La homofobia podría estar detrás de la dura agresión a la niña de San Roca
A pesar de que las autoridades hablan de una agresión puntual y no de un caso de acoso, la niña que fue víctima de una agresión en un colegio del barrio de San Roca, en Palma de Mallorca, presenta claros síntomas de ser víctima de homofobia por su manera de vestir y su afición a jugar al fútbol, por lo que la tildan de «marimacho».
Hace casi una semana, el miércoles, 5 de octubre, conocíamos la noticia de la dura agresión a una niña de 8 años por parte de hasta 12 de sus propios compañeros de clase del colegio público Anselm Turmeda, en el barrio de Son Roque de Palma de Mallorca, que le provocaban «consecuencias físicas importantísimas», según confirmaba Fina Santiago, portavoz adjunta del Govern, que le llevaban a ser ingresada en el hospital. Mientras que la madre ha denunciado los hechos, solicitando una orden de alejamiento contra los doce presuntos agresores, inspectores de la Consellería de Educación y Universidad investigan los hechos que la hermana de la víctima apunta a que sean de origen homofóbicos, pero a los que el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, resta importancia al referirse a «una agresión y no de bullying».
Lo que explica la familia
«Estaban jugando un partido de fútbol y el equipo de mi hermana iba ganando. Cuando sonó el timbre, la niña cogió el balón y paró la jugada para darle la pelota al profesor de Gimnasia, pero el otro equipo quería seguir jugando y se enfadaron, así que uno de los niños le dio una patada y le empujó al suelo», relata Jessica Millán, hermana mayor de la niña agredida. El primero de los agresores, de 14 años «se puso encima de ella de rodillas», mientras los demás le sujetan las manos y le propinan varias patadas en un momento en el que el profesor que debía estar vigilando se había ausentado para resolver otra situación con un alumno con discapacidad. Lo que tampoco consuela a la familia porque «los inspectores de la consejería nos han dicho que tendría que haber dos profesores para vigilar a los alumnos».
A pesar de que el diagnóstico revelaría que la niña sufría «una fisura de costilla, desprendimiento de un riñón, un hematoma en la cabeza y contusiones», el personal del centro no la traslada al hospital, ni siquiera lo comunica inmediatamente a la madre, a quien simplemente le explican que ha habido una trifulca en el patio cuando la va a recoger, a la hora habitual, trasladándose al Hospital de Son Espases al relatarle la niña la tremenda secuencia de lo que le ha sucedido. «No es la primera vez que mi madre ha ido al centro a comunicar que se metían con mis hermanas, ya avisó de que se metían con la niña», explica Jessica, quien rechaza que se trate de un hecho aislado al haber acudido su madre sólo tres días antes a hablar con la directora para denunciar que un niño había insultado y empujado a otra de sus dos hermanas, de 12 años, que estudia en el mismo colegio.
«Los niños que la agredieron eran mucho más grandes que ella, la cogieron de los pelos, la golpearon contra el suelo, y le dieron múltiples patadas. ¿Y si me la llegan a matar? (…). No estaba protegida porque no había ningún mayor y después de los hechos se lo dijo a su tutora. Esta le dijo que esperara porque iban a contar un cuento. Tras esto le dijeron que pusiese los nombres y fuese clase por clase a buscarlos (…). Mi hija tiene muchas pesadillas y ellos van al colegio y hacen su vida normal (…). He hablado con el fiscal y me ha dicho que los menores son inimputables, que no se les puede hacer nada y que ya verán qué hacen (…). En el colegio se han portado muy mal y los padres de los niños solo me han llamado para amenazarme y quitarse la culpa», es parte del desgarrador testimonio de la madre en un programa de televisión, aclarando que la dirección del centro acude a interesarse por el estado de la niña al hospital, aunque asegura que «con la anterior dirección esto no hubiera pasado. Es indignante cómo se han portado con la niña».
Lo que dicen las autoridades
Más que ofrecer consuelo y soluciones, el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se ha dedicado a hacer propaganda del gobierno al afirmar que los niños agresores y sus familias serán «explorados», pero advirtiendo que, debido a su edad, al menos los menores no son imputables, insistiendo en el esfuerzo de la Administración para con los menores en este tipo de situaciones a los que ampara el Plan Estratégico de Convivencia Escolar del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que claramente no ha funcionado en este caso. Como tampoco ha sido efectiva la aplicación para móviles, Alertcops, que permite contactar directamente con la Policía Nacional o la Guardia Civil cuando un niño está siendo sometido acoso o quiere pedir ayuda por otros motivos, que ha recibido hasta 63 peticiones desde que se pusiera en marcha en el verano de 2015. Casi ha culpado a la propia familia de la víctima de lo sucedido, al insistir en que es la sociedad y especialmente las familias, las que tienen que implicarse en «algo que afecta tanto a la sociedad y a la convivencia como es la educación de los niños».
El Ayuntamiento de Palma de Mallorca sí parece haber mostrado algo más de sensibilidad hacia el suceso al ponerse al servicio de la familia de la víctima y del centro para intervenir en el caso. «La convivencia y la igualdad son valores que no se pueden dejar perder y que debemos continuar fomentado a todos los niveles», explicaban en un comunicado, recordando que «es necesario» que ni las instituciones ni las entidades ciudadanas bajen «la guardia», resaltando la importancia de «evitar usar un lenguaje discriminatorio que contribuya a la estigmatización en vez de fomentar la tolerancia, la convivencia y el respeto mutuo».
Lo que permanece soterrado
Según la hermana mayor de las niñas explica, «a la pequeña le gusta vestir de niño y jugar al fútbol y le insultan y le llaman marimacho, mientras que la otra es un poco más infantil y también se meten con ella (…). Le dijeron que las niñas no pueden jugar al fútbol y que las niñas no valen para nada», señalando que ambas habían recibido «alguna patada» por parte de los mismos agresores, aunque la situación nunca había desembocado en un episodio tan grave por el que ya han sido identificados todos los implicados, quienes están siendo interrogados para esclarecer la situación, concluyendo Jessica que espera que todo esto «no sea en balde, que se tomen medidas y que los niños que le han hecho esto a mi hermana sean expulsados o se haga lo que se tenga que hacer. Las dos hermanas han manifestado su deseo de no volver al colegio, al igual que algunas de sus compañeras abandonaban las clases el viernes pasado, por miedo, al tener conocimiento de los hechos. Los que sí parece que volverán a la escuela sin mayor problema son los menores involucrados en la agresión.
Fuente Universogay
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