El Consejo Evangélico de Madrid expulsa a la Iglesia Evangélica Española por sus pasos a favor de la inclusión de las personas LGTB
Nuestro apoyo total a la Iglesia Evangélica Española frente a esta bofetada homófoba y antievangélica:
El ultimátum se ha consumado. Por 38 votos a favor, 21 en contra y 11 abstenciones, el Consejo Evangélico de Madrid ha “dado de baja como miembro de pleno derecho” a la Iglesia Evangélica Española, una de las iglesias protestantes más veteranas y arraigadas en nuestro país, debido a su posición en favor de las personas LGTB. Como ya denunciamos hace un año, además de un grave caso de LGTBfobia, la expulsión supone también un incumplimiento tanto de la función propia del Consejo como de la tradición protestante de dar libertad a las iglesias. Sin embargo, ha servido también para que la Iglesia Evangélica Española se reafirme públicamente en su inclusividad.
En enero de 2016 explicábamos con detalle la situación. La Iglesia Evangélica Española había sido entonces amenazada de expulsión del Consejo Evangélico de Madrid mediante una carta firmada por Jesús Manzano y Manuel Cerezo, presidente y secretario, respectivamente, de esa institución, que agrupa a las iglesias protestantes de la comunidad autónoma y las representa ante el gobierno regional. La Iglesia Evangélica Española, una de las iglesias protestantes con mayor solera de España, estuvo paradójicamente entre las fundadoras del Consejo.
Aunque ya antes de esta amenaza la Iglesia Evangélica Española había recibido “avisos” por algunos gestos inclusivos, el desencadenante definitivo fue la decisión de su Sínodo, adoptada semanas antes, de ratificar la conocida como Declaración de Mamré, un texto explícitamente aperturista hacia las personas LGTB y sus familias. La amenaza de expulsión resultaba doblemente sorprendente. En primer lugar, por el carácter del Consejo Evangélico de Madrid, institución con una labor de representación pero no doctrinal. En segundo lugar, por la tradición protestante de respeto a la libertad de las iglesias en cuestiones internas. Pese a todo ello, una asamblea extraordinaria de la institución aprobó en octubre de 2014 definir en su reglamento de régimen interno una denominada “ética bíblica de la sexualidad” que consideraba únicamente aceptables “las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer”, argumento utilizado como base para la expulsión.
El episodio tenía, en cualquier caso, su lado positivo: la respuesta de la Iglesia Evangélica Española, que lejos de amedrentarse se reafirmó en su política de apertura hacia los fieles LGTB, y que ha acabado desembocando, este 13 de marzo, en su expulsión del Consejo Evangélico de Madrid, decidida por su asamblea general por 38 votos a favor, 21 en contra y 11 abstenciones. Una expulsión que adopta la forma, según ha matizado eufemísticamente el propio Consejo Evangélico de Madrid, de “baja como miembro activo de pleno derecho”, sin voz ni voto.
Un conflicto local que refleja tensiones globales
Más allá del marco español, la división del voto viene a confirmar las tensiones que vive el cristianismo protestante entre sus iglesias más clásicas, entroncadas con la Reforma del siglo XVI y sus figuras teológicas, y las más modernas iglesias surgidas a partir de movimientos religiosos que tuvieron lugar, sobre todo en Estados Unidos, ya en siglos posteriores. Las primeras, más abiertas a revisar sus posturas tradicionales, se caracterizan por un mayor peso de la reflexión teológica, y por lo general sus ministros deben seguir un largo proceso de formación intelectual y pastoral. Las segundas ponen el acento en el aspecto emocional y relativizan o minimizan el elemento de reflexión. Sus pastores suelen ser nombrados por las propias comunidades y cuentan con menos requisitos intelectuales.
En el protestantismo español están representadas ambas corrientes. Debido a su carácter minoritario, comparten los organismos de representación civil, como el Consejo Evangélico de Madrid o, a nivel estatal, la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE). Hasta ahora han sobrellevado sus diferencias, que han mantenido al margen de la competencia de los órganos de representación, pero está claro que la LGTBfobia de muchas de ellas es motivo suficiente para romper este principio de no intervención.
Lo sucedido puede suponer, en cualquier caso, un revulsivo. De hecho, según han confirmado a dosmanzanas fuentes cercanas a la Iglesia Evangélica Española, la apuesta por la inclusión de las personas LGTB no solo no tiene vuelta atrás, sino que es firme y promete consolidarse. Estaremos atentos.
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