13.10.24 Ni al uno por cien de evangelio (Mc 10, 28-30, Dom 28 TO)
Del blog de Xabier Pikaza:
Puede haber algo de cristianismo, pero cada vez que me asomo un poco más al NT veo menos evangelio.
Puedo tener una deformación semi-senil, pero cuando vuelvo a textos como este evangelio del domingo me embarga una inmensa melancolía. ¿Será tarde para empezar de verdad? Siga leyendo lo de Jesús quien quiera. Lo mío no será necesario.
La primera iglesia de Jerusalén fue iglesia para morir: Vender los bienes, repartirlos entre todos y consumirlos, esperando la muerte (el Reino de Dios).
La iglesia clerical posterior ha sido también para morir: Obedecer a Dios y a sus ministros, sufrir lo necesario y esperar después el cielo. pues para el cielo hemos sido creados, si superamos el “trago” (cáliz) de este mundo.
Jesús nos dice hoy que vivamos para ganar (=dar y recibir) el ciento por uno en familia (amigos, parientes) y en bienes (casas, campos), aunque ello nos exija una gracia y esfuerzo especial (con persecuciones y dificultades).
A por ello, iglesia, de lo contrario te mueres (=estás muerta)
| Xabier Pikaza
Texto
- Jesús les dijo. ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!”
- Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
- Jesús añadió: “Hijos, ¡que difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
- Ellos se espantaron y comentaban: “Entonces, quién puede salvarse?”
- Jesús se les quedo mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.”
- Pedro se puso a decirle: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.”
- Jesús dijo: “Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna.”
- Pedro se puso a decirle a JSÚS: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.”
- Jesús dijo: “Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más en casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna.”
Advertencia
Este pasaje ha inspirado de un modo especial a muchas comunidades particulares (religiosas, carismáticas, ministeriales…) que están siendo en este momento de sínodo “juzgadas con rigor” por el Vaticano (sin que quizá el Vaticano se dé cuenta de que se está juzgando a sí mismo).
Jesús aplica este pasaje/camino del ciento por uno a todos sus compañeros, amigos, seguidores no a grupos “particulares” (monasterios, cuadrillas, compañías, sodalicios, “opus/obras” clericales o semi/clericales, que al cerrarse en grupos presuntamente pobres de profesionales de riqueza tienden a volverse ricos (=dominadores económicos-afectivos-ideológicos) de los otros, en contra del evangelio.
Este ha sido y sigue siendo el cáncer de una ideología “clerical” (de cleros/grupos) que, separándose de la “clase de tropa” para vivir en pretendida pobreza (=para servir a otros), terminan sirviéndose del evangelio para servirse a sí mismos.
Pedro dice que está dispuesto
Así se presenta ante Jesús como portavoz de aquellos que “han dejado todo y le han seguido”, es decir, de sus discípulos (cf. Mc 10, 23), distinguiéndose de aquel, de aquellos que se quedan con sus bienes egoísta y rechazan a Jesús.
. El texto le presenta así como “discípulo ideal”, que lo ha dejado todo por obtener todo de un modo distinto, conforme al ideal de Jesús. ¿Es cierto que Pedro lo ha dejado todo? ¿Pedro es sólo el Papa o somos todos los cristianos?
Respuesta de Jesús:
‒ Quien haya dejado casa o hermanos o campos, por mí y por el evangelio… Casa y campo se vinculan, pues la propiedad agrícola, de la que se come, resulta inseparable de la casa, en la que se vive, siendo familia. En un primer momento, Jesús había dicho al hombre rico que diera todos sus bienes a los pobres, no a los miembros de una comunidad. Pero aquí ese don de todo a los pobres se concreta y cumple en forma de una comunión mesiánica; Dar a los pobres significa dar todo a todos para compartirlo con ellos, obteniendo así obtener el ciento por uno, en casas/campos y familia.
Este pasaje incluye dos elementos (dar a los pobres siguiendo a Jesús y compartir en comunidad recuperando así el ciento por uno con los pobres, con todos).
Nos hallamos ante la misma dinámica que subyace en el “amor al enemigo” de Mt 5, 35-45. (a) Sólo allí donde se empieza amando de manera radical a los enemigos puede amarse de verdad a los amigos, amándonos odos (de Jn 13, 34). (b) Sólo allí donde se empieza dando a todos los pobres (Mc 10, 21) se podrá obtener y compartir el ciento por uno en la comunidad (Mc 10 30).
Se empieza así dando todo en gratuidad, pero no para perder lo que se tiene, sino para tenerlo de manera más intensa, y así multiplicarlo, creando un espacio en el que se logra y comparte el ciento por uno (como en las multiplicaciones, con grupos de cien o de cincuenta: Mc 6, 40). Esta multiplicación del ciento por uno no es sólo de panes y peces, como en las alimentaciones de Mc 6, 31-46; 8, 1-8 par., sino de hermanos/familia y casa/campos; ella define la nueva lógica de Jesús, en un mundo donde la vida no se entiende ya como dominio de unos sobre otros, sino como experiencia de riqueza compartida (que es propia de la Iglesia, pero que se abre a todos los necesitados) [1].
‒ Dejar casa (oikia) y familia (hermanos…). Se trata en el fondo de lo mismo, pues casa significa familia (con los diversos tipos de parientes) y vivienda con sus pertenencias (en especial los campos, que son bienes de producción y consumo). Dejar casa implica abandonar la estructura concreta de un tipo de familia, desde la perspectiva del varón patriarcal, en línea de dominio y separación frente a los de fuera.
Se trata, pues, de superar una economía doméstica de tipo particular donde cada familia (grupo, clase, nación) vive para sí, en contra (o separada) de las otras, para crear una familia abierta de hermanos y hermanas (plano horizontal) y de madres, hijos (en línea vertical, sin la figura de un padre dominador que aquí desaparece). En ese contexto, los campos son expansión y entorno de la misma casa/familia, fuente de riqueza, de trabajo y alimento.
Aquí no se dice ya sólo que se entreguen los bienes a los pobres en general, sino que, supuesto eso, tras haber dicho al rico que venda todo y lo regale sin más a los pobres, Jesús puede afirmar que los bienes, así vendidos/dejados pueden y deben compartirse “en familia”, en grupos comunitarios de madres/hermanos/hijos con casas y campos. De esa forma, el don anterior (darlo todo) se convierte en principio de multiplicación (ciento por uno) en un plano de vida familiar, trabajo y de comunicación de bienes.
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