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Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo

Domingo, 27 de agosto de 2023
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AMOR CELOSO

Tú pides,
pides siempre,
pides mucho,
Señor.
Lo pides todo.
Te gusta ir entrando, como un fuego,
vida adentro de aquellos que te aman
y abrasarles las horas, los derechos, el juicio.
Tú haces los eunucos y los locos del Reino.
Abusas del amor
de los que son capaces
de abusar de tu Amor.

No muchos, más bien pocos.

(Todos podrán salvarse,
pocos quieren salvarte plenamente).

Teresa de Jesús, que lo sabía
de andar trochas y noches del Carmelo,
te lo advirtió. Inútilmente, claro.
Sigues siendo el Total,
la zarza ardiendo
sobre el Horeb de todos los llamados.

Delante de tu Gloria, Amor celoso,
no hay más gesto posible que descalzar el alma.
Tú eres. Tú nos haces.
Calcinándonos,
el Viento de tus llamas nos liberta.
Tú nos amas primero, en todo caso.

*

Pedro Casaldáliga.
Todavía estas palabras, 1994

***

 

 

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos

“¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”

Ellos contestaron:

-“Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.”

Él les preguntó:

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.”

Jesús le respondió:

“¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.”

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

*

Mateo 16,13-20

***

Lo esencial de la gran contienda entre el Oriente cristiano y el Occidente cristiano, desde el inicio hasta hoy, se reduce a lo siguiente: la Iglesia de Dios tiene que desempeñar una tarea concreta entre los hombres; ¿para realizar ese encargo es necesario aunar todas las fuerzas eclesiales cristianas bajo la insignia y el poder de una  autoridad eclesiástica central? Dicho con otras palabras: ¿la iglesia, como Reina de Dios presente, debe tener en la tierra representantes y ser una, estar unida, puesto que un reino dividido contra si mismo no subsistirá, mientras que la Iglesia, según la promesa evangélica, subsistirá hasta el final y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella?

La Iglesia romana se pronunció resolutivamente con una respuesta afirmativa; se fijó esencialmente en el cometido práctico del cristianismo en el mundo, en el sentido de la Iglesia como reino eficiente o ciudad de Dios (Civitas Dei), y desde el inicio personalizó el principio de la autoridad central que de modo visible y práctico le confiere unidad a la actividad terrenal de la Iglesia. Por eso, la cuestión abstracta del significado de la autoridad central en la Iglesia se reduce a la cuestión histórica y viva del sentido de la Iglesia romana. Ella, sus ideas y sus acciones constituyen el verdadero objeto de la gran contienda. El principio de la autoridad eclesiástica, del poder Espiritual representado sobre todo por la Iglesia romana, tiene una triple cara y suscita una triple cuestión. Primera, en el ámbito de la Iglesia, nos preguntamos cuál debe ser la relación del poder eclesiástica central con los representantes de las Iglesias locales nacionales; segunda, surge el tema de la relación de la Iglesia con el Estado, de la autoridad Espiritual con la laica; y tercera, la relación entre el poder Espiritual y la libertad Espiritual del individuo, la cuestión de la libertad de conciencia.

*

V. S. Soloviev,
El problema del ecumenismo, Milan I973, 63ss).

V.Solovyov

***

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Querer el bien.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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Es triste tener que lamentar el dolor, pero
no basta con quejarse de él para eliminarlo.

Es el bien lo que debemos querer, cumplir, exaltar.

Es la bondad la que debe ser proclamada en presencia del mundo
para que irradie y penetre todos los elementos de la vida individual y social.

El individuo debe ser bueno, de una bondad que revela una conciencia pura
e inaccesible a la duplicidad, al cálculo, a la dureza del corazón.

Bueno, por una aplicación continua de la purificación interior, de la perfección verdadera;
bueno, por fidelidad a un firme propósito manifestado en todo pensamiento, en toda acción.

La humanidad también debe ser buena. Estas voces que suben del fondo de los siglos,
para enseñarnos todavía hoy con una nota de actualidad,
recuerdan a los hombres el deber que incumbe indistintamente a todos de ser buenos,
justos, rectos, generosos, desinteresados, prontos para comprender
y para excusar, dispuestos al perdón y a la magnanimidad.

*

 Juan XXIII

La documentación católica n°1367

***

 

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

“Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.”

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

“Atiéndela, que viene detrás gritando.”

Él les contestó:

“Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.”

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

“Señor, socórreme.”

Él le contestó:

“No está bien echar a los perros el pan de los hijos.”

Pero ella repuso:

– “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.”

Jesús le respondió:

“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.”

En aquel momento quedó curada su hija.

*

Mateo 15,21-28

***

La mujer de la región de Tiro y Sidón ora forzada y empujada por la necesidad. No puede hacer otra cosa, porque su hija está “poseída“, expresión que, entre otras cosas, significa que la comprensión entre ella y su hija hace tiempo que se ha roto, que ha cesado desde mucho tiempo atrás la inteligencia mutua y que ya no es posible volver a reconocer el alma de la otro detrás de las manifestaciones externas de los gestos y las palabras; como bajo la influencia de un poder extraño, la persona de la otra escapa a la percepción. Eso es lo que la Biblia designa con la terrible palabra “demonismo” (Dämonie). Teniendo presente el tormento de semejante enfermedad, la mujer se dirige a Jesús y, bajo la presión e la necesidad, nada podré detenerla. Impulsada por los desvelos y la preocupación por su hija, no se deja apartar como una pesada, como pretenden los discípulos. Abraza cualquier Forma de humillación y se abandona a una forma de súplica que se podría calificar de perruna, si no se viese en ella precisamente la grandeza de su humanidad.

Así de poderosos pueden llegar a ser los lazos del amor en la súplica de unos por otros .

*

E. Drewermann,
El mensaje de las mujeres: La ciencia del amor,
Herder Barcelona 1996, 134- 135.

***

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María: una vida plena a la que se le anticipó el cielo

Martes, 15 de agosto de 2023
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133CE73F-AB23-4FBB-8CEF-7D798C4DF167Del blog de Consuelo Vélez Fe y Vida:

“María no es una semidiosa ni alguien distinto a nosotros”

El dogma de la Asunción de María nos invita no a mirar al cielo sino a la tierra, no a mirar la vida de plenitud alcanzada por María sino la vida real que hizo posible tal realización definitiva

María nos impulsa al seguimiento de Jesús como discípulos y discípulas, porque ella es modelo de discipulado, no solo para las mujeres -como tantas veces se invoca- sino para todo el pueblo de Dios

Las fiestas marianas tradicionalmente han convocado a muchos creyentes porque a María se le reconoce como madre cercana y atenta a las necesidades de sus hijos e hijas. Pero nuestras sociedades han cambiado y aunque algunos grupos continúan cultivando ese amor mariano hoy se necesita releer la figura de María para que pueda ser significativa para las juventudes actuales, que no logran comprender una virgen y madre, más situada en los altares con coronas y atuendos recargados, que una mujer del día a día con sus luchas, dolores, logros y conquistas. (Cabe anotar que algunos de los nuevos grupos marianos están muy alejados del espíritu de Vaticano II, con lo cual, aunque aparentemente favorecen la devoción mariana, en realidad, la desfiguran).

Por eso la fiesta que celebramos el 15 de agosto -la Asunción de María– merece una reflexión para hacerla más comprensible. Esta festividad se celebra desde 1950 cuando el Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción. Es decir, el pueblo de Dios reconoce que María ya goza de la vida definitiva. Ese es el significado de haber sido llevada “en cuerpo y alma”, o mejor, “con toda su persona”, al cielo.

¿Qué puede decir esta celebración para nuestro presente?Es necesario volver a mirar toda la trayectoria de María para poder entender el final de su vida. No son muchos los textos bíblicos referidos a ella. Además, la Biblia no ofrece datos históricos sino interpretaciones teológicas de la historia vivida. De María se dice que aceptó ser la madre de Jesús -no sin preguntar- ¿cómo será esto? (Lc 1, 34). Es decir, asumió conscientemente su participación en el plan divino de salvación. Además, Lucas pone en sus labios el canto del Magnificat, condensando en unos versos, la acción de Dios sobre su pueblo: “su misericordia llega de generación en generación, enaltece a los humildes y derriba a los poderosos, como lo había prometido a Abraham y a su descendencia” (Lc 1, 46-55). María canta con júbilo no por ser ella una persona extraordinaria sino porque anuncia la salvación que está llegando con Jesús a todo el pueblo de Israel.

Por su parte Juan nos habla de las bodas de Caná donde María pide a su Hijo que actúe en favor de los novios (2, 1-12) y nos la presenta, valiente y firme, al pie de la cruz en el momento final de la vida de Jesús (Jn 19, 25-27). Es decir, la María del evangelio de Juan es una mujer activa, protagonista, decidida, fuerte.

Los tres evangelistas nos narran otro pasaje que a primera vista resulta extraño. A Jesús le avisan que “su madre y sus hermanos lo buscan” y su respuesta es que su familia, son todos “los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan” (Mt 12, 46-50; Mc 3, 31-35; Lc 8, 19-21) Este texto bíblico resulta muy iluminador para entender la manera como María se sitúa frente a la misión de su Hijo. Ella supo ser discípula, animando a la comunidad formada por aquellos que acogen el mensaje del reino e instauran esa familia amplia que no está unida por la carne ni la sangre sino por la fidelidad al proyecto de Dios sobre la humanidad.

Podríamos profundizar más en los pocos datos que sobre María nos ofrecen los evangelios, pero basta lo dicho aquí para comprender el significado de este dogma mariano. La que supo vivir en el día a día el seguimiento de Jesús, no puede menos que haber alcanzado ya, la plenitud de vida a la que todos estamos llamados. Ella supo identificarse con el mensaje del reino y por su fidelidad, coherencia y fortaleza debe ser ya depositaria de lo que todos esperamos alcanzar cuando llegue la plenitud de los tiempos.

En otras palabras, el dogma de la Asunción de María nos invita no a mirar al cielo sino a la tierra, no a mirar la vida de plenitud alcanzada por María sino la vida real que hizo posible tal realización definitiva. María nos impulsa al seguimiento de Jesús como discípulos y discípulas, porque ella es modelo de discipulado, no solo para las mujeres -como tantas veces se invoca- sino para todo el pueblo de Dios. Su grandeza radica en su fe a lo largo de su vida, incluso en el momento más duro de su existencia: la crucifixión de su Hijo. Allí toda la obra de Jesús mostraba su fracaso, pero ella supo permanecer de pie, sosteniendo la naciente Iglesia. De esa manera la presenta también el libro de los Hechos cuando dice que “todos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María la madre de Jesús y de sus hermanos” (1, 14).

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Los dogmas marianos predicados como doctrinas que hay que creer casi sin entender, significan poco para las personas de hoy. Pero explicados a partir de la vida cotidiana de María, posiblemente pueden ayudar a ver su figura no tanto desde méritos extraordinarios -que ningún otro mortal tendría- sino desde su colaboración consciente y responsable con el plan divino de salvación: “Hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38), a lo que todos somos llamados.

La Asunción de María nos habla del cielo que a ella se le anticipó por su vida -de amor, servicio, fortaleza, fidelidad- vivida en su historia concreta. María no es una semidiosa ni alguien distinto a nosotros. Es una persona humana, creatura como todos, capaz de amar en toda circunstancia, Por supuesto su papel único como Madre de Jesús, no es insignificante. Y los dogmas marianos son primero que todo cristológicos que mariológicos, o sea, en función de Cristo, para afirmar su divinidad. Pero, en un segundo momento, nos confrontan con nuestra propia realidad al mostrarnos la posibilidad de vivir como lo hizo María desde su propia humanidad. En otras palabras, la Asunción nos invita a no detener el paso porque como ella y con ella, ¡podemos alcanzar el cielo!

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¡Vamos de visita!

Martes, 15 de agosto de 2023
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Ilustración: Maximino Cerezo Barredo, cmf

Lc 1, 39-56

Cuando era pequeña y escuchaba a mi abuela o mis tías decir: “Me llevo a la niña de visita”, a mí se me ponían los pelos de punta. El plan era un soberano aburrimiento para una niña que lo que quería era estar jugando en casa, o mejor aún, en la calle, pues en la ciudad donde vivía mi abuela, los niños todavía jugaban en la calle.

La lectura de Lc 1, 39-56 me ha llevado de viaje al pasado y, lo que antes me parecía un horror, se ha transformado en un valor.

“Y un día cualquiera, un poco antes de las primeras luces del amanecer, María cierra tras sí la puerta de su pequeña casa de Nazaret e inicia apresurada el camino hacia ‘la montaña, a un pueblo de Judá’, donde vivía Isabel. No había prisa pero el impulso de su corazón movía velozmente sus pies” (1). Este relato nos muestra lo que es visitar.

Visitar implica moverse, cerca o lejos, salir, ponerse en marcha; abandonar el espacio de confort (que decimos ahora); adentrarse en la realidad del otro, la persona que me abrirá la puerta de su espacio y, posiblemente, de lo que vive.

Visitar exige irremediablemente invertir tiempo… ¿quién tiene tiempo hoy para regalarlo desinteresadamente?

Vamos a dejarnos llevar por María y vayamos con ella de visita a casa de Isabel.

“Aquellas dos mujeres preñadas, creyentes e ilusionadas (…) envueltas en el silencio de la promesa de Dios, se encuentran y en el mismo instante del abrazo, la palabra se hace presente con la intensidad de la comprensión, la alegría y la intimidad compartida” (2).

La visita empieza a dar frutos desde el primer instante si hay una buena predisposición. La actitud de quien va y quien recibe es elemento primordial.

Ellas estaban felices. Isabel gritó de júbilo y “la criatura salto de alegría en su vientre”. Y María proclamó exultante la oración de alabanza y agradecimiento al Dios de la Vida. “El Magníficat recoge la plegaría del orante que se descubre, desde la humildad, fecundado por su Señor dentro de la Historia de Salvación” (3).

María permaneció en casa de Isabel “unos tres meses y volvió a casa”. Se movió, invirtió su tiempo y podemos imaginar qué maravillosos tres meses pasaron juntas, viendo como la vida crecía dentro de ellas, cuidándose, riendo, compartiendo…

En la sociedad que vivimos, cada vez más fragmentada e individualizada, donde las relaciones se va licuando, quedando en manifestaciones muy superficiales; reducidas a un mero contacto tecnológico a través de whatsapp (el correo electrónico dicen los jóvenes que eso es ya cosa de viejos), Twiter, Instagram, etc., me pregunto si tiene un significado el hecho de visitar, más allá de un contacto comercial, de captación de clientes, o del médico cuando el paciente no se puede mover de la cama.

Después de empaparnos del evangelio de este día hay que preguntarse a qué me mueve el “movimiento” de María visitando a Isabel. Y si realmente, el hecho de visitar, tiene un significado en mi vida.

Hay gente ahí fuera esperando una visita, de persona a persona.

Hay mucha necesidad de abrazos y de afecto, que no se solucionan con emoticonos y fotos con preciosos textos de buenas intenciones en el móvil.

Hay sed de escucha, en las alegrías y en las penas; para las primeras habrá un café o una cerveza y, para las segundas, además, un hombro y un pañuelo para enjugar lágrimas.

Hay enfermos crónicos que al inicio de la enfermedad seguro que tuvieron gente que les visitó, pero cuando la postración es larga, la soledad embarga.

Hay demasiados ancianos que viven demasiado solos, que su puerta nunca se abre para recibir porque nadie se acerca a ser recibido.

Hay muchas personas que han llegado traspasando fronteras, huyendo de sus lugares de origen que necesitan ser escuchados, recibidos, alentados, etc.

Recuerdo aquí lo que nos enseñaban en la catequesis sobre las Obras de Misericordia; dos de ellas se refieren al hecho de “visitar”: visitar a los enfermos y visitar a los presos.

El estado tiene una responsabilidad ineludible en la atención a las necesidades de quienes necesitan determinados servicios que ayuden a mejorar las condiciones de vida de quienes lo necesitan, por edad, enfermedad, etc. Eso es incuestionable. También las ONG’s, fundaciones, e instituciones benéficas tienen un papel importante en dicha atención.

Pero visitar… es otra cosa. Es una labor personal, individual. Es un estar atentos a detalles de la vida cercana, del entorno. Visitar no cuenta en las estadísticas. Es una acción muy silenciosa que no requiere estructuras organizativas, ni contractuales.

María fue. Podía no haber ido. Isabel, mayor y preñada, seguramente estaba bien atendida. Pero María fue. A estar. A escuchar. A compartir.

Mari Paz López Santos

  • (2) y (3) Del libro: ¿QUÉ QUIERE DIOS QUE YO QUIERA? Magnificat siglo XXI” Mari Paz López Santos

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“El cristianismo de María Magdalena” por Juan José Tamayo, teólogo.

Sábado, 22 de julio de 2023
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mary-magdalene-6e5a131d0dc85e1439fe556313b910251421f22f-s6-c30El Papa Francisco elevó la Memoria de María Magdalena, convirtiéndola en fiesta, que se celebrará todos los años el 22 de Julio. Por eso, para este día, recomendamos la lectura de los artículos, muchos, que hemos dedicado a la figura de la Apostolorum Apostola, y refrescamos este que leímos en la página web de Redes Cristianas

En su obra La Ciudad de las Damas, de principios del siglo XV, la escritora francesa Christine de Pisan constataba la disparidad entre la imagen negativa de los varones sobre las mujeres y el conocimiento que tenía de sí misma y de otras mujeres. Los varones afirmaban que el comportamiento femenino estaba colmado de todo vicio; juicio que en opinión de Christine demostraba bajeza de espíritu y falta de honradez. Ella, por el contrario, tras hablar con muchas mujeres de su tiempo que le relataron sus pensamientos más íntimos y estudiar la vida de prestigiosas mujeres del pasado, les reconoce el don de la palabra y una inteligencia especial para el estudio del derecho, la filosofía y el gobierno.

La situación de entonces se repite hoy en la mayoría de las religiones, que se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las pone bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de la virtud. Se les niega el derecho a la libertad dando por supuesto que hacen mal uso de ella. Se les veta a la hora de asumir responsabilidades directivas por entender que son irresponsables por naturaleza. Son excluidas del espacio sagrado por impuras. Se las silencia por creer que son lenguaraces y dicen inconveniencias. Son objeto de todo tipo de violencia: moral, religiosa, simbólica, cultural, física, etc.

Sin embargo, las religiones difícilmente hubieran podido nacer y pervivir sin ellas. Sin las mujeres es posible que no hubiera surgido el cristianismo y quizá no se hubiera expandido como lo hizo. Ellas acompañaron a su fundador Jesús de Nazaret desde el comienzo en Galilea hasta el final en el Gólgota. Recorrieron con él ciudades y aldeas anunciando el Evangelio (=Buena Noticia), le ayudaron con sus bienes y formaron parte de su movimiento.

La teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza ha demostrado en su libro En memoria de ellaque las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas liberadas de toda dependencia patriarcal, con autonomía económica, que se identificaban como mujeres en solidaridad con otras mujeres y se reunían para celebrar comidas en común, vivir experiencias de curaciones y reflexionar en grupo.

El movimiento de Jesús era un colectivo igualitario de seguidores y seguidoras, sin discriminaciones por razones de género. No identificaba a las mujeres con la maternidad. Se oponía a las leyes judías que las discriminaban, como el libelo de repudio y la lapidación, y cuestionaba el modelo de familia patriarcal. En él se compaginaban armónicamente la opción por los pobres y la emancipación de las estructuras patriarcales. Las mujeres eran amigas de Jesús, personas de confianza y discípulas que estuvieron con él hasta el trance más dramático de la crucifixión, cuando los seguidores varones lo abandonaron.

En el movimiento de Jesús las mujeres recuperaron la dignidad, la ciudadanía, la autoridad moral y la libertad que les negaban tanto el Imperio Romano como la religión judía. Eran reconocidas como sujetos religiosos y morales sin necesidad de la mediación o dependencia patriarcal. Un ejemplo es María Magdalena, figura para el mito, la leyenda y la historia, e icono en la lucha por la emancipación de las mujeres.

A ella apelan tanto los movimientos feministas laicos como las teologías desde la perspectiva de género, que la consideran un eslabón fundamental en la construcción de una sociedad igualitaria y respetuosa de la diferencia. María Magdalena responde, creo, al perfil que Virginia Woolf traza de Ethel Smyth: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.

Las mujeres fueron las primeras personas que vivieron la experiencia de la resurrección, mientras que los discípulos varones se mostraron incrédulos al principio. Es esta experiencia la que dio origen a la Iglesia cristiana. Razón de más para afirmar que sin ellas no existiría el cristianismo. No pocas de las dirigentes de las comunidades fundadas por Pablo de Tarso eran mujeres, conforme al principio que él mismo estableció en la Carta a los Gálatas: “ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra”.

Sin embargo, pronto cambiaron las cosas. Pedro, los apóstoles y sus sucesores, el papa y los obispos, se apropiaron de las llaves del reino, se hicieron con el bastón de mando, que nada tenía que ver con el cayado del pastor para apacentar las ovejas, mientras que a las mujeres les impusieron el velo, el silencio y la clausura monacal o doméstica. Eso sucedió cuando las iglesias dejaron de ser comunidades domésticas y se convirtieron en instituciones políticas e Iglesia.

¿Cuándo se reparará tamaña injusticia para con las mujeres en el cristianismo? Habría que volver a los orígenes, más en sintonía con los movimientos de emancipación que con las Iglesias cristianas de hoy. Es necesario cuestionar la primacía –el primado- de Pedro, que implica la concentración del poder en una sola persona e impide el acceso de las mujeres a las responsabilidades directivas compartidas.

Hay que recuperar el discipulado de María Magdalena, “Apóstol de los Apóstoles, como la llama Elisabeth Schüssler en un artículo del mismo título pionero en las investigaciones feministas sobre el Testamento cristiano, en referencia al reconocimiento que se le daba en la Antigüedad cristiana. Es necesario revivir, refundar el cristianismo de María Magdalena, inclusivo de hombres y de mujeres, en continuidad con los profetas y las profetisas de Israel y con el profeta Jesús de Nazaret, pero no con la sucesión apostólica, de marcado acento jerárquico-patriarcal.

Un cristianismo olvidado entre las ruinas valladas de la ciudad de Magdala, lugar de nacimiento de María Magdalena, que visité hace tres años, a siete kilómetros de Cafarnaún, donde tuvo su residencia Jesús de Nazaret durante el tiempo que duró su actividad pública. En las excavaciones que se llevan a cabo en Magdala se descubrió en 2009 una importante sinagoga Ahí se encuentra la memoria subversiva del cristianismo originario liderado por Jesús y María Magdalena, que fue derrotado por el cristianismo oficial.

Pero de aquel cristianismo sepultado bajo esas ruinas emerge un cristianismo liberador vigoroso, desafiante, y empoderado a través de los movimientos igualitarios que surgen en los márgenes de las grandes iglesias cristianas, como surgió en los márgenes el primer movimiento de Jesús, de María Magdalena y de otras mujeres que le acompañaron durante los pocos meses que duró su actividad pública..

Es necesario heredar la autoridad moral y espiritual de María de Magdala como amiga, discípula, sucesora de Jesús y pionera de la igualdad. En definitiva, Jesús Nazaret, María Magdalena, Cristina de Pisan, Virginia Woolf, los movimientos feministas, las comunidades de base y la teología feminista de las religiones caminan en dirección similar. Por ahí han de ir las nuevas alianzas, creadas desde abajo y no desde el poder, en la lucha contra la violencia de género y la exclusión social de las mujeres.

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Juan José Tamayo es miembro del Comité Científico del Instituto Universitario de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013) y de Invitación a la utopía. Ensayo histórico para tiempos de crisis (Trotta, Madrid, 2012), que tiene un capítulo dedicado a la utopía feminista.

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“Iván Illich, el profeta de una Iglesia sin poder”, por Juan José Tamayo Acosta, teólogo.

Miércoles, 12 de julio de 2023
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IMG_2835Sus ideas y actividades generaron un profundo conflicto con la Santa Sede y México

Los textos de Iván Illich generaron una lúcida e intensa polémica ideológicamente muy enriquecedora. Polémica que se aprecia también en los escritos de 1955 a 1985 reunidos en el libro La Iglesia sin poder (Trotta, Madrid, 2022), que cuenta con un clarividente prólogo de Giorgio Agamben, quien califica a Illich de “arquitecto de la convivialidad” y sitúa el libro en el horizonte del Reino en la dialéctica entre el “ya sí” y el “todavía no”

Desde mi juventud vengo leyendo con verdadera fruición y en plena sintonía a Ivan Illich (1926-2002), un pensador radical y uno de los intelectuales críticos más brillantes y creativos de la segunda mitad del siglo XX. Para quienes no hayan seguido el itinerario intelectual de Ivan Illich, recuerdo algunas de las actividades y facetas de su personalidad a cuál más interesantes y provocativas.

Nació en Viena en el seno de una familia de orígenes judíos y católicos. Estudió filosofía y teología en la Universidad Gregoriana de Roma entre 1942 y 1946. Tras su ordenación sacerdotal trabajó en una parroquia de Nueva York. En 1956 fungió como vicerrector de la Universidad Católica de Ponce en Puerto Rico.

En 1961 creó en Cuernavaca (México) el Centro de Investigaciones Culturales (CIC) y cinco años después el Centro Internacional de Documentación (CIDOC), espacio de reflexión y crítica de referencia a nivel internacional. En él participaron figuras relevantes como Erich Fromm, Paulo Freire, Peter Berger, Susan Sontag, André Gorz, Everett Reimer, autor de La escuela ha muerto. Alternativas en materia de educación escolar.  A partir de 1980 ejerció como profesor invitado de filosofía y ciencia, tecnología y sociedad en la Universidad Estatal de Pensilvania e impartió seminarios en la Universidad de Bremen (Alemania). Sus ideas y actividades generaron un profundo conflicto con la Santa Sede y el gobierno de México.

Illich se mostró crítico con la ineficacia de la educación escolar institucionalizada que, a su juicio, conduce derechamente al consumismo, y defendió una sociedad desescolarizada con una educación autodirigida y un aprendizaje en libertad, como demuestra en su libro La sociedad desescolarizada (1971).

La convivencialidad

Illich es autor de otra obra fundamental, La convivencialidad (1973; Editorial Virus, 1978), donde analiza las estructuras de dominación presentes en nuestro mundo, siendo una de las más importantes el capitalismo, que coloniza cada vez más espacios y extiende sus tentáculos a todas las instituciones: escuela, medicina, hospitales, transportes, construcción de viviendas, alimentación, etc. Una de sus ideas más originales en este libro es la idea de que estamos instalados en un “fascismo tecnoburocrático, que mantiene el control sobre toda la población.

Como alternativa propone un sistema político basado en la convivencialidad, que se caracteriza por la producción de bienes y servicios para los seres humanos y por la crítica de la idea de crecimiento y la defensa de una sociedad austera y libre.

Agamben califica a Illich de “arquitecto de la convivialidad” y sitúa el libro en el horizonte del Reino en la dialéctica entre el “ya sí” y el “todavía no”

Los textos de Iván Illich generaron una lúcida e intensa polémica ideológicamente muy enriquecedora. Polémica que se aprecia también en los escritos de 1955 a 1985 reunidos en el libro La Iglesia sin poder (edición de Valentina Borremans y Sajay Samuel, Trotta, Madrid, 2022),  que cuenta con un clarividente prólogo de Giorgio Agamben, quien califica a Illich de “arquitecto de la convivialidad” y sitúa el libro en el horizonte del Reino en la dialéctica entre el “ya sí” y el “todavía no”.

Los textos abordan temas plurales de carácter preferentemente religioso, como, la parroquia estadounidense, el significado de la virginidad, la pobreza de espíritu y el carácter misionero, el sentido de la muerte en el cristianismo, la experiencia religiosa y la experiencia estética, y, quizá el más relevante, “El clérigo evanescente”, por el que el Vaticano le impuso cuatro años de silencio.

Son textos analizados desde una profunda cultura teológica, con sentido crítico y de denuncia de la institución eclesiástica romana, con una fuerte carga política y social liberadora y teniendo como guía “la pobreza, el desvalimiento y la no violencia elegidos por uno mismo”, que “está en el corazón del mensaje cristiano” (p. 217). Para Illich, el mensaje cristiano es “la política más racional en un mundo cada vez más consagrado a ensanchar el hueco entre ricos y pobres” (p. 217).

En el más emblemático y crítico de los artículos sobre “El clérigo evanescente”, de 1967, define a la Iglesia romana como la burocracia no gubernamental más grande del mundo”, que “emplea a un millón ochocientos mil trabajadores a tiempo completo: sacerdotes, religiosos, religiosas, y laicos” y cuyo funcionamiento está “al nivel de General Motors y el Chase Manhattan” (p. 147). A su vez, considera “altamente irresponsable continuar preparando hombres para una profesión [el clero] que se extingue” (p. 167). Crítica que el ministerio sacerdotal esté asociado al poder y al privilegio clericales.

Crítico con la idolatría del progreso

Se muestra crítico también de la idolatría del progreso, de la escalada contaminante de la producción, de una tecnocracia desatada y de la pseudoteología de la educación como preparación para una vida de consumo frustrante, y propone como alternativa “un consenso antitecnócrata”, que debe traducirse en una pobreza voluntaria como la predicada por Jesús de Nazaret (p. 217-218).

Reconoce la importante y crucial responsabilidad del entonces llamado Tercer Mundo en la liberación del progreso, del desarrollo y de la eficacia, ya que sus ciudadanos todavía no son adictos y dependientes del consumo. En las sociedades de hoy, recuerda, “los discípulos están llamados a predicar el Evangelio a los pobres mostrándoles que incluso a los no escolarizados se les puede educar” (205).

En el último artículo de los seleccionados, dedicado al recuerdo del padre Robert J. Fox, se refiere a “su capacidad de res-pectar [con el significado de “mirar una y otra vez”] la basura, el despojo, el desecho” (242). En las páginas finales escritas por Fox se insiste en el derecho a pertenecer al inasequible Dios a pesar de las pretensiones de la Iglesia sobre el clero, en el derecho a ver a Dios encarnado en la escoria a pesar de las pulcras y límpidas imágenes de nuestros legítimos vecinos que la Iglesia difunde y en el derecho a oír el nombre de Dios revelado por boca de aquellos que nos apabullan con amor” (243).

Otro Dios es posible

¡Dios inasequible, encarnado en la escoria, en la basura! Illich lo deja claro: Otro Dios es posible ¡Y necesario! También tiene clara la imagen del ser humano, no como solidario, solipsista, sino como persona con los otros. El final está en plena sintonía con la teología de la liberación y las comunidades de base, de quienes siempre estuvo cerca Illich, con la antropología comunitaria de Martin Buber y con el principio de la filosofía Ubuntu: “yo solo soy si tú también eres”.

Solo un Dios encarnado en los basureros de la historia puede contribuir a liberar a los pueblos oprimidos y a las personas empobrecidas enfangados en la basura generada por la gente satisfecha. Solo una Iglesia sin poder puede ayudar a liberar a quienes el poder niega su dignidad y su derecho a vivir. Solo un cristianismo en defensa de la vida de quienes la tienen más amenazada puede luchar contra la necropolítica. De lo contrario, Dios, la Iglesia y el cristianismo seguirán legitimando los diferentes sistemas de dominación: capitalismo, patriarcado, colonialismo, racismo, xenofobia, supremacismo, imperialismo, fundamentalismos, dictaduras, aporofobia, depredación de la naturaleza, etc. y generando mayor sufrimiento a las mayorías populares y a los condenados de la tierra por mor de esos sistemas.

Fuente Religión Digital

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“Un humanismo radical”, por Leonardo Boff

Miércoles, 5 de julio de 2023
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Del blog de Leonardo Boff La fuerza de los pequeños:

En busca de la humanidad perdida, “rescatamos lo mejor que el mundo ya gestó”

“Uno de los problemas más angustiantes en la cultura mundial hoy en día es la falta de humanidad. No miramos a los lados para ver al otro con sus dolores, búsquedas y necesidades”

“De la misma forma agredimos a nuestra Madre Tierra hasta el punto de que el nuevo régimen climático puede poner en peligro la biodiversidad y, si el calentamiento aumenta más, afectar al destino de nuestra vida en este planeta”

“En este contexto rescatamos lo mejor que el mundo ya gestó: el Hijo del Hombre que se reveló como la presencia humana de Dios entre los humanos: Jesús de Nazaret”

“Su humanismo radical echó raíces profundas en la humanidad. Ese humanismo universal y sin ninguna discriminación podrá devolvernos nuestra humanidad”

Uno de los problemas más angustiantes en la cultura mundial hoy en día es la falta de humanidad. No miramos a los lados para ver al otro con sus dolores, búsquedas y necesidades. Consideremos cómo son tratados los emigrantes de Oriente Medio y de África que buscan a Europa por causa de guerras y de gran hambruna. Son rechazados y han hecho del Mediterráneo un verdadero cementerio. El mismo destino trágico sufren los millares de centroamericanos que buscan atravesar las fronteras de Estados Unidos. La mayoría es rechazada, algunos mueren y los niños son puestos en jaulas como si fueran pequeños animales hambrientos. Ni nos referiremos a África que vive desde hace siglos saqueada y todavía crucificada por los europeos. Ellos están yendo a Europa porque antes los europeos estuvieron allí y  ocuparon y expoliaron sus tierras. Los europeos fueron acogidos y ahora los europeos no los quieren acoger.

Tales antifenómenos muestran cuán ser crueles y sin piedad podemos ser con nuestros prójimos que, en verdad, son nuestros hermanos y hermanas. Tal vez no podamos hacer mucho, pero a veces basta una mirada compasiva, una palabra de consuelo, una sonrisa verdadera, un toque en la piel del otro para comunicarle que somos hermanos y hermanas, expresiones de la misma humanidad.

No nos tratamos humanamente. De la misma forma agredimos a nuestra Madre Tierra hasta el punto de que el nuevo régimen climático, que superará los 1,5 grados centígrados hacia 2025-2027, puede poner en peligro la biodiversidad y, si el calentamiento aumenta más, afectar al destino de nuestra vida en este planeta.

En este contexto rescatamos lo mejor que el mundo ya gestó: el Hijo del Hombre que se reveló como la presencia humana de Dios entre los humanos: Jesús de Nazaret.

Más que entregarnos verdades, Jesús nos enseñó a vivir los valores que daban cuerpo a su gran sueño, el Reino de Dios. Ese Reino no es como los Reinos de este mundo, rodeados de pompa y gloria, como recientemente vimos en la coronación del rey de Inglaterra. Es un Reino de amor incondicional, de solidaridad ilimitada, de compasión, de servicio a los más humillados y ofendidos y de apertura total a Dios-Abba (“papá”, como él lo llamaba).

refugiados-alambrada-2-GEstaba siempre al lado de aquellos que tenían menos vida, los leprosos, los ciegos, los psicológicamente afectados (en el lenguaje de la época, los poseídos del demonio), los enfermos y hasta los muertos, que él resucitó. Él mismo dijo: “vine a traer vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Por haberse opuesto al tipo de religión de la época, ritualista y farisaica, y por haber revelado una nueva cara de  Dios, de infinita misericordia y perdón, amando a todos, “hasta a los ingratos y malos” (Lc 6,36) lo crucificaron fuera de la ciudad, símbolo de rechazo absoluto. Dejó dicho algo extremadamente consolador “si alguien viene a mi no le diré que se vaya” (Jn 6,37), podía ser una adúltera, un hereje y gente de mala fama: a todos acogía y salían consolados.

Él mostró una humanidad radical, hasta el punto de que los apóstoles y discípulos, considerando que “pasó por la vida haciendo el bien” (Mc 7,37) y que había vencido a la muerte por su resurrección, no sabiendo cómo definirlo, acabaron diciendo: humano así como Jesús sólo Dios mismo. Y empezaron a llamarlo Hijo de Dios y Dios en nuestra carne caliente y mortal.

Su humanismo radical echó raíces profundas en la humanidad. Ese humanismo universal y sin ninguna discriminación podrá devolvernos nuestra humanidad, cubierta de cenizas por el individualismo, por el egoísmo, por la insensibilidad, por la falta de compasión y por la ausencia de cuidado de unos a otros, a nuestra Madre Tierra y a los seres que viven en ella.

“Franz Kafka: al oir hablar de Jesús y de su amor cierro los ojos para no caer como en un abismo”

Termino con dos testimonios. Uno de Franz Kafka, el gran escritor checo, que dijo: “al oir hablar de Jesús y de su amor cierro los ojos para no caer como en un abismo”. Y otro de Fiódor Dostoiévski que al dejar la Casa de los Muertos (título de su libro), la prisión con trabajos forzados en Siberia, escribió conmovedoramente:

Dostoiévski: “Creo que no existe nada más bello, más profundo, más amable, más humano y más perfecto que Cristo; me lo digo a mi mismo con un amor celoso que no existe ni puede existir. Más aún: si alguien me probase que Cristo está fuera de la verdad y que ésta no se encuentra en él, prefiero quedarme con Cristo a quedarme con la verdad”

Después de esta profesión de radical humanidad y de fe, no tengo nada más que decir.

*Leonardo Boff ha escrito Jesucristo el Liberador, Sal Terrae, muchas ediciones.

Traducción de María José Gavito Milano

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Simone Weil: “Fuera de la Iglesia”.

Sábado, 1 de julio de 2023
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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Todos conocemos la máxima teológica que dice: “Fuera de la Iglesia no hay salvación“. Pero el Espíritu, que es libre, suscita caminos  admirables que manifiestan que Dios y su amor son infinitos. El siguiente texto es una prueba de ello:

Creo que la voluntad de Dios no es que yo entre en este momento en la Iglesia. Pues, como ya le dije antes, y sigue siendo verdad, la inhibición que me retiene no se deja sentir con menos fuerza en los momentos de atención, de amor y de oración que en los restantes. Y, no obstante, he experimentado una gran alegría oyéndole decir que mis pensamientos, tal como se los he expuesto, no son incompatibles con la pertenencia a la Iglesia y que, por consiguiente, no le soy extraña en espíritu.

No puedo dejar de preguntarme si, en estos tiempos en que una parte tan considerable de la humanidad se encuentra sumida en el materialismo, no querrá Dios que existan hombres y mujeres que, entregados a él y a Cristo, permanezcan sin embargo fuera de la Iglesia.

En todo caso, cuando me imagino concretamente y como algo que podría estar próximo el acto por el cual entraría en la Iglesia, ningún pensamiento me apena más que el de separarme de la masa inmensa y desdichada de los no creyentes. Tengo la necesidad esencial, la vocación —pues creo que puedo llamarla así— de moverme entre los hombres y vivir en diferentes medios humanos fundiéndome con ellos, adoptando su mismo color, en la medida al menos en que la conciencia no se oponga, desapareciendo en ellos, a fin de que se muestren tal como son sin que tengan que disfrazarse para mí. Quiero conocerlos para amarlos tal como son. Pues si no los amo tal como son, no es a ellos a quienes amo y mi amor no es verdadero. No hablo de ayudarles, pues hasta ahora, desgraciadamente, soy completamente incapaz de hacerlo. Creo que de ningún modo entraría nunca en una orden religiosa para no separarme por un hábito del común de los mortales. Hay seres humanos para los que esta separación no ofrece inconvenientes graves, pues están ya separados del conjunto de los hombres por la pureza natural de su alma. En cuanto a mí, por el contrario —como creo haberle dicho ya—, llevo en mi misma el germen de todos los crímenes o poco menos. Me hice especialmente consciente de ello en el curso de un viaje, en circunstancias que ya le he relatado. Los crímenes me producían terror, mas no me sorprendían; sentía su posibilidad dentro de mí y, precisamente por sentir en mí misma esa posibilidad, me horrorizaban. Esta disposición natural es peligrosa y muy dolorosa, pero como toda disposición natural puede ponerse al servicio del bien si se sabe hacer un uso adecuado de ella con el auxilio de la gracia. Implica una vocación, la de mantenerse de alguna manera en el anonimato, dispuesto a mezclarse en cualquier momento con la masa común de la humanidad. Ahora bien, en nuestros días, el estado de los espíritus es tal que hay una barrera más marcada, una separación más tajante, entre un católico practicante y un no creyente que entre un religioso y un laico.

Conozco las palabras de Cristo: «De aquél que se avergonzare de mí delante de los hombres, me avergonzaré yo delante de mi Padre». Pero avergonzarse de Cristo quizá no signifique para todos y en todos los casos no adherirse a la Iglesia. Para algunos puede significar solamente no ejecutar los preceptos de Cristo, no irradiar su espíritu, no honrar su nombre cuando se presenta la ocasión, no estar dispuesto a morir por fidelidad a él.

Debo decirle la verdad, aun a riesgo de contrariarle y por más que contrariarle me resulte extremadamente penoso. Amo a Dios, a Cristo y la fe católica tanto como a un ser tan miserablemente insuficiente le sea dado amarles. Amo a los santos a través de sus textos y de los escritos relativos a sus vidas —a excepción de algunos a los que me es imposible amar plenamente o considerar como santos—. Amo a los seis o siete católicos de espiritualidad auténtica que el azar me ha llevado a encontrar en el curso de mi vida. Amo la liturgia, los cánticos, la arquitectura, los ritos y las ceremonias católicas. Pero no siento en modo alguno amor por la Iglesia propiamente dicha, al margen de su relación con todas esas cosas a las que amo. Puedo simpatizar con quienes sienten ese amor, pero yo no lo experimento. Sé muy bien que todos los santos lo experimentaron. Pero también casi todos ellos nacieron y crecieron en el seno de la Iglesia. Sea como fuere, el amor no surge por propia voluntad. Todo lo que puedo decir es que, si ese amor constituye una condición del progreso espiritual —cosa que ignoro— o forma parte de mi vocación, deseo que algún día me sea concedido.

Bien podría ser que una parte de los pensamientos que acabo de exponerle sea ilusoria y mala. Pero, en cierto sentido, poco importa; no quiero analizar más; después de todas estas reflexiones he llegado a una conclusión, que es la resolución pura y simple de no volver a pensar en la cuestión de mi eventual entrada en la Iglesia.

Es muy posible que después de haber estado sin reflexionar sobre ello durante semanas, meses o años, sienta un día el impulso irresistible de solicitar inmediatamente el bautismo y vaya corriendo a pedirlo. Pues oculto y silencioso es el camino por el que la gracia se adentra en los corazones.

Puede ocurrir que mi vida llegue a su término sin haber experimentado jamás ese impulso. Pero una cosa es absolutamente cierta: si llega el día en que yo ame a Dios lo suficiente para merecer la gracia del bautismo, recibiré esa gracia ese mismo día, indefectiblemente, bajo la forma que Dios quiera, sea por medio del bautismo propiamente dicho, sea de cualquier otra forma. ¿Por qué, entonces, preocuparse? No es en mí en quien debo pensar, sino en Dios. Es Dios quien debe pensar en mí“.

*

Simone Weil,

carta a un sacerdote en A la Espera de Dios
19 de enero de 1942

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Redes Cristianas: Mensaje de cristianas y cristianos de base de Madrid (CCBM).

Sábado, 1 de julio de 2023
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Encuentro-Comunidades-Base-Madrid_2564753531_16573549_667x375Reunidos  en San Carlos Borromeo, emblemático centro pastoral de Madrid, el 27 de mayo de 2023 para culminar el proceso de reflexión que venimos manteniendo durante los últimos cuatro meses en torno a la necesidad de reactivar la esperanza, las cristianas y los cristianos de base de Madrid hemos resuelto reafirmar nuestra convicción de que es urgente tomar conciencia y actuarpara superar el clima de resignación o indiferencia que nos rodea y mantener viva la esperanza, y así lo manifestamos a través del siguiente MENSAJE:

1. Estamos viviendo un tiempo de crisis, y las crisis pueden ser oportunidades de cambio. Vivimos desde hace décadas en medio de graves contradicciones: enormes avances en tecnología y conocimientos científicos, creciente conciencia de los derechos humanos universales, pero también cifras de injusticias, violencia, hambre, desastres climáticos, falta de información veraz, etc., como nunca antes se había conocido. Gran parte de la población mundial sobrevive a duras penas, atravesada por el dolor, el hambre, la exclusión social y las guerras.

2. Especialmente dramáticos están siendo los fenómenos de desigualdad social, injusticia ecológica, injusticia de género, prácticas de necropolítica e infinidad de casos de descarte social por parte del neoliberalismo que se nos impone. El sistema capitalista neoliberal imperante, según Francisco, es una “economía que mata”, y “causa estructural de la desigualdad” que existe en el mundo. La esperanza de los pobres está gravemente amenazada.

3. En medio de este sinsentido global, la esperanza parece haber dejado de ser uno de los signos de los tiempos, a pesar de que todas y todos la necesitamos para vivir con ilusión. En consecuencia, surgen los interrogantes sobre si es posible la esperanza en un mundo más humano, porque el fracaso de ciertas utopías ha sido tan fuerte que gran parte de la sociedad más dinámica parece “estar de vuelta”, como queriendo olvidar y refugiarse en espacios poco conflictivos, más gratificantes, consoladores. Y, en el caso de respuesta positiva, aún cabe plantearnos si esa esperanza es mera creencia teórica o una fuerza vital, dinamizadora de compromisos por una vida mejor.

4. Comprobamos con todo cómo, a la vez, se abre camino otro tipo de realidades. Está creciendo en la conciencia de muchas personas un sentimiento de indignación ante tanta injusticia, degradación y sufrimiento. Cada día son más las personas que no se resignan ya a aceptar una sociedad tan poco humana y reaccionan esperanzadas en busca de algo nuevo que en esta sociedad no se ve cumplido. Y como los avances desde abajo se han dado siempre a través de la historia, en esa conciencia colectiva se fortalecen nuestras expectativas.

5. Las cristianas y cristianos de base pertenecemos a esos sectores, convencidos de que hay signos para creer queotro mundo es posible, que el mundo de hoy está lleno de semillas de esperanza; que, a pesar de vivir en medio de la injusticia y de crecientes abismos de desigualdad social, podemos aportar el mensaje evangélico de esperanza, solidaridad y liberación de los oprimidos. Eso es para nosotras y nosotros una forma de creer en el Dios de Jesús de Nazaret. Nos sentimos con la responsabilidad de reconvertir todo en esperanza mediante nuestra resistencia, nuestra lucha y nuestra convicción de que otro modo de vivir como seres humanos es posible.

6. Ese otro mundo posible que Jesús de Nazaret presentó como el Reino de Dios sigue ahí como luz, como semilla, y está dentro de nosotras y nosotros, aunque no se agota en nuestra historia. “La fe en la resurrección de Jesús conjugada con nuestros compromisos por la historia y la justicia”, nos dice P. Casaldáliga, “son la garantía de que esa esperanza no es una ilusión ficticia, sino una fuerza vital capaz de emerger victoriosa contra toda desesperanza”. El Reino es la “Internacional de la esperanza” que se construye entre todas y todos los que escuchan la voz de la creación. La esperanza de ese Reino y la confianza en el Dios de Jesús impregna nuestra vida, llenándola de confianza para acercar cada día más la utopía de la fraternidad universal.

7. Las cristianas y cristianos de base nos resistimos a aceptar el actual orden social basado en el capitalismo como eje vertebrador de las relaciones sociales. Lo rechazamos como modelo social y apostamos por buscar nuevas formas de socialismo que se inspire en los siguientes criterios generales: el bien común y la distribución de la riqueza; el respeto y la protección de la naturaleza; la opción por la paz como fruto de la justicia; la participación efectiva de toda la población en los asuntos públicos.

8. Nos proponemos vivir siempre esperanzadas y esperanzados, aun aceptando que probablemente no veremos otro mundo distinto, pero con la fuerza de pensar que podrá llegar a ser. Frente a un cristianismo tradicional que entiende la esperanza como una actitud pasiva y de resignación, vinculada a las recompensas de un cielo tras la muerte, como premio frente a las privaciones de la existencia terrena, concebimos la esperanza como una adhesión existencial a valores, utopías y proyectos que valen por sí mismos y nos permiten convivir perfectamente con el fracaso histórico, sin por eso destruirse. La esperanza se convierte así en motor de nuestra vida aunque lo que persigamos no lo lleguemos a ver.

9. Para conseguir que la esperanza sea esa vivencia movilizadora y no simple creencia, es preciso soñar, resistir y luchar. Lo nuevo solo vendrá si hay muchas personas que lo sueñan utópicamente y se comprometen en la lucha por transformar la realidad con imaginación, fe utópica y esperanza, convencidos siempre de que otro modo de vivir como seres humanos es posible. Nos sentimos invitadas e invitados a “mover los pies, las manos y el corazón” en las circunstancias en que cada uno viva. Aunque nuestras comunidades vayan envejeciendo y tengamos que asumir limitaciones naturales, no queremos ampararnos en la edad como pretexto para la resignación.

10. Apostamos, pues, por reactivar actitudes firmes de resistencia, una espiritualidad de ojos abiertos y de militancia activa a través de los movimientos sociales frente a la “globalización de la indiferencia” (Francisco). La esperanza es una fuerza que ayuda a imaginar, a resistir frente a la resignación y a actuar por encima de cualquier escepticismo o indiferencia. ”Hay que tomar conciencia y actuar, pues la pasividad lleva a la indiferencia y la melancolía”.

Redes Cristianas

Madrid, 27 de Mayo de 2023

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No tengas miedo: Amar es darlo todo y darse uno mismo.

Domingo, 25 de junio de 2023
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Ed Knippers, “El lavatorio de pies” (Cristo y sus discipulos)

Tan pronto como se olvida la  divina pobreza, tan pronto como se deja de ver en Dios el amor que se da, que no  puede sino darse, tan pronto como se deja de vivir este amor dándose, se acabó. Esta luz se desvanece, todo el dogma se convierte en una fórmula y se materializa, todos los sacramentos se transforman en rito externo, toda la jerarquía se hace una tiranía, toda la Iglesia se convierte en una pérdida de tiempo y un absurdo, toda la Biblia, un tejido de mitos.

*
Maurice Zundel

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

“No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.”

*

Mateo 10,26-33

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“La cruz de la Madre Teresa ha sido el primer signo cristiano que se ha vista en la televisión estatal, al menos desde 1967”, declaraba un refugiado albanés a su llegada a Italia en l990. La cruz de la que hablaba era aquella cruz negra que la Madre Teresa llevaba en su sarga blanca.

Si a partir de 1944 el régimen marxista había perseguida a los creyentes (católicas, ortodoxos y musulmanes), la situación empeoró en I967. Fue entonces cuando Albania se declaré oficialmente como la única nación atea de la Tierra. La religión fue atacada ferozmente. El modo como fueron tratados los católicos recordaba las persecuciones de los emperadores romanos mas crueles. En los tiempos modernos, la iglesia ha sido reducida como en los años de las catacumbas.

Un hecho sorprendente: mientras los albaneses no tenían derecho a pronunciar públicamente el nombre de Jesús, la Madre Teresa recorría el mundo con el nombre de Jesús en los labios y prodigando obras de misericordia. A un párroco que se encontraba en prisión le pidió un detenido que bautizase a su hijo, en secreto. Cuando las autoridades descubrieron esta desobediencia, el sacerdote fue condenado a muerte. Fue uno de los sesenta sacerdotes que murieron, ahorcados, fusilados o agotados por el rigor de los campos de trabajos forzados. Las persecuciones, como sabemos, se han cebado con el cristianismo. Los perseguidos son llamados “dichosos” porque defienden y enseñan la justicia.

La promesa que acompaña a esta bienaventuranza es asombrosa: nada memos que poseer el Reino de los Cielos. Señor Jesús, sabemos que para imitarte tenemos que hacer el bien a todos. Nos has dicho que sufriríamos trabajando por los otros contra la opresión, contra la degradación, contra la guerra.

Cada día encontramos la oposición, la contradicción. Ayúdanos a aceptar nuestros pequeños sufrimientos, porque conocemos su valor redentor. Transforma nuestra tristeza en gozo, mientras nos esforzamos en cumplir tu voluntad.

*

E. Egan — K. Egan,
Madre Teresa e le Beafifudini,
Brescia 2ooo, 129-131

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El sanador herido

Sábado, 27 de mayo de 2023
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En un día especial para mí, esta realidad explica mi vida…

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Nadie escapa a la posibilidad de ser herido. Todos somos personas heridas, física, psicológica, mental, espiritualmente. La pregunta principal no es: “¿Cómo podemos esconder nuestras heridas?”, a fin de que no nos resulten embarazosas, sino: “¿Cómo podemos poner nuestras heridas al servicio de los demás?”.

Cuando las heridas dejan de ser una fuente de vergüenza y se vuelven fuente de curación, nos convertimos en curadores heridos. Jesús es el curador herido de Dios: por medio de sus heridas nos ha sanado de nuevo a nosotros. El sufrimiento y la muerte de Jesús han traído consigo alegría y vida; su humillación ha traído gloria; su rechazo ha traído una comunidad de amor. Como seguidores de Jesús, también nosotros podemos hacer que nuestras heridas traigan curación a los otros

*

Henri Nouwen,
Pan para el viaje, PPC, Madrid 1999.

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Te encuentras siempre ante la alternativa de dejar hablar a Dios o dejar gritar a tu “yo” herido. Aunque deba haber un lugar donde puedas dejar que la parte herida de ti obtenga la atención que necesita, tu vocación es hablar del lugar donde Dios habita en ti. Cuando permites que tu “yo” herido se exprese en forma de justificaciones, disputas o lamentos, sólo consigues frustrarte aún más y te sentirás cada vez más rechazado. Reclama a Dios en ti y deja que Dios pronuncie palabras de perdón, de curación y de reconciliación, palabras que llamen a la obediencia, al compromiso radical y al servicio. Se requiere mucho tiempo y mucha paciencia para distinguir entre la voz de tu “yo” herido y la voz de Dios, pero en la medida en que vayas siendo más fiel a tu vocación se volverá más fácil. No desesperes: has de prepararte para una misión que será difícil, pero fecunda.

*

Henri Nouwen

La voz interior del amor,
PPC, Madrid 1997.

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“Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”

Jueves, 25 de mayo de 2023
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magdalenaA propósito de Jn 20,1-18*

José Rafael Ruz Villamil Yucatán (México).

ECLESALIA, 05/05/23.- Los testimonios de los cuatro Evangelios son unánimes al relatar que los primeros testigos de la Resurrección de Jesús de Nazaret son las discípulas del propio Maestro. Así, Marcos: “pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.” (Mc 16,1); y luego Mateo: “pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.” (Mt 28,1); Lucas, menciona que “las mujeres [… María Magdalena, Juana y María la de Santiago…] que habían venido con él desde Galilea […] el primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado” (Lc 23,55; 24,1.10); y Juan: “el primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro…” (Jn 21,1).

Vale notar que las listas de discípulas que recuerdan los sinópticos difieren entre sí, a excepción de María Magdalena, de la que el cuarto evangelio guarda memoria como la única visitante que del sepulcro del Maestro. Y es que, si se me permite la comparación, el evangelio de Juan es a los sinópticos lo que la pintura abstracta a la pintura figurativa, esto es, mientras los tres primero testimonios evangélicos buscan en la memoria histórica —con toda las salvedades de la historiografía del mundo del Nuevo Testamento—, los datos más rigurosos para transmitir la Buena Nueva de Jesús de Nazaret, el cuarto evangelio, a la distancia de muchos años de los hechos en cuestión, decanta, sintetiza y abstrae la realidad histórica en beneficio de la realidad teológica, pero guardando, empero y paradójicamente, valiosísimos datos históricos en el sentido más actual del término (así R. E. Brown, El Evangelio según san Juan, Madrid 1999).

Siendo, pues, María Magdalena el icono por antonomasia de las discípulas de Jesús en la tradición joánica, vale intentar una aproximación a la memoria conservada de ella en las doce veces que la mencionan los Evangelios. Así, Marcos (15,40-41.42-47; 16,1-8.9-13) y Mateo (27,55-56.57-61; 28,1-8) la recuerdan, de modo paralelo, entre las mujeres que permanecen en el Calvario, que, luego, observan cuidadosamente el lugar de la sepultura de Jesús, y, que, finalmente, visitan la tumba del Maestro. La memoria de Lucas es harto interesante: antes de recordarla en su visita al sepulcro (24,9-11), la menciona en el grupo de discípulas que acompañan a Jesús y patrocinan su trabajo: “Recorrió a continuación ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.” (8,1-3).

Y es, precisamente. esta mención la de “los siete demonios” —repetida en Mc 16,9-13—, la que ha dado pie el rol de prostituta redimida que una cierta tradición, fatalmente ignorante tanto de los evangelios como de su contexto histórico cultural, ha sostenido sin tener en cuenta que, en términos generales, éstos relacionan el término demonio con la enfermedad, ya física, ya psicológica: ¿habrá que suponer que los demonios de la sexualidad y de la prostitución atormentaban, más bien, a los detractores de quien el Evangelio presenta como una mujer social y económicamente acomodada?.

Finalmente, si bien el evangelio de Juan menciona a María Magdalena en el Calvario (19,25-27), la referencia cumbre a esta discípula es cuando, luego de encontrar el sepulcro vacío y llorando junto a él, mantiene con el Resucitado el primer diálogo que de él conserva el cuarto evangelio.

En efecto, María Magdalena acude en cuanto puede a cumplir el homenaje al difunto que las mujeres de entonces acostumbran: llorar y lamentarse por tres días ante su sepulcro. El horror de encontrarlo abierto y vacío la convierte en mensajera de la gran Buena Nueva que aún ignora: no será sino hasta después de la visita de Pedro y el discípulo amado a la tumba vacía, cuando de rienda suelta al llanto que, si bien ritual, lo provoca ya no sólo la muerte del Maestro sino el robo de su cuerpo. La visión de dos ángeles precede al encuentro: con el rasgo característico con que el evangelio de Juan describe al Resucitado —irreconocible, en un primer momento, por su nueva realidad existencial—, Jesús se dirige a su discípula con una frase de consuelo que no disipa su confusión sino hasta que la llama por su nombre: «María». La reacción de la mujer de aferrarse a quien le hubiera transformado la vida es detenida y cambiada por un envió que, convirtiéndola literalmente en apóstol, cumple a cabalidad: “Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: «He visto al Señor»…”.

Es así que el primer anuncio de la Resurrección de Jesús de Nazaret se da en el contexto de la igualdad radical por él mismo generada en el grupo de sus seguidores: la supresión del status de inferioridad de la mujer en una dimensión entonces—y probablemente ahora— impensable (cf. H. Küng, La mujer en el cristianismo, Madrid 2002), y que, junto con otros grupos sociales marginados y sometidos, habrá de ser el rasgo característico del nuevo orden en todos, absolutamente todos los ámbitos de las relaciones humanas tal como lo iniciara el Jesús histórico en el arco de su tiempo y lo avalara de modo definitivo el Padre con su Resurrección.

*El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice:

– «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»

Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró.Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos, entonces, volvieron a casa.

Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos:

– «Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les respondió:

– «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»

Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús:

– «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»

Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice:

– «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»

Jesús le dice:

– «María.»

Ella se vuelve y le dice en hebreo:

– «Rabbuní que quiere decir: «Maestro»—.

Dícele Jesús:

– «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»

Fue María Magdalena y dijo a los discípulos:

«He visto al Señor»

y que había dicho estas palabras.

*

Juan 20,1-18

***

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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“¿Cómo vivir un cristianismo que diga algo a nuestro presente?”, por Consuelo Vélez

Jueves, 11 de mayo de 2023
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IMG_9654De su blog Fe y Vida:

Consuelo Vélez

El conocido teólogo Karl Rahner afirmó que el cristiano del futuro será místico o no será cristiano” y ya estamos en el “futuro” -en referencia a sus palabras- y es válido pensar si está frase se está cumpliendo y si, precisamente por no ser místicos, más y más gente se aleja de la vivencia de la fe.

Pero vayamos por partes. Lo primero será entender que significa “ser místico. Algunos creen que es retirarse del mundo y dedicarse exclusivamente a los ámbitos que comúnmente llamamos “sagrados”. Supondría gastar horas y horas en liturgias y oraciones, entre más solemnes y misteriosas, más valiosas, y rodearse de símbolos religiosos, espacios religiosos, cantos religiosos. Todo esto tiene valor en su justa medida, pero ninguna de esas realidades garantiza la experiencia mística. En realidad, la mística se refiere a la experiencia de Dios que tiene una persona de una manera fuerte, profunda, totalizante y que se expresa en su manera de ser y de actuar. Pero aquí es donde viene una necesaria reflexión para discernir cuándo es una experiencia mística y cuando puede ser un ritualismo externo.

La clave nos la da el Dios en quien creemos los cristianos y con el que nos relacionamos: Jesús de Nazaret. Podemos saber cómo es Dios -sin pretender decir que lo abarcamos plenamente ya que Él siempre supera nuestra comprensión humana- porque Jesús nos lo reveló con sus palabras y obras. El Dios que conocemos a través de Jesús es el de la misericordia infinita. Es el que pone al ser humano como valor fundamental frente a lo cual todo lo demás ha de ser para su bien y no para ningún tipo de opresión, exclusión o sujeción. El Dios de Jesús es el que propone la mesa común de los hermanos y hermanas reunidos en su nombre. Es el que apuesta por el diálogo y la paz renunciando a toda guerra y vencimiento por la fuerza. El Dios del reino es el que se asegura que los desfavorecidos y descartados -como dice el papa Francisco- sean los privilegiados para que no se queden por fuera en ningún sentido. El Dios revelado por Jesús es el que cree en la diversidad, en el valor de lo pequeño, en la gratuidad, en la fiesta, en el gozo por cada situación que logra transformarse para el bien. Es el que siembra a manos llenas la semilla por todos los campos y espera pacientemente hasta su cosecha. Es el que paga igual sin importar la hora de llegada y el que dice que el mayor en el reino es el que se hace servidor de todos. Estas características y muchas otras que podrían señalarse, son las que invitan a entender que la mística cristiana no tiene nada que ver con alejarse del mundo sino con meterse en él buscando encarnar esta manera de ser de Dios y la llamada que nos hace. Algunos llaman a esto, “mística de ojos abiertos” porque, en efecto, se experimenta a Dios en la historia presente y se responde a su amor en esta realidad.

Algunos grupos no parecen ser místicos de ojos abiertos, sino que proponen la mística en el sentido al que nos referimos al inicio. Aunque estos grupos cuentan con un significativo número de personas -que nos hacen preguntarnos si no será por ahí el camino-, una mirada atenta nos hace ver que muchas de sus propuestas y prácticas no están en consonancia con la experiencia del Dios de Jesús. Definitivamente, la mística no consiste en encerrarse en el intimismo, moralismo, ritualismo o tradicionalismo, aunque esas formas den seguridad. La mística consiste en atender a los “signos de los tiempos”, lugar donde el Espíritu de Dios continúa hablando, para encontrarle allí donde está revelándose y donde se puede dar esta experiencia de encuentro con Él o experiencia mística como se le ha llamado.

Desde estas aclaraciones, podríamos decir que muchos cristianos de hoy siguen en deuda con una experiencia religiosa que los vuelque hacia el mundo, que no le teman, que no lo satanicen, que no lo consideren perdición, sino que lo vean como lugar de encuentro con Dios para más amarle, más servirle, más garantizar que esta historia pueda ser historia de salvación para todos. Sigue pendiente que los cristianos acompañen las búsquedas sociales, culturales, políticas, etc., de las personas de hoy, especialmente, de los más jóvenes. Que lo hagan con humildad y sin pretensión de tener la verdad absoluta. A fin de cuentas, la experiencia de vivir es un misterio que cada día nos sorprende, invitándonos a acoger y realizar con esperanza y creatividad, la novedad del vivir, del amar.

Personalmente creo que las personas se alejan de la institución eclesial porque la ven muchos pasos atrás de la realidad del mundo -siempre con temores y resistiéndose a los cambios- y se alejan de la experiencia de fe porque no logran explicarla de manera encarnada y significativa para este presente. No será por más rezar o por más celebrar liturgias solemnes como se conseguirá que la gente vuelva a la experiencia de fe. Será por ser místicos de ojos abiertos -como tal vez lo diría hoy Rahner-, como la fe seguirá viva y fecunda en los tiempos de secularización que vivimos. Si nos atreviéramos a poner en práctica la fe histórica de la que somos depositarios, la fe encarnada que Jesús nos mostró, la fe comprometida que su praxis nos señaló, posiblemente hablaríamos menos de pérdida de fe y nos sorprenderíamos de la riqueza y fecundidad de la fe cristiana cuando es capaz de caminar al ritmo de los tiempos.

(Foto tomada de: https://humanidades.com/pobreza/)

 

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Pregón pascual

Sábado, 8 de abril de 2023
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david-lachapelle-jesus

Hermanos, hermanas,
cristianos aquí presentes,
vigías que avizoráis la oscuridad y las tinieblas
de la opresión y la guerra,
de las pateras a la deriva,
de los campos de refugiados,
de las desigualdades y la emigración,
de los muros, bombas y atentados,
del odio y la mentira,
los sin techo y desahuciados,
de los parados y explotados,
de la violencia de género,
del miedo, la soledad y el fracaso,
del alcohol, las drogas y los sueños rotos,
de las pesadillas y fracasos,
de todos los invisibles y ninguneados,
de la noche del dolor, los lloros y la muerte…

Amigos y amigas,
compañeros de vigilia,
no os sintáis abrumados,
no echéis a correr
ni apaguéis vuestras luces,
no abandonéis vuestro puesto de adelantado,
no os durmáis,
no miréis a otro lado,
no desfallezcáis;
permaneced despiertos
y mantened todos vuestros sentidos atentos…
¡Esta noche va a poner fin a todas vuestras noches!

Si esperáis un momento,
si os mantenéis en vuestro puesto vigilantes,
veréis alejarse por la puerta trasera
a los asesinos que violan los derechos humanos,
a los prepotentes que venden la justicia,
a los mentirosos que lo oscurecen todo,
a los fanáticos que imponen su verdad,
a los corruptos que roban sin escrúpulos,
a quienes hacen las leyes a su medida y beneplácito,
a quienes viven rodeados de privilegios,
a los poderosos que humillan a los débiles,
a los que se mofan de vuestra dignidad y honestidad,
a los bien situados que os proponían la huida,
a los que engordan y se ríen con vuestros miedos,
a todos los que negocian con el hambre,
la vivienda, la seguridad, el amor, la religión …
y las necesidades y el afán de sus semejantes…

Si alimentáis la esperanza,
si vuestras entrañas permanecen cálidas,
si vuestro corazón no es de piedra
y sangra al ser atravesado por la lanza
de la empatía y de la entrega,
veréis a los pobres y necesitados,
a los desamparados y tristes,
a los angustiados y doloridos,
a los emigrantes y refugiados,
a los perseguidos y esquilmados
que lo han perdido todo,
quedarse con vosotros y sonreír,
recuperar las ganas de vivir,
cantar y abrazaros,…
y convertirse en nuevos adelantados y testigos
de luz y esperanza.

Esta noche, en la que hacemos memoria
de las maravillas y prodigios de Dios
en nuestra tierra e historia,
sigue siendo noche maravillosa y prodigiosa,
digna de fiesta, cantos y danzas
porque anuncia, y en ella sentimos,
al sol sin ocaso,
a la luz sin tinieblas,
al árbol florecido,
al fuego que abrasa,
al agua que nos quita la sed,
a la brisa que nos renueva,
a la tienda del encuentro y la alianza,
al peregrino que nos acompaña,
a la vida que se entrega,
al rostro de la misericordia…

Hermanos, hermanas,
creyentes con esperanza renovada:
aquí llega,
alzad la vista,
vedle que está a la puerta,
atisbando nuestra celebración
y nuestra alegría ,
el que violó las puertas de la muerte,
el que nos invitó a seguirle,
el que compartió sueños y proyectos,
comida, gozos y fracasos,
el que entregó su vida por nosotros,
Jesús de Nazaret, el Crucificado,
Cristo, el Señor, resucitado.

Pongámonos en pie,
miremos al horizonte
y caminemos.
Desprendámonos de la mediocridad y la vida holgada,
de la estrechez y de la conformidad,
de los complejos, el miedo y la cobardía.
¡Resucitó Cristo, nuestra esperanza!
¡Él sigue vivo y dándonos vida!
¡Él pasa a nuestro lado
llenándolo todo con su fragancia
y vistiéndolo con su hermosura!

¡Aleluya, el Señor, Jesús Nazareno,
nuestro amigo, maestro y hermano,
camina a nuestro lado
abriéndonos las sendas del reino!

¡La creación entera se alegra y goza,
canta y danza! ¡Aleluya!

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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La Pasión del Señor. Ciclo A

Viernes, 7 de abril de 2023
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Pasión-del-Señor

“Jesús gustó el vinagre y dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.”

(Jn 19,30)

En la celebración de hoy proclamamos un largo texto del Evangelio de Juan, dos capítulos enteros. En ellos vemos todo lo que le sucede a Jesús desde la última vez que cena con sus discípulos hasta su muerte: la detención, los interrogatorios de Anás y de Pilato, la negación de Pedro, la crucifixión.

Son unos momentos que solamente Jesús vive con serenidad, con la confianza de estar cumpliendo la voluntad de su Padre. Jesús no pierde la vida, no se la quitan, sino que la entrega, y al hacerlo da su Espíritu a la humanidad. Si durante su vida había vivido en Dios y para los demás, su muerte también es entrega, porque es confianza en un proyecto más grande que su propia vida, el de su Padre, y porque da vida a los demás.

Jesús en la cruz es más vulnerable que nadie. La imagen de él crucificado es la expresión más clara de cómo ha vivido: con los brazos abiertos porque ya no hay nada que proteger, que poseer, que guardar, que retener; ya no hay temor a perder; ya no hay huida.

Hasta el último momento se preocupa de que no se pierda nadie de quienes Dios le ha confiado, y crea una nueva familia, su familia, al poner juntos a su madre y al discípulo amado.

En la muerte de Jesús, que es entrega de su vida, nosotros ya comenzamos a recibir Vida. Y todo esto se acabará de cumplir a primera hora del domingo, cuando Jesús recuperará su vida transformada y para siempre.

Oración

Padre, que la contemplación de Jesús en la cruz nos haga personas más entregadas y confiadas en ti. Que sintamos que a los pies de la cruz, con los ojos fijos en él, todos somos hermanos y hermanas, familia por tu Espíritu Santo.

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Reflexión de Viernes Santo

Viernes, 7 de abril de 2023
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viernes-santo

¿Y quiénes somos?

Somos personas “capaces de Dios”, que decía san Agustín, es decir, capaces de asumir y aceptar, de encarnar al propio Dios.

No hay ni un solo trazo de la huella humana que no esté traspasado por la presencia de Dios. Ni un solo espacio, ni el más mínimo momento existen sin que Dios los haya “perforado” por su presencia. Es más, nada existe fuera de su presencia.

Dicho esto, y visto al Jesús humano capaz de pronunciar hágase  día tras día desde aquel hágase a dos voces de María, podemos deducir que somos expresión de Dios, semillas de su existencia, semillas buenas, claro, que a veces caemos en tierra no tan buena.

Cada una de las que estamos aquí somos personas llamadas a entregar la vida, a abrir los brazos en la cruz de la fidelidad y de la coherencia.

“Echarse en los brazos de Dios”.

Así con esto, con este reto que resulta de descubrir quién ese hombre tan increíblemente apasionado por la vida que fue capaz de entregar la suya para hacer eterna la nuestra, con este reto producido por la sorpresa al saber que somos parte de Dios… ¿qué hacemos con Cristo muerto, colgado de la cruz?

El Cristo de los brazos abiertos, que acoge en su gesto todo el dolor de la historia, el pasado y el futuro.

Cristo muere abrazando, de nuevo, el hágase del comienzo de su vida, cuando se reconoció como Hijo de Dios.

Desde la cruz, Jesús, desnudo como cuando nació, no oculta su debilidad, su fracaso; su sed es expresión de vulnerabilidad, de necesidad.

¿En los brazos de este hombre es donde queremos echarnos?

Sí, son los brazos de la libertad, de la acogida y del perdón. Los brazos que muestran un hueco infinito de reconciliación, de oportunidad y de vida eterna. En ellos cabemos todas y todos, sin fricciones ni negatividades. En sus brazos caben nuestros sueños, nuestras pequeñeces,… porque ocupamos un espacio de confianza, de sabernos en casa.

 

  Si quieres leer la reflexión entera pincha aquí.

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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¡Cuántos crucificados hoy en día!

Viernes, 7 de abril de 2023
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bajarcruzpobresDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

Cuando levantéis al hijo del hombre, sabréis que “yo soy

(Jn 8,28)

Mirarán al que atravesaron

(Jn 19,37)

01.- El gran vacío de la Existencia humana.

    Que somos barro nos lo dice el Génesis. Que somos poca cosa lo sabemos por nuestra propia debilidad humana: debilidad física, psíquica y moral.

    Somos culpabilidad, no pocas veces frustración y tristeza profundas, a veces vacío; estamos emplazados por la muerte.

No podemos con nuestra alma”.

    El “Yo soy” (joánico) se hace densamente presente en la cruz. Jesús ya había dicho aquello de que: cuando sea elevado, sabréis que yo soy. (Jn 8,25-28).

    Miremos, contemplemos, pues, ahora al que es y al que atravesaron.

Contemplar al que traspasaron tiene un contenido y un valor absolutos para el creyente: redención, perdón y esperanza de vida causan una paz y serenidad interior infinitas.

Nuestra culpa-pecado, nuestra angustia, nuestra muerte encuentra sentido y descansan en el crucificado.

Hay que llegar hasta el final para darnos cuenta, para creer que Él es: Yo soy. Y lo es en la cruz.

Contemplemos al que transpasaron.

02.- Al pie de la cruz: la madre y el discípulo amado.

    De la cruz poco se puede esperar que descienda.

    Los discípulos de Jesús han ido quedando de lado: Judas quizás por dinero, Pedro y su familia por el poder, otros discípulos decepcionados de que Jesús no haya triunfado militarmente (zelotas).

Al pie de la cruz están la madre y el Discípulo Amado Solamente el amor está al pie de la cruz: la madre, fuente de amor y de vida y todo cristiano que se siente amado (Discípulo Amado) por el Señor.

Solamente desde el amor podemos comprender lo que supone el Viernes Santo de Cristo y los “viernes santos” de la humanidad.

03.- Agua y sangre: nacimiento de la Iglesia

    Del costado de Cristo brota agua y sangre: inclinando la cabeza, nos entregó su espírituDe su costado brotó sangre y agua…

Del costado de Cristo nace la Iglesia, nacimiento del Pentecostés joánico: El Espíritu desciende del crucificado. La Iglesia nace del agua (bautismo) y la sangre (redención).

    La Iglesia está naciendo al pie de la cruz, desde el espíritu del crucificado acogido por la Madre y los creyentes que se sienten amados por Jesús.

    Tal vez en la Iglesia hagan falta estructuras, Curias, Vaticano, etc…, pero lo que nos hace Iglesia es ponernos al pie de la cruz y que el Espíritu de Jesús descienda sobre nosotros. Necesitamos un bautismo de agua y sangre.

05.- Consummatum est. Todo está consumado.

Todo el Evangelio de Juan es un caminar hacia la hora en que se consumará la glorificación de Cristo y la salvación de la humanidad.

En las bodas de Caná no había llegado la hora. Ahora, en la Cena, sabiendo Jesús que había llegado su hora

    También a nosotros nos llegará la hora de la consumación de nuestra existencia. La consumación no es el apagamiento de la vida, la consumación no es la decepción total, sino la hora de la plenitud de nuestra existencia.

Estamos redimidos, justificados de nuestros fracasos, pobrezas y nuestro vacío existencial está lleno del Espíritu de vida de JesuCristo.

Jesús crucificado es la razón última de la esperanza cristiana, para superar el absurdo del mal y de la muerte,

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Jesús en el centro (1)

Miércoles, 22 de marzo de 2023
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Si me preguntaras de repente: «¿Qué significa para ti vivir espiritualmente?», tendría que responder: «Vivir con Jesús en el centro»… Cuando repaso los últimos treinta años de mi vida, puedo decir que, para mí, la persona de Jesús cada vez se ha ido haciendo más importante. Lo que esto significa en concreto es que cada vez es más importante conocer a Jesús y vivir en solidaridad con él”.

 *

Henri Nouwen

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“El retrato secreto de Jesús”, por Carmiña Navia Velasco.

Viernes, 3 de marzo de 2023
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retrato-secreto-jesusPedro Miguel Lamet, publicó en el 2018, una novela histórica, cuyo protagonista es Jesús de Nazaret. Un protagonista siempre referenciado por las palabras de otros, nunca mirado de frente en su actuar o en su interior. La historia de Jesús el maestro galileo, puede ser quizás la historia más repetidamente contada a lo largo de los siglos en el mundo occidental. Podemos decir que cada uno tiene su  propio y único Jesús. El de esta novela es original y fascinante.

El autor nos muestra una personal visión de su protagonista a partir de la investigación “despegada” de un gentil: un tribuno romano con vocación de intelectual que al ser encargado de descubrir las rebeliones contra Roma, se desvía hacia el descubrimiento del  mensaje evangélico. La trama novelística muy bien tramada nos lleva por los recovecos de Jerusalén y del imperio para descubrir tramos de la historia, tanto de la social-política amplia, como de las pequeñas y más íntimas de los y las protagonistas.

Nos queda muy claro cuál es el Jesús de Lamet. Su adhesión al Maestro pasa por: Su crítica radical al templo y a toda forma religiosa que se queda en los ritos y las obligaciones y que oprime.

Su escogencia clara por los débiles y los márgenes de esta sociedad basada en el prestigio, el dinero y los privilegios.

Y sobre todo su propuesta del amor universal, gratuito y sin medidas entre toda la humanidad.

Aún para los conocedores del Evangelio, la figura delineada por el narrador en la novela es muy atrayente y su convincente forma de presentarla, igual.

Por supuesto, el trabajo previo realizado por el escritor es exhaustivo y muy serio. Hay investigación histórica, ambiental y geopolítica. La novela se sumerge en el imperio romano desde sus intríngulis más sutiles y sus sentimientos más escondidos. El trabajo realizado sobre la mujer de Pilatos muestra claramente cómo enlazar la ficción y la realidad obteniendo un resultado de real verosimilitud.

En todo este entramado encontramos, no obstante, un lunar a mi juicio muy grande: La figura de “la Magdalena” como se le llama más de una vez. Pedro Miguel Lamet en lugar de atenerse a los datos que la historia y la literatura de la época de Jesús pueden arrojar, se deja llevar por los prejuicios y falsos presupuestos de la formación anti-femenina del cristianismo. Ya está reconocido por la academia, por los estratos eclesiales más serios (en 1969, se reconoce la confusión y se cambia la lectura del evangelio en su fiesta), e inclusive por el cine que no hay testimonios reales que permitan identificar a María de Magdala con una prostituta. La iglesia oficialmente ha reconocido que esa falsa identificación se debió a una confusión entre diferentes mujeres que aparecen en los textos evangélicos.

Parece sin embargo, que al autor de nuestra novela le resultó más cómodo y tal vez más atractivo o “picante” mantener el equívoco y repetir una vez más una de las grandes mentiras de la historia: que María Magdalena, seguidora de Jesús de Nazaret y primera testigo de su resurrección, venía de la prostitución. Esta falta de rigurosidad se nota ampliamente. La novela construye la figura del profeta de Galilea a partir de conversaciones entre el investigador-narrador y distintos personajes significativos (casi exclusivamente hombres) por sus encuentros con Jesús. Hacia el final de la obra, el personaje entrevistado es precisamente María de Magdala. Su presentación en general es floja y su personaje no tiene tanta consistencia como otros.

Es una lástima, porque en nuestros días cuando los que el materialismo rampante invita a presentaciones seductoras de Jesús, esta podría haber sido, a más de novedosa, fascinante por lo desarrollado y trabajado que aparece el mandamiento del amor… Pero se desperdicia y desprecia una vez más al público femenino porque se insiste en minimizar el papel que una figura como la de ella jugó realmente en todo el desarrollo del cristianismo primitivo. Después de la lectura, disminuye el deseo de leer No sé cómo amarte, del mismo autor, en la que parece que María de Magdala es protagonista central.

Cali, Febrero de 2023

Cfr. Pedro Miguel Lamet: El retrato secreto de Jesús de Nazaret. Novela Histórica. Ediciones Mensajero, 2018

Fuente Fe Adulta

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“Yo no mato a todos los ratones”, por Gerardo Villar.

Sábado, 25 de febrero de 2023
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Madeleine_Delbrel2Es un cuento muy viejo. Un pueblo está lleno de ratones y no saben cómo matarlos. Un hombre se ofrece por 1000 pesetas a acabar con ellos. Hecho el contrato dice: “yo tengo el yunque y el martillo, traédmelos de uno en uno”.

Me he acordado de esta historia al oír hablar del primer anuncio del evangelio. Hay millones de personas, pero ¿cómo se puede anunciar a cada persona?

No hay fórmulas fáciles, ni las personas tienen ganas de escucharlo. Es preciso ir descubriendo semillas y presencias del Resucitado. Y en cada persona encontraremos signos de su actuación, de su presencia. Ahí es donde podemos empezar a detectar y alabar la actuación de Jesús.

Andando por las calles, muchas veces veo que entre las baldosas brotan pequeños tallos de hierba. Si eso que nace espontáneamente lo cuidamos, va creciendo. De eso se trata: detectar la presencia de Jesús. Él nos dijo que donde hay dos o tres que se aman, ahí está Él.

Por eso es preciso ir viendo los gestos de amor entre las personas y alegrarnos con Jesucristo que está actuando ahí. Podemos reconocerlo y alabar a esas personas. Puede ser un camino. No condenando los fallos de la vida sino apoyando, fortaleciendo lo bueno porque es cristiano, y todo suma en orden a conseguir la propuesta de Jesús de Nazaret.

Si matamos a todos los ratones, casi seguro que nos cargaremos algún que otro animal. Es preciso ver las posibilidades y cualidades de cada ser. Detectar la presencia de Dios en cada uno. No se trata de quitar a los no creyentes.

No vale la postura de “aquí no hay nada que hacer”. Porque siempre hay un hálito del Espíritu.

La misión de la Iglesia no es conseguir adeptos y atraer a la gente, sino ser fermento, meterse en las actividades y proyectos humanos.

En orden a lograr el Proyecto de Jesús de Nazaret. Ofrecer la Buena Noticia de que Dios nos ama, que está en todo y con todos. Y su señal es amarnos.

Cuando tengamos la suerte buscada de estar ante personas abiertas al Evangelio, podemos anunciar el meollo del Evangelio: Dios nos quiere en Jesús siempre y está con todos y en todos. Lo notaremos porque nos amamos.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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