La esposa de un pastor luterano estadounidense hace pública una carta a favor de su hija trans
La madre de una niña trans ha hecho pública una carta en la que muestra el orgullo que siente de tenerla como hija, alabando las infinitas virtudes de su primogénita con el objetivo de visibilizar que aunque su marido es un sacerdote luterano ella apoya plenamente el desarrollo de su hija en la identidad de género con la que se siente representada la misma.
Jamie Bruesehoff, escritora y abogada estadounidense casada con un sacerdote luterano, ha publicado una carta en Internet en la que defiende que su hija trans es “una niña amada por Dios”, indicando que “soy luterana de toda la vida, esposa de un pastor y madre de tres hijos increíbles. Mi primogénita se llama Rebeca. Ella es una excelente estudiante con un amor infinito hacia el aprendizaje. La adoran sus compañeros y maestros”.
“Ella es muy feliz haciendo ciclismo de montaña, nadando en cascadas y llevando vestidos elegantes y actuando en los escenarios. Es fuerte y decidida. Es una niña amada por Dios. Tiene diez años y es transexual”, ha expresado la madre de la menor estadounidense.
“Ella no ha sido siempre la niña feliz y próspera que es ahora. En los años previos a que se tomara la decisión de que ella viviera como su auténtico yo ante el mundo, mi marido y yo vimos crecer de forma alarmante la ansiedad en nuestra hija. Vimos cómo se ponía cada vez más incómoda en su propia cuerpo y se perdía de vista su lugar en el mundo”, ha indicado Bruesehoff.
“Vimos como la depresión se apoderó de ella y, antes de que nos diéramos cuenta, nos encontramos con una niña de siete años con crisis existencial. Teníamos una niña de siete años que abrió la ventana del segundo piso e intentó tirarse. Teníamos una niña de siete años que quería morir. Jamás hemos sentido tanto miedo, nunca, en toda la vida”, ha expresado Bruesehoff.
“Con el apoyo de excelentes profesionales y un montón de aprendizaje pudimos sacarle esas intenciones de quitarse la vida y darle espacio para deshacer su identidad. Todos nos dimos cuenta de que ella no era un niño. Ella era una niña. A los ocho años cambiamos su nombre y los pronombres y comenzó a vivir como ella misma ante el mundo. Inmediatamente se transformó en una niña segura y alegre cuya sonrisa ilumina toda la habitación”, ha expresado Bruesehoff.
Fuente LGBTQ Nation, vía Universogay
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