos y corazones abiertos que se abren al único mensaje válido: el pan del amor.
“Sólo los hombres eran unos cinco mil”. Los sinópticos puntualizan que se sentaron por grupos de cincuenta y de cien. Es decir, comunidades cristianas, realización histórica concreta de la comunión, que es un don del Espíritu-Ruah, y signo visible de la liberación humana. Pero cabemos “todos, todos, todos”, como dice Francisco, también las mujeres y los niños… es decir, ¡todas, todas!
El milagro que hoy necesita el mundo es la multiplicación de la solidaridad y el amor.
“Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados; lo mismo hizo con los peces. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos/as: Recoged lo que ha sobrado, para que no se pierda nada”. Es decir, para que la comunidad cristiana sea ejemplo fiel de la invitación y misión al servicio del Reino de Dios.
El proyecto del Reino en su visibilidad eclesial se realiza en el signo del servicio o diaconía: liberación, amor-caridad, educación; se vive en el signo de la comunión o koinonía, comunidad, fraternidad-sororidad, unidad, comunicación; se proclama en el signo de la palabra o “kerigma”: anuncio, evangelización, predicación, enseñanza, homilía; se celebra en el signo de la liturgia: eucaristía o acción de gracias, oración, sacramentos, celebración… ¿Cuándo será visible para las mujeres?
Todo ello nos habla de una Iglesia-signo, sinodal, de aquellos que somos sus seguidores/as, cercana a los hombres y mujeres de hoy, no clerical, ni centrada en sí misma, sino abierta al proyecto del Reino en vías de realización, solidaria con la pobreza y la marginación, profética, fraterna-sororal, festiva y abierta al futuro. “Donde nadie sea impuro/a, discriminado/a o etiquetado/a”.
“La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: Este sí que es el Profeta que había de venir al mundo”. Pero Jesús se retiró otra vez a la montaña, él solo”.
Frente a la tentación de seguir siendo sordos y ciegos a su Palabra, nos queda la denuncia profética y el anuncio del Reino. Celebramos la festividad de María Magdalena, “apóstol de los apóstoles”, fiel seguidora, discípula, primera testigo de la resurrección del Señor, el Cristo de la Pascua, y predicadora de su mensaje.
El relato llamado de la “multiplicación de los panes” constituye una parábola preciosa del mundo que anhelamos, un mundo diametralmente opuesto a la situación en la que hoy nos encontramos. Por tanto, la cuestión que plantea la parábola podría formularse de este modo: ¿cómo pasar de la situación de un mundo fracturado, dividido, injusto y extremadamente desigual a otro mundo solidario, justo, equitativo e igualitario?
Y la respuesta parece ser solo una: tal paso únicamente podrá darse cuando se produzca una transformación de la consciencia en el ser humano. Más en concreto, en la medida en que podamos pasar de una consciencia de separatividad a la consciencia de unidad.
Todo estado de consciencia nos hace ver la realidad de una manera determinada, que condiciona, de manera necesaria y decisiva, nuestro modo de relacionarnos y de actuar. La consciencia de separatividad, mental y egoica, se caracteriza por ver la realidad como una suma de objetos separados, que el yo pretende hacer girar en torno a sí mismo. El resultado es un individualismo atroz y excluyente. Tal vez, en esa consciencia quepan los seres más cercanos y queridos, con quienes el yo hace una excepción, asumiendo sus necesidades y aspiraciones como propias. Pero el círculo de los “iguales”, en la consciencia de separatividad, es siempre extremadamente reducido; son muy contados los que caben en él.
Al crecer en la consciencia de unidad, ese círculo se amplía más y más, hasta abrazar toda la realidad. Desde esa consciencia se advierte que todo ser humano es no-otro de mí. Ahora bien, el paso de aquella consciencia de separatividad, errónea y egoica, a la consciencia de unidad precisa de un requisito imprescindible: desidentificarse del propio yo, trascenderlo, hasta llegar a experimentar que no soy el yo que había creído ser, sino la consciencia (o vida) que somos todos.
Si personalizamos la parábola, la cuestión podría tomar estos términos: ¿voy dando pasos para superar la consciencia de separatividad y vivir en la consciencia de unidad?
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Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01.- Nota previa
San Juan sitúa en la Última Cena el mandamiento del amor y el lavatorio de los pies, pero la Eucaristía: Yo soy el pan de vida, lo ubica S Juan en el capítulo 6º de su Evangelio: en el relato de la multiplicación de los panes: Yo soy el pan que ha bajado del cielo.
02.- Memoria de la multiplicación de los panes.
Sea como fuere, el relato -el acontecimiento- de la multiplicación de los panes, quedó muy grabado en la mente y en el corazón de los primeros cristianos, pues aparece seis veces en los cuatro evangelios.
Jesús se preocupa de las necesidades, de los enfermos, de los marginados, en el caso de hoy del hambre de aquella multitud que había acudido a escucharle. La gente, el ser humano necesita comer, en el amplio sentido del término alimentarse.
v 5. Estaba cerca la Pascua de los judíos“. No es un dato cronológico, sino teológico. La Pascua de los judíos ni alimenta ni salva. La gente no sube ya a Jerusalén, como era su obligación, sino que busca en Jesús el alimento y la liberación que ni el templo ni la religión pueden dar.
Esta pregunta, ¿de dónde? Es constante en el evangelio de S Juan:
La samaritana (Jn 4,11) le pregunta a Jesús: ¿De dónde vas a sacar tú agua?
El maestresala de las bodas de Caná le dice al novio: De dónde has sacado este vino nuevo? (Jn 2,9)
Jesús le dice a Nicodemo: El viento sopla donde quiere y, aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. (Jn 3,8).
El pan de vida no viene del dinero o de la compra abundante, que no sacia, sino que el pan de vida viene del corazón, de la buena relación y solidaridad entre los seres humanos. El pan de vida es un don, una gracia (gratuidad) del Señor.
04.- La multiplicación de los panes no es magia.
Era evidente que Jesús ni sus discípulos podían comprar pan para toda aquella gente.
Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo, porque para resolver el problema del hambre (crisis, tercer mundo, Grecia, etc.) se necesita algo más que dinero: se necesita querer a los demás: solidaridad y buena voluntad.
La multiplicación de los panes es multiplicar el trabajo, acoger a los emigrantes, a los que pasan en pateras. En la tierra hay alimento, medicinas y medios de educación para todos, incluso sobra si es que no acaparamos y los laboratorios no especulan con las vacunas, etc…
Había un muchacho que tenía cinco panes y dos peces. Pero el muchacho no se los queda para él: los reparte.
v 8 Jesús propone una solución distinta a la del comprar. Habla de los panes y los peces que tiene el muchacho y que pone al servicio de los demás, sus pocos panes y peces son algo de lo que se puede disponer. El muchacho(en griego: siervo) pone su poca comida al servicio de los demás, como la pobre viuda del evangelio que echa “veinte céntimos” en el cepillo del Templo: todo lo que tenía para vivir. Es como José, el hermano menor vendido por sus hermanos mayores, que luego será quien alimente a su familia y al pueblo.
El hambre del tercer mundo, el paro se resuelve cuando nadie acapara lo suyo habiendo otros que pasan hambre.
Decía D Ricardo Alberdi que mientras exista paro y hambre en el mundo es más que discutible que lo que decimos que es nuestro, lo sea.
La Iglesia y la humanidad habremos de aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengamos, aunque sólo sea “cinco panes de cebada y un par de peces”.
5 panes y dos peces: 5+2: 7. Siete es número de plenitud. Hay alimento de sobra para todos.
Es muy difícil enseñar a compartir cuando únicamente sabemos comprar con ansiedad. Los criterios hondamente insolidarios, que rigen nuestras sociedades difícilmente resolverán el problema del hambre.
El milagro de la multiplicación de los panes consiste en liberarnos de nuestra indiferencia ante quienes mueren de miseria y hambre y compartir el pan con quienes lo necesitan.
Cuando somos solidarios, hay pan para todos, incluso sobra. Llenaron doce canastas, que hacen referencia a las doce tribus de Israel, es decir: todo el pueblo.
v 10 Jesús mandó que se sentaran (recostaran) todos.
Las verdes praderas del Reino es una evocación mesiánica del salmo 22: en verdes praderas me hace recostar. Comer recostadoera signo de personas libres. La solidaridad crea personas que viven en común y libres. La Eucaristía -cuando es tal- crea fraternidad. El cristianismo no crea “clases sociales”, estamentos, no quiere servidumbres ni dependencias de ninguna clase. Todos vosotros sois hermanos, (Mt 23,8).
05.- Multiplicar los panes es Eucaristía.
Hoy hemos comenzado a leer el cp. 6º de san Juan, que seguiremos leyendo durante un mes, más o menos. Es un largo texto que nos habla de la multiplicación de los panes, después pasa al pan de vida: Yo soy el pan de vida.
Este capítulo sexto de Juan nos habla de la Eucaristía:
Jesús alzó los ojos, tomó el pan, dijo la acción de gracias: “habiendo dado gracias y lo repartió.”. Es la Eucaristía. Se trata de conectar la comida y la solidaridad con el ámbito del Señor. Es la Eucaristía. Una vez liberado del acaparamiento egoísta, todos tendrán acceso al alimento, bien necesario
Es la Eucaristía.
Baste por hoy terminar con que: la solidaridad, multiplicar los panes es Eucaristía y la Eucaristía nos ha de llevar a la solidaridad.
Después de esto se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: ¿dónde vamos a comprar panes para que coman éstos? Se lo decía para probarle porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco. Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es eso para tantos? Dijo Jesús: Hagan que se recueste la gente.
Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: Recojan los trozos sobrantes para que nada se pierda. Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.
Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo (Mc 6, 1-15).
Este domingo se interrumpe el relato del evangelio de Marcos y se introduce el evangelio de Juan que seguiremos durante varios domingos. Juan dice que está próxima la Pascua, lo cual implicaría que Jesús fuera a Jerusalén, pero, por el contrario, Jesús está en Galilea con los suyos. Para Juan ya no son tan importantes las referencias judías, él las remplaza por el mismo Jesús. Las multitudes lo siguen por lo signos que ha realizado, pero más adelante, el evangelio va a decir que lo siguen por el pan que los ha saciado. Por tanto, no es un seguimiento discipular, exactamente, es más bien, la coyuntura de encontrar en Jesús alguien que les está transformando las situaciones, concretamente curando enfermos, realidad que para los judíos significaba exclusión de la mesa del reino. Pero a Jesús no le interesa los motivos de los que están allí. Lo que él ve es la necesidad de la gente. Por eso, Jesús entabla un diálogo con Felipe preguntándole dónde van a comprar más comida para saciar el hambre de todos. La respuesta es preocupante: solo hay cinco panes y dos peces. Pero Jesús los hace recostar, lo cual es signo de comensalidad y los panes y peces alcanzan para todos y, aún sobra.
Este signo hace que muchos lo reconozcan como el profeta que había de venir al mundo. Sin embargo, otros lo quieren hacer rey, es decir, no entienden la predicación de Jesús, ni las obras que realiza. Y, a veces no hay argumentos que valgan. Tal vez por eso, Jesús se retira al monte, esta vez él solo, para mantenerse fiel a la misión encomendada. Sería muy fácil dejarse llevar por las multitudes, buscando reconocimiento y privilegios. Pero para Jesús este no es el camino. Su fidelidad al reino que anuncia lo hace aceptar el fracaso con sus seguidores y esperar que el reino de su fruto, muy por encima de las propias fuerzas.
Contemporáneamente este pasaje se interpreta como la capacidad que tiene la fraternidad/sororidad de hacer multiplicar los panes y peces, no como actos milagrosos y extraordinarios, sino como posibilidad de mover el corazón de los seres humanos para que nadie pase necesidad. Y esta interpretación es perfectamente válida. En nuestro mundo actual hace falta poner el mensaje de este día en acción hacia tantos proyectos tan urgidos de realización. Multiplicar el pan signo de la justicia social. Multiplicar el pan, aceptando la pluralidad cultural y religiosa de nuestros pueblos, signo de la inclusión en la diversidad. Multiplicar el pan de la igualdad fundamental de todos en la Iglesia. Multiplicar el pan de la novedad y la reforma eclesial para que la iglesia pueda ser casa de todos. En otras palabras, urge multiplicar el pan de la justicia y el bien. La llamada está hecha por parte de Dios, de nuestra colaboración depende que el pan se multiplique y todos queden saciados.
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Del blog de Alfonso Olaz, El Rincón del Peregrino:
¡Quién eres Tú, que sin Ti no podemos vivir, y vivimos contigo cada día, sin Ti!
En la noche ya avanzada me susurras al oído de mi viejo corazón
Y en lo más profundo de mis entrañas
disfrazado con todo tu poder,
¡Llamas a mi puerta ya bien cerrada y bien guardada,
y con las cancelas bien altas y puestas!
Estando ya la noche sosegada
Y los amantes contemplándose en el primer amor…
¿Quien eres Tu?
Que sin agitarme, eres murmullo de amor que no hace ruido,
Y hasta las paredes de mi habitación se inclinan
porque tienen la dicha de acogerte y guardarte
¡Tú!
Te haces vendaval que no se oye y,
todo lo mueve y llenas
Soplas y todo en tu presencia lo transformas
¿Quién eres?
Un terremoto que desgarra sin desgarrar
Y penetras en las entrañas
de todo hombre..
¿Quién eres?
Qué construyes con tu medida, desinstalando todo a tu medida
Que actúas siempre cuando te dejamos
Cuando no te dejamos sigues actuando
Y si te dejamos de amar
algunas veces lo haces con toda tu fuerza,
para amar con más fuerza
Y en tu debilidad de pobre,
te haces más pobre
siendo pobre para que nos fijemos más en ti
Siendo Tú, ya mi Fuerza
Siendo Yo, ya la Tuya
¿Quién eres tú?
Que en la noche ya avanzada solo los pájaros te oyen
te bendicen y cantan contigo
Y el gusano de la oruga te espera impaciente cada noche,
para que le hagas mariposa
Y alabarte, así más, día y noche, para hacer tu voluntad.
En esta noche clara: me has agitado todo mi ser
Sin yo conocerte
Y en mis entrañas, has puesto tus rumores: que son amores,
para aprender a escucharte y oírte
Y aprender a mirarte, sin verte
A verte, sin mirarte
A amarte, sin esperar nada
Y así, poco a poco, me vas vaciándome para llenarme.
Llenarme, para vaciarme con mis hermanos.
Sin ya jamás resistirme, para amarte
Y si me resisto,
¡Perdóname, Padre!
Por haber caído en mi vanagloria, en mis tentaciones.
! ¡Y vuelta otra vez!
Si tu me dejas,
comenzando a amarte y, luego,
ya llenarme de todo lo tuyo, para contemplarte
¡Señor!
Y ya para no morir en mi orgullo,
Dejarme llevar, y confiar
como el niño que se arroja a los brazos de su padre,
sabiendo que en su caída será bien recogido, y no malherido
Y siendo muy amado y querido
¿Señor, quién eres?
Que a mi puerta ya cerrada
dulcemente y a escondidas
me llamas para hablarme
Para decirme
Que de lo que no entiendo,
que no me preocupe
Y más tarde entienda
Para oír mi súplica
¡Qué con sincero corazón!
esta noche te he rogado
Y he sido escuchado:
Haciéndome niño para ser oído como niño
Haciéndome ya hombre,
para ser escuchado ya como hombre
¿Quién eres Tú?
Que te has fijado en este pobre hombre
Y me dices que yo: ya no me preocupe de cuidar mi casa,
Si no que me ocupe de todos tus asuntos, de todos
de tu casa común, de toda, de toda tu fraternidad
Antes que naciéramos y despertáramos,
antes que la conciencia social existiera,
la Biblia recogió tu invitación al descanso
para que gozáramos la vida y la fiesta.
Es el descanso esa reivindicación bíblica
que evoca la esencia de la vida buena:
fraternidad, armonía, felicidad,
liberación de ansiedades y agobios, paz.
A esas aguas de descanso nos conduces Tú,
día y noche, a pesar de nuestras preocupaciones,
como llevan los pastores a sus rebaños,
porque no quieres que estemos cavilando.
Y nosotros, siguiendo los anuncios
de los nuevos tiempos y nuevas costumbres,
confundimos tus aguas de descanso
con los spas, playas y balnearios.
Señor, enséñanos a descansar sanamente
sin añorar paraísos y rincones vírgenes
que sólo están al alcance de los pudientes.
Enséñanos a descansar silbando tus canciones.
Enséñanos a descansar en compañía,
con la familia, los amigos y la buena gente,
compartiendo tiempo, risas e ilusiones
y, también, dinero y bienes, aunque no se estile.
¡Déjanos disfrutar en tus aguas y espacios
de fraternidad y descanso!
Comentarios desactivados en El momento de ser profético y dar descanso es ahora
La publicación de hoy es de la colaboradora de Bondings 2.0. Yunuen Trujillo.
Las lecturas litúrgicas de hoy para el decimosexto domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.
“¡Ay de los pastores! que extravían y dispersan el rebaño de mi prado, dice el Señor.” (Jeremías 23:1)
A nuestros lectores, debo avisarles: hoy tengo un fuego en mi corazón, más parecido a Jesús volteando las mesas que a mi calma habitual. Este fuego de justa incredulidad arde ante la forma en que muchos de los que actualmente pastorean nuestra iglesia engañan desde el púlpito. Quizás si te cuento lo que pasó el fin de semana pasado entenderás por qué.
Desde que me mudé de residencia, he estado buscando un nuevo hogar espiritual. Mi antigua parroquia de 20 años está ahora a una hora de distancia, lo que hace que sea más difícil asistir a misa allí. Entonces, después de una larga búsqueda, encontré una nueva parroquia que me parecía acogedora y pensé que había encontrado un nuevo hogar espiritual. La semana pasada asistí a misa allí.
La misa comenzó con un monólogo inusual del pastor sobre la violencia, que era comprensible dado el reciente intento de asesinato de un candidato presidencial. Su llamamiento a favor de vías pacíficas fue oportuno y pareció apropiado. Sin embargo, algo se sentía bastante mal, aunque no podía precisar por qué.
Intenté reenfocarme mientras continuaba la misa, hasta que llegamos a la homilía ofrecida por el diácono. “Ésta es una batalla espiritual“, declaró. Sin embargo, no se refería a la violencia reciente. Más bien, describió al mismo candidato político como líder de los cristianos en una batalla espiritual y a cualquier persona opositora como agente del mal. Continuó: “El mundo nos dice que se supone que debemos dar la bienvenida a las personas en los llamados ‘matrimonios homosexuales’ y [insertar aquí otros grupos marginados]… pero esta batalla espiritual se ganará.”
¿Esperar, qué? En un instante, una homilía contra la violencia sobre un incidente específico se convirtió en un sermón contra los homosexuales y los grupos marginados. Independientemente del partido o grupo político que uno apoye, ese es un camino lejano e injusto.
Mientras escuchaba, mi corazón se aceleró. Ese día no vine a misa para que me acosaran indirectamente. Parecía un discurso de la temporada electoral de 2014, no de 2024, especialmente después del viaje continuo de la Iglesia a través de un proceso sinodal, escuchando y discerniendo historias, incluidas las historias de aquellos que están marginados.
Entonces el diácono dijo: “¿Ves esos bancos vacíos? Están vacíos porque los católicos no hemos proclamado la verdad. Ya no debemos avergonzarnos de decir la verdad. Debemos ser valientes”. Curiosamente, estuve de acuerdo con esa última afirmación, pero dudo que mi interpretación fuera la que él pretendía.
Sentí malestar entre algunos en los bancos: jóvenes que parecían desconcertados, padres claramente incómodos, personas mayores con miedo de estar en desacuerdo. Yo estaba allí, hambrienta de un nuevo hogar espiritual, pero me quedé espiritualmente hambrienta junto con otros después de que se predicó la Palabra. Pero la verdadera fiesta, la Eucaristía, aún estaba por llegar.
Icono de María Magdalena
Después de la Comunión, mi corazón sabía qué hacer. Una idea, una voz en mi corazón que decía “sé valiente, proclama y testimonia, alimenta al hambriento, sacude el polvo“. Sentí como una especie de fuego dentro de mí que resonó con María Magdalena, cuya fiesta es mañana: del tipo que nos invita a dar testimonio incluso si la gente no nos cree o nos rechaza de plano. Tenía el toque añadido de ser algo que nunca haría.
Hacia el final de la Misa, después de que pasaron todas las partes solemnes y se leyeron los anuncios parroquiales, invitaron a aquellos que tenían cumpleaños próximos a pasar al frente. Así que lo hice. Después de decir mi nombre y recibir una bendición, me di vuelta, miré a las personas en los bancos y – con mi voz habitual, que puede ser alta, y en un tono totalmente tranquilo y respetuoso – dije lo siguiente: “Soy una persona LGBTQ , Soy católica, estoy casada por lo civil y también soy… iglesia. La paz sea con vosotros“.
Por un segundo vi sus rostros, algunos asombrados, otros sorprendidos, algunos desconcertados, algunos felices. Se escuchó un aplauso en algunas áreas y, mientras me alejaba, escuché algunos comentarios de “gracias por decir eso“. La despedida masiva continuó como de costumbre.
Las lecturas y el Evangelio de hoy nos recuerdan que el Señor es nuestro pastor, que nos da reposo, no angustia. Escuchamos que Su bondad y bondad nos siguen todos los días de nuestra vida, que los que antes estaban lejos ahora están cerca a través de la Sangre de Cristo, y que nuestro corazón debe conmoverse cuando vemos personas sin pastor.
Cuando quienes nos pastorean fallan, debemos estar ahí unos para otros y defendernos unos a otros. Debemos alimentarnos unos a otros aunque sólo sea con la reflexión, la amistad y el testimonio. Damos testimonio de quienes lo necesitan y de quienes están abiertos a escuchar. Debemos seguir compartiendo nuestras historias siempre que sea seguro, respetuoso y dentro de espacios dedicados cuando estén disponibles, pero también superando los límites dentro de las ventanas de oportunidad. No hacerlo haría que muchas personas pasaran hambre, se sintieran desesperanzadas y se extraviaran.
Quizás no hagas lo que yo hice ese día, pero el Espíritu Santo te mostrará esas oportunidades de pastoreo: sé valiente, testifica y da descanso. Más que nunca, ahora es el momento de ser proféticos.
—Yunuen Trujillo (ella/ella), Ministerio Nuevos Caminos, 21 de julio de 2024
Comentarios desactivados en Tú, María Magdalena, mujer.
Del blog Tras las huellas de Sophia:
Mirófora te reconocen,
tanto en evangelios canónicos como apócrifos.
Se te atribuyen tan contrastantes cualidades,
como solo un ser vital puede tener.
Prostituta, compañera, servidora, apóstol, adúltera, discípula,
proveedora, amiga, seguidora, la amada, hospedadora
enferma, penitente, enjugadora de lágrimas…
empero en cada una, tu impronta de MUJER.
En ti, Jesús el Señor,
mirándote a los ojos,
vio la creación de su Padre Celestial,
al cual Él también iba poco a poco descubriendo,
en su vida terrenal.
Mujer que con ímpetu desbordado,
creíste en el Rabí, que te amó,
como creación de su Padre celestial.
Seguiste al Maestro,
que hablándote de amor,
enjugó tus lágrimas
y te enseñó lo que es la esperanza,
en el Padre misericordioso.
Mujer fuerte que aún tras una cortina de llanto,
pudo ver en la mirada del Rabí,
la certeza del cielo prometido
y creyéndole, ayudada por Él,
te levantaste desde tu pobreza,
hasta convertirte en apóstol de los apóstoles,
por tus muchas batallas libradas y ganadas
en el Señor.
Magdala te vio nacer,
al pie de la cruz, renaciste en el Señor.
Mujer intrépida que ejemplo eres,
para muchos, para muchas otras como yo,
que en el cotidiano, libramos duras batallas por
ser como tú,… MUJERES valientes, seguidoras
del Maestro,
sororas con otras que al igual que tú,
muchas veces pareciera tenemos la contienda perdida.
No obstante, la fuerza del Espíritu dándonos la mano
nos levanta y nos une a ti,
gloriando eternamente al Rabí,
Señor del amor y de la misericordia.
Donde tú dices ley, yo digo Dios. Donde tú dices paz, justicia, amor, ¡yo digo Dios! Donde tú dices Dios, ¡yo digo libertad, justicia, amor!
*
Pedro Casaldáliga, Clamor elemental.
Editorial Sígueme, Salamanca 1971
***
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
– “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.“
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
*
Marcos 6,30-34
***
«Queridos pastores:
El Señor os pedirá un día cuentas de si el espíritu que ha animado vuestro compromiso político ha sido el del servicio o el del selfservice. Comprended lo que significa todo esto. «Haz camino a los pobres sin hacerte camino», escribía don Milani a su amigo Fabbrini. Pero cuántas veces dais la impresión de que, si no precisamente vuestro cálculo personal, sí al menos el de una parte prevalece sobre el de la comunidad. De otro modo, no se explicarían tantas luchas hasta la última gota de sangre. Cuando esas luchas tienen en su origen la carcoma del beneficio y el virus del interés, merecen un solo nombre: sacrilegio. Y es entonces cuando debería resonaros como una condena el lamento del Señor: «Sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor» (Mc 6,34)
Queridos amigos, creo que las cosas cambiarían mucho en nuestras ciudades si cada uno se aplicara a sí mismo las palabras que Jesús atribuía a su persona: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; no como el asalariado, que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas. Este, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. Y el lobo hace presa en ellas y las dispersa. El asalariado se porta así porque trabaja únicamente por la paga y no tiene interés por las ovejas» (Jn 10, 11-13). ¡Ánimo!
Escuchad lo que decía el alcalde La Pira a los concejales de Florencia el 24 de septiembre de 1954: «Tenéis respecto a mí un solo derecho: el de negarme la confianza. Pero no tenéis derecho a decirme: Señor alcalde, no se interese por las criaturas que no tienen trabajo (despedidos o desocupados), ni casa (desahuciados), ni asistencia (viejos, enfermos, niños)… Ése es mi deber fundamental. Si hay alguien que sufre, tengo yo un deber concreto: intervenir como sea, con toda la sagacidad que sugiere el amor y suministra la ley, a fin de que ese sufrimiento sea disminuido o aliviado. No existe otra norma de conducta para un alcalde en general y para un alcalde cristiano en particular».
Comentarios desactivados en “Rezar juntos y reír en común”. 16 Tiempo Ordinario – B (Marcos 6,30-34)
La escena está cargada de ternura. Llegan los discípulos cansados del trabajo realizado. La actividad es tan intensa que ya «no encontraban tiempo para comer». Y entonces Jesús les hace esta invitación: «Venid a un sitio tranquilo a descansar».
Los cristianos olvidamos hoy con demasiada frecuencia que un grupo de seguidores de Jesús no es solo una comunidad de oración, reflexión y trabajo, sino también una comunidad de descanso y disfrute.
No siempre ha sido así. El texto que sigue no es de ningún teólogo progresista. Está redactado allá por el siglo IV por aquel gran obispo poco sospechoso de frivolidades que fue Agustín de Hipona.
«Un grupo de cristianos es un grupo de personas que rezan juntas, pero también conversan juntas. Ríen en común y se intercambian favores. Están bromeando juntas, y juntas están en serio. Están a veces en desacuerdo, pero sin animosidad, como se está a veces con uno mismo, utilizando ese desacuerdo para reforzar siempre el acuerdo habitual.
Aprenden algo unos de otros o lo enseñan unos a otros. Echan de menos, con pena, a los ausentes. Acogen con alegría a los que llegan. Hacen manifestaciones de este u otro tipo: chispas del corazón de los que se aman, expresadas en el rostro, en la lengua, en los ojos, en mil gestos de ternura».
Tal vez lo que más nos sorprende hoy en este texto es esa faceta de unos cristianos que saben rezar, pero saben también reír. Saben estar serios y saben bromear. La Iglesia actual aparece casi siempre grave y solemne. Parece como que los cristianos le tenemos miedo a la risa, como si la risa fuera signo de frivolidad o de irresponsabilidad.
Hay, sin embargo, un humor y un saber reír que es signo más bien de madurez y sabiduría. Es la risa del creyente que sabe relativizar lo que es relativo, sin dramatizar sin necesidad los problemas.
Es una risa que nace de la confianza última en ese Dios que nos mira a todos con piedad y ternura. Una risa que distiende, libera y da fuerzas para seguir caminando. Esta risa une. Los que ríen juntos no se atacan ni se hacen daño, porque la risa verdaderamente humana nace de un corazón que sabe comprender y amar.
Comentarios desactivados en “Andaban como ovejas sin pastor”. Domingo 21 de julio de 2024. Domingo 16º de tiempo ordinario
Leído en Koinonia:
Jeremías 23,1-6: Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores:
Salmo responsorial: 22El Señor es mi pastor, nada me falta.
Efesios 2,13-18: Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
Marcos 6,30-34: Andaban como ovejas sin pastor.
Jr 23, 1-6
En el Primer (Antiguo) Testamento los guías políticos y religiosos son presentados con frecuencia como pastores y el pueblo como el rebaño. La figura del jefe como pastor cobró vigencia a partir de David, el pastor convertido en rey. El rebaño no es propiedad de los pastores sino del Señor, ante el cual ellos son sus representantes, por eso él mismo les tomará cuentas. El oficio de los jefes se ha pervertido y esto ha permitido la dispersión y el extravío del rebaño. El rey Joaquín con su política desatinada provocó la intervención de Babilonia. La expulsión que se menciona aquí parece referirse a la primera deportación. La intervención del Señor se justifica por tratarse de su rebaño, está desarrollada en tres tiempos: repatriación de los deportados, nombramiento de pastores ejemplares y resonancia escatológica. Se pasa de los pastores al Pastor-Jefe, al rey davídico en quien los judíos ponen su confianza.
Jeremías es consciente de que el desorden, la situación de injusticia y el desplazamiento que tiene que soportar y sufrir el pueblo, se debe a los mandatarios que no han sabido gobernar en función del bien público sino en función de sus intereses personales y de clase, por eso han fracasado como gobernantes y es necesario entonces que Dios suscite nuevos pastores. Los pueblos viven añorando el cambio de la situación cada vez que se presenta la oportunidad de un nuevo gobierno. La esperanza y la ilusión de que algún día haya oportunidad para vivir en la justicia no se acaban aunque los hechos nos muestren que las situaciones siguen iguales. En este momento el problema de injusticia se ha agudizado más, porque los dirigentes de los pueblos tienen que obedecer al orden económico internacional, aunque haya esperanza no se encuentran las salidas, porque se requiere de la voluntad política de los grandes dirigentes del mundo y principalmente de quienes manejan la economía mundial. Hoy encontramos en el mundo más desorden, más injusticia, más desplazamiento. Que la palabra de Jeremías nos ayude a seguir creyendo que es posible la justicia.
Ef 2, 13-18
Este texto parece ser una inserción dentro de la carta a los Efesios, es diferente en el lenguaje, en las ideas y en la forma. Inserción en forma de himno sobre Cristo: la paz y la persona que nos trae la paz. Cristo derribó la pared divisoria, hizo de los dos ámbitos: judíos y gentiles, uno solo y destruyó por medio de su carne la enemistad.
El convertir la ley en una norma absoluta trae como consecuencias el casuismo y el legalismo; destruyendo este carácter de la ley, se elimina la enemistad. La gran acción de Cristo por la cual se demostró que es nuestra paz fue la eliminación de la ley como dogma, como norma absoluta y suprema que separaba a Dios y a los seres humanos, y a judíos y gentiles. Si los jefes dispersan, Jesús tiene la capacidad de reunir y de acabar con todo aquello que separa y divide a hombres y mujeres.
A Pablo le tocó enfrentar el problema cultural en la Iglesia primitiva entre cristianos judaizantes y gentiles, y luchó hasta conseguir que los gentiles fueran admitidos también dentro de la comunidad cristiana. En el texto de hoy nos recuerda que en Cristo Jesús desaparecen todo antagonismo y toda situación de injusticia que hacen que hombres y mujeres de la misma cultura y de culturas diferentes, no se entiendan entre sí… El evangelio es un mensaje de carácter universal, derriba los muros sociales, políticos, económicos, culturales y hermana a todos los hombres y mujeres.
Mc 6, 30-34
Dice el texto de Marcos hoy que a Jesús le dio lástima de la multitud porque andaban como ovejas sin pastor. Los discípulos han llegado de su labor apostólica a contarle a Jesús todo lo que les había pasado, Jesús entonces los invita a descansar en un lugar apartado pero cuando llegan allí fue imposible porque una gran multitud ya estaba en el lugar esperándolos. Jesús comprendió que más urgente que comer y descansar era atender a la multitud.
Si Jeremías en su tiempo se queja de los guías políticos mucha más aguda es la situación en tiempos de Jesús. En la época de Jesús los jefes políticos y religiosos dispersaban cada vez más al pueblo. El régimen político, militar y económico impuesto por Roma era una carga que pesaba sobre el pueblo y que se hacía más gravosa porque había gente que le hacía el juego a los romanos, entre ellos los saduceos, que administraban el Templo. El rey y los cobradores de impuestos eran nombrados por Roma y las fuerzas militares romanas tenían su fortaleza junto al templo de Jerusalén. Esta situación además de oprimir ofendía la dignidad del pueblo. El régimen tributario era demasiado minucioso y había que cumplir con el diezmo para el templo. La situación económica era crítica.
La sociedad se encontraba dividida y se atomizaba cada vez más tratando de buscar solución al problema del momento; unos creían en la fuerza de las armas, otros se aislaban y vivían en forma independiente. Se esperaba una irrupción de Dios que pusiera fin a esta situación y diera oportunidad al pueblo de Israel. Por otro lado después de la reconstrucción del templo al regresar del exilio, las leyes de purificación dominaron la religión judía hasta convertirla en un simple cumplimiento de normas, actitud con la cual Jesús no está de acuerdo porque se ha desligado totalmente de la vida haciendo falta la práctica de la justicia, del amor y de la misericordia. En una situación de éstas hay más desorientación y desconcierto en el pueblo, por eso Jesús es la alternativa de Dios en ese momento. Muchos se encuentran marginados del templo, han sido desplazados de allí por no cumplir con las normas rituales de purificación, cuando oyen hablar a Jesús se sienten identificados con su enseñanza y con su práctica, descubren que no están tan lejos de los caminos de Dios, encuentran en él al pastor que en vez de dispersar, congrega y reúne. Por eso, mientras los guías políticos y religiosos encuentran tiempo suficiente para descansar y comer, Jesús y los suyos tienen que inventar tiempo para satisfacer estas necesidades vitales. Marcos reconoce que Jesús, movido por la compasión de ver a la multitud que andaba como oveja sin pastor, se pone a enseñarles. Es la causa del Reino la que le consume su tiempo y su vida. Para esto ha venido, su pasión y su locura es el Reino, en otro pasaje del evangelio cuando María y los familiares de Jesús se enteran de que no les queda tiempo de comer por andar en los trabajos del Reino, vienen a buscarlo porque creen que se está enloqueciendo. Sólo quien ha andado en la vida motivado por una Causa entiende estas actitudes de Jesús, y no siente hambre ni fatiga por andar haciendo lo que le gusta y motiva. Leer más…
Comentarios desactivados en Dom 21.7.24. Ovejas con pastor. Cristo pan, palabra y casa (Mc 6, 30-34)
Del blog de Xabier Pikaza:
Estas son sus tres tareas. Viene en nombre de Dios y encuentra a los hombres sin pan, palabra ni hogar, en lucha de muerte. Por eso empieza a reunirles, en una casa de vida compartida, abriendo para ellos (con ellos) un camino de pan y palabra.
| Xabier Pikaza
Marcos 6,30-34
En aquel tiempo, los enviados volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.” Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma…, diciendo a sus discípulos “dadles de comer”.
Salmo 23 (22). Salmo responsorial, salmo engañoso
Jesús acepta implícitamente la primer parte del salmo…, pero rechaza explícitamente la segunda… No reúne a los suyos en el templo, sino que en sentido fuerte les expulsa del templo.., y por eso le matan los malos pastores de Israel y Roma. Gran parte de la problemática actual de la iglesia puede y debe entenderse como reinterpretación de este salmo.
PRIMERA PARTE. TÚ ERES MI PASTOR (Sal 23, 1-4).
Yahvé es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; | me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas; | me guía por el sendero justo, | por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, | nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me defienden.
Actualmente, siglo XXI, al menos en el mundo occidental, esta imagen se nos ha hecho difícil de entender y de aceptar: No nos sentimos bien si alguien nos guía, no somos “animales domésticos”, dependientes de un Dios exterior, sino dueños y gestores de la propia vida, sin necesidad de “pastores”. En un plano, ese nuevo sentimiento de libertad es bueno, y este mismo salmo lo ratifica al final. Pero en otro sentido, la visión del “Dios pastor”, vinculado a nuestra propia identidad de “rebaño de hombres libres”, sigue siendo necesaria: Nuestro despliegue en la vida ha sido un prodigio, la mayor de las maravillas de la tierra; la humanidad ha surgido por obra especial de una Presencia y Guía que podemos comparar con la del pastor, que nos ha hecho capaces de tener lo que tenemos, que nada nos falte.
Las notas principales de la presencia y obra de este Pastor divino son tradicionales y apenas necesitan comentario, teniendo en cuenta las condiciones del pastoreo trashumante antiguo, en una tierra de estepas semidesérticas, como las del entorno de Israel: Con la ayuda del Dios-Pastor, con su presencia educadora, el hombre ha sido capaz de encontrar verdes praderas y tranquilas fuentes, en medio de una tierra calcinada, reparando su cansancio y superando los peligros, a través de “senderos justos” .
– Aunque camine por cañadas oscuras (de oscuridad de muerte) nada temo, porque tú vas conmigo ; este Dios-presencia, en medio del riesgo de muerte de la vida humana, define y sostiene la su existencia. El hombre ha sido y sigue siendo un viviente acompañado, bordeando sin cesar el riesgo de la muerte-oscura que le rodea y amenaza. Un camino por la oscuridad rodeada de muerte, pero abierta a la Vida es la existencia humana.
– Porque tu vara y cayado me sosiegan-defienden. la vara es un tipo de “cetro” de orientación y mando (propio incluso de reyes); el cayado es más bien un bastón defensivo, que podía llevar punta de hierro, para luchar contra las fieras y contra posibles enemigos.
Según esto, la vida de los grupos humanos y de las personas en particular ha sido un “milagro” de educación (maduración, crecimiento) que el salmista atribuye a la presencia de Dios, como Pastor y guía. En un sentido, el hombre es dueño de sí (capaz de defenderse); pero, al mismo tiempo, su vida ha sido y sigue siendo resultado de una presencia superior. El hombre es porque Yahvé (el que es), siendo su presencia y providencia activa, le ha hecho surgir y le mantiene en vida.
SEGUNDA PARTE, EN LA CASA DE YAHVÉ (23, 5-6).
Preparas una mesa ante mí, | enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, | y mi copa rebosa.
Bondad y tu misericordia me acompañan | todos los días de mi vida,
Y habitaré en la casa Yahvé | por años sin término.
Como he dicho, el salmista da un gran salto, para situarse en el lugar en que ahora se encuentra (al menos simbólicamente), en la mesa del templo de Jerusalén, frente a sus enemigos: Ante la mesa que el mismo Yahvé le ha preparado en su casa . No camina ya buscando descanso de agua y sombra, en medio de duros senderos de muerte, sino que puede sentarse y se sienta ante la mesa de Dios, hasta saciarse sin fin. Su bienaventuranza no se expresa aquí en forma de visión (contemplar a Dios, cara a cara…), sino de banquete (comer siempre en la casa de Dios).
Este salmista del templo ya no es Jesús… que no va al templo para enfrentarse con sus enemigos, sino para expulsarles…Este es un salmo espiritualista, no es el salmo del mensaje de Jesús…
El orante ha pasado de ser “oveja” o pastor de ovejas en los caminos arriesgados de estepas orientales a ser miembro de una comunidad de culto del templo (la gran asamblea; Sal 22, 23-26), en la que ha sido admitido, quizá con la oposición de algunos miembros. Parece que en ese sentido ha de entenderse la frase enigmática “frente a mis enemigos” : Él está en la mesa, nadie podrá nunca separarle de ella, expulsarle de la compañía de Yahvé, pero éste fin del salmo advierte que en esa casa “sigue habiendo enemigos”, quizá grupos enfrentados.
Esa expresión (frente a mis enemigos) puede y debe entenderse de manera afirmativa: A pesar de que tengo enemigos (personas y grupos que piensan de un modo distinto y querrían expulsarme) estoy sentado a la mesa de Yahvé y ellos deben aceptarlo (no pueden impedirlo). Pero ella conserva un rasgo muy significativo: En otros salmos, incluso en Sal 22, daba la impresión de que los enemigos eran aniquilados en la gran lucha final; aquí, en cambio, sigue habiendo enemigos, incluso al fin, en el mismo templo, pues el culto del santuario de Yahvé sigue estando dividido entre grupos enfrentados, pero sabiendo que los otros, los enemigos, no podrán expulsar nunca al orante justo.
Dios mismo ha preparado esa mesa del templo para el orante, sirviéndole en ella: Unge su cabeza con perfume, declarándole triunfador (un tipo de mesías, ungido); mantiene siempre llena su copa… Aquí se ha invertido la imagen del hombre sometido a Dios pastor (que le domestica y dirige desde fuera), pues Dios se ha convertido en servidor del hombre, le unge, le orece su vino en la copa… y así la acompaña todos los días de la vida, como muestran las dos frases finales.
– Tu Bondad/Bien y Misericordia me acompañan… No se trata ya de la bondad de Dios, sino del Dios que es Bien/Bondad. Ciertamente, él hace que todas las cosas sean buenas (como declara el relato de la creación, Gen 1); pero él mismo es quien aparece ya como Bien y como Misericordia , esto es, como bondad amorosa para el hombre.
– Y así el orante puede terminar su salmo diciendo: habitaré en la casa Yahvé | por años sin término , en el doble sentido de “volver” (de retornar al principio de Dios) y de “habitar” en el mismo Dios.
Éste ha sido y sigue siendo uno de los “salmos místicos” que ha marcado un camino de experiencia interior y de vida para los cristianos, partiendo de Jn 10, donde Jesús aparece como Dios Pastor, que no sólo guía a las ovejas, sino que las “conoce” (comparte con ellas su intimidad de amor, les ofrece su misma vida en alimento).
Pero, al mismo tiempo, pero, en otra perspectiva, la lectura de este salmo ha conservado los rasgos de un Cristo/Dios pastor que “juzga” a sus ovejas, es decir, que discierne su conducta y que puede separar a unas de otras (ofrecer salvación, declarar condena), como se dice en Mt 25, 31-46, siguiendo una larga tradición judía, que aparece no sólo en los profetas como Ezequiel, sino en muchos texto apócrifos y apocalípticos.
Éste ha sido un salmo “místico”, no sólo porque presenta al Dios de Cristo como “pastor” de los hombres, sino, sobre todo, como aquel que les invita a su mesa en el templo, ofreciéndoles su propia vida como alimento (eucaristía litúrgica y personal).
REINTERPRETACIÒN DE JESÚS. Marcos 6,30-34
Él les dijo: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.” Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Jesús se reúne con sus discípulos para descansa…… pero no en el templo, sino en el campo. Vienen a buscarle… como ovejas sin pastor… Jesús acoge a todos en su casa, sobre el mundo……
Necesitan palabra, Jesús les enseña… les ofrece la palabra.
Tienen hambre… les da de comer… en el campo, comida humana, física… pan y los peces, en el mundo entero…
PAN, PALABRA, CASA.
Éstas son las tres claves del evangelio, del proyecto y acción de Jesús, tal como he puesto de relieve en mi Comentario a Marcos (Verbo Divino, Estella 2012), que se centra en los tres motivos principales del proyecto de Jesús: Pan, casa y palabra (o pan, palabra, casa)
En muchos casos, el pan tiene que ser lo primero… lo más importante. Si un hombre tiene hambre tienes que darle de comer, como sabe Mt 25, pero sabiendo que no sólo de pan vive el hombre, sino también de casa (familia) y de Palabra… Un pan sin casa se seca pronto, un pan sin palabra se acaba enmoheciendo, se vuelve veneno. Por eso, el pan pide casa, y pide palabra.
LO PRIMERO ES LA CASA FRATERNA (CF. MC 3, 20-35). Los escribas de Jerusalén le juzgan endemoniado porque acoge a los posesos; sus parientes de la Iglesia judeocristiana le declaran loco. Jesús responde acogiendo en su corro (igualdad fraterna, círculo de comunicación) a los que cumplen la voluntad de Dios, haciéndolos su madre, hermana y hermano. Leer más…
El evangelio empalma con el del domingo anterior, cuando Jesús envía a los discípulos de misión.
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él entonces, les dice: “Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.” Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario.
Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
A primera vista se entiende tan bien que casi da vergüenza comentarlo. Pero hay un detalle sorprendente e inexplicable: cuando Jesús y los discípulos se montan en la barca en busca de un lugar solitario, cuenta Marcos que muchos los vieron marcharse, fueron corriendo de todos los poblados y llegaron allí antes que ellos.
¿Es posible que la gente vaya corriendo desde Cafarnaúm, Betsaida, Magdala, y llegue antes que la barca a un sitio que nadie sabe cuál es? Imposible. Esto demuestra que el relato no hay que leerlo desde un punto de vista histórico (lo que ocurrió aquel día) sino simbólico.
El primer aspecto que subraya Marcos es el enorme interés de la gente por Jesús. Ya lo ha dicho antes, indicando que eran tantos los que iban y venían en su busca que no tenían tiempo ni para comer. Cuando Marcos leyese este texto en su comunidad, es posible que le obligara a preguntarse: ¿sentimos nosotros el mismo interés por Jesús? ¿Vamos corriendo detrás de él, o preferimos quedarnos cómodamente sentados en casa?
El segundo aspecto es la dedicación de Jesús a la gente. Cuando se acercan a la orilla y ve a la multitud reunida, no le dice a Pedro que vuelva mar adentro y busque otro sitio. Siente compasión de ellos porque los ve abandonados, como ovejas sin pastor. Si el primer aspecto sirve de autoexamen a la comunidad, este se dirige a sus responsables. ¿Siento compasión de la gente, o procuro quitarme de en medio cuando me van a fastidiar mi merecido descanso?
El tercer aspecto, muy importante, es que Jesús, al sentir compasión, no se dedica a hacer milagros, sino a enseñar. Y la gente parece satisfecha con eso. El viaje en busca de Jesús ha merecido la pena.
Pastores malos, pastores buenos, descendiente de David (Jeremías 23,1-6)
El texto recoge ideas típicas de mediados del siglo VI a.C., durante el destierro de Babilonia. Es el resultado de unir diversas intervenciones proféticas, muy breves y tenidas en diversos momentos. No debe extrañarnos que existan diferencias.
Por entonces era frecuente acusar a los reyes, los pastores, de haberse despreocupado del pueblo y provocar que marchara al destierro. La primera intervención de Dios se centrará en castigar a los monarcas.
¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño -oráculo del Señor-. Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, a los pastores que pastorean a mi pueblo: «Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuentas por la maldad de vuestras acciones -oráculo del Señor.
Pero el castigo no basta. Si los israelitas están dispersos, la siguiente intervención de Dios consistirá en reunirlos de todos los países.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde los expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multiplique.
¿Qué ocurrirá después? Los textos proféticos difieren bastante en este aspectos, y se pueden distinguir tres tendencias: 1) Dios mismo será el rey de Israel, mentalidad que se mantiene en el Padrenuestro cuando pedimos: «Venga a nosotros tu reino». 2) Habrá una restauración de la monarquía, con buenos reyes, no como los anteriores. 3) Dios suscitará un rey maravilloso. El texto elegido por la liturgia mezcla las dos últimas ideas: en un caso se habla de “pastores”, en plural
Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán. Ninguna se perderá -oráculo el Señor-.
Pero la última promesa se refiere a un único descendiente de David que gobernará rectamente, practicando el derecho y la justicia.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que daré a David un vástago legítimo: reinará como monarca prudente, con justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y le pondrán por nombre: «El-Señor-nuestra-justicia.
En cualquier caso, restauración de la monarquía o rey ideal, los israelitas que escuchaban estas promesas proféticas imaginaban a un soberano poderoso y respetado, con capacidad de implantar la justicia y traerles el bienestar. Ya que esta lectura se ha elegido por su relación con el evangelio, es importante advertir cómo cambia la imagen. Jesús no es un monarca sentado en su trono; no es temido, como la mayoría de los reyes antiguos; se mueve en un ambiente sencillo, humilde, de campesinos y pescadores; y su misión principal no consiste en administrar justicia, sino en enseñar. Algo que puede parecer decepcionante, pero que a sus contemporáneos entusiasma hasta el punto de seguirlo de todas partes.
De Galilea y de todo el mundo (Efesios 2,13-18)
Según el evangelio, los galileos siguieron a Jesús desde todas partes. Años más tarde, el seguimiento se produjo en muchos países, y la iglesia adquirió un aspecto nuevo al estar formada por cristianos de origen judío y de origen pagano. La experiencia actual de Estados Unidos y Europa con respecto a los migrantes ayuda a comprender lo difícil que resulta sentirse unidos, iguales y hermanos los miembros de distintos pueblos.
Desde el punto de vista religioso, en el siglo I, el mayor motivo de conflicto era la Ley de Moisés, con sus mandamientos y decretos. El judío que los practicaba se consideraba «cerca de Dios». El pagano, que ni los conocía ni los practicaba, estaba «lejos». ¿Cómo podría conseguirse la unión de judíos y paganos? Para los judíos contemporáneos de Jesús y de Pablo, la respuesta era clara: que el pagano se circuncide y observe la Ley de Moisés. Pero lo que hace Jesús, según el autor de la carta, es revolucionario: en vez de obligar a observar la Ley, la anula con sus mandamiento y decretos. Al morir por todos, destruye la enemistad y hace que todos, lejanos y cercanos, tengamos acceso al Padre en un mismo Espíritu
Hermanos, ahora estáis unidos a Cristo Jesús gracias a su muerte, los que antes estabais lejos, ahora estáis cerca. Él es nuestra paz; el que de ambos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad; anulando en su propio cuerpo la ley, sus mandamientos y decretos. Él ha formado de los dos, en su propia persona, una nueva humanidad, haciendo así la paz. Él hizo de los dos un solo cuerpo y los ha reconciliado con Dios por medio de la cruz, destruyendo en sí mismo la enemistad; con su venida anunció la paz a los que estabais lejos y a los que estaban cerca; porque por él los unos y los otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu.
Por desgracia, lo que dice este autor no siempre se cumple. En muchos conflictos políticos, económicos, sociales, entre cristianos, lo que triunfa no es la paz sino la enemistad. No somos una «nueva humanidad» sino una multitud de inhumanidades. Necesitamos ir en busca de Jesús para que él nos enseñe.
Esto del seguimiento de Jesús es una cosa muy completa. Hoy nos encontramos con que los apóstoles acaban de regresar de sus primeras “prácticas” y le cuentan al Maestro cómo les ha ido.
Probablemente recordarían muchas veces ese momento en el que compartirían mil anécdotas y en el que, en mitad de un ambiente tan familiar e íntimo, Jesús querría llevárselos a descansar.
Sí, Jesús pensó en su descanso y marcharon a un lugar tranquilo. Luego las cosas fueron diferentes, pero seguro que aquellos corazones entusiasmados y cansados sintieron el alivio que provoca que alguien vele por tu descanso.
Es seguro que cayeron en la cuenta de este detalle y también es seguro que no lo olvidaron. Y es seguro porque lo sabemos gracias a que ellos lo contaron. Lo contaron una y otra vez hasta que esta pequeña anécdota se convirtió en parte de la Buena Noticia.
Gracias al alivio y alegría que sintieron aquellos primeros discípulos podemos seguir escuchando ahora nosotras el susurro de la voz del Maestro que nos dice: –Venid vosotras solas a un sitio tranquilo a descansar un poco.
Y también a nosotras se nos vuelve en cansancio más ligero porque esa es la magia del cuidado. Más allá de las medicinas, una persona enferma que se siente querida y cuidada es capaz de afrontar incluso la muerte con mejor ánimo.
Seguro que todos recordaremos alguna vez en la que alguien ha pensado en nuestro descanso. El solo hecho de saber que alguien está preocupado por nosotras nos ha dado nuevas fuerzas.
La infinita ternura de Dios siempre está pensando en nuestro alivio y descanso. Siempre quisiera llevarnos a un lugar tranquilo, pero más de una vez se encuentra asaltada por una muchedumbre que la reclama como le sucedió a Jesús.
A nosotras nos toca hacernos conscientes de esta solicitud divina tan real como cualquiera de nuestros cansancios. Sí, debemos despertar a la ternura de Dios que cuida con esmero de cada una de nosotras, que se esconde en cada repliegue de nuestra cotidianidad para acariciarnos con una brisa suave y fresca, para saciar nuestra sed o para arrancarnos una sonrisa.
Oración
Despierta, Trinidad Santa, nuestra conciencia y nuestro espíritu para que sepamos reconocer la Ternura que derramas sobre la humanidad y que alivia cualquier cansancio.
Comentarios desactivados en Jesús nos enseña a estar disponibles, más allá de toda programación.
DOMINGO 16º (B)
Mc 6,30-38
Debemos tener presente el contexto del relato. Los apóstoles acaban de volver de la misión a la que Jesús les ha enviado. Entre el envío y el regreso, nos ha contado la muerte de Juan Bautista. Terminada la misión de los doce, se vuelven a reunir y se cuentan las peripecias de la tarea que acaba de concluir. Parece ser que les ha ido bien y vienen encantados (Lc lo dice expresamente). La euforia de la gente que los busca ratifica la visión. El éxito se les sube a la cabeza y no les deja tomar la postura adecuada.
Aunque no sea estrictamente histórico, para entender este pasaje, debemos recordar que después de los primeros éxitos en Cafarnaún, Jesús se retira al desierto para poner en orden sus ideas. En este pasaje, son los enviados los que tienen éxito y deben ser también ellos los que se retiren a examinar su actitud vital. Marcos nos está diciendo que los discípulos necesitan una seria reflexión sobre el éxito de su misión para no equivocarse al interpretar lo ocurrido, como Jesús necesitó meditar sobre su mesianismo.
Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar. El mismo Jesús, que les empujó a una actividad febril, los lleva ahora a un alejamiento de esa misma gente para dedicarse a una reflexión seria. No se trata solo de la preocupación por su cansancio. Se trata, sobre todo, de que entiendan bien el sentido de lo que está sucediendo y no se dejen llevar por falsos espejismos. Por dos veces se dice que van al desierto, para dejar claro que necesitan una reconversión. El desierto es siempre signo de cambio profundo.
El texto griego no dice ‘lugar tranquilo’ o despoblado sino‘lugar desértico’. La diferencia es importante si tenemos en cuenta el significado que Marcos da al desierto, como lugar de lucha contra el mal. Inmediatamente después de ser bautizado coloca a Jesús en el desierto, para que allí aclare cuál va a ser su verdadera misión, superando la tentación del un mesianismo triunfalista. Después del éxito en la sinagoga de Cafarnaún y la curación de la suegra de Pedro y cuando todo el mundo le buscaba, se marcha él solo al descampado.
Se les adelantaron. Los planes van a ser frustrados por una urgencia mayor, la de la gente. En la profunda humanidad manifestada hoy, tenemos que descubrir su verdadera divinidad. El relato habla del grupo. “Los reconocieron”, “se les adelantaron”. Al incorporar a los doce a su propia misión, queda establecido el grupo como comunidad. Está hablando de las pequeñas comunidades que se constituyeron después de Pascua. La búsqueda de la gente refleja una carencia de apoyo y estímulo que posibilita la tarea de Jesús.
Como ovejas sin pastor. Es una imagen clásica en el AT. En una cultura en que la ganadería era el principal medio de subsistir, todos sabían perfectamente lo que se estaba insinuando con la imagen del pastor. Siguiendo la primera lectura, Jesús hace una crítica a los dirigentes que, en vez de cuidar de las ovejas, las utilizan en beneficio propio. Siempre ha pasado lo mismo. Nunca han faltado pastores, pero han sido tantas las falsas ofertas, hechas con tanta persuasión, que el pueblo se ha sentido indefenso ante las tales ofertas.
Le dio lástima. Hoy no le conmueve un ciego o leproso, sino la gente descarriada. La ‘compasión’ sería una manera más adecuada de expresar el amor, superando los malentendidos que la palabra ‘lástima’ comporta. Podemos sentir lástima de una persona, pero no mover un dedo para sacarla de su situación. En todos los tiempos podemos constatar políticos y eclesiásticos que no tienen en cuenta al pueblo a la hora de tomar sus decisiones. La actitud de Jesús es el mejor antídoto contra la búsqueda del aplauso.
Y se puso a enseñarles con calma. Por encima de los planes de Jesús, está la necesidad de la gente. El texto griego no dice “con calma” sino “muchas cosas”. Del contexto se deduce que dedicó todo el día a esa tarea, pues a continuación Marcos narra la primera multiplicación de los panes, que empieza advirtiendo de que ‘se hizo tarde’. El tiempo es lo más preciado que tenemos, dedicarlo los demás es la mejor manera de responder a las exigencias del evangelio. La vocación del cristiano es ser para los demás.
Hay en esta frase un sutil mensaje que no es fácil descubrir. Todos estamos acostumbrados a programar nuestras ‘buenas acciones’. Las obras de caridad son catorce, ni una más ni una menos. Nos quedamos tan a gusto cuando cumplimos nuestra programación, pero cuando nos importunan pidiéndonos algo a destiempo nos subimos por las paredes. Jesús no enseña a estar siempre disponibles sin programaciones fáciles.
Se cumple la promesa de Jeremías. Jesús es el único pastor. Como dice Juan, él es el modelo de pastor, el único que no nos va a engañar ni se va a aprovechar de nosotros. Con todos los demás hay que tener cuidado, porque nos pueden desviar poniendo sus intereses por delante de los nuestros. Es una tentación en la que los seres humanos caemos casi siempre; incluso cuando hablamos de Dios es para ponerlo a nuestro servicio.
Hoy, más que nunca, andan las ovejas desorientadas. Si hay una característica de nuestro tiempo, es precisamente la desorientación. Es urgente distinguir el verdadero mensaje de evangelio de tanta ideología y partidismo en que hoy está envuelto. Cuando Pablo dice que derribó el muro que los separaba, no se refiere a una situación externa, sino a una actitud de fidelidad a sí mismo, que permite superar la barrera del odio. Lo que nos separa es siempre nuestro falso yo. Nuestro verdadero ser es idéntico en todos.
Cuando en el evangelio Jesús invita a los apóstoles a retirarse al “desierto”, está tratando de decirnos que solo en el silencio y en el recogimiento interior, podemos encontrar el verdadero ser y solo después de encontrarlo, podemos indicar a los demás el camino. Sin vida interior, sin meditación profunda, no puede haber espiritualidad. Sin esa vivencia no podemos ayudar a los demás a descubrir la vida que llevan dentro. Si encontramos a Dios en nosotros, llevarlo a los demás será la tarea más urgente y más fácil de nuestra vida.
El evangelio de hoy es un reconocimiento de la necesidad del silencio para recuperar la armonía interna, amenazada por el exceso de actividad en cualquier orden. El estrés que hoy padecemos se debe a que no tenemos tiempo para nosotros mismos. Esta falta de tiempos tranquilos nos impide asimilar y ordenar los acontecimientos, que, de esa manera, nos pueden destrozar, como la comida no digerida y por lo tanto indigesta.
Busca en tu interior y descubre allí el verdadero guía. No mendigues más agua que se te da a cuentagotas. Busca la fuente que está siempre manando y a tu entera disposición.
El dedicarse a los demás y la dedicación a uno mismo no son dos aspectos que se puedan separar. La contemplación y la acción no pueden disociarse. Todo acercamiento a Dios lleva directamente a los demás. Si nos olvidamos de uno de los aspectos, fallaremos
«Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco»
El pasaje de hoy no va de teología, ni hay simbología, ni encierra mensaje alguno, sino que se limita a presentarnos una escena entrañable de la vida de Jesús. Los doce acaban de volver de su primera misión y se mueren de ganas de compartir su experiencia. Pero están agotados, porque allí donde van se ven rodeados de muchedumbres que demandan su atención y no les dejan respirar.
Necesitan descanso, y Jesús les propone tomarse el día libre en algún sitio apartado para poder charlar tranquilamente y coger fuerzas para seguir adelante. En su travesía por el lago hacia alguna cala solitaria pueden pescar algunos peces y compartirlos alrededor de una hoguera… Estupendo plan.
Pero al llegar se encuentran el lugar lleno de un gentío que les espera y que da al traste con la excursión, con la charla y con su ansia de descanso. Y aquí Jesús muestra su talante, pues en lugar de contrariarse por ver truncados sus planes, se compadece de ellos (porque son como ovejas sin pastor) y se dispone a enseñarles…
Habían ido corriendo por la costa para no perderse ni un solo día la predicación, y allí estaban. Estaban los empecatados e impuros a quienes las autoridades religiosas habían cerrado toda vía a la esperanza, los que se sentían necesitados del Dios que predicaba Jesús, los que veían arder sus corazones cuando le escuchaban, «jamás hombre alguno habló como éste», los que buscaban sanar de alguna dolencia, los que sentían curiosidad por escuchar al profeta, los que veían en él al mesías libertador de Israel al que esperaban…
Y todo esto consecuencia del carisma de Jesús, de su increíble capacidad de fascinar a la gente, de su coraje al enfrentarse a los poderosos en defensa de los necesitados, de su capacidad de discutir de teología con escribas y fariseos y salir airoso, de su facilidad para hablarles de Dios y que le entendiesen, de su actitud consecuente con lo que predicaba, de que no hacía distinción de clases, de que no despreciaba a los pecadores, de que trataba a cada uno como al más importante de los hombres…
Para todos ellos, aquello era el reino de Dios en la Tierra, ya no había que esperar más, estaba allí, junto a ellos.
Nada de esto se entiende si partimos de ese Jesús lejano, hierático y estereotipado que tantas veces se nos presenta para poner de relieve su divinidad. Si exceptuamos a “Juan” (que lo convierte en una especie de portavoz de su teología con pocos rasgos humanos), el Jesús que se desprende del evangelio tuvo que ser una persona muy cercana y empática, capaz de arrastrar a la gente con su estilo abierto, su novedad y su personalidad.
Como solía repetir Ruiz de Galarreta: «¡Fascinante Jesús!».
Comentarios desactivados en Descansar como Jesús. La Ecología del corazón.
DOMINGO XVI DEL TO
(Mc 6,30-34)
La lectura de este domingo nos recuerda la necesidad de descanso y cuidado interior en nuestra vida a partir de la propia experiencia de los apóstoles y Jesús. Junto a ello, la invitación a vivir estas necesidades humanas desde una espiritualidad integradora en la que la contemplación y la acción son inseparables.
Jesús, tras un periodo intenso de trabajo, invita a los suyos a estar con él en un lugar más apartado y tranquilo. Es decir, a tomar distancia de la realidad para descubrirla con nuevos ojos y volver a ella con renovada energía y sentido. Se trata de un “distanciarse” que no es evasivo, sino que capacita para vivir con más gratuidad y hondura la vida misma y sus “trajines”.
Frente a un descanso individualista, autorreferencial o consumista, Jesús nos propone un descanso comunitario, como comunitaria es la vida y el compromiso al que nos urge el evangelio. Un tiempo para descansar buscando espacios más gratuitos y contemplativos en el que experimentar que somos mucho más que nuestras tareas, por comprometidas que sean. Un tiempo para el cuidado de la interioridad, para retomar y profundizar motivaciones.
Pero, la realidad es persistente y la contemplación y la acción no son separables, sino que están mutuamente imbricadas, de ahí la tensión entre el deseo de intimidad y descanso con Jesús de los discípulos y la realidad de las personas que les apremian con sus necesidades y búsquedas, porque como señala el texto, se sienten como ovejas sin pastor.
La compasión de Jesús, su capacidad de conmoción, de sentir con los más abatidos e invisibles, nace precisamente de su capacidad de contemplación, de ese cuidado en tensión de su interioridad en medio del ajetreo de la vida y sus quehaceres. Porque la vida cristiana es una tensión permanente, como nos señala el texto, entre el Dios que se nos da y las tareas cotidianas, entre la gente y la intimidad con Él, en la soledad del corazón.
Para vivir fecundamente esta tensión necesitamos lo que el papa Francisco llama una ecología del corazón compuesta de descanso, contemplación y compasión (Ángelus 18 de Julio del 2021). Solo oxigenándonos por dentro, desde la apertura a la gratuidad de Dios y su compasión podemos abrazar la debilidad humana empezando por la nuestra y poniéndonos a su servicio.
Aprovechemos la oportunidad que nos ofrecen las vacaciones de verano para hacer más hueco a la intimidad de Dios en nuestra vida, a cuidar más los tiempos de escucha contemplativa a la Palabra viva en la realidad de nuestro mundo y en lo profundo del corazón.
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