Comentarios desactivados en “Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús.
Hoy, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración queen el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).
“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”
*
Rel 35;Cfr 7M 2, 1).
***
“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *
*
Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3
***
”Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”
*
(Libro de la Vida, capítulo 9,1)
***
“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.
*
(Libro de la Vida, capítulo 6,9)
*
“Juntos andemos Señor.
Por donde vayas tengo que ir,
por donde pases tengo que pasar.”
*
(Camino de Perfección 21, 26)
***
Entre los pucheros anda el Señor…
“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”
Comentarios desactivados en Domingo de Guzmán, un cristiano libre.
En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…
(imagen Saint Dominic of Guzman ora pro nobis by DCJBeeers)
***
Nació en Caleruega (Burgos), en España, en 1172. Hacia 1196 se convirtió en canónigo del capítulo de la catedral de El Burgo de Osma (Soria). Acompañó al obispo Diego en una importante misión por el norte de Europa. Al pasar por el sur de Francia, vio claramente el daño que la herejía cátara estaba haciendo entre los fieles y maduró el designio de reunir a algunas personas que se dedicaran a la evangelización a través de la predicación pobre, estable y organizada del Evangelio.
Este proyecto, aprobado por vez primera por Inocencio III, fue reconocido definitivamente por Honorio III el 22 de diciembre de 1216. Este último llamó «Hermanos Predicadores» a sus miembros. Domingo diseminó de inmediato a los hermanos que le siguieron por las regiones más remotas de Europa. Solía decir: «No es bueno que el grano se amontone y se pudra».
Precisó en dos congregaciones generales los fundamentos y los elementos arquitectónicos de su familia religiosa: vida en común pobre y obediente, la oración litúrgica, el estudio asiduo de la Verdad ordenado a la predicación, entendida como contemplación en voz alta, participación en la misión propia de la Iglesia, sobre todo en las tierras todavía no evangelizadas.
Hombre genial, sabio, misericordioso, era «tierno como una madre y fuerte como el diamante»(Lacordaire). Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221. Gregorio IX lo canonizó el 3 de julio de 1234.
***
“¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”
“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.
“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.
“El trigo amontonado se pudre”.
“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.
***
El primer modo de orar consistía en humillarse ante el altar como si Cristo, representado en él, estuviera allí real y personalmente, y no sólo a través del símbolo. Se comportaba así en conformidad al siguiente fragmento del libro de Judit: Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes (Jdt 9,1 ó). Por la humildad obtuvo la cananea cuanto deseaba (Mt 15,21-28), y lo mismo el hijo pródigo (Le 15,11-32). También se inspiraba en estas palabras: Yo no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8,8); Señor, ante ti me he humillado siempre (Sal 146,61). Y así, nuestro Padre, manteniendo el cuerpo erguido, inclinaba la cabeza y, mirando humildemente a Cristo, le reverenciaba con todo su ser, considerando su condición de siervo y la excelencia de Cristo. Enseñaba a hacerlo así a los frailes cuando pasaban delante del crucifijo, para que Cristo, humillado por nosotros hasta el extremo, nos viera humillados ante su majestad.
Mandaba también a los frailes que se humillaran de este modo ante el misterio de la Santísima Trinidad, cuando se cantara el Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. […]
Después de esto, santo Domingo, ante el altar de la iglesia o en la sala capitular, se volvía hacia el crucifijo, lo miraba con suma atención y se arrodillaba una y otra vez; hacía muchas genuflexiones, a veces, tras el rezo de completas y hasta la media noche, ora se levantaba, ora se arrodillaba, como hacía el apóstol Santiago, o el leproso del evangelio que decía, hincado de rodillas: Señor, si quieres, puedes curarme (Mt 8,2); o como Esteban, que, arrodillado, clamaba con fuerte voz: No les tengas en cuenta este pecado (Hcfi7,60). El padre santo Domingo tenía una gran confianza en l a misericordia de Dios, en favor suyo, en bien de todos los pecadores y en el amparo de los frailes jóvenes que enviaba a predicar. […] Enseñaba a los frailes a orar de esta misma manera, más con el ejemplo que con las palabras.
*
I. Taurisano, Il nove modi di pregare di san Dominico, ASOP 1922, pp. 96ss.
Qué bonita es la misa. Qué hermoso es saber que este pan que recibo, este pan que doy, es verdaderamente el Señor Jesús y es verdaderamente nuestro alimento. Él ya estaba en nosotros como un Dios inmenso. Él ahora está en nosotros a través de Su humanidad, dándonos Su Cuerpo para comer. Lo que también es genial es que la misa cubre todo el día. Todo se convierte en ofertorio. No paso el día con los brazos y las manos en alto, como en el altar: la gente no me entendería y pensaría que estoy loco. Pero espiritualmente así a través los encuentros del día, ofreciendo las alegrías y los sufrimientos, las esperanzas y los miedos, las virtudes y las debilidades, todo lo que se ve, se oye, se imagina, se sueña…
También es cierto que después de la consagración, fácilmente pensamos que todo lo que nos rodea proviene del Creador y cocreador, el hombre. No hay nada, absolutamente nada, que no esté vivo y santo.
Y recibir la comunión no es sólo recibir a Cristo. Al recibir a Cristo, abrazamos a toda la humanidad. Si cuando comulgo digo: Señor, contigo recibo a todos menos a una persona, esa persona, ya sabes, ¡es realmente imposible! – esto no es verdadera comunión. La Comunión supone que nuestro corazón ha asumido verdaderamente las infinitas dimensiones del Corazón de Cristo. Hombres de todas las razas, de todos los tiempos, de todos los credos, de todas las esperanzas, de todos los pecados son asumidos por Cristo, hasta el final, y por el cristiano en comunión. Ésta es la alegría y la responsabilidad del cristiano y, de manera particular, del sacerdote.
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¿Quién es entonces el discípulo? Es aquel que sigue a Jesús yendo detrás de él, como se va detrás del Maestro, pero reconociendo en él a alguien que es más que un Maestro y haciendo de él el único guía: “Uno sólo es vuestro Maestro: el Cristo” (Mt 23,10), porque es el Mesías mismo.
Esta relación no está fundada sobre la institución, sobre la doctrina, sino sobre la fe, sobre la adhesión a su persona.
Jesús se mostró como Rabbí, pero no porque es Rabbí hay que seguirle. Si no entendemos este punto discriminante, es inútil nuestro seguimiento: se transforma entonces para algunos sólo en un maestro Espiritual, en un hombre carismático para otros, un revolucionario para otros mas, y esto no basta para fundamentar la fe y hacer de nosotros unos creyentes. Estemos atentos: el cristianismo siempre ha tenido el grave peligro de entrever y a veces predicar el Jesús Rabbí en base a la actualidad encontrada en su enseñanza: ha salido así el Jesús socialista, el Jesús hippy, el Jesús gurú, el Jesús filántropo… Si esta lectura de Jesús se impusiera, seria el fin de la fe cristiana.
A los discípulos que le llamaban Maestro y Señor Jesús les dice que hacían bien, pero se presenta a ellos como Señor y Maestro (cf Jn 13,13ss).
Ante todo, kyrios, y, subordinado a esto, rabbí.
Si la “forma”, la condición, en que se presentó Jesús era la de un Rabbí, la percepción que de él tuvo la comunidad apostólica trascendió, fue mas alla de la Forma.
*
E. Bianchi, Seguir a Jesús, el Señor,
Narcea, Madrid 1982, 46-47;
traducción, Rita de Nardo.
***
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo
“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Comentarios desactivados en “Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús
Esta tarde, con las primeras vísperas de su fiesta, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración queen el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).
“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”
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Rel 35;Cfr 7M 2, 1).
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“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *
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Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3
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”Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”
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(Libro de la Vida, capítulo 9,1)
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“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.
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(Libro de la Vida, capítulo 6,9)
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“Juntos andemos Señor.
Por donde vayas tengo que ir,
por donde pases tengo que pasar.”
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(Camino de Perfección 21, 26)
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Entre los pucheros anda el Señor…
“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”
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Del blog de Henri Nouwen:
“Henri encontró su plenitud en la eucaristía. Le encantaba celebrar la eucaristía e incluir en ella a todo el mundo, y si en ocasiones daba la impresión de ser un tanto informal con respecto a las normas de la iglesia católica romana relativas a la intercomunión, ello se debía a que quería que cada uno de los presentes tuviera un encuentro personal con Jesucristo. A Henri le encantaba la eucaristía porque amaba a Jesús. Y creía apasionadamente en la presencia real de Jesús en el pan y el vino consagrados. Dado que la eucaristía revestía una importancia tan enorme para él, tuvo el talento natural de llenarla de sentido, de poner de relieve su relación con nuestras vidas. Solía dar la vuelta al altar y mezclarse entre los participantes entendiendo la mano a todas direcciones. Tal vez algunas personas les resultaran molestas estas actitudes, pero todas ellas eran manifestaciones del intenso deseo por parte de Henri de reunir a las personas en torno a Jesucristo….”
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En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…
(imagen Saint Dominic of Guzman ora pro nobis by DCJBeeers)
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Nació en Caleruega (Burgos), en España, en 1172. Hacia 1196 se convirtió en canónigo del capítulo de la catedral de El Burgo de Osma (Soria). Acompañó al obispo Diego en una importante misión por el norte de Europa. Al pasar por el sur de Francia, vio claramente el daño que la herejía cátara estaba haciendo entre los fieles y maduró el designio de reunir a algunas personas que se dedicaran a la evangelización a través de la predicación pobre, estable y organizada del Evangelio.
Este proyecto, aprobado por vez primera por Inocencio III, fue reconocido definitivamente por Honorio III el 22 de diciembre de 1216. Este último llamó «Hermanos Predicadores» a sus miembros. Domingo diseminó de inmediato a los hermanos que le siguieron por las regiones más remotas de Europa. Solía decir: «No es bueno que el grano se amontone y se pudra».
Precisó en dos congregaciones generales los fundamentos y los elementos arquitectónicos de su familia religiosa: vida en común pobre y obediente, la oración litúrgica, el estudio asiduo de la Verdad ordenado a la predicación, entendida como contemplación en voz alta, participación en la misión propia de la Iglesia, sobre todo en las tierras todavía no evangelizadas.
Hombre genial, sabio, misericordioso, era «tierno como una madre y fuerte como el diamante»(Lacordaire). Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221. Gregorio IX lo canonizó el 3 de julio de 1234.
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“¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”
“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.
“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.
“El trigo amontonado se pudre”.
“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.
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El primer modo de orar consistía en humillarse ante el altar como si Cristo, representado en él, estuviera allí real y personalmente, y no sólo a través del símbolo. Se comportaba así en conformidad al siguiente fragmento del libro de Judit: Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes (Jdt 9,1 ó). Por la humildad obtuvo la cananea cuanto deseaba (Mt 15,21-28), y lo mismo el hijo pródigo (Le 15,11-32). También se inspiraba en estas palabras: Yo no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8,8); Señor, ante ti me he humillado siempre (Sal 146,61). Y así, nuestro Padre, manteniendo el cuerpo erguido, inclinaba la cabeza y, mirando humildemente a Cristo, le reverenciaba con todo su ser, considerando su condición de siervo y la excelencia de Cristo. Enseñaba a hacerlo así a los frailes cuando pasaban delante del crucifijo, para que Cristo, humillado por nosotros hasta el extremo, nos viera humillados ante su majestad.
Mandaba también a los frailes que se humillaran de este modo ante el misterio de la Santísima Trinidad, cuando se cantara el Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. […]
Después de esto, santo Domingo, ante el altar de la iglesia o en la sala capitular, se volvía hacia el crucifijo, lo miraba con suma atención y se arrodillaba una y otra vez; hacía muchas genuflexiones, a veces, tras el rezo de completas y hasta la media noche, ora se levantaba, ora se arrodillaba, como hacía el apóstol Santiago, o el leproso del evangelio que decía, hincado de rodillas: Señor, si quieres, puedes curarme (Mt 8,2); o como Esteban, que, arrodillado, clamaba con fuerte voz: No les tengas en cuenta este pecado (Hcfi7,60). El padre santo Domingo tenía una gran confianza en l a misericordia de Dios, en favor suyo, en bien de todos los pecadores y en el amparo de los frailes jóvenes que enviaba a predicar. […] Enseñaba a los frailes a orar de esta misma manera, más con el ejemplo que con las palabras.
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I. Taurisano, Il nove modi di pregare di san Dominico, ASOP 1922, pp. 96ss.
Comentarios desactivados en “Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús
Hoy, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración queen el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).
“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”
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Rel 35;Cfr 7M 2, 1).
***
“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *
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Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3
***
”Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”
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(Libro de la Vida, capítulo 9,1)
***
“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.
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(Libro de la Vida, capítulo 6,9)
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“Juntos andemos Señor.
Por donde vayas tengo que ir,
por donde pases tengo que pasar.”
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(Camino de Perfección 21, 26)
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Entre los pucheros anda el Señor…
“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”
Comentarios desactivados en Domingo de Guzmán, un cristiano libre
En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…
(imagen Saint Dominic of Guzman ora pro nobis by DCJBeeers)
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Nació en Caleruega (Burgos), en España, en 1172. Hacia 1196 se convirtió en canónigo del capítulo de la catedral de El Burgo de Osma (Soria). Acompañó al obispo Diego en una importante misión por el norte de Europa. Al pasar por el sur de Francia, vio claramente el daño que la herejía cátara estaba haciendo entre los fieles y maduró el designio de reunir a algunas personas que se dedicaran a la evangelización a través de la predicación pobre, estable y organizada del Evangelio.
Este proyecto, aprobado por vez primera por Inocencio III, fue reconocido definitivamente por Honorio III el 22 de diciembre de 1216. Este último llamó «Hermanos Predicadores» a sus miembros. Domingo diseminó de inmediato a los hermanos que le siguieron por las regiones más remotas de Europa. Solía decir: «No es bueno que el grano se amontone y se pudra».
Precisó en dos congregaciones generales los fundamentos y los elementos arquitectónicos de su familia religiosa: vida en común pobre y obediente, la oración litúrgica, el estudio asiduo de la Verdad ordenado a la predicación, entendida como contemplación en voz alta, participación en la misión propia de la Iglesia, sobre todo en las tierras todavía no evangelizadas.
Hombre genial, sabio, misericordioso, era «tierno como una madre y fuerte como el diamante»(Lacordaire). Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221. Gregorio IX lo canonizó el 3 de julio de 1234.
***
“¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”
“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.
“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.
“El trigo amontonado se pudre”.
“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.
***
El primer modo de orar consistía en humillarse ante el altar como si Cristo, representado en él, estuviera allí real y personalmente, y no sólo a través del símbolo. Se comportaba así en conformidad al siguiente fragmento del libro de Judit: Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes (Jdt 9,1 ó). Por la humildad obtuvo la cananea cuanto deseaba (Mt 15,21-28), y lo mismo el hijo pródigo (Le 15,11-32). También se inspiraba en estas palabras: Yo no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8,8); Señor, ante ti me he humillado siempre (Sal 146,61). Y así, nuestro Padre, manteniendo el cuerpo erguido, inclinaba la cabeza y, mirando humildemente a Cristo, le reverenciaba con todo su ser, considerando su condición de siervo y la excelencia de Cristo. Enseñaba a hacerlo así a los frailes cuando pasaban delante del crucifijo, para que Cristo, humillado por nosotros hasta el extremo, nos viera humillados ante su majestad.
Mandaba también a los frailes que se humillaran de este modo ante el misterio de la Santísima Trinidad, cuando se cantara el Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. […]
Después de esto, santo Domingo, ante el altar de la iglesia o en la sala capitular, se volvía hacia el crucifijo, lo miraba con suma atención y se arrodillaba una y otra vez; hacía muchas genuflexiones, a veces, tras el rezo de completas y hasta la media noche, ora se levantaba, ora se arrodillaba, como hacía el apóstol Santiago, o el leproso del evangelio que decía, hincado de rodillas: Señor, si quieres, puedes curarme (Mt 8,2); o como Esteban, que, arrodillado, clamaba con fuerte voz: No les tengas en cuenta este pecado (Hcfi7,60). El padre santo Domingo tenía una gran confianza en l a misericordia de Dios, en favor suyo, en bien de todos los pecadores y en el amparo de los frailes jóvenes que enviaba a predicar. […] Enseñaba a los frailes a orar de esta misma manera, más con el ejemplo que con las palabras.
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I. Taurisano, Il nove modi di pregare di san Dominico, ASOP 1922, pp. 96ss.
Comentarios desactivados en El legislador demócrata Ted Lieu señala lo evidentemente obvio sobre Jesucristo y la homosexualidad
El demócrata Ted Lieu derrotó a los legisladores republicanos al recitar lo que Jesucristo realmente dijo sobre la homosexualidad en un brillante discurso ante la Cámara de Representantes de California. (C-Span)
El demócrata de California Ted Lieu educó absolutamente a los legisladores que se enfocan en la comunidad LGBTQ+ al presentar lo que Jesucristo realmente dijo sobre la homosexualidad.
Lieu estaba hablando ante sus colegas en la Cámara cuando mencionó la “ola histórica de proyectos de ley dirigidos a [los] derechos de los adolescentes LGBTQ+, los niños y sus familias” que están siendo impulsadas por el Partido Republicano.
También hizo referencia a un artículo del Washington Post en el que algunos republicanos expresaron sus temores por el aumento de proyectos de ley anti-LGBTQ+ y cómo tales medidas iban acompañadas de una retórica de odio.
Luego, en un momento verdaderamente monumental, Ted Lieu decidió agregar otra capa al diálogo haciendo referencia a lo que la mayoría de los legisladores republicanos suelen usar para impulsar su vil legislación anti-LGBTQ+: la religión.
“Pensé en recitarles lo que Jesucristo dijo sobre la homosexualidad”, declaró Lieu.
Normalmente, tal declaración sería seguida por una lista de ejemplos o tal vez incluiría una fuente bíblica como suelen hacer los expertos de derecha.
Pero Lieu se quedó allí en el podio, mirando a sus compañeros legisladores en completo y absoluto silencio. Nada, absolutamente nada durante unos 20 potentes segundos antes de que cediera la palabra.
La poderosa declaración de Lieu fue parte de un discurso de un minuto en el que los miembros de la Cámara pueden dirigirse a sus compañeros legisladores en un breve discurso antes o después del día legislativo.
Honestamente, Internet estaba aquí para que Ted Lieu leyera a sus colegas republicanos sobre lo que Jesucristo realmente tenía que decir sobre la comunidad LGBTQ+.
Lieu: I just thought I would recite for you what Jesus Christ said about homosexuality: … … … I yield back pic.twitter.com/KTMbtXMtnC
Los legisladores conservadores han introducido una larga lista de medidas en los parlamentos de los EE. UU. para atacar y estigmatizar a la comunidad LGBTQ+, con muchos proyectos de ley dirigidos directamente a los jóvenes trans.
Al menos 18 estados han aprobado leyes que impiden que los niños trans practiquen deportes con sus compañeros. Este año, Oklahoma y Alabama aprobaron leyes que restringen cómo los niños trans pueden acceder al baño correcto.
Varias declaraciones han prohibido la provisión de atención de afirmación de género para niños trans, que los investigadores han argumentado una y otra vez que “salva vidas“ para jóvenes con diversidad de género. En abril, Alabama se convirtió en el primer estado de los EE. UU. en convertir en delito grave que los profesionales médicos brinden dicha atención.
Además, varios estados han introducido legislación que censura la discusión de temas LGBTQ+ en las escuelas. Florida fue pionera en una legislación tan odiosa después de que el virulento gobernador anti-LGBTQ+, Ron DeSantis, firmara el proyecto de ley estatal “No digas gay” en marzo.
Han surgido proyectos de ley imitadores de “No digas gay o trans” en los EE. UU., y una de esas leyes se aprobó en Alabama junto con varias otras medidas anti-trans.
Es el título de una novela de Amélie Nothomb, una escritora belga prolífica y bien considerada que ha quedado finalista en el último premio Goncourt, un hecho que sorprende porque tiene un tema religioso lo que suele influenciar en contra, aunque lo cierto es que literariamente tiene una factura espléndida.
La obra es pequeña poco más de 100 páginas, pero el intento no puede ser mayor ya que la escritora se mete en la piel de Jesucristo y con gran audacia nos ofrece sus pensamientos poco antes de su pasión. Es el monólogo psicológico de un hombre que se enfrenta a la muerte y que revisa todas sus relaciones humanas a la vez que disocia el alma y el cuerpo. Presenta dudas y debilidades, ama, sufre, sueña, siente la tentación… Es un Jesús humano, una característica que durante siglos había sido casi velada por su divinidad que le hacía ser más etéreo.
La autora conoce los evangelios, la tradición, la ley judía y nos cuenta una historia que todo el mundo conoce pero que pocas personas se han atrevido a ponerla en boca de Jesús, aunque todos sus seguidores hemos querido imaginar en muchas ocasiones lo que haría en nuestras circunstancias. Es un nuevo evangelio, el Evangelio de Jesucristo
Lo más curioso es que la novela empieza con el relato de las bodas de Caná, un episodio gozoso que posiblemente incluye para dulcificar las últimas horas de Jesús y porque anticipa las numerosas líneas de amor que aparecen en el libro. Los primeros personajes que aparecen son los beneficiarios de sus milagros que testifican en su contra dando fe de la ingratitud humana. A Judas lo mira con compasión y a María Magdalena la ama con pasión. Simón de Cirene y la Verónica son las únicas personas que le ayudan y las alaba por su valentía. Trata de entender a Judas. No soporta ver a su madre en esos momentos porque conoce su sufrimiento. Siente por los dos crucificados a su lado un impulso de acercamiento fraternal. La figura del Padre aparece en el trasfondo y Jesús se queja de que no conoce la creación que hizo. Está enfadado con su persona porque su amor por Dios tolera este tipo de sentimientos. La sed de la que habla el libro es fundamentalmente material, pero tiene también un componente espiritual.
Para muchas personas este libro es escandaloso porque Jesús ama a María Magdalena y se presenta con dudas y preguntas, pero la autora lo trata con deferencia y aunque su monólogo pueda resultar controvertido se puede leer como un ofrecimiento de nuevas pistas para intentar comprender a Jesucristo en nuestro mundo
“Las personas cristianas sin duda conocen el camino al Padre, pero para que ese conocimiento sea verdadero y portador de vida, cada una de ellas ha de encontrar su propio camino hasta el Camino que es Cristo. El cristianismo es mucho más que una expresión de amor fraterno envuelta en jerga religiosa. Es mucho más que filantropía salpicada de agua bendita. Es esencial que cada persona ofrezca una respuesta personal a Dios en Cristo. Hay que asumir un riesgo. Hay que emprender un viaje…”.
*
James Finley El palacio del Vacío de Thomas Merton
Comentarios desactivados en Conocer a cristo significa conocerlo todo.
Del blog Amigos de Thomas Merton:
“No basta el concepto del saber, de la ciencia, para describir lo que es el conocimiento cristiano, sino que hemos de volver a lo que en el Antiguo Testamento se llama sabiduría, —lo que el griego denominaba sophia y el romano sapientia—, para poder concebir el saber de la teología en su plenitud. Sapientia se diferencia del concepto, más estrecho, de ciencia. Sabiduría no se diferencia del saber por contenerlo también en sí, pero el concepto de sabiduría habla, además, de un saber práctico que comprende toda la existencia del hombre. Sabiduría es el saber, del cual nosotros podemos vivir prácticamente; es experiencia y es teoría; poderosa, en tanto es, al mismo tiempo, práctica, en tanto consiste en el mismo saber que domina nuestra vida y que es, realmente, una luz en nuestro sendero. No es una luz que observar o admirar, ni tampoco una luz con qué encender toda clase de fuegos artificiales (ni aún tratándose de las más profundas especulaciones filosóficas), sino que es la luz en nuestro camino, la que ilumina nuestras acciones v palabras, la luz de nuestros días sanos y enfermos, la luz en nuestra pobreza y en nuestra riqueza, la luz que no brilla solamente en los momentos en que pensamos entenderlo todo mejor, sino que nos acompaña también en nuestra locura y que no se extingue cuando todo se apaga, cuando en la muerte se hace visible el fin de nuestra vida. A esa luz y al vivir de esa verdad se denomina conocimiento cristiano.
Conocimiento cristiano significa vivir en la verdad de Jesucristo. Según el apóstol Pablo (Hech. 17), nosotros “vivimos, somos, nos movemos” en la luz de esa verdad para poder salir de ella, estar en ella, e ir hacia ella, como dice en Romanos 11. Por consiguiente el conocimiento cristiano es, en el fondo, la misma cosa que lo que llamábamos confianza del hombre en la Palabra de Dios. No hay que dejarse llevar por la tentación de buscar separaciones y diferencias en esta cuestión. No existe ninguna confianza verdadera, ni ninguna confianza realmente duradera y victoriosa en la palabra de Dios que no esté fundada en la verdad divina. Por otra parte, no existe ningún conocimiento, ninguna teología, ninguna confesión e incluso ninguna verdad bíblica que no tenga en seguida el carácter de esa verdad de vida.
Conocer el objeto de la fe en su verdad, quiere decir, realmente, conocer todas las cosas, incluso el hombre, el cosmos y el mundo. La verdad de Jesucristo no es una de tantas verdades, sino la verdad universal, creadora de toda verdad, y esto de modo tan cierto como que es la verdad de Dios, o sea, la prima veritas, que es también la última veritas. Y es que en Jesucristo ha creado Dios todas las cosas, incluyéndonos a nosotros mismos. Nosotros no existimos sin El, sino en El, lo sepamos o no; y el cosmos entero no existe sin El, sino en El, llevado y sustentado por El, es decir por su palabra omnipotente: conocerle a El, significa conocerlo todo. El ser tocado y tomado por el espíritu dentro de ese campo, significa ser conducido a toda la verdad. El que crea y conozca a Dios, ya no podrá decir: ¿Qué sentido tiene mi vida?; sino que mientras cree, ya está vivienda el sentida de su vida, el sentido de ser criatura, el sentido de su individualidad dentro de los límites de su condición de criatura y de su individualidad; y en lo imperfecto de su existencia, en el pecado, en el cual él está y del cual él es diariamente y a cada hora culpable; pero también está viviendo con el apoyo que diariamente y a cada hora se le concede, en tanto Dios intercede en su favor, a pesar de todo y sin contar con ningún mérito.
“La apertura del acto corrió a cargo de María Mar González, de Nely Vásquez y del autor del libro y de Javier Madrazo. Entre los asistentes, D. Joseba Segura, obispo de Bilbao, y de D. Juan Mª Uriarte, obispo emérito de S. Sebastián y autor del prólogo”
“Todo un acontecimiento ‘atípico’: por el tema abordado, por el lugar escogido, por la presencia de dos obispos, además de por militantes de la HOAC y de personas de otras confesiones, religiosas y ateas”
“Todo un anticipo de un futuro postsecular, plural y empáticamente dialogante sin renunciar a la crítica, pero extraño tanto a los nostálgicos de la neocristiandad que no volverá, como a los obcecados por un secularismo excluyente y autoritario”
| Javier Madrazo Lavín
En los locales de Ezkerra – Berdeak de Bilbao se presentó el 14 de octubre el nuevo libro de Jesús Martínez Gordo, “Entre el Tabor y el Calvario. Una espiritualidad ‘con carne’”. La apertura del acto corrió a cargo de María Mar González, presidenta de la HOAC de la diócesis de Bilbao, de Nely Vásquez y del autor del libro, así como de Javier Madrazo. Entre los asistentes se contó con la presencia de D. Joseba Segura, obispo de Bilbao, y de D. Juan Mª Uriarte, obispo emérito de S. Sebastián y autor del prólogo.
M. Mar González, después del saludo inicial, recordó que en 1946, en plena posguerra, nació la Hermandad Obrera de Acción católica (HOAC) y que “en este 75 aniversario queremos hacerlo dando gracias al Padre-Madre Dios por la existencia de tantas mujeres y hombres que han ofrecido su vida llevando el evangelio al mundo obrero y del trabajo y trayendo a la iglesia las alegrías y las penas, las miserias y la grandeza de las mujeres y hombres del mundo obrero y del trabajo”. Éste es el marco, prosiguió, en el que Nely Vásquez nos indicará algunos contenidos de la obra de Jesús Martínez para proceder, después, a presentar, de manera dialogada, entre el autor y Javier Madrazo, el libro que nos reúne esta tarde.
Nely, recordó la presidenta de la HOAC de Bilbao, es doctora en Teología por la universidad de Deusto. Ha realizado diversos estudios de arqueología y teología bíblica y es profesora en la Pontificia Universidad Católica de Perú, del Instituto de Fe y Cultura de Lima y de la Facultad de teología del Norte de España, sede en Vitoria.
Seguidamente, dejó la palabra a Nely quien, en su intervención, subrayó que para el autor “las espiritualidades que se mueven dentro de un optimismo ingenuo -que cree que la gracia divina se transmite por sí misma, sin necesidad de mediaciones, están condenadas a la falta de plausibilidad social y, por eso mismo, a la ineficacia histórica”. En realidad, continuó, éstas, “más que de ‘autoayuda’ son espiritualidades tipo IKEA: llévesela a casa y móntela fácilmente usted mismo/a”. E insistió, comunicando que compartía con el autor, que “no hay nada más opuesto a la espiritualidad del ‘tenemos la obligación de ser felices’ (“happycracia”) de la New Age, que un auténtico encuentro con un Dios que se historia en una Cruz”.
Junto a este tipo de espiritualidades y teologías se encuentra la “jesu-cristiana” para la que no hay “hilo directo” con lo divino. “La cuestión que quisiera subrayar como central, concluyó, es lo que el autor propone como ‘la prueba del nueve’ de la autenticidad de una experiencia de encuentro con lo Absoluto y Trascendente: dicho encuentro no puede darse si no es como “irrupción”; es decir, como un aguijón (no sólo caricia), como un cuestionamiento radical de la propia experiencia personal con sus condicionantes sociales, culturales, políticos y económicos”; lejos, muy lejos, “de esa ‘happycracia’ -tal y como la han bautizado los pensadores Edgar Cabanas y Eva Illouz”.
En la presentación del libro, Jesús Martínez Gordo, indicó que lo hacía en este lugar ”aconfesional”, como agradecimiento -por ser el espacio en el que también lo pudo hacer, antes de la pandemia, de su anterior libro (“Ateos y creyentes: qué decimos cuando decimos ‘Dios’”)- y, además, porque abordaba, en el primero de los capítulos, la existencia de “espiritualidades ateas o profanas” y, por ello, de “ateologías” con las que había que dialogar, también en la plaza pública -no solo en los templos, en los espacios e instituciones eclesiales o en las facultades de teología-. Y que había que hacerlo respetando las reglas de juego, propias de esos marcos aconfesionales.
Esta, enfatizó, no es una tarea imposible ya que hay un terreno común que nos vincula a todos, sean cuales sean nuestras creencias: que todos vivimos y que lo hacemos compartiendo con los demás nuestras respectivas existencias y sus diferentes y complementarios significados. Éste, el significado que vamos dando a lo que vivimos, unas veces, se presta a una explicación creyente; otras, a discursos no-creyentes o sin Dios. De eso hablo en este libro y, de manera más detenida, en el primero de los capítulos
Y, adentrándose en este primer punto, reseñó la existencia, entre otras, de dos clases de espiritualidades “sin Dios” y “ateologías”: la de quienes denominó “agnósticos trágicos” y la de André Comte-Sponville.
Las primeras de estas espiritualidades y ateologías están presididas por la experiencia de quienes, conscientes de su finitud, viven su existencia como triunfo inexorable de la noche, del silencio, del vacío, de la oscuridad y de la nada, es decir, “sin Dios”. Y algunos de ellos lo hacen reconociendo mantener una sorprendente relación con “lo que, porque me concierne y no sabiendo qué es, se encuentra más allá de dicha finitud”. Dicen mantener tal relación en términos de “lucha” porque quieren traer al discurso y al concepto tanto la relación como lo que la provoca, pero reconocen no lograrlo. Se les escapa de manera permanente.
Y, sin embargo, no se rinden ante la inquietud de lo que provoca esta sorprendente relación ni la experiencia en que se muestra y gracias a la cual son conscientes de su existencia. De ahí que algunos de ellos se atrevan a llamar la atención sobre el riesgo de sofocar o “matar” dicha relación, habida cuenta de la inatrapabilidad de lo que la provoca; algo siempre insoportable; sobre todo, para el satisfecho y engreído moderno. Toda una señal, otra más, de que también nos estamos asomando a un tiempo post-secular y plural en el que, además de cuidar la libertad, es necesario un debate sobre todos y cada uno de estos diferentes y legítimos discursos, aunque no todos igualmente consistentes desde el punto de vista racional.
La cercanía de un “jesu-cristiano” con estas espiritualidades y “místicas”, apuntó Jesús Martínez Gordo, es total: tienen la virtud de recordarnos -en medio de una exculturación de lo religioso- la importancia humana del viernes y del sábado santo; días que se siguen actualizando en la experiencia que tenemos de nuestra finitud, de la que también tienen nuestros compañeros de viaje y que, aunque nos disguste, forma parte, igualmente, de nuestra existencia. Por eso, el “jesu-cristiano” también las reconoce como propias.
Por su parte, André Comte-Sponville se adentra en una experiencia gozosa y tabórica, fuente de plenitud y belleza. Existen tabores “sin Dios” o, mejor, experiencias de plenitud, que reconocidas como autosuficientes, no son percibidas ni explicadas como fundadas en lo que decimos cuando decimos “Dios”. El “jesu-cristiano” también sintoniza con estas espiritualidades tabóricas, aunque tenga dificultades para acoger sus explicaciones “sin Dios”, al menos, sin el “jesu-cristiano”: sencillamente porque entiende que no está de más explicarse por qué son posibles esas experiencias de plenitud y eternidad en la fragilidad de la finitud y en la cortedad del tiempo.
Sus dificultades con estas espiritualidades ateas no están en la calidad de la experiencia sino en el tipo de razón que emplean para comunicar y en el silencio u olvido en el que quedan sumidos el reverso de la vida y el lado oscuro de la historia humana.
El resultado de este recorrido por dichas espiritualidades “sin Dios”, por separado, es el reconocimiento de que cada una de ellas es sensible y presta atención a uno o a dos de los días que conforman el Triduo Pascual: el drama del Calvario -algo presente en el caso de los “agnósticos trágicos”, aunque sea una presencia más intelectual que con encarnadura histórica) y al Tabor o al domingo de resurrección , en el caso de A. Comte – Sponville, aunque sea con un olvido sorprendente del viernes y del sábado santo.
Lo propio del “jesu-cristiano” -subrayó el autor- es no solo el reconocimiento de la unidad entre el grito de abandono del viernes santo, el silencio y el fracaso del sábado santo y la sorpresa o “salto cualitativo” del domingo de resurrección y Tabor, sino también de la circulación entre estos diferentes días que conforman el misterio “jesucristiano” y que, siendo también “uni-trinitario”, es comunión de experiencias y discursos diferentes y legítimamente diversos, pero, a la vez, interrelacionados; gracias a lo dicho, hecho, acontecido y encomendado por el Nazareno.
Por eso, continuó, en el jesu-cristianismo hay unos cuantos miles de millones de espiritualidades: tantas como seguidores de Jesús de Nazaret. Y que, en la medida en que circulan por cada uno de los tres días del Triduo pascual o, lo que es lo mismo, por los tres montes de las Bienaventuranzas, del Tabor y del Calvario, son reconocibles como “católicas” ya que renuncian a quedarse ancladas -por supuesto, de manera definitiva – en uno de estos tres montes o en uno de los tres días que conforman el núcleo del misterio que es el Triduo pascual.
Después de finalizar esta presentación, le fui preguntando sobre algunos puntos de los restantes capítulos del libro, dedicados a las llamadas nuevas espiritualidades, a la “jesucristiana” ortodoxa, a la latina, al imposible hilo directo con Dios, así como a las consecuencias -en términos de estado del bienestar social- en que se viene traduciendo en la Europa occidental las dos tesis mayores de la espiritualidad y de la teología jesucristiana: la identificación de Jesús con los últimos del mundo y el destino universal de los bienes.
Transcurrida la hora y media fijada, tuvimos que dar por finalizado el encuentro a las 9 de la noche; todo un acontecimiento “atípico”: por el tema abordado, por el lugar escogido, por la presencia de dos obispos, además de por militantes de la HOAC y de personas de otras confesiones, religiosas y ateas que se puede ver íntegramente en diferido.Todo un anticipo de un futuro postsecular, plural y empáticamente dialogante sin renunciar a la crítica, pero extraño tanto a los nostálgicos de la neocristiandad que no volverá (y que no es bueno que se intente) como a los obcecados por un secularismo excluyente y autoritario.
Comentarios desactivados en “Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús
Hoy, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración queen el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).
“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”
*
Rel 35;Cfr 7M 2, 1).
***
“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *
*
Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3
***
”Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”
*
(Libro de la Vida, capítulo 9,1)
***
“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.
*
(Libro de la Vida, capítulo 6,9)
*
“Juntos andemos Señor.
Por donde vayas tengo que ir,
por donde pases tengo que pasar.”
*
(Camino de Perfección 21, 26)
***
Entre los pucheros anda el Señor…
“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”
Comentarios desactivados en Franco Torchia: “Hay un cristianismo subcutáneo que sigue guionando nuestra vida”
Franco Torchia apuesta a la divulgación de la obra de Marcella Althaus -Reid, teóloga queer argentina a través de su trabajo en “Theodora”, una versión escénica sobre el oratorio de Händel, dirigida por Alejandro Tantanian y recientemente estrenada en el Teatro Colón.
– ¿Cómo fue esa operación de cruzar estos dos textos, el Theodora de Händelcon la obra Marcella Althaus -Reidentendiendo lo lejano de las temporalidades?
– Hace muchos años leí una nota que publicó el suplemento Soy de Página/12 firmada por Dolores Curia sobre Marcella, no sabía de ella y me llamó mucho la atención que su obra no solo no fuese conocida en la Argentina sino tampoco por la diversidad sexual ni por los feminismos. Quedé perplejo al respecto de que semejante mujer con ese postulado no sea conocida en el país en el que nació, creció, se formó y luego se fue. Tiempo después entrevisté al artista visual colombiano Carlos Mota que trabaja performance a partir de la obra de Marcella (él trabaja con shibari y Marcela tiene una zona de su obra vinculada a su práctica bondage y la relación con el sufrimiento, con el sacrificio y con el placer). En ese momento me puse a investigar no sabiendo para qué y ahí quedó. Cuando en marzo me llama Alejandro Tantanian y me propone actualizar o darle una mirada más contemporánea a Theodora, un oratorio de Händel sobre una mártir cristiana del siglo IV que yo no conocía, le propuse trabajar con la obra de Marcella. Ví las conexiones posibles, por supuesto había que sentarse a establecerlas no era fácil pero sí posible y sobre todo porque yo sentí que esta era una oportunidad muy propicia para que Argentina conozca a una intelectual feminista que la mayoría ignora.
– ¿Cómo lograron esa contaminación entre los lenguajes?¿Cómo fue ese proceso de actualización de la obra?
– Sobre el texto establezco la relación elemental, digamos entre aquella mártir del siglo IV (Theodora) y Marcella teóloga argentina autoproclamada indecente en los siglos XX y XXI que murió en 2009 a sus 53 años en Escocia a causa de una enfermedad y que vivió abrazada a la causa de una teología indecente hasta su último aliento. ¿Quiénes fueron indecentes en el siglo IV, cuando el cristianismo era considerado una secta y cuando el Imperio Romano, en una faceta muy decadente, reforzaba sus métodos de tortura y perseguía a los considerados diferentes? y ¿quiénes son en ésta parte de este siglo, o por lo menos durante la última parte del siglo XX, considerados indecentes? Esta es una primera dimensión interpretativa de la puesta. Luego, leyendo mucho a Marcella, descubrí que ella escribió para inundar las paredes, para pintar la catedral, con una escritura vandálica, poética. Todos esos lenguajes que están en la obra están al servicio de lo que queremos ocurra con la obra de Marcella, que la disidencias sexo genéricas, que los feminismos la conozcan. Me parece que su obra tiene fundamentos inmejorables. Hubo y hay otras teólogas disidentes en Argentina pero no estamos en un país en el que las teología disidentes hayan pregnado mucho y eso es para pensar.
– ¿Qué sería hoy la defensa de la virtud tal cual aparece en Theodora pero desde los postulados de la obra de Marcella?
– Creo que sería la defensa de la insurgencia, la defensa de la desobediencia, del desacato, el inconformismo. A veces me he preguntado que estaría diciendo Marcella hoy y siempre es una pregunta bastante estéril, porque lamentablemente está muerta, pero estoy seguro que estaría apelando a la inconformidad. Su propuesta es tan profunda que atiende en todo caso el cristianismo que anida en nuestros cuerpos aún más allá de cómo los gestionemos o más allá de lo que queramos o no hacer. Es decir, lo que antes se denominaba la moral judío cristiana, por decirlo de una manera muy sintética, hoy, podemos señalar un cristianismo subcutáneo que sin darnos cuenta sigue guionando nuestra vida, relaciones, afectos, nuestra existencia. Es el triunfo de un cristianismo que olvidó por completo su carácter tan sectario y perseguido como en Theodora que al institucionalizarse en determinadas regiones del mundo, como en la Argentina, pasó a gobernar a las subjetividades en un nivel realmente muy profundo y difícilr de desmantelar. Estoy seguro que la virtud para Marcella hoy, estaría en quienes congregados, no solos, estaríamos tratando de desarmar eso que está en nosotros y que no depende solamente de una administración política o del estado, sino que es algo que depende de organizaciones colectivas. Al mismo tiempo creo que estaría muy concentrada en el derecho a la fe.
– Hay una frase de Marcella que interpela ese derecho a la fe y se pregunta al mismo tiempo sobre la ¨resurrección de las distintas muertes, volver a la vida porque la amamos¨.
– Como Jesús. Hoy podemos preguntarnos sobre quiénes son exactamente los resucitados hoy. ¿Qué cantidad de resurrecciones vivimos algunos y no otres? Tomo lo de la congregación, porque en Theodora el papel del coro montado en otras puestas en el mundo era multitudinario, y su papel es interesantísimo, cristianos que están siendo perseguidos pero que en ningún momento dejan de elevar sus plegarias ni doblegar su fe que por supuesto, se ve forzado a obedecer. Marcella pensó siempre en congregación, siempre en grupalidades, en una acción colectiva. Basta ver cómo se la conoce en el resto del mundo y encontramos católicos disidentes que la discuten, la piensan, no sucede esto aquí, tal vez hay que sentarse a pensar por qué. Me parece que además en este momento de la pandemia, la pregunta sobre Dios, la pregunta sobre lo trascendente, sobre el sentido de la existencia también era muy pertinente. Por otro lado, mundialmente las disidencia están afuera de todas las religiones, en mayor o menor medida. Por supuesto que el judaísmo tiene sus expresiones, pero no están reconocidas y así en tantas otras, hoy hay setenta países que criminalizan la homosexualidad, las disidencias y en seis de ellos con pena de muerte. Me resulta muy estimulante repensar el derecho a la fe, por un Dios Marica.
– La obra de Marcella invita a una “teología indecente”. ¿Qué sería eso?
– Creo que la categoría de indecencia puede instalarse. Repensarnos desde ahí tiene mucho que ver con la bienvenida a la mala conducta. Marcella convierte indecencia en un verbo que no está admitido por la Real Academia Española pero que es interesante, y ella propone poder ¨indecentar¨ nuestros cuerpos con nuestras expresiones, con nuestra estética. Podría decirse también, no dejar de molestar o de no dejar de intentar socavar las normas. Y repito, intentar desterrar del todo un catolicismo absolutamente incrustado en cosas que ni percibimos. O, en todo caso, hacer de este cristianismo que está en nosotros un cristianismo subversivo que no nos lleve necesariamente a enemistarnos con Dios o con Jesucristo.
Las cuatro funciones programadas se llevaron a cabo los días martes 28 y miércoles 29 de septiembre a las 20, el viernes 1 de octubre a las 20, finalizando sus presentaciones el domingo 3 de octubre a las 17.
Para seguir conociendo la obra de Marcella Althaus-Reid:
Comentarios desactivados en Redescubriendo a Cristo
Del blog Amigos de Thomas Merton:
“Hoy, en un momento de prueba, he redescubierto a Jesús, o quizá Le he descubierto por primera vez.
He estado más próximo que nunca a la plena comprensión
de la verdad según la cual nuestras relaciones con Jesús
están infinitamente más allá
del nivel de la imaginación y de la emoción.
Sus ojos, que son los ojos de la Verdad, están fijos en micorazón.
Donde se posa Su mirada hay paz,
porque la luz de Su Rostro, que es la Verdad,
produce verdad allá donde resplandece.
También se experimenta alegría,
y Él dice a quienes ama: Tendré fijos mis ojos en ti. Sus ojos están siempre sobre nosotros en todas partes y en todos los momentos. Ninguna gracia viene a nosotros del cielo sin que El mire nuestro corazón.
La gracia de esa mirada de Cristo en mi corazón
ha transfigurado este día como un milagro.
Me parece que he descubierto una libertad
que no he conocido nunca antes en mi vida.
He sentido que el Espíritu de Dios estaba sobre mi
y he pensado que, con solo volver un poco la cabeza,
vería una hueste de ángeles con armadura plateada
avanzando detrás de mí por el cielo,
viniendo por fin a limpiar
de un plumazo el mundo entero.
Me ha llevado a un vivido océano de paz.
Y el mundo entero y el cielo entero estaban llenos
de una música maravillosa,
como ha solido ocurrirme estos días”.
Comentarios desactivados en Buda y Cristo. Dos caminos, una felicidad
Del blog de Xabier Pikaza:
El futuro no será de los más ricos, ni de los más fuertes en armas, ni de los expertos en manipular dichas compradas, sino de los que son realmente felices y enseñan a serlo a los demás. Entre ellos destacan Gautama (Buda: Iluminado) y Jesús (Cristo, Mesías). A ellos se les puede garantizar futuro y con ellos a la humanidad.
| X. Pikaza Ibarrondo
Vivo en el interior de Salamanca, en un pueblo de cristianos viejos. Hay misa dominical, con respetable asistencia, pero en mi barrio no encuentro ya signos cristianos.
Nadie ha puesto una cruz frente a su casa, mientras dos vecinos han plantado en su jardín dos grandes budas signos de felicidad. No tengo nada contra Buda, sino mucho a favor, pero la cosa me extraña.
Este signo oriental de felicidad me hace pensar, y por eso he querido que el cursillo de este fin de semana en el CITES de Ávila (del 30.7 al 1.8) empiece con una comparación entre dos modelos de felicidad: el de Buda y el de Cristo.
Buda, felicidad sobre el deseo
Al norte de la India, bajo el Himalaya, habitaba un príncipe llamado Gautama Sakyamuni. No era un brahmán, contemplativo, experto religioso, sino rey en busca de felicidad [1].
No era feliz, y por eso dejó dejó reino y palacio para hallarla. Busco y buscó felicidad, pero sólo encontró tres sufrimientos:
‒ Primero: enfermedad. El hombre es un animal enfermo, en riesgo de enfermedad constante, envuelto en sufrimientos.
‒ Segundo:vejez. El hombre es un esclavo del paso del tiempo. Lo más hermoso (vivir muchos años) es en el fondo lo más doloroso (una vejez más extensa).
‒ Tercero:muerte. No hace falta morir por guerra o por asesinato. A todos alcanza la muerte inexorable.
Gautama fue a preguntar a los monjes, pero no supieraon enseñarle nada. Siguiendo su camino, llegó hasta la la higuera del Ganges, en Benarés, y allí le sobrevino la Luz (=fue alcanzado por ella),descubriendo la esencia de la felicidad, que es la esencia de la vida:
1. Esta vida no es felicidad, sino todo sufrimiento. Sufrimiento es nacer y es morir, es dolorosa la enfermedad y dolorosa la vejez, de forma que nunca podemos alcanzar aquello que queremos. No existen diferencias entre clases sociales ni entre sexos: hombres y mujeres, ricos y pobres, brahmanes o parias, todos estamos sometidos a una misma violencia originaria, de forma que somos desdichados (no felices) en el mundo.
2. El sufrimiento nace del deseo. El mismo hecho de vivir como resultado de un deseo es ya doloroso. No es castigo de un pecado anterior, pues el mismo hecho de nacer y vivir es ya un tipo de sufrimiento. En el fondo nacemos porque deseamos sufrir y por eso, para superar el sufrimiento hay que superar todo deseo, retrocediendo más allá de la niñez y del mismo sufrimiento a la vida anterior del no-nacido.
3.Sólo cuando el hombre no desea nada emerge (sin desearla) la felicidad. Esa felicidad no se debe desear, ni buscar, pero el hombre tiene que prepararse para ella a través de una vida recta, cumpliendo una serie de normas o consejos que el mismo Buda fue exponiendo a sus seguidores, ofreciéndoles así un programa de respeto vital (no-violencia), dominio sensorial (superación de las pasiones), bondad, compasión, alegría, solidaridad etc.
4.No hay programa activo para alcanzar felicidad, ella viene como don, cuando el hombre supera todos los deseos y programas. Esta es la paradoja: Cuando no desea nada, ni siquiera la felicidad, se tiene todo, con la felicidad. El auténtico budista es un muerto en vida, y de esa forma es un viviente superior, sin pretenderlo, un bienaventurado, sea como rostro de absoluta tranquilidad, sea como cuerpo reconciliado consigo mismo.
Felicidad bondadosa. El budismo compasivo
En la línea anterior, imitando un título famoso de K. Rahner (Oyente de la Palabra, Hörer des Wortes, 1941), podemos definir al hombre como Oyente de la felicidad, pues la “palabra de felicidad”, no se crea ni conquista, sino que se escucha y acoge, como música más honda de la vida. Por eso, el budista es un iluminado, que reciba, acoge e irradia felicidad, en un proceso en el que suelen distinguirse tres momentos de irradiación de la bienaventuranza:
‒ Maitri o benevolencia feliz. Quien ha sido iluminado, rompiendo así la cadena del destino y de la muerte es internamente feliz: dulce y discreto, cordial y afectuoso. Nada consigue perturbarle, nada llenarle de ira. En medio de una tierra dura y fuerte en la que vive, una tierra destrozada por el odio, las pasiones y deseos, el auténtico budista sabe ser y comportarse con benevolencia, siendo así testigo de felicidad entre los hombres y mujeres de su entorno, a quienes ofrece el testimonio de su felicidad, sin exigirles ni imponerles nada.
‒ Dana, nueva vida como regalo de felicidad. El budista sigue sabiendo que en el mundo todo sufre, se retuerce y gime. Ciertamente, él se encuentra liberado por dentro, es feliz, pero al mismo tiempo reconoce que el dolor es destructor para los otros, y así quiere, en lo posible, remediarlo o, por lo menos, no aumentarlo (con un deseo bueno de bienaventuranza compartida). Por eso hace el bien y remedia a quien está necesitado. Su vida ya no es suya, no le pertenece, pues no la desea ni retiene; por eso puede darla, compartiéndola con todos, en gesto de gratuidad.
‒ Karuna, compasión piadosa. En este gesto culmina el camino de felicidad del budismo, la intuición de que el dolor, que todo lo domina, puede superarse. Sin duda, cada uno ha de asumir a solas su camino y alcanzar la libertad por su concentración y desapego (no deseo). Pero, el bien iluminado sabe, además, que su vida no puede separarse de la vida de los demás sufrientes. Por eso, el budista comparte el dolor de todos, y procura acompañarles (ayudarles) en su vía de liberación, ofreciéndoles el testimonio de su felicidad.
En esta compasión solidaria de felicidad culmina el budismo. Más allá del vacío de la mente y de la voluntad emerge la plenitud de un gozo que se abre hacia los otros. Más allá de la muerte simbólica (nada sentir, nada desear) hay un nuevo continente de vida iluminada, bondadosa, solidaria, de felicidad. Esto es lo que de verdad atrae y da sentido en el camino del budismo. De esa manera, aquello que podía iluminación sin objeto (encuentro con la luz, más allá de todas las circunstancias de la vida de la tierra) se convierte en amor compasivo con objeto, es decir, abierto a cada uno de los hombres y mujeres del entorno.
Budismo y cristianismo. Dos caminos, una bienaventuranza
Budismo y cristianismo son dos creaciones supremas del espíritu, dos caminos básicos de felicidad. Ambos implican un tipo de revelación o iluminación, vinculada en el cristianismo al Dios personal (Padre) que se encarna en un hombre (Jesucristo) y en el budismo al programa de iluminación y transformación personal de Buda. De esa forma se vinculan (se distinguen y se relacionan) los proyectos Buda y Jesús, que son, a mi juicio, los dos bienaventurados más significativos de la historia humana:
‒ Buda no cree (o no insiste) en la existencia de un “Dios personal”, feliz en su amor y en la irradiación de su felicidad al mundo. Según eso, no busca la transformación (salvación) exterior de los hombres ni insiste en el poder creador y transformante de un amor, que puede expresarse en la comunicación de la vida, con el posible nacimiento de nuevos seres humanos (en la línea del Cantar de los Cantares), de forma que es muy “reservado” ante las relaciones sexuales.
No quiere transformar el mundo en amor activo(ni engendrar nuevos seres humanos), sino liberar (sacar) de este mundo de deseos perversos a los “iluminados”, creando para ello una especie de “orden de monjes”, cuya ley básica es no‒desear y cuyo impulso fundamental en el testimonio de la felicidad, abierta a todos, por encima de las divisiones estamentales que sancionaba en general el hinduismo[2].
Buda quiso superar el deseo que encadena al ser humano en un mundo violento, desgraciado, desgarrado, creando un movimiento de monjes liberados de todo deseo, de forma que ellos, superados sus impulsos y abandonando sus bienes, pudieran formar una shanga o comunidad de liberados. Sólo ellos, los monjes, son auténticos budistas; los otros (los no monjes, aquellos que se casan y administran bienes) sólo son “simpatizantes”, de forma que no pueden alcanzar así el nirvana en esta vida, cosa que harán sólo en nuevas reencarnaciones, cuando vivan plenamente como monjes.
‒ Por el contrario, desde su raíz judía, Jesús cree en el Dios personal feliz (que hace feliz al hombre) y en el valor y tarea (acción externa) de felicidad que irradia el hombre iluminado. Por eso ha insistido en presencia de Dios en la vida de los hombres, en medio de sus relaciones sociales y sexuales, insistiendo en el amor de unos a otros, empezando por los niños (cf. Mc 9, 33‒37; 10, 13‒16), como centro y camino de felicidad. Lógicamente, él no ha creado un movimiento de monjes separados (que han surgido mucho más tarde en la Iglesia), sino un “reino” de hombres y mujeres en el mundo, en comunicación integral de felicidad,
Por eso, Jesús no empezó negando el deseo, sino afirmando el amor, que es principio de felicidad compartida por todos los que escuchan y cumplen la palabra de Dios. Por eso, él sino un movimiento universal de bienaventuranza, para célibes y no‒célibes, hombres y mujeres, empezando por los niños. En el principio de la bienaventuranza de Jesús no está la negación (no‒desear), sino el amor positivo, de forma que los hombres pueden gozar viviendo y compartiendo lo que son, en un camino de felicidad, dentro de esta misma tierra.
En esa línea se distinguen los proyectos. Buda instituyó un movimiento en principio universal, pero de hecho elitista, de superación del deseo, de manera que su despliegue de felicidad quedó reducido básicamente a los monjes. Jesús se atrevió a ofrecer la felicidad de Dios a los sufrientes, en especial a los pobres y necesitados, iniciando con ellos un camino de bienaventuranza en el amor. En esa línea, en principio, los hombres no son felices por lo que ellos hacen, sino por lo que reciben (siendo amados de Dios), como seguiremos viendo en los dos últimos capítulos de este libro sobre las bienaventuranzas.
Buda concibe la vida del hombre en el mundo como desgracia (caída, pecado), identificando la felicidad con la liberación (salida) del mundo. Jesús io asume y despliega la tradición bíblica de la creación positiva de Dios, de forma que el hombre puede y debe ser feliz en la tierra. Por eso, su felicidad no es no‒vida (¡vivir más allá de los deseos!), sino vida transformada, cumplimiento superior de los deseos.
‒ Buda tomó como punto de partida el dolor, vinculado al deseo, y buscó la liberación, siendo muy sobrio en sus afirmaciones, tanto en relación con una posible divinidad (que resulta en el fondo innecesaria) como en relación con lo nirvana (paz final que es puro no‒deseo).Su experiencia se concretó en un programa de iluminación y felicidad, abierto a todos los que, superando sus deseos, se atrevan a vivir como iluminados, en felicidad superando así el estado de “caída y deseo” en la tierra. Él no aparece así como liberador de los demás, pues no vivió ni murió por ellos, sino como ejemplo o testimonio de feliz liberación sobre la tierra.
‒ Jesús toma como punto de partida el amor de Dios a quien concibe como Padre, de quien brota la liberación del deseo egoísta y la instauración de un estado de no-violencia activa sobre el mismo mundo. En esa línea, más que su doctrina en cuanto tal importa su vida y su muerte, al servicio de la libertad y felicidad de los hombres. Por eso, sus discípulos le presentaron tras su muerte como felicidad encarnada de Dios. En esa línea, estando por un lado más cercano a Buda, su proyecto de felicidad tendrá elementos que se parecen más al de Crisna, en la línea de un encuentro personal de los hombres con Dios.
Notas.
[1] Para una visión general del tema, cf. H. Bechert y H. Küng, Budismo, en H. Küng (ed.), El cristianismo y las grandes religiones, Cristiandad, Madrid 1987, 359-520; D. Dragonetti, Unada. La palabra de Buda, Barral, Buenos Aires 1971; N. Mahathera, Initiation au Boudhisme, Michel, Paris 1968; J. Masson, Le Bouddhisme, DDB, Paris 1975; G. Menshing, Buda und Christus, Bonn 1952; R. Panikkar, El silencio de Dios, Guadiana, Madrid 1970; W. Rahula, L’Enseignement de Bouddha, Seuil, Paris 1961; L. de la Vallée-Poussin, Nirvana, Beauchesne, Paris 1925; H. von Glaseenapp, El budismo, una religión sin Dios, Barral, Barcelona 1974.
[2] En esta línea, el proyecto budista podría compararse con el ideal ético de san Pablo, cuando dice: “No debáis nada a nadie, antes bien amaos mutuamente, pues quien ama al otro ha cumplido la ley. Porque el mandamiento de no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro queda asumido (y cumplido) en el amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor al prójimo no hace ningún mal; porque el amor es la plenitud de la ley (Rom 13, 8-10). Este pasaje supone que hay tres “deseos” concretos y un cuarto que los engloba a todos. (1) Un deseo de adulterio en sentido sexual y posesivo (tener lo más grande que otro tiene, para así y dominarle). (2) Un deseo de homicidio, que nace de la violencia y de la envidia, destruir al otro para ser yo mismo. (3) Hay, finalmente, el deseo de robo y apoderarme de todo lo que tiene el otro, negándole así el fundamento de su vida. (4) Tras esas tres prohibiciones particulares Pablo cita al fin el mandamiento abarcador que los condensa a todos, diciendo no desearás (ouk epithymeseis).
El texto del decálogo (Ex 20, 17; Dt 5, 21) citaba el deseo de unos objetos concretos (casa, mujer, siervo, criado, toro, asno); Pablo los condensa y universaliza diciendo «no desearás», presentando así el deseo como “pecado originario”, causa de todos los males, situándose así en una línea cercana a la del budismo, como he venido destacando. Como buen rabino, Pablo ha resumido toda la ley israelita en este último mandato negativo, en una línea cercana al budismo. Pero élsabe que esa barrera del “no desear” resulta insuficiente. Por eso completa el tema y lo plantea en forma positiva, presentando un deseo más alto, no en forma de prohibición o negación, sino de despliegue vital: Amarás a tu prójimo. Más allá de la ley, centrada de forma negativa en el «no desearás», formula Pablo el mandamiento del amor al prójimo, que ocupa de algún modo el lugar del Shema: «Escucha Israel, Yahvé nuestro Dios es un Dios único; amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón…» (Dt 6, 4-5; cf. Mc 12, 29 par).
Allí donde la ley pretendía cerrar con su mandato el camino del deseo, esta exigencia positiva extiende ante los hombres el más alto impulso y camino de un deseo de amor purificado, que les permite realizarse plenamente, siendo lo que son, lo que han de ser en Dios, como invitación y tarea de gracia. En este contexto ha proclamado Pablo la palabra decisiva de la antropología del Nuevo Testamento, que hemos visto ya en el centro de la tradición sinóptica: «Amarás al prójimo como a ti mismo». Aproximación general al tema del «deseo» en A. Exeler, I dieci comandamenti, Paoline, Roma 1985, 159-169. Sobre Rom 13, 8-10, cf. C. K. Barret, Romans, Black, London 1973, 249-251; O. Michel, Römer, Vandenhoeck, Gottingen 1966, 323-327; H. Schlier, Romani, Paideia, Brescia 1982, 632-635; E. Käsemann, Römer, HNT 8a, Mohr, Tübingen 1974, 344-348; U. Wilckens, Romanos II, Sígueme, Salamanca 1992, 407-415.
Comentarios desactivados en Antonio Piñero: “Hay que distinguir entre el personaje histórico Jesús de Nazaret y el Cristo celeste”
Nos encontramos ante la continuación de la publicación el año pasado de La Aproximación al Jesús histórico, en esta misma editorial. Esta continuación de su obra corresponde en realidad a ponerse en diálogo con otros autores. Se trata de su última publicación que nos trae una visión crítica de la cristología
Y es que parece que al tratar este tema central de la teología cada uno defiende a su Jesús y Antonio Piñero pretende presentarlo como fruto de un consenso, pero “ese consenso no lo es de historiadores confesionales, sino consenso de historiadores independientes y claro está, dentro de ese consenso los hay de todo pelo y condición”
En esta obra podemos encontrar por una parte la aproximación teológico-histórica y por otra parte una histórico-crítica donde podemos encontrar al Jesús de Antonio Piñero. Afirma que es cierto que cada autor tiene a su propio Jesús y trata de “reproducir fielmente el pensamiento de la persona a la que voy a someter a crítica” para con posterioridad poder exponer lo que según su parecer no se aproxima al Jesús histórico y aquello que sí pero siempre enmarcándolo dentro de una hipótesis. Es importante por ello hacer una buena presentación para luego dar alternativas y aceptar la parte buena que al parecer de Piñero tiene ese autor.
Estamos ante un personaje muy investigado e interesante, soporte y fundamento de más de dos mil millones de personas pero cuya obra, dichos y hechos han sido transmitidos por sus seguidores y recogido por escrito entre cuarenta y setenta años después encontrándonos con escritos como el Evangelio de Juan que tratan de divinizar y ensalzar su figura. Pero esto no solo ocurre en los evangelios sino que es norma de toda biografía antigua.
Ese es el motivo por el que apenas tenemos reseñas de su infancia, se centran en su vida de adulto y ensalzan sus virtudes. Cierta similitud encontramos en autores como Tácito o Plutarco a la hora de hablar de la vida de los Césares o del personaje al que narran y que ensalzan sin reparos. Era la forma de escribir en la época y nos hace pensar como historiadores del siglo XXI hasta qué punto podemos tragarnos esa magnificación, elevación y ensalzamiento.
Antonio Piñero: “Elija Usted su Jesús mítico”
Los ‘Jesús’ de la investigación teológica
Senén Vidal divide la vida de Jesús en tres partes con tres proyectos distintos. El primero como discípulo de Juan el Bautista, al que sigue su etapa judía pero su última etapa parece un tanto irreal al limitarse a una semana. Quizá sería mejor verlo como un proceso progresivo y no tanto dividido. Cosa que ayudaría a no encontrarnos con un Jesús que comienza el domingo de ramos como el mesías y rey de Israél que cuatro días más tarde hace saltar el sistema expiatorio del templo instituyendo una cena pascual irruptiva. En una persona como Jesús parecería poco plausible que rompiera con sus propias creencias de esta manera.
Sean Freyne ha escrito cosas muy interesantes con un enfoque marxista en la historia al considerar que los condicionantes sociales y económicos de la sociedad galilea donde podemos hurgar el pensamiento teológico de ese momento que podremos considerar determinó el pensamiento de Jesús. Ante este autor Piñero desaprueba la visión de un Jesús al final de su vida como siervo de Yahvé, por ser una construcción teológica cristiana cristiana y no judía. Para los judíos no era interpretado mesiánicamente sino como el justo perseguido.
Otro autor de calado en José Antonio Pagola al que hay que agradecer la valentía de intentar hacer un Jesús histórico rompiendo el fuego en el sitio más difícil, dentro de una jerarquía. Pero según Piñero no es un autor consecuente al “meter ciertas morcillas teológicas” que no corresponden al Jesús de la historia. Y cuando encuentra alguna cosa histórica que puede molestar al establishment de los obispos, lo pone en nota y aún así no salió bien parado. Para Piñero, el Jesús histórico de Pagola no es histórico sino teológico.
Seguimos con el Jesús de James D.G. Dunn que intenta hacer un punto de vista muy interesante al hacer una aproximación sobre el Jesús recordado, puliendo el recuerdo hasta llegar a la persona histórica. La critica vendrá por considerar que hay un montón de recuerdos de Jesús que son independientes de la creencia de aquellos que conservan esa creencia en la resurrección de Cristo. Esto es inaceptable para Piñero puesto que todos los recuerdos son dependientes en líneas generales de la fe en la Resurrección.
Rafael Aguirre, Carmen Bernabé y Carlos Gil Albiol tratan de buscar un Jesús histórico pero Piñero considera que no sacan las consecuencias de un Jesús que es judío. Jesús no es el fundador de una nueva religión sino el fundamento que causa la reinterpretación que posteriormente hará Pablo y sus discípulos. La crítica a este grupo será la de considerar que toman su camino silenciando a todo el que discrepa de sus ideas.
Gerhard Lohfink presenta un desarrollo muy aceptable pero cae en la misma dinámica que Pagola al presentar a un Jesús más teológico. Y por último citamos a Javier Gomá Lazón hay que reconocer el esfuerzo de presentar a Jesus en su culmen como un Jesús ejemplar a quien Dios premia su ejemplaridad con la resurrección. Pero claro, esto de la resurrección no se puede probar con la filosofía y así lo reconoce pero termina por obviarlo y dejarse llevar por lo teológico.
Aproximaciones histórico-críticas
Nos queda comentar la segunda sección del libro que trata de hacer una aproximación histórico-crítica con otros autores de calado como Paul Heinrich Dietrich, Holbach, Gerd Theissen y Annet Merz, José Monserrat Torrents. Destaca de este grupo la apreciación de Torrents al considerar que los romanos solo utilizaron la muerte en cruz con aquellos que iban armados y esto ha sido muy silenciado por la tradición y esta postura es demasiado unilateral ya que en la Palestina del siglo I no era de extrañar ir armado como medio de defensa y por tanto no sería de justicia hacer de Jesús un galileo armado.
Mención especial de Piñero a John P. Meier ante el que se quita el sombrero pero que “destaca demasiado acríticamente que Jesús fue un personaje unicum, un único, y creo que el personaje unicum atribuido a Jesús no es real porque Jesús entra dentro de una serie de rabinos que con ingenio discutían sobre sus conocimientos aunque para muchos judíos, las parábolas de Jesús son la perla de la literatura judía del siglo primero”
Antonio Piñero, junto a Gonzalo Puente Ojea y Fernando Bermejo son herederos de la escuela filológica alemana que reducen a Jesús a 27 puntos de consenso. Entre estos investigadores independientes defienden que entre el Jesús histórico y Jesucristo hay una especie de barranco o especie de salto insalvable. Para Puente Ojea, Cristo es un mito, para Piñero es un concepto teológico y para Bermejo Jesucristo es una historiografía puramente inventada por los evangelios que hay que reducirlo a su justo término. Pero los tres son defensores acérrimos de un Jesús de Nazaret histórico sobre cuya base, fundamentalmente Pablo de Tarso y sus sucesores, construyeron al Cristo celeste. Por tanto, hay que distinguir entre el personaje histórico Jesús de Nazaret y el Cristo celeste.
Toda una interesante lectura que podemos encontrar en Trotta Editorial bajo el título EL JESÚS HISTÓRICO otras aproximaciones, reseña critica de algunos libros significativos en lengua española.
Comentarios desactivados en “Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús
Hoy, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración queen el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).
“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”
*
Rel 35;Cfr 7M 2, 1).
***
“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *
*
Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3
***
”Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”
*
(Libro de la Vida, capítulo 9,1)
***
“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.
*
(Libro de la Vida, capítulo 6,9)
*
“Juntos andemos Señor.
Por donde vayas tengo que ir,
por donde pases tengo que pasar.”
*
(Camino de Perfección 21, 26)
***
Entre los pucheros anda el Señor…
“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”
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